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50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
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Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
50 Sombras de Malik
Capitulo 24 [Parte 2]
Capitulo 24 [Parte 2]
—Bueno, ¿qué pasó entonces con las otras cuatro? —pregunto.
—Una conoció a otro. Las otras tres querían… más. A mí entonces no me apetecía más.
—¿Y las demás? —insisto.
Me mira un instante y niega con la cabeza.
—No salió bien.
Vaya, un montón de información que procesar. Miro por el retrovisor del coche y detecto el suave crescendo de rosas y aguamarina en el cielo a nuestra espalda. El amanecer nos sigue.
—¿Adónde vamos? —pregunto, perpleja. Estamos en la interestatal 95 y nos dirigimos hacia el sur, es lo único que sé.
—Vamos a un campo de aviación.
—No iremos a volver a Seattle, ¿verdad? —digo alarmada.
No me he despedido de mi madre. Y además nos espera para cenar.
Se echa a reír.
—No, ______(tn), vamos a disfrutar de mi segundo pasatiempo favorito.
—¿Segundo? —lo miro ceñuda.
—Sí. Esta mañana te he dicho cuál era mi favorito.
Contemplo su magnífico perfil, ceñuda, devanándome los sesos.
—Disfrutar de ti, señorita Steele. Eso es lo primero de mi lista. De todas las formas posibles.
Ah.
—Sí, también yo lo tengo en mi lista de perversiones favoritas —murmuro ruborizándome.
—Me complace saberlo —responde con sequedad.
—¿A un campo de aviación, dices?
Me sonríe.
—Vamos a planear.
El término me suena vagamente. Me lo ha mencionado antes.
—Vamos a perseguir el amanecer, ______(tn)
Se vuelve y me sonríe mientras el GPS lo insta a girar a la derecha hacia lo que parece un complejo industrial. Se detiene a la puerta de un gran edificio blanco con un rótulo que reza BRUNSWICK SOARING ASSOCIATION.
¡Vuelo sin motor! ¿Es lo que vamos a hacer?
Zayn apaga el motor.
—¿Estás preparada para esto? —pregunta.
—¿Pilotas tú?
—Sí.
—¡Sí, por favor!
No titubeo. Sonríe, se inclina y me besa.
—Otra primera vez, señorita Steele —dice mientras sale del coche.
¿Primera vez? ¿Cómo que primera? La primera vez que pilota un planeador… ¡mierda! No, dice que ya lo ha hecho antes. Me relajo. Rodea el coche y me abre la puerta. El cielo ha adquirido un sutil tono opalescente, reluce y resplandece suavemente tras las esporádicas nubes de aspecto infantil. El amanecer se nos echa encima.
Cogiéndome de la mano, Zayn me lleva por detrás del edificio hasta una gran zona asfaltada donde hay aparcados varios aviones. Junto a ellos hay un hombre de cabeza rapada y mirada huraña, acompañado de Taylor.
¡Taylor! ¿Es que Zayn no va a ninguna parte sin él? Le dedico una sonrisa de oreja a oreja y él me la devuelve, amable.
—Señor Grey, este es su piloto de remolque, el señor Mark Benson —dice Taylor.
Zayn y Benson se dan la mano e inician una conversación que suena muy técnica acerca de velocidad del viento, direcciones y cosas por el estilo.
—Hola, Taylor —digo tímidamente.
—Señorita Steele. —Me saluda con la cabeza y yo frunzo el ceño—. ______(tn) —rectifica—. Ha estado de un humor de perros estos últimos días. Me alegro de que estemos aquí —me dice en tono conspirador.
Vaya, esto es nuevo. ¿Por qué? ¡No será por mí! ¡Jueves de revelaciones! Debe de haber algo en el agua de Savannah que les suelta la lengua a estos hombres.
—______(tn) —me llama Zayn—. Ven.
Me tiende la mano.
—Hasta luego.
Sonrío a Taylor, quien, tras un rápido gesto de despedida vuelve al aparcamiento.
—Señor Benson, esta es mi novia, ______(tn) Steele.
—Encantado de conocerlo —murmuro mientras nos damos la mano.
Benson me dedica una espléndida sonrisa.
—Igualmente —dice, y distingo por su acento que es británico.
Le doy la mano a Zayn y noto que se me agarran los nervios al estómago. ¡Uau, vamos a hacer vuelo sin motor! Cruzamos con Mark Benson la zona asfaltada hasta la pista. Zayn y él siguen hablando. Yo capto lo esencial. Vamos a ir en un Blanik L-23, que, por lo visto, es mejor que el L-13, aunque esto es discutible. Benson pilotará una Piper Pawnee. Lleva ya unos cinco años pilotando planeadores. No entiendo nada, pero mirar a Zayn y verlo tan animado, tan en su elemento, es todo un placer.
El avión en cuestión es alargado, de líneas puras, y blanco con rayas naranjas. Tiene una pequeña cabina con dos asientos, uno delante del otro. Está sujeto mediante un largo cable blanco a un avión convencional pequeño de una sola hélice. Benson levanta la cubierta cóncava de plexiglás que enmarca la cabina para que podamos subir.
—Primero hay que ponerse los paracaídas.
¡Paracaídas!
—Ya lo hago yo —lo interrumpe Zayn, y le coge los arneses a Benson, que le sonríe amable.
—Voy a por el lastre —dice Benson, y se dirige al avión.
—Te gusta atarme a cosas —observo con sequedad.
—Señorita Steele, no tiene usted ni idea. Toma, mete brazos y piernas por las correas.
Hago lo que me dice, apoyándome en su hombro. Zayn se pone algo rígido, pero no se mueve. En cuanto he metido las piernas por las correas, me sube el paracaídas y meto los brazos por las de los hombros. Con destreza, me abrocha los arneses y aprieta todas las correas.
—Hala, ya estás —dice con aire tranquilo, pero le brillan los ojos—. ¿Llevas la goma del pelo de ayer?
Asiento.
—¿Quieres que me recoja el pelo?
—Sí.
Hago enseguida lo que me pide.
—Venga, adentro —me ordena.
Tan mandón como siempre… Me dispongo a sentarme atrás.
—No, delante. El piloto va detrás.
—Pero ¿verás algo?
—Veré lo suficiente. —Sonríe.
Creo que nunca lo había visto tan contento, mandón pero contento. Subo y me instalo en el asiento de cuero. Para mi sorpresa, es muy cómodo. Zayn se inclina hacia delante, me echa el arnés por los hombros, busca entre mis piernas el cinturón inferior y lo encaja en el que descansa sobre mi vientre. Aprieta todas las correas de sujeción.
—Mmm, dos veces en la misma mañana; soy un hombre con suerte —susurra, y me besa deprisa—. No va a durar mucho: veinte, treinta minutos a lo sumo. Las masas de aire no son muy buenas a esta hora de la mañana, pero las vistas desde allá arriba son impresionantes. Espero que no estés nerviosa.
—Emocionada.
Le dedico una sonrisa radiante.
¿De dónde ha salido esa sonrisa tan ridícula? En realidad, una parte de mí está aterrada. La diosa que llevo dentro se ha escondido bajo la manta detrás del sofá.
—Bien.
Me devuelve la sonrisa, acariciándome la cara, y luego desaparece de mi vista.
Lo oigo y lo siento instalarse a mi espalda. Me ha atado tan fuerte que no puedo ni volverme a mirarlo, claro… ¡Típico! Estamos casi a ras de suelo. Delante de mí hay un panel de indicadores y palancas, y una especie de manubrio grande que dejo bien quietecito.
Aparece Mark Benson, sonriente, comprueba mis correas, se inclina hacia delante y mira algo en el suelo de la cabina. Creo que es el lastre.
—Muy bien, todo en orden. ¿Es la primera vez? —me pregunta.
—Sí.
—Te va a encantar.
—Gracias, señor Benson.
—Llámame Mark. —Se vuelve hacia Zayn—. ¿Todo bien?
—Sí. Vamos.
Me alegro de no haber comido nada. Estoy nerviosísima y dudo que a mi estómago le apeteciera mucho mezclar comida, nervios y paseo por los aires. Una vez más, me pongo en las manos expertas de este hermoso hombre. Mark baja la cubierta de la cabina, se dirige tranquilamente al avión de delante y se sube a él.
La hélice de la Piper se pone en marcha y el estómago inquieto se me sube a la garganta. Dios… lo estoy haciendo. Mark entra despacio en pista y, cuando el cable se tensa, arrancamos nosotros también, de un tirón. Ya estamos en marcha. Oigo parlotear por la radio que tengo a mi espalda. Creo que es Mark dirigiéndose a la torre, pero no distingo lo que dice. Según va acelerando la Piper, nosotros también. Avanzamos a trompicones y la avioneta que llevamos delante aún no ha despegado. Dios, ¿es que no vamos a elevarnos nunca? De pronto, el estómago se me va de la boca y se me baja en picado a los pies: estamos en el aire.
—¡Allá vamos, nena! —me grita Zayn desde atrás.
Estamos los dos solos, en nuestra burbuja. Solo oigo el viento que nos azota y el zumbido lejano del motor de la Piper.
Me agarro al borde del asiento con las dos manos, tan fuerte que se me ponen blancos los nudillos. Nos dirigimos al oeste, hacia el interior, lejos del sol naciente, ganando altura, dejando atrás campos, bosques, viviendas y la interestatal 95.
Madre mía. Esto es alucinante; por encima de nosotros no hay más que cielo. La luz es extraordinaria, difusa y cálida, y recuerdo las divagaciones de Liam sobre «la hora mágica», una hora del día que adoran los fotógrafos. Es esta… justo después del amanecer, y yo estoy en ella, con Zayn.
De pronto, me acuerdo de la exposición de Liam. Mmm. Tengo que decírselo a Zayn. Me pregunto un instante cómo se lo tomará. Pero no voy a preocuparme de eso ahora; estoy disfrutando del viaje. Según vamos ascendiendo, se me taponan los oídos y el suelo queda cada vez más lejos. Qué paz. Entiendo perfectamente por qué le gusta estar aquí arriba. Lejos de la BlackBerry y de toda la presión de su trabajo.
La radio crepita y Mark nos dice que estamos a mil metros de altitud. Joder, eso es muy alto. Miro a tierra y ya no puedo distinguir nada de allá abajo.
—Suéltanos —dice Zayn a la radio, y de pronto la Piper desaparece y con ella la sensación de arrastre que nos proporcionaba la avioneta.
Flotamos, flotamos sobre Georgia.
Madre mía, qué emocionante. El planeador se ladea y gira al descender el ala, y nos dirigimos en espiral hacia el sol. Ícaro. Eso es. Vuelo cerca del sol, pero él está conmigo, y me guía. Me acelero de pensarlo. Describimos una espiral tras otra y las vistas con esta luz del día son espectaculares.
—¡Agárrate fuerte! —me grita, y volvemos a descender… solo que esta vez no para. De pronto me veo cabeza abajo, mirando al suelo a través de la cubierta de la cabina.
Chillo como una posesa y estiro automáticamente los brazos, apoyando las manos en el plexiglás como para frenar la caída. Lo oigo reírse. ¡Cabrón! Pero su alegría es contagiosa, y también yo me río cuando endereza el planeador.
—¡Menos mal que no he desayunado! —le grito.
—Sí, pensándolo bien, menos mal, porque voy a volver a hacerlo.
Desciende en picado una vez más hasta ponernos cabeza abajo. Esta vez, como estoy preparada, me quedo colgando del arnés, y eso me hace reír como una boba. Vuelve a nivelar el planeador.
—¿A que es precioso? —me grita.
—Sí.
Volamos, planeando majestuosamente por el aire, escuchando el viento y el silencio, a la luz de primera hora de la mañana. ¿Se puede pedir más?
—¿Ves la palanca de mando que tienes delante? —me grita ahora.
Miro la palanca que vibra entre mis piernas. Oh, no, ¿qué pretenderá que haga?
—Agárrala.
Mierda. Me va a hacer pilotar el planeador. ¡No!
—Vamos, ______(tn), agárrala —me insta con mayor vehemencia.
La agarro tímidamente y noto las cabezadas y guiñadas de lo que supongo que son los timones y las palas o lo que sea que mantenga esta cosa en el aire.
—Agárrala fuerte… mantenla firme. ¿Ves el dial de en medio, delante de ti? Que la aguja no se mueva del centro.
Tengo el corazón en la boca. Madre mía. Estoy pilotando un planeador… estoy planeando.
—Buena chica.
Zayn parece encantado.
—Me extraña que me dejes tomar el control —grito.
—Te extrañaría saber las cosas que te dejaría hacer, señorita Steele. Ya sigo yo.
Noto que la palanca se mueve de pronto y la suelto mientras descendemos en espiral varios metros; los oídos se me vuelven a taponar. El suelo está cada vez más cerca y parece que nos vamos a estrellar. Dios… es aterrador.
—BMA, habla BG N Papa Tres Alfa, entrando a favor del viento en pista siete izquierda a hierba, BMA —dice Zayn con su tono autoritario de siempre.
La torre le responde por la radio, pero no entiendo lo que dicen. Planeamos de nuevo, describiendo un gran círculo, y vamos aproximándonos a tierra. Veo el campo de aviación, las pistas de aterrizaje, y sobrevolamos de nuevo la interestatal 95.
—Agárrate, nena, que vienen baches.
Después de un círculo más, descendemos y, de repente, tocamos tierra con un breve golpetazo, y nos deslizamos sobre la hierba. Madre mía. Me castañetean los dientes mientras avanzamos dando tumbos a una velocidad alarmante, hasta que por fin nos detenemos. El planeador se bambolea, luego se ladea a la derecha. Tomo una buena bocanada de aire mientras Zayn se agacha y levanta la cubierta de la cabina, baja y se estira.
—¿Qué tal? —me pregunta, y los ojos le brillan de un avellana plateado deslumbrante mientras se inclina para desabrocharme.
—Ha sido fantástico. Gracias —susurro.
—¿Ha sido más? —pregunta, con la voz teñida de esperanza.
—Mucho más —le digo, y sonríe.
—Vamos.
Me tiende la mano y salgo de la cabina.
—Una conoció a otro. Las otras tres querían… más. A mí entonces no me apetecía más.
—¿Y las demás? —insisto.
Me mira un instante y niega con la cabeza.
—No salió bien.
Vaya, un montón de información que procesar. Miro por el retrovisor del coche y detecto el suave crescendo de rosas y aguamarina en el cielo a nuestra espalda. El amanecer nos sigue.
—¿Adónde vamos? —pregunto, perpleja. Estamos en la interestatal 95 y nos dirigimos hacia el sur, es lo único que sé.
—Vamos a un campo de aviación.
—No iremos a volver a Seattle, ¿verdad? —digo alarmada.
No me he despedido de mi madre. Y además nos espera para cenar.
Se echa a reír.
—No, ______(tn), vamos a disfrutar de mi segundo pasatiempo favorito.
—¿Segundo? —lo miro ceñuda.
—Sí. Esta mañana te he dicho cuál era mi favorito.
Contemplo su magnífico perfil, ceñuda, devanándome los sesos.
—Disfrutar de ti, señorita Steele. Eso es lo primero de mi lista. De todas las formas posibles.
Ah.
—Sí, también yo lo tengo en mi lista de perversiones favoritas —murmuro ruborizándome.
—Me complace saberlo —responde con sequedad.
—¿A un campo de aviación, dices?
Me sonríe.
—Vamos a planear.
El término me suena vagamente. Me lo ha mencionado antes.
—Vamos a perseguir el amanecer, ______(tn)
Se vuelve y me sonríe mientras el GPS lo insta a girar a la derecha hacia lo que parece un complejo industrial. Se detiene a la puerta de un gran edificio blanco con un rótulo que reza BRUNSWICK SOARING ASSOCIATION.
¡Vuelo sin motor! ¿Es lo que vamos a hacer?
Zayn apaga el motor.
—¿Estás preparada para esto? —pregunta.
—¿Pilotas tú?
—Sí.
—¡Sí, por favor!
No titubeo. Sonríe, se inclina y me besa.
—Otra primera vez, señorita Steele —dice mientras sale del coche.
¿Primera vez? ¿Cómo que primera? La primera vez que pilota un planeador… ¡mierda! No, dice que ya lo ha hecho antes. Me relajo. Rodea el coche y me abre la puerta. El cielo ha adquirido un sutil tono opalescente, reluce y resplandece suavemente tras las esporádicas nubes de aspecto infantil. El amanecer se nos echa encima.
Cogiéndome de la mano, Zayn me lleva por detrás del edificio hasta una gran zona asfaltada donde hay aparcados varios aviones. Junto a ellos hay un hombre de cabeza rapada y mirada huraña, acompañado de Taylor.
¡Taylor! ¿Es que Zayn no va a ninguna parte sin él? Le dedico una sonrisa de oreja a oreja y él me la devuelve, amable.
—Señor Grey, este es su piloto de remolque, el señor Mark Benson —dice Taylor.
Zayn y Benson se dan la mano e inician una conversación que suena muy técnica acerca de velocidad del viento, direcciones y cosas por el estilo.
—Hola, Taylor —digo tímidamente.
—Señorita Steele. —Me saluda con la cabeza y yo frunzo el ceño—. ______(tn) —rectifica—. Ha estado de un humor de perros estos últimos días. Me alegro de que estemos aquí —me dice en tono conspirador.
Vaya, esto es nuevo. ¿Por qué? ¡No será por mí! ¡Jueves de revelaciones! Debe de haber algo en el agua de Savannah que les suelta la lengua a estos hombres.
—______(tn) —me llama Zayn—. Ven.
Me tiende la mano.
—Hasta luego.
Sonrío a Taylor, quien, tras un rápido gesto de despedida vuelve al aparcamiento.
—Señor Benson, esta es mi novia, ______(tn) Steele.
—Encantado de conocerlo —murmuro mientras nos damos la mano.
Benson me dedica una espléndida sonrisa.
—Igualmente —dice, y distingo por su acento que es británico.
Le doy la mano a Zayn y noto que se me agarran los nervios al estómago. ¡Uau, vamos a hacer vuelo sin motor! Cruzamos con Mark Benson la zona asfaltada hasta la pista. Zayn y él siguen hablando. Yo capto lo esencial. Vamos a ir en un Blanik L-23, que, por lo visto, es mejor que el L-13, aunque esto es discutible. Benson pilotará una Piper Pawnee. Lleva ya unos cinco años pilotando planeadores. No entiendo nada, pero mirar a Zayn y verlo tan animado, tan en su elemento, es todo un placer.
El avión en cuestión es alargado, de líneas puras, y blanco con rayas naranjas. Tiene una pequeña cabina con dos asientos, uno delante del otro. Está sujeto mediante un largo cable blanco a un avión convencional pequeño de una sola hélice. Benson levanta la cubierta cóncava de plexiglás que enmarca la cabina para que podamos subir.
—Primero hay que ponerse los paracaídas.
¡Paracaídas!
—Ya lo hago yo —lo interrumpe Zayn, y le coge los arneses a Benson, que le sonríe amable.
—Voy a por el lastre —dice Benson, y se dirige al avión.
—Te gusta atarme a cosas —observo con sequedad.
—Señorita Steele, no tiene usted ni idea. Toma, mete brazos y piernas por las correas.
Hago lo que me dice, apoyándome en su hombro. Zayn se pone algo rígido, pero no se mueve. En cuanto he metido las piernas por las correas, me sube el paracaídas y meto los brazos por las de los hombros. Con destreza, me abrocha los arneses y aprieta todas las correas.
—Hala, ya estás —dice con aire tranquilo, pero le brillan los ojos—. ¿Llevas la goma del pelo de ayer?
Asiento.
—¿Quieres que me recoja el pelo?
—Sí.
Hago enseguida lo que me pide.
—Venga, adentro —me ordena.
Tan mandón como siempre… Me dispongo a sentarme atrás.
—No, delante. El piloto va detrás.
—Pero ¿verás algo?
—Veré lo suficiente. —Sonríe.
Creo que nunca lo había visto tan contento, mandón pero contento. Subo y me instalo en el asiento de cuero. Para mi sorpresa, es muy cómodo. Zayn se inclina hacia delante, me echa el arnés por los hombros, busca entre mis piernas el cinturón inferior y lo encaja en el que descansa sobre mi vientre. Aprieta todas las correas de sujeción.
—Mmm, dos veces en la misma mañana; soy un hombre con suerte —susurra, y me besa deprisa—. No va a durar mucho: veinte, treinta minutos a lo sumo. Las masas de aire no son muy buenas a esta hora de la mañana, pero las vistas desde allá arriba son impresionantes. Espero que no estés nerviosa.
—Emocionada.
Le dedico una sonrisa radiante.
¿De dónde ha salido esa sonrisa tan ridícula? En realidad, una parte de mí está aterrada. La diosa que llevo dentro se ha escondido bajo la manta detrás del sofá.
—Bien.
Me devuelve la sonrisa, acariciándome la cara, y luego desaparece de mi vista.
Lo oigo y lo siento instalarse a mi espalda. Me ha atado tan fuerte que no puedo ni volverme a mirarlo, claro… ¡Típico! Estamos casi a ras de suelo. Delante de mí hay un panel de indicadores y palancas, y una especie de manubrio grande que dejo bien quietecito.
Aparece Mark Benson, sonriente, comprueba mis correas, se inclina hacia delante y mira algo en el suelo de la cabina. Creo que es el lastre.
—Muy bien, todo en orden. ¿Es la primera vez? —me pregunta.
—Sí.
—Te va a encantar.
—Gracias, señor Benson.
—Llámame Mark. —Se vuelve hacia Zayn—. ¿Todo bien?
—Sí. Vamos.
Me alegro de no haber comido nada. Estoy nerviosísima y dudo que a mi estómago le apeteciera mucho mezclar comida, nervios y paseo por los aires. Una vez más, me pongo en las manos expertas de este hermoso hombre. Mark baja la cubierta de la cabina, se dirige tranquilamente al avión de delante y se sube a él.
La hélice de la Piper se pone en marcha y el estómago inquieto se me sube a la garganta. Dios… lo estoy haciendo. Mark entra despacio en pista y, cuando el cable se tensa, arrancamos nosotros también, de un tirón. Ya estamos en marcha. Oigo parlotear por la radio que tengo a mi espalda. Creo que es Mark dirigiéndose a la torre, pero no distingo lo que dice. Según va acelerando la Piper, nosotros también. Avanzamos a trompicones y la avioneta que llevamos delante aún no ha despegado. Dios, ¿es que no vamos a elevarnos nunca? De pronto, el estómago se me va de la boca y se me baja en picado a los pies: estamos en el aire.
—¡Allá vamos, nena! —me grita Zayn desde atrás.
Estamos los dos solos, en nuestra burbuja. Solo oigo el viento que nos azota y el zumbido lejano del motor de la Piper.
Me agarro al borde del asiento con las dos manos, tan fuerte que se me ponen blancos los nudillos. Nos dirigimos al oeste, hacia el interior, lejos del sol naciente, ganando altura, dejando atrás campos, bosques, viviendas y la interestatal 95.
Madre mía. Esto es alucinante; por encima de nosotros no hay más que cielo. La luz es extraordinaria, difusa y cálida, y recuerdo las divagaciones de Liam sobre «la hora mágica», una hora del día que adoran los fotógrafos. Es esta… justo después del amanecer, y yo estoy en ella, con Zayn.
De pronto, me acuerdo de la exposición de Liam. Mmm. Tengo que decírselo a Zayn. Me pregunto un instante cómo se lo tomará. Pero no voy a preocuparme de eso ahora; estoy disfrutando del viaje. Según vamos ascendiendo, se me taponan los oídos y el suelo queda cada vez más lejos. Qué paz. Entiendo perfectamente por qué le gusta estar aquí arriba. Lejos de la BlackBerry y de toda la presión de su trabajo.
La radio crepita y Mark nos dice que estamos a mil metros de altitud. Joder, eso es muy alto. Miro a tierra y ya no puedo distinguir nada de allá abajo.
—Suéltanos —dice Zayn a la radio, y de pronto la Piper desaparece y con ella la sensación de arrastre que nos proporcionaba la avioneta.
Flotamos, flotamos sobre Georgia.
Madre mía, qué emocionante. El planeador se ladea y gira al descender el ala, y nos dirigimos en espiral hacia el sol. Ícaro. Eso es. Vuelo cerca del sol, pero él está conmigo, y me guía. Me acelero de pensarlo. Describimos una espiral tras otra y las vistas con esta luz del día son espectaculares.
—¡Agárrate fuerte! —me grita, y volvemos a descender… solo que esta vez no para. De pronto me veo cabeza abajo, mirando al suelo a través de la cubierta de la cabina.
Chillo como una posesa y estiro automáticamente los brazos, apoyando las manos en el plexiglás como para frenar la caída. Lo oigo reírse. ¡Cabrón! Pero su alegría es contagiosa, y también yo me río cuando endereza el planeador.
—¡Menos mal que no he desayunado! —le grito.
—Sí, pensándolo bien, menos mal, porque voy a volver a hacerlo.
Desciende en picado una vez más hasta ponernos cabeza abajo. Esta vez, como estoy preparada, me quedo colgando del arnés, y eso me hace reír como una boba. Vuelve a nivelar el planeador.
—¿A que es precioso? —me grita.
—Sí.
Volamos, planeando majestuosamente por el aire, escuchando el viento y el silencio, a la luz de primera hora de la mañana. ¿Se puede pedir más?
—¿Ves la palanca de mando que tienes delante? —me grita ahora.
Miro la palanca que vibra entre mis piernas. Oh, no, ¿qué pretenderá que haga?
—Agárrala.
Mierda. Me va a hacer pilotar el planeador. ¡No!
—Vamos, ______(tn), agárrala —me insta con mayor vehemencia.
La agarro tímidamente y noto las cabezadas y guiñadas de lo que supongo que son los timones y las palas o lo que sea que mantenga esta cosa en el aire.
—Agárrala fuerte… mantenla firme. ¿Ves el dial de en medio, delante de ti? Que la aguja no se mueva del centro.
Tengo el corazón en la boca. Madre mía. Estoy pilotando un planeador… estoy planeando.
—Buena chica.
Zayn parece encantado.
—Me extraña que me dejes tomar el control —grito.
—Te extrañaría saber las cosas que te dejaría hacer, señorita Steele. Ya sigo yo.
Noto que la palanca se mueve de pronto y la suelto mientras descendemos en espiral varios metros; los oídos se me vuelven a taponar. El suelo está cada vez más cerca y parece que nos vamos a estrellar. Dios… es aterrador.
—BMA, habla BG N Papa Tres Alfa, entrando a favor del viento en pista siete izquierda a hierba, BMA —dice Zayn con su tono autoritario de siempre.
La torre le responde por la radio, pero no entiendo lo que dicen. Planeamos de nuevo, describiendo un gran círculo, y vamos aproximándonos a tierra. Veo el campo de aviación, las pistas de aterrizaje, y sobrevolamos de nuevo la interestatal 95.
—Agárrate, nena, que vienen baches.
Después de un círculo más, descendemos y, de repente, tocamos tierra con un breve golpetazo, y nos deslizamos sobre la hierba. Madre mía. Me castañetean los dientes mientras avanzamos dando tumbos a una velocidad alarmante, hasta que por fin nos detenemos. El planeador se bambolea, luego se ladea a la derecha. Tomo una buena bocanada de aire mientras Zayn se agacha y levanta la cubierta de la cabina, baja y se estira.
—¿Qué tal? —me pregunta, y los ojos le brillan de un avellana plateado deslumbrante mientras se inclina para desabrocharme.
—Ha sido fantástico. Gracias —susurro.
—¿Ha sido más? —pregunta, con la voz teñida de esperanza.
—Mucho más —le digo, y sonríe.
—Vamos.
Me tiende la mano y salgo de la cabina.
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
50 Sombras de Malik
Capitulo 24 [Parte 3]
Capitulo 24 [Parte 3]
En cuanto salgo, me agarra y me estrecha contra su cuerpo. Hunde sus manos en mi pelo y tira de él para echarme la cabeza hacia atrás; desliza la otra mano hasta el final de la espalda. Me besa… un beso largo, vehemente y apasionado, invadiéndome la boca con su lengua. Su respiración se acelera, su ardor, su erección… Dios mío, que estamos en medio del campo. Pero me da igual. Le engancho el pelo, amarrándolo a mí. Lo deseo, aquí, ahora, en el suelo. Se aparta y me mira; sus ojos se ven ahora oscuros y luminosos a la luz de primera hora, repletos de sensualidad cruda y arrogante. Uau. Me deja sin aliento.
—Desayuno —susurra, haciéndolo sonar deliciosamente erótico.
¿Cómo puede hacer que unos huevos con beicon suenen a fruta prohibida? Es una destreza extraordinaria. Da media vuelta, me coge de la mano y nos dirigimos al coche.
—¿Y el planeador?
—Ya se ocuparán de él —dice con aire displicente—. Ahora vamos a comer algo.
Su tono no deja lugar a dudas.
¡Comer! Me habla de comida cuando lo único que me apetece de verdad es él.
—Vamos.
Sonríe.
Nunca lo he visto así, y es una auténtica gozada. Me sorprendo caminando a su lado, de la mano, con una sonrisa bobalicona pintada en la cara. Me recuerda a cuando tenía diez años y pasaba el día en Disneylandia con Ray. Era un día perfecto, y me parece que este también lo va a ser.
De nuevo en el coche, mientras volvemos a Savannah por la interestatal 95, me suena la alarma del móvil. Ah, sí, la píldora.
—¿Qué es eso? —pregunta Zayn, curioso, mirándome.
Hurgo en el bolso en busca de la cajita.
—Una alarma para tomarme la píldora —murmuro mientras se me encienden las mejillas.
Esboza una sonrisa.
—Bien hecho. Odio los condones.
Me ruborizo un poco más. Suena tan condescendiente como siempre.
—Me ha gustado que me presentaras a Mark como tu novia —digo.
—¿No es eso lo que eres? —dice arqueando una ceja.
—¿Lo soy? Pensé que tú querías una sumisa.
—Quería, ______(tn), y quiero. Pero ya te lo he dicho: yo también quiero más.
Madre mía. Empieza a ceder; me invade la esperanza y me deja sin aliento.
—Me alegra mucho que quieras más —susurro.
—Nos proponemos complacer, señorita Steele.
Sonríe satisfecho mientras nos detenemos en un International House of Pancakes.
—Un IHOP.
Le devuelvo la sonrisa. No me lo puedo creer. ¿Quién iba a decirlo? Zayn Malik en un IHOP.
Son las ocho y media, pero el restaurante está tranquilo. Huele a fritanga dulce y a desinfectante. Uf, no es un aroma tentador. Zayn me lleva hasta un cubículo.
—Jamás te habría imaginado en un sitio como este —le digo mientras nos sentamos.
—Mi padre solía traernos a uno de estos siempre que mi madre se iba a un congreso médico. Era nuestro secreto.
Me sonríe con los ojos brillantes, luego coge una carta, pasándose una mano por el cabello alborotado, y le echa un vistazo.
Ah, yo también quiero pasarle las manos por el pelo. Cojo una carta y la examino. Me doy cuenta de que estoy muerta de hambre.
—Yo ya sé lo que quiero —dice con voz grave y ronca.
Alzo la vista y me está mirando de esa forma que me contrae todos los músculos del vientre y me deja sin aliento, sus ojos oscuros y ardientes. Madre mía. Le devuelvo la mirada, con la sangre corriéndome rauda por las venas en respuesta a su llamada.
—Yo quiero lo mismo que tú —susurro.
Inspira hondo.
—¿Aquí? —me pregunta provocador arqueando una ceja, con una sonrisa perversa y la punta de la lengua asomando entre los dientes.
Madre mía… sexo en el IHOP. Su expresión cambia, se oscurece.
—No te muerdas el labio —me ordena—. Aquí, no; ahora no. —Su mirada se endurece momentáneamente y, por un instante, lo encuentro deliciosamente peligroso—. Si no puedo hacértelo aquí, no me tientes.
—Hola, soy Leandra. ¿Qué les apetece… tomar… esta mañana…? —farfulla al ver a don Guapísimo enfrente de mí.
Se pone como un tomate y, en el fondo, no me cuesta entenderla, porque a mí sigue produciéndome ese efecto. Su presencia me permite escapar brevemente de la mirada sensual de Zayn
—¿______(tn)? —me pregunta, ignorándola, y dudo que nadie pudiera pronunciar mi nombre de forma más carnal que él en este momento.
Trago saliva, rezando para no ponerme del mismo color que la pobre Leandra.
—Ya te he dicho que quiero lo mismo que tú —respondo en voz baja, grave, y él me lanza una mirada voraz.
Uf, la diosa que llevo dentro se desmaya. ¿Estoy preparada para este juego?
Leandra me mira a mí, luego a él, y después a mí otra vez. Está casi del mismo color que su resplandeciente melena pelirroja.
—¿Quieren que les deje unos minutos más para decidir?
—No. Sabemos lo que queremos.
En el rostro de Zayn se dibuja una sexy sonrisita.
—Vamos a tomar dos tortitas normales con sirope de arce y beicon al lado, dos zumos de naranja, un café cargado con leche desnatada y té inglés, si tienes —dice Zayn sin quitarme los ojos de encima.
—Gracias, señor. ¿Eso es todo? —susurra Leandra, mirando a todas partes menos a nosotros.
Los dos nos volvemos a mirarla y ella se pone otra vez como un tomate y sale corriendo.
—¿Sabes?, no es justo.
Miro la mesa de formica y trazo dibujitos en ella con el dedo índice, procurando sonar desenfadada.
—¿Qué es lo que no es justo?
—El modo en que desarmas a la gente. A las mujeres. A mí.
—¿Te desarmo?
Resoplo.
—Constantemente.
—No es más que el físico, ______(tn) —dice en tono displicente.
—No, Zayn, es mucho más que eso.
Frunce el ceño.
—Tú me desarmas totalmente, señorita Steele. Por tu inocencia. Que supera cualquier barrera.
—¿Por eso has cambiado de opinión?
—¿Cambiado de opinión?
—Sí… sobre… lo nuestro.
Se acaricia la barbilla pensativo con sus largos y hábiles dedos.
—No creo que haya cambiado de opinión en sí. Solo tenemos que redefinir nuestros parámetros, trazar de nuevo los frentes de batalla, por así decirlo. Podemos conseguir que esto funcione, estoy seguro. Yo quiero que seas mi sumisa y tenerte en mi cuarto de juegos. Y castigarte cuando incumplas las normas. Lo demás… bueno, creo que se puede discutir. Esos son mis requisitos, señorita Steele. ¿Qué te parece?
—Entonces, ¿puedo dormir contigo? ¿En tu cama?
—¿Eso es lo que quieres?
—Sí.
—Pues acepto. Además, duermo muy bien cuando estás conmigo. No tenía ni idea.
Arruga la frente y su voz se apaga.
—Me aterraba que me dejaras si no accedía a todo —susurro.
—No me voy a ir a ninguna parte, ______(tn). Además… —Se interrumpe y, después de pensarlo un poco, añade—: Estamos siguiendo tu consejo, tu definición: compromiso. Lo que me dijiste por correo. Y, de momento, a mí me funciona.
—Me encanta que quieras más —murmuro tímidamente.
—Lo sé.
—¿Cómo lo sabes?
—Confía en mí. Lo sé.
Me sonríe satisfecho. Me oculta algo. ¿Qué?
En ese momento llega Leandra con el desayuno, poniendo fin a nuestra conversación. Me ruge el estómago, recordándome que estoy muerta de hambre. Zayn observa con enojosa complacencia cómo devoro el plato entero.
—¿Te puedo invitar? —le pregunto.
—Invitar ¿a qué?
—Pagarte el desayuno.
Resopla.
—Me parece que no —suelta con un bufido.
—Por favor. Quiero hacerlo.
Me mira ceñudo.
—¿Quieres castrarme del todo?
—Este es probablemente el único sitio en el que puedo permitirme pagar.
—______(tn), te agradezco la intención. De verdad. Pero no.
Frunzo los labios.
—No te enfurruñes —me amenaza, con un brillo inquietante en los ojos.
Como era de esperar, no me pregunta la dirección de mi madre. Ya la sabe, como buen acosador que es. Cuando se detiene frente a la puerta de la casa, no hago ningún comentario. ¿Para qué?
—¿Quieres entrar? —le pregunto tímidamente.
—Tengo que trabajar, ______(tn), pero esta noche vengo. ¿A qué hora?
Hago caso omiso de la desagradable punzada de desilusión. ¿Por qué quiero pasar hasta el último segundo con este dios del sexo tan controlador? Ah, sí, porque me he enamorado de él y sabe volar.
—Gracias… por el más.
—Un placer, ______(tn).
Me besa e inhalo su sensual olor a Zayn
—Te veo luego.
—Intenta impedírmelo —me susurra.
Le digo adiós con la mano mientras su coche se pierde en la luz del sol de Georgia. Llevo su sudadera y su ropa interior, y tengo mucho calor.
En la cocina, mi madre está hecha un manojo de nervios. No tiene que agasajar a un multimillonario todos los días, y está bastante estresada.
—¿Cómo estás, cariño? —pregunta, y me sonrojo, porque debe de saber lo que estuve haciendo anoche.
—Estoy bien. Zayn me ha llevado a planear esta mañana.
Confío en que ese nuevo dato la distraiga.
—¿A planear? ¿En uno de esos avioncitos sin motor?
Asiento con la cabeza.
—Uuau.
Se queda sin habla, toda una novedad en mi madre. Me mira pasmada, pero al final se recupera y retoma la línea de interrogatorio inicial.
—¿Qué tal anoche? ¿Hablaron?
Dios… Me pongo como un tomate.
—Hablamos… anoche y hoy. La cosa va mejorando.
—Me alegro.
Devuelve su atención a los cuatro libros de cocina que tiene abiertos sobre la mesa.
—Mamá, si quieres cocino yo esta noche.
—Ay, cielo, es un detalle por tu parte, pero quiero hacerlo yo.
—Vale.
Hago una mueca, consciente de que la cocina de mi madre es un poco a lo que salga. Igual ha mejorado desde que se mudó a Savannah con Bob. Hubo un tiempo en que no me habría atrevido a someter a nadie al suplicio de uno de sus platos, ni siquiera a… a ver, alguien a quien odie… ah, sí, a la señora Robinson, a Elena. Bueno, quizá a ella sí. ¿Conoceré algún día a esa maldita mujer?
Decido enviarle un breve e-mail de agradecimiento a Zayn
Maldita sea. Sé que hablo en sueños. Kate me lo ha comentado montones de veces. ¿Qué caray habré dicho? Oh, no.
¡Genial! Voy a permanecer totalmente incomunicada hasta la noche. Estoy que echo humo. Dios… Supongamos que he dicho en sueños que lo odio, o peor aún, que lo quiero. Uf, espero que no. No estoy preparada para decirle eso, y estoy convencida de que él no está preparado para oírlo, si es que alguna vez quiere oírlo. Miro ceñuda el ordenador y decido que, cocine lo que cocine mi madre, voy a hacer pan, para descargar mi frustración amasando.
Mi madre se ha decidido por un gazpacho y bistecs a la barbacoa marinados en aceite de oliva, ajo y limón. A Zayn le gusta la carne, y es fácil de hacer. Bob se ha ofrecido voluntario para encargarse de la barbacoa. ¿Qué tendrán los hombres con el fuego?, me pregunto mientras sigo a mi madre por el súper con el carrito de la compra.
Mientras echamos un vistazo a la sección de carnes, me suena el móvil. Rebusco en el bolso, pensando que podría ser Zayn. No reconozco el número.
—¿Diga? —respondo sin aliento.
—¿______(tn) Steele?
—Sí.
—Soy Elizabeth Morgan, de SIP.
—Ah… hola.
—Llamo para ofrecerte el puesto de ayudante del señor Hyde. Nos gustaría que empezaras el lunes.
—Uau. Eso es estupendo. ¡Gracias!
—¿Conoces las condiciones salariales?
—Sí. Sí… bueno, que acepto su propuesta. Me encantaría trabajar para ustedes.
—Fabuloso. Entonces… ¿nos vemos el lunes a las ocho y media?
—Nos vemos. Adiós. Y gracias.
Sonrío feliz a mi madre.
—¿Tienes trabajo?
Asiento emocionada y ella se pone a chillar y a abrazarme en medio del súper.
—¡Enhorabuena, cariño! ¡Hay que comprar champán!
Va dando palmas y brincos por los pasillos. ¿Qué tiene, cuarenta y dos años o doce?
Miro el móvil y frunzo el ceño: hay una llamada perdida de Christian. Él nunca me telefonea. Lo llamo enseguida.
—______(tn) —responde de inmediato.
—Hola —murmuro tímidamente.
—Tengo que volver a Seattle. Ha surgido algo. Voy camino de Hilton Head. Pídele disculpas a tu madre de mi parte, por favor; no puedo ir a cenar.
Parece muy agobiado.
—Nada serio, espero.
—Ha surgido un problema del que debo ocuparme. Te veo mañana. Mandaré a Taylor a recogerte al aeropuerto si no puedo ir yo.
Suena frío. Enfadado, incluso. Pero, por primera vez, no pienso automáticamente que es por mi culpa.
—Vale. Espero que puedas resolver el problema. Que tengas un buen vuelo.
—Tú también, nena —me susurra y, con esas palabras, mi Zayn vuelve un instante.
Luego cuelga.
Oh, no. El último «problema» con el que tuvo que lidiar fue el de mi virginidad. Dios, espero que no sea nada de eso. Miro a mi madre. Su júbilo anterior se ha transformado en preocupación.
—Es Zayn. Tiene que volver a Seattle. Te pide disculpas.
—¡Vaya! Qué lástima, cariño. Podemos hacer la barbacoa de todas formas. Además, ahora tenemos algo que celebrar: ¡tu nuevo empleo! Tienes que contármelo todo al respecto.
A última hora de la tarde, mamá y yo estamos tumbadas junto a la piscina. Mamá se ha relajado tanto después de saber que el señor Millonetis no viene a cenar que está tendida completamente horizontal. Tirada al sol, empeñada en librarme de mi palidez, pienso en anoche y en el desayuno de hoy. Pienso en Zayn y no puedo quitarme la sonrisa tonta de los labios. Vuelve una y otra vez a mi cara, espontánea y desconcertante, cuando recuerdo nuestras varias conversaciones y lo que hicimos… lo que me hizo.
Parece que ha habido un cambio sustancial en la actitud de Zayn. Él lo niega, pero reconoce que está intentando darme más. ¿Qué puede haber cambiado? ¿Qué ha variado entre aquel largo correo que me envió y cuando nos vimos ayer? ¿Qué ha hecho? Me incorporo de pronto y casi tiro el refresco. Cenó con… ella. Con Elena.
¡Maldita sea!
Se me eriza el vello al caer en la cuenta. ¿Le diría algo ella? Ah… si hubiera podido ser una mosca pegada en la pared durante su cena… Habría caído en su sopa o en su copa de vino para que se atragantara.
—¿Qué pasa, cielo? —me pregunta mi madre, saliendo de golpe de su sopor.
—Cosas mías, mamá. ¿Qué hora es?
—Serán las seis y media, cariño.
Mmm… no habrá aterrizado aún. ¿Se lo puedo preguntar? ¿Debería preguntárselo? A lo mejor ella no tiene nada que ver. Espero fervientemente que sea así. ¿Qué habré dicho en sueños? Mierda… algún comentario inoportuno cuando soñaba con él, seguro. Sea lo que sea, o lo que fuera, confío en que ese cambio repentino sea cosa de él y no se deba a ella.
Me estoy achicharrando con este maldito calor. Necesito darme otro chapuzón.
Mientras me preparo para acostarme, enciendo el ordenador. No he tenido noticias de Zayn. Ni siquiera me ha escrito para decirme si ha llegado bien.
A los tres minutos, oigo que me entra un correo.
Suspiro. Zayn ha vuelto a su habitual corrección.
¿Que también tiene gato? Nunca he visto un gato en su casa. No, no le voy a contestar. Cómo me exaspera a veces… De cincuenta mil maneras distintas. Me meto en la cama y me quedo tumbada mirando furiosa al techo mientras mis ojos se adaptan a la oscuridad. Oigo que me entra otro correo. No voy a mirarlo. No, ni hablar. No, no voy a mirarlo. ¡Agh…! Soy tan boba que no puedo resistirme al hechizo de las palabras de Zayn Malik
Oh, no… ¿Qué dije? Seguro que es tan malo como pienso.
—Desayuno —susurra, haciéndolo sonar deliciosamente erótico.
¿Cómo puede hacer que unos huevos con beicon suenen a fruta prohibida? Es una destreza extraordinaria. Da media vuelta, me coge de la mano y nos dirigimos al coche.
—¿Y el planeador?
—Ya se ocuparán de él —dice con aire displicente—. Ahora vamos a comer algo.
Su tono no deja lugar a dudas.
¡Comer! Me habla de comida cuando lo único que me apetece de verdad es él.
—Vamos.
Sonríe.
Nunca lo he visto así, y es una auténtica gozada. Me sorprendo caminando a su lado, de la mano, con una sonrisa bobalicona pintada en la cara. Me recuerda a cuando tenía diez años y pasaba el día en Disneylandia con Ray. Era un día perfecto, y me parece que este también lo va a ser.
De nuevo en el coche, mientras volvemos a Savannah por la interestatal 95, me suena la alarma del móvil. Ah, sí, la píldora.
—¿Qué es eso? —pregunta Zayn, curioso, mirándome.
Hurgo en el bolso en busca de la cajita.
—Una alarma para tomarme la píldora —murmuro mientras se me encienden las mejillas.
Esboza una sonrisa.
—Bien hecho. Odio los condones.
Me ruborizo un poco más. Suena tan condescendiente como siempre.
—Me ha gustado que me presentaras a Mark como tu novia —digo.
—¿No es eso lo que eres? —dice arqueando una ceja.
—¿Lo soy? Pensé que tú querías una sumisa.
—Quería, ______(tn), y quiero. Pero ya te lo he dicho: yo también quiero más.
Madre mía. Empieza a ceder; me invade la esperanza y me deja sin aliento.
—Me alegra mucho que quieras más —susurro.
—Nos proponemos complacer, señorita Steele.
Sonríe satisfecho mientras nos detenemos en un International House of Pancakes.
—Un IHOP.
Le devuelvo la sonrisa. No me lo puedo creer. ¿Quién iba a decirlo? Zayn Malik en un IHOP.
Son las ocho y media, pero el restaurante está tranquilo. Huele a fritanga dulce y a desinfectante. Uf, no es un aroma tentador. Zayn me lleva hasta un cubículo.
—Jamás te habría imaginado en un sitio como este —le digo mientras nos sentamos.
—Mi padre solía traernos a uno de estos siempre que mi madre se iba a un congreso médico. Era nuestro secreto.
Me sonríe con los ojos brillantes, luego coge una carta, pasándose una mano por el cabello alborotado, y le echa un vistazo.
Ah, yo también quiero pasarle las manos por el pelo. Cojo una carta y la examino. Me doy cuenta de que estoy muerta de hambre.
—Yo ya sé lo que quiero —dice con voz grave y ronca.
Alzo la vista y me está mirando de esa forma que me contrae todos los músculos del vientre y me deja sin aliento, sus ojos oscuros y ardientes. Madre mía. Le devuelvo la mirada, con la sangre corriéndome rauda por las venas en respuesta a su llamada.
—Yo quiero lo mismo que tú —susurro.
Inspira hondo.
—¿Aquí? —me pregunta provocador arqueando una ceja, con una sonrisa perversa y la punta de la lengua asomando entre los dientes.
Madre mía… sexo en el IHOP. Su expresión cambia, se oscurece.
—No te muerdas el labio —me ordena—. Aquí, no; ahora no. —Su mirada se endurece momentáneamente y, por un instante, lo encuentro deliciosamente peligroso—. Si no puedo hacértelo aquí, no me tientes.
—Hola, soy Leandra. ¿Qué les apetece… tomar… esta mañana…? —farfulla al ver a don Guapísimo enfrente de mí.
Se pone como un tomate y, en el fondo, no me cuesta entenderla, porque a mí sigue produciéndome ese efecto. Su presencia me permite escapar brevemente de la mirada sensual de Zayn
—¿______(tn)? —me pregunta, ignorándola, y dudo que nadie pudiera pronunciar mi nombre de forma más carnal que él en este momento.
Trago saliva, rezando para no ponerme del mismo color que la pobre Leandra.
—Ya te he dicho que quiero lo mismo que tú —respondo en voz baja, grave, y él me lanza una mirada voraz.
Uf, la diosa que llevo dentro se desmaya. ¿Estoy preparada para este juego?
Leandra me mira a mí, luego a él, y después a mí otra vez. Está casi del mismo color que su resplandeciente melena pelirroja.
—¿Quieren que les deje unos minutos más para decidir?
—No. Sabemos lo que queremos.
En el rostro de Zayn se dibuja una sexy sonrisita.
—Vamos a tomar dos tortitas normales con sirope de arce y beicon al lado, dos zumos de naranja, un café cargado con leche desnatada y té inglés, si tienes —dice Zayn sin quitarme los ojos de encima.
—Gracias, señor. ¿Eso es todo? —susurra Leandra, mirando a todas partes menos a nosotros.
Los dos nos volvemos a mirarla y ella se pone otra vez como un tomate y sale corriendo.
—¿Sabes?, no es justo.
Miro la mesa de formica y trazo dibujitos en ella con el dedo índice, procurando sonar desenfadada.
—¿Qué es lo que no es justo?
—El modo en que desarmas a la gente. A las mujeres. A mí.
—¿Te desarmo?
Resoplo.
—Constantemente.
—No es más que el físico, ______(tn) —dice en tono displicente.
—No, Zayn, es mucho más que eso.
Frunce el ceño.
—Tú me desarmas totalmente, señorita Steele. Por tu inocencia. Que supera cualquier barrera.
—¿Por eso has cambiado de opinión?
—¿Cambiado de opinión?
—Sí… sobre… lo nuestro.
Se acaricia la barbilla pensativo con sus largos y hábiles dedos.
—No creo que haya cambiado de opinión en sí. Solo tenemos que redefinir nuestros parámetros, trazar de nuevo los frentes de batalla, por así decirlo. Podemos conseguir que esto funcione, estoy seguro. Yo quiero que seas mi sumisa y tenerte en mi cuarto de juegos. Y castigarte cuando incumplas las normas. Lo demás… bueno, creo que se puede discutir. Esos son mis requisitos, señorita Steele. ¿Qué te parece?
—Entonces, ¿puedo dormir contigo? ¿En tu cama?
—¿Eso es lo que quieres?
—Sí.
—Pues acepto. Además, duermo muy bien cuando estás conmigo. No tenía ni idea.
Arruga la frente y su voz se apaga.
—Me aterraba que me dejaras si no accedía a todo —susurro.
—No me voy a ir a ninguna parte, ______(tn). Además… —Se interrumpe y, después de pensarlo un poco, añade—: Estamos siguiendo tu consejo, tu definición: compromiso. Lo que me dijiste por correo. Y, de momento, a mí me funciona.
—Me encanta que quieras más —murmuro tímidamente.
—Lo sé.
—¿Cómo lo sabes?
—Confía en mí. Lo sé.
Me sonríe satisfecho. Me oculta algo. ¿Qué?
En ese momento llega Leandra con el desayuno, poniendo fin a nuestra conversación. Me ruge el estómago, recordándome que estoy muerta de hambre. Zayn observa con enojosa complacencia cómo devoro el plato entero.
—¿Te puedo invitar? —le pregunto.
—Invitar ¿a qué?
—Pagarte el desayuno.
Resopla.
—Me parece que no —suelta con un bufido.
—Por favor. Quiero hacerlo.
Me mira ceñudo.
—¿Quieres castrarme del todo?
—Este es probablemente el único sitio en el que puedo permitirme pagar.
—______(tn), te agradezco la intención. De verdad. Pero no.
Frunzo los labios.
—No te enfurruñes —me amenaza, con un brillo inquietante en los ojos.
Como era de esperar, no me pregunta la dirección de mi madre. Ya la sabe, como buen acosador que es. Cuando se detiene frente a la puerta de la casa, no hago ningún comentario. ¿Para qué?
—¿Quieres entrar? —le pregunto tímidamente.
—Tengo que trabajar, ______(tn), pero esta noche vengo. ¿A qué hora?
Hago caso omiso de la desagradable punzada de desilusión. ¿Por qué quiero pasar hasta el último segundo con este dios del sexo tan controlador? Ah, sí, porque me he enamorado de él y sabe volar.
—Gracias… por el más.
—Un placer, ______(tn).
Me besa e inhalo su sensual olor a Zayn
—Te veo luego.
—Intenta impedírmelo —me susurra.
Le digo adiós con la mano mientras su coche se pierde en la luz del sol de Georgia. Llevo su sudadera y su ropa interior, y tengo mucho calor.
En la cocina, mi madre está hecha un manojo de nervios. No tiene que agasajar a un multimillonario todos los días, y está bastante estresada.
—¿Cómo estás, cariño? —pregunta, y me sonrojo, porque debe de saber lo que estuve haciendo anoche.
—Estoy bien. Zayn me ha llevado a planear esta mañana.
Confío en que ese nuevo dato la distraiga.
—¿A planear? ¿En uno de esos avioncitos sin motor?
Asiento con la cabeza.
—Uuau.
Se queda sin habla, toda una novedad en mi madre. Me mira pasmada, pero al final se recupera y retoma la línea de interrogatorio inicial.
—¿Qué tal anoche? ¿Hablaron?
Dios… Me pongo como un tomate.
—Hablamos… anoche y hoy. La cosa va mejorando.
—Me alegro.
Devuelve su atención a los cuatro libros de cocina que tiene abiertos sobre la mesa.
—Mamá, si quieres cocino yo esta noche.
—Ay, cielo, es un detalle por tu parte, pero quiero hacerlo yo.
—Vale.
Hago una mueca, consciente de que la cocina de mi madre es un poco a lo que salga. Igual ha mejorado desde que se mudó a Savannah con Bob. Hubo un tiempo en que no me habría atrevido a someter a nadie al suplicio de uno de sus platos, ni siquiera a… a ver, alguien a quien odie… ah, sí, a la señora Robinson, a Elena. Bueno, quizá a ella sí. ¿Conoceré algún día a esa maldita mujer?
Decido enviarle un breve e-mail de agradecimiento a Zayn
De: ______(tn) Steele
Fecha: 2 de junio de 2011 10:20 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Planear mejor que apalear
A veces sabes cómo hacer pasar un buen rato a una chica.Gracias.
______(tn) x
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 10:24 EST
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Planear mejor que apalear
Prefiero cualquiera de las dos cosas a tus ronquidos. Yo también lo he pasado bien. Pero siempre lo paso bien cuando estoy contigo.
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 2 de junio de 2011 10:26 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: RONQUIDOS
YO NO RONCO. Y si lo hiciera, no es muy galante por tu parte comentarlo.¡Qué poco caballeroso, señor Malik! Además, que sepas que estás en el Profundo Sur.
______(tn)
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 10:28 EST
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Somniloquia
Yo nunca he dicho que fuera un caballero, ______(tn), y creo que te lo he demostrado en numerosas ocasiones. No me intimidan tus mayúsculas CHILLONAS. Pero reconozco que era una mentirijilla piadosa: no, no roncas, pero sí hablas dormida. Y es fascinante.¿Qué hay de mi beso?
Zayn Malik Sinvergüenza y presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
Maldita sea. Sé que hablo en sueños. Kate me lo ha comentado montones de veces. ¿Qué caray habré dicho? Oh, no.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 2 de junio de 2011 10:32 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Desembucha
Eres un sinvergüenza y un canalla; de caballero, nada, desde luego.A ver, ¿qué he dicho? ¡No hay besos hasta que me lo cuentes!
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 10:35 EST
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Bella durmiente parlante
Sería una descortesía por mi parte contártelo; además, ya he recibido mi castigo. Pero, si te portas bien, a lo mejor te lo cuento esta noche. Tengo que irme a una reunión. Hasta luego, nena.
Zayn Malik Sinvergüenza, canalla y presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
¡Genial! Voy a permanecer totalmente incomunicada hasta la noche. Estoy que echo humo. Dios… Supongamos que he dicho en sueños que lo odio, o peor aún, que lo quiero. Uf, espero que no. No estoy preparada para decirle eso, y estoy convencida de que él no está preparado para oírlo, si es que alguna vez quiere oírlo. Miro ceñuda el ordenador y decido que, cocine lo que cocine mi madre, voy a hacer pan, para descargar mi frustración amasando.
Mi madre se ha decidido por un gazpacho y bistecs a la barbacoa marinados en aceite de oliva, ajo y limón. A Zayn le gusta la carne, y es fácil de hacer. Bob se ha ofrecido voluntario para encargarse de la barbacoa. ¿Qué tendrán los hombres con el fuego?, me pregunto mientras sigo a mi madre por el súper con el carrito de la compra.
Mientras echamos un vistazo a la sección de carnes, me suena el móvil. Rebusco en el bolso, pensando que podría ser Zayn. No reconozco el número.
—¿Diga? —respondo sin aliento.
—¿______(tn) Steele?
—Sí.
—Soy Elizabeth Morgan, de SIP.
—Ah… hola.
—Llamo para ofrecerte el puesto de ayudante del señor Hyde. Nos gustaría que empezaras el lunes.
—Uau. Eso es estupendo. ¡Gracias!
—¿Conoces las condiciones salariales?
—Sí. Sí… bueno, que acepto su propuesta. Me encantaría trabajar para ustedes.
—Fabuloso. Entonces… ¿nos vemos el lunes a las ocho y media?
—Nos vemos. Adiós. Y gracias.
Sonrío feliz a mi madre.
—¿Tienes trabajo?
Asiento emocionada y ella se pone a chillar y a abrazarme en medio del súper.
—¡Enhorabuena, cariño! ¡Hay que comprar champán!
Va dando palmas y brincos por los pasillos. ¿Qué tiene, cuarenta y dos años o doce?
Miro el móvil y frunzo el ceño: hay una llamada perdida de Christian. Él nunca me telefonea. Lo llamo enseguida.
—______(tn) —responde de inmediato.
—Hola —murmuro tímidamente.
—Tengo que volver a Seattle. Ha surgido algo. Voy camino de Hilton Head. Pídele disculpas a tu madre de mi parte, por favor; no puedo ir a cenar.
Parece muy agobiado.
—Nada serio, espero.
—Ha surgido un problema del que debo ocuparme. Te veo mañana. Mandaré a Taylor a recogerte al aeropuerto si no puedo ir yo.
Suena frío. Enfadado, incluso. Pero, por primera vez, no pienso automáticamente que es por mi culpa.
—Vale. Espero que puedas resolver el problema. Que tengas un buen vuelo.
—Tú también, nena —me susurra y, con esas palabras, mi Zayn vuelve un instante.
Luego cuelga.
Oh, no. El último «problema» con el que tuvo que lidiar fue el de mi virginidad. Dios, espero que no sea nada de eso. Miro a mi madre. Su júbilo anterior se ha transformado en preocupación.
—Es Zayn. Tiene que volver a Seattle. Te pide disculpas.
—¡Vaya! Qué lástima, cariño. Podemos hacer la barbacoa de todas formas. Además, ahora tenemos algo que celebrar: ¡tu nuevo empleo! Tienes que contármelo todo al respecto.
A última hora de la tarde, mamá y yo estamos tumbadas junto a la piscina. Mamá se ha relajado tanto después de saber que el señor Millonetis no viene a cenar que está tendida completamente horizontal. Tirada al sol, empeñada en librarme de mi palidez, pienso en anoche y en el desayuno de hoy. Pienso en Zayn y no puedo quitarme la sonrisa tonta de los labios. Vuelve una y otra vez a mi cara, espontánea y desconcertante, cuando recuerdo nuestras varias conversaciones y lo que hicimos… lo que me hizo.
Parece que ha habido un cambio sustancial en la actitud de Zayn. Él lo niega, pero reconoce que está intentando darme más. ¿Qué puede haber cambiado? ¿Qué ha variado entre aquel largo correo que me envió y cuando nos vimos ayer? ¿Qué ha hecho? Me incorporo de pronto y casi tiro el refresco. Cenó con… ella. Con Elena.
¡Maldita sea!
Se me eriza el vello al caer en la cuenta. ¿Le diría algo ella? Ah… si hubiera podido ser una mosca pegada en la pared durante su cena… Habría caído en su sopa o en su copa de vino para que se atragantara.
—¿Qué pasa, cielo? —me pregunta mi madre, saliendo de golpe de su sopor.
—Cosas mías, mamá. ¿Qué hora es?
—Serán las seis y media, cariño.
Mmm… no habrá aterrizado aún. ¿Se lo puedo preguntar? ¿Debería preguntárselo? A lo mejor ella no tiene nada que ver. Espero fervientemente que sea así. ¿Qué habré dicho en sueños? Mierda… algún comentario inoportuno cuando soñaba con él, seguro. Sea lo que sea, o lo que fuera, confío en que ese cambio repentino sea cosa de él y no se deba a ella.
Me estoy achicharrando con este maldito calor. Necesito darme otro chapuzón.
Mientras me preparo para acostarme, enciendo el ordenador. No he tenido noticias de Zayn. Ni siquiera me ha escrito para decirme si ha llegado bien.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 2 de junio de 2011 22:32 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: ¿Has llegado bien?
Querido señor:Por favor, hazme saber si has llegado bien. Empiezo a preocuparme. Pienso en ti.
Tu ______(tn) x
A los tres minutos, oigo que me entra un correo.
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 19:36
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Lo siento
Querida señorita Steele:He llegado bien; por favor, discúlpeme por no haberle dicho nada. No quiero causarle preocupaciones; me reconforta saber que le importo. Yo también pienso en usted y, como siempre, estoy deseando volver a verla mañana.
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
Suspiro. Zayn ha vuelto a su habitual corrección.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 2 de junio de 2011 22:40 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: El problema
Querido señor Malik:Me parece que es más que evidente que me importas mucho. ¿Cómo puedes dudarlo?Espero que tengas controlado «el problema».
Tu ______(tn) x
P.D.: ¿Me vas a contar lo que dije en sueños?
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 19:45
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Me acojo a la Quinta Enmienda
Querida señorita Steele:Me encanta saber que le importo tanto. «El problema» aún no se ha resuelto.En cuanto a su posdata, la respuesta es no.
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 2 de junio de 2011 22:48 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Alego locura transitoria
Espero que fuera divertido, pero que sepas que no me responsabilizo de lo que pueda salir por mi boca mientras estoy inconsciente. De hecho, probablemente me oyeras mal.A un hombre de tu avanzada edad sin duda le falla un poco el oído.
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 19:52
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Me declaro culpable
Querida señorita Steele:Perdone, ¿podría hablarme más alto? No la oigo.
Zayn MalikPresidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 2 de junio de 2011 22:54 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Alego de nuevo locura transitoria
Me estás volviendo loca.
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 19:59
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Eso espero…
Querida señorita Steele:Eso es precisamente lo que me proponía hacer el viernes por la noche. Lo estoy deseando. ;)
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 2 de junio de 2011 23:02 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Grrrrrr
Que sepas que estoy furiosa contigo.Buenas noches.
Señorita ______(tn) R. Steele
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 20:05
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Gata salvaje
¿Me está sacando las uñas, señorita Steele?Yo también tengo gato para defenderme.
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
¿Que también tiene gato? Nunca he visto un gato en su casa. No, no le voy a contestar. Cómo me exaspera a veces… De cincuenta mil maneras distintas. Me meto en la cama y me quedo tumbada mirando furiosa al techo mientras mis ojos se adaptan a la oscuridad. Oigo que me entra otro correo. No voy a mirarlo. No, ni hablar. No, no voy a mirarlo. ¡Agh…! Soy tan boba que no puedo resistirme al hechizo de las palabras de Zayn Malik
De: Zayn Malik
Fecha: 2 de junio de 2011 20:20
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Lo que dijiste en sueños
______(tn):Preferiría oírte decir en persona lo que te oí decir cuando dormías, por eso no quiero contártelo. Vete a la cama. Más vale que mañana estés descansada para lo que te tengo preparado.
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
Oh, no… ¿Qué dije? Seguro que es tan malo como pienso.
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
valeriekehrhahn03 escribió:omg omg omg siguel plsss
Ya hay maraton Gracias por leer y disculpa la demora
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
valenmalik escribió:Por fa qué intenso me encanta sigue
Ya hay maraton, muchas gracias por leer y misl disculpas por mi desaparicion
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
ana_sophia.96 escribió:Mala :(no nos puedes dejar así! Sigue por favor ;*
Ya hay maraton, mil disculpas por el super retraso y mi desaparicion
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
JimeDirectioner. escribió:aaaaaaaaaame los cap's :s
¡seguila genia! besos c:
Perdon por hacerlas esperar tanto :( pero ya hay maraton, espero seguir contando contigo ^^
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
ana_sophia.96 escribió:Amm.. Sigo esperando por el próximo capítulo! Me dejó bastante ansiosa el capítulo anterior D:! Por favor, publica el próximo capítulo lo antes posible para que no sufra de un ataque ansiedad !! ;*
Me meresco una golpisa por haber dejado pasar tanto, lo se perdon :(
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
Wendy1D escribió:Hola!!!! Nueva Lectora! Por Favor Seguila!! Enserio! lasjdjdaskdsjakl Necesito Seguir Leyendo Esta Adaptación! Yo Leí Una Adaptación De 50 Sombras Pero Era De Niall Y La Leí Hasta Que Termino El Primer Libro Y Pasaron Unos Capitulos Mas Del Segundo Libro Y La Chica Que Subía No Subió Mas.. Y El Libro No Me Lo Puedo Comprar Porque No Creo Que Mi Mamá Me Quiera Comprar Un Libro Así,, Pero A Mi Me Encanta! ajsdlsdj Y A Zayn Le Queda Perfecto El Personaje De Christian ,, Por Favor Seguila! Enserio! Por Lo Que Mas Quieras En El Mundo.. No La Canceles..
Ya hay un maraton, perdon perdon por la demora, juro que no fue me intencion, pero Muchisismas gracias por leer
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
yalis :p escribió:Hola... Soy nueva lectora y enserio me encanta tú novela basada en 50 sombras de gey
ESTA BUENISIMAAAAA
PD: no te demores tanto en escribir porfa, muerooooooooo
Ya hay un maratom, Juro que no abra mas retrasos ^^
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
Deni rt escribió:nuea lectora porfa siguela pasare al rato ando corta de tiempo
Ya hay un maraton :D Gracias por leer
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
NaiirAJ escribió:nueva lectora!! seguilaaaaaaaaaaaaaaa
Ya hay maraton :D Muchas gracias por leer
Mavy1D
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
siguela ame el maraton y ten por seguro q si subes el otro lo leere
Deni rt
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
asdfghjklñ yo si lo leiria :) <3 siguelaaa
valeriekehrhahn03
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
Mavy124 escribió:JimeDirectioner. escribió:aaaaaaaaaame los cap's :s
¡seguila genia! besos c:
Perdon por hacerlas esperar tanto :( pero ya hay maraton, espero seguir contando contigo ^^¡Sabé que contas conmigo para la otra parte!siempre voy a seguír leyendo,aunque se termine(?) ahBesos,y ¡amé el maraton!
JimeDirectioner.
Re: 50 sombras de Malik HOT [TERMINADA] ~ Zayn Malik y Tu ~
~ 3 Chicas confirmaron lo de la segunda temporada, faltan 2 mas, pero tranquilas aun quedan 5 capitulos mas, para las dos que faltan Muchas gracias por sus comentarios ~
~Mavy
50 Sombras de Malik
Capitulo 25 [Parte 1]
Ultimos Capitulos
Capitulo 25 [Parte 1]
Ultimos Capitulos
Mi madre me abraza fuerte.
—Haz caso a tu corazón, cariño, y por favor, procura no darle demasiadas vueltas a las cosas. Relájate y disfruta. Eres muy joven, cielo. Aún te queda mucha vida por delante, vívela. Te mereces lo mejor.
Sus sentidas palabras susurradas al oído me confortan. Me besa el pelo.
—Ay, mamá.
Me cuelgo de su cuello y, de repente, los ojos se me llenan de lágrimas.
—Cariño, ya sabes lo que dicen: hay que besar a muchos sapos para encontrar al príncipe azul.
Le dedico una sonrisa torcida, agridulce.
—Me parece que he besado a un príncipe, mamá. Espero que no se convierta en sapo.
Me regala las más tierna, maternal e incondicionalmente amorosa de sus sonrisas,y mientras nos abrazamos de nuevo me maravillo de lo muchísimo que quiero a esta mujer.
—______(tn), están llamando a tu vuelo —me dice Bob nervioso.
—¿Vendrás a verme, mamá?
—Por supuesto, cariño… pronto. Te quiero.
—Yo también.
Cuando me suelta, tiene los ojos enrojecidos de las lágrimas contenidas. Odio tener que dejarla. Abrazo a Bob, doy media vuelta y me encamino a la puerta de embarque; hoy no tengo tiempo para la sala VIP. Me propongo no mirar atrás, pero lo hago… y veo a Bob abrazando a mamá, que llora desconsolada con las lágrimas corriéndole por las mejillas. Ya no puedo contener más las mías. Agacho la cabeza y cruzo la puerta de embarque, sin levantar la vista del blanco y resplandeciente suelo, borroso a través de mis ojos empañados.
Una vez a bordo, rodeada del lujo de primera clase, me acurruco en el asiento e intento recomponerme. Siempre me resulta doloroso separarme de mi madre; es atolondrada, desorganizada, pero de pronto perspicaz, y me quiere. Con un amor incondicional, el que todo niño merece de sus padres. El rumbo que toman mis pensamientos me hace fruncir el ceño, saco la BlackBerry y la miro consternada.
¿Qué sabe Zayn del amor? Parece que no recibió el amor incondicional al que tenía derecho durante su infancia. Se me encoge el corazón y, como un céfiro suave, me vienen a la cabeza las palabras de mi madre: «Sí, ______(tn). Dios, ¿qué más necesitas? ¿Un rótulo luminoso en su frente?». Cree que Zayn me quiere, pero, claro, ella es mi madre, ¿cómo no va a pensarlo? Para ella, me merezco lo mejor. Frunzo el ceño. Es verdad, y, en un instante de asombrosa lucidez, lo veo. Es muy sencillo: yo quiero su amor. Necesito que Zayn Malik me quiera. Por eso recelo tanto de nuestra relación, porque, a un nivel profundo y esencial, reconozco en mi interior un deseo incontrolable y profundamente arraigado de ser amada y protegida.
Y, debido a sus cincuenta sombras, me contengo. El sado es una distracción del verdadero problema. El sexo es alucinante, y él es rico, y guapo, pero todo eso no vale nada sin su amor, y lo más desesperante es que no sé si es capaz de amar. Ni siquiera se quiere a sí mismo. Recuerdo el desprecio que sentía por sí mismo, y que el amor de ella era la única manifestación de afecto que encontraba «aceptable». Castigado —azotado, golpeado, lo que fuera que conllevara su relación—, no se considera digno de amor. ¿Por qué se siente así? ¿Cómo puede sentirse así? Sus palabras resuenan en mi cabeza: «Resulta muy difícil crecer en una familia perfecta cuando tú no eres perfecto».
Cierro los ojos, imagino su dolor, y no alcanzo a comprenderlo. Me estremezco al pensar que quizá he hablado demasiado. ¿Qué le habré confesado a Zayn en sueños? ¿Qué secretos le habré revelado?
Miro fijamente la BlackBerry con la vaga esperanza de que me ofrezca respuestas. Como era de esperar, no se muestra muy comunicativa. Aún no hemos iniciado el despegue, así que decido mandarle un correo a mi Cincuenta Sombras.
Su respuesta me hace fruncir el ceño. Suena cortante y formal, no está escrita en su habitual estilo conciso pero ingenioso.
Mierda. Muy bien. Dios… ¿Qué le pasa? ¿Será «el problema»? Igual Taylor ha desertado, o Zayn ha perdido unos cuantos millones en la Bolsa… a saber.
Apago la BlackBerry, incapaz de librarme de la angustia. A Zayn le pasa algo. Puede que «el problema» se le haya escapado de las manos. Me recuesto en el asiento, mirando el compartimento portaequipajes donde he guardado mis bolsas. Esta mañana, con la ayuda de mi madre, le he comprado a Zayn un pequeño obsequio para agradecerle los viajes en primera y el vuelo sin motor. Sonrío al recordar la experiencia del planeador… una auténtica gozada. Aún no sé si le daré la tontería que le he comprado. Igual le parece infantil; o, si está de un humor raro, igual no. Por una parte estoy deseando volver, pero por otra temo lo que me espera al final del viaje. Mientras repaso mentalmente las distintas posibilidades acerca de cuál puede ser «el problema», caigo en la cuenta de que, una vez más, el único sitio libre es el que está a mi lado. Meneo la cabeza al pensar que quizá Zayn haya pagado por la plaza contigua para que no hable con nadie. Descarto la idea por absurda: seguro que no puede haber nadie tan controlador, tan celoso. Cuando el avión entra en pista, cierro los ojos.
Ocho horas después, salgo a la terminal de llegadas del Sea-Tac y me encuentro a Taylor esperándome, sosteniendo en alto un letrero que reza SEÑORITA A. STEELE. ¡Qué fuerte! Pero me alegro de verlo.
—¡Hola, Taylor!
—Señorita Steele —me saluda con formalidad, pero detecto un destello risueño en sus intensos ojos marrones.
Va tan impecable como siempre: elegante traje gris marengo, camisa blanca y corbata también gris.
—Ya te conozco, Taylor, no necesitabas el cartel. Además, te agradecería que me llamaras ______(tn).
—______(tn). ¿Me permite que le lleve el equipaje?
—No, ya lo llevo yo. Gracias.
Aprieta los labios visiblemente.
—Pero si te quedas más tranquilo llevándolo tú… —farfullo.
—Gracias. —Me coge la mochila y el trolley recién comprado para la ropa que me ha regalado mi madre—. Por aquí, señora.
Suspiro. Es tan educado… Recuerdo, aunque querría borrarlo de mi memoria, que este hombre me ha comprado ropa interior. De hecho —y eso me inquieta—, es el único hombre que me ha comprado ropa interior. Ni siquiera Ray ha tenido que pasar nunca por ese apuro. Nos dirigimos en silencio al Audi SUV negro que espera fuera, en el aparcamiento del aeropuerto, y me abre la puerta. Mientras subo, me pregunto si ha sido buena idea haberme puesto una falda tan corta para mi regreso a Seattle. En Georgia me parecía elegante y apropiada; aquí me siento como desnuda. En cuanto Taylor mete mi equipaje en el maletero, salimos para el Escala.
Avanzamos despacio, atrapados en el tráfico de hora punta. Taylor no aparta la vista de la carretera. Describirlo como taciturno sería quedarse muy corto.
No soporto más el silencio.
—¿Qué tal Zayn, Taylor?
—El señor Malik está preocupado, señorita Steele.
Huy, debe de referirse al «problema». He dado con una mina de oro.
—¿Preocupado?
—Sí, señora.
Miro ceñuda a Taylor y él me devuelve la mirada por el retrovisor; nuestros ojos se encuentran. No me va a contar más. Maldita sea, es tan hermético como el propio controlador obsesivo.
—¿Se encuentra bien?
—Eso creo, señora.
—¿Te sientes más cómodo llamándome señorita Steele?
—Sí, señora.
—Ah, bien.
Eso pone fin por completo a nuestra conversación, así que seguimos en silencio. Empiezo a pensar que el reciente desliz de Taylor, cuando me dijo que Zayn había estado de un humor de perros, fue una anomalía. A lo mejor se avergüenza de ello, le preocupa haber sido desleal. El silencio me resulta asfixiante.
—¿Podrías poner música, por favor?
—Desde luego, señora. ¿Qué le apetece oír?
—Algo relajante.
Veo dibujarse una sonrisa en los labios de Taylor cuando nuestras miradas vuelven a cruzarse brevemente en el retrovisor.
—Sí, señora.
Pulsa unos botones en el volante y los suaves acordes del Canon de Pachelbel inundan el espacio que nos separa. Oh, sí… esto es lo que me estaba haciendo falta.
—Gracias.
Me recuesto en el asiento mientras nos adentramos en Seattle, a un ritmo lento pero constante, por la interestatal 5.
Veinticinco minutos después, me deja delante de la impresionante fachada del Escala.
—Adelante, señora —dice, sujetándome la puerta—. Ahora le subo el equipaje.
Su expresión es tierna, cálida, afectuosa incluso, como la de tu tío favorito.
Uf… Tío Taylor, vaya idea.
—Gracias por venir a recogerme.
—Un placer, señorita Steele.
Sonríe, y yo entro en el edificio. El portero me saluda con la cabeza y con la mano.
Mientras subo a la planta treinta, siento el cosquilleo de un millar de mariposas extendiendo sus alas y revoloteando erráticamente por mi estómago. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Sé que es porque no tengo ni idea de qué humor va a estar Zayn cuando llegue. La diosa que llevo dentro confía en que tenga ganas de una cosa en concreto; mi subconsciente, como yo, está hecha un manojo de nervios.
Se abren las puertas del ascensor y me encuentro en el vestíbulo. Se me hace tan raro que no me reciba Taylor. Está aparcando el coche, claro. En el salón, veo a Zayn hablando en voz baja por la BlackBerry mientras contempla el perfil de Seattle por el ventanal. Lleva un traje gris con la americana desabrochada y se está pasando la mano por el pelo. Está inquieto, tenso incluso. ¿Qué pasa? Inquieto o no, sigue siendo un placer mirarlo. ¿Cómo puede resultar tan… irresistible?
—Ni rastro… Vale… Sí.
Se vuelve y me ve, y su actitud cambia por completo. Pasa de la tensión al alivio y luego a otra cosa: una mirada que llama directamente a la diosa que llevo dentro, una mirada de sensual carnalidad, de ardientes ojos avellana.
Se me seca la boca y renace el deseo en mí… uf.
—Mantenme informado —espeta y cuelga mientras avanza con paso decidido hacia mí.
—Haz caso a tu corazón, cariño, y por favor, procura no darle demasiadas vueltas a las cosas. Relájate y disfruta. Eres muy joven, cielo. Aún te queda mucha vida por delante, vívela. Te mereces lo mejor.
Sus sentidas palabras susurradas al oído me confortan. Me besa el pelo.
—Ay, mamá.
Me cuelgo de su cuello y, de repente, los ojos se me llenan de lágrimas.
—Cariño, ya sabes lo que dicen: hay que besar a muchos sapos para encontrar al príncipe azul.
Le dedico una sonrisa torcida, agridulce.
—Me parece que he besado a un príncipe, mamá. Espero que no se convierta en sapo.
Me regala las más tierna, maternal e incondicionalmente amorosa de sus sonrisas,y mientras nos abrazamos de nuevo me maravillo de lo muchísimo que quiero a esta mujer.
—______(tn), están llamando a tu vuelo —me dice Bob nervioso.
—¿Vendrás a verme, mamá?
—Por supuesto, cariño… pronto. Te quiero.
—Yo también.
Cuando me suelta, tiene los ojos enrojecidos de las lágrimas contenidas. Odio tener que dejarla. Abrazo a Bob, doy media vuelta y me encamino a la puerta de embarque; hoy no tengo tiempo para la sala VIP. Me propongo no mirar atrás, pero lo hago… y veo a Bob abrazando a mamá, que llora desconsolada con las lágrimas corriéndole por las mejillas. Ya no puedo contener más las mías. Agacho la cabeza y cruzo la puerta de embarque, sin levantar la vista del blanco y resplandeciente suelo, borroso a través de mis ojos empañados.
Una vez a bordo, rodeada del lujo de primera clase, me acurruco en el asiento e intento recomponerme. Siempre me resulta doloroso separarme de mi madre; es atolondrada, desorganizada, pero de pronto perspicaz, y me quiere. Con un amor incondicional, el que todo niño merece de sus padres. El rumbo que toman mis pensamientos me hace fruncir el ceño, saco la BlackBerry y la miro consternada.
¿Qué sabe Zayn del amor? Parece que no recibió el amor incondicional al que tenía derecho durante su infancia. Se me encoge el corazón y, como un céfiro suave, me vienen a la cabeza las palabras de mi madre: «Sí, ______(tn). Dios, ¿qué más necesitas? ¿Un rótulo luminoso en su frente?». Cree que Zayn me quiere, pero, claro, ella es mi madre, ¿cómo no va a pensarlo? Para ella, me merezco lo mejor. Frunzo el ceño. Es verdad, y, en un instante de asombrosa lucidez, lo veo. Es muy sencillo: yo quiero su amor. Necesito que Zayn Malik me quiera. Por eso recelo tanto de nuestra relación, porque, a un nivel profundo y esencial, reconozco en mi interior un deseo incontrolable y profundamente arraigado de ser amada y protegida.
Y, debido a sus cincuenta sombras, me contengo. El sado es una distracción del verdadero problema. El sexo es alucinante, y él es rico, y guapo, pero todo eso no vale nada sin su amor, y lo más desesperante es que no sé si es capaz de amar. Ni siquiera se quiere a sí mismo. Recuerdo el desprecio que sentía por sí mismo, y que el amor de ella era la única manifestación de afecto que encontraba «aceptable». Castigado —azotado, golpeado, lo que fuera que conllevara su relación—, no se considera digno de amor. ¿Por qué se siente así? ¿Cómo puede sentirse así? Sus palabras resuenan en mi cabeza: «Resulta muy difícil crecer en una familia perfecta cuando tú no eres perfecto».
Cierro los ojos, imagino su dolor, y no alcanzo a comprenderlo. Me estremezco al pensar que quizá he hablado demasiado. ¿Qué le habré confesado a Zayn en sueños? ¿Qué secretos le habré revelado?
Miro fijamente la BlackBerry con la vaga esperanza de que me ofrezca respuestas. Como era de esperar, no se muestra muy comunicativa. Aún no hemos iniciado el despegue, así que decido mandarle un correo a mi Cincuenta Sombras.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 3 de junio de 2011 12:53 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Rumbo a casa
Querido señor Malik :Ya estoy de nuevo cómodamente instalada en primera, lo cual te agradezco. Cuento los minutos que me quedan para verte esta noche y quizá torturarte para sonsacarte la verdad sobre mis revelaciones nocturnas.
Tu ______(tn) x
De: Zayn Malik
Fecha: 3 de junio de 2011 09:58
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Rumbo a casa
______(tn), estoy deseando verte.
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
Su respuesta me hace fruncir el ceño. Suena cortante y formal, no está escrita en su habitual estilo conciso pero ingenioso.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 3 de junio de 2011 13:01 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Rumbo a casa
Queridísimo señor Malik: Confío en que todo vaya bien con respecto al «problema». El tono de tu correo resulta preocupante.
______(tn) x
De: Zayn Malik
Fecha: 3 de junio de 2011 10:04
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Rumbo a casa
______(tn): El problema podría ir mejor. ¿Has despegado ya? Si lo has hecho, no deberías estar mandándome e-mails. Te estás poniendo en peligro y contraviniendo directamente la norma relativa a tu seguridad personal. Lo de los castigos iba en serio.
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
Mierda. Muy bien. Dios… ¿Qué le pasa? ¿Será «el problema»? Igual Taylor ha desertado, o Zayn ha perdido unos cuantos millones en la Bolsa… a saber.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 3 de junio de 2011 13:06 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Reacción desmesurada
Querido señor Cascarrabias:Las puertas del avión aún están abiertas. Llevamos retraso, pero solo de diez minutos. Mi bienestar y el de los pasajeros que me rodean está asegurado. Puedes guardarte esa mano suelta de momento.
Señorita Steele
De: Zayn Malik
Fecha: 3 de junio de 2011 10:08
Para: ______(tn) Steele
Asunto: Disculpas; mano suelta guardada
Las echo de menos a ti y a tu lengua viperina, señorita Steele. Quiero que lleguen a casa sanas y salvas.
Zayn Malik Presidente de Malik Enterprises Holdings Inc.
De: ______(tn) Steele
Fecha: 3 de junio de 2011 13:10 EST
Para: Zayn Malik
Asunto: Disculpas aceptadas
Están cerrando las puertas. Ya no vas a oír ni un solo pitido más de mí, y menos con tu sordera.Hasta luego.
______(tn) x
Apago la BlackBerry, incapaz de librarme de la angustia. A Zayn le pasa algo. Puede que «el problema» se le haya escapado de las manos. Me recuesto en el asiento, mirando el compartimento portaequipajes donde he guardado mis bolsas. Esta mañana, con la ayuda de mi madre, le he comprado a Zayn un pequeño obsequio para agradecerle los viajes en primera y el vuelo sin motor. Sonrío al recordar la experiencia del planeador… una auténtica gozada. Aún no sé si le daré la tontería que le he comprado. Igual le parece infantil; o, si está de un humor raro, igual no. Por una parte estoy deseando volver, pero por otra temo lo que me espera al final del viaje. Mientras repaso mentalmente las distintas posibilidades acerca de cuál puede ser «el problema», caigo en la cuenta de que, una vez más, el único sitio libre es el que está a mi lado. Meneo la cabeza al pensar que quizá Zayn haya pagado por la plaza contigua para que no hable con nadie. Descarto la idea por absurda: seguro que no puede haber nadie tan controlador, tan celoso. Cuando el avión entra en pista, cierro los ojos.
Ocho horas después, salgo a la terminal de llegadas del Sea-Tac y me encuentro a Taylor esperándome, sosteniendo en alto un letrero que reza SEÑORITA A. STEELE. ¡Qué fuerte! Pero me alegro de verlo.
—¡Hola, Taylor!
—Señorita Steele —me saluda con formalidad, pero detecto un destello risueño en sus intensos ojos marrones.
Va tan impecable como siempre: elegante traje gris marengo, camisa blanca y corbata también gris.
—Ya te conozco, Taylor, no necesitabas el cartel. Además, te agradecería que me llamaras ______(tn).
—______(tn). ¿Me permite que le lleve el equipaje?
—No, ya lo llevo yo. Gracias.
Aprieta los labios visiblemente.
—Pero si te quedas más tranquilo llevándolo tú… —farfullo.
—Gracias. —Me coge la mochila y el trolley recién comprado para la ropa que me ha regalado mi madre—. Por aquí, señora.
Suspiro. Es tan educado… Recuerdo, aunque querría borrarlo de mi memoria, que este hombre me ha comprado ropa interior. De hecho —y eso me inquieta—, es el único hombre que me ha comprado ropa interior. Ni siquiera Ray ha tenido que pasar nunca por ese apuro. Nos dirigimos en silencio al Audi SUV negro que espera fuera, en el aparcamiento del aeropuerto, y me abre la puerta. Mientras subo, me pregunto si ha sido buena idea haberme puesto una falda tan corta para mi regreso a Seattle. En Georgia me parecía elegante y apropiada; aquí me siento como desnuda. En cuanto Taylor mete mi equipaje en el maletero, salimos para el Escala.
Avanzamos despacio, atrapados en el tráfico de hora punta. Taylor no aparta la vista de la carretera. Describirlo como taciturno sería quedarse muy corto.
No soporto más el silencio.
—¿Qué tal Zayn, Taylor?
—El señor Malik está preocupado, señorita Steele.
Huy, debe de referirse al «problema». He dado con una mina de oro.
—¿Preocupado?
—Sí, señora.
Miro ceñuda a Taylor y él me devuelve la mirada por el retrovisor; nuestros ojos se encuentran. No me va a contar más. Maldita sea, es tan hermético como el propio controlador obsesivo.
—¿Se encuentra bien?
—Eso creo, señora.
—¿Te sientes más cómodo llamándome señorita Steele?
—Sí, señora.
—Ah, bien.
Eso pone fin por completo a nuestra conversación, así que seguimos en silencio. Empiezo a pensar que el reciente desliz de Taylor, cuando me dijo que Zayn había estado de un humor de perros, fue una anomalía. A lo mejor se avergüenza de ello, le preocupa haber sido desleal. El silencio me resulta asfixiante.
—¿Podrías poner música, por favor?
—Desde luego, señora. ¿Qué le apetece oír?
—Algo relajante.
Veo dibujarse una sonrisa en los labios de Taylor cuando nuestras miradas vuelven a cruzarse brevemente en el retrovisor.
—Sí, señora.
Pulsa unos botones en el volante y los suaves acordes del Canon de Pachelbel inundan el espacio que nos separa. Oh, sí… esto es lo que me estaba haciendo falta.
—Gracias.
Me recuesto en el asiento mientras nos adentramos en Seattle, a un ritmo lento pero constante, por la interestatal 5.
Veinticinco minutos después, me deja delante de la impresionante fachada del Escala.
—Adelante, señora —dice, sujetándome la puerta—. Ahora le subo el equipaje.
Su expresión es tierna, cálida, afectuosa incluso, como la de tu tío favorito.
Uf… Tío Taylor, vaya idea.
—Gracias por venir a recogerme.
—Un placer, señorita Steele.
Sonríe, y yo entro en el edificio. El portero me saluda con la cabeza y con la mano.
Mientras subo a la planta treinta, siento el cosquilleo de un millar de mariposas extendiendo sus alas y revoloteando erráticamente por mi estómago. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Sé que es porque no tengo ni idea de qué humor va a estar Zayn cuando llegue. La diosa que llevo dentro confía en que tenga ganas de una cosa en concreto; mi subconsciente, como yo, está hecha un manojo de nervios.
Se abren las puertas del ascensor y me encuentro en el vestíbulo. Se me hace tan raro que no me reciba Taylor. Está aparcando el coche, claro. En el salón, veo a Zayn hablando en voz baja por la BlackBerry mientras contempla el perfil de Seattle por el ventanal. Lleva un traje gris con la americana desabrochada y se está pasando la mano por el pelo. Está inquieto, tenso incluso. ¿Qué pasa? Inquieto o no, sigue siendo un placer mirarlo. ¿Cómo puede resultar tan… irresistible?
—Ni rastro… Vale… Sí.
Se vuelve y me ve, y su actitud cambia por completo. Pasa de la tensión al alivio y luego a otra cosa: una mirada que llama directamente a la diosa que llevo dentro, una mirada de sensual carnalidad, de ardientes ojos avellana.
Se me seca la boca y renace el deseo en mí… uf.
—Mantenme informado —espeta y cuelga mientras avanza con paso decidido hacia mí.
Mavy1D
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