Tienes derecho a guardar silencio. (One Direction y Tú) Semi-Hot

  Capítulo 19: Estrés.

 
 
La tarde y noche anterior, Emily se quedó en casa de Harry junto a nosotros y a la mañana siguiente la regresé hacia nuestra casa. Liam volvió a su departamento, mientras Harry nos llevaba en su camioneta y los otros tres idiotas se quedaban en su casa.
Cuando bajamos en la vereda, algo no se sentía del todo bien.
—    ¿Qué sucede? —Preguntó Emily.
La volteé a ver al mismo tiempo que bajaba del asiento trasero y cerraba la puerta, Harry iba a bajarse, por cortesía, pero definitivamente tenía un mal presentimiento.
—    Creo que hay alguien en la esquina... —Murmuré.
Harry soltó una maldición y corrió hacia nosotras, tomó a ambas de nuestros brazos y nos obligó rápidamente a caminar hacia la entrada de nuestra casa.
Sentí muchos ruidos después de eso, el sonido de cámaras a nuestro alrededor, a Emily aguantando la respiración varias veces y cuando la puerta se abrió con mamá dentro, Harry nos empujó disimuladamente y la cerró tras él.
—    Mierda, ahora estoy atrapado. —Soltó.
Me volteé a verle y se encontraba apoyado a la madera con nerviosismo y miedo, luego sentí la mano de alguien en mi hombro y Em dijo—: ¿Viste lo mismo que yo vi?
¿De qué estaba hablando?
Mamá y Emily me estaban observando atentas a cualquier cambio en mi confusión, la primera de ellas alternando sus ojos de mí hacia Harry.
Oh, cierto.
—    ¿Qué está ocurriendo? —Le pregunté.
Su rostro giró hacia mí y con una mueca tomó mi brazo y se adentró hacia la sala de estar, sin si quiera pedir permiso o saludar a mi madre. Me soltó cuando descubrió las cortinas abiertas y corrió a cerrarlas con rapidez. Miró un poco por un espacio y luego la volvió a cerrar. Parecía el cómplice de un asesinato; si es que no era él el asesino.
—    ¿Puedes explicarme, Harry? —Le hablé.
—    No debí haberte traído hasta aquí, —Exclamó— debí haberte dejado en la esquina del pasaje o algo. Mierda, no sé qué voy a hacer ahora.
Mamá y Emily se miraron entre ellas y yo dije—: Hey, sin maldiciones dentro de mi casa.
Sus ojos finalmente me miraron y su rostro se relajó un milímetro, se acercó rápidamente y se detuvo a solo dos escasos centímetros de mi boca.
—    Ann... —Escuché a mi madre.
—    Tu casa está llena de paparazis, ____. Tan llena de ellos que incluso si sacases un dedo fuera de la puerta, te fotografiarían en un segundo.
Miró hacia atrás y con respeto dijo—: Lamento la molestia, señora Blair. Sé que hice mal en traer a sus hijas siendo quién soy.
Mi corazón aún estaba en estado crítico, ¿paparazis? Pues claro, él era famoso y siempre sacaban fotografías por dónde fuésemos. Pero, ¿por qué esta vez era diferente?
Al ver como Harry saludaba formalmente a mamá y Emily iba por unos vasos de jugo a la cocina, comencé a pensarlo de otra manera. Ellos nunca habían encontrado mi universidad, era obvio que fuesen a la escuela de Em ya que ahí estudié antes, pero no obtuvieron mucha información. No fueron al trabajo de papá o de mamá, siendo la prensa podrían saberlo de inmediato, pero no lo había hecho. Y luego estaba mi casa, la vez anterior llegué sin si quiera una cámara a mi espalda e incluso hui de ella hacia la casa de los cinco sin que me percibieran.
Pero ahora sí que lo había arruinado.
Es decir, está claro, ¿no?. Por hacer que Harry nos trajese a casa, le siguieron y mírennos ahora, como fugitivos de la ley dentro de mi propio hogar.
—    Oye.
Regresé a la realidad y Harry me tendía un vaso con su mano, levanté la mía y al sostenerlo rocé levemente sus dedos.
Ahí comprendí que la desventaja de esta vez es que él había entrado a casa con nosotras. No podía negar nada.
Negar… ¿sobre qué?
Él y yo solo éramos compañeros de trabajo. ¿Cierto?
Un miembro de una banda famosa y una “Asistente”.
Con la que se acostó y le quitó su virginidad en un santiamén.
El pecho comenzó a arderme cuando saqué esa conclusión; Harry solo me veía como la chica con quién tuvo sexo y nada más. Al igual que el resto del grupo quería hacerlo. Solo atracción. Nadie importante.
—    ¿Te sientes bien, ____? —Me preguntó.
Vi a mamá mirarlo atentamente cuando me habló, tal vez dándose cuenta de lo raro que era escucharlo decir mi nombre.
Le asentí a Harry y lo acompañé a sentarnos en el sofá de la sala; dijo que llamó a Lou y pronto ella sacaría a la prensa y los fotógrafos de mi casa, pero que no me dejarían en paz nunca más.
—    ¿Eres muy cercano a Ann?
La sorpresa de mamá nos tomó por sorpresa a los dos, incluso a Emily quién había preguntado lo mismo la noche anterior.
Quise confirmarlo. Decirle a mi madre que yo lo amaba y que fue el primero con quién me acosté, pero cerré mi boca esperando la respuesta de él. Porque yo también quería escucharlo de la suya.
—    Oh… mm… para nada. —Dijo Harry—. Solo lo más cercano que un cantante y una estilista pueden ser… y como ayer su hermana estaba perdida… le ayudamos todos a encontrarla.
No. Dijo. Eso.
—    Ya veo. —Exclamó mamá—. Por como la mirabas pude jurar… …no, nada. Entonces, quieres decir que…
Creo que dejé de escuchar a mi madre después de eso. Había pasado más de dos meses junto a Harry y los demás, saltando las barreras sobre solo ser conocidos hasta llegar a ser amigos, ¿y él niega todo? De acuerdo, puede estar bien que lo diga cuando hay gente importante alrededor, gente de la prensa, etc. Pero negarlo frente a mi madre, frente a Emily, frente a mí… sin nadie más a nuestro alrededor, me dejó atónita.
—    … puerta trasera?
La voz del rizado me hizo volver en mí y lo observé mientras le preguntaba a mamá por alguna puerta por donde escapar. Emily estaba ansiosa de poder ayudarle, tal vez porque nunca había tenido a uno de su banda favorita dentro de casa.
Quería que se fuera.
No me importaban los fotógrafos y los rumores que saliesen al día siguiente sobre nuestro supuesto encuentro, solo quería que desapareciese de mi casa lo más pronto posible.
El timbre de la entrada sonó, y cuando Emily fue a ver, soltó un chillido gritando a la vez el nombre de Paul.
Paul Higgins.
Al entrar, Harry soltó todo el aire que tenía guardado y se acercó a saludarlo, pidiéndole disculpas por la molestia de ir a buscarlo. Cuando el hombre volteó a verme, su rostro se veía tan preocupado como una madre buscando la razón del llanto en su hijo.
Caminé hacia él y tomó ambas manos con las suyas.
—    Desde ahora, gracias al idiota este, no le dejarán en paz. Le pido perdón y diré que de hoy en adelante será un gusto protegerla de los que quieran acercársele.
¿De qué estaba hablando?
Harry me observó un par de segundos y separó nuestras manos para empujar a Paul hasta la puerta, al mismo tiempo en que me decía—: No salgas de tu casa hasta el día en que volvamos al tour, ¿De acuerdo?
Por supuesto que no. ¿Por qué no podía salir? Aquellos periodistas, paparazis o lo que sean no podían dejarme encerrada aquí. Y no aceptaría nada de Harry otra vez, no luego de que me rechazara.
La puerta se cerró y corrí hacia la ventana para ver como era rodeado por todos, por el camino hasta su auto. Aquel era su mundo, no el mío.
¿Cierto?
 
 
 
Tal vez estaba equivocada.
Ya era el cuarto día de nuestro descanso del tour y mi vida dio un giro totalmente inesperado. Al momento en que dieron las nueve de la mañana, desperté con la obligación de ir a dejar la basura fuera de casa, y desde el instante en que di cuatro pasos hacia la calle ocurrió.
Creo que fueron unos cinco desconocidos corriendo con cámaras, micrófonos o grabadoras de voz. ¿Su dirección? La mía.
—    ¿Cuál es su relación con el chico Harry Styles? —Preguntó uno de ellos.
—    ¿Cuánto tiempo llevan saliendo? Sabemos que usted es la estilista ganadora del concurso que hicieron a principios del tour, ¿Fue realmente ese su objetivo o lo era el salir con uno de los integrantes de la banda?
—    ¿Por qué no responde nuestras preguntas? Señorita Blair, ¿Desde cuándo le ha gustado el joven Styles?
La bolsa cayó de mis manos, mientras una totalmente congelada yo intentaba asimilar lo que estaba ocurriendo.
Pensé en algo. Tal vez debería decir la verdad o simplemente negar todo. Sí. Eso sería lo mejor. Abrí mi boca, entonces, pero las palabras no salían de ella—: Y-yo… No… Bueno yo…
¡Pero qué tonta! ¡Debía de ser firme!
—    ¡Todos fuera de esta casa! ¡Ya! —Gritó alguien.
Lo único que recuerdo es que un par de hombres de fuertes torsos me rodearon y me dirigieron hacia el interior de mi casa.
Desde ese día que no he salido a las afueras por mandato del manejo del grupo. Solo podría hacerlo para ocasiones especiales, hasta que toda la prensa se cansase del problema que habíamos generado Harry y yo.
Hoy era el último día “normal” para todos. Aunque ya ni si quiera estaba segura sobre lo que significaba eso para mí.
Mamá había regresado a ser la madre fría y sin querer hablarme luego de que los guardaespaldas nos indicaran las nuevas instrucciones; Papá fue muchas veces interceptado para sacar más información de mí, pero su molestia en el rostro ahuyenta a cualquiera. La única feliz en todo esto era Emily, ella era la estrella de su escuela, sobre todo por ser la hermana de la “chica del momento”. Llegaba a casa contando sus conversaciones con chicas que en su vida le habían hablado o chicos que la invitaban a salir aunque estuviesen en diferentes años. Intenté advertirle de que esos nunca serían sus amigos, ya que solo la estaban utilizando por la fama, pero luego de varias peleas decidí que cayese sola y aprendiese de aquello.
Ya que desde mañana iban a ser otros largos cuatro meses de conciertos para llegar al mes de verano otra vez. Y no estaría con ella para cuando ocurriese.
—    Si quieres puedes acabar con todo esto y renunciar.
Mamá había entrado a mi habitación mientras observaba los horribles rumores que los blogs y páginas decían sobre mí; no había hablado tanto desde que Harry estuvo en casa.
Volteé a verla después de cambiar de pestaña.
—    Volverías a asistir a la universidad como antes, con tus amigas Hannah y Lindsay. Tendrías más tiempo con Will y podrías dejar de estar encerrada con esos extraños rodeando la casa.
Puede que tuviese razón. Tendría mi vida de regreso, levantarme temprano y escuchar los halagos sobre Emily que ella tenía todas las mañanas. El cómo papá intentaba convencerla de que ya estaba lo suficientemente grande para ir sola a la escuela. Tener que ir a dejarla en el auto por obligación. Hacer la rutina de siempre con Hannah y Lindsay. Hacerles creer que aun Will es heterosexual…
Esa vida de vuelta.
Mi móvil vibró y me sacó de mis pensamientos. Ignoré por unos segundos a mamá y me dediqué a ver el mensaje que había llegado. Era de Lou.
“Espero que esto te anime para mañana” Decía el remitente, que junto a ello indicaba un archivo adjunto.
Al hacer click en el archivo, no me tomó ni dos segundos en darme cuenta de que estaba pensando demasiado.
Yo no iba a volver a tener esa vida aburrida, es vida totalmente diferente a la que iba a disfrutar de ahora en adelante.
El archivo daba enlace a una fotografía que Lou había sacado desde su teléfono. En ella, una pared rallada con varios comentarios y dibujos, me hicieron sonreír. Excepto uno que me hizo sonrojar.
“Tommo estuvo aquí”
“Nialler estuvo aquí”
“Payno estuvo aquí”
“Zayn estuvo aquí”
Cada uno sobre una simulada figura de una chica dibujada, escritos en varias partes del cuerpo. Pero al buscar el nombre del quinto integrante mi corazón se aceleró al cien por ciento.
“Harold estuvo aquí” se encontraba escrito en la parte izquierda central de mi pecho.
Aquello fue la última señal que me decía que debía de seguir adelante, pero no con la vida de antes, sino con la experiencia que era el estar con un grupo que realmente se la pasaba en grande.
—    No me rendiré ante unos falsos rumores, mamá. —Respondí entonces—. La gente siempre dirá cosas malas sobre ti, pero es tu decisión si te afectan o no. En mí no lo hacen.
Y con eso dicho, iba a regresar a aclarar todo y de paso, a divertirme un rato. 

[size=24.44444465637207]Capítulo 20: Una cita.[/size]