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JOE joe y tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: JOE joe y tu TERMINADA
Epílogo
LOS REALES
Sentí la mano de Joe deslizarse ligeramente entre mis piernas.
- Despierta, nena,- susurró en mi oído y mis ojos se abrieron.
Había llamado antes de irme a dormir y me dijo lo que quería que vistiera en la cama (mi camisón negro con encaje negro y, como de costumbre, nada más) y que no tirara los cobertores sobre mí.
Así que no lo hice.
Yacía principalmente sobre mi vientre, la parte superior de mi pierna enganchada en lo alto, la parte inferior de mi pierna ligeramente torcida, acceso perfecto, y lo supe cuando mi vientre se curvó ante lo que su mano estaba haciendo entre mis piernas.
- Estoy despierta, - murmuré somnolienta.
- Bien, nena, - susurró, sus labios aún en mi oreja. – Arriba. Posición para papi. Sabes cómo me gusta. Frente a la cabecera de la cama. Brazos arriba en el aire. ¿Sí?
- Si, papi, - acepté suavemente y su dedo viajó profundamente a través de la humedad reuniéndose entre mis piernas.
Mis ojos se cerraron.
Mi premio.
Entonces su mano se alejó al igual que su calor en mi espalda.
Me moví hacia arriba. Colocándome sobre mis rodillas, deslizándolas abiertas, lentamente levantando mis brazos hacia arriba en el aire.
Sentí a Joe entrar detrás de mí. Sus manos deslizándose sobre la seda de mi camisón, todas sobre ella y se sintió hermoso. Sus labios fueron a mi cuello y trabajaron allí. Eso se sintió mejor. Entonces sus dedos se envolvieron en el profundo encaje de la parte inferior de mi camisón y lentamente tiró hacia arriba por mi cuerpo. Su boca dejó mi cuello y el camisón despejó mis manos y se había ido.
- Correcto, nena, - sus labios estaban detrás de mi oído, - aférrate a la cabecera. Mantén tus manos allí. No las muevas. Y puedes hablar si quieres. ¿De acuerdo?
- De acuerdo, papi.
- De acuerdo, - susurró en mi oído, entonces su lengua viajó hacia debajo de mi cuello mientras dejaba caer los brazos y me aferraba a la cabecera.
Entonces sus manos regresaron a mí, moviéndose, corriendo y deslizándose sobre mis costillas, vientre, caderas, hacia abajo por la parte exterior de mis muslos, hacia arriba por la parte interior. Un toque a penas allí entre mis piernas. Labios y lengua en mi cuello, mi hombro. Manos yendo a la deriva hacia arriba por mis lados, sobre la curva de mis axilas, bajo mis brazos, y entonces de vuelta.
Temblé y me aferré mientras su ligero y amado toque se fundía a través de mí.
Más caricias, deslizando entonces una mano hacia el sur, una mano envuelta en mi pecho.
Si.
- ¿Quiere mi nena que Papi juegue con ella?
- Si, - exhalé, estremeciéndome, esperando, queriendo empujarme contra sus manos que me sostenían calientemente, pero sin darme nada.
- Puedes moverte, ________________. Quiero sentir que te excitas, - susurró en mi cuelo.
Ya estaba excitada. Pero. Sorpresa.
Joe jugaba. Yo me movía, gemía, gimoteaba, me tensaba, frotaba, rodaba.
Oh Dios. Fantástico.
Cuando no podía tomar más, mi cabeza cayó hacia atrás, golpeando su hombre y mi cuello giró.
Presionando mi frente en su cuello, rogué.
- Te necesito, cariño.
- Arquea tu espalda, levanta tu trasero y tómame.
Obedecía inmediatamente. La polla de Joe se enterró.
Mi cabeza voló hacia atrás y gemí.
- Joder, a mi nena le gusta mi polla, - gruñó, una mano aún en mi pecho girando y apretando mi pezón, su otra mano aun entre mis piernas, su dedo trabajando mi clítoris y estaba casi en lo cierto pero no me gustaba su verga. La amaba y todo de él. – Muévete, ________________, encuéntrame. Fóllame mientras yo follo a mi nena.
Lo hice, duro. Chocando hacia atrás contra él mientras él se metía en mí.
- A mi nena le gusta rudo. Amo eso, amo cuando ella se folla a sí misma duro, - gruñó.
Oh sí, lo amaba también.
- Cristo, este coño, mi coño, tan jodidamente dulce.
Oh Dios. Amaba eso también.
Me moví más rápido, más fuerte.
Sus dedos en mi pezón apretaron más agudamente, su dedo en mi clítoris presionando y girando profundamente. Mis gemidos se volvieron más rápidos, más desesperados.
- Dámelo, - gruñó en mi cuello, mi espalda se arqueó aún más, mi trasero se elevó más arriba, mi cabeza presionada en su hombro, y me vine con un bajo gemido. – Joder sí. Sigue dándomelo, nena, - gruñó y sus manos y miembro siguieron en mí, así que no tuve más elección más que complacerlo.
Cuando estaba lloriqueando tanto que era un lamento fúnebre, cada centímetro de mi piel, hipersensible, Joe paró de manipular mi pezón y su mano sostuvo mi pecho. Su dedo en mi clítoris paró de presionar y girar y su mano se deslizó profundamente, sus dedos separados alrededor de nuestra conexión, agarrándome. Siguió conduciéndose dentro de mí hasta que ambas manos se tensaron, dedos enterrándose profundamente y sentí y lo escuché encontrarlo.
Mientras se venía abajo, me tomó gentilmente entonces se deslizó totalmente y ambos brazos se movieron para envolverse a mi alrededor, uno en mi vientre, uno bajo mis pechos.
- Te amo, nena, - murmuró contra mi piel.
- Te amo también, Joe, - respondí en un murmullo.
Gentilmente, se deslizó hacia afuera, sus manos corriendo por mi piel en una ligera caricia mientras sus brazos me dejaban, entonces sentí la cama moverse mientras salía de ella. Vi una luz tenue, oí el grifo en el baño. Entonces sentí la cama moverse mientras regresaba. Envolvió un brazo en mi vientre entonces deslizó una tela cálida entre mis piernas y mis caderas se removieron.
- ¿Sensible? – susurró.
- Si, - respondí.
- Así me gusta, - murmuró.
También a mí.
Besó mi hombro y la tela se alejó.
- No te muevas.
- De acuerdo.
Dejó la cama otra vez para llevar la tela de regreso al baño, pero no pasó mucho antes de que lo sintiera entrar otra vez a su lado.
Entonces ordenó.
- Escala sobre mí, ________________.
Me moví hacia él inmediatamente. Tenía la espalda contra la cabecera, piernas separadas así que pasé una sobre sus caderas para montarlo. Sus brazos se cerraron a mi alrededor, tirándome hacia él. Sus rodillas se levantaron y sentí sus piernas contra mi trasero, su grande, poderoso, duro y cálido cuerpo ligeramente y abierta envolviéndome.
Ahora eso. Eso que amaba.
Cambié mi peso hacia él, mi mejilla contra su clavícula, mi frente contra su cuello. Sus manos corriendo, dulce, ligeras y hermosas sobre mi piel. Sus dedos pasando por mi cabello deslizándose a lo largo de mi espalda añadiendo la caricia.
Me derretí contra él, dándole más de mi peso. Lo hicimos y lo hicimos muchas veces. Lo amaba totalmente. Era supremamente cómodo. Me hacía sentir a salvo, preciosa, atesorada. Podía dormir así y sabía que era un hecho cuando caí dormida contra él cuando lo hicimos más de una vez.
- ¿Sueñas? – murmuró.
- No, - respondí.
Tomó una lenta respiración y después la dejó salir. Se habían ido, mis sueños. Los buenos, los malos. Mi descanso era sin sueños, completamente. Se sentía raro no tenerlos pero no los extrañaba. Joe había estado en lo cierto. Tomó un tiempo pero contándolos, viviendo nuestra vida, los dejé ir y me dejaron.
- Sé que es tarde, ________________, pero tenemos algo de qué hablar, - dijo tranquilamente.
Presioné mis labios juntos y traté de no tensarme.
Lo teníamos. Solo que no sabía que había estado así de lejos. Pensé que había estado ocultándolo.
Pero Joe lo notaba todo.
Uno de sus brazos se cerró a mi alrededor, se dobló a un lado, llevándome con él y la luz se encendió. Parpadeé en el brillo repentino y entonces me enfoqué en su mano en la mesita de noche, sus dedos curvados alrededor y el pugar levantando la tapa de una pequeña caja cuadrada que lucía cara.
Entonces sacó lo que había dentro mientras contenía mi aliento, quedándome completamente quieta y miré mientras su mano regresaba, levantaba la mía de su pecho y de alguna forma se las arreglaba para colocar y deslizar el anillo en mi dedo.
Era una banda, oro espeso de inicio a fin, el centro con incrustaciones a lo largo con destellantes, perfectas, no pequeñas pero largas tiras de diamantes.
Lo miré.
Sus dedos se curvaron alrededor de mi mano, entonces la regresó a su pecho y presionó aplanándola.
Oh mi Dios. Oh mi Dios.
Su brazo; que nunca dejó mi espalda, se puso súper apretado.
- No es lo que estás pensando, - dijo gentilmente. – Sabes cómo me siento sobre esa mierda.
Parpadeé, rápidamente, pero mis párpados eran la única cosa que se movía.
Lo sabía. Lo hacía. Me lo explicó hace mucho tiempo.
Ahora estábamos juntos, empezando desde que nos conocimos, cerca de los dos años. Estábamos en febrero. Era Noviembre del año siguiente. Después de que (oficialmente) me mudara en ese Agosto, nos dio un par de meses entonces, en la cama, la primera vez que nos acurrucamos así después de que me hiciera el amor, me explicó que no solo no entraba en ninguna categoría, sino que además no estaba en los rituales tradicionales. Esto incluía cosas como Acción de Gracias y Navidad.
También incluía cosas como el matrimonio.
Me dijo que estaba comprometido conmigo, pero que nunca se casaría conmigo. Ese era él, era mío, estaríamos juntos y siempre lo estaríamos pero “el gobierno sabe a quién estoy follando, cualquier otra persona puede quedarse fuera de mis jodidos asuntos.”
No acepté esto. Era católica a pesar de que no asistía a la iglesia muy seguido (como nunca, desde que mis padres murieron, mi educación religiosa, aparte de que mi tía nunca vio por ella). Aún así, lo hacía cuando estaban vivos y mantenía esa parte de ellos conmigo. Era laxa con ello en una variedad de formas pero no significaba que no fuera importante.
bueno chicas aqui esta la primera parte del epilogo
:D
lo voy a dividir en cuatro partes :D
faltan tres :D
bueno cuidense y el epilogo va a ser dedicado para
chelis y aranzhitha
porque ellas siempre han sido mis fieles lectoras :P
bueno cuidense :D
bayyy
:bye:
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Joe es aaaahhhhhh!!!!....
Lo amoooooooo!.......
En serio es dulce!!!.... Lastoma que solo en los libros están!!!...
Y graaciiiaasss.. Espero el que sigue!!
Lo amoooooooo!.......
En serio es dulce!!!.... Lastoma que solo en los libros están!!!...
Y graaciiiaasss.. Espero el que sigue!!
chelis
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Además era una chica que quería su día.
Lo discutimos y no me hizo ceder. Fuimos con Vivica y Rhashan para la cena de Acción de Gracias a pesar de que Joe se fue para ir a trabajar. Me dejó tener un árbol de navidad pero no música navideña, galletas u otra decoración. Me dio un regalo, solo uno, pero ya que eran un par de aretes de rubíes y diamantes fue exquisito, no objeté. Pero no llenó una media para mí y dejó claro que no quería que le diera uno así que no lo hice. Pasamos tiempo juntos ese día, hice una linda cena, hicimos el amor, nos acurrucamos y miramos películas pero no hicimos ninguna de las cosas tradicionales ese día, excepto intercambiar regalos (Yo le di más de uno, obviamente, ya que era mi día festivo y me gustaba consentir a mi hombre tanto como a él le gustaba hacerlo conmigo).
Pero hasta allí era donde Joe estaba preparado para llegar. El matrimonio no iba a suceder. Aunque fuera decepcionante, sabía que no era él conservando una salida. Esto era así, él y yo. Me amaba. Estaba comprometido conmigo. Quería pasar el resto de su vida conmigo y tenía la intención de hacerlo.
Me sentía igual.
Así que entré en ello. No era un infortunio. Tenía a Joe, verdaderamente, no necesitaba un pedazo de papel. Así que, justo entonces, no obtuve el anillo.
Joe, como siempre, explicó. Con un brazo apretado y otro en mi mano donde acababa de deslizar lo que tenía que ser un locamente caro anillo, suspiró.
- Te has quedado callada.
Mierda, lo había hecho. Demonios.
- Y te doy eso, nena, dejándote trabajar en ello. Esperé que me hablaras. No lo hiciste. Pero lo sé, Rhashan puso su anillo en el dedo de Viv y ella empezó todos sus planes de boda, estabas viendo todo lo que no tendrás.
Estaba equivocado. No estaba callada por eso. Estaba callada por algo más. Estuve la luna que Rhashan le pidió a Viv que se casara con él tres meses atrás.
Joe siguió hablando.
- Así que voy a darte algo. Es para ti y para mí. Para mi ser, ese anillo, nadie lo confundirá, eres mí. Dondequiera que vayas, conmigo o sin mí, lo verán. Establece ese hecho y me gusta eso. Para ti, obtienes un poco de lo que quieres. Con esto, - su pulgar se movió sobre el oro y diamantes, ahora en la base de ni dedo anular izquierdo, - te daré una fiesta. Si quieres comprar un hermoso vestido, hazlo. Si quieres que sea malfil, cómpralo. Pon la cena, champagne, celebración, a quien quiera que quieras invitar. Pero no cortaré un pastel. No bailaré. Ningún jodido discurso. Solo una celebración. Si quieres tener un aniversario, voy a consentirlo, te daré un regalo que te muestre lo que significas para mí, te llevaré afuera para cenar y lo hacernos cada año la noche que nos encontremos.
Oh. Wow. No era todo, pero era increíblemente dulce.
Y lo tomaba. Definitivamente.
No había terminado.
- Esto significa algo para ti, lo hiciste por mí, llevaré tu símbolo. Cualquier cosa que quieras, incluyendo una banda en mi dedo para que todos puedan ver que soy tuyo.
- Lo quiero, - susurré inmediatamente, su brazo se apretó más y su cuerpo se sacudió con una corta risa.
Su voz se sacudió con ella también cuando murmuró.
- ¿Cómo lo sé?
Miré a su mano alrededor de la mía y mi hermoso anillo.
Entonces se lo dije,
- Quiero una fiesta también.
Tiró de mí hacia arriba, levanté mi cabeza y sus ojos encontraron los míos pero no movió la mano presionando la mía contra la sólida calidez de su pecho.
Entonces dijo gentilmente:
- Planéala. Cualquier cosa que quieras, flores, comida. Cualquier cosa que quieras, te lo daré. No un enorme vestido que parezca un pastel. Esto es solo una fiesta pero es una fiesta que celebra el tú y yo.
Observé sus vívidos, ojos azules retorciendo mi mano en su pecho para que mis dedos se curvaran alrededor de los suyos.
Entonces susurré:
- Está bien, Joe.
El miró en mis ojos que se ponían húmedos.
- Sabes que no me gustan las lágrimas, nena, - susurró.
Tomé una respiración a través de mi nariz y sostuve su mano apretadamente. Me observó hacerlo y esperé hasta tomar el control.
Cuando lo hice, murmuró.
- Bien. – Entonces, - ¿te gusta el anillo?
- Es la cosa más hermosa que he visto a parte de ti.
Sus ojos destellaron mientras su cabeza daba un corto asentimiento.
Entonces susurró:
- Jódeme.
Sabía qué significaba eso y sentí mis labios curvarse.
Entonces susurré en respuesta:
- Gracias.
Su brazo se deslizó hacia arriba por mi espalda y apretó de forma que se moviera hacia adelante incluso mientras su mano apretaba la mía en la suya.
- Te amo, ________________, - gruñó fieramente, tan bajo, profundo y retumbante que lo sentí a través de mi cuerpo. – Lo sabes, nena.
- Lo hago, cariño, - susurré agarrando su mano y sintiendo mi nariz picar de nuevo.
- Sin lágrimas, - ordenó.
Presioné mis labios juntos, tomé otra respiración a través de mi nariz y asentí.
Su brazo y mano se relajaron.
- Ahora, duerme.
Asentí otra vez.
Apagó la luz y nos posicionó, Joe sobre su espalda, yo presionada a su lado, su mano aún sosteniendo la mía contra su pecho.
Bien, eso fue hermoso. Bien, eso fue increíble. Bien, amaba a este hombre.
Pero tenía un secreto. Un secreto que me preocupaba que no le complaciera. Un secreto que me complacía gratamente pero me preocupaba que lo enojara. Y él sabía que tenía un secreto. Lo sentía. Había adivinado qué me molestaba. Pero estaba muy, muy equivocado.
Y después de que él me diera eso, con todo lo que me había dado, tenía que encontrar la forma de compartir mi secreto. Solo que no sabía cómo.
Los delgados, altos tacones de mis ridículamente caras sandalias, cliqueaban sobre el piso de nuestro apartamento mientras me movía a través del vestíbulo en forma de L hacia el área de la sala comedor.
Tenía mi teléfono en el oído.
- Está trabajando lo último de mi paciencia, - declaró Vívica. ¿Estás viniendo, maldita sea?
Después de un breve respiro, Sandrine fue a la caza otra vez. Entonces tuvimos otro breve respiro antes de que se enganchara a un apuesto, construido, idiota rico. Se comprometieron en un mes y se casaron dos meses después en un gran espectáculo que lanzó junto con un despliegue de “Soy una princesa, todos inclínense ante mí” que le costó a su padre una fortuna y, casi, la amistad de Vívica. Contra el consejo de Joe, fingí y mantuve a mi pandilla junta por piel y dientes. Pero su actuación definitivamente perdió cualquier residuo de respeto que le quedaba por Joe y Rhashan. Ambos la aguantaron por Viv y yo, y era más lejos de lo que podían llegar.
Ahora se iban a divorciar y ella estaba de caza otra vez. Desde que ella y su esposo se separaron dos meses atrás, había conocido y descartado dos “amores de su vida” ambos manteniendo este título por menos de una semana. Estaba buscando el número tres.
Su territorio de caza eran normalmente el Slade u otros clubes. A los veintinueve, incluso Sandrine sabía que estaba más allá de eso. En su mayoría cazaba elevaciones de ceja en eventos de caridad, arrastrando, en ocasiones, a Vivica (Quien estaba ahora en un hotel diferente sin el “asistente” en su título de gerente y un enorme aumento salarial) o, más frecuentemente, a mí con ella.
Pero no era contraria a golpear la escena. Además no era adversa a conseguir una grieta, recibir golpes y hacer cosas estúpidas. Como, obviamente, estaba haciendo ahora.
Me moví a la cocina.
- Estoy por irme. Estaré allí en quince.
- Mueve tu trasero, niña, o Joe activará el equipo de limpieza para trapear sangre después de un homicidio muy sucio, - replicó Viv y sonreí.
- Te tengo. Estaré allí en quince.
- Hasta más tarde.
- Hasta más tarde.
Desconecté y lancé mi teléfono en el bolso rojo. Era uno de los quince bolsos que poseía, siete de ellos eran rojos. Mi vestido también era rojo y era uno de casi cincuenta que poseía, alrededor de treinta y cinco de ellos eran rojos.
Este guardarropa en crecimiento era porque me gustaba estar alrededor de Joe y nuestros horarios, yo en mi spa durante el día, el en el club en la noche, excepto los domingos, lo que significaba que no teníamos mucho tiempo juntos.
Así que iba a menudo al Slade.
No conocía a ninguna de sus “chicas” pero sospechaba, por algunas miradas, algunos comentarios (No abiertos, sino considerados y respetuosos) que algunas de ellas, venían a mi spa. Cuando averigüe un poco sobre ello, me sorprendieron. No eran exactamente lo que hubiera pensado de unas profesionales, chicas de llamada con clase. Ni siquiera eran zorras. Solo se veían como, bien… mujeres.
Pero conocía a la mayoría de sus meseras y bármanes, había un pesado movimiento de ambos así que siempre que había una nueva, y todos sus gorilas y personal de seguridad. Esos no se movían. Joe era selectivo, los entrenaba cuidadosamente, los trataba correctamente, ellos lo respetaban, el revolvía el favor, pagaba bien y ellos se quedaban.
Además, tenía a Joe en ocasiones, su personal y con frecuencia a Vivica, Sandrine (desafortunadamente en esos días) o uno de muchos de mis otros amigos podían mostrarse y hacerme compañía.
Además tenía mi propia, pequeña sección Vip. La última vez que Joe destripó el club, que había construido para mí. Era más alto que los otros, podía acomodar alrededor de diez personas, que encajaban confortablemente, tenía algunas pantallas geniales como el infierno que proveían algo de privacidad a pesar que podías cambiar para ver cualquier cosa que quisieras ver, pero estaban posicionadas de forma que, desde su escritorio, Joe podía verme.
Cuando estaba en el Slade, pasaba por la oficina de Joe o en mi sección conmigo misma, su personal o mis amigos. Nunca me aburría. Normalmente me mostraba alrededor de las diez, me iba alrededor de las doce treinta. No veía mucho de Joe pero lo veía y sabía que él también me veía. Y sabía, incluso a pesar de que no me lo dijera, que le gustaba verme.
Lo discutimos y no me hizo ceder. Fuimos con Vivica y Rhashan para la cena de Acción de Gracias a pesar de que Joe se fue para ir a trabajar. Me dejó tener un árbol de navidad pero no música navideña, galletas u otra decoración. Me dio un regalo, solo uno, pero ya que eran un par de aretes de rubíes y diamantes fue exquisito, no objeté. Pero no llenó una media para mí y dejó claro que no quería que le diera uno así que no lo hice. Pasamos tiempo juntos ese día, hice una linda cena, hicimos el amor, nos acurrucamos y miramos películas pero no hicimos ninguna de las cosas tradicionales ese día, excepto intercambiar regalos (Yo le di más de uno, obviamente, ya que era mi día festivo y me gustaba consentir a mi hombre tanto como a él le gustaba hacerlo conmigo).
Pero hasta allí era donde Joe estaba preparado para llegar. El matrimonio no iba a suceder. Aunque fuera decepcionante, sabía que no era él conservando una salida. Esto era así, él y yo. Me amaba. Estaba comprometido conmigo. Quería pasar el resto de su vida conmigo y tenía la intención de hacerlo.
Me sentía igual.
Así que entré en ello. No era un infortunio. Tenía a Joe, verdaderamente, no necesitaba un pedazo de papel. Así que, justo entonces, no obtuve el anillo.
Joe, como siempre, explicó. Con un brazo apretado y otro en mi mano donde acababa de deslizar lo que tenía que ser un locamente caro anillo, suspiró.
- Te has quedado callada.
Mierda, lo había hecho. Demonios.
- Y te doy eso, nena, dejándote trabajar en ello. Esperé que me hablaras. No lo hiciste. Pero lo sé, Rhashan puso su anillo en el dedo de Viv y ella empezó todos sus planes de boda, estabas viendo todo lo que no tendrás.
Estaba equivocado. No estaba callada por eso. Estaba callada por algo más. Estuve la luna que Rhashan le pidió a Viv que se casara con él tres meses atrás.
Joe siguió hablando.
- Así que voy a darte algo. Es para ti y para mí. Para mi ser, ese anillo, nadie lo confundirá, eres mí. Dondequiera que vayas, conmigo o sin mí, lo verán. Establece ese hecho y me gusta eso. Para ti, obtienes un poco de lo que quieres. Con esto, - su pulgar se movió sobre el oro y diamantes, ahora en la base de ni dedo anular izquierdo, - te daré una fiesta. Si quieres comprar un hermoso vestido, hazlo. Si quieres que sea malfil, cómpralo. Pon la cena, champagne, celebración, a quien quiera que quieras invitar. Pero no cortaré un pastel. No bailaré. Ningún jodido discurso. Solo una celebración. Si quieres tener un aniversario, voy a consentirlo, te daré un regalo que te muestre lo que significas para mí, te llevaré afuera para cenar y lo hacernos cada año la noche que nos encontremos.
Oh. Wow. No era todo, pero era increíblemente dulce.
Y lo tomaba. Definitivamente.
No había terminado.
- Esto significa algo para ti, lo hiciste por mí, llevaré tu símbolo. Cualquier cosa que quieras, incluyendo una banda en mi dedo para que todos puedan ver que soy tuyo.
- Lo quiero, - susurré inmediatamente, su brazo se apretó más y su cuerpo se sacudió con una corta risa.
Su voz se sacudió con ella también cuando murmuró.
- ¿Cómo lo sé?
Miré a su mano alrededor de la mía y mi hermoso anillo.
Entonces se lo dije,
- Quiero una fiesta también.
Tiró de mí hacia arriba, levanté mi cabeza y sus ojos encontraron los míos pero no movió la mano presionando la mía contra la sólida calidez de su pecho.
Entonces dijo gentilmente:
- Planéala. Cualquier cosa que quieras, flores, comida. Cualquier cosa que quieras, te lo daré. No un enorme vestido que parezca un pastel. Esto es solo una fiesta pero es una fiesta que celebra el tú y yo.
Observé sus vívidos, ojos azules retorciendo mi mano en su pecho para que mis dedos se curvaran alrededor de los suyos.
Entonces susurré:
- Está bien, Joe.
El miró en mis ojos que se ponían húmedos.
- Sabes que no me gustan las lágrimas, nena, - susurró.
Tomé una respiración a través de mi nariz y sostuve su mano apretadamente. Me observó hacerlo y esperé hasta tomar el control.
Cuando lo hice, murmuró.
- Bien. – Entonces, - ¿te gusta el anillo?
- Es la cosa más hermosa que he visto a parte de ti.
Sus ojos destellaron mientras su cabeza daba un corto asentimiento.
Entonces susurró:
- Jódeme.
Sabía qué significaba eso y sentí mis labios curvarse.
Entonces susurré en respuesta:
- Gracias.
Su brazo se deslizó hacia arriba por mi espalda y apretó de forma que se moviera hacia adelante incluso mientras su mano apretaba la mía en la suya.
- Te amo, ________________, - gruñó fieramente, tan bajo, profundo y retumbante que lo sentí a través de mi cuerpo. – Lo sabes, nena.
- Lo hago, cariño, - susurré agarrando su mano y sintiendo mi nariz picar de nuevo.
- Sin lágrimas, - ordenó.
Presioné mis labios juntos, tomé otra respiración a través de mi nariz y asentí.
Su brazo y mano se relajaron.
- Ahora, duerme.
Asentí otra vez.
Apagó la luz y nos posicionó, Joe sobre su espalda, yo presionada a su lado, su mano aún sosteniendo la mía contra su pecho.
Bien, eso fue hermoso. Bien, eso fue increíble. Bien, amaba a este hombre.
Pero tenía un secreto. Un secreto que me preocupaba que no le complaciera. Un secreto que me complacía gratamente pero me preocupaba que lo enojara. Y él sabía que tenía un secreto. Lo sentía. Había adivinado qué me molestaba. Pero estaba muy, muy equivocado.
Y después de que él me diera eso, con todo lo que me había dado, tenía que encontrar la forma de compartir mi secreto. Solo que no sabía cómo.
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Los delgados, altos tacones de mis ridículamente caras sandalias, cliqueaban sobre el piso de nuestro apartamento mientras me movía a través del vestíbulo en forma de L hacia el área de la sala comedor.
Tenía mi teléfono en el oído.
- Está trabajando lo último de mi paciencia, - declaró Vívica. ¿Estás viniendo, maldita sea?
Después de un breve respiro, Sandrine fue a la caza otra vez. Entonces tuvimos otro breve respiro antes de que se enganchara a un apuesto, construido, idiota rico. Se comprometieron en un mes y se casaron dos meses después en un gran espectáculo que lanzó junto con un despliegue de “Soy una princesa, todos inclínense ante mí” que le costó a su padre una fortuna y, casi, la amistad de Vívica. Contra el consejo de Joe, fingí y mantuve a mi pandilla junta por piel y dientes. Pero su actuación definitivamente perdió cualquier residuo de respeto que le quedaba por Joe y Rhashan. Ambos la aguantaron por Viv y yo, y era más lejos de lo que podían llegar.
Ahora se iban a divorciar y ella estaba de caza otra vez. Desde que ella y su esposo se separaron dos meses atrás, había conocido y descartado dos “amores de su vida” ambos manteniendo este título por menos de una semana. Estaba buscando el número tres.
Su territorio de caza eran normalmente el Slade u otros clubes. A los veintinueve, incluso Sandrine sabía que estaba más allá de eso. En su mayoría cazaba elevaciones de ceja en eventos de caridad, arrastrando, en ocasiones, a Vivica (Quien estaba ahora en un hotel diferente sin el “asistente” en su título de gerente y un enorme aumento salarial) o, más frecuentemente, a mí con ella.
Pero no era contraria a golpear la escena. Además no era adversa a conseguir una grieta, recibir golpes y hacer cosas estúpidas. Como, obviamente, estaba haciendo ahora.
Me moví a la cocina.
- Estoy por irme. Estaré allí en quince.
- Mueve tu trasero, niña, o Joe activará el equipo de limpieza para trapear sangre después de un homicidio muy sucio, - replicó Viv y sonreí.
- Te tengo. Estaré allí en quince.
- Hasta más tarde.
- Hasta más tarde.
Desconecté y lancé mi teléfono en el bolso rojo. Era uno de los quince bolsos que poseía, siete de ellos eran rojos. Mi vestido también era rojo y era uno de casi cincuenta que poseía, alrededor de treinta y cinco de ellos eran rojos.
Este guardarropa en crecimiento era porque me gustaba estar alrededor de Joe y nuestros horarios, yo en mi spa durante el día, el en el club en la noche, excepto los domingos, lo que significaba que no teníamos mucho tiempo juntos.
Así que iba a menudo al Slade.
No conocía a ninguna de sus “chicas” pero sospechaba, por algunas miradas, algunos comentarios (No abiertos, sino considerados y respetuosos) que algunas de ellas, venían a mi spa. Cuando averigüe un poco sobre ello, me sorprendieron. No eran exactamente lo que hubiera pensado de unas profesionales, chicas de llamada con clase. Ni siquiera eran zorras. Solo se veían como, bien… mujeres.
Pero conocía a la mayoría de sus meseras y bármanes, había un pesado movimiento de ambos así que siempre que había una nueva, y todos sus gorilas y personal de seguridad. Esos no se movían. Joe era selectivo, los entrenaba cuidadosamente, los trataba correctamente, ellos lo respetaban, el revolvía el favor, pagaba bien y ellos se quedaban.
Además, tenía a Joe en ocasiones, su personal y con frecuencia a Vivica, Sandrine (desafortunadamente en esos días) o uno de muchos de mis otros amigos podían mostrarse y hacerme compañía.
Además tenía mi propia, pequeña sección Vip. La última vez que Joe destripó el club, que había construido para mí. Era más alto que los otros, podía acomodar alrededor de diez personas, que encajaban confortablemente, tenía algunas pantallas geniales como el infierno que proveían algo de privacidad a pesar que podías cambiar para ver cualquier cosa que quisieras ver, pero estaban posicionadas de forma que, desde su escritorio, Joe podía verme.
Cuando estaba en el Slade, pasaba por la oficina de Joe o en mi sección conmigo misma, su personal o mis amigos. Nunca me aburría. Normalmente me mostraba alrededor de las diez, me iba alrededor de las doce treinta. No veía mucho de Joe pero lo veía y sabía que él también me veía. Y sabía, incluso a pesar de que no me lo dijera, que le gustaba verme.
bueno chicas aqui esta la segunda parte del epilogo :D
cuidense y gracias por los comentarios :D
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jamileth
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Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.