Tienes derecho a guardar silencio. (One Direction y Tú) Semi-Hot

  Capítulo 17: Perfecto.

 
No podía hacer esto.
Solté un sollozo ahogado desde mi garganta y cerré los ojos con fuerza. Para cuando pude volver a la realidad, Harry se había separado lo necesario y mis manos taparon mi rostro ocultando la vergüenza.
Una sábana cubrió mi cuerpo y pude sentir un gran suspiro de su parte, hundiendo parte de la cama para tomar mis muñecas y sacarlas de a poco.
Mis ojos casi derraman un par de lágrimas al verle tan preocupado por mí que quise volver a esconderme, pero sus manos no dejaban mover las mías.
—    Lo siento. —Dijo—. No quería asustarte con esas palabras. De verdad lo lamento, ____.
Mordí mi labio reprimiendo el llanto. ¿Por qué estaba tan miedosa? Había aceptado, era un hecho. Entonces, ¿por qué me negaba a continuar?
—    Tú no tienes la culpa de que esto fuese así, yo te seguí, te traje aquí y te obligué a que aceptaras. Debí haberte dejado en paz cuando podía.
No.
Negué con la cabeza y su frente se posó sobre la mía. Cerrando sus ojos.
—    Eres tan jodidamente perfecta que podría haberte tomado justo en el momento en que te vi junto a la furgoneta ese día.
Acercó sus labios más cerca y besó la punta de mi nariz.
Nunca lo había escuchado hablar más de lo necesario conmigo, pero ahora que lo hacía, ¿De qué estaba hablando?
Susurré—: Tú…
—    Pero Louis ya te había visto para ese entonces. Y luego cuando apareciste escuchándonos detrás de la salida… odié a los demás por querer saber quién eras, solo yo quería conocerte, conversar contigo, hablar de cosas que los chicos normales hacen.
Abrió sus ojos y los sostuvo en los míos. De verdad, no sabía qué decir.
—    Odié cada instante en el que peleaba contigo para intentar alejarte, porque lo único que quería era que me mirases de igual manera en la que yo te miro a ti.
Oh, Dios. Lo amaba.
Lo amaba tanto que dolía estar cerca de él.
—    Estás demente… —Intenté ofenderlo, algo para que cambiase de opinión.
Su risa se escuchó por toda la habitación y la gota de esperanza que me quedaba para poder separarme de él desapareció, y en su puesto entró un mar de atracción que me llenó por completo. ____, ya era tarde.
—    ¿Sabes? Ahora puedo hacer lo que quiera contigo, —Dijo, mirándome fijamente— así que no tendré que responder por ese insulto.
Exacto. Y yo ya no iba a volver atrás.
Fruncí el ceño, levanté mis manos y atraje su cabeza por detrás de la nuca para juntar nuestros labios. ¿Creía que solo él podía controlar al otro? Bien, estaba totalmente equivocado.
Llevé mi lengua sobre su labio inferior y soltó un gemido, al mismo tiempo que abría su boca y profundizaba más el beso.
Rodamos hacia la derecha, él de espaldas y yo sobre sus caderas, todo sin dejar de besarnos. Mi cabello cayó sobre nuestros rostros y nos separamos un momento por la falta de aire.
—    Estás consciente de que ya no tienes brasier, ¿Verdad? —Sonrió, mordiéndose el labio.
Mis mejillas estallaron por segunda vez y tapé mi pecho con las manos, chillando al instante. ¿Cómo podía arruinar un momento así de un segundo a otro? Cómo lo odiaba por eso.
Oh, estaba siendo bipolar.
Sentí un liviano dolor en mis costillas y volví a la realidad, observando los dientes de Harry marcados en mi piel.
¿Acaso él…?
—    ¡Me acabas de morder! —Grité.
Su sonrisa se agrandó y respondió—: Eres mía ahora, ____. No lo olvides.
Y no lo iba a olvidar nunca.
Cuando ambos estuvimos completamente desnudos frente al otro, los gemidos se detuvieron justo después de que sus dientes terminaran de morder mi cintura. Sus ojos subieron a por los míos y alargó una mano hacia sus pantalones en el suelo junto a la cama, sacando un pequeño paquete de preservativos.
Decían que la primera vez con un chico siempre dolía y que la mayoría sangra un poco, pero todas esas preocupaciones volaron de mi cabeza cuando Harry cambió su expresión en el rostro y ahora el miedo lo comía por dentro. Se me ocurrió algo para cortar la tensión, lo que siempre le colmaba la paciencia.
—    ¿Ahora… tú eres el miedoso? —Me burlé—. Creí que el señor Harry Styles ya había tenido suficiente experiencia en esto.
Su rostro no cambió, solo me quedaba observando mientras mi sonrisa volvía a desaparecer.
Dejó salir un suspiro de cansancio y susurró—: No quiero hacerte daño.
Le negué con la cabeza y saqué una risita, luego quise mostrarle la lengua y apretarle los hombros con mis manos, a lo que pudo relajarse un poco.
—    Estás aquí solo conmigo, ¿no?, y por primera vez no pasamos el par de minutos peleando como siempre, —Dije— Deberías aprovechar esto.
Y ahí regresó. Su sonrisa tan característica en sí iluminó la habitación, y acercándose a mi rostro terminó con lo único de mi niñez que permanecía intacta, lo único que le iba a pertenecer a él por siempre.
 
 
 
Creo que era de noche. Ya que al despertar, la luz de la luna apareció entre las cortinas de la ventana. Di media vuelta para taparme con la sábana e intentar acomodarme más en la cama, pero un dolor entre mis piernas me hizo soltar un gemido. ¿Por qué sentía algo así?
Y entonces las imágenes de la tarde llegaron a mi cabeza.
Abrí los ojos con fuerza y me encontré aún en la habitación que Harry me había indicado, con mi piel rozando el cobertor sin nada de ropa y totalmente sola.
Pude ver una de las camisetas de Harry en el suelo y decidí ponérmela por encima, buscando mi ropa interior por el resto del dormitorio.
Cuando pude traerlas puestas, un olor diferente impregnó el lugar, venía desde el otro lado de la puerta.
Mi sentido de olfato me llevó hacia la cocina y casi caigo de rodillas al suelo cuando veo la espalda expuesta de Harry con solo un par de bóxers sobre él.
—    ¿Qué estás haciendo? —Pregunté.
Su rostro volteó de inmediato y apareció su sonrisa, dejando un sartén sobre el fuego de la cocina y caminando hacia mí en dos fáciles zancadas. Mi cabello se erizó cuando rodeó mi espalda y finalmente plantó un suave beso sobre mis labios.
—    Hey, hey. Se quemará lo que estás cocinando ahí. —Reí al separarnos.
—    Mierda.
La mesa estaba preparada para dos personas y caminé para sentarme en uno de ellos, miré hacia el reloj de pared junto a su puerta. Las 20:40 pm.
Me había hecho la cena.
—    ¡Ta-da!
El plato consistía en pollo asado con salsa encima y un poco de frijoles en el lado, jugo de naranja y un plato de ensalada. Era lo más simple del mundo, pero agradecía a Harry por hacer algo por mí.
Se sentó frente a mí en la mesa y observé su pecho, reí por lo bajo y dije—: ¿No deberías de vestirte? Estás semidesnudo en una cena.
Estaba a segundos de comer un pedazo de pollo y se detuvo a observarme.
—    Alguien está usando mi camiseta, —Respondió con normalidad— así que creo que tendré que demandarla.
Sonreí aún más y negué con la cabeza, comiendo un poco del pollo asado. Harry se levantó de inmediato y fue hacia su habitación, regresando con una sudadera y shorts de mezclilla.
Toda la cena estuvimos hablando de nuestras vidas. Muchas cosas pude adivinarlas fácilmente, ya que Emily nunca dejaba de contármelas a mí y los conocía a la perfección.
Luego, fui a darme una ducha y lavé mi cabello, vistiéndome con el pijama que Lou me había regalado.
Harry golpeó la puerta de mi habitación minutos después y me levantó del suelo en un abrazo, besándome un par de veces para darme las buenas noches. Nada más pasó después de eso.
 
Ese día había sido perfecto, ninguna preocupación ni paparazzis alrededor, solo éramos los dos dentro de su casa teniendo un día normal. Pero a la mañana siguiente comenzaba mi nueva rutina, y tuve que lidiar con mi familia.
El teléfono sonó a las siete y media, junto con el nombre de Emily en la pantalla.
—    ¿Em? —Respondí.
—    ¡Estás viva! Creí que te habían secuestrado, Papá llamó a Lou para saber si habías ido con ella pero no tenía idea. ¿Has apagado tu celular? Intentamos llamarte muchas veces desde ayer, siempre nos recibía el buzón de voz.
Oh, Dios. Olvidé cargar mi teléfono al llegar. Había conectado el cable durante la noche y no lo encendí hasta que estaba segura que tenía un 20%. Tampoco me digné en ver los mensajes.
¡Tenía 37 llamas perdidas de Emily y Papá! Veinte más entre Lou y el resto de los chicos.
—    Todos creen que te ha pasado algo y están muy preocupados, ____... —Comenzó a sollozar.
No, no, no.
—    ¿Em? No, no llores. —Me senté en la cama—. Estoy bien, por favor no llores.
Lo único que odiaba en la vida era escuchar a mi hermana llorar.
—    ¿Dónde estás? —Preguntó sorbiendo su nariz.
—    Harry me trajo a su casa luego de… —Tenía que hacerlo—. Escucha, no quería regresar a casa estos días…
—    ¿Fue por lo de mamá? —Dijo.
—    Sí, por eso y porque no quiero que ustedes sean arrastrados en este mundo conmigo… La prensa y los paparazzis nunca se cansarán, Em.
Un suspiro se escuchó del otro lado y Emily respondió—: Los rumores sobre ti son… estoy de acuerdo también en que no hubieses regresado. Pero, ¿Harry?
Aquí íbamos otra vez.
Sonreí para mí misma y seguí la conversación.
—    Solo fue una coincidencia. Estaba en Hyde Park y me encontré con su camioneta.
Su risa volvió y me dio un alivio poder escucharla.
—    Sí, claro. ¿Crees que me tragaré esa excusa? Pensé que lo odiabas.
—    Es… no lo odio. —Lo amaba.
Antes de despedirme, tuve que hablar con papá y pedirle disculpas por haberle preocupado y de paso recibir un raro saludo de mamá. Cuando estaba estirándome los brazos, el teléfono volvió a sonar y no era Emily en ese momento.
Un mensaje de Lou me advirtió—: “Dime que no has hecho lo que creo que hiciste”
Mis mejillas se enrojecieron al instante, ¿cómo lo hacía?
Respondí—: “No sé de lo que me estás hablando”
—    “Emily acaba de contarme que Harry te llevó hacia su casa, ¿Qué crees que es lo primero que me llegó a la cabeza?”
—    “No ocurrió nada”
—    “Louis llegará en unos minutos, volvió anoche cuando nadie sabía sobre ti y ahora que Emily nos llamó estaba tan desesperado que corrió hacia su auto. Por favor, dime que no lo hiciste con Harry.”
¿Louis?
El timbre de la casa sonó y mi corazón se detuvo. Escuché cómo la puerta de la habitación de al lado se abría y pasos se dirigieron hacia la entrada.
Escribí el último mensaje y corrí hacia fuera.
—    “No puedo mentirte”
Harry se estaba arreglando el cabello cuando abrió la puerta, con solo un pantalón de pijama sobre él. Sus ojos se abrieron de par en par cuando descubrió quién era el invitado.
—    Dijiste que no la soportabas.
Louis empujó a su amigo y se adentró en la casa, encontrándose frente a mí directamente. Antes de que comenzase a hablar decidí detenerlo. Tenía que apagar esa llama de enojo que le veía por los ojos.
—    No quiero que hagas un escándalo.
Mi voz se escuchó tan decidida que él quedó en completo silencio, y Harry cerró la puerta para que nadie más entrase.
—    Tuviste sexo con Harry.
Sus ojos al decir eso se entrecerraron, y cuando asentí, mi pecho saltaba como los diablos esperando la bomba que había hecho estallar.