Good Girls love Bad Boys {Louis Tomlinson}

-No tengo ganas de aguantar a nadie, adiós- digo siendo muy borde mientras paso por su lado.

Sigo caminando y él no me dijo nada, siendo sincera esperaba que me dijera algo, lo que sea, y sé que si lo hubiera hecho no me hubiera podido resistir a esos ojos, lo más probable es que hubiera acabado besándolo por lo que es mejor que no me haya dicho nada.

A lo lejos veo la fachada de mi acogedora casa y siento un gran alivio instalarse en mi pecho mientras apresuro mi paso. Media calle después oigo el rugido de una moto antes de que esa moto reluciente derrape delante mía cortando mi paso. Doy un pequeño grito asustada antes de que la moto se pare y consiga ver al Dios Griego que he tenido rondando por mi cabeza desde que dijo que "era suya" me enfadó el que me tratara como un objeto, lo admito, pero es imposible que no te tiemblen las rodillas si tienes a semejante hombre delante.

Meneo la cabeza expulsando esos pensamientos de mi antes de mirarlo directo a los ojos. Él me sonríe y yo bufo antes de intentar rodear la moto y seguir mi camino pero atrapa mi brazo y tira de mi hasta que pego mi pecho contra el suyo. Lo miro sorprendida y él me vuelve a sonreír pero esta vez su sonrisa ha pasado de ser una sonrisa coqueta a ser una.... dulce.

-¿Qué quieres?- digo a la vez que me separo a regañadientes.
-No creo que se pueda decir en voz alta lo que quiero- después de eso me guiña un ojo y instantáneamente le doy una cachetada-
-Descarado- escupo las palabras antes de volver a intentar caminar hacia mi casa.

Sin poder esperarmelo me veo sentada sobre los muslos de el chico de preciosos ojos azules mientras acelera la moto a todo gas y yo ahogo mis gritos aterrados en la tela de su chupa y controlo las lágrimas apretando fuertemente mis párpados.

Ha sido demasiado rápido, él me cogió de la cintura y me sentó encima suya antes de poner en marcha la moto mientras yo no hacia más que apretarme a él por el terror de caerme de ella.

-No has debido hacer eso, pequeña-susurra sobre mi oído y yo no puedo más que morder su chaqueta con furia haciéndome sentir dolor en las mandíbulas por la fuerza con la que muerdo.

No sé donde se dirige y entre eso y el miedo que me domina está haciendo que mis tripas se revuelvan, no soy de las chicas que aman las atracciones de feria y las alturas, soy más de las chicas que adoran poder tener los pies en la Tierra, he viajado pero cada vez que llego a mi destino y he bajado del avión he sentido ganas de besar el suelo como hace el Papa. Nunca lo he hecho, obviamente, pero las ganas siempre han estado ahí y ahora es lo que deseo hacer pero, si es posible, desearía que el momento en el que me deje bajar sea suavemente, para que el mareo que tengo se pase a la vez que mis pies toquen tierra.

-Pequeña, puedes bajar-una mano acaricia mi espalda y ese es el momento en el que vuelvo de mis pensamientos y dejo de oír el rugido del motor para solo sentir una pequeña vibración, dejo de esconder la cara en su camiseta y miro a mi alrededor sin separarme ni un milímetro.

-¿No me vas a hacer nada?- pregunto temblando del miedo y su pecho vibra a la vez que oigo su ronca risa y otra de sus manos pero esta vez en mi cabello, apartándolo de mi cara dejando una de mis orejas a la vista.

Siento su respiración sobre esta antes de oír un suave susurro.

-Nunca te podría hacer nada, pequeña- deja un delicado beso en esta y por mi columna vertebral cruza un escalofrío que pone todos los pelos de mi cuerpo de punta.

Carraspeo intentando quitar aunque sea un poco de tensión del ambiente y me separo de él antes de bajar de la moto y volver a mirar mi alrededor intentando ubicarme y saber donde me encuentro. Me resigno cinco minutos y me giro hacia donde está la moto y veo al ojiazul mirarme con una nota de gracia en sus ojos.

-¿Dónde estamos?- pregunto enfadada.

Es fácil enfadarme, repito que es muy fácil, creo que demasiado.

-Estamos... lejos- dice sonriendo como si esto fuera gracioso.
-¿Me puedes decir que te hace tanta gracia?-Pregunto poniendo mis manos sobre mis caderas.
-Me gusta eso que haces, sin darte cuenta estas sacando pecho y me estas dando una preciosa vista- sé que lo dice para enfadarme por lo que solo me acerco a él y levanto mi mano dispuesta a golpearlo de nuevo.
-Pequeña, créeme que eso es lo peor que puedes hacer-susurra cogiendo mi muñeca mientras me pega de nuevo a su pecho.
-Deja de hacerme enfadar-susurro mientras el roza su nariz con la mía.
-Deja de ser tan hermosa- se pasa la punta de la lengua por los labios antes de sonreír- pero las dos cosas son imposibles, pequeña-
-¿Por qué me has traído aquí?-pregunto mirándolo a los ojos.
-Nunca me dejarías hablarte si no te secuestro unas horas-murmura sin alejarse.
-No me has dicho tu nombre-cambio de tema.
-Louis, Louis Tomlinson- alza uno de los lados de su boca formando una pícara sonrisa.
-_____ -me aclaro la garganta mientras me alejo de él, de nuevo.
-Sé como te llamas, pequeña-
-¿Por qué me llamas ''pequeña''?-pregunto.
-Porque eres mi pequeña- murmura y yo lo miro incrédula de que haya usado el ''mi'' como si fuera de su propiedad.
-Yo no soy nada tuyo, llámame _____-pronuncio bruscamente.
-Eres mía, pequeña- dice enfatizando el ''pequeña'' y yo le lanzo una mirada furiosa.
-Llévame de nuevo a mi casa- ordeno alzando la barbilla.
-Creo que aún no.- dice y doy media vuelta sobre mis talones dispuesta a buscar el camino a mi casa sola.-¿Dónde vas?-oigo que se baja de la moto y corre hasta quedar a un lado mío.
-A mi casa, voy a encontrar yo sola el camino de vuelta, no necesito de ningún guaperas secuestrador ''por horas''- digo.

-¿A sí que... guaperas?-pregunta y yo me pongo roja como un tomate al comprobar que si he dicho eso, que no solo lo he pensado.
-Umm, si eso, se te nota que eres un egocéntrico-digo sin creérmelo ni yo.
-Sabes, el camino no es por allí-dice antes de cogerme por la cadera y subirme en su hombro haciéndome chillar un poco.
-¡Déjame! Me quiero ir a mi casa-pataleo golpeando su espalda con mis puños.

Louis hace como si no hubiera escuchado y sigue caminando mientras yo pataleo sobre su hombro. Después de un rato me canso y me dejo llevar mientras espero que llegue el momento en que me vuelva a dejar en el suelo. Miro el suelo y agradezco haberlo hecho porque desde aquí arriba tengo una vista maravillosa, su trasero queda a la vista y tiene un muy buen aspecto.

-¿Buenas vistas?-pregunta y en sus palabras puedo sentir que sonríe y segundos después mi cara se pone roja como un tomate de vergüenza.

Escondo la cabeza en el hueco que hay entre su hombro y su cuello mientras siento su ronca risa. En este momento agradezco no estar con los pies en el suelo porque seguro me caería por el temblor de mis rodillas. Aspiro el dulce aroma que tiene su piel y no sé como hago para no soltar un gemido de gusto. Es exquisito su olor, una deliciosa mezcla de vainilla, menta y su propio olor corporal. Cierro los ojos a la vez que vuelvo a oler su cuello. Abro los ojos aún escondida en su cuello, al hacerlo, veo como dejamos la moto detrás nuestra y seguimos alejándonos.

Es extraño pero ya no siento la necesidad de correr lejos de él, lo que quiero es pegarme más y más a él y seguir acercándome hasta que nos hagamos uno.No sé el porqué de mi cambio de opinión y eso me asusta.

-Pequeña, llegamos a nuestro destino- dice dejándome en el suelo.

Miro delante nuestra y allí puedo ver una pequeña casita de madera blanca rodeada de flores con una gran entrada y un sofá que parece muy cómodo a un lado de la puerta. Sin poder evitarlo me acerco allí y subo los dos pequeños escalones antes de empujar un poco la puerta principal y entrar en un pequeño hall lleno de fotos y unas cuantas plantas.Sigo caminando por la casa hasta que me quedo de pie delante de una ventana con las mejores vistas que he visto nunca.

Una playa de arena blanca es lo que hay al otro lado del cristal. Siento ganas de saltar por la ventana y meterme en esa agua cristalina pero mi plan se hace pedacitos al sentir dos brazos rodear mi cintura. Miro sobre mi hombro encontrándome con Louis mirándome con una pequeña sonrisa.

-¿Por qué me has traído aquí?-pregunto.
-Ya te lo he dicho-responde- nunca me dejarías hablarte si no fuera haciendo esto-
-No lo has intentado- murmuro girándome para quedar mirándolo.
-Admítelo, nunca me hubieras dejado ni acercarme ni a cinco metros, como mínimo-
-Vale, lo admito pero...-me mira un poco mal y suspiro rendida- vale, gracias-sonrío un poco.