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Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 4:57 pm

Capítulo 20: Luna de fresas.

Louis se marchó después de tres días, dijo que, más que nada, había ido
allí porque tenía muchas cosas que pensar y que la ciudad ni sus padres
le dejaban en paz, además quería pasar tiempo con nosotros antes de que
nos encontráramos con una sorpresa que nos habían preparado para cuando
volviéramos a Inglaterra y que todo quedara patas para arriba. La
verdad es que lo había visto muy
distraído el poco tiempo que estuvo aquí, parecía en otro planeta y a
veces lo veía muy concentrado pensando. Algo se tramaba, y por lo que
vi, era algo que no les agradaría a sus padres.
Las dos semanas de
luna de miel pasaron rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya nos
quedaban dos días para volver y en realidad no quería, ya que eso
significaría regresar al trabajo, dar el examen de admisión para la
universidad y comunicarle a mi madre lo que quería estudiar finalmente.
Sabía que mamá y Jenna me apoyarían, pero mis suegros… tenían muchas
expectativas de mí y eran como mis segundos padres.
Le aparté un
mechón de cabello a Jenna del rostro, siempre tenía el cabello
cubriéndole los ojos y eso a veces me molestaba, no me dejaba verla en
todo su esplendor. Aunque también era una buena excusa para acercarme a
ella.
—Jenna, despierta, hay examen de matemática —le susurré al oído.
Se despertó de golpe y miró a todos lados, seguramente buscando a la maestra.
—¡Dios, no estudié, qué hago, voy a reprobar! —exclamó al borde de
perder los nervios. Luego enfocó mejor la vista y se dio cuenta que
seguíamos en el caribe, de luna de miel y que aparte eran vacaciones. Me
dedicó una mirada asesina y salí corriendo de allí, estábamos en una
hamaca colgada entre dos palmeras, en plena playa tropical.
La arena
era blanca y el mar tan celeste como el cielo, corrí a través de ese
fantástico paisaje sin mirar atrás, sabía de antemano que Jenna buscaría
venganza por haberla asustado así.
No había muchos turistas por
allí, hoy había un recorrido en canoas por las orillas del mar y la
mayoría había ido allí. Así que aprovechamos el día para disfrutar de la
playa sólo para nosotros, aunque Jenna se había quedado dormida nada
más recostarse en la hamaca.
De pronto, Jenna se lanzó sobre mí y
ambos caímos. Rodamos por la arena hasta llegar a la orilla del mar, nos
mojamos un poco y en cuanto reaccioné, Jenna me tenía acorralado entre
sus brazos.
—De aquí no te escapas, Rizos —sonreí al escuchar el apodo que me había puesto.
La miré con intensidad, esperando ponerla nerviosa, pero había olvidado
algo: desde nuestra primera vez parecía que ya nada le avergonzaba, y
eso era una desventaja para mí, que no podría molestarla por más tiempo.
—Bueno, ya que no puedo escaparme, qué tal si hacemos algo —levantó una
ceja y me observó sugerente, esperando mis palabras—. Sabes… siempre me
pregunté como sería hacerlo en la playa…
—¡No, Harry, ni siquiera
lo imagines! —se levantó de un salto y comenzó a caminar en cualquier
dirección con tal de alejarse de mí, sabía que aún le molestaba que me
refiriera a tener relaciones en público como si nada, era el único punto
a mi favor que tenía.
Me coloqué de pie y fui tras ella, cuando la alcancé la sujete del brazo y la atraje hacia mí.
—Estaba bromeando, aunque admito que me encanta verte así —le dije
mientras la abrazaba y me reía se su rostro. Tenía las mejillas infladas
y enrojecidas, como cuando era niña y hacia escándalos por comer
galletas.
—Alguien te podría oír, Harry —me dijo, acercándose a mí.
—Sí, claro. Las toallas y las palmeras son tan chismosas —me golpeó el
brazo y me abrazó en seguida. Jenna se había puesto muy cariñosa y
tierna, nunca en mi vida la había imaginado así. A pesar de continuar
con nuestras peleas habituales, era extraño tenerla sólo para mí. Aún no
cabía en la felicidad de saber que no sufriría más pensando que ella
llegaría a casa de la mano de cualquier chico para presentarlo como su
novio, o pelearme con ella y estar meses sin hablarnos. Ahora tenía la
certeza que cuando me fuera a acostar por las noches, no me torturaría
pensando qué se sentiría besarla o haberle confesado que la amaba,
porque ya era mi esposa y nada podía hacerme más feliz que eso.
—Harry, tengo hambre. Vamos al hotel a almorzar —me sugirió.
—No, yo quería ir contigo detrás de esas palmeras que hay por allí, ya
sabes, para hacer… —me fulminó con la mirada y me callé, al parecer
seguía un poco molesta con lo de la broma y lo de mencionar cosas
relacionadas con hacerlo.
—Eres un pervertido, un pervertido que es
mi esposo —me agarró del cuello y me besó con una sonrisa. Nos fundimos
el uno en el otro por unos minutos, al separarnos, ella chocó su nariz
con la mía y me miró directo a los ojos—. Y así como el pervertido que
eres, me gustas.
—Ya lo sabía —me jacté, pero ella fingió molestarse y salió corriendo mientras gritaba:
—¡Si me alcanzas antes de que llegue al hotel, te prepararé una
sorpresa! —tardé un poco en asimilar sus palabras, pero le ordené a mi
piernas a correr a toda velocidad en cuanto me di cuenta de que esa
sorpresa podría ser lo que estuve sugiriendo todo ese rato.
(…)

—No me has alcanzado, creo que gané —se burló Jenna. Su cabello rubio se
alborotó cuando una corriente de aire cálido pasó y cubrió su rostro.
—La naturaleza se venga de ti —le dije, apartando el pelo. Cuando su
rostro quedó descubierto, la besé en los labios y por una fracción de
segundos creí que me daría un ataque o algo. Fue suave, silencioso y tan
dulce como volar sobre nubes de azúcar, cada minuto que pasaba junto a
ella, me convencía más de haber tomado la decisión correcta.
—Harry, sigo teniendo hambre —susurró cuando me aparté unos milímetros de sus labios.
—Ve al cuarto, yo pediré algo.
Subió a la habitación y yo fui a recepción. Pedí un carrito con
champagne, fresas, crema y chocolate. Me dijeron que estaría en mi
habitación en diez minutos, así que subí en seguida para esperar junto a
Jenna.
Al entrar, Jenna veía televisión calmadamente. Cambiaba de canales una y otra vez, sin decidirse por uno.
—¿Qué tienes ganas de ver? —me preguntó.
—No lo sé, tal vez una película romántica —me miró incrédula. La mirada que me dedicó parecía decirlo todo: “¿Estás bromeando?”
—Odio esa clase de películas, lo sabes —espetó.
—Sí, lo sé. Pero también me odiabas a mí, y mira como estamos ahora —me
acosté a su lado y la atraje hacia mí de su cintura—. Casados, en una
cama compartida, en nuestra luna de miel, a punto de tener sexo…
—No inventes cosas que no suceden, Rizos —me interrumpió divertida.
—Lo último no lo estoy inventando —susurré contra su cuello. Cuando
comencé a besar su piel, tocaron la puerta y maldije para mis adentros
al recordar las fresas.
Me levanté de prisa y recibí a la persona
que me llevaba el carrito. Era una chica castaña que sonrió al verme,
parecía una cualquiera. Estaba tan acelerado y con la sangre hirviendo,
que prácticamente le lancé la propina y la ignoré, cerrando la puerta
con seguro y llevando el carrito con comida al lado de la cama.
—Fresas —se limitó a decir Jenna.
—Con chocolate —añadí y eso cambió su actitud. Jenna amaba el chocolate tanto como las galletas o a Nana.
Se puso de pie y se acercó al carrito. Tomó una fresa y la sumergió
hasta la mitad en la fuente de chocolate, al sacarla, éste comenzó a
endurecerse.
—Abre la boca —me ordenó. Me empujó contra la cama y me
obligó a sentarme. Ella se sentó sobre mí y acercó la fresa a mis
labios—. Vamos, Harry. No está envenenada.
La probé y saboreé el
dulce y amargo sabor de la fruta con el chocolate, Jenna sonreía como
nunca. De pronto, mientras seguía masticando, me besó el cuello al mismo
tiempo que desabrochaba mi camisa hawaiana.
—Te daré la sorpresa de
todas formas —murmuró encogiéndose de hombros. Terminé de comer la
fresa y la empujé contra la almohada.
MileeEscriba
MileeEscriba


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Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 4:58 pm

Capítulo 21: ¡¿Ustedes qué?!

Al bajarnos del avión, sostuve con fuerza la mano de Jenna. Estábamos
de vuelta en Inglaterra, desde ese momento comenzaría nuestra vida
juntos.

Cuando salimos, un grupo de personas con carteles coloridos
nos esperaban, allí vimos a Louis, Zayn, “Niall”, Liam, Mike, las
chicas, mi madre, mis suegros y Holly. Corrimos juntos a abrazarlos, sin
soltarnos de las manos.
¡Ya están aquí! —nos gritó Holly—. ¡Van amar la sorpresa!
—¡Holly! —gritaron todos al mismo tiempo.
Jenna y yo nos miramos y reímos, estábamos de vuelta en casa.
Tuvimos que irnos en dos autos separados porque eran demasiadas
personas. Sin embargo, cuando entrábamos a los límites de Canterbury,
Holly comenzó a desesperarse y a verse muy ansiosa. Zayn la regañaba y
le decía que no servía para guardar secretos.
Estaban todos muy raros, ocultando algo. Y recordé que Louis había mencionado en la luna de miel que nos tenían algo preparado.
—Esperen, la casa queda por la otra calle —dijo Jenna de pronto. Miré
por la ventana y le di la razón, habíamos tomado la otra calle en la
intersección, que nos dirigía al centro de la ciudad.
Nos detuvimos
frente a un edificio, al frente había un parque y los edificios vecinos
eran una tienda y una pizzería. Aunque este parecía sin habitantes,
pero con un jardín muy bien cuidado.
—¿Qué es esto? —les pregunté.
—¡Sorpresa! —exclamaron todos a coro. Jenna me apretó el brazo y me miró profundamente, estaba pensando lo mismo que yo.
—¿Nos… regalan una casa? —pregunté aturdido.
—Sólo para ustedes, para que hagan todas sus perversiones con intimidad…
—¡Louis, no quería saber eso! ¡Podía vivir sin esa imagen en mi gente! —le reprendió Holly.
Le dediqué una mirada amenazadora a Louis, para que se callara y no metiera la pata. Pero terminamos riéndonos.
Entramos y tenían todo preparado. Había muebles, las paredes pintadas,
decoración, de todo. Incluso ya habían mudado a Nana y a Asesino, que se
miraban celosamente cada uno desde un ángulo de la casa.
—Gracias, está… no sé cómo describirlo… —suspiró Jenna. Seguíamos sin soltarnos de las manos.
De a poco se fueron despidiendo, para que nos adaptáramos a nuestro
nuevo hogar. Zayn prometió venir a visitarnos mañana, Liam vendría en la
noche a dejarnos unas cosas que nos compró y Niall tenía una cita con
Fati.
Todos se marcharon, menos Louis y Laura.
—¿Qué sucede? —le
preguntó Jenna a Louis, lo conocía mejor que yo, a pesar de que
bromeáramos todo el tiempo. Se veía distraído y pensador, al igual que
en las islas. Algo bueno no podía ser, se veía muy asustado.
—Les quiero anunciar algo —nos dijo.
—¡Oh, mira que hora es! Hora de irnos —le espetó Laura. Jenna los miró
con detenimiento, analizando cada movimiento y gesto de sus amigos.
Al final, Laura arrastró a Louis y se lo llevó. Jenna me miró y negó con la cabeza, en señal de que no quería hablar del tema.
Revisamos la casa de arriba abajo, era de dos pisos y muy espaciosa,
tenía cinco cuartos cuando nosotros sólo utilizaríamos uno.
—Tal vez para las visitas —le dije a mi esposa.
—Tal vez para nuestros hijos, idiota. Mamá quiere nietos de inmediato
—bufó. Me reí de ella y le contagié la risa, era absurdo. Yo amaba a
Jenna, pero no estábamos preparados todavía—. Por favor, dime que nos
reímos de lo mismo, porque no quiero tener hijos aún.
—No te preocupes, estamos en la misma sintonía —me besó y acarició mi cabello, últimamente le gustaba mucho hacer eso.
La cama era cómoda, pero no hicimos “nada”. El viaje nos tenía agotados
y además, tenía ganas de dormir abrazado a Jenna, como antes de
casarnos, sólo por el simple hecho de sentirla a mi lado, de saber que
era mía durante esa noche y que nadie más en el mundo la podía tener de
esa manera.
Al día siguiente, no teníamos nada que hacer. Nuestros
padres se habían encargado de mudar todas nuestras cosas a la casa
nueva, todo estaba ordenado y lo único en que gastamos tiempo fue en
desempacar. Jenna estaba de vacaciones y a mí ya me habían aceptado en
la Universidad.
Hasta que llegó Louis de nuevo. Debían ser las once
de la mañana, Jenna no sabía cocinar, pero trataba de hacer algo
decente para el desayuno mientras yo colocaba la mesa cuando el timbre
sonó.
Otra vez lo acompañaba Laura, y tenía las mejillas enrojecidas y el ceño fruncido. Louis la obligó a entrar.
—¡¿Quién es, Rizos?! —gritó Jenna desde la cocina. Salió de allí no se sorprendió de ver a Louis y a Laura.
—Jenna, Harry, les queremos decir algo… —comenzó a decir Louis.
—Por favor, dime que tus impulsos no te dominaron —Jenna parecía saber
lo que iba a decir Lou, pero en cambio yo, no tenía la más mínima idea.
—Demasiado tarde para advertirnos —nos dijo Laura, mostrando su mano y un anillo.
Un anillo.
¡Era un anillo de compromiso!
—¡Louis, ¿qué hiciste?! —le grité, estaba pasmado, de todas las locuras que Louis había hecho, esta era la peor.
—Lo mismo que ustedes —me respondió de mala gana. Jenna no decía nada, pero parecía pensar mucho la situación.
—¿Cuándo ocurrió? —preguntó al fin.
—Antes de que se fueran de luna de miel —le contestó Laura.
—¡Tres semanas, Louis, no puedes casarte con alguien que conoces desde
hace tres semanas! —volví a exclamar. No podía creerlo, era absurdo, él
no podía casarse.
—Tiempo suficiente para enamorarse, ¿no? Acaso
Jenna no se enamoró de ti en tres meses —me recriminó. Iba a decirle
algo, un millón de insultos, pero Jenna me detuvo a tiempo.

—Primero, conozco a Harry desde los ocho años, segundo, me gusta desde
los 14 —eso no lo sabía, ¿Le gustaba a Jenna desde los 14? —. Y tercero,
¿No será que alguien sólo se sentía abandonado o celoso?
Louis se mordió el labio y bajó la mirada.
—No me importa lo que digan, me casaré en un mes con Laura, les guste o
no. Sólo se los quise decir primero porque son mis mejores amigos, y tú
mi amante —me apuntó con el dedo—, y también para pedirles si Jenna
quería ser la dama de honor, pero si están así, mejor se lo pediré a
Sol.
Se fue dando un portazo, pero se devolvió y tomó de la mano a Laura, a quién había olvidado en su momento de rabia.
Ya solos, Jenna y yo nos quedamos en silencio, sin saber qué decir.
Jenna conocía a Louis, y sabía que cuando una idea se le metía en la
cabeza, no había persona en este mundo que lo convenciera de lo
contrario, así que nos gustara o no, asistiríamos a una
boda muy pronto.
MileeEscriba
MileeEscriba


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Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 4:59 pm


Capítulo Especial: Louis se casa.

Louis se colocó el esmoquin perfectamente confeccionado para él. La
tela era suave, negra y de calidad. Era su día, era el momento de
demostrarles a los demás que no era un impulsivo y que su matrimonio con
Laura podía funcionar tan bien como lo estaba haciendo el de sus
amigos.
Todavía estaba sentido con ellos, había pasado un mes y no se habían hablado. Sabía gracias
a los chicos que Jenna al fin había aprendido a cocinar y a tender una
cama, y que Harry preparaba todos los papeles para su admisión a la
universidad, pero no les había dirigido si quiera una mirada hasta que
se disculparan por desconfiar de él.
Subió al Mercedez negro que lo
esperaba fuera del apartamento en el que se encontraba. Se mudaría a
Canterbury una vez casado, sus padres vivían en Londres y también se
habían opuesto a esa boda. Incluso más que “Los Styles”.
Todo el
trayecto se hizo insoportable. No era una fiesta tan grande como la de
Harry, ni siquiera le habían hecho despedida de solteros. Ni siquiera
tenía más invitados que sus amigos, los cuales harían de testigos. En
realidad, era una boda triste, una boda que nadie quería. Y eso le dolía
a Louis, porque más que para demostrarle a los demás que podía ser
responsable y dejar de ser el bufón del grupo, quería que ellos tuvieran
en claro que se había enamorado de Laura.
Estaba molesto porque
había pensado que Harry lo entendería. Él le había contado que cuando
tenía ocho años, la primera vez que vio a Jenna con su cabello rubio y
un vestido lila, se enamoró de ella y supo que su destino era estar con
ella. No entendía por qué Harry no quería aceptar que a él le había
ocurrido lo mismo con Laura.
Se bajó del auto con las manos
sudorosas, con la voz en un hilo y con la cabeza en otro sitio. Los
nervios lo comían vivo, pero era valiente y el cariño que sentía por la
chica castaña lo impulsaba a entrar al registro civil.
Habían acordado no casarse por la Iglesia, necesitaban invitados y eso era lo que menos tenían.
Entró al edificio y se encontró con Liam, Abi, Zayn, Sol, Niall y Fati
esperándolo. Laura aún no llegaba y Louis sonrió que al menos mantenía
la tradición.
La chica llegó luego de diez minutos, iba con un
vestido blanco floreado hasta las rodillas, perfecto para un día de
verano. Louis le tendió la mano y ella la sostuvo, estaban listos, se
casarían aunque el mundo entero se viniera abajo.
Procedieron a leer
los documentos y presentar a los novios y a los testigos. Era una
ceremonia bastante más vulgar y corriente que en una Iglesia o en algún
sitio arreglado para una boda, pero a pesar de que Louis tenía la
condición social para haber optado a más, no lo hizo porque Laura se lo
pidió.
El juez los casó después del papeleo, los hizo firmar y
legalmente Laura había pasado a ser una Tomlinson. Los chicos se
acercaron a felicitarlos con abrazos, algo incómodos por la ausencia de
sus otros dos amigos y por la precipitada decisión de su amigo.
Zayn
pensaba que sólo era un capricho más de Louis, a veces hacía cosas
estúpidas sin pensar en las consecuencias, así que no se asustó
demasiado con su compromiso. Niall no lo conocía tan bien como Zayn, así
que se decía que Louis sabía lo que hacia. Pero Liam estaba
horrorizado, temblando del miedo de que Louis se divorciara al día
siguiente y se decepcionara y frustrara.
Sin embargo, Louis parecía
estar en una nube de cristal, volaba con una sonrisa sujeto de la
delicada mano de Laura, pero parecía que en cualquier momento el encanto
se podía quebrar.
Cuando salieron del registro civil en silencio,
se detuvieron de golpe. Frente a la acera, una pareja los esperaba e
iban vestidos para la ocasión.
—Creí que no aceptaban todo esto —les gruñó Louis, con cierto dolor en la voz.
—Es verdad, pero eres mi mejor amigo y amante, ¿en serio creíste que
faltaría a tu gran día? —Louis sonrió de inmediato al escuchar las
palabras de Harry y Laura lo dejó correr a abrazar a Harry.
Cuando
se separaron, Louis le dio un efusivo abrazo a Jenna también, ella se
disculpó por lo que le había dicho cuando le anunció que se casaría y le
dijo que ella lo apoyaría en todo, por más alocado y absurdo que fuera.
Después, Jenna fue a felicitar a Laura y le advirtió que a la que hiciera sufrir a su amigo, la tiraría por la escalera.
Cada pareja se fue en un auto a un restaurant donde habían hecho una
reservación para la celebración. Tuvieron que agregar tres puestos más,
ya que a la media hora llegó Mike con una guitarra y se puso a cantar
una serenata para la feliz pareja.
Mientras comían, Harry no pudo evitar preguntar:
—Louis, en serio ¿Por qué esta boda tan precipitada?
—Tú te casaste en tres meses, y yo en uno, no veo la diferencia, ambas bodas fueron precipitadas.
—Ya, pero yo tuve que esperar diez años para declararme —Louis guardó silencio, era un buen argumento que no podía discutir.
—La verdadera razón… —los interrumpió Laura—… es que Louis será padre.
Harry escupió su jugo, Zayn se atoró con la comida, Jenna abrió la
boca, Liam gritó un gran ¡¿Qué?!, Fati los miró sorprendida, Sol no
podía creerlo, Abi casi muere ahogada con un trozo de carne y Mike
exclamó con felicidad:
—¡Lo sabía!
Todos pasaron de Laura, a su estómago y luego al rostro de Louis, quien había empalidecido como una cala.
—Espera… ¡¿QUÉ, YO PADRE?!
Parecía que en cualquier momento se iba a desmayar, hasta que Jenna estalló en carcajadas y luego Laura.
—Te acabas de casar Louis, ¿en serio un hijo te parece “imposible”?
—¡No estoy listo! ¡Pido el divorcio! —comenzó a chillar. Pero Laura seguía riendo y todos fijaron su atención en ella.
—No puedo creer que cayeran… —decía entre una carcajada y otra—. Louis
no serás padre, deja de hacer escándalo, y ustedes… —les dijo al resto,
apuntándolos con el dedo—… No sean tan ingenuos, ¿sí?
—Bueno… —le
dijo Harry a Jenna mientras los demás comprendían la broma y Louis salía
del susto bajo la risa de Laura, que no podía soportar las carcajadas—.
Al menos sabemos que son tal para cual, un par de niños sin niñera.
Y Jenna no pudo estar más de acuerdo.
MileeEscriba
MileeEscriba


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Marry Me? |Harry y Jenna About| - Página 3 Empty Re: Marry Me? |Harry y Jenna About|

Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 5:00 pm


Capítulo 22: Acuerdo Mutuo.

{Narra Jenna}.

23 años

Los calcetines de Harry eran un desastre, por más que le dijera que
lavara él mismo su ropa, la dejaba desparramada en cualquier lugar de la
casa y esta mañana había encontrado un par de sus calcetines dentro de
la alacena.
—¡Harry, llegarás tarde! —le grité. Era su primer día de
trabajo y ya iba tarde. Le había contagiado el germen de la
impuntualidad y eso no era bueno, porque Harry era muy estricto consigo
mismo cuando las cosas le salían mal.
—¡Harry, despierta ahora o te
llevaré a Nana! —en menos de un minuto se encontraba de camino a la
cocina, aún medio dormido, en bóxer negros y descalzó. Ya no quedaba
rastro del Harry delgado de hace unos años, en cuanto entró a la
Universidad se había obsesionado con el ejercicio, y a pesar de que lo
dejó al mes, ahora comía saludablemente y salía a trotar todas las
mañanas.
Muchas veces me había invitado, pero no pudo convencerme
de abandonar la comodidad de las sábanas hasta que un día mencionó a una
tal “Melanie”, una chica de 19 años que corría junto a él por las
mañanas y que estudiaba en la misma Universidad. Eso fue más que
suficiente para que comprara un equipo deportivo y a las 6 de la mañana
estuviera despierta y preparada para correr kilómetros con tal de alejar
a esa arpía.
Sin embargo, mi plan no había funcionado muy bien. A
los cinco minutos estaba exhausta y me faltaba el aire, Harry cargó
conmigo hasta la casa –sólo habíamos corrido tres cuadras- y me dijo que
si no quería, no corriera.
Supuse que después se dio cuenta del por
qué lo había hecho y dejó de correr en las mañanas, para hacerlo en la
tarde. A veces lo acompañaba, aunque yo iba e bicicleta a su lado.

Sabía que Harry necesitaba levantarse temprano todas las mañanas porque
al final nunca había aprendido a conducir bien un auto, el primer año de
casados chocó dos autos y mi padre se aburrió de comprar un auto tras
otro. Así que le ofreció una moto y con eso Harry estuvo muy bien. Hasta
que les dijo que estaba estudiando.
A mi padre casi le dio un
ataque, consideraba que Harry tenía mucho potencial y que no podía
desperdiciarlo de esa manera. Él quería que Rizos se hiciera cargo del
negocio de mi familia, aunque papá ya tenía a Lily que era más que
suficiente para que el negocio prosperara.
Mamá no se lo había
tomado tan mal, aunque podía notar que al igual que el resto, esperaba
mucho más de Harry. Anne, su madre, estaba feliz, si su hijo cumplía sus
metas, eso era más que suficiente. Y yo, no podía estar más orgullosa
de él, sabía que sería un excelente profesor.
Entró a la cocina y
besó mi mejilla, me abrazó por la espalda y pegó su cuerpo al mío. Besó
mi cuello como todas las mañanas y escondió su rostro en mi cabello, que
ya lo tenía tan largo que me llegaba hasta la cintura.
—No me convencerás con eso, debes aprender a guardar tu ropa en un lugar decente —le regañé.
—Nadie los verá, además, yo no los dejé allí, fuiste tú.
—¿Cómo que fui yo…? —pero dejé la pregunta en el aire al recordarlo. La
noche anterior habíamos tenido un arrebato y terminamos en el sofá,
medio desnudos, y desde allí recorrí toda la casa en brazos de Harry
hasta llegar a nuestro cuarto.
Enrojecí como siempre, los años no
compensaban lo abrumador que era el pensamiento de saber que me había
acostado con Harry, no importaba cuántas veces lo hubiéramos hecho o
cuánta confianza tuviéramos, seguía siendo vergonzoso que lo dijera de
esa manera tan natural.
—De acuerdo, esta vez lo dejaré pasar —dije
finalmente. Él rio contra mi oído y mis rodillas temblaron. Era extraño,
pero sentía que en vez de desencantarme con los años y el matrimonio,
me enamoraba cada vez más de Harry. Como el proceso inverso que sufrían
las parejas. Y eso que llevábamos seis años juntos como esposos.
—¿Qué me harás de desayuno, amada mía, sol de mis días, sonrisas de…
—Jugo de naranja con tostadas —le interrumpí. Quedó en neutro, su
rostro no tenía expresión. Sabía que esperaba algo más, pero él se había
acabado todo el día anterior y sólo había dejado eso, y era muy
temprano para ir de compras—. Tómalo o déjalo, esa es la cuestión.
—No me sermonees con Shakespeare —me dijo, estrechándome más contra sus brazos.
Fue a ducharse para el trabajo, aún no podía creer que Harry al fin
había terminado de estudiar y que por fin podría hacer lo que quisiera.
Le preparé el pobre desayuno, no era lo más digno para un día como ese,
pero no había mucho porque habíamos olvidado hacer las compras.

Harry salió y volvió a la cocina con una toalla amarrada a la cintura,
con gotas de agua escurriéndola aún por el cuerpo. Lo miré de reojo,
pero él se dio cuenta de todas formas, parecía haber desarrollado un
súper ojo en estos años.
—Mira todo lo que quieras, Jenna, todo lo
que quieras —no pude evitar reírme de él, el tono de voz seductor y a la
vez cómico eran el detonante perfecto para creer que tendría un
excelente día. Bueno, mientras estuviera con él, siempre sería
excelente.
—No gracias, deja un poco para la noche o te gastarás muy fácil.
—¿Me acabas de decir fácil? —definitivamente estaba de buen humor.
Fue a vestirse en medio de risas y reclamos falsos, sin dejar de gritar
que no podía creer que su esposa le hubiera dicho “fácil”. Cuando
volvió, ya vestido y con el traje que había elegido para su primer día,
desayunó rápido. Se notaba que estaba nervioso, aunque no quería
demostrarlo.
—Listo, me voy, se hace tarde… —dijo apresurado,
colocándose de pie y tomando unos cuantos libros que había ordenado la
noche anterior—. Jenna, podrías pasarte por la escuela en la tarde,
quiero mostrarte algo.
—Seguro —le contesté con una sonrisa.

Harry había conseguido trabajo en una escuela pública, no era que no
tuviera más ofertas, pero él lo prefirió así debido que había odiado
todos los años en mi escuela, donde sentía que no encajaba, aunque para
mí había sido lo contrario, yo lo veía perfecto para ese tipo de escuela
y personas.
Pero lo más tierno fue cuando le pregunté el por qué
había vuelto a la escuela, después de que se marchó cuando se enfado
conmigo, y me dijo que era porque no podía tener la consciencia limpia
sabiendo que no estaba a mi lado.
A veces Harry era muy romántico.
Y otras un completo idiota.
Aunque la mayoría de todas esas veces, después de que nos casamos y
conocí su verdadero ser oculto tras rizos y más rizos, Harry era un
pervertido que malinterpretaba todo. Tenía suerte de que sólo bromeaba
conmigo y con los chicos, no coqueteaba con nadie más que no fuera
Louis.
Me besó en los labios, deteniéndose para abrazarme por la cintura y hacerme chocar contra su pecho. Nunca me cansaría de eso.
—Que tengas buen día, Rizos —lo besé por última vez y lo dejé ir para que no llegara tarde.
Salió y a los pocos minutos escuché cómo encendía su moto. Me dispuse a
ordenar la casa antes de irme a trabajar. Ordené el sofá –el cual era
un desastre después de lo de anoche-, lo sacudí y lo limpié a fondo,
para que nadie sospechara nada. Barrí el piso y sacudí los muebles, hice
la cama y guardé los platos en la alacena. No había mucho que hacer,
sólo éramos nosotros dos. Sólo se ensuciaba más cuando Louis venía a
cenar con Laura, o cuando Abi y Liam –que habían terminado siendo novios
y que ya llevaban un año juntos- nos visitaban.
Miré la hora en un reloj blanco que colgaba en la pared, sobre el televisor, y me fui a vestir.
Antes de salir de la casa, recordé sacar las llaves. Una vez se me
olvidó y me quedé afuera todo el día, no pude entrar hasta que Harry
llegó de la Universidad.
Bajé los escalones de la entrada, el patio
seguía tal cual como el primer día en que llegamos de nuestra luna de
miel, con la pequeña diferencia que ahora había un árbol en un costado y
rosas en la entrada. Abrí el bajo portón y lo cerré con llave también.
Caminé unos cinco pasos y llegué al trabajo. Era camarera en la
pizzería que había al lado de la casa. Al chef, Don Donatello, un hombre
gordo y de bigote negro italiano, le agradaba y no había dudado en
darme un empleo en cuanto le pregunté. A Harry no le gustaba mucho que
trabajara como camarera, el lugar era cálido, cerca –muy cerca- de casa y
Don Donatello era un jefe increíble, pero Harry me decía que el único
motivo para ponerme de camarera era porque Don Donatello creía que
atraería clientela. Y en parte, no estaba muy segura, parecía que tenía
razón, porque mi jefe me obligaba a quitarme el anillo de casada cuando
trabajara.
Por eso Harry odiaba mi trabajo.
Aunque para mí era completamente cómodo.
—¡Buenos días, Jenna! —exclamó cuando entré a la pizzería—. ¿Cómo está Harry?
—Hoy es su primer día de trabajo —le dije.
—Entonces les prepararé la mejor pizza del menú para esta noche —asentí
con agradecimiento, no podía rechazarla y decirle que planeaba ir a
otro lugar con Harry. Además, las pizzas de Don Donatello eran las
mejores que había probado en mi vida.
—Muchas gracias —pasé del
mostrador y fui detrás de la cocina, donde guardaba el uniforme. En sí
no era mucho, un delantal verde hasta la cintura y una blusa blanca que
me hacía parecer la verdadera chef de la pizzería. Amarré mi cabello en
una coleta alta y guardé una libreta y un lápiz en mi delantal,
abriríamos a las ocho y sólo faltaban cinco minutos para otro día de
trabajo.

(…)

—¡Iré a buscar a Harry, Don Donatello,
después regresaré por la pizza! —le grité a mi jefe y no esperé una
respuesta por su parte, iba atrasada por diez minutos.
Mientras
conducía a la escuela, me coloqué el anillo de casada para que a Harry
no le diera una rabieta, como siempre le sucedía que me veía sin el
anillo.
No tardé ni 15 minutos en llegar, debían ser alrededor de
las 6 de la tarde y el sol recién se ocultaba, era una agradable tarde
de verano.
Vi la moto de Harry estacionada en los sitios apartados
para los maestros, no aparqué muy lejos y corrí a la entrada de la
escuela. Había olvidado que era una primaria.
Ya no había niños en
el patio ni en el pasillo, pero se sentía que ellos iban allí todos los
días. Las paredes estaban plagadas de dibujos infantiles, las ventanas
de las salas de clases tenía letras de colores y un gran diario mural se
encontraba en la entrada de la escuela y tenía un mensaje de buena
suerte para los niños en su año escolar.
Revisé sala por sala y por
la mitad del pasillo encontré a Harry sentado frente a un escritorio,
ordenando unos papeles y unos libros.
—Maestro Styles, se le
solicita para una cena con su esposa —le dije en tono profesional. Se
volteó y sonrió al verme, me hizo una seña con la mano para que me
acercara.
—Jenna, te quería mostrar algo —me dijo, y recordé que en la mañana me había dicho lo mismo.
Caminé y observé el salón, era amarillo y damasco, en tonos pastel y ya
tenía los típicos dibujos de niños de seis años en las paredes.

Harry me agarró del brazo y me hizo chocar contra él otra vez, pero no
me besó, sino que me miró con intensidad y colocó su barbilla sobre mi
cabeza, son una sonrisa.
—Mira este dibujo —dijo. Me entregó una
hoja de papel y en él distinguí algo de color verde y naranja. Reconocí
de inmediato a Peter Pan.
—Estás influenciando a los niños, Harry —le regañé, pero se dio cuenta que sólo bromeaba.
—¿No te gustaría tener la casa llena de estos dibujos? —me preguntó, y de un momento a otro su voz había cambiado.
Iba a decirle que yo no dibujaba así, que no se burlara de mí. Pero caí
en la cuenta de lo que en realidad me estaba preguntando.
—Harry… —balbuceé.
—No te digo que ahora, pero si nos proyectamos para unos años más…
—¡Por supuesto que sí! —le interrumpí. No reaccionó de inmediato, pero
cuando comprendió que yo estaba de acuerdo, que sí quería y que ya me
sentía preparada para tener un hijo, me abrazó efusivamente y enterró su
rostro en mi cuello.
—¿En serio? —me preguntaba una y otra vez, sin creerlo, y yo le decía sin cansarme que sí y que tendría mil hijos con él.
—No puedo… en serio seremos una familia —dijo cuando se separó unos escasos centímetros de mí.
Lo besé sin darle tiempo de protestar. No me importaba limpiar las
temperas y el desorden de los niños si cubrían la casa de dibujos.
Estaba segura de que amaría contarles las aventuras de Peter Pan cada
noche junto a Harry.
MileeEscriba
MileeEscriba


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Marry Me? |Harry y Jenna About| - Página 3 Empty Re: Marry Me? |Harry y Jenna About|

Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 5:01 pm


CAPÍTULO 23: COLAPSO.

—Amo fabricar bebés —dijo Harry, estirando sus brazos y colocándolos detrás de su cabeza, sobre la almohada.
—No puedes ser tan pervertido —le dije. Harry se había tomado en serio
lo de tener un hijo y desde hace dos meses se había puesto “en campaña”.
Aunque sólo él, a mí me arrastraba en su locura a veces, pero la
mayoría del tiempo lo evadía, en serio él quería un hijo.
—¿Dime
que tú no? —no le respondí, si le decía la verdad me sentiría muy
avergonzada, pero si mentía, de todas formas él lo descubría.
—Iré a preparar el desayuno —le dije.
—¡No te olvides de la prueba, estoy seguro que esta vez es la vencida!
Me levanté y me dirigí al baño antes de ir a preparar el desayuno.
Sí, estábamos hace dos meses intentándolo… y en estos dos meses no había ocurrido nada.
Entré al baño con los nervios de punta, habíamos acordado que si esta
vez las cosas seguían igual, iríamos al doctor para ver cuál era el
problema. Y eso me tenía aterrada.
—¿Ya? —me preguntó Harry,
entrando al baño también. Habían pasado 15 minutos después de hacerme el
test, tiempo suficiente para ver la respuesta, pero tenía tanto miedo
de que diera negativo otra vez que, sin darme cuenta, estaba contra la
pared conteniendo el aliento.
Asentí y Harry se acercó al test. Lo
miró y bajó la mirada, una pesadumbre cubrió su rostro. Ya me imaginaba
que volvería a pasar.
Se me acercó y me besó en la frente, dándome un fuerte abrazo de su parte.
—Creo que tendrás que conseguir uno de esos horarios, tal vez lo
estamos haciendo en la fecha incorrecta —le correspondí el abrazo para
darle seguridad de sus palabras, porque ni yo me las creía.
Como
muchas otras veces, fuimos a la cocina y preparé el desayuno. La
decepción se respiraba camuflada de calma y sueño, ninguno dijo nada.
Comimos en silencio y antes de darme cuenta, Harry ya se despedía para
ir a la escuela.
No quise decirle nada de mis sospechas, así que me
arreglé para ir al doctor por mi cuenta. Tenía hora temprano, así Harry
volvía para el almuerzo y seguiría como que estuve trabajando.
Me había tomado el día libre en la pizzería, Don Donatello no había puesto objeción alguna.
M iría en autobús por si alguna de las chismosas de la calle le decían a
Harry que había tomado el auto. Pasaría más desapercibida.
Las
manos me sudaban y sentía mucho frío, a pesar de que no lo hacía para
nada. El miedo de las múltiples posibilidades se apoderaba de mí a
medida que me acercaba al hospital.
Tuve que reunir toda mi fuerza
de voluntad para mover los pies, pero al final logré entrar. Arreglé el
asunto del papeleo y la cita con el Dr. Klauss.
Me llamaron en menos
de diez minutos, el doctor era amigo de mi madre así que haría
cualquier tipo de examen hoy para salir de dudas lo antes posible.

—¿Jenna Styles? —asentí cuando una enfermera me llamó en medio del
pasillo. Algunas personas se me quedaron mirando con las risas
reprimidas, seguramente el apellido Styles les hacía alguna gracia,
aunque para mí era perfecto porque le pertenecía a Harry.
—¡Jenna,
mira cómo has crecido! —exclamó el Dr. Klauss en cuanto me vio. Lo
recordaba en fragmentos, no lo veía desde los 14 años cuando a mamá le
dio con llevarme por mis “problemas de desarrollo” —. ¿Qué te trae por
aquí? ¿Sigues teniendo problemas con…?
—No, nada de eso. Pero el
problema es similar, verá… —entramos a su consulta y nos sentamos cada
uno frente a un extremo de su escritorio. Comenzó a escribir de
inmediato—. Lo que sucede es que, con mi esposo, hemos estado hace dos
meses intentando tener un hijo, pero no sucede nada.
—¿Cuántos test te has hecho? —se apresuró a preguntarme, sin levantar la vista.
—Con el de esta mañana, unos seis o tal vez más —y ahí si que levantó la cabeza. Su mirada lo decía todo: era grave.
—De acuerdo, te mandaré a hacer unos exámenes, estarán listos en una
cuantas horas, y esperemos que no sea lo que estoy pensando.
—¿Qué cosa? —le pregunté con inocencia. Me miró con culpabilidad.
—Sólo esperemos que no sea —se limitó a decir.
Me dirigió a otra habitación, tomaron pruebas de todo. Al final, estaba
lo suficiente mareada por las muestras de sangre como para creer que me
habían embarazado con la jeringuilla.
Luego de dos eternas horas,
donde estuve con la ansiedad a flor de piel y los nervios destrozados,
tanto por el resultado como por no llegar a tiempo antes que Harry, otra
enfermera me volvió a llamar al despacho del Dr. Klauss.
Su rostro fue como un balde de agua fría, toda su expresión me revelaba el resultado.
Abrí la boca para decir algo, para dejar escapar las lágrimas, pero me
quedé callada mientras él me decía el problema y negaba con la cabeza.
(…)
No recuerdo cómo logré regresar a casa sin llorar todo el maldito camino, pero llegué a tiempo.
Ni siquiera me molesté en cambiarme de ropa, sólo me tiré sobre el sofá
y me dormí, sin llorar ni sollozar, no sentía nada más que un vacío en
mi interior, en mi vientre.
Me desperté porque Harry me zarandeaba
el hombro con delicadeza, seguro que lo hacia hace rato y no había
logrado nada porque era muy suave el movimiento. Fue como una caricia en
medio del dolor, me lancé a su cuerpo y lo abracé con fuerza, con miedo
de que él dejara de existir como la posibilidad de que formáramos una
familia.
—Jenna… ¿Por qué estás llorando? —me preguntó asustado. Mi
voz y mi alma se quebraron al mirarlo a los ojos, no podía, era
demasiado para soportarlo—. Jenna… ¿Qué te ocurrió?
Me besó en los
labios y por fin dejé que el dolor brotara, lloré con ganas contra su
hombro, ocultándome en su cuello, bajo su cabello, mientras él intentaba
consolarme de algo que aún no conocía.
—Jenna… por favor… no sabes cómo sufro al verte así.
Sus palabras agotaron mis lágrimas y me hicieron caer ante la más dura y fría realidad.
—Harry… no…
—¿Cómo dices, cariño? —estuve a punto de ahogarme cuando lo oí decir
“cariño”. Sólo me decía así cuando estaba realmente angustiado.
No
lo soporté más, tenía que decírselo de una vez para que no se hiciera
más ilusiones, para que no soñara más con un felices por siempre.

—Harry… yo no… yo puedo tener hijos —no pareció asimilarlo en seguida,
sino que siguió susurrando que le contara lo que me ocurría.
—Ya, sabes que puedes confiar en mí, ¿ no?
—Harry, no puedo tener hijos.
—No te preocupes, lo que te esté haciendo daño, ya pasará.
—¡No puedo tener hijos, jamás seremos padres, ¿acaso no lo entiendes?!
Guardó silencio. Sí, ya lo había entendido y deseé que jamás lo hubiera hecho.
MileeEscriba
MileeEscriba


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Marry Me? |Harry y Jenna About| - Página 3 Empty Re: Marry Me? |Harry y Jenna About|

Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 5:06 pm

Capítulo 24: "Never say Goodbye...".


Harry me cobijó en la cama y me trajo una bandeja con una taza de café y
galletas con chispas de chocolate, como las que me dejaba frente a mi
puerta cuando éramos niños.
Lo agarré del brazo antes de que se
marchara nuevamente a la cocina y lo atraje hacia mí. Necesitaba un
abrazo suyo, le necesitaba demasiado y no quería que se fuera de mi
lado. Podría pasar el resto de mi vida aferrada a ese abrazo con tal de no despertar otra vez en la realidad.
—Tranquila, Jenna. Iré a apagar el horno y vuelvo a acostarme contigo,
¿de acuerdo? —asentí con la cabeza como una niña pequeña. Me había
transformado en eso después de la noticia, era irónico, pero al final
Harry si había conseguido una hija porque me cuidaba como si fuera una. Y
muy pequeña, no podía hacer casi nada sin él acompañándome. Me daba
miedo hacer algo y estropearlo más. Ya había destruido el sueño de
Harry, no podía arriesgarme a cometer otro error.
Cuando volvió,
encendió la televisión y se quitó los zapatos para colarse bajo las
sábanas. Ninguno había ido a trabajar. No quería nada. Nada salvo algo
que nunca tuve y nunca tendré.
Rompí a llorar cuando Harry me
estrechó entre sus brazos y mi rostro quedó a la altura de su pecho. Su
olor me hería, su respiración me acuchillaba, su voz, su mirada, la
forma en que lo sentía quebrarse junto a mí por mi culpa. No me lo
merecía, Harry era demasiado bueno para alguien como yo y recién me daba
cuenta.
—Ya, ya pasará. No tienes preocuparte, me basta con que
sigas a mi lado por siempre. El hecho de tenerte ya me hace feliz —lloré
con más ganas.
Estuve así unas cuantas horas, cuando me dormí Harry
se quedó viendo televisión, pero sin soltarme ni un minuto. Él era el
fuerte en esta relación, yo la inútil.
No quería moverme, ni
siquiera pensaba que eso fuera una opción. Quedarme por siempre en mi
habitación tal vez fuera lo mejor que podría hacer y dejar que Harry no
sufriera conmigo, no sería tan egoísta para hundirlo en esto.
—Hey,
ya despertaste, bonita. ¿Tienes hambre? ¿Quieras que te traiga algo? —me
dijo en cuanto me vio con los ojos abiertos. Me besó en los labios,
pero el beso me supo salado, melancólico y marchito. Sin embargo, lo
disfruté.
—No, gracias. Quiero quedarme aquí un rato más.
—De acuerdo. Iré a ducharme —asentí en silencio y lo dejé ir al baño.
Apagué la televisión con el control remoto y me quedé quieta como un
objeto. No me moví hasta que Harry salió de la ducha con una toalla
amarrada a la cintura. Como la mañana del día en que me pidió tener un
hijo.
Esta vez no lloré, pero sonreí como una loca. Harry me miró extrañado.
—¿Sucede algo? —preguntó, buscando unos bóxer en una cómoda.
—Me gusta tu cabello mojado, pareces un cachorro recién bañado —en
parte era verdad, pero sonreí por otros motivos. Uno de ellos era el
imaginar la casa plagada de niños, corriendo de un lado a otro,
ensuciando y rompiendo cuanto encontraran a su paso. Y también sonreía
porque a pesar de todo esto, me había casado con Harry. Si me lo
hubiesen dicho a los 10 años, lo más probable es que hubiese golpeado a
esa persona.
Me levanté, ver a Harry así, como el niño que conocí a
los ocho años, con la mirada algo enrojecida, me daba fuerzas. Era una
tonta por pensar como lo hice hace unas horas. Harry era mío y no lo
dejaría ir.
—Vístete, prepararé la cena —le dije. Le besé la mejilla
y suspiré aliviada de saber que él tampoco me abandonaría. Para que
esto funcionara ambos teníamos que ser fuertes, no podía dejar a Harry
solo con todo el peso.
Fui a la cocina y preparé las cosas. Hice una
simple sopa, no era una gran cena, tampoco dominaba del todo las artes
culinarias. Cuando la revolvía y estaba por hervir, sonó el timbre. Me
miré la ropa, en pijama y despeinada, seguramente olía mal porque pasé
todo el santo día encerrada en mi habitación y ni siquiera me digné a
abrir las ventanas o las cortinas.
—¡Yo voy! —gritó Harry. En cuanto
abrió la puerta, dos miradas conocidas me asombraron un poco. Eran
Louis y Laura, pensé que se habían ido de viaje a Canadá hace un mes.
—¡Hola! —gritaron al unísono, llenos de alegría. Desbordaban felicidad y no pude evitar sentirme algo celosa.
—¡Chicos, ¿qué hacen aquí?! —les preguntó Harry. Los hizo pasar y tuve
que preparar más sopa, con la ayuda de Laura quedó algo decente y
comestible para las visitas. Lo servimos en el mismo living, Louis nos
pidió que teníamos que colocarnos cómodos. Harry lo miraba nervioso y no
sabía por qué, pero seguramente no era nada bueno. Para nosotros.
—Bien, les contaremos rápido —comenzó a decir Louis mientras sorbía de su cuchara—. Laura está embarazada.
Solté mi plato sin poderlo evitar. Estropeé la alfombra y el estridente
ruido de la loza quebrándose me volvió a sumergir en la burbuja oscura
de dolor de la que intentaba salir. ¿Embarazada? Era igual como cuando
Harry y yo nos casamos. ¿Por qué?
—Jenna, ¿te encuentras bien? —evadí la mirada de Laura, ella no sabía, no podían saberlo.
—Estoy bien. Felicidades chicos, estoy segura de que serán unos grandes
padres —Harry había notado el sufrimiento en mi voz, ya que se acercó y
me abrazó por los hombros. El sentir su calor contra mí ya me daba
fuerzas para continuar, así que me dije que tenía que resistirlo. Aunque
todo sonara muy sospechoso.
—La verdad es que teníamos muchas ganas
de comenzar a expandir la familia, y cuando Harry nos llamó y nos dijo
que planeaban tener un hijo, creímos que sería estupendo que nacieran
por las mismas fechas, ¿no? Así serían amigos desde el vientre —comentó
Louis. Eso fue demasiado, mi corazón no lo pudo resistir. Mi estómago
ardió y se provocó un agujero que vació mi interior.
—Lamento decepcionarlos chicos, pero no podrá ser —les dije.
—Jenna… —murmuró Harry.
—Ya, Jenna, si no nacen en las mismas fechas, no importa. Al menos tendrán casi la misma edad y…
—¡No! —grité, interrumpiendo a Louis. Me puse de pie y corrí a
encerrarme a mi habitación otra vez. Me tiré en la cama y me hice un
ovillo, eran demasiadas cosas por asimilar.
Escuché como la puerta se abría, y esperanzada con tener otra vez a Harry, alcé la mirada. Pero me encontré con Louis.
—Hey.
—Hey —le respondí. Me senté y él a mi lado. Lo observé, se había
afeitado y aún parecía ese chico de 16 años que se burlaba de Zayn en el
campamento y que se hacía pasar por novio de Harry.
Y recordé la despedida de solteros.
—Louis, te he contado alguna vez que te besaste con Harry frente a mis
narices —quería distraerlo, apartarlo del tema inicial. Y funcionó,
porque abrió los ojos como plato.
—¿Qué? Seguro soñabas.
—No,
ustedes estaban ebrios y se besaron mientras bailaban arriba de una
mesa. Debo confesar que se veían lindos, pero espero por tu bien que no
se haya repetido jamás.
—Palabra de honor que ni siquiera lo recordaba.
—¿De qué honor me hablas? —reímos por un buen rato, pero se puso serio de pronto y supe que tendría que contárselo.
—Jenna… ¿qué sucede? Tienes los ojos hinchados y te ves horrible,
bueno, ya sabíamos que eras fea y que Harry estaba contigo sólo para
aparentar heterosexualidad y ocultarme como su amante, pero… en serio,
no te ves bien.
Tomé una buena bocanada de aire, aún no lo terminaba de asumir por completo, así que era difícil contárselo.
—Soy estéril, no puedo tener hijos, Lou —me sentí orgullosa de no
llorar, ni siquiera se me aguaron los ojos. Suponía que mientras más
veces lo dijera, más liberaba al dolor.
—¿Estás segura? Digo, a veces te puedes equivocar…
—Me lo dijo el médico ayer. Hay exámenes y todo, definitivamente no puedo tener hijos.
—Oh, Jenna… —me besó el cabello y me recosté en su hombro. En verdad me
gustaban los abrazos en esos momentos—. En serio lo siento…
—No te preocupes, Lou. Harry y yo sabremos salir de esta, él es muy listo.
—Y tú valiente, no lo olvides —sonreí para mis adentros.
Valiente.
Nunca me habían dicho un halago tan bonito. Siempre era la de al medio,
Jenna Descerebrada. Pero me gustaba mucho Valiente. Supongo que lo era
por afrontar esta situación sin pensar en el suicidio o en alguna otra
locura más.
—Bueno, al menos pueden adoptar.
—¿Cómo?
—Adoptar, Jenna. Dime que siquiera pensaste en esa opción.
Por supuesto que no, de lo contrario no habría llorado como magdalena toda la mañana.
Adopción. No sonaba tan mal.
MileeEscriba
MileeEscriba


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Marry Me? |Harry y Jenna About| - Página 3 Empty Re: Marry Me? |Harry y Jenna About|

Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 5:09 pm


Capítulo 25: La normalidad no es para nuestra familia - PARTE I.

25 años.

—Harry, la corbata.

—Sólo es un detalle.

—La corbata, Harry —mascullé entre dientes, bajito para que nadie oyera
más que él. Se la terminó por acomodar de todas formas y me fulminó con
la mirada. En esos momentos, ni su más amenazadora cara podría
asustarme, los nervios eran más grandes.

—¿La pareja Styles?
—oímos de pronto, al final del pasillo. Una muejr de cabello gris y
totalmente recogido, hasta el punto de estirarle la cara, nos indicó que
pasáramos al despacho de la directora.

Harry se colocó de pie
primero, y extendió su mano para que hiciera lo mismo. La diferencia, es
que mis rodillas temblaban de una manera que nunca antes había visto, y
las nauseas que sentía me impedían mover un solo músculo.


—Jen, es hora —susurró Harry, con la mirada brillante y emocionada.
Sostuve su mano, lo hice por él y por mí, por ambos y por nuestro
futuro. En cuanto la toqué, el comenzó a acariciar mis dedos con los
suyos. Hace tiempo que no hacía eso, y su roce me tranquilizó lo
suficiente para caminar hasta el final del pasillo.

Entramos, y la misma mujer nos esperaba detrás del escritorio. Ella decidiría todo, era nuestra última esperanza.

—¿Harry y Jenna Styles? —asentimos—. Tomen asiento, por favor.

Nos sentamos, y de inmediato, la mujer clavó su dura e impenetrable mirada en nosotros.

—Harry… profesor en una escuela pública… Jenna… mesera —me mordí el
labio, dicho así, nuestra vida parecía carecer de muchas cosas, cuando
en realidad, era que no nos faltaba nada gracias a mis padres, aunque
claro, faltaba la guinda del pastel y está mujer era quién nos díría si
podríamos comer o no—. ¿Se sienten preparados para ser padres?

Harry tragó saliva y con la voz ronca, pero segura, dijo:

—Desde hace más de un año —la directora nos miró con suspicacia y
sonrió de medio lado. Era extraño para un rostro como el suyo. Comenzó a
revisar unos papeles, leyó otras cosas, y finalmente cerró la carpeta
en la cual se encontraba todo el informe que nos hicieron durante un año
para verificar si seríamos buenos padres o no.

—Bueno, todo luce en orden, los papeles están al día y han hecho todos los trámites… ¿Quieren ver a su hija ahora?

Solté un grito ahogado de la emoción, Harry tuvo que sostenerme para no caer desmayada de la silla.

—¿A-a-ahora? —murmuré, casi sin creerlo.

—¿A eso han vendio, no? Vamos, les presentaré a Meredith Styles —me
prometí no llorar, y no lo hice. Pero no pude ocultar toda la emoción
que sentía de saber que en unos minutos vería a mi hija.

Mi hija.

Cruzamos todo el hogar de protección de menores. Habíamos acordado con
Harry, adoptar a quién más lo necesitase. En sí, todos los niños de los
orfanatos se merecían lo mejor, pero el hogar de protección de menores
apareció de la nada, como si supiera de nuestros planes.

Nunca
vimos a la niña, aunque específicamos que queríamos a una. No nos
importaban sus rasgos, su etnia, de dónde procedía, porque todo eso no
importaba, ya que lo único que queríamos, era darle amor.


Entramos a un cuarto de techo alto, mohoso y amarillo. Era deprimente, a
diferencia del resto del hogar, que desbordaba colores.

—¿Qué hay aquí? —me atreví a preguntar.

—Aquí duermen los más pequeños —me respondió la directora. Me sentí mal
de inmediato, y quise llevarme a casa a todos los niños que dormían en
sus cunas—. Pero es temporal, es que están pintando sus habitaciones y
el olor a pintura fresca es muy fuerte para ellos —eso me tranquilizó.
Pero sólo un poco.

Nos indicó que la siguiéramos y se detuvo a
mitad de la sala, frente a una cuna. Debía tener sólo unos meses, era
pequeña, rosada y lo más pequeño y enternecedor que haya visto en mi
vida. Y era mía.

—Llegó hace tres meses, tiene cinco. La
abandonaron en un carro de supermercado, luego supimos que su padre era
alchólico, y que su madre estaba muerta por sobredosis.

Eso no me importó, porque ella era ahora mi hija, y le daría mi vida si fuera necesario para que fuera feliz.

—Es hermosa —murmuró Harry, aún sosteniendo mi mano, y apretándola con fuerza.

La directora la tomó en brazos y me la ofreció, con mucho cuidado.
Meredith seguía dormida, era como una pequeña y frágil muñequita de esas
que tenía de niña.

Cuando la tuve conmigo, contra mi pecho,
supe que ya era feliz. Harry me abrazó por la espalda y acarició la
mejilla de Meredith, con extrema dulzura.

—Vamos a rellenar
unos cuantos papeles más, y ya se podrán ir con la pequeña —asentimos
sin prestarle mucha atención, inmersos en las pestañas de Mer y en sus
pequeñas manos.

Firmamos algo por aquí, algo por allá, ni siquiera lo leímos del todo, queríamos irnos ya.

Cuando al fin nos despedimos, la niña despertó. No supe que hacer, ella
seguía en mis brazos y temía soltarla y que cayera al suelo. Pero sólo
abrió un poco sus ojos y miró a su alrededor… y me sorprendí de ver que
tenía los ojos tan verdes como Harry.

—Tiene los ojos de su
padre, ¿no te parece, Rizos? —él me mir´extrañado, hasta que se dio
cuenta del detalle. Sonrió como nunca y me besó en los labios. Ahora me
sentía completamente segura de que al fin, éramos una familia.
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Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 5:32 pm

Capítulo 25: La normalidad no es para nuestra familia - PARTE II.

26 años

—¡Papá! —gritó Adam. Movió los brazos con enegría y botó un vaso con bebida, derramando todo sobre el mantel nuevo.

—Adam, mira lo que hiciste —le regañó Laura. Era divertido ver cómo
Louis se comportaba como un niño al lado de su hijo, haciendo enojar a
Laura. Harry rió conmigo, ocultando su sonrisa detrás de mi cabello,
mientras sostenía a Meredith.
—Harry, detente o botarás a la niña —murmuré, sin mucho convencimiento.
—No le pasará nada.
Y eso era verdad, Mer era la devoción de Harry, lo daba todo por ella. Y
como hoy era su cumpleaños, no la soltaba ni siquiera para ir al baño,
quería pasar cada minuto del día a su lado, a pesar de que Mer llorara
porque quería caminar y jugar con Adam.
Era extraño estar todos
juntos. Al final, Fati seguía con Niall, Laura casada con Louis ante un
impulso, Sol era muy amiga de Zayn aunque todo el mundo sabía que había
algo más, y Abi, mi querida prima, al final había logrado vencer la
timidez y se quedó con Liam. Era estupendo saber que mis mejores amigos
estaban juntos, todos, y que ahora nos visitaran junto a mis padres y
Anne en el cumpleaños de Meredith.
—¡Papá! —volvió a gritar Adam y
esta vez lanzó un pedazo de pastel contra el rostro de Louis. Harry
estalló en carcajadas, agradeciendo que Mer fuera tan calmada y no una
revoltosa como Adam.
—¡Adam Tomlinson! —excalmó Louis. Su grito
despertó a Mer, que se había quedado dormida hace poco, y se puso a
llorar con ganas. Y Adam la siguió.
—¿Ya ves lo que haces, Lou? —le regañó Zayn—. Eres un desconsiderado, haces llorar a tu hijo y a tu sobrina, que mal tío eres.
—No seas tan cruel, Zayn —replicó Louis.
—Pásamela —le dije a Harry en medio de la pelea. Al principio no quiso,
pero terminó por entregármela al ver que Mer no dejaba de llorar.

Meredith se quedó tranquila de inmediato y comenzó a jugar con mi
cabello, como siempre hacia cuando la sostenía yo. Acarició mi rostro
con sus manos y la besé en la mejilla. Era sorprendente cómo cada vez
sus ojos se parecían más a los de Harry, y su cabello castaño y rizado
también. Eran demasiadas coincidencias, e incluso llegué a preguntarle a
Harry si no me había engañado con alguien, porque Mer era su vivo
reflejo. Pero siempre él me respondía que jamás se atrevería a mirar a
otra mujer cuando estuvo más de la mitad de su vida enamorado de mí.
Podrían pasar los años, pero ese lado cursi y romántico de Harry, me
temía, que no se iría jamás. Aunque en parte me alegraba, eso
significaba una discusión diaria, y una reconciliación también.
Pero
sin duda, lo que más me gustaba, era cuando al final él me decía que no
tenía ojos para nadie más porque me amaba demasiado, y también a Mer, y
no se atrevería a destruir la felicidad que tanto le costó construir.
Era un romántico sin causa ni solución.
—¡Las velas! —gritó de pronto Holly. Ver a mi hermana pequeña, ya
adolescente casi adulta, era divertido, porque aún no podía quitarme de
la cabeza esa vez que nos ayudó a mí y a Mike a saber si Harry estaba
celoso. Extrañaba esos años, pero también estaba emocionada por los que
vendrían.
Si me ponía a recordar, habíamos cometido demasiadas
locuras cuando jóvenes, más jóvenes que ahora. Era una exagerdad e
histérica, me arrepiento de haberme comportado tan fría el cumpleaños de
Harry y mostrarme indiferente ante su declaración, me arrepentía
demasiado, por eso, trataba de hacer lo mejor para él siempre. Porque le
amaba y nunca me había sentido tan segura de algo.
Colocaron las
velas en la torta y cántamos el cumpleaños feliz, Mer no parecía
emocionada, seguía algo asustada por todas las personas a su alrededor,
estaba acostumbrada a mi presencia la mayor parte del día, a Harry por
las tardes cuando llegaba del trabajo y de Nana y Asesino, nuestras
mascotas.
Harry y Adam soplaron las velas por Mer, y Louis estampó
el rostro de Harry en el pastel. Laura estaba al borde del colapso y
Niall y Zayn no hacían más que reírse, mientras Liam intentaba limpiar a
Harry.
Dejé a Mer con Adam para que jugara, se llevaban bastante
bien y eso no le agradaba para nada a Harry, consideraba a Adam como una
amenaza. Decía que le quitaba tiempo de su hija. Un padre celoso y
esposo también.
Miré a todos mientras comían pastel, y de repente, Harry me atrapó en sus brazos y me apartó hasta nuestra habitación.
—¿Qué sucede, Rizos? —inquirí, sentándome en la cama.
—Sabes, no lo hacemos tan mal como padres, ¿no lo crees?
—Pff... tú eres un súper papá, así que supongo que no —sonrió de medio
lado y se arrodillo frente a mí. Me besó en los labios, con dulzura y me
recordó esa vez en que me besó el día que comenzó todo esta locura. La
diferencia, es que la primera vez me obligué a reprimirme por la rabia
que sentía, pero ahora, dejé que mis labios respondieran por mí y se
fundieran con el aliento de Harry.
—Estaba pensando... que Mer se podría sentir algo sola... —murmuró contra mi oído cuando nos dejamos de besar.
Lo miré por unos segundos y sonreí como tantas otra veces.
Sabía de lo que estaba hablando.
—Bien, pero que esta vez no se parezca a ti, o de verdad comenzaré a
sospechar —el rió por lo bajo y me volvió a besar, esta vez, como si el
mundo se fuera a acabar.
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Mensaje por MileeEscriba Lun 13 Mayo 2013, 5:37 pm

Chicas les quiero pedir un enorme favor :3 Denle Like a Esta Imagen Porfaa Es Una Novela Mia :3 y voy a probar suerte Denle Like Please Este es el Link
[ https://www.facebook.com/photo.php?fbid=331854086943513&set=a.323917997737122.1073741831.179873758808214&type=3&theater]
Like Please
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Mensaje por MileeEscriba Lun 03 Jun 2013, 6:26 pm

Holaaa :3 He Chicas recuendan la novela que les dije que escribiria ya la tengo voy por la pagina 50 :3 Espero que la lean <3
Las Amo :3
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Mensaje por MileeEscriba Lun 03 Jun 2013, 6:39 pm

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