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El hombre perfecto |Zayn Malik|
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
jhoanan1 escribió:sigurla, me encanto el cap:*♡
Intentaré seguirla ahora, gracias cariño por comentar :)
Invitado
Invitado
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
caami escribió:Siguela (: Pretty Please...Ahora comienza la acción xde
Intentaré seguirla ahora o si no esta tarde, gracias cariño por comentar :)
Invitado
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Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
Pulguita58 escribió:Tras! Creo que cada que leo sobre la posinilidad de que las cachen siento el pánico que las 4 sienten! :suspect:
Pffffff Zayn desnudito! Ni loca le llamó para que se tape!!!
Síguela pronto plz!
Kssssss
¡Sí! JAJA, estas en tensión pensando si las cogerán o no xD.
¡Concuerdo contigo! JAJAJA.
Intentaré seguirla ahora. Gracias por comentar.
¡Besos! :)
¡Concuerdo contigo! JAJAJA.
Intentaré seguirla ahora. Gracias por comentar.
¡Besos! :)
Invitado
Invitado
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
Linds escribió:Hola Ele!
Nueva lectora!
Llevo siguiéndote desde la novela ''El placer de los fantasmas'' Siento no haberte comentado antes, ya sabes, la pereza y toda esa mierda. Pero he decidido hacerme una cuenta para apoyarte en las novelas, porque veo que poca gente te comenta.
He visto como has subido al fin la de ''Night School'' en tu galería, así que ahora mismo me paso por ella y te comento. Estoy deseando leerla (:
Por cierto! Yo también soy de España, me llamo Linda y soy de Murcia (:
Deseo que te comente mucha gente y subas pronto. Besotes!
¡Pues bienvenida seas, nena!
No importa, lo entiendo. En ocasiones he hecho cosas parecidas JAJA. Pero lo importante es reconocerlo y decirlo :). Con que espiándome, ¿eh? JAJAJ, bueno, al menos a alguien le gusta :)
¿De Murcia? ¿Qué parte? Yo soy de San Javier :3
Intentaré seguirla ahora, gracias cariño por comentar :)
¡Besos!
No importa, lo entiendo. En ocasiones he hecho cosas parecidas JAJA. Pero lo importante es reconocerlo y decirlo :). Con que espiándome, ¿eh? JAJAJ, bueno, al menos a alguien le gusta :)
¿De Murcia? ¿Qué parte? Yo soy de San Javier :3
Intentaré seguirla ahora, gracias cariño por comentar :)
¡Besos!
Invitado
Invitado
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
NI SE TE OCURRA CANCELARLA ))): me encanta mucho tu novela,y cuando puedo comento dfkgñj.
Zayn ya se esta insinuando dfgkj, me anoto para esas tres horas de besos xd.
En esa parte en que le dice esa es mi chica quede fklghkjdfhgkjdfh.
Bueh ,saludos y besos <3
Zayn ya se esta insinuando dfgkj, me anoto para esas tres horas de besos xd.
En esa parte en que le dice esa es mi chica quede fklghkjdfhgkjdfh.
Bueh ,saludos y besos <3
Cony'.
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
HOLAA!
NUEVA LECTORA! Bueno, no tan nueva. Pero hoy me ha dado por comentar. Por favor no la canceles!! Que me encanta :)
Cuando pueda comentare. ¡BESOS!
NUEVA LECTORA! Bueno, no tan nueva. Pero hoy me ha dado por comentar. Por favor no la canceles!! Que me encanta :)
Cuando pueda comentare. ¡BESOS!
Victoria_MalikB
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
butterrockets escribió:NI SE TE OCURRA CANCELARLA ))): me encanta mucho tu novela,y cuando puedo comento dfkgñj.
Zayn ya se esta insinuando dfgkj, me anoto para esas tres horas de besos xd.
En esa parte en que le dice esa es mi chica quede fklghkjdfhgkjdfh.
Bueh ,saludos y besos <3
bueno.. De momento no la cancelo :)
JAJAJA, ya estás esperando a que haya 1313 xD.
¡Besos!
JAJAJA, ya estás esperando a que haya 1313 xD.
¡Besos!
Invitado
Invitado
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
Victoria_MalikB escribió:HOLAA!
NUEVA LECTORA! Bueno, no tan nueva. Pero hoy me ha dado por comentar. Por favor no la canceles!! Que me encanta :)
Cuando pueda comentare. ¡BESOS!
¡Bienvenida!
Gracias por comentar, de verdad :)
Ahora la sigo. ¡Besos!
Gracias por comentar, de verdad :)
Ahora la sigo. ¡Besos!
Invitado
Invitado
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
Capítulo 8.
—Oh—musitó____ para sí mientras conducía con el piloto automático, lo cual en el tráfico de Detroit era más que arriesgado.
«¿Oh?» ¿Qué clase de respuesta inteligente era aquélla? ¿Por qué no le había dicho algo como: «Ni lo sueñe, amigo» o quizá: «Dios santo, ¿es que se ha helado el infierno y yo no me he enterado?» ¿Por qué no pudo decir cualquier otra cosa que no fuera «oh», por todos los santos? Hasta durmiendo era capaz de hacerlo mejor.
No lo había dicho en tono indiferente, como si le estuvieran pidiendo información y la respuesta no fuera muy interesante. No, aquella maldita sílaba le había salido tan débil que ni siquiera había quedado registrada en el paridómetro.
Ahora él pensaría que lo único que tenía que hacer era darse un paseíto hasta la casa de ella y la vecinita caería rendida a sus pies.
Lo peor de todo era que tal vez tuviera razón.
No, no, no, no, no. A ella no le iban las aventuras casuales, y tampoco se le daban bien las serias, de modo que aquello daba por finiquitado el tema de los romances. Por nada del mundo iba a tener un escarceo con el vecino de al lado, al que sólo un día antes —¿o había sido dos días antes?— consideraba un «tipejo».
Ni siquiera le gustaba. Bueno, no mucho. Desde luego admiraba la manera en que había reducido y puesto boca abajo a aquel borracho. Había ocasiones en las que la fuerza bruta era la única respuesta satisfactoria; se sintió enormemente satisfecha al ver a aquel borracho aplastado contra el suelo y manejado con tanta facilidad como si fuera un niño pequeño.
¿Había en Sam algo más que le gustara, aparte de su cuerpo —eso se daba por sentado— y de su capacidad para manejar a borrachos? Reflexionó durante unos momentos. Había también un rasgo atractivo en un hombre que renovaba los armarios de la cocina, aunque no supo decir exactamente qué podía ser; ¿un toque de sentido hogareño, quizá? Estaba claro que necesitaba algo que contrarrestara aquel pavoneo de macho. Sólo que él no se pavoneaba; se paseaba. No necesitaba pavonearse llevando al cinto una pistola tan grande como un secador de pelo. En lo que se refería a símbolos fálicos, desde luego los tenía bien marcados... aunque no es que necesitara símbolos, con el instrumento de verdad que tenía dentro de los pantalones...
Aferró con fuerza el volante en un intento de controlar la respiración.
Conectó el aire acondicionado y ajustó las salidas de ventilación para que el aire le diera en la cara. Sentía los pezones tensos, y sabía que si los mirara se los encontraría erguidos como soldaditos.
Está bien. Aquí el problema radicaba en un caso grave de excitación sexual. El hecho estaba allí, y ella tenía que afrontarlo, lo cual quería decir que tendría que comportarse como una adulta sensata e inteligente y conseguirse unas píldoras anticonceptivas lo antes posible. En cualquier momento iba a venirle la regla, lo cual era una suerte; podría comprar las píldoras y empezar a tomarlas casi de inmediato. Pero no iba a decírselo a él. Las píldoras eran sólo una precaución, por si acaso sus hormonas se imponían sobre su materia gris. Jamás le había sucedido nada tan tonto, pero es que jamás se había prácticamente derretido de aquella manera al ver la parte sobresaliente de un hombre.
¿Qué demonios le estaba ocurriendo?, se preguntó furiosa. No era la primera vez que veía partes sobresalientes. Era verdad que la de Sam resultaba impresionante, pero cuando era una jovencita curiosa en su época universitaria había visto un par de películas porno y había hojeado ocasionalmente la revista Playgirl, de modo que había visto cosas mayores. Además, pese a lo que se habían divertido hablando del hombre perfecto y lo grande que debía tener el pene, dicha parte del cuerpo no era ni con mucho tan importante como el hombre al que
estaba unida.
El hombre perfecto. Los recuerdos volvieron a ella igual que una bofetada.
Maldita sea, ¿cómo podía haberlo olvidado? Pues igual que se había olvidado de Zayn y de su Hombre Feliz porque estaba preocupada por aquel tonto noticiario, así fue. Como distracciones, aquellas dos cosas podían competir en importancia con, digamos, el hecho de que se le estuviera quemando la casa.
Hoy debía ser un día más bien tranquilo, pensó. De las ochocientas cuarenta y tres personas que trabajaban en Hammerstead, existía la posibilidad de que varias de las que la conocían a ella y a sus amigas hubieran visto el
informativo y adivinaran sus identidades. Alguien preguntaría directamente a Dawna, ésta revelaría el resto de la información, y la noticia se extendería como un reguero de pólvora por todo el edificio, a la velocidad del correo electrónico. Pero mientras dicha información permaneciera dentro de Hammerstead, T. J. tendría al menos una oportunidad de impedir que se enterara Galán. Éste no guardaba mucha relación con los compañeros de trabajo de su mujer, excepto su asistencia obligatoria a la fiesta de Navidad de la empresa, en la que solía vérselo aburrido.
Seguro que habría algo más importante que sucedería aquel día, si no a escala nacional, sí en el ámbito local.
Aquellos eran los temidos días de la canícula del verano, cuando no se celebraban sesiones en el Congreso y todos los senadores y representantes se habían ido a su casa o se encontraban recorriendo el mundo en viaje oficial, de modo que no habría muchas noticias nacionales a menos que tuviera lugar algún tipo de catástrofe. No deseaba que se estrellase un avión ni nada parecido, pero tal vez pudiera suceder algo que no implicara pérdida de vidas.
Empezó a rezar para que se produjera una caída del mercado de valores de las que encogen el estómago... siempre que los mercados empezaran a recuperarse al final del día, naturalmente. No estaría nada mal vivir otra montaña
rusa antes de una repentina subida hasta un máximo histórico; eso mantendría a los informativos ocupados el tiempo suficiente para que todo el mundo se olvidara del hombre perfecto.
Pero nada más llegar a la altura de la entrada de Hammerstead, vio que sus esperanzas de tener una jornada tranquila habían sido en exceso optimistas. A un lado había aparcadas tres camionetas de informativos de televisión. Tres hombres de aspecto desaliñado armados con Minicams estaban filmando cada uno a una de las tres personas, un hombre y dos mujeres, que se encontraban frente a la valla con Hammerstead al fondo. Los tres reporteros estaban lo bastante separados entre sí como para no entrar en sus respectivos campos visuales, y hablaban con gran entusiasmo a sus micrófonos.
A _____ se le encogió el estómago. Pero aún tenía esperanzas; todavía no había abierto la Bolsa.
—¿Qué ocurre? —fueron las primeras palabras que oyó al entrar en el edificio. Frente a sí vio dos hombres bajando por el pasillo—. ¿Qué ocurre con los reporteros de televisión? ¿Es que alguien ha comprado la empresa, o hemos
cerrado, o algo así?
—¿Has visto las noticias de esta mañana?
—No he tenido tiempo.
—Por lo visto, algunas de las mujeres que trabajan aquí han elaborado su propia definición del hombre perfecto. Todas las cadenas de televisión lo están tratando como una historia de interés humano, supongo.
—¿Y cuál es su definición del hombre perfecto? ¿Alguien que siempre baja la tapa del inodoro?
Oh, pensó _____. Se habían olvidado de aquella condición.
—No, según he oído, es el típico Boy Scout; fiel, sincero y que ayuda a las viejecitas a cruzar la calle, tonterías de ésas.
—Ah, pero eso puedo hacerlo perfectamente —dijo el primer hombre en tono de descubrimiento.
—¿Y entonces por qué no lo haces?
—No he dicho que quiera hacerlo.
Ambos rieron juntos. ____ se divirtió con una maravillosa fantasía en la que los lanzaba a los dos de un puntapié de cabeza contra la puerta de enfrente, pero se contentó con preguntarles:
—¿Estáis diciendo que los dos sois infieles? ¡Pues vaya ganga que sois!
Ambos se dieron la vuelta como si se sorprendieran de verla allí, pero tenían que haber oído abrirse la puerta y los pasos de alguien que caminaba detrás de ellos, de modo que no se tragó aquella fingida inocencia. Conocía sus
caras pero no sus nombres; eran directivos intermedios, de veintimuchos o treinta y pocos años, muy encopetados con sus camisas azules de seda francesas y sus conservadoras corbatas.
—Perdona —dijo el primero de ellos con falsa contrición—. No te habíamos visto.
—Claro —replicó ____ poniendo los ojos en blanco. Pero enseguida se reprendió a sí misma; no tenía ninguna necesidad de participar en aquel tipo de conversaciones. Que aquella particular guerra entre sexos se librara sin ella; cuanta menos atención atrajeran ella y sus otras tres amigas, mejor para ellas.
En silencio, ____ y los dos hombres se dirigieron hacia los ascensores. Hoy no había ningún cartelito puesto, lo cual echó en falta.
En la oficina la esperaba Marci, con aspecto de sentirse tensa.
—Supongo que habrás visto las noticias —le dijo a ____.
___ afirmó con la cabeza.
—He llamado a T. J. y le he dado un toque de advertencia.
—No puedo decirte cuánto siento que haya ocurrido todo esto —dijo Marci bajando la voz al ver que entraba alguien por la puerta abierta.
—Ya lo sé —contestó ____ con un suspiro. No tenía sentido seguir fastidiando a Marci; lo hecho, hecho estaba. Y aquello no era el fin del mundo, ni siquiera para T. J. Si Galán se enterara de todo y se pusiera tan agresivo como
para terminar divorciándose de su mujer, es que el matrimonio no era muy fuerte.
—Dawna les dio mi nombre —prosiguió Marci—. El teléfono me ha vuelto loca toda la mañana. Todas las cadenas quieren entrevistas, y también el News. — Hizo una pausa—. ¿Has visto el artículo esta mañana?
____ se había olvidado por completo del periódico; el espectáculo porno que había presenciado en la casa de al lado le supuso una importante distracción.
Negó con la cabeza.
—Aún no he leído el periódico.
—De hecho es bastante gracioso. Se encuentra en la sección en que siempre meten recetas de cocina y cosas así, de modo que tal vez no lo haya leído mucha gente.
Daba gusto oír aquello; estaban tratando el asunto como un tema de interés humano más que como una noticia, y mucha gente nunca leía lo que todavía se consideraba la «sección femenina». A no ser que hablaran de un animal o un bebé, los artículos de interés humano tendían a olvidarse rápidamente. Éste ya había rebasado su esperanza natural de vida.
—¿Vas a hablar con ellos? Quiero decir, con los reporteros.
Marci negó con un gesto.
—De eso, nada. Si se tratara sólo de mí, sí, me divertiría un poco. ¿Qué más me da que Brick deje los calzoncillos hechos un revoltijo? Pero estando implicadas vosotras, la cosa es diferente.
—T. J. es la única que está preocupada de verdad. Ayer reflexioné sobre ello, y llegué a la conclusión de que yo no tengo nada que perder si sale a la luz mi nombre, de manera que no te preocupes por mí. Luna tampoco parecía
preocupada. Pero T.J.... —Jaine sacudió la cabeza en un gesto negativo—. Eso es un problema.
—Vaya por Dios. Yo, personalmente, no creo que supusiera una pérdida importante que rompiera con Galán, pero yo no soy T. J., y probablemente ella piensa lo mismo de Brick. —Marci sonrió ampliamente—. Mierda, la mayor parte
del tiempo, hasta yo pienso lo mismo de él.
En aquello estaban de acuerdo, pensó ____.
En aquel momento entró en la oficina Gina Landretti, que también estaba en nómina. A juzgar por cómo se le iluminaron los ojos al ver a Marci y a _____ hablando, la cosa se había extendido.
—¡Anda! —dijo con una gran sonrisa dibujada en la cara—. ¡Pero si sois vosotras! Quiero decir, las cuatro amigas. Debería haberlo imaginado cuando leí el nombre de Marci, pero es ahora cuando he caído en la cuenta. Las otras dos son esa chica tan guapa del departamento de ventas y la otra de recursos humanos, ¿verdad? Os he visto almorzar juntas.
No merecía la pena negarlo. _____ y Marci se miraron entre sí, y _____ se encogió de hombros.
—¡Esto es genial! —exclamó Gina entusiasmada—. Ayer le enseñé el boletín a mi marido, y se puso furioso de verdad cuando llegó al número ocho de la lista, como si él no se volviera nunca a mirar a las mujeres de tetas grandes, ¿sabéis? Tuve que echarme a reír. Todavía sigue sin hablarme. —No parecía muy preocupada.
—Sólo nos estábamos divirtiendo un poco —dijo ____—. Esto se ha ido de las manos.
—Oh, yo creo que no. A mí me parece estupendo. Se lo he contado a mi hermana de Nueva York, y me ha dicho que quiere una copia del artículo entero, no sólo el fragmento que ha salido esta mañana en el periódico.
—¿Tu hermana? —____ notó cómo le venía de nuevo aquella sensación en el estómago—. ¿Esa hermana tuya que trabaja para una de las cadenas?
—Para CA. Forma parte de la plantilla de Buenos días, América.
Marci también empezó a alarmarse.
—Er... Sólo tendría un interés personal, ¿no?
—Le pareció muy gracioso. Pero no me sorprendería que recibierais una llamada del programa. Mencionó que la Lista daría pie para una historia estupenda. —Gina se fue hacia su mesa, contenta de haber puesto su granito de arena en darles publicidad.
____ sacó un dólar del bolso y se lo dio a Marci, y a continuación soltó cuatro tacos bien groseros.
—Vaya. —Marci parecía impresionada—. Nunca te había oído decir nada así.
—Lo reservo para las emergencias.
En aquel instante sonó el teléfono, y _____ se lo quedó mirando, Dado que aún no eran las ocho, aquella llamada no podía ser de trabajo. Si contestaba, no podía ser más que alguna mala noticia.
Al tercer timbre Marci descolgó.
—Nóminas —dijo en tono enérgico—. Ah, T. J., soy Marci. Estábamos hablando... Oh, maldita sea. Cuánto lo siento, cariño —dijo, conforme iba cambiando el tono por otro de preocupación.
_____ le arrebató el auricular.
—¿Qué ha ocurrido? —exigió.
—Estoy al descubierto —respondió T. J. con desazón—. Acabo de leer los mensajes de mi correo de voz, y hay siete llamadas de reporteros. Seguro que vosotras tendréis esas mismas llamadas.
____ volvió la vista hacia la luz de mensajes. Estaba parpadeando como si tuviera un tic nervioso.
—Tal vez si Marci y yo hablásemos con ellos, os dejarían fuera a Luna y a ti —sugirió—. Lo único que quieren es un artículo, ¿no es así? Necesitan una cara para acompañarlo, luego el asunto quedará terminado y pasarán a otra cosa.
—Pero tienen todos nuestros nombres.
—Eso no quiere decir que necesiten cuatro entrevistas. Seguramente se contentarán con cualquier comentario.
Marci, que había seguido la conversación escuchando sólo lo que decía ____, dijo:
—Yo misma puedo encargarme de las entrevistas, si te parece que puede valer.
T. J. oyó la oferta de Marci.
—Supongo que merece la pena intentarlo. Pero no pienso huir. Si los medios no quedan satisfechos después de hablar contigo y con Marci, o sólo con Marci, nos sentaremos las cuatro juntas y nos dejaremos entrevistar, y lo que tenga que pasar pasará. Me niego a sentirme culpable y preocupada por habernos divertido un poco y haber hecho una lista de nada.
—De acuerdo —dijo Marci cuando Jaine colgó el auricular—. Voy a llamar a Luna para informarla de esto, y después devolveré la llamada a esos reporteros y a citarlos para almorzar. Aguantaré el chaparrón y le quitaré importancia a la cosa lo más que pueda. —Cruzó los dedos—. Puede que esto funcione.
A lo largo del transcurso de la mañana, la gente no cesó de asomar la cabeza por la puerta y hacerle comentarios jocosos; por lo menos los hicieron las mujeres. ____ recibió también un par de ofertas para tomar medidas, tal como esperaba, de dos hombres y unas cuantas observaciones sarcásticas de algunos otros. Leah Street la miró horrorizada y permaneció alejada de ella, lo cual le vino divinamente a ____, aunque esperaba encontrarse en cualquier momento sobre la mesa de su despacho un cartel que dijera: «Puta de Babilonia». Leah estaba teniendo
más problemas con aquel asunto que T. J., y eso ya era decir mucho.
Todos los mensajes del correo de voz procedían de reporteros; los borró y no devolvió ninguna de las llamadas. Marci debía de estar muy ocupada en su campaña de limpieza, porque más allá de las nueve no hubo ninguna llamada más.
Los tiburones rondaban ahora a Marci.
Sólo por si acaso seguía habiendo moros en la costa, ____ se acobardó y de nuevo sacó su almuerzo de las máquinas expendedoras de la sala de café. Si aquella maniobra de despiste no tenía éxito y era sólo la calma que precede a la tempestad, su intención era la de sacarle el máximo partido. Al final resultó que no hubo mucha calma, ya que la sala de café estaba repleta de gente que ese día se había traído el almuerzo de casa, incluida Leah Street, que estaba sentada sola a una mesa, apartada de la multitud.
El murmullo de la conversación se transformó en una mezcla de silbidos y aplausos cuando entró _____. Los aplausos, cosa predecible, procedían sólo de las mujeres. No hubo nada que pudiera hacer, excepto saludar con una reverencia tan pronunciada como le permitió su rodilla herida y sus doloridas costillas.
—Muchas gracias —dijo en su mejor imitación de Elvis.
Introdujo dinero en la máquina y escapó lo más rápidamente posible, procurando no hacer caso de los comentarios de «¡Qué divertido era!» y «Sí, las mujeres enseguida os convertís en unas arpías si un hombre hace un comentario
acerca de...».
La sala de café se convirtió rápidamente en un campo de batalla con las líneas defensivas como separación entre sexos.
—Maldición, maldición, maldición —musitó ____ para sí mientras regresaba al despacho llevando en la mano un refresco sin azúcar y unas galletas. ¿A quién debía pagar cuando juraba sólo para sus adentros?, se preguntó. ¿Debería poner el dinero en un fondo para pagar transgresiones futuras?
Hacía mucho tiempo que había terminado el almuerzo y ya eran casi las dos cuando llamó Marci. Su voz sonaba cansada.
—Se acabaron las entrevistas —dijo—. Vamos a ver si la cosa se calma
ahora.
Los reporteros ya no estaban acampados a la entrada cuando ____ salió de su trabajo. Se fue lo más rápido que pudo a casa a ver el informativo local y al llegar al camino de entrada detuvo el coche de golpe levantando un poco de gravilla. Se alegró de que Zayn no estuviera en casa, pues de lo contrario habría salido para leerle la cartilla.
Bubú había atacado de nuevo el sofá. ____ no hizo caso de los trozos de relleno que había esparcidos por la moqueta y cogió el mando a distancia de la televisión, encendió el aparato y se sentó en el borde de su sillón. Aguardó hasta que terminó el informe sobre la marcha de la Bolsa —no había tenido lugar ningún desplome espectacular, maldita sea—, el parte meteorológico y los deportes. Justo cuando empezaba a albergar la esperanza de que la entrevista de Marci no apareciera en las noticias, dijo el locutor en tono teatral:
—A continuación, la Lista. Cuatro mujeres revelan lo que desean encontrar en un hombre.
Dejó escapar un quejido y se hundió en el sillón. Bubú se le subió a las rodillas, la primera vez que hizo tal cosa desde que había ido a vivir con ella. Con gesto automático, ____ le rascó las orejas y él empezó a vibrar.
Finalizó la publicidad y se reanudó el informativo.
—Cuatro mujeres, Marci Dean, _____ Bright, T. J. Yother y Luna Scissum, han confeccionado una lista de cualidades que debería poseer el hombre perfecto. Las cuatro amigas trabajan en Hammerstead Technology, y la Lista, tal como se la conoce ya, fue el resultado de una reciente sesión creativa a la hora del almuerzo.
Falso, pensó ____. Se habían encontrado en Ernie's, al salir de trabajar. O el reportero no había preguntado y había supuesto que habían comido juntas, o bien decir «a la hora del almuerzo» sonaba mejor que «reunidas en un bar después del trabajo». Puestos a pensarlo, probablemente lo del almuerzo resultaba mejor para T. J., ya que a Galán no le gustaban aquellas reuniones de los viernes después del trabajo.
Entonces apareció en pantalla el rostro de Marci. Estaba sonriente, relajada, y tras ser preguntada por la reportera echó la cabeza hacia atrás y rió con ganas.
—¿Quién no quiere encontrar al hombre perfecto? —preguntó—. Por supuesto, cada mujer tendrá requisitos distintos, por eso lo que pusimos al hacer la lista no tiene por qué coincidir necesariamente con la opinión de otra persona.
De acuerdo, aquello era diplomático, pensó ____. Perfectamente; nada polémico hasta el momento.
Pero entonces Marci lo estropeó todo. La reportera, políticamente correcta hasta las uñas, hizo un comentario acerca de lo superficiales que eran los requisitos físicos que mencionaba la Lista. Marci arqueó las cejas y le brillaron los ojos maliciosamente. Al verla, ____ no pudo por menos de gemir, porque aquélla era una de las señales de advertencia de Marci antes de lanzarse al ataque.
—¿Superficiales? —repitió Marci recalcando la palabra—. A mí me parecen sinceros. Yo opino que todas las mujeres sueñan con un hombre que tenga, digámoslo así, ciertas partes generosas, ¿no cree usted?
—¡No seréis capaces de sacar eso al aire! —exclamó _____ al televisor, al tiempo que se ponía en pie de un salto y tiraba al suelo al pobre Bubú. El gato apenas tuvo tiempo de ponerse a salvo saltando, y se volvió para mirarla con cara de pocos amigos, pero ____ no le hizo caso—. ¡Éste es un horario familiar! ¿Cómo sois capaces de poner en el aire algo así?
Por los índices de audiencia, claro está. Como los informativos eran lo más visto, las cadenas de televisión de todo el país luchaban por conseguir espectadores. El sexo vende, y Marci acababa de vendérselo a ellos.
Siento mucho la tardanza, estoy en época de exámenes finales. Me queda menos de un mes para terminar el curso y tengo que aprobar todas las que pueda. Hoy os he traído un gran capítulo y esta tarde veré si puedo subiros otro capítulo (ya que normalmente los parto en dos).
Gracias por comentar chicas, no saben como me suben el ánimo para subiros un capítulo. Seguir así, pero ¡venga! Que se que faltan más chicas que antes me comentaban y ahora no, ¡comentar, vamos! Que me tomo mi valioso tiempo en subiros en vez de estar estudiando..
Bueno, espero que tengáis un gran día y me voy que tengo 10 minutos para vestirme e irme a clases. ¡Muchos besos!
PD: No tengo tiempo, por eso esta tarde edito el gif.
Gracias por comentar chicas, no saben como me suben el ánimo para subiros un capítulo. Seguir así, pero ¡venga! Que se que faltan más chicas que antes me comentaban y ahora no, ¡comentar, vamos! Que me tomo mi valioso tiempo en subiros en vez de estar estudiando..
Bueno, espero que tengáis un gran día y me voy que tengo 10 minutos para vestirme e irme a clases. ¡Muchos besos!
PD: No tengo tiempo, por eso esta tarde edito el gif.
Invitado
Invitado
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
Te extrañé :'(..... Ahora que saben que ellas escribieron la Lista serán populares xde nah mentira... Siguela prontito (:
caami
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
caami escribió:Te extrañé :'(..... Ahora que saben que ellas escribieron la Lista serán populares xde nah mentira... Siguela prontito (:
AKFIWEHOFW, ¡YO TAMBIÉN! JAJAJA, pues algo así... *guiño guiño* Ahora subo otro gran capítulo :3
Invitado
Invitado
Re: El hombre perfecto |Zayn Malik|
Capítulo 9.
El teléfono estaba sonando. ____ dudaba entre contestar o no. No podía tratarse de más reporteros, dado que Marci ya les había dado la historia que buscaban, pero teniendo en cuenta la hora que era, seguro que quien llamaba era alguien que la conocía y que acababa de oír su nombre por televisión y deseaba hablar con ella, como si sus quince minutos de dudosa fama pudieran de algún modo influir en él por asociación. _____ no deseaba hacer un refrito de la maldita lista; lo único que deseaba era que desapareciera para siempre.
Por otra parte, podría tratarse de Luna, T. J. o Marci.
Por fin lo cogió al séptimo timbre, preparada para adoptar un acento italiano y fingir que era otra persona.
—¿Cómo has podido hacerme esto? —le espetó David, su hermano.
____ parpadeó, intentando cambiar de chip. Dios, ¿es que nunca iba a superar el hecho de que no le hubieran ofrecido a él la custodia temporal del coche de papá?
—Yo no te he hecho nada. No es culpa mía que papá haya querido dejar aquí el coche. Yo preferiría que lo tuvieras tú, créeme, porque ahora tengo que aparcar el mío en el camino de entrada en vez del garaje.
—¡No estoy hablando del coche! —replicó David chillando—. ¡Es por lo que ha salido en televisión! ¿Qué voy a parecer yo ahora?
Aquello se estaba distorsionando. _____ pensó a toda velocidad, en un intento de buscar una forma en que aquel asunto afectase a David, pero lo único que se le ocurrió fue que tal vez él no cumpliera todas las condiciones de la lista y no quisiera que Valerie supiera que había condiciones. Hablar de los atributos físicos de su hermano no era algo que deseara hacer.
—Estoy segura de que Valerie no va a ponerse a hacer comparaciones — dijo lo más diplomáticamente posible—. Er... Tengo una olla al fuego, y necesito...
—¿Valerie? —exclamó él—. ¿Qué tiene ella que ver con esto? No estarás diciendo que está implicada en... en todo esto de la lista.
Cada vez más distorsionado. ____ se rascó la cabeza.
—Me parece que no sé de qué estás hablando —dijo por fin.
—¡De lo que ha salido por televisión!
—¿Qué pasa con eso? ¿Cómo te afecta a ti?
—¡Les has dado tu nombre! Si te hubieras casado, no conservarías el apellido Bright, pero no, tienes que continuar soltera para que tu apellido siga siendo el mismo que el mío. ¡No es precisamente un apellido muy común, por si no
te habías dado cuenta! ¿No se te ha ocurrido las bromas que voy a tener que soportar en el trabajo por este motivo?
Aquello era pasarse un poco, incluso para David. Por lo general, su paranoia era mucho menos pronunciada. ____ lo quería, pero él nunca había abandonado del todo la idea de que el universo giraba en torno de él. Su actitud era comprensible al menos cuando estaba en el instituto, porque era alto y guapo y muy popular entre las chicas, pero ya hacía quince años que había terminado el instituto.
—No creo que nadie se fije en eso —dijo con todo el cuidado que pudo.
—Ése es tu problema, que nunca piensas antes de abrir esa bocaza...
____ no lo pensó; le salió de manera natural:
—Bésame el culo —replicó, y colgó el teléfono de golpe.
Imaginó que aquélla no era una reacción madura precisamente, pero sí satisfactoria.
El teléfono sonó otra vez. No tenía la menor intención de atenderlo, y por primera vez deseó contar con un identificador de llamadas. Quizá lo necesitara.
El timbre continuó sonando. Cuando hubo contando veinte timbrazos, ____ cogió el auricular con violencia y chilló:
—¡Qué!
Si David se creía que podía acosarla de aquel modo, a ver que le parecía que ella lo llamase a las dos de la madrugada. ¡Hermanos!
Era Shelley.
—Bueno, esta vez sí que la has hecho buena —fue su andanada inicial. ____ se frotó el entrecejo; no había duda de que sobre ella se cernía un dolor de cabeza. Después de la pelea con David, aguardó a ver qué pasaba con esta otra. —No voy a poder mantener la cabeza alta en la iglesia.
—No me digas. Oh, Shelley, cuánto lo siento —contestó ____ con voz melosa—. No me di cuenta de que tú sufres la temible enfermedad de Cuello Flojo. ¿Cuándo te la han diagnosticado?
—Eres una exhibicionista. Nunca piensas en nadie más que ti misma. ¿Alguna vez se te ha pasado por la mente, una sola vez, cómo va a afectarme esto a mí, o a los niños? Stefanie se siente mortificada. Todas sus amigas saben que tú eres su tía...
—¿Y cómo lo saben? Yo no conozco a ninguna.
Shelley calló un instante.
—Supongo que se lo habrá dicho Stefanie.
—¿Tan mortificada está, que ha revelado la relación que la une conmigo? Qué raro.
—Sea raro o no —repuso Shelley, rehaciéndose—, resulta de lo más repugnante que aparezcas así en público.
____ repasó mentalmente la aparición de Marci en televisión. No había sido tan específica.
—A mí me parece que Marci no ha estado tan mal.
—¿Marci? ¿De qué estás hablando?
—De la entrevista en televisión. Hace un momento.
—Oh. ¿Quieres decir que también ha salido por televisión? —preguntó Shelley cada vez más horrorizada—. ¡Oh, no!
—Si no lo has visto en la televisión, ¿de qué estás hablando tú?
—¡De lo que circula por Internet! Ahí es donde lo ha visto Stefanie.
¿Internet? El dolor de cabeza estalló en toda su plenitud. Probablemente, uno de los pirados del trabajo había publicado en la red el artículo del boletín, en su totalidad. Stefanie, que tenía catorce años, ciertamente habría recibido una buena instrucción.
—Yo no lo he publicado en Internet —dijo en tono cansado—. Debe de haber sido alguien del trabajo.
—Con independencia de quién lo haya hecho, tú estás detrás de esa... ¡de que esa lista exista siquiera!
De pronto ____ se sintió completamente harta; la invadía la sensación de llevar ya varios días caminando por la cuerda floja, estaba tensa hasta el máximo, y las personas que más preocupadas deberían estar por ella y que más apoyo deberían prestarle le echaban broncas. Ya no podía soportar más, y ni siquiera se le ocurría algo mordaz que decir.
—Mira —dijo en voz baja interrumpiendo la arenga de Shelley—. Ya me he cansado de que David y tú supongáis automáticamente que yo tengo la culpa sin preguntarme siquiera cómo ha comenzado todo esto. Él está enfadado conmigo por el coche y tú estás enfadada por el gato, así que los dos atacáis sin preguntarme si me encuentro bien con toda esta atención por el asunto de la lista, y si os hubierais parado a pensar un instante, sabríais que no me encuentro bien en absoluto. Acabo de decirle a David que me bese el culo, y ¿sabes una cosa, Shelley? Tú puedes hacer lo mismo. —Y con eso, volvió a colgar el teléfono a otro hermano más. Gracias a Dios ya no tenía ningún otro.
—Ahí tienes un ejemplo de mi talento como pacificadora y mediadora —le dijo a Bubú, y enseguida tuvo que parpadear para reprimir la humedad que se le había formado en los ojos, inusual en ella.
El teléfono sonó una vez más. Lo desconectó. Los números del visor del mensajes del contestador automático indicaban que había demasiados. Los borró sin escuchar ninguno de ellos y fue al dormitorio para quitarse la ropa de trabajo.
Bubú la siguió en silencio.
La perspectiva de obtener alguna clase de consuelo de Bubú resultaba dudosa, pero de todas formas lo levantó del suelo y le frotó la cabeza contra su propia barbilla. El gato toleró la caricia durante un minuto —al fin y al cabo, ella no estaba haciendo lo que le gustaba, rascarle detrás de las orejas— y después se zafó de su abrazo y alcanzó el suelo de un ágil salto.
____ se sentía demasiado tensa y deprimida para sentarse y relajarse, ni siquiera para comer. Podría quemar algo de energía lavando el coche, pensó, y se apresuró a ponerse un pantalón corto y una camiseta. El Viper no estaba muy sucio —llevaba dos semanas sin llover—, pero le gustaba verlo reluciente. La tarea de lavarlo y sacarle brillo, además de quemar estrés, le resultaba gratificante para el alma, y en aquel momento, decididamente, necesitaba algo que le produjera ese efecto.
Mientras cogías las cosas que iba a necesitar para embellecer el Viper, ibaechando humo. Le estaría bien empleado a Shelley que ella le llevase el gato a su casa y lo dejase allí para que le destrozara los sofás; dado que Shelley tenía muebles nuevos —siempre parecía tener muebles nuevos—, seguramente no se tomaría de manera tan optimista como ella el hecho de quedarse sin el relleno de sus almohadones. Lo único que le impedía trasladar de casa a Bubú era el hecho de que su madre le había confiado la custodia del gato a ella, no a Shelley.
En cuanto a David... Bueno, la situación era muy parecida. Habría trasladado el automóvil de su padre al garaje de su hermano, excepto por el hecho de que su padre le había pedido a ella que se lo cuidara, y si le ocurría algo
mientras estaba bajo la custodia de David, ella se sentiría doblemente responsable. Lo mirara como lo mirara, estaba atrapada.
Después de juntar bayetas, un cubo, jabón especial para coches que no desluciera el brillo, cera y limpiacristales, dejó salir a Bubú al porche de la cocina para que pudiera observar la tarea. Como a los gatos no les gusta el agua, ya supuso que Bubú no mostraría mucho interés, pero deseaba estar acompañada. El gato se acomodó en un lugar iluminado por el sol de la tarde y enseguida se entregó a una siesta felina.
En el camino de entrada del vecino no se veía el magullado Pontiac marrón, de modo que no tendría que preocuparse por salpicarlo sin querer y provocar la ira de Zayn, aunque, en su opinión, no le vendría mal un buen lavado. Probablemente tampoco le serviría de mucho —estaba demasiado destrozado para que el hecho de embellecer su superficie fuera a marcar alguna diferencia— pero es que la ofendían los coches sucios. El coche de Zayn la ofendía enormemente.
Se puso a lavar y aclarar laboriosamente, un lado cada vez, para que el jabón no tuviera tiempo de secarse y dejar manchas. Se suponía que aquel jabón en particular no dejaba manchas, pero no se fiaba. Su padre le había enseñado a lavar un coche de aquella forma, y nunca había encontrado un método mejor.
—Eh.
—¡Mierda! —exclamó ____. Dio un salto en el aire y se le cayó la bayeta enjabonada. El corazón estuvo a punto de salírsele del pecho. Se giró bruscamente con la manguera en la mano.
Zayn saltó hacia atrás cuando el agua le roció las piernas.
—Tenga cuidado con lo que hace, joder —exclamó.
____ se enfureció al instante.
—Muy bien —dijo en tono conforme, y entonces le lanzó el chorro de agua directamente a la cara.
Zayn soltó un chillido y se hizo a un lado. ____ permaneció donde estaba, manguera en mano, mirando mientras él se pasaba la mano por el rostro mojado.
El primer ataque, accidental, le había mojado los pantalones de rodillas para abajo. El segundo había alcanzado buena parte de la camiseta. Tenía toda la parte delantera empapada y pegada a la piel como si fuera yeso. ____ procuró no fijarse en la dura superficie de su pecho.
Ambos se encararon el uno con el otro como pistoleros, separados por no más de tres metros.
—¿Está mal de la cabeza? —dijo Zayn medio gritando.
____ volvió a mojarlo de lleno. Esta vez lo hizo a conciencia, persiguiéndolo con el chorro de agua al tiempo que él intentaba escabullirse.
—¡No me diga que estoy mal de la cabeza! —le gritó. Puso un dedo en la boquilla para estrechar la abertura y conseguir así más fuerza y más distancia—. ¡Ya estoy harta de que la gente me eche la culpa de todo! —Volvió a alcanzarlo en la cara—. ¡Maldita sea, estoy hasta las narices de usted, de Shelley y David, de todo el mundo en el trabajo, de todos esos estúpidos reporteros, y de que Bubú me destripe el sofá! Estoy harta, ¿me oye?
Zayn cambió súbitamente de táctica, de la evasión al ataque. Se acercó agachado, igual que un defensa, sin intentar esquivar el chorro de agua que apuntaba hacia él. Aproximadamente medio segundo demasiado tarde, ____
intentó apartarse a un lado. Zayn la embistió con el hombro en la cintura, y el impacto la empujó contra el Viper. Rápido como una serpiente atacando, le arrebató la manguera de la mano. ____ forcejeó para recuperarla, pero Zayn la obligó a volver a su sitio y la sujetó contra el coche con todo su peso.
Los dos respiraban agitadamente. Zayn estaba empapado de pies a cabeza, y el agua que chorreaba de su ropa fue empapando la de ella hasta que estuvo igual de mojada que él. Lo miró furiosa, y él hizo lo mismo, las narices de ambos a sólo unos centímetros la una de la otra.
Zayn tenía las pestañas llenas de gotitas de agua.
—Me ha mojado adrede —la acusó, como si no pudiera creer que ella hubiera hecho semejante cosa.
—Usted me ha asustado —lo acusó ___ a su vez—. Ha sido sin querer.
—Eso ha sido la primera vez. La segunda vez, lo ha hecho a propósito.
Ella afirmó con la cabeza.
—Y ha dicho «mierda» y «maldita sea». Me debe cincuenta centavos.
—Ahora tengo reglas nuevas. Usted no puede incitarme a la violencia y después multarme por recurrir a la violencia.
—¿Está tratando de librarse de pagarme? —preguntó Zayn, incrédulo.
—Así es. Todo es culpa suya.
—¿Cómo es eso?
—Me ha asustado adrede, no intente negarlo. Eso hace que la culpa en primer lugar le corresponda a usted. —Probó a debatirse un poco para zafarse de la presión que ejercía Zayn con su peso. Maldita sea, cuánto pesaba. Y estaba casi tan rígido como la chapa de metal que tenía detrás.
Zayn aplastó su intento de fuga apretándose aún más contra ella. El agua que le empapaba la ropa empezó a gotear por las piernas de ____.
—¿Y la segunda vez?
—Usted ha dicho j... —____ se interrumpió a sí misma—. Mis dos tacos juntos no son, ni mucho menos, tan groseros como el único que ha pronunciado usted.
—¿Qué pasa? ¿Ahora tenemos un sistema de puntos?
____ lo fulminó con la mirada.
—Mire, yo no habría dicho ninguna de esas dos cosas si: (a), usted no me hubiera asustado, y (b), usted no me hubiera lanzado un taco la primera vez.
—Puestos a echar las culpas, yo no habría dicho un taco si usted no me hubiera mojado.
—Y yo no lo habría mojado si usted no me hubiera asustado. ¿Lo ve? Ya le he dicho que todo es culpa suya —dijo ____ en tono triunfante, ladeando la mandíbula.
Zayn respiró hondo. Aquel movimiento de su pecho aplastó los pechos de ____ aún más de lo que ya estaban y la hizo tomar conciencia de sus pezones.
Sus pezones tenían plena conciencia de la presencia de él. Oh. Sus ojos se agrandaron, súbitamente alarmados. Zayn la observaba con una expresión indescifrable.
—Suélteme —le espetó, más nerviosa de lo que le importaba ocultar.
—No.
—¿Que no? —repitió ____—. No puede decir que no. Retenerme contra mi voluntad es ilegal.
—No la estoy reteniendo contra su voluntad; la estoy reteniendo contra su coche.
—¡Por la fuerza!
Él lo reconoció encogiéndose de hombros. No parecía estar muy alarmado por la perspectiva de infringir alguna ley que prohibiera maltratar a vecinas.
—Suélteme —volvió a decir ____.
—No puedo.
Ella lo miró suspicaz.
—¿Por qué no? —En realidad temía saber por qué no. Aquel «por qué no» llevaba ya unos minutos aumentando de tamaño dentro de los pantalones mojados de Zayn. ____ estaba haciendo todo lo humanamente posible para ignorarlo, y de cintura para arriba, excepto por los indisciplinados pezones, lo estaba logrando. De cintura para abajo había caído en un abyecto fracaso.
—Porque voy a hacer algo de lo que me arrepentiré. —Zayn sacudió la cabeza en un gesto negativo, como si no se comprendiera a sí mismo—. Sigo sin tener a mano un látigo y una silla, pero qué diablos, me arriesgaré.
—Espere —gimió ____, pero ya era demasiado tarde.
Vio cómo bajaba hacia ella su cabeza oscura.
La tarde desapareció de repente. De lejos, en la calle, le llegó el grito de un niño que rompía a reír. Pasó un coche. El ruido amortiguado de unas tijeras de podar alcanzó sus oídos. Todo aquello pareció lejano y desconectado de la
realidad. Lo real era la boca de Zayn sobre la suya, aquella lengua que se enredaba con la suya, el aroma masculino de su cuerpo que penetraba por sus fosas nasales y le llenaba los pulmones. Y el sabor... oh, aquel sabor. Zayn sabía a chocolate, como si acabase de comer una chocolatina. Sintió deseos de devorarlo.
____ reparó en que estaba aferrándose con los puños a la tela mojada. De una en una, sin interrumpir el beso, separó las manos de la camiseta de Zayn y las colocó alrededor de su cuello, permitiéndole acomodarse más plenamente contra ella, desde el hombro hasta la rodilla.
¿Cómo era posible que un simple beso la excitara de aquella forma? Pero no era un simple beso; Zayn empleaba todo su cuerpo, rozándole los pezones contra su pecho hasta que la fricción los hizo erguirse, duros y sensibles, moviendo el bulto que formaba su erección contra el estómago de ella en un ritmo lento y sutil que de todos modos resultaba más potente que una ola marina.
____ oyó el sonido salvaje y ahogado que surgió de su propia garganta e intentó trepar por el cuerpo de Zayn, elevarse hasta una posición en la que aquel bulto surtiera el máximo efecto. Estaba ardiendo, abrasada de calor, medio enloquecida por aquel súbito embate de necesidad y frustración sexual.
Zayn todavía sostenía la manguera en una mano. Rodeó a ____ con los brazos y la levantó los pocos centímetros que hacían falta. El chorro de agua se arqueó peligrosamente, salpicó a Bubú y lo hizo saltar a un lado con un bufido de enfado, luego chocó contra el coche y los empapó aún más a ellos dos. Pero a _____ no le importó. Tenía la lengua de Zayn dentro de su boca y las piernas alrededor de las caderas de él, y aquel bulto estaba justo donde quería que estuviera.
Zayn se movió —otro de aquellos roces sutiles— y ____ a punto estuvo de alcanzar el climax allí mismo. Hundió las uñas en la espalda de Zayn y emitió un sonido gutural al tiempo que se arqueaba en sus brazos.
Zayn apartó su boca de la de ella. Estaba jadeante, con una expresión ardiente y salvaje en los ojos.
—Vamos adentro —dijo en un tono tan grave y ronco que casi resultó ininteligible, poco más que un gruñido.
—No —gimió ____—. ¡No te pares! —Oh, Dios estaba cerca, muy cerca.
Volvió a arquearse contra él.
—¡Por Dios santo! —Zayn cerró los ojos. Apenas podía reprimir una expresión contraída por el deseo—. ____, no puedo follarte aquí fuera. Tenemos que entrar.
¿Follar? ¿Dentro?
¡Dios del cielo, estaba a punto de hacerlo con él y aún no había empezado a tomar la píldora!
—¡Espera! —chilló presa del pánico, empujando contra sus hombros y desenrollando las piernas para ponerse a dar patadas—. ¡Para! ¡Suéltame!
—¿Que pare? —dijo él, desconcertado—. ¡Pero si no hace ni un segundo me has dicho que no pare!
—He cambiado de idea. —Aún seguía empujándolo en los hombros. Aún seguía sin conseguir absolutamente nada.
—¡No puedes cambiar de idea! —Ya parecía desesperado.
—Sí que puedo.
—¿Tienes herpes?
—No.
—¿Sífilis?
—No.
—¿Gonorrea?
—No.
—¿Sida?
—¡No!
—Entonces no puedes cambiar de idea.
—Lo que tengo es un óvulo maduro.
Aquello era probablemente una mentira. Una mentira casi con toda seguridad. Era muy probable que le viniese el período al día siguiente, de modo que aquel pequeño óvulo ya había dejado de ser viable hacía mucho, pero no
deseaba arriesgarse a una posible descendencia. Si quedaba algo de vida en el espiral de ADN, el esperma de Zayn se lanzaría por ella. Había cosas que eran hechos comprobados.
Lo del óvulo maduro hizo detenerse a Zayn. Tras meditar sobre ello, sugirió:
—Puedo utilizar un condón.
Ella lo fulminó con la mirada; por lo menos, eso esperaba hacer. Hasta el momento Zayn continuaba notablemente intacto.
—Los condones sólo tienen una tasa de éxito de entre un noventa y un noventa y cuatro por ciento, lo cual significa que, como mínimo, su índice de fallos es del seis por ciento.
—Bueno, eso es una probabilidad muy remota.
Otra mirada fulminante.
—¿Ah, sí? ¿Te imaginas lo que sucedería si siquiera uno de tus pequeños merodeadores asaltase a mi chica?
—Que se liarían el uno con el otro y pelarían igual que dos gatos salvajes dentro de un saco.
—Eso es. Igual que hemos hecho nosotros.
Zayn compuso una expresión de horror. Soltó a ____ y dio un paso atrás.
—Estarían dentro del saco antes de presentarse el uno al otro siquiera.
—Nosotros no nos hemos presentado —se sintió impulsada a señalar ____.
—Mierda. —Zayn se pasó una mano por la cara—. Soy Zayn Malik.
—Ya sé quién eres, me lo ha dicho la señora Kulavich. Yo me llamo ____ Bright.
—Lo sé. Me lo ha dicho ella. Hasta me ha dicho cómo se escribe tu nombre.
¿Pero cómo demonios podía saber eso la señora Kulavich?
—Iba a ser Janine —explicó—, pero en la partida de nacimiento lo registraron sin la primera ene, y mi madre decidió que le gustaba tal cual. —_____ deseaba haber sido Janine. Shelley, David, Janine; todos los nombres encajaban.
____ era diferente de todos, un bicho raro.
—A mí me gusta más ____ —dijo Zayn—. Te sienta bien. ¿Y cuál es ese problema que tienes con... ¿Quién era? Ah, sí. Shelley, David, todo el mundo en el trabajo, los reporteros y Bubú. ¿Por qué tienes problemas con los reporteros?
_____ quedó impresionada por la memoria que tenía. Ella misma no habría sido capaz de repetir una lista de nombres que le hubieran gritado mientras la mojaban con agua fría.
—Shelley es mi hermana mayor. Está furiosa conmigo porque mi madre me pidió a mí que cuidara de Bubú y ella quería hacerse cargo de ese honor. David es mi hermano. Está furioso conmigo porque mi padre me pidió a mí, en vez de él, que cuidara de su coche. Y Bubú ya sabes quién es.
Zayn miró más allá de ella.
—Es el gato que está pisando tu coche.
—¡Cómo...!
_____ se volvió horrorizada. Bubú estaba pisoteando todo el capó del Viper.
Lo apartó de un empujón antes de que él tuviera tiempo de esquivarla, y lo devolvió indignada al interior de la casa. Acto seguido regresó corriendo al coche y se inclinó para inspeccionar el capó en busca del menor arañazo.
—Me parece que a ti tampoco te gusta ver un gato encima de tu coche — dijo Zayn con un gesto de suficiencia.
____ intentó lanzarle otra mirada fulminante, aunque se había fijado en que lo del óvulo ya había conseguido fulminarlo bastante.
—No se puede comparar mi coche con el tuyo —gruñó, y después observó sorprendida el camino de entrada vacío. No había ningún Pontiac marrón. Pero Zayn estaba allí—. ¿Dónde está tu coche?
—El Pontiac no es mío. Es propiedad de la ciudad.
____ se sintió débil de puro alivio. Gracias a Dios. Habría supuesto un duro golpe para su autoestima si se hubiera acostado con el propietario de aquel desecho. Por otra parte, tal vez necesitara servirse del Pontiac como freno mental para sus impulsos sexuales. Si lo hubiera visto allí aparcado, probablemente el episodio que acababa de tener lugar no se habría ido tanto de las manos.
—¿Y cómo has venido a casa? —le preguntó, mirando alrededor.
—Tengo mi todoterreno guardado en el garaje. Así no se ensucia de polvo ni de polen, ni de cagadas de pájaros.
—¿Un todoterreno? ¿Qué todoterreno?
—Un Chevy.
—¿Con tracción en las cuatro ruedas? —Le parecía el típico dueño de un vehículo cuatro por cuatro.
Él rió con cierta suficiencia.
—¿Es que los hay de otra clase?
—Cielos —suspiró—. ¿Puedo verlo?
—No hasta que terminemos nuestras negociaciones.
—¿Qué negociaciones?
—Negociaciones sobre cuándo vamos a terminar lo que acabamos de empezar.
____ lo miró boquiabierta.
—¿Estás diciendo que no vas a permitirme ver tu todoterreno hasta que acceda a acostarme contigo?
—Exacto.
—¡Estás loco si crees que yo tengo tantas ganas de ver tu todoterreno!
—Es de color rojo.
—Cielos —gimió ____. Él se cruzó de brazos.
—O accedes, o nada.
—¿No quieres pensarlo mejor?
—He dicho que debemos negociar una cita, no que tengamos que hacerlo ahora. No podrías pagarme con nada el hecho de que yo me acerque a tu óvulo.
____ le dirigió una mirada especulativa.
—Te enseñaré mi generador si tú me enseñas tu todoterreno.
Zayn negó con la cabeza. —No hay trato.
No había hablado a nadie del coche de su padre. Que sus amigas supieran, su padre simplemente estaba obsesionado con el sedán de la familia. Pero se trataba de la pieza de negociación más interesante de todas, el as que uno tiene guardado en la manga, el que proporciona una ganancia segura. Además, Zayn era policía; seguramente no pasaría nada por meterlo a él en el ajo, así sabría que su garaje necesitaba protección a todas horas. El seguro del coche ascendía a una fortuna, pero también se trataba de un vehículo irreemplazable.
—Te dejaré ver el coche de mi padre si tú me dejas ver tu todoterreno —dijo con aire malicioso.
A pesar de sí mismo, Zayn la observó con interés. Probablemente la expresión que vio en ella le reveló que el coche de su padre se salía de lo común.
—¿De qué marca es?
____ se encogió de hombros.
—No doy esa información en público.
Zayn se inclinó y le acercó el oído.
—Susúrramela.
____ apretó la boca contra su oído y se sintió desfallecer al percibir el cálido aroma masculino que flotó hasta sus fosas nasales. Susurró dos palabras. Zayn se irguió de manera tan brusca que chocó contra la nariz de ella.
—¡Vaya!
____ se frotó la nariz dolorida.
—Déjame verlo —dijo él con la voz ronca.
Ella se cruzó de brazos en una imitación de la anterior postura de Zayn.
—¿Cerramos el trato? Tú ves el coche de mi padre, y yo veo tu todoterreno.
—¡Diablos, hasta puedes conducir mi todoterreno! —Se volvió y miró hacia el garaje de ____ como si fuera el Santo Grial—. ¿Está ahí dentro?
—Sano y salvo.
—¿Es un original? ¿No es una copia?
—Original.
—Dios —jadeó, dirigiéndose ya hacia el garaje.
—Voy por la llave. —_____ corrió al interior de la casa en busca de la llave del candado, y al regresar encontró a Zayn esperando con impaciencia.
—Ten cuidado de abrir la puerta sólo lo justo para entrar —le advirtió—. No quiero que se vea desde la calle.
—Sí, sí. —Zayn tomó la llave y la introdujo en el candado.
Entraron en el oscuro garaje, y ____ buscó a tientas el interruptor de la luz. Se encendieron las luces del techo e iluminaron un bulto bajo y alargado cubierto por una loneta.
—¿Cómo lo consiguió? —preguntó Zayn medio susurrando, como si estuvieran dentro de una iglesia, al tiempo que buscaba con la mano el borde de la funda de tela.
—Formaba parte del equipo que lo desarrolló.
Zayn la miró fijamente.
—¿Tu padre es Lyle Bright?
_____ afirmó con la cabeza.
—Dios mío —suspiró él, y levantó la lona.
Un grave gemido salió de su garganta.
____ sabía bien qué estaba sintiendo. Ella siempre se quedaba sin aliento al contemplar aquel automóvil, y eso que lo conocía de toda la vida.
No era particularmente llamativo. En aquella época la pintura de los coches no era tan brillante como la de hoy en día. Era una especie de gris plateado, austero, sin los lujos que hoy dan por sentado los consumidores. No había ningún posavasos a la vista.
—Dios mío —repitió Zayn, inclinándose para observar los instrumentos.
Tuvo mucho cuidado de no tocar el coche. La mayoría de la gente, un noventa y nueve por ciento, no habría podido resistirse; algunos habrían sido lo bastante descarados como para pasar una pierna por encima de la baja carrocería y deslizarse en el asiento del conductor. Zayn trató el coche con la reverencia que merecía, y _____ experimentó una extraña sensación que le oprimió el corazón.
Sintió un ligero vahído, y todo empezó a volverse borroso excepto el rostro de Zayn. Se concentró en respirar, parpadeando rápidamente, y al cabo de un momento el mundo volvió a encajar en su sitio.
Cielos. ¿Qué estaba pasando?
Zayn cubrió de nuevo el coche con la misma ternura con que una madre cubriría a un niño dormido. Sin pronunciar palabra, se sacó las llaves del bolsillo de los vaqueros y se las tendió a ____.
Ella las cogió y luego se miró la ropa.
—Estoy mojada.
—Ya lo sé —replicó él—. Me he fijado en tus pezones.
____ lo miró boquiabierta y se apresuró a colocar las manos encima de las pertinentes porciones de su camiseta mojada.
—¿Por qué no has dicho algo? —exclamó acalorada.
Zayn emitió un sonido burlón.
—¿Crees que estoy loco?
—¡Te mereces que conduzca tu todoterreno sin cambiarme de ropa!
Él se alzó de hombros.
—Después de haberme dejado ver este coche, más tus pezones, creo que te lo debo.
Ella quiso alegar que no le había dejado ver sus pezones, que él los había mirado sin permiso; pero entonces se acordó de que ella había visto mucho más que los pezones de él aquella mañana, y decidió no sacar el tema a colación.
Como si él fuera a darle a elegir.
—Además —señaló—, tú me has visto la polla. Eso tiene que valer más puntos que los pezones.
—Ja —respondió ____—. El valor está en el ojo del que mira. Y yo te dije que te taparas, si recuerdas.
—¿Después de todo el tiempo que llevabas mirando?
—Sólo lo suficiente para llamar a la señora Kulavich para que me diera tu número —replicó ella en tono ofendido, porque era la verdad. ¿Y qué si había tenido que charlar un minuto con la señora Kulavich?—. Y por lo visto, a ti no te pareció que fuera tan importante como para taparlo. No, lo exhibiste por ahí como si fueras a echar una carrera.
—Pretendía excitarte.
—¡Nada de eso! No sabías que yo estaba mirando.
Él enarcó una ceja.
____ le lanzó las llaves.
—¡Ya no pienso conducir tu todoterreno ni aunque me lo pidas de rodillas! ¡Seguro que tiene piojos dentro! Grosero, asqueroso... repugnante exhibicionista de penes...
Zayn atrapó las llaves con una sola mano.
—¿Estás diciendo que no te excitaste?
____ iba a contestarle que no había experimentado ni una pizca de excitación, pero su lengua se negó a pronunciar lo que habría sido la mentira más grande de toda su vida.
Zayn sonrió maliciosamente.
—Ya decía yo.
Sólo había una forma de recuperar la ventaja. _____ apoyó las manos en las caderas y dejó que sus pezones pujaran contra las telas mojadas del sujetador y la camiseta. Igual que un misil guiado por láser, la mirada de Zayn se clavó en la pechera de la camiseta. ____ lo vio tragar saliva.
—Estás jugando sucio —dijo Zayn con voz ronca.
____ soltó una risita a modo de venganza por la risita de él.
—Acuérdate de eso —le dijo, y dio media vuelta para salir del garaje.
Él pasó a su lado.
—Voy yo primero —dijo—. Quiero ver cómo sales a la luz del sol.
_____ volvió a ponerse las manos encima de los pechos.
—Aguafiestas —musitó Zayn al tiempo que se colaba por la estrecha abertura. Pero entonces volvió a entrar, tan bruscamente que ____ chocó contra él.
—Tienes dos problemas —le dijo.
—¿Ah, sí?
—Sí. Primero, te has dejado el grifo del agua abierto, con lo cual te van a clavar en la factura.
_____ lanzó un suspiro. A aquellas alturas, el camino de entrada debía de estar inundado. Era obvio que Zayn la había descentrado del todo, de lo contrario no habría sido tan descuidada.
—¿Cuál es el segundo problema?
—Tienes el patio lleno de esos reporteros de los que hablabas.
—Oh, mierda —gimió _____.
Y aquí tenéis el segundo capítulo, es largo, ¡eh! :) ¡Buah! Mientras lo pasaba me partía el culo con este capítulo. Las cosas empiezan a mejorar entre ellos pero empeorarán la de La Lista. ¡Chachachacha! (? JAJAJAJA.
Hace tiempo abrí el tema de la nueva adaptación que voy a hacer, es con Harry y Zayn este es el link: Night School |Zayn Malik. Harry Styles| Ahora mismo subiré el primer capítulo, ¡espero vuestros comentarios! :) ¡Muchos besos!
Hace tiempo abrí el tema de la nueva adaptación que voy a hacer, es con Harry y Zayn este es el link: Night School |Zayn Malik. Harry Styles| Ahora mismo subiré el primer capítulo, ¡espero vuestros comentarios! :) ¡Muchos besos!
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