Anonymous. { Logan Lerman}

Todo comenzó en el primer año del primario. Hazel estaba allí, con su vestido favorito, sus ojos verdes brillando, sus leves pecas en las mejillas, el pelo castaño largo recogido por listones rosados en dos coletas, los zapatos lustrados, una sonrisa incrustada en la mitad su rostro y unos blancos dientes torcidos. Su papá la tenía en sus brazos, diciéndole que se portara bien, que no manchara su ropa con comida y que haga amigos, mientras ella se limitaba a usar su gran sonrisa, diciéndole con ella que todo iba a ir bien. Él le dio un beso en su mejilla izquierda y se despidió con un "te quiero".

Yo era un niño de piel blanquecina, pelo azabache y ojos azules, por los cuales recibía varios halagos, y debo decir que fui un bastardo auto agrandado por eso más de la mitad de mi vida.

Era un niño, solo una masa corporal de 6 años y cinco meses —y me encantaría volver a esos tiempos. Por el simple hecho de que mi vida comenzaba, y tenía a Hazel.

La vi el primer día, que también fue el primero que quise algo con tanto afán. Pero al verla con su padre cambió mi parecer. Además de auto agrandado y vanidoso, contaba con cierto resentimiento contra los niños que tenían una figura paterna, cosa que yo carecía desde los días de nacido. Ahora que pienso en ello, lo encuentro un tanto estúpido. Nunca necesité a un padre en mi vida.

Sacudí la mano de mi madre para llamar su atención, quería que le preguntara a la maestra su nombre, pero al verla con el señor una cara de disgusto se formó en mi rostro, prefería masticar vidrio antes que hablar con ella.

Los siguientes días transcurrieron normales. Niños aún llorando apenas los dejaban en la escuela, otros conociéndose.. ella no tenía amigos. Y yo conocí a alguien llamado Isaac.

Un viernes después de dos semanas de que empezaran las clases fue la primera vez que le hablé. Yo estaba sentado afuera del aula de arte junto a Isaac comiendo sandwiches que su madre había preparado para nosotros, ella corría de un lado a otro buscando ramitas y hojas de árboles.

Escuché el crack de una rama proviniendo del gran árbol junto al parque de juegos, y la vi en el suelo, empezando a sollozar ruidosamente. Las risas de Isaac retumbaban en mis oídos, y por una milésima de segundo, pensé en unirme a él, mas algo en ella logró ablandarme un poco. Un poco demasiado. Miré mal al rubio y corrí hacia ella, preguntándole si estaba bien. Sus rodillas estaban raspadas, el pelo castaño desordenado y el vestido azul marino manchado. Se veía tan indefensa que me daban ganas de llorar junto a ella. Le ofrecí una mano y ella se levantó, regalándome una sonrisa torcida. No supe en qué momento fue ni cómo, ya que era tímida, pero ella besó mi mejilla derecha, y pude ver después su rostro tan sonrojado como el mío. Fue justo en ese momento en el que supe que quería protegerla.

Los siguientes días empecé a aprender muchas cosas sobre Hazel. No era como la imaginaba, sino muchísimo mejor.

Para ser Logan Lerman, nunca nadie podría haber imaginado que fui yo quien le enseñó a relacionarse con las demás personas, ni quien la ayudó a sobrepasar cualquier problema en nuestra infancia, ni mucho menos quien le presentó a Isaac, del que siempre estuvo enamorada. Era un auto agrandado y vanidoso, ya lo he dicho.

Los años fueron pasando y cada vez más me aferraba a ella, era mi mejor amiga. Los dientes restantes de leche empezaron a caerse, nuevos estilos de pelo, aparatos de ortodoncia se incrustaron en sus dientes, ropa nueva, sin embargo, seguía siendo la misma Hazel, la niña más hermosa que en toda mi vida había visto. Era un ángel. No, es un ángel.

Compartí seis años de amistad junto a ella sin interrupciones, hasta las doce. Tres semanas después de cumplirlos, mi familia estuvo en un accidente automovilístico donde Lucas, mi hermano mayor, fue el único quien no sobrevivió. Lisa, mi madre, quedó devastada, todos lo estaban, incluyéndome. Unos meses después, Lisa decidió que debíamos empezar de nuevo y para ello, teníamos que alejarnos de la ciudad donde el vivo recuerdo de Lucas carcomía nuestras mentes. Y lo hicimos, nos mudamos. No quería hacerlo, pero estaba harto de escuchar a mi madre llorar todas los noches cuando creía que estaba dormido.

Hazel Grace nunca salió de mi mente en ese transcurso de tiempo. Yo podía olvidar a todos, menos a ella.

Un año más tarde, al cumplir los trece, tuve un pequeño ataque de osteosarcoma, algo así como un cáncer en el hueso largo. Para resumir todo, mamá dijo que si lograba vencer la enfermedad, regresaríamos a Indianapolis apenas pudieramos. En esos momentos, estaba en una faceta en la que revelaba contra el mundo, y me deprimía porque quería volver a mi lugar de origen. Quería ver a Hazel. También me tuvieron que amputar la pierna izquierda para que el jodido cáncer deje de expandirse, y fue así, casi. Estaba en una montaña rusa que sólo iba para arriba. Aún me pregunto como Lisa pudo soportar todas estas estupideces.

Al cumplir los quince regresé a Indianapolis, entrando a primer año de secundaria. Volver había sido en vano, ya que la primera vez que la vi en tres años, ella ni siquiera se paró a saludarme, sino que me lanzó las desconocidas miradas frías de Hazel Grace. Siempre había sido alguien dulce y tierna, no podía ver a nadie de mala manera, mas conmigo hizo todo lo contrario. Ella reía mostrando sus perfectos dientes blancos junto a sus amigas, y pude ver algunas miradas de los estudiantes que pasaban, todos con envidia, deseo y resentimiento. No entendía nada.

Los primeros días supe que ella era una de las chicas más populares de toda la secundaria, y tan solo estaba en primero, no quería imaginar cómo sería en el último año. También me enteré de que Isaac y ella estaban saliendo, lo que los convertía en los reyes de primero. Pero a diferencia de la castaña, el rubio sí se había detenido a saludarme. Incluso pude imaginar que estábamos nuevamente en la primaria al charlar con él en los pasillos. Aún así, él tenía su bando de amigos, y yo.. bueno, yo no tenía a nadie. Cabe recalcar que nunca tuve problemas de timidez, mas me comenzaba a sentir inferior a todos por mi pequeño gran estorbo: no tenía una pierna. También entendía que nadie se quería acercar a un fenómeno sin una extremidad de primero año. Y esto, obviamente, me hizo un blanco fácil para las burlas. Pero, nuevamente, era Logan Lerman, y el único que podía lastimarme era yo mismo.. y Hazel Grace.

A los tres meses de haber entrado al infierno, una loca y patética idea se me ocurrió, y yo era demasiado Logan Lerman para desistir de ella. Todo comenzó cuando estaba frustrado por no saber cómo hablarle a Hazel Grace, o aunque sea acercarme a ella sin que me lanzara una de esas miradas frías que lograban atravesar mi corazón, rompiéndose en pedazos. Y empezó así todo lo que hasta hace unos meses hacía.

Mi plan consistía en dejar notas en el casillero de Hazel Grace los días lunes y viernes, pero era muy cobarde e idiota para firmar mi nombre en cada recado, e incluso eso podía perder el sentido del plan. Notas anónimas empezaron a llegar a su casillero, con cualquier cosa que se me ocurriera que quisiera decirle. La primera que le dejé decía: "Buenos días, Ángel. —anonymous", no supe qué más podía escribir, era incómodo. Decidí ponerle "Ángel" en busca de darle una pista de quién era, ya que yo la llamaba así cuando éramos niños. Aunque sabía que ella ya había olvidado todo eso, me odiaba lo suficiente para hacerlo, lo que lograba tranquilizar a mi alma cobarde. Y firmaba con "anonymous" porque ese era el sentido de hacerlo, además de sentirme como nadie ante toda la escuela, era un fantasma diambulando por los pasillos. O cuando no lo era, pasaba a ser el fenómeno juguete de todos.

Las primeras semanas ella lucía confundida aún por ello, incluso molesta. Para que dejara de estarlo, comencé a escribirle cosas que sabía que la harían reír, tratando de que no sonara muy estilo Logan Lerman. Con eso pude hacer que mejorara su ánimo, empezaba a disfrutarlo. Aunque no todo era color de rosa, ya que mis notas comenzaron a causar problemas en la relación que tenía con Isaac.

Toda la secundaria sabía que Hazel Grace recibía esa clase de notas, y se esforzaban bastante en descubrir quién era "Anonymous", más si el gran Isaac Blair se los ordenaba.

Unos días antes de Navidad en mi segundo año de secundaria, viernes por la tarde, charlaba con Isaac afuera de la institución después de clases. Hablábamos de cosas sin sentido y cómo solíamos molestar a Hazel cuando éramos niños, típico de Isaac y Logan. Él esperaba a que su novia salga de la escuela, mientras yo esperaba como el chico patético que era a mi madre para que me venga a recoger.

Me había encargado de dejar la nota de Hazel Grace unas horas antes, seguramente ella saldría de las instalaciones con el papel. Pero unos minutos después, ella apareció y se acercó a Isaac, plantando un casto beso en sus labios. Yo no pude evitar dirigir mi mirada a otro lado. Dolía, y mucho. Como siempre, ella iginoró mi presencia.

—Nos vemos, Logan—se despidió Isaac, tomando la mano de Hazel—. Y feliz Navidad—y con eso, él se giró para empezar a caminar, pero ella no se movía y abrió de par en par los ojos, aparentando que se estaba acordando de algo. La conocía lo suficiente como para saber que estaba fingiendo.

—Espera, ¡es viernes!—exclamó ella y sonrió con la comisura de sus labios. Él se detuvo en seco, mientras yo tragué saliva nervioso.

—¿Y?—preguntó Isaac, fingiendo que no sabía de qué se trataba.

—¡La carta de Anonymous!—ella volvió a exclamar y su sonrisa se expandió. Luego, por primera vez en años, Hazel Grace me miró sin ningún resentimiento en sus ojos.

Y yo fui tan tarado que aparté la vista de la de ella.

—Vuelvo en un rato—vociferó antes de echarse a correr, perdiéndose entre los alumnos.

Escuché a Isaac gruñir.

—¿Qué tiene ese "Anonymous"?—preguntó fastidiado— Sólo es un cobarde que es incapaz de decirle a mi novia que le gusta—comentó haciendo énfasis en "mi novia". Yo volví a tragar saliva. Lo que decía era cierto, solo era un cobarde que no podía hablar con Hazel.

—¿Tú sabes quién es?—me preguntó al notar que me había quedado en silencio.

"Mierda" pensé.

—No—negué con la cabeza y aclaré mi garganta—, sólo estaba pensando en las posibilidades de quién podría serlo.

Y el tiempo fue transcurriendo. Yo seguía como idiota enviándole notas los lunes y viernes, pero estaba feliz ya que ella sonreía con ellas. Finalizando nuestro último año de secundaria, Isaac y Hazel terminaron. Y era tan hipócrita que estaba demasiado contento, me estaba ahogando en esa extrañamente dolorosa alegría. Había escuchado que Isaac estaba enfurecido, mientras Hazel Grace era un desastre. Y lo peor es que se rumoreaba que la ruptura había sido por la típica pelea; Anonymous.

Fue en ese momento en el que supe que debía parar —Anonymous debía desaparecer. El mundo de Hazel Grace se podía derrumbar en miles de pedazos por mi culpa.