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Sin Salida {Harry Potter}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Sin Salida {Harry Potter}
Ficha
Nombre: Sin Salida
Autor: Saru Stark Weasley, es decir, yo.
Genero: Drama, romance, acción y sobretodo ¡Magia!
Adaptación: Si, de las novelas de J.K. Rowling, Harry Potter, desde el 1ºlibro hasta el 7º, pero la mitad de la historia es mía
Advertencias: Puede que al principio os confundáis. Empieza muy raro
Otras Paginas: No.
✖ By Charlie.
¡Comentad!
Última edición por Saru Stark Weasley el Mar 03 Sep 2013, 6:40 pm, editado 4 veces
roronoa.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
WRITER'S POV
-¡Sirius Black, deja de toquitear las cosas!- gritó Lily Evans, ahora Potter, cuando Sirius Black cogió un artefacto de la mesa de James Potter.
-Tranquila pelirroja, no va a pasar nada, no soy estúpido- le reprochó con una sonrisa carismática y burlona en el rostro.
-Pero...
-Cielo, tranquila. Confío en mi mejor amigo, nada va a pasar, ¿de acuerdo?- le dijo James
-Gracias Cornamenta- sonrió él, sacándole la lengua a Lily
-Yo de ti no habría hecho eso, James- dijo Remus Lupin, en cuanto Sirius empezó a manosear todos los extraños objetos.
-Gracias por la confianza Lunático...- dijo sarcástico Black
-Por cierto, ¿y Peter?- preguntó James
-Su madre está enferma- respondió Remus-, ha ido a verla. O eso dice él- se encogió de hombros
-¡Vaya! ¿Qué es esto?- dijo Sirius cogiendo un aparato, que parecía un reloj y colgándoselo en el cuello.
-¡No lo toques! Es un giratiempo y...
-A ver como va...- murmuró
-¡No!- gritaron James, Lily y Remus a unísono. Se abalanzaron contra Black, en un intento fallido de arrebatarle el giratiempo, ya que este cayó al suelo y se rompió. Una especie de remolino apareció de repente en el cuarto y se tragó a los cuatro amigos, llevándoles a una época diferente.
Cayeron en una carretera, era de noche y dos figuras altas y esbeltas se veían entre las sombras. Un señor con una larga barba blanca y una mujer con ropas verdes esmeraldas.
-¡Hey, Cornamenta! ¿Esos no son...
-Si, McGonagall y Dumbledore, ¿qué hacen aquí? No, la pregunta es, ¿dónde estamos?
-Yo se donde estamos- dijo Lily-, Privet Drive, ahí vive mi hermana
-¿Petunia?
-Si, con su marido, creo...- puso cara de confusión
-¿En qué sitio hemos caído?- preguntó Remus
-Ni idea...- se encogió de hombros Sirius. Notó que alguien le golpeaba en el brazo- ¡Au! Joer, Lily
-¡¿JOER LILY?! ¡¿Pero qué confianzas son estas?! ¿Quién sabe a qué lugar nos has mandado!- dijo, golpeándole aún en el brazo.
-¡Para, Lily! Vamos a preguntarle a ellos y...- antes de que terminara la frase, Lily ya lo estaba arastrando hacia donde estaban los profesores.
-Disculpe, profesor...- habló ella. Él ni se inmutó. Lily pasó la mano por delante de su cara. Nada...- Parece que no nos pueden ver, ¿sabéis?
-Genial- renegó Sirius- ¿y qué...?
-¡¡Tu cierra el pico, esto es tu culpa!!- le gritó Lily
-Calmémonos todos, ¿de acuerdo?- preguntó Remus intentando calmar a la gente- Si queremos saber donde estamos, tendremos que escuchar lo que dicen, ¿vale?
-De acuerdo- se calmó Lily-. Venid.
-Sería extraordinario que el mismo día en que Quien-usted-sabe parece haber desaparecido al fin, los muggles lo descubran todo sobre nosotros. Porque realmente se ha ido, ¿no, Dumbledore?
-¿Él se ha ido?- preguntó ilusionado Sirius
-¡Sssh!- le chistó Lily
-Es lo que parece -dijo Dumbledore-. Tenemos mucho que agradecer. ¿Le gustaría tomar un caramelo de limón?
-¿Un qué?
-Un caramelo de limón. Es una clase de dulces de los muggles que me gusta mucho.
-A mi me parece que no era momento para caramelos...- murmuró Lily sonriendo levemente
-No, muchas gracias -respondió con frialdad la profesora McGonagall, como si considerara que aquél no era un momento apropiado para caramelos-. Como le decía, aun que Quien-Usted-Sabe se haya ido...
-Mi querida profesora, estoy seguro de que una persona sensata como usted puede llamarlo por su nombre, ¿verdad? Toda esa tontería de Quien-usted-sabe... Durante once años intenté persuadir a la gente para que lo llamara por su verdadero nombre, Voldemort.- Lily se estremeció cuando dijo su nombre- Todo se volverá muy confuso si seguimos diciendo «Quien-usted-sabe».
Nunca he encontrado ningún motivo para temer pronunciar el nombre de Voldemort.
-Sé que usted no tiene ese problema -observó la profesora McGonagall, entre la exasperación y la admiración-. Pero usted es diferente. Todos saben que usted es el único al que Quien-usted... Oh, bueno, Voldemort, tenía miedo.
-Me está halagando -dijo con calma Dumbledore-. Voldemort tenía poderes
que yo nunca tuve.
-Sólo porque usted es demasiado... bueno... noble para utilizarlos.
-Cierto- dijo Sirius
-Menos mal que está oscuro. No me he ruborizado tanto desde que la señora
Pomfrey me dijo que le gustaban mis nuevas orejeras.
Sirus rompió en carcajadas, junto a James
-Las lechuzas no son nada comparadas con los rumores que corren por ahí. ¿Sabe lo que todos dicen sobre la forma en que desapareció? ¿Sobre lo que finalmente lo detuvo?
-Lo que están diciendo -insistió- es que la pasada noche Voldemort apareció
en el valle de Godric. Iba a buscar a los Potter. El rumor es que Lily y James Potter están... están... bueno, que están muertos.
Lily ahogó un gritito de horror
Dumbledore inclinó la cabeza. La profesora McGonagall se quedó boquiabierta.
-Lily y James... no puedo creerlo... No quiero creerlo... Oh, Albus...
-¿Qué?- logró articular Sirius. James y Lily tenían la sensación de que el mundo se les caía encima y Remus sentía un agujero en el pecho del tamaño de un mundo.
Dumbledore se acercó y le dio una palmada en la espalda.
-Lo sé... lo sé... -dijo con tristeza.
La voz de la profesora McGonagall temblaba cuando continuó.
-Eso no es todo. Dicen que quiso matar al hijo de los Potter, a Harry. Pero no
pudo. No pudo matar a ese niño. Nadie sabe por qué, ni cómo, pero dicen que como no pudo matarlo, el poder de Voldemort se rompió... y que ésa es la razón por la que se ha ido.
-¡¿QUÉ?! ¡¿HEMOS MUERTO Y HEMOS DEJADOA NUESTRO HIJO SOLO?!- se escandalizó Lily
-No dejaremos que eso pase- dijo Sirius con lágrimas en los ojos-. Hay que ir haciendo una lista sobre lo que hay que evitar a toda costa.
-¿Es... es verdad? -tartamudeó la profesora McGonagall-. Después de todo lo que hizo... de toda la gente que mató... ¿no pudo matar a un niño? Es asombroso... entre todas las cosas que podrían detenerlo... Pero ¿cómo sobrevivió Harry en nombre del cielo?
-Sólo podemos hacer conjeturas -dijo Dumbledore-. Tal vez nunca lo
sepamos.
-¿Harry sobrevivió a la... la maldición asesina?- preguntó Sirus, alucinado
-Se ve que si...- dijo Remus, aún en shock.
-Hagrid se retrasa. Imagino que fue él quien le dijo que yo estaría aquí, ¿no?
-Sí -dijo la profesora McGonagall-. Y yo me imagino que usted no me va a
decir por qué, entre tantos lugares, tenía que venir precisamente aquí.
-He venido a entregar a Harry a su tía y su tío. Son la única familia que le queda ahora.
-¡¿QUÉ?!- gritó Lily- ¿Y Remus y Sirius, dónde están?
-Esto es increíble...- murmuró James- ¿Y mi hermana?- preguntó al aire
-James, hace mas de un año y medio que no sabemos sobre ella- dijo Remus, serio. Sirius hizo una mueca de dolor.
-¿Quiere decir...? ¡No puede referirse a la gente que vive aquí! -gritó la
profesora, poniéndose de pie de un salto y señalando al número 4.- Dumbledore... no puede. Los he estado observando todo el día. No podría encontrar a gente más distinta de nosotros. Y ese hijo que tienen... Lo vi dando patadas a su madre mientras subían por la escalera, pidiendo caramelos a gritos. ¡Harry Potter no puede vivir ahí!
-Ese niño es insoportable...- murmuró Sirius- Seguro que es un mimado de mierda...
-Es el mejor lugar para él -dijo Dumbledore con firmeza-. Sus tíos podrán
explicárselo todo cuando sea mayor. Les escribí una carta.
-¿Y cree que hará caso? ¡Mi hermana odia todo lo que tenga que ver con la magia!
-¿Una carta? -repitió la profesora McGonagall, volviendo a sentarse-.
Dumbledore, ¿de verdad cree que puede explicarlo todo en una carta? ¡Esa gente jamás comprenderá a Harry! ¡Será famoso... una leyenda... no me sorprendería que el día de hoy fuera conocido en el futuro como el día de Harry Potter! Escribirán libros sobre Harry... todos los niños del mundo conocerán su nombre.
-Exactamente -dijo Dumbledore, con mirada muy seria por encima de sus
gafas-. Sería suficiente para marear a cualquier niño. ¡Famoso antes de saber hablar y andar! ¡Famoso por algo que ni siquiera recuerda! ¿No se da cuenta de que será mucho mejor que crezca lejos de todo, hasta que esté preparado para asimilarlo?
La profesora McGonagall abrió la boca, cambió de idea, tragó y luego dijo:
-Sí... sí, tiene razón, por supuesto. Pero ¿cómo va a llegar el niño hasta aquí,
Dumbledore? -De pronto observó la capa del profesor, como si pensara que podía
tener escondido a Harry.
-Hagrid lo traerá.
-Le parece... sensato... confiar a Hagrid algo tan importante como eso?
-A Hagrid le confiaría mi vida- dijo Sirius sonriendo. James, Remus y Lily asintieron, dándole la razón.
-A Hagrid, le confiaría mi vida- dijo Dumbledore. Sirius sonrió, divertido.
-No estoy diciendo que su corazón no esté donde debe estar -dijo a regañadientes la profesora McGonagall-. Pero no me dirá que no es descuidado. Tiene la costumbre de... ¿Qué ha sido eso?
Un ruido sordo rompió el silencio que los rodeaba. Se fue haciendo más fuerte
mientras ellos miraban a ambos lados de la calle, buscando alguna luz. Aumentó hasta
ser un rugido mientras los dos miraban hacia el cielo, y entonces una pesada moto cayó del aire y aterrizó en el camino, frente a ellos.
La moto era inmensa, pero si se la comparaba con el hombre que la conducía
parecía un juguete. Era dos veces más alto que un hombre normal y al menos cinco veces más ancho. Se podía decir que era demasiado grande para que lo aceptaran y además, tan desaliñado... Cabello negro, largo y revuelto, y una barba que le cubría casi toda la cara. Sus manos tenían el mismo tamaño que las tapas del cubo de la basura y sus pies, calzados con botas de cuero, parecían crías de delfín. En sus enormes brazos musculosos sostenía un bulto envuelto en mantas.
-Hagrid -dijo aliviado Dumbledore-. Por fin. ¿Y dónde conseguiste esa moto?
-Me la han prestado; profesor Dumbledore -contestó el gigante, bajando con
cuidado del vehículo mientras hablaba-. El joven Sirius Black me la dejó. Lo he
traído, señor.
-¡Mi moto!- gritó contento Sirius
-¿No ha habido problemas por allí?
-No, señor. La casa estaba casi destruida, pero lo saqué antes de que los muggles comenzaran a aparecer. Se quedó dormido mientras volábamos sobre Bristol.
Dumbledore y la profesora McGonagall se inclinaron sobre las mantas. Entre ellas se veía un niño pequeño, profundamente dormido. Bajo una mata de pelo negro azabache, sobre la frente, pudieron ver una cicatriz con una forma curiosa, como un rayo.
-¿Fue allí...? —susurró la profesora McGonagall.
-Sí —respondió Dumbledore-. Tendrá esa cicatriz para siempre.
-¿No puede hacer nada, Dumbledore?
-Aunque pudiera, no lo haría. Las cicatrices pueden ser útiles. Yo tengo una en la rodilla izquierda que es un diagrama perfecto del metro de Londres.
-Mmm... No hacía falta tanta información profesor- se quejó Sirius, con una mueca de asco en la cara. Los demás rieron.
Bueno, déjalo aquí, Hagrid, es mejor que terminemos con esto.
Dumbledore se volvió hacia la casa de los Dursley
-¿Puedo... puedo despedirme de él, señor? -preguntó Hagrid.
Inclinó la gran cabeza desgreñada sobre Harry y le dio un beso, raspándolo con la barba. Entonces, súbitamente, Hagrid dejó escapar un aullido, como si fuera un perro herido.
-¡Shhh! -dijo la profesora McGonagall-. ¡Vas a despertar a los muggles!
-Lo... siento —lloriqueó Hagrid, y se limpió la cara con un gran pañuelo—. Pero
no puedo soportarlo... Lily y James muertos... y el pobrecito Harry tendrá que vivir con muggles...
-Sí, sí, es todo muy triste, pero domínate, Hagrid, o van a descubrirnos- susurró
la profesora McGonagall, dando una palmada en un brazo de Hagrid, mientras
Dumbledore pasaba sobre la verja del jardín e iba hasta la puerta que había enfrente.
Dejó suavemente a Harry en el umbral, sacó la carta de su capa, la escondió entre las mantas del niño y luego volvió con los otros dos. Durante un largo minuto los tres contemplaron el pequeño bulto. Los hombros de Hagrid se estremecieron. La profesora McGonagall parpadeó furiosamente. La luz titilante que los ojos de Dumbledore irradiaban habitualmente parecía haberlos abandonado.
-Bueno -dijo finalmente Dumbledore-, ya está. No tenemos nada que hacer
aquí. Será mejor que nos vayamos y nos unamos a las celebraciones.
-¿Celebrar? ¿Ahora? ¡Mi hijo está con unos desagradables muggles y ellos van de celebración?- se escandalizó Lily
-Ajá -respondió Hagrid con voz ronca-. Voy a devolver la moto a Sirius.
Buenas noches, profesora McGonagall, profesor Dumbledore.
Hagrid se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta, se subió a la moto y le dio una patada a la palanca para poner el motor en marcha. Con un estrépito se elevó en el aire y desapareció en la noche.
-Nos veremos pronto, espero, profesora McGonagall -dijo Dumbledore,
saludándola con una inclinación de cabeza. La profesora McGonagall se sonó la nariz por toda respuesta.
Dumbledore se volvió y se marchó calle abajo. Se detuvo en la esquina y levantó el Iluminador de plata. Lo hizo funcionar una vez y todas las luces de la calle se encendieron, de manera que Privet Drive se iluminó con un resplandor anaranjado, y pudo ver a un gato atigrado que se escabullía por una esquina, en el otro extremo de la calle. También pudo ver el bulto de mantas de las escaleras de la casa número 4.
-Buena suerte, Harry Potter -murmuró. Dio media vuelta y, con un movimiento de su capa, desapareció
-Vale, esto es horrible- inquirió James-: nosotros muertos, Harry solo, Sirius desaparecido, mi hermana también, Remus solo, Peter... ¿Qué es de Peter?
-No lo sabemos pero...- antes de que Lily terminara la frase, un remolino los transportó hasta una cabaña en medio del mar, estaba lloviendo y había un niño de ojos verdes con gafas, muy parecido a James, en el suelo, dibujando.
-Diez... Nueve... Ocho... Siete... Seis... Cinco... Cuatro... Tres... Dos... Uno... ¡Feliz cumpleaños a ti, Harry!- murmuró él mismo.
-¡Mira, James, es nuestro hijo!- exclamó emocionada Lily
-Es como yo solo que... tiene tus ojos- dijo este. De repente... BUM
-Tranquila pelirroja, no va a pasar nada, no soy estúpido- le reprochó con una sonrisa carismática y burlona en el rostro.
-Pero...
-Cielo, tranquila. Confío en mi mejor amigo, nada va a pasar, ¿de acuerdo?- le dijo James
-Gracias Cornamenta- sonrió él, sacándole la lengua a Lily
-Yo de ti no habría hecho eso, James- dijo Remus Lupin, en cuanto Sirius empezó a manosear todos los extraños objetos.
-Gracias por la confianza Lunático...- dijo sarcástico Black
-Por cierto, ¿y Peter?- preguntó James
-Su madre está enferma- respondió Remus-, ha ido a verla. O eso dice él- se encogió de hombros
-¡Vaya! ¿Qué es esto?- dijo Sirius cogiendo un aparato, que parecía un reloj y colgándoselo en el cuello.
-¡No lo toques! Es un giratiempo y...
-A ver como va...- murmuró
-¡No!- gritaron James, Lily y Remus a unísono. Se abalanzaron contra Black, en un intento fallido de arrebatarle el giratiempo, ya que este cayó al suelo y se rompió. Una especie de remolino apareció de repente en el cuarto y se tragó a los cuatro amigos, llevándoles a una época diferente.
Cayeron en una carretera, era de noche y dos figuras altas y esbeltas se veían entre las sombras. Un señor con una larga barba blanca y una mujer con ropas verdes esmeraldas.
-¡Hey, Cornamenta! ¿Esos no son...
-Si, McGonagall y Dumbledore, ¿qué hacen aquí? No, la pregunta es, ¿dónde estamos?
-Yo se donde estamos- dijo Lily-, Privet Drive, ahí vive mi hermana
-¿Petunia?
-Si, con su marido, creo...- puso cara de confusión
-¿En qué sitio hemos caído?- preguntó Remus
-Ni idea...- se encogió de hombros Sirius. Notó que alguien le golpeaba en el brazo- ¡Au! Joer, Lily
-¡¿JOER LILY?! ¡¿Pero qué confianzas son estas?! ¿Quién sabe a qué lugar nos has mandado!- dijo, golpeándole aún en el brazo.
-¡Para, Lily! Vamos a preguntarle a ellos y...- antes de que terminara la frase, Lily ya lo estaba arastrando hacia donde estaban los profesores.
-Disculpe, profesor...- habló ella. Él ni se inmutó. Lily pasó la mano por delante de su cara. Nada...- Parece que no nos pueden ver, ¿sabéis?
-Genial- renegó Sirius- ¿y qué...?
-¡¡Tu cierra el pico, esto es tu culpa!!- le gritó Lily
-Calmémonos todos, ¿de acuerdo?- preguntó Remus intentando calmar a la gente- Si queremos saber donde estamos, tendremos que escuchar lo que dicen, ¿vale?
-De acuerdo- se calmó Lily-. Venid.
-Sería extraordinario que el mismo día en que Quien-usted-sabe parece haber desaparecido al fin, los muggles lo descubran todo sobre nosotros. Porque realmente se ha ido, ¿no, Dumbledore?
-¿Él se ha ido?- preguntó ilusionado Sirius
-¡Sssh!- le chistó Lily
-Es lo que parece -dijo Dumbledore-. Tenemos mucho que agradecer. ¿Le gustaría tomar un caramelo de limón?
-¿Un qué?
-Un caramelo de limón. Es una clase de dulces de los muggles que me gusta mucho.
-A mi me parece que no era momento para caramelos...- murmuró Lily sonriendo levemente
-No, muchas gracias -respondió con frialdad la profesora McGonagall, como si considerara que aquél no era un momento apropiado para caramelos-. Como le decía, aun que Quien-Usted-Sabe se haya ido...
-Mi querida profesora, estoy seguro de que una persona sensata como usted puede llamarlo por su nombre, ¿verdad? Toda esa tontería de Quien-usted-sabe... Durante once años intenté persuadir a la gente para que lo llamara por su verdadero nombre, Voldemort.- Lily se estremeció cuando dijo su nombre- Todo se volverá muy confuso si seguimos diciendo «Quien-usted-sabe».
Nunca he encontrado ningún motivo para temer pronunciar el nombre de Voldemort.
-Sé que usted no tiene ese problema -observó la profesora McGonagall, entre la exasperación y la admiración-. Pero usted es diferente. Todos saben que usted es el único al que Quien-usted... Oh, bueno, Voldemort, tenía miedo.
-Me está halagando -dijo con calma Dumbledore-. Voldemort tenía poderes
que yo nunca tuve.
-Sólo porque usted es demasiado... bueno... noble para utilizarlos.
-Cierto- dijo Sirius
-Menos mal que está oscuro. No me he ruborizado tanto desde que la señora
Pomfrey me dijo que le gustaban mis nuevas orejeras.
Sirus rompió en carcajadas, junto a James
-Las lechuzas no son nada comparadas con los rumores que corren por ahí. ¿Sabe lo que todos dicen sobre la forma en que desapareció? ¿Sobre lo que finalmente lo detuvo?
-Lo que están diciendo -insistió- es que la pasada noche Voldemort apareció
en el valle de Godric. Iba a buscar a los Potter. El rumor es que Lily y James Potter están... están... bueno, que están muertos.
Lily ahogó un gritito de horror
Dumbledore inclinó la cabeza. La profesora McGonagall se quedó boquiabierta.
-Lily y James... no puedo creerlo... No quiero creerlo... Oh, Albus...
-¿Qué?- logró articular Sirius. James y Lily tenían la sensación de que el mundo se les caía encima y Remus sentía un agujero en el pecho del tamaño de un mundo.
Dumbledore se acercó y le dio una palmada en la espalda.
-Lo sé... lo sé... -dijo con tristeza.
La voz de la profesora McGonagall temblaba cuando continuó.
-Eso no es todo. Dicen que quiso matar al hijo de los Potter, a Harry. Pero no
pudo. No pudo matar a ese niño. Nadie sabe por qué, ni cómo, pero dicen que como no pudo matarlo, el poder de Voldemort se rompió... y que ésa es la razón por la que se ha ido.
-¡¿QUÉ?! ¡¿HEMOS MUERTO Y HEMOS DEJADOA NUESTRO HIJO SOLO?!- se escandalizó Lily
-No dejaremos que eso pase- dijo Sirius con lágrimas en los ojos-. Hay que ir haciendo una lista sobre lo que hay que evitar a toda costa.
-¿Es... es verdad? -tartamudeó la profesora McGonagall-. Después de todo lo que hizo... de toda la gente que mató... ¿no pudo matar a un niño? Es asombroso... entre todas las cosas que podrían detenerlo... Pero ¿cómo sobrevivió Harry en nombre del cielo?
-Sólo podemos hacer conjeturas -dijo Dumbledore-. Tal vez nunca lo
sepamos.
-¿Harry sobrevivió a la... la maldición asesina?- preguntó Sirus, alucinado
-Se ve que si...- dijo Remus, aún en shock.
-Hagrid se retrasa. Imagino que fue él quien le dijo que yo estaría aquí, ¿no?
-Sí -dijo la profesora McGonagall-. Y yo me imagino que usted no me va a
decir por qué, entre tantos lugares, tenía que venir precisamente aquí.
-He venido a entregar a Harry a su tía y su tío. Son la única familia que le queda ahora.
-¡¿QUÉ?!- gritó Lily- ¿Y Remus y Sirius, dónde están?
-Esto es increíble...- murmuró James- ¿Y mi hermana?- preguntó al aire
-James, hace mas de un año y medio que no sabemos sobre ella- dijo Remus, serio. Sirius hizo una mueca de dolor.
-¿Quiere decir...? ¡No puede referirse a la gente que vive aquí! -gritó la
profesora, poniéndose de pie de un salto y señalando al número 4.- Dumbledore... no puede. Los he estado observando todo el día. No podría encontrar a gente más distinta de nosotros. Y ese hijo que tienen... Lo vi dando patadas a su madre mientras subían por la escalera, pidiendo caramelos a gritos. ¡Harry Potter no puede vivir ahí!
-Ese niño es insoportable...- murmuró Sirius- Seguro que es un mimado de mierda...
-Es el mejor lugar para él -dijo Dumbledore con firmeza-. Sus tíos podrán
explicárselo todo cuando sea mayor. Les escribí una carta.
-¿Y cree que hará caso? ¡Mi hermana odia todo lo que tenga que ver con la magia!
-¿Una carta? -repitió la profesora McGonagall, volviendo a sentarse-.
Dumbledore, ¿de verdad cree que puede explicarlo todo en una carta? ¡Esa gente jamás comprenderá a Harry! ¡Será famoso... una leyenda... no me sorprendería que el día de hoy fuera conocido en el futuro como el día de Harry Potter! Escribirán libros sobre Harry... todos los niños del mundo conocerán su nombre.
-Exactamente -dijo Dumbledore, con mirada muy seria por encima de sus
gafas-. Sería suficiente para marear a cualquier niño. ¡Famoso antes de saber hablar y andar! ¡Famoso por algo que ni siquiera recuerda! ¿No se da cuenta de que será mucho mejor que crezca lejos de todo, hasta que esté preparado para asimilarlo?
La profesora McGonagall abrió la boca, cambió de idea, tragó y luego dijo:
-Sí... sí, tiene razón, por supuesto. Pero ¿cómo va a llegar el niño hasta aquí,
Dumbledore? -De pronto observó la capa del profesor, como si pensara que podía
tener escondido a Harry.
-Hagrid lo traerá.
-Le parece... sensato... confiar a Hagrid algo tan importante como eso?
-A Hagrid le confiaría mi vida- dijo Sirius sonriendo. James, Remus y Lily asintieron, dándole la razón.
-A Hagrid, le confiaría mi vida- dijo Dumbledore. Sirius sonrió, divertido.
-No estoy diciendo que su corazón no esté donde debe estar -dijo a regañadientes la profesora McGonagall-. Pero no me dirá que no es descuidado. Tiene la costumbre de... ¿Qué ha sido eso?
Un ruido sordo rompió el silencio que los rodeaba. Se fue haciendo más fuerte
mientras ellos miraban a ambos lados de la calle, buscando alguna luz. Aumentó hasta
ser un rugido mientras los dos miraban hacia el cielo, y entonces una pesada moto cayó del aire y aterrizó en el camino, frente a ellos.
La moto era inmensa, pero si se la comparaba con el hombre que la conducía
parecía un juguete. Era dos veces más alto que un hombre normal y al menos cinco veces más ancho. Se podía decir que era demasiado grande para que lo aceptaran y además, tan desaliñado... Cabello negro, largo y revuelto, y una barba que le cubría casi toda la cara. Sus manos tenían el mismo tamaño que las tapas del cubo de la basura y sus pies, calzados con botas de cuero, parecían crías de delfín. En sus enormes brazos musculosos sostenía un bulto envuelto en mantas.
-Hagrid -dijo aliviado Dumbledore-. Por fin. ¿Y dónde conseguiste esa moto?
-Me la han prestado; profesor Dumbledore -contestó el gigante, bajando con
cuidado del vehículo mientras hablaba-. El joven Sirius Black me la dejó. Lo he
traído, señor.
-¡Mi moto!- gritó contento Sirius
-¿No ha habido problemas por allí?
-No, señor. La casa estaba casi destruida, pero lo saqué antes de que los muggles comenzaran a aparecer. Se quedó dormido mientras volábamos sobre Bristol.
Dumbledore y la profesora McGonagall se inclinaron sobre las mantas. Entre ellas se veía un niño pequeño, profundamente dormido. Bajo una mata de pelo negro azabache, sobre la frente, pudieron ver una cicatriz con una forma curiosa, como un rayo.
-¿Fue allí...? —susurró la profesora McGonagall.
-Sí —respondió Dumbledore-. Tendrá esa cicatriz para siempre.
-¿No puede hacer nada, Dumbledore?
-Aunque pudiera, no lo haría. Las cicatrices pueden ser útiles. Yo tengo una en la rodilla izquierda que es un diagrama perfecto del metro de Londres.
-Mmm... No hacía falta tanta información profesor- se quejó Sirius, con una mueca de asco en la cara. Los demás rieron.
Bueno, déjalo aquí, Hagrid, es mejor que terminemos con esto.
Dumbledore se volvió hacia la casa de los Dursley
-¿Puedo... puedo despedirme de él, señor? -preguntó Hagrid.
Inclinó la gran cabeza desgreñada sobre Harry y le dio un beso, raspándolo con la barba. Entonces, súbitamente, Hagrid dejó escapar un aullido, como si fuera un perro herido.
-¡Shhh! -dijo la profesora McGonagall-. ¡Vas a despertar a los muggles!
-Lo... siento —lloriqueó Hagrid, y se limpió la cara con un gran pañuelo—. Pero
no puedo soportarlo... Lily y James muertos... y el pobrecito Harry tendrá que vivir con muggles...
-Sí, sí, es todo muy triste, pero domínate, Hagrid, o van a descubrirnos- susurró
la profesora McGonagall, dando una palmada en un brazo de Hagrid, mientras
Dumbledore pasaba sobre la verja del jardín e iba hasta la puerta que había enfrente.
Dejó suavemente a Harry en el umbral, sacó la carta de su capa, la escondió entre las mantas del niño y luego volvió con los otros dos. Durante un largo minuto los tres contemplaron el pequeño bulto. Los hombros de Hagrid se estremecieron. La profesora McGonagall parpadeó furiosamente. La luz titilante que los ojos de Dumbledore irradiaban habitualmente parecía haberlos abandonado.
-Bueno -dijo finalmente Dumbledore-, ya está. No tenemos nada que hacer
aquí. Será mejor que nos vayamos y nos unamos a las celebraciones.
-¿Celebrar? ¿Ahora? ¡Mi hijo está con unos desagradables muggles y ellos van de celebración?- se escandalizó Lily
-Ajá -respondió Hagrid con voz ronca-. Voy a devolver la moto a Sirius.
Buenas noches, profesora McGonagall, profesor Dumbledore.
Hagrid se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta, se subió a la moto y le dio una patada a la palanca para poner el motor en marcha. Con un estrépito se elevó en el aire y desapareció en la noche.
-Nos veremos pronto, espero, profesora McGonagall -dijo Dumbledore,
saludándola con una inclinación de cabeza. La profesora McGonagall se sonó la nariz por toda respuesta.
Dumbledore se volvió y se marchó calle abajo. Se detuvo en la esquina y levantó el Iluminador de plata. Lo hizo funcionar una vez y todas las luces de la calle se encendieron, de manera que Privet Drive se iluminó con un resplandor anaranjado, y pudo ver a un gato atigrado que se escabullía por una esquina, en el otro extremo de la calle. También pudo ver el bulto de mantas de las escaleras de la casa número 4.
-Buena suerte, Harry Potter -murmuró. Dio media vuelta y, con un movimiento de su capa, desapareció
-Vale, esto es horrible- inquirió James-: nosotros muertos, Harry solo, Sirius desaparecido, mi hermana también, Remus solo, Peter... ¿Qué es de Peter?
-No lo sabemos pero...- antes de que Lily terminara la frase, un remolino los transportó hasta una cabaña en medio del mar, estaba lloviendo y había un niño de ojos verdes con gafas, muy parecido a James, en el suelo, dibujando.
-Diez... Nueve... Ocho... Siete... Seis... Cinco... Cuatro... Tres... Dos... Uno... ¡Feliz cumpleaños a ti, Harry!- murmuró él mismo.
-¡Mira, James, es nuestro hijo!- exclamó emocionada Lily
-Es como yo solo que... tiene tus ojos- dijo este. De repente... BUM
Última edición por Saru Stark Weasley el Mar 03 Sep 2013, 6:35 pm, editado 2 veces
roronoa.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
Primera lectora! WOW! Mentiría si digo que no me ha gustado el Prefacio, siempre me he preguntado lo que pensarían James y Lily al ver todo por lo que ha pasado Harry. Pero tengo una duda ¿La novela es de Harry y rayita/o personaje inventado o de Harry como lo conocemos todos? (Me refiero a que está con Cho, luego Ginny, etc...) Bueno resumiendo, síguela porfavor :)
Shaggy.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
Segunda Lectora!! Me encanto el primer capitulo y me encanto el trama de la nove. Me gustaria que la siguieras, Un beso
Chiari-Bonade-Milak
Re: Sin Salida {Harry Potter}
3 nueva lectora me llamo ALMA:omg:
y siguela tu novela esta chida la novela q sea con rayita :oops: :oops: plis
:aah:
y siguela tu novela esta chida la novela q sea con rayita :oops: :oops: plis
:aah:
AlmitaLinda
Re: Sin Salida {Harry Potter}
MPThompson escribió:Primera lectora! WOW! Mentiría si digo que no me ha gustado el Prefacio, siempre me he preguntado lo que pensarían James y Lily al ver todo por lo que ha pasado Harry. Pero tengo una duda ¿La novela es de Harry y rayita/o personaje inventado o de Harry como lo conocemos todos? (Me refiero a que está con Cho, luego Ginny, etc...) Bueno resumiendo, síguela porfavor :)
Genial que te gustara, no sabía si iba a agradarles la idea de la novela. Si, yo también he tenido curiosity siempre jaja
No, la novela no es de "Harry Potter y Tu" si no que para que no hubiera confusiones, puse "Harry Potter" para que la gente supiera de quien era la adaptación. La historia amorosa de Harry sigue su curso normal.
Y si, también hay un personaje adaptado inventado por mi xD. Ya lo sabréis en los próximos caps ;)
Besos, la sigo luego
roronoa.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
Chiari-Bonade-Milak escribió:Segunda Lectora!! Me encanto el primer capitulo y me encanto el trama de la nove. Me gustaria que la siguieras, Un beso
Genial que te gustara, la sigo mañana.
Besos
roronoa.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
Hola Alma, yo soy Sara, bienvenida ;)AlmitaLinda escribió:3 nueva lectora me llamo ALMA:omg:
y siguela tu novela esta chida la novela q sea con rayita :oops: :oops: plis
:aah:
Si, la nove aparecerá una chica creada por mi imaginación jaja
Besos, la sigo luego
roronoa.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
Harry Potter♥
BUM. Llamaron otra vez. Dudley se despertó bruscamente.
-¿Qué ha sido eso?- preguntó asustada Lily
-¿Dónde está el cañón? -preguntó estúpidamente Dudley
-Vale... Este niño es estúpido o se entrena para ello todos los días- dijo Sirius, provocando la risa de los demás
Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la habitación. Llevaba un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado que había llevado.
-¿Quién está ahí? -gritó-. ¡Le advierto... estoy armado!
-¡¿Va armado con dos niños en la casa?!- gritó Lily, al borde de la histeria
-"Con dos niños" no, ¡Con nuestro hijo!- gritó James
Hubo una pausa. Luego... ¡UN GOLPE VIOLENTO!
La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y, con un golpe sordo, cayó al suelo.
Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.
-¡Hagrid!- dijeron aunísono los del pasado
El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo. Se agachó, cogió la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.
-Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil... Levántate, bola de grasa -dijo el desconocido.
Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre, que estaba
agazapada detrás de tío Vernon.
-Encima de estúpido, es un gallina- dijo Sirius. James asintió con la cabeza, dándole la razón.
-¡Ah! ¡Aquí está Harry! -dijo el gigante.
Harry levantó la vista ante el rostro feroz y peludo, y vio que los ojos negros le
sonreían.
-La última vez que te vi eras sólo una criatura -dijo el gigante-. Te pareces
mucho a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre.
-¿Ves? Te lo dije- celebró James
Tío Vernon dejó escapar un curioso sonido.
-¡Le exijo que se vaya enseguida, señor! -dijo-. ¡Esto es allanamiento de
morada!
-Imbécil...- murmuró lily.
-Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero -dijo el gigante. Se estiró,
arrebató el rifle a tío Vernon, lo retorció como si fuera de goma y lo arrojó a un rincón de la habitación.
-Vale, no es un gran comienzo... No me extrañaría que Harry se asustara- dijo Remus
-Cierto- corroboró Sirius
Tío Vernon hizo otro ruido extraño, como si hubieran aplastado a un ratón.
-De todos modos, Harry -dijo el gigante, dando la espalda a los Dursley-, te
deseo un muy feliz cumpleaños. Tengo algo aquí. Tal vez lo he aplastado un poco, pero tiene buen sabor.
Del bolsillo interior de su abrigo negro sacó una caja algo aplastada. Harry la abrió con dedos temblorosos. En el interior había un gran pastel de chocolate pegajoso, con «Feliz Cumpleaños, Harry» escrito en verde.
-¿Verde? ¿Por qué verde?- preguntó James- ¡Rojo, debería ser, como Gryffindor!
-Ya, pero nuestro hijo aún no sabe nada de Hogwarts.
Harry miró al gigante. Iba a darle las gracias, pero las palabras se perdieron en su garganta y, en lugar de eso, dijo:
-¿Quién es usted?
-Que maleducado, eso a sonado un tanto descortés- se quejó Lily, como una niña pequeña
-Vive con los Dursley, ¿qué esperabas?- bromeó Sirius, ocasionando unas carcajadas por parte de Lily
El gigante rió entre dientes.
-Es cierto, no me he presentado. Rubeus Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.
Extendió una mano gigantesca y sacudió todo el brazo de Harry
-¿Qué tal ese té, entonces? -dijo, frotándose las manos-. Pero no diría que no
si tienen algo más fuerte.
-¿No irá a beber delante de MI hijo?- se quejó Lily
Sus ojos se clavaron en el hogar apagado, con las bolsas de patatas fritas arrugadas, y dejó escapar una risa despectiva. Se inclinó ante la chimenea. Los demás no podían ver qué estaba haciendo, pero cuando un momento después se dio la vuelta, había un fuego encendido, que inundó de luz toda la húmeda cabaña. Harry sintió que el calor lo cubría como si estuviera metido en un baño caliente.
El gigante volvió a sentarse en el sofá, que se hundió bajo su peso, y comenzó a sacar toda clase de cosas de los bolsillos de su abrigo: una cazuela de cobre, un paquete de salchichas, un atizador, una tetera, varias tazas agrietadas y una botella de un liquido color ámbar, de la que tomó un trago antes de empezar a preparar el té. Muy pronto, la cabaña estaba llena del aroma de las salchichas calientes. Nadie dijo una palabra mientras el gigante trabajaba, pero cuando sacó las primeras seis salchichas jugosas y
calientes, Dudley comenzó a impacientarse. Tío Vernon dijo en tono cortante:
-No toques nada que él te dé, Dudley.
-Tengo hambre...- murmuró Sirius
El gigante lanzó una risa sombría.
-Ese gordo pastel que es su hijo no necesita engordar más, Dursley, no se
preocupe.
Le sirvió las salchichas a Harry, el cual estaba tan hambriento que pensó que nunca había probado algo tan maravilloso, pero todavía no podía quitarle los ojos de encima al gigante. Por último, como nadie parecía dispuesto a explicar nada, dijo:
-Lo siento, pero todavía sigo sin saber quién es usted.
El gigante tomó un sorbo de té y se secó la boca con el dorso de la mano.
-Llámame Hagrid -contesto-.Todos lo hacen. Y como te dije, soy el guardián
de las llaves de Hogwarts. Ya lo sabrás todo sobre Hogwarts, por supuesto.
-Pues... yo no... -dijo Harry
Hagrid parecía impresionado.
-Lo lamento -dijo rápidamente Harry
-Que mono es... se disculpa por... ¿por qué se disculpa?- preguntó Sirius
-¿Lo lamento? -preguntó Hagrid, volviéndose a mirar a los Dursley, que
retrocedieron hasta quedar ocultos por las sombras-. ¡Ellos son los que tienen que disculparse! Sabía que no estabas recibiendo las cartas, pero nunca pensé que no supieras nada de Hogwarts. ¿Nunca te preguntaste dónde lo habían aprendido todo tus padres?
-Allá vamos...- murmuró Remus
-¿El qué? -preguntó Harry
-¿EL QUÉ? -bramó Hagrid-. ¡Espera un segundo!
Se puso de pie de un salto. En su furia parecía llenar toda la habitación. Los
Dursley estaban agazapados contra la pared.
-Va a matarlos...- temió Sirius
-¡No seas tonto! Claro que no, Hagrid no le haría daño ni auna mosca... Es demasiado bueno- dijo Lily
-¿Me van a decir -rugió a los Dursley- que este muchacho, ¡este muchacho!, no sabe nada... sobre NADA?
-Creo que Harry va pansar que se refiere a lo que aprenden en el colegio y eso- dijo Remus
Harry pensó que aquello iba demasiado lejos. Después de todo, había ido al colegio y sus notas no eran tan malas.
-Yo sé algunas cosas -dijo-. Puedo hacer cuentas y todo eso.
-Efectivamente- rió Sirius
Pero Hagrid simplemente agito la mano.
-Me refiero a nuestro mundo Tu mundo. Mi mundo. El mundo de tus padres.
-¿Qué mundo?
Hagrid lo miró como si fuera a estallar.
-¡DURSLEY! -bramó.
Tío Vernon, que estaba muy pálido, susurró algo que sonaba como mimblewimble.
-¿Eins? ¿Qué ha dicho?- preguntó James
Hagrid, enfurecido, contempló a Harry.
-Pero tú tienes que saber algo sobre tu madre y tu padre -dijo-. Quiero decir,
ellos son famosos. Tú eres famoso.
-¿Cómo? ¿Mi madre y mi padre... eran famosos? ¿En serio?
-Eramos famosos...- logró articular Lily
-No sabías... no sabías... -Hagrid se pasó los dedos por el pelo, clavándole una
mirada de asombro-. ¿De verdad no sabes lo que ellos eran? -dijo por último.
De pronto, tío Vernon recuperó la voz
-¡Deténgase! -ordenó-. ¡Deténgase ahora mismo, señor! ¡Le prohíbo que le
diga nada al muchacho!
-¡Como que va a hacer caso!- chilló indignado James
Un hombre más valiente que Vernon Dursley se habría acobardado ante la mirada furiosa que le dirigió Hagrid. Cuando éste habló, temblaba de rabia.
-¿No se lo ha dicho? ¿No le ha hablado sobre el contenido de la carta que
Dumbledore le dejó? ¡Yo estaba allí! ¡Vi que Dumbledore la dejaba, Dursley! ¿Y se la ha ocultado durante todos estos años?
-¿Qué es lo que me han ocultado? -dijo Harry en tono anhelante.
-Vamos, casi llegas Hagrid...- le animó Sirius
-¡DETÉNGASE! ¡SE LO PROHÍBO! -rugió tío Vernon aterrado.
-¡Que no se le ocurra detenerse!- dijo James
Tía Petunia dejó escapar un gemido de horror.
-Voy a romperles la cabeza -dijo Hagrid-.Harry debes saber que eres un
mago.
Se produjo un silencio en la cabaña. Sólo podía oírse el mar y el silbido del viento.
-¿Que soy qué? -dijo Harry con voz entrecortada.
-Un mago -respondió Hagrid, sentándose otra vez en el sofá, que crujió y se
hundió-. Y muy bueno, debo añadir, en cuanto te hayas entrenado un poco. Con unos padres como los tuyos ¿qué otra cosa podías ser? Y creo que ya es hora de que leas la carta.
Harry extendió la mano para coger, finalmente, el sobre amarillento, dirigido, con tinta verde esmeralda al «Señor H. Potter, El Suelo de la Cabaña en la Roca, El Mar».
Sacó la carta y leyó:
-¿Qué ha sido eso?- preguntó asustada Lily
-¿Dónde está el cañón? -preguntó estúpidamente Dudley
-Vale... Este niño es estúpido o se entrena para ello todos los días- dijo Sirius, provocando la risa de los demás
Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la habitación. Llevaba un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado que había llevado.
-¿Quién está ahí? -gritó-. ¡Le advierto... estoy armado!
-¡¿Va armado con dos niños en la casa?!- gritó Lily, al borde de la histeria
-"Con dos niños" no, ¡Con nuestro hijo!- gritó James
Hubo una pausa. Luego... ¡UN GOLPE VIOLENTO!
La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y, con un golpe sordo, cayó al suelo.
Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.
-¡Hagrid!- dijeron aunísono los del pasado
El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo. Se agachó, cogió la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.
-Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil... Levántate, bola de grasa -dijo el desconocido.
Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre, que estaba
agazapada detrás de tío Vernon.
-Encima de estúpido, es un gallina- dijo Sirius. James asintió con la cabeza, dándole la razón.
-¡Ah! ¡Aquí está Harry! -dijo el gigante.
Harry levantó la vista ante el rostro feroz y peludo, y vio que los ojos negros le
sonreían.
-La última vez que te vi eras sólo una criatura -dijo el gigante-. Te pareces
mucho a tu padre, pero tienes los ojos de tu madre.
-¿Ves? Te lo dije- celebró James
Tío Vernon dejó escapar un curioso sonido.
-¡Le exijo que se vaya enseguida, señor! -dijo-. ¡Esto es allanamiento de
morada!
-Imbécil...- murmuró lily.
-Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero -dijo el gigante. Se estiró,
arrebató el rifle a tío Vernon, lo retorció como si fuera de goma y lo arrojó a un rincón de la habitación.
-Vale, no es un gran comienzo... No me extrañaría que Harry se asustara- dijo Remus
-Cierto- corroboró Sirius
Tío Vernon hizo otro ruido extraño, como si hubieran aplastado a un ratón.
-De todos modos, Harry -dijo el gigante, dando la espalda a los Dursley-, te
deseo un muy feliz cumpleaños. Tengo algo aquí. Tal vez lo he aplastado un poco, pero tiene buen sabor.
Del bolsillo interior de su abrigo negro sacó una caja algo aplastada. Harry la abrió con dedos temblorosos. En el interior había un gran pastel de chocolate pegajoso, con «Feliz Cumpleaños, Harry» escrito en verde.
-¿Verde? ¿Por qué verde?- preguntó James- ¡Rojo, debería ser, como Gryffindor!
-Ya, pero nuestro hijo aún no sabe nada de Hogwarts.
Harry miró al gigante. Iba a darle las gracias, pero las palabras se perdieron en su garganta y, en lugar de eso, dijo:
-¿Quién es usted?
-Que maleducado, eso a sonado un tanto descortés- se quejó Lily, como una niña pequeña
-Vive con los Dursley, ¿qué esperabas?- bromeó Sirius, ocasionando unas carcajadas por parte de Lily
El gigante rió entre dientes.
-Es cierto, no me he presentado. Rubeus Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts.
Extendió una mano gigantesca y sacudió todo el brazo de Harry
-¿Qué tal ese té, entonces? -dijo, frotándose las manos-. Pero no diría que no
si tienen algo más fuerte.
-¿No irá a beber delante de MI hijo?- se quejó Lily
Sus ojos se clavaron en el hogar apagado, con las bolsas de patatas fritas arrugadas, y dejó escapar una risa despectiva. Se inclinó ante la chimenea. Los demás no podían ver qué estaba haciendo, pero cuando un momento después se dio la vuelta, había un fuego encendido, que inundó de luz toda la húmeda cabaña. Harry sintió que el calor lo cubría como si estuviera metido en un baño caliente.
El gigante volvió a sentarse en el sofá, que se hundió bajo su peso, y comenzó a sacar toda clase de cosas de los bolsillos de su abrigo: una cazuela de cobre, un paquete de salchichas, un atizador, una tetera, varias tazas agrietadas y una botella de un liquido color ámbar, de la que tomó un trago antes de empezar a preparar el té. Muy pronto, la cabaña estaba llena del aroma de las salchichas calientes. Nadie dijo una palabra mientras el gigante trabajaba, pero cuando sacó las primeras seis salchichas jugosas y
calientes, Dudley comenzó a impacientarse. Tío Vernon dijo en tono cortante:
-No toques nada que él te dé, Dudley.
-Tengo hambre...- murmuró Sirius
El gigante lanzó una risa sombría.
-Ese gordo pastel que es su hijo no necesita engordar más, Dursley, no se
preocupe.
Le sirvió las salchichas a Harry, el cual estaba tan hambriento que pensó que nunca había probado algo tan maravilloso, pero todavía no podía quitarle los ojos de encima al gigante. Por último, como nadie parecía dispuesto a explicar nada, dijo:
-Lo siento, pero todavía sigo sin saber quién es usted.
El gigante tomó un sorbo de té y se secó la boca con el dorso de la mano.
-Llámame Hagrid -contesto-.Todos lo hacen. Y como te dije, soy el guardián
de las llaves de Hogwarts. Ya lo sabrás todo sobre Hogwarts, por supuesto.
-Pues... yo no... -dijo Harry
Hagrid parecía impresionado.
-Lo lamento -dijo rápidamente Harry
-Que mono es... se disculpa por... ¿por qué se disculpa?- preguntó Sirius
-¿Lo lamento? -preguntó Hagrid, volviéndose a mirar a los Dursley, que
retrocedieron hasta quedar ocultos por las sombras-. ¡Ellos son los que tienen que disculparse! Sabía que no estabas recibiendo las cartas, pero nunca pensé que no supieras nada de Hogwarts. ¿Nunca te preguntaste dónde lo habían aprendido todo tus padres?
-Allá vamos...- murmuró Remus
-¿El qué? -preguntó Harry
-¿EL QUÉ? -bramó Hagrid-. ¡Espera un segundo!
Se puso de pie de un salto. En su furia parecía llenar toda la habitación. Los
Dursley estaban agazapados contra la pared.
-Va a matarlos...- temió Sirius
-¡No seas tonto! Claro que no, Hagrid no le haría daño ni auna mosca... Es demasiado bueno- dijo Lily
-¿Me van a decir -rugió a los Dursley- que este muchacho, ¡este muchacho!, no sabe nada... sobre NADA?
-Creo que Harry va pansar que se refiere a lo que aprenden en el colegio y eso- dijo Remus
Harry pensó que aquello iba demasiado lejos. Después de todo, había ido al colegio y sus notas no eran tan malas.
-Yo sé algunas cosas -dijo-. Puedo hacer cuentas y todo eso.
-Efectivamente- rió Sirius
Pero Hagrid simplemente agito la mano.
-Me refiero a nuestro mundo Tu mundo. Mi mundo. El mundo de tus padres.
-¿Qué mundo?
Hagrid lo miró como si fuera a estallar.
-¡DURSLEY! -bramó.
Tío Vernon, que estaba muy pálido, susurró algo que sonaba como mimblewimble.
-¿Eins? ¿Qué ha dicho?- preguntó James
Hagrid, enfurecido, contempló a Harry.
-Pero tú tienes que saber algo sobre tu madre y tu padre -dijo-. Quiero decir,
ellos son famosos. Tú eres famoso.
-¿Cómo? ¿Mi madre y mi padre... eran famosos? ¿En serio?
-Eramos famosos...- logró articular Lily
-No sabías... no sabías... -Hagrid se pasó los dedos por el pelo, clavándole una
mirada de asombro-. ¿De verdad no sabes lo que ellos eran? -dijo por último.
De pronto, tío Vernon recuperó la voz
-¡Deténgase! -ordenó-. ¡Deténgase ahora mismo, señor! ¡Le prohíbo que le
diga nada al muchacho!
-¡Como que va a hacer caso!- chilló indignado James
Un hombre más valiente que Vernon Dursley se habría acobardado ante la mirada furiosa que le dirigió Hagrid. Cuando éste habló, temblaba de rabia.
-¿No se lo ha dicho? ¿No le ha hablado sobre el contenido de la carta que
Dumbledore le dejó? ¡Yo estaba allí! ¡Vi que Dumbledore la dejaba, Dursley! ¿Y se la ha ocultado durante todos estos años?
-¿Qué es lo que me han ocultado? -dijo Harry en tono anhelante.
-Vamos, casi llegas Hagrid...- le animó Sirius
-¡DETÉNGASE! ¡SE LO PROHÍBO! -rugió tío Vernon aterrado.
-¡Que no se le ocurra detenerse!- dijo James
Tía Petunia dejó escapar un gemido de horror.
-Voy a romperles la cabeza -dijo Hagrid-.Harry debes saber que eres un
mago.
Se produjo un silencio en la cabaña. Sólo podía oírse el mar y el silbido del viento.
-¿Que soy qué? -dijo Harry con voz entrecortada.
-Un mago -respondió Hagrid, sentándose otra vez en el sofá, que crujió y se
hundió-. Y muy bueno, debo añadir, en cuanto te hayas entrenado un poco. Con unos padres como los tuyos ¿qué otra cosa podías ser? Y creo que ya es hora de que leas la carta.
Harry extendió la mano para coger, finalmente, el sobre amarillento, dirigido, con tinta verde esmeralda al «Señor H. Potter, El Suelo de la Cabaña en la Roca, El Mar».
Sacó la carta y leyó:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación
Internacional de Magos).
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación
Internacional de Magos).
Querido señor Potter:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el
Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros
necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del
31 de julio.
Muy cordialmente, Minerva McGonagall
Directora adjunta.
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el
Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros
necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del
31 de julio.
Muy cordialmente, Minerva McGonagall
Directora adjunta.
Las preguntas estallaban en la cabeza de Harry como fuegos artificiales, y no sabía
cuál era la primera. Después de unos minutos, tartamudeó:
-¿Qué quiere decir eso de que esperan mi lechuza?
-¿Toda esa información, y lo 1º que hace es preguntar sobre las lechuzas?- se escadalizó Sirius
-Gorgonas galopantes, ahora me acuerdo -dijo Hagrid, golpeándose la frente
con tanta fuerza como para derribar un caballo. De otro bolsillo sacó una lechuza (una lechuza de verdad, viva y con las plumas algo erizadas), una gran pluma y un rollo de pergamino. Con la lengua entre los dientes, escribió una nota que Harry pudo leer al revés.
cuál era la primera. Después de unos minutos, tartamudeó:
-¿Qué quiere decir eso de que esperan mi lechuza?
-¿Toda esa información, y lo 1º que hace es preguntar sobre las lechuzas?- se escadalizó Sirius
-Gorgonas galopantes, ahora me acuerdo -dijo Hagrid, golpeándose la frente
con tanta fuerza como para derribar un caballo. De otro bolsillo sacó una lechuza (una lechuza de verdad, viva y con las plumas algo erizadas), una gran pluma y un rollo de pergamino. Con la lengua entre los dientes, escribió una nota que Harry pudo leer al revés.
Querido señor Dumbledore:
Entregué a Harry su carta. Lo llevo mañana a comprar sus cosas.
El tiempo es horrible. Espero que usted esté bien.
Hagrid
Entregué a Harry su carta. Lo llevo mañana a comprar sus cosas.
El tiempo es horrible. Espero que usted esté bien.
Hagrid
Hagrid enrolló la nota y se la dio a la lechuza, que la cogió con el pico. Después fue hasta la puerta y lanzó a la lechuza en la tormenta. Entonces volvió y se sentó, como
si aquello fuera tan normal como hablar por teléfono.
Harry se dio cuenta de que tenía la boca abierta y la cerró rápidamente.
-¿Por dónde iba? -dijo Hagrid. Pero en aquel momento tío Vernon, todavía con
el rostro color ceniza, pero muy enfadado, se acercó a la chimenea.
-Él no irá -dijo.
Hagrid gruñó.
-Me gustaría ver a un gran muggle como usted deteniéndolo a él -dijo.
-¿Un qué? -preguntó interesado Harry
-Un muggle -respondió Hagrid-.Es como llamamos a la gente «no-mágica»
como ellos. Y tuviste la mala suerte de crecer en una familia de los más grandes muggles que haya visto.
-Cuando lo adoptamos, juramos que íbamos a detener toda esa porquería -dijo
tío Vernon-. ¡Juramos que la íbamos a sacar de él! ¡Un mago, ni más ni menos!
—¿Vosotros lo sabíais? —preguntó Harry-. ¿Vosotros sabíais que yo era... un mago?
-¡Saber! —chilló de pronto tía Petunia-. ¡Saber! ¡Por supuesto que lo sabíamos!
¿Cómo no ibas a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana? Oh, ella recibió una carta como ésta de ese... ese colegio, y desapareció, y volvía a casa para las vacaciones con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en ratas. Yo era la única que la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi padre, oh no, para ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban orgullosos de tener una bruja en la familia!
Se detuvo para respirar profundamente y luego continuó. Parecía que hacía años que deseaba decir todo aquello. Lily de repente se echó a llorar en el hombro de James
-¡Mi hermana me odia! ¡Aún muerta... me odia!
-Tranquila Lily- la calmó James-, son envidia y celos...- le besó la cabeza.
-Luego conoció a ese Potter en el colegio y se fueron y se casaron y te tuvieron a ti, y por supuesto que yo sabía que ibas a ser igual, igual de raro, un... un anormal. ¡Y luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos que quedarnos contigo!
Harry se había puesto muy pálido. Tan pronto como recuperó la voz, preguntó:
-¿Explosión? ¡Me dijisteis que habían muerto en un accidente de coche!
-¿Qué? ¿Cómo que en un accidente? ¿Conduzco mal, a caso?- se quejó James
-¿ACCIDENTE DE COCHE? -rugió Hagrid dando un salto, tan enfadado que
los Dursley volvieron al rincón-. ¿Cómo iban a poder morir Lily y James Potter en un accidente de coche? ¡Eso es un ultraje! ¡Un escándalo! ¡Que Harry Potter no conozca su propia historia, cuando cada chico de nuestro mundo conoce su nombre!
-Pero ¿por qué? ¿Qué sucedió? -preguntó Harry con tono de apremio.
-Espero que no se lo tome tan mal...- pensó Sirius, preocupado
La furia se desvaneció del rostro de Hagrid. De pronto parecía nervioso.
-Nunca habría esperado algo así -dijo en voz baja y con aire preocupado-. No
tenía ni idea. Cuando Dumbledore me dijo que podía tener problemas para llegar a ti, no sabía que sería hasta este punto. Ah, Harry, no sé si soy la persona apropiada para decírtelo, pero alguien debe hacerlo. No puedes ir a Hogwarts sin saberlo.
Lanzó una mirada despectiva a los Dursley.
-Bueno, es mejor que sepas todo lo que yo puedo decirte... porque no puedo decírtelo todo. Es un gran misterio, al menos una parte...
Se sentó, miró fijamente al fuego durante unos instantes, y luego continuó.
-Comienza, supongo, con... con una persona llamada... pero es increíble que no sepas su nombre, todos en nuestro mundo lo saben...
-¿Quién?
-Bueno... no me gusta decir el nombre si puedo evitarlo. Nadie lo dice.
-¿Por qué no?
-Gárgolas galopantes, Harry, la gente todavía tiene miedo. Vaya, esto es difícil. Mira, estaba ese mago que se volvió... malo. Tan malo como te puedas imaginar. Peor. Peor que peor. Su nombre era...
Hagrid tragó, pero no le salía la voz.
-¿Quiere escribirlo? -sugirió Harry.
-Ha salido a Lily sin duda- murmuró Sirius
-Cierto, y me alegro- murmuró ella, aún jadeante por haber llorado
-No... no sé cómo se escribe. Está bien... Voldemort. -Hagrid se estremeció, al igual que Lily y James-. No me lo hagas repetir. De todos modos, este... este mago, hace unos veinte años, comenzó a buscar seguidores. Y los consiguió. Algunos porque le tenían miedo, otros sólo querían un poco de su poder, porque él iba consiguiendo poder. Eran días negros, Harry. No se sabía en quién confiar, uno no se animaba a hacerse amigo de magos o brujas desconocidos... Sucedían cosas terribles. Él se estaba apoderando de todo. Por supuesto, algunos se le opusieron y él los mató. Horrible. Uno de los pocos lugares seguros era Hogwarts. Hay que considerar que Dumbledore era el único al que Quien-tú- sabes temía. No se atrevía a apoderarse del colegio, no entonces, al menos.
»Ahora bien, tu madre y tú padre eran la mejor bruja y el mejor mago que yo he conocido nunca.
¡En su época de Hogwarts eran los primeros! Supongo que el misterio es por qué Quien-tú-sabes nunca había tratado de ponerlos de su parte... Probablemente sabía que estaban demasiado cerca de Dumbledore para querer tener algo que ver con el Lado Oscuro.
-¡Qué va!- se ruborizó Lily- Habían brujas mejores que yo, mira a tu hermana por ejemplo, James, Hollie era mejor que yo!- dijo. Sirius sintió una punzada de dolor al pronunciar el nombre de Hollie.
»Tal vez pensó que podía persuadirlos... O quizá simplemente quería quitarlos de en medio. Lo que todos saben es que él apareció en el pueblo donde vosotros vivíais, el día de Halloween, hace diez años. Tú tenías un año. Él fue a vuestra casa y... y...
De pronto, Hagrid sacó un pañuelo muy sucio y se sonó la nariz con un sonido
como el de una corneta.
-Lo siento -dijo-. Pero es tan triste... pensar que tu madre y tu padre, la mejor gente del mundo que podrías encontrar...
-Que amable es Hagrid... No se os olvide darle las gracias cuando volvamos- dijo Lily con lágrimas en los ojos.
-Si logramos volver...- pensó James
»Quien-tú-sabes los mató. Y entonces... y ése es el verdadero misterio del asunto... también trató de matarte a ti. Supongo que quería hacer un trabajo limpio, o tal vez, para entonces, disfrutaba matando. Pero no pudo hacerlo. ¿Nunca te preguntaste cómo te hiciste esa marca en la frente? No es un corte común. Sucedió cuando una poderosa maldición diabólica te tocó. Fue la que terminó con tu madre, tu padre y la casa, pero no funcionó contigo, y por eso eres famoso, Harry. Nadie a quien él hubiera decidido matar sobrevivió, nadie excepto tú, y eso que acabó con algunas de las mejores brujas y de los mejores magos de la época (los McKinnons, los Bones, los Prewetts...) y tú eras muy pequeño. Pero sobreviviste.
-Dios mío... Gracias a Merlín- murmuró Lily, con la voz queda-... que nuestro pequeño sobrevivió
-Si, es una suerte, pero, ¿qué fue de Remus y de mi? No han dicho nada...
-Lo averiguaremos- dijo Remus
-Mas nos vale, pero ahora, atended, quiero saber que pasó mas- dijo James, sonriendo tristemente
Algo muy doloroso estaba sucediendo en la mente de Harry. Mientras Hagrid iba terminando la historia, vio otra vez la cegadora luz verde con más claridad de lo que la había recordado antes y, por primera vez en su vida, se acordó de algo más, de una risa cruel, aguda y fría.
Hagrid lo miraba con tristeza.
-Yo mismo te saqué de la casa en ruinas, por orden de Dumbledore. Y te llevé
con esta gente...
-Tonterías -dijo tío Vernon.
Harry dio un respingo. Casi había olvidado que los Dursley estaban allí. Tío Vernon parecía haber recuperado su valor. Miraba con rabia a Hagrid y tenía los puños cerrados.
-Ahora escucha esto, chico -gruñó-: acepto que haya algo extraño acerca de ti,
probablemente nada que unos buenos golpes no curen. Y todo eso sobre tus padres... Bien, eran raros, no lo niego y, en mi opinión, el mundo está mejor sin ellos... Recibieron lo que buscaban, al mezclarse con esos brujos... Es lo que yo esperaba: siempre supe que iban a terminar mal...
-¡Imbécil, hijo de puta! ¡El mundo no esta mejor sin ellos!- bramó Sirius, al punto de abalanzarse contra Vernon. Lily le sujetó a tiempo
-Tranquilo Sirius, una persona entre un millón piensa eso
Pero en aquel momento Hagrid se levantó del sofá y sacó de su abrigo un paraguas rosado. Apuntando a tío Vernon, como con una espada, dijo:
-Le prevengo, Dursley, le estoy avisando, una palabra más y...
Ante el peligro de ser alanceado por la punta de un paraguas empuñado por un gigante barbudo, el valor de tío Vernon desapareció otra vez. Se aplastó contra la pared y permaneció en silencio.
-Así está mejor -dijo Hagrid, respirando con dificultad y sentándose otra vez en
el sofá, que aquella vez se aplastó hasta el suelo. Harry, entre tanto, todavía tenía preguntas que hacer, cientos de ellas.
-Pero ¿qué sucedió con Vol... perdón, quiero decir con Quién-usted-sabe?
-Buena pregunta, Harry Desapareció. Se desvaneció. La misma noche que trató de matarte. Eso te hizo aún más famoso. Ése es el mayor misterio, sabes... Se estaba volviendo más y más poderoso... ¿Por qué se fue?
»Algunos dicen que murió. No creo que le quede lo suficiente de humano para morir. Otros dicen que todavía está por ahí, esperando el momento, pero no lo creo. La gente que estaba de su lado volvió con nosotros. Algunos salieron como de un trance. No creen que pudieran volver a hacerlo si él regresara.
»La mayor parte de nosotros cree que todavía está en alguna parte, pero que perdió sus poderes. Que está demasiado débil para seguir adelante. Porque algo relacionado contigo, Harry, acabó con él. Algo sucedió aquella noche que él no contaba con que sucedería, no sé qué fue, nadie lo sabe... Pero algo relacionado contigo lo confundió
Hagrid miró a Harry con afecto y respeto, pero Harry, en lugar de sentirse complacido y orgulloso, estaba casi seguro de que había una terrible equivocación. ¿Un mago? ¿Él? ¿Cómo era posible? Había estado toda la vida bajo los golpes de Dudley y el miedo que le inspiraban tía Petunia y tío Vernon. Si realmente era un mago, ¿por qué no los había convertido en sapos llenos de verrugas cada vez que lo encerraban en la alacena? Si alguna vez derrotó al más grande brujo del mundo, ¿cómo es que Dudley siempre podía pegarle patadas como si fuera una pelota?
-Hagrid -dijo con calma-, creo que está equivocado. No creo que yo pueda ser un mago.
-Que pesimista es vuestro hijo...- dijo Sirius
-También será tu ahijado
-Y mi sobrino- coroborró Remus, sonriente
Para su sorpresa, Hagrid se rió entre dientes.
-No eres un mago, ¿eh? ¿Nunca haces que sucedan cosas cuando estás asustado o enfadado?
Harry contempló el fuego. Si pensaba en ello... todas las cosas raras que habían hecho que sus tíos se enfadaran con él, habían sucedido cuando él, Harry, estaba molesto o enfadado: perseguido por la banda de Dudley, de golpe se había encontrado fuera de su alcance; temeroso de ir al colegio con aquel ridículo corte de pelo, éste le había crecido de nuevo y, la última vez que Dudley le pegó, ¿no se vengó de él, aunque sin darse cuenta de que lo estaba haciendo? ¿No le había soltado encima la boa constrictor?
Harry miró de nuevo a Hagrid, sonriendo, y vio que el gigante lo miraba radiante.
-¿Te das cuenta? -dijo Hagrid-. Conque Harry Potter no es un mago... Ya verás, serás muy famoso en Hogwarts.
Pero tío Vernon no iba a rendirse sin luchar.
-¿No le hemos dicho que no irá? -dijo con desagrado-. Irá a la escuela
secundaria Stonewall y nos dará las gracias por ello. Ya he leído esas cartas y necesitará toda clase de porquerías: libros de hechizos, varitas y...
-Si él quiere ir, un gran muggle como usted no lo detendrá -gruñó Hagrid-.
¡Detener al hijo de Lily y James Potter para que no vaya a Hogwarts! Está loco. Su nombre está apuntado casi desde que nació. Irá al mejor colegio de magia del mundo. Siete años allí y no se conocerá a sí mismo. Estará con jóvenes de su misma clase, lo que será un cambio. Y estará con el más grande director que Hogwarts haya tenido: Albus Dumbled...
-NO VOY A PAGAR PARA QUE ALGÚN CHIFLADO VIEJO TONTO LE
ENSEÑE TRUCOS DE MAGIA! -gritó tío Vernon.
-¡Uuh! ¡La ha cagado pero bien!- dijo Sirius
Pero aquella vez había ido demasiado lejos. Hagrid empuñó su paraguas y lo agitó sobre su cabeza.
-¡NUNCA... -bramó- INSULTE-A-ALBUS-DUMBLEDORE-EN-MIPRESENCIA!
Agitó el paraguas en el aire para apuntar a Dudley. Se produjo un relámpago de luz violeta, un sonido como de un petardo, un agudo chillido y, al momento siguiente, Dudley saltaba, con las manos sobre su gordo trasero, mientras gemía de dolor. Cuando les dio la espalda, Harry vio una rizada cola de cerdo que salía a través de un agujero en los pantalones. Sirius, Remus y James empezaron a reir escandalosamente fuerte.
Tío Vernon rugió. Empujó a tía Petunia y a Dudley a la otra habitación, lanzó una última mirada aterrorizada a Hagrid y cerró con fuerza la puerta detrás de ellos.
Hagrid miró su paraguas y se tiró de la barba.
-No debería enfadarme -dijo con pesar-, pero a lo mejor no ha funcionado. Quise convertirlo en un cerdo, pero supongo que ya se parece mucho a un cerdo y no había mucho por hacer.
Miró de reojo a Harry, bajo sus cejas pobladas. Los tres amigos seguían riendo fuertemente, mientras que Lily soltaba carcajadas mas suaves.
-Te agradecería que no le mencionaras esto a nadie de Hogwarts -dijo-. Yo... bien, no me está permitido hacer magia, hablando estrictamente. Conseguí permiso para hacer un poquito, para que te llegaran las cartas y todo eso... Era una de las razones por las que quería este trabajo...
-¿Por qué no le está permitido hacer magia? -preguntó Harry.
-Bueno... yo fui también a Hogwarts y, si he de ser franco, me expulsaron. En el tercer año. Me rompieron la varita en dos. Pero Dumbledore dejó que me quedara como guardabosques. Es un gran hombre.
-¿Por qué lo expulsaron?
-Se está haciendo tarde y tenemos muchas cosas que hacer mañana -dijo Hagrid en voz alta-. Tenemos que ir a la ciudad y conseguirte los libros y todo lo demás.
Se quitó su grueso abrigo negro y se lo entregó a Harry
-Puedes taparte con esto -dijo-. No te preocupes si algo se agita. Creo que
todavía tengo lirones en un bolsillo.
-¿Cuántos bolsillos tendrá Hagrid en ese abrigo...?- preguntó Sirius al aire. James iba a hablar, pero... ¡Pum! Cayeron en otro lugar diferente gracias al giratiempo.
-¿Dónde estamos?- preguntó Remus
-Oh no...- dijo Lily, medio llorando
-Estamos en el callejón Diagón
si aquello fuera tan normal como hablar por teléfono.
Harry se dio cuenta de que tenía la boca abierta y la cerró rápidamente.
-¿Por dónde iba? -dijo Hagrid. Pero en aquel momento tío Vernon, todavía con
el rostro color ceniza, pero muy enfadado, se acercó a la chimenea.
-Él no irá -dijo.
Hagrid gruñó.
-Me gustaría ver a un gran muggle como usted deteniéndolo a él -dijo.
-¿Un qué? -preguntó interesado Harry
-Un muggle -respondió Hagrid-.Es como llamamos a la gente «no-mágica»
como ellos. Y tuviste la mala suerte de crecer en una familia de los más grandes muggles que haya visto.
-Cuando lo adoptamos, juramos que íbamos a detener toda esa porquería -dijo
tío Vernon-. ¡Juramos que la íbamos a sacar de él! ¡Un mago, ni más ni menos!
—¿Vosotros lo sabíais? —preguntó Harry-. ¿Vosotros sabíais que yo era... un mago?
-¡Saber! —chilló de pronto tía Petunia-. ¡Saber! ¡Por supuesto que lo sabíamos!
¿Cómo no ibas a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana? Oh, ella recibió una carta como ésta de ese... ese colegio, y desapareció, y volvía a casa para las vacaciones con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en ratas. Yo era la única que la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi padre, oh no, para ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban orgullosos de tener una bruja en la familia!
Se detuvo para respirar profundamente y luego continuó. Parecía que hacía años que deseaba decir todo aquello. Lily de repente se echó a llorar en el hombro de James
-¡Mi hermana me odia! ¡Aún muerta... me odia!
-Tranquila Lily- la calmó James-, son envidia y celos...- le besó la cabeza.
-Luego conoció a ese Potter en el colegio y se fueron y se casaron y te tuvieron a ti, y por supuesto que yo sabía que ibas a ser igual, igual de raro, un... un anormal. ¡Y luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos que quedarnos contigo!
Harry se había puesto muy pálido. Tan pronto como recuperó la voz, preguntó:
-¿Explosión? ¡Me dijisteis que habían muerto en un accidente de coche!
-¿Qué? ¿Cómo que en un accidente? ¿Conduzco mal, a caso?- se quejó James
-¿ACCIDENTE DE COCHE? -rugió Hagrid dando un salto, tan enfadado que
los Dursley volvieron al rincón-. ¿Cómo iban a poder morir Lily y James Potter en un accidente de coche? ¡Eso es un ultraje! ¡Un escándalo! ¡Que Harry Potter no conozca su propia historia, cuando cada chico de nuestro mundo conoce su nombre!
-Pero ¿por qué? ¿Qué sucedió? -preguntó Harry con tono de apremio.
-Espero que no se lo tome tan mal...- pensó Sirius, preocupado
La furia se desvaneció del rostro de Hagrid. De pronto parecía nervioso.
-Nunca habría esperado algo así -dijo en voz baja y con aire preocupado-. No
tenía ni idea. Cuando Dumbledore me dijo que podía tener problemas para llegar a ti, no sabía que sería hasta este punto. Ah, Harry, no sé si soy la persona apropiada para decírtelo, pero alguien debe hacerlo. No puedes ir a Hogwarts sin saberlo.
Lanzó una mirada despectiva a los Dursley.
-Bueno, es mejor que sepas todo lo que yo puedo decirte... porque no puedo decírtelo todo. Es un gran misterio, al menos una parte...
Se sentó, miró fijamente al fuego durante unos instantes, y luego continuó.
-Comienza, supongo, con... con una persona llamada... pero es increíble que no sepas su nombre, todos en nuestro mundo lo saben...
-¿Quién?
-Bueno... no me gusta decir el nombre si puedo evitarlo. Nadie lo dice.
-¿Por qué no?
-Gárgolas galopantes, Harry, la gente todavía tiene miedo. Vaya, esto es difícil. Mira, estaba ese mago que se volvió... malo. Tan malo como te puedas imaginar. Peor. Peor que peor. Su nombre era...
Hagrid tragó, pero no le salía la voz.
-¿Quiere escribirlo? -sugirió Harry.
-Ha salido a Lily sin duda- murmuró Sirius
-Cierto, y me alegro- murmuró ella, aún jadeante por haber llorado
-No... no sé cómo se escribe. Está bien... Voldemort. -Hagrid se estremeció, al igual que Lily y James-. No me lo hagas repetir. De todos modos, este... este mago, hace unos veinte años, comenzó a buscar seguidores. Y los consiguió. Algunos porque le tenían miedo, otros sólo querían un poco de su poder, porque él iba consiguiendo poder. Eran días negros, Harry. No se sabía en quién confiar, uno no se animaba a hacerse amigo de magos o brujas desconocidos... Sucedían cosas terribles. Él se estaba apoderando de todo. Por supuesto, algunos se le opusieron y él los mató. Horrible. Uno de los pocos lugares seguros era Hogwarts. Hay que considerar que Dumbledore era el único al que Quien-tú- sabes temía. No se atrevía a apoderarse del colegio, no entonces, al menos.
»Ahora bien, tu madre y tú padre eran la mejor bruja y el mejor mago que yo he conocido nunca.
¡En su época de Hogwarts eran los primeros! Supongo que el misterio es por qué Quien-tú-sabes nunca había tratado de ponerlos de su parte... Probablemente sabía que estaban demasiado cerca de Dumbledore para querer tener algo que ver con el Lado Oscuro.
-¡Qué va!- se ruborizó Lily- Habían brujas mejores que yo, mira a tu hermana por ejemplo, James, Hollie era mejor que yo!- dijo. Sirius sintió una punzada de dolor al pronunciar el nombre de Hollie.
»Tal vez pensó que podía persuadirlos... O quizá simplemente quería quitarlos de en medio. Lo que todos saben es que él apareció en el pueblo donde vosotros vivíais, el día de Halloween, hace diez años. Tú tenías un año. Él fue a vuestra casa y... y...
De pronto, Hagrid sacó un pañuelo muy sucio y se sonó la nariz con un sonido
como el de una corneta.
-Lo siento -dijo-. Pero es tan triste... pensar que tu madre y tu padre, la mejor gente del mundo que podrías encontrar...
-Que amable es Hagrid... No se os olvide darle las gracias cuando volvamos- dijo Lily con lágrimas en los ojos.
-Si logramos volver...- pensó James
»Quien-tú-sabes los mató. Y entonces... y ése es el verdadero misterio del asunto... también trató de matarte a ti. Supongo que quería hacer un trabajo limpio, o tal vez, para entonces, disfrutaba matando. Pero no pudo hacerlo. ¿Nunca te preguntaste cómo te hiciste esa marca en la frente? No es un corte común. Sucedió cuando una poderosa maldición diabólica te tocó. Fue la que terminó con tu madre, tu padre y la casa, pero no funcionó contigo, y por eso eres famoso, Harry. Nadie a quien él hubiera decidido matar sobrevivió, nadie excepto tú, y eso que acabó con algunas de las mejores brujas y de los mejores magos de la época (los McKinnons, los Bones, los Prewetts...) y tú eras muy pequeño. Pero sobreviviste.
-Dios mío... Gracias a Merlín- murmuró Lily, con la voz queda-... que nuestro pequeño sobrevivió
-Si, es una suerte, pero, ¿qué fue de Remus y de mi? No han dicho nada...
-Lo averiguaremos- dijo Remus
-Mas nos vale, pero ahora, atended, quiero saber que pasó mas- dijo James, sonriendo tristemente
Algo muy doloroso estaba sucediendo en la mente de Harry. Mientras Hagrid iba terminando la historia, vio otra vez la cegadora luz verde con más claridad de lo que la había recordado antes y, por primera vez en su vida, se acordó de algo más, de una risa cruel, aguda y fría.
Hagrid lo miraba con tristeza.
-Yo mismo te saqué de la casa en ruinas, por orden de Dumbledore. Y te llevé
con esta gente...
-Tonterías -dijo tío Vernon.
Harry dio un respingo. Casi había olvidado que los Dursley estaban allí. Tío Vernon parecía haber recuperado su valor. Miraba con rabia a Hagrid y tenía los puños cerrados.
-Ahora escucha esto, chico -gruñó-: acepto que haya algo extraño acerca de ti,
probablemente nada que unos buenos golpes no curen. Y todo eso sobre tus padres... Bien, eran raros, no lo niego y, en mi opinión, el mundo está mejor sin ellos... Recibieron lo que buscaban, al mezclarse con esos brujos... Es lo que yo esperaba: siempre supe que iban a terminar mal...
-¡Imbécil, hijo de puta! ¡El mundo no esta mejor sin ellos!- bramó Sirius, al punto de abalanzarse contra Vernon. Lily le sujetó a tiempo
-Tranquilo Sirius, una persona entre un millón piensa eso
Pero en aquel momento Hagrid se levantó del sofá y sacó de su abrigo un paraguas rosado. Apuntando a tío Vernon, como con una espada, dijo:
-Le prevengo, Dursley, le estoy avisando, una palabra más y...
Ante el peligro de ser alanceado por la punta de un paraguas empuñado por un gigante barbudo, el valor de tío Vernon desapareció otra vez. Se aplastó contra la pared y permaneció en silencio.
-Así está mejor -dijo Hagrid, respirando con dificultad y sentándose otra vez en
el sofá, que aquella vez se aplastó hasta el suelo. Harry, entre tanto, todavía tenía preguntas que hacer, cientos de ellas.
-Pero ¿qué sucedió con Vol... perdón, quiero decir con Quién-usted-sabe?
-Buena pregunta, Harry Desapareció. Se desvaneció. La misma noche que trató de matarte. Eso te hizo aún más famoso. Ése es el mayor misterio, sabes... Se estaba volviendo más y más poderoso... ¿Por qué se fue?
»Algunos dicen que murió. No creo que le quede lo suficiente de humano para morir. Otros dicen que todavía está por ahí, esperando el momento, pero no lo creo. La gente que estaba de su lado volvió con nosotros. Algunos salieron como de un trance. No creen que pudieran volver a hacerlo si él regresara.
»La mayor parte de nosotros cree que todavía está en alguna parte, pero que perdió sus poderes. Que está demasiado débil para seguir adelante. Porque algo relacionado contigo, Harry, acabó con él. Algo sucedió aquella noche que él no contaba con que sucedería, no sé qué fue, nadie lo sabe... Pero algo relacionado contigo lo confundió
Hagrid miró a Harry con afecto y respeto, pero Harry, en lugar de sentirse complacido y orgulloso, estaba casi seguro de que había una terrible equivocación. ¿Un mago? ¿Él? ¿Cómo era posible? Había estado toda la vida bajo los golpes de Dudley y el miedo que le inspiraban tía Petunia y tío Vernon. Si realmente era un mago, ¿por qué no los había convertido en sapos llenos de verrugas cada vez que lo encerraban en la alacena? Si alguna vez derrotó al más grande brujo del mundo, ¿cómo es que Dudley siempre podía pegarle patadas como si fuera una pelota?
-Hagrid -dijo con calma-, creo que está equivocado. No creo que yo pueda ser un mago.
-Que pesimista es vuestro hijo...- dijo Sirius
-También será tu ahijado
-Y mi sobrino- coroborró Remus, sonriente
Para su sorpresa, Hagrid se rió entre dientes.
-No eres un mago, ¿eh? ¿Nunca haces que sucedan cosas cuando estás asustado o enfadado?
Harry contempló el fuego. Si pensaba en ello... todas las cosas raras que habían hecho que sus tíos se enfadaran con él, habían sucedido cuando él, Harry, estaba molesto o enfadado: perseguido por la banda de Dudley, de golpe se había encontrado fuera de su alcance; temeroso de ir al colegio con aquel ridículo corte de pelo, éste le había crecido de nuevo y, la última vez que Dudley le pegó, ¿no se vengó de él, aunque sin darse cuenta de que lo estaba haciendo? ¿No le había soltado encima la boa constrictor?
Harry miró de nuevo a Hagrid, sonriendo, y vio que el gigante lo miraba radiante.
-¿Te das cuenta? -dijo Hagrid-. Conque Harry Potter no es un mago... Ya verás, serás muy famoso en Hogwarts.
Pero tío Vernon no iba a rendirse sin luchar.
-¿No le hemos dicho que no irá? -dijo con desagrado-. Irá a la escuela
secundaria Stonewall y nos dará las gracias por ello. Ya he leído esas cartas y necesitará toda clase de porquerías: libros de hechizos, varitas y...
-Si él quiere ir, un gran muggle como usted no lo detendrá -gruñó Hagrid-.
¡Detener al hijo de Lily y James Potter para que no vaya a Hogwarts! Está loco. Su nombre está apuntado casi desde que nació. Irá al mejor colegio de magia del mundo. Siete años allí y no se conocerá a sí mismo. Estará con jóvenes de su misma clase, lo que será un cambio. Y estará con el más grande director que Hogwarts haya tenido: Albus Dumbled...
-NO VOY A PAGAR PARA QUE ALGÚN CHIFLADO VIEJO TONTO LE
ENSEÑE TRUCOS DE MAGIA! -gritó tío Vernon.
-¡Uuh! ¡La ha cagado pero bien!- dijo Sirius
Pero aquella vez había ido demasiado lejos. Hagrid empuñó su paraguas y lo agitó sobre su cabeza.
-¡NUNCA... -bramó- INSULTE-A-ALBUS-DUMBLEDORE-EN-MIPRESENCIA!
Agitó el paraguas en el aire para apuntar a Dudley. Se produjo un relámpago de luz violeta, un sonido como de un petardo, un agudo chillido y, al momento siguiente, Dudley saltaba, con las manos sobre su gordo trasero, mientras gemía de dolor. Cuando les dio la espalda, Harry vio una rizada cola de cerdo que salía a través de un agujero en los pantalones. Sirius, Remus y James empezaron a reir escandalosamente fuerte.
Tío Vernon rugió. Empujó a tía Petunia y a Dudley a la otra habitación, lanzó una última mirada aterrorizada a Hagrid y cerró con fuerza la puerta detrás de ellos.
Hagrid miró su paraguas y se tiró de la barba.
-No debería enfadarme -dijo con pesar-, pero a lo mejor no ha funcionado. Quise convertirlo en un cerdo, pero supongo que ya se parece mucho a un cerdo y no había mucho por hacer.
Miró de reojo a Harry, bajo sus cejas pobladas. Los tres amigos seguían riendo fuertemente, mientras que Lily soltaba carcajadas mas suaves.
-Te agradecería que no le mencionaras esto a nadie de Hogwarts -dijo-. Yo... bien, no me está permitido hacer magia, hablando estrictamente. Conseguí permiso para hacer un poquito, para que te llegaran las cartas y todo eso... Era una de las razones por las que quería este trabajo...
-¿Por qué no le está permitido hacer magia? -preguntó Harry.
-Bueno... yo fui también a Hogwarts y, si he de ser franco, me expulsaron. En el tercer año. Me rompieron la varita en dos. Pero Dumbledore dejó que me quedara como guardabosques. Es un gran hombre.
-¿Por qué lo expulsaron?
-Se está haciendo tarde y tenemos muchas cosas que hacer mañana -dijo Hagrid en voz alta-. Tenemos que ir a la ciudad y conseguirte los libros y todo lo demás.
Se quitó su grueso abrigo negro y se lo entregó a Harry
-Puedes taparte con esto -dijo-. No te preocupes si algo se agita. Creo que
todavía tengo lirones en un bolsillo.
-¿Cuántos bolsillos tendrá Hagrid en ese abrigo...?- preguntó Sirius al aire. James iba a hablar, pero... ¡Pum! Cayeron en otro lugar diferente gracias al giratiempo.
-¿Dónde estamos?- preguntó Remus
-Oh no...- dijo Lily, medio llorando
-Estamos en el callejón Diagón
Última edición por Saru Stark Weasley el Lun 02 Sep 2013, 3:25 am, editado 1 vez
roronoa.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
MPThompson escribió:Sigueee!
Ya la estoy siguiendo, luego lo subo.
Besos
roronoa.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
Alexandra Black♥
-Estamos en el callejón Diagón- dijo James. Al momento Sirius comprendió de qué se trataba: la 1º vez que Harry pisara el Callejón Diagón, tendría que ser con ellos dos.
-Vamos, pero... Un momento, ¿y Harry?
-No lo se pero...- Sirius se quedó mudo. Delante de él, una niña de ojos grises, alta y con el pelo moreno con destellos castaños, pasó por delante de él con una mujer alta también, de pelo negro y ojos marrones chocolate.
-Hollie...- murmuró Sirius con voz rota. James se fijó en la chica, era su hermana. Tenía una hija.
-¡Alexandra Lily Black Potter!- dijo la mujer, con voz severa- ¿Qué te dije sobre las bengalas del Dr. Filibuster?
-Que no las comprara- dijo con cara de cachorrito-, pero es que...
-Pero nada, no quiero que gastes tantas bromas, por lo menos aquí- le regañó
-Tu gastabas cuando ibas a Hogwarts con papá, tío Remus y tío James- reclamó ella. Hollie sonrió con ternura.
-Pero yo soy tu madre, te dije que fuera de Hogwarts no lo hicieras... Anda, ve a comprarte un helado, te espero aquí- dijo ella. Le dio 5 galeones a la pequeña, que le dio un beso en la mejilla y se fue dando saltitos a la tienda de helados. Hollie se quedó sonriendo a la nada, mientras que tocaba su muñeca, donde tenía tatuadas las letras "SB".
-Es tu hija Sirius- le dijo Lily-, tuya y de...- hizo una pausa- y de Hollie
-Si- dijo con voz rota-. ¿Se parece a mi?- dijo ya con lágrimas corriéndole por las mejillas. A Lily le enterneció esta imagen. Se acercó a Sirius y le abrazó por los hombros, este le devolvió el abrazo por la cintura.
-Si Canuto, se parece mas a ti de lo que imaginas- dijo James-, pero también a Hollie.
-Si, en el pelo- le dio la razón él
-Pero en lo demás es clavadita a ti Canuto- dijo Remus
-Pero, si no estoy con ellas, ¿dónde estoy?
-No lo se, pero ahora escucharemos lo que dicen y averiguaremos algo- dijo Lily
-De acuerdo, vamos a seguirlas- dijo cuando ellas salieron hacia donde las túnicas: a Madame Malkin.
-¡Mirad, ahí esta también Harry!
-Genial, tenemos juntos a nuestros hijos- dijo Sirius, mas animado-. Escuchemos lo que dicen.
-Hola- saludó alegremente Alex a Harry
-Hola- dijo algo tímido
-Que introvertido es Harry con la gente, ¿no os parece?- preguntó Remus
-Un poco- dijo James, apenado
-Yo me llamo Black, Alex Black- dijo alegremente
-Soy Harry, Harry Potter- se presentó, esperando a que ella alucinara, para su defecto.
-Encantada- le dio la mano. Harry puso cara de sorprendido.
-Vaya, no le ha dicho eso de: "¡Ala, Harry Potter" o "¡Madre mía, eres tu, enséñame la cicatriz!"- dijo Sirius imitando las voces de niñitas emocionadas. Lily rió.
-Tu hija es diferente, también lleva sangre de una Potter
-Cierto- rió él.
-¿Hogwarts?
-Si
-Yo también- dijo contenta. Un niño entró por la puerta y se acercó a un probador.
-Hola -dijo el muchacho-. ¿También Hogwarts?
-Sí -respondió Harry. Después miró a Alex, ella miraba los vestidos de a tienda, fingiendo que le interesaban
-Mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros, y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas -dijo el chico. Tenía voz de aburrido y arrastraba las palabras-. Luego voy a arrastrarlos a mirar escobas de carrera. No sé por qué los de primer año no pueden tener una propia. Creo que voy a fastidiar a mi padre hasta que me compre una y la meteré de contrabando de alguna manera.
-¡Que niño mas creído y... mimado!- dijo Lily, refunfuñando
Harry recordaba a Dudley
-¿Tú tienes escoba propia? -continuó el muchacho.
-No -dijo Harry.
-¿Juegas al menos al quidditch?
-No -dijo de nuevo Harry, preguntándose qué diablos sería el quidditch.
-Yo sí. Papá dice que sería un crimen que no me eligieran para jugar por mi casa, y la verdad es que estoy de acuerdo. ¿Ya sabes en qué casa vas a estar?
-No -dijo Harry, sintiéndose cada vez más tonto. Miró a Alex en busca de ayuda, pero esta miraba a otro lado, disimulando las ganas de matar al chico ese.
-Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos allí, pero yo sé que seré de Slytherin, porque toda mi familia fue de allí. ¿Te imaginas estar en Hufflepuff? Yo creo que me iría, ¿no te parece?
-Mmm -contestó Harry, deseando poder decir algo más interesante.
-¡Oye, mira a ese hombre! -dijo súbitamente el chico, señalando hacia la
vidriera de delante. Hagrid estaba allí, sonriendo a Harry y señalando dos grandes helados, para que viera por qué no entraba.
-Ése es Hagrid -dijo Harry, contento de saber algo que el otro no sabía-.
Trabaja en Hogwarts.
-Oh -dijo el muchacho-, he oído hablar de él. Es una especie de sirviente, ¿no?
-¡Le mato!- dijo James, enfurecido
-Es el guardabosques -dijo Harry. Cada vez le gustaba menos aquel chico.
-Sí, claro. He oído decir que es una especie de salvaje, que vive en una cabaña en los terrenos del colegio y que de vez en cuando se emborracha. Trata de hacer magia y termina prendiendo fuego a su cama.
-Yo creo que es estupendo -dijo Harry con frialdad.
-¿Eso crees? -preguntó el chico en tono burlón-. ¿Por qué está aquí contigo?
¿Dónde están tus padres?
-Están muertos -respondió en pocas palabras. No tenía ganas de hablar de ese tema con él.
-Oh, lo siento -dijo el otro, aunque no pareció que le importara-. Pero eran de
nuestra clase, ¿no?
-Ese niño es un maldito sangre pura de esos, fijo- dijo Sirius-. Como se acerque a MI pequeña, le mato
-Eran un mago y una bruja, si es eso a lo que te refieres
-Realmente creo que no deberían dejar entrar a los otros ¿no te parece? No son como nosotros, no los educaron para conocer nuestras costumbres. Algunos nunca habían oído hablar de Hogwarts hasta que recibieron la carta, ya te imaginarás. Yo creo que debería quedar todo en las familias de antiguos magos. Y a propósito, ¿cuál es tu apellido?
Pero antes de que Harry pudiera contestar, Madame Malkin dijo:
-Ya está listo lo tuyo, guapo.
Y Harry, sin lamentar tener que dejar de hablar con el chico, bajó del escabel.
-Bien, te veré en Hogwarts, supongo -dijo el muchacho. Alex se giró de nuevo y miró a Harry con una sonrisita divertida.
-Que vergüenza acabo de pasan, no se nada del mundo mágico- dijo Harry
-Lo siento, pero es que ese era mi estúpido primo, no le soporto, es que se cree mucho por ser sangre pura, ya sabes, es lo peor.- dijo ella.
-¡Ja! Mi hija es como yo, una resignada de la sangre
-Oh...- dijo Harry, sin saber aún de qué hablaba ella
-Sangre pura significa que tus padres solo tenían antecedentes magos- explicó ella al ver la cara de confusión de él-. Por ejemplo: un sangre pura y una sangre pura se casan y tienen un hijo, su hijo es sangre pura.
-Que bien se explica tu hija para tener 11 años- dijo James
-Ha heredado mi inteligencia- dijo bromeando
-O si un sangre pura y una nacida de muggles o viceversa, tiene un hijo, este será mestizo.
-Oh, vale, ya lo comprendo, gracias Alex
-No hay de qué Harry. Bueno, mi madre me espera. Tengo que irme, espero verte en Hogwarts y que quedemos en la misma casa. Adiós Potter- se despidió. Salió por la puerta sonriendo y pegando saltitos.
Harry estaba muy silencioso, mientras comía el helado que Hagrid le había
comprado (chocolate y frambuesa con trozos de nueces).
-¿Qué sucede? -preguntó Hagrid.
-Nada -mintió Harry. Se detuvieron a comprar pergamino y plumas. Harry se
animó un poco cuando encontró un frasco de tinta que cambiaba de color al escribir.
Cuando salieron de la tienda, preguntó:
-Hagrid, ¿qué es el quidditch?
-¿No sabe qué es el Quidditch?- preguntó Sirius asombrado
-Canuto, ha vivido con muggles...
-Ah, es cierto...
-Vaya, Harry; sigo olvidando lo poco que sabes... ¡No saber qué es el quidditch!
-No me hagas sentir peor -dijo Harry. Le contó a Hagrid lo del chico pálido de
la tienda de Madame Malkin.
-... y dijo que la gente de familia de muggles no deberían poder ir...
-Tú no eres de una familia muggle. Si hubiera sabido quién eres... Él ha crecido
conociendo tu nombre, si sus padres son magos. Ya lo has visto en el Caldero
Chorreante. De todos modos, qué sabe él, algunos de los mejores que he conocido eran los únicos con magia en una larga línea de muggles. ¡Mira tu madre! ¡Y mira la hermana que tuvo!
-¡Buena comparación!- rió Sirius
-Entonces ¿qué es el quidditch?
-Es nuestro deporte. Deporte de magos. Es... como el fútbol en el mundo muggle,
todos lo siguen. Se juega en el aire, con escobas, y hay cuatro pelotas... Es difícil
explicarte las reglas.
-¿Y qué son Slytherin y Hufflepuff?
-Casas del colegio. Hay cuatro. Todos dicen que en Hufflepuff son todos inútiles,
pero...
-Los de Hufflepuff no son inútiles- se quejó Lily
-Seguro que yo estaré en Hufflepuff -dijo Harry desanimado.
-Es muy pesimista- dijo Remus
-Es mejor Hufflepuff que Slytherin —dijo Hagrid con tono lúgubre—. Las brujas
y los magos que se volvieron malos habían estado todos en Slytherin. Quien-tú sabes fue uno.
-¿Vol... perdón... Quien-tú-sabes estuvo en Hogwarts?
-Hace muchos años -respondió Hagrid.
Compraron los libros de Harry en una tienda llamada Flourish y Blotts, en donde
los estantes estaban llenos de libros hasta el techo. Había unos grandiosos forrados en piel, otros del tamaño de un sello, con tapas de seda, otros llenos de símbolos raros y unos pocos sin nada impreso en sus páginas. Hasta Dudley, que nunca leía nada, habría deseado tener alguno de aquellos libros. Hagrid casi tuvo que arrastrar a Harry para que dejara Hechizos y contrahechizos (encante a sus amigos y confunda a sus enemigos con las más recientes venganzas: Pérdida de Cabello, Piernas de Mantequilla, Lengua Atada y más, mucho más), del profesor Vindictus Viridian.
-Estaba tratando de averiguar cómo hechizar a Dudley
-No estoy diciendo que no sea una buena idea, pero no puedes utilizar la magia en el mundo muggle, excepto en circunstancias muy especiales -dijo Hagrid-. Y de todos modos, no podrías hacer ningún hechizo todavía, necesitarás mucho más estudio antes de llegar a ese nivel.
-Sólo falta la varita... Ah, sí, y todavía no te he buscado un regalo de cumpleaños.
Harry sintió que se ruborizaba.
-No tienes que...
-Sé que no tengo que hacerlo. Te diré qué será, te compraré un animal. No un sapo, los sapos pasaron de moda hace años, se burlarán... y no me gustan los gatos, me hacen estornudar. Te voy a regalar una lechuza. Todos los chicos quieren tener una lechuza. Son muy útiles, llevan tu correspondencia y todo lo demás. Veinte minutos más tarde, salieron del Emporio de la Lechuza, que era oscuro y lleno de ojos brillantes, susurros y aleteos. Harry llevaba una gran jaula con una hermosa lechuza blanca, medio dormida, con la cabeza debajo de un ala. Y no dejó de agradecer el regalo, tartamudeando como el profesor Quirrell.
-Que humilde- dijo Lily con ternura
-Demasiado para ser tu hijo Cornamenta...- dijo Sirius
-Ni lo menciones -dijo Hagrid con aspereza-. No creo que los Dursley te hagan muchos regalos. Ahora nos queda solamente Ollivander, el único lugar donde venden varitas, y tendrás la mejor.
Una varita mágica... Eso era lo que Harry realmente había estado esperando. La última tienda era estrecha y de mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía: «Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.». En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita.
Cuando entraron, una campanilla resonó en el fondo de la tienda. Era un lugar pequeño y vacío, salvo por una silla larguirucha donde Hagrid se sentó a esperar. Harry se sentía algo extraño, como si hubieran entrado en una biblioteca muy estricta. Se tragó una cantidad de preguntas que se le acababan de ocurrir, y en lugar de eso, miró las miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo. Por alguna razón, sintió una comezón en la nuca. El polvo y el silencio parecían hacer que le picara por alguna magia secreta.
-Buenas tardes -dijo una voz amable.
Harry dio un salto. Hagrid también debió de sobresaltarse porque se oyó un crujido y se levantó rápidamente de la silla.
Un anciano estaba ante ellos; sus ojos, grandes y pálidos, brillaban como lunas en la penumbra del local.
-Hola -dijo Harry con torpeza.
-Ah, sí -dijo el hombre-. Sí, sí, pensaba que iba a verte pronto. Harry Potter.-No era una pregunta-. Tienes los ojos de tu madre. Parece que fue ayer el día en que ella vino aquí, a comprar su primera varita. Veintiséis centímetros de largo, elástica, de sauce. Una preciosa varita para encantamientos.
-¿Cómo se puede acordar de todas las varitas?- preguntó Lily al aire
El señor Ollivander se acercó a Harry. El muchacho deseó que el hombre
parpadeara. Aquellos ojos plateados eran un poco lúgubres.
-Tu padre, por otra parte, prefirió una varita de caoba. Veintiocho centímetros y medio. Flexible. Un poquito más poderosa y excelente para transformaciones. Bueno, he dicho que tu padre la prefirió, pero en realidad es la varita la que elige al mago. El señor Ollivander estaba tan cerca que él y Harry casi estaban nariz contra nariz. Harry podía ver su reflejo en aquellos ojos velados.
-Y aquí es donde...
El señor Ollivander tocó la luminosa cicatriz de la frente de Harry, con un largo dedo blanco.
-Lamento decir que yo vendí la varita que hizo eso -dijo amablemente-. Treinta y cuatro centímetros y cuarto. Una varita poderosa, muy poderosa, y en las manos equivocadas... Bueno, si hubiera sabido lo que esa varita iba a hacer en el mundo...
-¿Le vendió la varita a Él?- preguntó Lily, atónita
Negó con la cabeza y entonces, para alivio de Harry, fijó su atención en Hagrid.
-¡Rubeus! ¡Rubeus Hagrid! Me alegro de verlo otra vez... Roble, cuarenta centímetros y medio, flexible... ¿Era así?
-Así era, sí, señor -dijo Hagrid.
-Buena varita. Pero supongo que la partieron en dos cuando lo expulsaron -dijo el señor Ollivander, súbitamente severo.
-Eh..., sí, eso hicieron, sí -respondió Hagrid, arrastrando los pies-. Sin embargo, todavía tengo los pedazos -añadió con vivacidad.
-Pero no los utiliza, ¿verdad? -preguntó en tono severo.
—Oh, no, señor -dijo Hagrid rápidamente. Harry se dio cuenta de que sujetaba con fuerza su paraguas rosado.
-¿S varita es el paraguas?- preguntó Sirius
-¡No! ¡Que listo, Canuto!- se quejó James
-Mmm -dijo el señor Ollivander, lanzando una mirada inquisidora a Hagrid-. Bueno, ahora, Harry.. Déjame ver. -Sacó de su bolsillo una cinta métrica, con marcas plateadas-. ¿Con qué brazo coges la varita?
-Eh... bien, soy diestro -respondió Harry.
-Extiende tu brazo. Eso es. -Midió a Harry del hombro al dedo, luego de la muñeca al codo, del hombro al suelo, de la rodilla a la axila y alrededor de su cabeza. Mientras medía, dijo—: Cada varita Ollivander tiene un núcleo central de una poderosa sustancia mágica, Harry. Utilizamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y nervios de corazón de dragón. No hay dos varitas Ollivander iguales, como no hay dos unicornios, dragones o aves fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrás tan buenos resultados con la varita de otro mago.
-Vaya, esa charla se la suelta a todo el mundo- comentó Sirius
De pronto, Harry se dio cuenta de que la cinta métrica, que en aquel momento le medía entre las fosas nasales, lo hacía sola. El señor Ollivander estaba revoloteando entre los estantes, sacando cajas.
-Esto ya está -dijo, y la cinta métrica se enrolló en el suelo-. Bien, Harry: Prueba ésta. Madera de haya y nervios de corazón de dragón. Veintitrés centímetros. Bonita y flexible. Cógela y agítala.
Harry cogió la varita y (sintiéndose tonto) la agitó a su alrededor, pero el señor Ollivander se la quitó casi de inmediato.
-Arce y pluma de fénix. Diecisiete centímetros y cuarto. Muy elástica. Prueba...
Harry probó, pero tan pronto como levantó el brazo el señor Ollivander se la quitó.
-No, no... Ésta. Ébano y pelo de unicornio, veintiún centímetros y medio. Elástica. Vamos, vamos, inténtalo.
Harry lo intentó. No tenía ni idea de lo que estaba buscando el señor Ollivander. Las varitas ya probadas, que estaban sobre la silla, aumentaban por momentos, pero cuantas más varitas sacaba el señor Ollivander, más contento parecía estar.
-Qué cliente tan difícil, ¿no? No te preocupes, encontraremos a tu pareja perfecta por aquí, en algún lado. Me pregunto... sí, por qué no, una combinación poco usual, acebo y pluma de fénix, veintiocho centímetros, bonita y flexible.
Harry tocó la varita. Sintió un súbito calor en los dedos. Levantó la varita sobre su cabeza, la hizo bajar por el aire polvoriento, y una corriente de chispas rojas y doradas estallaron en la punta como fuegos artificiales, arrojando manchas de luz que bailaban en las paredes. Hagrid lo vitoreó y aplaudió y el señor Ollivander dijo:
-¡Oh, bravo! Oh, sí, oh, muy bien. Bien, bien, bien... Qué curioso... Realmente qué curioso...
Puso la varita de Harry en su caja y la envolvió en papel de embalar, todavía murmurando: «Curioso... muy curioso».
-Perdón -dijo James-. Pero ¿qué es tan curioso?- preguntó. Sirius se encogió de hombros y Remus hizo un ademán de mano como si no le importara.
-Perdón -dijo Harry-. Pero ¿qué es tan curioso?
James, Sirius y Remus echaron a reir
El señor Ollivander fijó en Harry su mirada pálida.
-Recuerdo cada varita que he vendido, Harry Potter. Cada una de las varitas. Y resulta que la cola de fénix de donde salió la pluma que está en tu varita dio otra pluma, sólo una más. Y realmente es muy curioso que estuvieras destinado a esa varita, cuando fue su hermana la que te hizo esa cicatriz.
-¡¡¿¿QUE QUÉ??!!- gritaron los del pasado, atónitos
Harry tragó, sin poder hablar.
-Sí, veintiocho centímetros. Ajá. Realmente curioso cómo suceden estas cosas. La varita escoge al mago, recuérdalo... Creo que debemos esperar grandes cosas de ti, Harry Potter... Después de todo, El-que-no-debe-ser-nombrado hizo grandes cosas... Terribles, sí, pero grandiosas.
-¿Halaga a Voldemort?- preguntó Sirius
Harry se estremeció. No estaba seguro de que el señor Ollivander le gustara mucho. Pagó siete galeones de oro por su varita y el señor Ollivander los acompañó hasta la puerta de su tienda.
De nuevo, el giratiempo volvió a moverles a un sitio distinto: a King's Cross
-Vamos, pero... Un momento, ¿y Harry?
-No lo se pero...- Sirius se quedó mudo. Delante de él, una niña de ojos grises, alta y con el pelo moreno con destellos castaños, pasó por delante de él con una mujer alta también, de pelo negro y ojos marrones chocolate.
-Hollie...- murmuró Sirius con voz rota. James se fijó en la chica, era su hermana. Tenía una hija.
-¡Alexandra Lily Black Potter!- dijo la mujer, con voz severa- ¿Qué te dije sobre las bengalas del Dr. Filibuster?
-Que no las comprara- dijo con cara de cachorrito-, pero es que...
-Pero nada, no quiero que gastes tantas bromas, por lo menos aquí- le regañó
-Tu gastabas cuando ibas a Hogwarts con papá, tío Remus y tío James- reclamó ella. Hollie sonrió con ternura.
-Pero yo soy tu madre, te dije que fuera de Hogwarts no lo hicieras... Anda, ve a comprarte un helado, te espero aquí- dijo ella. Le dio 5 galeones a la pequeña, que le dio un beso en la mejilla y se fue dando saltitos a la tienda de helados. Hollie se quedó sonriendo a la nada, mientras que tocaba su muñeca, donde tenía tatuadas las letras "SB".
-Es tu hija Sirius- le dijo Lily-, tuya y de...- hizo una pausa- y de Hollie
-Si- dijo con voz rota-. ¿Se parece a mi?- dijo ya con lágrimas corriéndole por las mejillas. A Lily le enterneció esta imagen. Se acercó a Sirius y le abrazó por los hombros, este le devolvió el abrazo por la cintura.
-Si Canuto, se parece mas a ti de lo que imaginas- dijo James-, pero también a Hollie.
-Si, en el pelo- le dio la razón él
-Pero en lo demás es clavadita a ti Canuto- dijo Remus
-Pero, si no estoy con ellas, ¿dónde estoy?
-No lo se, pero ahora escucharemos lo que dicen y averiguaremos algo- dijo Lily
-De acuerdo, vamos a seguirlas- dijo cuando ellas salieron hacia donde las túnicas: a Madame Malkin.
-¡Mirad, ahí esta también Harry!
-Genial, tenemos juntos a nuestros hijos- dijo Sirius, mas animado-. Escuchemos lo que dicen.
-Hola- saludó alegremente Alex a Harry
-Hola- dijo algo tímido
-Que introvertido es Harry con la gente, ¿no os parece?- preguntó Remus
-Un poco- dijo James, apenado
-Yo me llamo Black, Alex Black- dijo alegremente
-Soy Harry, Harry Potter- se presentó, esperando a que ella alucinara, para su defecto.
-Encantada- le dio la mano. Harry puso cara de sorprendido.
-Vaya, no le ha dicho eso de: "¡Ala, Harry Potter" o "¡Madre mía, eres tu, enséñame la cicatriz!"- dijo Sirius imitando las voces de niñitas emocionadas. Lily rió.
-Tu hija es diferente, también lleva sangre de una Potter
-Cierto- rió él.
-¿Hogwarts?
-Si
-Yo también- dijo contenta. Un niño entró por la puerta y se acercó a un probador.
-Hola -dijo el muchacho-. ¿También Hogwarts?
-Sí -respondió Harry. Después miró a Alex, ella miraba los vestidos de a tienda, fingiendo que le interesaban
-Mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros, y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas -dijo el chico. Tenía voz de aburrido y arrastraba las palabras-. Luego voy a arrastrarlos a mirar escobas de carrera. No sé por qué los de primer año no pueden tener una propia. Creo que voy a fastidiar a mi padre hasta que me compre una y la meteré de contrabando de alguna manera.
-¡Que niño mas creído y... mimado!- dijo Lily, refunfuñando
Harry recordaba a Dudley
-¿Tú tienes escoba propia? -continuó el muchacho.
-No -dijo Harry.
-¿Juegas al menos al quidditch?
-No -dijo de nuevo Harry, preguntándose qué diablos sería el quidditch.
-Yo sí. Papá dice que sería un crimen que no me eligieran para jugar por mi casa, y la verdad es que estoy de acuerdo. ¿Ya sabes en qué casa vas a estar?
-No -dijo Harry, sintiéndose cada vez más tonto. Miró a Alex en busca de ayuda, pero esta miraba a otro lado, disimulando las ganas de matar al chico ese.
-Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos allí, pero yo sé que seré de Slytherin, porque toda mi familia fue de allí. ¿Te imaginas estar en Hufflepuff? Yo creo que me iría, ¿no te parece?
-Mmm -contestó Harry, deseando poder decir algo más interesante.
-¡Oye, mira a ese hombre! -dijo súbitamente el chico, señalando hacia la
vidriera de delante. Hagrid estaba allí, sonriendo a Harry y señalando dos grandes helados, para que viera por qué no entraba.
-Ése es Hagrid -dijo Harry, contento de saber algo que el otro no sabía-.
Trabaja en Hogwarts.
-Oh -dijo el muchacho-, he oído hablar de él. Es una especie de sirviente, ¿no?
-¡Le mato!- dijo James, enfurecido
-Es el guardabosques -dijo Harry. Cada vez le gustaba menos aquel chico.
-Sí, claro. He oído decir que es una especie de salvaje, que vive en una cabaña en los terrenos del colegio y que de vez en cuando se emborracha. Trata de hacer magia y termina prendiendo fuego a su cama.
-Yo creo que es estupendo -dijo Harry con frialdad.
-¿Eso crees? -preguntó el chico en tono burlón-. ¿Por qué está aquí contigo?
¿Dónde están tus padres?
-Están muertos -respondió en pocas palabras. No tenía ganas de hablar de ese tema con él.
-Oh, lo siento -dijo el otro, aunque no pareció que le importara-. Pero eran de
nuestra clase, ¿no?
-Ese niño es un maldito sangre pura de esos, fijo- dijo Sirius-. Como se acerque a MI pequeña, le mato
-Eran un mago y una bruja, si es eso a lo que te refieres
-Realmente creo que no deberían dejar entrar a los otros ¿no te parece? No son como nosotros, no los educaron para conocer nuestras costumbres. Algunos nunca habían oído hablar de Hogwarts hasta que recibieron la carta, ya te imaginarás. Yo creo que debería quedar todo en las familias de antiguos magos. Y a propósito, ¿cuál es tu apellido?
Pero antes de que Harry pudiera contestar, Madame Malkin dijo:
-Ya está listo lo tuyo, guapo.
Y Harry, sin lamentar tener que dejar de hablar con el chico, bajó del escabel.
-Bien, te veré en Hogwarts, supongo -dijo el muchacho. Alex se giró de nuevo y miró a Harry con una sonrisita divertida.
-Que vergüenza acabo de pasan, no se nada del mundo mágico- dijo Harry
-Lo siento, pero es que ese era mi estúpido primo, no le soporto, es que se cree mucho por ser sangre pura, ya sabes, es lo peor.- dijo ella.
-¡Ja! Mi hija es como yo, una resignada de la sangre
-Oh...- dijo Harry, sin saber aún de qué hablaba ella
-Sangre pura significa que tus padres solo tenían antecedentes magos- explicó ella al ver la cara de confusión de él-. Por ejemplo: un sangre pura y una sangre pura se casan y tienen un hijo, su hijo es sangre pura.
-Que bien se explica tu hija para tener 11 años- dijo James
-Ha heredado mi inteligencia- dijo bromeando
-O si un sangre pura y una nacida de muggles o viceversa, tiene un hijo, este será mestizo.
-Oh, vale, ya lo comprendo, gracias Alex
-No hay de qué Harry. Bueno, mi madre me espera. Tengo que irme, espero verte en Hogwarts y que quedemos en la misma casa. Adiós Potter- se despidió. Salió por la puerta sonriendo y pegando saltitos.
Harry estaba muy silencioso, mientras comía el helado que Hagrid le había
comprado (chocolate y frambuesa con trozos de nueces).
-¿Qué sucede? -preguntó Hagrid.
-Nada -mintió Harry. Se detuvieron a comprar pergamino y plumas. Harry se
animó un poco cuando encontró un frasco de tinta que cambiaba de color al escribir.
Cuando salieron de la tienda, preguntó:
-Hagrid, ¿qué es el quidditch?
-¿No sabe qué es el Quidditch?- preguntó Sirius asombrado
-Canuto, ha vivido con muggles...
-Ah, es cierto...
-Vaya, Harry; sigo olvidando lo poco que sabes... ¡No saber qué es el quidditch!
-No me hagas sentir peor -dijo Harry. Le contó a Hagrid lo del chico pálido de
la tienda de Madame Malkin.
-... y dijo que la gente de familia de muggles no deberían poder ir...
-Tú no eres de una familia muggle. Si hubiera sabido quién eres... Él ha crecido
conociendo tu nombre, si sus padres son magos. Ya lo has visto en el Caldero
Chorreante. De todos modos, qué sabe él, algunos de los mejores que he conocido eran los únicos con magia en una larga línea de muggles. ¡Mira tu madre! ¡Y mira la hermana que tuvo!
-¡Buena comparación!- rió Sirius
-Entonces ¿qué es el quidditch?
-Es nuestro deporte. Deporte de magos. Es... como el fútbol en el mundo muggle,
todos lo siguen. Se juega en el aire, con escobas, y hay cuatro pelotas... Es difícil
explicarte las reglas.
-¿Y qué son Slytherin y Hufflepuff?
-Casas del colegio. Hay cuatro. Todos dicen que en Hufflepuff son todos inútiles,
pero...
-Los de Hufflepuff no son inútiles- se quejó Lily
-Seguro que yo estaré en Hufflepuff -dijo Harry desanimado.
-Es muy pesimista- dijo Remus
-Es mejor Hufflepuff que Slytherin —dijo Hagrid con tono lúgubre—. Las brujas
y los magos que se volvieron malos habían estado todos en Slytherin. Quien-tú sabes fue uno.
-¿Vol... perdón... Quien-tú-sabes estuvo en Hogwarts?
-Hace muchos años -respondió Hagrid.
Compraron los libros de Harry en una tienda llamada Flourish y Blotts, en donde
los estantes estaban llenos de libros hasta el techo. Había unos grandiosos forrados en piel, otros del tamaño de un sello, con tapas de seda, otros llenos de símbolos raros y unos pocos sin nada impreso en sus páginas. Hasta Dudley, que nunca leía nada, habría deseado tener alguno de aquellos libros. Hagrid casi tuvo que arrastrar a Harry para que dejara Hechizos y contrahechizos (encante a sus amigos y confunda a sus enemigos con las más recientes venganzas: Pérdida de Cabello, Piernas de Mantequilla, Lengua Atada y más, mucho más), del profesor Vindictus Viridian.
-Estaba tratando de averiguar cómo hechizar a Dudley
-No estoy diciendo que no sea una buena idea, pero no puedes utilizar la magia en el mundo muggle, excepto en circunstancias muy especiales -dijo Hagrid-. Y de todos modos, no podrías hacer ningún hechizo todavía, necesitarás mucho más estudio antes de llegar a ese nivel.
-Sólo falta la varita... Ah, sí, y todavía no te he buscado un regalo de cumpleaños.
Harry sintió que se ruborizaba.
-No tienes que...
-Sé que no tengo que hacerlo. Te diré qué será, te compraré un animal. No un sapo, los sapos pasaron de moda hace años, se burlarán... y no me gustan los gatos, me hacen estornudar. Te voy a regalar una lechuza. Todos los chicos quieren tener una lechuza. Son muy útiles, llevan tu correspondencia y todo lo demás. Veinte minutos más tarde, salieron del Emporio de la Lechuza, que era oscuro y lleno de ojos brillantes, susurros y aleteos. Harry llevaba una gran jaula con una hermosa lechuza blanca, medio dormida, con la cabeza debajo de un ala. Y no dejó de agradecer el regalo, tartamudeando como el profesor Quirrell.
-Que humilde- dijo Lily con ternura
-Demasiado para ser tu hijo Cornamenta...- dijo Sirius
-Ni lo menciones -dijo Hagrid con aspereza-. No creo que los Dursley te hagan muchos regalos. Ahora nos queda solamente Ollivander, el único lugar donde venden varitas, y tendrás la mejor.
Una varita mágica... Eso era lo que Harry realmente había estado esperando. La última tienda era estrecha y de mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía: «Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.». En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita.
Cuando entraron, una campanilla resonó en el fondo de la tienda. Era un lugar pequeño y vacío, salvo por una silla larguirucha donde Hagrid se sentó a esperar. Harry se sentía algo extraño, como si hubieran entrado en una biblioteca muy estricta. Se tragó una cantidad de preguntas que se le acababan de ocurrir, y en lugar de eso, miró las miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo. Por alguna razón, sintió una comezón en la nuca. El polvo y el silencio parecían hacer que le picara por alguna magia secreta.
-Buenas tardes -dijo una voz amable.
Harry dio un salto. Hagrid también debió de sobresaltarse porque se oyó un crujido y se levantó rápidamente de la silla.
Un anciano estaba ante ellos; sus ojos, grandes y pálidos, brillaban como lunas en la penumbra del local.
-Hola -dijo Harry con torpeza.
-Ah, sí -dijo el hombre-. Sí, sí, pensaba que iba a verte pronto. Harry Potter.-No era una pregunta-. Tienes los ojos de tu madre. Parece que fue ayer el día en que ella vino aquí, a comprar su primera varita. Veintiséis centímetros de largo, elástica, de sauce. Una preciosa varita para encantamientos.
-¿Cómo se puede acordar de todas las varitas?- preguntó Lily al aire
El señor Ollivander se acercó a Harry. El muchacho deseó que el hombre
parpadeara. Aquellos ojos plateados eran un poco lúgubres.
-Tu padre, por otra parte, prefirió una varita de caoba. Veintiocho centímetros y medio. Flexible. Un poquito más poderosa y excelente para transformaciones. Bueno, he dicho que tu padre la prefirió, pero en realidad es la varita la que elige al mago. El señor Ollivander estaba tan cerca que él y Harry casi estaban nariz contra nariz. Harry podía ver su reflejo en aquellos ojos velados.
-Y aquí es donde...
El señor Ollivander tocó la luminosa cicatriz de la frente de Harry, con un largo dedo blanco.
-Lamento decir que yo vendí la varita que hizo eso -dijo amablemente-. Treinta y cuatro centímetros y cuarto. Una varita poderosa, muy poderosa, y en las manos equivocadas... Bueno, si hubiera sabido lo que esa varita iba a hacer en el mundo...
-¿Le vendió la varita a Él?- preguntó Lily, atónita
Negó con la cabeza y entonces, para alivio de Harry, fijó su atención en Hagrid.
-¡Rubeus! ¡Rubeus Hagrid! Me alegro de verlo otra vez... Roble, cuarenta centímetros y medio, flexible... ¿Era así?
-Así era, sí, señor -dijo Hagrid.
-Buena varita. Pero supongo que la partieron en dos cuando lo expulsaron -dijo el señor Ollivander, súbitamente severo.
-Eh..., sí, eso hicieron, sí -respondió Hagrid, arrastrando los pies-. Sin embargo, todavía tengo los pedazos -añadió con vivacidad.
-Pero no los utiliza, ¿verdad? -preguntó en tono severo.
—Oh, no, señor -dijo Hagrid rápidamente. Harry se dio cuenta de que sujetaba con fuerza su paraguas rosado.
-¿S varita es el paraguas?- preguntó Sirius
-¡No! ¡Que listo, Canuto!- se quejó James
-Mmm -dijo el señor Ollivander, lanzando una mirada inquisidora a Hagrid-. Bueno, ahora, Harry.. Déjame ver. -Sacó de su bolsillo una cinta métrica, con marcas plateadas-. ¿Con qué brazo coges la varita?
-Eh... bien, soy diestro -respondió Harry.
-Extiende tu brazo. Eso es. -Midió a Harry del hombro al dedo, luego de la muñeca al codo, del hombro al suelo, de la rodilla a la axila y alrededor de su cabeza. Mientras medía, dijo—: Cada varita Ollivander tiene un núcleo central de una poderosa sustancia mágica, Harry. Utilizamos pelos de unicornio, plumas de cola de fénix y nervios de corazón de dragón. No hay dos varitas Ollivander iguales, como no hay dos unicornios, dragones o aves fénix iguales. Y, por supuesto, nunca obtendrás tan buenos resultados con la varita de otro mago.
-Vaya, esa charla se la suelta a todo el mundo- comentó Sirius
De pronto, Harry se dio cuenta de que la cinta métrica, que en aquel momento le medía entre las fosas nasales, lo hacía sola. El señor Ollivander estaba revoloteando entre los estantes, sacando cajas.
-Esto ya está -dijo, y la cinta métrica se enrolló en el suelo-. Bien, Harry: Prueba ésta. Madera de haya y nervios de corazón de dragón. Veintitrés centímetros. Bonita y flexible. Cógela y agítala.
Harry cogió la varita y (sintiéndose tonto) la agitó a su alrededor, pero el señor Ollivander se la quitó casi de inmediato.
-Arce y pluma de fénix. Diecisiete centímetros y cuarto. Muy elástica. Prueba...
Harry probó, pero tan pronto como levantó el brazo el señor Ollivander se la quitó.
-No, no... Ésta. Ébano y pelo de unicornio, veintiún centímetros y medio. Elástica. Vamos, vamos, inténtalo.
Harry lo intentó. No tenía ni idea de lo que estaba buscando el señor Ollivander. Las varitas ya probadas, que estaban sobre la silla, aumentaban por momentos, pero cuantas más varitas sacaba el señor Ollivander, más contento parecía estar.
-Qué cliente tan difícil, ¿no? No te preocupes, encontraremos a tu pareja perfecta por aquí, en algún lado. Me pregunto... sí, por qué no, una combinación poco usual, acebo y pluma de fénix, veintiocho centímetros, bonita y flexible.
Harry tocó la varita. Sintió un súbito calor en los dedos. Levantó la varita sobre su cabeza, la hizo bajar por el aire polvoriento, y una corriente de chispas rojas y doradas estallaron en la punta como fuegos artificiales, arrojando manchas de luz que bailaban en las paredes. Hagrid lo vitoreó y aplaudió y el señor Ollivander dijo:
-¡Oh, bravo! Oh, sí, oh, muy bien. Bien, bien, bien... Qué curioso... Realmente qué curioso...
Puso la varita de Harry en su caja y la envolvió en papel de embalar, todavía murmurando: «Curioso... muy curioso».
-Perdón -dijo James-. Pero ¿qué es tan curioso?- preguntó. Sirius se encogió de hombros y Remus hizo un ademán de mano como si no le importara.
-Perdón -dijo Harry-. Pero ¿qué es tan curioso?
James, Sirius y Remus echaron a reir
El señor Ollivander fijó en Harry su mirada pálida.
-Recuerdo cada varita que he vendido, Harry Potter. Cada una de las varitas. Y resulta que la cola de fénix de donde salió la pluma que está en tu varita dio otra pluma, sólo una más. Y realmente es muy curioso que estuvieras destinado a esa varita, cuando fue su hermana la que te hizo esa cicatriz.
-¡¡¿¿QUE QUÉ??!!- gritaron los del pasado, atónitos
Harry tragó, sin poder hablar.
-Sí, veintiocho centímetros. Ajá. Realmente curioso cómo suceden estas cosas. La varita escoge al mago, recuérdalo... Creo que debemos esperar grandes cosas de ti, Harry Potter... Después de todo, El-que-no-debe-ser-nombrado hizo grandes cosas... Terribles, sí, pero grandiosas.
-¿Halaga a Voldemort?- preguntó Sirius
Harry se estremeció. No estaba seguro de que el señor Ollivander le gustara mucho. Pagó siete galeones de oro por su varita y el señor Ollivander los acompañó hasta la puerta de su tienda.
De nuevo, el giratiempo volvió a moverles a un sitio distinto: a King's Cross
Última edición por Saru Stark Weasley el Lun 02 Sep 2013, 3:26 am, editado 1 vez
roronoa.
Re: Sin Salida {Harry Potter}
Me encantoooo. Escribis perfecto. me encantaron los capitulos.Sigue cuanto antes
Chiari-Bonade-Milak
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