Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)

Alice se emociono al oírlo hablar. Al parecer, no recordaba quien era el vocalista. La envidie por un segundo. Yo quería seguir en la ignorancia como ella. La mire mientras ella agitaba su vaso, y las gotas de licor caían de este. Ella abrió la boca como si estuviera gritando algo, pero no la escuche. Yo no estaba allí. Estaba en otro lugar. En mis memorias. Escuche una y mil veces cuando Joe cantaba para mí y susurraba sus letras en mi oído. Lo escuche muchas veces ¿Cómo no había notado antes que él estaba allí? ¿Justo a unos pasos de mí?

Cerré los ojos. No podía ser.

-Vamos a tocar una versión de Here Without You de 3 Doors Down. Espero que les guste –dijo él vocalista –Joe. La música empezó. Él comenzó a cantar.

Me gire hacia el escenario para verlo. Dios, estaba aun más hermoso que antes. Él siempre fue guapo con su actitud de chico malo y su mirada cautivadora. Pero ahora, estaba candente. Aun más que antes. Se había cortado el cabello y traía un peinado con un cruce entre desarreglado y sexy. La última vez que lo había visto tenía el cabello largo hasta la mandíbula. Se había dejado crecer un poco la barba, pero eso no le quitaba lo guapo. Lo hacía ver peligroso de una manera sexy. Todo en él era maravilloso, antes y siempre.

Me quede viéndolo mientras cantaba la canción. Era una bonita canción, una linda letra… una dolorosa letra. Mientras cantaba se escuchaba la emoción que le ponía. Me estremecí con cada nota, abrazándome a mí misma, luche por no llorar. Era demasiado doloroso verlo ahí, frente a mí, y cantando una canción tan emotiva. No soportaría mucho más ese martirio sin llorar.

Joe movió sus ojos por el público sin mirar a nadie en particular. Pero buscaba a alguien. Lo sabía. Lo sentía. Alice, a mi lado, movía sus brazos de un lado hacia otro con emoción. Estaba borracha. Desvié la vista de ella con una pequeña sonrisa en los labios. Siempre se volvía un poco más especial cuando estaba borracha. Por eso, era mejor que lo evitara. Y hacia su esfuerzo, pero era imposible alejarla de él.

Levante la mirada hacia Joe otra vez y sentí la conexión con sus ojos. Sentí un escalofrió recorrer mi espalda al sentir su mirada conectada a la mía. Ahora, él cantaba solo mirándome a mí. No desvió la mirada. No fingió no verme. Solo se quedo viéndome. Él sabía que yo estaba allí tanto como yo sabía que él estaba allí. El tiempo se detuvo. Solo estábamos nosotros dos mirándonos fijamente mientras él cantaba.

Luche contra las lágrimas cuando la canción se estaba acabando. Desvié la mirada de él secando una lágrima que se había escapado de mis ojos. Mire a Alice que seguía con su movimiento de brazos hasta que la canción acabo. Varias otras lágrimas se escaparon otra vez.

-Gracias –concluyo Joe. Eso era todo. El mini concierto había acabado mientras la herida en mi corazón, que pensaba estaba cerrada, volvía abrirse lenta y dolorosamente. Lleve una mano hacia mi pecho y respire hondo. Esto no podía volver a pasar. Era demasiado para mí.

-¿Qué paso, cariño? –escuche a Alice hablarme. Su voz era preocupada con el tono borracho incluido.

Abrí los ojos. Sacudí la cabeza mientras secaba las lágrimas que se habían escapado de mis ojos. Sonreí sin sentir alegría.

-Solo fue la canción. No importa.

-¿Segura? –ella se tambaleo un poco acercándose a mí.

-Si –asentí-. ¿Podemos irnos? Estoy exhausta –en realidad tengo miedo de enfrentarme a Joe. Pero no lo dije.

-Si, claro que si, cariño –dijo, dejando el vaso que tenía en su mano sobre una mesa. Paso su brazo alrededor de mi cintura mientras caminábamos hacia la salida. En realidad, tenía que ser al revés, pero no lo dije.

Cuando llegamos al auto, le quite las llaves a Alice. Ella rodeo el auto tambaleándose mientras yo lo abría. Apreté el botón del mando automático y este hizo un ruido antes de abrirse. Alice busco a tientas la manija de la puerta mientras ya yo me había subido al auto. Frunció el ceno al intentarlo por quinta vez. Yo me incline hacia el asiento del copiloto y le abrí la puerta desde dentro. Ella sonrió y entro en el auto.

-Gracias –dijo. El olor de su boca era 100% licor.

-Ponte el cinturón –le dije.

La vi ponérselo antes de poner la reversa. Mire hacia el frente. En la entrada del local se acumulaba la gente que salía del bar. Entre ellos estaba la banda que acababa de tocar. Mi corazón se encogió al conectar la mirada con la de Joe otra vez. El tenía un pedazo de papel en una mano y un bolígrafo en otro, pero él no estaba concentrado en el autógrafo. Me sonrió desde su posición. Me estremecí completamente antes de concentrarme en conducir. Salí del estacionamiento en un parpadear.

Conduje en piloto automático. Mi cerebro no se estaba concentrando en el camino como yo quería. Realmente está viviendo el momento en el bar, cuando Joe me miro mientras cantaba su balada. Cada nota de la canción me llego al alma, y más producidas por la maravillosa voz de Joe. También, recordé los momentos en los que todo era color de rosa. El amor estaba impreso en cada caricia, cada beso y cada mirada. No importaba que pasara, siempre lo solucionábamos juntos. Éramos todo el uno para el otro. ¿Qué paso? Eso me gustaría saber.

-¿Te quedas en mi casa o te llevo a la tuya? –le pregunte a Alice, dejando de lado mis pensamientos.

-Como quieras –respondió ella-. Pero si me llevas a casa, tendrás que llevarte mi auto. Lo necesito para ir al trabajo mañana.

-¿Te quedas conmigo?

-No lo sé –se rió histéricamente-. ¿Viste al sexy vocalista? ¿Cómo jamás había sabido de ellos? Si el hombre esta candente, candente –volvió a reírse.

Decidí llevarla conmigo a casa. No dejaría que se quedara en su casa sola. Mucho menos que manejara. Estaba hablando puras incoherencias. No que Joe fuera menos que sexy, y mucho más caliente que el infierno, pero… ella divagaba.

Al llegar a casa, estacione el auto junto a mi Audi. Alice bajo del auto después de mí y me siguió tambaleándose hacia la entrada. Se rió mientras caminaba y decía muchas más cosas sobre lo que había pasado en el bar. La ignore por el simple hecho de que la mayoría de las cosas que decía tenían que ver con Joe.

Deje las llaves del auto sobre la mesa del comedor cuando pase por su lado. Me gire hacia Alice mientras ella parloteaba y se tambaleaba. Su risa ya me estaba molestando. La agarre por la cintura y puse su otro brazo por encima de mis hombros, y camine con ella hacia la otra habitación de la casa. La recosté en la cama y le quite las botas de cuero mientras ella seguía parloteando sobre Joe. Suspire varias veces, esperando que se callara pronto. No la soportaría un segundo más. No, cuando mi memoria ya tenía bastante material sobre él.

Deje las botas de cuero aun lado de la cama y me incorpore para ayudarla a acomodarse en la cama bajo las sabanas. Ella tumbo la cabeza sobre la almohada y se quedo dormida al fin. Suspire de alivio al no oír más su incesable parloteo y su risa estúpida.
Salí de la habitación para dirigirme a la mía mientras quitaba mis tacones con dificultad. Entre en mi habitación descalza. Deje los tacones en el suelo del armario junto al vestido de esa noche. Suspire poniéndome un camisón para dormir. Fui al baño, hice mis necesidades y lave mi cara quitando todo el maquillaje. Cuando me mire en el espejo, sonreí para mí misma. Era hermosa –en mi opinión-, los hombres babeaban detrás de mí. ¿Por qué entonces no podía olvidarme de Joe con otro hombre? Solo una respuesta: mi corazón no quería otro hombre. El quería a Joe específicamente. Mi sonrisa se borro. Todo era culpa de mi caprichoso corazón. Había salido herida por su culpa, y no podía seguir con mi vida porque él no quería hacerlo sin Joe. Era increíble.

Cuando recosté mi cabeza en la almohada, caí dormida tan rápido como Alice había caído. Fue sencillo. Nada de sueños, pesadillas… nada. Simplemente negrura. Agradecí el estar tan cansada.

La mañana siguiente, encontré un Post-It al lado de una taza de café sobre el mostrador de la cocina.

Gracias por dejarme quedarme, ____. Me lleve tu frasco de Panadol conmigo. Tengo una jaqueca horrible. Nos vemos en la escuela. Disfruta tu café.

Bien.

Tome mi café sin desayunar y salí de la casa. Ya estaba preparada para el primer día de clases oficial. Comenzaría mi clase de Español sin ninguna queja. Y no aceptaría ninguna por parte de los estudiantes. Estaba allí para enseñarles y ellos iban a aprender. Así de sencillo.

El ruido de mis tacones se mezclo con el ruido que hacían los estudiantes a mí alrededor. Solo había varones, ni una chica. Fruncí levemente el ceño preguntándome donde estarían. Les sonreí a varios chicos mientras pasaba hacia mi salón de clases. Escuche el chillido de las zapatillas deportivas mientras corrían hacia mí. Un segundo después, la puerta de madera mi salón estaba abierta. Le sonreí a Adam.

-Buenos días, Miss Hill –el sonrió también-. ¿Qué tal la mañana? El sol esta sonriendo al ver su cabellera tan divina y sus hermosos rasgos salir a su luz.

Me reí al escucharlo. Él era el único estudiante que entro conmigo al salón. Deje mi portafolio sobre el escritorio y me gire hacia él. Puse mis manos sobre mi cadera y lo mire sonriente cuando él puso su mochila en el pupitre frente a mí.

-Estoy muy bien, Adam, gracias por preguntar –le dije-. ¿Y tus compañeros?

El se encogió de hombros aun sonriendo.

-Están viendo la bola de babosos allá afuera. Las chicas están locas porque hay chicos mayores aquí –rodo los ojos-. Todos quieren verlos.

-¿A quiénes? –pregunte curiosa. Esto no era normal en CHS.

-No lo sé. Solo sé que es una banda de chicos –dijo