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Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada
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Re: Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada
MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS! QUIERO DARLE MIS SERVICIOS A IASEEF JAJAJA ♥ YU CNOU WARAIMIN? OKNO. : )
Aria de Jonas
Re: Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada
Capítulo 16
Especial 1/2
Joe se dijo que debía seguir tranquilo, mostrarse formal y centrarse en el trabajo. Tal vez la zona de los despachos no fuera tan elegante como el resto del hotel, pero Piper no había escatimado tampoco en el decorado.
Ella lo invitó a pasar y cerró la puerta.
—¿Por qué no me cuentas lo que tienes en mente? —le preguntó, señalando la cartera.
No se sentó a la mesa, sino que más bien se apoyó sobre ella, invitándolo sin palabras a que él se acercara a ella y le enseñara lo que había llevado.
Él se acercó a ella y sintió el calor de su cuerpo. No le gustaba el perfume fuerte, pero a ella la piel le olía a limón y a algo especiado.
Aunque el verano estaba a punto de terminar, (_Tn) tenía la cara un poco más pecosa de lo habitual, y Joe intuyó que debía de haber estado tomando el sol en las últimas semanas.
Él abrió el maletín y sacó unos papeles y los colocó sobre la mesa.
—Se me ocurrió que te enseñaría las estrategias de mercado, a ver si se te ocurría algo.
—De acuerdo. Lo leeré esta tarde a ver qué se me va ocurriendo.
—Estupendo, gracias.
—¿Por qué no te sientas? —le señaló la silla que había a su mesa.
Aparte de su calor, Joe percibió un olor que era más intenso que el del limón y las especias de su producto de belleza. Era un olor que él conocía y adoraba. Su olor. Su perfume natural cuando estaba excitada.
Él la miró sorprendido, pero ella se limitó a hacer un gesto hacia la silla. Él dio la vuelta a la mesa y fue a sentarse.
—He estado pensando en nosotros —dijo, y dio la vuelta y apoyó una cadera sobre la mesa.
—¿Ah, sí?
Después de cómo habían dejado todo sin resolver el fin de semana, Joe estaba encantado de que ella hubiera sacado un tema que él se había jurado que evitaría.
—Sí —dijo ella en voz baja—. He pensado que podríamos ayudarnos el uno al otro.
Ante su sorpresa, ella se metió las manos debajo de la falda y se bajó las braguitas lila por las piernas bronceadas. Se las quitó del todo y las guardó en el cajón.
A él se le quedó la garganta seca al tiempo que todo su cuerpo despertaba.
—Ayudarnos el uno al otro —repitió.
—Eso es —dijo (_Tn).
Ella se inclinó sobre él; sus labios estaban muy cerca de los de él. Joe vio las motas negras en sus ojos, las pecas sobre su nariz y el pálido carmín que deseaba quitarle a besos. Ella fue a desabrocharle el cinturón.
La puerta de su despacho estaba cerrada, pero era de cristal. Cualquiera podría ver lo que pasaba dentro. En parte quedaban protegidos de las miradas por la mesa de despacho de (_Tn), y dudaba que por esa zona hubiera mucho tráfico; pero aun así (_Tn) lo sorprendió.
Le desabrochó el cinturón al tiempo que la sangre le bajaba a la entrepierna, donde se le concentró con fuerza, dejándolo aturdido. Ella le sacó la camisa de debajo de los pantalones, le desabrochó el botón y le abrió la cremallera, que dejó al descubierto una repentina y potente erección.
Ella lo agarró, y él le metió las manos por debajo de la falda y se las plantó en las caderas para sentarla sobre su regazo.
Del mismo cajón donde había guardado las braguitas, sacó un condón. Eso era típico del Hush. Era sin duda un hotel donde se practicaba el sexo seguro. incluso allí en donde estaban las oficinas. Ella se lo puso en un segundo y entonces se sentó encima de él, mojada y apretada. Y caliente.
—Estamos hechos el uno para el otro —le dijo él. Sintiendo una oleada de ternura mientras la agarraba de las caderas para sujetarla a su cuerpo.
La silla del despacho tenía una buena suspensión, pues los sujetaba mientras se balanceaba con su frenética copulación.
Joe dejó que ella encontrara el ritmo que deseaba mientras cabalgaba sobre él, bamboleando la pelvis mientras se estimulaba.
Observó cómo su preciosa cara se sonrosaba, cómo sus ojos se oscurecían de pasión y su respiración se volvía agitada. Y para que de cintura para arriba su ropa siguiera en el mismo sitio, Joe la tocó sólo de cintura para abajo: las piernas, las caderas y los muslos, hasta que finalmente metió la mano entre los dos para acariciarla donde sus cuerpos se unían. Tenía el vello húmedo y el clítoris mojado. Deseaba echarla al suelo y lamerla por todas partes, y meterle la lengua en su sexo, como tanto le gustaba a ella. Y como no podía hacer ninguna de las dos cosas, la embistió con fuerza hasta que los dos jadearon de placer.
(_Tn) echó la cabeza hacia atrás, gimiendo como una loca. Él la acarició un poco más deprisa, sintiendo sus primeros temblores. Se daba cuenta por sus movimientos cada vez más acelerados y los leves gemidos y jadeos que emitía de que estaba a punto. Menos mal, pensaba, porque él también.
(_Tn) se agarró a él con una mano.
—No puedo aguantar mucho más —jadeó Joe .
—Aguanta un poco por mí.
(_Tn) le metió la lengua en la boca con frenesí, volviéndolo tan loco como el movimiento de sus caderas.
Él continuó acariciándole el punto mágico hasta que sintió que los temblores la zarandeaban con fuerza. Su cuerpo se puso tenso, y sin dejar de besarlo ahogó en su boca los gemidos de placer mientras los espasmos la recorrían. Con un sentido grito de dejadez, él alcanzó el clímax, cabalgando sobre aquella gloriosa oleada de sensaciones junto a la mujer que amaba.
—Oh —dijo ella, mirándolo con una expresión de satisfacción en el rostro—. Ha sido...
—Maravilloso —terminó de decir Joe , momentos antes de besarla largamente.
En el restaurante, el público habitual había disminuido, dándole un ambiente aún más íntimo. Mientras esperaban a que les llevaran la comida, Joe estiró el brazo y le rozó las puntas de los dedos con los suyos. Su cuerpo vibraba del sexo que habían compartido, pero era la intimidad lo que deseaba en ese momento; de ésa que sólo existe entre almas gemelas.
—¿Te gustaría ir a Cape Cod este fin de semana? — le preguntó él.
—Lo siento, tengo planes.
—¿Qué clase de planes? —le preguntó él molesto—. Los dos trabajamos toda la semana. Se me ocurrió que podríamos vemos este fin de semana.
Ella lo miró como si fuera bobo.
—¿En qué mundo vives que piensas que mis planes para el fin de semana son asunto tuyo?
—En el mundo en que nuestra comida de negocios empieza con el sexo en tu despacho.
Ella se inclinó hacia él, para hablarle en voz baja.
—¿Has oído hablar alguna vez de amigos con derecho a roce?
—Por supuesto que sí —respondió Joe . medio dolido, medio sorprendido—. Y no es eso lo que somos. Te amo. Lo único que quiero es que vuelvas a mi vida.
—Entonces te voy a decepcionar. Una vez te ame. Joe . No volveré a cometer la misma estupidez. Disfruto de tu compañía, y el sexo es maravilloso. He estado pensando que podemos ayudarnos el uno al otro. La semana pasada me di cuenta de lo mucho que echaba de menos tener un buen amante —lo miró con ardor—. Y desde luego tú lo eres. Si quieres una relación poco complicada hasta que uno de nosotros encuentre a la persona adecuada, entonces llámame.
—No lo dices en serio —dijo Joe .
Ella lo miró con frialdad.
—No soy la mujer que conociste en la facultad. Soy mayor y más inteligente. Sí, todo lo que he dicho lo he dicho en serio.
Como la comida llegó en ese momento, Joe se salvó de tener que decir nada inmediatamente. El instinto le decía que ella mentía. Nadie cambiaba tanto en tres años.
¿Pero cómo conseguir que ella volviera a confiar en él?
Comió porque tenía hambre, pero sin el placer que había sentido veinte minutos antes.
—¿Has tenido uno alguna vez? —le preguntó Joe .
Ella levantó la vista de su plato de ensalada.
—¿El qué?
—Un amigo con derecho a roce.
—Eso no es asunto tuyo —le dijo ella bajando de nuevo la vista al plato, contestando con eso a su pregunta con la misma claridad que con un simple «no».
Joe sintió por ello cierto alivio. No había cambiado tanto como ella decía. Y quería adoptar esa actitud con él por las razones que fuera; razones que no le parecieron tan difíciles de dilucidar.
—Bien —respondió, decidiendo ponerla en evidencia.
—¿Cómo?
—Bien. Estoy de acuerdo. Amigos con derecho a roce, entonces.
Si ella quería sólo sexo con el hombre que le había declarado su amor, con el hombre de quien ella estaba enamorada, aunque no reconociera nada de eso, entonces él estaba dispuesto a seguirle la corriente.
—Bueno —dijo ella finalmente cuando el silencio empezaba a hacerse insoportable—. ¿Qué clase de evento planeas organizar en el Hush?
—Básicamente quiero invitar a los clientes más importantes de la empresa a una velada inolvidable.
—Supongo que también para presentarte a esos peces gordos, ¿no?
—Más o menos. Pero no quiero ser la atracción principal de nada.
Ella jugueteó un poco con la comida.
—No sé si es muy buena idea, ¿sabes... ? El Hush tiene cierta fama...
—Oye, no quieras fastidiarme. Acuérdate de que te ayudé a salir de un apuro. Cuento contigo para que me ayudes con esto.
Ella levantó la cabeza.
—¿Cuándo me ayudaste?
—Te conseguí a Giles para Irene Bonnet, ¿o no?
Ella trató de aparentar que estaba enfadada, pero terminó por sonreír.
—La verdad es que te estoy agradecida por ello. La promoción del Fin de Semana de Ensueño ha sido un éxito rotundo. Casi tuvimos que echarlos de su suite el lunes. Que yo sepa, han continuado con el romance en el ático de lujo de Giles. Irene está tan contenta que me ha enviado flores.
—¿Y Giles?
Ella sonrió todavía más y se echó a reír.
—También. Juraría que esos dos están locamente enamorados.
Joe se alegró de que su inadvertida contribución como casamentero hubiera salido tan bien.
—¿Locamente enamorados como nosotros?
Su sonrisa se desvaneció.
—Como solíamos estarlo nosotros.
—El destino nos está dando otra oportunidad, ¿sabes?
—Yo creo en que cada uno se busca su propio destino. Tal vez nos hayamos acostado juntos, Joe , pero nada ha cambiado.
—Oh, todo ha cambiado.
Ella lo miró y entonces empujó el plato medio vacío.
—¿Postre? —le dijo (_Tn) en tono alegre.
—Yo ya he tomado postre; antes de almorzar —le recordó mientras la rozaba con la rodilla por debajo de la mesa.
Volvería a ganársela utilizando todas las armas que poseía en su arsenal, y supuso que la más potente era lo bien que la conocía.
—Necesito volver al trabajo —dijo Joe mientras echaba mano a la cartera.
—Bien —dijo (_Tn)—. Invito yo —añadió.
—Pero mi fin de semana de ensueño ha terminado.
—Sí, pero ahora eres un cliente del Hush —dijo en tono profesional—. No te preocupes. Te voy a preparar un evento fantástico, pero el hotel también ganará dinero con el acontecimiento.
—Entonces, ganamos todos. Espero tu llamada.
Las cosas no iban con la facilidad que él habría deseado en su campaña para ganarse de nuevo a la mujer que había perdido de un modo tan estúpido, pero le daba la impresión de que se iban a poner muy interesantes.
(_Tn) llamó a Joe al móvil el viernes a última hora. Su celebración del cristal estaba en todo su apogeo, y era un éxito rotundo en todos los sentidos. Esa vez, nada parecía que fuera a salir mal.
—Joe , soy (_Tn).
—Espero que me llames porque te apetece practicar el sexo —dijo él bajando la voz hasta que fue un murmullo íntimo—. ¿Sabes?, creo que me encanta esta idea tuya.
No había pensado en el sexo, sino más bien en irse a casa, darse una buena ducha, tomar un té y quedarse tirada en el sofá. Pero sus palabras despertaron las ansias en su interior.
—No te llamo por eso —le dijo ella empeñada en controlarse.
—Qué pena.
—He estado pensando en la cena de agasajo tuya. Tengo algunas ideas.
—Estupendo. ¿Quieres que cenemos juntos y las discutamos?
¿Quería? Sabía que si lo hacía, después de la cena irían o a su casa o a la de él, y acabarían haciendo el amor, levantándose tarde al día siguiente, preparando el desayuno juntos y leyendo juntos el periódico ... Todas las intimidades que ella conocía tan bien y que los llevarían a pasarse todo el fin de semana juntos. Se dijo que las relaciones informales funcionaban si uno las mantenía así.
De momento lo tenía todo controlado, pero debía tener cuidado si no quería acabar quemándose por segunda vez.
—Esta noche no puedo —dijo (_Tn)—. Tengo una fiesta aquí en el Hush—. Pensé en enviarte unas sugerencias por correo y que tal vez pudiéramos comentarlas el lunes.
—No sé a qué hora volveré el lunes. Estoy en Cape Cod este fin de semana, ¿recuerdas?
(_Tn) experimentó una sensación de vacío. Él la había invitado a ir, y ella le había dicho que no. Se preguntó con quién iría.
Parecía que mientras que con el pensamiento ella había tratado de evitar pasar el fin de semana con él en Nueva York, él había estado pensando en hacer las maletas para marcharse a Cape Cod. Sin ella. ¡Qué chasco!
—Bueno, bien, de acuerdo. De todos modos te enviaré las notas por correo. Llámame cuando tengas un rato la semana que viene.
—Gracias —dijo Joe .
—Bien —dijo (_Tn)—, que pases un buen fin de semana.
—Y tú también —dijo él en tono risueño.
ElitzJb
Re: Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada
Capítulo 17
Especial 2/2
(_Tn) se pasó todo el fin de semana irritable. El ambiente estaba pegajoso, sucio y caluroso. Demasiado para el mes de septiembre. Estaba segura de que en Cape Cod hacía más fresco, que de día aún haría buen tiempo para estar al aire libre y de noche haría el frío suficiente para encender la chimenea.
Se imaginó a Joe y a alguna mujer sin rostro y sin nombre retozando en alguna preciosa cabaña, así que decidió lanzarse a un fin de semana de celebraciones.
El domingo por la mañana se levantó algo cansada. Organizó la ropa para llevar a limpiar en seco, regó las plantas, se preparó un buen desayuno y llamó a su madre. Entonces se marchó a la fiesta de despedida de soltera de May Ellison.
May estaba muy bonita. ¿Quién habría pensado que un tipo que escribía historias tan espeluznantes como Beck Desmond se enamoraría de alguien tan suave y dulce?
(_Tn) se dijo que el amor era imprevisible. Y como ella era una mujer práctica y tenía experiencia, se aseguró de que May podría usar su regalo aunque la boda se fuera al traste y le regaló un juego de camisón y bata de seda de flores.
Durante todo el tiempo estuvo inquieta, como el incesante vaivén de las olas del océano que bañaba las costas de Cape Cod.
El lunes tuvo la satisfacción no sólo de ver su foto en varios diarios y revistas, sino también su nombre en distintos artículos de los ecos de sociedad. Joe jamás los leería, pero de todos modos se alegraba de que se hubieran publicado.
El martes por la mañana, cuando estaba despidiendo a un grupo de clientes japoneses, Giles Pendleton entró en el hotel, con un aspecto tan impecable como de costumbre.
—Giles —dijo ella, que se acercó a él para besarlo en la mejilla—. Qué agradable sorpresa.
—Me alegro de verte, (_Tn). Me gustaría hablar contigo un momento.
—Por supuesto —lo condujo a un rincón más reservado y se sentaron a una mesa—. ¿Te apetece un café o algo?
—No, gracias. Necesito que me hagas un favor.
—Haré lo que pueda.
Él se sonrojó un poco.
—Es un tanto personal.
Había que ver lo gracioso que estaba cuando algo le daba vergüenza.
—En el Hush podemos ser muy discretos —dijo (_Tn) bajando la voz.
—El caso es que quiero reservar otra vez la Suite Oscar. Para Irene y para mí.
—De acuerdo —dijo (_Tn), a quien esa petición no le parecía tan extraña.
—Tengo que volver a Londres durante dos semanas. Irene... —su voz quedó suspendida un instante—. Bueno, no creo que esté segura de que mis sentimientos hacia ella sean sinceros.
—Ah —dijo (_Tn).
—Se muestra valiente y burlona, y dice cosas absurdas como que tal vez volvamos a «engancharnos» la próxima vez que yo venga a la ciudad... Pero yo no soy de esa clase de hombre que se «engancha» con alguien de ese modo, francamente, por mucho que ella diga. Y no creo que Irene lo sea.
(_Tn) pensó en su propio intento de convencer a un hombre en particular de que sólo lo quería para pasar el rato. En ese momento lo había creído, pero sólo tenía que imaginárselo con otra mujer para darse cuenta de que sus palabras eran una auténtica mentira. No quería solo sexo con Joe , al igual que Irene tampoco quería eso con Giles.
Quería vivir un cuento de hadas con la misma desesperación que Irene. Y era el doble de tonta por desearlo junto a un hombre que la había dejado plantada.
Dejó de pensar en Joe para centrarse en Giles.
—¿Entonces tú te vas a Londres, y ella cree que no vas a volver a buscarla? ¿Es eso?
—Eso es precisamente.
—¿Y qué puedo hacer yo para ayudarte?
—Me marcho mañana. Quiero que el hotel le envíe dieciséis rosas rojas a Irene. Ella vuelve a Ohio, de modo que se las tenéis que enviar a su casa.
—De acuerdo. ¿Dieciséis? —preguntó para asegurarse.
—Sí. Dieciséis porque ése es el número de noches que voy a estar fuera.
De nuevo parecía avergonzado, y (_Tn) se daba cuenta de que aquello del romance le resultaba difícil.
Pero al mismo tiempo le encantó que hiciera eso por Irene.
—Con las rosas, me gustaría que enviarais la hoja de reserva de la suite para la noche de mi llegada y los tres días siguientes.
Ella asintió y lo apuntó en su agenda electrónica. Giles se metió la mano en el bolsillo de la americana y sacó un sobre cerrado.
—¿Podrías enviar esto también, tal vez metido entre los papeles del hotel?
—Por supuesto —dijo ella tomando el sobre.
Era un sobre de papel pergamino color crema. El nombre de Irene estaba escrito en tinta china.
—Giles —(_Tn) sabía que la pregunta era de lo más inapropiada por su parte, pero necesitaba saberlo urgentemente—. ¿Cómo puedes estar tan seguro?
—¿Seguro de qué?
—De lo que sientes por Irene.
—Ah, ¿seguro de que la amo? ¿Te refieres a eso?
—Sí. Si no te parece una pregunta demasiado personal.
—No, no me importa contestar —dijo él—. Salvo que no hay contestación, ¿sabes?
—¿No la hay?
—No. Supongo que es el destino, o la magia, o algo, no sé el qué. Me pasé veinte años amando a una persona que no podía hablar de mí en público. Veinte años de secretos, de silencio. Irene —levantó la vista y arqueó una ceja—, bueno, no es nada callada, eso desde luego. Cuando estoy con Irene sé que estoy con una mujer a quien no le importa que la vean y que la oigan, y que quiere estar conmigo. No tengo que compartirla con nadie —él le sonrió—. Estaba casi seguro antes de que me había enamorado de Irene, pero el fin de semana en Cape Cod ha sido... impresionante.
—¿Cape Cod? ¿Habéis estado en Cape Cod?
—Sí. Nos dio mucha pena que no pudieras venir. Joe se iba a echar atrás, pero le insistimos para que se viniera. Aunque no le gustó mucho estar de sujetavelas, puedo asegurártelo.
—¿Quieres decir que fue solo?
—Pues claro que sí. ¿Si no iba contigo, con quién iba a ir?
—No tengo ni idea —dijo ella débilmente.
Giles la miró un momento con curiosidad.
—Bueno, no me gusta hablar de los asuntos de otras personas ni meterme en la vida de los demás, así que me contentaré con decirte que Joe me contó lo que os pasó.
—¿Lo hizo?
—Sí. Fue un estúpido por dejarte plantada como lo hizo.
—Pero me dejó.
—Creo que sigues enamorada de él —dijo Giles—. Y sé que él está enamorado de ti. No lo castigues por los errores del pasado de tal modo que os paséis toda la vida perdiendo el tiempo, ¿de acuerdo?
—¿Pero cómo voy a volver a confiar en él? —le preguntó, dando voz a la pregunta que la obsesionaba.
—No hay garantías, querida. Uno confía y tiene fe en los demás sin garantías —se miró el reloj—. Debo marcharme, me temo. Tengo tantas cosas que hacer hoy... ¿Querrás cargar todo eso a mi cuenta?
—Sí, por supuesto.
Él se puso de pie.
—Ah, y quiero dos docenas de rosas rojas en la suite para cuando llegue Irene.
—Desde luego —concedió mientras trataba de volver a la realidad—. Supongo que también querrás una botella de champán enfriándose en una cubitera, ¿no?
—Mmm. Sin duda. Menos mal que me lo has recordado. Le pediré a mi chófer que traiga un par de botellas de mi bodega —la miró—. Y no porque no me gusten los vinos que tenéis en el Hush, por supuesto, pero uno tiene sus preferencias.
—Naturalmente.
—Bueno, entonces me voy.
—Que tengas buen viaje —le sonrió y le dio un beso en la mejilla—. Y buena suerte.
Él le puso las manos en los hombros un instante y la miró a los ojos.
—Te deseo lo mismo.
De modo que Joe no se había llevado a nadie a Cape Cod. (_Tn) organizó todo lo que Giles le había pedido, incapaz de ahogar una sensación de satisfacción.
Volvió a su despacho, cerró la puerta y llamó a Joe .
—¿Estás solo? —le dijo (_Tn) cuando él se identificó.
—Un momento.
Oyó el murmullo de voces y seguidamente el clic de una puerta que se cerraba.
—Soy todo tuyo —dijo Joe con voy aterciopelada y sensual.
Ella se deleitó con aquel momento de intimidad, con la caricia de su voz ronca, con el tirón de la atracción entre ellos.
—¿Qué te parecería ser todo mío esta noche? ¿En mi casa, a las siete?
—Creo que podría encajarlo en mi horario —dijo él—. ¿Quieres que lleve algo?
—Un bote de aceite de masaje. Espero que sigas dando esos fantásticos masajes que dabas.
—Haré lo posible para liberarte de todas tus tensiones.
Ella cruzó las piernas para dominar la oleada de sensaciones lujuriosas que la invadieron.
—Entonces te veo luego.
—Espera —dijo Joe .
—¿Sí?
—Tengo otros masajes esta noche, así que no quiero que perdamos tiempo. Me gustaría que estuvieras lista para mí cuando llegue.
Si supiera lo lista que estaba ya en ese preciso momento... Tragó saliva para calmar los latidos de su corazón.
—¿Qué quieres que haga?
—Cuando llegue, quiero que estés desnuda.
—¿Desnuda?
—Eso es.
—¿Tengo que abrirte la puerta desnuda?
—Sí.
—¿Y si es el chico del supermercado? ¿O el repartidor de pizza que se ha equivocado de puerta?
—Eso sería... un corte.
—O peor aún, podría ser el asqueroso de mi vecino, Bernard, a quien le encantaría verme desnuda.
—Entiendo —dijo Joe —. Pero de verdad necesito que estés preparada —hizo una pausa—. Puedes ponerte una bata —decretó finalmente.
—Una bata.
—Pero no te pongas nada debajo.
(_Tn) sintió un escalofrío de emoción por todo el cuerpo.
—¿Algo más?
—Sí. Enciende unas velas.
—¿Para dar un masaje?
—Por si se va la luz en tu edificio. No quiero perder el tiempo buscando unas velas si eso ocurriera.
—Qué eficiente eres —dijo (_Tn) volteando los ojos.
—Aprecio tu cooperación.
—Estaré lista —dijo ella antes de colgar.
A las siete en punto llegó Joe . El conserje lo envió a su apartamento, donde ella ya lo esperaba a la puerta.
—Hola —dijo (_Tn).
—¿Estás lista?
En ese momento, Joe era un dinámico y eficiente masajista con una consulta floreciente.
Ella asintió, y él entró en su apartamento. Miró a su alrededor un instante.
—Bonito sitio.
—Gracias.
—No he traído mi camilla. ¿Te vale la cama?
Ella tuvo que tragar saliva antes de contestar. ¿Qué demonios le pasaba?
—Sí.
—Entonces, adelante.
Dudaba de que los masajistas observaran a sus pacientes quitándose la bata con tanto deseo. Pero en ese caso no se quejaba.
—Túmbate bocabajo —le instruyó con voz un poco más ronca y profunda que momentos antes.
Sin decir nada, (_Tn) retiró la colcha y se tumbó en la cama.
—Doy mejor los masajes si estoy también desnudo. ¿Te parece bien?
—Esto... sí, claro.
Ella se volvió para observar cómo se quitaba el pantalón de chándal y la camiseta. Ya estaba excitado, y (_Tn) se tomó un momento para disfrutar del espectáculo de su cuerpo fuerte y atlético. Cuando Joe se sentó encima de ella, la cama se hundió un poco. Apoyó casi todo su peso en las piernas, pero ella lo sentía, piel con piel, caliente y excitado.
Y entonces oyó el crujido de la bolsa de papel cuando Joe sacó el aceite de masaje.
Al momento siguiente sintió las primeras gotas de aceite cayéndole entre los omóplatos. Aspiró con fuerza porque estaba frío.
—Ahora te lo caliento a la temperatura del cuerpo —dijo Joe con voz tranquilizadora.
—Mmm.
(_Tn) cerró los ojos y se entregó a sus manos. Esas manos grandes, fuertes y capaces empezaron a moverse con movimientos lentos y largos, extendiéndole el aceite por la espalda y los hombros. Él no había estudiado para ser masajista, pero no se podía negar que era muy bueno. Bajo sus dedos y las palmas de sus manos, las tensiones del día iban desapareciendo de sus hombros y su cuello, donde ella se echaba todo el estrés.
Joe amasó los músculos de su espalda y de sus brazos, del cuello y de los hombros con aquel aceite que olía a romero y a pino, hasta que (_Tn) se sintió débil y pesada; pero siempre, siempre, sabía adónde los conduciría el masaje, y su vientre se hinchó de anticipación.
—Date la vuelta —dijo él con voz suave.
Ella lo hizo y lo miró a los ojos. Él le echó un poco de aceite entre los pechos y empezó a frotárselo. Los senos se le pusieron resbaladizos y el vientre suave y brillante. Finalmente, él le deslizó los dedos entre las piernas.
Nada más tocarla ahí, ella gimió, del rato que llevaba aguantándose; o al menos eso le parecía a ella. Le frotó el clítoris con los dedos aceitosos, aunque ya estaba mojado con sus propios jugos.
Entonces se agachó entre sus piernas y puso la boca allí. Ah, estaba tan caliente...; tan próxima al orgasmo... Joe la lamió, provocándola un poco al principio, y después un poco más deprisa, metiéndole también toda la lengua en su cuerpo. Ella alzó las caderas hasta que terminó por levantarlas del todo en el aire, girando sobre su boca.
—Oh —gritó—. Espera, te quiero sentir dentro de mí —gimió.
Pero no pudo dominarse, y con las mágicas caricias de su lengua alcanzó el clímax entre gritos de placer mientras él le besaba sus partes íntimas, sus muslos y su vientre.
—Quería alcanzar el orgasmo contigo dentro —se quejó débilmente cuando finalmente pudo articular palabra.
—Lo harás —le prometió él.
Pero qué arrogancia por su parte. A (_Tn) le costaba tener dos orgasmos seguidos.
Y entonces él empezó a besarla en la boca, de modo que ella pudo saborear su pasión con un toque de romero. La penetró despacio, y ella pudo sentir cómo se estiraba su cuerpo para acomodar su miembro. Le rodeó la cintura con las piernas y levantó las caderas para que la penetrara hasta el fondo. Entonces Joe empezó a acariciarla de nuevo entre las piernas.
Ella dejó que las deliciosas sensaciones aumentaran poco a poco en su interior, mientras se bebía con la mirada aquel rostro fuerte y sexy. Notó que se le cubría la frente de sudor y cómo dejó de fijar la mirada, hasta que sus jadeos fueron tan intensos como los de ella.
(_Tn) lo agarró de los hombros, y se inclinó hacia delante para besarlo en la boca. Y cuando alcanzaron el orgasmo, ella ahogó sus gemidos y él los suyos. Pasados unos minutos, Joe le acarició el cabello y besó sus labios hinchados por la pasión.
—Das unos masajes de muerte —le dijo ella.
—Contigo es sencillo. Eres una persona naturalmente relajada.
—Gracias.
Pensó en ofrecerle un vaso de vino, pero de pronto se dijo que sería demasiado peligroso.
—¿Qué tienes pensado hacer el resto de la velada?
—Ya te lo he dicho, tengo otros masajes.
Ella le dio un puñetazo en el hombro.
—Venga, no me tomes el pelo.
—Voy de camino al gimnasio —se volvió y le echó otra sonrisa—. Para entrenar un poco más.
Como no quería mostrarse desagradable y echarlo enseguida, le ofreció que se duchara allí.
—No hace falta, me doy una ducha en el gimnasio.
Joe se dio la vuelta, se levantó y desapareció tras la puerta del baño. Cuando volvió, recogió su ropa del suelo y se vistió con la misma velocidad con la que se había desvestido.
—¿Cuándo te volveré a ver? —le preguntó Joe .
—Yo te llamo —dijo (_Tn).
—De acuerdo —respondió él tranquilamente.
Y así fue como (_Tn) empezó la primera relación de su vida basada en el sexo.
A Joe desde luego no pareció importarle. En realidad, tras una sesión de sexo, jamás la presionaba para que salieran en serio o para volverse a encontrar.
Se lo pasaban bien, y pasaban mucho tiempo juntos; pero ella nunca se quedaba a dormir en su casa, ni él en la de ella.
El plan de (_Tn) funcionaba de maravilla; mejor de lo que ella habría pensado. Le había costado un poco acostumbrarlo, pero Joe ya no volvió a mencionar lo de ir en serio.
A veces le parecía que la miraba con una intensidad que distaba mucho de ser despreocupada, pero jamás volvió a cometer el error de decirle que la quería.
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hey mis chicas como estan???
espero q les alla gustado el especial
ya estamos casi llegando al final de esta historia :(
besitos y feliz fin de semana
espero q les alla gustado el especial
ya estamos casi llegando al final de esta historia :(
besitos y feliz fin de semana
ElitzJb
Re: Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH QUE ESPERA????
CIELOOSS YO NO LO HARIAA ESPERAARRR!!!
YA QUE LE DIGA QUE LO QUIEREEE!!
CIELOOSS YO NO LO HARIAA ESPERAARRR!!!
YA QUE LE DIGA QUE LO QUIEREEE!!
chelis
Re: Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada
ahh no, no con estos dos :aah:
Joe es tan lindo :amor:
siguela!!!
Joe es tan lindo :amor:
siguela!!!
aranzhitha
Re: Encuentros privados Joe J y(_TN) Terminada
tienes que seguirla
a que hora esa tonta va a volver con el :(
SÍGUELA!
a que hora esa tonta va a volver con el :(
SÍGUELA!
fernanda
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