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~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
aksnajsdnajdk Hola a todas! Nueva lectora! Mi nombre es Bea (si, como la esposa de Joe (?) jajaajaj) AMO LA NOVE! Eres una gran escritora, ENSERIO!!
Siguela prontooooo *____________________________________________*
Siguela prontooooo *____________________________________________*
Invitado
Invitado
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
AMO TOTALMENTE LA NOVELA. Por favor sube capitulo, te lo ruego por favor, hace muuuuucho no subes :( APARECE!
FloreJB
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
no me gustó esa carita después de la insinuación de que la historia no va a terminar como todas imaginamos..
es que tengo que ser como cassie y dejar de creer en los cuentos de hadas? no me hagas esto, soy una romantica incurable!
y sinceramente me veo enamorandome de un hombre casado en el futuro. pobre de mi jajajajaja
es que tengo que ser como cassie y dejar de creer en los cuentos de hadas? no me hagas esto, soy una romantica incurable!
y sinceramente me veo enamorandome de un hombre casado en el futuro. pobre de mi jajajajaja
macasolci
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Hola, soy Annie y realmente me encanta tu novela.
Por favor, terminala. No la dejes así :(
Annie =)
Por favor, terminala. No la dejes así :(
Annie =)
Invitado
Invitado
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
NOOO NO PUEDES DEJAR ASI LA NOVEE LA LEII ENTERA Y ME ENCANTOO KREIIA K YA ESTABA LLEGANDO AL FINAL Y CUANDO VEO LA PAGINA 63 Y VEO QUE NO LA SEGUISTES MORI *_________________________________________________________________________*
POR FAVORRR SI TEIENES PIEDAD DE NOSOTRAS
TERMIIINAA LA NOVEEEEEE :(
POR FAVORRR SI TEIENES PIEDAD DE NOSOTRAS
TERMIIINAA LA NOVEEEEEE :(
Invitado
Invitado
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
.new reader me encantaa siguelaaa(:
heyIt's Egla Lovato Jonas
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
¿Hooooola? ¿Hay alguien ahíiii?
Dios mío, cuantísimo tiempo a pasado desde la última vez que hice esto aquí, en este foro :oops:
Estoy tan avergonzada que ni siquiera tengo las palabras exactas para describirlo y sí, ya sé que he pedido muchas veces perdón, pero esta vez es para rogarlo. Así que, chicas, de verdad, lo lamento muchísimo.
Veréis, ha sido un año bastante duro para mí, personalmente y en inspiración. El otro día, comentándolo con una de mis mejores amigas, le dije que me sentía muy frustrada por ello, porque era como si yo misma estuviera encerrada en una parte de mi cerebro y no supiera como salir.
A veces creo que voy a volverme loca con este bloqueo que tengo en cuanto a la inspiración. Además, yo misma noto que no escribo igual que antes y me hace romperme más la cabeza en cuanto a lo que me está sucediendo por que ya es mucho tiempo.
La desmotivación, la inspiración y mi situación familiar está pudiendo conmigo. Pero quiero salir adelante de todo este problema, más que por mí, por vosotras chicas. Estoy intentando escribir y tomármelo con más calma y paciencia (aunque yo no es que sea, precisamente, una persona paciente) y no frustrarme conmigo misma.
Os contaré la situación: tengo un capítulo escrito en mi libreta, comenzando uno nuevo y quiero hacer una maratón que bien os merecéis por el tiempo de espera que habéis tenido. Así que, una vez más, pido un poco de paciencia en cuanto a mí (ya sé que habéis tenido suficiente) y que, por favor, no os rindáis conmigo.
Una vez más, pido disculpas por todo el retraso que he tenido, y, como ya sabéis, os quiero muchísimo, por que no habría llegado hasta aquí sin vosotras. ¡OS ADORO! :(L):
P.D: Bea18, Annie y HeyIt's Egla Lovato Jonas, sed bienvenidísimas a mi novela. ¡Gracias por haber hecho el esfuerzo de leerla con tantas páginas!
P.D2: A mis lectoras de siempre, GRACIAS POR ESTAR AHÍ. Lean o no este texto. <3
Dios mío, cuantísimo tiempo a pasado desde la última vez que hice esto aquí, en este foro :oops:
Estoy tan avergonzada que ni siquiera tengo las palabras exactas para describirlo y sí, ya sé que he pedido muchas veces perdón, pero esta vez es para rogarlo. Así que, chicas, de verdad, lo lamento muchísimo.
Veréis, ha sido un año bastante duro para mí, personalmente y en inspiración. El otro día, comentándolo con una de mis mejores amigas, le dije que me sentía muy frustrada por ello, porque era como si yo misma estuviera encerrada en una parte de mi cerebro y no supiera como salir.
A veces creo que voy a volverme loca con este bloqueo que tengo en cuanto a la inspiración. Además, yo misma noto que no escribo igual que antes y me hace romperme más la cabeza en cuanto a lo que me está sucediendo por que ya es mucho tiempo.
La desmotivación, la inspiración y mi situación familiar está pudiendo conmigo. Pero quiero salir adelante de todo este problema, más que por mí, por vosotras chicas. Estoy intentando escribir y tomármelo con más calma y paciencia (aunque yo no es que sea, precisamente, una persona paciente) y no frustrarme conmigo misma.
Os contaré la situación: tengo un capítulo escrito en mi libreta, comenzando uno nuevo y quiero hacer una maratón que bien os merecéis por el tiempo de espera que habéis tenido. Así que, una vez más, pido un poco de paciencia en cuanto a mí (ya sé que habéis tenido suficiente) y que, por favor, no os rindáis conmigo.
Una vez más, pido disculpas por todo el retraso que he tenido, y, como ya sabéis, os quiero muchísimo, por que no habría llegado hasta aquí sin vosotras. ¡OS ADORO! :(L):
P.D: Bea18, Annie y HeyIt's Egla Lovato Jonas, sed bienvenidísimas a mi novela. ¡Gracias por haber hecho el esfuerzo de leerla con tantas páginas!
P.D2: A mis lectoras de siempre, GRACIAS POR ESTAR AHÍ. Lean o no este texto. <3
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
Puedes creer que me leí todaaaaa la nove en un dia ! con tantas santas paginas que tiene ! Espero vuelvas pronto...y tu bloqueo mejore :)
PD: Nueva lectora.
PD: Nueva lectora.
LivinginTexaswhitnickj
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
aqui estoy! todavia me acuerdo del dia que pasaste por mi novela y me dijiste que te habia encantado, me senti tan feliz. entonces vine y me puse a leer esta novela.
y mierda, que me enganché.
ya te lo dije mil veces, escribís como vos sola! me fascina. espero que tu bloqueo se vaya.
y acordate siempre de las palabras de los tres jersey boys.
tené fe, empezá de nuevo, resistí.
la vida es una querida amiga! espero que puedas superar estos malos momentos. despues de las nubes el cielo es azul!
y mierda, que me enganché.
ya te lo dije mil veces, escribís como vos sola! me fascina. espero que tu bloqueo se vaya.
y acordate siempre de las palabras de los tres jersey boys.
tené fe, empezá de nuevo, resistí.
la vida es una querida amiga! espero que puedas superar estos malos momentos. despues de las nubes el cielo es azul!
macasolci
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
¡CHIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIICAS!
¡BUENAS NOCHES DESDE ESPAÑA!
Y sí, soy yo de vuelta después de una nueva ausencia muy a mi pesar. Sé que lo odiáis tantísimo como lo odio yo, de modo que no me voy a enrollar mucho como hago la mayoría de veces.
Tengo dos noticias: una buena y una mala. La mala es que sé que prometí un maratón y es algo que ahora mismo no puedo cumplir debido a mi situación de bloqueo. Sin embargo, la noticia BUENA es que he ido mejorando un poco y espero poder escribir algo en los próximos días/semanas. Pero, la BUENA NOTICIA también incluye que AHORA MISMO voy a subir un capítulo y el que tengo en la libreta lo subiré mañana.
Así que muchíiiiiiiiiiisimas gracias a todas por esperar todo este tiempo, y espero que sepáis cuanto lamento este bache que me impide escribir con regularidad.
Creo que nunca podré agradeceros lo suficiente vuestra comprensión y apoyo. Y sé que las palabras no bastan y las disculpas tampoco. Quizás sí que valgan las acciones y espero que esta no se convierta en la última en las próximas semanas.
¡OS ADOROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! <3
P.D: Edito por segunda vez para darle una gran bienvenida a LivinginTexaswhitnickj y tomarse el tiempo para leerlo ¡en solo un día! ¡MILLONES DE GRACIAS!
P.D2: ¡OH, VAYA! Olvidé deciros que cambié de nick a Kevonita, peeeeeeero sigo siendo yo! Espero que me vaya mejor con este :)
¡BUENAS NOCHES DESDE ESPAÑA!
Y sí, soy yo de vuelta después de una nueva ausencia muy a mi pesar. Sé que lo odiáis tantísimo como lo odio yo, de modo que no me voy a enrollar mucho como hago la mayoría de veces.
Tengo dos noticias: una buena y una mala. La mala es que sé que prometí un maratón y es algo que ahora mismo no puedo cumplir debido a mi situación de bloqueo. Sin embargo, la noticia BUENA es que he ido mejorando un poco y espero poder escribir algo en los próximos días/semanas. Pero, la BUENA NOTICIA también incluye que AHORA MISMO voy a subir un capítulo y el que tengo en la libreta lo subiré mañana.
Así que muchíiiiiiiiiiisimas gracias a todas por esperar todo este tiempo, y espero que sepáis cuanto lamento este bache que me impide escribir con regularidad.
Creo que nunca podré agradeceros lo suficiente vuestra comprensión y apoyo. Y sé que las palabras no bastan y las disculpas tampoco. Quizás sí que valgan las acciones y espero que esta no se convierta en la última en las próximas semanas.
¡OS ADOROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! <3
P.D: Edito por segunda vez para darle una gran bienvenida a LivinginTexaswhitnickj y tomarse el tiempo para leerlo ¡en solo un día! ¡MILLONES DE GRACIAS!
P.D2: ¡OH, VAYA! Olvidé deciros que cambié de nick a Kevonita, peeeeeeero sigo siendo yo! Espero que me vaya mejor con este :)
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
57.-
Era un monstruo. Al menos, eso era lo que parecían creer mis amigos.
¿De verdad podían creer que yo era capaz de separar a dos personas que se amaban? El mundo ya es lo bastante cruel como para encontrar a quién posee tu felicidad como para que venga alguien e intente arrebatártela.
Sólo porque Nick fuera el chico con el había soñado parte de mi adolescencia y el principio de mi vida adulta y Jane era… bueno, Jane era ella misma en su más pura esencia, lo cual no podía decir que no tuviera sueños de encontrar el amor verdadero y mostrar su codicia por pasar por encima de todo y de todos por conseguirlo.
Pero yo no era así, y desde luego era como encontrar el vestido perfecto mientras paseas con tu mejor amiga del brazo por el centro comercial y ella también lo ha visto y sólo queda una única prenda de la misma talla que –santa casualidad– ambas compartís y finges que no te gusta y que evidentemente a ella le queda perfecto aunque mientes mientras le susurras a la dependienta que te lo guarde que pasarás a recogerlo más tarde y acabas sintiéndote pésimamente mal después de todo.
—Eres mi salvador —le dije a Will cuando respondí su llamada dos segundos después de que aquél pensamiento cruzase mi cabeza.
—¿Por qué eso no ha sonado nada bien?
—No son palabras halagüeñas a menos que estés confesando tu amor a alguien y en un intento de sonar romántico suenes extremista.
—¿Te encuentras bien, Cass? —pude sentir el preocupación fluyendo a través de su voz.
—Sí, claro que sí —mentí, añadiendo por que me sentía mal—; solo estoy un poco baja de moral. Creo que es por que acabo de llegar de la playa, lo cual me recuerda porque la odio tanto —resoplé mientras metía la llave en la cerradura.
Lía yMoon, como era costumbre, me recibieron en la puerta meneando sus colas con entusiasmo y se apoyaron en sus patas traseras para poner las delanteras en mi regazo dándome una calurosa bienvenida.
—Y, ¿puedo saber por qué es? —preguntó, sin una pizca timidez en su tono, lo cual me enterneció.
—Oh, claro que sí: no hay cosa que más odie que la arena de la playa. Y estoy rebozada en ella, lo que me convierte en una croqueta humana que es, obviamente, lo segundo que más odio debido a lo primero.
Ni siquiera sabía por que me molestaba en contestarle y esperar a que me entendiese; William estaba tratando por inútilmente por todos los medios de contener su risa.
—Estarás graciosísima, no me cabe duda.
—Ja ja —claudiqué, de mal humor—, muy gracioso. Eres un cretino. Estoy oyéndote ¿sabes? —resoplé—. Estás riéndote de mí, ¿no es cierto?
—No, ni se me ocurriría —pero su voz mentía por él—. Prefiero hacerlo en privado, cuando no exista la posibilidad de que puedas colgarme. De todos modos, estaría bien patentar la idea de rebozarse en arena de la playa como nuevo disfraz de Halloween. Apuesto a que sería la nueva moda.
—Tienes razón, sí, creo que voy a colgar. Primero te ríes de mí y también a mí costa y ahora me nombras la fiesta de disfraces que más odio. Estás ganándotelo a pulso, verdaderamente.
—¡Cielos! —Exclamó—. ¿Y qué es lo que no odias?
—Olvídalo —farfullé lanzando una mirada feroz al cartón de leche que reposaba en la encimera de la cocina.
Tenía un gran trauma con esa terrorífica fiesta cuando, a mi tierna edad de nueve años me invitaron a lo que se suponía que debía de ser una fiesta de disfraces, así pude ver mi ocasión cumplida de vestirme como Mary Poppins. Horrorizada, descubrí diez segundos antes de mi espantada que la fiesta era un acto formal.
Creo sinceramente que la autora de El diario de Bridget Jones debió de estar en esa fiesta para emular semejante escena. Quizás por eso detesté el libro, sin embargo, la pobre Bridget era objeto de mi estima después de pasar por semejante trance que ponía a prueba tu sistema nervioso.
—Odias Halloween. Eso es muy antipatriótico.
—Es muy legítimo —contrarresté con dignidad, alzando el mentón, orgullosa de que entre mis creencias no figurase esa horrible fiesta de disfraces. Huelga decir que jamás probé ningún dulce procedente de la recolección que cada año traía Liz, algo de lo que estaba muy orgullosa pues había tenido que contenerme mucho.
—De acuerdo —Will se las ingenió para poner un tono triste—, pero has de saber que acabas de romper mis más tiernos sueños de infancia —hubo una breve pausa en la que ambos nos quedamos callados hasta que él pronunció—; Bromeaba, Cass.
—Eres incorregible. Voy a retirar, muy amablemente, mi proposición de invitarte a cenar —suspiré, melodramáticamente—, incluso iba a dejarte elegir entre mexicana e italiana.
—No habías hecho ninguna propuesta —replicó mordazmente.
—Tenía intención de hacerla —le aseguré—. La tenía formulada en mi cabeza. Entonces, comenzaste con esas bromitas y detuve la orden a tiempo.
—Ahora estás siendo tú la incorregible —claudicó, resuelto, asegurándose de que oía como hacía pequeños soniditos estrangulados.
Sonreí maliciosamente –a sabiendas que él no podía verme– agradeciendo silenciosamente a Dios por haberme enviado a William, quien era la versión americana de Jacques heterosexual y el pelo cinco tonos más claro.
—Planeaba ser malvada, no incorregible.
—Si te acusaba de malvada seguro me habrías colgado el teléfono. He tenido que conformarme con tus argumentos por pura precaución.
—Te estás poniendo melodramático.
—Por el bien de mi conciencia —suspiró—, que así sea. Y de la tuya también, puestos a pedir. Te enseñará a no jugar con los sentimientos y emociones de los demás.
—De acuerdo, de acuerdo —resoplé teatralmente, tratando de no reírme y estropear mi parte de la escena. De un momento a otro, sin darme cuenta, se había convertido en una guerra por ver quién era el primero en perder la compostura—, reanudaré mi proposición.
—Elijo mexicano.
—Cielos, no has necesitado mucho tiempo para pensártelo —bromeé.
—He tenido toda nuestra conversación desde tu mención de una cena.
—Si mal no recuerdo, había retirado mi oferta.
—Eres débil de corazón, sabía que era cuestión de tiempo que volvieras a ponerla en pie —ni siquiera supe cómo, o quizás es porque es el tipo de cosas que se hacen para enfurecer a una persona, pero juraría que había podido oír como las comisuras de sus labios se elevaban en una sonrisa socarrona. Quise matarle.
—Que sea mexicano —confirmé entre dientes—. Con triple ración de picante para ti. Yo invito.
—¿Es demasiado tarde para cambiar a la exquisita pasta italiana?
—Sí —ladré.
—Sé que mi comentario ha sonado algo mal —ahora él estaba sonando como alguien que estaba rascándose la cabeza con aire dulce tratando de sonar compasivo—, pero era el mayor de los halagos. Debía puntualizarlo —se excusó.
—Oh, William, no vas a librarte de esto —y entonces fui yo la que sonreí, asegurándose de que él pudiera notarlo en mi alegre tono de voz y añadí, más feliz que una perdiz, antes de colgar—. A las ocho.
Quizás, después de todo, sí que fuera débil de corazón, porque finalmente no llevé a cabo mi venganza.
Cenamos frente al televisor, disfrutando de la última comedia de Jackie Chan con muchas risas. La presencia de William me hacía incontable bien y me confortaba. De alguna manera, detenía la desesperación que se estaba formando en mi interior, empujándola a su sitio, de donde nunca tenía que haber salido y lograba calmarme. Solo la soledad hacía que mis sentimientos no dependieran de mí misma, si no de esa persona que había desatado todo aquél caos.
—¿Will?
—¿Sí? —se volvió hacia mí, sus grandes ojos azules, penetrantes, se clavaron en los míos.
Me quedé callada, mirándole. Intuía en su mirada la inquietud mientras la preocupación crecía en ellos a medida que los míos iban llenándose de agua cristalina y salada.
—¿Cassie…? ¿Qué te ocurre? Por Dios, ¿estás bien?
—¿Crees…? —titubeé—. ¿Crees que soy un monstruo?
—¿Qué?
—Necesito que respondas a mi pregunta, por favor —me encogí de hombros—. Un argumento creíble estaría bien, también.
Él vio algún tipo de desesperación en mis ojos para hablar sin hacer preguntas al respecto.
—¡Por supuesto que creo que no lo eres! —Se acomodó frente a mí en el sofá, su mano salvó la corta distancia que nos separaba, alzándome el mentón para que le mirase directamente a los ojos—. No sé quien te habrá metido esta estúpida idea en la cabeza, pero debes dejar de pensar eso inmediatamente, ¿de acuerdo? Eres maravillosa y estupenda —hizo un alto para limpiar una lágrima que había escapado involuntariamente y sonrió—, además de inteligente, ingeniosa y sofisticada. Cualquiera que te conozca apuesto a que te dirá lo mismo. Creo que en mis palabras no hay ni un ápice de la palabra “monstruo” y, ciertamente, ningún adjetivo calificativo se acerca lo más mínimo a ello. De modo que ahora mismo vas a dejar de pensar eso, ¿queda claro?
Asentí lentamente, con la mirada perdida. En un arranque de necesidad por escuchar palabras consoladoras había formulado la pregunta, presa de mi ansiedad. Ahora estaba avergonzándome.
—Lo siento —murmuré sintiendo como el rubor se extendía por mis mejillas—, no quería ponerte en un compromiso que te hiciera decir las palabras que quiero escuchar. Y, sinceramente, no quiero darle más vueltas a este tema, lo último que me apetece es sonar quejumbrosa.
—Hay momentos en los que todos necesitamos sentir debilidad, Cassandra —convino con voz dulce y tierna. Su mano cogió la mía y dio un apretón afectuoso—. Pero todo lo que dije y corroboro ahora mismo, es lo que pienso de ti. Y tú deberías empezar a hacer lo mismo. Ven aquí, anda —abrió sus brazos para que pudiera refugiarme en ellos, lo que calmó la tormenta en mi interior.
—Gracias, Will —musité—. No sé que haría ahora mismo sin ti.
Él me dio un beso en la frente como respuesta a eso y añadió:
—Las cosas que se hacen de corazón no deben agradecerse.
Última edición por Kevonita el Dom 16 Jun 2013, 11:03 am, editado 1 vez
Kevonita
Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]
No me importa la ausencia de comentarios; si alguien sigue aquí, lo prometido es deuda. El capítulo 58 :)
Estaba bastante satisfecha del trato que habíamos acordado William y yo; habíamos cenado juntos una noche después de la reunión en mi casa –sin conversaciones incómodas esta vez– y habíamos almorzado dos veces más en los días posteriores.
Tenía la especial cualidad de hacerme sentir bien, algo que, desafortunadamente para mí, desaparecía sin su presencia y me dejaba indefensa frente a mis pensamientos y sentimientos.
Así pues, con sendos cafés de Starbucks y disfrutando de la agradable compañía del otro, paseábamos por Venice Beach con Lía, Moon y Ride y Mirror, los también adoptados perros de William.
—¿Recuerdas mi proposición de la otra noche?
—Mmm… —murmuré—, será mejor que me refresques la memoria.
—¿Realmente escuchas cuando te hablo? —dijo, con un deje de exasperación que me hizo sentir culpable—. ¿Recuerdas que estuve hablándote de un amigo que tenía un club?
—Te escucho, sí, y algo me viene a la mente, también, ¿por qué lo dices?
—Podríamos salir juntos, ir allí el martes. Tengo fiesta el miércoles, así que me va bien.
Hice una mueca de disgusto.
—¿Podemos, simplemente, dejarlo para otro día? No me siento muy animada —me detuve a mirar un puestecillo de pulseras artesanales, algunas con diseños muy logrados. William, a mi lado, suspiró.
—Por eso mismo deberíamos ir —insistió—. Necesitas despejarte, dejar de pensar.
Fruncí los labios, lo que hizo callar a Will y comprendí que él creía que estaba rumiando una respuesta a su proposición cuando realmente estaba decidiéndome entre dos pulseras preciosas. Con una sonrisa, le comuniqué al vendedor con pinta de hippie de los años setenta con un gesto que me llevaba ambas y me dispuse a rebuscar en mi bolso veraniego el monedero. Por el rabillo del ojo, advertí que William se llevaba una mano al bolsillo de los pantalones bermudas haciendo ademán de sacar él su dinero.
Le fulminé con la mirada.
—No —dije, autoritaria, deteniendo sus movimientos. Él bufó—: Ya has pagado los cafés.
—Y tú el desayuno ayer —contraatacó.
—Porque tú pagaste la cena de la noche anterior —y añadí, para rematar—: Y el desayuno del mismo día.
Maldijo en voz baja y sonreí, victoriosa, sacando diez dólares de mi monedero.
—Tú ganas —comunicó, con aire derrotado. Le ofrecí al hombre el billete a la vez que él extendía la pequeña bolsa de papel reciclado mientras intercambiábamos un cortés «gracias» antes de despedirnos y William añadió, sin darse por vencido, cuando yo había olvidado el tema—: Vamos, no hay nada que te lo impida.
—¿En otra ocasión?
—Lo siento —claudicó sacudiendo negativamente la cabeza—, no se aceptan devoluciones (y eso incluye el cambio de día).
—Creí que era una proposición, no una obligación —dije con un mohín.
—No lo era hasta que empezaste a ponerlo todo tan difícil.
—No es justo —dije, intentando sonar lo más quejumbrosa posible con la esperanza de que cambiara de opinión.
—Sí, lo sé, pero no me has dejado más remedio.
Me puse frente al espejo después de haberme duchado y secado el pelo, tratando de que el peinado que tenía en mente me saliese a la perfección. Lógicamente, maldije a la complicación de éste y deseché la idea todas las veces hasta que, al decimoséptimo intento, como por arte de magia, mi experimento dio resultado. Así que, tras aplicar delineador de ojos sobre el párpado y una fina sombra rosa pálido para que mis ojos se viesen de un color más claro de lo que en realidad era, procedí a superponer dos capas más de rímel y un toque de pintalabios de brillo.
Verifiqué todo el resultado frente al espejo de cuerpo entero de mi habitación, satisfecha conmigo misma, y es que había trabajado a fondo en mi imagen: la trenza de raíz frontal que tanto me había costado elaborar lucía perfecta, casi de profesional me atrevería a decir. No estaba tan firmemente convencida con mi atuendo, sin embargo, tampoco llegaba a desagradarme del todo: el vestido era fucsia de punto lizo estilizado hasta media cintura donde se abría en un faldón de volantes de chiffon salpicado de flores, ligeramente por encima de las rodillas.
Tuve tres minutos para examinar el visto bueno antes de que sonara el teléfono.
—Cassandra, el señor Roberts está esperándola en el vestíbulo —dijo el conserje desde abajo.
—¿Puedes avisarle de que ahora bajo, por favor?
—Por supuesto.
—Gracias, Charles.
Eché un último vistazo a mi perfil al pasar frente al espejo, conformándome con mi aspecto porque ya no tenía más tiempo. Me despedí de Lía y Moon al tiempo que las premiaba con una chuchería perruna y la promesa de pasearlas en cuanto volviera (sería mi excusa perfecta para convencer a William de irnos temprano), correteé a por mi bolso al otro lado de la habitación y bajé. Un servicial Charles me comunicó que «el señor Roberts» estaba esperándome fuera del edificio y me abrió la puerta.
—¿De marcha? —preguntó, alzando una ceja. Charles y yo compartíamos una amistad de lo más agradable, basada en la confianza vecina-portero que además le permitía añadir cumplidos sin parecer grosero y tutearnos. Añadió—: Porque presiento que hoy va a tener que apartar a los hombres como moscas, señorita Henderson.
—Ni de lejos, pero gracias por asustarme, Charles.
El hombre mayor se rió a mis expensas, pero no me importó.
—Pásalo bien, Cassandra.
—Eso me gusta más. Y gracias, lo intentaré. Buenas noches, Charles.
A pesar de estar de espaldas, conocí a William en cuanto lo vi y tenía que admitir que el perfil de su espalda musculada marcándose a través de su camiseta tenía muy buen aspecto.
Le di dos suaves toques en el hombro y sonreí cuando sus ojos luchaban por no caerse fuera de sus cuencas.
—Hola —musité algo avergonzada y di una vuelta sobre mis zapatos a juego de cuña de esparto alta—. ¿Qué tal estoy?
—Estás… estás… —titubeó, rascándose la cabeza con una sonrisa socarrona—. Vaya. Quería decir que estabas preciosa, pero me parece que no encajas precisamente en el término a menos que añada «increíblemente».
—Oh, calla —barrí el aire con la mano sintiendo como el rubor se acumulaba en mis mejillas. Fijé la mirada en mis pies—. La gente va a creer que he suplantado la identidad de una langosta.
—Una langosta preciosa, déjame decir —matizó y ambos nos echamos a reír.
—Tú tampoco estás nada mal.
Encajaba perfectamente en la categoría de hombres para portadas de revistas como Men’s Healthy. Había elegido un atuendo informal que, estaba segura, iba a quitar el aliento a muchas chicas. Su perfil trasero había hecho que pasase desapercibido que la su camisa gris de cuello en pico tuviera los tres botones desabrochados y una cadena resbalara hacia adentro. Lo pantalones, igual que la prenda superior, se adherían a musculadas piernas con un color marrón oscuro remetidos en sendas botas negras de militar que parecía estar estrenando.
—¿Calzado nuevo?
—Algo parecido —levemente, sin despegarlos del suelo, deslizó los talones hacia el centro y golpeó los talones—. Me hermana me los regaló hace no-sé-cuanto tiempo. Estoy llevándolos hoy por primera vez. Lo curioso es que son cómodos.
Con una sonrisa, golpeé su hombro levemente.
—¿Nos vamos? —preguntó, ofreciéndome su brazo.
—No me importaría quedarme a ver otra película…
—Hora de irnos, sí —acotó alegremente y yo no pude evitar reírme. Preparada para soportar una buena caminata viendo el aspecto de la calle abarrotada de coches aparcados sin un solo espacio, William simplemente me hizo dar media vuelta.
—¿Qué es esto? —A juzgar por su forma de fruncir el ceño, supe que esta eligiendo la manera educada de explicármelo.
—Esto, es una moto.
—Ya sé que es una moto —añadí, condescendientemente—. Quiero decir que qué hace una moto aquí.
—Bueno… —rodó los ojos—, tengo mi coche en el taller y este es nuestro vehículo de repuesto.
—¡William! ¡Podríamos haberlo dejado para otro día!
—¿Bromeas? —dijo, medio desconcertado—. Me costó una eternidad convencerte. No iba a dejarlo por un improvisto de última hora. Además, suelo llevarla con bastante asiduidad.
Petrificada, intenté articular algún tipo de sonido.
—Cassandra Henderson —dijo, su voz a caballo entre la sorpresa y la dulzura propias de él, sus ojos desorbitados—. No me digas que tienes miedo.
—¡Por supuesto que no! —solté, tan rápido que no me dio tiempo a pensar. Emití un sonido poco común para una señorita y bufé—. Mi anterior pareja tenía una moto.
—Bien, entonces no tendrás problema. ¿Qué modelo era?
Evité por todos los medios mirarle.
—Una Vespa.
—Oh.
—No alcanzaba gran velocidad.
—Bueno, es cierto que es una comparación estratosférica —acordó, soltando una leve risita que rebajó mi tensión—, pero, si lo que te preocupa es que corra, no lo haré.
—Más te vale, William «Willy» Roberts, porque acabo aprenderme de memoria tu matrícula y pienso denunciarte si incumples las reglas viales.
—¿De veras serías capaz de hacer eso? —me dijo, con aspecto desolado.
—No me tientes.
—¿Te atreves, pues? —me retó, alcanzándome el casco. Era cuestión de orgullo no haberle ofrecido que fuéramos en mi coche, pero no pude evitarlo. Cogí el casco, titubeando.
—Claro que sí.
58.-
Estaba bastante satisfecha del trato que habíamos acordado William y yo; habíamos cenado juntos una noche después de la reunión en mi casa –sin conversaciones incómodas esta vez– y habíamos almorzado dos veces más en los días posteriores.
Tenía la especial cualidad de hacerme sentir bien, algo que, desafortunadamente para mí, desaparecía sin su presencia y me dejaba indefensa frente a mis pensamientos y sentimientos.
Así pues, con sendos cafés de Starbucks y disfrutando de la agradable compañía del otro, paseábamos por Venice Beach con Lía, Moon y Ride y Mirror, los también adoptados perros de William.
—¿Recuerdas mi proposición de la otra noche?
—Mmm… —murmuré—, será mejor que me refresques la memoria.
—¿Realmente escuchas cuando te hablo? —dijo, con un deje de exasperación que me hizo sentir culpable—. ¿Recuerdas que estuve hablándote de un amigo que tenía un club?
—Te escucho, sí, y algo me viene a la mente, también, ¿por qué lo dices?
—Podríamos salir juntos, ir allí el martes. Tengo fiesta el miércoles, así que me va bien.
Hice una mueca de disgusto.
—¿Podemos, simplemente, dejarlo para otro día? No me siento muy animada —me detuve a mirar un puestecillo de pulseras artesanales, algunas con diseños muy logrados. William, a mi lado, suspiró.
—Por eso mismo deberíamos ir —insistió—. Necesitas despejarte, dejar de pensar.
Fruncí los labios, lo que hizo callar a Will y comprendí que él creía que estaba rumiando una respuesta a su proposición cuando realmente estaba decidiéndome entre dos pulseras preciosas. Con una sonrisa, le comuniqué al vendedor con pinta de hippie de los años setenta con un gesto que me llevaba ambas y me dispuse a rebuscar en mi bolso veraniego el monedero. Por el rabillo del ojo, advertí que William se llevaba una mano al bolsillo de los pantalones bermudas haciendo ademán de sacar él su dinero.
Le fulminé con la mirada.
—No —dije, autoritaria, deteniendo sus movimientos. Él bufó—: Ya has pagado los cafés.
—Y tú el desayuno ayer —contraatacó.
—Porque tú pagaste la cena de la noche anterior —y añadí, para rematar—: Y el desayuno del mismo día.
Maldijo en voz baja y sonreí, victoriosa, sacando diez dólares de mi monedero.
—Tú ganas —comunicó, con aire derrotado. Le ofrecí al hombre el billete a la vez que él extendía la pequeña bolsa de papel reciclado mientras intercambiábamos un cortés «gracias» antes de despedirnos y William añadió, sin darse por vencido, cuando yo había olvidado el tema—: Vamos, no hay nada que te lo impida.
—¿En otra ocasión?
—Lo siento —claudicó sacudiendo negativamente la cabeza—, no se aceptan devoluciones (y eso incluye el cambio de día).
—Creí que era una proposición, no una obligación —dije con un mohín.
—No lo era hasta que empezaste a ponerlo todo tan difícil.
—No es justo —dije, intentando sonar lo más quejumbrosa posible con la esperanza de que cambiara de opinión.
—Sí, lo sé, pero no me has dejado más remedio.
Me puse frente al espejo después de haberme duchado y secado el pelo, tratando de que el peinado que tenía en mente me saliese a la perfección. Lógicamente, maldije a la complicación de éste y deseché la idea todas las veces hasta que, al decimoséptimo intento, como por arte de magia, mi experimento dio resultado. Así que, tras aplicar delineador de ojos sobre el párpado y una fina sombra rosa pálido para que mis ojos se viesen de un color más claro de lo que en realidad era, procedí a superponer dos capas más de rímel y un toque de pintalabios de brillo.
Verifiqué todo el resultado frente al espejo de cuerpo entero de mi habitación, satisfecha conmigo misma, y es que había trabajado a fondo en mi imagen: la trenza de raíz frontal que tanto me había costado elaborar lucía perfecta, casi de profesional me atrevería a decir. No estaba tan firmemente convencida con mi atuendo, sin embargo, tampoco llegaba a desagradarme del todo: el vestido era fucsia de punto lizo estilizado hasta media cintura donde se abría en un faldón de volantes de chiffon salpicado de flores, ligeramente por encima de las rodillas.
Tuve tres minutos para examinar el visto bueno antes de que sonara el teléfono.
—Cassandra, el señor Roberts está esperándola en el vestíbulo —dijo el conserje desde abajo.
—¿Puedes avisarle de que ahora bajo, por favor?
—Por supuesto.
—Gracias, Charles.
Eché un último vistazo a mi perfil al pasar frente al espejo, conformándome con mi aspecto porque ya no tenía más tiempo. Me despedí de Lía y Moon al tiempo que las premiaba con una chuchería perruna y la promesa de pasearlas en cuanto volviera (sería mi excusa perfecta para convencer a William de irnos temprano), correteé a por mi bolso al otro lado de la habitación y bajé. Un servicial Charles me comunicó que «el señor Roberts» estaba esperándome fuera del edificio y me abrió la puerta.
—¿De marcha? —preguntó, alzando una ceja. Charles y yo compartíamos una amistad de lo más agradable, basada en la confianza vecina-portero que además le permitía añadir cumplidos sin parecer grosero y tutearnos. Añadió—: Porque presiento que hoy va a tener que apartar a los hombres como moscas, señorita Henderson.
—Ni de lejos, pero gracias por asustarme, Charles.
El hombre mayor se rió a mis expensas, pero no me importó.
—Pásalo bien, Cassandra.
—Eso me gusta más. Y gracias, lo intentaré. Buenas noches, Charles.
A pesar de estar de espaldas, conocí a William en cuanto lo vi y tenía que admitir que el perfil de su espalda musculada marcándose a través de su camiseta tenía muy buen aspecto.
Le di dos suaves toques en el hombro y sonreí cuando sus ojos luchaban por no caerse fuera de sus cuencas.
—Hola —musité algo avergonzada y di una vuelta sobre mis zapatos a juego de cuña de esparto alta—. ¿Qué tal estoy?
—Estás… estás… —titubeó, rascándose la cabeza con una sonrisa socarrona—. Vaya. Quería decir que estabas preciosa, pero me parece que no encajas precisamente en el término a menos que añada «increíblemente».
—Oh, calla —barrí el aire con la mano sintiendo como el rubor se acumulaba en mis mejillas. Fijé la mirada en mis pies—. La gente va a creer que he suplantado la identidad de una langosta.
—Una langosta preciosa, déjame decir —matizó y ambos nos echamos a reír.
—Tú tampoco estás nada mal.
Encajaba perfectamente en la categoría de hombres para portadas de revistas como Men’s Healthy. Había elegido un atuendo informal que, estaba segura, iba a quitar el aliento a muchas chicas. Su perfil trasero había hecho que pasase desapercibido que la su camisa gris de cuello en pico tuviera los tres botones desabrochados y una cadena resbalara hacia adentro. Lo pantalones, igual que la prenda superior, se adherían a musculadas piernas con un color marrón oscuro remetidos en sendas botas negras de militar que parecía estar estrenando.
—¿Calzado nuevo?
—Algo parecido —levemente, sin despegarlos del suelo, deslizó los talones hacia el centro y golpeó los talones—. Me hermana me los regaló hace no-sé-cuanto tiempo. Estoy llevándolos hoy por primera vez. Lo curioso es que son cómodos.
Con una sonrisa, golpeé su hombro levemente.
—¿Nos vamos? —preguntó, ofreciéndome su brazo.
—No me importaría quedarme a ver otra película…
—Hora de irnos, sí —acotó alegremente y yo no pude evitar reírme. Preparada para soportar una buena caminata viendo el aspecto de la calle abarrotada de coches aparcados sin un solo espacio, William simplemente me hizo dar media vuelta.
—¿Qué es esto? —A juzgar por su forma de fruncir el ceño, supe que esta eligiendo la manera educada de explicármelo.
—Esto, es una moto.
—Ya sé que es una moto —añadí, condescendientemente—. Quiero decir que qué hace una moto aquí.
—Bueno… —rodó los ojos—, tengo mi coche en el taller y este es nuestro vehículo de repuesto.
—¡William! ¡Podríamos haberlo dejado para otro día!
—¿Bromeas? —dijo, medio desconcertado—. Me costó una eternidad convencerte. No iba a dejarlo por un improvisto de última hora. Además, suelo llevarla con bastante asiduidad.
Petrificada, intenté articular algún tipo de sonido.
—Cassandra Henderson —dijo, su voz a caballo entre la sorpresa y la dulzura propias de él, sus ojos desorbitados—. No me digas que tienes miedo.
—¡Por supuesto que no! —solté, tan rápido que no me dio tiempo a pensar. Emití un sonido poco común para una señorita y bufé—. Mi anterior pareja tenía una moto.
—Bien, entonces no tendrás problema. ¿Qué modelo era?
Evité por todos los medios mirarle.
—Una Vespa.
—Oh.
—No alcanzaba gran velocidad.
—Bueno, es cierto que es una comparación estratosférica —acordó, soltando una leve risita que rebajó mi tensión—, pero, si lo que te preocupa es que corra, no lo haré.
—Más te vale, William «Willy» Roberts, porque acabo aprenderme de memoria tu matrícula y pienso denunciarte si incumples las reglas viales.
—¿De veras serías capaz de hacer eso? —me dijo, con aspecto desolado.
—No me tientes.
—¿Te atreves, pues? —me retó, alcanzándome el casco. Era cuestión de orgullo no haberle ofrecido que fuéramos en mi coche, pero no pude evitarlo. Cogí el casco, titubeando.
—Claro que sí.
Última edición por Kevonita el Dom 16 Jun 2013, 11:04 am, editado 2 veces
Kevonita
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