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Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
Nombre: Atada por Navidad.
Autor: Mackenzie McKade
Adaptación: Si.
Género: HOT.
Advertencias: Vocabulario fuerte, escenas con sexo...
Otras páginas: Muchas otras.
Heeey, mentes pervertidas, ni siquiera tardé un día para encontrar una novela que las vuelva locaaas, esta vez por el sexy Joe:$ Disfrútenla y a las nuevas lectoras pásense por mis otras novelas terminadas. (:
Una invitación muy caliente para dejarla pasar…__________ Clarke se encuentra a sí misma atada durante las vacaciones, literalmente. No por uno, sino por dos magníficos hombres, un poderoso ejecutivo y un sexy vaquero. _____ esperaba pasar las Navidades sola, no en los brazos de su nuevo jefe después de la fiesta de la oficina. Su atracción es lo suficientemente caliente para derretir hielo, y sus traviesas propuestas la fascinan. Lo que él le está ofreciendo es sobre lo que ella ha fantaseado. Para su sorpresa, la noche no sólo implica bufandas de seda y un juego de esposas, sino también a un alto vaquero oscuro. Joe Jonas nunca había pensado dos veces sobre compartir a sus mujeres con su mejor amigo, hasta que Joe toca a ____. Ella revuelve algo en su interior. Pero es demasiado tarde para detener la decadente noche abriéndose. Lo que comienza como sexo caliente con una caliente, dispuesta mujer se convierte en algo más. Después de esa noche, Joe sabe que él nunca estará satisfecho con sólo una probada. ¿Podía su fantasía conducir a algo duradero, o seria sólo una noche de placer?
Autor: Mackenzie McKade
Adaptación: Si.
Género: HOT.
Advertencias: Vocabulario fuerte, escenas con sexo...
Otras páginas: Muchas otras.
Heeey, mentes pervertidas, ni siquiera tardé un día para encontrar una novela que las vuelva locaaas, esta vez por el sexy Joe:$ Disfrútenla y a las nuevas lectoras pásense por mis otras novelas terminadas. (:
Una invitación muy caliente para dejarla pasar…__________ Clarke se encuentra a sí misma atada durante las vacaciones, literalmente. No por uno, sino por dos magníficos hombres, un poderoso ejecutivo y un sexy vaquero. _____ esperaba pasar las Navidades sola, no en los brazos de su nuevo jefe después de la fiesta de la oficina. Su atracción es lo suficientemente caliente para derretir hielo, y sus traviesas propuestas la fascinan. Lo que él le está ofreciendo es sobre lo que ella ha fantaseado. Para su sorpresa, la noche no sólo implica bufandas de seda y un juego de esposas, sino también a un alto vaquero oscuro. Joe Jonas nunca había pensado dos veces sobre compartir a sus mujeres con su mejor amigo, hasta que Joe toca a ____. Ella revuelve algo en su interior. Pero es demasiado tarde para detener la decadente noche abriéndose. Lo que comienza como sexo caliente con una caliente, dispuesta mujer se convierte en algo más. Después de esa noche, Joe sabe que él nunca estará satisfecho con sólo una probada. ¿Podía su fantasía conducir a algo duradero, o seria sólo una noche de placer?
Mariieta *.*
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
Nuevalectoraaaaa!!!!.. Y ya quiero leer el primer capituloooo
Porfaaa sube pronto
Porfaaa sube pronto
chelis
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
Capítulo I.
______ parpadeó con fuerza. El propietario de la revista Sábanas de Seda no sólo se limitó a preguntar lo buena que era en la puesto de diseño.
¿Lo hizo?
Por supuesto, las carcajadas de la multitud y la música no ayudaban a su audición. Los empleados de Sábanas de Seda celebraban la Navidad en el Hyatt Regency, del rancho Gainey, en Scottsdale. Joe Jonas había reservado el salón de baile, donde se servía una comida de cuatro platos, y había contratado una orquesta y una barra de bar a servicio completo para entretener a su personal. Eran una multitud ruidosa, comiendo, bebiendo y bailando a cargo de la empresa.
El hombre en cuestión se inclinó casualmente contra la barra al lado de donde _____ estaba sentada en un taburete. Un rizo de ébano caía sobre la amplia frente de Joe, dándole ese look sexy de chico malo. Irradiaba calor sexual.
Maldita sea. Eres guapo.
Ella respiró hondo y retuvo el aliento, tratando de contener su respuesta inmediata. Infiernos, sí, soy buena en el puesto de diseño y estaría encantada de mostrártelo. Pero su colonia amaderada estaba haciendo estragos en sus sentidos. Apretó su mandíbula para evitar que las palabras se derramasen de su boca.
El camarero empujó otro Cosmopolitan frente a ella, pero lo ignoró. ¿Estaba insinuándose su nuevo jefe o se lo estaba imaginando?
Quizás ______ solamente oyó lo que quería oír... una invitación a su cama.
Alejó mentalmente el pensamiento, recordando las palabras de su padre cada vez más contundentes, “mojar la pluma en la tinta de la empresa nunca es sabio, _______. Mantén las piernas cruzadas y la mente en los negocios”.
No había sido el tipo de niña que escuchaba los consejos de su padre, así que, ¿por qué empezar ahora?
Faltaban dos días para Navidad, y estaba desesperada.
La idea de pasar la Navidad sola con su gato atigrado, Kitty, no era su idea de un buen momento. Su madre y su padre estaban de vacaciones tostándose en el sol de Hawái, mientras que sus dos hermanos habían decidido ir a esquiar a Colorado, eso sonaba más divertido que pasar la Navidad con su hermana mayor en el desierto de Arizona.
Pestañas oscuras marcaban los sensuales ojos Café de Joe Jonas. Él arqueó una ceja, recordándole que le había hecho esa pregunta… sobre ser buena en el puesto de diseño.
Luchando por mantener un semblante tranquilo y borrar los atrevidos pensamientos que se arremolinaban en su cabeza, intentó una modesta sonrisa que no acababa de sentirse bien.
La verdad era que el jefe la tenía mal. Desde la primera vez que entró en la sala de juntas y le tomó la mano en la suya, cayó inmediatamente dentro de la lujuria, atrapada en un estado de desesperada intoxicación.
Las pequeñas luces azules navideñas que adornaban el pasamanos de cobre encima de la barra no ayudaban. Los suaves y eróticos tonos añadidos a su apetito sexual le apretaron los pezones cuando se frotaron contra el ceñido vestido negro de noche que llevaba.
Con un lento deslizamiento, cruzó una pierna sobre la otra. El dobladillo de su vestido se subió para mostrar un atisbo de su liguero negro que sujetaba sus medias hasta el muslo.
La mirada de él acarició sus piernas, minuciosamente.
¡Vaya! El calor en el cuerpo de ______ estalló en una bola de fuego. Se resistió a demostrar su satisfacción femenina, pensando que era prudente asegurarse que había entendido sus demandas no verbales correctamente.
—¿Perdóneme? ¿Podría repetirlo? —preguntó despreocupadamente.
Con una espléndida sonrisa para caerse muerta, él la estudió. El deseo humedeció sus bragas. Sus hoyuelos eran demasiado como para resistirse. Pero era el fuego cociéndose a fuego lento en sus ojos lo que la puso en combustión.
_______ deseaba a este hombre. Que se jodieran las consecuencias.
Encontraría otro trabajo en un latido del corazón, pero nunca a otro hombre que hiciese estallar sus terminaciones nerviosas con una sensación al rojo vivo.
El se acercó un poco más mientras el ruido de la sala se incrementaba.
—¿Cómo eres de buena con los diseños, el arte y la disposición de los textos?
¡Maldita sea! Quería hablar de negocios.
Por un momento la inundó la decepción, hasta que su mirada acarició sus pechos, haciendo que sus pezones se endureciesen, convirtiéndose en picos de dolor. Aquella expresión de “ven aquí nena” masculina y sexy la hizo pensar en cuerpos calientes y sudorosos enredados en sábanas de seda.
Ella levantó su copa de Cosmopolitan, tratando de mantener el contacto visual y una apariencia afable, cuando lo que realmente quería hacer era desnudarlo. Despojarlo lentamente de ese traje gris claro de Armani enfundando su firme físico, antes de probar cada centímetro de su cuerpo. En su lugar levantó su vaso más arriba y se atiborró con la pajita hasta la nariz.
Joder.
El calor avanzó lentamente a través de su cara. La conversación se aproximaba a un momento asesino. Ella esperó su risa, pero en cambio él se acercó.
Tan discretamente como fue posible, ella giró el vaso y bebió un sorbo de su Cosmopolitan. El sabor ácido del zumo de arándanos y el limón tocó sus labios, mojando su garganta seca.
—¿Diseños? —Se aclaró la garganta—. Soy la mejor. —Él dio otro paso adelante. Su creciente excitación le hizo bajar la voz cuando habló de nuevo—. Es por lo que me contrató, señor Jonas.
Él dejó su botella de cerveza casi vacía sobre la barra. La botella se tambaleó y cayó a un lado. Era cierto. La revista había enviado a un cazatalentos tras otro en su intento para seducirla de su competidor. Con la última oferta de trabajo que le hicieron consiguió un acuerdo. Joe Jonas estaba pagando la nariz por su experiencia.
Él alcanzó una servilleta y rozó suavemente su mano. Esto provocó unas sensaciones primarias en su brazo.
—Joe—le dijo sosteniéndole la mirada, y haciendo chocar intencionadamente su mano una vez más, antes de limpiar la cerveza derramada.
El olor de su colonia, terrosa y caliente, la envolvió sutilmente con su cercanía. Su lengua hizo un lento camino a través de sus labios secos. Ella levantó una ceja.
Los ojos del hombre se dilataron.
—Mi nombre es Joe,... ―La mirada de ella se centró en sus deliciosos labios cuando se movieron. Maldita sea, quería tocarlos con los suyos, sentir su suavidad contra los de ella. —...________ —concluyó con una nota de calor y promesas.
Oh, sí. Él estaba interesado.
Una noche con el Rey de las Revistas Sexys sería su regalo de Navidad. No podía pensar en otra cosa que no fuese sentir su cuerpo desnudo apretándose junto al suyo. La idea de su polla entrando en su coño y empujando hasta el fondo casi le hizo gemir en voz alta.
Sin duda esto la dejó mojada y deseosa.
Sus pensamientos fueron arrancados cuando el Principal Redactor, Manny García dijo:
—Infierno de fiesta, jefe.
Joe dio un paso atrás y aceptó la mano tendida de Manny y la sacudió.
—Me alegro de que te estés divirtiendo.
El hombre hispano levantó su cerveza en el aire y se echó a reír.
—Claro. ¡Eh!, quería hablar con usted acerca de la cuenta de Krueger.
—Nada de negocios esta noche. _______ y yo nos dirigíamos hacia la pista de baile.
La sorpresa hizo que sus ojos se ensanchasen, la sustituyó rápidamente por una suave sonrisa de anticipación. Un baile lento acababa de empezar. En cuestión de segundos estaría en sus brazos.
Le ofreció su mano y ella colocó la suya encima. La sola idea de tocarlo le hizo un nudo de deseo en el estómago. Por un momento se sintió atrapada en su mirada, y a continuación, de una manera extraña, él puso una pequeña distancia entre ellos dando un paso hacia atrás. Entonces ella miró hacia la sala. Parecía que todos los ojos estaban fijos en ellos.
Los rumores volarían al final de la noche. Y probablemente tendrían razón si ella tuviese algo que ver en la forma en la que esta noche terminara.
Su mano derecha se asió de la izquierda de él y él puso la otra mano firmemente en la parte baja de su espalda, haciendo saltar fuegos artificiales en su cabeza. Esa área en particular siempre había sido una zona erógena para ella. Con la presión más leve, la dirigió a través de la pista.
La abrazó, pero no demasiado cerca para aquellos ojos interesados que los seguían mientras bailaban. En uno de los giros sus cuerpos se apretaron sólo durante un instante, alejándose luego rápidamente.
Ella quería más tropiezos y roces, preferentemente solos y sin ropa.
Era un pensamiento ridículo, pero se sentía bien en sus brazos. ¿Quién era este hombre al que estaba dispuesta a darle el control? Él se movía con tanta habilidad. A donde sea que vaya, ella lo seguiría.
—¿Estás bien con esto? —le preguntó, atrayendo su mirada a la suya.
¿Eh? ¿Qué le estaba diciendo?
—¿Con qué?
—Con el hecho que todos los de la empresa nos están mirando, preguntándose si te llevaré a casa esta noche. —Su voz tenía un tono sexy y misterioso que se deslizó sobre su piel como la seda.
______ parpadeó con fuerza. El propietario de la revista Sábanas de Seda no sólo se limitó a preguntar lo buena que era en la puesto de diseño.
¿Lo hizo?
Por supuesto, las carcajadas de la multitud y la música no ayudaban a su audición. Los empleados de Sábanas de Seda celebraban la Navidad en el Hyatt Regency, del rancho Gainey, en Scottsdale. Joe Jonas había reservado el salón de baile, donde se servía una comida de cuatro platos, y había contratado una orquesta y una barra de bar a servicio completo para entretener a su personal. Eran una multitud ruidosa, comiendo, bebiendo y bailando a cargo de la empresa.
El hombre en cuestión se inclinó casualmente contra la barra al lado de donde _____ estaba sentada en un taburete. Un rizo de ébano caía sobre la amplia frente de Joe, dándole ese look sexy de chico malo. Irradiaba calor sexual.
Maldita sea. Eres guapo.
Ella respiró hondo y retuvo el aliento, tratando de contener su respuesta inmediata. Infiernos, sí, soy buena en el puesto de diseño y estaría encantada de mostrártelo. Pero su colonia amaderada estaba haciendo estragos en sus sentidos. Apretó su mandíbula para evitar que las palabras se derramasen de su boca.
El camarero empujó otro Cosmopolitan frente a ella, pero lo ignoró. ¿Estaba insinuándose su nuevo jefe o se lo estaba imaginando?
Quizás ______ solamente oyó lo que quería oír... una invitación a su cama.
Alejó mentalmente el pensamiento, recordando las palabras de su padre cada vez más contundentes, “mojar la pluma en la tinta de la empresa nunca es sabio, _______. Mantén las piernas cruzadas y la mente en los negocios”.
No había sido el tipo de niña que escuchaba los consejos de su padre, así que, ¿por qué empezar ahora?
Faltaban dos días para Navidad, y estaba desesperada.
La idea de pasar la Navidad sola con su gato atigrado, Kitty, no era su idea de un buen momento. Su madre y su padre estaban de vacaciones tostándose en el sol de Hawái, mientras que sus dos hermanos habían decidido ir a esquiar a Colorado, eso sonaba más divertido que pasar la Navidad con su hermana mayor en el desierto de Arizona.
Pestañas oscuras marcaban los sensuales ojos Café de Joe Jonas. Él arqueó una ceja, recordándole que le había hecho esa pregunta… sobre ser buena en el puesto de diseño.
Luchando por mantener un semblante tranquilo y borrar los atrevidos pensamientos que se arremolinaban en su cabeza, intentó una modesta sonrisa que no acababa de sentirse bien.
La verdad era que el jefe la tenía mal. Desde la primera vez que entró en la sala de juntas y le tomó la mano en la suya, cayó inmediatamente dentro de la lujuria, atrapada en un estado de desesperada intoxicación.
Las pequeñas luces azules navideñas que adornaban el pasamanos de cobre encima de la barra no ayudaban. Los suaves y eróticos tonos añadidos a su apetito sexual le apretaron los pezones cuando se frotaron contra el ceñido vestido negro de noche que llevaba.
Con un lento deslizamiento, cruzó una pierna sobre la otra. El dobladillo de su vestido se subió para mostrar un atisbo de su liguero negro que sujetaba sus medias hasta el muslo.
La mirada de él acarició sus piernas, minuciosamente.
¡Vaya! El calor en el cuerpo de ______ estalló en una bola de fuego. Se resistió a demostrar su satisfacción femenina, pensando que era prudente asegurarse que había entendido sus demandas no verbales correctamente.
—¿Perdóneme? ¿Podría repetirlo? —preguntó despreocupadamente.
Con una espléndida sonrisa para caerse muerta, él la estudió. El deseo humedeció sus bragas. Sus hoyuelos eran demasiado como para resistirse. Pero era el fuego cociéndose a fuego lento en sus ojos lo que la puso en combustión.
_______ deseaba a este hombre. Que se jodieran las consecuencias.
Encontraría otro trabajo en un latido del corazón, pero nunca a otro hombre que hiciese estallar sus terminaciones nerviosas con una sensación al rojo vivo.
El se acercó un poco más mientras el ruido de la sala se incrementaba.
—¿Cómo eres de buena con los diseños, el arte y la disposición de los textos?
¡Maldita sea! Quería hablar de negocios.
Por un momento la inundó la decepción, hasta que su mirada acarició sus pechos, haciendo que sus pezones se endureciesen, convirtiéndose en picos de dolor. Aquella expresión de “ven aquí nena” masculina y sexy la hizo pensar en cuerpos calientes y sudorosos enredados en sábanas de seda.
Ella levantó su copa de Cosmopolitan, tratando de mantener el contacto visual y una apariencia afable, cuando lo que realmente quería hacer era desnudarlo. Despojarlo lentamente de ese traje gris claro de Armani enfundando su firme físico, antes de probar cada centímetro de su cuerpo. En su lugar levantó su vaso más arriba y se atiborró con la pajita hasta la nariz.
Joder.
El calor avanzó lentamente a través de su cara. La conversación se aproximaba a un momento asesino. Ella esperó su risa, pero en cambio él se acercó.
Tan discretamente como fue posible, ella giró el vaso y bebió un sorbo de su Cosmopolitan. El sabor ácido del zumo de arándanos y el limón tocó sus labios, mojando su garganta seca.
—¿Diseños? —Se aclaró la garganta—. Soy la mejor. —Él dio otro paso adelante. Su creciente excitación le hizo bajar la voz cuando habló de nuevo—. Es por lo que me contrató, señor Jonas.
Él dejó su botella de cerveza casi vacía sobre la barra. La botella se tambaleó y cayó a un lado. Era cierto. La revista había enviado a un cazatalentos tras otro en su intento para seducirla de su competidor. Con la última oferta de trabajo que le hicieron consiguió un acuerdo. Joe Jonas estaba pagando la nariz por su experiencia.
Él alcanzó una servilleta y rozó suavemente su mano. Esto provocó unas sensaciones primarias en su brazo.
—Joe—le dijo sosteniéndole la mirada, y haciendo chocar intencionadamente su mano una vez más, antes de limpiar la cerveza derramada.
El olor de su colonia, terrosa y caliente, la envolvió sutilmente con su cercanía. Su lengua hizo un lento camino a través de sus labios secos. Ella levantó una ceja.
Los ojos del hombre se dilataron.
—Mi nombre es Joe,... ―La mirada de ella se centró en sus deliciosos labios cuando se movieron. Maldita sea, quería tocarlos con los suyos, sentir su suavidad contra los de ella. —...________ —concluyó con una nota de calor y promesas.
Oh, sí. Él estaba interesado.
Una noche con el Rey de las Revistas Sexys sería su regalo de Navidad. No podía pensar en otra cosa que no fuese sentir su cuerpo desnudo apretándose junto al suyo. La idea de su polla entrando en su coño y empujando hasta el fondo casi le hizo gemir en voz alta.
Sin duda esto la dejó mojada y deseosa.
Sus pensamientos fueron arrancados cuando el Principal Redactor, Manny García dijo:
—Infierno de fiesta, jefe.
Joe dio un paso atrás y aceptó la mano tendida de Manny y la sacudió.
—Me alegro de que te estés divirtiendo.
El hombre hispano levantó su cerveza en el aire y se echó a reír.
—Claro. ¡Eh!, quería hablar con usted acerca de la cuenta de Krueger.
—Nada de negocios esta noche. _______ y yo nos dirigíamos hacia la pista de baile.
La sorpresa hizo que sus ojos se ensanchasen, la sustituyó rápidamente por una suave sonrisa de anticipación. Un baile lento acababa de empezar. En cuestión de segundos estaría en sus brazos.
Le ofreció su mano y ella colocó la suya encima. La sola idea de tocarlo le hizo un nudo de deseo en el estómago. Por un momento se sintió atrapada en su mirada, y a continuación, de una manera extraña, él puso una pequeña distancia entre ellos dando un paso hacia atrás. Entonces ella miró hacia la sala. Parecía que todos los ojos estaban fijos en ellos.
Los rumores volarían al final de la noche. Y probablemente tendrían razón si ella tuviese algo que ver en la forma en la que esta noche terminara.
Su mano derecha se asió de la izquierda de él y él puso la otra mano firmemente en la parte baja de su espalda, haciendo saltar fuegos artificiales en su cabeza. Esa área en particular siempre había sido una zona erógena para ella. Con la presión más leve, la dirigió a través de la pista.
La abrazó, pero no demasiado cerca para aquellos ojos interesados que los seguían mientras bailaban. En uno de los giros sus cuerpos se apretaron sólo durante un instante, alejándose luego rápidamente.
Ella quería más tropiezos y roces, preferentemente solos y sin ropa.
Era un pensamiento ridículo, pero se sentía bien en sus brazos. ¿Quién era este hombre al que estaba dispuesta a darle el control? Él se movía con tanta habilidad. A donde sea que vaya, ella lo seguiría.
—¿Estás bien con esto? —le preguntó, atrayendo su mirada a la suya.
¿Eh? ¿Qué le estaba diciendo?
—¿Con qué?
—Con el hecho que todos los de la empresa nos están mirando, preguntándose si te llevaré a casa esta noche. —Su voz tenía un tono sexy y misterioso que se deslizó sobre su piel como la seda.
Mariieta *.*
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
Capítulo II
La emoción corría por sus venas.
—Déjales hablar. —Ella le dirigió una tímida sonrisa.
El presionó su mano en su pequeño y firme trasero. Atrayéndola con fuerza contra él, pecho con pecho, caderas con caderas. Su rodilla se deslizó entre sus muslos cuando giraron en torno a la música.
Se sintió mareada cuando él puso una distancia más apropiada entre ellos. Su mente y su cuerpo le daban vueltas, y no era debido a las dos copas que se había tomado. El hombre la embriagaba.
—¿Deberíamos darles algo real de qué hablar? —Se detuvo un momento, antes de preguntar—. Ven a casa conmigo esta noche, ______.
Ella se saltó un paso. Su mente y su corazón le iban a estallar. Esta vez sabía que lo había escuchado correctamente. Esta noche se perdería en los brazos de un caliente directivo.
Feliz Navidad, ______.
Joe se sintió sobre el filo de la navaja en su anticipación. Esta mujer le volvía loco como ninguna. El nunca había confraternizado con sus empleados, y ahora le había hecho una proposición.
Este no era un movimiento sabio.
Tenía todos los ingredientes para un desastre. Hasta que ella dijo recatadamente:
—Me gustaría. —Sus párpados se deslizaron a media asta mientras lo miraba a través de sus pestañas empalmadas. El deseo parpadeó en sus profundidades azules.
Su polla saltó a la vida, hinchándose contra el vientre de ella. Las uñas se clavaban en sus hombros. La sintió inhalar y el temblor que le siguió. No podía esperar para quitarle aquel pequeño vestido negro, arrancar el broche de sus ligas y besar cada centímetro de su piel satinada.
A medida que giraban, su mejilla se encontró con la suya. Mejilla con mejilla, inhaló su ligero perfume, dulce con un toque de cítricos.
—No podemos irnos de inmediato —susurró él—. Tengo que guardar las formas por al menos una hora más. Mezclarme. ¿Te parece bien?
—Entiendo —murmuró, deslizándose seductoramente contra su bulto por lo que éste se puso aún más grande.
El lanzó un suave gemido.
—Nena, no hagas eso a menos que quieras que te tome aquí en la pista de baile.
Su risa era encantadoramente brillante. Le tomó el pelo una vez más, moviendo sus caderas contra él.
—Bruja —murmuró juguetonamente—. ¿Quieres una audiencia?
Sus ojos se iluminaron.
—No —dijo, pero su lenguaje corporal decía una cosa diferente, mientras se rozaba contra él una vez más.
¡Oh, sí! Sin duda ella sería una gata en la cama. Incluso podría ser capaz de poner en práctica a algunos de sus juguetes y otras cosas con las que él disfrutaba. Como atarla a su cama, o tal vez, un pequeño azote y juegos con cadenas. Tenía toda la noche para descubrir qué excitaba a _____ Clarke.
El pensamiento envió un torrente de sangre llenando sus pelotas con un dolor pulsante. No podía esperar para estar a solas con ella. Un problema más inmediato era cómo lidiar con su furiosa erección.
Muy despacio, la guió hacia la dirección de los baños. Después de que la música terminara, él haría su escape, aliviaría sus emergentes hormonas. Entonces alternaría con sus empleados, hasta que fuese la hora de marcharse.
La canción llegó a su fin. Le apretó la mano gentilmente.
—Discúlpame un minuto.
Odiaba dejarla sola, pero sabía que no duraría mucho tiempo… no es su estado de excitación. Se deslizó rápidamente hacia el cartel que señalaba los baños. Cuando empujó la puerta agradeció que no hubiera nadie cerca. Sin tardanza caminó tranquilamente dentro del cubículo y cerró la puerta.
El material de sus pantalones estaba estrechamente tenso sobre sus caderas. No podía estar toda la noche en esa condición, y eso sin mencionar lo embarazoso que sería si se corriese antes de complacer a _______.
Con manos temblorosas, deslizó la cremallera hacia abajo y liberó su polla. Esta saltó hacia delante, ávida de atención. Soltó el aliento que estaba conteniendo y envolvió sus dedos alrededor de su eje. Con lentos y rítmicos bombeos desde la base hasta la punta, pensó en _______, recordando sus pezones hinchados presionando contra su vestido ceñido. ¿Cómo se sentirían esos pezones y sabrían en su boca?
No creyó que fuera posible, pero su polla creció más firme, sus pelotas se acercaron a su cuerpo. Un leve cosquilleo le hizo apretar el agarre y aumentar el ritmo.
Más duro y más rápido, empujó sus caderas hacia delante impulsando su congestionada polla a través de sus dedos. Apoyó la mano libre contra la pared y echó la cabeza hacia atrás mientras el fuego lamía su sensible órgano.
¡Joder! Eso se sentía bien. Nada en comparación a como se sentiría cuando ______ se pusiera de rodillas, su hermosa boca chupando su polla, la caricia de su lengua, el calor y la humedad de su húmeda caverna.
De repente su clímax lo golpeó, meciéndolo sobre sus talones. Un temblor lo sacudió cuando se forzó a permanecer en silencio y en posición vertical. Con movimientos inestables, siguió bombeando con su mano, arriba y abajo, hasta que todo su semen se derramó dentro del inodoro.
Con el corazón palpitante y sin aliento, se sacudió y se acomodó de nuevo sus pantalones. Con movimientos cortos y rápidos se acomodó la camisa dentro de los pantalones. La puerta crujió y fuertes pisadas sonaron a través del suelo. Cerró la cremallera en su lugar, tiró de la cadena y abrió la puerta dirigiéndose hacia el lavabo.
Manny sonrió abiertamente sobre su hombro, mientras se aliviaba en uno de los urinarios de la pared.
—¿Disfrutando de ti mismo, jefe?
—¿Qué? —Preguntó Joe, metiendo las manos bajo el grifo automático y activando el agua.
—¿La fiesta? ¿Te lo estás pasando bien? —La sonrisa en la cara de Manny era fácil de leer. No era de la fiesta de lo que hablaba, era de una mujer en particular.
Joe sacó una toalla de papel del soporte, secó sus manos y la lanzó a la papelera.
—Claro. Espero que tú también. —Estaba a mitad de camino hacia la puerta cuando Manny volvió a hablar, pero Joe no le hizo caso.
El olor a alcohol se elevó en el aire junto a una serie de perfumes y colonias. La risa llenaba el aire y la orquesta comenzó otra melodía lenta. Exploró la muchedumbre encontrando inmediatamente a ______ hablando con Kevin, un redactor colega y el chismoso del grupo. Kevin estaba animado, moviendo sus manos mientras hablaban. Su mirada se lanzó de él a ______ , como buscando signos de que eran pareja.
Betty Hodges, su secretaria durante los tres últimos años pasó por delante, dándole un suave movimiento de cabeza. Tiró a la mujer mayor a sus brazos. —Betty, ¿qué dices si te llevo a dar una vuelta por la pista de baile?
Ella le dio un golpecito en el pecho. Un rubor encantador se irradió a través de su cara arrugada.
—¿Qué diablos se ha metido dentro de ti esta noche?
Era cierto. Se sentía feliz y entusiasmado con la perspectiva de su noche con ______ . Su pene volvió a la vida y se agitó de nuevo, y pensó que era prudente volver a centrar su atención en otra parte.
—Espíritu de Navidad. —La tomó de la mano y la llevó a la pista. Le dio una vuelta antes de tirar de ella hacia sus brazos.
La primera cosa que notó fue la manera diferente que sentía a Betty de ______ en sus brazos. ______ se había sentido bien, una extensión de su cuerpo. Lo segundo era que el perfume almizclado que llevaba Betty le hacía cosquillas en su nariz. El de ______ le acariciaba con la mano del deseo.
La mujer mayor se movía entre sus brazos fácilmente. Sus ojos negros brillaban con una expresión soñadora que los llenaba de humedad. ¿Pensaba en su esposo, fallecido hacía varios años? ¿Había disfrutado mucho bailando como lo hizo la madre de Joe?
Joe sabía que en las relaciones románticas consolidadas, particularmente el baile, moría en los hombres con el tiempo, pero no en las mujeres. El podía hacer que su madre sonriera en cualquier momento bailando con ella alrededor de la cocina.
Lástima que no iría a casa para Navidad. Su hogar estaba en Manhattan. Una cosa era que se perdiese este año la nieve, pero la falta del pastel de calabaza de su madre era una tragedia. Y luego estaba el primer hijo de su hermano, un niño.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Betty preguntó:
—¿Cómo es que estás perdiendo el tiempo con esta anciana en lugar de con esa cosita linda con la que estabas bailando antes?
Él la besó suavemente en la mejilla.
—Porque nadie puede compararse contigo, Betty. ¿Dónde aprendiste a bailar así?
Su rostro se iluminó cuando la hizo girar hacia atrás.
—Jerry me enseñó. Solíamos ir a bailar cada fin de semana. Bueno, hasta que sus rodillas se estropearon. Artritis. —Ella se quedó en silencio.
Las fiestas eran algo muy duro para las personas que habían perdido a sus seres queridos y estaban solos.
El baile terminó, y él llevó a Betty fuera de la pista.
Ella se giró hacia él.
La emoción corría por sus venas.
—Déjales hablar. —Ella le dirigió una tímida sonrisa.
El presionó su mano en su pequeño y firme trasero. Atrayéndola con fuerza contra él, pecho con pecho, caderas con caderas. Su rodilla se deslizó entre sus muslos cuando giraron en torno a la música.
Se sintió mareada cuando él puso una distancia más apropiada entre ellos. Su mente y su cuerpo le daban vueltas, y no era debido a las dos copas que se había tomado. El hombre la embriagaba.
—¿Deberíamos darles algo real de qué hablar? —Se detuvo un momento, antes de preguntar—. Ven a casa conmigo esta noche, ______.
Ella se saltó un paso. Su mente y su corazón le iban a estallar. Esta vez sabía que lo había escuchado correctamente. Esta noche se perdería en los brazos de un caliente directivo.
Feliz Navidad, ______.
Joe se sintió sobre el filo de la navaja en su anticipación. Esta mujer le volvía loco como ninguna. El nunca había confraternizado con sus empleados, y ahora le había hecho una proposición.
Este no era un movimiento sabio.
Tenía todos los ingredientes para un desastre. Hasta que ella dijo recatadamente:
—Me gustaría. —Sus párpados se deslizaron a media asta mientras lo miraba a través de sus pestañas empalmadas. El deseo parpadeó en sus profundidades azules.
Su polla saltó a la vida, hinchándose contra el vientre de ella. Las uñas se clavaban en sus hombros. La sintió inhalar y el temblor que le siguió. No podía esperar para quitarle aquel pequeño vestido negro, arrancar el broche de sus ligas y besar cada centímetro de su piel satinada.
A medida que giraban, su mejilla se encontró con la suya. Mejilla con mejilla, inhaló su ligero perfume, dulce con un toque de cítricos.
—No podemos irnos de inmediato —susurró él—. Tengo que guardar las formas por al menos una hora más. Mezclarme. ¿Te parece bien?
—Entiendo —murmuró, deslizándose seductoramente contra su bulto por lo que éste se puso aún más grande.
El lanzó un suave gemido.
—Nena, no hagas eso a menos que quieras que te tome aquí en la pista de baile.
Su risa era encantadoramente brillante. Le tomó el pelo una vez más, moviendo sus caderas contra él.
—Bruja —murmuró juguetonamente—. ¿Quieres una audiencia?
Sus ojos se iluminaron.
—No —dijo, pero su lenguaje corporal decía una cosa diferente, mientras se rozaba contra él una vez más.
¡Oh, sí! Sin duda ella sería una gata en la cama. Incluso podría ser capaz de poner en práctica a algunos de sus juguetes y otras cosas con las que él disfrutaba. Como atarla a su cama, o tal vez, un pequeño azote y juegos con cadenas. Tenía toda la noche para descubrir qué excitaba a _____ Clarke.
El pensamiento envió un torrente de sangre llenando sus pelotas con un dolor pulsante. No podía esperar para estar a solas con ella. Un problema más inmediato era cómo lidiar con su furiosa erección.
Muy despacio, la guió hacia la dirección de los baños. Después de que la música terminara, él haría su escape, aliviaría sus emergentes hormonas. Entonces alternaría con sus empleados, hasta que fuese la hora de marcharse.
La canción llegó a su fin. Le apretó la mano gentilmente.
—Discúlpame un minuto.
Odiaba dejarla sola, pero sabía que no duraría mucho tiempo… no es su estado de excitación. Se deslizó rápidamente hacia el cartel que señalaba los baños. Cuando empujó la puerta agradeció que no hubiera nadie cerca. Sin tardanza caminó tranquilamente dentro del cubículo y cerró la puerta.
El material de sus pantalones estaba estrechamente tenso sobre sus caderas. No podía estar toda la noche en esa condición, y eso sin mencionar lo embarazoso que sería si se corriese antes de complacer a _______.
Con manos temblorosas, deslizó la cremallera hacia abajo y liberó su polla. Esta saltó hacia delante, ávida de atención. Soltó el aliento que estaba conteniendo y envolvió sus dedos alrededor de su eje. Con lentos y rítmicos bombeos desde la base hasta la punta, pensó en _______, recordando sus pezones hinchados presionando contra su vestido ceñido. ¿Cómo se sentirían esos pezones y sabrían en su boca?
No creyó que fuera posible, pero su polla creció más firme, sus pelotas se acercaron a su cuerpo. Un leve cosquilleo le hizo apretar el agarre y aumentar el ritmo.
Más duro y más rápido, empujó sus caderas hacia delante impulsando su congestionada polla a través de sus dedos. Apoyó la mano libre contra la pared y echó la cabeza hacia atrás mientras el fuego lamía su sensible órgano.
¡Joder! Eso se sentía bien. Nada en comparación a como se sentiría cuando ______ se pusiera de rodillas, su hermosa boca chupando su polla, la caricia de su lengua, el calor y la humedad de su húmeda caverna.
De repente su clímax lo golpeó, meciéndolo sobre sus talones. Un temblor lo sacudió cuando se forzó a permanecer en silencio y en posición vertical. Con movimientos inestables, siguió bombeando con su mano, arriba y abajo, hasta que todo su semen se derramó dentro del inodoro.
Con el corazón palpitante y sin aliento, se sacudió y se acomodó de nuevo sus pantalones. Con movimientos cortos y rápidos se acomodó la camisa dentro de los pantalones. La puerta crujió y fuertes pisadas sonaron a través del suelo. Cerró la cremallera en su lugar, tiró de la cadena y abrió la puerta dirigiéndose hacia el lavabo.
Manny sonrió abiertamente sobre su hombro, mientras se aliviaba en uno de los urinarios de la pared.
—¿Disfrutando de ti mismo, jefe?
—¿Qué? —Preguntó Joe, metiendo las manos bajo el grifo automático y activando el agua.
—¿La fiesta? ¿Te lo estás pasando bien? —La sonrisa en la cara de Manny era fácil de leer. No era de la fiesta de lo que hablaba, era de una mujer en particular.
Joe sacó una toalla de papel del soporte, secó sus manos y la lanzó a la papelera.
—Claro. Espero que tú también. —Estaba a mitad de camino hacia la puerta cuando Manny volvió a hablar, pero Joe no le hizo caso.
El olor a alcohol se elevó en el aire junto a una serie de perfumes y colonias. La risa llenaba el aire y la orquesta comenzó otra melodía lenta. Exploró la muchedumbre encontrando inmediatamente a ______ hablando con Kevin, un redactor colega y el chismoso del grupo. Kevin estaba animado, moviendo sus manos mientras hablaban. Su mirada se lanzó de él a ______ , como buscando signos de que eran pareja.
Betty Hodges, su secretaria durante los tres últimos años pasó por delante, dándole un suave movimiento de cabeza. Tiró a la mujer mayor a sus brazos. —Betty, ¿qué dices si te llevo a dar una vuelta por la pista de baile?
Ella le dio un golpecito en el pecho. Un rubor encantador se irradió a través de su cara arrugada.
—¿Qué diablos se ha metido dentro de ti esta noche?
Era cierto. Se sentía feliz y entusiasmado con la perspectiva de su noche con ______ . Su pene volvió a la vida y se agitó de nuevo, y pensó que era prudente volver a centrar su atención en otra parte.
—Espíritu de Navidad. —La tomó de la mano y la llevó a la pista. Le dio una vuelta antes de tirar de ella hacia sus brazos.
La primera cosa que notó fue la manera diferente que sentía a Betty de ______ en sus brazos. ______ se había sentido bien, una extensión de su cuerpo. Lo segundo era que el perfume almizclado que llevaba Betty le hacía cosquillas en su nariz. El de ______ le acariciaba con la mano del deseo.
La mujer mayor se movía entre sus brazos fácilmente. Sus ojos negros brillaban con una expresión soñadora que los llenaba de humedad. ¿Pensaba en su esposo, fallecido hacía varios años? ¿Había disfrutado mucho bailando como lo hizo la madre de Joe?
Joe sabía que en las relaciones románticas consolidadas, particularmente el baile, moría en los hombres con el tiempo, pero no en las mujeres. El podía hacer que su madre sonriera en cualquier momento bailando con ella alrededor de la cocina.
Lástima que no iría a casa para Navidad. Su hogar estaba en Manhattan. Una cosa era que se perdiese este año la nieve, pero la falta del pastel de calabaza de su madre era una tragedia. Y luego estaba el primer hijo de su hermano, un niño.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Betty preguntó:
—¿Cómo es que estás perdiendo el tiempo con esta anciana en lugar de con esa cosita linda con la que estabas bailando antes?
Él la besó suavemente en la mejilla.
—Porque nadie puede compararse contigo, Betty. ¿Dónde aprendiste a bailar así?
Su rostro se iluminó cuando la hizo girar hacia atrás.
—Jerry me enseñó. Solíamos ir a bailar cada fin de semana. Bueno, hasta que sus rodillas se estropearon. Artritis. —Ella se quedó en silencio.
Las fiestas eran algo muy duro para las personas que habían perdido a sus seres queridos y estaban solos.
El baile terminó, y él llevó a Betty fuera de la pista.
Ella se giró hacia él.
Mariieta *.*
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
aaaaaaahh todos deben..... Jajajajajajaajja creo que fueron muy ovios!!!!....
Pon otro porfaaaaa
Pon otro porfaaaaa
chelis
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
Capítulo III.
—Gracias, Joe. —El agradecimiento brillaba en los ojos húmedos de Betty—. Ya me marcho.
—¿Tan temprano?
—No veo bien de noche. —Ella le dio un fuerte abrazo—. Feliz Navidad. Nos vemos el próximo año.
La vio recoger su suéter y salir, antes de dirigirse a la barra y pedir una copa de Chivas Regal. Posó el cristal frío sobre los labios y bebió un sorbo. El whisky era suave, el calor bienvenido.
—¿Tiene un bolígrafo? —le preguntó al camarero. Sin decir una palabra, el hombre alto de detrás de la barra sacó uno de debajo del mostrador y lo puso delante de Joe. Sacó una de sus tarjetas de visita del bolsillo de su chaqueta y anotó rápidamente su número de móvil. Puso el bolígrafo encima de la barra, deslizando la tarjeta en su bolsillo, antes de terminar su copa.
Habló con una cuantas personas más a lo largo de la noche, bailó un par de veces, hasta una vez más con _____, haciendo planes para la noche. Antes de despedirse presionó su tarjeta de visita en la palma de su mano.
—Saldré primero —susurró—. Dame diez o quince minutos, y luego llámame. Nos reuniremos abajo en la calle y luego puedes seguirme a casa. No está muy lejos de aquí.
Ella pareció vacilar un poco, pero al final dijo:
—Está bien.
La dejó y se dirigió hacia el escenario, subiendo las escaleras. La fiesta había sido programada de seis a once. Ahora eran las diez y media.
—¿Le importaría si hiciera un anuncio? —Le preguntó al líder de la orquesta.
—Claro —El hombre le dio el micrófono.
—Espero que todo el mundo lo esté pasando bien. —La voz de Joe se hizo eco a través de los altavoces. Sus palabras fueron recibidas con un rugido de aplausos—. Quiero agradecerles a todos este año de éxitos. La barra estará abierta otra media hora más. Pero yo tengo que marcharme porque tengo visitas que están llegando mañana.
Bueno, mierda. Las palabras le salieron de forma automática, ya que era cierto. Su viejo amigo de Texas debía llegar mañana y casi lo había olvidado, ya que estaba hechizado con _____ .
Entonces una sonrisa asomó en su rostro. Había compartido muchas mujeres con Nick.
Tal vez…
—Feliz Navidad —gritó a la multitud. Al bajar del escenario, se preguntó si _____ estaría interesada en un trío. Eso sería después de saciarse esa noche de su pequeño ángel rubio.
***
En el momento en que _____ se deslizó detrás del Hummer plateado de Joe para seguirlo dentro de la cerrada comunidad de Gainey Ranch, ella tuvo una segunda duda sobre su decisión de una noche de puro sexo con su jefe. Frente a ellos se alzaba un rancho de una planta que tenía que valer por lo menos dos millones de dólares.
Sólo la elegante verja de hierro forjado que se abrió automáticamente le hizo admitir que su nivel de ansiedad había alcanzado un nuevo punto.
¿Qué diablos había estado pensando, aceptando en pasar una noche con su jefe? Podía despertarse en la mañana sin un trabajo.
Él tomó el camino circular de la entrada y se detuvo. Ella estacionó detrás de él, dejando que el motor de su Honda Accord permaneciera encendido. Cuando él salió de su coche, se acercó al lado del de ella y golpeó la ventana, ella apagó el motor y tomó su bolso.
—¿Joe? ―Antes de que pudiera explicar por qué esta situación podría ser un grave error, él abrió la puerta y la tiró dentro de sus brazos. Su cartera se deslizó de su hombro y cogió la correa con la mano.
Con sólo un toque… una mirada… él borró todas las dudas e inseguridades. Ahuecó su cabeza y la miró a los ojos con mucha intensidad. Su expresión le erizó la piel, dándole la sensación de que estaba a punto de ser besaba como nunca antes lo había sido.
—Shhh... ―le susurró.
Con un suave toque aplanó su boca sobre la de ella, succionando primero su labio superior y luego el de abajo, antes de abrirlos para deslizarse en el interior. Lánguidamente, le acarició la boca de lado a lado, parpadeando con su lengua contra la suya. Ella respondió del mismo modo, saboreando whisky y menta. El empujó con más firmeza contra su lengua, inclinando la cabeza para profundizar el beso y sus lenguas se batieron a duelo.
Ella curvó los dedos en la parte superior de las mangas de su chaqueta mientras se aferraba a él, perdida en un valle de sensaciones. Excitante y poderoso, su beso era como una droga.
Ella quería más.
—Suave. Preciosa, ―gruñó él, moviendo los labios ligeramente a través de los de ella.
El aire nocturno era fresco. Una suave brisa agitaba los árboles verdes que llenaban el paisaje, junto con un cactus saguaro o dos. Un mar de gravilla rosada apuntaba una línea de luces a lo largo del pasillo junto a la acera que conducía a la puerta principal.
Fuertes manos le acariciaron el cuello con un suave toque antes de que él rompiera la caricia y sus labios siguieran el camino de sus manos. Las yemas de los dedos pasaron rápidamente por encima de su clavícula, arrastrando el escote de su vestido hacia abajo para exponer más piel. Su lengua le siguió, sumergiéndose en el área ahuecada y moviéndose hacia abajo para colocar pequeños besos en la parte superior de la hinchazón de su pecho.
—Oh, Dios mío. ―Las palabras se le escaparon de la boca mientras tiraba hacia atrás la cabeza.
El no se detuvo allí. En su lugar, procedió a dedicarse a su escote con húmedos y calientes besos que hicieron que sus pechos se hincharan por la necesidad, sus pezones gritando por ser lo próximo en su línea de atención.
El área entre los muslos de _____ estaba mojada y lista. Ella lo necesitaba en su interior ahora. Pero él se tomó su tiempo lamiendo y mordisqueando su piel, torturándola con caricias lentas y largas.
—Joe, tus vecinos. ―Sólo la idea de tener una audiencia la puso caliente.
Sin soltarla, él la guió hasta la puerta, metiendo la mano en el bolsillo extrajo sus llaves, abrió la puerta y la hizo pasar. Tan pronto como se oyó el ruido de la puerta cerrándose, ella estaba de vuelta en sus brazos.
Dentro de su caliente frenesí, ella apenas se dio cuenta de que permanecían en el vestíbulo de entrada que se abría hacia una amplia sala de estar, dónde había un enorme árbol de Navidad decorado, que tenía por lo menos tres metros de altura. El resplandor de las luces de Navidad centelleando rebotaba en las paredes blancas y en los pisos de mármol. Un pasillo conducía a ambos extremos de la habitación. Todo lo demás fue un borrón cuando él la besó de nuevo.
Cuando sus manos le tocaron los muslos, ella sintió su vestido levantándose y su cartera se deslizó de sus dedos, cayendo al suelo.
—Joe, por favor. ―El aire frío se arremolinaba a través de sus piernas, acariciando la humedad de su excitación. Ella soltó el aliento que estaba conteniendo sabiendo que estaba un paso más cerca de hacer que su sueño se hiciera realidad, hacer el amor toda la noche con Joe Jonas.
¿Qué diablos te pasa,_____? Ella no era por lo general tan agresiva pero algo acerca de este hombre le daba ganas de romperle la ropa, empujarlo al suelo y follarlo hasta que su cerebro no pensara.
—¿Qué? ―preguntó él mientras su lengua se deslizaba más allá de su sostén cada vez más cerca del pezón.
—Te necesito en mi interior. ―Ella liberó el apretado agarre que tenía sobre su chaqueta y comenzó a empujarla por sus hombros. Su plan no había sido bien pensado, porque para lograr desvestirlo, él tuvo que dejar de tocarla y eso era simplemente inaceptable.
Un grito de frustración salió de sus pulmones.
Él se rió entre dientes suavemente, sin intentar apresurar su seducción mientras su chaqueta caía al suelo de mármol.
La excitación se deslizó por su columna vertebral. Ella quería que él terminara lo que había empezado… desnudarla. Sabía que iba a ser provocativo sentir sus manos deslizándose por su cuerpo, quitándole el vestido.
—Vestido. Quítalo. ―Su pedido salió sin aliento por la anticipación.
Dolorosamente lento, él empujó el sedoso material hacia arriba de sus muslos, pasando por la cintura y luego sobre su cabeza.
Ella se dio cuenta que no había notado el gran espejo que colgaba en la pared del vestíbulo hasta que su reflejo apareció en él. Estaba parada delante de Joe con un sujetador negro sin tirantes, tacones de siete centímetros, medias negras de nylon altas hasta el muslo, un liguero, una tanga de encaje y una mirada de pura lujuria en su rostro.
Él dio un paso atrás y la apreciación masculina la inundó de pies a cabeza.
—Dios mío, eres hermosa. ―Con un movimiento de su mano él lanzó el vestido sobre la mesa debajo del espejo. Mientras se acercaba, sus ojos se oscurecieron por el deseo.
Una vez más se encontró encerrada en sus brazos, otro beso maravilloso fue colocado sobre sus labios.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
La puerta se sacudió con unos golpes que la sorprendieron y alejaron de sus brazos. Con su corazón acelerado ella trató de estabilizar la respiración.
—¿Qué demonios? ―Joe gruñó mirando sobre su hombro—. Es casi medianoche. ―Llegó a la puerta mientras _____ se cubría con su vestido.
Pero no tuvo tiempo de ponérselo antes de que la puerta se abriera de la mano de Joe y el más guapo vaquero entrara. _____ se preguntó si el hombre vestido con ajustados pantalones de mezclilla, camisa vaquera y botas era otro regalo de Navidad para su disfrute.
¡Ñam-ñam!
En el momento en que él la vio, con el vestido apretado contra su pecho, una gran sonrisa tejana inclinó su boca. Lanzó un silbido, y luego tocó el borde de su Stetson negro.
—Señora. ―Tenía la mirada puesta en ella, puso su bolsa de lona en el piso antes de decir, —Buenas noches, Joe.
—Llegas temprano. ―La voz de Joe sonaba un poco ronca mientras cerraba la puerta.
El vaquero le echó otro vistazo a _____, comenzando por sus pies y subiendo por su cuerpo.
—No, compañero, parece como que llegué justo a tiempo. ―Su acento sureño era como el chocolate caliente en una fría mañana.
Mientras Joe era oscuro y sofisticado, este hombre era sutil y resistente. Pelo castaño claro, bigote y barba bien acicalados alrededor de su boca, era la imagen del salvaje oeste. Todo lo que necesitaba eran zahones, espuelas y un revólver de seis tiros.
¡Arre!
Por un momento ella se preguntó lo que él le haría con esos bigotes. ¿Podría ese vello facial hacerle cosquillas contra los muslos? Con ese perverso pensamiento, sus pezones se endurecieron y se humedeció más entre sus muslos.
—_____ Clarke, él es Nick Peterson, quién solía ser mi mejor amigo. ―Joe se pasó los dedos por su cabello ondulado. La miró y ella pudo ver una disculpa en sus ojos.
Nick levantó la mano. Cuando ella se estiró para estrechar su mano callosa perdió el agarre sobre su vestido y éste flotó al suelo. La vergüenza estalló en su cara mientras los grandes ojos marrones de él se oscurecieron y la acarició con su caliente mirada.
Su ancho pecho se hinchó con una respiración.
—Has estado esperando por mí, Jonas. ¿Está esta potranca ensillada para dos jinetes?
¿Potranca? ¿Dos jinetes?
¡Mierda! ¿El hombre hablaba de un ménage?
Joe sacudió la cabeza.
—Lo siento, _____. Este patán es del sur…. muy abajo del sur. Sus modales son un poco anticuados.
—Nunca te molestó compartir antes.―se quejó Nick
—Gracias, Joe. —El agradecimiento brillaba en los ojos húmedos de Betty—. Ya me marcho.
—¿Tan temprano?
—No veo bien de noche. —Ella le dio un fuerte abrazo—. Feliz Navidad. Nos vemos el próximo año.
La vio recoger su suéter y salir, antes de dirigirse a la barra y pedir una copa de Chivas Regal. Posó el cristal frío sobre los labios y bebió un sorbo. El whisky era suave, el calor bienvenido.
—¿Tiene un bolígrafo? —le preguntó al camarero. Sin decir una palabra, el hombre alto de detrás de la barra sacó uno de debajo del mostrador y lo puso delante de Joe. Sacó una de sus tarjetas de visita del bolsillo de su chaqueta y anotó rápidamente su número de móvil. Puso el bolígrafo encima de la barra, deslizando la tarjeta en su bolsillo, antes de terminar su copa.
Habló con una cuantas personas más a lo largo de la noche, bailó un par de veces, hasta una vez más con _____, haciendo planes para la noche. Antes de despedirse presionó su tarjeta de visita en la palma de su mano.
—Saldré primero —susurró—. Dame diez o quince minutos, y luego llámame. Nos reuniremos abajo en la calle y luego puedes seguirme a casa. No está muy lejos de aquí.
Ella pareció vacilar un poco, pero al final dijo:
—Está bien.
La dejó y se dirigió hacia el escenario, subiendo las escaleras. La fiesta había sido programada de seis a once. Ahora eran las diez y media.
—¿Le importaría si hiciera un anuncio? —Le preguntó al líder de la orquesta.
—Claro —El hombre le dio el micrófono.
—Espero que todo el mundo lo esté pasando bien. —La voz de Joe se hizo eco a través de los altavoces. Sus palabras fueron recibidas con un rugido de aplausos—. Quiero agradecerles a todos este año de éxitos. La barra estará abierta otra media hora más. Pero yo tengo que marcharme porque tengo visitas que están llegando mañana.
Bueno, mierda. Las palabras le salieron de forma automática, ya que era cierto. Su viejo amigo de Texas debía llegar mañana y casi lo había olvidado, ya que estaba hechizado con _____ .
Entonces una sonrisa asomó en su rostro. Había compartido muchas mujeres con Nick.
Tal vez…
—Feliz Navidad —gritó a la multitud. Al bajar del escenario, se preguntó si _____ estaría interesada en un trío. Eso sería después de saciarse esa noche de su pequeño ángel rubio.
***
En el momento en que _____ se deslizó detrás del Hummer plateado de Joe para seguirlo dentro de la cerrada comunidad de Gainey Ranch, ella tuvo una segunda duda sobre su decisión de una noche de puro sexo con su jefe. Frente a ellos se alzaba un rancho de una planta que tenía que valer por lo menos dos millones de dólares.
Sólo la elegante verja de hierro forjado que se abrió automáticamente le hizo admitir que su nivel de ansiedad había alcanzado un nuevo punto.
¿Qué diablos había estado pensando, aceptando en pasar una noche con su jefe? Podía despertarse en la mañana sin un trabajo.
Él tomó el camino circular de la entrada y se detuvo. Ella estacionó detrás de él, dejando que el motor de su Honda Accord permaneciera encendido. Cuando él salió de su coche, se acercó al lado del de ella y golpeó la ventana, ella apagó el motor y tomó su bolso.
—¿Joe? ―Antes de que pudiera explicar por qué esta situación podría ser un grave error, él abrió la puerta y la tiró dentro de sus brazos. Su cartera se deslizó de su hombro y cogió la correa con la mano.
Con sólo un toque… una mirada… él borró todas las dudas e inseguridades. Ahuecó su cabeza y la miró a los ojos con mucha intensidad. Su expresión le erizó la piel, dándole la sensación de que estaba a punto de ser besaba como nunca antes lo había sido.
—Shhh... ―le susurró.
Con un suave toque aplanó su boca sobre la de ella, succionando primero su labio superior y luego el de abajo, antes de abrirlos para deslizarse en el interior. Lánguidamente, le acarició la boca de lado a lado, parpadeando con su lengua contra la suya. Ella respondió del mismo modo, saboreando whisky y menta. El empujó con más firmeza contra su lengua, inclinando la cabeza para profundizar el beso y sus lenguas se batieron a duelo.
Ella curvó los dedos en la parte superior de las mangas de su chaqueta mientras se aferraba a él, perdida en un valle de sensaciones. Excitante y poderoso, su beso era como una droga.
Ella quería más.
—Suave. Preciosa, ―gruñó él, moviendo los labios ligeramente a través de los de ella.
El aire nocturno era fresco. Una suave brisa agitaba los árboles verdes que llenaban el paisaje, junto con un cactus saguaro o dos. Un mar de gravilla rosada apuntaba una línea de luces a lo largo del pasillo junto a la acera que conducía a la puerta principal.
Fuertes manos le acariciaron el cuello con un suave toque antes de que él rompiera la caricia y sus labios siguieran el camino de sus manos. Las yemas de los dedos pasaron rápidamente por encima de su clavícula, arrastrando el escote de su vestido hacia abajo para exponer más piel. Su lengua le siguió, sumergiéndose en el área ahuecada y moviéndose hacia abajo para colocar pequeños besos en la parte superior de la hinchazón de su pecho.
—Oh, Dios mío. ―Las palabras se le escaparon de la boca mientras tiraba hacia atrás la cabeza.
El no se detuvo allí. En su lugar, procedió a dedicarse a su escote con húmedos y calientes besos que hicieron que sus pechos se hincharan por la necesidad, sus pezones gritando por ser lo próximo en su línea de atención.
El área entre los muslos de _____ estaba mojada y lista. Ella lo necesitaba en su interior ahora. Pero él se tomó su tiempo lamiendo y mordisqueando su piel, torturándola con caricias lentas y largas.
—Joe, tus vecinos. ―Sólo la idea de tener una audiencia la puso caliente.
Sin soltarla, él la guió hasta la puerta, metiendo la mano en el bolsillo extrajo sus llaves, abrió la puerta y la hizo pasar. Tan pronto como se oyó el ruido de la puerta cerrándose, ella estaba de vuelta en sus brazos.
Dentro de su caliente frenesí, ella apenas se dio cuenta de que permanecían en el vestíbulo de entrada que se abría hacia una amplia sala de estar, dónde había un enorme árbol de Navidad decorado, que tenía por lo menos tres metros de altura. El resplandor de las luces de Navidad centelleando rebotaba en las paredes blancas y en los pisos de mármol. Un pasillo conducía a ambos extremos de la habitación. Todo lo demás fue un borrón cuando él la besó de nuevo.
Cuando sus manos le tocaron los muslos, ella sintió su vestido levantándose y su cartera se deslizó de sus dedos, cayendo al suelo.
—Joe, por favor. ―El aire frío se arremolinaba a través de sus piernas, acariciando la humedad de su excitación. Ella soltó el aliento que estaba conteniendo sabiendo que estaba un paso más cerca de hacer que su sueño se hiciera realidad, hacer el amor toda la noche con Joe Jonas.
¿Qué diablos te pasa,_____? Ella no era por lo general tan agresiva pero algo acerca de este hombre le daba ganas de romperle la ropa, empujarlo al suelo y follarlo hasta que su cerebro no pensara.
—¿Qué? ―preguntó él mientras su lengua se deslizaba más allá de su sostén cada vez más cerca del pezón.
—Te necesito en mi interior. ―Ella liberó el apretado agarre que tenía sobre su chaqueta y comenzó a empujarla por sus hombros. Su plan no había sido bien pensado, porque para lograr desvestirlo, él tuvo que dejar de tocarla y eso era simplemente inaceptable.
Un grito de frustración salió de sus pulmones.
Él se rió entre dientes suavemente, sin intentar apresurar su seducción mientras su chaqueta caía al suelo de mármol.
La excitación se deslizó por su columna vertebral. Ella quería que él terminara lo que había empezado… desnudarla. Sabía que iba a ser provocativo sentir sus manos deslizándose por su cuerpo, quitándole el vestido.
—Vestido. Quítalo. ―Su pedido salió sin aliento por la anticipación.
Dolorosamente lento, él empujó el sedoso material hacia arriba de sus muslos, pasando por la cintura y luego sobre su cabeza.
Ella se dio cuenta que no había notado el gran espejo que colgaba en la pared del vestíbulo hasta que su reflejo apareció en él. Estaba parada delante de Joe con un sujetador negro sin tirantes, tacones de siete centímetros, medias negras de nylon altas hasta el muslo, un liguero, una tanga de encaje y una mirada de pura lujuria en su rostro.
Él dio un paso atrás y la apreciación masculina la inundó de pies a cabeza.
—Dios mío, eres hermosa. ―Con un movimiento de su mano él lanzó el vestido sobre la mesa debajo del espejo. Mientras se acercaba, sus ojos se oscurecieron por el deseo.
Una vez más se encontró encerrada en sus brazos, otro beso maravilloso fue colocado sobre sus labios.
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
La puerta se sacudió con unos golpes que la sorprendieron y alejaron de sus brazos. Con su corazón acelerado ella trató de estabilizar la respiración.
—¿Qué demonios? ―Joe gruñó mirando sobre su hombro—. Es casi medianoche. ―Llegó a la puerta mientras _____ se cubría con su vestido.
Pero no tuvo tiempo de ponérselo antes de que la puerta se abriera de la mano de Joe y el más guapo vaquero entrara. _____ se preguntó si el hombre vestido con ajustados pantalones de mezclilla, camisa vaquera y botas era otro regalo de Navidad para su disfrute.
¡Ñam-ñam!
En el momento en que él la vio, con el vestido apretado contra su pecho, una gran sonrisa tejana inclinó su boca. Lanzó un silbido, y luego tocó el borde de su Stetson negro.
—Señora. ―Tenía la mirada puesta en ella, puso su bolsa de lona en el piso antes de decir, —Buenas noches, Joe.
—Llegas temprano. ―La voz de Joe sonaba un poco ronca mientras cerraba la puerta.
El vaquero le echó otro vistazo a _____, comenzando por sus pies y subiendo por su cuerpo.
—No, compañero, parece como que llegué justo a tiempo. ―Su acento sureño era como el chocolate caliente en una fría mañana.
Mientras Joe era oscuro y sofisticado, este hombre era sutil y resistente. Pelo castaño claro, bigote y barba bien acicalados alrededor de su boca, era la imagen del salvaje oeste. Todo lo que necesitaba eran zahones, espuelas y un revólver de seis tiros.
¡Arre!
Por un momento ella se preguntó lo que él le haría con esos bigotes. ¿Podría ese vello facial hacerle cosquillas contra los muslos? Con ese perverso pensamiento, sus pezones se endurecieron y se humedeció más entre sus muslos.
—_____ Clarke, él es Nick Peterson, quién solía ser mi mejor amigo. ―Joe se pasó los dedos por su cabello ondulado. La miró y ella pudo ver una disculpa en sus ojos.
Nick levantó la mano. Cuando ella se estiró para estrechar su mano callosa perdió el agarre sobre su vestido y éste flotó al suelo. La vergüenza estalló en su cara mientras los grandes ojos marrones de él se oscurecieron y la acarició con su caliente mirada.
Su ancho pecho se hinchó con una respiración.
—Has estado esperando por mí, Jonas. ¿Está esta potranca ensillada para dos jinetes?
¿Potranca? ¿Dos jinetes?
¡Mierda! ¿El hombre hablaba de un ménage?
Joe sacudió la cabeza.
—Lo siento, _____. Este patán es del sur…. muy abajo del sur. Sus modales son un poco anticuados.
—Nunca te molestó compartir antes.―se quejó Nick
Mariieta *.*
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
aaaaaaaaahhh suertuda ella con semejantes hombres..... Entonces si es feliz navidad para ella!!!!!.... Que regalos le trajo santa.....
chelis
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
jajaja Que suerta la suya siguelaaa!!
alexa peluchina
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
Capítulo IV.
La mirada de ella voló de Nick a Joe.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de Joe mientras se encogía de hombros.
—¿Qué puedo decir? Nick y yo hemos sido amigos durante mucho tiempo… compartimos todo.
Así que Joe Jonas era un chico malo. El pensamiento envió escalofríos de placer a través de sus venas. Su más profunda y oscura fantasía era un ménage, intercalada entre dos hombres haciendo el amor con ella. Joe hacía a su cuerpo cantar. ¿Qué le haría hacer el vaquero?
—Bueno, cariño, ¿qué dices? ¿Estás dispuesta a darnos una cabalgata a ambos? ―La voz de Nick se volvió ronca. Sus botas hacían clic contra el mármol mientras se acercaba. Le puso la mano debajo de la barbilla, arrastrándola hacia arriba. Antes de que ella supiera lo que estaba sucediendo, le capturó la boca con la suya.
Cuando el beso de Joe era suave y persuasivo, el de Nick no. Él tomaba lo que quería invadiendo su boca con la lengua. Sabía a cerveza y a calor masculino, y casi le hizo perder el equilibrio por lo que se inclinó hacia adelante cayendo en su contra. Él envolvió sus brazos alrededor de ella rodeándola con su olor almizclado de sándalo. Dominante y exigente, pasó la lengua a través de su boca y luego le mordió el labio… con fuerza.
Conmocionada y aturdida, todo lo que podía hacer era mirarlo mientras se apartaba de ella.
—¿Cariño? ―Preguntó Nick. Nada de andarse por las ramas para este hombre.
______ miró a Joe y pudo ver la llama del deseo brillando en sus ojos. El bulto en sus pantalones era una evidencia de que él quería que esto sucediera. La delatora erección de Nick era simplemente impresionante.
Le ofrecían la oportunidad de su vida. Todo lo que tenía que decir era…
—Sí. ―Exclamó ella antes de que se acobardara. Sí. Sí. Sí.
Joe no podía creer lo que escuchaba. ______ podría estar interesada en un trío, pero el rosado de sus mejillas y la vacilación de su voz le decían que nunca había hecho esto antes. El no sabía si el visible temblor que la sacudía era por la excitación o por la aprehensión. En un par de pasos él estuvo a su lado.
Puso la mano sobre su brazo.
—Cariño, ¿estás segura?
Sin vacilar, ella se metió en su abrazo, se envolvió alrededor de su cintura, inclinó la barbilla hacia arriba y lo besó profundamente en los labios.
—Estoy segura. ―Luego apoyó la mejilla contra su pecho.
El momento fue tierno. Extrañamente tocándole el corazón y haciéndolo pensar en su familia y en su hogar. En sus padres y hermanos alrededor de la chimenea donde colgaban medias, y ______ acurrucada con él sobre el sofá de su madre, mientras se reían juntos.
A su mamá le gustaría ______ .
Joe se tensó. No conocía a esta mujer. Pero curiosamente lo hacía. Llámalo intuición. Sin lugar a dudas, sabía que ella quería complacerlo, hacer esta noche celestial.
—Dame un poco de esa dulzura, ―gruñó Nick.
Por alguna razón desconocida Joe era reacio a dejarla ir. Pero lo hizo, la liberó y dio un paso atrás para permitir que Nick una vez más tuviera los labios de ______.
Algo se retorció en el estómago de Joe, pero él no escuchó la molesta voz en la parte posterior de su cabeza diciéndole que arrancara a ______ de los brazos de su amigo. El calor trepó por su cuello, irradiando a través de sus orejas y su rostro. No era el hecho de que Nick lo superara por cinco kilos. Su gran cuerpo se tragaba el más pequeño de ______ . Sin embargo, su propio sentido del control lo contuvo de tomar lo que quería.
A ______ … solo.
Los pensamientos que estaba experimentando eran irracionales. ______ había estado de acuerdo con el trío. No tenía derecho de detener lo inevitable.
—¿Qué tal si amarramos a esta pequeña potranca a tu cama y le damos un poco de amor? ―Nick propuso recogiendo su bolsa de lona y avanzando hacia el pasillo.
Nick estaba impaciente por empezar y quién podía culpar al hombre. ______ era un verdadero placer. Pero sintió que algo estaba irritando a su amigo. Por lo general no era tan impaciente… tan evidente. El hombre podía cortejar a una mujer tan eficazmente como Joe, incluso mejor.
Pero no esta noche… algo andaba mal.
—¿Amarrar? ―La voz de ______ se elevó un poco.
Joe no quería asustarla ahora pero ella necesitaba saber cómo Nick y sus gustos cambiaban cuando los dos estaban a cargo.
—Cariño, ¿alguna vez te has interesado por la esclavitud y la dominación?
Con los ojos muy abiertos lo miró fijamente y luego cambió su mirada hacia donde Nick se había detenido en el pasillo.
—No, pero he leído sobre ello.
El hecho de que ella no lo haya hecho lo excitó haciendo que su polla se pusiera aún más dura.
—¿Así que estás dispuesta a probar un poco de perversión?
Ella levantó una ceja con altivez.
—Acabo de estar de acuerdo con un trío. ¿Cuánto más pervertido podría ser?
Nick y Joe compartieron una mirada de complicidad.
Tal vez fue el nerviosismo o que finalmente habían tenido éxito en asustarla porque ella dio un paso atrás.
—Ok. Eso no me hace sentir bien. ¿Qué es lo que ustedes dos van a hacerme?
Joe le deslizó la mano a través de su sedoso cabello y ahuecó la parte posterior de su cabeza para arrastrarla contra su cuerpo.
—Vamos a volverte del revés. Follarte toda la noche y luego comenzar de nuevo.
Ella encajaba perfectamente en contra suyo mientras la expresión más seductora ablandaba su rostro.
—Creo que puedo manejarlo.
—¿Qué pasa con los juguetes sexuales y los látigos? ―Nick preguntó nivelando su mirada sobre ella. Su amigo disfrutaba flagelando a las mujeres.
Joe tenía que admitir que le excitaba imaginar ese dulce culo de ______ caliente y rosado por su toque.
El tendón en el cuello de ella se apretó.
—Uh... no sé. Tal vez.
—Es suficientemente bueno para mí, ―dijo Nick mientras desaparecía por el pasillo.
Joe agregó:
—Cariño todo lo que tienes que hacer es decirnos que pararemos y se acabó.
Ella frunció el ceño.
—Parar no es una palabra apropiada para usar. Necesito una palabra de seguridad.
Las comisuras de los labios de él temblaron.
—Has estado leyendo.
—¿Rojo significa parar? ¿Amarillo significa ir más despacio?
Él le pasó las manos hacia arriba y abajo por sus brazos desnudos.
—Así es. Ahora déjame mostrarte dónde comienza el juego.
Las luces eran tenues cuando ______ entró en la habitación de Joe. Su aroma masculino y la colonia amaderada que usaba persistían en el aire. Los muebles eran de estilo suroeste. Su cama tamaño extra grande era amarillo pino con gruesos postes. El olor a incienso de rosas se extendió cuando Joe encendió las lamparillas a lo largo de la repisa de la chimenea y Nick comenzó el fuego en la chimenea enlosada.
La atmósfera era suave y sexy, y ______ no podía esperar a ser tocada por estos dos hombres fuertes. Desvió su atención de nuevo a la cama y una ola de entusiasmo humedeció sus bragas. Fue entonces cuando escuchó una música suave que empezó a sonar de fondo.
Estos hombres sabían exteriorizar la sexualidad de una mujer. Esa noche su fantasía se haría realidad.
¿Pero qué pasará mañana? La débil voz intentó insuflar sensatez, pero ella la ignoró. No iba a preocuparse por el después.
______ se sorprendió cuando sintió la mano de Joe en el hombro. Se inclinó hacia ella, su aliento cálido susurrándole.
—Acuéstate en la cama.
El sonido de sus tacones contra el suelo de mármol la puso en tensión. Realmente iba a suceder. El hombre que había causado estragos en sus hormonas sería suyo esa noche. Y además un sexy vaquero, ______ no podía pedir más.
Vestida sólo con sujetador, tanga, liguero, medias de seda y zapatos de tacón, se deslizó a través del confortable edredón de terciopelo marrón oscuro. Lo sentía suave bajo su piel mientras yacía de espaldas.
—Jodidamente caliente —gruñó Nick con aprobación.
Joe se quedó quieto. Unas sombras bailaron sobre su rostro dándole un carácter misterioso.
Los dos hombres se quitaron las camisas al mismo tiempo. El pulso de ______ se desbocó. Eran asombrosos. Mientras Nick era puro nervio, obviamente fruto del trabajo físico, Joe estaba esculpido por horas de gimnasio. No podía esperar para poner los dedos en la ligera capa de vello de su pecho. Besarlo donde el vello se arremolinaba alrededor del vientre, encima de los botones de su pantalón, y después continuar con la lengua y la boca para probar su sabor.
Nick comenzó a quitarse el sombrero vaquero, pero ______ dijo:
—No. Déjatelo.
Su risa sonó profunda y sexy.
—¿Quieres un vaquero, querida?
—Oh, sí. Los quiero a los dos.
Nick se acercó a su bolsa de lona y extrajo un trozo de cuerda y un pequeño retal de tela que parecía terciopelo.
—Junta las palmas de las manos y levanta los brazos sobre tu cabeza —la dirigió Joe.
Cuando sus manos se juntaron, su corazón se aceleró en su pecho. ¿Realmente iba a hacerlo?
Nick envolvió el suave terciopelo alrededor de sus muñecas antes de colocar la cuerda sobre ellas y la ató a la cabecera de la cama. Ella sentía la tensión de los músculos de sus brazos. Un estremecimiento se deslizó por su espina dorsal liberando humedad entre sus muslos. Sus pechos se sentían pesados, doloridos por ser tocados.
La cama crujió por el peso de ambos hombres al sentarse en el borde uno a cada lado, y comenzaron a quitarse zapatos y calcetines.
Lo que hicieron después la sorprendió.
La mirada de ella voló de Nick a Joe.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de Joe mientras se encogía de hombros.
—¿Qué puedo decir? Nick y yo hemos sido amigos durante mucho tiempo… compartimos todo.
Así que Joe Jonas era un chico malo. El pensamiento envió escalofríos de placer a través de sus venas. Su más profunda y oscura fantasía era un ménage, intercalada entre dos hombres haciendo el amor con ella. Joe hacía a su cuerpo cantar. ¿Qué le haría hacer el vaquero?
—Bueno, cariño, ¿qué dices? ¿Estás dispuesta a darnos una cabalgata a ambos? ―La voz de Nick se volvió ronca. Sus botas hacían clic contra el mármol mientras se acercaba. Le puso la mano debajo de la barbilla, arrastrándola hacia arriba. Antes de que ella supiera lo que estaba sucediendo, le capturó la boca con la suya.
Cuando el beso de Joe era suave y persuasivo, el de Nick no. Él tomaba lo que quería invadiendo su boca con la lengua. Sabía a cerveza y a calor masculino, y casi le hizo perder el equilibrio por lo que se inclinó hacia adelante cayendo en su contra. Él envolvió sus brazos alrededor de ella rodeándola con su olor almizclado de sándalo. Dominante y exigente, pasó la lengua a través de su boca y luego le mordió el labio… con fuerza.
Conmocionada y aturdida, todo lo que podía hacer era mirarlo mientras se apartaba de ella.
—¿Cariño? ―Preguntó Nick. Nada de andarse por las ramas para este hombre.
______ miró a Joe y pudo ver la llama del deseo brillando en sus ojos. El bulto en sus pantalones era una evidencia de que él quería que esto sucediera. La delatora erección de Nick era simplemente impresionante.
Le ofrecían la oportunidad de su vida. Todo lo que tenía que decir era…
—Sí. ―Exclamó ella antes de que se acobardara. Sí. Sí. Sí.
Joe no podía creer lo que escuchaba. ______ podría estar interesada en un trío, pero el rosado de sus mejillas y la vacilación de su voz le decían que nunca había hecho esto antes. El no sabía si el visible temblor que la sacudía era por la excitación o por la aprehensión. En un par de pasos él estuvo a su lado.
Puso la mano sobre su brazo.
—Cariño, ¿estás segura?
Sin vacilar, ella se metió en su abrazo, se envolvió alrededor de su cintura, inclinó la barbilla hacia arriba y lo besó profundamente en los labios.
—Estoy segura. ―Luego apoyó la mejilla contra su pecho.
El momento fue tierno. Extrañamente tocándole el corazón y haciéndolo pensar en su familia y en su hogar. En sus padres y hermanos alrededor de la chimenea donde colgaban medias, y ______ acurrucada con él sobre el sofá de su madre, mientras se reían juntos.
A su mamá le gustaría ______ .
Joe se tensó. No conocía a esta mujer. Pero curiosamente lo hacía. Llámalo intuición. Sin lugar a dudas, sabía que ella quería complacerlo, hacer esta noche celestial.
—Dame un poco de esa dulzura, ―gruñó Nick.
Por alguna razón desconocida Joe era reacio a dejarla ir. Pero lo hizo, la liberó y dio un paso atrás para permitir que Nick una vez más tuviera los labios de ______.
Algo se retorció en el estómago de Joe, pero él no escuchó la molesta voz en la parte posterior de su cabeza diciéndole que arrancara a ______ de los brazos de su amigo. El calor trepó por su cuello, irradiando a través de sus orejas y su rostro. No era el hecho de que Nick lo superara por cinco kilos. Su gran cuerpo se tragaba el más pequeño de ______ . Sin embargo, su propio sentido del control lo contuvo de tomar lo que quería.
A ______ … solo.
Los pensamientos que estaba experimentando eran irracionales. ______ había estado de acuerdo con el trío. No tenía derecho de detener lo inevitable.
—¿Qué tal si amarramos a esta pequeña potranca a tu cama y le damos un poco de amor? ―Nick propuso recogiendo su bolsa de lona y avanzando hacia el pasillo.
Nick estaba impaciente por empezar y quién podía culpar al hombre. ______ era un verdadero placer. Pero sintió que algo estaba irritando a su amigo. Por lo general no era tan impaciente… tan evidente. El hombre podía cortejar a una mujer tan eficazmente como Joe, incluso mejor.
Pero no esta noche… algo andaba mal.
—¿Amarrar? ―La voz de ______ se elevó un poco.
Joe no quería asustarla ahora pero ella necesitaba saber cómo Nick y sus gustos cambiaban cuando los dos estaban a cargo.
—Cariño, ¿alguna vez te has interesado por la esclavitud y la dominación?
Con los ojos muy abiertos lo miró fijamente y luego cambió su mirada hacia donde Nick se había detenido en el pasillo.
—No, pero he leído sobre ello.
El hecho de que ella no lo haya hecho lo excitó haciendo que su polla se pusiera aún más dura.
—¿Así que estás dispuesta a probar un poco de perversión?
Ella levantó una ceja con altivez.
—Acabo de estar de acuerdo con un trío. ¿Cuánto más pervertido podría ser?
Nick y Joe compartieron una mirada de complicidad.
Tal vez fue el nerviosismo o que finalmente habían tenido éxito en asustarla porque ella dio un paso atrás.
—Ok. Eso no me hace sentir bien. ¿Qué es lo que ustedes dos van a hacerme?
Joe le deslizó la mano a través de su sedoso cabello y ahuecó la parte posterior de su cabeza para arrastrarla contra su cuerpo.
—Vamos a volverte del revés. Follarte toda la noche y luego comenzar de nuevo.
Ella encajaba perfectamente en contra suyo mientras la expresión más seductora ablandaba su rostro.
—Creo que puedo manejarlo.
—¿Qué pasa con los juguetes sexuales y los látigos? ―Nick preguntó nivelando su mirada sobre ella. Su amigo disfrutaba flagelando a las mujeres.
Joe tenía que admitir que le excitaba imaginar ese dulce culo de ______ caliente y rosado por su toque.
El tendón en el cuello de ella se apretó.
—Uh... no sé. Tal vez.
—Es suficientemente bueno para mí, ―dijo Nick mientras desaparecía por el pasillo.
Joe agregó:
—Cariño todo lo que tienes que hacer es decirnos que pararemos y se acabó.
Ella frunció el ceño.
—Parar no es una palabra apropiada para usar. Necesito una palabra de seguridad.
Las comisuras de los labios de él temblaron.
—Has estado leyendo.
—¿Rojo significa parar? ¿Amarillo significa ir más despacio?
Él le pasó las manos hacia arriba y abajo por sus brazos desnudos.
—Así es. Ahora déjame mostrarte dónde comienza el juego.
Las luces eran tenues cuando ______ entró en la habitación de Joe. Su aroma masculino y la colonia amaderada que usaba persistían en el aire. Los muebles eran de estilo suroeste. Su cama tamaño extra grande era amarillo pino con gruesos postes. El olor a incienso de rosas se extendió cuando Joe encendió las lamparillas a lo largo de la repisa de la chimenea y Nick comenzó el fuego en la chimenea enlosada.
La atmósfera era suave y sexy, y ______ no podía esperar a ser tocada por estos dos hombres fuertes. Desvió su atención de nuevo a la cama y una ola de entusiasmo humedeció sus bragas. Fue entonces cuando escuchó una música suave que empezó a sonar de fondo.
Estos hombres sabían exteriorizar la sexualidad de una mujer. Esa noche su fantasía se haría realidad.
¿Pero qué pasará mañana? La débil voz intentó insuflar sensatez, pero ella la ignoró. No iba a preocuparse por el después.
______ se sorprendió cuando sintió la mano de Joe en el hombro. Se inclinó hacia ella, su aliento cálido susurrándole.
—Acuéstate en la cama.
El sonido de sus tacones contra el suelo de mármol la puso en tensión. Realmente iba a suceder. El hombre que había causado estragos en sus hormonas sería suyo esa noche. Y además un sexy vaquero, ______ no podía pedir más.
Vestida sólo con sujetador, tanga, liguero, medias de seda y zapatos de tacón, se deslizó a través del confortable edredón de terciopelo marrón oscuro. Lo sentía suave bajo su piel mientras yacía de espaldas.
—Jodidamente caliente —gruñó Nick con aprobación.
Joe se quedó quieto. Unas sombras bailaron sobre su rostro dándole un carácter misterioso.
Los dos hombres se quitaron las camisas al mismo tiempo. El pulso de ______ se desbocó. Eran asombrosos. Mientras Nick era puro nervio, obviamente fruto del trabajo físico, Joe estaba esculpido por horas de gimnasio. No podía esperar para poner los dedos en la ligera capa de vello de su pecho. Besarlo donde el vello se arremolinaba alrededor del vientre, encima de los botones de su pantalón, y después continuar con la lengua y la boca para probar su sabor.
Nick comenzó a quitarse el sombrero vaquero, pero ______ dijo:
—No. Déjatelo.
Su risa sonó profunda y sexy.
—¿Quieres un vaquero, querida?
—Oh, sí. Los quiero a los dos.
Nick se acercó a su bolsa de lona y extrajo un trozo de cuerda y un pequeño retal de tela que parecía terciopelo.
—Junta las palmas de las manos y levanta los brazos sobre tu cabeza —la dirigió Joe.
Cuando sus manos se juntaron, su corazón se aceleró en su pecho. ¿Realmente iba a hacerlo?
Nick envolvió el suave terciopelo alrededor de sus muñecas antes de colocar la cuerda sobre ellas y la ató a la cabecera de la cama. Ella sentía la tensión de los músculos de sus brazos. Un estremecimiento se deslizó por su espina dorsal liberando humedad entre sus muslos. Sus pechos se sentían pesados, doloridos por ser tocados.
La cama crujió por el peso de ambos hombres al sentarse en el borde uno a cada lado, y comenzaron a quitarse zapatos y calcetines.
Lo que hicieron después la sorprendió.
Mariieta *.*
Re: Atada por Navidad (Joe Jonas y tú) ADAPTADA. HOT.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!!
QUE HICIERON DESPUES???
POR QUE LA DEJAS AHII PON EL QUE SIGUE PORFIISS ANDAA PORFIISS
QUE HICIERON DESPUES???
POR QUE LA DEJAS AHII PON EL QUE SIGUE PORFIISS ANDAA PORFIISS
chelis
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