EXPERIENCIAS INTIMAS... JOE Y TU

por **yadi2110** Mar 02 Abr 2013, 9:54 am

Hola :D emm ... esta nove NO ES MIA ... la voy a terminar por que la dejaron a medias :c y me ENCANTA .... pero no es mia !
aca les dejo el primer capitulo

Capítulo I

“El inicio”

Tantas cosas habían pasado desde el día en que por situaciones de la vida mi madre había deseado retomar el origen de sus raíces y volver a esta ciudad que de alguna forma me llamaba, podría asimilarlo como un llamado de sangre o como un simple sueño adolescente por conocer Europa, no lo sabía solo recordaba esa adrenalina al cruzar las calles italianas inundadas por ese olor a longevidad y conocimiento que embriagaban a cualquier persona con sed de historia, eso era algo con lo que siempre había soñado lidiar. Nunca podría olvidar como el rostro de mi madre se iluminaba con cada historia que surgía desde el fondo de sus recuerdos a medida que dejábamos las calles y esquinas atrás, sus rasgos se suavizaban al hablar de sus travesuras adolescentes, y sus encuentros furtivos con diversos pretendientes, fue ese mismo día en aquel viejo coche de alquiler en el que descubrí el verdadero sentimiento de furia y frustración, no ese que aparece cuando un profesor decide aplazarnos o cuando una supuesta amiga decide contar a otros un pequeño secreto, es ese que aparece cuando el rostro de la persona a la que más amas decide hablar por sí solo, era increíble como la felicidad se borraba inmediatamente de sus gestos dejando solo una nube de dolor y resentimiento en un momento que prometía ser perfecto. Mi madre había sufrido inmensamente en los brazos del hombre que la había hecho en la misma intensidad feliz, en esta ciudad mi madre había conocido y a su vez enamorado perdidamente de mi padre quien le regalo ese amor adolescente que todos necesitamos vivir en algún momento, un amor lleno de sueños y despreocupación, quizás este último factor fue quien los destruyo, al tomar las precauciones necesarias mi madre con tan solo diecisiete años de edad había quedado en estado de embarazo y con ese mismo suceso el joven que le había prometido amor eterno desapareció de la ciudad dejándola a merced del destino, por mucho tiempo odié el hecho de que una persona fuera capaz de hacer semejante canallada pero esa era la vida y esa era la que me había tocado vivir, mi madre con valentía se había enfrentado al mundo y con orgullo llevó su frente en alto ante las habladurías de los ciudadanos del pequeño pueblo, fue dos meses después de haberme traído al mundo cuando decidió dejar Italia para vivir en América, mis abuelos maternos sin dudarlo le brindaron su apoyo, recuerdo con calidez la visita que nos hacia todos los veranos, el mismo viaje al aeropuerto para darle la bienvenida y cuando digo “todos” no exagero, cada verano de mi vida estaba marcado con las hermosa sonrisa de mi abuelo al verme correr hacia sus brazos. Me vi obligada a salir de mis recuerdos cuando el taxi se detuvo frente a la vieja panadería de la que había escuchado hablar tanto pero de la que nunca había tenido el placer de conocer, con sus sesenta y tantos mi abuelo conservaba su aire de galán italiano que prometía haber sido un rompe corazones en sus años mozos, mi abuela una mujer esbelta de rasgos finos que llevaba con elegancia el final de sus cincuenta no emanaba un aire diferente, mi abuela le llevaba solo dieciséis años a mi madre por lo que es evidente decir que habían vivido situaciones similares solo que a diferencia de mi padre mi abuelo había asumido la responsabilidad total de sus actos, incluso hoy treinta y cinco años más tarde y cinco hijos después seguían amándose igual o aún más que en aquella época.
Habían pasado seis años desde aquella mañana que marcó mi vida para siempre y ahora me encontraba con veintidós años de edad preparándome para asistir a mi fiesta de graduación universitaria, mis abuelos se habían encargado de costear con mucho esfuerzo mis estudios así como lo habían hecho durante toda mi vida ya que mi madre no disponía del dinero para hacerlo y aunque a ellos no les sobraba nunca nos abandonaron, de todos los hermanos de mi madre solo ella y mi tío Marcello vivían aun en la pequeña villa que con sus propias manos mi abuelo y mis tíos habían construido, cuando mi abuelo tomaba mi mano entre sus dedos podía sentir las cicatrices y cayos dejados por los largos años de trabajo que aún no acababan ni prometían terminar pronto, mi tío Marcello me llevaba una diferencia de dos años de edad por lo que se había convertido en un hermano para mí, incluso le daba más dolores de cabeza a mi madre y abuelos de lo que yo les daba.
–Estas hermosa– susurró mi madre al verme parada frente al espejo en la actualidad, con su metro setenta de alto el cabello dorado de mi madre caía suelto sobre sus hombros esbeltos que daban la entrada a un curvilíneo cuerpo, mi madre era la copia viva de su madre, agraciada, elegante por naturaleza y trabajadora, el corazón se me encogía cada vez que pensaba en todo lo que tuvo que vivir para poder sacar mi infancia adelante, a veces imaginaba que hubiera sido de su vida si no hubiese tenido que trabajar turnos dobles en aquella cafetería o servir de camarera en la panadería de mis abuelos, que hubiese sido de su vida si yo no habría venido a este mundo –Gracias mamá– le respondí cálidamente con un nudo en la garganta, lamentaba no pensar de la misma forma que ella, no era mi fuerte arreglarme para ir a fiestas o arreglarme para cualquier otro evento, había aprendido con fuertes golpes a no socializar, aun recordaba las fiestas en mis antiguos colegios cuando mi madre debía cocer por sí misma la ropa con la que debía ir o cuando no tenía un par de zapatos nuevo en un año entero, aun después de madurar y entender que la etapa más cruel del ser humano es la niñez podía sentir como sus burlas rasgaban mi autoestima –¡tn_____ Andiamo! ¡Vas a llegar tarde!– escuché gritar desde el primer piso de la casa a mi abuelo –¿debo hacerlo? ¿Por qué no puedo dejar de ir?– le pregunté a mi madre intentando que me salvara, sus manos se fueron hasta sus caderas mientras un tic aparecía en su pie derecho golpeando el suelo –ya hemos discutido esto, no dejare que te pierdas una experiencia como esta, debes vivir todo lo que yo no, así que todos hemos luchado mucho para verte obtener tu título universitario, es el momento de que lo disfrutes– mi madre suavizó el gesto mientras se acercaba a mí con sutileza –debes celebrar en nombre de todos nosotros– dijo con calidez y tranquilidad –lo hare mamá– le respondí intentando disimular mis frustraciones y mi alto descontento con revivir mis antiguas experiencias sociales.

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