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EL ITALIANO (ZM Y TU)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
EL ITALIANO (ZM Y TU)
Nombre: EL ITALIANO
Autor: VALE
Adaptación: SI
Género:( HOT, Romance)
Otras páginas: NO
Autor: VALE
Adaptación: SI
Género:( HOT, Romance)
Prólogo: el italiano
El italiano Zayn Malik había renunciado a las mujeres y estaba completamente dedicado a su negocio millonario, pero ___(Tn) ___(Ta), con su belleza sencilla y su estilo de vida ordenado, le había empezado a tentar. Ante ella, su cuerpo había cobrado vida y estaba dispuesto a demostrárselo. ___(Tn) siempre había sido una mujer sensata, pero con Zayn su parte atrevida salía a la luz. Lo único que él podía ofrecerle eran noches exquisitas entre sus sábanas pero, después de haber probado tales dulzuras, ¿cómo no querer más?
Otras páginas: NO
Última edición por valentiina1145 el Miér 18 Sep 2013, 12:14 am, editado 2 veces (Razón : EM HOLA ES MI PRIMERA NOVE ES UNA ADAPTACION DE UNA AMIGA QUE LA ESCRIBIO Y PUES ELLA ME PIDIO PUBLICARLO CAHU ESPERO LES GUSSTE)
valentiina1145
EL ITALIANO (ZM Y TU)
Capítulo 1-. ~ el italiano~
La arrogancia personificada. ___(Tn) lo miró, cada vez más furiosa. Él estaba justo delante suyo, tan alto como un jugador de baloncesto y de hombros tan anchos como uno de rugby. Tapándole completamente las vista. Exigiendo atención total.
«Qué típico».
Aún peor: tenía uno de esos teléfonos móviles con música, conexión a internet, cámara... Y, cada vez que pulsaba un botón, sonaba. Muy alto. A ella le resultaba muy molesto, sobre todo porque la apertura iba a comenzar. Carraspeó.
Se había pasado el último año trabajando como una loca y ahorrando hasta el último centavo--, para viajar junto con su hermana a Italia y a su fabulosa ópera. Y no iba a permitir que un estúpido egoísta, que creía que su vida social era más importante que el espectáculo, arruinara aquel momento. Carraspeó de nuevo.
Él se giró una fracción de segundo y la miró, pero continuó pulsando las teclas. La orquesta enmudeció y el oboe emitió la nota para que los demás instrumentos se afinaran. Pero eso tampoco lo detuvo: la pureza del sonido fue ensuciada por los pitidos de su móvil.
En cualquier momento, el director de la orquesta sería recibido con aplausos. Los pitidos no eran aplausos. Ni él era transparente.
___(Tn) clavó la mirada furiosa en aquella espalda y carraspeó una vez más. Observó los anchos hombros enmarcados por la chaqueta a medida, la mano que descansaba en la cadera, apartándose la chaqueta hacia atrás y enfatizando la cintura y caderas estrechas. Su camisa blanca y pantalones negros ocultaban músculos considerables y nada de grasa. Ella lo había advertido al verlo subir desde las butacas más caras. Ese hombre no pasaba desapercibido: era más alto que casi todo el público, vestía impecable, era guapo y sofisticado en aquel lugar abarrotado y caluroso. Seguramente había subido para no molestar a la élite con la que se encontraba: haría sus negocios en los asientos baratos, molestando a los plebeyos.
Un camarero pasó junto a ellos, voceando su mercancía una última vez antes de que empezara el espectáculo:
-Bebite! Acqual Cola! Vino blanco! Vino rosso Bebite...
Ella se bebería todo. Tenía mucha sed. Y estaba irritada. Tosió.
¿Por qué Kate tardaba tanto? Sólo su hermana pequeña necesitaría ir al aseo justo cuando la ópera iba a empezar. Y, en aquel teatro antiguo, había pocos servicios y estaban abarrotados. Mientras tanto, ella tenía sed y quería que la columna de más de metro ochenta que le tapaba el escenario se moviera. Y entonces, él lo hizo: se giró con el teléfono móvil delante de él. El brillo de su sonrisa fue más cegador que el repentino destello del flash.
-¿Ahora está sacando fotos? -preguntó.
-Sí -respondió él, sonriente-. Necesito un nuevo fondo de pantalla para mi teléfono. Y esta vista es espectacular, ¿no cree?
-Creo que las vistas están detrás de usted: el escenario, la orquesta...
-Se equivoca. La belleza de la noche se encuentra delante de mí.
Se guardó el teléfono en un bolsillo mientras la miraba con cierto desafío que la hizo estremecerse de pies a cabeza y acalorarse en sus zonas más secretas. Estúpidamente, deseó ir vestida con algo más glamuroso que su modesto conjunto de falda y camiseta de algodón.
Tosió, en parte de nervios y en parte porque tenía algo en la garganta.
Oyó que él hablaba con el camarero y, momentos después, lo vio acercarse a ella y tenderle la botella de agua que acababa de comprar.
-Para su garganta -anunció él con evidente diversión, entregándole la botella.
¿Qué hacer, actuar como una diva enfadada? Pero él ya había guardado el teléfono y estaba sonriendo. Y menuda sonrisa.
-Gracias –dije, reprochándome mentalmente estar sin aliento.
Él se sentó a su lado.
-¿Tiene ganas de ver la ópera?
-Sí.
¿Dónde estaba Kate? ¿Por qué tardaba tanto el director de orquesta? El tiempo estaba gastándole una broma, y el instante más fugaz se había convertido en eones.
-Es de las buenas. La representan cada año en este escenario.
-Lo sé.
Lo había leído en las guías de viaje que había devorado en la biblioteca. Aunque en aquel momento, sus ojos estaban devorando algo más. Tan cerca, él era más despampanante todavía. Mientras que en la distancia llamaba la atención su presencia física, de cerca era su expresión lo que cautivaba.
Era alto, moreno, guapo. El típico italiano de aspecto impecable. Pero tenía mucho más: un peinado alocado; la mandíbula fuerte, y angulosa con una leve sombra oscura; la boca carnosa, contrastando con los pómulos marcados... ¿Serían sus labios tan suaves como parecían? ¿Cálidos o frescos? Resultaban tremendamente apetitosos.
Compitiendo con los labios por el primer lugar estaban sus ojos: color Marrón avellana, enmarcado por pestañas largas y espesas. Y en el centro, cierta dureza, cierto «no pasar» que despertó la curiosidad de Pandora en ___(Tn).
-¿No va a beber?
Él no parecía molesto con el escrutinio, más bien satisfecho de estar allí sentado, estudiándola atentamente.
___(Tn) se acordó de la botella y se maravilló de que no despidiera vapor. ¿El agua no hervía bajo aquellas manos ardientes?
-Debería beber -comentó él con desenfado-. Parece sedienta.
Aquella sonrisa había roto la arrogancia de sus rasgos una vez más. Amplia, sensual, y enmarcando unos dientes blancos y rectos. ¡Lo tenía todo!: el cuerpo de un atleta y los rasgos de un amante sensual.
A su alrededor, mucha gente del público estaba comiendo de sus pequeñas cestas. La mayoría eran parejas, el aroma del amor llenaba la atmósfera. Él miró su bolsa de tela, vacía.
-¿No tiene un tentempié? ¿Ni un novio con quien compartir la música y la magia de esta noche?
-He venido con mi hermana, que ha ido a buscar algo -se defendió ___(Tn).
-Ah, con su hermana -dijo él en tono críptico.
Por hacer algo y dejar de mirarlo, ___(Tn) abrió la botella de agua.
-¿De dónde es usted? -inquirió él.
Era evidente que la consideraba extranjera: le había hablado en inglés desde el primer momento. ___(Tn) se imaginó que se debía a su atuendo de viaje, ropa barata y sin planchar. Ella no era una italiana a la moda.
-De Nueva Zelanda -contestó, elevando la barbilla con orgullo.
Él la miró sorprendido.
-Es un viaje largo. No me extraña que esté deseando oír la música.
-Sí, llevo años queriendo venir.
Había sido su escapada soñada. Y, una vez allí, quería comprobar si Italia era el país cálido y sensual que ella había imaginado. La ópera había sido lo que había convencido a Kate a detenerse allí de camino a Londres.
Si ___(Tn) tuviera dinero y la oportunidad, viajaría a Venecia, Florencia, Roma... a todas partes. Se había visto innumerables veces todas las películas italianas del videoclub donde trabajaba. Incluso se había aprendido algunas frases para poder charlar un poco Contempló el escenario, con las luces encendidas y la orquesta esperando en silencio. Era un sueño hecho realidad.
Se disipó su irritación y bebió de la botella, un trago largo que terminó con un suspiro de satisfacción.
Dedos fuertes pero delicados la tomaron de la barbilla e hicieron que lo mirara. Perpleja, ella se dejó, absorbiendo en silencio la intensidad de su rostro. Y de pronto, sólo existió el dedo índice de él recorriéndole con cuidado el labio inferior, enjugándole las gotas de agua.
-Qué sedienta... -comentó él suavemente.
Aquellos dedos acariciándola le despertaron un gozo sublime y el deseo travieso de sacar la lengua y saborearlo.
El público esperaba expectante, en silencio, pero aquello no era nada comparado con la expectación que la embargaba. No quería que él rompiera aquel delicioso contacto. Incluso, deseaba algo más intenso. Menuda locura. No podía querer que un extraño la besara, ¿verdad? Que posara sus labios donde su dedo estaba acariciándola...
Pues sí. Ella, que nunca había sido aficionada a las aventuras amorosas, y menos aún a historias de una noche, estaba abrumada por su deseo de tumbarse y dejarle hacer lo que quisiera, allí mismo y en aquel momento, en un teatro lleno a rebosar.
Se le cayó la botella sobre el asiento contiguo.
-¿Se da cuenta de que está a punto de empezar? -murmuró.
Él entrecerró los ojos, ocultando su brillo.
-¿Qué le hace pensar que no ha empezado ya?
Cielos... Los dedos de él se alejaron de su boca, pero le rozaron el muslo al agarrar la vela, de la cual ella se había olvidado totalmente. Instintivamente, se le tensaron todos los músculos internos. La subsiguiente ola de sensaciones, fue algo nuevo, embriagador y maravilloso. Él la miró a los ojos, sabía que estaba sumiéndola en un deseo inesperado y desacostumbrado.
-Encendámosla, ¿de acuerdo? -propuso, sacando un mechero del bolsillo.
Hubo un chasquido metálico y la llama iluminó cálidamente su rostro. ___(Tn) se lo quedó mirando, fascinada por su mandíbula en tensión, su boca firme, el brillo de su mirada.
-Debería tener un novio con quien acudir a la ópera -señaló.
Si fuera él, la abrazaría por los hombros y la apretaría contra su pecho.
-Y usted también -replicó ella, sosteniéndole la mirada.
-Cierto. Desafortunadamente, tengo otros invitados a los que entretener -informó, encogiéndose de hombros con impotencia-. Pero en un universo paralelo, estaría aquí con usted.
-¿Con una completa extraña? -se burló ella, con cierta timidez y coquetería.
-No seríamos extraños durante mucho tiempo.
Los ojos de ella brillaron de deseo y se le escapó un grito ahogado. Sí, él quería decir exactamente eso: se unirían piel con piel hasta quedar satisfechos. Cierto, era una locura. ¿Desde cuándo se sentaba sujetando la mano de una extraña y fantaseando acerca de tenerla en sus brazos? ¿Desde cuándo creía que podría sentirse satisfecho a través de la conexión con otra persona? La gente, las relaciones, no le interesaban. Sólo el trabajo podía proporcionarle satisfacción.
Ella se ruborizó, pero le sostuvo la mirada.
-Qué pena que no existan los universos paralelos.
-Cierto. Pero siempre hay un mañana.
La audiencia rompió en aplausos ensordecedores. Zayn parpadeó y la burbuja se desvaneció. Miró abajo y vio al director de orquesta en el podio, con la batuta elevada. Debía regresar a su asiento, tenía que atender a sus invitados. Maldición.
Sonrió mientras la soltaba y se ponía en pie.
-Ciao, bella.
___(Tn) pasó el siguiente momento de eternidad intentando recordar cómo se respira . Sacudió la cabeza y rió débilmente, aplacando la intensidad residual con una dosis de sarcasmo. Menudo flirteo. Él había transformado su acaloramiento por enfado en acaloramiento por atracción, disipando su incomodidad y dejándola casi jadeante.
Lo observó bajar las escaleras y regresar a la zona exclusiva. Sin mirar atrás. Ya la había olvidado. Debía de sucederle a menudo: mirar a una mujer desprevenida con sus peligrosos ojos castaños, ponerle un dedo encima, y ella decía que sí al momento. No le extrañaba que destilen aquella arrogancia. Era el tipo de hombre a quien todo le llegaba fácil, especialmente las mujeres.
Pero lo sorprendente era que ella, felizmente, habría sido una de sus mujeres.
«Irresistible».
Justo cuando empezaban los primeros acordes de la obertura, Kate se sentó junto a ella.
-Tienes agua, fantástico -dijo, agarrando la botella y vaciándola a la mitad-. Justo a tiempo para el espectáculo.
___(Tn) se tocó los labios, recorriendo el camino que había seguido él. Para ella, el principal acontecimiento de la velada ya había sucedido. Pero la Arena di Verona no la decepcionó. Dos horas más tarde, mientras tronaban los aplausos y los gritos de « ¡otra!» y «bravo», placer y alivio invadieron a ___(Tn). Había merecido la pena. La calidez, el ambiente, la música, el espectáculo... todo había sido tan maravilloso como podía desear. Bueno, casi todo. El encuentro fugaz con el flamante extraño le había hecho añorar algo que no había tenido tiempo de querer hasta entonces: caricias, placer, la sensación de ser deseada. Había estado demasiado ocupada para salir con citas, y su único intento de novio no había merecido la pena. Pero de pronto, con un roce de él, la puerta a su parte sensual se había abierto. Y ella se había quedado deseando atravesarla.
Kate y ella atravesaron la masa de gente emocionada y salieron a la plaza donde la multitud se desperdigaba. ___(Tn) no quería que la noche terminara. Todavía sentía las vibraciones de la música y las voces, pero sobre todo, aún sentía aquel dedo en sus labios... y deseaba más.
-¿No crees que la soprano estaba un poco desafinada en el último dueto?
___(Tn) sabía que Kate iba a diseccionar la actuación nota por nota, pero ella no había escuchado tan atentamente: no había podido contenerse de mirar a una de las butacas caras, donde una cabeza de cabello oscuro se elevaba por encima de las otras. La música se había convertido en la banda sonora de una fantasía que ella no podía permitirse.
-¿Dónde dices? -inquirió, y se le desvaneció la sonrisa cuando Kate se lanzó a cantar las últimas frases de la pieza más importante de la noche-. ¡Kate!
Qué vergüenza. Pero su hermana le dedicó una mirada traviesa y continuó. La gente se giró a mirarlas y fue haciéndoles un corro. ___(Tn) deseó poder perderse de nuevo en la multitud. Entonces, vio al grupo de hombres impecablemente vestidos. Él se hallaba en el centro, más alto que los demás, y las miraba sin disimulo. A su lado había una mujer. Por supuesto. Guapa y elegante, evidentemente acostumbrada a ropa de diseño, y evidentemente interesada en él. ¿Tal vez una amante con la que acudir a la ópera?
Un estúpido sentimiento de pérdida se apoderó de ella. Sólo habían intercambiado unas cuantas palabras en las escaleras, pero habían destapado una miríada de posibilidades. Únicamente, ella no era como la mujer que lo acompañaba, así que no existía ninguna posibilidad, después de todo; qué amarga decepción.
En cuanto Kate se detuvo para tomar aire, ___(Tn) la agarró del brazo.
-¿Has terminado?
-No -respondió la joven, sonriendo por si alguien los miraba-. Tengo una gran idea.
___(Tn) no quería escuchar, sólo quería marcharse. Miró por encima de su hombro para verlo una última vez: estaba mirándola sonriente y, cuando sus miradas se encontraron, él le guiñó un ojo. Ella no sonrió, pero mantuvo la mirada para capturar aquella imagen en su mente.
Su hermana y ella giraron una esquina, llegando a una de las concurridas calles laterales.
-No pienso comer sólo pan en los próximos dos días -anunció Kate-. Estamos en Italia. Quiero pasta, pizza, un restaurante. Voy a conseguir más dinero.
-¿Cómo?
-Cantando en la calle.
A ___(Tn) se le cayó el corazón al suelo. Conocía a su hermana, la atención que había logrado sólo le había abierto el apetito.
-Vamos, ____(Tn), ya has visto la multitud que se ha congregado hace un momento. Tres canciones, y tendremos para una fabulosa comida mañana, de ésas en una terraza con millones de platos y mucho vino.
A ___(Tn) se le hacía la boca agua con la idea, pero intentó ignorarlo.
-Seguramente hace falta un permiso para actuar.
Kate bostezó fingidamente.
-¿Reglas?
-Una de las dos tiene que ser responsable.
Siempre había sido ella, por necesidad. Llevaba muchos años como única responsable de ambas: madre, padre, amiga, sostén de la familia, cocinera, limpiadora, chófer...
-Es una pena que no haya un piano para que puedas acompañarme. A menos que quieras hacer ese dueto...
-De ninguna manera.
Su hermana podía llevarse la gloria, ella se contentaba con acompañarla.
-Sólo serán diez minutos. No le importará a nadie.
___(Tn) suspiró y se hizo a un lado, observando cómo Kate liberaba su cabello del sombrero de paja. Su hermana era impetuosa, imposible de contradecir y, tal y como había predicho, a los pocos minutos tenía una multitud a su alrededor. No la sorprendió. Con sus largos rizos pelirrojos y su figura delgada, Kate llamaba la atención antes incluso de abrir la boca. Y cuando empezaba a cantar, sus tonos angelicales provocaban que cualquier cosa con orejas se detuviera y escuchara. Conforme la multitud fue aumentando, Kate le dirigió una mirada triunfal. ___(Tn) se quedó a un lado, atenta por si aparecía un carabinero, ya que no quería meterse en problemas.
-Su hermana tiene mucho talento -dijo una voz masculina a su espalda.
___(Tn) dio un respingo. Se giró levemente y, al verlo allí, alto y despampanante el cuerpo se le volvió hipersensible y su cerebro amenazó con dejar de funcionar.
-Sí.
-Y usted también.
¿En qué se basaba para decir eso? ___(Tn) negó con la cabeza.
-No de la misma forma.
-Cierto -concedió él y siguió hablando en voz apenas audible-. Su hermana todavía es una niña. Mientras que usted, creo yo, alberga los talentos de una mujer.
___(Tn) inspiró hondo y lo miró fijamente
-Bromea, ¿verdad?
-No -respondió él, sosteniéndole la mirada, entre divertido y desafiante-. Se giró para mirarme de aquella manera, ¿cómo no iba a seguirla?
El guante había sido arrojado. ___(Tn) sintió un fuego plateado extendiéndose por sus venas. ¿Ella albergaba los talentos de una mujer? Si eso fuera cierto, lo tendría de rodillas delante de ella, toda su arrogancia y experiencia convertidas en algo inútil, deseándola más allá de lo razonable y queriendo concederle todo... esa idea loca le hizo estremecerse.
¿Desde cuándo era ella una diosa del sexo? ¿Cuándo había tenido sexo por última vez?
Se olvidó de Kate y sus canciones, se olvidó de la mujer que había visto junto a él, sólo oía la diversión en su voz, sólo veía su sonrisa sexy... Hablar tan sugerentemente le resultaba raro pero muy divertido, y quería que continuara. Intentó una respuesta descarada:
-Si ése es el caso, tal vez debería tener cuidado.
Él sonrió travieso.
-Sin duda -dijo y extendió la mano-. Zayn Malik.
Ella le miró la mano y sonrió con picardía.
-¿No le asusta que muerda?
-Estoy medio esperando a que lo haga.
-___(Tn) ___(Ta)-dijo, estrechándole la mano y sintiendo un cosquilleo hasta el hombro.
-___(Tn) -repitió él, de una manera que hizo que todo se le encogiera por dentro-. ¿Te ha gustado la ópera?
-Me ha encantado.
Él asintió.
-Ha sido una buena representación.
-En una atmósfera adorable.
-Mi acompañante podría haber sido un poco mejor. ¿Y el tuyo?
-No ha estado mal.
-Pero podría haber sido mejor.
-Tal vez -respondió ella y bajó la vista recatadamente-. ¿Vas a devolverme mi mano?
-Estaba pensando en llevármela a casa
-Esta noche no -dijo ella, pero no pudo evitar sonreír, invadida de placer.
Ser tan abiertamente cortejada por un hombre tan atractivo resultaba emocionante.
-¿No? Qué pena -dijo él sonriendo también-. Siempre hay un mañana.
Ella se perdió en aquellos ojos avellana, imaginándose un millón de posibilidades. Él la sujetó más fuerte.
La arrogancia personificada. ___(Tn) lo miró, cada vez más furiosa. Él estaba justo delante suyo, tan alto como un jugador de baloncesto y de hombros tan anchos como uno de rugby. Tapándole completamente las vista. Exigiendo atención total.
«Qué típico».
Aún peor: tenía uno de esos teléfonos móviles con música, conexión a internet, cámara... Y, cada vez que pulsaba un botón, sonaba. Muy alto. A ella le resultaba muy molesto, sobre todo porque la apertura iba a comenzar. Carraspeó.
Se había pasado el último año trabajando como una loca y ahorrando hasta el último centavo--, para viajar junto con su hermana a Italia y a su fabulosa ópera. Y no iba a permitir que un estúpido egoísta, que creía que su vida social era más importante que el espectáculo, arruinara aquel momento. Carraspeó de nuevo.
Él se giró una fracción de segundo y la miró, pero continuó pulsando las teclas. La orquesta enmudeció y el oboe emitió la nota para que los demás instrumentos se afinaran. Pero eso tampoco lo detuvo: la pureza del sonido fue ensuciada por los pitidos de su móvil.
En cualquier momento, el director de la orquesta sería recibido con aplausos. Los pitidos no eran aplausos. Ni él era transparente.
___(Tn) clavó la mirada furiosa en aquella espalda y carraspeó una vez más. Observó los anchos hombros enmarcados por la chaqueta a medida, la mano que descansaba en la cadera, apartándose la chaqueta hacia atrás y enfatizando la cintura y caderas estrechas. Su camisa blanca y pantalones negros ocultaban músculos considerables y nada de grasa. Ella lo había advertido al verlo subir desde las butacas más caras. Ese hombre no pasaba desapercibido: era más alto que casi todo el público, vestía impecable, era guapo y sofisticado en aquel lugar abarrotado y caluroso. Seguramente había subido para no molestar a la élite con la que se encontraba: haría sus negocios en los asientos baratos, molestando a los plebeyos.
Un camarero pasó junto a ellos, voceando su mercancía una última vez antes de que empezara el espectáculo:
-Bebite! Acqual Cola! Vino blanco! Vino rosso Bebite...
Ella se bebería todo. Tenía mucha sed. Y estaba irritada. Tosió.
¿Por qué Kate tardaba tanto? Sólo su hermana pequeña necesitaría ir al aseo justo cuando la ópera iba a empezar. Y, en aquel teatro antiguo, había pocos servicios y estaban abarrotados. Mientras tanto, ella tenía sed y quería que la columna de más de metro ochenta que le tapaba el escenario se moviera. Y entonces, él lo hizo: se giró con el teléfono móvil delante de él. El brillo de su sonrisa fue más cegador que el repentino destello del flash.
-¿Ahora está sacando fotos? -preguntó.
-Sí -respondió él, sonriente-. Necesito un nuevo fondo de pantalla para mi teléfono. Y esta vista es espectacular, ¿no cree?
-Creo que las vistas están detrás de usted: el escenario, la orquesta...
-Se equivoca. La belleza de la noche se encuentra delante de mí.
Se guardó el teléfono en un bolsillo mientras la miraba con cierto desafío que la hizo estremecerse de pies a cabeza y acalorarse en sus zonas más secretas. Estúpidamente, deseó ir vestida con algo más glamuroso que su modesto conjunto de falda y camiseta de algodón.
Tosió, en parte de nervios y en parte porque tenía algo en la garganta.
Oyó que él hablaba con el camarero y, momentos después, lo vio acercarse a ella y tenderle la botella de agua que acababa de comprar.
-Para su garganta -anunció él con evidente diversión, entregándole la botella.
¿Qué hacer, actuar como una diva enfadada? Pero él ya había guardado el teléfono y estaba sonriendo. Y menuda sonrisa.
-Gracias –dije, reprochándome mentalmente estar sin aliento.
Él se sentó a su lado.
-¿Tiene ganas de ver la ópera?
-Sí.
¿Dónde estaba Kate? ¿Por qué tardaba tanto el director de orquesta? El tiempo estaba gastándole una broma, y el instante más fugaz se había convertido en eones.
-Es de las buenas. La representan cada año en este escenario.
-Lo sé.
Lo había leído en las guías de viaje que había devorado en la biblioteca. Aunque en aquel momento, sus ojos estaban devorando algo más. Tan cerca, él era más despampanante todavía. Mientras que en la distancia llamaba la atención su presencia física, de cerca era su expresión lo que cautivaba.
Era alto, moreno, guapo. El típico italiano de aspecto impecable. Pero tenía mucho más: un peinado alocado; la mandíbula fuerte, y angulosa con una leve sombra oscura; la boca carnosa, contrastando con los pómulos marcados... ¿Serían sus labios tan suaves como parecían? ¿Cálidos o frescos? Resultaban tremendamente apetitosos.
Compitiendo con los labios por el primer lugar estaban sus ojos: color Marrón avellana, enmarcado por pestañas largas y espesas. Y en el centro, cierta dureza, cierto «no pasar» que despertó la curiosidad de Pandora en ___(Tn).
-¿No va a beber?
Él no parecía molesto con el escrutinio, más bien satisfecho de estar allí sentado, estudiándola atentamente.
___(Tn) se acordó de la botella y se maravilló de que no despidiera vapor. ¿El agua no hervía bajo aquellas manos ardientes?
-Debería beber -comentó él con desenfado-. Parece sedienta.
Aquella sonrisa había roto la arrogancia de sus rasgos una vez más. Amplia, sensual, y enmarcando unos dientes blancos y rectos. ¡Lo tenía todo!: el cuerpo de un atleta y los rasgos de un amante sensual.
A su alrededor, mucha gente del público estaba comiendo de sus pequeñas cestas. La mayoría eran parejas, el aroma del amor llenaba la atmósfera. Él miró su bolsa de tela, vacía.
-¿No tiene un tentempié? ¿Ni un novio con quien compartir la música y la magia de esta noche?
-He venido con mi hermana, que ha ido a buscar algo -se defendió ___(Tn).
-Ah, con su hermana -dijo él en tono críptico.
Por hacer algo y dejar de mirarlo, ___(Tn) abrió la botella de agua.
-¿De dónde es usted? -inquirió él.
Era evidente que la consideraba extranjera: le había hablado en inglés desde el primer momento. ___(Tn) se imaginó que se debía a su atuendo de viaje, ropa barata y sin planchar. Ella no era una italiana a la moda.
-De Nueva Zelanda -contestó, elevando la barbilla con orgullo.
Él la miró sorprendido.
-Es un viaje largo. No me extraña que esté deseando oír la música.
-Sí, llevo años queriendo venir.
Había sido su escapada soñada. Y, una vez allí, quería comprobar si Italia era el país cálido y sensual que ella había imaginado. La ópera había sido lo que había convencido a Kate a detenerse allí de camino a Londres.
Si ___(Tn) tuviera dinero y la oportunidad, viajaría a Venecia, Florencia, Roma... a todas partes. Se había visto innumerables veces todas las películas italianas del videoclub donde trabajaba. Incluso se había aprendido algunas frases para poder charlar un poco Contempló el escenario, con las luces encendidas y la orquesta esperando en silencio. Era un sueño hecho realidad.
Se disipó su irritación y bebió de la botella, un trago largo que terminó con un suspiro de satisfacción.
Dedos fuertes pero delicados la tomaron de la barbilla e hicieron que lo mirara. Perpleja, ella se dejó, absorbiendo en silencio la intensidad de su rostro. Y de pronto, sólo existió el dedo índice de él recorriéndole con cuidado el labio inferior, enjugándole las gotas de agua.
-Qué sedienta... -comentó él suavemente.
Aquellos dedos acariciándola le despertaron un gozo sublime y el deseo travieso de sacar la lengua y saborearlo.
El público esperaba expectante, en silencio, pero aquello no era nada comparado con la expectación que la embargaba. No quería que él rompiera aquel delicioso contacto. Incluso, deseaba algo más intenso. Menuda locura. No podía querer que un extraño la besara, ¿verdad? Que posara sus labios donde su dedo estaba acariciándola...
Pues sí. Ella, que nunca había sido aficionada a las aventuras amorosas, y menos aún a historias de una noche, estaba abrumada por su deseo de tumbarse y dejarle hacer lo que quisiera, allí mismo y en aquel momento, en un teatro lleno a rebosar.
Se le cayó la botella sobre el asiento contiguo.
-¿Se da cuenta de que está a punto de empezar? -murmuró.
Él entrecerró los ojos, ocultando su brillo.
-¿Qué le hace pensar que no ha empezado ya?
Cielos... Los dedos de él se alejaron de su boca, pero le rozaron el muslo al agarrar la vela, de la cual ella se había olvidado totalmente. Instintivamente, se le tensaron todos los músculos internos. La subsiguiente ola de sensaciones, fue algo nuevo, embriagador y maravilloso. Él la miró a los ojos, sabía que estaba sumiéndola en un deseo inesperado y desacostumbrado.
-Encendámosla, ¿de acuerdo? -propuso, sacando un mechero del bolsillo.
Hubo un chasquido metálico y la llama iluminó cálidamente su rostro. ___(Tn) se lo quedó mirando, fascinada por su mandíbula en tensión, su boca firme, el brillo de su mirada.
-Debería tener un novio con quien acudir a la ópera -señaló.
Si fuera él, la abrazaría por los hombros y la apretaría contra su pecho.
-Y usted también -replicó ella, sosteniéndole la mirada.
-Cierto. Desafortunadamente, tengo otros invitados a los que entretener -informó, encogiéndose de hombros con impotencia-. Pero en un universo paralelo, estaría aquí con usted.
-¿Con una completa extraña? -se burló ella, con cierta timidez y coquetería.
-No seríamos extraños durante mucho tiempo.
Los ojos de ella brillaron de deseo y se le escapó un grito ahogado. Sí, él quería decir exactamente eso: se unirían piel con piel hasta quedar satisfechos. Cierto, era una locura. ¿Desde cuándo se sentaba sujetando la mano de una extraña y fantaseando acerca de tenerla en sus brazos? ¿Desde cuándo creía que podría sentirse satisfecho a través de la conexión con otra persona? La gente, las relaciones, no le interesaban. Sólo el trabajo podía proporcionarle satisfacción.
Ella se ruborizó, pero le sostuvo la mirada.
-Qué pena que no existan los universos paralelos.
-Cierto. Pero siempre hay un mañana.
La audiencia rompió en aplausos ensordecedores. Zayn parpadeó y la burbuja se desvaneció. Miró abajo y vio al director de orquesta en el podio, con la batuta elevada. Debía regresar a su asiento, tenía que atender a sus invitados. Maldición.
Sonrió mientras la soltaba y se ponía en pie.
-Ciao, bella.
___(Tn) pasó el siguiente momento de eternidad intentando recordar cómo se respira . Sacudió la cabeza y rió débilmente, aplacando la intensidad residual con una dosis de sarcasmo. Menudo flirteo. Él había transformado su acaloramiento por enfado en acaloramiento por atracción, disipando su incomodidad y dejándola casi jadeante.
Lo observó bajar las escaleras y regresar a la zona exclusiva. Sin mirar atrás. Ya la había olvidado. Debía de sucederle a menudo: mirar a una mujer desprevenida con sus peligrosos ojos castaños, ponerle un dedo encima, y ella decía que sí al momento. No le extrañaba que destilen aquella arrogancia. Era el tipo de hombre a quien todo le llegaba fácil, especialmente las mujeres.
Pero lo sorprendente era que ella, felizmente, habría sido una de sus mujeres.
«Irresistible».
Justo cuando empezaban los primeros acordes de la obertura, Kate se sentó junto a ella.
-Tienes agua, fantástico -dijo, agarrando la botella y vaciándola a la mitad-. Justo a tiempo para el espectáculo.
___(Tn) se tocó los labios, recorriendo el camino que había seguido él. Para ella, el principal acontecimiento de la velada ya había sucedido. Pero la Arena di Verona no la decepcionó. Dos horas más tarde, mientras tronaban los aplausos y los gritos de « ¡otra!» y «bravo», placer y alivio invadieron a ___(Tn). Había merecido la pena. La calidez, el ambiente, la música, el espectáculo... todo había sido tan maravilloso como podía desear. Bueno, casi todo. El encuentro fugaz con el flamante extraño le había hecho añorar algo que no había tenido tiempo de querer hasta entonces: caricias, placer, la sensación de ser deseada. Había estado demasiado ocupada para salir con citas, y su único intento de novio no había merecido la pena. Pero de pronto, con un roce de él, la puerta a su parte sensual se había abierto. Y ella se había quedado deseando atravesarla.
Kate y ella atravesaron la masa de gente emocionada y salieron a la plaza donde la multitud se desperdigaba. ___(Tn) no quería que la noche terminara. Todavía sentía las vibraciones de la música y las voces, pero sobre todo, aún sentía aquel dedo en sus labios... y deseaba más.
-¿No crees que la soprano estaba un poco desafinada en el último dueto?
___(Tn) sabía que Kate iba a diseccionar la actuación nota por nota, pero ella no había escuchado tan atentamente: no había podido contenerse de mirar a una de las butacas caras, donde una cabeza de cabello oscuro se elevaba por encima de las otras. La música se había convertido en la banda sonora de una fantasía que ella no podía permitirse.
-¿Dónde dices? -inquirió, y se le desvaneció la sonrisa cuando Kate se lanzó a cantar las últimas frases de la pieza más importante de la noche-. ¡Kate!
Qué vergüenza. Pero su hermana le dedicó una mirada traviesa y continuó. La gente se giró a mirarlas y fue haciéndoles un corro. ___(Tn) deseó poder perderse de nuevo en la multitud. Entonces, vio al grupo de hombres impecablemente vestidos. Él se hallaba en el centro, más alto que los demás, y las miraba sin disimulo. A su lado había una mujer. Por supuesto. Guapa y elegante, evidentemente acostumbrada a ropa de diseño, y evidentemente interesada en él. ¿Tal vez una amante con la que acudir a la ópera?
Un estúpido sentimiento de pérdida se apoderó de ella. Sólo habían intercambiado unas cuantas palabras en las escaleras, pero habían destapado una miríada de posibilidades. Únicamente, ella no era como la mujer que lo acompañaba, así que no existía ninguna posibilidad, después de todo; qué amarga decepción.
En cuanto Kate se detuvo para tomar aire, ___(Tn) la agarró del brazo.
-¿Has terminado?
-No -respondió la joven, sonriendo por si alguien los miraba-. Tengo una gran idea.
___(Tn) no quería escuchar, sólo quería marcharse. Miró por encima de su hombro para verlo una última vez: estaba mirándola sonriente y, cuando sus miradas se encontraron, él le guiñó un ojo. Ella no sonrió, pero mantuvo la mirada para capturar aquella imagen en su mente.
Su hermana y ella giraron una esquina, llegando a una de las concurridas calles laterales.
-No pienso comer sólo pan en los próximos dos días -anunció Kate-. Estamos en Italia. Quiero pasta, pizza, un restaurante. Voy a conseguir más dinero.
-¿Cómo?
-Cantando en la calle.
A ___(Tn) se le cayó el corazón al suelo. Conocía a su hermana, la atención que había logrado sólo le había abierto el apetito.
-Vamos, ____(Tn), ya has visto la multitud que se ha congregado hace un momento. Tres canciones, y tendremos para una fabulosa comida mañana, de ésas en una terraza con millones de platos y mucho vino.
A ___(Tn) se le hacía la boca agua con la idea, pero intentó ignorarlo.
-Seguramente hace falta un permiso para actuar.
Kate bostezó fingidamente.
-¿Reglas?
-Una de las dos tiene que ser responsable.
Siempre había sido ella, por necesidad. Llevaba muchos años como única responsable de ambas: madre, padre, amiga, sostén de la familia, cocinera, limpiadora, chófer...
-Es una pena que no haya un piano para que puedas acompañarme. A menos que quieras hacer ese dueto...
-De ninguna manera.
Su hermana podía llevarse la gloria, ella se contentaba con acompañarla.
-Sólo serán diez minutos. No le importará a nadie.
___(Tn) suspiró y se hizo a un lado, observando cómo Kate liberaba su cabello del sombrero de paja. Su hermana era impetuosa, imposible de contradecir y, tal y como había predicho, a los pocos minutos tenía una multitud a su alrededor. No la sorprendió. Con sus largos rizos pelirrojos y su figura delgada, Kate llamaba la atención antes incluso de abrir la boca. Y cuando empezaba a cantar, sus tonos angelicales provocaban que cualquier cosa con orejas se detuviera y escuchara. Conforme la multitud fue aumentando, Kate le dirigió una mirada triunfal. ___(Tn) se quedó a un lado, atenta por si aparecía un carabinero, ya que no quería meterse en problemas.
-Su hermana tiene mucho talento -dijo una voz masculina a su espalda.
___(Tn) dio un respingo. Se giró levemente y, al verlo allí, alto y despampanante el cuerpo se le volvió hipersensible y su cerebro amenazó con dejar de funcionar.
-Sí.
-Y usted también.
¿En qué se basaba para decir eso? ___(Tn) negó con la cabeza.
-No de la misma forma.
-Cierto -concedió él y siguió hablando en voz apenas audible-. Su hermana todavía es una niña. Mientras que usted, creo yo, alberga los talentos de una mujer.
___(Tn) inspiró hondo y lo miró fijamente
-Bromea, ¿verdad?
-No -respondió él, sosteniéndole la mirada, entre divertido y desafiante-. Se giró para mirarme de aquella manera, ¿cómo no iba a seguirla?
El guante había sido arrojado. ___(Tn) sintió un fuego plateado extendiéndose por sus venas. ¿Ella albergaba los talentos de una mujer? Si eso fuera cierto, lo tendría de rodillas delante de ella, toda su arrogancia y experiencia convertidas en algo inútil, deseándola más allá de lo razonable y queriendo concederle todo... esa idea loca le hizo estremecerse.
¿Desde cuándo era ella una diosa del sexo? ¿Cuándo había tenido sexo por última vez?
Se olvidó de Kate y sus canciones, se olvidó de la mujer que había visto junto a él, sólo oía la diversión en su voz, sólo veía su sonrisa sexy... Hablar tan sugerentemente le resultaba raro pero muy divertido, y quería que continuara. Intentó una respuesta descarada:
-Si ése es el caso, tal vez debería tener cuidado.
Él sonrió travieso.
-Sin duda -dijo y extendió la mano-. Zayn Malik.
Ella le miró la mano y sonrió con picardía.
-¿No le asusta que muerda?
-Estoy medio esperando a que lo haga.
-___(Tn) ___(Ta)-dijo, estrechándole la mano y sintiendo un cosquilleo hasta el hombro.
-___(Tn) -repitió él, de una manera que hizo que todo se le encogiera por dentro-. ¿Te ha gustado la ópera?
-Me ha encantado.
Él asintió.
-Ha sido una buena representación.
-En una atmósfera adorable.
-Mi acompañante podría haber sido un poco mejor. ¿Y el tuyo?
-No ha estado mal.
-Pero podría haber sido mejor.
-Tal vez -respondió ella y bajó la vista recatadamente-. ¿Vas a devolverme mi mano?
-Estaba pensando en llevármela a casa
-Esta noche no -dijo ella, pero no pudo evitar sonreír, invadida de placer.
Ser tan abiertamente cortejada por un hombre tan atractivo resultaba emocionante.
-¿No? Qué pena -dijo él sonriendo también-. Siempre hay un mañana.
Ella se perdió en aquellos ojos avellana, imaginándose un millón de posibilidades. Él la sujetó más fuerte.
valentiina1145
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