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Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
aaaw!
AME el capi!
El Nicholas es tan lindo! *.*
Que bien que ya este compartiendo su carga con alguien más! :)
Siiiiiii, el nuevo photoshop es genial!
Son PERFECTOS!
:enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado:
Esperando capi! :)
Lu wH!;*
X
:bye:
AME el capi!
El Nicholas es tan lindo! *.*
Que bien que ya este compartiendo su carga con alguien más! :)
Siiiiiii, el nuevo photoshop es genial!
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:enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado:
Esperando capi! :)
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
Maraton 1/4
Parte 1
—¿Has dicho que no sabes si vas a donarle médula ósea a tu padre? ¿A tu padre? ¿Por qué?
—Es complicado.
—Eso ya lo has dicho antes. —(_Tn) se mantuvo firme. Una parte de ella le decía que no era nadie para juzgarlo, pero otra gritaba que era imposible que Nicholas , su Nicholas , estuviera planteándose tal crueldad.
—Mi padre me echó de casa cuando yo tenía dieciocho años. —No había sido exactamente así, pero eso era lo máximo que se veía capaz de contarle por el momento—. Y hasta hace unos meses no me había vuelto a dirigir la palabra. Y, créeme, si no fuera por mi preciosa médula ósea, Harrison Jonas podría haber pasado el resto de su vida ignorando mi existencia.
—No lo entiendo —dijo ella, confusa.
—Yo tampoco —convino él en voz baja—. Mira, (_Tn), no todas las familias son como la tuya, las hay mejores, y otras mucho peores. Sé lo que me digo.
—Pero... ¿qué pasó? —No podía evitar tener la sensación de que los padres de Nicholas eran los culpables de la perenne tristeza que se reflejaba en los ojos de éste.
—Es...
—Complicado —lo interrumpió ella.
Él apretó los dientes y la cogió de la mano.
—(_Tn), ¿no puedes darme un respiro? Eres la primera persona que sabe que me peleé con mis padres. Kevin siempre ha creído que, sencillamente, nos distanciamos, así que, por favor, ¿no puedes darme algo de margen?
—Está bien. No era mi intención presionarte, es sólo que no me encaja que alguien como tú sea capaz de tomar una decisión tan egoísta como ésa.
—Gracias —contestó emocionado, a pesar de que sabía que genéticamente estaba programado para ser increíblemente egoísta. Sólo había que ver a su padre y a su hermano para saberlo—. Significa mucho para mí.
(_Tn) se limitó a asentir y recorrieron las calles que les faltaban hasta llegar al piso de ella en silencio.
—Bueno, gracias por acompañarme. —Buscó la llave en el fondo del bolso—. Me ha gustado la película —añadió nerviosa. A pesar de que se suponía que sólo eran amigos, (_Tn) aún no sabía muy bien cómo comportarse en el momento de la despedida—. Esta semana estoy muy liada, pero si te apetece podríamos ir a tomar un café el viernes por la...
Ella le estaba hablando y Nicholas no podía dejar de pensar que le había dicho que no se lo imaginaba como un hombre cruel. Y, sin que él le diera ninguna explicación mínimamente satisfactoria, había accedido a darle tiempo. Y ahora le estaba diciendo que si quería podían ir a tomar un café. Entonces, su cerebro le gritó basta y, sin poder evitarlo, y sin querer evitarlo, Nicholas se agachó y la besó en los labios. Fue un beso breve. Muy breve, igual que si se lo hubiera dado en la mejilla, pero al menos pudo sentir su aliento bajo su boca.
—Buenas noches, (_Tn) —susurró al apartarse.
—Buenas noches —respondió ella, y se dio media vuelta para abrir la puerta. Pero Nicholas vio que se llevaba dos dedos a los labios para tocárselos.
El lunes siguiente, (_Tn) fue a la facultad y en la cafetería se encontró con Eric. Estaba con unos amigos, y oyó que se reían de algo que les había sucedido la noche anterior. Ella pidió su café y se sentó a la barra.
—Hola, (_Tn) —la saludó Eric, que se había levantado de la mesa en la que estaba con sus amigos.
—Hola —respondió ella.
—¿Tienes clase?
—Sí, dentro de media hora.
—Este fin de semana nos vamos a la casa que Carlos tiene en Puigcerdá. ¿Te gustaría venir?
(_Tn) se puso algo nerviosa, pero consiguió disimularlo.
—¿Quiénes vais? —preguntó.
—Pues Carlos, por supuesto, Miriam, su novia, una de sus amigas, no me acuerdo cómo se llama. Yo, y Miguel, de farmacia.
—¿Y estás seguro de que no les importará que yo también me apunte? Apenas los conozco.
—No, qué va. Me dijeron que podía invitar a quien quisiera. —La miró a los ojos, dejándole claro por qué había pensado en ella—. Nos iremos el viernes por la tarde, y regresaremos el domingo por la noche.
Ella no sabía qué decir. Casi no conocía al propietario de la casa ni al resto del grupo, y la incomodaba un poco que Eric diera casi por hecho que su incipiente relación fuese a dar aquel giro. Pero por otro lado, si nunca pasaba tiempo con él, jamás llegaría a conocerlo.
—Me tengo que ir a clase, ¿te puedo contestar más tarde? —Cogió la carpeta que había dejado encima de la barra. Vio que la sonrisa de Eric, que había aparecido en sus labios desde el principio de la conversación, se apagaba un poco—. Me apetecería mucho ir —le dijo, para ver si así lo compensaba por no responderle en aquel preciso instante.
—Claro, éste es mi móvil. —Cogió el bolígrafo que (_Tn) llevaba colgado de la goma elástica de la carpeta y apuntó el número en ella—. Llámame cuando quieras.
(_Tn) salió de la cafetería y se fue a clase, pero a decir verdad no prestó demasiada atención a lo que decía el profesor. Su mente pasaba de encontrar argumentos a favor de decir que sí, para luego darle varios para decir que no. La sorprendía que Eric la hubiera invitado, pero, tal como decía Selena , la mayoría de la gente de su edad no era tan complicada como ella y a menudo hacían cosas sólo para pasarlo bien. Seguro que si se lo preguntaba a su hermana, le diría que no le diera tantas vueltas y que dijera que sí, o que no, pero que no se complicara tanto la vida. Al fin y al cabo, sólo era un fin de semana; en el mejor de los casos, conocería gente nueva y quizá hiciera algunos buenos amigos, por no mencionar que tal vez descubriera si entre ella y Eric podía haber algo; y en el peor se aburriría y perdería un fin de semana. A la hora de cenar, había decidido que iba a aceptar la invitación, pero no llamó a Eric. Esperaría al miércoles por la mañana.
Nicholas trató de concentrarse en los planos que estaba modificando, pero su mente se empeñaba en recordar el inocente beso que le había dado a (_Tn) y el mensaje que el doctor Ross había dejado en su contestador. El médico lo había llamado ese mismo día a primera hora de la mañana para decirle que era imperativo que ese fin de semana viajara a Londres para realizar las últimas pruebas previas al trasplante. El oncólogo también le decía que, en caso de que no accediera a ser donante, debía decírselo cuanto antes para poder buscar una alternativa. Nicholas todavía no se había decidido, y el principal motivo de su indecisión era que, a esas alturas, ni su padre ni su madre se habían dignado pedírselo, sencillamente, habían dado por hecho que él lo haría. No quería humillarlos, ni que fueran a verlo contándole historias falsas sobre el amor que de repente sentían hacia él, pero sí que le gustaría que lo trataran con respeto. Y una conversación entre adultos era lo mínimo que se merecía. Frustrado, lanzó el lápiz encima del escritorio.
—Vaya, no sé qué te ha hecho el pobre lápiz —dijo Juan desde la puerta—, pero seguro que se arrepiente.
—No te había visto —contestó Nicholas —. ¿Qué querías?
—Ya sé que en los últimos días te lo he preguntado varias veces, pero correré el riesgo de repetirme: ¿te pasa algo?
—Nada. Estaba trabajando en los cambios que me pasaste. Lo de los balcones de los pisos superiores me parece muy buena idea.
—Gracias. Tu sugerencia sobre el sistema de ventilación ha sido básica. Y, bueno, ahora que los dos nos hemos halagado mutuamente, ¿por qué no me cuentas lo que te pasa?
—¿Saliste con Teresa?
—Me rindo, veo que estás empeñado en cambiar de tema. —Levantó las manos dándose por vencido—. Sí, fuimos a cenar. Es una mujer sorprendente, ¿sabías que terminó los estudios después de que naciera su hija? ¿Y que la ha criado ella sola?
—No, no lo sabía. Me alegro de que lo pasarais bien.
—Sí. —Al ver el modo en que lo miraba Nicholas , se apresuró a añadir—: No pasó nada. Teresa es toda una dama.
—Por supuesto. Y tú todo un caballero, pero eso no implica que no podáis llegar a conoceros mejor.
—Eres incansable. En fin, venía a ver si estabas listo para salir. Quedamos que hoy pasaríamos por la obra para comentar las últimas novedades con el capataz.
Nicholas se había olvidado por completo de la cita.
—Por supuesto. Guardo todo esto y nos vamos.
—Te espero en recepción —dijo Juan, y salió dejándolo de nuevo a solas.
Nicholas recogió el lápiz, guardó el cuaderno en la bolsa y fue en busca de su amigo. Tenía que ir a Londres. Debía enfrentarse a sus padres y tomar una decisión. Sabía que tenía que hacerlo, igual que sabía que no quería ir solo. La visita con el capataz consiguió que, durante unas horas, no pensara en nada más, pero tan pronto como entró en su apartamento, todas aquellas preguntas volvieron a asaltarlo. Eran más de las diez, y quizá algo tarde para llamarla, pensó, pero la llamó igualmente.
—¿Nicholas ?
—¿Te he despertado? —preguntó él.
—No, qué va. Selena y yo estábamos viendo la tele. Espera un segundo. —Oyó que (_Tn) se levantaba del sofá y le decía a su hermana que iba a su habitación—. Ya está, así no la molesto. Dime.
8. Sucedió una noche
Parte 1
—¿Has dicho que no sabes si vas a donarle médula ósea a tu padre? ¿A tu padre? ¿Por qué?
—Es complicado.
—Eso ya lo has dicho antes. —(_Tn) se mantuvo firme. Una parte de ella le decía que no era nadie para juzgarlo, pero otra gritaba que era imposible que Nicholas , su Nicholas , estuviera planteándose tal crueldad.
—Mi padre me echó de casa cuando yo tenía dieciocho años. —No había sido exactamente así, pero eso era lo máximo que se veía capaz de contarle por el momento—. Y hasta hace unos meses no me había vuelto a dirigir la palabra. Y, créeme, si no fuera por mi preciosa médula ósea, Harrison Jonas podría haber pasado el resto de su vida ignorando mi existencia.
—No lo entiendo —dijo ella, confusa.
—Yo tampoco —convino él en voz baja—. Mira, (_Tn), no todas las familias son como la tuya, las hay mejores, y otras mucho peores. Sé lo que me digo.
—Pero... ¿qué pasó? —No podía evitar tener la sensación de que los padres de Nicholas eran los culpables de la perenne tristeza que se reflejaba en los ojos de éste.
—Es...
—Complicado —lo interrumpió ella.
Él apretó los dientes y la cogió de la mano.
—(_Tn), ¿no puedes darme un respiro? Eres la primera persona que sabe que me peleé con mis padres. Kevin siempre ha creído que, sencillamente, nos distanciamos, así que, por favor, ¿no puedes darme algo de margen?
—Está bien. No era mi intención presionarte, es sólo que no me encaja que alguien como tú sea capaz de tomar una decisión tan egoísta como ésa.
—Gracias —contestó emocionado, a pesar de que sabía que genéticamente estaba programado para ser increíblemente egoísta. Sólo había que ver a su padre y a su hermano para saberlo—. Significa mucho para mí.
(_Tn) se limitó a asentir y recorrieron las calles que les faltaban hasta llegar al piso de ella en silencio.
—Bueno, gracias por acompañarme. —Buscó la llave en el fondo del bolso—. Me ha gustado la película —añadió nerviosa. A pesar de que se suponía que sólo eran amigos, (_Tn) aún no sabía muy bien cómo comportarse en el momento de la despedida—. Esta semana estoy muy liada, pero si te apetece podríamos ir a tomar un café el viernes por la...
Ella le estaba hablando y Nicholas no podía dejar de pensar que le había dicho que no se lo imaginaba como un hombre cruel. Y, sin que él le diera ninguna explicación mínimamente satisfactoria, había accedido a darle tiempo. Y ahora le estaba diciendo que si quería podían ir a tomar un café. Entonces, su cerebro le gritó basta y, sin poder evitarlo, y sin querer evitarlo, Nicholas se agachó y la besó en los labios. Fue un beso breve. Muy breve, igual que si se lo hubiera dado en la mejilla, pero al menos pudo sentir su aliento bajo su boca.
—Buenas noches, (_Tn) —susurró al apartarse.
—Buenas noches —respondió ella, y se dio media vuelta para abrir la puerta. Pero Nicholas vio que se llevaba dos dedos a los labios para tocárselos.
El lunes siguiente, (_Tn) fue a la facultad y en la cafetería se encontró con Eric. Estaba con unos amigos, y oyó que se reían de algo que les había sucedido la noche anterior. Ella pidió su café y se sentó a la barra.
—Hola, (_Tn) —la saludó Eric, que se había levantado de la mesa en la que estaba con sus amigos.
—Hola —respondió ella.
—¿Tienes clase?
—Sí, dentro de media hora.
—Este fin de semana nos vamos a la casa que Carlos tiene en Puigcerdá. ¿Te gustaría venir?
(_Tn) se puso algo nerviosa, pero consiguió disimularlo.
—¿Quiénes vais? —preguntó.
—Pues Carlos, por supuesto, Miriam, su novia, una de sus amigas, no me acuerdo cómo se llama. Yo, y Miguel, de farmacia.
—¿Y estás seguro de que no les importará que yo también me apunte? Apenas los conozco.
—No, qué va. Me dijeron que podía invitar a quien quisiera. —La miró a los ojos, dejándole claro por qué había pensado en ella—. Nos iremos el viernes por la tarde, y regresaremos el domingo por la noche.
Ella no sabía qué decir. Casi no conocía al propietario de la casa ni al resto del grupo, y la incomodaba un poco que Eric diera casi por hecho que su incipiente relación fuese a dar aquel giro. Pero por otro lado, si nunca pasaba tiempo con él, jamás llegaría a conocerlo.
—Me tengo que ir a clase, ¿te puedo contestar más tarde? —Cogió la carpeta que había dejado encima de la barra. Vio que la sonrisa de Eric, que había aparecido en sus labios desde el principio de la conversación, se apagaba un poco—. Me apetecería mucho ir —le dijo, para ver si así lo compensaba por no responderle en aquel preciso instante.
—Claro, éste es mi móvil. —Cogió el bolígrafo que (_Tn) llevaba colgado de la goma elástica de la carpeta y apuntó el número en ella—. Llámame cuando quieras.
(_Tn) salió de la cafetería y se fue a clase, pero a decir verdad no prestó demasiada atención a lo que decía el profesor. Su mente pasaba de encontrar argumentos a favor de decir que sí, para luego darle varios para decir que no. La sorprendía que Eric la hubiera invitado, pero, tal como decía Selena , la mayoría de la gente de su edad no era tan complicada como ella y a menudo hacían cosas sólo para pasarlo bien. Seguro que si se lo preguntaba a su hermana, le diría que no le diera tantas vueltas y que dijera que sí, o que no, pero que no se complicara tanto la vida. Al fin y al cabo, sólo era un fin de semana; en el mejor de los casos, conocería gente nueva y quizá hiciera algunos buenos amigos, por no mencionar que tal vez descubriera si entre ella y Eric podía haber algo; y en el peor se aburriría y perdería un fin de semana. A la hora de cenar, había decidido que iba a aceptar la invitación, pero no llamó a Eric. Esperaría al miércoles por la mañana.
Nicholas trató de concentrarse en los planos que estaba modificando, pero su mente se empeñaba en recordar el inocente beso que le había dado a (_Tn) y el mensaje que el doctor Ross había dejado en su contestador. El médico lo había llamado ese mismo día a primera hora de la mañana para decirle que era imperativo que ese fin de semana viajara a Londres para realizar las últimas pruebas previas al trasplante. El oncólogo también le decía que, en caso de que no accediera a ser donante, debía decírselo cuanto antes para poder buscar una alternativa. Nicholas todavía no se había decidido, y el principal motivo de su indecisión era que, a esas alturas, ni su padre ni su madre se habían dignado pedírselo, sencillamente, habían dado por hecho que él lo haría. No quería humillarlos, ni que fueran a verlo contándole historias falsas sobre el amor que de repente sentían hacia él, pero sí que le gustaría que lo trataran con respeto. Y una conversación entre adultos era lo mínimo que se merecía. Frustrado, lanzó el lápiz encima del escritorio.
—Vaya, no sé qué te ha hecho el pobre lápiz —dijo Juan desde la puerta—, pero seguro que se arrepiente.
—No te había visto —contestó Nicholas —. ¿Qué querías?
—Ya sé que en los últimos días te lo he preguntado varias veces, pero correré el riesgo de repetirme: ¿te pasa algo?
—Nada. Estaba trabajando en los cambios que me pasaste. Lo de los balcones de los pisos superiores me parece muy buena idea.
—Gracias. Tu sugerencia sobre el sistema de ventilación ha sido básica. Y, bueno, ahora que los dos nos hemos halagado mutuamente, ¿por qué no me cuentas lo que te pasa?
—¿Saliste con Teresa?
—Me rindo, veo que estás empeñado en cambiar de tema. —Levantó las manos dándose por vencido—. Sí, fuimos a cenar. Es una mujer sorprendente, ¿sabías que terminó los estudios después de que naciera su hija? ¿Y que la ha criado ella sola?
—No, no lo sabía. Me alegro de que lo pasarais bien.
—Sí. —Al ver el modo en que lo miraba Nicholas , se apresuró a añadir—: No pasó nada. Teresa es toda una dama.
—Por supuesto. Y tú todo un caballero, pero eso no implica que no podáis llegar a conoceros mejor.
—Eres incansable. En fin, venía a ver si estabas listo para salir. Quedamos que hoy pasaríamos por la obra para comentar las últimas novedades con el capataz.
Nicholas se había olvidado por completo de la cita.
—Por supuesto. Guardo todo esto y nos vamos.
—Te espero en recepción —dijo Juan, y salió dejándolo de nuevo a solas.
Nicholas recogió el lápiz, guardó el cuaderno en la bolsa y fue en busca de su amigo. Tenía que ir a Londres. Debía enfrentarse a sus padres y tomar una decisión. Sabía que tenía que hacerlo, igual que sabía que no quería ir solo. La visita con el capataz consiguió que, durante unas horas, no pensara en nada más, pero tan pronto como entró en su apartamento, todas aquellas preguntas volvieron a asaltarlo. Eran más de las diez, y quizá algo tarde para llamarla, pensó, pero la llamó igualmente.
—¿Nicholas ?
—¿Te he despertado? —preguntó él.
—No, qué va. Selena y yo estábamos viendo la tele. Espera un segundo. —Oyó que (_Tn) se levantaba del sofá y le decía a su hermana que iba a su habitación—. Ya está, así no la molesto. Dime.
Última edición por ElitzJb el Dom 19 Mayo 2013, 3:55 pm, editado 1 vez
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
Maraton 2/4
Parte 2
—Esta mañana me ha dejado un mensaje el médico que lleva el caso de mi padre —le explicó, relativamente tranquilo, aunque sintió un ligero temblor en la mano con que sujetaba el teléfono—. Tengo que ir a Londres este mismo fin de semana. —Tomó aire—. Y tengo que decidir, de una vez por todas, si voy a donarle médula a mi padre o no.
—¿Y qué vas a hacer? —(_Tn) estaba sentada encima de su cama, con las piernas cruzadas como una india.
—No lo sé. (_Tn), yo... sé que te parecerá absurdo, pero —cerró los ojos, y agradeció que ella no pudiera verlo— ¿te importaría acompañarme a Londres?
—¿A Londres? ¿Este fin de semana?
—Sí. Yo me ocuparía de todo, por supuesto.
Se quedaron en silencio durante unos segundos; ella porque trataba de comprender lo que estaba pasando, y él porque tenía miedo de oír la respuesta que ella pudiera darle.
—Nicholas , ¿por qué? ¿Por qué quieres que te acompañe? —le preguntó (_Tn) al fin—. Nos hemos pasado los últimos meses evitándonos. De no haber sido por el nacimiento de María, seguramente habríamos podido seguir así eternamente.
—Siempre me he arrepentido de cómo reaccioné aquella noche, (_Tn) —confesó—. Este fin de semana va a ser muy difícil para mí, y necesito tener un amigo a mi lado. —Habría dicho que necesitaba tenerla a ella, pero supuso que (_Tn) no lo creería—. No puedo pedírselo a Kevin , y tampoco a Ian . Y ya te dije que nunca le había contado a nadie que estaba tan distanciado de mis padres. —Ella seguía sin decir nada—. Si no quieres venir, lo entenderé. No pasa nada, de verdad. Es sólo que... tenía que preguntártelo.
—El viernes termino a las doce, y por mí podríamos regresar el martes, o incluso el miércoles por la mañana. El lunes y el martes que viene no tengo clases —explicó (_Tn). Había estado a punto de decirle que no podía acompañarlo, que estaba ocupada, pero algo en la voz de Nicholas le hizo ver que no estaba acostumbrado a pedirle nada a nadie, y que de verdad temía hacer solo ese viaje, así que aceptó. Y tan pronto como le dijo que sí, tuvo la sensación de que eso era exactamente lo que tenía que hacer.
—Gracias, (_Tn). —Carraspeó para aclararse la voz—. Mañana mismo compraré los billetes y reservaré el hotel.
—¿Y tu apartamento de Londres? ¿No preferirías ir allí? Mi hermana me dijo que habías decidido conservarlo.
Nicholas se quedó pensando unos momentos. La verdad era que le gustaría ir a su casa. Aunque en Barcelona estaba muy bien instalado, echaba de menos su apartamento de Londres, y a esa pequeña parte masoquista que vivía en su interior le gustaría ver cómo encajaba (_Tn) en él.
—Había pensado que en un hotel estarías más cómoda, pero si a ti no te importa, la verdad es que me gustaría ir a mi casa —contestó sincero.
—Por supuesto que no me importa. —«Y siento mucha curiosidad.»—. Así te ahorras el hotel, y podremos ir a nuestro aire.
—Gracias, (_Tn). Significa mucho para mí —le dijo más emocionado de lo que estaba dispuesto a reconocer.
—De nada, Nicholas . Vamos, duerme un poco, suenas muy cansado. Hablamos mañana y terminamos de organizar las cosas. Supongo que necesitarás mi número de pasaporte, ¿no?
—Sí, supongo que sí. —Suspiró—. Te llamo mañana. Buenas noches, (_Tn).
—Buenas noches.
(_Tn) colgó el móvil y tardó unos segundos en darse cuenta de que su hermana Selena estaba de pie junto a la puerta.
—Así que te vas a Londres —dijo despreocupada.
—Eso parece —respondió ella desde la cama; seguía sin comprender del todo lo que acababa de suceder.
—Bueno. —Selena se dio media vuelta, pero antes de salir de la habitación, añadió—: El jueves, cuando llegue de clase, te ayudo a hacer la maleta.
El miércoles por la mañana, (_Tn) llamó a Eric para decirle que le había surgido un imprevisto y que, lamentándolo mucho, no podría ir con ellos de fin de semana. A él no pareció hacerle demasiada gracia, pero tampoco se apenó en exceso, y (_Tn) supuso que el guapo estudiante de medicina tardaría media hora, como mucho, en pedírselo a otra. Y lo mejor de todo fue que ni siquiera le importó. Por la tarde, cuando regresaba a su casa después de pasar un par de horas en la biblioteca, le sonó el móvil y vio que era Kevin , su cuñado.
—Hola, Kevin , ¿qué tal? ¿Cómo están Ágata y María? —preguntó nada más descolgar.
—Todos estamos bien. ¿Puede saberse por qué Nicholas me ha dicho esta mañana que el próximo fin de semana tú y él ibais a estar en Londres?
(_Tn) se quedó algo sorprendida, ella misma habría llamado a Ágata para contárselo, pero la sorprendió que Nicholas hubiera facilitado esa información. Tenía la sensación de que quería llevar todo aquello de sus problemas familiares en secreto.
—Me ha pedido que lo acompañe —optó por responder vagamente—. Y este fin de semana lo tengo libre.
—Ya, sólo dime una cosa, ¿tiene algo que ver con que su padre esté enfermo? Vamos, (_Tn), soy periodista, y el padre de Nicholas es uno de los hombres más poderosos de toda Inglaterra. Sam me llamó para contármelo.
—Él me dijo que de momento no se lo había contado a nadie.
—Y no lo ha hecho. Ya te he dicho que me he enterado por Sam. Pero ¿me estás diciendo que a ti sí te lo ha contado? (_Tn), si eso es así, deja que te diga una cosa. Significas mucho más para Nicholas de lo que él mismo está dispuesto a admitir. Dios, si yo tardé seis años en lograr que me confirmara que era hijo de Harrison Jonas .
—No será para tanto. Y sí, su padre está enfermo. Leucemia.
—Mierda, ¿y puede saberse por qué el muy idiota no me ha dicho nada? Se supone que soy su mejor amigo.
—Creo que no quería molestar —sugirió ella.
—Mira, (_Tn), ve con él y ayúdale en lo que puedas, porque te juro que cuando todo esto pase voy a cantarle las cuarenta. Si no llego a llamarlo esta mañana para preguntarle si le iba bien celebrar el nacimiento de María este fin de semana, seguro que tampoco me habría contado lo de Londres.
—Lo siento, Kevin . No sé qué decir, pero si te consuela, te habrías enterado igual. Yo iba a llamar a Ágata más tarde.
—Lo sé... Siento que tengas que pagar tú mi mal humor, es que al burro de Nicholas a veces hay que recordarle que no está solo en el mundo. En fin, ¿a qué hora os vais?
—Se supone que tenemos que hablar esta noche para acabar de concretar los detalles. Cuando sepa el horario del vuelo os lo haré saber, y no te preocupes por nada. Te prometo que haré todo lo que pueda para que a Nicholas le quede claro que tiene muy buenos amigos.
—Bueno, estoy convencido de que si alguien puede hacerlo eres tú, (_Tn) —añadió con tono enigmático—. Llámanos cuando sepas la hora de salida y todas esas cosas, ¿vale?
—Así lo haré. Adiós, Kevin .
—Adiós.
En cuanto (_Tn) llegó a su casa el móvil volvió a sonar, pero esta vez era Nicholas , para pedirle su número de pasaporte y poder comprar así los billetes. Sonaba mucho más sereno y recuperado que el día anterior, y cuando tuvo toda la información, colgó dándole de nuevo las gracias. El jueves por la mañana, (_Tn) se encontró con un mensaje en el que le detallaba el horario del vuelo.
Nicholas fue a buscarla el viernes a primera hora de la tarde a su piso. El vuelo salía a las cinco y tenían el tiempo justo de llegar al aeropuerto, facturar y pasar el control de pasaportes. Ella llevaba tan sólo una diminuta maleta, primero se había decidido por una bolsa de mano, pero cuando Nicholas le confirmó que se quedarían en Londres hasta el martes por la tarde, optó por coger la maleta. No iba muy cargada, pero sí había cogido algo más de ropa por si le quedaba algo de tiempo libre para hacer turismo. No se tomaba aquel viaje como unas vacaciones; iba allí a ayudar a Nicholas , y si tenía que pasarse los cuatro días en la sala de espera del hospital, pues allí era donde iba a estar.
Durante el vuelo, él le contó las pruebas que le habían realizado para asegurarse de la compatibilidad de su médula ósea, y también la puso al día de los procedimientos a los que se había sometido Harrison, su padre. Ella se dio cuenta de que Nicholas casi siempre llamaba a su padre por el nombre de pila, pero no le preguntó por qué. Ya tendría tiempo más adelante, y él, aunque se empeñaba en disimularlo, estaba nervioso. Aterrizaron en Heathrow, y quizá fuera por la atmósfera inglesa, o por el frío, Nicholas se relajó un poco y en el taxi que los llevó hasta su apartamento le estuvo contando que le había dejado las llaves a una amiga, Amanda. También le habló de Zac , al que (_Tn) también conocía de oídas, pues había sido el jefe de Ágata durante los meses en que su hermana trabajó en Londres. Pero en ningún momento le habló de sus padres ni de sus hermanos. A medida que el taxi iba acercándose a la ciudad, el tráfico se hacía más denso, hasta que se quedaron parados. (_Tn) miró hacia afuera y vio el triste cielo inglés, y pensó que le apetecía mucho más estar allí que en el Pirineo catalán con unos compañeros de facultad. Con una leve sonrisa en los labios, se quedó dormida el resto del trayecto.
8. Sucedió una noche
Parte 2
—Esta mañana me ha dejado un mensaje el médico que lleva el caso de mi padre —le explicó, relativamente tranquilo, aunque sintió un ligero temblor en la mano con que sujetaba el teléfono—. Tengo que ir a Londres este mismo fin de semana. —Tomó aire—. Y tengo que decidir, de una vez por todas, si voy a donarle médula a mi padre o no.
—¿Y qué vas a hacer? —(_Tn) estaba sentada encima de su cama, con las piernas cruzadas como una india.
—No lo sé. (_Tn), yo... sé que te parecerá absurdo, pero —cerró los ojos, y agradeció que ella no pudiera verlo— ¿te importaría acompañarme a Londres?
—¿A Londres? ¿Este fin de semana?
—Sí. Yo me ocuparía de todo, por supuesto.
Se quedaron en silencio durante unos segundos; ella porque trataba de comprender lo que estaba pasando, y él porque tenía miedo de oír la respuesta que ella pudiera darle.
—Nicholas , ¿por qué? ¿Por qué quieres que te acompañe? —le preguntó (_Tn) al fin—. Nos hemos pasado los últimos meses evitándonos. De no haber sido por el nacimiento de María, seguramente habríamos podido seguir así eternamente.
—Siempre me he arrepentido de cómo reaccioné aquella noche, (_Tn) —confesó—. Este fin de semana va a ser muy difícil para mí, y necesito tener un amigo a mi lado. —Habría dicho que necesitaba tenerla a ella, pero supuso que (_Tn) no lo creería—. No puedo pedírselo a Kevin , y tampoco a Ian . Y ya te dije que nunca le había contado a nadie que estaba tan distanciado de mis padres. —Ella seguía sin decir nada—. Si no quieres venir, lo entenderé. No pasa nada, de verdad. Es sólo que... tenía que preguntártelo.
—El viernes termino a las doce, y por mí podríamos regresar el martes, o incluso el miércoles por la mañana. El lunes y el martes que viene no tengo clases —explicó (_Tn). Había estado a punto de decirle que no podía acompañarlo, que estaba ocupada, pero algo en la voz de Nicholas le hizo ver que no estaba acostumbrado a pedirle nada a nadie, y que de verdad temía hacer solo ese viaje, así que aceptó. Y tan pronto como le dijo que sí, tuvo la sensación de que eso era exactamente lo que tenía que hacer.
—Gracias, (_Tn). —Carraspeó para aclararse la voz—. Mañana mismo compraré los billetes y reservaré el hotel.
—¿Y tu apartamento de Londres? ¿No preferirías ir allí? Mi hermana me dijo que habías decidido conservarlo.
Nicholas se quedó pensando unos momentos. La verdad era que le gustaría ir a su casa. Aunque en Barcelona estaba muy bien instalado, echaba de menos su apartamento de Londres, y a esa pequeña parte masoquista que vivía en su interior le gustaría ver cómo encajaba (_Tn) en él.
—Había pensado que en un hotel estarías más cómoda, pero si a ti no te importa, la verdad es que me gustaría ir a mi casa —contestó sincero.
—Por supuesto que no me importa. —«Y siento mucha curiosidad.»—. Así te ahorras el hotel, y podremos ir a nuestro aire.
—Gracias, (_Tn). Significa mucho para mí —le dijo más emocionado de lo que estaba dispuesto a reconocer.
—De nada, Nicholas . Vamos, duerme un poco, suenas muy cansado. Hablamos mañana y terminamos de organizar las cosas. Supongo que necesitarás mi número de pasaporte, ¿no?
—Sí, supongo que sí. —Suspiró—. Te llamo mañana. Buenas noches, (_Tn).
—Buenas noches.
(_Tn) colgó el móvil y tardó unos segundos en darse cuenta de que su hermana Selena estaba de pie junto a la puerta.
—Así que te vas a Londres —dijo despreocupada.
—Eso parece —respondió ella desde la cama; seguía sin comprender del todo lo que acababa de suceder.
—Bueno. —Selena se dio media vuelta, pero antes de salir de la habitación, añadió—: El jueves, cuando llegue de clase, te ayudo a hacer la maleta.
El miércoles por la mañana, (_Tn) llamó a Eric para decirle que le había surgido un imprevisto y que, lamentándolo mucho, no podría ir con ellos de fin de semana. A él no pareció hacerle demasiada gracia, pero tampoco se apenó en exceso, y (_Tn) supuso que el guapo estudiante de medicina tardaría media hora, como mucho, en pedírselo a otra. Y lo mejor de todo fue que ni siquiera le importó. Por la tarde, cuando regresaba a su casa después de pasar un par de horas en la biblioteca, le sonó el móvil y vio que era Kevin , su cuñado.
—Hola, Kevin , ¿qué tal? ¿Cómo están Ágata y María? —preguntó nada más descolgar.
—Todos estamos bien. ¿Puede saberse por qué Nicholas me ha dicho esta mañana que el próximo fin de semana tú y él ibais a estar en Londres?
(_Tn) se quedó algo sorprendida, ella misma habría llamado a Ágata para contárselo, pero la sorprendió que Nicholas hubiera facilitado esa información. Tenía la sensación de que quería llevar todo aquello de sus problemas familiares en secreto.
—Me ha pedido que lo acompañe —optó por responder vagamente—. Y este fin de semana lo tengo libre.
—Ya, sólo dime una cosa, ¿tiene algo que ver con que su padre esté enfermo? Vamos, (_Tn), soy periodista, y el padre de Nicholas es uno de los hombres más poderosos de toda Inglaterra. Sam me llamó para contármelo.
—Él me dijo que de momento no se lo había contado a nadie.
—Y no lo ha hecho. Ya te he dicho que me he enterado por Sam. Pero ¿me estás diciendo que a ti sí te lo ha contado? (_Tn), si eso es así, deja que te diga una cosa. Significas mucho más para Nicholas de lo que él mismo está dispuesto a admitir. Dios, si yo tardé seis años en lograr que me confirmara que era hijo de Harrison Jonas .
—No será para tanto. Y sí, su padre está enfermo. Leucemia.
—Mierda, ¿y puede saberse por qué el muy idiota no me ha dicho nada? Se supone que soy su mejor amigo.
—Creo que no quería molestar —sugirió ella.
—Mira, (_Tn), ve con él y ayúdale en lo que puedas, porque te juro que cuando todo esto pase voy a cantarle las cuarenta. Si no llego a llamarlo esta mañana para preguntarle si le iba bien celebrar el nacimiento de María este fin de semana, seguro que tampoco me habría contado lo de Londres.
—Lo siento, Kevin . No sé qué decir, pero si te consuela, te habrías enterado igual. Yo iba a llamar a Ágata más tarde.
—Lo sé... Siento que tengas que pagar tú mi mal humor, es que al burro de Nicholas a veces hay que recordarle que no está solo en el mundo. En fin, ¿a qué hora os vais?
—Se supone que tenemos que hablar esta noche para acabar de concretar los detalles. Cuando sepa el horario del vuelo os lo haré saber, y no te preocupes por nada. Te prometo que haré todo lo que pueda para que a Nicholas le quede claro que tiene muy buenos amigos.
—Bueno, estoy convencido de que si alguien puede hacerlo eres tú, (_Tn) —añadió con tono enigmático—. Llámanos cuando sepas la hora de salida y todas esas cosas, ¿vale?
—Así lo haré. Adiós, Kevin .
—Adiós.
En cuanto (_Tn) llegó a su casa el móvil volvió a sonar, pero esta vez era Nicholas , para pedirle su número de pasaporte y poder comprar así los billetes. Sonaba mucho más sereno y recuperado que el día anterior, y cuando tuvo toda la información, colgó dándole de nuevo las gracias. El jueves por la mañana, (_Tn) se encontró con un mensaje en el que le detallaba el horario del vuelo.
Nicholas fue a buscarla el viernes a primera hora de la tarde a su piso. El vuelo salía a las cinco y tenían el tiempo justo de llegar al aeropuerto, facturar y pasar el control de pasaportes. Ella llevaba tan sólo una diminuta maleta, primero se había decidido por una bolsa de mano, pero cuando Nicholas le confirmó que se quedarían en Londres hasta el martes por la tarde, optó por coger la maleta. No iba muy cargada, pero sí había cogido algo más de ropa por si le quedaba algo de tiempo libre para hacer turismo. No se tomaba aquel viaje como unas vacaciones; iba allí a ayudar a Nicholas , y si tenía que pasarse los cuatro días en la sala de espera del hospital, pues allí era donde iba a estar.
Durante el vuelo, él le contó las pruebas que le habían realizado para asegurarse de la compatibilidad de su médula ósea, y también la puso al día de los procedimientos a los que se había sometido Harrison, su padre. Ella se dio cuenta de que Nicholas casi siempre llamaba a su padre por el nombre de pila, pero no le preguntó por qué. Ya tendría tiempo más adelante, y él, aunque se empeñaba en disimularlo, estaba nervioso. Aterrizaron en Heathrow, y quizá fuera por la atmósfera inglesa, o por el frío, Nicholas se relajó un poco y en el taxi que los llevó hasta su apartamento le estuvo contando que le había dejado las llaves a una amiga, Amanda. También le habló de Zac , al que (_Tn) también conocía de oídas, pues había sido el jefe de Ágata durante los meses en que su hermana trabajó en Londres. Pero en ningún momento le habló de sus padres ni de sus hermanos. A medida que el taxi iba acercándose a la ciudad, el tráfico se hacía más denso, hasta que se quedaron parados. (_Tn) miró hacia afuera y vio el triste cielo inglés, y pensó que le apetecía mucho más estar allí que en el Pirineo catalán con unos compañeros de facultad. Con una leve sonrisa en los labios, se quedó dormida el resto del trayecto.
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
Maraton 3/4
Parte 1
Nicholas todavía no podía creerse que (_Tn) hubiera aceptado acompañarlo a Londres. Se había pasado toda la mañana convencido de que, cuando fuera a buscarla, le diría que había cambiado de opinión y que no iba a ir con él. Pero no había sido así, todo lo contrario. (_Tn) estaba esperándolo maleta en mano y con una sonrisa en los labios. Durante el viaje, él le explicó lo que sabía acerca de la enfermedad de Harrison, que no era mucho, pero le pareció que tenía el deber de contárselo. Ella lo escuchó atenta y, aunque le hizo algunas preguntas, ninguna fue si iba a donarle o no médula ni sobre los orígenes de sus problemas familiares. En el taxi, la aburrió con las historias de sus amigos, hasta que ella terminó por quedarse dormida.
El coche se detuvo y Nicholas sacudió a (_Tn) ligeramente por el hombro para despertarla.
—Ya hemos llegado —le susurró para no sobresaltarla.
Ella abrió despacio los ojos.
—Me he quedado dormida. Lo siento —dijo algo avergonzada.
—No te preocupes. —Bajó del vehículo, pagó la carrera y se hizo cargo de las maletas—. Es normal que estés cansada, y tampoco es que te estuviera contando algo excesivamente interesante.
(_Tn) se sonrojó todavía más.
—No es eso.
El taxi arrancó y Nicholas la guió hasta el portal de su apartamento.
—Ayer llamé a Amanda para decirle que venía, y me dijo que pasaría esta mañana para encender la calefacción y dejarme algo en la nevera. Es un sol.
—Mi hermana me ha contado maravillas de ella. ¿Crees que podré conocerla?
—Por supuesto —respondió él sin dudar—. No hace falta que te pases todo el día conmigo.
—Nicholas , he venido aquí para estar a tu lado. Si tenemos tiempo de ir a ver a tus amigos, genial. Si no, no pasa nada. Era sólo una idea.
Él apretó la mandíbula, un gesto que (_Tn) ya había descubierto que delataba que estaba nervioso.
—Gracias. Es aquí. —Subieron una única planta. Nicholas abrió la puerta de su apartamento, y sintió una enorme sensación de paz. Realmente había echado más de menos aquel lugar de lo que creía—. Pasa.
—Vaya, es precioso —dijo (_Tn) al ver los dibujos y bocetos de distintos edificios que decoraban las paredes del pasillo—. ¿Los has dibujado tú?
—Qué más quisiera. Yo sólo los colecciono, algunos son de arquitectos famosos, otros de meros desconocidos. Los compro en ferias y mercadillos.
—Pues algún día deberías enmarcar uno de los tuyos y colgarlo.
—No digas tonterías —contestó, constatando a su paso que todo estaba en mejor estado de lo que él lo había dejado. Realmente, Amanda era un sol.
—En serio. ¿Has dibujado algo más en estos meses?
—No, la verdad es que no he estado demasiado inspirado.
—Comprendo —dijo ella.
Nicholas se dio cuenta de que (_Tn) creía que esa falta de inspiración se debía a la enfermedad de su padre, cuando en realidad era ella el motivo, pero no la sacó de su error.
—Éste es el cuarto de invitados. —Abrió una puerta y le enseñó una acogedora habitación decorada en tonos verde pálido. Había una cama de matrimonio, un armario y un espejo de cuerpo entero—. La señora Potts eligió el color, y el espejo —añadió con una sonrisa.
—¿La señora Potts?
—Mi niñera.
(_Tn) levantó una ceja y él dedujo que quería que desarrollara algo más aquella escueta respuesta.
—Cuando me fui de mi casa, ella fue una de las pocas personas que me ayudó, así que cuando compré este apartamento pensé que sería bonito pedirle su opinión acerca de algunas cosas —explicó, como si tuviera que defenderse.
—Yo también tenía una niñera de pequeña —le aseguró ella—. Bueno, mi madre solía decir que era una santa por soportarnos a todos.
—¿Ah, sí? —A Nicholas le sorprendió que (_Tn) no quisiera saber nada más. Y llegó a la conclusión de que aquello era una muestra de lo generosa que era—. ¿Y cómo se llama?
—Luisa, y ya está muerta.
—Vaya, lo siento.
—No te preocupes, era muy mayor. Murió una noche, mientras dormía, después de ir unos días de viaje con unas amigas también jubiladas. Nosotros la habíamos visto el día anterior, y nos contó entusiasmada lo bien que se lo había pasado. Así que, tal como dice mi madre, supongo que murió feliz.
—Eso sí que es tener suerte. Miriam, la señora Potts, también es mayor, pero espero que le quede cuerda para rato.
(_Tn) pensó que era la primera vez que lo veía hablar de alguien de su pasado con cariño.
—Bueno, pues dile a la señora Potts, que me encanta el espejo —dijo, en un intento por aligerar algo el ambiente.
—Se lo diré. El baño está por allí, puedes tomar posesión de él. Yo tengo otro en mi habitación. La cocina y el comedor están al final del pasillo. Y la otra habitación es mi estudio, aunque últimamente no puede decirse que lo haya utilizado demasiado. —Bueno, tarde o temprano tendrás que regresar aquí, ¿no?
—Sí, supongo que sí. ¿Tienes hambre o prefieres acostarte?
—Después de la cabezadita del taxi, la verdad es que estoy algo hambrienta, aunque te confieso que no me apetece demasiado salir.
—Supongo que en la cocina encontraré algo que ofrecerte —dijo él, ya desde la puerta—. Ponte cómoda, yo iré a dejar las cosas en mi dormitorio y luego investigaré por la despensa.
—Te ayudo.
—Está bien. Cuando quieras, ven a la cocina.
Nicholas salió de allí y se dirigió hacia su habitación. Todo estaba idéntico a como lo había dejado. Encima de la mesilla de noche estaba la novela que estaba leyendo y el diccionario marcado con fosforito. Y también se hallaba el reproductor de MP3 que se había dejado allí. Tenía dos, y aun así, siempre terminaba por perder uno. Colocó el ligero equipaje encima de la cama y colgó la poca ropa que se había llevado en el armario. Se cambió y se puso una camiseta y un pantalón de algodón azul marino que solía utilizar para hacer deporte. Se lavó las manos y fue hacia la cocina. No se permitió detenerse ni un segundo... porque si lo hacía se daría cuenta de lo mucho que le gustaba que (_Tn) estuviera en su apartamento.
(_Tn) se quedó sentada en la cama unos segundos, pensando en la conversación que acababan de mantener y tratando de imaginarse qué se encontrarían en el hospital. Había tenido que morderse la lengua para no preguntarle a Nicholas por qué se había peleado con sus padres, o por qué no tenía contacto con sus hermanos. Las posibilidades eran infinitas, pero por más que le daba vueltas al tema, no conseguía imaginar ningún motivo por el que alguien pudiera estar enfadado con Nicholas durante tanto tiempo. Él se lo contaría cuando estuviera preparado, se recordó, se lo había prometido, así que de nada serviría que siguiera allí embobada. Se levantó, fue al cuarto de baño, que también era precioso, a refrescarse y luego se dirigió a la cocina.
Nicholas estaba preparando una ensalada en un cuenco, y junto a él había una bandeja con varios quesos y jamón italiano, así como unas rebanadas de pan.
—He pensado que, a la hora que es, estaría bien comer algo ligero. Además, tengo que estar en el hospital mañana a las ocho —explicó sin darse la vuelta.
—Claro, la verdad es que tiene muy buena pinta. ¿Puedo hacer algo para ayudar? —preguntó (_Tn).
—Dentro de la nevera encontrarás agua y varios zumos, coge lo que quieras.
Ella fue hacia el frigorífico y vio la nota que había fijada en él con un par de imanes.
—Está claro que Amanda y Zac te han echado de menos —comentó con una sonrisa.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Nicholas , sorprendido por el comentario.
—Por la nota que te han dejado en la nevera.
«La nota», recordó él. Al abrir la nevera la había visto, pero estaba demasiado cansado, y nervioso, como para tratar de leerla, y pensó que ya lo haría más tarde.
—Ah, sí. Ellos son así. —Esperó que esa respuesta tan vaga bastara para cerrar el tema.
—¿Y piensas hacerles caso?
«¿Caso en qué?», se preguntó Nicholas , pero de todos modos se arriesgó a responder:
—Qué va, esos dos están locos. Esto ya está. ¿Te importa coger los platos y los vasos?
(_Tn) cogió los utensilios y lo siguió hacia el comedor, pero no pudo quitarse de encima la sensación de que Nicholas no estaba siendo del todo sincero con ella, si no, ¿por qué demonios le había dicho que no pensaba llamar a sus amigos cuando eso era lo único que le pedían en la nota?
Durante la improvisada cena, Nicholas le dijo unas veinte veces que no hacía falta que lo acompañara al hospital a primera hora. Y (_Tn) le respondió las veinte veces que por supuesto que iría con él. Nicholas también le dijo que no sabía si sus hermanos, Joe y Sabina, estarían allí, pero que en el caso de que eso sucediera, no debía de preocuparse por ellos. Nicholas todavía no había coincidido con Joe, y la verdad era que temía dicho encuentro; su hermano siempre había sido capaz de herirlo con apenas dos palabras. Y, si bien Sabina lo había sorprendido, ésta se parecía demasiado a su madre y Nicholas sabía que, en caso de conflicto, nunca lo defendería. Fueron a acostarse, y él tardó un poco en dormirse, pero cuando lo consiguió fue con una ligera sonrisa en los labios. Sí, le gustaba que (_Tn) estuviera en su casa.
9. La princesa prometida
Parte 1
Nicholas todavía no podía creerse que (_Tn) hubiera aceptado acompañarlo a Londres. Se había pasado toda la mañana convencido de que, cuando fuera a buscarla, le diría que había cambiado de opinión y que no iba a ir con él. Pero no había sido así, todo lo contrario. (_Tn) estaba esperándolo maleta en mano y con una sonrisa en los labios. Durante el viaje, él le explicó lo que sabía acerca de la enfermedad de Harrison, que no era mucho, pero le pareció que tenía el deber de contárselo. Ella lo escuchó atenta y, aunque le hizo algunas preguntas, ninguna fue si iba a donarle o no médula ni sobre los orígenes de sus problemas familiares. En el taxi, la aburrió con las historias de sus amigos, hasta que ella terminó por quedarse dormida.
El coche se detuvo y Nicholas sacudió a (_Tn) ligeramente por el hombro para despertarla.
—Ya hemos llegado —le susurró para no sobresaltarla.
Ella abrió despacio los ojos.
—Me he quedado dormida. Lo siento —dijo algo avergonzada.
—No te preocupes. —Bajó del vehículo, pagó la carrera y se hizo cargo de las maletas—. Es normal que estés cansada, y tampoco es que te estuviera contando algo excesivamente interesante.
(_Tn) se sonrojó todavía más.
—No es eso.
El taxi arrancó y Nicholas la guió hasta el portal de su apartamento.
—Ayer llamé a Amanda para decirle que venía, y me dijo que pasaría esta mañana para encender la calefacción y dejarme algo en la nevera. Es un sol.
—Mi hermana me ha contado maravillas de ella. ¿Crees que podré conocerla?
—Por supuesto —respondió él sin dudar—. No hace falta que te pases todo el día conmigo.
—Nicholas , he venido aquí para estar a tu lado. Si tenemos tiempo de ir a ver a tus amigos, genial. Si no, no pasa nada. Era sólo una idea.
Él apretó la mandíbula, un gesto que (_Tn) ya había descubierto que delataba que estaba nervioso.
—Gracias. Es aquí. —Subieron una única planta. Nicholas abrió la puerta de su apartamento, y sintió una enorme sensación de paz. Realmente había echado más de menos aquel lugar de lo que creía—. Pasa.
—Vaya, es precioso —dijo (_Tn) al ver los dibujos y bocetos de distintos edificios que decoraban las paredes del pasillo—. ¿Los has dibujado tú?
—Qué más quisiera. Yo sólo los colecciono, algunos son de arquitectos famosos, otros de meros desconocidos. Los compro en ferias y mercadillos.
—Pues algún día deberías enmarcar uno de los tuyos y colgarlo.
—No digas tonterías —contestó, constatando a su paso que todo estaba en mejor estado de lo que él lo había dejado. Realmente, Amanda era un sol.
—En serio. ¿Has dibujado algo más en estos meses?
—No, la verdad es que no he estado demasiado inspirado.
—Comprendo —dijo ella.
Nicholas se dio cuenta de que (_Tn) creía que esa falta de inspiración se debía a la enfermedad de su padre, cuando en realidad era ella el motivo, pero no la sacó de su error.
—Éste es el cuarto de invitados. —Abrió una puerta y le enseñó una acogedora habitación decorada en tonos verde pálido. Había una cama de matrimonio, un armario y un espejo de cuerpo entero—. La señora Potts eligió el color, y el espejo —añadió con una sonrisa.
—¿La señora Potts?
—Mi niñera.
(_Tn) levantó una ceja y él dedujo que quería que desarrollara algo más aquella escueta respuesta.
—Cuando me fui de mi casa, ella fue una de las pocas personas que me ayudó, así que cuando compré este apartamento pensé que sería bonito pedirle su opinión acerca de algunas cosas —explicó, como si tuviera que defenderse.
—Yo también tenía una niñera de pequeña —le aseguró ella—. Bueno, mi madre solía decir que era una santa por soportarnos a todos.
—¿Ah, sí? —A Nicholas le sorprendió que (_Tn) no quisiera saber nada más. Y llegó a la conclusión de que aquello era una muestra de lo generosa que era—. ¿Y cómo se llama?
—Luisa, y ya está muerta.
—Vaya, lo siento.
—No te preocupes, era muy mayor. Murió una noche, mientras dormía, después de ir unos días de viaje con unas amigas también jubiladas. Nosotros la habíamos visto el día anterior, y nos contó entusiasmada lo bien que se lo había pasado. Así que, tal como dice mi madre, supongo que murió feliz.
—Eso sí que es tener suerte. Miriam, la señora Potts, también es mayor, pero espero que le quede cuerda para rato.
(_Tn) pensó que era la primera vez que lo veía hablar de alguien de su pasado con cariño.
—Bueno, pues dile a la señora Potts, que me encanta el espejo —dijo, en un intento por aligerar algo el ambiente.
—Se lo diré. El baño está por allí, puedes tomar posesión de él. Yo tengo otro en mi habitación. La cocina y el comedor están al final del pasillo. Y la otra habitación es mi estudio, aunque últimamente no puede decirse que lo haya utilizado demasiado. —Bueno, tarde o temprano tendrás que regresar aquí, ¿no?
—Sí, supongo que sí. ¿Tienes hambre o prefieres acostarte?
—Después de la cabezadita del taxi, la verdad es que estoy algo hambrienta, aunque te confieso que no me apetece demasiado salir.
—Supongo que en la cocina encontraré algo que ofrecerte —dijo él, ya desde la puerta—. Ponte cómoda, yo iré a dejar las cosas en mi dormitorio y luego investigaré por la despensa.
—Te ayudo.
—Está bien. Cuando quieras, ven a la cocina.
Nicholas salió de allí y se dirigió hacia su habitación. Todo estaba idéntico a como lo había dejado. Encima de la mesilla de noche estaba la novela que estaba leyendo y el diccionario marcado con fosforito. Y también se hallaba el reproductor de MP3 que se había dejado allí. Tenía dos, y aun así, siempre terminaba por perder uno. Colocó el ligero equipaje encima de la cama y colgó la poca ropa que se había llevado en el armario. Se cambió y se puso una camiseta y un pantalón de algodón azul marino que solía utilizar para hacer deporte. Se lavó las manos y fue hacia la cocina. No se permitió detenerse ni un segundo... porque si lo hacía se daría cuenta de lo mucho que le gustaba que (_Tn) estuviera en su apartamento.
(_Tn) se quedó sentada en la cama unos segundos, pensando en la conversación que acababan de mantener y tratando de imaginarse qué se encontrarían en el hospital. Había tenido que morderse la lengua para no preguntarle a Nicholas por qué se había peleado con sus padres, o por qué no tenía contacto con sus hermanos. Las posibilidades eran infinitas, pero por más que le daba vueltas al tema, no conseguía imaginar ningún motivo por el que alguien pudiera estar enfadado con Nicholas durante tanto tiempo. Él se lo contaría cuando estuviera preparado, se recordó, se lo había prometido, así que de nada serviría que siguiera allí embobada. Se levantó, fue al cuarto de baño, que también era precioso, a refrescarse y luego se dirigió a la cocina.
Nicholas estaba preparando una ensalada en un cuenco, y junto a él había una bandeja con varios quesos y jamón italiano, así como unas rebanadas de pan.
—He pensado que, a la hora que es, estaría bien comer algo ligero. Además, tengo que estar en el hospital mañana a las ocho —explicó sin darse la vuelta.
—Claro, la verdad es que tiene muy buena pinta. ¿Puedo hacer algo para ayudar? —preguntó (_Tn).
—Dentro de la nevera encontrarás agua y varios zumos, coge lo que quieras.
Ella fue hacia el frigorífico y vio la nota que había fijada en él con un par de imanes.
—Está claro que Amanda y Zac te han echado de menos —comentó con una sonrisa.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Nicholas , sorprendido por el comentario.
—Por la nota que te han dejado en la nevera.
«La nota», recordó él. Al abrir la nevera la había visto, pero estaba demasiado cansado, y nervioso, como para tratar de leerla, y pensó que ya lo haría más tarde.
—Ah, sí. Ellos son así. —Esperó que esa respuesta tan vaga bastara para cerrar el tema.
—¿Y piensas hacerles caso?
«¿Caso en qué?», se preguntó Nicholas , pero de todos modos se arriesgó a responder:
—Qué va, esos dos están locos. Esto ya está. ¿Te importa coger los platos y los vasos?
(_Tn) cogió los utensilios y lo siguió hacia el comedor, pero no pudo quitarse de encima la sensación de que Nicholas no estaba siendo del todo sincero con ella, si no, ¿por qué demonios le había dicho que no pensaba llamar a sus amigos cuando eso era lo único que le pedían en la nota?
Durante la improvisada cena, Nicholas le dijo unas veinte veces que no hacía falta que lo acompañara al hospital a primera hora. Y (_Tn) le respondió las veinte veces que por supuesto que iría con él. Nicholas también le dijo que no sabía si sus hermanos, Joe y Sabina, estarían allí, pero que en el caso de que eso sucediera, no debía de preocuparse por ellos. Nicholas todavía no había coincidido con Joe, y la verdad era que temía dicho encuentro; su hermano siempre había sido capaz de herirlo con apenas dos palabras. Y, si bien Sabina lo había sorprendido, ésta se parecía demasiado a su madre y Nicholas sabía que, en caso de conflicto, nunca lo defendería. Fueron a acostarse, y él tardó un poco en dormirse, pero cuando lo consiguió fue con una ligera sonrisa en los labios. Sí, le gustaba que (_Tn) estuviera en su casa.
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
Maraton 4/4 Fin
Parte 2
Por la mañana, al sonar el despertador, tanto (_Tn) como Nicholas tardaron un rato en identificar dónde estaban, pero los dos, cada uno en su respectiva habitación, se alegraron de saber que iban a pasar el día en compañía del otro, aunque fuera en un hospital. Cuando ella salió de su habitación, lista ya para irse, descubrió que Nicholas le había preparado el desayuno. Él también estaba a punto, y, mientras sujetaba una taza de café en una mano, en la otra tenía un lápiz con el que no paraba de dibujar algo en su cuaderno.
—¿Qué estás dibujando? —le preguntó (_Tn) al entrar en la cocina.
—Buenos días —saludó él, cerrando de inmediato el cuaderno—. No es nada. ¿Has dormido bien?
—Sí. ¿Y tú? ¿Estás nervioso?
—Diría que no, pero supongo que mentiría. —Salió de la cocina y fue a guardar el cuaderno en la habitación donde le había dicho que tenía su estudio.
(_Tn) aprovechó para servirse una taza de café y dar un mordisco a una de las magdalenas que él había dejado en una bandeja. Nicholas reapareció al cabo de unos minutos.
—Por mí podemos irnos —dijo ella, dejando la taza limpia en la encimera.
—De acuerdo.
Salieron del apartamento y él detuvo un taxi. El hospital no estaba excesivamente lejos, pero sí lo suficiente como para que no le apeteciera ir andando a esas horas de la mañana. Durante el camino, volvió a decirle a (_Tn) que no hacía falta que se quedara allí todo el día con él, a lo que ella volvió a responderle que no dijera tonterías.
Llegaron al hospital, que tenía el mismo aspecto que los de Barcelona, pensó (_Tn), y se dirigieron a la planta de oncología. Al salir del ascensor, se toparon con un hombre rubio, muy atractivo, de unos cuarenta años, y con la mirada más cruel que (_Tn) había visto nunca.
—Vaya, mira quién ha venido —dijo el rubio—. Y yo que pensaba que no serías capaz de llegar hasta aquí sin ayuda. —Miró a (_Tn), a la que repasó de arriba abajo—. Aunque, por lo que veo, no me he equivocado tanto.
Ella no entendió a qué venía tanta animosidad, pero cuando vio que Nicholas retrocedía como si estuviera asustado no lo dudó ni un instante y entrelazó los dedos con los suyos. Él le apretó la mano con fuerza y (_Tn) supo que el gesto lo había reconfortado.
—Hola, Joe, y yo veo que no has cambiado nada. ¿Te importa? —Hizo un gesto con la mano que tenía libre.
El tal Joe se apartó y les dejó vía libre.
—Papá está en su habitación —informó, y se metió las manos en los bolsillos—. Te están esperando.
Nicholas se limitó a asentir con la cabeza.
—Supongo que vas a consentir en ser el donante, ¿no? Ya era hora de que sirvieras para algo.
(_Tn) sintió que él le apretaba los dedos todavía con más fuerza y temió que fuera a pelearse con su hermano allí mismo. No entendía nada de lo que estaba sucediendo, pero el tal Joe le ponía los pelos de punta.
—Nicholas —le dijo, tirándole ligeramente de la mano—, será mejor que nos vayamos.
Él parpadeó y la miró, como si justo en aquel instante recordara su presencia.
—Tienes razón, lo siento. Cuanto antes empecemos con todo esto, antes podremos irnos.
Joe los observó con una mueca sardónica en el rostro, pero algo debió de ver en los ojos de Nicholas cuando éste volvió a mirarlo, porque, sin decir una palabra más, se metió en el ascensor y se fue.
—Ése era mi hermano mayor, Joseph —le dijo Nicholas a (_Tn) cuando las puertas se cerraron y el rubio desapareció.
—Ya lo he deducido —contestó ella—. Y no me puedo creer que seáis familia.
—Yo tampoco, pero créeme, lo somos. Mi padre se aseguró de comprobarlo.
(_Tn) se quedó helada ante lo que aquello implicaba, y, por desgracia, tuvo el presentimiento de que aquello era tan sólo la punta del iceberg en cuanto a los problemas familiares de Nicholas se refería.
Recorrieron el pasillo del hospital y se detuvieron frente a la habitación del señor Jonas .
—(_Tn), no hace falta que entres —dijo Nicholas , pero por el modo en que le seguía sujetando la mano, ella dedujo que no lo decía en serio. O que, si lo hacía, su propio cuerpo había decidido traicionarlo.
—Vamos, llama a la puerta.
Él le hizo caso y un segundo más tarde se oyó la voz de una mujer diciéndoles que entraran.
Tumbado en la cama había un hombre de unos sesenta años largos, muy parecido al rubio con el que se habían encontrado al salir del ascensor. Era evidente que de joven había sido muy atractivo y, a juzgar por la mueca de desprecio que le desfiguraba el rostro, también se hacía patente que odiaba estar enfermo, y que se tomaba todo aquello como una traición por parte de su cuerpo. Sentada en una butaca a su lado había una mujer muy atractiva. También era rubia y (_Tn) pensó que debía de haber hecho un pacto con el diablo porque, si bien estaba claro que era la madre de Nicholas , no aparentaba ni mucho menos la edad que debía de tener.
—Buenos días —saludó (_Tn) al entrar, con la sensación de estar en medio de un duelo de pistoleros y de que necesitaba hacer algo para romper la tensión.
—Buenos días —respondió la mujer, levantándose de la butaca—. ¿Has hablado ya con el doctor Ross, Nicholas ?
—Todavía no —dijo él tenso—. Lillian, Harrison, ella es (_Tn).
En circunstancias normales, (_Tn) les habría dado dos besos, pero estaba claro que lo que estaba sucediendo en aquella habitación no era normal, así que se limitó a asentir con la cabeza.
—¿Has rellenado ya los papeles del trasplante de médula? —preguntó Harrison desde la cama.
—Todavía no —repitió Nicholas , sosteniéndole la mirada a su padre.
Éste intensificó su mueca de desdén.
—Nicholas , Nicholas , creía que después de tanto tiempo ya se te habría pasado. Vamos, ¿no puedes ponerte en nuestro lugar?
—Pues no, no puedo. Y no creo que pueda hacerlo jamás.
—Nicholas , tienes que entender que nosotros sólo queríamos lo mejor para ti —intervino su madre, e incluso a (_Tn), que acababa de conocerla, le sonó hipócrita.
—¿Lo mejor para mí? ¿Lo mejor para mí era tratarme como si fuera idiota?
—No exageres, Nicholas . Y sabes que teníamos motivos de sobra para creerlo.
—No, no los teníais. Si os hubierais molestado en tratar de entender lo que me estaba pasando, si os hubierais dignado perder cinco minutos de vuestro precioso tiempo, habríais sabido que no teníais motivos para creer tal cosa. Pero no, para ti —señaló a su madre—, era mucho más importante tu profesor de tenis, tus masajes y tus liposucciones. Y para ti —le tocó el turno a su padre—, tus reuniones, tus secretarias y tu prestigio.
—Ah, ¿conque de eso se trata? ¿Qué pasa Nicholas , no vas a darme tu médula si no te pido perdón, es eso? Pues lo llevas claro, hijo —pronunció esa última palabra como si fuera un insulto—. No pienso disculparme por nada. El apellido Jonas significa mucho para mí, y no iba a permitir que nos dejaras en ridículo. No me interpretes mal, me alegro de que consiguieras sacarte el título de arquitecto. —No hizo falta que añadiera «aunque me sorprende que lo consiguieras», pues estaba claro que era lo que pensaba—. Pero no iba a dejar que un hijo mío, que a los diez años todavía era incapaz de leer, echara nuestra reputación por tierra. Sabía que ibas a reaccionar así, en el fondo te pareces más a mí de lo que crees. Les dije a mis abogados que prepararan la documentación necesaria para llevarte a juicio. Después de todo, sigues siendo mi hijo y, bueno, si no estás dispuesto a ayudarme por las buenas, como te dije, tendrás que hacerlo por las malas.
Si a (_Tn) le hubieran cortado un brazo en aquel mismo instante, seguramente ni lo habría notado. ¿Quién era aquel hombre que estaba escupiendo tanto veneno por la boca? ¿Y qué era esa tontería de que su hijo iba a avergonzarlo? ¿Que no había aprendido a leer hasta los diez años? No entendía nada, pero sintió que Nicholas empezaba a temblar y en aquel preciso instante eso fue lo único que le importó.
—No será necesario, Harrison. Le diré al doctor Ross que lo prepare todo para el trasplante, aunque espero por tu bien que no necesites un segundo. —Tiró de la mano de (_Tn) y se encaminó hacia la puerta—. Adiós.
Salieron de la habitación, pero Nicholas no se detuvo hasta llegar a otra puerta que había al final del pasillo, con una placa en la que podía leerse el nombre del oncólogo. Llamó y, al oír la voz del médico, entró sin dilación.
—Hola, Nicholas , no sabía que habías llegado. —El hombre iba a levantarse, pero las siguientes palabras de Nicholas lo detuvieron:
—Puede prepararlo todo para el trasplante, doctor.
—De acuerdo. —(_Tn) vio que al hombre le sorprendía que hubiera accedido a la intervención—. Toma, éstas son las hojas de la autorización y algunas recomendaciones previas y postoperatorias. —Abrió una agenda que tenía delante—. Podríamos llevar a cabo la operación este martes y, si todo saliera bien, te daría el alta el lunes siguiente.
—Llamaré a mi empresa y les preguntaré si hay algún problema. Telefonearé esta tarde a la enfermera para confirmárselo. Si a usted le parece bien.
—Perfecto. Gracias por tu colaboración, Nicholas . —El doctor se puso en pie y le tendió la mano.
Y Nicholas se la estrechó con convicción. Estaba claro que aquel hombre no tenía nada que ve con lo que ocurría entre padre e hijo.
—Un segundo, Nicholas . Deduzco de la señorita que te acompaña se quedará contigo, ¿no? No deberías estar solo después de la intervención.
Él se quedó helado. Le había costado tanto tomar aquella decisión que ni siquiera se había planteado si (_Tn) iba a poder quedarse con él. Había sido muy presuntuoso por su parte, pero al padecer, su mente se había olvidado completamente de sus modales. Iba a decir que no, que ya llamaría a otra persona para que se quedara con él; quizá la señora Potts pudiese ir, o incluso Amanda, o Zac . Pero en aquel instante, (_Tn) respondió por él:
—Sí, doctor, yo me quedaré con él. Permítame que me presente, soy (_Tn). (_Tn) Martí, la prometida de Nicholas .
_____________________________________________________________________________________________________________________
Continuara...
que tal ya es la prometida ....
ufs cada vez odio mas como lo tratan :x
el hermanito es tan cariñoso q provoca es matarlo con una metralleta :muere: muere mald***** :muere:
ese padre q lo engendro es un malparido ufs debería pedirle perdon
x todo lo q le a hecho al pobre nicho, has q fustrante es su familia, es q no entienden q el es normal .....
espero y es alla gustado el maraton chicas nos leeremos luego vale se les quiere muchisimo x toooodos los comentarios colocados besitos y abrasos :muack: :hug:
9. La princesa prometida
Parte 2
Por la mañana, al sonar el despertador, tanto (_Tn) como Nicholas tardaron un rato en identificar dónde estaban, pero los dos, cada uno en su respectiva habitación, se alegraron de saber que iban a pasar el día en compañía del otro, aunque fuera en un hospital. Cuando ella salió de su habitación, lista ya para irse, descubrió que Nicholas le había preparado el desayuno. Él también estaba a punto, y, mientras sujetaba una taza de café en una mano, en la otra tenía un lápiz con el que no paraba de dibujar algo en su cuaderno.
—¿Qué estás dibujando? —le preguntó (_Tn) al entrar en la cocina.
—Buenos días —saludó él, cerrando de inmediato el cuaderno—. No es nada. ¿Has dormido bien?
—Sí. ¿Y tú? ¿Estás nervioso?
—Diría que no, pero supongo que mentiría. —Salió de la cocina y fue a guardar el cuaderno en la habitación donde le había dicho que tenía su estudio.
(_Tn) aprovechó para servirse una taza de café y dar un mordisco a una de las magdalenas que él había dejado en una bandeja. Nicholas reapareció al cabo de unos minutos.
—Por mí podemos irnos —dijo ella, dejando la taza limpia en la encimera.
—De acuerdo.
Salieron del apartamento y él detuvo un taxi. El hospital no estaba excesivamente lejos, pero sí lo suficiente como para que no le apeteciera ir andando a esas horas de la mañana. Durante el camino, volvió a decirle a (_Tn) que no hacía falta que se quedara allí todo el día con él, a lo que ella volvió a responderle que no dijera tonterías.
Llegaron al hospital, que tenía el mismo aspecto que los de Barcelona, pensó (_Tn), y se dirigieron a la planta de oncología. Al salir del ascensor, se toparon con un hombre rubio, muy atractivo, de unos cuarenta años, y con la mirada más cruel que (_Tn) había visto nunca.
—Vaya, mira quién ha venido —dijo el rubio—. Y yo que pensaba que no serías capaz de llegar hasta aquí sin ayuda. —Miró a (_Tn), a la que repasó de arriba abajo—. Aunque, por lo que veo, no me he equivocado tanto.
Ella no entendió a qué venía tanta animosidad, pero cuando vio que Nicholas retrocedía como si estuviera asustado no lo dudó ni un instante y entrelazó los dedos con los suyos. Él le apretó la mano con fuerza y (_Tn) supo que el gesto lo había reconfortado.
—Hola, Joe, y yo veo que no has cambiado nada. ¿Te importa? —Hizo un gesto con la mano que tenía libre.
El tal Joe se apartó y les dejó vía libre.
—Papá está en su habitación —informó, y se metió las manos en los bolsillos—. Te están esperando.
Nicholas se limitó a asentir con la cabeza.
—Supongo que vas a consentir en ser el donante, ¿no? Ya era hora de que sirvieras para algo.
(_Tn) sintió que él le apretaba los dedos todavía con más fuerza y temió que fuera a pelearse con su hermano allí mismo. No entendía nada de lo que estaba sucediendo, pero el tal Joe le ponía los pelos de punta.
—Nicholas —le dijo, tirándole ligeramente de la mano—, será mejor que nos vayamos.
Él parpadeó y la miró, como si justo en aquel instante recordara su presencia.
—Tienes razón, lo siento. Cuanto antes empecemos con todo esto, antes podremos irnos.
Joe los observó con una mueca sardónica en el rostro, pero algo debió de ver en los ojos de Nicholas cuando éste volvió a mirarlo, porque, sin decir una palabra más, se metió en el ascensor y se fue.
—Ése era mi hermano mayor, Joseph —le dijo Nicholas a (_Tn) cuando las puertas se cerraron y el rubio desapareció.
—Ya lo he deducido —contestó ella—. Y no me puedo creer que seáis familia.
—Yo tampoco, pero créeme, lo somos. Mi padre se aseguró de comprobarlo.
(_Tn) se quedó helada ante lo que aquello implicaba, y, por desgracia, tuvo el presentimiento de que aquello era tan sólo la punta del iceberg en cuanto a los problemas familiares de Nicholas se refería.
Recorrieron el pasillo del hospital y se detuvieron frente a la habitación del señor Jonas .
—(_Tn), no hace falta que entres —dijo Nicholas , pero por el modo en que le seguía sujetando la mano, ella dedujo que no lo decía en serio. O que, si lo hacía, su propio cuerpo había decidido traicionarlo.
—Vamos, llama a la puerta.
Él le hizo caso y un segundo más tarde se oyó la voz de una mujer diciéndoles que entraran.
Tumbado en la cama había un hombre de unos sesenta años largos, muy parecido al rubio con el que se habían encontrado al salir del ascensor. Era evidente que de joven había sido muy atractivo y, a juzgar por la mueca de desprecio que le desfiguraba el rostro, también se hacía patente que odiaba estar enfermo, y que se tomaba todo aquello como una traición por parte de su cuerpo. Sentada en una butaca a su lado había una mujer muy atractiva. También era rubia y (_Tn) pensó que debía de haber hecho un pacto con el diablo porque, si bien estaba claro que era la madre de Nicholas , no aparentaba ni mucho menos la edad que debía de tener.
—Buenos días —saludó (_Tn) al entrar, con la sensación de estar en medio de un duelo de pistoleros y de que necesitaba hacer algo para romper la tensión.
—Buenos días —respondió la mujer, levantándose de la butaca—. ¿Has hablado ya con el doctor Ross, Nicholas ?
—Todavía no —dijo él tenso—. Lillian, Harrison, ella es (_Tn).
En circunstancias normales, (_Tn) les habría dado dos besos, pero estaba claro que lo que estaba sucediendo en aquella habitación no era normal, así que se limitó a asentir con la cabeza.
—¿Has rellenado ya los papeles del trasplante de médula? —preguntó Harrison desde la cama.
—Todavía no —repitió Nicholas , sosteniéndole la mirada a su padre.
Éste intensificó su mueca de desdén.
—Nicholas , Nicholas , creía que después de tanto tiempo ya se te habría pasado. Vamos, ¿no puedes ponerte en nuestro lugar?
—Pues no, no puedo. Y no creo que pueda hacerlo jamás.
—Nicholas , tienes que entender que nosotros sólo queríamos lo mejor para ti —intervino su madre, e incluso a (_Tn), que acababa de conocerla, le sonó hipócrita.
—¿Lo mejor para mí? ¿Lo mejor para mí era tratarme como si fuera idiota?
—No exageres, Nicholas . Y sabes que teníamos motivos de sobra para creerlo.
—No, no los teníais. Si os hubierais molestado en tratar de entender lo que me estaba pasando, si os hubierais dignado perder cinco minutos de vuestro precioso tiempo, habríais sabido que no teníais motivos para creer tal cosa. Pero no, para ti —señaló a su madre—, era mucho más importante tu profesor de tenis, tus masajes y tus liposucciones. Y para ti —le tocó el turno a su padre—, tus reuniones, tus secretarias y tu prestigio.
—Ah, ¿conque de eso se trata? ¿Qué pasa Nicholas , no vas a darme tu médula si no te pido perdón, es eso? Pues lo llevas claro, hijo —pronunció esa última palabra como si fuera un insulto—. No pienso disculparme por nada. El apellido Jonas significa mucho para mí, y no iba a permitir que nos dejaras en ridículo. No me interpretes mal, me alegro de que consiguieras sacarte el título de arquitecto. —No hizo falta que añadiera «aunque me sorprende que lo consiguieras», pues estaba claro que era lo que pensaba—. Pero no iba a dejar que un hijo mío, que a los diez años todavía era incapaz de leer, echara nuestra reputación por tierra. Sabía que ibas a reaccionar así, en el fondo te pareces más a mí de lo que crees. Les dije a mis abogados que prepararan la documentación necesaria para llevarte a juicio. Después de todo, sigues siendo mi hijo y, bueno, si no estás dispuesto a ayudarme por las buenas, como te dije, tendrás que hacerlo por las malas.
Si a (_Tn) le hubieran cortado un brazo en aquel mismo instante, seguramente ni lo habría notado. ¿Quién era aquel hombre que estaba escupiendo tanto veneno por la boca? ¿Y qué era esa tontería de que su hijo iba a avergonzarlo? ¿Que no había aprendido a leer hasta los diez años? No entendía nada, pero sintió que Nicholas empezaba a temblar y en aquel preciso instante eso fue lo único que le importó.
—No será necesario, Harrison. Le diré al doctor Ross que lo prepare todo para el trasplante, aunque espero por tu bien que no necesites un segundo. —Tiró de la mano de (_Tn) y se encaminó hacia la puerta—. Adiós.
Salieron de la habitación, pero Nicholas no se detuvo hasta llegar a otra puerta que había al final del pasillo, con una placa en la que podía leerse el nombre del oncólogo. Llamó y, al oír la voz del médico, entró sin dilación.
—Hola, Nicholas , no sabía que habías llegado. —El hombre iba a levantarse, pero las siguientes palabras de Nicholas lo detuvieron:
—Puede prepararlo todo para el trasplante, doctor.
—De acuerdo. —(_Tn) vio que al hombre le sorprendía que hubiera accedido a la intervención—. Toma, éstas son las hojas de la autorización y algunas recomendaciones previas y postoperatorias. —Abrió una agenda que tenía delante—. Podríamos llevar a cabo la operación este martes y, si todo saliera bien, te daría el alta el lunes siguiente.
—Llamaré a mi empresa y les preguntaré si hay algún problema. Telefonearé esta tarde a la enfermera para confirmárselo. Si a usted le parece bien.
—Perfecto. Gracias por tu colaboración, Nicholas . —El doctor se puso en pie y le tendió la mano.
Y Nicholas se la estrechó con convicción. Estaba claro que aquel hombre no tenía nada que ve con lo que ocurría entre padre e hijo.
—Un segundo, Nicholas . Deduzco de la señorita que te acompaña se quedará contigo, ¿no? No deberías estar solo después de la intervención.
Él se quedó helado. Le había costado tanto tomar aquella decisión que ni siquiera se había planteado si (_Tn) iba a poder quedarse con él. Había sido muy presuntuoso por su parte, pero al padecer, su mente se había olvidado completamente de sus modales. Iba a decir que no, que ya llamaría a otra persona para que se quedara con él; quizá la señora Potts pudiese ir, o incluso Amanda, o Zac . Pero en aquel instante, (_Tn) respondió por él:
—Sí, doctor, yo me quedaré con él. Permítame que me presente, soy (_Tn). (_Tn) Martí, la prometida de Nicholas .
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Continuara...
que tal ya es la prometida ....
ufs cada vez odio mas como lo tratan :x
el hermanito es tan cariñoso q provoca es matarlo con una metralleta :muere: muere mald***** :muere:
ese padre q lo engendro es un malparido ufs debería pedirle perdon
x todo lo q le a hecho al pobre nicho, has q fustrante es su familia, es q no entienden q el es normal .....
espero y es alla gustado el maraton chicas nos leeremos luego vale se les quiere muchisimo x toooodos los comentarios colocados besitos y abrasos :muack: :hug:
ElitzJb
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
ASI SE HABLA ____!!!!!!
Y AAAAAAHH... ESA FAMILIA TODOS SON UNOS TONTOS!!!!... PERO YA SE ARREPENTIRAN POR LO QUE LE HICIERON!!!!
Y AAAAAAHH... ESA FAMILIA TODOS SON UNOS TONTOS!!!!... PERO YA SE ARREPENTIRAN POR LO QUE LE HICIERON!!!!
chelis
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
DIOS....
odio incriblemente a esa familia....
su madre es una hipocrita, su padre un malparido, joe un odioso...
lo unico bueno que salio de ahi es nick...
el si es un sol...
y que onda la rayis diciendo que es su prometida ? quede como wtf¿?
jajajaja pero bueno...
increible el maratoooooooooon !
siiiguelaaaaaaaaaaaaaa
odio incriblemente a esa familia....
su madre es una hipocrita, su padre un malparido, joe un odioso...
lo unico bueno que salio de ahi es nick...
el si es un sol...
y que onda la rayis diciendo que es su prometida ? quede como wtf¿?
jajajaja pero bueno...
increible el maratoooooooooon !
siiiguelaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
tal vez van a pensar que, que maldita soy verdad,
pero yo si fuera Nicholas no le hubiera donado su medula!! :misery:
Su familia lo trata horrible y su padre peor!
No se lo merece, no merece que Nicholas lo ayude!!
Aww mi Nick me da una ternura!!
Me dan ganas de protegerlo de todo y de todos
Siguela!!
pero yo si fuera Nicholas no le hubiera donado su medula!! :misery:
Su familia lo trata horrible y su padre peor!
No se lo merece, no merece que Nicholas lo ayude!!
Aww mi Nick me da una ternura!!
Me dan ganas de protegerlo de todo y de todos
Siguela!!
aranzhitha
Re: Dulce Locura Nicholas y (__Tn) (TERMINADA)
ame el maraton pero...
quede con ganas de seguir leyendo mas :L
quede con ganas de seguir leyendo mas :L
Ciin :)
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