'Mon Amour' (Larry Stylinson)

Mon Amour Parte 1
Entre al famosísimo bar en aquel barrio francés ‘Mon Amour’ solo y enseguida la música a altos volúmenes hizo que mis oídos se taparan y por otro lado, las luces estrobo y los faros neón me cegaron momentáneamente, sinceramente no sabía qué hacía allí, yo no soy de esas personas que van a bares seguido y se ponen ‘hasta atrás’ con las copas. Eleanor había peleado conmigo porque creyó que la engañaba con Hannah Walker pero eso era un farsa, Hannah quería algo serio conmigo pero no importaba el número de veces que le repitiera que tenía novia, siempre llegaba a mi cubículo en la oficina con una taza de té Yorkshire y amaba ese detalle que Eleanor no tenía conmigo, bueno seamos sinceros nada es para siempre, llevaba semanas peleado con mi ahora ex novia y esta tarde ‘’por fin’’ me llamó para terminar conmigo definitivamente. No es como si ella fuera el amor de mi vida, claro, porque si lo fuera en estos momentos estaría pidiéndole que volviéramos y no en un bar gay con los primeros 3 botones de mi camisa desabotonados y una botella de Coñac en la mano.
Desde que inicié mi relación con la ‘súper modelo’ le deje bastante en claro mi inclinación sexual, soy bisexual. Hace unos meses comencé a dudar mi sexualidad porque cada vez que salía, solo o con compañía, en vez de mirar los voluptuosos senos de las mujeres y sus increíbles traseros, me fijaba exclusivamente en los de los hombres: en sus traseros y en su entrepierna.
Volviendo al bar, había chicos vestidos de chicas con exagerados trajes vulgares que dejaban poco a la imaginación, los había por montones y de lo más sensuales con cuerpos alucinantes, pero yo centré mi vista en u con uno que llamó particularmente mi atención.
Un chico que portaba un vestidito rosa con morado de holán que le llegaba poco más abajo de la nalga, que estaba cubierta junto con sus piernas, por unas mallas negras con rombos que dejaban ver su tersa y blanca piel; el escote del vestido strapless* se le escurría por el pecho firme a ese pequeño, que, con seguridad no pasaba de los 20. Aquel vestido tenía copa y ese era el motivo por el cual se le bajaba cada cuanto y él lo subía sin ningún problema mientras hablaba con otro hombre morocho vestido de la misma forma que el pero con un distinto estilo. El chico de cabellera rizada llevaba un suave labial color durazno en los labios, el color era lo suficientemente claro para perderse pero lo suficientemente fuerte para provocar a un hombre… como yo. Además del labial, como si fuera tan masculino, llevaba además, una pequeña corona de fantasía sobre su cabeza.
*strapless: sin tirantes
Había notado, hasta ahora, su atuendo, pero no lo había hecho con su escultural cuerpo. Calculé, que era más alto que yo y por el alto y el porte del muchacho, que su pene mediría 20 cm aproximadamente. El chico sintió mi mirada y se despidió de su amigo para caminar de forma sensual hacia mi.

Mon amour Parte 2
Mientras caminaba hacia mí desde el otro lado de la barra le di un profundo trago a la botella de coñac que, por cierto, ya iba a la mitad de su contenido pero sinceramente no me importaba, porque jamás, ni en un millón de años hubiera sabido cómo reaccionar cuando un hombre de aquel porte caminaba hacia mí con tanta sensualidad.
Llegó a donde me encontraba y me quitó la botella suavemente sin hacer casi ningún esfuerzo, aprovechando el trance en el que me encontraba por su causa, tomó un trago y lo retuvo en su boca acercándose a mis labios, sin dejar de ver mis ojos. Me sentía violado por su mirada, esmeralda, ágil pero sobre todo, me echaba miradas como las que le pone un tigre a una cebra antes de perseguirlo hasta encontrarlo, para después pasar a la mejor parte, devorarlo; o en este caso, devorarme a mí. Lo cual no me molestaría en absoluto.
Acercó su boca a la mía hasta que sus labios rozaron con los míos .Me besó con fiereza haciendo que todo el líquido que había bebido de la botella pasara a mi boca y se regara por mi camisa y su cuello. Me di cuenta del líquido en su piel y rápidamente acerqué mi cabeza a su cuello, para con la lengua lamer todo el líquido derramado, desde su clavícula, subiendo por su cuello, llegando a la línea de su mandíbula, pasando por la comisura de sus labios y, finalmente, llegando a la deliciosa carne blanda de los mismos. El beso era mojado y lento, pero no exigente, el chico logró que su labial se corriera por sus labios y los míos.
Gruñó provocadora mente -Cariño, mira tú camisa. Esta toda sucia- Sacó un pañuelo de Dios sabe dónde y limpio mi camisa por fuera y cuando estuvo totalmente seca, sonrió y me invitó a bailar. Acepté, y cuando lo hice tomó mi mano dirigiéndome a la pista de baile, avanzando por delante de mí.