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Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
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Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
12. El Padrino
Parte 1
Maraton 1/4.
Después de desayunar, Nicholas también se dio una ducha rápida y se puso unos vaqueros y una camiseta. El trasplante iba a tener lugar al día siguiente, y, aunque sabía que estaba en buenas manos, no podía evitar sentir cierto miedo. Antes de aquella noche no le había importado demasiado lo que sucediera, pero en esos momentos tenía un motivo muy especial para querer que todo saliera bien. Y ese motivo lo estaba esperando en el sofá, hojeando uno de sus viejos cuadernos de dibujo.
—Tienes un don, Nicholas —dijo (_Tn) con una sonrisa al verlo entrar—. Cada vez que decido que uno es mi favorito, encuentro otro, dos páginas después, que es incluso mejor.
Él se encogió de hombros y se sentó a su lado.
—¿Has hablado con tus padres? —le preguntó.
—Sí —contestó (_Tn)—. Los he llamado, y todos están muy enfadados contigo. —Vio que él tensaba los hombros y se lo explicó mejor—: Por no haberles contado lo de tu padre y lo del trasplante, claro. Mi madre se ha planteado incluso venir a hacernos compañía —añadió ella con una sonrisa.
—Lo siento —dijo Nicholas , que en realidad no sabía qué decir. Llevaba tantos años solo que ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que la familia de (_Tn) pudiera preocuparse por él—. ¿Qué te apetece hacer hoy?
Ella, que ya había aprendido a descifrar sus ojos, se le acercó y le cogió una mano.
—El trasplante es mañana a primera hora. Es normal que estés nervioso, por mí podemos quedarnos en casa.
A Nicholas le dio un vuelco el corazón, y el estómago, al oír «en casa». Le gustaba cómo sonaba esa expresión en boca de (_Tn).
—No, quiero que hagamos algo juntos. Sí, estoy nervioso. Y no, no estoy asustado, bueno, quizá un poco —reconoció—. Lo único que quiero es estar contigo y no pensar en todo lo que puede salir mal —se atrevió a decir, mirándola a los ojos.
(_Tn) lo besó.
—Nada va a salir mal, cariño. —Entrelazó los dedos con los suyos—. Si de verdad quieres salir, hay una cosa que me gustaría mucho ver —le dijo, consciente de que Nicholas necesitaba estar un rato sin pensar.
—¿El qué?
—¿Te acuerdas de un día que nos encontramos por la calle y me dijiste que echabas de menos las vistas de los edificios de la City con la catedral de St. Paul al fondo?
—Por supuesto que me acuerdo, es imposible que me olvide ni siquiera de un segundo de los que hemos compartido —contestó sincero.
—Lo mismo digo —dijo (_Tn), también emocionada, y, antes de que terminara confesándole algo más importante, continuó—: Pues eso es lo que quiero ver. Creo que he encontrado dibujos de esas vistas en uno de tus cuadernos. —Buscó entre los que tenía al lado en el sofá y, al dar con uno en concreto, lo levantó—. ¿Son éstos?
—Sí —respondió Nicholas —. Éstos son. Solía dibujarlos cuando salía de trabajar.
—Pues quiero ir a verlos y, de paso, no me importaría que me invitaras a un trozo de ese fabuloso pastel de queso —añadió, recordando también aquella conversación de tantos meses atrás.
—Está bien, veré lo que puedo hacer —dijo él más despreocupado que dos minutos atrás. Le dio un beso y se levantó del sofá, arrastrándola consigo. Fueron hasta la puerta del apartamento, pero allí volvió a detenerse—. ¿Estás segura de que puedes quedarte estos días? Entenderé si tienes que...
(_Tn) no le dejó terminar la frase, sino que se puso de puntillas y lo besó con ternura y pasión al mismo tiempo, para ver si así entendía que no quería estar en otro lugar que no fuera junto a él.
—No vuelvas a preguntármelo, Nicholas —dijo seria al apartarse—. Por supuesto que puedo quedarme, y aunque no «pudiera» me quedaría de todos modos. Tú me necesitas aquí —se atrevió a decir—, así que aquí es donde voy a estar. Y, ahora, señor Jonas , más le vale que me lleve de paseo, o le arrastraré hasta el dormitorio otra vez.
Nicholas abrió la puerta y empezó a bajar la escalera, pero al llegar al portal, volvió a detenerse.
—Para que lo sepas, esa amenaza no resulta para nada efectiva, (_Tn). —La atrapó contra la pared y la devoró con la mirada—. Y vas a tener la visita turística más corta de la historia. —Se apartó, dejándola con la respiración entrecortada y hambrienta de sus besos.
Abrió la puerta y silbó para detener un taxi. Y, tal como le había prometido, visitaron los edificios que él había dibujado en un tiempo récord. De regreso al apartamento, cogieron otro taxi, y Nicholas le pidió al conductor que se detuviera en una esquina y lo esperara mientras iba a por un trozo de pastel. (_Tn) se quedó en el vehículo y vio que el taxista la miraba de un modo extraño, pero el hombre fue lo bastante educado como para no decir nada. Cinco minutos más tarde, Nicholas y (_Tn) subían la escalera que conducía a su casa, deteniéndose cada dos escalones para besarse. Entraron y llegó a la conclusión de que sí, que aquél era el mejor pastel de queso del mundo, aunque dudaba que fuese capaz de volver a comer un trozo sin sonrojarse.
A media tarde, y después de una siesta, volvieron a despertarse el uno en brazos del otro y estuvieron hablando del trasplante y de cómo se organizarían. Nicholas le advirtió a (_Tn) que no se dejara impresionar por los comentarios que su madre pudiera hacer, y ella le dijo que, aunque agradecía su preocupación, que estuviera tranquilo, que no se dejaría intimidar por una frívola que había sido incapaz de querer a su hijo. Y si Nicholas no hubiera estado ya enamoradísimo de ella, en ese instante habría caído rendido. Un rato más tarde prepararon el ligero equipaje que tenían previsto llevarse al hospital y, después de cenar algo ligero, fueron de nuevo al dormitorio de Nicholas . Se tumbaron en la cama y estuvieron horas hablando de tonterías; de los hermanos de ella, de los amigos de él, del proyecto arquitectónico que Nicholas estaba a punto de terminar en Barcelona, del MIR de (_Tn), y entre besos y caricias se quedaron dormidos.
Al amanecer, pero antes de que el sol se entrometiera en su realidad, volvieron a hacer el amor. A (_Tn) se le llenaron los ojos de lágrimas al sentir otra vez la desesperación de Nicholas , pero dejó que ocultara el rostro en su melena y que se abrazara a ella con toda la fuerza del mundo.
Cada vez que hacían el amor, Nicholas se decía a sí mismo que iba a ser distinto, que iba a poder controlarse y a hacer algo más que penetrarla y perder el control. Nunca en su vida había sentido aquella necesidad de poseer a una mujer, pero con (_Tn) no podía remediarlo. Necesitaba hundirse en ella, marcarla del modo más primitivo que existía. Y ella, dulce y generosa como era, lo abrazaba y lo besaba casi sin pedirle nada a cambio. Lo único que lo tranquilizaba era que tenía la certeza de que (_Tn) sentía placer. Dios, sus orgasmos bastaban para que él volviera a excitarse como un chaval; no importaba lo fuerte o intenso que hubiera sido el orgasmo anterior, tenía suficiente con sentir que ella se arqueaba de placer para volver a estar dispuesto a hacerle el amor durante horas. Quería decirle que la amaba; no tenía ninguna duda de que así era, pero no quería hacerlo antes del trasplante. No, (_Tn) podría creer que se lo decía por gratitud, o algo por el estilo, y ella se merecía escuchar una declaración en toda regla. Y la tendría, tan pronto como saliera del hospital y pudiera demostrarle que por ella estaba dispuesto a todo.
El martes, el día del trasplante, se despertaron a primera hora y fueron al hospital. Nicholas no podía comer nada, y (_Tn) se veía incapaz de hacerlo. En el apartamento, él insistió en darle un juego de llaves y en besarla como si tuviera miedo de no poder volver a hacerlo. Ella, aunque le devolvió todos y cada uno de los besos, no le permitió que se planteara tal cosa. Nicholas también aprovechó para llamar a Miriam Potts y decirle que (_Tn) estaba con él y que sería quien la llamaría para contarle cómo iba todo. La señora Potts, igual que (_Tn), no le permitió que se despidiera de ella. Y (_Tn) decidió que las dos iban a ser grandes amigas.
Al llegar al hospital, fueron directos a la planta en la que tenían la habitación asignada y comprobaron que el doctor Ross y una de sus enfermeras los estaban esperando. Tras los saludos de rigor, el médico le pidió a Nicholas que se cambiara y tumbara en la cama, y le dijo que pronto irían a buscarlo. (_Tn) se sentó en una butaca y observó cómo él hacía lo que le habían dicho y se ponía la bata del hospital. Ninguno de los dos dijo nada, hasta que Nicholas se sentó en la cama.
—Mis padres no han venido ni a saludar —dijo él, quitándose el reloj. Iba a dejarlo encima de la mesa en la que también estaba el teléfono de la habitación, pero se acercó a (_Tn) y se lo colocó en la muñeca, ajustando la cadena para que no lo perdiera. Ella iba a decir algo, pero en ese instante se abrió la puerta y entró Sabina.
—Hola, Nicholas , (_Tn) —los saludó—. Papá ya está listo —les dijo—, mamá está histérica, y yo... —se interrumpió nerviosa—, yo quería venir a saludarte y a desearte suerte.
—Gracias —contestó él, sintiéndolo de verdad. Le gustaba ver que su hermana era coherente con su nueva personalidad.
—Bueno, os dejaré solos. —Dio un paso hacia él y, algo incómoda e insegura, lo abrazó—. Suerte, Nicholas .
Él le devolvió el abrazo.
—No te preocupes, Sabina. Te prometo que estas navidades mi sobrino recibirá un montón de juguetes de su tío preferido.
Su hermana asintió y salió de la habitación con lágrimas en los ojos. Apenas medio segundo después de que se fuera, la puerta volvió a abrirse para dar paso a un par de enfermeros con una camilla.
—¿Nos dan un minuto? —dijo Nicholas con voz firme—. Por favor.
Los dos hombres retrocedieron y cerraron la puerta con un discreto clic. Nicholas vio que (_Tn) tenía la mirada fija en el reloj y que se mordía nerviosa el labio inferior. Se acercó a la butaca en la que estaba sentada y se agachó delante de ella. Cualquier hombre habría estado ridículo con aquella bata que le dejaba la espalda al aire y casi de rodillas en el suelo, pero Nicholas no.
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
12. El Padrino
Parte 2
Maraton 2/4.
—Hola —susurró él, tocándole la mejilla.
—Hola —respondió (_Tn), atrapando su mano.
—No estés nerviosa, no me pasará nada.
—Lo sé —le dijo, mirándolo ahora a los ojos—. Te esperaré aquí, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
Ambos se quedaron en silencio unos segundos; él acariciándole el pómulo con el pulgar, ella tocándole un mechón de pelo.
—Me tengo que ir —dijo Nicholas , levantándose.
(_Tn) también se puso de pie y se abrazó a él para darle un beso. Ella sabía en qué consistían todos y cada uno de los pasos de la intervención, y también sabía que el equipo del doctor Ross era excelente, pero tenía un miedo atroz a que sucediera cualquier cosa. No le estaba resultando nada fácil quedarse allí sentada mientras al hombre al que amaba lo sometían a una operación de trasplante de médula. Lo amaba. Y no se lo había dicho, pensó en medio del beso. Trató de apartarse, pero él la abrazó por la cintura y la besó otra vez. (_Tn) se perdió en sus labios y su corazón le susurró al oído que aquél no era el momento adecuado. No quería que Nicholas creyera que se lo decía porque tenía miedo de que fuera a sucederle algo malo. Se apretó contra él y respiró hondo, para así llenarse del aroma a sándalo que él siempre desprendía.
Oyeron unos golpes en la puerta y se separaron. Nicholas abrió y entraron los dos enfermeros de antes. Se tumbó en la camilla y miró a (_Tn) una vez más.
—Me gusta cómo te queda el reloj —le dijo—, quizá deberías pensar en quedártelo.
—¿Y tú? —preguntó ella, acompañándolos hasta la puerta.
—Yo voy con el reloj. —Le guiñó un ojo, y la camilla entró en zona restringida.
(_Tn) se quedó allí de pie, mirando las puertas de acero como una idiota hasta que oyó una voz horrible a su espalda.
—Espero que, por una vez, en su vida ese chico haga algo bien.
Era Lillian, la madre de Nicholas . (_Tn) se habría vuelto y le habría tirado de los pelos por atreverse a decir tal tontería, pero se limitó a respirar hondo y a regresar a la habitación que el hospital le había asignado.
La primera hora se le hizo eterna, así que cuando empezó a temer por la integridad física del mobiliario, optó por llamar a su madre y contarle todo lo que había sucedido. Ésta, Elizabeth, insistió en que si quería cogía el primer avión a Londres para estar con ellos, pero (_Tn) volvió a negarse. Colgó con la promesa de llamar de nuevo tan pronto como Nicholas saliera del quirófano.
Estuvo sentada diez minutos, quizá veinte, mirando uno de los cuadernos de dibujo de él que, a última hora, se había metido en el bolso. Le encantaba mirarlos, pues en ellos creía descubrir pequeños detalles de su autor, claves que le permitían comprender mejor a un hombre tan complejo como aquél. A Nicholas sus padres no lo habían ayudado, se habían avergonzado abiertamente de él, y, a pesar de todo, estaba dispuesto a correr el riesgo de perder la movilidad para que su padre pudiera curarse. Sus hermanos nunca se habían puesto de su parte, y él no había dudado un instante en ayudar a su hermana con su hijo, que al parecer era disléxico, igual que él, a pesar de que no se trataba de una anomalía genética.
Nicholas estaba convencido de que no era listo, pero era capaz de dibujar los edificios más increíbles del mundo, de recitar de memoria diálogos de todas las películas de cine clásico, y de aprender caligrafía china, recordó sonrojándose. Sí, Nicholas era un hombre muy complejo, con muchos más recovecos de los que uno podía apreciar a simple vista, y (_Tn) no iba a parar hasta descubrirlos todos y hasta hacerlo tan feliz que le resultara imposible recordar una época en la que no lo hubiera sido. Sabía que todavía no le había contado muchas cosas; no sabía qué había sucedido para que se fuera de casa, ni tampoco cómo había conseguido mantenerse en la universidad, ni cómo era posible que llevara tantos años sin hablar con nadie de su familia. Pero bueno, se dijo, tenía toda la vida para averiguarlo.
Pasó una hora más sin noticias y cogió de nuevo el móvil. En esta ocasión, llamó a Ágata, convencida de que si hablaba con alguien que también conocía a Nicholas y se preocupaba por él se sentiría más acompañada. Su hermana no le falló y, tras preguntar por él y exigir que la llamara cuando tuviera noticias, se pasó treinta minutos contándole las tonterías de María. Ágata no era en absoluto una de esas madres novatas que sólo hablan de sus retoños, y (_Tn) sabía perfectamente que únicamente le contaba todo aquello para distraerla, pero como la táctica funcionó no se lo tuvo en cuenta. Kevin , su cuñado, también charló un rato con ella, y al final le ordenó que tratara de relajarse un poco. Se despidieron con besos y (_Tn) volvió a quedarse sola con sus pensamientos.
Ya ni sabía cuánto rato hacía que se habían llevado a Nicholas , y no quería salir de la habitación por miedo a que lo devolvieran y ella no estuviera. Podría llamar a Miriam Potts pensó, pero descartó la idea porque apenas había hablado con la mujer cinco minutos y no quería asustarla, ni que creyera que Nicholas estaba saliendo con una histérica. Aunque bueno, tampoco era de histérica preocuparse por él; al fin y al cabo, ser donante de médula no era como ir al dentista.
—Genial —farfulló en voz alta—, estoy discutiendo conmigo misma.
Se acercó a la ventana, que daba a un patio trasero, y tocó el reloj que él le había colocado en la muñeca, y al pensar en lo último que le había dicho antes de irse no pudo evitar sonreír. Volvió a sentarse en aquella butaca salida del infierno un poco más calmada, y poco a poco se le fueron cerrando los párpados; el cansancio y los nervios hicieron por fin mella en ella y se quedó dormida. Una hora más tarde, el ruido de una camilla deslizándose por el pasillo la sobresaltó y se despertó. No era Nicholas , pero por suerte para (_Tn), unos cuarenta minutos después otra camilla chirrió y se abrió la puerta de la habituación.
Nicholas seguía dormido por la anestesia, y los enfermeros lo colocaron con tanto cuidado en la cama que a (_Tn) le dio un vuelco el corazón. El doctor Ross apareció enseguida y le relató con brevedad y eficiencia los pormenores de la intervención.
(_Tn) apenas escuchó un un par de palabras, pero no apartó ni un segundo la mirada de la del médico; en la facultad de medicina había aprendido que muchos de estos profesionales evitan mirar a los ojos de los familiares cuando mienten. El doctor Ross estaba diciendo la verdad y, lo que era más importante, todo había ido bien y Nicholas no tardaría en despertarse. Sentiría las molestias propias de la anestesia y de la intervención en sí, pero si tras pasar un día en observación no veían nada extraño, podría irse a casa y terminar de recuperarse allí. En una semana podría volver a hacer vida completamente normal.
(_Tn) se sintió tan aliviada que tuvo que sentarse, y entonces hubo de reconocer ante sí misma que había estado aterrorizada. El doctor Ross se le acercó de nuevo, le dio unas hojas con las instrucciones para los primeros días y le tendió la mano.
—Esté tranquila, (_Tn). Todo ha salido bien —le dijo, cuando ella se la estrechó—. Nicholas es muy fuerte.
—Lo sé —respondió ella—. Gracias, doctor.
El hombre asintió y salió de la habitación, y (_Tn) se acercó a la cama para tocar a Nicholas , como había querido hacer desde que lo trajeron los enfermeros. La parte racional de su mente que seguía activa le decía que el hecho de estar tan quieto era completamente normal, consecuencia de la anestesia. Pero la parte emocional, que al parecer era el timón que la guiaba últimamente, no pudo evitar volver a preocuparse. Se sentó en la butaca que había junto a la cama y entrelazó los dedos con los de él. Lo besó en la frente y en los labios, y se quedó allí esperando, tal como le había dicho que haría.
Nicholas tardó más de lo que a (_Tn) le habría gustado en abrir de nuevo los ojos, pero cuando lo hizo le bastó con media sonrisa para que ella lo perdonara por haber remoloneado tanto. Se quedó en el hospital dos días, durante los cuales ni su madre ni su hermano fueron a verlo.
El doctor Ross les confirmó que la intervención había sido un éxito y que el paciente Harrison Jonas parecía estar reaccionando bien al trasplante de médula, aunque todavía era pronto para decir nada más optimista. Nicholas se dio cuenta de que el oncólogo había dejado de referirse a Harrison como «su padre» y supuso que el buen doctor había terminado por comprender que la suya no era una familia normal.
Sabina sí que fue a visitarlo y le prometió que antes de que regresara a España, ella y Harry irían a verlo al apartamento, o a donde él quisiera. Le contó también que su padre parecía mejorar, pero que, tal como había dicho el médico, todavía no sabían el alcance de la mejora.
La noche antes de salir del hospital, Nicholas vio que (_Tn) estaba pensativa, con la mirada fija en la pantalla del móvil.
—¿Qué estás leyendo? —le preguntó él con voz algo cansada.
—¿Qué? Ah, uno de los mensajes que te han mandado Ágata y Kevin —contestó.
—¿Y eso es lo que te tiene tan preocupada?
Ella apartó la vista del teléfono y lo miró a los ojos.
—No lo entiendo —dijo de repente.
—¿Qué es lo que no entiendes? —le preguntó Nicholas , convencido de que pasarse tantas horas tumbado en aquella cama empezaba a atrofiarle el cerebro.
—Lo de tus padres. No lo entiendo —repitió.
Él levantó una mano para indicarle que se acercara. (_Tn) estaba de pie junto a la ventana, pero se apresuró a sentarse en la butaca que había junto a la cama y le cogió la mano. Nicholas tardó unos segundos en hablar, como si en su mente también estuviera tratando de encontrarle sentido al comportamiento de sus progenitores.
—Los Jonas son perfectos —fue lo primero que se le ocurrió, recordando una de las frases que solía repetir su padre cuando eran pequeños—. O lo eran hasta que llegué yo. —Vio que (_Tn) iba a defenderlo y, aunque la quiso más por ello, se lo impidió—: Déjame terminar. Supongo que podría decirse que de pequeño fui feliz. Sí, no me mires así, hasta que la dislexia no se hizo evidente, yo también encajé maravillosamente en el perfecto y frívolo mundo de los Jonas , pero cuando empecé a tener problemas... —notó que ella le apretaba la mano y continuó—, bueno, ya sabes lo que sucedió entonces. Gracias a Miriam conseguí terminar el colegio. —Sonrió—. Créeme, nunca he conocido a una mujer tan terca y tenaz como ella. Y supongo que jamás podré agradecérselo lo suficiente.
—Miriam te quiere —dijo (_Tn), que, después de hablar varias veces con la antigua niñera de Nicholas , sabía que ésta era lo más parecido a una madre que había tenido—. Y eso es lo que hace la gente cuando quiere a alguien; cuidarlo y hacer todo lo que haga falta para ayudarlo. —Los dos seguían sin confesarse sus sentimientos, pero (_Tn) aprovechaba cualquier oportunidad para insinuárselo.
—Y yo a ella —dijo él, y tragó saliva—. Desde que aprendí a dibujar, soñaba con convertirme en arquitecto, en poder traspasar alguno de mis edificios de papel al mundo real. De pequeño, no sabía siquiera qué había que estudiar para conseguirlo, pero sabía que estaba dispuesto a todo para lograrlo. Durante años deseché la idea por imposible, pero cuando gracias a la ayuda de Miriam...
—Y a tu fuerza de voluntad —añadió (_Tn).
—Y a mi fuerza de voluntad —admitió él, sonrojándose un poco— conseguí aprender a leer y empecé a aprobar las asignaturas en el colegio, volví a soñar con ir a la universidad. Y entonces cumplí dieciocho años y mi padre me llamó a su despacho. A esa edad yo ya era tan alto como ahora, pero recuerdo perfectamente que me temblaron las rodillas al llamar a la puerta. No había vuelto allí desde el día en que el director de la escuela le dijo que tenía un hijo tonto, yo, para ser exactos. En fin, al principio pensé que todo iba bien; mi padre me pidió que me sentara e incluso me preguntó cómo estaba, pero luego su discurso se volvió de lo más extraño, o eso me pareció a mí, pues empezó a divagar acerca del honor de la familia y de la intachable reputación que tenían los Jonas . Yo, como comprenderás, me limité a asentir, convencido de que aquello era un ritual paterno-filial de lo más común, pero entonces el magnánimo Harrison Jonas llegó a lo que de verdad quería decirme: «No hace falta que alguien como tú pierda el tiempo en la universidad —me dijo—, sólo serviría para que tanto tú como nosotros quedemos en ridículo», añadió. —(_Tn) volvió a apretarle la mano—. «Tú nunca conseguirías licenciarte en nada, sería una pérdida de tiempo y de dinero, y, siendo como eres, seguro que terminarías rodeado de malas compañías.»
—Dios —susurró ella en voz baja.
—Tardé unos segundos en reaccionar, pero cuando lo hice no me enfadé, sino que traté de explicarle a mi padre lo mucho que había mejorado en los últimos años, el montón de técnicas que había aprendido para poder seguir las clases y aprobar los exámenes.
—¿Y qué te dijo él?
—Que no estaba mal como truco de circo —sentenció Nicholas , que jamás olvidaría esa frase—, pero que no me bastaría para engañar a los profesores de la universidad. Y la verdad es que tenía razón, yo ya sabía que allí no me bastaría con las fichas o las cintas de la señora Potts, pero Miriam había averiguado que había centros especializados para gente con mi problema. Fue la primera vez que oí hablar del término «dislexia». Y yo estaba seguro de que con los consejos adecuados y trabajando mucho conseguiría salir adelante.
—Por supuesto que sí —dijo (_Tn), igual que si estuviera animando al Nicholas de hacía casi veinte años.
—Mi padre ni siquiera me escuchó, y me repitió eso de que el apellido de los Jonas no podía convertirse en el hazmerreír del mundo académico. Recuerdo que se levantó de su silla y se acercó a mí, y después de darme una palmadita en la espalda me dijo que no me preocupara, que ya lo tenía todo pensado.
(_Tn) tembló sólo de pensar qué le habría ofrecido Harrison Jonas a su hijo.
—«No te preocupes por nada, Nicholas . En el despacho siempre hace falta gente que pase escritos a máquina, que haga recados», me dijo. ¿Te lo imaginas? El muy... —no dijo nada—. Mi padre sabía tan poco acerca de mí que creía que pasar a máquina un documento iba a resultarme fácil. Tuve ganas de gritarle que se fuera a la mierda, pero no lo hice.
—¿No?
—No, y la verdad es que todavía a día de hoy no sé cómo me contuve. Ya te he dicho que tenía claro que quería ser arquitecto, así que en ese instante me di cuenta de dos cosas: la primera, nunca iba a contar con el apoyo de mi padre, y el de mi madre dependía del de él, así que también estaba fuera de cuestión hablar con ella, y dos, si de verdad quería ir a la universidad iba a necesitar dinero. Y la única persona que podía dármelo la tenía de pie a mi lado y se avergonzaba de llamarme hijo.
Nicholas cerró los ojos un instante y tragó saliva.
—No hace falta que me lo cuentes si no quieres —le dijo (_Tn) en voz baja antes de darle un beso en los nudillos.
—En un último intento, le conté a mi padre que quería estudiar arquitectura —prosiguió él como si no la hubiera oído—, incluso llegué a explicarle que nunca había tenido problemas para dibujar ni para comprender conceptos espaciales como el volumen o el punto de fuga. No me escuchó, sino que regresó a su lado del escritorio y empezó a hablarme de lo bien que me iría en su despacho y del sueldo tan increíble que iban a pagarme por tenerme allí entretenido. Y entonces... —Se quedó callado de nuevo.
—¿Y entonces?
—Entonces me acordé del caso de lady Fairchild.
—¿Lady Fairchild? Parece sacada de una novela de época. —(_Tn) trató de aligerar algo el tono de la conversación.
—Lady Fairchild es una mujer que ahora tendrá unos cuarenta años, con unos padres muy ricos y, al parecer, excesivamente longevos para su gusto. Cuando lady Fairchild tenía veinte años se hartó de esperar a que dichos padres murieran y poder recibir así la fortuna familiar y, como no estaba dispuesta a trabajar, contrató a un abogado: mi padre —le aclaró Nicholas , aunque no habría hecho falta—. Yo tendría entonces unos dieciséis años, pero me acuerdo perfectamente de lo mucho que me impactó su historia y de la estratagema legal que utilizó Harrison para conseguirle a su cuenta lo que ésta quería. Lady Fairchild les reclamó a sus padres la herencia en vida, no sé cuáles fueron exactamente los detalles, pero creo que en España existe una figura similar, algo que dice que un hijo tiene derecho a no sé qué parte del patrimonio de los padres.
—La legítima —dijo (_Tn), que tenía la sensación de que en el mundo había mucha gente que estaba mal de la cabeza.
—Sí, la legítima. En resumen, la historia de lady Fairchild me impresionó porque, a diferencia de su malcriada hija, el matrimonio Fairchild parecía de lo más normal, y cada vez que veía su fotografía en algunos de los periódicos sensacionalistas del momento me daban pena. Y supongo que también me impactó porque la tal lady fue la amante de mi padre durante unos meses. Al parecer, quería celebrar con alguien su recién adquirida fortuna, ¿y quién mejor que el hombre que lo había hecho posible? Aunque tuviera familia y veinte años más que ella.
(_Tn) no sabía qué decir, su familia no era ni mucho menos perfecta, pero no podía imaginarse a su padre teniendo un lío con una chica de la misma edad que una de sus hijas.
—Me acuerdo perfectamente de que miré a mi padre a los ojos y le dije que tenía toda la intención del mundo de entrar en la universidad y matricularme en la facultad de arquitectura, y que él iba a pagármelo.
—¿Y qué te dijo?
—Se rió de mí, y cuando vi que iba a recordarme por enésima vez lo tonto que era, le paré los pies. —Cerró los ojos—. Le dije que si no me pagaba los estudios haría lo mismo que lady Fairchild. —Una leve sonrisa apareció en los labios de Nicholas —. Tendrías que haberle visto la cara cuando oyó ese nombre, pero siguió negándose. Entonces le dije que si no me ayudaba con los gastos de la carrera me dedicaría a destrozar su preciosa reputación, que iría a ver a sus antiguas amantes, a los socios a los que había engañado a lo largo de los años, al fiscal si era necesario. No sé qué vio en mis ojos, pero fuera lo que fuese supo que iba en serio y abrió el cajón del escritorio, sacó el talonario y me extendió un cheque.
—Un cheque. —No era ninguna pregunta, sencillamente, no pudo evitar repetirlo en voz alta.
—Un cheque por un importe suficiente como para pagar una carrera universitaria y subvencionar la vida de una persona en Londres durante varios años. Recuerdo que cuando lo sujeté entre los dedos pensé en romperlo y lanzárselo a la cara, y gritarle que cómo era posible que estuviera tan dispuesto a deshacerse de mí. Pero no lo hice, y me guardé el cheque el bolsillo.
—¿De verdad lo habrías hecho? ¿De verdad sabías tantas cosas como para echar por tierra la reputación de tu familia?
Nicholas sonrió con amargura y (_Tn) pensó que quizá fuera porque llevaba un pijama azul claro, o porque estaba tumbado en aquella cama de hospital, pero se lo veía triste, y resignado. E, igual que el día en que hicieron el amor por primera vez, decidió que haría todo lo posible para hacerlo feliz.
—No te imaginas la cantidad de cosas de las que habla la gente delante de ti cuando creen que eres tonto. —Respiró hondo—. Me gusta creer que no habría sido capaz, pero supongo que sí. Supongo que me parezco más a mi padre de lo que creo.
—Tú no te pareces en nada a ese hombre, Nicholas . Tú nunca te habrías avergonzado de un hijo tuyo, y nunca te habrías deshecho de él dándole como quien dice un cheque en blanco.
Él se quedó pensando y luego volvió a hablar:
—Ahora no, pero nunca sabremos cómo habría sido de no haber tenido dislexia. Quizá ahora sería un energúmeno como Joe, incapaz de ir a ver a mi hermano después de una operación.
—Estoy convencida de que no —le aseguró ella, tocándole la mejilla con ternura.
—En fin, esa tarde, la tarde en que mi padre me dio el cheque, también me dijo que me fuera de casa y que no regresara. Recuerdo que dijo que, ya que tenía que pagar para que lo dejara tranquilo, tuviera la decencia de no volver a molestarlo, y añadió que no pensaba darme ni una libra más, y que no fuera a verlo cuando tuviera problemas. Llené una maleta y me marché a casa de Miriam. Fue ella quien me ayudó a superar los primeros días. Me acuerdo —tragó saliva—, me acuerdo que pensé que mi madre vendría a buscarme, o que llamaría a Miriam preguntando por mí... pero no lo hizo. —Nicholas miró a (_Tn) a los ojos—. ¿Te importa que duerma un rato? Estoy cansado.
—Por supuesto que no, cariño. —Se levantó y le dio un suave beso en los labios—. Descansa. Supongo que el médico te dará el alta mañana y podremos irnos a casa.
—A casa, me gusta cómo suena —dijo casi dormido.
(_Tn) le acarició el pelo hasta que escuchó que se le acompasaba la respiración. La historia que Nicholas le había contado era muy triste; estaba claro que en el mundo había muchísimos niños que pasaban por peores cosas que él, pero no tenía que ser nada fácil ver que tus padres no te quieren, y sólo porque no quedas bien en su vida de revista.
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
13. Hechizo de luna
Parte 1
Maraton 3/4.
A Nicholas le dieron el alta al día siguiente y el doctor Ross fue a despedirse de él personalmente. El médico le dio instrucciones para el resto de la semana, y le dijo que si se lo tomaba con calma podía regresar al trabajo el lunes siguiente. Ross también le explicó que Harrison parecía evolucionar bien y que, por el momento, no mostraba signos de rechazo al trasplante, pero añadió que seguía siendo demasiado pronto como para asegurar nada. El hombre dejó caer sutilmente que no hacía falta que fuera a despedirse de sus padres, pues en aquel preciso instante Harrison estaba durmiendo y la señora Jonas también había aprovechado para descansar un poco. Nicholas terminó de cerrar la bolsa de mano y le dirigió una sonrisa.
—No se preocupe, hace años que sé a qué atenerme. —Le tendió la mano—. Gracias por todo, doctor.
—No tienes que agradecerme nada, Nicholas —respondió éste sincero—. Espero no tener que volver a verte jamás —añadió, y tanto a Nicholas como a (_Tn) les sorprendió el chiste—. Ojalá las cosas se arreglen entre tú y tus padres. A veces, cuando uno se ve al borde de la muerte recapacita.
—No se haga ilusiones, doctor —dijo él con una media sonrisa—. A mí también me habría gustado que todo esto terminara como una serie americana, pero en el mundo real nunca suceden esas cosas. O casi nunca —susurró al ver a (_Tn).
—Tienes razón. Bueno, me despido, que tengáis un buen viaje de regreso a Barcelona.
—Gracias, doctor. —(_Tn) se despidió también del oncólogo y media hora después ella y Nicholas abandonaban el hospital.
Pasaron el resto de la semana en el apartamento de él y (_Tn) lo agasajó con mimos y cuidados. A lo largo de esos pocos días, Nicholas recibió la visita de Zac y Amanda, que aparecieron acompañados por Kat y David, sus respectivas parejas, y los cuatro lo riñeron por no haberles contado antes lo que sucedía.
A (_Tn) le gustó ver que contaba con tan buenos amigos, y, a pesar de su habitual timidez, no tardó en conversar con ellos. Eran muy agradables, y era evidente que querían a Nicholas de verdad, así que (_Tn) se esforzó por abrirse un poco, y dicho esfuerzo tuvo su recompensa: los cuatro la recibieron con los brazos abiertos y amenazaron a Nicholas con romperle las piernas si la dejaba.
Durante los días que estuvieron en Londres, él fue contándole poco a poco más cosas sobre su infancia y sobre todos los trucos que ideó la señora Potts para ayudarlo a estudiar.
Miriam también fue a visitarlos, y se quedó a pasar con ellos una noche. Ahora que (_Tn) dormía con Nicholas , la habitación de invitados volvía a estar libre. El primer día, (_Tn) le dijo a Nicholas que se instalaría en la otra cama, o en el sofá, para así no molestarlo mientras se recuperaba. Él la miró fijamente a los ojos y le preguntó si se había vuelto loca, y le aseguró que no pasaba nada porque durmieran juntos, que lo pasaría peor lejos de ella que con ella en la cama. (_Tn) se derritió ante ese comentario y desechó la opción del sofá al instante.
Miriam Potts resultó ser tal como esperaba, excepto en el aspecto físico. Nicholas le había contado tantas cosas acerca de lo fuerte y valiente que era, que (_Tn) se la imaginaba casi como una giganta, cuando la mujer era en realidad de lo más menuda. Miriam la abrazó nada más verla y después de besar a Nicholas , y reñirlo igual que habían hecho sus amigos, se sentó a su lado y los tres empezaron a hablar casi sin parar. Al llegar la noche, Miriam dijo que se iba, pero ni (_Tn) ni Nicholas le permitieron que cogiera un taxi a esas horas, y ella se quedó a dormir. (_Tn) se sonrojó un poco al ver cómo la antigua niñera de Nicholas la miraba antes de acostarse, pero se tranquilizó cuando ésta se le acercó y la abrazó, y le susurró al oído que se alegraba mucho de que ella y Nicholas se hubieran conocido. Miriam se fue a la mañana siguiente, después de prepararles un copioso desayuno y comida casi para tres días. Y les hizo prometer que regresarían pronto a verla.
(_Tn) hablaba a diario con su familia y llamó un par de veces a una compañera de clase para preguntarle si había sucedido algo excepcional. Sabía que a Nicholas le preocupaba que se estuviera perdiendo aquella semana de clases, a pesar de que ella le había repetido hasta la saciedad que no importaba, que ya lo recuperaría cuando regresaran. Así que, para no darle más motivos de insomnio no le dijo que se había perdido un examen y que seguramente tendría que volver a matricularse en esa asignatura. A (_Tn) nada de aquello le importaba en exceso; había superado un curso por año, algo excepcional en la facultad de medicina, así que podía permitirse tener algún retraso. Eso no iba a hacer que fuera mejor o peor médico, y lo que ahora de verdad importaba era que Nicholas se recuperara y pudieran volver juntos a Barcelona.
El domingo, el día antes de su regreso, Nicholas y (_Tn) volvieron a quedar con Sabina y Harry, y éste le contó a su tío lo útiles que le habían sido los pequeños trucos que le había explicado el día que se conocieron. Pasaron la mañana en el parque y luego fueron a comer a una cafetería, en la que se rieron muchísimo. A la hora de la despedida, Harry le regaló a Nicholas un dibujo que había hecho para él; eran ellos cuatro frente al museo de cera, y Nicholas lo dobló y guardó con el mismo cuidado que si le hubiera regalado un Picasso. Abrazó a su sobrino y le prometió que la próxima vez que fuera a Londres lo llevaría al zoo, o a donde él quisiera. De Sabina también se despidió con un abrazo, que su hermana le devolvió emocionada.
Después de la comida, Nicholas y (_Tn) volvieron al apartamento dando un paseo. Él estaba muy callado, pensativo incluso, y tenía motivos para estarlo, la última semana había sido muy importante; una especie de capítulo final a la envenenada relación entre él y sus padres, había recuperado a su hermana, y había ganado un sobrino, y por fin se había atrevido a arriesgar su corazón... y la recompensa no podía ser mejor, pensó, mirando a (_Tn), que caminaba a su lado sin decir nada. Ésa era una de las cosas que más le gustaban de ella; nunca lo presionaba para hablar, como si supiera que él terminaría por contárselo todo cuando estuviera preparado para hacerlo.
Sólo llevaban una semana como amantes, a Nicholas siempre le había gustado esa palabra, aunque sabía que en español no tenía una connotación tan romántica como en inglés. Tener un amante significa que alguien te ama, pensó, y sus labios esbozaron una sonrisa. No habían vuelto a hacer el amor desde el trasplante; ella seguía preocupada por su recuperación, y él había aprovechado aquellos días para tratar de encontrar el modo de recobrar aquella calma que creía poseer con las mujeres.
—¿De qué te sonríes? —le preguntó (_Tn), tirando un poco de las manos que tenían entrelazadas.
—Estoy feliz —respondió Nicholas sin pensarlo, y vio que estaba diciendo la verdad—. Sí, soy feliz —repitió, esta vez mirándola a los ojos para que ella supiera que era principalmente mérito suyo.
—Me alegro —dijo (_Tn) a media voz, y siguieron caminando otra vez en silencio.
Llegaron al apartamento de Nicholas cuando todavía entraba el sol por las ventanas, y él la sujetó por la cintura tan pronto como cruzaron el umbral. Le besó la nuca y le mordió el cuello.
—Llevo días queriendo hacer esto —susurró, pegado a su piel.
(_Tn) tembló.
—Ven conmigo. —Tiró de ella y la llevó al dormitorio. Él nunca se había considerado un hombre con demasiadas fantasías, pero al parecer nada de lo que le sucedía con (_Tn) podía compararse con su vida anterior. Sí, eso era, en su vida había dos etapas, antes de (_Tn) y después de (_Tn). Esas noches en que habían dormido juntos sin hacer el amor, su mente parecía empeñada en mostrarle todas las posibilidades que tenía su cama, y su cocina, y su mesa de dibujo, y su sofá, y su... Cerró los ojos y respiró hondo, si seguía esa línea de pensamiento, le pasaría lo mismo que las otras veces y volvería a comportarse como un animal en celo.
Se detuvo delante de la cama y, colocado otra vez detrás de (_Tn), le habló al oído:
—Cierra los ojos —le dijo.
Ella estaba convencida de que su hada madrina había decidido compensarla por una primera vez horrible con un guiri y le había mandado a Nicholas , o, lo que era lo mismo, al mejor amante del mundo. Lo que le sucedía con él no era normal; bastaba con que le susurrara algo al oído, con que respirase su olor, o sintiera sus labios mínimamente cerca de su piel para que ya no se acordara ni de su propio nombre. Una vocecita en su mente no dejaba de gritarle que no fuera tonta y que aprovechara el momento, pero otra, seguramente menos insistente, le recordó que a él lo habían operado unos pocos días antes.
—Nicholas , ¿estás seguro...? —Él la besó entre el hombro y la oreja y a ella se le olvidó lo que iba a decirle. «¡La operación!», le recordó aquella voz—. ¿Estás seguro? El trasplante, tú...
Nicholas se colocó frente a (_Tn) y la estrechó contra su pecho, besándola con una pasión que seguro que terminaría por consumirlos a ambos, y no se apartó hasta que sintió que sus cuerpos empezaban a fundirse.
—Estoy bien —le dijo—. Y me muero por hacerte el amor. Necesito hacerte el amor. —Y al decirlo comprendió cuánto—. Necesito hacerte el amor aquí, ahora, antes de que regresemos a Barcelona. —Le habría gustado añadir «en nuestra cama», pero no lo dijo. Él sabía que (_Tn) tenía que hacer el MIR en España, y estaba dispuesto a esperarla, a seguirla donde hiciera falta, si ella le dejaba, por supuesto. Pero aquella cama, que hasta entonces sólo había sido un mueble carísimo, les pertenecía a los dos, y no quería irse de Londres sin recordárselo a ambos.
Ella lo miró a los ojos y levantó una mano para acariciarle la mejilla, un gesto tierno que (_Tn) repetía con mucha frecuencia, y que a él lo hacía enloquecer. Para acabar de derribar sus defensas, se puso de puntillas y lo besó. «Ya estoy otra vez desesperado por tumbarla en la cama y perderme dentro de ella», pensó Nicholas .
—Cierra los ojos —volvió a pedirle con un susurro cuando se apartaron. Aunque pareciera un milagro, había conseguido recuperar algo de calma y estaba más que decidido a sacarle el máximo provecho posible a la situación.
(_Tn) los cerró y se quedó quieta. Era evidente que estaba nerviosa, tenía las mejillas sonrosadas y la respiración entrecortada, pero esperó a que Nicholas dijera o hiciese algo.
—No te muevas —dijo él.
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
13. Hechizo de luna
Parte 2
fin dl Maraton 4/4.
—¿Vas a buscar el tintero? —se atrevió a preguntarle ella. Era la primera vez que volvía a sacar el tema, y Nicholas todavía no le había dicho lo que le había escrito en la espalda aquel amanecer.
—No.
(_Tn) sintió la seda cubriéndole los ojos y notó que él le anudaba el pañuelo en la nuca, apartándole el pelo con cuidado para darle otro beso. Ella era muy vergonzosa y, aunque se sentía cómoda estando desnuda con Nicholas en la cama, no sabía si estaba preparada para aquel juego. Si era sincera consigo misma, tenía que reconocer que estaba excitada, pero le costaba desprenderse de las inseguridades. Pero entonces él habló y ella se olvidó de todos sus miedos:
—Eres la única mujer que me ha llegado al corazón —dijo emocionado, desabrochándole el primer botón de la camisa—, hasta que te conocí no sabía que fuera capaz de sentir todo esto. —Le dio un beso en los labios, pero se apartó antes de que ella pudiera devolvérselo—. Eres la única en la que no puedo dejar de pensar. —El segundo botón—. Cuando estoy contigo, ni siquiera me acuerdo de que no soy como los demás. —El tercer botón y, de paso, le recorrió el esternón con la lengua—. Cuando estoy contigo ni siquiera me importa no ser como los demás. —Le quitó la camisa y se arrodilló, besándole el ombligo. Le rodeó la cintura con los brazos y respiró profundamente. (_Tn) tembló, de emoción, de excitación, y, con dedos inseguros, le acarició el pelo. Nicholas se quedó quieto unos largos y lentos segundos—. Tengo miedo de regresar a Barcelona y perderte. Tengo miedo de que te des cuenta de que soy diez años mayor que tú. —Ella le tocó la mejilla y le deslizó dos dedos hasta la mandíbula, buscándole los labios para hacerlo callar, y él le atrapó la mano y le besó la palma—. Tengo miedo de que no quieras estar con un hombre que tiene que concentrarse para leer una sencilla nota.
(_Tn) no pudo más y lo apartó lo suficiente como para agacharse, poniéndose a su altura. Seguía teniendo los ojos tapados por el pañuelo de seda, y en su fuero interno sabía que Nicholas necesitaba aquella protección. Levantó ambas manos y le atrapó el rostro. No lo veía, pero conocía de memoria el brillo de sus ojos, la forma de sus labios, el puente de su nariz, aquellos pómulos tan marcados que lo hacían único. Sintió cómo le palpitaba la vena que tenía en el cuello, y notó que tomaba aire.
—Tengo miedo —dijo Nicholas despacio—, de que no sientas por mí lo mismo que yo siento por ti... —Pronunciar esa frase, tuvo el mismo efecto en él que una cerilla en un polvorín.
La pegó a su cuerpo y, tras devorarle los labios y hacerla enloquecer besándole el cuello, la tumbó en el suelo y terminó de desnudarla.
(_Tn) quería decirle que sentía exactamente lo mismo que él, incluso más, pero cada vez que trataba de hablar, Nicholas la besaba hasta dejarla sin aliento, como si no quisiera que pudiera responder a su declaración. Lo intentó tres veces, pero al final, aquellos besos, aquellas caricias y aquella desesperación que parecía impregnarlo cada vez que hacían el amor, terminaron por hacerle imposible hablar. Lo único que podía hacer era sentir, y responder a la pasión de aquel hombre tan maravilloso.
La imagen de (_Tn) desnuda, con el pañuelo de seda verde tapándole los ojos, y confiando tanto en él que ni siquiera había tratado de cubrirse, fue más de lo que el tenue control de Nicholas pudo soportar. Se apartó de ella lo imprescindible para desnudarse, sin importarle si arrancaba uno o todos los botones de la camisa, y al terminar la cogió en brazos y la tumbó en la cama. Consciente de que jamás olvidaría aquella visión, y de que, pasara lo que pasase, ninguna mujer ocuparía nunca el lugar de (_Tn), Nicholas le hizo el amor. Se perdió en su interior y, cada vez que creía morir, ella le acariciaba la espalda, o le daba un trémulo beso en el cuello, o sencillamente suspiraba, él perdía otro centímetro de su corazón y de su alma, hasta que no le quedó nada y se lo hubo entregado todo a ella.
«Díselo», le susurró una voz en su interior, cuando estaba a punto de alcanzar el que sería el orgasmo más demoledor de toda su vida, y lo habría hecho, pero el deseo y la pasión tomaron las riendas y al sentir que (_Tn) empezaba a temblar debajo de él, a envolverlo con aquel calor que lo hacía enloquecer, no pudo. Sus labios se buscaron y se fundieron en un beso que era el eco de lo que estaban haciendo otras partes de su cuerpo. Nicholas tiró del pañuelo verde, desesperado por ver sus ojos, asustado por si no brillaban con el mismo sentimiento que seguro que reflejaban los suyos.
(_Tn) interrumpió el beso y con la mano que tenía en la nuca de Nicholas lo apartó un poco; quería que supiera que comprendía perfectamente lo que estaba sucediendo... y que no le importaba esperar el tiempo que fuera necesario para poder decírselo con palabras.
Se detuvieron; sus miradas se encontraron, sus cuerpos temblaron embargados de deseo, y sin moverse ni un milímetro más, sin besarse, sin hacer nada, sólo sintiendo la piel, Nicholas se rompió por dentro y la besó. (_Tn) le devolvió el beso y, con él, su corazón y todo su ser.
A pesar de la intensidad de la noche anterior, y quizá debido a ella, por la mañana, Nicholas y (_Tn) se despertaron relajados y terminaron de preparar su equipaje. Mientras ella llamaba a su hermana Selena para confirmarle que llegaría a media tarde y que no hacía falta que fuera a buscarla al aeropuerto, Nicholas aprovechó para telefonear a sus amigos y despedirse de ellos, y cuando Amanda le preguntó cuándo regresaría a Londres, se dio cuenta de que no sabía qué responder. El proyecto Marítim no iba a retenerlo en Barcelona para siempre, y él y (_Tn) todavía no habían hablado de lo que estaba sucediendo entre los dos. Por suerte, Amanda comprendió las dudas de su amigo antes de que éste se las confesara y le dijo que no se preocupara, que ya encontraría el modo de solucionarlo.
Tanto en el aeropuerto como durante el vuelo, Nicholas comprobó que le gustaba mucho estar con (_Tn), pero no sólo eso, era como si llevaran años, y no apenas unos cuantos días, como pareja. Ella era la primera persona, aparte de la señora Potts, que sabía comportarse con naturalidad respecto a su dislexia. Ahora que por fin se lo había contado, Nicholas no veía la necesidad de recurrir a sus habituales técnicas de disimulo, y (_Tn) leía en voz alta los paneles del aeropuerto o la información de las tarjetas de embarque sin darle la más mínima importancia. Como si llevaran toda la vida juntos. Ella no era condescendiente, ni lo trataba como si fuera tonto, se comportaba como de costumbre. Eso sí, besándolo siempre que podía.
Nicholas estaba convencido de que tenía cara de idiota, pero la verdad era que no podía dejar de sonreír. El único pequeño detalle que enturbió su alegría fue que en el trayecto de regreso, (_Tn) le dijo que tendría que ponerse a estudiar en seguida para recuperar las clases que había perdido esa semana y, aunque en ningún instante le recriminó nada, Nicholas no pudo evitar sentirse culpable. El sabía lo mucho que significaba para ella su carrera de medicina y no quería que saliera perjudicada por su culpa, así que, a pesar de todo lo que había estado pensando y sintiendo en aquellas últimas horas, que lo habían llevado a decidir que le pediría que se fuera a vivir con él, llegó a la conclusión de que quizá no era lo mejor para (_Tn) y optó por no decirle nada. Se quedó mirándola mientras ella le contaba que uno de los profesores más estrictos que tenía era el padre de Emma, su futura cuñada, pero Nicholas apenas la escuchaba. Estaba enamorado de ella, y ella de él, lo sabía por cómo lo besaba, por cómo lo tocaba, y no pasaría nada por esperar un poco, seguro que cuando (_Tn) terminara con los exámenes y él concluyera el proyecto encontrarían el modo de estar juntos y no volver a separarse.
El avión aterrizó sin problemas y, por suerte, sus maletas fueron las últimas en salir. Por suerte porque así pudieron darse un montón de besos mientras las esperaban. (_Tn) era muy cariñosa, y Nicholas , que nunca se hubiera definido a sí mismo como romántico, parecía incapaz de dejar de tocarla, como si su cuerpo quisiera dejarle claro al de ella que le pertenecía y que, aunque a partir de ese día fueran a distanciarse durante unos días, seguían siendo el uno del otro.
—¿Seguro que no quieres subir? —le preguntó (_Tn) cuando ambos estuvieron de pie frente al portal del piso que compartía con Selena .
—Seguro —respondió Nicholas peleándose consigo mismo—. Pero no vuelvas a preguntármelo, mi fuerza de voluntad tiene un límite. —Se apartó un poco de ella, que pudo ver que los nudillos de la mano con que sujetaba el asa de la maleta se le habían puesto blancos.
—Está bien —dijo (_Tn), feliz al ver que él sí quería quedarse un rato más, pero que creía estar haciendo lo correcto—. Supongo que podré esperar hasta mañana. Porque te veré mañana, ¿no?
—Trata de impedírmelo. —Se inclinó y la abrazó, inhalando profundamente su aroma—. Vamos, entra.
Ella se dio media vuelta, abrió la puerta y colocó la maleta como tope.
—Deberías haberle dicho al taxista que esperara —le dijo, al ver que él tenía intención de ir andando hasta su apartamento.
—No, qué va. Así he podido despedirme de ti, además, me irá bien caminar un rato. —Levantó la vista hacia el cielo y vio que estaba nublado—. Será mejor que me vaya. Te llamo luego. —Le dio un beso.
—De acuerdo —susurró (_Tn), y entró en el portal—. Nicholas , ¿de verdad estás bien? —le preguntó, tras mirarlo unos segundos.
Había adelgazado un poco y, aunque sonreía mucho más que antes, parecía cansado y preocupado.
—Claro —respondió él—. No te preocupes por mí. —Tiró de la maleta y dio un par de pasos—. Luego te llamo —repitió.
—Nicholas . —(_Tn) lo detuvo con la voz y, al ver que se volvía tan rápido se sonrojó un poco—. Yo... —Se quedó sin habla.
—Yo también —dijo él y siguió andando, pero no antes de lanzarle un último beso con la mirada.
_________________________________________________________________________________________________________________________
Continuara ...
holas mis chicas lamento no haberles colocado
capitulo durante el fin de semana
pero tuve q salir a una fiesta tooodo el fin..
pero aqui les deje el maraton ojala y les alla gustado nos
leeremos luego vale se me cuidan
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
awww me encanta!!
Nicholas te amo!!! :aah:
Es tan lindo!!!
Gracias por el maraton!
Siguela!!
Nicholas te amo!!! :aah:
Es tan lindo!!!
Gracias por el maraton!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
SON TAN LINDIS... PERO BUURRRITOOOSSS!!!!.. POR QUE NO SE DICEN LO QUE SIENTEN LOS DOS POR EL OTRO!!!!!... AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!!!... QUIERO METERME EN LA NOVE Y PEGARLES UNOS CARTELES!!! A VER SI ASI SE DICEN LA VERDAD CON PALABRAS Y SON MAS FELICES!!!!!!
chelis
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
fui demasiado feliz cuando lei 'Maraton'
y la verdad es que fue espectacular....
me alegro que nick se lleve mejor con sabina....
tambien que todo halla salido muy bien en la operacion....
sus padres son unos idiotas... al igual que joe...
y con la rayis... todo va mejor que bien... amo su pareja.. es perfecta...
ameeeee todos los capis
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
y la verdad es que fue espectacular....
me alegro que nick se lleve mejor con sabina....
tambien que todo halla salido muy bien en la operacion....
sus padres son unos idiotas... al igual que joe...
y con la rayis... todo va mejor que bien... amo su pareja.. es perfecta...
ameeeee todos los capis
siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
Hola! :3
OMJ! OMJ!
AME los capitulos!
Gracias por el maratón!
Fueron geniales!
Pq el Nicholas tiene que ser tan PERFECTO! (? :(L):
:aah: :enamorado: :aah: :enamorado: :aah: :enamorado:
& es bueno ver que su hermana parece haber cambiado! *.*
Esperando el siguiente capi! ;)
Nos estamos leyendo!
Lu wH!;*
X
:bye:
OMJ! OMJ!
AME los capitulos!
Gracias por el maratón!
Fueron geniales!
Pq el Nicholas tiene que ser tan PERFECTO! (? :(L):
:aah: :enamorado: :aah: :enamorado: :aah: :enamorado:
& es bueno ver que su hermana parece haber cambiado! *.*
Esperando el siguiente capi! ;)
Nos estamos leyendo!
Lu wH!;*
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:bye:
HeyItsLupitaNJ
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