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Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
Chiks, me equivoqué y subí el veintiocho en lugar del veintisiete. Después subo los dos últimos que quedan. Siento las molestias.
Capítulo veintisiete.
Maratón I
A la mañana siguiente siento un intenso pinchazo que me atraviesa las sienes. No hace falta que venga Hermione a despertarme porque ni siquiera he dormido. Intento levantarme de la cama pero las piernas tardan en responderme y sé que es el cansancio acumulado. Siento la mirada de la castaña de pelo enmarañado desde la otra punta de la habitación y trato de sonreírle, pero esta frunce el ceño evidenciando que no se cree una mierda mi falso estado de ánimo.
—¿Cómo estás? –pregunta- Y dime la verdad.
—Fatal –suspiro y miro las camas vacías de Parvati y Lavander- Harry yo fuimos al Bosque Prohibido con Hagrid. Vimos sobre qué trata la primera prueba.
Alza las cejas, pidiéndome la respuesta sobre tal enigma.
—Dragones –digo en un susurro tan bajo que tengo que volver a repetir porque Hermione no se ha enterado.
—¿Es en serio?
—Claro que es en serio –recrimino poniéndome de pie- Anoche tuvo que llevarme Harry a la habitación porque no podía mantenerme en pie.
—¡Es horrible! –exclama también levantándose de la cama- ¿Cómo pretenden que os enfrentéis a eso? ¡Tenéis catorce años!
—En teoría tendríamos que tener diecisiete, así que… -dejo la frase en el aire mientras cojo el uniforme, ropa interior y una toalla- Me ducho yo primera, quiero llegar pronto al Gran Comedor para hablar con Cedric.
—¿Vas a decírselo?
—Claro que voy a hacerlo, es mi mejor amigo y tiene que saberlo –contesto antes de cerrar la puerta y meterme en el cuarto de baño, disfrutando así de un poco de intimidad e higiene.
Diez minutos más tarde salgo vestida, peinada y con los dientes cepillados. Hermione procede a encerrarse en el lavabo y yo opto por hacer las camas con un golpe de varita y a organizar mi mochila con los libros de las asignaturas respectivas que nos toca estudiar. Bajo a la Sala Común y una mirada castaña y verde esmeralda me reciben. Sonrío como puedo, aunque noto cómo estos no se creen, tal y como ha hecho Hermione, mi falso estado de ánimo. Me siento al lado de Harry y contemplo las apagadas cenizas que hay en la chimenea.
—¿Cómo has dormido? –me pregunta. Aunque la respuesta es obvia. Hay bolsas oscuras bajo mis ojos.
—Mal –me sincero- No he pegado ojo en toda la noche.
—Deberías relajarte un poco, sé que puedes enfrentarte a… eso y a cualquier cosa –habla Ron para darme ánimos- No sé qué es peor, vivir entre mortífagos o tener que matar a un dragón.
Abro los ojos horrorizada al darme cuenta que ha dicho eso en voz alta. Giro mi cabeza rápidamente, cerciorándome de que no hay nadie que oiga nuestra conversación, asustada ante tal revelación sobre mi vida y las pruebas del Torneo. Suspiro aliviada cuando veo que no hay mucha gente, y la poca que hay, está demasiado ocupada o haciendo deberes a último momento, o tratando de no quedarse dormidos sobre el libro.
—Sé más prudente la próxima vez, Weasley –le pido entre dientes, fulminándolo con la mirada.
—Lo siento –se disculpa con un encogimiento de hombros.
—¿Crees que deberíamos decírselo a Cedric? –pregunta Harry en voz baja, lo contrario a su amigo pelirrojo.
—Él haría lo mismo por nosotros, así que hoy en cuanto lo veamos tenemos que decírselo.
—Está bien –acepta asintiendo con la cabeza, sonriéndome- Y cálmate, no haces nada poniéndote nerviosa.
—Además, aún quedan dos semanas –me recuerda Ron.
—Dos semanas de pura mierda –digo poniendo los ojos en blanco.
Hermione baja memorizándose unos ingredientes de no sé qué poción y cuando llega junto a nosotros, calla, brindándonos una encantadora sonrisa. Nos ponemos todos de pie y sin decir nada, caminamos en silencio hacia las escaleras, las cuales nos conducen al Gran Comedor. Éste, lleno de alumnos que charlan, ríen y hacen el tonto, me recibe como una oleada de calor en pleno agosto después de salir de un local frío y aireado. Me entra una jaqueca repentina y me sobo las sienes circularmente hasta llegar a mi respectivo asiento. Fred y George ya están sentados, comiendo y conversando sobre los planes de hoy.
—¿Dónde está Daphne? –pregunta Fred.
—Y yo qué sé –respondo encogiéndome de hombros sin siquiera mirar sus castaños ojos, estoy más pendiente de la mesa de los Hufflepluf buscando una cabellera cobriza.
—Vale, borde, vale –dice frunciendo el ceño.
—Lo siento –digo cuando lo miro- Solo, no tengo un buen día.
—Ni un buen día, ni una buena noche, ni una buena semana –añade George- Es por el Torneo, ¿verdad?
—Y porque Draquito ya no le da besitos –dice una pelirroja a mi lado. Me giro a verla, y sí, es Daphne. Me sonríe y roba una tostada de la fuente, a la cual le da un mordisco- ¿Dónde estuviste ayer? Desapareciste del mapa.
—Deberes, cena, escapada al Bosque Prohibido.
Hermione me da una patada por lo bajo y Harry entrecierra los ojos.
—Auch, ¿qué? –le pregunto a la castaña de pelo enmarañado- Ella es de fiar, no creo que se lo vaya contando a Dumbledore.
—Pero nosotros sí –habla Fred ahuecando la mano en su barbilla e hincando el codo en la mesa.
—Aunque podríamos callarnos si nos hablas de esos besitos que Draco ya no te da.
Pongo los ojos en blanco y ellos ríen, dejando el tema de banda pues lo único que querían obtener era un mosqueo de mi parte. Cojo unas galletas y las troceo hasta dejarlas en diminutos pedazos, los cuales empiezo a comer con lentitud.
—Ya me explicarás eso de la escapada al bosque –pide Greengrass indirectamente- Y volviendo al tema de Draco, te busca.
—¿Para?
—¡Oh, quiere estar con su chica!
Fred y George escupen el zumo de calabaza que están bebiendo en la cara de Dean Thomas, el cual se queja poniendo una cara de asco, se seca el rostro y se levanta de la mesa indignado. Ron y Harry tratan de reprimir las carcajadas, pero no pueden y al final acaban riéndose a pleno pulmón, a lo que Hermione les regaña por ser tan maleducados e insensibles.
—¿Chica? –pregunta Fred.
—¿Tú? –lo hace ahora el otro gemelo.
—¿De Draco Malfoy? –inquieren los dos a la vez, sorprendiendo a toda la mesa de los leones.
—En realidad no hay nada oficial.
—Solo un intenso besuqueo de vez en cuando por los pasillos, antes de clases y esas cosas, ya sabéis –dice Daphne moviendo la mano con desdén mientras muerde el último trozo de tostada que le queda.
—Así que la pequeña Maslow se ha echado novio –comenta Fred con retintín alzando las cejas.
—Era de esperar –habla Harry- Llevábais ya demasiado tiempo haciendo el tonto.
—Que si ahora me peleo, ahora me llevo bien, ahora somos mejores amigos, ahora te odio, ahora te amo –Ron hace que vomita sobre el plato y lo miro mal- Lo siento, sé que te gusta, pero a mí me cae tan mal como una patada en el culo.
—¡Ron! –le reprende Hermione.
—¿Qué? Es Malfoy.
—¡Y es el novio de nuestra mejor amiga!
—Otra vez, que no es mi novio.
—No por mucho tiempo –habla Daphne. La miro y ella bebe un poco de zumo de calabaza mientras alza las cejas. Deja la copa sobre la mesa y sonríe- Estoy segura que te pide para salir este fin de semana en Hogsmeade.
—Fred, habrá que hacer vigilancia intensiva.
—Ya lo creo, podríamos usar las nuevas bombas fétidas por si la cosa se pone fea.
—Ehm, ¿hola? No hará falta ninguna bomba fétida. No puedo ir a Hogsmeade, McGonagall me castigó, ¿recordáis?
—Oh sí –dicen los dos a la vez, y después, sueltan un suspiro de alivio- Menos mal, porque eran las últimas que nos quedaban y queríamos gastarle una broma a Filch.
—Os vais a meter en líos.
—Eso, Granger, es nuestra asignatura favorita.
Pongo los ojos en blanco y sonrío. A pesar de que son molestos, irritables e idiotas, son los mejores en animarte las mañanas. Y las tardes. Y siempre. Siempre me sacan una sonrisa sea como sea, hagan lo que hagan. Simplemente es un don que tienen.
―Bueno, ¿habéis visto a Cedric? –pregunto, alzando la vista y buscando su cobriza melena entre la mesa de Hufflepluf.
―No te preocupes Evy, queda mucho día por delante, ya lo encontrarás –me dice Hermione acariciándome un hombro.
―Eso espero –digo suspirando.
―Yo me voy a mi mesa –habla Daphne. Me la quedo mirando con el ceño fruncido y ella se encoge de hombros inocentemente- Estoy viendo a Parkinson y a mi hermana cuchichear, seguro que hablan de algún cotilleo que valga la pena saber. Si es muy interesante te lo cuento. Sino… te lo cuento igual, ¡adiós!
Se levanta de la banca de un salto y se dirige a la mesa de las serpientes donde lo primero que hace es quitarle a Zabini una tostada de las manos. Le da un mordisco, la lame y entonces ya sí que es propiedad de Greengrass porque el moreno ya no tiene la menor intención de recuperar su desayuno.
―Jodida loca.
―Habló –comentan Fred sonriendo torcidamente.
―Habló el que habló –bromeo, él ríe y me pasa una galleta de chocolate, la cual como gustosamente- ¿Qué nos toca, Mione?
―Encantamientos y Adivinación.
―Uh, con los Slytherin –masculla Ron poniendo una mueca de asco.
―Oh, con Draco –digo sonriendo.
―Que le corten la cabeza, por favor –pide Weasley en voz baja.
―Idiota –pongo los ojo en blanco y dejo de prestar atención a mis amigos para centrarme en el centenar de lechuzas que corren por el Gran Comedor con paquetes atados en las patas o en los picos.
―¿Esa no es Khira? –pregunta Fred alzando la vista.
―Kiah –le corrijo. Y sí, es ella. Aterriza justo delante de mí y la miro con el ceño fruncido- Qué raro, no esperaba correo.
―No es ninguna carta –me avisa Hermione, desenredando el paquetito anudado en las patas de mi ave, a la cual le doy una galleta y le acaricio el plumaje- ¿Crees que será de Draco?
―¿Por qué tendría que ser de Draco? –pregunto después de haber recibido un cariñoso pellizco en la mano por parte de mi lechuza, que ya ha partido vuelo arriba.
―Porque el paquete es negro y tiene un sello verde –responde Ronald observando el envoltorio, manoseándolo y girándolo en busca de alguna señal.
―Dame eso, anda –le arrebato el obsequio de las manos y lo abro, observando una cajita negra de terciopelo la cual abro para toparme con un anillo de doble dedo que tiene una esmeralda tan verde como el propio pasto y una calavera oxidada.
―Es… mola –se limita a decir Ginny, pues ninguno de mis amigos dice nada.
―¿No hay remitente? –pregunta Hermione. Yo niego con la cabeza, examinando la pequeña pieza de bisutería. Pesa poco, huele a hierro y a cerrado, y da la sensación de poder cuando lo aprietas entre los dedos.
―No creo que sea de mis abuelos, pondrían el nombre o una pequeña nota –digo todavía estupefacta por el anillo- Es extraño.
Me lo pruebo y me entra a la perfección. El diámetro del anillo es el mismo que el de mis dedos índice y anular. La calavera se amolda perfectamente y no es para nada pesada. Siento un aura invisible envolverme, la cual me hace contener la respiración unos segundos. Después, la sensación cesa, pero algo minúsculo e invisible sigue rodeándome, una especie de fuerza magnética… algo.
―Te queda bien –dice Harry- Pero es raro.
―Muy estrambótico –Ron mira mal a Hermione- ¿Qué?
―¿Estrambótico? Será gotico, Mione.
―Para tu información, Ronald, esa palabra existe.
―¿En qué diccionario?
Pongo los ojos en blanco, pues las discusiones entre ellos dos son habituales, aunque cada vez más cansinas. Recojo el envoltorio de mi extraño regalo y me los guardo en el bolsillo de la túnica. El anillo simplemente lo guardo en el estuche donde tengo la pluma, para así no perderlo. Así pues, el trío de oro y yo nos levantamos de la mesa, al mismo tiempo que Ginny y los gemelos, pero retomando caminos distintos, pues nosotros tenemos Encantamientos, Fred y George tienen Vuelo, y la menor de los Weasley en cambio, imparte ahora Cuidado de Criaturas Mágicas.
―No creo que Malfoy le haya regalado esa… cosa –añade Ronald, el cual sigue discutiendo con Hermione.
―¿Por qué no?
―Es un egoísta, y en el caso de que sea él quien se lo haya regalado, es feísima. Seguro que el pijoleti le compraría algo con más clase o caro.
―Pero si no es de su familia, ni de Draco, ¿de quién es entonces? –inquiere Hermione con tono de querer llevar la razón.
―No lo sé –respondo yo- Así que si no os importa, ¿podríais dejar de discutir? Parecéis un matrimonio.
Dicho esto, ambos se ponen de color escarlata. Hermione apresura su caminar y nos deja atrás mientras tenemos una visión clara su espalda, en la cual rebotan sus ondulados mechones de cabello. Al llegar a clase, los tejones, que son con quienes compartimos la asignatura, se me quedan mirando y observo que alguno de ellos lleva en su túnica una chapa con la cara de Harry un mensajito que dice claramente ‘Potter apesta’. Se ríen entre ellos cuando ven mi cara de pocos amigos y cuando llega el profesor se la guardan para no ser regañados.
―¿Pasa algo? –pregunta Hermione sacando las cosas de su mochila.
―Se supone que la moda de las chapitas era de la semana pasada.
―Al parecer han vuelto al mercado –dice encogiéndose de hombros- No te preocupes ___, a Harry ya no le molestan.
―Pero a mí sí –mascullo entre dientes, ya que el profesor está empezando a dar clase y no quiero que se entere.
―Quizás debas hablar con Malfoy.
―¿Qué tiene que ver él en esto? –pregunto.
―Fue él quién empezó a venderlas por Hogwarts –me recuerda- Y ahora calla, quiero enterarme de la explicación.
Hago caso omiso a las definiciones que la varita del profesor va apuntando en la pizarra y que tenemos que apuntar en nuestros cuadernos y rememoro en mi cabeza el día en que, por primera vez, me topé con las dichosas chapitas ofensivas hacia Harry por simplemente haber sido seleccionado campeón sin su consentimiento, todo por obra del destino.
―¡Potter apesta! –chillaban mientras señalaban los pins de sus túnicas, alzándolas lo suficiente para que pudiésemos verlas. Harry, aunque estuviese fastidiado, no hacía más que bajar la mirada y apretar los puños.
―¡Potter tramposo! –volvían a decirle otro grupito más que también decoraban sus uniformes con las estampas.
―¡Potter pringao!
―Bueno vale ya, ¿no? –bramé harta.
―Déjalo Evelyn, no es a ti a quien molestan. No vale la pena –me pidió Harry cogiéndome del brazo y apartándome de un grupito en el que Hannah Abbot estaba incluida también de reírse de mi amigo, pero me di media vuelta y los encaré.
―¿De dónde habéis sacado estas chapas? –pregunté arrancando una de la tela de una túnica, llevándome unos cuantos jirones de ésta- ¡Dímelo!
―¿Por qué, quieres una tú también? –preguntó Hannah, con el rostro ensombrecido por haber roto su túnica- O mejor, ¿quieres una con tu cara?
―¿Quieres quedarte tú sin cara? –le amenacé tirando la chapa al suelo y pisándola, haciéndola añicos.
―Evy, déjalos. Que se entretengan con esas tontas chapas.
―Tonto tú, Potter –le insultaron unos tejones que pasan por al lado y habían oído la discusión.
Les lancé otra chapa a cada uno a la cabeza, estos llevándose la mano en la zona golpeada, pues seguramente les habría dado con la parte que pinchaba. Me encaré de nuevo a la rubia Abbot y esta frunció el ceño, tratando de intimidarme, aunque sus mejillas estaban teñidas de rojo, seguramente avergonzada porque una niña de cuarto curso le estaba plantando cara.
―¿Quién os ha dado esto?
―Malfoy, seguro que puede hacer unas con tu cara –dijo entre dientes.
―O alomejor con la tuya después de dejártela deforme, imbécil –mascullé- Y dadme eso.
Les quité a cada uno las chapas de sus túnicas, también rompiéndoselas. Se quejaron y me obligaron a darles el dinero suficiente para comprarles unas, aunque lo único que obtuvieron de mi parte fue un corte de mangas y un insulto lo suficientemente humillante como para que un grupito de último curso se riera de ellos al pasar. Me acerqué al jardín con Harry, y también con Ron y Hermione, los cuales se habían unido a nosotros. Ahí estaba el séquito de Malfoy, este apoyado en el regazo de Parkinson, del cual se levantó al verme.
―¡Eh, Maslow, justo estábamos hablando de ti! –dijo con una sonrisa torcida. Sus amigos rieron.
―¿Ah sí? Yo también maldito idiota –le lancé las chapas, con las puntas afiladas abiertas, dispuestas a pincharle en cualquier sitio que le tocase. Este se quejó y frunció el ceño- ¿Se puede saber qué tienes en la cabeza, Malfoy? Espera, no me lo digas. ¡Nada!
―¿Estás celosa por qué Potter tiene su cara en chapas y tú no? Bueno, puedo arreglar eso.
―Quiero que dejes de vender esa mierda –dije entre dientes, cruzándome de brazos.
―¿Y qué te hace pensar que voy a hacerlo?
―Bueno, Dumbledore tiene que estar deseoso de saber en qué inviertes las horas –dijo Hermione.
―Nadie ha pedido tu opinión…
―Asquerosa sangre sucia, sí –acotó Ronald poniendo los ojos en blanco- En serio Malfoy, ¿no tienes otra frase?
―¿Y tú no tienes otra túnica? La de tu abuelo ya está un poco antigua –se rio de él el rubio, junto con el resto de sus amigos.
―Cállate Malfoy.
―Oh, mira el cara rajada. ¿Sabes? Estás más guapo en las estampitas que no en la vida real –dijo mostrándole otro de sus sortilegios, los cuales ya habían sido vendidos por medio Hogwarts. Me acerqué, le di un golpe en el dorso de la mano, la cual estaba boca abajo y estas volaron por los aires- ¿Qué te pasa en la mente, Maslow?
―¡Deja de venderle esa mierda a todo el mundo o me encargaré de que sea tu cara la que esté por todas partes!
Me di media vuelta y pude escucharlo decir “la leona se pone guapa cuando se enfada, ¿no?” a lo que Pansy respondió con un gruñido lleno de celos.
Después de que mi cerebro finalice de proyectar aquellas antiguas imágenes llenas de ira y coraje, me enfado todavía más de lo que en ese momento podría haberlo estado. O bien Draco no me hizo caso y continuó vendiendo esas chapas, o las alejó del mercado pero la gente aun así sigue usándolas. Me decanto más a la primera opción. Por mucho que confíe ahora en él y las cosas estén bien entre nosotros, no quiere decir que en su debido momento hayamos estado tan mal que la opinión y súplicas del otro nos hayan importado bien poco. Así pues, es posible que Draco no haya hecho caso a mi amenaza y haya continuado haciendo lo que quisiese. Y es humillar y fastidiar a Potter.
La clase termina casi sin que me entere y lo único productivo que hago es apuntarme la tarea que mandan e insultar a unos tejones por mofarse de mi amigo –al cual prácticamente se le resbala todo- cuando pasamos por su grupito.
―Y Adivinación –dice Ron poniendo los ojos en blanco- No sé qué es peor, si la clase con Trelawney en general, o estar con esas asquerosas serpientes.
Me encojo de hombros, ya que adivinación es una clase que me gusta, y el estar entre los Slytherins lo llevo mejor ahora que no tengo que soportar las molestias del señor Draco Malfoy, aunque eso no excluye a sus amigos, los cuales sí siguen en su proyecto de incordiar a Harry. A mí ya no tanto, pues supongo que el líder de s grupo –el rubio- se los habrá impedido. Privilegios de ser su… ¿qué soy de él?
Tras subir esas inacabables escaleras, llegamos a la clase de Trelawney, la cual está ocupada por solamente ella. Está ocupada colocando en cada mesa una bola de cristal ahora limpia y sin huellas de dedos. Me siento en mi habitual mesa con Hermione y esta pone los ojos en blanco al revisar el temario que nos toca estudiar esta clase.
―No entiendo qué haces aquí si no crees nada de lo que dice Trelawney –le digo divertidamente, intentando reprimir unas carcajadas.
―Créeme, yo tampoco lo entiendo –dice suspirando dramáticamente, lo que me hace definitivamente reír.
Poco a poco las clases se van llenando, sobre todo de alumnos con túnicas decoradas por el emblema de Slytherin. Mis ojos van hacia la puerta, donde un rubio platino entra riéndose, y este, como acto reflejo, posa también los ojos en mí. De repente me olvido de lo enfadada que estoy con él y siento que la boca de mi estómago va a estallar de tanto encogerse. El pulso me tiembla y la comisura de los labios amenazan con curvarse hacia arriba. Pero éste se me adelanta y sonríe al mismo tiempo que sus labios se mueven sin pronunciar sonido alguno, solo saludándome. “Hola” me dice. Le sonrío y le respondo de la misma manera. Aunque cuando se sienta un par de asientos detrás de mí, la cordura vuelve a mí y recuerdo mi reciente enfado. Me giro y Daphne está a un par de metros de mí, me saluda y le correspondo al gesto, aunque me centro en el rubio, al cual miro con el ceño fruncido. Este, que no está mirándome, es avisado por Zabini, el cual le da un codazo en las costillas para que me preste atención.
Sus ojos grises se topan en los míos.
―Tenemos que hablar –le digo en voz baja, haciendo que cuatro o cinco pares de ojos se posen en mí, los de Pansy incluidos, los cuales me miran con fuego penetrándome.
Su cara adopta el de un semblante serio, puedo notarlo por el repentino apagón de sus ojos, pero un atisbo de diversión asoma de ellos.
―No puedes dejarme, estoy embarazado.
―No seas idiota –le pido seriamente, aunque una sonrisa asoma de mis labios.
―¿Debo tener miedo?
―Sí, y mucho.
―No será nada que un beso no pueda solucionar.
―Ya lo veremos, Malfoy –digo frunciendo el ceño y girándome, prestando atención a Trelawney, pues ha empezado su clase con una patosa entrada.
―Te ha llamado Malfoy, eso es que está enfadada contigo –le oigo decir a Zabini.
―Lo sé –responde el rubio en voz baja y, aunque dudo, parece preocupado. Eso me hace sonreír.
―¿Qué crees que será?
―No tengo ni idea.
―Señor Malfoy, Zabini –les llama la atención la profesora- ¿Podrían hacer el favor de guardar silencio? Gracias.
Y la clase se calla, se llena de olor y humo del incienso, de bostezos, de ruidos por caídas de bolas de cristal al suelo, de cuchicheos y explicaciones de Trelawney.
Última edición por Mina ♡ el Dom 02 Mar 2014, 5:37 pm, editado 1 vez
Mina ♡
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
Wowowowow un super anillo con poderes magicos,quien lo diria,ademas estaba que me mataba,no podia esperar mas con el cap,estuvo supeerr
DB
DB
dark blade
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
AHHHH Volviste :33
Al rato te subo un comentario decente xD
Al rato te subo un comentario decente xD
#Naty
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
mina.l. hasta que subes capítulo.l. te odio.l. pero te amo.l. tengo una relación odio/amor contigo.l. ahq. vale, debo hablar sobre el capítulo. evelyn no puede dejar a malfoy bc malfoy está embarazado bc evelyn y él tuvieron cosas extrañas en el bosque y desde ese día lo llamaron bosque prohibido. amé el jodido capítulo. como ya no sé qué más decirte a cerca del capítulo te digo que me leí los orígenes y amo a will, simplemente está para hacerle todo menos la tarea (?) ahrelok. y magnus, omg, amo a ése hombre, si lo conociera sería su camille (?). ya, me callo. síguela, mina, plz, por lo que más quieras, plz, plz, plz. bai, ily<333.
tobias.
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
¡Mina! ashbasbaskb Soy May! La May de "traiciones" de Albus y tu! :D
OMG volviste, ¡VOL-VIS-TE! dshbksadbksdbksda me emociono :') ¡¡gracias!! Yo siempre voy a estar acá, recordando a tu novela, pasándome todos los días de mi vida por tu tema hasta que acabe, entonces, ahí si te dejare en paz xD me pondré a leer el capitulo y luego comento!*-* sabahksb
OMG volviste, ¡VOL-VIS-TE! dshbksadbksdbksda me emociono :') ¡¡gracias!! Yo siempre voy a estar acá, recordando a tu novela, pasándome todos los días de mi vida por tu tema hasta que acabe, entonces, ahí si te dejare en paz xD me pondré a leer el capitulo y luego comento!*-* sabahksb
TheGirlImpossible
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
mi. jodida. y puta. cabeza. no. no puede ser. ¿malfoy está embarazado? i can't with my feelings. oh, ¿me nombrarás padrina? sé que lo harás. i know yu want it ¬¬ sí, en un bautizo hay madrina y padrino, pero en el de mi engendro habrá eso y padrina y madrino (?) ¿cómo van a llamar a su hijo? scorpius hyperion malfoy maslow. o rilian. ese name lo repeta. estoy to' reventá... eso es un insulto pa' los de mi clase. están to' reventaos. me llaman abraham mateo porque hablo mezclando inglish y spainish... bueno: que me he enfadado con malfoy. y odio a abbott, no sé cómo neville acabó con ella ¬¬" casados. con hijos. toma dedo, bitch .I. ARE U BOSS ASS BITCH? y, bueno, que la sigas early, bby. lot of jamón <3 -pd: por si las dudas, antes era S.S.W... así como dato...
roronoa.
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
sabes, no había comentado pensando que no la ibas a seguir, pero leí tu novela a principios de año y quedé más que fascinada. tiene una trama muy intensa y me atrapó rápidamente, tienes una hermosa ortografía y forma de narrar, además, draco es mi amor frustrado, ke. te juro que amo tu novela, es preciosa. como vi que no la seguías me puse bastante mal, siempre revisaba el tema hasta que me di por vencida, pero un día recordé la novela y me fijé si había otro capítulo con un poco de esperanzas y ahí estaba tu comentario de que habías vuelto y me puse muy feliz. sinceramente, no sé por qué no comenté hasta ahora, pero bueno. tu novela es genial, francamente. no dejes de escribirla porque wow, tienes muchas lectoras como yo que estamos ansiosas de leer otro capítulo y nunca nos quedamos conformes. cuando tengas tiempo libre por favor dedícalo a escribir un poco, porque really quiero seguir leyendo esta grandiosa novela. suerte en cualquier cosa que hagas y por favor síguela. saludos, tu nueva y fiel lectora Leonela<33.
Invitado
Invitado
Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
Capítulo veintiocho.
Maratón II
La clase termina con quejidos. Trelawney nos ha mandado un metro de pergamino en el que deberemos analizar nuestros sueños. Si supiera que la mitad de los míos van sobre mortífagos y ojos grises no creo que me hubiese mandado a hacer el trabajo. Recojo las cosas y le pido a los chicos que vayan yéndose al Gran Comedor, que tengo que hablar con Draco. Ronald al principio se opone, pero con un par de argumentos de Hermione logra entrar en razón. Espero al rubio en la puerta, el cual sale en compañía de Zabini, los dos gorilas, Pansy y Daphne.
―Eres pesada hasta la saciedad, Parkinson –oigo cómo le va diciendo Greengrass a la Cara Perro, y ésta, al verme, gruñe, llamando la atención de sus compañeros- ¡Evelyn!
―Hey Daph.
―Hola eh –me saluda el rubio.
―Tú quédate aquí que tenemos que halar.
―Por favor, no discutáis otra vez –nos ruega Daphne- Bastante os ha costado dar un paso en vuestra relación.
―Así que ya es oficial –dice Zabini mirándome.
―Tú, esos ojos –le reprende Malfoy al ver que el moreno me ha analizado de arriba bajo cual cacho de carne- ¿Qué pasa?
―Ven –le cojo de la corbata y oigo a sus amigos reír.
―Calma, leona –me pide quitando la mano de sus ropas y agarrándola para entrelazar nuestros dedos. Los miro y alzo la vista a sus ojos, que me queman- ¿Qué es lo que pasa?
―¿Yo a ti no te dije que dejaras de vender esas estúpidas chapas que insultan a Harry? –él se rasca la cabeza y frunce el ceño- No te hagas el tonto, sabes de lo que te hablo.
―Puede que se me olvidara mencionarlo.
―¡Draco! –bramo soltando su mano.
―Vamos cielo, lo siento. Te prometo que haré lo que haga falta para que nadie las lleve puestas, ¿de acuerdo?
―Prométemelo.
―Te lo prometo –insiste asintiendo con la cabeza.
―Con un juramento inquebrantable.
―¿Estás loca? –pregunta abriendo los ojos con sorpresa.
―Es broma, es broma –digo sonriendo ante su cara de susto, él suspira aliviado- Pero espero no ver ninguna de esas… tonterías por el colegio, o juro que te romperé las bolas.
―Ouch –gruñe él en susurro, pero sonrío- No sonrías como si fueras una niña buena.
―Lo soy, a comparación contigo.
―Ya, no soy yo el que hace explotar ventanas –me giro a verlo, pues hemos emprendido de nuevo el caminar, y frunzo el ceño- Lo siento, era broma.
―Ya, una broma más y…
―¿Qué? –me pega a su cuerpo y choca su nariz con la mía, haciéndome enrojecer- ¿Me das un besito?
―Gánatelo.
―Soy Draco Malfoy, ¿sabes que cualquiera querría estar en tu posición?
―Y yo la Niña Que Sobrevivió –le recuerdo alzando una ceja. Él sonríe y presiona sus labios con los míos.
―Te echaba de menos.
―¡Pero si me ves todos los días!
―Da igual, entre clase y clase no te veo –dice encogiéndose de hombros y apretándome más fuerte contra él- ¿Sabes?
―No, no sé.
―Te quiero –responde, helándome, paralizándome el corazón- ¿Qué estás haciendo con el frío e insensible Draco Malfoy? ¿Qué me estás haciendo, Maslow?
Le sonrío y acaricio su mejilla para volver a unir nuestros labios, aunque nos separamos en cuantro un carraspeo suena tras mis espaldas. Veo a Draco poner los ojos en blanco y me giro, encontrándome con los gemelos.
―No es por nada señorita Maslow, pero los baños están al final del pasillo.
―Sí, nos ahorrarías a gran parte del alumnado unas cuantas arcadas.
―Gracias –añade Fred, retirándose junto a su hermano, dejándonos a Draco y a mí sorprendidos.
―Esos sucios Weasley –empieza a maldecir el rubio.
―Malfoy –le paro- No empecemos.
―¿Pero por qué tienen siempre que interrumpirnos? ¿Y por qué ellos? –pregunta cuando, de nuevo de la mano, vamos yéndonos hacia el Gran Comedor.
―Menos mal que eres guapo.
―Oye –se queja- Lo dices como si no aportara nada más.
―Mhm, bueno… -digo sonriendo de lado, continuando con la broma.
―Porque te conozco y sé que estás bromeando, que sino me enfadaría contigo.
―Sabes que te quiero.
―Sí, muy en el fondo, ¿verdad? –pregunta mirándome.
―Muy, muy en el fondo –asiento riendo mientras me acurruco a su lado y él suelta mi mano para pasar el brazo por mis hombros.
Llegamos al Gran Comedor y algunos de los presentes se nos queda mirando tras nuestra cariñosa aparición. Busco con la mirada al trío de oro sentado en la mesa de los leones y los localizo en su habitual puestio. Draco se despide de mí con un beso en la mejilla y me dice que después de clases podríamos quedar en estudiar un rato en la biblioteca. Acepto, le beso a él y me voy hacia la mesa de mi casa, donde mis amigos comen.
―¿Todo arreglado? –pregunta Hermione cuando me siento a su lado, tratando de ocultar una sonrisa que me llega de oreja a oreja. Dichoso Draco Malfoy.
―Eso espero –digo encogiéndome de hombros y sonriéndole.
Empiezo a comer tal y como hacen mis amigos, y las horas pasan, las clases terminan y los alumnos nos damos un respiro por el fin del día. Harry y yo buscamos a Cedric por el castillo, pero unos alumnos de Ravenclaw nos dicen que se encuentra en los jardines, el cual está siendo adorado por todos los de su casa mientras está estirado en un banco de piedra.
―Eh Diggory, te buscan –Miranda, la chica que le ofrecía su regazo para que éste reposara su cabeza en él, le sacude el brazo.
Ced se incorpora sorprendido y nos mira, primero a Harry y después a mí. Se levanta y viene hacia nosotros preguntándome con la mirada qué es lo que pasa, pues mis ojos no denotan la misma agradable y simpática expresividad. Hay preocupación, miedo y…
―Dragones –anuncia Harry en voz alta cuando nos hemos alejado un poco del grupito de amigos de Ced.
―Harry –le reprendo por haber sido tan directo.
―¿Dragones? –pregunta mi amigo ahora confundido, mirándome para asegurarse de que esto no es ninguna broma.
―Han traído cinco, uno para cada uno, y tendremos que burlarlos para la primera prueba –explico yo tratando de ocultar el temblor de mis manos.
―¿Estáis seguros? –pregunta.
―Si no lo estuviésemos no vendríamos a contártelo –digo yo.
―Pero, ¿cómo os enterasteis? Se supone que no podemos saber…
―Eso no importa –le interrumpió Harry- Pero no somos los únicos que lo sabemos. A estas horas Fleur y Krum ya se habrán enterado, porque Maxime y Karkarov también los vieron.
Cedric nos mira, aunque se centra más en Harry. Primero le lanza una mirada llena de confusión, y después, esta se vuelve algo perspicaz.
―¿Por qué me lo cuentas? –obviamente no se refiere a mí, sabe que lo habría hecho de todas formas. Pero entre él y Harry no hay tanta confianza como para que le suelte un secreto de tan alto rango así porque así.
―Es justo, ¿no te parece? –le pregunta mirando a Cedric- Ahora todos lo sabemos.
―Estamos en pie de igualdad, ¿no? –me encojo de hombros y él me mira.
―Sí, supongo –me aprieta con suavidad el hombro y sonrío como puedo- Gracias por contármelo, a los dos. De verdad.
―No hay de qué –dice Harry por mí- Tengo que irme a la biblioteca un momento, me he dejado unos pergaminos.
―Yo me quedo aquí, tengo que hablar con Ced –le indico al azabache, el cual asiente con la cabeza.
Éste se separa de nosotros, privándonos de nuestro espacio personal para contarle lo que acontinuacion están a punto de soltar mis labios.
―Era un mortífago, Ced –susurro tan bajo, que incluso tiene que acercarse a mi boca para que se lo repita- El del puente, quien nos atacó a mí y a Draco.
―¿Cómo lo sabes?
―Mi marca dolía mientras él estaba ahí.
Se pone rígido en seguida. Palpo su tensión, su preocupación e incluso la gota de sudor frío que se desliza de su sien hasta la curva de su mandíbula. Yo apreto la mía, los dientes clavándose contra la carne interior de mi mejilla, apretándola tan fuerte hasta notar el metálico sabor a sangre.
―Me dijo que Él volvería, y que quería que yo estuviera de vuelta.
―Por Merlín –exclama susurrando, no queriendo que nadie se entere de esto- ¿Y tú cómo estás?
―No lo sé. Encima hoy he recibido esto –saco el anillo que Khia me ha traído esta mañana y se lo paso para que lo vea- En el paquete no decía de quién era. Pero es extraño, es…
―Es un anillo de la edad media –explica toqueteándolo, haciéndolo rodar entre sus dedos.
―¿Qué?
―Sí, es uno de los anillos más poderosos. Al menos de los que saben que existen, hay muchos más por ahí. Sus propietarios eran los brujos más sabios.
―¿Merlín?
―No era de él, obviamente, pero si eran hechiceros o magos tan fuertes como él, se encontraban en su mismo rango. Eran muy importantes y tenían muchísimo poder –explico pasándomelo. Me lo volví a guardar en la túnica para que nadie lo viera y fruncí el ceño- Quien quiera que te lo haya enviado, debe tener muy buenos contactos, porque hace años que estos anillos se encuentran desaparecidos.
―¿Ah sí?
―Quemaron a los brujos, y lo único que quedaron de ellos fueron esos anillos. Han encontrado muy pocos, el que tú tienes es uno de ellos.
―Vaya –exclamo perpleja- ¿Y qué poder tiene?
―No se sabe, algunos magos que han tenido la suerte de encontrarlo no han conseguido sacar ningún poder de él, otros simplemente se volvían locos y el resto no se los probaban por miedo o respeto.
―Interesante.
―No te lo pongas mucho no vaya ser que te mate –dice riendo.
―Sí, porque la probabilidad de volverme loca ya es imposible, ¿verdad?
―¿Más loca aún? No, no lo creo.
Soltamos unas carcajadas. Se siente tan bien reír con él. No me quejo de mis amigos. No de Hermione, ni Harry, ni de Ron o Daphne, ellos son unos estupendos compañeros y tengo una amistad fiel con ellos, pero la mía con Cedric es más fuerte que mil rocas. Viene bien tener amigos como el trío de oro o la loca pelirroja, pero ninguna se compara con la de mi terco y protector hermano mayor. No es que lo conozca de toda la vida, pero siento que encaja tan bien conmigo, que es mi mitad, mi fuerza vital para seguir viviendo. Y creo que, si algún día me faltara, ya no existiría más Evelyn Rose Maslow. De ahí mi pánico al Torneo. Si algo le pasara a él, si po alguna razón las pruebas fueran demasiado duras y no las superara…
Pensar en aquello me encoje el corazón, siento como si una mano invisible lo sacara de su lugar y lo arrugara como una sucia bola de papel. Duele, la sensación de vacío es horrenda, y Cedric se percata de ello. Nota el dolor en mis ojos, en la manera de fruncir el ceño, de arrugar la frente.
―¿Ocurre algo, pequeña?
―Tengo miedo de la prueba.
―Sabrás hacerlo, no te preocupes.
―No es miedo a lo que pueda pasarme, sino a lo que pueda ocurrirte a ti o a Harry –él suspira y me abraza- En serio Cedric, esto está carcomiéndome, me está dejando hueca.
―Cuando ganemos el Torneo pienso llevarte conmigo de viaje. Pasaremos las mejores vacaciones de verano que hayas imaginado nunca y cuando sea jugador de Quidditch profesional te invitaré a todos mis partidos.
―Vale, creo que eso último es demasiado utópico. Me basta con lo de las vacaciones –digo soltándome de él y mirándole divertida. Él asiente riendo y nos separamos sin parar de carcajear, hasta que unas voces llegan a mis oídos, y al no poder descifrar quiénes son, detengo mi risa y me centro en oír la conversación- ¿Oyes quiénes son?
―Potter y Malfoy, sino me equivoco.
―Esto pinta mal –murmuro para mí misma al darme cuenta que mi amigo tiene razón. Le cojo de la mano y estiro de ella para llevarle hacia el lugar donde se está desarrollando la escena. Draco, junto a sus gorilas, habla, o más bien se mofa de Harry, el cual está prácticamente rodeado de alumnos.
―No me importa lo que diga tu padre, Malfoy –le dice Harry encarándose al rubio- Es vil y cruel. Y tú un patético.
Oh, santa mierda.
―¿Patético? –pregunta Draco en voz alta cuando mi amigo le ha dado la espalda, aprovechando para sacar la varita y atacarle de estranjis.
Pero justo cuando voy a impedir que haga tal falta, Moody se me adelanta, pero no con el método que precisamente habría escogido yo. Cojeando y con su varita en mano, apuntando de hecho a mi rubio, murmura cosas sin sentido y sin pensárselo dos veces, un chorro de luz golpea contra el Slytherin, rodeándole de un torbellino de destellos que, estos, al desaparecer, dejan a un hurón blanco ponerse a dos patas.
Abro los ojos sorprendida, muda del pánico y quieta. Mis nervios no responden y no soy capaz de actuar mientras veo cómo Moody juega con Draco convertido en hurón y lo revolea por los aires, mientras todos se ríen. Incluso Ron y Hermione se mofan de Malfoy. Oigo a Cedric carcajear bastante animado, y caigo que aparte de los gorilas Crabbe y Goyle, soy la única a la que no le parece divertida esta escena.
Entonces, como un milagro enviado de Dios, aparece McGonagall y regaña a Moody, pidiéndole que transforme a Draco de nuevo en alumno, pues en Hogwarts no está permitido la transformación en los estudiantes como forma de castigo.
―¡Mi padre se enterará de esto! –grita Draco avergonzado, rojo y con el cabello despeinado, mientras sale corriendo de ahí.
Frunzo el ceño y miro a Ojoloco, el cual indica a todo el mundo que se vaya de ahí, menos a Harry y a mí. A nosotros nos pide que le sigamos a su despacho. Una vez ahí, lo único que hago es fijarme en el baúl que se mueve y grita, con una voz llena de pánico y súplica. Tiene algo ahí encerrado, y eso hace que no me centre en nada de lo que su boca sucia y deforme diga. Prácticamente, la media hora que se pasa hablando, no le escucho. Tengo mucho en qué pensar. Los dragones, la supervivencia de Ced y Harry en las pruebas y el hurón… digo Draco.
…
―¿Te has enterado de algo de lo que ha dicho Moody? –me pregunta Harry al salir del despacho de éste último.
―Sinceramente, no –respondo encogiéndome de hombros.
―¿Vas a la Sala Común? –me pregunta al ver que no paseo la vista hacia la misma dirección que toman sus ojos.
―La verdad es que quería ir a buscar a Draco.
―Ese idiota –suspira cerrando los ojos- Mira, mientras no me involucres con él, todo bien. Apoyaré tu relación aunque me sienta como una patada en el estómago.
―Sé que puede resultar a ser molesto, pero no es mal chico en realidad –le explico encogiéndome de hombros- ¿Qué os ha pasado hoy en los jardines?
―Se mofó de mí –explica poniendo los ojos en blanco- Apostó con su padre a que no aguantaba diez minutos en la primera prueba.
―¿Esa era la apuesta de Draco? –pregunto.
―Sí.
―¿Y la de Lucius?
―Que no duraba ni cinco.
―Al menos Draco estaba a tu favor y apostó por más tiempo.
―Evelyn -me mira ceñudo.
―Vale, vale –asiento con la cabeza- Bueno, no sé. Yo iré más tarde a la Sala Común, nos vemos luego.
―Ten cuidado.
―¡Siempre! –le chillo mientras me alejo por los pasillos en busca de mi rubio de ojos grisáceos.
Busco primeramente por los exteriores, ya sea jardines o bosques. Descarto la idea de seguir fuera cuando una ráfaga de aire frío me atraviesa la túnica y me hiela los huesos. Prosigo por el castillo, donde el interior es algo más cálido gracias a las antorchas que flotan por el aire. La biblioteca y zonas comunes están atestadas de gente estudiando o simplemente pasando un rato, pero no hay rastro de Draco. Hasta que se me ocurre subir a la torre de Astronomía. Corro y me detengo cuando algo metálico suena tras mis pies. Me giro y veo que es el anillo, que se ha escapado del bolsillo y se ha caído al suelo. Lo recojo, pero esta vez por las prisas me lo pongo y no lo guardo en su sitio. Vuelvo a sentir esa expansión de poder, ese aura magnética me vuelve frenética y más segura de mí misma.
Y lo veo ahí, de espaldas a mí, apoyado en la barandilla, con el aire meciendo sus cabellos. Un suspiro escapa de mis labios y eso le hace presenciar mi estancia ahí, con él. Se gira un poco y cuando me ve, vuelve a su posición inicial gruñendo en voz baja.
―Quiero estar solo.
―Yo creo que no –digo acercándome a él.
―En serio.
―Basta de ser tan cabezón y deja que esté contigo –me detengo a su lado y le miro, pero al ver que no recibo la misma atención por su parte, aparto unos cabellos de su frente- ¿Estás bien?
―Oh sí –responde irónico- Moody me ha avergonzado delante de no sé cuántos alumnos, me ha hecho volar por los aires y me ha metido en los pantalones de Crabbe.
Recordar esa escena en especial me hace reír y él frunce el ceño.
―Y encima mi novia se ríe de mí.
―Oh Draco, lo siento, pero tengo que admitirlo –respondo intentando reprimir las carcajadas-: tuvo su gracia.
―Claro, si hubiese sido al revés, otro gallo cantaría.
―Estabas monísimo de hurón –le digo.
―Cállate.
―Daban ganas de achucharte -prosigo.
―En serio, Evy.
―Y sabes que te quiero –él suspira- Mírame, anda.
Lo hace y en cuanto sus ojos se clavan en los míos, frunzo el ceño. Tiene un par de rasguños en la parte de las sienes y a medida que voy bajando la mirada por los brazos, las manos parecen tener el mismo aspecto. Las agarro y subo sus mangas, encontrándome de vez en cuando alguna zona destacada en color púrpura grisáceo.
―Santa mierda, Draco –murmuro apenada- Esto ha sido Moody, ¿no?
Su silencio me afirma la duda.
―Draco, estás herido, deberías decírselo al director. Un profesor no puede tratar así a un alumno.
―Paso, no quiero que se entere todo el mundo.
Se me cae el mundo a los pies cuando en sus ojos veo un deje de dolor. Y no físico, sino emocional. El frío, duro y egocéntrico Draco Malfoy ha dejado caer su careta de “todo me da igual” y aparece ante mí un niño de tan solo catorce años que siente, que tiene miedo, que en el fondo le duelen los comentarios y que necesita el apoyo de alguien. Quiere recargarse en alguien y ese alguien soy yo.
Cojo su cara entre mis manos y eso le obliga a mirarme. Desliza sus ojos por mis brazos, terminando en mis manos, fijándose en mis dedos, concretamente en el anillo, que seguramente es frío ante el tacto.
―¿Y eso?
―No lo sé, me lo han enviado –me encojo de hombros y él suspira.
Paso los dedos por las marcas moradas de sus sienes, por los arañazos de su mandíbula y por su enredado cabello. Empiezo a notar un picor en el dedo índice y corazón, un cosquilleo que se deslizapor toda la palma, y Draco se percata.
―Evy, tu anillo está brillando –dice abriendo los ojos sorprendido.
Me fijo en la joya que decora mis dedos y la piedra verde está brillando tanto como Draco me ha afirmado. El color resalta entre la blanquecina piel de mi rubio y la alejo rápidamente de él por miedo a que tenga alguna reacción extraña. Pero sucede todo lo contrario. Una especie de líquido brillante se expande por la cara de Draco y éste asustado, se la toca, pero en seguida todos los moretones y arañazos desaparecen, como si esa especie de líquido los hubiese borrado.
Miro el anillo, que ha dejado de brillar en cuanto el rostro de Draco ha vuelto a la normalidad, intacto de heridas y perfecto, tan perfecto como siempre. Lo miro y me llevo su cara entre mis manos para inspeccionarla.
―¡Han desaparecido!
―¡¿El qué?! –pregunta alarmado.
―¡Las marcas, los moretones! –exclamo impresionada- ¡El anillo las ha curado!
Me coge las manos y toca el anillo, pasando el dedo por la gama, por la calavera medio oxidada, fría y dura. Alza la vista y frunce el ceño, tan extrañado como yo.
―Impresionante.
―¿Debería enseñárselo a Dumbledore?
―No, si te lo han enviado es porque quieren que lo tengas tú. Es obvio que si se lo enseñas a Dumbledore se lo quedará, es una reliquia.
―¿Cómo sabes eso?
―Mi padre me lo explicó.
Su padre, un mortífago.
―Los mortífagos iban detrás de ellos hace años, con ellos adquirían poder y el Ministerio no podría hacer nada para impedirles lo que Quién-tú-sabes quería que llevaran a cabo.
―¿Me estás diciendo que esto ha podido enviármelo un mortífago?
―No se me ocurre el motivo, pero después del ataque del otro día, creo que podría ser posible.
El corazón se detiene unos segundos y por un momento siento que muero, que dejo de existir, porque la visión se oscurece y floto. Pero no, es porque he cerrado los ojos y me he dejado caer, obligando a Draco sujetarme entre sus brazos. Los abro y lo primero que veo es su cara llena de preocupación. Vuelvo a respirar, esta vez agitada por los intensos segundos sin haber tenido oxígeno alguno en mis pulmones. El pulso me tiembla cuando intento alzar la mano y ver el anillo que decora mis dedos. Lo saco de ellos y quiero lanzarlo por la barandilla, que caiga lejos de nosotros, pero Draco lo impide.
―Estos anillos solo tienen poder para según qué mago. Algunos pueden usarlo y no ocurrir nada, otros mueren. Pocos tienen el privilegio de obtener poder de ellos, y si tú lo has conseguido, es por algo. El anillo se ajusta a las cualidades del mago, y parece que tú sirves para sanadora.
―Más despacio, creo que solo he entendido la palabra ‘mueren’.
Él me suelta despacio, dejándome apoyada en la barandilla, sentada en el frío suelo de piernas cruzadas. Se pone delante de mí y me repite lo anteriormente explicado.
―Esta clase de anillos solamente se ciernen a determinados magos, teniendo en cuenta la especialidad de éste –explica lentamente, como si fuera un bebé. Tengo intención de quejarme, pues no soy ninguna retrasada, pero la curiosidad por saber más me puede y callo. El anillo me ha sanado las heridas, por tanto, tus cualidades son sanadoras. Tu poder es curar.
―Cedric me explicó que estos anillos pertenecen a la edad media, que los propietarios fueron brujos a los cuales quemaron.
―Sí, su poder aumentaba a medida que lo usaban. Algunos se volvían locos por la magia de éstos… era como si lo amplificara todo, amplificaba tanto lo bueno como lo malo –frunzo el ceño y miro la joya- Si un mago era decente y bondadoso, no había problema. El anillo lo único que haría sería volverlo aún más bueno. Pero si el brujo ocultaba una parte oscura, si su objetivo no era precisamente curar heridas, el anillo lo volvía un monstruo.
Asiento lentamente.
―No creo que te vuelvas un monstruo, Evy –dice mirándome y dándome un ligero toque en la barbilla para hacerme alzar la vista- Al contrario, serías un ángel.
Suelto una carcajada irónica y él me abraza, estrechándome entre sus brazos. Me aferro a su espalda y el aroma de limón y hierba buena me inunda las fosas nasales, aturdiéndome. Cierro los ojos durante unos segundos y ahueco la cabeza en su cuello, disfrutando del momento.
―Le quitarás el título a Madame Pomfrey con ese anillo –susurra en mi oído para luego besarme la mejilla, haciéndome reír. Me separo de él y aparto unos mechones de pelo que se han escapado de la coleta y sonríe- En serio, no te preocupes por eso. Estará todo bien.
―Estoy más preocupada por la primera prueba, este anillo es lo de menos.
―¿Tienes idea de lo que puede ser?
Suspiro y sin más remedio, abro la boca para contárselo. No quiero ocultarle tantas cosas, no se lo merece. No él.
―Son dragones –alza una ceja- No me mires así, no estoy volviéndome loca. Los he visto.
―¿Cómo que los has visto?
―Hagrid nos llevó a mí y a Harry al Bosque Prohibido la otra noche, los vimos.
―Pero…
―El hermano de Ron trabaja ahí, él los ha traído.
―Ese tío no puede llevarte al bosque, puede ser peligroso.
―Pero estoy bien, no me ha pasado nada –digo alzando las manos para señalarme a mí misma e indicarle que estoy en perfectas condiciones- Por ahora, claro. En cuanto llegue el día veinticuatro no sé qué haré.
―Ganarás, de eso estoy seguro –dice sonriéndome.
―Solo espero salir viva –me encojo de hombros y me pongo de pie- Tengo frío, mejor vayamos a un sitio más caliente.
―Mi habitación está disponible –comenta sonriéndome de lado.
―La enfermería también lo está, lo digo por si quieres llevarte un puñetazo.
―Agresiva –dice riendo y pasando un brazo por mis hombros.
__________
¡Holi
Mina ♡
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
Hola! Nueva lectora c: bueno, la estoy leyendo desde hace meses pero no estaba inscrita. En fin, Me gusta mucho como escribes espero que subas pronto el siguiente capitulo :D :(L):
ClaudiaJonas
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
Me encanto! *-* Draco es único! Jaja
Siguela pronto por favor !! :3
Siguela pronto por favor !! :3
TamiaUnbroken
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
Solo puedo decir una cosa.....Siguelaaaaaaa!
DB
DB
dark blade
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
Hola!! soy nueva lectora,SIGUELA!!! realmente esta muy buena...tengo una pregunta..por que mejor no pones a rayita de ves de el nombre de Evelyn? da igual...tu novela esta muy buena,ya te lo dije no?
Ayelen de Malfoy Black
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
Cuando termine la maratón escribo un comentario decente..
¡Mica!
Re: Te haré creer con mi magia. {Draco Malfoy}
omggggggg, no comenté antes bc estaba con una amiga pero omaigá, qué capítulo más genial. ese anillo me trae malos presentimientos, espero que sea todo lo contrario. asñldkañdfkl, quiero leer máaaaas, plssssss. oh, escribes tan genial<33. añlskd, besoooos y lo amé, lo amé.
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