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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
Ficha
∞ Titulo: Static.
∞ Autor: Tawny Stokes
∞ Adaptación: Sí , libro.
∞ Género:fantasia ,hot ,romance etc.
∞ Advertencias: lenguaje explicito ,escenas fuertes
∞ Otras páginas: no.
sinopsis
Ten cuidado con lo que escuchas…
Durante el verano antes de su último año escolar,
Vale, es una groupie de diecisiete años que ha estado
siguiendo a su banda de rock-punk, Malicia, de concierto en concierto,
con la esperanza de que una noche pueda ingresar detrás de
escenarios y conocer a los siniestramente sexis chicos. Ha estado
guardando su virginidad para Harry Styles, el cantante. Una fatídica noche
consigue su deseo. Es un sueño hecho realidad.
Excepto que el sueño se vuelve pesadilla cuando despierta en un
contenedor de basura, lanzada como si fuera desperdicio, sin memoria
de lo que ocurrió la noche anterior. Ella se siente extraña, diferente,
como si algo estuviera tratando de salir. Pronto nota que esta
cambiando… convirtiéndose en algo no muy humano.
Ahora, una profunda hambre en su interior la desgarra pidiendo
comida, para drenar la energía de quienes la rodean. Antes de que
pueda hacer precisamente eso, Zayn Malik, un roadie de la banda se
presenta y la detiene de asesinar. Con su ayuda, aprende a controlar el
hambre de su interior, porque él es igual a ella. Y, a cambio, quiere su
ayuda para hacer una sola cosa…
Ayudarle a matar a los miembros de Malicia
Última edición por luly123 el Lun 19 Ago 2013, 3:15 pm, editado 14 veces
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
1
capitulo
Me perteneces…
Soy tu dueño…
El hipnótico timbre de la voz de Harry Styles atravesó mi cuerpo,
haciéndome estremecer por completo. Fue como si una
oleada de heroína fuera inyectada en mis venas, calmándome,
excitándome, me encontraba total y enteramente drogada.
La bulliciosa multitud en frente del escenario se balanceaba de atrás a
adelante y yo me balanceaba con ellos. Me encontraba atrapada en el
movimiento —el flujo de personas se movía como un torbellino siguiendo el
intoxicante ritmo embriagador de las penetrantes letras de Malicia.
Tu vida esta en mis manos…
Estoy succionando tu alma…
Era mi banda favorita desde el año pasado, había estado viajando
con mi mejor amiga, Chloe, a través de Idaho y Washington en los pasados
dos meses para verlos tocar. Mi madre había sido realmente genial sobre el
asunto, incluso me presto su auto —un viejo POS, pero un vehículo al menos—
para ir a sus presentaciones, con la condición de no manejar a casa
borracha. Lo había intentado una noche, pero estaba tan ebria que no pude
seguir en el camino, y me estacioné al lado de una parada de descanso.
Chloe y yo dormimos en el auto.
Afortunadamente, no había un psicópata enloquecido violando y
mutilando chicas. Lo peor que nos ocurrió, fue que un perro callejero nos
siguiera, buscando restos de comida. Chloe les dio las sobras de una
hamburguesa que compramos en un McDonald después del concierto.
Durante ocho conciertos, he estado fascinada por los cuatro miembros
—tres chicos y una chica— de la banda. Mi cuerpo respondía a cada nota
de su música. Mi cabeza se movía al ritmo del golpeteo de la batería, mi
corazón se aceleraba con cada riff de guitarra, y mis muslos se apretaban
con cada palabra que Harry Styles, el cantante, pronunciaba en el micrófono.
Última edición por luly123 el Jue 11 Jul 2013, 3:04 am, editado 2 veces
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
2 capitulo
En algunas canciones parecía que hacían el amor con el equipo,
pasando sus dedos de arriba abajo por el soporte del micrófono,
pronunciando las palabras a un amante al oído. Me dolía y ardía de deseo
por poder ser ese trozo de metal. Que él me tomará así, agarrándome
fuertemente, deslizando sus húmedos labios sobre mi rostro y mi cuello. Mis
ojos estuvieron cerca de ponerse en blanco, solo por imaginar lo que sentiría.
Fue entonces cuando Chloe me dio un puñetazo en el brazo para
sacarme de mi fantasía. —¿ ?
—¿Qué? —gruñí, mirándola entre los mechones de cabello negro y
rubio que caían en mis ojos.
—¿Quieres un poco de esto?
Bajé la mirada para verla, pasándome algo de vodka. Tomé la botella
que me ofrecía y la llevé a mis labios bebiendo un buen trago. Ardió al bajar,
pero era un buen signo, significaba que aún seguía sobria. Lo cual debía estar
si iba a cumplir mi misión de conseguir un pase al backstage para conocer a
la banda. Esta era su última actuación del verano en mi ciudad natal —Boise,
Idaho— y no tendría otra oportunidad para ofrecerle mi virginidad a Harry.
He estado guardándola para él.
Mi mamá siempre me ha dicho que la virginidad es un regalo y el chico
debe ser demasiado especial para dárselo. Creo que Harry es
extremadamente especial. Quiero decir, mi mamá se la dio a un Dios del
Rock en los años 80, sospecho que fue entre Keith Richard o Iggy Pop, ya que
ella tiene sus fotografías autografiadas, agradeciéndole por la magnifica
noche que pasaron, y cuando ella menciona a alguno de ellos tiene una
pequeña sonrisa en los labios y un brillo diabólico en los ojos.
Antes de que pudiera regresarle la botella a Chloe, la pareja al lado de
nosotros tropezó con mi brazo y estuve a punto de caer. Me giré para
fulminarlos con la mirada, pero estaban tan ocupados besándose como
para notarlo. Esto era una de las cosas que notaba en los conciertos de
Malicia, siempre había un montón de parejas besándose y manoseándose en
la multitud o en las esquinas oscuras del lugar.
En Spokane, cuando fui al baño en un club en el cual la banda
cantaba, me topé con dos chicas besándose en uno de los cubículos del
baño. A pesar de que estoy a favor de la igualdad de oportunidades, eso me
había sobrepasado. Sin duda, sé que algunas personas son homosexuales, no
tenía problema con esto —Tengo un tío homosexual y un amigo en la
escuela— era que nunca había visto algo así, tan gráfico, antes.
Una vez que finalmente le di la botella a Chloe, ella la limpió con el
dobladillo de su camiseta —supongo que no aprecia mi saliva— y bebió un gran trago, luego la metió de vuelta en el bolsillo de su chaqueta verde
militar que nadaba en su desgarbada y escuálida figura.
—¿Has pensado cómo vamos a conseguir esos pases para detrás de
escenario?
Negué con la cabeza, poniendo atención a los guardias de seguridad
al lado del escenario, entregándoles pases a chicas con grandes pechos. En
cada presentación observé a los guardias darles pases a ese tipo de chicas.
Las dos veces que pedí uno, me miraron de los pies a la cabeza, observando
detenidamente mis botas de combate, mis vaqueros desgastados en mis
rodillas y en el trasero— mi despeinado cabello negro y blanco, y mi camisa
de Betty Boop que no parecía pequeña por usar una talla de copa DD, o
siquiera C, por no tomar en cuenta lo que me tardé en hacer un calculo de
mi talla de sujetador.
Esta vez venía armada. Llevaba el sostén de mi mamá, con relleno de
gel de silicona debajo de mi camisa escotada. Eso me hacía pasar ser de
una copa A en una feliz B. También usaba mis vaqueros favoritos que hacen
que mi trasero tenga un buen aspecto. Había considerado también usar una
de las bragas que realzan el trasero de mamá —ella realmente tiene serios
problemas con su cuerpo— pero decidí desistir de eso. No quería verme
como una completa puta.
—Voy a pedirlo de manera muy amable. —Un hilo de sudor corría por
mi nuca. La sequé. No quería tener manchas de sudor en mi camisa. El calor
en el club era casi opresivo. Demasiados cuerpos, en una habitación
demasiada pequeña.
Chloe me miró indecisa, su delineador de ojos comenzaba a correr por
sus mejillas. —Ya hiciste eso la última vez. Y el tipo de seguridad fue un cabrón
contigo.
—Eso fue antes de que tuviera esto. —Saqué mi pecho y acuné mis
tetas.
Chloe negó con la cabeza, su corto cabello rojo fuego se sacudió. —
¿De verdad crees que vaya a funcionar?
—¿Qué? Esto es todo lo que los hombres entienden. Tetas. Por cómo las
miran, eso como si se pudieran comunicar con ellas.
—Bueno, entonces, buena suerte con hipnotizar a esos idiotas de
seguridad con tus perfectas tetas B. —Chloe rió—. Deberías ir pronto, porque
suena a que se están preparando para terminar de tocar.
En algunas canciones parecía que hacían el amor con el equipo,
pasando sus dedos de arriba abajo por el soporte del micrófono,
pronunciando las palabras a un amante al oído. Me dolía y ardía de deseo
por poder ser ese trozo de metal. Que él me tomará así, agarrándome
fuertemente, deslizando sus húmedos labios sobre mi rostro y mi cuello. Mis
ojos estuvieron cerca de ponerse en blanco, solo por imaginar lo que sentiría.
Fue entonces cuando Chloe me dio un puñetazo en el brazo para
sacarme de mi fantasía. —¿ ?
—¿Qué? —gruñí, mirándola entre los mechones de cabello negro y
rubio que caían en mis ojos.
—¿Quieres un poco de esto?
Bajé la mirada para verla, pasándome algo de vodka. Tomé la botella
que me ofrecía y la llevé a mis labios bebiendo un buen trago. Ardió al bajar,
pero era un buen signo, significaba que aún seguía sobria. Lo cual debía estar
si iba a cumplir mi misión de conseguir un pase al backstage para conocer a
la banda. Esta era su última actuación del verano en mi ciudad natal —Boise,
Idaho— y no tendría otra oportunidad para ofrecerle mi virginidad a Harry.
He estado guardándola para él.
Mi mamá siempre me ha dicho que la virginidad es un regalo y el chico
debe ser demasiado especial para dárselo. Creo que Harry es
extremadamente especial. Quiero decir, mi mamá se la dio a un Dios del
Rock en los años 80, sospecho que fue entre Keith Richard o Iggy Pop, ya que
ella tiene sus fotografías autografiadas, agradeciéndole por la magnifica
noche que pasaron, y cuando ella menciona a alguno de ellos tiene una
pequeña sonrisa en los labios y un brillo diabólico en los ojos.
Antes de que pudiera regresarle la botella a Chloe, la pareja al lado de
nosotros tropezó con mi brazo y estuve a punto de caer. Me giré para
fulminarlos con la mirada, pero estaban tan ocupados besándose como
para notarlo. Esto era una de las cosas que notaba en los conciertos de
Malicia, siempre había un montón de parejas besándose y manoseándose en
la multitud o en las esquinas oscuras del lugar.
En Spokane, cuando fui al baño en un club en el cual la banda
cantaba, me topé con dos chicas besándose en uno de los cubículos del
baño. A pesar de que estoy a favor de la igualdad de oportunidades, eso me
había sobrepasado. Sin duda, sé que algunas personas son homosexuales, no
tenía problema con esto —Tengo un tío homosexual y un amigo en la
escuela— era que nunca había visto algo así, tan gráfico, antes.
Una vez que finalmente le di la botella a Chloe, ella la limpió con el
dobladillo de su camiseta —supongo que no aprecia mi saliva— y bebió un gran trago, luego la metió de vuelta en el bolsillo de su chaqueta verde
militar que nadaba en su desgarbada y escuálida figura.
—¿Has pensado cómo vamos a conseguir esos pases para detrás de
escenario?
Negué con la cabeza, poniendo atención a los guardias de seguridad
al lado del escenario, entregándoles pases a chicas con grandes pechos. En
cada presentación observé a los guardias darles pases a ese tipo de chicas.
Las dos veces que pedí uno, me miraron de los pies a la cabeza, observando
detenidamente mis botas de combate, mis vaqueros desgastados en mis
rodillas y en el trasero— mi despeinado cabello negro y blanco, y mi camisa
de Betty Boop que no parecía pequeña por usar una talla de copa DD, o
siquiera C, por no tomar en cuenta lo que me tardé en hacer un calculo de
mi talla de sujetador.
Esta vez venía armada. Llevaba el sostén de mi mamá, con relleno de
gel de silicona debajo de mi camisa escotada. Eso me hacía pasar ser de
una copa A en una feliz B. También usaba mis vaqueros favoritos que hacen
que mi trasero tenga un buen aspecto. Había considerado también usar una
de las bragas que realzan el trasero de mamá —ella realmente tiene serios
problemas con su cuerpo— pero decidí desistir de eso. No quería verme
como una completa puta.
—Voy a pedirlo de manera muy amable. —Un hilo de sudor corría por
mi nuca. La sequé. No quería tener manchas de sudor en mi camisa. El calor
en el club era casi opresivo. Demasiados cuerpos, en una habitación
demasiada pequeña.
Chloe me miró indecisa, su delineador de ojos comenzaba a correr por
sus mejillas. —Ya hiciste eso la última vez. Y el tipo de seguridad fue un cabrón
contigo.
—Eso fue antes de que tuviera esto. —Saqué mi pecho y acuné mis
tetas.
Chloe negó con la cabeza, su corto cabello rojo fuego se sacudió. —
¿De verdad crees que vaya a funcionar?
—¿Qué? Esto es todo lo que los hombres entienden. Tetas. Por cómo las
miran, eso como si se pudieran comunicar con ellas.
—Bueno, entonces, buena suerte con hipnotizar a esos idiotas de
seguridad con tus perfectas tetas B. —Chloe rió—. Deberías ir pronto, porque
suena a que se están preparando para terminar de tocar.
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
3 capitulo
Tenía razón. Devon, la chica de la banda, comenzó su solo de bajo, sus
trenzas rosadas rebotaban al ritmo. Era el comienzo de su canción, Sin City, la
cual siempre tocaban a lo penúltimo. Enderecé mis hombros e hice mi camino, a empujones a través de la multitud, hasta el lado derecho del
escenario.
Cuando llegué a mi destino, había tres rubias delante de mí, riéndose y
contoneándose enfrente de los dos guardias de seguridad. Eso casi me dio
ganas de vomitar. De hecho, tuve que poner mi mano en mi boca por si
acaso.
—Disculpe —grité sobre la cabeza de una de las chicas rubias—.
¿Puedo tener un par de pases?
La rubia se giró para mirarme. Tenía uno de esos aros en la nariz que la
hacían parecer como un toro. Me pregunté si ondeaba una manta roja por
la forma en que me miraba. Se veía suficientemente aterradora.
Uno de los chicos de seguridad me miró de arriba abajo. —Lo siento. Se
han acabado.
Noté los pases que colgaban de las manos de las chicas. —Ellas tienen.
—Eran los últimos tres. —Se encogió de hombros y se comió con los ojos
a las tres chicas con escotadas blusas que no usaban nada debajo. Creo
que una tenía los pezones perforados, incluso. Me las arreglé para confirmar
mis sospechas al ver un resplandor plateado cuando ella se giró para
fulminarme también.
La rubia continuó mirándome. —¿Por qué no te vas niña enana? Vete
a jugar con tu Barbie Gótica.
Odió cuando la gente piensa que soy una niña. Tengo diecisiete, pero
soy baja de estatura —apenas un metro sesenta—, y me confunden como si
tuviera catorce. Todo el tiempo. No podía evitar ser tan pequeña, tengo
delicadas facciones de duendecillo, cortesía de mi madre, con mi cabello
corto en punta y tatuajes de colores que cubren gran parte de mi compacto
cuerpo.
Por lo tanto, no me sorprendió cuando mis manos comenzaron a
temblar de la rabia que crecía. Despreciaba la confrontación, pero justo
ahora, odiaba no tener la posibilidad de tener un pase. Miré hacia el
escenario y observé como Harry se movía con sus largos brazos sinuosos y su
ruloso cabello negro que caía en su pálido y perfecto rostro, eso hizo que mi
estómago se retorciera. Tenía que conseguir pasar al backstage sin importar
qué.
—No hablaba contigo —dije finalmente.
Ella arqueó su ceja perforada y llevó una mano a su cadera. —
¿Disculpa? ¿Con quien crees que estás hablando?
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
Miré su apariencia, notando que usaba extensiones de cabello
purpuras, y baratas, podía ver claramente los clips en su cuero cabelludo, y
su rostro adornado con varias perforaciones. Parecía estar llena de alfileres.
Sonreí. —¿Frankenstein?
Los dos tipos de seguridad rieron, igual que una de sus amigas, pero no
la de pezones perforados.
—¡Perra! —chilló.
No esperaba que me golpeara. Pero lo hizo. Duro. Una mano abierta
me abofeteó en mi mejilla izquierda. Ardía como el infierno. Nunca me
habían abofeteado antes, y no sabía lo fuerte que podía dolor. Creo que mi
labio se abrió porque pude probar la sangre en mi boca. Miré su mano y noté
sus anillos de plata maciza en sus dedos. La perra me los había girado.
—Oye —uno de los guardias gritó—, si vas a comenzar una pelea, que
sea afuera.
Un pequeño grupo comenzó a formarse alrededor de nosotras. El olor
de la sangre siempre atrapa la atención de los adolescentes. Éramos como
animales en ese sentido. No sé cuantas veces he estado en una de esas
multitudes que observan como dos o tres o más personas pelean por razones
patéticas o irrelevantes.
Podía leer los labios de los chicos más cercanos a nosotras, como si
pronunciará las palabras: pelea de chicas. ¿Por qué los chicos siempre
quieren ver a dos chicas peleando? Realmente odio estar en medio de una,
todos los ojos observando, listas para ver las bofetadas y tirones de pelo
típicos de una pelea de chica y esperando sangre.
Por lo general, soy solitaria, no me gusta mucho la atención. Prefiero
apegarme a mis tres o cuatro buenos amigos, no me gusta estar en una
multitud, excepto en un concierto. Pero cuando vengo a los conciertos de
Malicia, solo existe la banda y yo. La multitud nunca me molestó. Sólo vengo
a escuchar música y ver los sexys chicos en el escenario —vengo a escuchar
rock.
Así que, estar de pie, delante de una furiosa rubia tonta en busca de
pelea, rodeada de veinte o treinta personas esperando una lucha, no me
hacía sentir cómoda. Una vez más, sentí como que iba a vomitar. No quería
pelear. No era fan de la violencia, ni siquiera tengo videojuegos sangrientos
en mi consola. Pero tampoco era del tipo de persona cobarde. Mi mamá me
enseñó a defenderme. Aunque estoy segura de esta chica esperaba que me
acobardara. Incluso, yo quería hacerlo.
Agarrando mi mejilla, traté de apelar al lado razonable de la chica,
asumiendo que tenía uno. —Creo que deberías darme tu pase. Así estaremos
a mano.
Ella rió. —Claro que no. —Entonces me empujó con fuerza. Me
encontré chocando mi espalda contra la gente que murmuraba. Dos pares
de manos me empujaron de nuevo al centro del círculo. ¡Gracias, chicos!
Era obvió que no iba a salir de esto con facilidad. No con esa mirada
asesina en los ojos de la rubia. Pero nadie dijo que ser una groupie fuera fácil.
No estaba segura de qué hacer, levanté la mirada y me encontré con
Harry. Él se encontraba de pie cerca de lado del escenario, observándome;
el micrófono agarrado con fuerza, sus ojos oscuros atravesándome. El calor
creció en mí. Nunca un hombre me miró así antes. Como si quisiera
devorarme de los pies a la cabeza. Puse una mano en mi estómago, donde
las mariposas comenzaron a revolotear, como peces nadando.
Una oleada de algo que no podía nombrar, se disparo a través de mi
cuerpo. La adrenalina o la excitación, no sé cual, pero, lo que fuera, me hizo
sentir muy bien. Incluso poderosa. Sexy. Como una de esas chicas en los XMen.
Quizás Tormenta, o Rogue, o quizás Fénix antes de que se volviera loca
y matara a todo el mundo.
Fuera lo que fuese, me gustó.
Volví mi atención, nuevamente, a mi némesis rubia, decidí que tenía
que actuar, si quería salir de esta situación. Más rápido de lo que sabía que
podía moverme, alargué mi brazo y le arrebaté el arete de toro de su nariz.
Ella gritó y se agarró la nariz con ambas manos. La sangre fluía entre sus
dedos para caer al suelo.
El sonido de su piel y cartílago al desprenderse, me hizo estremecer.
Incluso, por encima de la música, escuché el sonar en mis oídos. Me sentí mal
por disfrutar del sonido, pero ella se lo merecía. Sus dos amigas la rodearon
de inmediato, pero las dos me miraron con una mezcla de veneno y
aprehensión. Sospecho que nadie lo vio venir. Ciertamente, ni siquiera yo.
Aturdida, miré a mí alrededor, y noté que dejó caer su pase en el suelo.
Me agaché para tomarlo y sonreí. Por fin tenía mi pase al backstage.
Mientras lo colgaba en mi cuello, mi mirada se encontró con la de
Harry, una vez más. Él cantaba las últimas líneas de su canción, pero me
miraba. Y sonrió.
Le devolví la sonrisa
purpuras, y baratas, podía ver claramente los clips en su cuero cabelludo, y
su rostro adornado con varias perforaciones. Parecía estar llena de alfileres.
Sonreí. —¿Frankenstein?
Los dos tipos de seguridad rieron, igual que una de sus amigas, pero no
la de pezones perforados.
—¡Perra! —chilló.
No esperaba que me golpeara. Pero lo hizo. Duro. Una mano abierta
me abofeteó en mi mejilla izquierda. Ardía como el infierno. Nunca me
habían abofeteado antes, y no sabía lo fuerte que podía dolor. Creo que mi
labio se abrió porque pude probar la sangre en mi boca. Miré su mano y noté
sus anillos de plata maciza en sus dedos. La perra me los había girado.
—Oye —uno de los guardias gritó—, si vas a comenzar una pelea, que
sea afuera.
Un pequeño grupo comenzó a formarse alrededor de nosotras. El olor
de la sangre siempre atrapa la atención de los adolescentes. Éramos como
animales en ese sentido. No sé cuantas veces he estado en una de esas
multitudes que observan como dos o tres o más personas pelean por razones
patéticas o irrelevantes.
Podía leer los labios de los chicos más cercanos a nosotras, como si
pronunciará las palabras: pelea de chicas. ¿Por qué los chicos siempre
quieren ver a dos chicas peleando? Realmente odio estar en medio de una,
todos los ojos observando, listas para ver las bofetadas y tirones de pelo
típicos de una pelea de chica y esperando sangre.
Por lo general, soy solitaria, no me gusta mucho la atención. Prefiero
apegarme a mis tres o cuatro buenos amigos, no me gusta estar en una
multitud, excepto en un concierto. Pero cuando vengo a los conciertos de
Malicia, solo existe la banda y yo. La multitud nunca me molestó. Sólo vengo
a escuchar música y ver los sexys chicos en el escenario —vengo a escuchar
rock.
Así que, estar de pie, delante de una furiosa rubia tonta en busca de
pelea, rodeada de veinte o treinta personas esperando una lucha, no me
hacía sentir cómoda. Una vez más, sentí como que iba a vomitar. No quería
pelear. No era fan de la violencia, ni siquiera tengo videojuegos sangrientos
en mi consola. Pero tampoco era del tipo de persona cobarde. Mi mamá me
enseñó a defenderme. Aunque estoy segura de esta chica esperaba que me
acobardara. Incluso, yo quería hacerlo.
Agarrando mi mejilla, traté de apelar al lado razonable de la chica,
asumiendo que tenía uno. —Creo que deberías darme tu pase. Así estaremos
a mano.
Ella rió. —Claro que no. —Entonces me empujó con fuerza. Me
encontré chocando mi espalda contra la gente que murmuraba. Dos pares
de manos me empujaron de nuevo al centro del círculo. ¡Gracias, chicos!
Era obvió que no iba a salir de esto con facilidad. No con esa mirada
asesina en los ojos de la rubia. Pero nadie dijo que ser una groupie fuera fácil.
No estaba segura de qué hacer, levanté la mirada y me encontré con
Harry. Él se encontraba de pie cerca de lado del escenario, observándome;
el micrófono agarrado con fuerza, sus ojos oscuros atravesándome. El calor
creció en mí. Nunca un hombre me miró así antes. Como si quisiera
devorarme de los pies a la cabeza. Puse una mano en mi estómago, donde
las mariposas comenzaron a revolotear, como peces nadando.
Una oleada de algo que no podía nombrar, se disparo a través de mi
cuerpo. La adrenalina o la excitación, no sé cual, pero, lo que fuera, me hizo
sentir muy bien. Incluso poderosa. Sexy. Como una de esas chicas en los XMen.
Quizás Tormenta, o Rogue, o quizás Fénix antes de que se volviera loca
y matara a todo el mundo.
Fuera lo que fuese, me gustó.
Volví mi atención, nuevamente, a mi némesis rubia, decidí que tenía
que actuar, si quería salir de esta situación. Más rápido de lo que sabía que
podía moverme, alargué mi brazo y le arrebaté el arete de toro de su nariz.
Ella gritó y se agarró la nariz con ambas manos. La sangre fluía entre sus
dedos para caer al suelo.
El sonido de su piel y cartílago al desprenderse, me hizo estremecer.
Incluso, por encima de la música, escuché el sonar en mis oídos. Me sentí mal
por disfrutar del sonido, pero ella se lo merecía. Sus dos amigas la rodearon
de inmediato, pero las dos me miraron con una mezcla de veneno y
aprehensión. Sospecho que nadie lo vio venir. Ciertamente, ni siquiera yo.
Aturdida, miré a mí alrededor, y noté que dejó caer su pase en el suelo.
Me agaché para tomarlo y sonreí. Por fin tenía mi pase al backstage.
Mientras lo colgaba en mi cuello, mi mirada se encontró con la de
Harry, una vez más. Él cantaba las últimas líneas de su canción, pero me
miraba. Y sonrió.
Le devolví la sonrisa
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
4 capitulo
El maloliente guardia de seguridad negó con la cabeza. —Tienes
un pase. Eso significa que sólo una de ustedes puede entrar.
Chloe y yo estamos detrás de la entrada del club, con algunas
otras chicas y chicos, que esperaban entrar a la fiesta con la banda. El único
problema, era que no nos permitían entrar. Bueno, no dejaban entrar a Chloe
porque no tenía un pase.
—Vamos hombre, danos un descanso. ¿Hemos estado aquí por más de
una hora esperando entrar y no nos dejarás pasar?
Me señaló. —Te dejaré entrar, pero no a ella. No tiene un pase.
—Vamos, ¿No puedes romper las reglas por esta vez?
—No. Ahora, muévanse del camino para que los demás puedan entrar.
—Nos empujó a un lado.
Abatidas, nos movimos de la fila y nos apoyamos contra la pared del
club. Pateé una piedra en el suelo. No podía creer que esto estuviera
ocurriendo, después de haber sido abofeteada por una rubia tonta y robar su
pase. No era justo.
—Entra —dijo Chloe, después de mirar por un par de minutos la multitud
de personas moviéndose.
—No, no sin ti. Siempre dijimos que haríamos esto juntas.
—Lo sé, pero tienes el pase, . Lo conseguiste después de que esa
perra te golpeó. Mereces ir a la fiesta.
—¿Estás segura? —pregunté, la esperanza llenó mi pecho. Odio pensar
que no entrará, pero sé que yo estaré muy molesta si no pudiese conocer a
la banda, después de asistir a todos sus conciertos y bueno, ser abofeteada
por Frankenstein, fue la guinda del pastel.
—Sí, estoy segura —suspiró—. Este es tu gran momento, no el mío.
Además, te lo mereces —sus ojos se ampliaron y rió—. No puedo creer que le
arrancaste el anillo de la nariz a esa chica. Es tan asqueroso.
—Sí, yo tampoco —Me estremecí—. No lo planeé, sólo ocurrió.
Chloe jugueteó con el anillo en su nariz, probablemente
inconscientemente, pensando en lo que se sentiría. —Se lo merecía, estoy
segura. —La vi temblar un poco. Buscó las llaves del auto en su bolso. —
¿Segura de que estarás bien sola?
Asentí. —Sí, genial. Tengo dinero para un taxi.
—Deberías llamar a tu mamá y decirle.
—Nah. Es muy liberal y todo, pero no estoy segura de cómo
reaccionaría si le digo que iré a una fiesta con mi banda favorita con la
intensión de tener sexo con el cantante.
Chloe me miró preocupada. —¿Estás segura sobre eso?
Froté mis manos sobre mis brazos. Una brisa fría se arremolinaba a mí
alrededor, provocándome escalofríos. —Sí, estoy segura. Tomo la píldora.
Tengo condones. No voy a hacer algo de lo cual me arrepentiré en nueve
meses.
—De acuerdo. —Abrió sus brazos y me abrazó.
Le devolví el abrazo, luego me aparté sintiéndome un poco insegura
por lo que pensaba hacer. ¿Realmente voy a tener sexo con un chico que
no conozco solo porque es un Dios del rock?
Me imagino que es algo que podría contarle a mis hijos. Como mi
mamá me contó, sobre algunos de los músicos con los que fue de fiesta,
mientras salía de gira con su propia banda, en los ochenta.
—Cuídate. —Chloe me entregó un trozo de goma de mascar de
menta—. Y no aceptes bebidas abiertas de nadie. Podrían drogarte.
—No te preocupes, no lo haré. —Metí el chicle en mi boca.
Definitivamente no quería tener mal aliento antes de encontrarme con el
chico de mis sueños.
Después de una última sonrisa, Chloe se dio la vuelta y se dirigió hacia
el estacionamiento donde aparcó su auto. La observé irse, luego tomé una
bocanada de aire fresco, me giré y regresé a la fila para entrar en el club.
Después de otra media hora, caminaba por el pasillo con otras tres
chicas y un chico, todos parecían tan ansiosos, como seguramente yo me
veía. Temblaba por dentro con una mezcla de emoción y terror puro.
Las voces de la banda aumentaron por el pasillo. Pude distinguir
claramente la voz de Harry mientras reía. Tenía una voz de oro que lograba
que mis rodillas se doblaran y contuviera mi respiración. Oh, Dios, no creo
poder hacer esto. ¿Qué pasa si vomito sobre él? Seré completamente
humillada y marcada de por vida.
Cuando entré en la habitación de atrás, un exceso de imágenes,
sonidos y olores vinieron hacia mi, todo a la vez, casi caí sobre mi trasero. Lo
primero que vi fue al baterista, Josh, pavoneándose sin su camisa, una
chica a cada lado, sus dedos acariciando la gran cantidad de tatuajes que
decoraban su pecho y brazos. Seth, el guitarrista, se extendía sobre un viejo
sofá bebiendo una cerveza, riéndose de algo que uno de los otros chicos
sentados cerca de él habían dicho. Devon, con sus trenzas rosas aun
balanceándose, se encontraba en una esquina fumando un cigarro y
abrazando su guitarra contra su pecho, como un amante.
Percibí sudor, perfume, cerveza y el dulce olor de la marihuana.
Escuché carcajadas y burlas y risillas de chicas con feromonas sobrexcitadas.
Absorbí todo y sonreí.
Lo logré. Estoy aquí, en la misma maldita habitación que mi banda
favorita de todos los tiempos, Malicia.
Enérgica con el entusiasmo y casi saltando en mis botas, escaneé la
habitación buscando a Harry Styles. Debía estar aquí. Era mi única misión.
Empujando a través de la multitud, agudicé mis oídos hacia el sonido de su
voz. Sólo tengo que seguir la música.
Diez minutos más tarde revisé toda la habitación, pero no lo encontré.
Quizás salió a tomar un poco de aire. Quizás tuvo que ir al baño. Estoy segura
que los dioses del rock orinan de vez en cuando. No iba a darme por
vencida. Estaría aquí toda la noche, aunque amaneciera, aunque pasara
toda la mañana, hasta que lo encontrará.
Una repentina brisa helada acarició mi piel. Los vellos de mi nunca se
erizaron y un escalofrío bajo por mi espalda.
—Pareces sedienta.
Me di la vuelta, mi corazón latía con tanta fuerza, que apenas podía
respirar.
Harry Styles estaba detrás de mí, era más alto que yo, su sexy ceja arqueada
y una sonrisa irónica en su rostro perfectamente esculpido. Su mano me
ofrecía una botella de cerveza.
Mi lengua se sentía pesada y pegajosa como si acabara de comer un
sándwich de mantequilla de maní. En vez de hablar, me limité a asentir y
aceptar la bebida. La puse en mis labios y tomé un largo trago esperando
que desvaneciera la rigidez de mi boca.
Mientras bebía, él me observaba, su mirada era feroz, poderosa y sexy
como el infierno. Dios, tenía que poner una mano en mi estómago para
detener esto que giraba y giraba como un remolino. Entonces, noté cuán
oscuros eran sus ojos. Un marrón tan oscuro que era casi negro. Debería
parecerme raro, incluso tenebroso, pero lo encontré aún más sexy.
—¿Cómo te llamas?
Mis ojos se ampliaron. ¿Realmente preguntó mi nombre? Discretamente
miré sobre mi hombro para asegurarme si había una chica con grandes tetas
detrás de mi a la cual le hablaba.
— —acerté a chillar.
—Te vi en la multitud.
Casi me atraganté con el siguiente sorbo de cerveza que tomaba. —
¿En serio?
Sonrió. Mis rodillas se volvieron de gelatina.
—Sí, me gusto lo que vi.
—¿De verdad?
Él asintió y se acercó a mí. Desde esta distancia, pude oler su colonia, o
podría ser su aroma natural, excepto que olía mucho a regaliz. ¿Los chicos
pueden naturalmente oler así?
Antes de que pudiera decir algo, me tocó. Una suave caricia de su
dedo en mi mejilla. Suspiré, y luego apreté los labios para detenerme de
hacer el ridículo gimiendo su nombre. Actuaba como si un chico nunca me
hubiera tocado antes. Había besado un par de veces. No era una inexperta.
Pero este era Harry Styles. Y era un dios del rock. Y sabía, sólo lo sabía, que
me he enamorado.
—Tendrás un moretón. —Su dedo recorrió mi labio partido. Lo presionó
en el corte. Podía sentir la herida abierta otra vez.
Haciendo una mueca, me aparté. La punta del dedo de Thane tenía
una gota de sangre. Aun sonriendo, chupó el dedo en su boca.
—Creo que eres hermosa.
Lo miré boquiabierta. Posiblemente, escuché mal las palabras que
pronunció. Era imposible. Me han llamado linda un par de veces, pero nadie
pensaba que yo era hermosa. Excepto mi madre, claro.
—¿Qué? —balbuceé.
Eso fue lo último que dije antes de que mi vida entera cambiara,
alterada, más allá de lo que podía haber imaginado. Y tengo una sana
imaginación.Harry Styles se inclinó hacia mi boca, acortando, poco a poco, la distancia.
Mis labios temblaban con anticipación, mientras él se acercaba. Pude sentir
su respiración en mi piel. Sosteniendo mi mirada, fuerte, feroz, confiada, posó
sus labios contra los míos.
Luego me desmayé.
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
5 capitulo
Me levanté, relamiéndome los labios. El sabor putrefacto que se
pegaba en la parte de adentro de mis mejillas y a mi lengua,
era indescriptible. La mejor descripción, podría ser la
combinación de leche agria y ajo. No es bueno. La segunda cosa que noté
cuando me levanté, fue el olor que invadía mi nariz. Era aún peor que la
mordida horrenda en mi boca. Tenía que tragar para empujar la mordaza.
Mi cabeza dolía, algo horrible. Como si hubiera tomado copiosas
cantidades de alcohol, vomitar, hasta que mi cerebro se sentía como si fuera
a explotar, tanto por mi nariz como por mis oídos, y me hubiera ido a dormir
con el cuarto dando vueltas. Estirándome con algunas extrañas torceduras
en mi cuello y espalda, abrí mis ojos para quedarme en completa
obscuridad.
Con los latidos acelerados de mi corazón, moví mis manos alrededor
de para ubicarme. Debajo de mis palmas, sentía cosas como papel
arrugado, diferentes telas —tal vez piel o vinil— plástico, y substancias
húmedas blandas, que ni siquiera quería considerar. Parecía como si estuviera
acostada en una pila de basura. Pero eso no podía ser posible. ¿Me había
emborrachado en el club y me acosté en el piso sucio? Me senté y me pegué
con algo metálico, el sonido reverberando alrededor de mí, haciendo que
mis oídos dolieran.
Luchando con mis rodillas, levanté mis manos hacia arriba y, a tientas,
tratando de averiguar dónde me encontraba exactamente. Mis dedos
tocaron filosas piezas de metal, pinchando dos veces mis dedos y
haciéndolos sangrar y, alrededor, otras cosas viscosas que hacían que la bilis
creciera en mi garganta. Aún buscando algún propósito, mi mano tocó una
especie de palanca de algún tipo y la empujé tan fuerte como pude.
El techo de metal arriba, se abrió, sonando tan fuerte que hizo que mis
dientes traquetearan. Levanté mi cabeza y tuve la necesidad de respirar aire
sin parar. Sorprendentemente, el sol de la tarde irradió en mi cara, mientras
me levanté, para tratar de orientarme y averiguar dónde demonios estaba.
La realidad me golpeó como un balde de agua helada.
Estaba hincada en un contenedor de basura.
Tomando el lado del bote, miré hacia ambos lados del callejón. Era en
el centro, eso sabía por el tamaño de algunos de los edificios, pero no podía
decir en qué calle. Agradeciendo que no era día de que recogieran la
basura y la papelera, está seguía aún parcialmente llena o no hubiera podido
salir de ahí. Las papeleras vacías son algo profundas. Lo sabía porque había
hecho mi participación equitativa de buceo en basureros por varias cosas
que las grandes tiendas departamentales siempre tiran… Era sorprendente
cuántos pantalones había encontrado de esa manera.
Balanceándome en la pila de basura, puse las dos manos en el borde
de metal y salté. Mi profesor de noveno grado de educación física estaría
finalmente orgulloso de mí por hacer algo remotamente atlético. Cuando
aterricé, me di cuenta que mis botas estaba desabrochadas. El resto de mi
ropa parecía estar junta. Agradecida que aún tuviera puestos mi playera y
mis pantalones.
La última cosa que recuerdo fue haber estado en el club hablando
con Harry Styles. Me había besado y yo había… ¿Me había desmayado? Así que,
qué demonios hacía aquí, en la basura, como si hubiera sido tirada como un
par de calcetines o pañuelos usados. Si no lo supiera mejor, hubiera pensado
que me metí en una porquería seria.
Necesitaba algo de perspectiva en las cosas. Tenía que llamar a Chloe.
Chequeé mi bolsillo derecho de adelante por mi celular. Vacío. Chequeé el
otro bolsillo, para encontrar que también estaba vacío. Frenética, alcancé
con mis dedos mi bolsillo de atrás por dinero y mi identificación. Pero saqué
nada, solo hilas y piezas de papel rayado, debí haber lavado mis pantalones
con un recibo o algo en mi bolsillo.
—Mierda. —Miré hacía el contenedor. Tal vez todo aún seguía adentro.
Aunque no tenía idea de qué hacía dentro de un contenedor de basura en el
centro, en primer lugar necesitaba encontrar mi celular y mis otras cosas
personales. Trataré con todo lo demás una vez que tenga mis cosas de
regreso. Estaba segura que podría pensar mejor con ellas en mis manos.
¿Pero cómo iba a volver a entrar ahí?
Mire hacía el callejón buscando algo en lo que pudiera pararme, para
así poder brincar de regreso al contenedor. A medio camino de la pared de
cemento, encontré un bote de basura de aluminio, situado al lado de una
de las muchas puertas traseras que daban al callejón. Era el mismo tipo que
teníamos en casa, que sacaba a la cuneta cada miércoles, para que el
camión de la basura los recogiera.
Estaba pesado y lleno. Cuando comencé a arrastrarlo hacía el
contenedor, la puerta trasera de uno de los restaurantes de la calle se abrió y
un hombre viejo con un turbante blanco, salió, un cigarro ya en su boca.Sus ojos se abrieron grandes cuando me vio—. ¡Oye! ¿Qué estás
haciendo con mi basura?
—No estoy robando ni nada. Solo necesito pararme sobre él para
regresar al contenedor. Perdí algo adentro.
Se acercó a mí, el cigarro colgando entre sus labios café, y tomó el
otro lado del bote de basura—. No. No puedes tenerlo.
Lo jalé, pero él era fuerte y no cedió mucho—. Por favor. Realmente
necesito buscar en el contenedor. Es importante.
Dio un tirón otra vez, esta vez la manija se zafó de mi mano, pero el
impulso del bote era tanto, que se volcó, la tapa cayéndose y la basura de
adentro derramándose fuera. Miró hacia los sobrantes de comida y cosas
echadas a perder apiladas en sus pies, después me miró, una mirada de ira
en su cara arrugada.
—¡Mira lo que hiciste, niña estúpida!
—Lo siento, pero lo jaló tan fuerte. No es mi culpa que se haya caído.
—Ahora tengo que limpiar. —Haciendo una rabieta, se agachó y
comenzó a recoger la basura hacia el bote—. Todo lo que quería era
fumarme mi cigarrillo.
—Mire, puedo ayudarle a limpiar, si me ayuda a regresar al
contenedor.
Me miró, sus tupidas cejas café surcadas juntas. Parecía como un gran
gusano que había tomado como casa su cara—. No. Vete, o llamaré a la
policía.
Resignada a no ser capaz de regresar al contenedor a buscar mis
cosas, me incliné y ayudé al hombre a recoger la basura. Ya me encontraba
sucia por haber estado acostada en la basura por quien sabe cuánto
tiempo, así que el olor y la sensación pegajosa, no me molestaban tanto, y
probablemente olía peor en comparación.
Cuando acabamos, levantamos juntos el bote y lo pusimos de regreso
contra la pared, al lado de la puerta trasera del restaurant. El hombre no me
vio, pero tampoco me gritó así que, imaginé, que tal vez me había
perdonado. Pero aún seguía sin mi celular o dinero. Y necesitaba hablarle a
alguien para que viniera a recogerme.
—Lo siento por lo del bote de basura.
Él solo gruñó y continúo fumando su cigarro.
—Mire, perdí mi celular y todo mi dinero en el contenedor. ¿Es posible
que pueda usar su teléfono?
—No.—¿Por favor?
Sacudió su cabeza.
—No.
—Usted sabe, dije por favor, y le ayudé a limpiar este desastre aunque
no haya sido mi culpa.
Me miró de arriba hacia abajo—. Pareces problemática.
Suspiré.
—Lo sé, tengo mucho de eso. Pero en realidad no lo soy. Soy una
buena chica que solo parece fenómeno.
Después de verme por un momento, excavó el bolsillo de su pantalón y
salió con una moneda. Me dio un centavo. Me moví hacia la calle—. Hay un
teléfono público en la esquina.
Tomé el dinero y, agradeciéndole, salí del callejón hacia el teléfono
público. Reconocí la tienda de la esquina y supe exactamente donde me
encontraba. Metiendo la moneda en la ranura, comencé a marcar el número
de mi casa, después me detuve. Presioné el recibidor y la moneda cayó en la
bandeja de plástico. No podía llamar a mamá. Se asustaría. Y no podría
explicarle lo que pasó, porque no tenía idea.
Deslicé la moneda, en la ranura y marqué el número de Chloe.
Masticando la uña de mi dedo gordo, esperando, sintiéndome mal del
estomago. Agradecidamente, ella contestó al tercer llamado.
—¿Hola?
—Es .
—Hola, ¿Cómo estuvo? ¿Estuvo tan bien como pensaste que estaría?
—Um, ¿Puedes venir a recogerme?
Había silencio al final de la línea. Debió haber escuchado el pánico
aumentando en mi voz, y después sus palabras vinieron en una prisa confusa.
—¿Estás bien? ¿Qué pasó? ¿Dónde estás?
—Estoy en un teléfono público en Third Avenue, en el HMV donde
vamos a veces.
—¿Qué estás haciendo ahí?
Me inquieté con mis golpes, aventándolos.
—No lo sé.
La escuché tomar aire. Eso hacía cuando algo realmente lo molestaba.
O cuando estaba a punto de llorar.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Ahora que hablaba sobre eso, me di
cuenta de la seriedad de la situación. Excepto que no dolía como lo había
hecho antes. El dolor estaba adentro. Y eso dolió mucho más. Era uno de
esos dolores que no podían curarse por una tirita ni primeros auxilios rápidos.
Algo terrible me había pasado. Ahora estaba segura de eso. Una chica
no termina en un basurero por accidente. Algo horrible pasó en la fiesta, algo
que probablemente no quiero recordar. Nunca.
―Voy ahora mismo. Agárrate fuerte chica.
—Gracias. ―Colgué cuando las lágrimas comenzaron a rodar por mis
mejillas. Las limpié mientras me movía del teléfono público. Había una banca
de una parada de autobús cerca y me senté en la orilla, lejos de la vieja
sentada al otro lado, leyendo un libro.
Doblé mis rodillas hacia mi pecho y las abracé cerca. Más lágrimas
comenzaron a bajar por mi cara. Ahora que se habían descorchado no
podía detenerlas nuevamente.
Traté de no pensar mientras esperaba a Chloe, lo que, claro, era difícil
de ganar. Era como si te pidieras no respirar. Pensamientos al azar llenaron mi
mente. Esos de haberme encontrado con Harry y lo frío que eso había sido y
qué tan poco fría había sido yo y, después, cómo no podía recordar nada
después de eso. Mi mente se volvió en blanco cuando trate de imaginar
cualquier cosa después de que sus labios cepillaron los míos.
Después recordé tomar la cerveza que Harry me había dado. Había
estado abierta cuando me la había pasado. ¿Me había drogado? Sacudí mi
cabeza, sin creer que el cantante principal de una popular banda como
Malicia, podía molestarse en poner droga en mi bebida. El chico
probablemente tenía sexo todo el tiempo; no era como si tuviera que rogar
por eso. Ciertamente, no tenía que drogar a una chica para dormir con ella.
Y, ciertamente, no me había drogado.
Pero algo había pasado. No era como si hubiera dejado la fiesta, de
alguna manera llegado al centro y haberme aventado dentro del
contenedor de basura. El club se encontraba del otro lado de la ciudad.
―¿Estas bien, cariño?
La vieja me hablaba. Volteé mi cabeza, la miré y sacudí la cabeza.
―¿Necesitas dinero? ―Comenzó a buscar en su bolsa.
―No ―exclamé―. Estoy bien, de verdad. Mi amiga viene por mí.
Sonrió. Era una sonrisa amable y me hizo pensar en mi abuela que vivía
en Canadá. Y no la había visto en tres años.
―¿Problemas de familia?
―No.
―¿Problemas de chicos entonces?
―Algo así.
Asintió, como si supiera todo.
―Estoy segura que cualquier cosa que haya hecho, cariño, no quería
hacerlo. Los chicos simplemente no piensan igual que las chicas ―se rió entre
dientes―. Todas sabemos que su cerebro está en sus pantalones, ¿No es así?
Le sonreí.
―No te preocupes acerca de eso. Regresará. Si te quiere lo suficiente,
nunca te dejará ir.
El autobús se detuvo y miré mientras la pequeña vieja se subió. Mientras
se iba. Me estremecí pensando acerca de lo que me acababa de decir.
Regresará. Por alguna razón, sentí que una cubierta ominosa me cubrió.
Como si algo peor fuera a pasar. Aunque no podía imaginar qué. Las
posibilidades de qué me había pasado ya eran bastante malas.
Jalando mis piernas fuertemente hacia mi pecho, comencé a temblar,
con los dientes castañeteando,―No.
―¿Problemas de chicos entonces?
―Algo así.
Asintió, como si supiera todo.
―Estoy segura que cualquier cosa que haya hecho, cariño, no quería
hacerlo. Los chicos simplemente no piensan igual que las chicas ―se rió entre
dientes―. Todas sabemos que su cerebro está en sus pantalones, ¿No es así?
Le sonreí.
―No te preocupes acerca de eso. Regresará. Si te quiere lo suficiente,
nunca te dejará ir.
El autobús se detuvo y miré mientras la pequeña vieja se subió. Mientras
se iba. Me estremecí pensando acerca de lo que me acababa de decir.
Regresará. Por alguna razón, sentí que una cubierta ominosa me cubrió.
Como si algo peor fuera a pasar. Aunque no podía imaginar qué. Las
posibilidades de qué me había pasado ya eran bastante malas.
Jalando mis piernas fuertemente hacia mi pecho, comencé a temblar,
con los dientes castañeteando,y no paré hasta que el carro de Chloe se
estacionó en la cuneta.
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
Chloe Invitado
6 Capitulo
Dónde, tú sabes…
Miré hacia Chloe mientras manejaba. Solo le había tomado
veinte minutos manejar hasta el centro para recogerme. Por su
apariencia asumí que la había despertado cuando la llamé.
Aún seguía con la parte de debajo de su pijama, Hello Kitty sonriéndome.
―¿Qué?
Apuntó hacia su entrepierna, mis mejillas se ruborizaron.
―No lo sé.
―Bien, ¿Cómo te sientes? ¿Te duele ahí?
Por unos segundos medí mi cuerpo, detectando lugares diferentes
donde me sentía adolorida. Sacudí mi cabeza. ―Mis piernas están adoloridas.
Mi espalda y mi cuello duelen. Mi estómago se siente hueco. Pero eso puede
ser porque tengo hambre.
―Si hubieras tenido sexo, definitivamente lo sentirías. Yo estuve
adolorida por tres días después de hacerlo con Nick.
Miré a la ventana de al lado mientras manejábamos.
―¿Quieres ir con un doctor para asegurarnos?
Sacudí mi cabeza. Todo lo que quería era ir a casa, tener un largo
baño y dormir por aproximadamente treinta y seis horas.
―¿Estas segura? Si te violaron…
―El doctor llamará a la policía. No quiero ese tipo de problema. ―Me
sacudí otra vez―. Es demasiado vergonzoso. Ni siquiera sé si algo pasó.
―Ellos no lo harán, si solo fuéramos a la clínica gratuita y les dices que
quieres un análisis por EST.
La miré incrédula. ―¿Y eso no es vergonzoso?
Ella se encogió.
―Al menos sabrías.
Miré fuera de la ventana otra vez y mastiqué la uña de mi dedo gordo.
La verdad, es que no estaba segura que realmente quería saber lo que había
pasado. Tal vez era mejor no saber. Podía quedarme con mi fantasía y mi
sanidad.
―Solo quiero ir a casa, bañarme y dormir. Ah y comer. Muero de
hambre.
Manejamos en silencio, bien excepto por el disco de Sum 41 que sonaba,
por los últimos seis minutos, me costó ponerme en mi lugar. Chloe se
estacionó en la cuneta, en la línea arbolada de la calle
Apretó mi mano y antes de que me bajara. ―Llámame más tarde,
¿Está bien?
―Lo haré. ―Abrí la puerta del carro. Me deslicé y caminé penosamente
por el césped cortado, limpiamente el bungaló azul claro. Cuando llegué a
la puerta, puse mi mano en la perilla pero dudé. Mi mamá iba a estar en la
entrada en segundos. Tenía que prepararme y tener mi juego preparado.
Tomé una inhalación profunda, di vuelta a la perilla, abrí la puerta y
entré. Después de que me quité mis botas, las arrojé en el armario de
enfrente y me dirigí hacia la sala. Nuestro gato, Duchess, un siamés, se
escabulló a través del piso de madera dura hacia mí. Me chilló, mientras
brincaba hacia el brazo del sofá, así podía acariciarla. Recorrí mi mano sobre
su pelo sedoso.
―¿Dónde está mamá, gatita? ―le murmuré.
La gata solo ronroneó.
Después escuché pasos viniendo del pasillo de la cocina.
―¿Invitado?
―Aquí estoy.
Vino del otro lado de la esquina, sus ojos verdes y feroces brillaban en su
pequeña cara de duende. ―¿Dónde demonios has estado? ¿Te llamé cinco
veces a tu celular?
―Perdí mi celular.
Se detuvo cerca de mí. Sus pies desnudos golpeando en el piso.
―¿Dónde pasaste la noche? Estaba preocupada hasta la muerte. Acabo de
llamar a la policía.
Podía sentir las lágrimas comenzando a salir nuevamente, así que en
lugar de ver a mi mamá, seguí acariciando a Duchess. Ella arqueó su espalda
y se frotó contra mi mano ronroneando felizmente.
―¿Invitado, me vas a contestar?
Mamá se encontraba a solo un metro lejos de mí, pero no me atreví a
mirarla. Sabía que entonces las lágrimas vendrían y no estaba segura de si
sería capaz de detenerlas. Pero mi mamá tiene un radar. Sabía cuándo se
sentía triste o enojada o algo. Era probablemente porque nos parecíamos
demasiado. Y también había sido una adolescente rebelde. Así que ella
sabía todos los trucos del camino. Por algunas de sus historias, yo creía que
ella había inventado algunos de esos trucos.
Puso su mano en mi cabeza inclinada. ―¿Estás bien bebe?
Sacudí mi cabeza, y me moví hacia la seguridad y santidad de sus
brazos. Ella era un poco como yo, no más de un metro sesenta de alto, pero
siempre me sentía segura cuando me abrazaba. Enterré mi cabeza en su
cuello, inhalando su esencia de mango familiar ―era su champú― y después
dejé caer las lágrimas.
Frotó con su mano mi espalda, de arriba hacia abajo, lo que siempre
me calmaba.
―¿Qué pasó amor? ¿Chloe y tú pelearon?
Ahogada en lágrimas, no podía hablar. Solo sacudí mi cabeza.
―¿Alguien te hirió? Puedes decírmelo. ―Podía escuchar el temblor en
su voz―. No tengas miedo de decirme, lo que sea. No me enojaré, lo
prometo.
Mi mamá era feroz de esa manera.
Cuando cursaba cuarto grado, dos chicos más grandes, habían estado
molestándome, poniéndome sobrenombres, empujándome en el receso.
Primero no le dije a mamá, pensando que podía manejarlo o pensando que
solamente se pondría peor si le decía. Después de tres meses de eso, tuve
que decirle, no podía ocultarlo más. Ella sabía que algo pasaba, ya que
seguido me la pasaba en mi cuarto llorando después de la escuela o mentía
diciendo que me sentía enferma, así no tenía que ir a la escuela.
Cuando le dije, tenía esa mirada en su cara, el tipo de mirada que me
decía que le iba a rasgar a alguien un nuevo trasero si pudiera. Fue a la
escuela, y habló con el director, y demandó el número de teléfono de los dos
chicos. Al principio no se lo querían dar, pero era persistente y tal vez un poco
agresiva. Recuerdo que un maestro se refería a ella como pit bull.
Cuando obtuvo los nombres, llamó a los padres de los niños y procedió
a rasgarles un nuevo trasero también. No es necesario decir que no tomó
mucho tiempo para que esa mierda se enrollara en la colina y los chicos
dejaron de molestarme. Pienso que todos en la escuela, especialmente el
director y los maestros, le tenían miedo a mamá después de eso. O al menos
la veían con una mezcla de respeto y miedo.
Es por eso que dudé en decirle lo que había pasado. Sabía lo que ella
haría. No lo dejaría simplemente ir. No me dejaría enterrarlo en la cama y
olvidarlo. No, ella iría tras Harry Styles y Malicia, por venganza. No solo porque ellos
me hirieron, o al menos pienso que lo hicieron, sino, porque había estado en
una banda, hizo tour con otros roqueros y despreciaba a aquellos que se
aprovechaban de las obsesiones y fantasías de las fanáticas.
Después de un hipo final, levanté mi cara con la intensión de decirle
todo, o al menos las partes de lo que estaba segura, cuando algo dentro de
mí se rompió.
Dolor que nunca había experimentado antes, rasgó a través de mí.
Como si algo, algo largo estuviera tratando de golpear y patear su camino
fuera de mi estómago. Jadeando, me doblé, incapaz de mantenerme
levantada.
—¡Invitado! —Mamá tomó mi brazo, tratando de evitar que cayera en mi
cara.
No podía encontrar la respiración para decirle que me dolía, que algo
andaba mal. Abriendo mi boca como un pez. Enterré mis dedos en sus
brazos. Agarrándome por su vida. El abismo venía por mí. Y era oscuro y
espantoso y lleno de agonía y tortura. No quería caer en él. Sabía que
perdería mi cordura si lo hacía.
Otra ola de dolor punzante rasgó a través de mí. Grité. Mi cuerpo se
destrozaba y se retorcía bajo un control de agonía obscura. Puntos se
formaban en mi visión y el cuarto daba vueltas, mareándome. Iba a vomitar.
Tal vez podía purgar los azotes de dolor fuera de mí. Tenía que haber una
manera de hacerlos parar.
—Mamá —gruñí—. Me estoy muriendo.
Murmurándome, me ayudó a acostarme en el sofá, poniendo una
almohada debajo de mi cabeza. Una corriente de lágrimas bajaba por mis
mejillas, jalé las rodillas hacia mi pecho, para tratar de amortiguar el dolor
punzante. No ayudó, y podía sentir mi garganta subir. Inclinándome en el
lado del sofá, vomité.
—Oh dios. —Escuché decir a mamá, mientras corría fuera de la
habitación.
No podía pensar en nada más que el dolor. No podía ver nada en
frente de mi, excepto puntos negros y blancos. Todo daba vueltas, fuera de
control. Y no podía detenerlo, no había nada a qué agarrarme. Iba a salir
volando.
Mamá regresó con un cubo y un paño húmedo. Puso la toalla mojada
en mi frente. No me dio indulto. Mi cabeza parecía que iba a explotar. Me
sentía caliente y sudorosa y cada parte de mi cuerpo brilló con dureza por el
dolor.
—Jesús, estás hirviendo.
Quería agarrar la mano de mi mamá. Quería que ella me agarrara,
que me hiciera sentir mejor, que alejara el dolor. Delirante, la alcancé.
—Mamá —gemí—. Haz que se detenga.
No supe si me agarró o no. Dejé de sentir algo, además de mi propio
cuerpo y agonía oscura. No podía ver nada, excepto por una bola de luz
negra, dando vueltas y vueltas alrededor, en frente de mí, haciéndome sentir
enferma. ¿Cómo puede una luz negra quemar?
Parecía como si estuviera siendo succionada hacia atrás en un largo
túnel negro. Mi estómago dio vuelta, como si estuviera cayendo
rápidamente, como si estuviera en una montaña rusa. Esa luz me envolvía. Y
sonreí. El dolor había disminuido y sentí la luz como una pluma, lentamente
flotaba hacia abajo, hasta el fondo.
—¡ Invitado !
Escuché su voz, pero parecía muy lejana, como si me estuviera
hablando de algún lugar arriba de mí. Quería decirle que me encontraba
bien. Que ahora estaba bien, ella no necesitaba preocuparse. Me sentía tan
bien; escuchaba música en mi cabeza.
—¡Respira bebé! Oh Dios ¡Por favor respira!
Dando vueltas, vueltas, saliendo de control. Los sonidos zumbando en
mis oídos.
—¡No me dejes bebé!
Flotando, flotando, en el mar del aire. Un retintín de lágrimas de cristal.
—¡No mueras, Invitado! Maldición, Dios, ¡No mueras!
Estoy llena con nada más que estática.
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
7 capitulo
Alguien tarareaba. Algo suave y melodioso —una canción que
debería haber reconocido pero no lo hacía— una fría presión
en mi frente me obligó a abrir los ojos.
Mamá me sonreía, su mano acariciando mi rostro. —Hola, cariño.
Parpadeando la miré y luego más allá, hacia la habitación. Había
persianas blancas levantadas, que permitían que la brillante luz solar irradiara
por la ventana abierta. Podía escuchar los pájaros piando afuera. Las
paredes eran blancas, al igual que las losas del techo. Y la cortina que
separaba mi cama del resto de la habitación era amarilla sol. Supuse que
todo debería haber sido alegre, pero el hecho de que estuviera acostada en
una habitación de hospital no me hacía sentir tan alegre. ¿Cómo diablos
llegué aquí? Todo lo que recordaba era estar llorando en los brazos de
mamá. Después de eso todo era más o menos un agujero negro.
—Oye —dije con voz ronca. Mi boca y garganta se sentían realmente
secas, como si toda la humedad se hubiera succionado de mi carne.
—¿Tienes sed?
Asentí.
Ella agarró un vaso plástico de agua de la mesita móvil de noche.
Tenía un sorbete dentro y lo inclinó para que pudiera beber sin levantar la
cabeza. El líquido frío se sentía como el cielo mientras pasaba por mi reseca
garganta. Tomé un sorbo más antes que lo apartara y lo pusiera de nuevo
sobre la mesita.
—¿Por qué... por qué estoy aquí?
—Enfermaste, nena.
Intenté sentarme. Mis brazos, espalda y cuello se sentían adoloridos.
Dolían más que cuando recién me había despertado en el contenedor.
Mamá me ayudó a incorporarme y metió una almohada detrás de mi
espalda.
—¿Cuánto tiempo he estado aquí?
Dejó de juguetear con mi almohada, y realmente me miró. Fue
entonces cuando noté lo rojo que estaban sus ojos y las manchas oscuras
debajo de ellos. Parecía como si no hubiera dormido en una semana.
—Alrededor de treinta y seis horas.
—¿Qué? —Me abalancé hacia adelante, pero mamá me empujó
hacia atrás, impidiéndome saltar de la cama.
—Todo está bien. Vas a estar bien.
—Pero, ¿Pero... eso es más de un día? ¿Cómo es posible?
Se sentó en el borde de mi cama, con su mano todavía en mi brazo. Era
como si no pudiera dejar de tocarme, quizás para ver si era real. ¿Qué había
pasado como para darle esa mirada atormentada a su rostro? —El día que
llegaste tarde a casa? Algo sucedió y tuve que llamar al 911.
Aferré fuertemente su mano, implorándole que me dijera lo que en
realidad ocurría. —¿Qué sucedió?
—Dejaste de respirar. No podía resucitarte. —Las lágrimas empañaron
sus ojos y apretó su agarre en mi mano.
Se me cayó el corazón al estómago. —Pero estoy bien ahora,
¿Verdad?
Asintió y las lágrimas se derramaron. Sonriendo, se las limpió con el
dorso de la mano. —Sip, estás más que bien, nena.
La cortina amarilla se agitó, después se separó al medio y papá pasó a
través, cargando un enorme oso de peluche rosado. Asintió hacia mi mamá.
—Hola Lynn —luego sonrió cuando me vio despierta—. Allí está mi
niña. —Se agachó y me besó en la frente.
No me había llamado así desde que tenía ocho años. No lo había
hecho desde que tenía otra hija propia para llamar así, mi media hermana,
Heather, a quien yo despreciaba. También odiaba a su nueva esposa,
Ginger. Cada vez que iba de visita, que solía ser cada fin de semana por
medio, hasta que fui lo suficientemente grande como para elegir no hacerlo,
ella había criticado mi guarda ropa, mi cabello, mis notas, cualquier cosa
que pudiera escoger para sacar a colación. Y entonces echaba toda la
culpa de ello a mi mamá.
Apoyó el oso de peluche en una de las sillas de visita. —El doctor dice
que estás rebosante de salud. Ningún daño cerebral del que hablar.
Di un grito ahogado. —¿Daño cerebral? ¿Por qué tendría daño
cerebral?
Mi madre suspiró. —Charlie. —Miró fijamente a mi papá.
—¿Qué? —Levantó una mano en defensa—. ¿Qué hice?
—¿Por qué tendría daño cerebral, mamá?
Ella volvió a mirarme y palmeó mi mano. —Estuviste sin respirar por un
rato, nena.
—¿Cuánto tiempo es un rato?
—Siete minutos.
Intenté recordar alguno de mis cursos de ciencia. ¿Aprendimos acerca
del cerebro? No podía recordarlo. La ciencia no era mi mejor materia. —¿Eso
es malo?
—Creo que las células del cerebro comienzan a morir después de
cinco minutos —dijo mi papá, encogiéndose de hombros, como si me
estuviera hablando de algo intrascendente, como el tiempo.
—Lo importante aquí, es que estás bien. —Mamá apretó mi mano de
nuevo—. Una vez que te vea el doctor y te haga algunas preguntas, puedes
venir a casa.
Me volví a acomodar en la mullida almohada que mamá me había
puesto en la espalda, pero definitivamente no me sentía cómoda. Estaba en
shock por lo que mis padres acababan de contarme. Había muerto. Y había
permanecido muerta por lo menos por siete minutos. Salvo que no recordaba
ningún túnel de luz blanca. No hubo ángeles cantándome, o manos de Dios
viniendo a llevarme a salvo a casa. No recordaba nada tan genial.
Espera. Eso no era del todo cierto.
Sí recordaba escuchar algo de música...
La clase de rock n 'roll duro y pesado que dejó un sabor apenas
metálico en mi boca. O podría haber sido que me mordí la mejilla y hasta
ahora saboreaba la sangre. Había un dolor a lo largo de mis encías que
seguía comprobando con la lengua.
—Voy a ir a hablar con una enfermera, nena. Tú descansa.
La miré con esas cejas arqueadas que decían: —Qué otra endiablada
cosa quieres que haga, yaciendo rígida y con músculos adoloridos en la
cama de un hospital —pero le dije— Está bien, mamá.
Sabía que hacía todo lo posible para hacerme sentir mejor. Sólo que no
funcionaba tan bien.
No me sentía mejor. Tenía miedo, dolor y me sentía completamente
perdida. Me sentía como una de esas personas que afirman haber sido
abducidas por extraterrestres: desorientada y con muchos momentos de los
cuales no podía recordar lo ocurrido. Algo me había sido robado y, sin
importar lo que hiciera, nunca sería capaz de recuperarlo.
Mi papá me dio una palmadita en la pierna a través de la manta. —
También me voy. Sólo aparecí para ver cómo estabas. —Parecía incómodo,
mirándome allí, parado, con sus manos jugueteando con el cinturón donde
se enganchaba su teléfono celular.
Le sonreí, pero lo que realmente quería hacer era ponerle una sonrisa en la
boca. Mi papá no había estado cómodo a mí alrededor en toda mi vida.
Nunca tenía idea de lo que hacer conmigo. Mis padres se divorciaron
cuando tenía cinco años y cuando iba a pasar los fines de semana a su casa
él no sabía manejarlo. No sabía qué hacer cuando lloraba o cuando tenía
miedo. Simplemente me daba palmaditas en la cabeza y me pasaba el
control remoto de la TV o la consola de juegos de la Playstation que había
comprado especialmente para mis visitas. Afortunadamente sabía cómo
cocinar, o sospecho que hubiera comido de McDonalds y de pizza para
llevar durante todas mis visitas de fin de semana. Muy bien podría haber
terminado como una solitaria niña gorda.
Dejé de esperar mucho de él, por lo que no me sorprendió que se
marchara ni bien había llegado. Estar a solas conmigo sería demasiado con
lo que lidiar. De todos modos, sospechaba que tampoco le gustaba mucho
estar solo. Se había casado con Ginger tan sólo un año después de
divorciarse de mi mamá.
—Ginger y Heather envían sus saludos —me dijo, antes de besarme en
la frente.
—De acuerdo. Gracias. —Sabía que era un montón de basura.
Probablemente Ginger estaba en este preciso instante rezándole al Dios
todopoderoso para que nunca despertara. Entonces podría tener a papá
para ella sola y nunca tener que compartirlo de nuevo, sobre todo su dinero.
Después de que salió por la cortina, mi mamá me miró. —No tardaré
mucho. —Lo siguió y pude oírlos discutir todo el camino a través de la puerta.
—¿Qué es lo que te pasa, Charlie?
—Oye, dije la verdad. es una niña grande. Ella puede manejarlo.
—¿Cómo sabrías como es ? No la has visto como en tres meses.
Mientras sus voces se apagaban, me acurruqué en la almohada y
estiré la manta de lana hasta la barbilla. Mis ojos se sentían pesados, pero lo
último que quería hacer era volver a dormir. Había dormido lo suficiente para
mi gusto. Pero no podía negar que todavía me sentía cansada.
Bostezando, pasé la vista por la habitación buscando algo para
entretenerme. No había televisión, supongo que mamá no podía permitirse
ese lujo, pero noté algunos de mis libros en la mesa de la esquina y mi
Nintendo DS. Si tan sólo pudiera alcanzarlos. Moviéndome hacia un lado de
la cama, estiré el brazo para intentar agarrar algo, pero todos los movimientos que hacía, lograban que me recorriera una nueva ola de dolor.
Derrotada, me acomodé de nuevo en la almohada, justo cuando un
escalofrío se apoderaba de mí.
Miré hacia la ventana, a la luz solar que entraba a raudales, pensando
que quizás el tiempo había cambiado. No lo había hecho. La brillante luz
solar por lo general me hacía sentir cálida y feliz, pero en lugar de ello, me
inundó un sentimiento de desesperación. En mi vista periférica, noté que una
oscura sombra se deslizaba por el suelo, como si el sol fuera bloqueado por
nubes de aspecto desigual. Pero cada vez que giraba la cabeza, no podía
ver claramente la forma. Desaparecía en vapor. Pero estaba allí. Sabía que
estaba allí.
Una terrible sensación se apoderó de mí. Algo malo iba a suceder. Se
me levantaron los pelos de la nuca. No podía despojarme de la fría y
espeluznante sensación que se arrastraba hacia arriba y abajo por mi
espalda como las patas de una araña. Un escalofrío violento sacudió mi
cuerpo y traté de aferrar más cerca la manta.
Tuve la sensación de que la muerte había sido la menor de mis
preocupaciones. Y que iba a sucederme algo peor.
Observaba la cortina, esperando que regresara mamá, con la certeza
de que su presencia alejaría la sensación amenazante. Pero, después de diez
minutos, la cortina no se abría y yo realmente debía usar el baño.
Apartando las mantas, giré las piernas y puse los pies sobre el suelo de
baldosas frías. Me quedé sentada un momento para reunir fuerzas, y luego
me puse de pie. Mis piernas seguían un poco débiles. Agarrando mi
inseparable poste de la intravenosa, empujé a través de la cortina y arrastré
los pies hacia la otra cama —afortunadamente desocupada por el
momento— hacia el pequeño cuarto de baño en la esquina de la
habitación.
Un empalagoso olor a antiséptico golpeó mi nariz al entrar. Siempre
había odiado ese aroma. Me recordaba a las veces que iba a visitar a mi
abuelo antes de que muriera. Se suponía que era un olor a limpio y estéril,
pero me recordaba a muerte y decadencia. Probablemente no era la
reacción que buscaban.
Utilicé las instalaciones con rapidez, encontrando gran alivio en esa
pequeña cosa y luego me fui a lavar las manos. El agua se sentía fría y
refrescante en mi piel, y me incliné para salpicarme un poco el rostro,
cuidando la intravenosa pegada en el dorso de mi mano. Quizás podría
quitar parte de la fatiga e incomodidad.
Con los ojos cerrados, llegué a ciegas hasta las marrones toallas de
papel. Agarrando algunas hojas, las apliqué sobre mi rostro, secándolo tan bien como pude con el delgado papel. Bajé la mirada para tirarlas en el
tacho de basura, cuando algo manchando las hojas marrones llamó mi
atención. Me quedé mirando la espesa sustancia negra pegada al papel.
Entonces, levanté la mirada hacia el espejo arriba del lavabo.
Pegué un alarido.
Mis ojos eran negros como la tinta. Espesas lágrimas alquitranadas
veteaban mis mejillas. Temblando, levanté la mano y toqué las oscuras líneas
con la punta de mi dedo. Era pegajoso, como la miel, mientras se transfería
a mi dedo. Haciendo correr el agua hirviendo, lo limpié de mi piel. Observé
mientras hacía un espeluznante remolino negro al bajar por el desagüe.
Acercándome al espejo, me quedé mirando mis ojos color carbón.
¿Qué diablos estaba mal conmigo? ¿Me sale sangre negra del cerebro?
Cuando miré detenidamente, vi que el iris y la parte blanca de mis ojos eran
ahora del mismo color que la pupila. Y la espesa sustancia drenando por los
lados parecían lágrimas, excepto que no lloraba.
Con el corazón acelerado y las manos temblorosas intenté darle
sentido a lo que veía. Pero, ¿Cómo podría? No tenía sentido alguno. No
había posibilidad de que hubiera una razón médica para esto. Los ojos de las
personas simplemente no se volvían negros azabache.
Abriendo más el agua, sumergí la cabeza en el lavabo intentando
llegar justo debajo del chorro del grifo. Mantuve los ojos abiertos con la
esperanza de lavar la mancha oscura, con la esperanza de que mis ojos
volvieran a su color original. El médico nunca me dejaría salir del hospital si
por arte de magia tenía sólidas orbes negras dando vueltas en mi cabeza.
Me mantuve bajo el agua, frotando y fregando, hasta que no pude
soportarlo más. Inspirando profundamente, levanté la mirada hacia el espejo.
Y casi volvió a gritar.
Seguían siendo negros, pero ahora eran brillantes como si los hubiera
lavado hasta ponerlos absolutamente limpios. Era incluso más extraño verlos
brillar en la tenue luz fluorescente del cuarto de baño. El alquitrán, al igual
que las vetas, habían desaparecido, lavados, pero eso era todo lo que había
cambiado.
El miedo todavía se apoderaba fuertemente de mí, pero había
disminuido un poco para permitirme examinarme. Ningún dolor se disparaba
por mi cuerpo. No era como si algo se hubiera roto dentro de mi cabeza y
ahora sangrara por mis ojos hacia afuera. Otra cosa hacía mis ojos
completamente negros, algo que, ahora estaba segura, tenía todo que ver
con mi corta muerte. Incluso, si sólo había sido por siete minutos.
Giré la cabeza hacia un lado y el otro intentando entender de dónde
venía la mancha oscura. Y por qué estaba ocurriendo. Mientras torcía el cuello hacia atrás y adelante, mi visión cambió. No estoy segura de
exactamente cómo, pero comencé a ver las cosas de manera diferente. Era
como si los objetos tuvieran otra capa encima de ellos. Cuando miré el
inodoro reflejado en el espejo, pude verlo claro como el día, pero parecía
como si otro inodoro estuviera superpuesto en la parte superior del original.
Una foto sobre-expuesta. Como si estuviera mirando dos, ensamblados en
uno.
No me asustó. En realidad pensé que era bastante genial. Todo en el
cuarto de baño adquirió una luz y textura diferente. Como si estuviera viendo
más de lo que era evidente u obvio.
Un fuerte golpe en la puerta me sobresaltó.
— ¿Estás bien ahí dentro? —la voz de mi mamá era estridente.
Revolví la basura intentando empujar las ennegrecidas toallas de papel
al fondo del tacho. —Estoy bien. Saldré en un minuto. —Miré de nuevo en el
espejo y vi un destello verde. Agarré el borde del lavabo y me incliné hacia el
espejo, mi nariz casi tocándolo. El negro se había ido. Desaparecido. Mis ojos
habían regresado a la normalidad.
Parpadeé varias veces comprobando si volvía la película negra. No
ocurrió.
Y, tal vez, no había estado allí en absoluto.
Tomando más toallas de papel terminé de secar mi rostro, luego las
arrojé a la basura. Después de una última mirada en el espejo, agarré mi
inseparable intravenosa, abrí la puerta del cuarto de baño y le permití a
mamá guiarme hasta la cama. Me sentía cansada. Tal vez sólo necesitaba
dormir. Y cuando volviera a despertar, quizás todo esto sería simplemente
una extraña pesadilla. Un producto de mi excesivamente activa
imaginación.
O peor... tal vez no lo sería.
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
8 Capitulo
Después de otro día en el hospital, fui puesta en libertad, con un
historial médico sorprendentemente bueno de salud. Una vez
despierta, los médicos se vieron en apuros al no encontrar
nada malo en mí, por lo que tuvieron que dejarme ir a casa. Nunca les conté
acerca de mis ojos volviéndose negros. No ocurrió nuevamente, así que se lo
atribuí al delirio.
A mi madre, en cambio, le costaba creer que no había nada mal.
Se mantuvo sobre mí durante otros dos días, acosándome a cada paso
con cuestionarios de cómo me sentía. Me hacía preguntas después de cada
viaje al cuarto de baño, queriendo todos y cada uno de los desagradables
detalles. Supongo que la caca de una persona tiene todas las respuestas.
¿Quién lo hubiera dicho?
Hasta el momento habían pasado tres días y me sentía fantástica.
Mejor que nunca, como si pudiera conquistar el mundo y ganar. Era raro,
después de morir y esas cosas, pero no iba a preguntar. Me sentía demasiado
bien como para arruinarlo con sobre-analizar la situación. Iba a dejarme
llevar. A montar la ola y ver dónde me llevaba.
Me tiré en la cama observando a Chloe terminar el último riff1 de Paint
It Black con el juego de Guitar Hero. Después, un último giro dramático con su
brazo, se dio vuelta y me dio la señal de rock, su lengua fuera entre los
dedos. —¡Soy una maldita genio! —Me eché a reír.
—Eres una completa nerd. —La voz vino de la esquina de mi
habitación, donde nuestro otro amigo, Jamie, se encontraba absorto en algo
en mi computadora. Probablemente, descargaba pornografía otra vez. Su
inclinación hacia ello rayaba la obsesión. Por suerte, mi mamá confiaba en
mí y nunca revisaba el historial de navegación almacenado en la
computadora. Tendría mucho que explicar si lo hacía alguna vez.
Chloe le mostró el dedo medio. —Sólo estás celoso porque no has
llegado así de lejos en este juego.
1 Riff.- Frase de dos o cuatro compases que se repite continuamente a lo largo de la canción.
—Sí, el único juego para el cual eres bueno es tocar la flauta. —Hice
gestos groseros hacia mi entrepierna.
Chloe se dejó caer de la risa.
—Tienes razón. —Jamie se volvió en la silla, con algo pálido y rosado
sobresaliéndole del pantalón. Tanto Chloe como yo gritamos y nos cubrimos
los ojos. Comencé a reír cuando me di cuenta que sólo era su mano
asomando por su bragueta abierta.
Le arrojé una bola de calcetines sucios. —Estás enfermo.
Él la atrapó con la mano de pose fálica. —Lo sé. Es por eso que consigo
todas las chicas sexy.
—No lo haces —dijo Chloe—, tu última novia era un cerdo grasoso.
Jamie se subió la cremallera de los pantalones. —Marissa no era un
cerdo grasoso.
Chloe y yo nos miramos la una a la otra, luego dijimos al unísono. —Sí, lo
era.
—Está bien, quizás lo era un poco. Pero tenía el más suave par de… —
Levanté la mano para detener sus próximas palabras.
— Por favor. No quiero esa imagen en mi cabeza.
Sonrió. —Iba a decir labios. Tienes una mente sucia Vale —movió
las cejas hacia mí— me gusta, tu insolente y descarada tú.
Antes de poder responder, sonó el teléfono. El inalámbrico estaba
apoyado en la almohada a mi lado. Lo levanté y presioné el botón para
hablar. Probablemente fuera mi mamá, chequeándome. Hoy fue el primer
día que pareció sentirse bien como para dejarme sola y volver al trabajo,
bien, tan sola como podía estarlo con dos bulliciosos mejores amigos
hacinados en mi habitación y un hermano menor en algún lugar de la casa
jugando a algo en su computadora portátil.
—Hola
No hubo respuesta.
—¿Hola?
Una línea de estática chisporroteó en mi oído. Fue tan fuerte que tuve
que apartar el receptor. Presioné el botón para finalizar la llamada.
—¿Quién era? —preguntó Chloe, con su atención de regreso en el
juego de Guitar Hero.
—Nadie. Anda mal la línea. —Bajé la mirada al teléfono en mi mano.
Tragué el nudo que se comenzaba a formar en mi garganta. Una sensación
de atemorizante terror trepó en mí como una sombra cruzando el suelo. Envió
temblores por mi espalda.
Puse el teléfono en la almohada y traté de enfocar mi mente en otra
cosa. Observé cómo Chloe anotaba algunos puntos importantes en el juego
y sonreí. Este era un juego de computadora en el que ambas éramos buenas
pero Jamie no. Sin embargo, él por lo general pateaba nuestros traseros en
todos los otros juegos. Era un genio en Halo.
Ella se volvió a mirarme. —¿Quieres un turno ahora?
Asentí y me levanté de la cama para tomar la guitarra de ella. Antes
de poder agarrarla, sonó el timbre de la puerta principal. Fruncí el ceño,
preguntándome quién podría ser. Quizás era el cartero. Mi mamá hacía
muchas de sus compras on-line. Ella odiaba ir al centro comercial para
cualquier cosa. El timbre sonó una vez más, impacientemente.
Abrí la puerta de mi habitación y grité—: ¡Kyle! ¡Abre la puerta!
No hubo un grito en respuesta y el timbre de la puerta hizo ding otra
vez. Se volvía molesto, pero sabía que si era uno de los paquetes de mamá y
ella se enteraba que no había abierto la puerta para ello, me patearía el
trasero a lo grande.
—Regreso en un segundo —le dije a Chloe y a Jamie, luego salté fuera
de la habitación para marchar por el pasillo hacia la puerta principal. Sonó
una vez más, antes de que agarrara el picaporte y lo girara.
Cabreada, abrí la puerta de par en par, para cantarle las cuarenta a
quien sea que fuera, pero no había nadie parado en el porche. Salí y miré a
ambos lados, buscando al ofensivo tocador de timbres para poder gritarle
antes de que escapara. Estaba sola, de pie en el escalón de cemento, con
la radiante luz solar brillando sobre mí y los pájaros piando cerca,
melodiosamente.
Era un día de verano idílico, con despejados cielos azules y un perfecto
clima para estar al aire libre, pero no podía dejar de temblar. Se me erizaron
los pelos de los brazos y nuca, se me puso la piel de gallina en toda la piel. El
miedo me aferró con una amplia mano de hierro y no podía desecharlo.
Abrazándome fuertemente escaneé la zona en busca del origen de mi
miedo irracional. Una mujer pasaba caminando mientras empujaba un
cochecito de bebé, con su niño balbuceando felizmente en el interior. Los
vehículos pasaban, ninguno reduciendo la velocidad, ni deteniéndose cerca
de la casa. Nada parecía amenazante, y sin embargo la amenaza estaba
allí.
Alguien me observaba. Estoy segura de ello. Se me estremecía la piel a
causa de la mirada fantasmal. Miré alrededor otra vez. Y esta vez mi visión
cambió. Todo lo que miraba cambiaba de forma, exactamente como lo había experimentado en el cuarto de baño del hospital. Todo era doble, o
desprendiendo algún tipo de aura que refleja el objeto en sí mismo.
El arbusto de azalea, la piedra decorativa en el medio del césped,
incluso la silla de jardín, ubicada en la parte delantera, adquirió una nueva
dimensión. Ver los objetos así era bastante genial, pero aun así tenía una
sensación de paranoia. Todavía se sentía como si estuviera siendo observada
desde algún lugar cerca.
Entonces, una forma humana osciló en mi campo visual. Venía desde
la acera cerca de la casa. Observé y esperé, anticipando, mientras la figura
cruzaba la hierba recién cortada. Pude ver la persona y luego un halo de
color, alrededor de su silueta. Los azules, verdes y amarillos sol se
arremolinaban juntos alrededor, balanceándose hacia adelante y atrás,
meciéndose con el movimiento de la persona.
—Oye , ¿Qué estás haciendo ahí parada?
Era mi hermano Kyle, avanzando hacia mí, vestido con pantalones
cortos y una camiseta sin mangas, su atuendo habitual.
Dándome cuenta de que mis ojos debían estar haciendo la
espeluznante cosa de la tinta, como para mirar en esa dirección, bajé la
mirada y fingí estudiar mis pies. No quería que los viera Kyle. Se desquiciaría.
—Alguien tocó el timbre. Sólo vine a ver quien era.
Mientras se acercaba al pórtico, miró a un lado luego al otro,
obviamente intentando averiguar si yo había perdido la cabeza o algo así. —
Está bien, entonces, ¿Quién era?
Sacudí la cabeza, todavía cabizbaja. —Ah, nadie, supongo.
Subió el pórtico pero se detuvo a mi lado antes de entrar en la casa. —
¿Estás bien?
—Sí, bien. —Me froté los ojos. No podía regresar a la casa teniéndolos
así. Alguien llamaría a mi mamá, volvería al hospital y probablemente
acabaría atravesando un montón de pruebas dolorosas—. ¿Dónde estabas,
de todos modos? Pensé que estabas en tu dormitorio.
—Fui en la casa de Brian, a jugar un poco de baloncesto. —Después de
mirarme divertido, entró a la casa—. ¿Vas a volver adentro?
—Sí, en un minuto. Sólo deja la puerta abierta.
—Está bien —dijo, con una peculiaridad en su voz, después de la última
sílaba murmuró por lo bajo—. Bicho raro. —Pero lo oí de todos modos.
Su pequeño comentario no me sorprendió —Kyle y yo éramos
completamente opuestos. Él era alto y rubio, mientras que yo era baja y bien,
me teñía el cabello mensualmente, por lo que supongo que eso no contaba Le encantaban los deportes y era miembro del equipo de baloncesto de la
escuela. Yo me las arreglaba para jugar un partido promedio de hockey
aéreo de vez en cuando en el salón de billar. Académicamente éramos casi
lo mismo. Ambos acumulábamos B, con algunas C mezclado en el montón.
Sin embargo, yo sí me las había arreglado para anotar una A, en el último
trimestre, en arte. Afortunadamente mi maestro tenía un gran sentido del
humor y pensó que mi escultura de un espermatozoide construido
enteramente con tampones era inspiradora.
La música y las películas también eran diferentes. Mientras me inclinaba
hacia el hardcore, incluyendo encantadoras películas de terror, Kyle estaba
totalmente inmerso en el Pop. Aunque yo pensara que Superbad2 era una
película comiquísima. Quiero decir, ¿Quién no podría amar a McLovin? Y
también pensaba que Michael Cera era muy lindo.
Después de unos minutos más, me di por vencida en intentar averiguar
quién me observaba, si es que lo hacía alguien. Me froté los ojos hasta que
me picaron, pero finalmente mi visión volvió a la normalidad. Eché un vistazo
alrededor del jardín, una última vez, antes de encaminarme dentro.
En la periferia de mi vista me pareció ver movimiento en las sombras
junto a la casa, pero en lugar de detenerme a revisar, me sacudí fuera la
sensación y regresé a mi dormitorio. Ya tenía bastante de sentirme asustada
para un día. Calculo que había sobrepasado mi cupo.
Empujé la puerta de mi habitación con la intención de tirarme de
nuevo en la cama y agarrar el teléfono para pedir una pizza. Eran más de las
seis y mi estómago empezaba a quejarse. Pero cuando entré, un chillido
agudo, como la señal del sistema de alarma, invadió mis oídos. Me aferré la
cabeza intentando ahogar el ofensivo sonido.
—¿Qué diablos es eso? —grité, por encima del clamor.
Tanto Chloe como Jamie me contemplaron con extrañeza. —¿De qué
estás hablando? —preguntó Chloe.
—Ese ruido. ¿Qué demonios es?
—Es Malicia, tonta. Estaba en tu iPod —dijo Jamie.
Chloe frunció el ceño. —Le dije que no estaba segura de si querrías
escucharlo, considerando.
—Esto no es Malicia. No puede serlo. —Me saqué las manos de los
oídos y me dirigí hacia la plataforma de los altavoces del iPod. Todo lo que
podía escuchar era el perforante zumbido de la estática que venía a través
de los diminutos orificios.
2 Superbad.- Supersalidos -Superbad en inglés y Súper cool en Latinoamerica.
Luego, cuando me esforcé, realmente me esforcé, pude oír palabras
susurradas.
Eres mía…
Me perteneces…
Me quieres más allá de toda razón...
Nunca amarás tanto a nadie como me amas a mí…
Y entonces, como una bofetada en la cara, el escozor irradió por mi
cuerpo.
, sé que estás escuchando...
Me tropecé hacia atrás. Se me enredaron los pies, tropecé sobre el
montón de zapatos y revistas en el suelo y terminé sobre mi culo.
Chloe tendió la mano para ayudarme a levantar. —¿Qué te pasa?
Me la quedé mirando, las palabras susurradas aún acariciaban mis
oídos como los dedos de un amante. —Apágalo.
Ella vaciló, una mirada de preocupación en su rostro cauto.
—¡Apágalo! —grité.
Sorprendido por mi arrebato, Jamie manipuló torpemente la
plataforma pero finalmente se las arregló para lograr sacar el iPod de ella,
deteniendo la música de inmediato. Apoyó el dispositivo sobre mi aparador.
—Mierda, . ¿Cuál es tu problema?
—Déjala en paz. —Chloe me puso de pie y me pasó un brazo
alrededor de los hombros—, ella ha pasado por unos días duros.
Aún temblando, le permití a Chloe que me guiara a la cama y me
sentara. Se sentó a mi lado, su mano frotando mi hombro. Apreciaba su
esfuerzo para calmarme, aún cuando fuera completamente inútil. Jamie sólo
se quedó parado al otro lado de la habitación mirándonos, sin estar seguro
de lo que decir. No podía culparlo.
Ninguna de nosotras le había contado sobre el incidente después del
concierto de Malicia. Lo único que sabía era que me había metido con otra
chica y que le había arrancado el anillo de su nariz. No quería decirle sobre el
resto. Todavía no estoy absolutamente segura de no haber sido violada o
asaltada. Definitivamente había sido drogada, de eso no tenía dudas, pero
el resto aún era brumoso.
Hubo algunas veces, cuando todavía me encontraba en el hospital, en
que había querido preguntarle al médico si me había examinado por
completo y si había encontrado algo raro. O si había hecho una prueba de
toxicología en mi sangre y encontrado RBH flotando en mi sistema. Pero
había estado demasiado avergonzada para preguntar. No era en realidad
un buen tema para una charla casual. También había estado tan ansiosa por
salir del hospital, que no quise darles más razones para mantenerme allí.
Después de unos segundos de silencio, Jamie se aclaró la garganta. —
Yo me voy a ir. —Se dirigió hacia la puerta—. Mi papá fue a hacer las
compras para la vuelta al colegio y quién diablos sabe con lo que regresó.
Juro por Dios que el tipo piensa que todavía tengo doce años.
No le respondí. Mis oídos todavía hormigueaban por la estática en la
música. Les di un manotazo, escarbando con los dedos en el interior. Picaban
como si mil arañas bebé estuvieran arrastrándose por ahí.
—Hasta luego —dijo Chloe.
—Las veré en el colegio, chicas. —Dejó la puerta del dormitorio
cerrada detrás de él.
—¿Quieres que llame a tu mamá? —preguntó ella.
Negué con la cabeza. No quería tener que explicarle nada a mi
mamá. Porque, bueno, no podía explicarlo. No tenía ni una maldita idea de
lo que me ocurría. Quizás comenzaba a volverme loca. Tal vez había
contraído una grave enfermedad de trasmisión sexual y me afectaba mi
cerebro. Sífilis. Eso era. Mi cerebro era devorado lentamente por ello. Al
menos, pensaba que esa era la manera en que la enfermedad trabajaba.
No había realmente prestado atención en la clase de salud.
Un escalofrío violento sacudió mi cuerpo. —Sólo siéntate conmigo un
rato, ¿De acuerdo?
Sin decir una palabra, colocó su cabeza contra la mía y me apretó el
hombro, y supe que se quedaría conmigo tanto tiempo como lo necesitara.
Hasta el final de los días o hasta que me quedara dormida, lo que ocurriera
primero.
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
CAPITULO 8
Al salir de un sueño extraño y misterioso que no podía recordar,
me di la vuelta, para tratar de sentirme cómoda. Una vez que
Chloe salió como a las nueve, me quedé dormida y había
estado entrando y saliendo de mi conciencia desde entonces. Creo que
mamá me echo un vistazo cuando llegó a casa del trabajo, pero no podía
estar segura.
Incapaz de estar realmente cómoda, había estado lanzando las
cobijas y enrollándome en ellas alternativamente. No sabía si estaba caliente
o fría. Ahora bien, definitivamente fría. Como no quería abrir los ojos, busqué
a ciegas por las cobijas. Si me atrevía a abrirlos, entonces podría considerar la
posibilidad de mantenerme despierta. Estar despierta significa pensar, y
realmente no quiero hacer mucho de eso en un corto tiempo. Sin embargo,
no pude encontrar las malditas cobijas.
Cortando mis ojos hasta media asta, levanté la cabeza para buscar las
cobijas. Pero se encontraban muy lejos. Alrededor de ocho pies debajo de
mí.
Jadeando, trate de enterrar los dedos en la escayola del
techo. Cualquier cosa que me anclara. Mi corazón latía con fuerza en mi
pecho y me sentía mareada y aturdida. No era una persona de alturas. El
vértigo se instaló en mí, y parecía que el cuarto estuviera dando vueltas en
un círculo debajo de mí.
—Ay dios mío. Ay dios mío. Ay dios mío —gritaba una y otra vez
esperando que de alguna manera me salvaría de la dura realidad en la que
me había quedado atrapada en el techo y no me encontraba protegida en
mi cama en el suelo.
Aunque técnicamente, no estaba atrapada. Me podía mover. Con
cuidado, girando sobre mi estómago, cogí la lámpara. Las yemas de los
dedos sólo la rozaron. Tomando una respiración profunda, en cierto modo
reboté/oscilé a través del techo para acercarme a la luz.
Por suerte, no dormí desnuda. Puedo imaginarme cómo sería si alguien
entrara a mi habitación y viera una chica desnuda pegada al techo. Estoy
segura de que no sería una hermosa vista. Bueno, quizás si para un chico.
Ser vista usando mi blusa de tirantes y mis pantaloncillos con brillo en la
oscuridad de Bob Esponja, sería suficientemente malo. Además, me imagino
frotándome contra el estuco del techo, no se sentiría nada agradable en mi
cuerpo.
Agarré la lámpara con ambas manos y me pregunté cómo diablos iba
a bajar. No tenía idea de cómo llegué aquí, ni por qué, pero en realidad lo
único que importaba era poner mis dos pies de nuevo en tierra firme. Todo lo
demás, tendría que esperar hasta que esa gloriosa cosa pasara. Podría
llamar a mamá, pero me imaginaba que no estaría demasiado tranquila
viendo a su hija flotando en el techo. Además de eso, que sin duda me
llevaría de nuevo a los médicos. Dado que flotar definitivamente no estaba
en ninguna lista de síntomas de las enfermedades conocidas por el hombre, ir
a los médicos no me va a hacer ningún bien de todos modos.
No, esto era otra cosa. Algo no natural. Algo aún sobrenatural.
Imágenes del actor Tobey Maguire, arrastrándose por una pared de
ladrillos en la primera película de Spiderman, vinieron a mi mente. Levanté mi
mano y mis dedos para inspeccionar diminutos pelos de púas. A pesar de
que no tenía delirios de grandeza de convertirme en un superhéroe, pensé en
la idea de que tal vez había sido infectada con algo nocivo o
extranjero. Pero eso sólo engendró imágenes de zombies corriendo por las
calles de Londres de la película 28 Days Later. Era una idea estúpida.
Sin embargo, había muerto a principios de esta semana.
Eché un vistazo alrededor de mi habitación en busca de cualquier
cosa que pudiera ayudarme a bajar. La mesa de la ventana era mi mejor
opción. Era lo suficientemente sólida como para que pudiera agarrarme a
ella y tirar de mí hacia abajo a lo largo de la pared. Llegar a ella era otra
cosa.
Prueba de mis limitaciones, puse mis piernas hacia arriba. Mis rodillas
raspadas contra el estuco. Sabía que picarían más tarde, pero en este
momento no podía dejar que eso me detuviera. Aun sosteniendo la lámpara,
me arrastré de rodillas a través del techo. El yeso duro arrancando mi piel
mientras me arrastraba hacia la ventana. Sólo unos poco gateos más y
llegaría a la barra de la cortina, pero tuve que dejar ir la luz para llegar allí.
Tomando una respiración profunda, lancé mi bolsa sobre el aparato de
latón y, tratando de desenterrar los dedos hacia el techo, me arrastré los
últimos metros a la pared. Agarré la barra de la cortina y dejé escapar el
aliento, agradecida de que no me alejara flotando. Ahora sólo me faltaba
detenerme para tomar el escritorio. Sonreí para mis adentros, pensando que
lo había hecho bastante bien hasta ahora. Sin gritos frenéticos o desmayos.
Mano sobre mano, me moví a lo largo del marco de la ventana, hasta
llegar al final. Mi escritorio apostado a lo largo del lado de la ventana. Una
mano sin soltar la barra, tendí la otra mano para agarrar la cima de la
estantería en mi escritorio. Estirándome tanto como podía, todavía seguía a
unos dos metros de distancia. No iba a llegar a ella sin empujarme desde el
techo.
No era que yo tuviera miedo a caer, era el temor de ¿Qué si no lo
hacía? ¿Qué pasaría si me quedo atrapada en el techo para siempre?
Tal vez mamá podía cobrar una tarifa a la gente para venir y ver el
monstruo que vive en el techo. Podría ser una opción interesante de
carrera. No tendría que sucumbir a la presión que mamá me daba por ir a la
universidad. Yo, literalmente, podría estar sin hacer nada. Excepto que estaría
yaciendo en el techo y no en el sofá viendo la televisión.
—Bueno, aquí va. —Tensando una mano y las rodillas contra el techo,
conté hasta tres entonces me empujé.
Quedé en el aire por un momento, y luego sentí que me chupaban de
nuevo hacia arriba. Escalando cogí un puñado de la cortina rosa fuerte para
evitar pegarme al techo de nuevo. Mi cara estaba pegada al cristal de mi
ventana. Y ahí fue cuando vi al muchacho sentado en una rama grande, en
el viejo roble, justo afuera de mi ventana. Su rostro era iluminado por la luz de
la luna y no se veía muy feliz.
Aullidos de sorpresa, mientras caía al suelo.
Nada rompió mi caída y llegué prácticamente ilesa a la alfombra. A
pesar de que me golpeé la cabeza contra la ventana mientras
caía. También me las arreglé para sacar todo el aire de mis pulmones.
Mi cabeza empezó a latir, me di la vuelta sobre mi espalda para tomar
unas cuantas respiraciones profundas. Froté mi frente, asegurándome de que
no había sangre, luego me senté, aunque lentamente y con cuidado. Me
dolía todo el cuerpo. Dios, iba a estar adolorida mañana. Miré hacia abajo, a
mis rodillas e hice una mueca. Estaban muy bien ralladas. La sangre
salpicaba la alfombra donde había aterrizado.
Luché para ponerme de pie y me asomé por la ventana. El chico del
árbol todavía seguía allí. ¿Qué demonios? Eché una mirada furtiva a Tom,
sentado fuera de mi ventana. Me pregunté cuánto tiempo había estado allí y
qué era exactamente lo que había visto. Enojada, deslicé la ventana y saqué
la cabeza.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Él no respondió, simplemente se
sentó y me miró fijamente, con la mano envuelta alrededor de una de las
ramas de los árboles—. Voy a llamar a la policía, imbécil.
—Puedo ayudarte. —Había algo en su voz que me dio que pensar. Era
familiar. No era la misma voz, pero el timbre de la misma. La forma en que se
movía y ondulaba. La forma en que fluía derecha a mí. Me gustó la forma en
que me sentí por dentro. Toda caliente y pegajosa, como una galleta recién
horneada con chispas de chocolate, mi favorita. Me temblaban las manos,
pero mantuve mi barbilla arriba. No quería que viera que me sentía por una
parte asustada y por otra parte excitada.
—Ayudarme, ¿A qué? ¿A desnudarme? Pervertido.
—Sé lo que te está pasando. —Fue entonces, que lo reconocí por la
forma en que la luz de la luna bailaba en su cara. Un rostro pálido, con los
pómulos perfectamente esculpidos y la mandíbula fuerte que había visto
antes.
—Estuviste allí, en la fiesta.
—Ven conmigo. Y te diré lo que está pasando. —Quería ir con él. La
necesidad me sacudió violentamente. Tan violentamente que quería saltar
por la ventana sin preocuparme de cómo o dónde llegaría. Mis dientes aún
dolían por el tirón. Sacudiendo la cabeza para despejar mi mente, le dije—:
No voy a ninguna parte contigo. Ni siquiera te conozco.
—Mi nombre es Zayn.
—No me importa cual sea tu nombre —balbuceé—. Me estás
enloqueciendo y quiero que te vayas.
—Va a empeorar antes de mejorar. Tienes que estar preparada.
—¿Preparada para qué?
—Para perder la cabeza.
Me entraron ganas de reír, pero la forma en que lo dijo, tan seria, tan
solemne, hizo que mi corazón golpeara duramente. Mi garganta se secó y
todo mi cuerpo se heló. Nunca había sentido tanto frío en mi vida.
—Sólo por favor vete.
—No seas estúpida. Escucha lo que te estoy diciendo.
—No me has dicho nada —resoplé—. Estás sentado en un árbol, afuera
de mi ventana, como un acosador. ¿Por qué diablos iba yo a escucharte?
—Porque sé en lo que te estás convirtiendo. —Sonrió, pero no había
humor en él. Mis rodillas se volvieron de goma. Tuve que agarrar el alféizar de
la ventana para detener el colapso al suelo—. Lo sé, porque soy uno de ellos.
—¿Uno de quienes? —La puerta de mi habitación se abrió y mamá
entró arrastrando los pies.
— . Son las tres de la mañana. ¿Qué estás haciendo? —Di media
vuelta, tratando de cubrir las rodillas y la ventana, todo al mismo tiempo.
—Nada.
—Estás asegurándote de hacer mucho ruido, para nada. —Ella se
movió más en la habitación y encendió la luz principal—. ¿Qué estás
haciendo en la ventana?
Me volví hacia el cristal, preocupada de que mi madre viera a Zayn
en el árbol. Pero no tenía que preocuparme. Él se había ido. Desaparecido.
Miré hacia abajo en el patio y más allá de la calle, pero no vi su forma
caminar lejos. Era como si se hubiera empañado en las mismas sombras. Me
estremecí de nuevo, y luego me volví hacia mi madre. Me encogí de
hombros.
—Me pareció oír algo fuera. —Se acercó a mi lado para mirar por la
ventana.
—¿Había algo?
—No. —Negué con la cabeza y me pasé una mano por el pelo de rata
anidada—. Debo de haber estado soñando.
—Está bien, cielo. —Bostezó, dio unas palmaditas con su mano en mi
cabeza, en su forma habitual—. Vuelve a la cama. Tienes tu primer día de
clases mañana. —Asentí con la cabeza, deslicé la ventana hasta cerrarla, y
anduve a través del cuarto hasta mi cama. Me deslicé entre las sábanas y las
puse a mi barbilla. Ya no tenía que preocuparme de estar caliente y luego
fría. Era como un burrito congelado hasta la médula. Mamá se arrastró hasta
la puerta y apagó la luz.
—Buenas noches.
—Buenas noches, mamá.
Pasó y cerró la puerta detrás de ella. Pero sabía que no volvería a
dormir. Mi mente corría y golpeando mi corazón. No había manera en el
infierno de que pudiera cerrar los ojos y volver a la tierra de los sueños. No,
cuando estaba totalmente lúcida y consciente, actuando en mi propia
pesadilla.
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
capitulo 9
Me sentía cansada hasta los huesos, mientras caminaba por la
acera, hacia los escalones de la entrada de la secundaria
Boise. Fiel a la forma, no volví a dormir después de haber caído
desde el techo. Me quedé despierta, considerando todas mis opciones. La
conclusión que se me ocurrió, fue que todo esto, todo lo que pasaba, tenía
algo, tal vez todo, que ver con Malicia, después de la fiesta.
Había sido drogada allí. Dejada como basura en un contenedor, en el
centro, a continuación, después de rescatarme a mi misma, me fui a casa y
morí. Después de volver a la vida, mis ojos habían sido completamente
negros, escuchaba palabras en estática, y parecía tener la capacidad de
pegarme a los techos. Ah, y Zayn el mirón, que había visto en la fiesta
posterior.
Coincidencias tal vez, pero no era probable.
Cuando me acercaba a la escalera de piedra blanca vi a Chloe y a
Jamie inclinados en contra de uno de los rieles de metal esperándome. Era
nuestro último año y nos comprometimos a conquistarlo juntos, incluso
aceptando tomar las mismas asignaturas optativas. Ninguna de ellas alguna
vez tendríamos que utilizarla de nuevo en nuestras vidas. Sólo queríamos
atravesarlo con un poco más de inteligencia, ninguno usando lo peor, y
siendo capaz de conseguir trabajo. Cualquier otra cosa sería un milagro. No
tenía ilusiones de ser una médica, abogada, o incluso una empresaria de las
empresas punto com. Sólo quería un trabajo decente en el que pudiera usar
lo que quisiera y ser capaz de escuchar música mientras trabajaba. Perdí por
completo la ambición.
Chloe hizo señas mientras me acercaba.
—Oye, chica, ¿te sientes mejor?
—Sí, sólo cansada. —Reajusté mi mochila en mi hombro tratando de no
mostrar los círculos oscuros alrededor de mis ojos. Incluso, cantidades
copiosas de maquillaje, no podían ocultarlo esta vez.
—¿Lista para la tortura y el trabajo de esclavos y la degradación? —
preguntó Jamie, pasándose una mano por su mata de pelo rubio platino, y
luego dándome su brazo. Asentí con la cabeza y envolví mi mano alrededor
de su brazo ofrecido.
Ya lo creo. La secundaria manda.
A medida que subíamos las escaleras, varios de nuestros compañeros
se volvían y nos miraban. A pesar de que no destacábamos entre la multitud,
había pensado que después de los últimos dos años todo el mundo se había
acostumbrado a nuestros maliciosas maneras. No hubo risitas o pinchazos en
las costillas y señalamientos maleducados. Las miradas eran más curiosas que
burlonas. Y nueve veces de cada diez, eran de chicos.
Subconscientemente le di una palmada a mi cabello, asegurándome
de que no quedaran sueltos, pegándose libremente. Discretamente, le eché
un vistazo a mis vaqueros asegurándome de que mi cremallera estuviera
arriba y que ninguna parte importante de mi cuerpo estuviera saliéndose de
cualquier desgarro o agujero. Los cordones de mi Doc estaban hechos, por lo
que no era eso. Subí la cremallera de mi sudadera de cráneos felices con
capucha y no llevaba una camiseta donde cualquier parte se asomara
inapropiadamente.
Por lo tanto, ¿Qué era lo que todo el mundo miraba?
Cuando nos acercábamos a las puertas, tanto Jamie como Chloe
notaron la atención, y miraron a su alrededor también, comprobando, para
ver si tenían algo vulgar saliendo de cualquier parte de su ropa.
—¿Qué esta mirando todo el mundo? —Me susurró Chloe. Me encogí
de hombros, no tenia la menor idea.
—Oye, . —Estuve a punto de tropezar con mi propia bota
cuando Josh Kirby, el chico más popular de la escuela, me sonrió. Alargó la
mano para estabilizarme. Su mano se quedó en mi brazo un poco más de lo
necesario. Pero olía bien, así que no me importó lo más mínimo.
—Ah, ¿Hola? —dije, confundida como el infierno, por qué hablaban
conmigo. En todos los años que habíamos estado yendo a la misma escuela,
nunca había hablado conmigo. Ni una sola vez. Ni siquiera un "perdón",
después de chocar contra mí en el pasillo.
—¿Cómo fue tu verano?
—¿Bien? —A pesar de que sonaba como una idiota, no podía dejar el
cuestionamiento en mi voz. Me encontraba en shock total y realmente no
podía ser responsable de lo que decía o hacía.
Tanto Jamie como Chloe se encontraban en iguales estados de shock,
por lo que se quedaron allí y vieron el intercambio con la boca abierta y los
ojos muy abiertos. Josh estuvo a punto de decir algo más, cuando las SS, Set
de Silicona, llamadas así por sus pechos hinchables que todos pensaban eran
falsas, conformado por Heather, Megan y Lauren, se interpusieron entre
nosotros. Heather era ex novia de Josh y una réplica completa de Britney
Spears, pero sin ningún talento. Me miró, dagas de hielo volando desde el
blues a su bebé.
—¿Hoy es el día de ser amable con los raros o algo así? ¿Me he
perdido el mensaje de texto? —Megan y Lauren se echaron a reír con ella,
pero es sorprendente que Josh no lo hiciera, ni tampoco su mejor amigo,
Pete. Tal vez soñaba. Pasé una mano sobre mi brazo y pellizqué mi piel,
duro. No, estoy despierta, ya que dolía como un tío.
—Cállate, Heather —dijo Josh. La pequeña multitud que se había
reunido a nuestro alrededor, se quedó sin aliento por la sorpresa. Si mi
mandíbula inferior no había sido atacada, hubiera caído al escalón de
piedra y roto en mil pedazos.
—¿Perdón? —tartamudeó Heather.
—Ya me has oído. —Josh subió su mochila al hombro, con Pete
uniéndose a él a su lado, se dirigió hacia la puerta principal. Me sonrió de
nuevo, esta vez con un guiño lascivo—. Te veré más tarde, .
Desapareció en la escuela, dejando una confusión girando en su
camino. La multitud murmurando comenzó a romperse, pero no sin echarme
un vistazo una vez más, una o dos veces, mientras se abrían camino en la
escuela. Heather y su tripulación fueron los últimos en salir.
—Esto no ha terminado, monstruo —espetó ella a mí.
—Hey, estoy tan confundida como tú, sácalo con Josh, no conmigo.
—Lo que sea. —Después de oscilar su pelo rubio sol por encima del
hombro, enderezó los hombros y, su tripulación a los lados, se pavoneaban a
través de las puertas de la escuela. Eso me dejó, a Chloe y Jamie de pie
fuera, inmóviles por la sorpresa.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Chloe.
—No tengo ni idea —respondí.
—Eso fue muy raro. —Jamie sacudió la cabeza—. ¿Crees que te está
haciendo una broma?
—Tal vez. —Me encogí de hombros otra vez. Pero no estaba tan
segura. Cuando Josh me había tocado, me sentí extraña, diferente. Su olor
era fuerte en mi nariz. Olía como si fuera dulce. Sabroso y dulce. Era extraño
pensar en él de esa manera, como algo comestible. Pero la sensación se
encontraba allí. Mi estómago se apretó un poco, con el pensamiento de
lamer un lado de la cara.
Lo que estaba pasando, sentí que tenía algo que ver con todos los
otros cambios en mí. Pero por lo menos éste era agradable. No me molesta
un poco si Josh Kirby se sentía atraído por mí. A mí me gustaba. Una gran
cantidad. Me daba una sensación de poder que nunca había
experimentado antes. Poder de persuasión. Poder para seducir.
Sintiéndome mucho mejor y sin el más mínimo cansancio, acomodé mi
bolso en el hombro y fui a la escuela, feliz como un cerdo yendo al basurero,
Chloe y Jamie arrastrándose tras de mí.
Tal vez mi último año de la escuela secundaria no iba a apestar. Tal vez
iba a ser un evento que cambia la vida. Uno en el que nunca sería la misma
otra vez.
Después de una mañana de conseguir los horarios de clase, codicia,
armarios, y vagando por el campus en busca de las aulas, Chloe, Jamie y yo
estábamos sentados en el Lava Java, una cafetería no muy lejos de la
escuela, consumiendo café moca con crema batida y pequeños pedazos
de chocolate en la parte superior. Era nuestra merienda habitual en la hora
del almuerzo.
Nuestro principal tema de conversación, ¿Por qué Josh Kirby
coqueteban conmigo?
Pasó dos veces en el pasillo y las dos veces sonrió. No una sonrisa al
azar, obligada, pero una cálida sonrisa atractiva, sexy, que hacía cosas
interesantes en partes de mi anatomía inferior. Como yo nunca había
pensado mucho acerca de Josh en el pasado, mi reacción era inesperada
para él. Siempre había sido muy popular, como el capitán cliché del equipo
de fútbol, un estudiante de A y todos los chicos dorados. Incluso parecía de
oro con su perfectamente desordenado cabello rojizo y sus verdes ojos con
rayas y motas de oro. Tenía perfectos dientes blancos, que tuvieron que ser
blanqueados, estoy segura de que al menos dos veces al año, altos pómulos
afilados y una mandíbula fuerte. Era tan repugnantemente bien parecido,
como un top model de Nueva York, y no me sorprendería en lo más mínimo si
Josh podía pavonearse por una pasarela con el resto de ellos.
Estaba tan lejos de mi radar, que nunca me puse a pensar en él. En
especial, no como material de novio potencial. Prefería mis chicos altos,
morenos, y con trastornos emocionales. También que usaran mucho negro y
gustarles el dolor —quiero decir que duele como un hijo-de-perra hacerse un
tatuaje, y conseguir un piercing en la lengua. Lo sé. He pasado por los
dos. Cualquiera que diga algo diferente, está mintiendo a través de sus
dientes.
Por lo tanto, supongo que era hipócrita de mi parte que, de todos, de
repente lo encuentre atractivo. Pero no podía negar que lo hacia. Podía
negarlo a mis amigos, lo que tenía toda la intención de hacer, pero no podía
mentirme a mí misma.
—Simplemente no lo entiendo —dijo Jamie, mientras masticaba su
paja—. No es que no seas, ya sabes, linda, , pero realmente no creo
que tú seas su tipo, en absoluto.
—Gracias Jamie, por tu comprensión. —Le di un sorbo a mi bebida.
—Oye, sólo estoy diciendo. —Chloe deslizó la paja de su bebida y utilizó
una cuchara, para sacar la crema batida.
—Bueno, no importa de todos modos, por qué Josh está interesado,
porque no es como si estuviera interesada también. —Ella me miró con
curiosidad, cuando no dije nada de inmediato. Sabía que esperaban que
estuviera de acuerdo—. ¿Cierto? —Asentí con la cabeza, vigorosamente,
aunque mi corazón no estaba de acuerdo. Tenía una especie de interés.
—De acuerdo. No me interesa en absoluto. Él es un idiota.
No creo que ella estuviera convencida de mi vehemencia, porque me
preguntó—: Si él te invitara a salir, dirías que no, ¿verdad?
—Por supuesto. —Evité su mirada, mientras decía las palabras. En su
lugar, me concentré en coger un trozo de chocolate con la punta de la paja.
Ella me dio un codazo en el brazo, y mis copos de chocolate cayeron sobre
la mesa.
— No puedo creer que estés pensando en salir con él.
—Mierda, Chloe, que ni siquiera me ha invitado a salir. —Limpié el
chocolate sobre la mesa con la servilleta—. ¿Por qué estamos todavía
discutiendo esto?
—Debido a que, básicamente, no tenemos nada más interesante para
hablar —dijo Jamie—. Esa nueva banda, Supernatural viene a la ciudad —
ofreció a Chloe, mientras lamía la crema batida de la barbilla—, tenemos
que ir. —Jamie sonrió.
—Odio a esos tipos.
—¿Qué? Acabas de descargar su último CD. —Ella dijo.
—Sí, por eso los odio. Eso aspira bolas de burro. —Riendo, me paré.
—Me voy a golpear la cabeza.
Me dirigí hacia el baño de mujeres en la esquina de la tienda. Ambos
puestos estaban vacíos cuando entré y rápidamente usé uno, tarareando
una melodía que hice. Pero cuando salí, la canción se pegaba en mi
garganta y casi me ahogo.
Zayn se sentó en el mostrador, cerca del lava manos, un café de
moca en la mano. Lo bebió, sin apartar la mirada de mi cara. Me quedé
boquiabierta. Mi boca abriéndose y cerrándose como un pescado.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí?
—Tratar de ayudar. —Fui al lavabo, abrí el grifo y me lavé las manos. A
medida que las secaba, con la toalla de papel, fruncí el ceño.
—¿Cómo has entrado aquí? ¿Está el baño de hombres lleno o algo así?
—Tiré la toalla mojada en la basura. Hizo un gesto hacia la puerta.
—Entré por la puerta, genio. He hecho un signo de orden en ella y la
cerré con llave, así que no nos veremos perturbados.
—No te puedes meter aquí sin haber sido invitado y esperar que yo esté
toda agradecida y feliz por eso.
—No lo hago, pero sí espero que escuches por lo menos.
—¿Por qué habría de hacerlo?
—Porque te voy a decir toda la verdad, pero sólo si me prometes no
asustarte.
—Amigo, ya me estoy volviendo loca. ¿Cuánto peor podría seguir?
—Oh, va a empeorar mucho, confía en mí.
—Bueno, eso es la cosa, no lo hago. No tengo idea de quién eres.
—Soy el roadie de la banda. He estado con ellos desde hace tres
años. —Mi corazón se aceleró y las palmas de mis manos todas sudadas. El
pánico empezaba a asentarse en el interior. No pensé que quisiera oír lo que
Zayn tenía que decir. Iba a decirme lo que me temía que había sucedido
esa noche. Iba a confirmar que me habían violado.
—Puedes decirle a Harry. Que no recuerdo lo que pasó esa noche. No
voy a ir a la policía ni nada.
—La policía no puede ayudar de todos modos. —La forma en que lo
dijo, la amenaza en su voz, hizo que los pelos de mis brazos se movieran. Un
nudo en la garganta. Miré a mi alrededor, el cuarto de baño, en busca de
algo que podría utilizar como un arma si tenía que hacerlo. Una campana de
alarma sonó en mi cabeza. Estaba allí para infundir miedo en mi corazón. Y
funcionaba realmente bien. Mi corazón golpeaba por él.
Debe de haber percibido mi creciente alarma, el instinto de luchar o
huir, porque puso el vaso boca abajo y se deslizó por el mostrador de pie
junto a mí. ¿Me va a agarrar?
En un ataque de pánico, cogí el dispensador de jabón líquido en el
mostrador y se la arrojé con fuerza. Le pegué un tortazo justo entre los
ojos. ¿Quién sabía que podría darle a un objetivo tan bien?
—¡Maldita sea! —Él tropezó hacia atrás y se frotó la frente—. ¿Qué
demonios estás haciendo?
—Defendiéndome. —Di un paso atrás, preparándome para darle una
patada justo entre las piernas—. No te acerques más. Voy a patear tu basura
a tu garganta. —Dejó de moverse más cerca, pero siguió frotando su cabeza
con sus dedos, mirándome. Sonrió.
—Buen tiro. Un pequeño consejo, sin embargo, no le digas a tu
atacante lo que planeas hacer con él. Arruina la sorpresa.
—Voy a recordarlo, gracias —le dije, mi cuerpo temblaba de
adrenalina. Como si estuviera drogada, mi cabeza daba vueltas, mis
músculos se flexionaban por su cuenta. Odiaba admitirlo, pero en cierto
modo me gustaba la sensación. Me hacia sentir poderosa. Como si pudiera
patear el culo de alguien, sin problema.
—No estoy aquí para hacerte daño, . Así que puedes, por favor
¿No arrojarme más algunos artículos de baño?
—Voy a pensar en ello.
Él sonrió, y esta vez con calidez. Tenía una bonita sonrisa, con dientes
blancos y rectos. Había un pequeño hueco entre sus frentes principales. Me
pareció entrañable. Lindo uniforme. Pero no me hizo temerle
menos. Definitivamente había algo amenazante sobre .Zayn Era la manera
de moverse, líquido, al igual que los depredadores, y por la forma en que me
miraba, como si tuviera intenciones oscuras. Eso hizo que mi estómago se
apretara fuerte.
—¿Me escucharás ahora?
—¿Tengo alguna opción? —Me di cuenta de que había tomado un
lugar entre yo y la puerta.
—No. No, si quieres sobrevivir.
—Verás, cuando dices cosas como esas, me dan ganas de enloquecer
de nuevo.
—Tienes razón —suspiró—. Lo siento. Es sólo que nunca he tenido que
decirle a alguien esto antes.
—¿Qué es exactamente?
—Harry y el resto de la banda, bueno, no son...
—No son… ¿qué?
—Humanos.
La cabeza me dolía y tenía dificultades para tomar aire. Agarré el
borde del mostrador para mantener el equilibrio, y trabajé en la respiración.
Inhala, exhala. Adentro. Afuera. Adentro. Afuera.
—No te vas a desmayar ni nada, ¿Verdad? —Negué con la
cabeza. Pero no podía estar demasiado segura. Me sentía mareada, y el
sudor rodaba por mi cuello, para ser absorbida por la parte de atrás de mi
camiseta de Pitufina Gótica.
—Bueno, voy a jugar. Así que si no son humanos, ¿Entonces qué
son? ¿Vampiros? —Él negó con la cabeza—. ¿Hombres lobo? ¿Brujas? —
Pensé en todas las criaturas sobrenaturales sobre las cuales Hollywood había
hecho películas. Tal vez se trataba de un reality show nuevo y yo era la
estrella. Mira cómo hacemos a este adolescente ingenuo creer que son
criaturas sobrenaturales acechando la noche. Mira el estreno de temporada
esta noche en FOX.
—Son íncubos. —Eso me tiró por una cinta. Ni siquiera estaba en mi
lista.
—¿Íncubos? No estoy segura de que siquiera es lo que eso significa.
—Una pesadilla, es un demonio que se alimenta de la energía sexual
de la mujer. Por lo general, en la noche en sus sueños, pero estos individuos
han encontrado una manera de hacerlo a través de la música. —Y ahora él
no era tan aterrador, como loco. Genial, me quedé atrapada en un cuarto
de baño con un psicópata. Viva yo.
—Así que, digamos, que son adoradores de Satanás, y ¿Que están
tratando de convertir a la gente a través de las letras en su música? —Él me
miró entonces, su ceja arqueada.
—No seas estúpida.
—Sí, porque eso es realmente de lo que tengo que preocuparme
ahora, mi estupidez, mientras estoy encerrada en un cuarto de baño con un
looney toone que sigue acechándome. —Los golpes en la puerta me
sobresaltaron y me lancé unos cuantos centímetros en el aire.
— . ¿Estás ahí? —Era Chloe. Mi heroína, al rescate. Ella golpeó la
puerta de nuevo.
Enderezándome, di un paso vacilante hacia la puerta, esperando que
él me dejara ir, ya que ahora tenía un testigo. No se movió así que con
cuidado me deslicé a su alrededor.
—Ahora me voy, ¿De acuerdo? Por favor, no me sigas más.
—Debido a tu encuentro con Harry, estás cambiando. —Tragué el
nudo en la garganta. Oh, Dios mío, me había acostado con Hary. Tuve sexo
y no lo podía recordar.
—No sé lo que estás hablando.
—Claro que sí. —Y al igual que sus ojos se volvieron a la tinta. Parpadeó
y me sonrió. Y casi me meo en los pantalones—. Estas viendo cosas, escuchas
cosas, y te cogí en el pequeño acto flotante la otra noche. —Puse la mano
en mi pecho donde mi corazón latía tan fuerte que podía oír el flujo de
sangre en mis oídos. Juré que en realidad podría probar la sangre en mi
boca.
—No pasará mucho tiempo antes de empezar a pensar de manera
diferente. Vas a empezar a hacer cosas que nunca has hecho antes. Cosas
malas, . —Retrocedí hacia la puerta, me temblaban las manos y las
rodillas como gelatina, haciendo difícil mantenerme en pie—. Te estás
convirtiendo en un cambión. Mitad Incubus, y en tu caso, súcubo, la criatura
resultante de dormir con Harry.
Puse mi mano con la intención de tirar la puerta del baño para
abrirla. Quería que Zayn desapareciera. Quería que todo esto, esta
pesadilla se detuviera. Pero no podía cerrar los ojos. Lo sabía ahora. Abrí la
puerta, pero se encontraba cerrada. Hurgando, tiré del cerrojo para abrirlo.
—No te creo.
—Muy pronto lo harás.
Abrí la puerta y Chloe cayó en el interior. Tropezó conmigo
enviándome hasta la pared. Toqué la parte trasera de mi cabeza. Cuando
me recuperé, ella me agarraba del brazo.
—¿Qué diablos hacías aquí? Te fuiste hace unos veinte minutos. Pensé
que caíste o algo así. —Negué con la cabeza, tratando de despejarla.
—No, hablaba con... —Me giré para apuntar a Trevor. Pero él se había
ido. Una vez más. Desaparecido, como antes. Pero esta vez de una
habitación cerrada con llave. No lo había visto salir. Chloe miró a su
alrededor.
—¿Con quién? Tu amigo imaginario.
La miré a continuación. Tal vez esa era la verdad. Froté mi cabeza, en
la parte trasera, donde dolía. Tal vez me imaginaba todo esto. Y Zayn era
sólo un producto de mi imaginación.
Suspirando, abrí el grifo y eché agua fría sobre mi cara. Necesitaba una
noche de sueño reparador.
Entonces mis ojos se posaron en el vaso sobre el mostrador. Uno con
café de moca a medio terminar. La taza que Zayn había tenido en la
mano. Y sabía que no podía salvarme de esto como imaginario. Esto era
real. Él era real. Y todo lo que me sucedía era real también. Me guste o no,
tengo que lidiar con eso.
Chloe miró su rostro en el espejo, su sombra de ojos tan violeta
iridiscente como lo había sido esta mañana, luego me agarró del brazo.
—Vamos. Vamos a zafarnos el resto del día y vamos a jugar al hockey
de aire en el salón de billar. —Asentí con la cabeza y deje que me sacara del
cuarto de baño. Algunos juegos de hockey de aire sonaban bien. Por lo
menos, entonces no tendría que pensar. Tan sólo tendría que apartarme y
jugar.
Eso me gustó. Apartarme. Lástima que no pudiera hacerlo con todo lo
demás. Entonces, tal vez pararía el frío amargo que crecía dentro de mí. O
por lo menos, si no lo podía parar, no tendría que sentirlo.
opinenen:bye:
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
capitulo 10
Esa noche, el sueño comenzó con música.
Me encontraba otra vez en el concierto de Malicia. Pero esta vez
sola. Ninguna Chloe, y ninguna rubia tonta. Completa y
absolutamente sola. Solo estaba yo en la multitud, observando
tocar a la banda.
Harry cantaba para mí.
Me balanceaba a cada nota, a cada caída y cresta, en la cadencia
de su voz dulce y sensual. Me tenía en trance. Estaba atrapada en su
hechizo, pero yo quería estar allí. Eso me hizo sentir querida, anhelada y sexy.
Al igual que mi cuerpo era una flor esbelta, en movimiento, ondulándose en
la brisa suave, extendiéndose hacia los cálidos rayos del sol vivificador. Como
si el sol me deseara a mí y solo a mí.
Tomando el micrófono firmemente en su mano, Harry se inclinó hacia
mí. Sus ojos eran tan negros como el alquitrán. Pero no me inmuté, no
retrocedí. Me gustó que él me mirara tan intensamente. Ondas de deseo,
profundo e intenso, comenzaron en mi vientre. Casi jadeé en voz alta por la
fuerza de ellas.
Su voz era tan poderosa, que estuve a punto de llorar.
Me perteneces,
Nunca te dejare ir.
Soy tu dueño, yo te poseo,
Yo domino tu vida
Sígueme, sígueme
Más abajo
Recuerda…
Cosechas lo que siembras.
Sus palabras penetraron mi cuerpo, retorciéndose y desplazándose a
través de mis venas. Podía oírlas precipitarse en mis oídos, como si mi corazón
bombeara dentro y afuera, como la sangre rica en oxígeno.
Sonriendo, Harry llegó a mí. Las puntas de sus dedos rozaron a lo largo
la línea de mi mandíbula. Su toque era frio y caliente, como una quemadura
por congelación. Quemándome, abrasando mi carne. Perdí el aire. No podía
recuperar el aliento.
Giraba, giraba fuera de control. Como Alicia, caí en un agujero oscuro
y largo, y terminé de vuelta en la habitación con Harry después del
concierto, en la fiesta, como si nunca nos hubiéramos ido.
No podía escuchar nada, excepto su voz. No vi nada más que el
impacto de su cara. Yo no quería otra cosa que a él. Y él lo sabía. Podía verlo
ahora.
—Pienso que eres hermosa —dijo.
Y volví a vivir ese momento de nuevo.
Lo miro boquiabierta. No podría haber oído las palabras que
pronunció. Era imposible. Linda, tal vez me han llamado así algunas veces,
pero nadie creía que yo era hermosa. Excepto mi madre, por supuesto.
—¿Qué? —balbuceé.
Eso fue lo último que dije antes de que toda mi vida cambiara,
alterada más allá de cualquier cosa que pudiera alguna vez imaginar. Y yo
tenía una gran imaginación.
Harry se inclinó hacía mi boca, haciendo su camino lentamente. Mis
labios temblaban con anticipación a medida que se acercaba. Podía sentir
su aliento en mi piel. Manteniendo la mirada, fuerte, feroz, confiado, rozó sus
labios contra los míos.
Luego me desmayé.
Cuando abrí los ojos, ya no seguía en el club. Me encontraba en otra
habitación. Una habitación de hotel, por el aspecto de los edredones color
mierda en las camas queen size y la mala decoración del lugar, tratando de
imitar un elegante diseño retro.
Estaba acostada boca arriba sobre la cama, guiñando los ojos hacía
las manchas de agua del techo. Volví la cabeza para ver a Harry sentado
en la otra cama frente a mí, mirándome, con una fría y oscura intensidad. Me
estremecí.
—¿Dónde estoy? —Me oí preguntar en esa manera indiferente que sólo
ocurre en sueños. Mi voz era hueca y metálica, como si estuviera hablando a
través de una lata hueca de aluminio.
Él sólo sonrió y se deslizó hacía donde yo estaba, sus dedos acariciando
el pelo de mi cara sudorosa. Se instaló cerca de mi cadera, mirándome, sus
labios curvados siniestramente hacia arriba.
—Confía en mi, , esto no dolerá mucho.
Se inclinó hacia mi boca. Mis labios se abrieron en anticipación. Yo
quería que me besara. Al principio su beso fue suave, vacilante, pero luego
se convirtió en algo caliente, feroz y exigente. Barriendo su lengua en mi
boca, tiró y tiró de mí con ambos, sus labios y sus dientes. Él mordisqueó mi
boca hasta que el dolor sacó lagrimas de mis ojos.
Yo quería decirle que parara, pero casi no podía respirar y mucho
menos pronunciar una palabra. Preparé mis manos para ponerlas en sus
hombros y alejarlo, pero cubrió mis muñecas y me obligó a poner mis manos
por encima de mi cabeza, eficazmente depositándome en la cama.
—No luches. Sólo te lastimarás si lo haces.
Le dio un codazo a mis rodillas para separarlas y se colocó entre ellas.
Para mi horror, me di cuenta de que estaba desnudo. Su cuerpo era tan
fríamente hermoso como su cara. Duros, lisos, todos los ángulos y planicies,
con ondulantes y tensos músculos. Tragué aire y traté de alejarlo de mí, pero
era demasiado fuerte, su figura me cubrió completamente. Lagrimas
brotaron de mis ojos. Yo no quería esto. No así. Me sentía fuera de control y
no estaba dispuesta a participar en este juego.
Empujando, aparté mis labios con su lengua, me tapó la boca otra vez,
como una ventosa. Y fue entonces cuando sentí que algo era extraído de mi
boca, y algo más era empujado entre mis muslos.
Lloré, gritando contra la intromisión, y me resistí por debajo de él, la
parte posterior de mis talones golpeando sus piernas, pero no lo movía en
absoluto, no físicamente, no emocionalmente. Esta había sido su intención
desde el principio. Desde la primera vez que me vio en el concierto, hasta
que me ofreció una copa después del partido.
Una vez que la revelación se instaló en mi mente, todo lo demás se
convirtió en un confuso caleidoscopio de pensamientos y sentimientos. Una
imagen borrosa en otro. Una idea mágicamente transformada en su opuesto.
Una maraña de sensaciones atrapadas dentro de mí. Ramificándose
en cada parte de mi cuerpo, con sus hilos de telaraña. Tirando de mí.
Envolviendo mi carne. Guardándome para más tarde, para que la araña me
comiera.
Lloré mientras dormía. Sé que lo hice. Pero no podía despertarme. Era
como si estuviera presa en mi sueño y no despertaría hasta que mi tiempo
hubiera terminado.
Los ojos de la araña eran tan negros como la brea, me miraba con
impaciencia, ya que me chupó hasta dejarme seca. Cada onza de energía
que poseía, fue sacada de mí, lentamente, como el aire que sale de una
llanta ponchada.
Al final, o por lo menos yo esperaba que fuera el final; estaba vacía, sin
vida, tendida en una cama, por la noche. No había estrellas mostrándose
para mí en el cielo. No había ningún faro de esperanza al cual aferrarme en
la oscuridad. Todo era negro y estéril, como los ojos de la araña, que me
traspasaban, desafiándome a luchar desde el abismo.
—¿Está muerta? —Escuché preguntar a alguien, pero no era la araña.
Fue otra criatura en la habitación.
—No lo sé —respondió la araña con voz temblorosa, como si de verdad
tuviera sentimientos.
—No puedes seguir haciendo esto —dijo otra voz, esta, de una mujer—.
Vas demasiado lejos, tomas en exceso.
—Prefiero que esté muerta que convirtiéndose —dijo otra voz—.
Cuando se convierten pueden llegar a ser peligrosos para nosotros.
—No se preocupen tanto —dijo la araña—, No hemos durado miles de
años para nada. Somas más fuertes que ellos, más inteligentes. Nada puede
derrotarnos.
—Bueno, si está muerta, vamos al basurero. —La mujer suspiró.
Hubo una presión de unos labios fríos que se hundieron en mi mejilla. —
Adiós, dulce .
Después nada.
Salvo por el grito silencioso en mi cabeza.
—Oye, ¿Te vas a quedar ahí toda la noche?
Me desperté sobresaltada, mi cabeza punzando, mi corazón
golpeando con fuerza contra mis costillas. Dolor irradiando en diferentes
partes de mi cuerpo, reflejando lo que había sentido en mi sueño. Me sentí
mal del estomago. Tenía frío y quería recostarme y acurrucarme en mis
cobijas. Excepto que yo no estaba en mi cama. Me encontraba de pie en la
esquina de una calle.
Cruzando la calle estaba el súper motel 8. Me estremecí.
—¿Cuál es tu problema niña?
Sorprendida, miré detrás de mí. Un hombre de mediana edad en una
silla de ruedas se sentó tras de mí, mirando, agitado y no muy contento. Su
ropa estaba raída, tenía largo cabello graso color café excremento, con
escamas de caspa pegadas a las raíces, y olía muy mal.
Me mire a mí y di las gracias al señor de que no vestía todavía en mi
pijama. Como sea que ocurrió, supongo que la presencia mental para
deslizarme en un par de pantalones negros de yoga y para ponerme mi muy
gastada chaqueta de cuero negro.
—¿Dónde estoy?
Él soltó un bufido. —Estás en el país de las maravillas, Alicia, y yo soy el
sombrerero loco.
Eché un vistazo alrededor del lugar, concentrándome en mi entorno.
Resultó ser un poco difícil, porque la farola encima de mí estaba hecha
añicos. Había pedazos de plástico y vidrio esparcidos en la calle. No pude
reconocer el área inmediatamente, pero sí algunos de los edificios a pocas
cuadras de distancia. Estaba de vuelta en el centro, no muy lejos de donde
había sido arrojada a los basureros hace unos días.
Miré el motel de nuevo. Ahí debe haber sido donde yo había estado…
—Alicia, ¿Por qué no me das algo de dinero? Tengo hambre.
Busqué en el bolsillo de mi chaqueta y saqué dos billetes arrugados. Me
di la vuelta y puse la bola de dinero en su mano extendida, con cuidado de
no tocar su piel.
—¿Me viste llegar aquí? —Le pregunté ahora que tenía su recompensa.
Sin mirarme, alisó los billetes y asintió con la cabeza. —Viniste de las
sombras. —Señaló hacia la parte más oscura de la calle a lo largo de la
pared de ladrillo de un edificio viejo y abandonado.
Me estremecí ante sus extrañas palabras. —¿Estás seguro de que no
conduje hacia aquí, o vine en autobús? —A pesar de que no vi el coche de
mi madre en ningún lugar. Este era un POS, pero aún así, estar aquí afuera era
algo insólito.
Negó con la cabeza. —No hay autobuses niña. No a esta hora.
Eso era lo que me preguntaba. —¿Sabe usted qué horas son?
Miró hacia el cielo negro. —La hora de las brujas, Alice, ¿No sabes
acerca de la hora de las brujas?
—En realidad, no.
—Un momento para el coco. Un momento para todas esas cosas que
asustan en la noche. El tipo de cosas que se arrastran y se deslizan a través
de las sombras. —Me miró entonces, y su mirada era feroz y penetrante—. Al
igual que tu. —Sonrió, y yo tenía una urgencia de retroceder. No tenía los dos
dientes delanteros, el resto eran de color amarillo y estaban podridos. Su
mirada era maniaca como su sonrisa, sus dedos recorrían constantemente a
lo largo de uno de los billetes que le di.
Me tragué el nudo en mi garganta y crucé corriendo la calle, lejos de
él y hacia la reconfortante luz de otra farola. Una vez allí, sintiéndome un
poco más segura, saqué mi celular, que por suerte había estado en el bolsillo
de mi chaqueta. Otra vez, no podía llamar a mi mamá. Se habría asustado
demasiado.
Podría llamar a Chloe, pero temía que uno de sus padres respondiera.
No tenía su propia línea, así que allí estaba ese riesgo, y ella rompió su celular.
La única persona que me quedaba para llamar era Jamie. Yo sabía que
dormía con su celular. ¿Por qué? en realidad no quería saberlo. A veces
podía ser un individuo enfermo y retorcido.
Conteniendo el aliento, rápidamente presioné en su número. El
teléfono sonó. Otra vez. Luego una tercera vez. Por último respondió con un
saludo entre dientes. —¿Qué?
—Es , necesito tu ayuda.
—¿Cuál es el problema?
—Necesito un aventón a casa.
Hizo una pausa, y me imaginé que probablemente él miraba el reloj
digital que se encontraba en una mesita al lado de su cama. —Son las tres
quince.
—Sé qué horas es, Jamie. Necesito que vengas a buscarme. No tengo
mi coche y tampoco tengo dinero para un taxi.
—Jesús,
—Jamie, por favor, estoy sola en una mala zona.
Suspiró. —Está bien ¿Dónde estás?
—En el súper motel 8, en Estate —Juro que pude oír los engranajes
moviéndose en su cráneo, mientras intentaba razonar porque estaría en un
motel, a las tres quince de la mañana, en una noche de escuela—. No
preguntes, solo ven ¿De acuerdo?
—Estaré allí.
Cerré mi teléfono y lo metí en el bolsillo. Encontré un pedazo de
banqueta bastante limpia, para sentarme y esperar. Por segunda vez en mi
vida, sentí como si estuviera perdiendo la cabeza y no tenía la menor idea de
cómo recuperarla.
COMENTEN :bye:
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
capitulo 12
Por lo tanto, ¿Me estás diciendo que caminaste sonámbula todo
el camino desde el extremo norte? —preguntó Jamie, por
encima del estruendo de las explosiones de speed metal a
través de los altavoces.
Asentí con la cabeza mientras masticaba mi uña del pulgar. Yo estaba
acurrucada, en el asiento del pasajero, del viejo Toyota Camry destartalado
de Jamie, mis piernas contra mi pecho. No había ningún espacio en el piso
para mis pies. Una montaña de basura, incluyendo las bolsas de
hamburguesas de McDonalds y vasos vacíos, ocupaba todo el espacio.
Todavía temblaba. La calefacción en el coche no hacía un trabajo
muy bueno. De hecho, el aire frío soplaba, sin embargo. Eché un vistazo al
tablero para asegurarme de que no se había puesto el aire acondicionado
por error.
—Eres un cerdo, Jamie. —Eché un vistazo detrás de mí, al asiento de
atrás y a los montones de basura en el asiento y el piso lleno de ropa de
gimnasia sucia, zapatillas malolientes, estuches vacíos de CD, estuches vacíos
de juegos de PS2 y varios otros artículos relacionados con chicos.
—Soy alérgico a la limpieza —dijo, mientras bajaba la música—. Así
que, ¿Vas a decirme qué diablos hacías en un motel?
Aún masticando mi uña, me quedé mirando por la ventanilla lateral
demasiado conectada para mirar a Jamie. Me encogí de hombros. —No
estoy segura de verdad. Algunas cosas extrañas han estado ocurriéndome.
—¿Tiene que ver con esos cabrones de Malicia?
Me di media vuelta para mirarlo. —¿Chloe te lo dijo?
Él asintió con la cabeza y, incluso en la luz verde del tablero, pude ver
la preocupación en su rostro.
—Esa perra —murmuré.
—Oye, es tu amiga, . Me lo dijo porque pensó que tal vez podría
ayudar.
Arqueé una ceja en burla. —¿Y puedes? ¿Me puedes ayudar Jamie?
Tal vez puedas agitar tu varita mágica de Harry Potter y quitarme la violación.
—No seas una idiota. —Me miró y yo podía ver el dolor en sus ojos.
Aparté la mirada, avergonzada por ser una idiota con él, cuando
había saltado en su carro y vino a recogerme sin una explicación. —Lo siento.
Sólo estoy pasando por una mierda rara, y no estoy segura de qué hacer al
respecto.
—Tal vez podrías hablar con uno de los consejeros de la escuela. Ellos
tienen experiencia en tratar con cosas como esta.
Negué con la cabeza, pensando en mis ojos negros y pegándome en
el techo, y ahora mi sonambulismo extraño. —No, yo no creo que me puedan
ayudar mucho.
Jamie se acercó a la puerta de mi casa, estacionó y luego se volvió
hacia mí.
—¿Vas a estar bien?
Asentí con la cabeza mirando hacia abajo, a mi pulgar que me había
mordido hasta la mierda. La sangre salpicaba de los lados de mi uña.
—Te veré mañana. No, espera —Se rió—. Nos vemos en unas pocas
horas, ya que es como las cuatro y media ya.
Sonriendo, me incline sobre el asiento delantero para darle un abrazo.
A pesar de sus problemas de limpieza, Jamie era un buen amigo. Me acarició
la espalda cuando me abrazó, y una cálida sensación de hormigueo bajo
por mi columna.
Se sentía bien estar en sus brazos, segura, a salvo. Tenía una
desgarbada figura, pero era fuerte. Podía sentir el ondular de los músculos en
sus brazos y la espalda. No lo había notado antes. Pero ahora, me parecía
estar notando un infierno mejor de Jamie.
Olía bien también. Lo que me sorprendió. Como un cálido rollo de
canela pegajoso. La saliva, de hecho, se juntaba en mi boca mientras bebía
más de su esencia. Tuve un repentino deseo de pasar mi lengua por el
costado de su cuello.
Se removió en su asiento, con las manos apretando en mi espalda. —
Ah, , ¿Qué estás haciendo?
—Mmm, te abrazo.
—Se siente como si estuvieras besando mi cuello.
Me tiré hacia atrás, asustada. —¿Qué?
Frunció el ceño y se frotó el cuello justo debajo de la oreja. —Tú me
besaste en el cuello.
—No, no lo hice. —El corazón me latía con fuerza en mi pecho,
actuando como si fuera a explotar. Pero sobre mi propio corazón acelerado
podía escuchar el thump thump thump del de Jamie. Era fuerte. Él parecía
tan acelerado como yo. ¿Quería que lo besara? ¿Se sentía atraído por mí?
Yo lo miraba atentamente. Era un tipo bien parecido, siempre he
pensado así, pero nunca lo había considerado material para novio. Éramos
amigos, lo habíamos sido durante los últimos dos años, desde el décimo
grado cuando se cayó de su patineta frente a Chloe y yo, y la patineta me
golpeó en la espinilla. Él se astillo un diente frontal ese día.
Lo podía ver ahora entre sus labios entreabiertos. Me gustó el aspecto
de su boca ahora mismo. Se invitaba. Me preguntaba qué se sentiría al darle
un beso. A medida que continuaba el estudiando la cara de Jamie, algo
cambió. Podía ver más allá de él, al aura que lo rodeaba. Tenía un seductor
tinte rojo flotando alrededor de su cabeza, como un halo rojo. Me gustó el
color rojo.
— , ¿Qué hay de malo con tus ojos?
No le contesté. En cambio, tome su cara entre mis manos y lentamente
me incliné hacia su boca. La necesidad de darle un beso casi pone mi
cabeza a nadar. Podía sentir la sensación de ondulación en las piernas
comenzar como si alguien estuviera amasando mis músculos. Tuve que darle
un beso. La urgencia de eso me dio un puñetazo directo en el estómago.
Rocé mis labios contra los suyos. Mantuve los ojos abiertos, mirándolo.
Ver su reacción fue parte de la sensación.
Sus ojos se agrandaron y hundió los dedos en mis hombros. —¿Qué
carajo?
Gruñó alrededor de mi boca.
Trató de alejarme, pero me aferré a su cara, mis labios moldeando los
suyos. Lo necesitaba. Sin sus besos me moriría. Lo sabía. El pensamiento
mantenía girando y torciendo mi cabeza. No tenía ningún sentido, pero no
podía detener el control de mis acciones. El deseo se apoderó de mí con
tanta fuerza que no me podía escapar.
De repente me sentí hambrienta y sólo el beso de Jamie me satisfacía.
Su vigor, su energía, fue lo único que me podía llenar y detener el hambre
violenta, destrozándome el estómago.
Sujetando mis labios sobre su boca, como una ventosa, y aspirando el
aire de sus pulmones, empecé a... alimentarme.
Luchó contra mí, empujando mis brazos, tratando de tirar de su
cabeza. Pero yo era fuerte. Pude sentir una fuerza que me llenaba, y me da
todo lo que necesitaba para sobrevivir: comida, agua, calor, amor, poder.
Todo. Era a la vez excitante y aterrador de experimentar.
—¡ ! ¡Detente! —gritó Jamie, su voz ahogada por mi boca, pero
aún temblando de miedo.
Una imagen me vino a la mente, Harry encima de mí, succionándome
el alma. Llenó mi cabeza hasta que el dolor explotó en las sienes.
Me aparté de Jamie, liberando mi agarre sobre él, respirando con
dificultad, mi corazón latía como un pistón, irradiando dolor a través de mí
pecho. No podía creer lo que acababa de hacer.
Jamie parpadeó ante mí, una expresión de asombro en su rostro. Sus
labios estaban hinchados y doloridos como si le hubiera mordido sobre ellos
una y otra vez. Se pasó una mano sobre su boca y luego la miró,
probablemente esperando ver sangre.
—¿Qué demonios te pasa?
Acurrucada contra la puerta del copiloto, sacudí la cabeza. Tenía
miedo. Mi cuerpo entero se estremecía. No sabía qué diablos había hecho, o
cómo ocurrió. Perdí el control de mis pensamientos y mi cuerpo y me asusté
hasta la médula. Fue la súplica de Jamie, que reflejaba la mía propia, lo que,
finalmente, me detuvo. ¿Qué hubiera pasado si yo no las hubiera escuchado,
reconocido como mías? Me estremecí ante la idea mórbida.
—Yo... lo siento, Jamie —balbuceé—. Yo no... No sé por qué lo hice.
—Necesitas mucha ayuda, .
Me apresuré a salir del coche. Tiré de la manija de la puerta, una vez,
luego dos veces, hasta que finalmente se abrió y me derrame sobre la acera.
Sin mirar atrás, cerré la puerta y corrí por el césped, casi tropezando con la
estúpida piedra decorativa, inexplicablemente, en el centro de la puerta
principal. Busqué en mi chaqueta, encontré mis llaves, y rápidamente abrí la
puerta. Cuando estuve a salvo dentro, me quité los zapatos con cuidado de
no hacer un escándalo enorme. Vagabundeé por el pasillo hasta mi
habitación. Afortunadamente, nadie se despertó, y fui capaz de escapar en
el interior y cerrar la puerta detrás de mí. Después de ponerle el seguro, arrojé
mi chaqueta y me metí bajo las sábanas de mi cama.
Mi cuerpo se estremecía con escalofríos intensos. Ninguna cantidad de
calor me podía calentar. El frío se deslizó a través de mí, de adentro hacia
afuera.
¿Qué había hecho? Cerré los ojos tratando de excluir a la imagen de
Jamie conmocionado. Me había mirado con miedo, como si yo fuera una
maníaca enloquecida tratando de hacerle daño. Lo había asustado con mis
acciones. Lo había atacado, era tan simple como eso.
Su rostro pálido, demacrado. Aspirado en seco, fue la frase que, de
inmediato, vino a mi mente. Todavía lo podía saborear en mis labios, en mi
lengua. Al igual que el azúcar glaseado, polvoriento y dulce. Me acordé de
mi dolor de estómago, dolores de hambre, como un festín con su boca. Dios,
me había alimentado de él. De su energía. Había habido un hormigueo en
mis labios mientras su fuerza vital había sido sacada de él, hacía mí.
Las lágrimas me llenaron los ojos. Yo era peligrosa. No podía controlar lo
que me sucedía. Zayn había estado en lo cierto. Iba a hacer cosas, cosas
malas. Y, obviamente, a las personas que eran más cercanas a mí. Le había
hecho daño a Jamie, mi amigo. ¿Qué pasaría si yo no hubiera sido capaz de
detenerme? ¿Lo habría matado? ¿Lo habría arrojado a la basura como
hicieron conmigo?
Sujeté mis ojos con fuerza, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas,
goteando sobre mi almohada. Zayn dijo que me convertía en algo no
humano, y tenía razón. Yo había tratado de negarlo, pero podía sentir los
cambios en mi cuerpo y en mis pensamientos. Los ojos negros, el flotar, lo del
sonambulismo, y ahora el tratar de chupar la cara de Jamie, eran todos los
síntomas del cambio que estaba pasando. Era como experimentar la
pubertad de nuevo, pero al estilo extremo.
Apreté la gruesa manta más cerca de mi cuello, excavando en el calor
que proporcionaba. Tenía que haber algo que pudiera hacer para detener
los cambios que se producen o controlarlos. Tenía que localizar a Zayn.
Necesitaba su ayuda. Pero, ¿Cómo diablos iba yo a hacer eso?
Tal vez podría sacar la cabeza por la ventana y gritar por él. Pero yo
tenía el presentimiento de que iba a tener que esperar a que él se pusiera en
contacto conmigo. Lo molesté la última vez, así que quién sabe cuánto
tiempo le tomaría. Podrían ser días o incluso semanas.
¿Qué otros cambios podrían tener lugar para entonces? Había una
gran cantidad de energía que giraba alrededor de mí, podía sentirla
empujándome, burlándose de mí, incitándome a hacer cosas que no quería.
Me estremecí al pensar en el daño que podía hacerme a mí misma y a los
demás, en ese corto período de tiempo.
Por lo tanto, ¿Me estás diciendo que caminaste sonámbula todo
el camino desde el extremo norte? —preguntó Jamie, por
encima del estruendo de las explosiones de speed metal a
través de los altavoces.
Asentí con la cabeza mientras masticaba mi uña del pulgar. Yo estaba
acurrucada, en el asiento del pasajero, del viejo Toyota Camry destartalado
de Jamie, mis piernas contra mi pecho. No había ningún espacio en el piso
para mis pies. Una montaña de basura, incluyendo las bolsas de
hamburguesas de McDonalds y vasos vacíos, ocupaba todo el espacio.
Todavía temblaba. La calefacción en el coche no hacía un trabajo
muy bueno. De hecho, el aire frío soplaba, sin embargo. Eché un vistazo al
tablero para asegurarme de que no se había puesto el aire acondicionado
por error.
—Eres un cerdo, Jamie. —Eché un vistazo detrás de mí, al asiento de
atrás y a los montones de basura en el asiento y el piso lleno de ropa de
gimnasia sucia, zapatillas malolientes, estuches vacíos de CD, estuches vacíos
de juegos de PS2 y varios otros artículos relacionados con chicos.
—Soy alérgico a la limpieza —dijo, mientras bajaba la música—. Así
que, ¿Vas a decirme qué diablos hacías en un motel?
Aún masticando mi uña, me quedé mirando por la ventanilla lateral
demasiado conectada para mirar a Jamie. Me encogí de hombros. —No
estoy segura de verdad. Algunas cosas extrañas han estado ocurriéndome.
—¿Tiene que ver con esos cabrones de Malicia?
Me di media vuelta para mirarlo. —¿Chloe te lo dijo?
Él asintió con la cabeza y, incluso en la luz verde del tablero, pude ver
la preocupación en su rostro.
—Esa perra —murmuré.
—Oye, es tu amiga, . Me lo dijo porque pensó que tal vez podría
ayudar.
Arqueé una ceja en burla. —¿Y puedes? ¿Me puedes ayudar Jamie?
Tal vez puedas agitar tu varita mágica de Harry Potter y quitarme la violación.
—No seas una idiota. —Me miró y yo podía ver el dolor en sus ojos.
Aparté la mirada, avergonzada por ser una idiota con él, cuando
había saltado en su carro y vino a recogerme sin una explicación. —Lo siento.
Sólo estoy pasando por una mierda rara, y no estoy segura de qué hacer al
respecto.
—Tal vez podrías hablar con uno de los consejeros de la escuela. Ellos
tienen experiencia en tratar con cosas como esta.
Negué con la cabeza, pensando en mis ojos negros y pegándome en
el techo, y ahora mi sonambulismo extraño. —No, yo no creo que me puedan
ayudar mucho.
Jamie se acercó a la puerta de mi casa, estacionó y luego se volvió
hacia mí.
—¿Vas a estar bien?
Asentí con la cabeza mirando hacia abajo, a mi pulgar que me había
mordido hasta la mierda. La sangre salpicaba de los lados de mi uña.
—Te veré mañana. No, espera —Se rió—. Nos vemos en unas pocas
horas, ya que es como las cuatro y media ya.
Sonriendo, me incline sobre el asiento delantero para darle un abrazo.
A pesar de sus problemas de limpieza, Jamie era un buen amigo. Me acarició
la espalda cuando me abrazó, y una cálida sensación de hormigueo bajo
por mi columna.
Se sentía bien estar en sus brazos, segura, a salvo. Tenía una
desgarbada figura, pero era fuerte. Podía sentir el ondular de los músculos en
sus brazos y la espalda. No lo había notado antes. Pero ahora, me parecía
estar notando un infierno mejor de Jamie.
Olía bien también. Lo que me sorprendió. Como un cálido rollo de
canela pegajoso. La saliva, de hecho, se juntaba en mi boca mientras bebía
más de su esencia. Tuve un repentino deseo de pasar mi lengua por el
costado de su cuello.
Se removió en su asiento, con las manos apretando en mi espalda. —
Ah, , ¿Qué estás haciendo?
—Mmm, te abrazo.
—Se siente como si estuvieras besando mi cuello.
Me tiré hacia atrás, asustada. —¿Qué?
Frunció el ceño y se frotó el cuello justo debajo de la oreja. —Tú me
besaste en el cuello.
—No, no lo hice. —El corazón me latía con fuerza en mi pecho,
actuando como si fuera a explotar. Pero sobre mi propio corazón acelerado
podía escuchar el thump thump thump del de Jamie. Era fuerte. Él parecía
tan acelerado como yo. ¿Quería que lo besara? ¿Se sentía atraído por mí?
Yo lo miraba atentamente. Era un tipo bien parecido, siempre he
pensado así, pero nunca lo había considerado material para novio. Éramos
amigos, lo habíamos sido durante los últimos dos años, desde el décimo
grado cuando se cayó de su patineta frente a Chloe y yo, y la patineta me
golpeó en la espinilla. Él se astillo un diente frontal ese día.
Lo podía ver ahora entre sus labios entreabiertos. Me gustó el aspecto
de su boca ahora mismo. Se invitaba. Me preguntaba qué se sentiría al darle
un beso. A medida que continuaba el estudiando la cara de Jamie, algo
cambió. Podía ver más allá de él, al aura que lo rodeaba. Tenía un seductor
tinte rojo flotando alrededor de su cabeza, como un halo rojo. Me gustó el
color rojo.
— , ¿Qué hay de malo con tus ojos?
No le contesté. En cambio, tome su cara entre mis manos y lentamente
me incliné hacia su boca. La necesidad de darle un beso casi pone mi
cabeza a nadar. Podía sentir la sensación de ondulación en las piernas
comenzar como si alguien estuviera amasando mis músculos. Tuve que darle
un beso. La urgencia de eso me dio un puñetazo directo en el estómago.
Rocé mis labios contra los suyos. Mantuve los ojos abiertos, mirándolo.
Ver su reacción fue parte de la sensación.
Sus ojos se agrandaron y hundió los dedos en mis hombros. —¿Qué
carajo?
Gruñó alrededor de mi boca.
Trató de alejarme, pero me aferré a su cara, mis labios moldeando los
suyos. Lo necesitaba. Sin sus besos me moriría. Lo sabía. El pensamiento
mantenía girando y torciendo mi cabeza. No tenía ningún sentido, pero no
podía detener el control de mis acciones. El deseo se apoderó de mí con
tanta fuerza que no me podía escapar.
De repente me sentí hambrienta y sólo el beso de Jamie me satisfacía.
Su vigor, su energía, fue lo único que me podía llenar y detener el hambre
violenta, destrozándome el estómago.
Sujetando mis labios sobre su boca, como una ventosa, y aspirando el
aire de sus pulmones, empecé a... alimentarme.
Luchó contra mí, empujando mis brazos, tratando de tirar de su
cabeza. Pero yo era fuerte. Pude sentir una fuerza que me llenaba, y me da
todo lo que necesitaba para sobrevivir: comida, agua, calor, amor, poder.
Todo. Era a la vez excitante y aterrador de experimentar.
—¡ ! ¡Detente! —gritó Jamie, su voz ahogada por mi boca, pero
aún temblando de miedo.
Una imagen me vino a la mente, Harry encima de mí, succionándome
el alma. Llenó mi cabeza hasta que el dolor explotó en las sienes.
Me aparté de Jamie, liberando mi agarre sobre él, respirando con
dificultad, mi corazón latía como un pistón, irradiando dolor a través de mí
pecho. No podía creer lo que acababa de hacer.
Jamie parpadeó ante mí, una expresión de asombro en su rostro. Sus
labios estaban hinchados y doloridos como si le hubiera mordido sobre ellos
una y otra vez. Se pasó una mano sobre su boca y luego la miró,
probablemente esperando ver sangre.
—¿Qué demonios te pasa?
Acurrucada contra la puerta del copiloto, sacudí la cabeza. Tenía
miedo. Mi cuerpo entero se estremecía. No sabía qué diablos había hecho, o
cómo ocurrió. Perdí el control de mis pensamientos y mi cuerpo y me asusté
hasta la médula. Fue la súplica de Jamie, que reflejaba la mía propia, lo que,
finalmente, me detuvo. ¿Qué hubiera pasado si yo no las hubiera escuchado,
reconocido como mías? Me estremecí ante la idea mórbida.
—Yo... lo siento, Jamie —balbuceé—. Yo no... No sé por qué lo hice.
—Necesitas mucha ayuda, .
Me apresuré a salir del coche. Tiré de la manija de la puerta, una vez,
luego dos veces, hasta que finalmente se abrió y me derrame sobre la acera.
Sin mirar atrás, cerré la puerta y corrí por el césped, casi tropezando con la
estúpida piedra decorativa, inexplicablemente, en el centro de la puerta
principal. Busqué en mi chaqueta, encontré mis llaves, y rápidamente abrí la
puerta. Cuando estuve a salvo dentro, me quité los zapatos con cuidado de
no hacer un escándalo enorme. Vagabundeé por el pasillo hasta mi
habitación. Afortunadamente, nadie se despertó, y fui capaz de escapar en
el interior y cerrar la puerta detrás de mí. Después de ponerle el seguro, arrojé
mi chaqueta y me metí bajo las sábanas de mi cama.
Mi cuerpo se estremecía con escalofríos intensos. Ninguna cantidad de
calor me podía calentar. El frío se deslizó a través de mí, de adentro hacia
afuera.
¿Qué había hecho? Cerré los ojos tratando de excluir a la imagen de
Jamie conmocionado. Me había mirado con miedo, como si yo fuera una
maníaca enloquecida tratando de hacerle daño. Lo había asustado con mis
acciones. Lo había atacado, era tan simple como eso.
Su rostro pálido, demacrado. Aspirado en seco, fue la frase que, de
inmediato, vino a mi mente. Todavía lo podía saborear en mis labios, en mi
lengua. Al igual que el azúcar glaseado, polvoriento y dulce. Me acordé de
mi dolor de estómago, dolores de hambre, como un festín con su boca. Dios,
me había alimentado de él. De su energía. Había habido un hormigueo en
mis labios mientras su fuerza vital había sido sacada de él, hacía mí.
Las lágrimas me llenaron los ojos. Yo era peligrosa. No podía controlar lo
que me sucedía. Zayn había estado en lo cierto. Iba a hacer cosas, cosas
malas. Y, obviamente, a las personas que eran más cercanas a mí. Le había
hecho daño a Jamie, mi amigo. ¿Qué pasaría si yo no hubiera sido capaz de
detenerme? ¿Lo habría matado? ¿Lo habría arrojado a la basura como
hicieron conmigo?
Sujeté mis ojos con fuerza, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas,
goteando sobre mi almohada. Zayn dijo que me convertía en algo no
humano, y tenía razón. Yo había tratado de negarlo, pero podía sentir los
cambios en mi cuerpo y en mis pensamientos. Los ojos negros, el flotar, lo del
sonambulismo, y ahora el tratar de chupar la cara de Jamie, eran todos los
síntomas del cambio que estaba pasando. Era como experimentar la
pubertad de nuevo, pero al estilo extremo.
Apreté la gruesa manta más cerca de mi cuello, excavando en el calor
que proporcionaba. Tenía que haber algo que pudiera hacer para detener
los cambios que se producen o controlarlos. Tenía que localizar a Zayn.
Necesitaba su ayuda. Pero, ¿Cómo diablos iba yo a hacer eso?
Tal vez podría sacar la cabeza por la ventana y gritar por él. Pero yo
tenía el presentimiento de que iba a tener que esperar a que él se pusiera en
contacto conmigo. Lo molesté la última vez, así que quién sabe cuánto
tiempo le tomaría. Podrían ser días o incluso semanas.
¿Qué otros cambios podrían tener lugar para entonces? Había una
gran cantidad de energía que giraba alrededor de mí, podía sentirla
empujándome, burlándose de mí, incitándome a hacer cosas que no quería.
Me estremecí al pensar en el daño que podía hacerme a mí misma y a los
demás, en ese corto período de tiempo.
funky
Re: Static (Zayn Malik ,Harry Styles y tu, SEMI HOT) (ADAPTADA) ( TERMINADA)
13
El resto de la semana me dediqué a lo mío, ir a la escuela,
pasarme por la sala de billar, ir a casa, sin ningún accidente. Sin
embargo, me las arreglé para evitar a Jamie. Bueno, la verdad es,
que él se las arregló para evitarme a mí. Hizo todo lo posible; llegar temprano
a la escuela, correr por los pasillos sin hacer contacto visual, incluso conseguir
un trabajo después de la escuela, para no tener que estar cerca de mí.
Chloe había preguntado qué pasaba con nosotros, pero yo no podía decirle
la verdad. Sonaría demasiado extraño, además de que ella tenía un
enamoramiento secreto por Jamie y que la mataría saber que tuve mis labios
sobre los de él, a ella no le importaría que no hubiera sido en forma sexual. En
cambio, solo le dije que nosotros teníamos una discusión, y que él se
comportaba como un idiota por eso. Afortunadamente, se creyó eso.
Durante tres días, no caminé dormida, me adherí al techo, derramé
alquitrán por mis ojos, o absorbí la vida de alguien. Y no recibía visitas
nocturnas o de baño de Zayn. La vida parecía sorprendentemente normal.
Casi podría creer que la semana y media pasada había sido solo un sueño.
Casi.
Durante el tiempo de inactividad, hice un montón de investigación
sobre los íncubos y los cambión. No había mucha información a la mano,
pero lo que encontré fue que los íncubo y súcubo, eran demonios —
demonios que literalmente absorbían la energía de la vida de las personas,
usando el sexo. También se relacionaban estrechamente con las pesadillas.
Eso no me sorprendió en lo más mínimo, con los sueños que había tenido.
Fui incapaz de descubrir más sobre qué clase de poderes poseían los
íncubo, la información era bastante vaga en cualquier cosa de ese tipo. Un
par de cosas fueron listadas como el cambio de forma, entrar a la casa de
las personas con invitación (se parecía mucho a los vampiros, tal vez ellos
estaban relacionados con el árbol familiar de lo sobrenatural) y se
alimentaban de la energía sexual, lo que puede causar enfermedad en sus
víctimas.
No leí nada sobre las cosas por las que pasaba. No mencionaba el
flotar o ver las cosas de manera diferente, como las auras de la gente o
encontrarlos sorprendentemente deliciosos. Pero tal vez esa capacidad de
cambio de forma, tenía algo que ver con la forma en la que Zayn había
sido capaz de presentarse en mi casa y en el baño sin que yo lo viera, y
como yo había sido capaz de ir de mi habitación hasta el centro sin pensarlo.
El vagabundo había dicho que había aparecido de entre las sombras. Tal vez
lo hice.
También leí sobre una leyenda que relacionaba a los íncubo con
ángeles caídos. Por la perfecta y pálida apariencia de Harry y el resto de la
banda, esa historia no me sorprendió en lo más mínimo. Todos y cada uno de
ellos tenían una calidad seductora que iba más allá de la simple belleza. Eran
totalmente exquisitos en su oscuridad.
Una cosa que descubrí y que consideraba bastante genial, Merlín, el
mago de las leyendas del rey Arturo, era un cambión. Se dice que su padre
era un íncubo. Me acordé de una película muy vieja llamada Excalibur que
mi profesor de Ingles de décimo grado nos hizo ver. Era una película muy
buena, que podría recordar de todas formas. Merlín se lució. Por lo tanto,
supongo que si eso es en lo que me convertía, no podría quejarme
demasiado. Pudo haber sido peor. Podría estarme convirtiendo en zombi. El
hedor de carne en descomposición sería mortal, e imagino que pondría una
gran medalla en mis oportunidades de citas.
No es que tuviera muchas oportunidades. Solo las tenía de vez en
cuando, como ahora por ejemplo.
Estaba atendiendo la caja del Starbucks cercano a mi casa en el que
trabajaba —he trabajado aquí los viernes en la noche y los fines de
semana— y Josh Kirby ordenaban una mezcla Vivanno de chocolate y
banana y pidiéndome una cita, todo al mismo tiempo.
—¿Quieres hacer qué? —titubeé al buscar su cambio que rodó sobre el
mostrador y cayó al piso.
Sonrió y se inclinó para recogerlo. Después de meterlo en el bolsillo de
sus pantalones vaqueros, repitió su pregunta.
—Te estoy invitando a salir mañana por la noche. ¿Tienes planes o
algo?
—No, no tengo planes —negué con la cabeza—. Pero, ¿Por qué
quieres invitarme a salir? ¿A mí? ¿A esta persona? —Enfaticé, señalando a mi
flaco pecho, ahora cubierto por un delantal verde de Starbucks.
Se echó a reír y me di cuenta de que no me gustaba el sonido. Era
profundo. Me recordaba el fuerte olor del café caliente que me rodeaba.
—¿Por qué estas tan sorprendida?
Le fruncí el ceño. —Ah, hola, porque hemos ido juntos al colegio
durante los últimos dos años y tú jamás me has hablado. Para nada. En
realidad, haces un trabajo, excelente, ignorándome.
—Bueno, era un estúpido.
—¿Y ahora ya no lo eres? —no pude evitar que mis labios se curvaran
en una mueca.
Sonriendo, el negó con la cabeza. —Nop.
—Mmm, creo que el veredicto esta fuera de eso.
La señora detrás de Josh olfateó. —¿Puedo ordenar por favor?
Josh miró detrás de él. —Solo un minuto más, ¿Vale?
La mujer negó con la cabeza, claramente molesta, más allá de lo
razonable, pero no dijo nada más. Tal vez Josh la había encantado, él
comenzaba a encantarme.
Ladeó su frente. —Por lo tanto, ¿Saldrás conmigo? Por favor.
Mordiéndome el labio, lo miré. Realmente, realmente lo miré. Me di
cuenta de que tenía pecas que salpicaban el puente de su nariz y su sonrisa
era torcida pero tan sexy como el infierno. Y había una cierta chispa en su
mirada que jamás había visto antes. Me miraba como si fuera el maullido de
un gato. Tal vez esto de ser un cambión hacía otra cosa por mí. Haciéndome
irresistible para los chicos. Perfectos e intocables chicos como Josh.
—Sí, ¿Por qué no? —dije finalmente.
—Magnífico. —Literalmente, saltó sobre sus pies—. Pasaré a recogerte,
digamos, como a las siete y media. ¿Cuál es tu dirección?
Escribí mi dirección en una de las tarjetas de Starbucks y la deslicé por
el mostrador hasta Josh. Sin dejar de sonreír, la tomó, la miró, y luego la metió
en el bolsillo de su pantalón. —Te veré mañana. —Me guiñó un ojo, luego
tomó su Vivanno y salió de la tienda.
Le vi salir, golpeé el suelo con mi pie y miré a la puerta. Tenía una cita
con Josh Kirby, el chico de oro de la secundaria. ¿Qué diablos iba a usar?
—¿Puedo pedir ahora? —La señora me miró enojada.
Le sonreí. Nada podía arruinar mi buen humor en este momento. —
Seguro, ¿Qué le gustaría?
—¿Tienes una cita? —La boca de mi madre no podía estar más
abierta, acunando el teléfono en el hombro. Había estado a punto de pedir
comida china cuando le informé que iba a salir.
Asentí, sintiéndome avergonzada. La forma en que lo dijo, fue como si
ella nunca hubiese pensado que yo podría tener una cita. Que era una
anomalía. —No suenes tan sorprendida.
—¿Con quién?
—Josh Kirby.
Arqueó una ceja y bajó el teléfono.
— ¿Lo conozco?
— No.
—Va a tu escuela, ¿Correcto? Espero no sea un chico mayor.
—Sí mamá, está en último año en Boise.
Pude ver el alivio en su cara y en la manera en que sus hombros se
hundían. Creo que albergaba ese temor de que un día yo huiría con un
hombre mucho mayor. Algo así como lo que ella hizo cuando conoció a mi
padre, quien era siete años mayor que ella.
—¿Es nuevo? Nunca te escuché mencionarlo antes.
Sonreí y me encogí de hombros —Él es nuevo para mí.
Se rió de eso.
Kyle arrastró los pies hasta la cocina para abrir la puerta del
refrigerador. —¿Qué es lo gracioso?
Mamá negó con la cabeza. —Nada.
Miró de ella a mí y luego apoyó la cabeza en la nevera. —¿Qué hay
para cenar?
—Estoy ordenando comida china. Seremos solo tú y yo esta noche,
amigo. tiene una cita.
Kyle se golpeó la cabeza al tiempo que me interrogaba con la mirada.
—¿Tienes una cita?
Le hice mueca. —Sí, tengo una cita. ¿Y qué?
—Es raro, es todo. Yo no creí que tú tuvieras citas.
—He tenido novios antes.
—Lo sé, es solo que no recuerdo a ninguno de ellos llevándote a una
cita antes. —Se encogió de hombros, y luego volvió a inspeccionar el
contenido de la nevera.
—¿A qué hora vas a salir? —preguntó mi mamá.
—A las seis.
Miró el reloj en la pared. —Eso es en una hora. —Me frunció el ceño—.
No usarás eso, ¿O sí?
Bajé mi mirada hacia mi camiseta de Plain White y mis pantalones
negros lavados —el único par que no tenía agujeros— y asentí. —Sí, ¿por
qué?
Sin decir una palabra, me tomó el brazo y me arrastró por el pasillo,
hasta su dormitorio. Cuando vi a dónde iba, comencé a patalear hacia
atrás.
—Mamá, nada de lo que tienes va a lucir bien en mí. Odio el rosa. A
menos que sea neón y tenga cráneos. —Me derrumbé en la cama y me tape
la cara con la almohada.
—No todo lo que tengo es rosa. Yo también fui genial una vez, ya
sabes.
La escuché abrir las puertas del armario y buscar entre las perchas. El
ruido del complemento de perchas de plástico siendo empujados de un lado
a otro hizo eco por la habitación.
Finalmente, debió haber encontrado algo decente, porque algo
aterrizó sobre mi espalda. Debió haberlo lanzado hacia mí.
—Pruébate eso.
Acomodándome, quité la blusa de seda de mi espalda y la levanté
frente a mis ojos. Era una delicada camiseta babydoll5 con tirantes en un
bonito color verde azulado. Frunciendo el ceño, me deslicé fuera de la
cama, me quité mi camiseta y deslice la camisola sobre mi cabeza.
Haciendo pucheros, le permití a mi mamá dirigirme frente al gran espejo
detrás de su puerta para ver como se miraba puesta.
Estaba gratamente sorprendida.
—Ese color es radiante contra tu piel, Salem. —Mamá sonrió detrás de
mí, como si acabara de dar mis primeros pasos de nuevo.
Pero tenía razón. El color turquesa se veía muy bien en mí. Resaltaba el
verde de mis ojos.
Entrando en el espíritu de la ocasión, colocó mi cabello detrás de mi
oreja, y alisó mi flequillo para que solo cubriera un ojo. Me sonrió en el espejo.
—Eres preciosa, cariño.
5 Prenda femenina tipo batita
Le devolví la sonrisa. Aunque preciosa fuera una palabra muy fuerte, yo
lucía bastante bien. Súper bien, hubiera sido mi elección de palabras. Incluso
fui capaz de llenar la camiseta bastante bien teniendo en cuenta que
apenas tenía una copa B. Todo estaba muy bien con una copa B. Todo
colgaba correctamente resaltando mis atributos, mi piel pálida y la delgada
línea de mi cintura plana. Incluso yo saldría conmigo.
Deslicé mis manos por la seda de la blusa. —Gracias, mamá. Es
perfecta.
Me miró de nuevo, y luego besó mi mejilla. —No hay de qué.
Josh llegó a las seis en punto. Lo cual me pareció muy extraño en un
chico. Nunca había conocido alguno que haya estado a tiempo alguna vez.
No sabía qué esperar cuando abrí la puerta, pero definitivamente no
era el ramo de margaritas blancas que él tenía en la mano.
Lo miré, sin saber exactamente qué hacer. Por suerte, mamá vino al
rescate de nuevo y a salvarme el trasero de parecer una tonta.
Las tomó de mi mano. —Son preciosas. Las pondré en un florero por ti,
.
—Está bien. —Le sonreí nerviosamente a Josh—. Gracias por las flores.
—Por nada. —Me tendió la mano—. ¿Nos vamos?
Todo parecía tan surrealista que no sabía qué hacer. Nunca tuve a
ningún chico normal que viniera a mi casa para llevarme a una cita, o que
me trajera flores, o que fuera amable y cortés con mi mamá, cuándo ella se
presentara. Fue súper extraño. Extrañamente, me gustó mucho. Me hizo sentir
especial. No me había sentido especial desde la fiesta de mi décimo
cumpleaños en la que le pedí a mi mamá una fiesta de las princesas de
Disney. Estaba vestida como Blanca nieves, y me habían tomado fotos. Una
foto enmarcada de 8x10 colgaba en la pared del dormitorio de mi madre.
Mamá me entregó mi chaqueta de mezclilla blanca antes de que Josh
pudiera sacarme de la casa. Le sonreí, y luego lo seguí por la banqueta hasta
el elegante deportivo negro aparcado en la acera.
Me abrió la puerta del copiloto, y me deslicé en el asiento de cuero,
tan suave como la mantequilla. Incluso el interior del coche olía bien, ese
picante y delicioso aroma que se aferraba a Josh.
Cuándo se sentó en el coche y arrancó el motor, le pregunté: —
Entonces, ¿A dónde vamos?
Se limitó a sonreír, poniendo un CD de JT —Sí, Dios no lo quiera, Justin
Timberlake— y lo hacía andar. Me reí a mi pesar y me acomodé para el
paseo.
El resto de la semana me dediqué a lo mío, ir a la escuela,
pasarme por la sala de billar, ir a casa, sin ningún accidente. Sin
embargo, me las arreglé para evitar a Jamie. Bueno, la verdad es,
que él se las arregló para evitarme a mí. Hizo todo lo posible; llegar temprano
a la escuela, correr por los pasillos sin hacer contacto visual, incluso conseguir
un trabajo después de la escuela, para no tener que estar cerca de mí.
Chloe había preguntado qué pasaba con nosotros, pero yo no podía decirle
la verdad. Sonaría demasiado extraño, además de que ella tenía un
enamoramiento secreto por Jamie y que la mataría saber que tuve mis labios
sobre los de él, a ella no le importaría que no hubiera sido en forma sexual. En
cambio, solo le dije que nosotros teníamos una discusión, y que él se
comportaba como un idiota por eso. Afortunadamente, se creyó eso.
Durante tres días, no caminé dormida, me adherí al techo, derramé
alquitrán por mis ojos, o absorbí la vida de alguien. Y no recibía visitas
nocturnas o de baño de Zayn. La vida parecía sorprendentemente normal.
Casi podría creer que la semana y media pasada había sido solo un sueño.
Casi.
Durante el tiempo de inactividad, hice un montón de investigación
sobre los íncubos y los cambión. No había mucha información a la mano,
pero lo que encontré fue que los íncubo y súcubo, eran demonios —
demonios que literalmente absorbían la energía de la vida de las personas,
usando el sexo. También se relacionaban estrechamente con las pesadillas.
Eso no me sorprendió en lo más mínimo, con los sueños que había tenido.
Fui incapaz de descubrir más sobre qué clase de poderes poseían los
íncubo, la información era bastante vaga en cualquier cosa de ese tipo. Un
par de cosas fueron listadas como el cambio de forma, entrar a la casa de
las personas con invitación (se parecía mucho a los vampiros, tal vez ellos
estaban relacionados con el árbol familiar de lo sobrenatural) y se
alimentaban de la energía sexual, lo que puede causar enfermedad en sus
víctimas.
No leí nada sobre las cosas por las que pasaba. No mencionaba el
flotar o ver las cosas de manera diferente, como las auras de la gente o
encontrarlos sorprendentemente deliciosos. Pero tal vez esa capacidad de
cambio de forma, tenía algo que ver con la forma en la que Zayn había
sido capaz de presentarse en mi casa y en el baño sin que yo lo viera, y
como yo había sido capaz de ir de mi habitación hasta el centro sin pensarlo.
El vagabundo había dicho que había aparecido de entre las sombras. Tal vez
lo hice.
También leí sobre una leyenda que relacionaba a los íncubo con
ángeles caídos. Por la perfecta y pálida apariencia de Harry y el resto de la
banda, esa historia no me sorprendió en lo más mínimo. Todos y cada uno de
ellos tenían una calidad seductora que iba más allá de la simple belleza. Eran
totalmente exquisitos en su oscuridad.
Una cosa que descubrí y que consideraba bastante genial, Merlín, el
mago de las leyendas del rey Arturo, era un cambión. Se dice que su padre
era un íncubo. Me acordé de una película muy vieja llamada Excalibur que
mi profesor de Ingles de décimo grado nos hizo ver. Era una película muy
buena, que podría recordar de todas formas. Merlín se lució. Por lo tanto,
supongo que si eso es en lo que me convertía, no podría quejarme
demasiado. Pudo haber sido peor. Podría estarme convirtiendo en zombi. El
hedor de carne en descomposición sería mortal, e imagino que pondría una
gran medalla en mis oportunidades de citas.
No es que tuviera muchas oportunidades. Solo las tenía de vez en
cuando, como ahora por ejemplo.
Estaba atendiendo la caja del Starbucks cercano a mi casa en el que
trabajaba —he trabajado aquí los viernes en la noche y los fines de
semana— y Josh Kirby ordenaban una mezcla Vivanno de chocolate y
banana y pidiéndome una cita, todo al mismo tiempo.
—¿Quieres hacer qué? —titubeé al buscar su cambio que rodó sobre el
mostrador y cayó al piso.
Sonrió y se inclinó para recogerlo. Después de meterlo en el bolsillo de
sus pantalones vaqueros, repitió su pregunta.
—Te estoy invitando a salir mañana por la noche. ¿Tienes planes o
algo?
—No, no tengo planes —negué con la cabeza—. Pero, ¿Por qué
quieres invitarme a salir? ¿A mí? ¿A esta persona? —Enfaticé, señalando a mi
flaco pecho, ahora cubierto por un delantal verde de Starbucks.
Se echó a reír y me di cuenta de que no me gustaba el sonido. Era
profundo. Me recordaba el fuerte olor del café caliente que me rodeaba.
—¿Por qué estas tan sorprendida?
Le fruncí el ceño. —Ah, hola, porque hemos ido juntos al colegio
durante los últimos dos años y tú jamás me has hablado. Para nada. En
realidad, haces un trabajo, excelente, ignorándome.
—Bueno, era un estúpido.
—¿Y ahora ya no lo eres? —no pude evitar que mis labios se curvaran
en una mueca.
Sonriendo, el negó con la cabeza. —Nop.
—Mmm, creo que el veredicto esta fuera de eso.
La señora detrás de Josh olfateó. —¿Puedo ordenar por favor?
Josh miró detrás de él. —Solo un minuto más, ¿Vale?
La mujer negó con la cabeza, claramente molesta, más allá de lo
razonable, pero no dijo nada más. Tal vez Josh la había encantado, él
comenzaba a encantarme.
Ladeó su frente. —Por lo tanto, ¿Saldrás conmigo? Por favor.
Mordiéndome el labio, lo miré. Realmente, realmente lo miré. Me di
cuenta de que tenía pecas que salpicaban el puente de su nariz y su sonrisa
era torcida pero tan sexy como el infierno. Y había una cierta chispa en su
mirada que jamás había visto antes. Me miraba como si fuera el maullido de
un gato. Tal vez esto de ser un cambión hacía otra cosa por mí. Haciéndome
irresistible para los chicos. Perfectos e intocables chicos como Josh.
—Sí, ¿Por qué no? —dije finalmente.
—Magnífico. —Literalmente, saltó sobre sus pies—. Pasaré a recogerte,
digamos, como a las siete y media. ¿Cuál es tu dirección?
Escribí mi dirección en una de las tarjetas de Starbucks y la deslicé por
el mostrador hasta Josh. Sin dejar de sonreír, la tomó, la miró, y luego la metió
en el bolsillo de su pantalón. —Te veré mañana. —Me guiñó un ojo, luego
tomó su Vivanno y salió de la tienda.
Le vi salir, golpeé el suelo con mi pie y miré a la puerta. Tenía una cita
con Josh Kirby, el chico de oro de la secundaria. ¿Qué diablos iba a usar?
—¿Puedo pedir ahora? —La señora me miró enojada.
Le sonreí. Nada podía arruinar mi buen humor en este momento. —
Seguro, ¿Qué le gustaría?
—¿Tienes una cita? —La boca de mi madre no podía estar más
abierta, acunando el teléfono en el hombro. Había estado a punto de pedir
comida china cuando le informé que iba a salir.
Asentí, sintiéndome avergonzada. La forma en que lo dijo, fue como si
ella nunca hubiese pensado que yo podría tener una cita. Que era una
anomalía. —No suenes tan sorprendida.
—¿Con quién?
—Josh Kirby.
Arqueó una ceja y bajó el teléfono.
— ¿Lo conozco?
— No.
—Va a tu escuela, ¿Correcto? Espero no sea un chico mayor.
—Sí mamá, está en último año en Boise.
Pude ver el alivio en su cara y en la manera en que sus hombros se
hundían. Creo que albergaba ese temor de que un día yo huiría con un
hombre mucho mayor. Algo así como lo que ella hizo cuando conoció a mi
padre, quien era siete años mayor que ella.
—¿Es nuevo? Nunca te escuché mencionarlo antes.
Sonreí y me encogí de hombros —Él es nuevo para mí.
Se rió de eso.
Kyle arrastró los pies hasta la cocina para abrir la puerta del
refrigerador. —¿Qué es lo gracioso?
Mamá negó con la cabeza. —Nada.
Miró de ella a mí y luego apoyó la cabeza en la nevera. —¿Qué hay
para cenar?
—Estoy ordenando comida china. Seremos solo tú y yo esta noche,
amigo. tiene una cita.
Kyle se golpeó la cabeza al tiempo que me interrogaba con la mirada.
—¿Tienes una cita?
Le hice mueca. —Sí, tengo una cita. ¿Y qué?
—Es raro, es todo. Yo no creí que tú tuvieras citas.
—He tenido novios antes.
—Lo sé, es solo que no recuerdo a ninguno de ellos llevándote a una
cita antes. —Se encogió de hombros, y luego volvió a inspeccionar el
contenido de la nevera.
—¿A qué hora vas a salir? —preguntó mi mamá.
—A las seis.
Miró el reloj en la pared. —Eso es en una hora. —Me frunció el ceño—.
No usarás eso, ¿O sí?
Bajé mi mirada hacia mi camiseta de Plain White y mis pantalones
negros lavados —el único par que no tenía agujeros— y asentí. —Sí, ¿por
qué?
Sin decir una palabra, me tomó el brazo y me arrastró por el pasillo,
hasta su dormitorio. Cuando vi a dónde iba, comencé a patalear hacia
atrás.
—Mamá, nada de lo que tienes va a lucir bien en mí. Odio el rosa. A
menos que sea neón y tenga cráneos. —Me derrumbé en la cama y me tape
la cara con la almohada.
—No todo lo que tengo es rosa. Yo también fui genial una vez, ya
sabes.
La escuché abrir las puertas del armario y buscar entre las perchas. El
ruido del complemento de perchas de plástico siendo empujados de un lado
a otro hizo eco por la habitación.
Finalmente, debió haber encontrado algo decente, porque algo
aterrizó sobre mi espalda. Debió haberlo lanzado hacia mí.
—Pruébate eso.
Acomodándome, quité la blusa de seda de mi espalda y la levanté
frente a mis ojos. Era una delicada camiseta babydoll5 con tirantes en un
bonito color verde azulado. Frunciendo el ceño, me deslicé fuera de la
cama, me quité mi camiseta y deslice la camisola sobre mi cabeza.
Haciendo pucheros, le permití a mi mamá dirigirme frente al gran espejo
detrás de su puerta para ver como se miraba puesta.
Estaba gratamente sorprendida.
—Ese color es radiante contra tu piel, Salem. —Mamá sonrió detrás de
mí, como si acabara de dar mis primeros pasos de nuevo.
Pero tenía razón. El color turquesa se veía muy bien en mí. Resaltaba el
verde de mis ojos.
Entrando en el espíritu de la ocasión, colocó mi cabello detrás de mi
oreja, y alisó mi flequillo para que solo cubriera un ojo. Me sonrió en el espejo.
—Eres preciosa, cariño.
5 Prenda femenina tipo batita
Le devolví la sonrisa. Aunque preciosa fuera una palabra muy fuerte, yo
lucía bastante bien. Súper bien, hubiera sido mi elección de palabras. Incluso
fui capaz de llenar la camiseta bastante bien teniendo en cuenta que
apenas tenía una copa B. Todo estaba muy bien con una copa B. Todo
colgaba correctamente resaltando mis atributos, mi piel pálida y la delgada
línea de mi cintura plana. Incluso yo saldría conmigo.
Deslicé mis manos por la seda de la blusa. —Gracias, mamá. Es
perfecta.
Me miró de nuevo, y luego besó mi mejilla. —No hay de qué.
Josh llegó a las seis en punto. Lo cual me pareció muy extraño en un
chico. Nunca había conocido alguno que haya estado a tiempo alguna vez.
No sabía qué esperar cuando abrí la puerta, pero definitivamente no
era el ramo de margaritas blancas que él tenía en la mano.
Lo miré, sin saber exactamente qué hacer. Por suerte, mamá vino al
rescate de nuevo y a salvarme el trasero de parecer una tonta.
Las tomó de mi mano. —Son preciosas. Las pondré en un florero por ti,
.
—Está bien. —Le sonreí nerviosamente a Josh—. Gracias por las flores.
—Por nada. —Me tendió la mano—. ¿Nos vamos?
Todo parecía tan surrealista que no sabía qué hacer. Nunca tuve a
ningún chico normal que viniera a mi casa para llevarme a una cita, o que
me trajera flores, o que fuera amable y cortés con mi mamá, cuándo ella se
presentara. Fue súper extraño. Extrañamente, me gustó mucho. Me hizo sentir
especial. No me había sentido especial desde la fiesta de mi décimo
cumpleaños en la que le pedí a mi mamá una fiesta de las princesas de
Disney. Estaba vestida como Blanca nieves, y me habían tomado fotos. Una
foto enmarcada de 8x10 colgaba en la pared del dormitorio de mi madre.
Mamá me entregó mi chaqueta de mezclilla blanca antes de que Josh
pudiera sacarme de la casa. Le sonreí, y luego lo seguí por la banqueta hasta
el elegante deportivo negro aparcado en la acera.
Me abrió la puerta del copiloto, y me deslicé en el asiento de cuero,
tan suave como la mantequilla. Incluso el interior del coche olía bien, ese
picante y delicioso aroma que se aferraba a Josh.
Cuándo se sentó en el coche y arrancó el motor, le pregunté: —
Entonces, ¿A dónde vamos?
Se limitó a sonreír, poniendo un CD de JT —Sí, Dios no lo quiera, Justin
Timberlake— y lo hacía andar. Me reí a mi pesar y me acomodé para el
paseo.
funky
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