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Belleza Escondida |Niall Horan|
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Belleza Escondida |Niall Horan|
Nombre- Belleza Escondida {Niall Horan y Annie Montrose}
Autor- {nialltime∞}
Adaptación- No.
Genero- Un poco de todo.
Advertencias-
x si adaptas, dilo.
x no se si subiré de seguido.
x espero que os guste.
Prefacio.
Niall Horan, magnate de las finanzas, necesitaba que una joven atractiva y educada lo acompañara a una fiesta, pues su pareja acababa de dejarle plantado. Por eso, Niall se fijó en la mujer que tenía más a mano: su discreta secretaria Annie Montrose.
El empleo de Annie no incluía tareas de acompañamiento. Sin embargo, como sólo estaba ella para mantener a su hijita y llevar dinero a casa, no pudo negarse a la petición de su jefe.
¡Aunque ya no se escondería detrás de vestidos anodinos ni gafas de pasta!
Un comentario para el primer Capítulo.
Autor- {nialltime∞}
Adaptación- No.
Genero- Un poco de todo.
Advertencias-
x si adaptas, dilo.
x no se si subiré de seguido.
x espero que os guste.
Prefacio.
Niall Horan, magnate de las finanzas, necesitaba que una joven atractiva y educada lo acompañara a una fiesta, pues su pareja acababa de dejarle plantado. Por eso, Niall se fijó en la mujer que tenía más a mano: su discreta secretaria Annie Montrose.
El empleo de Annie no incluía tareas de acompañamiento. Sin embargo, como sólo estaba ella para mantener a su hijita y llevar dinero a casa, no pudo negarse a la petición de su jefe.
¡Aunque ya no se escondería detrás de vestidos anodinos ni gafas de pasta!
Un comentario para el primer Capítulo.
{NiallTime∞}
Re: Belleza Escondida |Niall Horan|
Hola aqui tu primer lectora me encanto la sinosis si necesitas chicas puedo con lou sino no hay problema enserio me encanto tu sinopsis espero el primer CAP
Karen Horan :*
Re: Belleza Escondida |Niall Horan|
Louisgirl karen escribió:Hola aqui tu primer lectora me encanto la sinosis si necesitas chicas puedo con lou sino no hay problema enserio me encanto tu sinopsis espero el primer CAP
¡Me alegro de qué te gusté!
No, no necesito girls;c
Y ahora subo el primer CAP:3
Un beshin.
{NiallTime∞}
Re: Belleza Escondida |Niall Horan|
Capítulo Uno.
—Señorita Montrose, ¿dónde diablos está mi acompañante? —preguntó Niall Horan.
—No tengo ni idea, señor Horan —repuso Annie Montrose, arqueando las cejas—. ¿Cómo voy a saberlo?
—Porque es su trabajo. Es usted mi secretaria, ¿no es asi?
Annie se quedó mirando a Niall Horan, sintiéndose un poco soliviantada. Ella no lo conocía bien. Sólo llevaba en ese puesto una semana y media, pues una agencia la había llamado para sustituir al secretario habitual, que tenía una baja por enfermedad. Pero ese poco tiempo había bastado para darse cuenta de que podía ser un jefe díficil, exigente y arrogante.
¿Cómo iba a saber ella lo que había pasado con la mujer que, en apariencia, acababa de darle plantón?
Annie miró a su alrededor sin saber qué responder.
Estaban en la entrada del despacho, en el territorio de otra secretaria, Molly Swanson. Y Molly, colocada a espaldas del señor Horan, le señaló al teléfono, haciéndole señas.
—Eh... Llamaré para comprobarlo —le dijo Annie a su jefe.
Niall se encogió de hombros y se metió en su despacho.
—¿Cómo se llama? —le susurró Annie a Molly, tomando el teléfono.
—Portia Pengelly.
—¿No será la modelo y estrella de televisión?
Molly asintió al mismo tiempo que respondían al otro lado de la línea.
—Esto... ¿Señorita Pengelly? —dijo Annie y, cuando recibió la confirmación, continuó—: Señorita Pengelly, llamo de parte del señor Horan, Niall Horan...
Dos minutos después, Annie le devolvió el teléfono a Molly, sin saber si echarse a reír o a llorar.
—¿Qué? —preguntó Molly.
—¡Dice que prefiere salir con una serpiente de dos cabezas! ¿Cómo voy a decirle eso?
El despacho de Niall Horan era bastante austero.
Tenía una alfombra verde, persianas color marfil en las ventanas, una gran mesa de roble con una silla de cuero verde y dos sillas delante. A Annie le parecía una habitación cómoda y tranquila. Los cuadros de las paredes representaban dos de los negocios que le habían hecho multimillonario: los caballos y una flota pesquera.
Había fotos enmarcadas de caballos, yeguas y potrillos. Había paisajes marinos con barcos sacando redes llenas, con bandadas de gaviotas sobrevolándolas.
Annie había contemplado esas imágenes en ausencia de su jefe y había descubierto un curioso conductor: Shakespeare.
Los tres caballos retratados se llamaban Hamlet, Próspero y Otelo. Las barcazas tenían los nombres de Miranda, Julieta, Como gustéis y Cordelia.
Lo cierto era que le producía curiosidad saber de dónde provenía ese interés por Shakespeare. Aunque Niall Horan no era la clase de hombre con quien una podía embarcarse en una conversación trivial. La agencia de empleo que le había contratado le había advertido de que era un hombre de negocio del más alto nivel y que no sería fácil de manejar.
Pero Annie había tratado con hombres de negocios importantes y, de hecho, creía tener un don para ello.
Sin embargo, nunca había tenido que decirles que su novia prefería salir con una serpiente..
Y había algo más que hacía a Niall Horan diferente.
Era joven, tenía poco más de treinta años(le puse más edad para que pegué más en su papel :3), estaba en buena forma y, como decía su contable femenina... era sexy hasta reventar.
Además, tenía un aire idefinible que Annie no había logrado descifrar. Era alto, fuerte y de anchas espaldas. Su pelo era moreno, denso, con ojos enormes y azules, en un rostro no perfecto, era cierto, pero esos ojos por sí mismos bastaban para hacer que cualquiera se derritiera.
Aunque no se enorgullecía de ello, Annie tenía que admitir que ella tampoco era inmune a los encantos masculinos de su jefe. Entonces, sin poder evitarlo, le asaltó el recuerdo de un incidente no muy lejano con él...
Había sido un día caluroso en Londres mientras caminaban juntos por la calle, hacia una reunión. Habían ido a pie porque su destino había estado sólo a dos manzanas de la oficina. La calle había estado llena de tráfico y la calzada, de peatones. Entonces, ella se le había trabado el tacón en un adoquín mal puesto. Se había tambaleado y se habría caído si él no la hubiera sujetado, agarrándola de los hombros.
—G-gracias —había balbuceado ella.
—¿Está bien? —había preguntado él, mirándola con una ceja levantada.
—Sí —había mentido ella. Porque no había estado bien. Se había sentido demasiado afectada por el contacto de sus manos, por su cercanía, por lo alto que era, por lo ancho de sus hombros, por lo espeso de su pelo.
Y, sobre todo, se había quedado perpleja por la excitante sensación que le había invadido al estar tan cerca de Niall Horan.
En ese momento, por suerte, Annie había tenido la suficiente claridad mental para bajar la mirada e impedir que él pudiera leerlo en sus ojos.
Su jefe la había soltado y habían seguido caminando.
Desde ese día, Annie había tenido mucho cuidado en presencia de Niall para no tropezarse ni hacer nada que pudiera despertar esas sensaciones de nuevo. Si Niall Horan había notado algo, no había dado muestras de ello... lo que era de agradecer.
Aunque, si era sincera, tenía que reconocer que, en cierta forma, le gustaría ser algo más que un robot para él...
Al principio, ese pensamiento la había sorprendido.
Se había intentado convencer de que le parecería odioso que la tratara de forma distinta a lo que se espera de una relación jefe empeada. Y había decidido censurar su deseo como una locura tansitoria, aunque no conseguía quitárselo de la cabeza del todo.
Sobre todo, porque Niall Horan, un jefe exigente y arrogante donde los hubiera, tenía una sonrisa capaz de perder los papeles a cualquiera.
Sin embargo, en ese momento Niall no estaba sonriendo. Levantó la vista del informe que estaba leyendo y arqueó una ceja.
—La señorita Pengelly...
—Señorita Montrose, ¿dónde diablos está mi acompañante? —preguntó Niall Horan.
—No tengo ni idea, señor Horan —repuso Annie Montrose, arqueando las cejas—. ¿Cómo voy a saberlo?
—Porque es su trabajo. Es usted mi secretaria, ¿no es asi?
Annie se quedó mirando a Niall Horan, sintiéndose un poco soliviantada. Ella no lo conocía bien. Sólo llevaba en ese puesto una semana y media, pues una agencia la había llamado para sustituir al secretario habitual, que tenía una baja por enfermedad. Pero ese poco tiempo había bastado para darse cuenta de que podía ser un jefe díficil, exigente y arrogante.
¿Cómo iba a saber ella lo que había pasado con la mujer que, en apariencia, acababa de darle plantón?
Annie miró a su alrededor sin saber qué responder.
Estaban en la entrada del despacho, en el territorio de otra secretaria, Molly Swanson. Y Molly, colocada a espaldas del señor Horan, le señaló al teléfono, haciéndole señas.
—Eh... Llamaré para comprobarlo —le dijo Annie a su jefe.
Niall se encogió de hombros y se metió en su despacho.
—¿Cómo se llama? —le susurró Annie a Molly, tomando el teléfono.
—Portia Pengelly.
—¿No será la modelo y estrella de televisión?
Molly asintió al mismo tiempo que respondían al otro lado de la línea.
—Esto... ¿Señorita Pengelly? —dijo Annie y, cuando recibió la confirmación, continuó—: Señorita Pengelly, llamo de parte del señor Horan, Niall Horan...
Dos minutos después, Annie le devolvió el teléfono a Molly, sin saber si echarse a reír o a llorar.
—¿Qué? —preguntó Molly.
—¡Dice que prefiere salir con una serpiente de dos cabezas! ¿Cómo voy a decirle eso?
El despacho de Niall Horan era bastante austero.
Tenía una alfombra verde, persianas color marfil en las ventanas, una gran mesa de roble con una silla de cuero verde y dos sillas delante. A Annie le parecía una habitación cómoda y tranquila. Los cuadros de las paredes representaban dos de los negocios que le habían hecho multimillonario: los caballos y una flota pesquera.
Había fotos enmarcadas de caballos, yeguas y potrillos. Había paisajes marinos con barcos sacando redes llenas, con bandadas de gaviotas sobrevolándolas.
Annie había contemplado esas imágenes en ausencia de su jefe y había descubierto un curioso conductor: Shakespeare.
Los tres caballos retratados se llamaban Hamlet, Próspero y Otelo. Las barcazas tenían los nombres de Miranda, Julieta, Como gustéis y Cordelia.
Lo cierto era que le producía curiosidad saber de dónde provenía ese interés por Shakespeare. Aunque Niall Horan no era la clase de hombre con quien una podía embarcarse en una conversación trivial. La agencia de empleo que le había contratado le había advertido de que era un hombre de negocio del más alto nivel y que no sería fácil de manejar.
Pero Annie había tratado con hombres de negocios importantes y, de hecho, creía tener un don para ello.
Sin embargo, nunca había tenido que decirles que su novia prefería salir con una serpiente..
Y había algo más que hacía a Niall Horan diferente.
Era joven, tenía poco más de treinta años(le puse más edad para que pegué más en su papel :3), estaba en buena forma y, como decía su contable femenina... era sexy hasta reventar.
Además, tenía un aire idefinible que Annie no había logrado descifrar. Era alto, fuerte y de anchas espaldas. Su pelo era moreno, denso, con ojos enormes y azules, en un rostro no perfecto, era cierto, pero esos ojos por sí mismos bastaban para hacer que cualquiera se derritiera.
Aunque no se enorgullecía de ello, Annie tenía que admitir que ella tampoco era inmune a los encantos masculinos de su jefe. Entonces, sin poder evitarlo, le asaltó el recuerdo de un incidente no muy lejano con él...
Había sido un día caluroso en Londres mientras caminaban juntos por la calle, hacia una reunión. Habían ido a pie porque su destino había estado sólo a dos manzanas de la oficina. La calle había estado llena de tráfico y la calzada, de peatones. Entonces, ella se le había trabado el tacón en un adoquín mal puesto. Se había tambaleado y se habría caído si él no la hubiera sujetado, agarrándola de los hombros.
—G-gracias —había balbuceado ella.
—¿Está bien? —había preguntado él, mirándola con una ceja levantada.
—Sí —había mentido ella. Porque no había estado bien. Se había sentido demasiado afectada por el contacto de sus manos, por su cercanía, por lo alto que era, por lo ancho de sus hombros, por lo espeso de su pelo.
Y, sobre todo, se había quedado perpleja por la excitante sensación que le había invadido al estar tan cerca de Niall Horan.
En ese momento, por suerte, Annie había tenido la suficiente claridad mental para bajar la mirada e impedir que él pudiera leerlo en sus ojos.
Su jefe la había soltado y habían seguido caminando.
Desde ese día, Annie había tenido mucho cuidado en presencia de Niall para no tropezarse ni hacer nada que pudiera despertar esas sensaciones de nuevo. Si Niall Horan había notado algo, no había dado muestras de ello... lo que era de agradecer.
Aunque, si era sincera, tenía que reconocer que, en cierta forma, le gustaría ser algo más que un robot para él...
Al principio, ese pensamiento la había sorprendido.
Se había intentado convencer de que le parecería odioso que la tratara de forma distinta a lo que se espera de una relación jefe empeada. Y había decidido censurar su deseo como una locura tansitoria, aunque no conseguía quitárselo de la cabeza del todo.
Sobre todo, porque Niall Horan, un jefe exigente y arrogante donde los hubiera, tenía una sonrisa capaz de perder los papeles a cualquiera.
Sin embargo, en ese momento Niall no estaba sonriendo. Levantó la vista del informe que estaba leyendo y arqueó una ceja.
—La señorita Pengelly...
{NiallTime∞}
Re: Belleza Escondida |Niall Horan|
Jajaja quien prefiere salir con una serpiente que con niall en gin síguela
Karen Horan :*
Re: Belleza Escondida |Niall Horan|
magic directioner forever escribió:ola de nuevo esta super el capitulo siguelaaaaaaaaa
claro carii, ya mismo la sigo, os pondré dos capis, es que no puedo seguir de seguido, pero os pongo lo que os debía ^^
{NiallTime∞}
Re: Belleza Escondida |Niall Horan|
Louisgirl karen escribió:Jajaja quien prefiere salir con una serpiente que con niall en gin síguela
askKJGASHJHJKA ya la sigo liinda!
{NiallTime∞}
Re: Belleza Escondida |Niall Horan|
Capítulo Dos.
—La señorita Pengelly... —comenzó a decir Annie y tragó saliva. Podía decirle que la señorita Pengelly lamentaba... sería una mentira demasiado grande. Tal vez, que la señorita Pengelly se disculpaba... ¡Portía no había hecho nada de eso!—. La señorita Pengelly... no va a venir.
—¿Así sin más? —replicó él y maldijo para sus adentros.
—Bueno... más o menos —contestó Annie y notó como se ruborizaba.
Niall la miró con atención, esbozó una de sus seductoras sonrisas por una milésima de segundo y volvió a ponerse serio.
—Entiendo —respondió él con tono grave—. Lo siento si le ha resultado una situación embarazosa. Ahora... tendrá que venir en su lugar.
—¡Claro que no! —exclamó Annié, sin pensarlo.
—¿Por qué no? Es sólo un cóctel.
—Por eso. ¿No puede usted ir solo?
—No me gusta ir solo a las fiestas. Tiendo a ser acosado. A portía —explicó él, suspirando con exasperación al pronunciar su nombre—, se le daba muy bien defenderme de ataques de otras mujeres. Con sólo una mirada, las hacía desistir.
—¿Era eso todo lo que era...? —comenzó a preguntar ella, parpadeando—. Mire, señor Horan, si su secretario habitual, al que yo estoy reemplazando, estuviera aquí, no podría llevarlo con usted para que le protegiera de los... ataques.
—Es verdad —admitió él—. Pero Roger habría podido encontrarme a alguien.
Annie apretó los labios, pensando que se refería a una compañía de alquiler.
—Bueno, yo tampoco puedo hacer eso —aseguró ella y se le ocurrió otra buena razón para no acceder—. Además, no tengo los... encantos ni... la habilidad defensiva de Portia Pengelly.
Niall Horan se puso en pie y salió detrás del escritorio.
—Oh, yo de eso no entiendo —señaló él y se sentó en la mesa. La contempló un momento, fijándose en sus gafas de pasta y su pelo liso negro—. No se anda usted con rodeos, ¿verdad? —murmuró.
—¿Y eso que tiene que ver? —replicó ella con tono cortante y se miró al vestido color crema que llevaba, elegante pero muy sencillo—. Además No estoy vestida para la ocasión.
—Pues lo estará. De hecho, sus grandes ojos azules, ese pelo liso y el atuendo austero le dan un aire de mujer de hielo. Será tan efectivo como las tácticas defensivas de Portia.
Annie se encendió de furia y respiro hondo para calmarse. Pero, casi de inmediato, su deseó de darle una bofetada y salir de allí cedió al pensar que le iban a pagar muy bien por trabajar para él. Y, también, porque sabía que, si se iba y, sobre todo, si lo abofeteaba, aquello supondría una mancha negra en su historial profesional...
—La señorita Pengelly... —comenzó a decir Annie y tragó saliva. Podía decirle que la señorita Pengelly lamentaba... sería una mentira demasiado grande. Tal vez, que la señorita Pengelly se disculpaba... ¡Portía no había hecho nada de eso!—. La señorita Pengelly... no va a venir.
—¿Así sin más? —replicó él y maldijo para sus adentros.
—Bueno... más o menos —contestó Annie y notó como se ruborizaba.
Niall la miró con atención, esbozó una de sus seductoras sonrisas por una milésima de segundo y volvió a ponerse serio.
—Entiendo —respondió él con tono grave—. Lo siento si le ha resultado una situación embarazosa. Ahora... tendrá que venir en su lugar.
—¡Claro que no! —exclamó Annié, sin pensarlo.
—¿Por qué no? Es sólo un cóctel.
—Por eso. ¿No puede usted ir solo?
—No me gusta ir solo a las fiestas. Tiendo a ser acosado. A portía —explicó él, suspirando con exasperación al pronunciar su nombre—, se le daba muy bien defenderme de ataques de otras mujeres. Con sólo una mirada, las hacía desistir.
—¿Era eso todo lo que era...? —comenzó a preguntar ella, parpadeando—. Mire, señor Horan, si su secretario habitual, al que yo estoy reemplazando, estuviera aquí, no podría llevarlo con usted para que le protegiera de los... ataques.
—Es verdad —admitió él—. Pero Roger habría podido encontrarme a alguien.
Annie apretó los labios, pensando que se refería a una compañía de alquiler.
—Bueno, yo tampoco puedo hacer eso —aseguró ella y se le ocurrió otra buena razón para no acceder—. Además, no tengo los... encantos ni... la habilidad defensiva de Portia Pengelly.
Niall Horan se puso en pie y salió detrás del escritorio.
—Oh, yo de eso no entiendo —señaló él y se sentó en la mesa. La contempló un momento, fijándose en sus gafas de pasta y su pelo liso negro—. No se anda usted con rodeos, ¿verdad? —murmuró.
—¿Y eso que tiene que ver? —replicó ella con tono cortante y se miró al vestido color crema que llevaba, elegante pero muy sencillo—. Además No estoy vestida para la ocasión.
—Pues lo estará. De hecho, sus grandes ojos azules, ese pelo liso y el atuendo austero le dan un aire de mujer de hielo. Será tan efectivo como las tácticas defensivas de Portia.
Annie se encendió de furia y respiro hondo para calmarse. Pero, casi de inmediato, su deseó de darle una bofetada y salir de allí cedió al pensar que le iban a pagar muy bien por trabajar para él. Y, también, porque sabía que, si se iba y, sobre todo, si lo abofeteaba, aquello supondría una mancha negra en su historial profesional...
{NiallTime∞}
Re: Belleza Escondida |Niall Horan|
Capítulo Tres.
Niall Horan la observó, esperando.
—Iré. Pero sólo como empleada. Y necesito unos minutos para refrescarme.
Lo que Annie vio en sus ojos entonces, un brillo malicioso y divertido, le hizo estar de peor humor todavía.
—Muchas gracias, señorita Montrose. Aprecio su ayuda. Nos veremos en el vestíbulo dentro de quince minutos —se limitó a decir él, poniéndose en pie.
Annie se lavó la cara y las manos en el baño de empleados, una sinfonía de mármol negro moteado y espejos grandes y bien iluminados. Todavía estaba molesta. Más aún, se sentía seriamente ofendida... y estaba deseando vengarse.
Observó su reflejo en el espejo. Para ir a trabajar, elegía atuendos formales y sencillos, pero no siempre vestía así. Resultaba que su Madre era una excelente modista. Y el vestido color marfil que llevaba puesto tenía una chaqueta de seda a juego. Además daba la casualidad de que había recogido la chaqueta de la tintorería esa misma mañana, a la hora del almuerzo. La tenía dentro de su cubierta de plástico, colgada detrás de la puerta del baño.
Annie la miró, la tomó en sus manos, le quitó el plástico y se la puso. Tenía hombreras, cuello redondo y se ajustaba a la cintura, con un poco de vuelo sobre las caderas. Era una chaqueta a la última moda, de un tejido estupendo y estiloso, con estampado de piel de leopardo en tonos azul, negro y plateado. Era original y llamativa.
Sonrió ante su imagen, pues ya no parecía tanto una secretaria, sino una mujer habituada a ir a cócteles. Bueno, más o menos, se dijo y titubeó un momento, antes de quitarse la chaqueta y colgarla otra vez.
Entonces, tomó una decisión. Se quitó los pasadores del pelo, dejándolo caer. Se quitó las gafas y buscó en el bolso las lentillas. Se las colocó con cuidado. Luego, sacó su neceser de maquillaje y examinó lo que contenía. Tendría que arreglárselas sólo con la sombra de ojos, la máscara de pestañas y el pintalabios que llevaba.
Después de pintarse los ojos, dio un paso atrás para observarse y la diferencia le pareció bastante sorprendente. Se roció con perfume, se cepilló el pelo y movió la cabeza hacia delante, para darle un aspecto un poco desarreglado. A continuación, volvió a ponerse la chaqueta y se la abrochó. Por suerte, los zapatos que llevaba eran un tono plateado que combinaba a la perfección.
Se echó un último vistazo ante el espejo y quedó satisfecha con lo que vio. Pero, de pronto, le surgió una duda.
¿Parecería una dama de hielo?, se preguntó, frunciendo el ceño. Si él supiera...
Niall Horan la observó, esperando.
—Iré. Pero sólo como empleada. Y necesito unos minutos para refrescarme.
Lo que Annie vio en sus ojos entonces, un brillo malicioso y divertido, le hizo estar de peor humor todavía.
—Muchas gracias, señorita Montrose. Aprecio su ayuda. Nos veremos en el vestíbulo dentro de quince minutos —se limitó a decir él, poniéndose en pie.
Annie se lavó la cara y las manos en el baño de empleados, una sinfonía de mármol negro moteado y espejos grandes y bien iluminados. Todavía estaba molesta. Más aún, se sentía seriamente ofendida... y estaba deseando vengarse.
Observó su reflejo en el espejo. Para ir a trabajar, elegía atuendos formales y sencillos, pero no siempre vestía así. Resultaba que su Madre era una excelente modista. Y el vestido color marfil que llevaba puesto tenía una chaqueta de seda a juego. Además daba la casualidad de que había recogido la chaqueta de la tintorería esa misma mañana, a la hora del almuerzo. La tenía dentro de su cubierta de plástico, colgada detrás de la puerta del baño.
Annie la miró, la tomó en sus manos, le quitó el plástico y se la puso. Tenía hombreras, cuello redondo y se ajustaba a la cintura, con un poco de vuelo sobre las caderas. Era una chaqueta a la última moda, de un tejido estupendo y estiloso, con estampado de piel de leopardo en tonos azul, negro y plateado. Era original y llamativa.
Sonrió ante su imagen, pues ya no parecía tanto una secretaria, sino una mujer habituada a ir a cócteles. Bueno, más o menos, se dijo y titubeó un momento, antes de quitarse la chaqueta y colgarla otra vez.
Entonces, tomó una decisión. Se quitó los pasadores del pelo, dejándolo caer. Se quitó las gafas y buscó en el bolso las lentillas. Se las colocó con cuidado. Luego, sacó su neceser de maquillaje y examinó lo que contenía. Tendría que arreglárselas sólo con la sombra de ojos, la máscara de pestañas y el pintalabios que llevaba.
Después de pintarse los ojos, dio un paso atrás para observarse y la diferencia le pareció bastante sorprendente. Se roció con perfume, se cepilló el pelo y movió la cabeza hacia delante, para darle un aspecto un poco desarreglado. A continuación, volvió a ponerse la chaqueta y se la abrochó. Por suerte, los zapatos que llevaba eran un tono plateado que combinaba a la perfección.
Se echó un último vistazo ante el espejo y quedó satisfecha con lo que vio. Pero, de pronto, le surgió una duda.
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