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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
* El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
ForJoeJonas escribió:Dentro de unos minutos subo el cap :D
pasaron HORAS!!!
y el cap!! u.u
SIGUELAAAAAAAAA!!!
CrazyxJonas
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
—No todas las mujeres se quedan embarazadas con la facilidad de Steph… Pero eso no importa. El tiempo está de nuestro lado.
—¿Ha… hablas en serio?
—Por supuesto. No es el fin del mundo. Además, no haber sacado el premio gordo significa que vamos a tener que volver a intentarlo —dio unos pasos lentos hacia ella, con cuidado de no sobresaltarla con algún movimiento súbito. Se había relajado un poco, pero aún daba la impresión de que un paso en falso le provocaría pánico—. Podemos practicar un poco más —sonrió levemente, ese gesto perverso que a _________ le cortaba el aliento—. Y eso puede ser muy divertido.
Capítulo 5
Unos pasos más y estuvo a su lado. Lo bastante cerca como para tocarse.
Inmovilizándola con la sola fuerza de su presencia, alargó la mano y le acarició la mejilla. La respuesta de __________ fue inmediata. Echó la cabeza un poco hacia atrás, entornó los ojos y entreabrió los labios para emitir un suave suspiro.
—¿Ne… necesitamos practicar? —logró decir.
—¿Tú qué crees?
La pregunta danzó sobre sus sentidos, calentándole la sangre y desbocándole el corazón. Joe movió la mano con lentitud y dejó un sendero ardiente por su rostro, su cuello, la curva expuesta de su pecho. A ________ se le resecó la garganta al instante y se humedeció unos labios súbitamente secos.
—Creía que nos entendíamos bastante bien.
—Pero siempre hay sitio para la mejora.
_________ reflexionó que se encontraban en terreno familiar. En el camino seguro y conocido que solo podía conducir en una dirección y terminar en un único sitio… la cama, haciendo un amor salvaje y pasional.
No, no amor.
El pensamiento no querido le atravesó los pensamientos como un cuchillo de hielo y amenazó con destruir el comienzo de la percepción sensual. Ella haría el amor, pero Joe, como siempre, solo saciaría su apetito de sexo, sin sentir ninguna emoción más profunda.
¿Podría seguir adelante? ¿Podría aceptar lo poco que él tenía que ofrecerle y no pedir más? ¿Podría continuar con ese amor físico cuando su corazón anhelaba una respuesta emocional de él?
Tenía que hacerlo. Era eso o nada. Ya llevaba meses con ese juego de fingir que el sexo era suficiente. Esperaba que se tornara más fácil cuanto más lo practicara. Además, su cuerpo ya se hallaba atrapado en las olas de calor que el solo hecho de pensar que iba a meterse en la cama con Joe provocaba. Unas olas que llenaban sus pensamientos obnubilaban su mente, imposibilitaban discutir consigo misma.
—¿Qué quieres mejorar?
—Bueno, está esa ducha que antes no pudimos completar…
—¡Una ducha! ¡A estas horas! ¡Joe!
Pero la protesta no tuvo convicción ni a sus propios oídos. ¿A quién quería engaña? Deseaba eso. Lo deseaba tanto que no podía decir que no. Ni quería. Podía aceptar la relación limitada que le ofrecía. Las cosas se complicaban solo cuando pensaba en incorporar a un hijo a esa relación.
—Esta noche no me quitabas la vista de encima.
Al mirarlo a los ojos vio un sorprende destello de triunfo y satisfacción.
—Yo… —comenzó _________, consternada ante la idea de que lo hubiera notado, pero el amago de protesta produjo un movimiento de cabeza en Joe.
—No te pongas a la defensiva, cariño. Me sentí halagado… y estoy seguro de que el modo en que tus ojos me seguías convencieron a todo el mundo de que la única causa de nuestro matrimonio ha sido el amor. De hecho, a mí me pasó lo mismo contigo. Estabas sensacional con ese vestido, como una reina… real y al mismo tiempo sensual. No podía dejar de mirarte. Créeme… —bajó la voz, hasta que adquirió un tono sexy—. Te he deseado toda la noche.
—Me… me alegra haber sido el tipo de esposa que querías.
—¡El tipo de esposa! —imitó las palabras con burla cínica—. Eres la esposa perfecta. ¡Todos los hombres presentes debieron de tenerme celos! —calló unos momentos y luego le dedicó una sonrisa devastadora—. Pero toda la noche he anhelado hacer una cosa —tiró suavemente de un mechón oscuro que había escapado del elegante peinado recogido. La mirada intensa estaba llena de deseo—. Quería tenerte para mí y soltarte ese peinado, dejar que el pelo te cayera libre… —entró en acción y le quitó dos horquillas estratégicamente situadas y sonrió con satisfacción cuando el pelo cayó a un lado de la cara y del hombro desnudo—. Quería sentirlo en mis manos, pasar los dedos por él, que me acariciara la cara al besarte…
Unos dedos largos y fuertes le alzaron el mentón. El beso fue lento, tentador, seductor, y le sacó el alma del cuerpo para dejarla volar libre. Y con el alma se marchó toda esperanza de pensamiento racional.
En el espacio de un único latido, las llamas de la pasión le recorrieron todo el cuerpo. No quería pensar; solo deseaba a Joe. Y lo deseaba con un anhelo descontrolado que la hizo temblar en sus brazos y agradecer la ayuda que le prestaron para mantenerse erguida.
—Sí…
La única y ronca palabra pronunciada por Joe afirmaba que sabía lo que ella sentía y reconocía que también él lo experimentaba. Volvió a capturarle la boca para saquearla y aceptar con toda la arrogancia física del conquistador la rendición que _________ no fue capaz de contener.
—Oh, sí, mi hermosa esposa. Sé lo que quieres y también yo lo quiero. Quiero sentirte desnuda contra mí. Quiero la fragancia de tu piel sobre la mía. Quiero sentir tu pelo en mi cuerpo mientras te tomo, dejar que sea como seda sobre mis labios cuando bese tu cara.
—Joe…
Su nombre fue como un grito ahogado de apetito, una expresión trémula de la penetrante corriente de necesidad que hacía que retorciera el cuerpo en una agonía de expectación. Y cada movimiento descontrolado e irreflexivo la acercaba a la dura realidad de su fuerza, al poderoso embate de su deseo ardiente, potente como una fuerza elemental, oculta pero bajo ningún concepto reducida por la manifestación civilizada de su ropa.
A través de la bruma roja que le obnubilaba los pensamientos, oyó el leve sonido de la cremallera de la parte de atrás de su vestido y sintió caer los lados del terciopelo para quedar como un revoltijo índigo alrededor de sus pies.
—¡Oh, sí!
Apenas fue un murmullo en los labios de Joe. Tenía los ojos oscuros por el deseo. El corpiño firme del vestido de terciopelo había significado que _________ no se pusiera sujetador, y las cumbres rosadas de los pechos se contrajeron en respuesta instantánea al escrutinio a que los sometió. Bajó la vista y descubrió unas braguitas de seda del mismo color que el vestido y unos ligueros que sujetaban unas medias delicadas.
—Sí, mi esposa… —bajó una mano por el sendero que habían seguido sus ojos y la piel de __________ tembló al contacto de la palma—. ¿Tienes frío?
Con vehemencia ella negó con la cabeza.
—¡No… oh, no!
En su interior era todo calor y pasión volcánica. La sangre le corría densa por las venas para asentarse en un pesado palpitar de deseo entre sus muslos, aflojándole las piernas.
Osciló hacia Joe, pero algún cambio en el rostro lo alertó y de inmediato la rodeó con los brazos y la alzó en vilo. La condujo hacia el fuego que todavía ardía en la chimenea y con suavidad la depositó sobre la mullida alfombra.
—No tienes que preocuparte… no dejaré que te enfríes —prometió con voz ronca, quitándose la ropa y tendiéndose al lado de ella antes de que pudiera echar de menos el calor protector de su presencia—. Te mantendré cálida. Más que cálida.
El calor acogedor de las llamas le bañó el cuerpo y la marca del cuerpo de Joe seguía a su lado, pero era dentro donde el calor más profundo y primitivo de todos se retorcía, a la espera de estallar en una conflagración de necesidad.
—Pero tienes razón. Aún tenemos espacio para mejorar. No… —le tomó los labios en un beso abrasador cuando ella quiso protestar débilmente—. No, cariño. Puede que pienses que ya hemos hecho el amor… pero eso no habrá sido nada… nada comparado con lo que vendrá.
Su intención era ir despacio; pero verla allí tendida, con la luz del fuego sobre la palidez de su cuerpo, las extremidades extendidas sobre la alfombra, la gloria de su cabello en torno a la cabeza… y sintió que el férreo control que se había impuesto comenzaba a debilitarse. No podía esperar… debía tomarla ya.
Debía hacerla suya, dejarle el sello de su marca.
Y entonces, si los hados eran propicios, sellaría el acuerdo de su matrimonio y la fecundaría con el hijo que ambos querían.
—Joe…
El nombre fue un susurro suave contra la mejilla de él, y al pronunciarlo se incorporó y pegó el cuerpo al suyo. La fragancia de la piel de __________ lo rodeó e hizo que la cabeza le diera vueltas. La presión de los pechos contra su torso fue un tormento sensual.
—Joe… —volvió a susurrar—. Tócame… bésame…
Con obediencia ciega, hizo lo que le pidió. La besó… la tocó… y en cuanto oyó el gemido bajo y desinhibido, la marea ardiente que sabía que esperaba para elevarlo se apoderó de sus pensamientos y estuvo perdido.
_________ jamás había visto a Joe tan salvaje, tan descontrolado. En todas las ocasiones siempre se había tomado tiempo y esforzado para que ella quedara tan involucrada en el acto sexual como él, que se hallara plenamente excitada antes de dar un paso más. Pero en esa ocasión se entregó tan completamente a la pasión sensual que lo embargaba, que resultó claro que carecía del control o de la idea de permitir semejantes consideraciones.
No es que le importara, ya que sentía que su propio deseo alcanzaba el mismo nivel que el de él. Solo tenía que rozarle la piel o besarle el cuerpo tembloroso para iniciar un incendio de pasión que le quemaba todas las células a su paso. Cada contacto, cada caricia, cada beso, provocaba una respuesta similar, hasta que se aferró a él en apetito desbocado que casi la hizo sollozar por la necesidad.
Le dio la bienvenida a la urgencia impaciente de sus manos sobre los pechos, de los diminutos mordiscos que le daba a la piel, de la fuerza con que la pegaba contra él, dejándola sin aliento en los pulmones.
—Joe… Joe… Joe…
El nombre era una letanía frenética de anhelo y los movimientos descontrolados de su cuerpo estaban pensados para excitarlo, acercarlo más al abismo. Solo tenía conciencia de él. Oyó el sonido de la seda cuando él le arrancó las braguitas ante la exigencia de la necesidad que lo dominaba.
Unas manos poderosas se plantaron bajo sus caderas y la alzaron hacia la potente fuerza de la pasión masculina; emitió un sonido de puro deleite cuando la penetró con una intensidad salvaje que desterró toda contención racional.
Su cuerpo se abrió a él; su corazón, su alma, eran de él. Si eso no era amor, entonces era algo tan próximo que resultaba imposible definir la diferencia. ¿Quién necesitaba palabras cuando se podía comunicar de la manera más maravillosa y elemental?
La fuerza de la pasión, el salvajismo, no se podían mantener durante mucho tiempo. Los dos se hallaban tan cerca del clímax que solo hicieron falta un par de duras embestidas antes de que estallara a su alrededor. Entonces gritaron al unísono y las voces reverberaron en la quietud de la habitación, para luego reinar otra vez el silencio cuando el éxtasis los despojó por completo del poder del habla.
Fue el comienzo de una noche larga y erótica. __________ apenas había podido respirar después de la acometida salvaje a sus sentidos cuando descubrió que Joe volvía a despertar a su lado y la acercaba a medida que el apetito salía otra vez a la superficie. Aunque la impaciencia se había mitigado un poco en ese momento, el ardor no fue menos intenso, y cuando la empujó al orgasmo, era una masa temblorosa y entregada, con el rostro surcado por lágrimas de felicidad que le habían caído por debajo de los párpados cerrados sin que ella se diera cuenta.
Fue la mordedura de la noche la que los despertó del sueño en el que cayeron un rato más tarde; la chimenea se había apagado y sus cuerpos sudorosos se habían enfriado. Joe la llevó por la elegante escalera curva hacia el dormitorio. La depositó en la cama y se acostó a su lado.
Pero le había prometido que no dejaría que se enfriara. Y mantuvo esa promesa al pegarla al calor de su cuerpo, mientras su contacto despertaba otra vez la palpitante necesidad que solo su posesión podía apagar. El acto fue más íntimo y lánguido.
_________ sintió como si caminara por las estrellas, remolineando por los espacios desconocidos del cosmos, perdiéndose por completo. Cuando la culminación de deleite cayó sobre ella, fue como si su mente se hubiera fragmentado en un millón de piezas que nunca más pudieran volver a unirse.
Después de aquello cayó en un pozo oscuro de absoluta extenuación del que nada pudo sacarla, ni al hombre que dormía a su lado.
Hasta que los dedos fríos y claros del amanecer de finales de diciembre comenzaron a cruzar el cielo y el cambio de luz penetró por sus párpados cerrados. Súbita e inesperadamente inquieta, se movió y frunció el ceño, preguntándose qué era lo que no encajaba.
Porque algo no encajaba. Las luces de advertencia se encendieron en su mente y su cuerpo mostró una tensión inusitada. Algo le decía que se moviera. Que era el momento para la acción.
¿Acción de qué?
Después de la gloria de la noche, esa mañana debería sentirse completa, satisfecha… ahíta. Sentía todo eso. También estaba agotada, pero a la vez se sentía perturbadoramente inquieta, nerviosa. Y por ningún motivo que pudiera ver o imaginar.
—¿Qué?
La sensación era tan poderosa que le provocó esa pregunta susurrada mientras se ponía boca arriba y luchaba por abrir unos párpados pesados como el plomo.
¿Por qué sentía como si hubiera tragado algo que le había sentado mal al estómago? Y tenía la garganta cerrada, como si se le hubiera atragantado una píldora.
¡Una píldora!
—¡Oh, no!
Mientras soltaba la exclamación al fin pudo abrir los ojos, desterrado todo rastro de sueño al tiempo que comprobaba si había despertado al hombre que tenía al lado.
La sensación de alivio al ver que no se había movido apenas duró un momento breve. El suficiente para que la verdadera realidad de lo que había olvidado arraigara en sus pensamientos atribulados.
La píldora. En la tempestad de sensualidad y deseo de la noche anterior, que le había arrebatado la capacidad de pensar, había olvidado tomar la píldora. Y ya era demasiado…
Extendió con cuidado una mano, giró el reloj digital hacia ella y contuvo un gemido al ver la hora.
Habían pasado más de doce horas desde que tendría que haberla tomado.
Se movió muy despacio y se levantó de la cama. Con cada segundo que pasaba se sentía aterrada de que Joe pudiera despertar de su sueño y echarla de menos a su lado. Pero de algún modo consiguió recoger la bata de satén del suelo, ponérsela y dirigirse al cuarto de baño que había en el dormitorio.
La luz que entraba por la ventana le permitió ver el neceser en uno de los armarios, donde siempre lo dejaba. Al sacarlo algo se retorció en su interior e hizo que le temblara la mano.
Se preguntó si hacía lo correcto. Con anterioridad ya había tenido dudas, pero después de la noche anterior, la confusión era aún mayor.
—Joe —susurró—. ¿Qué está pasando?
Al principio había parecido tan fácil. Tan sencillo. Los dos querían hijos. Ninguno mantenía otra relación, nadie tenía que sufrir por el matrimonio poco convencional que habían planeado. Y el deseo que ambos habían experimentado había sido tan poderoso que había anulado cualquier otra consideración. No podía vivir sin ese hombre en su vida, en su cama, y en su momento había dado la impresión de que Joe sentía lo mismo.
Pero, ¿qué sentía en ese instante?
Abrió el neceser de color turquesa y se quedó quieta.
¿Qué sentían los dos en ese instante?
Conocía exactamente el momento en que se había enamorado desesperadamente de su marido de conveniencia. Y el modo en que había sucedido había cambiado su perspectiva sobre todo y para siempre.
Las píldoras estaban en el fondo del neceser. Se sentó en el borde de la bañera, las sacó con cierta dificultad y volvió a hacer una pausa, contemplándolas en su mano, incapaz de decidir si seguir o no adelante.
Joe había sido tan distinto la noche anterior… Su conducta había sido extraña, desconocida para el hombre controlado y reservado que creía que era. Un hombre que mantenía una vigilancia estricta sobre sus sentimientos y que rara vez los expresaba. Pero un hombre que, la noche anterior, había estado dominado por una tormenta de emociones que ni siquiera él fue capaz de ocultar.
¿Sería posible que, igual que ella, empezara a sentir más que lo que había esperado al principio del matrimonio?
Y si así fuera, ¿sería tan débil y tonta como para considerar incluso la posibilidad de describir esa emoción como algo próximo al amor?
Una vez más alzó la tira de píldoras, y cuando fue a empujar la que había olvidado tomar la noche anterior, volvió a titubear, incapaz de decidir qué hacer. Cerró los ojos en un intento por tratar de concentrarse con mayor claridad en el problema. Le había prometido un hijo a Joe. Lo que el quería del matrimonio era un hijo legítimo. Sin embargo, ¿cómo equilibrar esa promesa con la convicción de lo que era correcto para ese hijo que pudieran concebir?
—¿________?
No había oído ningún indicio de movimiento. No había captado ningún sonido de Joe. Pero ahí estaba, de pie en el umbral de la puerta.
Abrió los ojos cuando encendió la luz, sobresaltándola y casi cegándola, y se le cayó la tira de píldoras en el lavabo con un ligero ruido que atrajo la atención de él. Avanzó un paso, las recogió y les dio la vuelta, de modo que el nombre resultó claramente legible para ambos.
—Joe… —comenzó con voz quebrada—. Yo…
Pero él no escuchaba. Tenía la vista clavada en lo que sostenía en las manos, el ceño fruncido con expresión fiera.
ForJoeJonas
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
Oh, oh...
Que mal! :S
Siguela! porfa,
madre mia, Joe se va a enfadar tanto! TT
Que mal! :S
Siguela! porfa,
madre mia, Joe se va a enfadar tanto! TT
Invitado
Invitado
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
OMJ!!!!!!!!!!
Yo sabia que eso iba a pasar tarde o temprano
Sigue con la nove
Yo sabia que eso iba a pasar tarde o temprano
Sigue con la nove
♫ Laura Jonas ♥
Re: * El Am♥r llegó en Navidad * (Joe y tú)
OMG....! ME DiiO COSAA PORBREEE JOE AUNQE COMPRENDO A ________
WAAAA SIIGEEEEEEEELAAAAAAAAAAAA
QE DIRA JOE NO ME DEJEEEES ASIII WAAAAAAAA O.O
WAAAA SIIGEEEEEEEELAAAAAAAAAAAA
QE DIRA JOE NO ME DEJEEEES ASIII WAAAAAAAA O.O
Invitado
Invitado
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