No one can see us. {Louis Tomlinson}

El coche se paró frente a una hermosa casa blanca de dos pisos, rodeada de un precioso jardín, el castaño observó con detalle la casa a través de las gotas del cristal de la ventanilla. Abrió la puerta del coche y se quedó parado frente a la casa. Su nuevo hogar. Hacía tiempo que quería vivir en Doncaster, un lugar pequeño pero hogareño donde todas las personas se conocían entre ellas.

Su nombre es Louis Tomlinson, un jóven de veintiún años de edad que desde hace poco, había empezado a estudiar en la universidad de Doncaster, él no podía perder esa oportunidad, siempre fué un chico responsable en cuanto a los estudios se refería, por lo demás, es bastante desorganizado, inmaduro y demasiado fiestero, aunque cuando vivía con su madre, no hacía muchas fiestas, quizá ese sea el principal motivo por el que haya decidido estudiar en Doncaster, viviendo en una casa para él sólo, y bueno, trabajando en una cafetería a tiempo parcial, tenía que ganar dinero de alguna manera.

Sacó las maletas de su coche y entró a la casa, subió hasta arriba y entró a una habitación bastante grande con un ventanal con vistas a la calle, esperó que los hombres de la mudanza terminasen de llevar las cajas hacia su nueva casa, y cuando por fin terminaron, cogió un gorro de lana gris y salió de su casa, ahora sólo quería salir un poco, conocer el pueblo y a sus magníficas personas. Quería conocer cada detalle del pueblo, visitar los alrededores de la universidad, la cafetería donde iba a trabajar, el parque, y cada pequeña y estrecha calle de Doncaster.

Empezó a caminar por la calle y llegó a una cafetería, pero no era la de su nuevo trabajo, entró y se acercó a la barra, vió a una chica de pelo rizado de un color rubio y bastante pálida, le sonrió de medio lado y apoyó sus codos en la barra. La chica empezó a decir las ofertas de los cafés y Louis se lo pensó por un rato.

—Un té, por favor.— Pidió finalmente y la chica se fué.

—¿Nuevo, verdad?— Preguntó un chico castaño de ojos marrones que se encontraba a su lado con una sonrisa de oreja a oreja. —Soy Liam.

—Puedes llamarme Louis.— Dijo con una sonrisa en la cara. —Sí, soy nuevo, hace poco llegué.

—Bueno, no te preocupes, te acostumbrarás, aquí la gente es bastante simpática.— Afirmó y miró hacia la puerta.

—Él también fue nuevo, ha vivido esa experiencia, se podría decir que ya es todo un experto.— Bromeó la chica de pelo rizado que antes le había atendido y le dió su té. —Aquí tienes tu té, por cierto, soy Camila, puedes llamarme Cami.

Al cabo de la media hora, Louis salió de la cafetería bastante alegre, acababa de llegar y ya había conocido a dos chicos muy simpáticos, Cami y Liam, podrían ser pareja, o eso pensó Louis. Miró hacia el cielo y vió que estaba a punto de llover, andó a paso ligero y se paró frente a una casa que no era la suya, pero le llamó la atención una chica con unas gafas de lentes oscuras que estaba sentada en el cesped, enarcó una ceja y se acercó a ella, le pareció raro que alguien llevase gafas de sol con el clima que hacía ahora, abrió la boca para hablar pero no le salían las palabras, la chica tenía la mirada perdida, llenó los pulmones de aire y cuando por fin iba a hablar, la chica se levantó y siguió caminando hacia delante, sin darse cuenta de que Louis estaba a su lado. Se fijó más en ella, cabello castaño, piél pálida, y una cara angelical con labios gruesos, era delgada, pero no demasiado, llevaba un vestido gris con unas mayas negras y unas tenis negras parecidas a las de él, y por encima, un impermeable de color amarillo pollo que le llegaba a las rodillas.

—Qué chica tan rara..-Pensó y siguió su rumbo hacia su casa antes de que empezara a llover, no quería mojarse y tenía bastantes cosas que hacer en su casa.