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La decision de ----- (Kevin y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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La decision de ----- (Kevin y Tu)
CAPITULO 1 parte 1
Los ojos de ----- se abrieron lentamente, parpadeando con la conciencia de que él la estaba observando. Kevin estaba de pie al lado de la cama, con el cuerpo duro y excitado, los ojos eran casi negros mientras miraba fijamente el cuerpo desnudo de ella.
Esos ojos enfocados entre los muslos, donde sus dedos se movían lentamente entre la carne suave, el pequeño brote de su clítoris era claramente visible mientras ella lo masajeaba sensualmente.
El aliento se le atoró en la garganta. Estaba desnudo con una erección larga y gruesa, una mano la masajeaba con golpes lentos, constantes, las pestañas descendían sobre la lujuria que llenaba sus ojos. Respiraba entrecortadamente, ----- lo observó descender a su lado. Se estremeció, reconociendo el sueño, pero necesitándolo tanto, sólo podía rezar porque esta vez, esta vez fuera real.
Él se extendió a su lado puso un brazo bajo el cuello de ella, apoyándose sobre el codo, su otra mano le tocó suavemente la mejilla. Su cuerpo estaba cálido y vibrante, calentándole la sangre, la pasión.
—¿Sabes lo bonita que eres, ------? —susurró, con voz baja y áspera, bajó la cabeza para acariciar la comisura de sus labios con un suave y cálido toque.
----- sólo podía gimotear. No pudo contestarle. No tenía aliento
Luego no tuvo oportunidad. Sus labios se movieron sobre los de ella, abriéndolos. La lengua lamiéndole sensualmente los labios, deslizándose en su boca, tomándola en un beso tan caliente que despertó a la vida cada nervio de su cuerpo
Se arqueó contra la mano que se movía sobre el estómago. Dura y ancha, cálida y con callos por el trabajo, que se movía sobre su piel, deslizándose lenta y segura en sus pesados pechos. Ella le puso los brazos en los hombros mientras se dio la vuelta hacía él. Deseaba frotarse contra él. Regocijarse en la calidez y masculinidad presionada tan íntimamente contra su cuerpo. La ardiente longitud de su eje descansaba a lo largo de su cadera, abrasándola con el erótico toque del acero cubierto de seda
—Me he mantenido alejado tanto tiempo como he podido —gruño él contra sus labios, la mano le cubrió el pecho, los dedos rozaron el pezón, haciéndola gritar de placer—. Tanto como he podido, -----. Tengo que tenerte ahora
Bajó la cabeza lentamente, la boca cubriendo el pico de un seno, arrastrándolo hacia la ardiente calidez, succionando su hinchada carne con fuertes y rítmicos [size=21]movimientos. La lengua despellejó el tierno pico con lentos y ardientes lametazos, concentrando en la boca toda la emotiva sexualidad contenida en su duro cuerpo.
Tan bella. —Se movió sobre ella, poniéndola sobre su espalda y los labios vagaron de un pecho al otro
Lamió y succionó. Las manos juntando los montículos, facilitándole el acceso a sus duros picos, haciendo a ----- arquearse desesperadamente contra él, necesitando más. Ella había sabido que sería así. La mente destrozada, cuando la tomó entre sus brazos. Llevándola a la locura con las sensuales peticiones que le haría
Se movió lentamente… los labios sorbiendo la piel del abdomen, su cuerpo se desplazaba más hacia el dolorido centro. La fiera necesidad le hacía trizas el cuerpo, reconstruyéndola. Con la respiración entrecortada y el cuerpo zumbando, ----- observó a Kevin separarle las piernas, los ojos centrados entre sus muslos, los labios sensualmente llenos. Ella gimoteó. Las manos, grandes y ásperas por el trabajo, recorrían sus muslos, los dedos se movían lentamente hacia su hinchada y húmeda carne. Le dolía todo el cuerpo, pulsante, que rogaba por ser poseído
-Voy a lamer cada gota de la crema de tu cuerpo, ------. —La voz, oscura y profunda, revoloteando sobre ella—. Empezando ahora.
Bajó la cabeza, y gimio cuando su lengua se deslizó a través de la gimoteante carne. gimio momentos después, sintiéndole rodear su clítoris con tortuosos y lentos movimientos. Arqueó las caderas hacia él, los muslos se estremecieron con la tensión, la necesidad del clímax y saciar el hambre creciente en su cuerpo, abrumándole los sentidos. Los dedos se trasladaron hacia los suaves labios separándolos con cuidado, la codiciosa lengua se movió despacio para atrapar la inundación de jugos que se derramaban de su cuerpo. Bebiéndosela a lengüetazos, chupándola con la boca, lamiéndola con la lengua, extrayendo la dulzura hacia su boca, llevándola al borde de la locura
-No puedo resistirlo —susurró, las manos se enredaron en su pelo—. Por favor, Kevin, por favor tómame
—No tan rápido, -----. —Le presionó con la mano el estómago, sujetándola en la cama—. Acabo de empezar. Estabas avisada. ¿No fuiste advertida sobre lo que querría de ti?
Su expresión era tensa y dura, los ojos eran casi negros cuando alzó la cabeza, mirándola fijamente desde los muslos abiertos. Se estremeció, repentinamente temerosa. Se había preparado, se había asegurado de que podría hacer lo que él necesitara, pero ahora no estaba tan segura.
Sintió sus dedos extendiéndole la espesa esencia alrededor de la vagina, yendo lentamente, de manera juguetona hacia el apretado y pequeño agujero, más abajo. Se sobresaltó cuando hundió el dedo en él, luego lo retiró, extendiendo más lubricación, preparándola. Con cada pasada, el dedo se deslizaba más y más en el interior de su ano. ----- luchaba por relajarse contra la creciente tensión de sus propios e incontrolados deseos.
Los muslos tensos, sus gemidos eran excitados sollozos en el silencio de la habitación cuando insertó primero uno, luego dos dedos en ella. Se movió lentamente, estirando la pequeña abertura mientras su boca continuaba sorbiendo de sus aterciopelados labios interiores, la lengua acariciándola en un infierno de necesidad mientras los dedos estiraban el agujero inferior con empujes profundos y lentos. Sumergiéndose dentro, sacando más lubricación natural de su pulsante coño y extendiéndola en el pequeño agujero apretado, preparándolo con los empujes sensuales y lentos de sus dedos.
—Quiero que te corras para mí. —Su voz sonó salvaje y sensual. Susurró las palabras contra el tirante clítoris, ignorando los movimientos corcoveantes de sus caderas y la súplica de sus gritos—. Quiero que grites para mí, -----. Grita
Los dedos empujaron profunda y duramente, la lengua atravesó el apretado canal de su vagina. Estaba cerca, tan cerca. Se arqueó contra él, sin respiración con la garganta cerrada ante el grito creciente
—No hay grito, no hay clímax. —El sueño se hizo pedazos
Los ojos de ----- se abrieron de golpe con un grito de protesta, y el silencio la saludó. Una habitación vacía, una cama vacía, un cuerpo vacío. Los muslos temblorosos de la lucha por la liberación. Los pechos estaban hinchados y vibrantes, los pezones doloridos y duros. Lloriqueó de angustia, girándose hacia la almohada, el cuerpo enroscado en una pelota torturada. Lo necesitaba. Que Dios la ayudara, lo necesitaba tanto que sabía que la mataría.
Su cuerpo le dolía y latía a ritmo del duro golpeteo de la sangre a través de las venas, los dedos crispados en el colchón, los ojos fuertemente cerrados por la fiebre creciente de su cuerpo. Él era su sueño, su única fantasía, y ----- sabía que nunca sobreviviría si no la tocaba pronto. Kevin. Su Kevin
Lo había amado siempre. Desde que a los catorce años, la arrojaron a él abandonada por su madre, en un desesperado intento de esconder a ----- de su padrastro, Jack jennings. Este había tenido una fijación aberrante y pervertida en molestarla a cada oportunidad. Cuando su madre, Annie, vio la obsesión de Jack por -----, trató de marcharse, y esconderse. Pero seguía encontrándola, y cada vez le hacía más daño a -----. Por último, Annie renunció. Había llevado a ----- al único lugar en cual creía estaría a salvo, después Annie desapareció, esperando alejar a Jack.
----- perdió a su madre. Habían pasado seis años desde que la había visto, y se preguntaba diariamente que le había ocurrido. Pero había hecho lo correcto, trayendo a ----- al rancho. Kevin y sus hermanos la protegieron, aunque su padre no lo hizo
Pero Joe (papa de Christopher y sus hermanos) ahora estaba muerto. Su entierro al día siguiente acabaría con su reinado de sufrimiento. El viejo bastardo había vivido dañando a todo el que pudo. Al fin murió en su propia cama, maldiciendo a Kevin, y la miserable suerte que lo había atado al pequeño condado de Madison, Texas.
Rodó sobre la cama, enterrando la cabeza en las almohadas, tratando de dormir de nuevo. Deseaba poder meterse a hurtadillas en la cama de Kevin, frotarse contra él, sentirlo duro y ardiente mientras le hacía el amor. Reprimió un gemido, pensando en los últimos dos años de preparación, los esfuerzos realizados, los actos cometidos.
Sooky
La decision de ----- (Kevin y Tu)
Su cuerpo le dolía y latía a ritmo del duro golpeteo de la sangre a través de las venas, los dedos crispados en el colchón, los ojos fuertemente cerrados por la fiebre creciente de su cuerpo. Él era su sueño, su única fantasía, y ----- sabía que nunca sobreviviría si no la tocaba pronto. Kevin. Su Kevin.
Lo había amado siempre. Desde que a los catorce años, la arrojaron a él abandonada por su madre, su hermanastra, en un desesperado intento de esconder a ----- de su padrastro, Jack Jennings. Este había tenido una fijación aberrante y pervertida en molestarla a cada oportunidad. Cuando su madre, Annie, vio la obsesión de Jack por -----, trató de marcharse, y esconderse. Pero seguía encontrándola, y cada vez le hacía más daño a -----. Por último, Annie renunció. Había llevado a ----- al único lugar en cual creía estaría a salvo, después Annie desapareció, esperando alejar a Jack.
------ perdió a su madre. Habían pasado seis años desde que la había visto, y se preguntaba diariamente que le había ocurrido. Pero había hecho lo correcto, trayendo a ----- al rancho.
Christopher y sus hermanos la protegieron, aunque su padre no lo hizo.
Pero Joe ahora estaba muerto. Su entierro al día siguiente acabaría con su reinado de sufrimiento. El viejo bastardo había vivido dañando a todo el que pudo. Al fin murió en su propia cama, maldiciendo a Kevin, y la miserable suerte que lo había atado al pequeño condado de Madison, Texas.
Rodó sobre la cama, enterrando la cabeza en las almohadas, tratando de dormir de nuevo. Deseaba poder meterse a hurtadillas en la cama de Kevin, frotarse contra él, sentirlo duro y ardiente mientras le hacía el amor. Reprimió un gemido, pensando en los últimos dos años de preparación, los esfuerzos realizados, los actos cometidos.
Técnicamente, todavía era virgen. El himen estaba todavía presente, pero ----- sabía que los tecnicismos no siempre contaban. Estaba resuelta a conseguir la atención de Kevin, y mantenerla.
No podía hacer eso si era tan pura como la nieve. Y sin duda alguna ya no era pura. Ahora, sólo estaba caliente e impaciente, y casi fuera de control.
Estaba desnuda y deseosa. Los labios brillando de humedad, hinchados y llenos por sus besos, los ojos azul oscuro eran negros y centelleaban con necesidad. Kevin podía sentir la erección vibrando con necesidad, latiendo con exigencia.
Observó, la respiración entrecortada, demasiado alta en la silenciosa habitación mientras lentamente ella se ponía de rodillas ante él. Largos, largos rizos negros se enredaron en sus manos mientras los labios húmedos y calientes se cerraban sobre la parte superior de su polla. Gruñó ferozmente cuando el relámpago recorrió velozmente la gruesa longitud de su carne y le abrasó la barriga. El escroto se le tensó dolorosamente, la erección pulsaba con la necesidad acumulada en su interior de soltarse en la apretada y esperada profundidad de su boca.
—Succiónala —susurró, la voz sonó demente incluso para sus oídos—. Succiónala más profundo, -----.
Estaba empujando lentamente en su boca, gimiendo por los sonidos de succión que hacía, por la tensión de su cuerpo. Quería que esto durara eternamente. Quería que el placer no terminara nunca. Era increíble, su boca tan apretada y ardiente, la lengua lamiéndolo por encima, un baño abrasador, un agonizante regocijo.
Bajó la mirada, observando como la boca lo apretaba, casi tomando la mitad de su longitud, la boca extendiéndose sobre su carne, las mejillas ahuecándose mientras lo succionaba. Ella lo deseaba. Ella lo deseaba empujando en su interior hasta que liberara cada gota de su semilla en la expectante boca.
Estaba ávida por eso. Hambrienta por él.
Empujó más fuerte, más rápido, sintiendo el gemido que provenía de su garganta, reverberando a lo largo de su eje. Su cuerpo se estremeció. Ahora tenía las manos en el escroto, apretándolo, acariciándolo, la boca succionándolo hasta que enloqueció por liberarse.
—Voy a correrme… —Empujó más duro contra su boca, sintiendo la humedad y los ardientes movimientos aumentando mientras la lengua golpeteaba sobre su carne—. Voy a correrme, -----.
Empujó más fuerte, la respiración entrecortada, áspera. Entonces sus manos ciñeron su pelo, arrastrando más su boca hacia él, empujando hasta donde las vacías profundidades de su boca lo permitían antes de descargarse en su garganta. Chorro tras chorro de ardiente esperma salió disparado de la punta de su erección mientras ella succionaba más fuerte, más rápido, resuelta a apurar cada gota de simiente de su cuerpo.
Kevin se despertó con un grito entrecortado, la mano apretada sobre su ardiente polla mientras eyaculaba brutalmente por sus propias caricias. La amargura se abría paso en su interior mientras el sueño se disipaba, y se daba cuenta de que ella no estaba allí. Su ardiente boca realmente no había estado acariciándolo, recibiendo sus duros empujes mientras lanzaba en ella su liberación. Sus gemidos no habían acariciado su carne; su cuerpo no había estado desnudo y dispuesto frente a él.
Maldijo con dureza, levantándose lentamente de la cama y caminando cansinamente hacia el baño. Se lavó las manos rápidamente, luego, su todavía, dura polla. Cuando la última huella de su humillante liberación desapareció, suspiró profundamente y fijó la mirada en el espejo sobre el lavabo.
Era el mismo de siempre. Los mismos ojos grises, el mismo, y demasiado largo, pelo negro y los rasgos bronceados. Pero sabía qué acechaba justo bajo la superficie. El monstruo con el que seguía luchando a diario.
Kevin sabía que no debería haber bebido la noche anterior. Sabía que no debería haber entrado furtivamente en la habitación de ----- y observarla mientras dormía. Si la hubiera dejado sola, si sólo se hubiera apartado de ella, no estaría ahora atormentado. Pero había sido incapaz. Se había deslizado silenciosamente en la habitación conectada, permaneciendo conmocionado al pie de su cama; incapaz de creer lo que sus ojos estaban viendo a la débil luz de la lámpara sin la que todavía no podía dormir.
Las mantas le cubrían sólo el estómago. Las había apartado destapando las caderas y los muslos, y los plenos y vigorosos senos. Los pezones estaban duros, alargados y puntiagudos, suplicándole que los saboreara. Y entre los muslos… tragó con dificultad. La carne de su montículo estaba completamente depilada y desnuda. No quedaba ni un mechón de pelo, y brillaba.
Espesos y abundantes, sus jugos habían cubierto la carne. Había sido incapaz de resistirse, incapaz de detenerse. Arrastrándose más cerca se inclinó, recorriendo con los dedos el dulce barniz del deseo.
Reprimiendo un gemido de necesidad, se llevó los dedos a la boca.
Todavía podía saborearla en sus labios. Dulce, adictiva. Como la fruta más ligera, y suplicó por más. No sabía cómo se obligó a apartarse de ella. No sabía cómo logró abstenerse de hundir su dura polla dentro de ella una y otra vez hasta que ambos gritaran en el clímax. Pero lo había hecho. Se había retirado a su habitación con el corazón palpitando ferozmente y sus pelotas ardiendo de necesidad. La necesitaba.
La necesitaba malditamente demasiado, y ella era la única mujer que no podía tener.
Negando con la cabeza, encontró que no podía mantener la mirada en el espejo. Era tan pervertido como su padre. Tan sexualmente desviado como el monstruo que había tratado de tomarla cuando era tan solo una niña. No mucho mejor que su demonio.
Las pesadillas. La había criado, la amaba, pero siempre había sabido que no eran parientes. Mientras crecía, ese pensamiento siempre había estado en el fondo de su mente, y mientras crecía, lo había atormentado más a menudo.
Dios del cielo, ¿Cuándo había empezado a depilarse? ¿Por qué lo hacía? Era lo único que garantizaba ponerlo más duro que cualquier otra cosa. Garantizaba hacerle la boca agua, su necesidad de saborearla aún más imperativa. Carne impecable, húmeda. Brillando con el rocío de su deseo. Su dulce sabor y frescura. Se estaba muriendo. Lentamente, sin duda alguna, era un hombre muerto expirando de necesidad.
Lo había amado siempre. Desde que a los catorce años, la arrojaron a él abandonada por su madre, su hermanastra, en un desesperado intento de esconder a ----- de su padrastro, Jack Jennings. Este había tenido una fijación aberrante y pervertida en molestarla a cada oportunidad. Cuando su madre, Annie, vio la obsesión de Jack por -----, trató de marcharse, y esconderse. Pero seguía encontrándola, y cada vez le hacía más daño a -----. Por último, Annie renunció. Había llevado a ----- al único lugar en cual creía estaría a salvo, después Annie desapareció, esperando alejar a Jack.
------ perdió a su madre. Habían pasado seis años desde que la había visto, y se preguntaba diariamente que le había ocurrido. Pero había hecho lo correcto, trayendo a ----- al rancho.
Christopher y sus hermanos la protegieron, aunque su padre no lo hizo.
Pero Joe ahora estaba muerto. Su entierro al día siguiente acabaría con su reinado de sufrimiento. El viejo bastardo había vivido dañando a todo el que pudo. Al fin murió en su propia cama, maldiciendo a Kevin, y la miserable suerte que lo había atado al pequeño condado de Madison, Texas.
Rodó sobre la cama, enterrando la cabeza en las almohadas, tratando de dormir de nuevo. Deseaba poder meterse a hurtadillas en la cama de Kevin, frotarse contra él, sentirlo duro y ardiente mientras le hacía el amor. Reprimió un gemido, pensando en los últimos dos años de preparación, los esfuerzos realizados, los actos cometidos.
Técnicamente, todavía era virgen. El himen estaba todavía presente, pero ----- sabía que los tecnicismos no siempre contaban. Estaba resuelta a conseguir la atención de Kevin, y mantenerla.
No podía hacer eso si era tan pura como la nieve. Y sin duda alguna ya no era pura. Ahora, sólo estaba caliente e impaciente, y casi fuera de control.
Estaba desnuda y deseosa. Los labios brillando de humedad, hinchados y llenos por sus besos, los ojos azul oscuro eran negros y centelleaban con necesidad. Kevin podía sentir la erección vibrando con necesidad, latiendo con exigencia.
Observó, la respiración entrecortada, demasiado alta en la silenciosa habitación mientras lentamente ella se ponía de rodillas ante él. Largos, largos rizos negros se enredaron en sus manos mientras los labios húmedos y calientes se cerraban sobre la parte superior de su polla. Gruñó ferozmente cuando el relámpago recorrió velozmente la gruesa longitud de su carne y le abrasó la barriga. El escroto se le tensó dolorosamente, la erección pulsaba con la necesidad acumulada en su interior de soltarse en la apretada y esperada profundidad de su boca.
—Succiónala —susurró, la voz sonó demente incluso para sus oídos—. Succiónala más profundo, -----.
Estaba empujando lentamente en su boca, gimiendo por los sonidos de succión que hacía, por la tensión de su cuerpo. Quería que esto durara eternamente. Quería que el placer no terminara nunca. Era increíble, su boca tan apretada y ardiente, la lengua lamiéndolo por encima, un baño abrasador, un agonizante regocijo.
Bajó la mirada, observando como la boca lo apretaba, casi tomando la mitad de su longitud, la boca extendiéndose sobre su carne, las mejillas ahuecándose mientras lo succionaba. Ella lo deseaba. Ella lo deseaba empujando en su interior hasta que liberara cada gota de su semilla en la expectante boca.
Estaba ávida por eso. Hambrienta por él.
Empujó más fuerte, más rápido, sintiendo el gemido que provenía de su garganta, reverberando a lo largo de su eje. Su cuerpo se estremeció. Ahora tenía las manos en el escroto, apretándolo, acariciándolo, la boca succionándolo hasta que enloqueció por liberarse.
—Voy a correrme… —Empujó más duro contra su boca, sintiendo la humedad y los ardientes movimientos aumentando mientras la lengua golpeteaba sobre su carne—. Voy a correrme, -----.
Empujó más fuerte, la respiración entrecortada, áspera. Entonces sus manos ciñeron su pelo, arrastrando más su boca hacia él, empujando hasta donde las vacías profundidades de su boca lo permitían antes de descargarse en su garganta. Chorro tras chorro de ardiente esperma salió disparado de la punta de su erección mientras ella succionaba más fuerte, más rápido, resuelta a apurar cada gota de simiente de su cuerpo.
Kevin se despertó con un grito entrecortado, la mano apretada sobre su ardiente polla mientras eyaculaba brutalmente por sus propias caricias. La amargura se abría paso en su interior mientras el sueño se disipaba, y se daba cuenta de que ella no estaba allí. Su ardiente boca realmente no había estado acariciándolo, recibiendo sus duros empujes mientras lanzaba en ella su liberación. Sus gemidos no habían acariciado su carne; su cuerpo no había estado desnudo y dispuesto frente a él.
Maldijo con dureza, levantándose lentamente de la cama y caminando cansinamente hacia el baño. Se lavó las manos rápidamente, luego, su todavía, dura polla. Cuando la última huella de su humillante liberación desapareció, suspiró profundamente y fijó la mirada en el espejo sobre el lavabo.
Era el mismo de siempre. Los mismos ojos grises, el mismo, y demasiado largo, pelo negro y los rasgos bronceados. Pero sabía qué acechaba justo bajo la superficie. El monstruo con el que seguía luchando a diario.
Kevin sabía que no debería haber bebido la noche anterior. Sabía que no debería haber entrado furtivamente en la habitación de ----- y observarla mientras dormía. Si la hubiera dejado sola, si sólo se hubiera apartado de ella, no estaría ahora atormentado. Pero había sido incapaz. Se había deslizado silenciosamente en la habitación conectada, permaneciendo conmocionado al pie de su cama; incapaz de creer lo que sus ojos estaban viendo a la débil luz de la lámpara sin la que todavía no podía dormir.
Las mantas le cubrían sólo el estómago. Las había apartado destapando las caderas y los muslos, y los plenos y vigorosos senos. Los pezones estaban duros, alargados y puntiagudos, suplicándole que los saboreara. Y entre los muslos… tragó con dificultad. La carne de su montículo estaba completamente depilada y desnuda. No quedaba ni un mechón de pelo, y brillaba.
Espesos y abundantes, sus jugos habían cubierto la carne. Había sido incapaz de resistirse, incapaz de detenerse. Arrastrándose más cerca se inclinó, recorriendo con los dedos el dulce barniz del deseo.
Reprimiendo un gemido de necesidad, se llevó los dedos a la boca.
Todavía podía saborearla en sus labios. Dulce, adictiva. Como la fruta más ligera, y suplicó por más. No sabía cómo se obligó a apartarse de ella. No sabía cómo logró abstenerse de hundir su dura polla dentro de ella una y otra vez hasta que ambos gritaran en el clímax. Pero lo había hecho. Se había retirado a su habitación con el corazón palpitando ferozmente y sus pelotas ardiendo de necesidad. La necesitaba.
La necesitaba malditamente demasiado, y ella era la única mujer que no podía tener.
Negando con la cabeza, encontró que no podía mantener la mirada en el espejo. Era tan pervertido como su padre. Tan sexualmente desviado como el monstruo que había tratado de tomarla cuando era tan solo una niña. No mucho mejor que su demonio.
Las pesadillas. La había criado, la amaba, pero siempre había sabido que no eran parientes. Mientras crecía, ese pensamiento siempre había estado en el fondo de su mente, y mientras crecía, lo había atormentado más a menudo.
Dios del cielo, ¿Cuándo había empezado a depilarse? ¿Por qué lo hacía? Era lo único que garantizaba ponerlo más duro que cualquier otra cosa. Garantizaba hacerle la boca agua, su necesidad de saborearla aún más imperativa. Carne impecable, húmeda. Brillando con el rocío de su deseo. Su dulce sabor y frescura. Se estaba muriendo. Lentamente, sin duda alguna, era un hombre muerto expirando de necesidad.
Sooky
Re: La decision de ----- (Kevin y Tu)
siguela por favor... aca se reporta un fiel lectora... besos princesa y no te olvides de continuarla
pattycrazypeople
Re: La decision de ----- (Kevin y Tu)
pattycrazypeople escribió:siguela por favor... aca se reporta un fiel lectora... besos princesa y no te olvides de continuarla
No te preocupes yo le sigo :P
Sooky
La decision de ----- (Kevin y Tu)
Capitulo 2
Finalmente el abuelo Joe había muerto. ----- miraba fijamente por la ventana de la limusina mientras se marchaban del cementerio, estudiando en el cristal la expresión ferozmente controlada de Kevin. Los salvajes rasgos de su cara, con los altos pómulos, las siniestras pestañas negras, y la marcada línea de la nariz. Pero sus labios eran más suaves cuando no los tenía tan apretados como ahora. La curva inferior ligeramente más llena, y sonreía a menudo cuando estaba con ella. Pero hoy no sonreía. Estaba distante, silencioso. Había sido así desde la muerte del abuelo Joe. No hablaba con nadie, y menos con -----. La había excluido a ella y a todo el mundo.
----- sabía que la muerte del abuelo Joe lo afectaría. Había abandonado la escuela tan pronto se enteró de su muerte, pero no había esperado esto. El abuelo Joe no había tratado exactamente a sus hijos con amor y cariño. Especialmente ----- había sido excluida de su buena disposición. Pero eso le había convenido, porque a ella tampoco le había importado mucho.
----- suspiró, luego volvió la cabeza hacia los demás en el coche. Sus hermanos, Joseph y Nick, estaban en silencio. Eran gemelos y sólo dos años más jóvenes que Kevin, aunque no eran ni mucho menos tan difíciles como su hermano mayor.
Joseph y Nick tenían los ojos azul claro, y el pelo era tan negro y sedoso como el de Kevin. Aunque sus caras no estaban tan salvajemente talladas. Eran casi tan altos como su hermano, con la misma constitución de anchos hombros y caderas estrechas que caracterizaba a los varones Jonas. Podrían haber sido trillizos de tan parecidos que eran.
Ahora estaban también en silencio, pero más porque Kevin estaba callado que por meditación.
El abuelo Joe no había sido la persona más agradable del mundo. A menudo era insultante, con la lengua cortante como un cuchillo. Kevin parecía ser el único capaz de ignorarlo. ----- simplemente había permanecido alejada de él tanto como fue posible. Parecía que su simple presencia era suficiente para hacerle estallar.
Sentado al otro lado de los chicos estaba su amigo, Pablo Lyle. Había conducido con ella desde Dallas la mañana anterior para acompañarla. Pablo era casi tan alto como Kevin, seis pies y cuatro pulgadas, pero no estaba tan cómodo con su altura. Encorvaba los hombros a menudo para esconderla, y se quejaba con regularidad de que sería un flacucho toda su vida. No era un atleta, y a menudo se lamentaba de este hecho.
Pablo tenía el pelo espeso, trigueño y los ojos verde avellana. Llevaba gafas de fina montura metálica, y tenía una conducta más de intelectual que de enérgico macho. ------ pensó que era el chico más agradable que había conocido. Era tranquilo y considerado, y nunca hizo groseros avances como los otros jóvenes de la universidad. Era hablador una vez traspasabas su timidez, y tenía una lealtad intensa y asombrosa. Era casi tan intensa como la de Kevin y sus hermanos. Pero ahora estaba extremadamente incómodo. Como si la tensión de Kevin se extendiera por los asientos y le asfixiara. Pensándolo, ----- no lo dudó. Kevin era más que intimidante, pero normalmente esa actitud no recaía sobre ella o sus invitados. Hasta la muerte del abuelo Joe. Ahora apenas hablaba con ella. Y eso lastimaba a ----- más que otra cosa. En los ocho años que había vivido con él, Kevin nunca la había apartado de su lado.
Respirando hondo, Dulce cruzó las piernas y volvió a mirar por la ventana. Sonrió ligeramente cuando Joe hizo algún comentario a Nick. La visión de los perfectos dientes alineados proyectados en la imagen creada en la ventana. Todavía le asombraba como de decidido había sido Kevin para que no fuera ridiculizada por sus dientes cuando era niña. Había sido su primer viaje fuera de la casa. El segundo había sido por ropas nuevas. Kevin siempre había estado allí para ella, no importaba por qué. Reparando los dolores de su infancia, y calmando las amargas lágrimas.
Kevin sin embargo no le permitía ayudarle, por más que pudiera necesitarla ahora. Pero la dejó sentarse a su lado, apretujándola contra la puerta cuando había más que suficientes asientos para sentarse. Le frotó el muslo con el suyo, y si hubiera querido, hubiera podido recostar la cabeza en el ancho hombro.
—Oye Pequeña, ¿dónde conseguiste estas piernas? —Nick estaba mirándole las piernas mientras hablaba, actuando como si no las hubiera visto antes, sacándola de sus pensamientos.
La mirada azul claro era curiosa, y francamente admirativa mientras la recorría desde los pies hasta dónde los muslos desaparecían bajo la falda.
----- miro hacia abajo frunciendo en ceño, preguntándose que pasaba. ¿Seguro que ya se había enganchado las nuevas medias de seda?
—¿Qué le pasa a mis piernas? —le preguntó, girando una, de manera que pudiera ver sobre lo que estaba hablando.
—Demonios, al final creciste un poco —bromeó—. No me había dado cuenta antes. Unas demasiado sexy.
----- levantó la mirada con la intención de arremeter contra él, pero viendo la cercana aprensión en sus ojos, en lugar de eso sonrió abiertamente. El silencio de Kevin afectaba a los otros dos hombres además de a ella.
—Tan tonto como siempre, Nick. —Sacudió la cabeza. Y lo era. Nick era el bromista, y todo el mundo lo quería. Incluso a los veintiocho, no había madurado completamente y había indicado a menudo que no tenía la intención de hacerlo nunca.
—----- tiene las piernas más bonitas de la universidad. —La defendió entonces Pablo con gran seriedad, mientras le echó una tímida mirada a -----. Su admiración sólo le valió una de las feroces miradas de Kevin.
La mirada fue más siniestra que cualquiera que ----- podía recordar haberle visto en mucho tiempo. Los ojos entrecerrados, la mandíbula sobresaliendo en un movimiento desafiante. Estaba impresionada. Había recibido a menudo cumplidos en su presencia durante años. Nunca antes había reaccionado de manera tan mordaz.
—Las piernas de ----- no son tema de discusión —les informó a todos de manera amenazante, el gris en sus ojos oscureciéndose peligrosamente.
Nick miró a Joe con complicidad. El otro hermano solo sacudió la cabeza mientras ----- se quedó mirándolo confundida. No tenía ni idea que tipo de problema tenían esos dos.
Sooky
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Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.