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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
Nombre: The Vampire Diaries ~Despertar
Autor: L.J.Smith
Adaptación: Sí, del libro del mismo nombre.
Género: Tiene drama, romance, aventura, acción.
Advertencias: Ninguna
Otras páginas: Supongo que sí
Autor: L.J.Smith
Adaptación: Sí, del libro del mismo nombre.
Género: Tiene drama, romance, aventura, acción.
Advertencias: Ninguna
Otras páginas: Supongo que sí
Nick Jonas, el nuevo alumno de Fell’s Church, arrastra con él un misterioso pasado y también a alguien que sólo desea venganza, su hermano Joe: su odio excede las barreras del tiempo… Ahora tratan de reproducir un mortífero triángulo amoroso que tiene en su centro a __________, la chica más popular del instituto.
AndreaSnape
The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú] Capítulo 1 Pt 1
4 de septiembre
Querido diario:
Algo horrible va a suceder hoy.
No sé por qué escribí eso. Es de locos. No hay ningún motivo para que me sienta inquieta y todos para que sea feliz, pero...
Pero aquí estoy a las 5.30 de la mañana, despierta y asustada. No hago más que decirme que simplemente sucede que estoy hecha un lío debido a la diferencia horaria entre Francia y aquí. Pero eso no explica por qué me siento tan asustada. Tan perdida.
Anteayer, mientras tía Judith, Margaret y yo volvíamos del aeropuerto en coche, tuve una sensación muy extraña. Cuando giramos en nuestra calle, pensé de repente: «Mamá y papá nos están esperando en casa. Apuesto a que estarán en el porche delantero o en la sala de estar mirando por la ventana. Deben de haberme echado mucho de menos».
Lo sé. Es de locos.
Pero incluso cuando vi la casa y el porche delantero vacío seguí sintiendo lo mismo. Subí corriendo los escalones y llamé con la aldaba. Y cuando tía Judith abrió con la llave me precipité adentro y simplemente me quedé en el vestíbulo escuchando, esperado oír a mamá bajar por la escalera o a papá llamando desde el estudio.
Justo entonces, tía Judith soltó ruidosamente una maleta en el suelo detrás de mí, lanzó un enorme suspiro y dijo: «Estamos en casa». Margaret rió. Y me invadió la sensación más horrible que he tenido jamás. Nunca me he sentido tan total y completamente perdida.
Casa. Estoy en casa. ¿Por qué suena eso como una mentira?
Nací aquí, en Fell's Church. Siempre he vivido en esta casa, siempre. Esta es mi misma vieja habitación, con la leve marca de quemadura en las tablas del suelo donde Caroline y yo intentamos esconder cigarrillos en quinto grado y estuvimos a punto de asfixiarnos. Puedo mirar por la ventana y ver el enorme membrillo al que Kevin y los chicos treparon para colarse en la fiesta de pijamas de mi cumpleaños hace dos años. Ésta es mi cama, mi silla, mi tocador.
Pero en estos momentos todo me parece extraño, como si yo no perteneciera aquí. Soy yo la que está fuera de lugar. Y lo peor es que siento que hay algún lugar al que pertenezco, sólo que no logro encontrarlo.
Ayer estaba demasiado cansada para ir a Orientación. Meredith recogió mi programa por mí, pero yo no tuve ganas de hablar con ella por teléfono. Tía Judith dijo a todos los que llamaban que tenía jet lag y dormía, pero me observó durante la cena con una curiosa expresión en el rostro.
Tengo que ver a la pandilla hoy, no obstante. Se supone que debemos encontrarnos en el aparcamiento antes del instituto. ¿Estoy asustada por eso? ¿Les tengo miedo?
________ Gilbert dejó de escribir. Contempló fijamente la última línea que había escrito y luego meneó la cabeza, con la pluma cerniéndose sobre el pequeño libro con tapa de terciopelo azul. Luego, con un gesto repentino, alzó la cabeza, y arrojó pluma y libro a la gran ventana mirador, donde rebotaron inofensivamente y aterrizaron sobre el tapizado asiento interior que había al pie de la ventana.
Todo era tan totalmente ridículo...
¿Desde cuándo ella, _______ Gilbert, había tenido miedo de reunirse con gente? ¿Desde cuándo la había asustado nada? Se puso en pie y, llena de enfado, introdujo los brazos en un quimono de seda roja. Ni siquiera echó una ojeada al trabajado espejo Victoriano sobre el tocador de madera de cerezo; sabía lo que vería. ______ Gilbert, rubia, esbelta y fantástica, la que marcaba tendencias, la alumna de último curso de secundaría, la chica que todos los chicos deseaban y que todas las chicas querían ser. La chica que justo en aquellos momentos mostraba una cara de pocos amigos y tenía los labios apretados.
«Un baño caliente y un poco de café y me tranquilizaré», pensó. El ritual matutino de darse un baño y vestirse resultó relajante y se lo tomó con parsimonia, revisando los nuevos conjuntos traídos de París. Finalmente eligió una combinación de un top rojo y unos shorts blancos de lino que le daban un aspecto muy atractivo. «Bastante apetitosa», pensó, y el espejo mostró una muchacha con una sonrisa inescrutable. Sus anteriores temores se habían desvanecido, olvidados.
—¿________? ¿Dónde estás? ¡Llegarás tarde al instituto! —La voz ascendió débilmente desde abajo.
______ volvió a pasar el cepillo por su melena sedosa y la sujetó atrás con una cinta de un rojo intenso. Luego cogió su mochila y descendió la escalera.
En la cocina, Margaret, de cuatro años, comía cereales sentada a la mesa, y tía Judith cocinaba algo en los fogones. Tía Judith era la clase de mujer que siempre parecía vagamente aturallada; tenía un rostro delgado y afable y un cabello claro y lacio echado hacia atrás descuidadamente.
—¡Buenos días a todo el mundo! Lamento no tener tiempo para desayunar.
—Pero _______, no puedes salir así sin comer. Necesitas tus proteínas...
—Comeré una rosquilla antes del instituto —respondió ella con vivacidad.
Depositó un beso en la rubia cabeza de Margaret y dio la vuelta para marcharse.
—Pero, ________...
—Y probablemente iré a casa de Bonnie o Meredith después de clase, de modo que no me esperéis para cenar. ¡Adiós!
—________...
___________ estaba ya en la puerta principal. La cerró tras ella, cortando las distantes protestas de tía Judith, y salió al porche delantero.
Y se detuvo.
Todas las malas sensaciones de la mañana volvieron a abalanzarse sobre ella. La ansiedad, el miedo. Y la certeza de que algo terrible estaba a punto de ocurrir.
La calle Maple estaba desierta. Las altas casas victorianas parecían extrañas y silenciosas, como si todas estuvieran vacías por dentro, como las casas de un plató abandonado. Parecían vacías de gente, pero llenas de extrañas cosas vigilantes.
Eso era: algo la vigilaba. El cielo sobre su cabeza no era azul, sino lechoso y opaco, como un cuenco gigante vuelto boca abajo. El aire era sofocante, y __________ tuvo la seguridad de que había ojos observándola.
Vio algo oscuro en las ramas del viejo membrillo que había frente a la casa.
Era un cuervo, tan inmóvil como las hojas teñidas de amarillo de su alrededor. Y era la cosa que la observaba.
Intentó decirse que era ridículo, pero en cierto modo lo sabía. Era el cuervo más grande que había visto nunca, gordo y brillante, con arcos iris centelleando en sus plumas negras. Podía ver cada detalle con claridad: las ávidas garras oscuras, el afilado pico, el individual y centelleante ojo negro.
Estaba tan quieto que podría haber sido un modelo en cera de un ave colocado allí. Pero mientras lo contemplaba fijamente, _________ se sintió enrojecer poco a poco, el calor ascendiendo en oleadas por la garganta y las mejillas. Porque... la miraba a ella. La miraba del modo con que los chicos la miraban cuando llevaba un bañador o una blusa muy fina. Como si la desvistiera con los ojos.
Antes de darse cuenta de lo que hacía, ya había soltado la mochila y cogido una piedra de la entrada.
—¡Fuera de aquí! —dijo, y oyó la temblorosa cólera de su propia voz—. ¡Vamos! ¡Vete! —Con la última palabra, arrojó la piedra.
Hubo una explosión de hojas, pero el cuervo remontó el vuelo indemne. Las alas eran enormes y hacían tanto ruido como toda una bandada de cuervos. ________ se acuclilló, repentinamente presa del pánico, cuando el ave aleteó justo por encima de su cabeza, alborotando sus cabellos rubios con el viento producido por las alas.
Pero volvió a alzarse abruptamente y describió un círculo, una silueta negra recortada en el cielo blanco como el papel. Luego, con un graznido ronco, giró y se marchó en dirección al bosque.
____ se irguió despacio, luego miró en derredor, cohibida. No podía creer lo que acababa de hacer. Pero ahora que el pájaro se había ido, el cielo volvía a parecer normal. Un leve viento agitó las hojas, y _______ aspiró profundamente. Calle abajo, una puerta se abrió y varios niños salieron en tropel, riendo.
________ les sonrió y volvió a tomar aire, sintiendo que una sensación de alivio la inundaba igual que la luz solar. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Era un día hermoso, que prometía mucho, y nada malo iba a suceder.
Nada malo iba a suceder; excepto que llegaría tarde al instituto. Toda la pandilla la estaría aguardando en el aparcamiento.
Siempre podía contarles a todos que se había detenido para arrojarle piedras a un mirón, se dijo, y casi soltó una risita divertida. Eso sí les daría algo en que pensar.
Sin siquiera una mirada atrás al membrillo, empezó a andar tan de prisa como pudo calle abajo.
AndreaSnape
The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú] Capítulo 1 Pt 2
El cuervo se abrió paso violentamente por entre la parte superior de un roble enorme, y la cabeza de Nick se alzó de golpe de un modo reflejo. Cuando vio que no era más que un pájaro, se relajó.
Sus ojos descendieron hasta la blanca figura flácida en sus manos, y notó que el rostro se le crispaba con pesar. No había querido matarlo. Habría cazado algo mayor que un conejo de haber sabido lo hambriento que estaba. Pero, claro, eso era justo lo que lo asustaba: no saber nunca lo fuerte que sería el hambre, o qué tendría que hacer para satisfacerla. Tenía suerte de haber matado sólo a un conejo en esa ocasión.
Se puso en pie bajo los viejos robles, con la luz del sol filtrándose hasta sus cabellos rizados. En téjanos y con una camiseta, Nick Jonas tenía todo el aspecto de un alumno normal y corriente de secundaria.
No lo era.
Se había internado en lo más profundo del bosque, donde nadie podría verlo, para alimentarse, y en aquellos momentos se pasaba la lengua a conciencia por encías y labios, para asegurarse de que no había ninguna mancha en ellos. No quería correr riesgos. Ya iba a ser bastante difícil llevar a cabo aquella mascarada.
Por un momento se preguntó, una vez más, si no debería dejarlo correr. Quizá debería regresar a Italia, de vuelta a su escondite. ¿Qué le hacía pensar que podía reincorporarse al mundo de la luz diurna?
Pero estaba cansado de vivir en sombras. Estaba cansado de la oscuridad y de las cosas que vivían en ella. Sobre todo, estaba cansado de estar solo.
No estaba seguro de por qué había escogido Fell's Church, en Virginia. Era una ciudad joven, según su criterio; los edificios más antiguos los habían levantado hacía sólo un siglo y medio. Pero recuerdos y fantasmas de la guerra de Secesión todavía vivían allí, tan reales como los supermercados y los locales de comida rápida.
Nick apreciaba el respeto por el pasado y pensaba que podría llegar a gustarle la gente de Fell's Church. Y a lo mejor —sólo a lo mejor— podría encontrar un lugar entre ella.
Jamás le aceptarían por completo, desde luego. Una amarga sonrisa curvó sus labios ante la idea. Sabía bien que no podía esperar eso. Jamás habría un lugar al que pudiera pertenecer por completo, donde pudiera ser realmente él.
A menos que eligiera pertenecer a las sombras...
Desechó la idea violentamente. Había renunciado a la oscuridad; había dejado atrás las sombras. Estaba borrando todos aquellos largos años y empezando otra vez, hoy.
Advirtió que todavía sostenía el conejo. Con suavidad, lo depositó sobre el lecho de hojas secas de roble. A lo lejos, demasiado lejos para que el oído humano lo captara, reconoció los sonidos de un zorro.
«Apresúrate, camarada cazador —pensó entristecido—. Te espera el desayuno.»
Al echarse la chaqueta sobre los hombros, reparó en el cuervo que lo había perturbado antes. Seguía posado en el roble y parecía observarle. Había algo que resultaba impropio en él.
Empezó a lanzar un pensamiento de sondeo en su dirección, para examinar al ave, y se detuvo. «Recuerda tu promesa —pensó—. No usarás los Poderes a menos que sea absolutamente necesario. No a menos que no haya otra posibilidad.»
Moviéndose casi en silencio por entre las hojas y las ramitas secas, se encaminó hacia el linde del bosque. Su coche estaba aparcado allí. Miró hacia atrás una vez y vio que el cuervo había abandonado las ramas y saltado sobre el conejo.
Había algo siniestro en el modo en que extendía las alas sobre el cuerpo blanco y flácido, algo siniestro y triunfal. A Nick se le hizo un nudo en la garganta y estuvo a punto de volver atrás para ahuyentar al pájaro. Con todo, tenía tanto derecho a comer como el zorro, se dijo.
Tanto derecho como él mismo.
Si volvía a tropezarse con el ave, echaría una mirada en su mente, decidió. Por el momento, apartó los ojos de él y corrió a través del bosque, con expresión decidida. No quería llegar tarde al instituto de secundaria Robert E. Lee.
Sus ojos descendieron hasta la blanca figura flácida en sus manos, y notó que el rostro se le crispaba con pesar. No había querido matarlo. Habría cazado algo mayor que un conejo de haber sabido lo hambriento que estaba. Pero, claro, eso era justo lo que lo asustaba: no saber nunca lo fuerte que sería el hambre, o qué tendría que hacer para satisfacerla. Tenía suerte de haber matado sólo a un conejo en esa ocasión.
Se puso en pie bajo los viejos robles, con la luz del sol filtrándose hasta sus cabellos rizados. En téjanos y con una camiseta, Nick Jonas tenía todo el aspecto de un alumno normal y corriente de secundaria.
No lo era.
Se había internado en lo más profundo del bosque, donde nadie podría verlo, para alimentarse, y en aquellos momentos se pasaba la lengua a conciencia por encías y labios, para asegurarse de que no había ninguna mancha en ellos. No quería correr riesgos. Ya iba a ser bastante difícil llevar a cabo aquella mascarada.
Por un momento se preguntó, una vez más, si no debería dejarlo correr. Quizá debería regresar a Italia, de vuelta a su escondite. ¿Qué le hacía pensar que podía reincorporarse al mundo de la luz diurna?
Pero estaba cansado de vivir en sombras. Estaba cansado de la oscuridad y de las cosas que vivían en ella. Sobre todo, estaba cansado de estar solo.
No estaba seguro de por qué había escogido Fell's Church, en Virginia. Era una ciudad joven, según su criterio; los edificios más antiguos los habían levantado hacía sólo un siglo y medio. Pero recuerdos y fantasmas de la guerra de Secesión todavía vivían allí, tan reales como los supermercados y los locales de comida rápida.
Nick apreciaba el respeto por el pasado y pensaba que podría llegar a gustarle la gente de Fell's Church. Y a lo mejor —sólo a lo mejor— podría encontrar un lugar entre ella.
Jamás le aceptarían por completo, desde luego. Una amarga sonrisa curvó sus labios ante la idea. Sabía bien que no podía esperar eso. Jamás habría un lugar al que pudiera pertenecer por completo, donde pudiera ser realmente él.
A menos que eligiera pertenecer a las sombras...
Desechó la idea violentamente. Había renunciado a la oscuridad; había dejado atrás las sombras. Estaba borrando todos aquellos largos años y empezando otra vez, hoy.
Advirtió que todavía sostenía el conejo. Con suavidad, lo depositó sobre el lecho de hojas secas de roble. A lo lejos, demasiado lejos para que el oído humano lo captara, reconoció los sonidos de un zorro.
«Apresúrate, camarada cazador —pensó entristecido—. Te espera el desayuno.»
Al echarse la chaqueta sobre los hombros, reparó en el cuervo que lo había perturbado antes. Seguía posado en el roble y parecía observarle. Había algo que resultaba impropio en él.
Empezó a lanzar un pensamiento de sondeo en su dirección, para examinar al ave, y se detuvo. «Recuerda tu promesa —pensó—. No usarás los Poderes a menos que sea absolutamente necesario. No a menos que no haya otra posibilidad.»
Moviéndose casi en silencio por entre las hojas y las ramitas secas, se encaminó hacia el linde del bosque. Su coche estaba aparcado allí. Miró hacia atrás una vez y vio que el cuervo había abandonado las ramas y saltado sobre el conejo.
Había algo siniestro en el modo en que extendía las alas sobre el cuerpo blanco y flácido, algo siniestro y triunfal. A Nick se le hizo un nudo en la garganta y estuvo a punto de volver atrás para ahuyentar al pájaro. Con todo, tenía tanto derecho a comer como el zorro, se dijo.
Tanto derecho como él mismo.
Si volvía a tropezarse con el ave, echaría una mirada en su mente, decidió. Por el momento, apartó los ojos de él y corrió a través del bosque, con expresión decidida. No quería llegar tarde al instituto de secundaria Robert E. Lee.
AndreaSnape
Re: The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
wOW♥ SIGUE! PRIMERA LECTORA NO? SAKJGBKSG WOW!
Seeyouinanotherlife
Re: The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
Hola! Bienvenida Seeyouinanotherlife!
Ya subiré el capítulo 2 een unos instantes :D
Ya subiré el capítulo 2 een unos instantes :D
AndreaSnape
The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú] Capítulo 2 Pt 1
En cuanto puso el pie en el aparcamiento del instituto, _______ se vio rodeada. Todo el mundo estaba allí, la pandilla que no había visto desde finales de junio, más cuatro o cinco advenedizas que esperaban obtener popularidad por asociación. Uno a uno aceptó los abrazos de bienvenida de su propio grupo.
Caroline había crecido al menos casi tres centímetros y resultaba más sensual y más parecida a una modelo de Vogue que nunca. Recibió a _______ con frialdad y volvió a retroceder con los verdes ojos entrecerrados como los de un gato.
Bonnie no había crecido en absoluto y su rizada cabeza roja apenas le llegaba a ________ a la barbilla cuando le arrojó los brazos al cuello. «Un momento... ¿rizos?», pensó _______. Apartó a la menuda muchacha.
—¡Bonnie! ¿Qué le has hecho a tu cabello?
—¿Te gusta? Creo que me hace parecer más alta.
Bonnie se ahuecó el ya ahuecado flequillo y sonrió, los ojos castaños centelleando emocionados y el menudo rostro ovalado encendido.
________ siguió adelante.
—Meredith. No has cambiado nada.
Aquel abrazo fue igualmente afectuoso por ambas partes. Había echado de menos a Meredith más que a nadie, se dijo ______, mirando a la alta muchacha. Meredith jamás llevaba maquillaje; pero, por otra parte, con su perfecta tez aceitunada y sus espesas pestañas negras, no lo necesitaba. Justo en aquel momento tenía una elegante ceja enarcada mientras estudiaba a _______.
—Bueno, tus cabellos son dos tonos más claros debido al sol... Pero ¿dónde está tu bronceado? Creía que te estabas dando la gran vida en la Costa Azul.
—Ya sabes que nunca me bronceo.
________ le enseñó las manos para que las inspeccionara. La piel estaba impecable, igual que porcelana, pero casi tan blanca y traslúcida como la de Bonnie.
—Sólo un minuto; esto me recuerda algo —terció Bonnie, agarrando una de las manos de _______—. ¡Adivinad qué aprendí de mi prima este verano! —Antes de que nadie pudiera hablar, ella misma comunicó triunfal—: ¡A leer las manos!
Se escucharon gemidos y algunas carcajadas.
—Rían todo lo que quieran —replicó Bonnie, sin mostrarse afectada—. Mi prima me dijo que soy médium. Ahora, veamos...
Escrutó la palma de ____________.
—Date prisa o vamos a llegar tarde —dijo ________, un tanto impaciente.
—De acuerdo, de acuerdo. Bien, ésta es tu línea de la vida... ¿o es la línea del corazón? —En el grupo, alguien lanzó una risita—. Silencio; estoy penetrando en el vacío. Veo... Veo… —de improviso, el rostro de Bonnie pareció desconcertado, como si se hubiera sobresaltado. Los ojos castaños se abrieron de par en par, pero ya no parecía contemplar la mano de __________. Era como si mirara a través de ella... a algo aterrador.
—Conocerás a un desconocido alto y moreno —murmuró Meredith desde detrás de ella y se escuchó un aluvión de risitas.
—Moreno sí, y un desconocido..., pero no alto —la voz de Bonnie sonaba baja y lejana. —Aunque —prosiguió tras un instante, con aspecto perplejo—, fue alto en una ocasión. —Los abiertos ojos castaños se alzaron hacia _______ desconcertados—. Pero eso es imposible... ¿verdad? —Soltó la mano de su amiga, casi arrojándola lejos—. No quiero ver más.
—Muy bien, se acabó el espectáculo. Vamos —dijo ________ a las demás, vagamente irritada.
Siempre le había parecido que los trucos de las médiums no eran más que eso, trucos. Entonces, ¿por qué se sentía molesta? ¿Sólo porque aquella mañana casi le había dado un ataque...?
Las jóvenes iniciaron la marcha hacia el edificio de la escuela, pero el rugido de un motor puesto a punto con precisión las detuvo a todas en seco.
—Vaya —dijo Caroline, mirándolo fijamente—. Menudo coche.
—Menudo Porsche —la corrigió Meredith con sequedad.
El elegante Turbo 911 negro ronroneó por el aparcamiento, buscando un espacio mientras se movía perezosamente como una pantera acechando a su presa.
Cuando el automóvil se detuvo, la puerta se abrió y tuvieron una breve visión del conductor.
—¡Oh, Dios mío! —murmuró Caroline.
—Ya puedes repetirlo —musitó Bonnie.
Caroline había crecido al menos casi tres centímetros y resultaba más sensual y más parecida a una modelo de Vogue que nunca. Recibió a _______ con frialdad y volvió a retroceder con los verdes ojos entrecerrados como los de un gato.
Bonnie no había crecido en absoluto y su rizada cabeza roja apenas le llegaba a ________ a la barbilla cuando le arrojó los brazos al cuello. «Un momento... ¿rizos?», pensó _______. Apartó a la menuda muchacha.
—¡Bonnie! ¿Qué le has hecho a tu cabello?
—¿Te gusta? Creo que me hace parecer más alta.
Bonnie se ahuecó el ya ahuecado flequillo y sonrió, los ojos castaños centelleando emocionados y el menudo rostro ovalado encendido.
________ siguió adelante.
—Meredith. No has cambiado nada.
Aquel abrazo fue igualmente afectuoso por ambas partes. Había echado de menos a Meredith más que a nadie, se dijo ______, mirando a la alta muchacha. Meredith jamás llevaba maquillaje; pero, por otra parte, con su perfecta tez aceitunada y sus espesas pestañas negras, no lo necesitaba. Justo en aquel momento tenía una elegante ceja enarcada mientras estudiaba a _______.
—Bueno, tus cabellos son dos tonos más claros debido al sol... Pero ¿dónde está tu bronceado? Creía que te estabas dando la gran vida en la Costa Azul.
—Ya sabes que nunca me bronceo.
________ le enseñó las manos para que las inspeccionara. La piel estaba impecable, igual que porcelana, pero casi tan blanca y traslúcida como la de Bonnie.
—Sólo un minuto; esto me recuerda algo —terció Bonnie, agarrando una de las manos de _______—. ¡Adivinad qué aprendí de mi prima este verano! —Antes de que nadie pudiera hablar, ella misma comunicó triunfal—: ¡A leer las manos!
Se escucharon gemidos y algunas carcajadas.
—Rían todo lo que quieran —replicó Bonnie, sin mostrarse afectada—. Mi prima me dijo que soy médium. Ahora, veamos...
Escrutó la palma de ____________.
—Date prisa o vamos a llegar tarde —dijo ________, un tanto impaciente.
—De acuerdo, de acuerdo. Bien, ésta es tu línea de la vida... ¿o es la línea del corazón? —En el grupo, alguien lanzó una risita—. Silencio; estoy penetrando en el vacío. Veo... Veo… —de improviso, el rostro de Bonnie pareció desconcertado, como si se hubiera sobresaltado. Los ojos castaños se abrieron de par en par, pero ya no parecía contemplar la mano de __________. Era como si mirara a través de ella... a algo aterrador.
—Conocerás a un desconocido alto y moreno —murmuró Meredith desde detrás de ella y se escuchó un aluvión de risitas.
—Moreno sí, y un desconocido..., pero no alto —la voz de Bonnie sonaba baja y lejana. —Aunque —prosiguió tras un instante, con aspecto perplejo—, fue alto en una ocasión. —Los abiertos ojos castaños se alzaron hacia _______ desconcertados—. Pero eso es imposible... ¿verdad? —Soltó la mano de su amiga, casi arrojándola lejos—. No quiero ver más.
—Muy bien, se acabó el espectáculo. Vamos —dijo ________ a las demás, vagamente irritada.
Siempre le había parecido que los trucos de las médiums no eran más que eso, trucos. Entonces, ¿por qué se sentía molesta? ¿Sólo porque aquella mañana casi le había dado un ataque...?
Las jóvenes iniciaron la marcha hacia el edificio de la escuela, pero el rugido de un motor puesto a punto con precisión las detuvo a todas en seco.
—Vaya —dijo Caroline, mirándolo fijamente—. Menudo coche.
—Menudo Porsche —la corrigió Meredith con sequedad.
El elegante Turbo 911 negro ronroneó por el aparcamiento, buscando un espacio mientras se movía perezosamente como una pantera acechando a su presa.
Cuando el automóvil se detuvo, la puerta se abrió y tuvieron una breve visión del conductor.
—¡Oh, Dios mío! —murmuró Caroline.
—Ya puedes repetirlo —musitó Bonnie.
AndreaSnape
Re: The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
Woooooooow #NewReader *-* me encantó! Espero que la sigas YA!
Hello I'm Marie, soy de México, tengo 16 años y soy tu segunda amorosa lectora!:D Espero que la sigas porque de verdad me encanta!
Hello I'm Marie, soy de México, tengo 16 años y soy tu segunda amorosa lectora!:D Espero que la sigas porque de verdad me encanta!
MarieSykes
Re: The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
Welcome MarieSykes!!!! Dentro de minutos subo la siguiente parte :D
Gracias por comentar y leer :)
Gracias por comentar y leer :)
AndreaSnape
The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú] Capítulo 2 Pt 2
Desde donde se encontraba, ________ vio que el joven tenía un cuerpo delgado de musculatura plana. Llevaba unos vaqueros descoloridos que probablemente tenía que despegar del cuerpo por la noche, una camiseta ajustada y una chaqueta de cuero de un corte poco común. El cabello era ondulado... y oscuro.
No era alto, sin embargo. Tenía una altura corriente.
_______ soltó el aliento que había contenido.
—¿Quién es ese hombre enmascarado? —preguntó Meredith.
El comentario era acertado: unas oscuras gafas de sol cubrían completamente los ojos del joven, ocultando el rostro como una máscara.
—Ese desconocido enmascarado —dijo alguien más y se elevó un murmullo de voces.
—¿Ven esa chaqueta? Es italiana, seguro.
—¿Cómo puedes saberlo? ¡Nunca has ido más allá de Little Italy de Nueva York!
—¡oh-oh! ______ vuelve a tener esa mirada. Esa expresión cazadora.
—Bajo-moreno-y-apuesto, será mejor que tengas cuidado.
—¡No es bajo; es perfecto!
En medio del parloteo, la voz de Caroline se dejó oír de repente.
—Vamos, _______. Tú ya tienes a Kevin. ¿Qué más quieres? ¿Qué puedes hacer con dos que no puedas hacer con uno?
—Lo mismo... sólo que durante más tiempo —dijo Meredith arrastrando las palabras y el grupo prorrumpió en carcajadas.
El muchacho había cerrado el coche y caminaba hacia la escuela. Con indiferencia, _______ empezó a andar tras él, con las otras chicas justo detrás de ella en un grupo compacto.
Entraron al instituto. Un largo pasillo se extendía ante ellas, y una figura en téjanos y chaqueta de cuero desaparecía en aquel momento por la entrada de la secretaría situada más allá. _______ aminoró el paso al acercarse a la secretaría, deteniéndose por fin para contemplar pensativa los mensajes del tablero de anuncios de corcho situado junto a la puerta. En aquel punto había una gran ventana desde la que resultaba visible toda la habitación.
Las otras chicas miraban descaradamente por la ventana y reían tontamente.
—Hermosa vista posterior.
—Ésa es sin lugar a dudas una chaqueta Armani.
—¿Creen que es de fuera del estado?
_______ aguzaba el oído para captar el nombre del muchacho. Parecía existir alguna especie de problema: la señora Clarke, la secretaria de admisiones, miraba una lista y negaba con la cabeza. El muchacho dijo algo, y la señora Clarke levantó las manos en un gesto que daba a entender: «¿Qué puedo hacer?». Deslizó un dedo por la lista y volvió a negar con la cabeza, de manera concluyente. El muchacho hizo intención de marcharse y luego dio la vuelta. Y cuando la señora Clarke alzó los ojos hacia él, su expresión cambió.
El desconocido tenía ahora las gafas de sol en la mano. La señora Clarke parecía sobresaltada por algo; ________ vio cómo pestañeaba varias veces. Los labios de la mujer se abrieron y cerraron como si intentara hablar.
_________ deseó poder ver algo más que la nuca del muchacho. La señora Clarke buscaba entre pilas de papel en aquellos momentos, con expresión aturdida. Por fin encontró alguna especie de formulario y escribió en él, luego lo giró y lo empujó hacia el muchacho.
Éste escribió brevemente en el impreso —firmándolo, probablemente— y lo devolvió. La señora Clarke lo miró fijamente durante un segundo, luego rebuscó en un nuevo montón de papeles, para finalmente entregarle lo que parecía un horario de clases. Sus ojos no se apartaron ni un momento del joven mientras éste lo tomaba, inclinaba la cabeza en agradecimiento y se dirigía hacia la puerta.
________ estaba loca de curiosidad a aquellas alturas. ¿Qué acababa de suceder allí? ¿Y qué aspecto tenía el rostro de aquel desconocido? Pero mientras salía de la secretaría, él se colocaba ya otra vez las gafas de sol. La embargó la desilusión.
Con todo, pudo ver el resto de la cara cuando él se detuvo en la entrada. El cabello oscuro y rizado enmarcaba facciones tan delicadas que podían haber sido sacadas de una antigua moneda o un medallón romanos. Pómulos prominentes, una clásica nariz recta... y una boca capaz de mantenerte despierta por la noche, se dijo _____. El labio superior estaba maravillosamente esculpido, con cierta sensibilidad y una gran cantidad de sensualidad. El parloteo de las chicas en el pasillo había cesado, como si alguien hubiese pulsado un interruptor.
La mayoría desviaba la mirada del muchacho ahora, ojeando a cualquier sitio excepto a él. _____ mantuvo su puesto junto a la ventana y sacudió la cabeza ligeramente, quitándose la cinta del pelo de modo que éste cayó suelto alrededor de los hombros.
Sin mirar ni a un lado ni a otro, el muchacho avanzó por el pasillo. Un coro de suspiros y susurros estalló en cuanto él ya no pudo oírlos.
________ no oyó nada de todo ello.
Había pasado justo a su lado sin prestarle atención, se dijo, aturdida. Justo a su lado sin dirigirle ni una mirada.
No era alto, sin embargo. Tenía una altura corriente.
_______ soltó el aliento que había contenido.
—¿Quién es ese hombre enmascarado? —preguntó Meredith.
El comentario era acertado: unas oscuras gafas de sol cubrían completamente los ojos del joven, ocultando el rostro como una máscara.
—Ese desconocido enmascarado —dijo alguien más y se elevó un murmullo de voces.
—¿Ven esa chaqueta? Es italiana, seguro.
—¿Cómo puedes saberlo? ¡Nunca has ido más allá de Little Italy de Nueva York!
—¡oh-oh! ______ vuelve a tener esa mirada. Esa expresión cazadora.
—Bajo-moreno-y-apuesto, será mejor que tengas cuidado.
—¡No es bajo; es perfecto!
En medio del parloteo, la voz de Caroline se dejó oír de repente.
—Vamos, _______. Tú ya tienes a Kevin. ¿Qué más quieres? ¿Qué puedes hacer con dos que no puedas hacer con uno?
—Lo mismo... sólo que durante más tiempo —dijo Meredith arrastrando las palabras y el grupo prorrumpió en carcajadas.
El muchacho había cerrado el coche y caminaba hacia la escuela. Con indiferencia, _______ empezó a andar tras él, con las otras chicas justo detrás de ella en un grupo compacto.
Entraron al instituto. Un largo pasillo se extendía ante ellas, y una figura en téjanos y chaqueta de cuero desaparecía en aquel momento por la entrada de la secretaría situada más allá. _______ aminoró el paso al acercarse a la secretaría, deteniéndose por fin para contemplar pensativa los mensajes del tablero de anuncios de corcho situado junto a la puerta. En aquel punto había una gran ventana desde la que resultaba visible toda la habitación.
Las otras chicas miraban descaradamente por la ventana y reían tontamente.
—Hermosa vista posterior.
—Ésa es sin lugar a dudas una chaqueta Armani.
—¿Creen que es de fuera del estado?
_______ aguzaba el oído para captar el nombre del muchacho. Parecía existir alguna especie de problema: la señora Clarke, la secretaria de admisiones, miraba una lista y negaba con la cabeza. El muchacho dijo algo, y la señora Clarke levantó las manos en un gesto que daba a entender: «¿Qué puedo hacer?». Deslizó un dedo por la lista y volvió a negar con la cabeza, de manera concluyente. El muchacho hizo intención de marcharse y luego dio la vuelta. Y cuando la señora Clarke alzó los ojos hacia él, su expresión cambió.
El desconocido tenía ahora las gafas de sol en la mano. La señora Clarke parecía sobresaltada por algo; ________ vio cómo pestañeaba varias veces. Los labios de la mujer se abrieron y cerraron como si intentara hablar.
_________ deseó poder ver algo más que la nuca del muchacho. La señora Clarke buscaba entre pilas de papel en aquellos momentos, con expresión aturdida. Por fin encontró alguna especie de formulario y escribió en él, luego lo giró y lo empujó hacia el muchacho.
Éste escribió brevemente en el impreso —firmándolo, probablemente— y lo devolvió. La señora Clarke lo miró fijamente durante un segundo, luego rebuscó en un nuevo montón de papeles, para finalmente entregarle lo que parecía un horario de clases. Sus ojos no se apartaron ni un momento del joven mientras éste lo tomaba, inclinaba la cabeza en agradecimiento y se dirigía hacia la puerta.
________ estaba loca de curiosidad a aquellas alturas. ¿Qué acababa de suceder allí? ¿Y qué aspecto tenía el rostro de aquel desconocido? Pero mientras salía de la secretaría, él se colocaba ya otra vez las gafas de sol. La embargó la desilusión.
Con todo, pudo ver el resto de la cara cuando él se detuvo en la entrada. El cabello oscuro y rizado enmarcaba facciones tan delicadas que podían haber sido sacadas de una antigua moneda o un medallón romanos. Pómulos prominentes, una clásica nariz recta... y una boca capaz de mantenerte despierta por la noche, se dijo _____. El labio superior estaba maravillosamente esculpido, con cierta sensibilidad y una gran cantidad de sensualidad. El parloteo de las chicas en el pasillo había cesado, como si alguien hubiese pulsado un interruptor.
La mayoría desviaba la mirada del muchacho ahora, ojeando a cualquier sitio excepto a él. _____ mantuvo su puesto junto a la ventana y sacudió la cabeza ligeramente, quitándose la cinta del pelo de modo que éste cayó suelto alrededor de los hombros.
Sin mirar ni a un lado ni a otro, el muchacho avanzó por el pasillo. Un coro de suspiros y susurros estalló en cuanto él ya no pudo oírlos.
________ no oyó nada de todo ello.
Había pasado justo a su lado sin prestarle atención, se dijo, aturdida. Justo a su lado sin dirigirle ni una mirada.
AndreaSnape
Re: The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
Perdón por no haber podido comentar pero la escuela me tiene muy ocupada:( pero aquí estoy!:) espero que la sigas porque de verdad me encanta tu novela!:D
MarieSykes
Re: The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
Lo siento por no haber publicado otra parte, es solo que habia estado ocupada en minutos publicaré otra parte
AndreaSnape
Re: The Vampire Diaries [Nick-Joe-Tú]
No te preocupes pero espero que ya subas porque me encanta tu nove!*-*
MarieSykes
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