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JOE joe y tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 28 de 29. • 1 ... 15 ... 27, 28, 29
Re: JOE joe y tu TERMINADA
aww Joe es un amor!!
Le da todo lo que ella quiere!!
Aunque sigo preguntadome porque sigue siendo amiga de Sandrien!?
Es que se pasa ella la verdad!
Siguela!!
Le da todo lo que ella quiere!!
Aunque sigo preguntadome porque sigue siendo amiga de Sandrien!?
Es que se pasa ella la verdad!
Siguela!!
aranzhitha
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Así que solía ir al Slade.
Estaba a punto de hacer un movimiento hacia la puerta delantera cuando algo captó mi visión.
Un destello rojo brillante. Sabía que Viv me necesitaba pero aun así, me tomé un momento y verifiqué el espacio.
A pesar de que no había nada malo con ellas, me deshice de los aparatos del mostrador de Joe y los reemplacé con los mismos, pero en rojo. Al final del bar delineando la cocina desde la sala, había un alto y delgado jarrón rojo que se ampliaba en la parte superior que habíamos pagado a una florista para venir una vez a la semana y llenar. También llenaba el redondo y cilíndrico jarrón magenta que estaba sobre el arca en la parte superior que aterrizaba en la pared en la sala. Y, a demanda de Joe, cada semana había nuevos arreglos florales en dos jarrones redondos negros en nuestra habitación, uno en la mesa de café en el área de descanso, uno más pequeño sobre mi mesilla de noche.
Siempre eran, exclusivamente rosas marfil. También, ha pedido de Joe.
Había mantenido la alfombra en sala hundida, pero había cambiado los simples sofás de cuero que no invitaban a tumbarse o, bien, a nada. Ahora eran negros y holgados sofás de gamuza que prácticamente te rogaban que patearas tus zapatos y te relajaras. Estaban cubiertos con almohadas de diferentes tamaños en magenta, berenjena y gris oscuro, tirados.
Además había cambiado los cuadros impresos que no decían nada para mí. Trayendo lo que Joe había llamado un “cabello salvaje”, había contratado un fotógrafo para que viniera cuando los padres de Joe estuvieron en el barrio. Invité a mi pandilla, Joe no invitó a nadie y tuvimos una fiesta mientras el fotógrafo tomaba fotos. Ahora sobre aquella pared había una mezcla hecha por encargo de entrelazados, multiformes y grandes cuadros negros con matices de marfil y cándidas fotos en blanco y negro de familia y amigos.
Ahora, eso me hacía sentir algo.
Y los recipientes negros sobre el arca se habían ido. Incluso a pesar d que la pared sobre ella estaba llena de fotos, a lo largo de la parte superior de jarrones de flores, el arca estaba llena de más.
Y esas eran solo de Joe, de mí o de los dos juntos. A color y blanco y negro, en Slade, en Acción de Gracias con Rhashan y Vívica, en mi spa, en la loca boda de Sandrine, en nuestro apartamento, docenas de marcos de fotos planeados puestos sobre el arca, mezclados. Tenías que estar realmente cerca para ver alguno de ellos. Pero los amaba. En su mayoría porque Joe los amaba también. Demasiado, estaba allí, en su mayor parte, pero pasaba, había estado sentada en el balcón o en un taburete en el bar, había girado mi cabeza y vi que estaba sacándome una foto.
Devolví el favor. Amaba las fotos que alguien más tomó de nosotros juntos. Las fotos que nos tomábamos el uno al otro estaban en segundo plano.
No era mucho (a pesar de que todo esto costó una fortuna) pero hacía del apartamento de Knigh, nuestro hogar. No lo veía como un museo. Se sentía como un lugar donde la gente vivía felizmente. Algo que era verdad. Incluso a pesar de que aún pateaba traseros.
Sonreí para mí misma y caminé fuera de la cocina, apagando las luces en mi camino. Fui al closet del vestíbulo y tomé mi elegante, negra, trinchera de noche con el suave brillo y me encogí de hombros dentro de ella.
Entonces camine hacia la puerta y me detuve en la mesa estrecha que había puesto allí que tenía una gran vasija ovalada sobre ella donde lanzábamos nuestras llaves. Agarré mis llaves y miré hacia arriba.
Entonces como siempre hacía cuando lo veía, puro júbilo se deslizó a través de mí.
La única adición que Joe había hecho a nuestra casa como hogar, fuera de mis rosas marfil en la habitación, era lo que estaba montado sobre la pared sobre la mesa. Estaba colgando allí, sabía que a pesar de que no había dicho nada, entonces podíamos verla cada vez que viniéramos a casa y lanzáramos nuestras llaves allí y cada vez que nos fuéramos.
Cuando me mudé, había encontrado el teléfono celular averiado que nunca estuve a punto de tirar probablemente porque significaba algo para mí. Entonces lo había montado entre dos piezas de vidrio cuadrado enmarcado en un marco negro. El marco y el montaje eran impresionantes. El celular no era tan atractivo.
Lo adoraba.
Adoraba.
Mis ojos cayeron a la brillante banda resplandeciendo en mi dedo que Joe había deslizado allí la noche pasada. Sonreí ampliamente. Entonces salí, tomé el elevador hacia abajo al garaje, caminé hacia mi reluciente Mercedes y entré. Entonces me puse el cinturón de seguridad, saqué mi teléfono, encendí el auto y conduje hacia afuera.
Cuando golpeé la calle, agarré mi celular y encontré a Joe.
Timbró dos veces, entonces,
- Nena.
- Estoy en mi auto en camino.
- Correcto. Te veré pronto.
- De acuerdo, cariño.
Desconectado.
Conduje hacia el club y me deslicé tras el Aston Martin de Joe. El letrero en la pared en el callejón al lado de mi auto, decía:
Espacio reservado – Srta. Gage.
Entonces me golpeó que Joe nunca iba a darme su nombre. Pero, al hacerlo, nunca perdería el que mi madre y mi padre me dieron. Todo lo que tenía de ellos, excepto sus recuerdos, que siempre estarían conmigo. Y cuando me golpeó, me golpeó dulcemente.
Mordí mi labio sonriente, salí y Kurt estaba allí.
- Hola, cariño, - saludé, saliendo de la puerta a la que se había movido para cerrar.
- Oye, - gruñó
Mordí otra vez mi labio sonriente. Kurt. Seriamente. Prácticamente no decía nada. Aun así, lo encontraba hilarantemente divertido. Puso una mano ligeramente sobre la parte pequeña de mi espalda y me guió a la puerta trasera.
Caminamos a través de ella y fuimos a la puerta de las escaleras que conducía a la oficina de Joe. Sentí la presencia de Kurt dejarme sin una palabra. Esa era la forma de ser de Kurt, el trabajo estaba hecho, el seguía. Le gustaba, eso lo sabía porque Joe me lo dijo no porque Kurt lo demostrar.
Hernando, el chico de seguridad en la puerta de Joe, me sonrió mientras la abría.
- Hola, ________________.
- Hola, Hern, - murmuré, girando en los dedos de mis pies y tocando mis labios con su mejilla. Giré otra vez y llamé su atención. - ¿Está Joe allí arriba?
- Si.
Sorpresa.
Le sonreí a Hern, caminando a través de la puerta y empezando a subir las escaleras.
El club sonaba apagado mientras las puertas se cerraban detrás de mí y mi humor feliz se deslizó limpiamente fuera de mí. Joe estaba allí arriba. Su anillo estaba en mi dedo. La amplia, banda de oro pulido que había salido a comprar ese día, estaba en mi bolso.
Y tenía que contarle mi secreto. El tiempo se iba volando. Había hecho algo hermoso para mí y podía esperar que encajara fuera de mi tranquilo y reflexivo humor en el que había estado y si no lo hacía, sospecharía. Entonces se pondría impaciente cuando no compartiera.
Tenía que compartir.
Me paré fuera de su puerta con mi mano en el pomo, mis ojos en mi mano. Tenía que hacer esto ahora. Encarar su furia, discutirlo y, Dios, Dios, quizás rendirse. Giré el pomo y entré.
Estaba parado en su ventana, vistiendo un traje negro y una camisa vino rojo, ambos lucían geniales en él como era usual, y en el instante en el que entré, sus ojos cortaron hacia mí.
- Hay que hacer algo con esa perra.
Maldición. Dios, Sandrine.
Oí la puerta cerrarse tras de mí mientras daba unos pasos dentro y me detenía.
- ¿Qué ha hecho ahora? – pregunté.
- Enojarme.
Oh chico.
- Joe…
- Habla con ella, ________________.
Solté el aliento y asentí.
- Cuando bajes, llamaré a Kurt. Tú, Viv y Kurt llevarán su trasero a un taxi. Este la llavará a casa y si ella sale otra vez, será por su cuenta. Si vuelve aquí, nena, bebe ligeramente y no me hace enojar. Si toma otro trago. Entonces no entrará a mi club otra vez.
- Está bien, - acepté.
Me estudió.
- Han sido dos horas, nena, - declaró, este había sido el tiempo que habíamos estado separados y sabía que no estaba feliz de que me parara por la habitación y no me acercara, dándole un beso.
- ¿Recuerdas la gripe que tuve unos meses atrás? – barboteé.
Su cabeza se inclinó y sus ojos se entrecerraron. Entendía esto. Lo que había barbotado no tenía sentido. Además me quería cerca y quería mi beso. Nunca le negaba esto. Nunca. Porque quería ambos también. Y además raramente tenía que pedirlo ya que normalmente simplemente se lo daba.
- ¿Qué? – preguntó.
- ¿Recuerdas la gripe que me golpeó y me trajo abajo algunos meses atrás? Ya sabes, ¿cuando estuve en cama por siempre y…?
- Lo recuerdo.
Presioné mis labios juntos y los retraje.
- ________________…
- Estaba tan enferma que olvidé tomar mi píldora anticonceptiva, - susurré.
Su cuerpo se puso visiblemente sólido.
Oh chico. De acuerdo, todo bien. Correcto.
- Te lo dije, - seguí susurrando. – Y usamos condones por mucho tiempo. Uno, um… debió haberse rojo o, uh… algo…
Me interrumpí.
Joe no se movió, sus ojos quemando en los míos, su rostro impasible.
No era una buena señal.
Seguí susurrando, mis ojos pegados a él.
- Estoy embarazada.
Estaba a punto de hacer un movimiento hacia la puerta delantera cuando algo captó mi visión.
Un destello rojo brillante. Sabía que Viv me necesitaba pero aun así, me tomé un momento y verifiqué el espacio.
A pesar de que no había nada malo con ellas, me deshice de los aparatos del mostrador de Joe y los reemplacé con los mismos, pero en rojo. Al final del bar delineando la cocina desde la sala, había un alto y delgado jarrón rojo que se ampliaba en la parte superior que habíamos pagado a una florista para venir una vez a la semana y llenar. También llenaba el redondo y cilíndrico jarrón magenta que estaba sobre el arca en la parte superior que aterrizaba en la pared en la sala. Y, a demanda de Joe, cada semana había nuevos arreglos florales en dos jarrones redondos negros en nuestra habitación, uno en la mesa de café en el área de descanso, uno más pequeño sobre mi mesilla de noche.
Siempre eran, exclusivamente rosas marfil. También, ha pedido de Joe.
Había mantenido la alfombra en sala hundida, pero había cambiado los simples sofás de cuero que no invitaban a tumbarse o, bien, a nada. Ahora eran negros y holgados sofás de gamuza que prácticamente te rogaban que patearas tus zapatos y te relajaras. Estaban cubiertos con almohadas de diferentes tamaños en magenta, berenjena y gris oscuro, tirados.
Además había cambiado los cuadros impresos que no decían nada para mí. Trayendo lo que Joe había llamado un “cabello salvaje”, había contratado un fotógrafo para que viniera cuando los padres de Joe estuvieron en el barrio. Invité a mi pandilla, Joe no invitó a nadie y tuvimos una fiesta mientras el fotógrafo tomaba fotos. Ahora sobre aquella pared había una mezcla hecha por encargo de entrelazados, multiformes y grandes cuadros negros con matices de marfil y cándidas fotos en blanco y negro de familia y amigos.
Ahora, eso me hacía sentir algo.
Y los recipientes negros sobre el arca se habían ido. Incluso a pesar d que la pared sobre ella estaba llena de fotos, a lo largo de la parte superior de jarrones de flores, el arca estaba llena de más.
Y esas eran solo de Joe, de mí o de los dos juntos. A color y blanco y negro, en Slade, en Acción de Gracias con Rhashan y Vívica, en mi spa, en la loca boda de Sandrine, en nuestro apartamento, docenas de marcos de fotos planeados puestos sobre el arca, mezclados. Tenías que estar realmente cerca para ver alguno de ellos. Pero los amaba. En su mayoría porque Joe los amaba también. Demasiado, estaba allí, en su mayor parte, pero pasaba, había estado sentada en el balcón o en un taburete en el bar, había girado mi cabeza y vi que estaba sacándome una foto.
Devolví el favor. Amaba las fotos que alguien más tomó de nosotros juntos. Las fotos que nos tomábamos el uno al otro estaban en segundo plano.
No era mucho (a pesar de que todo esto costó una fortuna) pero hacía del apartamento de Knigh, nuestro hogar. No lo veía como un museo. Se sentía como un lugar donde la gente vivía felizmente. Algo que era verdad. Incluso a pesar de que aún pateaba traseros.
Sonreí para mí misma y caminé fuera de la cocina, apagando las luces en mi camino. Fui al closet del vestíbulo y tomé mi elegante, negra, trinchera de noche con el suave brillo y me encogí de hombros dentro de ella.
Entonces camine hacia la puerta y me detuve en la mesa estrecha que había puesto allí que tenía una gran vasija ovalada sobre ella donde lanzábamos nuestras llaves. Agarré mis llaves y miré hacia arriba.
Entonces como siempre hacía cuando lo veía, puro júbilo se deslizó a través de mí.
La única adición que Joe había hecho a nuestra casa como hogar, fuera de mis rosas marfil en la habitación, era lo que estaba montado sobre la pared sobre la mesa. Estaba colgando allí, sabía que a pesar de que no había dicho nada, entonces podíamos verla cada vez que viniéramos a casa y lanzáramos nuestras llaves allí y cada vez que nos fuéramos.
Cuando me mudé, había encontrado el teléfono celular averiado que nunca estuve a punto de tirar probablemente porque significaba algo para mí. Entonces lo había montado entre dos piezas de vidrio cuadrado enmarcado en un marco negro. El marco y el montaje eran impresionantes. El celular no era tan atractivo.
Lo adoraba.
Adoraba.
Mis ojos cayeron a la brillante banda resplandeciendo en mi dedo que Joe había deslizado allí la noche pasada. Sonreí ampliamente. Entonces salí, tomé el elevador hacia abajo al garaje, caminé hacia mi reluciente Mercedes y entré. Entonces me puse el cinturón de seguridad, saqué mi teléfono, encendí el auto y conduje hacia afuera.
Cuando golpeé la calle, agarré mi celular y encontré a Joe.
Timbró dos veces, entonces,
- Nena.
- Estoy en mi auto en camino.
- Correcto. Te veré pronto.
- De acuerdo, cariño.
Desconectado.
Conduje hacia el club y me deslicé tras el Aston Martin de Joe. El letrero en la pared en el callejón al lado de mi auto, decía:
Espacio reservado – Srta. Gage.
Entonces me golpeó que Joe nunca iba a darme su nombre. Pero, al hacerlo, nunca perdería el que mi madre y mi padre me dieron. Todo lo que tenía de ellos, excepto sus recuerdos, que siempre estarían conmigo. Y cuando me golpeó, me golpeó dulcemente.
Mordí mi labio sonriente, salí y Kurt estaba allí.
- Hola, cariño, - saludé, saliendo de la puerta a la que se había movido para cerrar.
- Oye, - gruñó
Mordí otra vez mi labio sonriente. Kurt. Seriamente. Prácticamente no decía nada. Aun así, lo encontraba hilarantemente divertido. Puso una mano ligeramente sobre la parte pequeña de mi espalda y me guió a la puerta trasera.
Caminamos a través de ella y fuimos a la puerta de las escaleras que conducía a la oficina de Joe. Sentí la presencia de Kurt dejarme sin una palabra. Esa era la forma de ser de Kurt, el trabajo estaba hecho, el seguía. Le gustaba, eso lo sabía porque Joe me lo dijo no porque Kurt lo demostrar.
Hernando, el chico de seguridad en la puerta de Joe, me sonrió mientras la abría.
- Hola, ________________.
- Hola, Hern, - murmuré, girando en los dedos de mis pies y tocando mis labios con su mejilla. Giré otra vez y llamé su atención. - ¿Está Joe allí arriba?
- Si.
Sorpresa.
Le sonreí a Hern, caminando a través de la puerta y empezando a subir las escaleras.
El club sonaba apagado mientras las puertas se cerraban detrás de mí y mi humor feliz se deslizó limpiamente fuera de mí. Joe estaba allí arriba. Su anillo estaba en mi dedo. La amplia, banda de oro pulido que había salido a comprar ese día, estaba en mi bolso.
Y tenía que contarle mi secreto. El tiempo se iba volando. Había hecho algo hermoso para mí y podía esperar que encajara fuera de mi tranquilo y reflexivo humor en el que había estado y si no lo hacía, sospecharía. Entonces se pondría impaciente cuando no compartiera.
Tenía que compartir.
Me paré fuera de su puerta con mi mano en el pomo, mis ojos en mi mano. Tenía que hacer esto ahora. Encarar su furia, discutirlo y, Dios, Dios, quizás rendirse. Giré el pomo y entré.
Estaba parado en su ventana, vistiendo un traje negro y una camisa vino rojo, ambos lucían geniales en él como era usual, y en el instante en el que entré, sus ojos cortaron hacia mí.
- Hay que hacer algo con esa perra.
Maldición. Dios, Sandrine.
Oí la puerta cerrarse tras de mí mientras daba unos pasos dentro y me detenía.
- ¿Qué ha hecho ahora? – pregunté.
- Enojarme.
Oh chico.
- Joe…
- Habla con ella, ________________.
Solté el aliento y asentí.
- Cuando bajes, llamaré a Kurt. Tú, Viv y Kurt llevarán su trasero a un taxi. Este la llavará a casa y si ella sale otra vez, será por su cuenta. Si vuelve aquí, nena, bebe ligeramente y no me hace enojar. Si toma otro trago. Entonces no entrará a mi club otra vez.
- Está bien, - acepté.
Me estudió.
- Han sido dos horas, nena, - declaró, este había sido el tiempo que habíamos estado separados y sabía que no estaba feliz de que me parara por la habitación y no me acercara, dándole un beso.
- ¿Recuerdas la gripe que tuve unos meses atrás? – barboteé.
Su cabeza se inclinó y sus ojos se entrecerraron. Entendía esto. Lo que había barbotado no tenía sentido. Además me quería cerca y quería mi beso. Nunca le negaba esto. Nunca. Porque quería ambos también. Y además raramente tenía que pedirlo ya que normalmente simplemente se lo daba.
- ¿Qué? – preguntó.
- ¿Recuerdas la gripe que me golpeó y me trajo abajo algunos meses atrás? Ya sabes, ¿cuando estuve en cama por siempre y…?
- Lo recuerdo.
Presioné mis labios juntos y los retraje.
- ________________…
- Estaba tan enferma que olvidé tomar mi píldora anticonceptiva, - susurré.
Su cuerpo se puso visiblemente sólido.
Oh chico. De acuerdo, todo bien. Correcto.
- Te lo dije, - seguí susurrando. – Y usamos condones por mucho tiempo. Uno, um… debió haberse rojo o, uh… algo…
Me interrumpí.
Joe no se movió, sus ojos quemando en los míos, su rostro impasible.
No era una buena señal.
Seguí susurrando, mis ojos pegados a él.
- Estoy embarazada.
bueno chicas aqui esta el penultimo cap...
el siguiente capitulo es el que va a terminar la nove...
bueno cuidense :D
y gracias por los comentarios
:bye:
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
oww esta embarazada!!
Como lo va a tomar Joe?!
Ojala que no se enoje y se sienta feliz!!
Siguela!!
Como lo va a tomar Joe?!
Ojala que no se enoje y se sienta feliz!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Lo sospechaba!!!!!... Aaaaaaaaaaahhhhhhh!!!!!..... Que hará joe??????...
No puedo esperar por el que sigueeee
No puedo esperar por el que sigueeee
chelis
Re: JOE joe y tu TERMINADA
No movió ni un músculo y no dijo una palabra y estuvo así por largo tiempo. Incluso apenas podía oír mi voz cuando dije tranquilamente.
- Quiero conservarlo, Joe. Y lo quiero demasiado.
Joe no me dio nada. Quería cerrar mis ojos, llorar, rogar. Quería este bebé. Su bebé. No lo esperaba. Nunca discutimos sobre niños. Pero lo quería.
Como dije… Demasiado.
- Creo que lo he sabido por mucho tiempo, - dije, tranquila y cuidadosamente. – Pero tomé un test de embarazo en casa um… hace poco tiempo. Entonces para confirmar, fui al doctor el lunes. Tengo diez semanas.
Joe no se movió.
- Cariño. – Mi voz temblaba.
Ahí fue cuando se movió pero no hacia mí. No dijo nada. Levantó su mano, y la metió en su chaqueta y sacó su teléfono, todo manteniendo sus ojos sobre mí.
Mi corazón empezó a latir mientras mi estómago se apretaba. No sabía qué significaba esto pero me aterraba. Sus ojos cayeron a su teléfono mientras presionaba los botones pero regresaron y me sostuvieron en el lugar cuando puso el teléfono en su oído.
Permanecí de pie, mis ojos aún cautivos por los suyos y esperé.
- Hola, si, Joe, - dijo al teléfono y traté de no hiperventilar. – Tengo noticias. ________________ está embarazada. Diez semanas.
Parpadeé y cuando lo hube hecho, sus ojos aún seguían en mí.
- Joder, mamá, sé que son noticias jodidamente geniales pero para de gritar. – Entonces una pausa, - joder, dale el teléfono a papá.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y no había forma de que pudiera controlarlas. Se derramaron enseguida.
No quitó el teléfono de su oído cuando ordenó bajo y lento:
- Nena, ven… aquí.
Lanzando mi bolso por la habitación hacia el sofá, volé hacia él, mi cuerpo colisionando con el suyo, mis brazos se envolvieron apretadamente y su brazo hizo lo mismo, manteniéndome cerca. Sentí sus labios en la cima de mi cabello y entonces:
- ¿Papá? Si. Sí, no está mintiendo. ________________ lleva a mi bebé. Diez semanas. – Entonces una pausa, - No. Inesperado. Se puso enferma un tiempo atrás, gripe, olvidó las píldoras. – Pausa, entonces un apretón de su brazo en una gentil, suave voz, - No, papá. Es bueno. Estamos felices.
Es bueno
Estamos felices
Habló más pero no oí mucho fundamentalmente porque mi cuerpo estaba corcoveando contra el suyo a causa de mis sollozos. Entonces cuando dijo sus adioses, me cambió de forma que pudiera sacarme de su marco y puso su teléfono de vuelta en su bolsillo, entonces ambos brazos suyos terminaron apretados a mí alrededor.
- Nena, ojos, - ordenó gentilmente y levanté mi cabeza. Sus ojos se movieron por mi rostro entonces capturaron los míos. – No querías un anillo. Querías a mi bebé, - susurró.
- Si, - respondí en un susurro.
- Mamá está jodidamente fuera de sí, - compartió algo que adiviné.
Me encontré con sus padres, tres veces.
Habían estado en Denver un par de veces. La segunda por una visita. La primera vez Carl vino con la mamá de Joe para tratar con Nick.
Joe ahora vivía en Hawái con Carl manejando su trasero. Estaba limpio de golpe, la primera orden de negocios de Carl. Pero aún estaba “rondando por allí” (En palabras de Joe). Además, “Al menos le daba a papá algo que hacer. No practica golf. No surfea. No arregla el jardín. El rompe cabezas. Se estaba volviendo loco. Ahora tiene una cabeza que romper.” (También en palabras de Joe).
También habíamos ido a verlos. Cuando lo hicimos, vimos a Nick. Para mí, había cambiado. Estaba tan lejos de ser un imbécil y realmente encontró un momento de tranquilidad solo él y yo, para disculparse y, creo, que lo hizo sinceramente. Joe me advirtió que no me engañara. Explicó que Nick podía parecer contrito y luego podía volver a ser un imbécil. Afortunadamente, mientras estuvimos allí, no volvió a ser un imbécil.
Y, hay que señalar que a pesar de que Nick se tomó tiempo para disculparse conmigo, no se tomó tiempo para disculparse con su hermano. Algo que no me gusto demasiado. Algo que Joe tomó con calma. Por lo tanto, algo que claramente había pasado antes, repetidamente, esto era una hipótesis que tenía y que Joe había confirmado cuando le pregunté.
Traté de sonreír a pesar de mis lágrimas y repliqué:
- Bien.
- Papá está complacido. – siguió compartiendo.
- Bien, - repetí en un golpe de aliento.
Sus brazos me dejaron de forma que sus manos podían sostener mi mandíbula, sus pulgares deslizarse a través de la humedad en mis mejillas y ordenó suavemente.
- Nena, para de llorar.
Tomé una respiración temblorosa. Esto no funcionó así que tomé otra. Y en la cuarta, logré componerme.
- Eso es, - murmuró, sus pulgares aun moviéndose por la humedad.
Me apoyé en él y sostuve su mirada.
- Estás llevando a mi bebé, - susurró.
- Si, - confirmé.
- Estás llevando a mi bebé, - repitió, su voz baja, hosca y apretada.
Sentí mis fosas nasales temblar pero me contuve y asentí.
Su frente cayó contra la mía, su nariz deslizándose por la mía, pero sus manos nunca dejaron mi rostro y sostuve mi aliento mientras susurraba con sentimiento:
- Jódeme, jódeme, jóde-me.
Lentamente cerré mis ojos. Él quería esto, mi hombre, quería que tuviera su bebé.
Abrí mis ojos.
- ¿Estás feliz? – adiviné, mi voz tranquila pero las palabras aún agudas con esperanza.
- Joder, nena, sí. Joder sí. Llevas a mi bebé en ti.
- Me preocupaba que estuvieras enojado, - admití y su rostro se alejó solo un centímetro.
- Lo entiendo. No lo habíamos discutido. Además, hablando de ello, he estado pensando por mucho tiempo en hablarte de eso. Poner el anillo en tu dedo me recordó que debía hacerlo. El destino saltó el arma. No me quejo.
Dios, Dios, Dios. Amaba a este hombre.
- ¿Entonces quieres niños? – aventuré, incluso a pesar de que la respuesta era obvia.
Aun así, fue bueno preguntar porque sonrió y amaba ver a Joe sonreír.
- Absolutamente.
- ¿Cuántos?
- Dos, - Dijo inmediatamente.
- ¿Niños o niñas?
- Niños, - dijo otra vez inmediatamente y parpadeé.
- ¿De veras?
- Nena, mi vida, ¿niñas? – Sacudió la cabeza y siguió sacudiéndola cuando siguió.
- Eres hermosa, incluso un poco de ello, ¿si se lo das a nuestro bebé? – Dejó de sacudir su cabeza y sus dedos me dieron un gentil apretón. – Joder no. Necesito comprar más armas y contratar más hombres.
Reí.
- Dame niños, - ordenó.
Reí otra vez.
Entonces señalé lo obvio:
- No estoy segura de que pueda ceder en eso, cariño. Creo que es el destino.
Su boca vino a la mía y continuó siendo mandón.
- Hazlo lo mejor que puedas
- De acuerdo, Joe.
- Todo bien, nena.
Dios, Dios, Dios. Amaba a este hombre. Después de tener ese jubiloso pensamiento, me puse seria pero tranquilamente:
- Cariño, debes dejar de fumar.
Sostuvo mis ojos un instante y aceptó.
- Sí.
Me relajé más profundamente en él.
- Estás olvidando algo, - susurró contra mis labios.
- ¿Qué? – susurré contra él, mirando sus hermosos ojos.
- Nena, bésame.
Sonreí contra su boca. Entonces la presioné en una variedad de lugares y lo besé. Su mano dejó mi mandíbula de forma que sus brazos pudieran levantarme más cerca, apretadamente, a salvo y cálidamente y entonces Joe me besó.
Me paré con solo mi cabeza fuera del balcón que conducía desde la enfermería, y ajustando el teleobjetivo, tomé la foto, luego otra, luego otra.
Retrocedí. Moviendo mis pulgares sobre los botones, verifiqué la pantalla en la parte trasera de la cámara.
Entonces sonreí. La tenía.
Cuidadosamente cerré la puerta sin un sonido, caminé en la habitación, puse la cámara sobre el vestidor y salí.
Entonces caminé a la cocina y recuperé mi taza con té de hierbas. Después de eso, fui a las puertas de vidrio hacia el balcón, bordeando la hundida sala de estar.
Joe estaba allí afuera. Estaba encorvado en una silla, los pies sobre la baranda, piernas cruzadas, una taza de café sobre la mesa junto a él.
Avancé por las puertas hacia la silla vacía en ángulo a la suya y capté el rayo de sol sobre la banda de oro en su dedo que estaba en su mano que descansaba sobre el redondeado trasero cubierto con el pañal de nuestra bebé. Ella estaba curvada, sus rodillas con hoyuelos escondidas bajo ella, su pequeño puño descansando junto a su rostro, dormida sobre la camiseta de Black Sabbath que cubría el pecho de su papi.
Me senté en mi silla, sosteniendo mi taza en alto mientras levantaba mis piernas y cuidadosamente las colocaba descansando sobre las piernas de mi hombre.
Joe pasó un dedo ligeramente a lo largo de la piel del lado externo de una de las mías, y el cosquilleo radió fuera de mi piel incluso mientras subían por mi columna, por mi cuello, para cubrir mi cuero cabelludo. Entonces descansó su mano envuelta en lo alto de mi pierna, cerca de la unión de mis piernas, las yemas de sus dedos en la parte interna de mi muslo.
- ¿Tienes la toma? – murmuró, con los ojos en la cordillera.
Jesús. Lo notaba todo.
Levanté mi taza a mis labios.
- Si.
- Nena, tiene un par de semanas. Si sigues llenando la casa con marcos, no podremos movernos a través de ellos.
Tomé un sorbo, mis ojos hacia la cordillera frontal y quedándose allí. Tragué y repliqué:
- Entonces cómpranos una casa más grande.
- Eso puedo hacerlo, - murmuró instantáneamente.
Sí. Oh sí. Dios, Dios, Dios. Amaba a este hombre.
Lo miré y tomé su perfil, fuerte y agresivo, su increíblemente masculina belleza.
Miré a mi hija, mi pequeña Ekateirna, la bebé Kat, y sus ojos se abrieron y cerraron, entonces se abrieron y supe que probablemente no podía pero parecía que se enfocaban en mí.
Me estiré, apretando su súper suave, y regordeta mejilla y sonreí en sus claros y puros ojos azules de Prusia que sabía en mi corazón que podrían quedarse de esa forma.
Entonces sus ojos se cerraron.
Dejé caer mi mano en la pierna de Joe. La suya retorciéndose y curvándose alrededor de la mía.
Mis ojos se movieron a la cordillera y tomé mi té, viviendo una vida que nunca esperé, viviendo un sueño que nunca intenté soñar, viviéndolo ahora enteramente libre de sueños.
Excepto, por supuesto, los reales, sentados a sol, uno sosteniendo mi mano y uno durmiendo junto a mí.
- Quiero conservarlo, Joe. Y lo quiero demasiado.
Joe no me dio nada. Quería cerrar mis ojos, llorar, rogar. Quería este bebé. Su bebé. No lo esperaba. Nunca discutimos sobre niños. Pero lo quería.
Como dije… Demasiado.
- Creo que lo he sabido por mucho tiempo, - dije, tranquila y cuidadosamente. – Pero tomé un test de embarazo en casa um… hace poco tiempo. Entonces para confirmar, fui al doctor el lunes. Tengo diez semanas.
Joe no se movió.
- Cariño. – Mi voz temblaba.
Ahí fue cuando se movió pero no hacia mí. No dijo nada. Levantó su mano, y la metió en su chaqueta y sacó su teléfono, todo manteniendo sus ojos sobre mí.
Mi corazón empezó a latir mientras mi estómago se apretaba. No sabía qué significaba esto pero me aterraba. Sus ojos cayeron a su teléfono mientras presionaba los botones pero regresaron y me sostuvieron en el lugar cuando puso el teléfono en su oído.
Permanecí de pie, mis ojos aún cautivos por los suyos y esperé.
- Hola, si, Joe, - dijo al teléfono y traté de no hiperventilar. – Tengo noticias. ________________ está embarazada. Diez semanas.
Parpadeé y cuando lo hube hecho, sus ojos aún seguían en mí.
- Joder, mamá, sé que son noticias jodidamente geniales pero para de gritar. – Entonces una pausa, - joder, dale el teléfono a papá.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y no había forma de que pudiera controlarlas. Se derramaron enseguida.
No quitó el teléfono de su oído cuando ordenó bajo y lento:
- Nena, ven… aquí.
Lanzando mi bolso por la habitación hacia el sofá, volé hacia él, mi cuerpo colisionando con el suyo, mis brazos se envolvieron apretadamente y su brazo hizo lo mismo, manteniéndome cerca. Sentí sus labios en la cima de mi cabello y entonces:
- ¿Papá? Si. Sí, no está mintiendo. ________________ lleva a mi bebé. Diez semanas. – Entonces una pausa, - No. Inesperado. Se puso enferma un tiempo atrás, gripe, olvidó las píldoras. – Pausa, entonces un apretón de su brazo en una gentil, suave voz, - No, papá. Es bueno. Estamos felices.
Es bueno
Estamos felices
Habló más pero no oí mucho fundamentalmente porque mi cuerpo estaba corcoveando contra el suyo a causa de mis sollozos. Entonces cuando dijo sus adioses, me cambió de forma que pudiera sacarme de su marco y puso su teléfono de vuelta en su bolsillo, entonces ambos brazos suyos terminaron apretados a mí alrededor.
- Nena, ojos, - ordenó gentilmente y levanté mi cabeza. Sus ojos se movieron por mi rostro entonces capturaron los míos. – No querías un anillo. Querías a mi bebé, - susurró.
- Si, - respondí en un susurro.
- Mamá está jodidamente fuera de sí, - compartió algo que adiviné.
Me encontré con sus padres, tres veces.
Habían estado en Denver un par de veces. La segunda por una visita. La primera vez Carl vino con la mamá de Joe para tratar con Nick.
Joe ahora vivía en Hawái con Carl manejando su trasero. Estaba limpio de golpe, la primera orden de negocios de Carl. Pero aún estaba “rondando por allí” (En palabras de Joe). Además, “Al menos le daba a papá algo que hacer. No practica golf. No surfea. No arregla el jardín. El rompe cabezas. Se estaba volviendo loco. Ahora tiene una cabeza que romper.” (También en palabras de Joe).
También habíamos ido a verlos. Cuando lo hicimos, vimos a Nick. Para mí, había cambiado. Estaba tan lejos de ser un imbécil y realmente encontró un momento de tranquilidad solo él y yo, para disculparse y, creo, que lo hizo sinceramente. Joe me advirtió que no me engañara. Explicó que Nick podía parecer contrito y luego podía volver a ser un imbécil. Afortunadamente, mientras estuvimos allí, no volvió a ser un imbécil.
Y, hay que señalar que a pesar de que Nick se tomó tiempo para disculparse conmigo, no se tomó tiempo para disculparse con su hermano. Algo que no me gusto demasiado. Algo que Joe tomó con calma. Por lo tanto, algo que claramente había pasado antes, repetidamente, esto era una hipótesis que tenía y que Joe había confirmado cuando le pregunté.
Traté de sonreír a pesar de mis lágrimas y repliqué:
- Bien.
- Papá está complacido. – siguió compartiendo.
- Bien, - repetí en un golpe de aliento.
Sus brazos me dejaron de forma que sus manos podían sostener mi mandíbula, sus pulgares deslizarse a través de la humedad en mis mejillas y ordenó suavemente.
- Nena, para de llorar.
Tomé una respiración temblorosa. Esto no funcionó así que tomé otra. Y en la cuarta, logré componerme.
- Eso es, - murmuró, sus pulgares aun moviéndose por la humedad.
Me apoyé en él y sostuve su mirada.
- Estás llevando a mi bebé, - susurró.
- Si, - confirmé.
- Estás llevando a mi bebé, - repitió, su voz baja, hosca y apretada.
Sentí mis fosas nasales temblar pero me contuve y asentí.
Su frente cayó contra la mía, su nariz deslizándose por la mía, pero sus manos nunca dejaron mi rostro y sostuve mi aliento mientras susurraba con sentimiento:
- Jódeme, jódeme, jóde-me.
Lentamente cerré mis ojos. Él quería esto, mi hombre, quería que tuviera su bebé.
Abrí mis ojos.
- ¿Estás feliz? – adiviné, mi voz tranquila pero las palabras aún agudas con esperanza.
- Joder, nena, sí. Joder sí. Llevas a mi bebé en ti.
- Me preocupaba que estuvieras enojado, - admití y su rostro se alejó solo un centímetro.
- Lo entiendo. No lo habíamos discutido. Además, hablando de ello, he estado pensando por mucho tiempo en hablarte de eso. Poner el anillo en tu dedo me recordó que debía hacerlo. El destino saltó el arma. No me quejo.
Dios, Dios, Dios. Amaba a este hombre.
- ¿Entonces quieres niños? – aventuré, incluso a pesar de que la respuesta era obvia.
Aun así, fue bueno preguntar porque sonrió y amaba ver a Joe sonreír.
- Absolutamente.
- ¿Cuántos?
- Dos, - Dijo inmediatamente.
- ¿Niños o niñas?
- Niños, - dijo otra vez inmediatamente y parpadeé.
- ¿De veras?
- Nena, mi vida, ¿niñas? – Sacudió la cabeza y siguió sacudiéndola cuando siguió.
- Eres hermosa, incluso un poco de ello, ¿si se lo das a nuestro bebé? – Dejó de sacudir su cabeza y sus dedos me dieron un gentil apretón. – Joder no. Necesito comprar más armas y contratar más hombres.
Reí.
- Dame niños, - ordenó.
Reí otra vez.
Entonces señalé lo obvio:
- No estoy segura de que pueda ceder en eso, cariño. Creo que es el destino.
Su boca vino a la mía y continuó siendo mandón.
- Hazlo lo mejor que puedas
- De acuerdo, Joe.
- Todo bien, nena.
Dios, Dios, Dios. Amaba a este hombre. Después de tener ese jubiloso pensamiento, me puse seria pero tranquilamente:
- Cariño, debes dejar de fumar.
Sostuvo mis ojos un instante y aceptó.
- Sí.
Me relajé más profundamente en él.
- Estás olvidando algo, - susurró contra mis labios.
- ¿Qué? – susurré contra él, mirando sus hermosos ojos.
- Nena, bésame.
Sonreí contra su boca. Entonces la presioné en una variedad de lugares y lo besé. Su mano dejó mi mandíbula de forma que sus brazos pudieran levantarme más cerca, apretadamente, a salvo y cálidamente y entonces Joe me besó.
*****
Me paré con solo mi cabeza fuera del balcón que conducía desde la enfermería, y ajustando el teleobjetivo, tomé la foto, luego otra, luego otra.
Retrocedí. Moviendo mis pulgares sobre los botones, verifiqué la pantalla en la parte trasera de la cámara.
Entonces sonreí. La tenía.
Cuidadosamente cerré la puerta sin un sonido, caminé en la habitación, puse la cámara sobre el vestidor y salí.
Entonces caminé a la cocina y recuperé mi taza con té de hierbas. Después de eso, fui a las puertas de vidrio hacia el balcón, bordeando la hundida sala de estar.
Joe estaba allí afuera. Estaba encorvado en una silla, los pies sobre la baranda, piernas cruzadas, una taza de café sobre la mesa junto a él.
Avancé por las puertas hacia la silla vacía en ángulo a la suya y capté el rayo de sol sobre la banda de oro en su dedo que estaba en su mano que descansaba sobre el redondeado trasero cubierto con el pañal de nuestra bebé. Ella estaba curvada, sus rodillas con hoyuelos escondidas bajo ella, su pequeño puño descansando junto a su rostro, dormida sobre la camiseta de Black Sabbath que cubría el pecho de su papi.
Me senté en mi silla, sosteniendo mi taza en alto mientras levantaba mis piernas y cuidadosamente las colocaba descansando sobre las piernas de mi hombre.
Joe pasó un dedo ligeramente a lo largo de la piel del lado externo de una de las mías, y el cosquilleo radió fuera de mi piel incluso mientras subían por mi columna, por mi cuello, para cubrir mi cuero cabelludo. Entonces descansó su mano envuelta en lo alto de mi pierna, cerca de la unión de mis piernas, las yemas de sus dedos en la parte interna de mi muslo.
- ¿Tienes la toma? – murmuró, con los ojos en la cordillera.
Jesús. Lo notaba todo.
Levanté mi taza a mis labios.
- Si.
- Nena, tiene un par de semanas. Si sigues llenando la casa con marcos, no podremos movernos a través de ellos.
Tomé un sorbo, mis ojos hacia la cordillera frontal y quedándose allí. Tragué y repliqué:
- Entonces cómpranos una casa más grande.
- Eso puedo hacerlo, - murmuró instantáneamente.
Sí. Oh sí. Dios, Dios, Dios. Amaba a este hombre.
Lo miré y tomé su perfil, fuerte y agresivo, su increíblemente masculina belleza.
Miré a mi hija, mi pequeña Ekateirna, la bebé Kat, y sus ojos se abrieron y cerraron, entonces se abrieron y supe que probablemente no podía pero parecía que se enfocaban en mí.
Me estiré, apretando su súper suave, y regordeta mejilla y sonreí en sus claros y puros ojos azules de Prusia que sabía en mi corazón que podrían quedarse de esa forma.
Entonces sus ojos se cerraron.
Dejé caer mi mano en la pierna de Joe. La suya retorciéndose y curvándose alrededor de la mía.
Mis ojos se movieron a la cordillera y tomé mi té, viviendo una vida que nunca esperé, viviendo un sueño que nunca intenté soñar, viviéndolo ahora enteramente libre de sueños.
Excepto, por supuesto, los reales, sentados a sol, uno sosteniendo mi mano y uno durmiendo junto a mí.
FIN
bueno chicas fue un gusto poder compartir
con ustedes este libro... creo que todas amamos a joe
:D bueno pronto subire otra.. pero primero acabare
la otra novela que tengo
y gracias a todas las chicas que comentaron
y siguieron comentando y a las que solo leian.. igual gracias
por pasarse por la nove :D
cuidense :D
:bye:
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
awww Joe no se enojo!!
y tuvieron una beba
ame esta novela!!:enamorado:
voy a extrañar leerla! !
un final muy bueno :ilusion:
gracias por haberla subido!!
espero la proxima!
y tuvieron una beba
ame esta novela!!:enamorado:
voy a extrañar leerla! !
un final muy bueno :ilusion:
gracias por haberla subido!!
espero la proxima!
aranzhitha
Re: JOE joe y tu TERMINADA
gracias por subirla!!!!.... la ame desde el principio!!!!!.... aaaaaahhhh!!!... me veras en la otra que subas!!!!!
chelis
Re: JOE joe y tu TERMINADA
aranzhitha escribió:awww Joe no se enojo!!
y tuvieron una beba
ame esta novela!!:enamorado:
voy a extrañar leerla! !
un final muy bueno :ilusion:
gracias por haberla subido!!
espero la proxima!
de nada y me alegro que te haya gustado la historia
y gracias por haber sido una lectora fiel :D
ahora voy a poner las posibles novelas para subir...
solo subire una :D
:bye:
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
chelis escribió:gracias por subirla!!!!.... la ame desde el principio!!!!!.... aaaaaahhhh!!!... me veras en la otra que subas!!!!!
me alegra que te haya gustado desde el principio :D
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
SUFRIENDO EN EL SILENCIO JOE Y TU
Huyendo de una vida complicada, _______________ se encuentra sumida en una pesadilla. Mientras hace autostop por todo el país, ella y su compañera son golpeadas por un automóvil. Su amiga está muerta, pero _______________ sobrevive y su vida es puesta en manos de los tres hombres involucrados en el accidente. Adolorida y en estado de shock, _______________ está encerrada en el sótano de una remota casa de campo, sin saber su destino.
Joe, uno de sus captores, es guapo y en ocasiones le brinda su protección, y para salvar la vida de _______________, convence a sus amigos a que pidan un rescate por ella. Pero él sólo la protege de sus amigos, y _______________ debe enfrentarse a sus siniestras intenciones. Acceder en convertirse en su amante a cambio de seguir protegiéndola. Ella empieza a ver un lado tierno y cariñoso de Joe, a pesar de su corta y violenta historia. Cuando el pago del rescate comienza a desmoronarse y la vida de _______________ pende de un hilo, se pregunta cuánto puede confiar en Joe. ¿Son los sentimientos que ha desarrollado por él genuinos o es un resultado de su situación? ¿Él realmente se preocupa por ella, como dice él, o sólo la ve como un pago de rescate?
PRINCIPE DE LOS LOBOS JOE Y TU
_______________ Pierce era sólo una chica normal 17 años, a punto de comenzar su último año de escuela secundaria en Coldspring, Texas. Cuando un misterioso estudiante de intercambio extranjero de Rumania se muda cruzando la calle, _______________ y sus dos mejores amigos, Sally y Jen, no se dan cuenta de que las últimas dos semanas de su verano iban a ser mucho más interesante. Desde el momento en que _______________ fija los ojos en Joe, ella siente una conexión inmediata, una atracción como la de una polilla a una llama. Lo que no sabe es que la llama que la atrae es en realidad un Canis Lupus, un hombre lobo, y ella resulta ser su compañera, la otra mitad de su alma. El problema es que Joe no es el único lobo en Coldspring, Texas. Justo mientras Joe y _______________ se están conociendo entre sí, otro lobo sale a reclamas a _______________ como su compañera. Joe ahora tendrá que luchas por el derecho a completar el vínculo de apareamiento, algo que está en su derecho por nacimiento, pero se se le negó por un Alpha enloquecido. ¿Será suficiente el amor que Joe tiene por _______________ para darle la fuerza necesaria para derrotar a su enemigo, aceptará _______________ que ella es la compañera de Joe y completará el vinculo entre ellos?
MENTIRAS LIQUIDAS NICK Y TU
La magia es el secreto corporativo mejor guardado de Estados Unidos, y _______________ Carroway es la mejor vendiéndola...
Con su habilidad para aprender sobre la marcha cualquier idioma en un instante, _______________ Carroway está llevando su negocio familiar a una escala mundial. Como una diligente futura líder de los elementales del agua, hará lo que sea para proteger los secretos de su gente y su estirpe... incluso entrar en un matrimonio por conveniencia. Sin embargo, en su interior, anhela lo prohibido.
Nick es un mercenario adicto al dinero y a la descarga de adrenalina de su trabajo. Después de que inadvertidamente salva la vida de _______________, enciende el deseo tabú de ella por hombres sin magia... y con cuerpos de dioses. Justo cuando las cosas se calientan, Nick descubre que _______________ es exactamente por quien ha sido contratado para secuestrar. Resuelve poner el trabajo por encima de la lujuria, aunque su seductora belleza y ardiente espíritu lo deshacen...
Pero existe una terrible verdad detrás del negocio familiar de _______________... y ahora, atrapada entre sus parientes en los que ya no confía y un enemigo empeñado en la venganza, el único aliado que tiene es su secuestrador...
DE LAS CENIZAS NICK Y TU
Cuando Tyler, el mejor amigo de _______________ Jameson la lleva a Texas con él cuando se va a la universidad, espera que su primo, su nuevo compañero de habitación, sea un vaquero usando sombrero Stetson, ya que su familia posee un rancho; no a este chico increíblemente hermoso con ronco acento sureño que parece hacer que el mundo se detenga cuando lo mira. A causa de su pasado, solo ha confiado en dos hombres en su vida, en Tyler y su papá, quien falleció cuando tenía seis años. Pero hay algo acerca de Nick que la atrae de un modo que no puede explicar. ¿Algún problema? Él le dice a Tyler que no quiere a _______________ viviendo allí y que la ve nada más como su hermana pequeña.
Nick Carson estaba entusiasmado de que su primo Kevin viniera a vivir con él y fuera a la universidad. Cuando había llamado para preguntarle si podía traer a su amiga _______* con él, Nick no se preocupó. Nick había escuchado sobre esta amiga misteriosa desde que eran niños y parecía como si ya la conociera. No obstante, nada lo prepararía para verla saltar del Jeep de Ty. _______* no sólo era la chica más hermosa que alguna vez había visto, sino que había algo acerca de ella que a los segundos de conocerla, hizo a Nick querer protegerla, y hacerla suya. Qué lástima que Tyler hubiera hecho un punto al recordarle a Nick diariamente que él estaba saliendo con ella y que estaba completamente fuera de los límites.
Durante un año y medio, Nick y _______________ bailan en torno a sus sentimientos el uno por el otro mientras Tyler sigue manteniéndolos separados, hasta que un día, sin saberlo, Tyler la empuja directamente a los brazos de Nick. Con Tyler incapaz de seguir mintiéndoles, finalmente comienzan la relación que ambos han estado anhelando desde su primer encuentro. Pero cuando un accidente y un desastre envían a _______* de vuelta a California; ¿_______________ será capaz de enfrentarse cara a cara con los demonios de su pasado para vivir una vida que ella y Nick se merecen, o será el hecho de que una vez más corre hacia Tyler el empujón final que termine con _______________ y Nick para siempre?
_______* (diminutivo de su nombre)
BUENO CHICAS AQUI HAY CUATRO POSIBLES NOVELAS
DEPENDE DE CUAL QUIEREN :D
jamileth
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