Nos conocimos por skype ||niall y tu|| ||Capítulo 9||

Al llegar al lugar, la heladería estaba repleta de gente, claramente no se podría entrar. Me apoyé en la ventana esperando ver las conocidas figuras de Jas y Mica, pero no encontré nada, al menos no cerca. Cerré mis ojos y traté de apaciguar el sonido de los gritos que retumbaban dentro de mi cabeza.

-¿De qué te quejas? Tu acabas de llegar, yo llevo todo el día soportando esto- dramatizó Lucas llegando a mi lado.
-¿En serio sales del trabajo cuando hay toda esa gente esperando por comprar?- señalé el interior.
-Tenemos ayuda extra, puedo permitirme un descanso- encogió sus hombros desinteresadamente.- ¿Qué haces sola?
-No sé, la verdad no sé ni que hago aquí- baje la mirada.
-¿Aquí dónde?- preguntó tomando mi barbilla para hacer que mis ojos miraran los suyos.

Las palabras se atoraron en mi garganta al ver que se acercaba lentamente, miraba mis ojos para luego ver mis labios y así sucesivamente. ¿Acaso me iría a besar? Yo no quería que me besara, pero tampoco quería lastimarlo. Mi corazón latía más rápidamente, pero no de nervios o ansias, si no de miedo, miedo a lastimarlo si me apartaba, miedo a lo que pasaría después si dejaba que nuestro labios chocaran. El roce de su mano en mi barbilla ahora quemaba, quería apartarme, no quería que esto pasara. Sus ojos se cerraron y una lágrima resbaló por mi mejilla, no podía ni siquiera moverme para limpiarla. Me sentía mal, por él y por mí, pero yo ya estoy acostumbrada a ser la que salga lastimada, él no, y yo no lo acostumbraría a eso, no podía. Resignada esperé que esto pasara pronto.

-_______(tn)- llamó alguien a mi izquierda, me aparté rápidamente de Lucas y visualicé a Jas y Mica llegando a mi lado. Solté el aire que tenía contenido e internamente agradecí su llegada, limpiando rápidamente la lágrima que había caído anteriormente.
-Hasta que al fin llegan, ¿Cómo les fue?- traté de controlar el nerviosismo en mi voz.
-Bien- Jas miraba fijo a Lucas, sus ojos estaban entrecerrados.-En serio Lucas si trabajaras para mi hace rato te hubiera despedido. –Levantó una ceja.
-Tranquila, ya me voy.- me miró tristemente y después desapareció atravesando la puerta del local.
-¿Nos puedes explicar que paso?- Jas se cruzó de brazos.
-Siéndote sincera, ni yo se que pasó.- aparté la vista de la puerta para mirarlas a ellas.- No me dijeron, ¿Cómo les fue?
-Bien, Liam es mucho más guapo en persona.- Suspiró mi amiga.
-Genial y ¿Jas?- pregunté al ver que no hablaba y mantenía su vista fija en mi.
-Supongo que bien, ¿nos vamos?- Ambas asentimos.
Luego de horas intentando salir del parqueo, llevamos a Mica a la casa para después dirigirnos a la nuestra. Jas iba callada y yo claramente no tenía ganas de hablar, de hecho nunca las tengo, así que mejor aproveché el momento y lo dejé pasar.
Al llegar a la casa, dejó el automóvil en el mismo lugar de siempre y lo apagó, antes de que pudiera salir habló.
-¿Ya no confías en mí?- paré mis movimientos y la miré a ella.
-Si lo hago- respondí extrañada.
-¿Entonces dime la verdad, qué pasó con Lucas?- levantó una ceja.
-Simplemente hablábamos y luego se acercó más a mí- los recuerdos me asaltaron haciendo que mi corazón se desbocara asustado nuevamente.
-¿Por qué llorabas?- cruzó los brazos.
-Estaba asustada, sabes que nunca he besado a nadie y tenía muchos nervios- parte de lo que dije era verdad, pero no era por nervios, si no por miedo, porque soy una cobarde.
-¿Segura que no te lastimo o te forzó a algo?- me miraba expectante a mi respuesta.
-No- hablé lo más segura que mi voz pudo salir en estos momentos.
-Bueno, te creo- me dio un incómodo abrazo ya que seguíamos en el auto y luego bajamos.

Al entrar a la casa mi tía nos esperaba con la cena, Jas no estaba enojada, ahora le encontraba alegremente como Zayn la había visto en la firma y como Mica había muerto delante de Liam. Luego de la cena y la plática, que fue más entre ellas, ayudé a lavar los platos. Cada una se fue a su cuarto. Al entrar al mío, Toto miraba por la ventana, se que él quería salir.

-Perdóname Toto- acaricié su suave pelaje- Me encantaría sacarte a pasear, pero no puedo, sabes que con costos salgo yo. Mañana le diré a Jas que te saque, lo prometo. Me dirigí a mi estante de Libros y tomé uno de mis preferidos, “Orgullo y prejuicio.”  Ya eran las nueve de la noche cuando Jas entró en mi habitación.
-¿Qué haces?- preguntó sentándose en la cama.
-Leo- le enseñe el libro.
-Interesante- nos quedamos en silencio un momento- Sabes hace mucho no revisas tus redes sociales.  ¿Por qué no miras lo que ha pasado en el mundo y si hay algo nuevo con tus cuentas?, como Twitter, Facebook, no sé, Skype. –me pasó la portátil. La tomé extrañada.
-De acuerdo- dije lentamente mientras ella se acostaba a mi lado.

Revisé casi todas mis cuentas que en realidad no sabía ni para que tenía y no, nada nuevo. Solo me faltaba uno por revisar, Skype. Al abrirlo una luz en el lado izquierdo de la pantalla llamó mi atención, era una solicitud de amistad. El usuario era privado, por lo que no podría ver su nombre o información a menos que lo aceptara. Miré a Jas y una sonrisa victoriosa se posaba en su rostro. Mi mano temblaba, no sabía se aceptarla o no.

-Vamos acéptalo, acéptalo- me incitó mi prima.
- No sé quién es, no puedo ni ver el nombre, no puedo aceptar a alguien que no conozco.- estaba nerviosa.
-Es por skype, nada te pasará no significa, que le des tu numero de casa, celular, identidad, incluso puede que te lleves una sorpresa.- jas se mordió el labio.
-No lo haré, no lo conozco- ella pudo notar mi nerviosismo y enojada se levantó de la cama
-Es siempre lo mismo _____(tn), nunca te arriesgas por nada. Así perderás muchas oportunidades- dicho esto se dirigió a la puerta de mi cuarto- Te lo repito, ¿Dónde está la niña que hacia travesuras conmigo, la que nunca decía que no? Quiero a esa _____(tn), no esta- salió del cuarto.

Sabía que tenía razón, perdería muchas oportunidades, pero la verdad eso no me importaba, lo único que quería era dejar de lastimarla, ¿por qué me cuesta tanto no hacerlo?  La solicitud de amistad seguía presente en el monitor de mi pantalla, me debatía entre aceptarla o no, ir por el lado seguro es como he sobrevivido todo este tiempo. Di un gran suspiro y acepté la solicitud.

Cerré mis ojos al momento de aceptar la solicitud, mis manos temblaban y mi pulso se aceleraba. Una parte de mi quería abrir los ojos y ver quien era la persona que quería, por alguna extraña razón, entablar una conversación conmigo a través de una pantalla, mientras que la otra parte quería cerrar la computadora, tirarla al otro lado de la cama, irme a la esquina y esconderme de cualquiera que sea.

¿Qué debía hacer? Siempre estaba irme por el lado cobarde y seguir la segunda opción, era lo que siempre hacia, no me extraña que en algunos minutos sea lo que decida hacer. ¿Por qué continuo con los ojos cerrados? Debería abrirlos, o tal vez no, ¿miedo o curiosidad? ¿Será siempre así? Si, lo será, las lágrimas quemaban a través de mis ojos. El sonido de llamada proveniente de la computadora me distrajo por algunos segundos de mis pensamientos. ¿Me está llamando?

Abría levemente mis ojos pero el cuadro de video llamada fue lo único que vi para volver a cerrarlos, las lágrimas no me permitieron ver el nombre y la que ahora se deslizaba por mi mejilla quemaba al contacto con mi piel. Unos segundos después el sonido terminó, y liberé el aire que sin darme cuenta tenía retenido. El sonido proveniente de la computadora se volvió a escuchar. ¿Me estaba llamando de nuevo? Repetí la misma acción anterior y una segunda lágrima rodó por mi mejilla al cerrar y abrir los ojos. El cuadro de video llamada se encontraba nuevamente ahí.

El tono retumbaba en mi cabeza, cerré mis ojos con más fuerza tratando de apartar las lágrimas que exigían ser liberadas y contuve un sollozo. El único movimiento por parte de mi mana derecha fue el de cubrir mi boca, evitando que el sollozo escapara de mi garganta. Se dice que la mente es poderosa, que uno puede contralar el dolor si controla su mente. Pero, ¿Qué ocurre cuando la mente te controla a ti? Porque eso el lo que sucede, mi mente se empeña en cortar mis posibilidades de libertad y mantenerme presa en un mundo de cobardía y miedos. Mi mente me obliga a vivir un mundo de mentira y de hipocresía, y luego de unos años ya me había acostumbrado.

Me había acostumbrado a que una sonrisa falsa ocultara mi dolor y mi miedo, que una sonrisa falta ocultara el vacío que sentía por dentro. Me había acostumbrado a interponer la felicidad de otros sobre la mía, ya que sabía que encontrar mi felicidad sería imposible, para estos momentos de mi vida ya nada me causaba felicidad, ya nada me causaba esa alegría que sentía cuando jugaba con papá, o la alegría que mi madre irradiaba y transmitía en la cocina mientras cocinaba esas deliciosas galletas. La alegría que ellos me transmitían y la alegría que ellos se llevaron a la tumba. Si no podía ir con ellos quería que se llevaran algo de mí, mi valentía, mis sonrisas, mi felicidad, todo se lo debía a ellos, por lo tanto lo menos que podía hacer era devolvérselos, y aprender a vivir con la cobardía, la falsedad y el miedo a morir.

Dejar de hacer las cosas por que quiera y empezar a acostumbrarme a las acciones mecánicas, esas acciones que me mantenían anclada a la realidad, deseando no estar necesariamente en ella. Esas acciones que le daba a entender a las demás personas que mi corazón todavía latía y mis pulmones todavía se llenaban de aire, aunque lo hicieran únicamente por ser acciones reflejas del cuerpo y no porque yo lo deseara.

Un nuevo sonido me trajo de vuelta a la realidad, ya no era el constante tono de llamada que había decidido o aprendido ignorar estos últimos minutos, si no un silbato que indicaba un mensaje, creo que la otra persona se había cansado de llamar y no recibir respuesta. Tenía admitir que sea quien sea, era insistente. Mis ojos continúan cerrados, tiene miedo a lo desconocido, todo yo lo tengo. Pero no quiero estar más en la oscuridad, quiero abrir mis ojos y ver la luz de mi habitación. Aunque no es solo ahora, toda mi vida, si se le puede llamar así, la he vivido en la oscuridad desde la muerte de mis padres, aunque mis ojos estén abiertos o no, mi luz se apagó con ellos. ¿Querré salir de la oscuridad? Si, si quiero, pero no tengo las fuerzas o la motivación para hacerlo. Debería ya haber aprendido que la vida no está destinada a tratarme bien, no debería dolerme a hora, este dolor constante en mi pecho debería ya haber desaparecido y vivir en la falsedad hacerse aunque sea más fácil.

De nuevo el sonido de un silbato. ¿Por qué me resulta tan fácil perderme en mis pensamientos? Ya he repasado mi vida y las razones de ella muchas veces, porque siempre pienso lo mismo tratando de entender algo que estoy segura no entenderá, no lo entendí veces anteriores no tengo por qué entenderlo ahora.

Aparté la computadora de mis piernas y las puse a mi lado en la cama, me senté en la orilla, dándole la espalda a la pantalla y con el dorso de mis manos limpié las lágrimas que escaparon al momento de abrir mis ojos. Me tomó un momento adaptarme a la luz de bombilla de mi habitación. Cuando al final lo hice, miré a Toto que me miraba sentado a mis pies. Le acaricié la cabeza.
De nuevo el silbato. Como reflejo al sonido ahora con mis ojos abiertos y pudiendo enfocar mejor las cosas volví mi cara para ver la pantalla del computador. Me quedé inmóvil, mis ojos se abrieron al tope y mi olvidé como respirar por unos momento, estoy segura de que mi corazón se detuvo unos segundos para después volver a latir.

Tomé la computadora en mis manos y me recosté nuevamente en las almohadas apoyadas contra el respaldo de la cama para mirar mejor la pantalla. Ese era el mismo nombre que había visto segundos antes. Mis ojos y mi mente no me engañaron, o bueno al menos eso creo. De nuevo el silbato. Aparté mi mirada del nombre para enfocarme en la conversación que por el momento era solo por parte de él.

Poco a poco retomé la respiración y parpadeé lentamente. Los nervios consumieron mi cuerpo. Y con dedos temblorosos acerqué mis manos al teclado, logrando escribir un simple hola y antes de arrepentirme presioné el botón enviar. A los segundo de hacerlo el cuadro de llamada volvió a la pantalla. Me estaba llamando de nuevo. ¿Por qué en el mundo Niall Horan quiere hablar conmigo? Tomé no una, si no mínimo cinco respiraciones profundas antes de saber qué hacer. Cerré mis ojos tomando valor de no estoy muy segura donde y los abrí de nuevo, para darle aceptar a la llamada. Me quede mirando a la pantalla mientras la imagen de él aparecía y una luz se encendió al lado de la cámara de mi computadora haciéndome saber que él me podría ver también.

No decíamos nada, nada más no mirábamos, estoy segura que ninguno de los dos sabía que decir, yo nunca decía mucho de todas maneras. Extrañamente el silencio no era incómodo. Mi dio una sonrisa y como acto reflejo se la devolví, con la única diferencia de que por primera vez en muchos años, la sonrisa que adornaba mi rostro en este momento era sincera, era verdadera, era una sonrisa que en serio sentía.