JOE joe y tu TERMINADA

ahh este Nick es un imbecil :muere:
Que le pasa???
Siguela!!!

Nueva lectora
Síguela!!!!!!
Me encanta!!!!

Julieta♥ escribió:Nueva lectora
Síguela!!!!!!
Me encanta!!!!

Bienvenida...espero que te siga gustando la nove

-Es una pena -murmuró entonces, sin dejar de mirarme-. Aunque fíjate, tú sola serías suficiente.
¿En serio?
-¿En serio? -Éste llegó fuerte y de Sandrine.
Te dije que Nick era un idiota y otra cosa y lo que fuera esa otra cosa, no era buena.
-Bien, si ese es el trato, la que se queda, quédese, y la que se va, váyase -continuó Nick y puso los ojos en Sandrine, a quien había clavado en el ventanal. De alguna manera -y no pasó desapercibido para Sandrine o para mí- él estaba insinuando que era ella quien quería que se fuera.
Dios, esperaba que esto le abriera los ojos sobre esta porquería.
Ya debería conocerla mejor. Sus ojos me encontraron y me dijo:
-Te escribo mañana.
Dios, de algunas era tenía que conseguir sacarla de allí. Deseaba que Viv estuviera aquí conmigo. Ella la habría sacado. Por supuesto, ella lo hacía, con más frecuencia y menos gentileza que yo, pero Sandrine nunca la escuchaba a ella tampoco.
-Sandrine...
-__________________, cariño, te escribo mañana.
Ella se estaba impacientando. También vivía la firme convicción errónea de que su belleza -y era hermosa-, su estilo -lo mismo con el estilo, lo tenía abundancia- y sus habilidades entre las sábanas -no tenía ni idea acerca de eso, sin embargo, según ella, era fabulosa -se combinarían para tener a Nick Sebring cerca de ella, con él no queriendo separarse.
-Sandrine, no estoy comfor... -empecé de nuevo.
-__________________ -me interrumpió de nuevo-. Te... escribo... mañana. -Luego poso sus grandes ojos en Nick, quien miraba y no lo notó. Estos ojos me indicaron que me estaba perdiendo el hecho de que ella tenía a su gallina de los huevos de oro en su trampa y que necesitaba irme, pronto, para que ella pudiera efectuar su magia.
No me gustaba esto. No dejas a ningún compañero detrás y mucho menos con Nick Sebring.
Pero aparte de arrastrarla pateando y gritando por la habitación, hasta quince pisos más abajo y dentro de un taxi, no sabía que hacer.
Así que dije:
-Hasta mañana.
Ella me sonrió.
Le fruncí el ceño y traté de comunicarle siete mil palabras sobre Nick siendo un idiota con mis ojos. Pero ella se volvió hacia él, levantó la mano a su mejilla y le giró la cara hacia ella.
Realmente, Vivica tenía razón. Sandrine estaba viviendo en un mundo de fantasía. Ella había tenido un papá que la trataba como si fuera preciosa, le decía que estaba más allá de lo hermoso y la consistió hasta arruinarla. Luego tuvo un novio de secundaria que hizo lo mismo, y en la universidad, otro novio, lo mismo. Desde que nació hasta los veintidós años, había tenido una vida de oro moviéndose entorno a su belleza y encantos femeninos. No había entendido que, después de salir de la universidad hace cinco años, había entrado en la selva. Y además, la selva particular que eligió para cazar tenía depredadores más grandes, y más feroces, incluso después de que varios de ellos ya la habían masticado y escupido.
Sin otra opción, di un suave:
-Buenas noches. -Y me alejé.
No recibí despedidas.
No miré hacia atrás.
Me dirigí hacia mi abrigo y por suerte tenía algo que hacer mientras caminaba, así no tenía por qué sentir los ojos en mí o ver las miradas. Mientras emprendía mi camino a través de los cuerpos y murmuraba vagos "discúlpenme", abrí mi pequeño -barato pero lindo- bolso para sacar mi móvil.
En el momento en que llegué al final de la sala, lo tenía fuera.
El apartamento era extraño. Pensé en eso porque era enorme. Nunca había estado en un apartamento tan grande antes. Ni siquiera sabía que los hacían tan grandes. Pero también tenía un diseño extraño.
Extraño o no, era genial y aunque no era lo mío y no me parecía tan bien ahora repleto de cuerpos y restos de una fiesta, no podía negar que era sorprendente. Porque lo era.
Entrad
Entrabas en un amplio pasillo que tenía en una de sus paredes dos puertas -cerradas- y en la otra un muro que delineaba el pasillo de la cocina. Este pasillo llevaba a la sala de estar, que estaba sobre todo hacia abajo, la zona para sentarse estaba tres escalones más abajo que el resto.Pero alrededor de su perímetro había un área elevada con pisos de madera oscura y dos lados de la sala estaban rodeados por ventanales de piso a techo.
Otra sala se abría de ese mismo modo justo cuando llegabas a la sala de estar. Tenía forma de L. Esta tenía dos puertas más abajo de un lado, una al final y luego estaba el cruce y otra puerta al final del pasillo.
Hacia el precioso dormitorio de Nick. Donde estaba mi abrigo.
Caminé por el pasillo hacía mi abrigo, con la cabeza baja, activando mi teléfono. Llegué a la curva de la L cuando mi teléfono se quedó en blanco en mis manos y mis pies se detuvieron mientras lo miraba.
-Mierda -dije en voz baja, golpeando el botón en vano. Lo intenté de nuevo. No funcionaría otra vez-. Mierda -repetí en un susurro.
Necesitaba un nuevo teléfono. Lo sabía. Estaba ahorrando para ello y solo necesitaba dos cheques más de mi sueldo para comprarlo. Mi teléfono perdía su carga en una hora y había estado haciéndolo durante el último mes y medio. Mi próximo teléfono sería uno bueno, no una baratija. Esto no era porque quisiera estar a la moda con los anuncios en la calle. Se debía a que había pasado por tres teléfonos baratos en loa últimos años y me parecía que esta inversión tendría sentido. Si tuviera un teléfono que costará tres veces más que los que había comprado, pero durara por tres años con cero dolores de cabeza, estaría por delante en el juego.
Miré hacia el final del pasillo donde se ubicaba el dormitorio de Nick y estaba a punto de empezar a caminar de nuevo, cuando mi cuerpo se congeló.
Eso debía a que en el suelo de la sala estaba una enorme pila de abrigos.
La miré, sorprendida. Yo misma había puesto mi abrigo en un montón sobre la cama de Nick. Ahora estaban en el piso del pasillo.
Miré los abrigos y luego al final del pasillo.
La puerta del dormitorio estaba abierta, las luces encendidas y brillantes, distintas a las de antes, cuando puse el abrigo allí, que eran tenues, románticas. Una señal de promesa de lo que estaba por venir para la chica que tuviera la suerte -asco- de unirse a Nick allí más tarde.
Vaya, un idiota borracho tiró todos los abrigos en el pasillo. No había visto a nadie actuar como un idiota, pero había gente que estaba más allá de ebrios como para que le importara. Eso pasaba cuando el bar era abierto y donde la bebida era abundante y fluía libremente ya que era gratis.
Tomé una respiración profunda y me dirigí hacia los abrigos. Me agaché en cunclillas, manteniendo mi móvil y bolso en una mano y rebuscando a través de los abrigos con la otra. Encontré el mío, le di un tirón hacia afuera y me enderecé. Lo hice con los ojos dirigidos hacia el pasillo, pero fuera de foco. Se enfocaron cuando vi un brillante, plateado, delgado y curvo teléfono inalámbrico increíblemente fresco en una base de domo negro apoyado sobre la mesa de noche en el dormitorio.
Ese teléfono era el medio para conseguir un taxi. Uno sin tener que preguntarle a alguien en la sala de estar si podía usar su teléfono, interrumpir a Sandrine y Nick de nuevo o buscar en la acera con la esperanza de encontrar un teléfono público y luego esperar de pie afuera en el frío.
Excelente.
Rodeé con cuidado los abrigos, teniendo que pisar algunos, ya que era imposible moverse alrededor de ellos sin tener que pisarlos, y entré en el dormitorio hacia el teléfono. No miré alrededor, aunque quería tomar una mirada más cercana. Lo que más quería era salir de allí.
Agarré el teléfono de su base pensando lo mismo que pensé la primera vez que entré en esa habitación. La habitación olía raro. Una interesante combinación de alguna embriagadora loción para después de afeitar o colonia masculina y humo de cigarrillo. Sí, humo de cigarrillo. Pero extrañamente mezcladas hacían que la habitación pareciera mala, pero en el buen sentido. Ahora, el humo de cigarrillo era el más fuerte de los dos, cuando antes era el olor a loción de afeitar/colonia y esto era menos atractivo pero más malvado.
Agradecí a los poderes de los taxis, algo que rara vez tomo debido a que rara vez puedo pagarlos, que tenían impresos en todos sus autos y marqué los cuatro y uno de los cuatro, uno, dos, cuatro, cuando oí una voz baja, suave, muy profunda, de un hombre definitivamente molesto que preguntaba:
-¿Qué diablos?
Mi cabeza giró y me quedé helada a mitad de la marcación.
El hombre alto, moreno, cabello despeinado y extrañamente masculino, de características marcadamente atractivas, estaba de pie en uno de los dos conjuntos de puertas francesas arqueadas que llenaban a la terraza de la habitación. Fumaba, había perdido su abrigo y vi que llevaba una camisa ligera de color lila profundo, hecha a la medida, demostrando que no solo era alto sino ancho, delgado y tenía un torso sin lugar a dudas lleno de poder.
Oh, y estaba enojado.
Oh Dios.
Y...
Ok mierda.
-Uh... -murmuré entre dientes. No hice ningún sonido mientras él se giraba y apagaba su cigarrillo apretando su extremo rápidamente, y luego su jurada enojada, oscura, se movió de nuevo a mí mientras sus largas piernas empezaron a traerlo hacia donde estaba.
¡Mierda!
-Tienes un móvil en la mano -me informó-. ¿Tienes que irrumpir en mi habitación y tomar mi teléfono?
Sí.
Enojado.
-Uh...
Se movía por la habitación, así que de nuevo me callé.
Esta habitación también tenía un nivel hacia abajo. La gran cama se ubicaba en el nivel normal y estaba cubierta con un edredón de satén negro -sí, satén-, con fundas de satén negro en las almohadas -¡satén!-, lo que significaba sábanas de satén negro también. El brillante cabecero negro era muy alto, tan alto como yo. El pie de la cama era por lo menos la mitad de una persona grande. La cabecera de la cama estaba flaqueada por dos mesitas de noche negras brillantes, talladas con elegancia y coronadas con lámparas con bases delgadas, de color negro brillante y amplias campanas de tonos marfil. La cama estaba posada sobre una alfombra de marfil que tenia un borde delgado negro ribeteado en un marfil más grueso.
La alfombra que estaba en el área más baja también era de un tono marfil, un sofá forrado de negro cubierto de cojines y un sillón negro igualmente cubierto con cojines marfil que hacían juego con una otomana se encantaban sobre ella. También había una mesa de cede ovalada, negro laqueado y en lo alto, lámparas de pie ahora encendidas flaqueaban el sofá coordinando con las lámparas de las mesitas noche.
Tres escalones por encina había otra área con una manta a juego, pero más rústica, que parecía hecha a la medida del espacio. En cada extremo había un mueble con gavetas, idénticos, altos, color negro brillante, coronados con lámparas con bases más amplias, pero iguales a las lámparas de pie que a la vez combinaban con las que están en las mesas de noche.
Todas las luces estaban encendidas incluyendo las tres del techo, las cuales estaban impresionantemente arregladas con una gran colección de clavijas cubiertas de cristales incrustados.
Y por último, había tres puertas a lo largo de la pared. Dos cerradas. Una abierta aunque no iluminada, pero todavía podía ver que era un cuarto de baño.
Observé todo distraídamente, porque se dirigía a mí y yo estaba paralizada.
Se movía por las escaleras más cercanas a mí mientras hablaba, con los ojos ligeramente reducidos.
-¿Hola? ¿Estás respirando?
-Pensé que esta era la habitación de Nick -solté y se detuvo de repente a los pies de la cama.
-No -gruñó.
Sip. Por supuesto. Enojado.
Y sí.
Por supuesto.
Atemorizante.
Aterrador.
Absolutamente.
-Tengo que ir a casa -le susurré-. Vine en taxi y tengo que llamar a uno para que me lleve a casa. Mi móvil, está portándose mal. No mantiene la carga por más de una hora. Está muerto. Debí haberlo sabido. No pensé. Pero vine aquí con una amiga, así que supongo que pensé que ella podía llamar. Sin embargo, ella se va a quedar. Y puse el abrigo por aquí y pensé que era la habitación de Nick ya que los dijeron que colocáramos los abrigos aquí. Solo pensé en hacer un rápido uso de su teléfono y conseguir un taxi. Lo siento mucho. No tenía ni idea de que esta no era la habitación de Nick y de que estaba molestando. En verdad. Lo siento mucho.
Deje de hablar y me miró.
Fue entonces cuando vi que sus ojos eran azules. Un extraño, sorprendente, oscuro, vibrante, azul.
Y eran preciosos, el color, la forma, las largas y curvas pestañas.
Mi aliento se atascó en la garganta.
Entonces sus ojos se posaron en mí, pero no en mis pechos, ni en mis caderas o mis piernas. Sino en mi brazo, que estaba pegado a mi mano, que estaba agarrando mi bolso, mi móvil y mi abrigo que lo cubría.
Luego se fijó en mi cara.
En voz suave y profunda, declaró:
-Te llevaré a casa.
Parpadeé.
Él se movió.
Me preparé, pero antes de que pudiera hacer nada al respecto o decir una palabra, deslizó su teléfono de mis dedos, se inclinó profundamente sobre mí y olí que la loción de afeitar o colonia era suya.

:amor: ya lei!!!!....no tenia tiempo...SIGUELA por favor? :sad:

ahh me encanta!!!
Aunque Nick es un idiota!!!
Siguela!!!

Waa me encanto el cap! Y Nick es un estupido pero aun asi lo amo! Espero la sigas Hay cielos! Me llevara a casa :DD

Me preparé, pero antes de que pudiera hacer nada al respecto o decir una palabra, deslizó su teléfono de mis dedos, se inclinó profundamente sobre mí y olí que la loción de afeitar o colonia era suya.
Y tenía razón. Era atractivo. Tan atractivo que lo único que podía hacer eta quedarme quieta y disfrutar de ese olor glorioso.
Colgó el teléfono en el cargador y luego se echó hacia atrás y tomó el abrigo de mi brazo.
En ese momento, salí de mi congelación.
-Uhm... yo no... -empecé, pero cerré la boca cuando sus dedos se cerraron alrededor de mi brazo y de repente encontré a mi cuerpo girándose para que mi espalda quedará hacia él.
-Brazo -ordenó y torcí el cuello para mirarlo al mismo tiempo que trataba de esforzarme por respirar.
-¿Qué? -susurré.
Estaba de pie detrás de mí, con mu abrigo levantado para que le lo pusiera.
-Brazo -repitió en un tono mucho menos paciente y, teniendo en cuenta que no había sido para nada paciente antes, esto era aun más aterrador.
-Creo que... -empecé pero lo dijo nada más, sino su su mano salió disparada, agarró mi muñeca y tiró de ella hacia atrás. No fue rudo, no dolía, pero igual me sorprendió.
Luego me sumergió en mi abrigo y lo deslizó por mi brazo.
-Otro brazo -ordenó y, sin demora, cambié torpemente mi cartera y móvil a mi otra mano y estiré el brazo detrás de mí para encontrar la manga de mi abrigo.
En ningún momento sentí sus manos colocar el abrigo en mis hombros. Cuando terminó con mi abrigo se movió, envolviendo su mano alrededor de mis bíceps y de repente estaba frente a él. Luego me moví con él a la puerta, con su mano todavía en mi brazo.
Luché por encontré mi voz.
-Estoy muy bien con un taxi -dije mientras me sacaba de la habitación, tiró un poco de mi brazo y me hizo parar.
Ignorándome totalmente, curvó su torso alrededor de la puerta, hizo algo alrededor de la perilla, luego salió, su mano yendo hacia otro lado y luego las luces se apagaron haciendo que la habitación quedara a oscuras. Cerró la puerta con llave, se guardó la llave y nos giró hacia la sala.
Él hizo todo esto con una mano, soltar mi brazo.
Fue en ese momento que me di cuenta de que mi corazón latía muy rápido y me resultaba difícil respirar.
Mis piernas volaron por el aire, por reflejo, deslicé un brazo alrededor de sus musculosos hombros mientras el otro se balanceaba por delante de él para agarrar su cuello con mi mano, aguantándome mientras caminaba a través de los abrigos, dirigiéndose hacia la derecha del montón en el suelo.
¡Santa mierda!
Una vez libre de los abrigos, se inclinó y me puso sobre mis pies. De nuevo no fue rudo, pero tampoco suave y mi cuerpo se sacudió cuando mis pies tocaron el suelo. No tuve tiempo de recuperarme, ni de acomodarme en mis pies otra vez, ni siquiera tuve tiempo de acomodar mis pies en el aire. No, por la facilidad con la que me puso en sus brazos como si pesara tanto como una almohada.
No, nada de tiempo para hacer cualquiera de esas cosas.
No antes de que sus dedos se cerraran alrededor de mi brazo otra vez y me impulsara por el pasillo alrededor de la curva en el mismo.
Bueno, tenia que tomar el control de esta situación, y tenia que hacerlo ahora.
Abrí la boca para hacer justamente eso, al mismo tiempo que estaba a punto de retirar mi brazo de su agarre, cuando se detuvo abruptamente deteniéndome con él. A continuación, ladeó ligeramente la cabeza. Sus furiosos ojos azules me miraron, y se me olvidó que tenía que tomar el conteo de la situación y hacerlo ya. Me olvidé de todo.
Entonces, por alguna razón me movió, no suavemente, no con crueldad, peto sin duda con firmeza al lado de una de las puertas de la sala.
Me soltó y sin planta abrió la puerta, pero desde donde estaba situada no podía ver el interior.
Escuché un horrorizado suspiro de una mujer y un hombre comenzando a decir:
-¿Qué dem...?
-Tengo que llevar a alguien a casa -le dijo mi paseo indeseado a la pareja-. Tienes ese tiempo para apagar la maldita música, vaciar este maldito lugar de todos los cuerpos y limpiar lo que más puedas. Si ella quiere, puede terminar ese viaje que prometiste darle y ayudarte a limpiar este lugar. Si no ayuda, saco su culo fuera de aquí también. No me hagas volver a casa y ver que no me tomaste en serio. Y espero que lo hagas porque no estoy jodiendo contigo Nick, y no estoy feliz.
Después salió, cerró la puerta, me agarró del brazo y me arrastró por el pasillo.
Mi primer pensamiento fue que acababa de entrar en el cuerpo a cuerpo de Sandrine y Nick.
Mi segundo pensamiento fue, obviamente, Nick tenia una habitación menos espectacular.
Mi tercer pensamiento fue, que me había colocado a un lado de la puerta. Encontré esto sorprendente e intrigante porque los había escuchado allí dentro. No podían haber avanzado mucho, pero definitivamente había interrumpido algo. Aún así, él me había protegido de todo lo que había detrás de esa puerta cerrada y no sabia que hacer con eso.
Estábamos rodeando la otra sala en nuestro camino hacia la puerta principal cuando se aclararon mis pensamientos y volví al asunto en cuestión.
-Uhm... escuché, uh... -¡Maldita sea!- Uhm, no sé su nombre, pero...
-Joe -afirmó, interrumpiéndome.
-Bien, señor Joe...
-No, Joe -me interrumpió de nuevo, mientras me detenía en una de las puertas de la sala. Me soltó y abrió la puerta.
-Eso es lo que he dicho, Joe -le dije-. Ahora, señor Joe...
Salió por esa puerta con su abrigo y volvió los ojos hacia mí.
Me interrumpí a mí misma cuando sus ojos me golpearon y mantuve mi boca cerrada.
-No señor Joe. Joe. Mi nombre es Joe.
Lo miré fijamente mientras se encogía de hombros dentro del abrigo y pregunté:
-¿Su nombre de pila es Joe?
-Si eso significa primer nombre, sí -respondió, me agarró del brazo y me arrastró por el pasillo hasta la puerta principal.
Mientras lo hacia, curiosa con esta información a pesar de que debería estar pensando en otra cosa,le pregunté:
-¿Con "J"?
[chicas no se olviden que el chico se llama knight y en vez de J es k, bueno es eso mas adelante entenderán más ]
Él me miró mientras abría la puerta.
-Sí nena, con "J".
Luego me sacó por la puerta.
-Ese es un nombre poco común -murmuré.
-Sí. -Estuvo de acuerdo, arrastrándome por el pasillo hacia los exuberantes ascensores.
-Como que me gusta -solté, pero enseguida de decirlo me arrepentí.
-Ya puedo morir feliz -murmuró.
Respiré hondo ante su murmullo de leve sarcasmo, lo cual fue un poco divertido en vez de grosero. Y este hombre no parecía del tipo que puede ser divertido de otra manera.
Me hizo detenerme delante del ascensor, mientras él se inclinaba y presionaba el botón. Fue entonces cuando vi que tenia unas manos que hacían juego con su cuerpo. Atractivas. De dedos largos. Sus temas resaltaban. No estaban manicuradas profesionalmente pero sus uñas estaban bien cuidadas, incluso cuando parecían las manos de un hombre que lo tenia una habitación en un apartamento lujoso y opulento, o que llevaba zapatos caros y camisa a la medida -en un color que le quedaba tan bien que un estilista tenia que haberlo escogido para él - y abrigos caros.
Era hora de dejar de pensar en esas manos y resolver esto.
-Joe, agradezco la oferta, de verdad. Gracias, pero realmente, puedo conseguir un taxi que me lleve a casa .
-Sí puedes, peri no lo harás.
-Yo...
Sus ojos se deslizaron a mí y me preparé.
-Oye nena, llevándote a casa estoy haciendo algo. Algo que requiere mi atención. Como conducir, dejar a una mujer segura en casa y conducir de regreso hasta aquí. Eso tal vez me dará tiempo para calmarme. Y va a alejar mi mente del hecho de que quiero arrancarle la polla a Nick, metérsela por el culo y lanzar a ese hijo de puta por el balcón.
Sin lo cerebro diciéndome qué hacer, arrastre mi brazo lejos de su agarre, mis pies me llevaron un paso más lejos de él y mi mano apareció para presionar la glamorosa pared con paneles de madera que separaban los elevadores mientras lo miraba.
No sabía si de verdad quería decir eso. No creo que lo hiciera. Seria de mala educación arrojar a tu compañero de habitación por un balcón aún si él hacia una fiesta en tu casa a la que no estas invitado. Sin mencionar que eso era altamente ilegal.
Sabia que estaba enojado.
Y lo último que sabia era que no le importaba cuán enojado estaba, incluso con una mujer que no conocía para nada. Me había arrastrado a través de un apartamento, apenas me dejaba terminar mis oraciones y me cargó para llevarme encima de un montón de abrigos que obviamente lanzó en el pasillo.
Tenía la mano en la pared porque me temblaban las piernas y la necesitaba allí para ayudarme en mantenerme en pie. Y me temblaban las piernas porque me acordé de que aterrorizaba. Y había una razón para ello.
Era aterrador.
Mientras estaba allí preguntándome si debía gritar a todo pulmón o girar en mis sandalias de tacón alto -baratas pero lindas- y correr tan rápido como pudiera, algo sucedió.
Él empezó a prestarme atención.
Aunque era una completa locura que me pareciera poco halagador, lo hacia, y lo que consideraba poco halagador era el hecho de que de repente parecía estar mirándome, realmente viéndome. Hasta el momento en que me alejé de él, yo no existía. Era solo una excusa para alejarlo de su apartamento y de Nick, antes de dejar salir su furia. Ahora, me estaba mirando, sus ojos moviéndose sobre mí, evaluándome. Mi cara. Mi cabello. Mi mano apretada contra el revestimiento de madera. Lentamente bajando por mi cuerpo hasta mis zapatos y luego de hacia arriba.
Y cuando sus ojos capturaron los míos de nuevo, su cara no fue diferente. Su mandíbula apretada, sus ojos enojados, enfadado; aunque no conmigo.
Pero su voz fue suave cuando dijo:
-No voy a hacerte daño.
-Realmente me gustaría tomar un taxi -le susurré.
Suave y casi imperceptiblemente -pero pude notar y me hizo hacerlo- sus ojos cayeron a mis pies y volvieron a mi cara.
-¿Un taxi no sería un lujo? -preguntó aún con su voz suave. En ese momento supe que por lo que había visto sabia que pagar un taxi seria un lujo para mí.
Enderecé mi espalda, saque mi mano de la pared y le aseguré:
-Voy a estar bien.
Las puertas del ascensor se abrieron y sin apartar los ojos de mí, levantó la mano para evitar que se cerrara.
-Te voy a llevar a casa. Segura. No tendrás ningún problema de mi parte. Es solo un paseo. Y me estás haciendo un favor a mí, dándome la oportunidad de calmar mu muerda. Pero juro por Dios, que puedes confiar en mí.
-Yo no...
-Nena, te juro por Dios que es solo un paseo. Toma ventaja. Y hazme un favor y dame una excusa para salir de aquí.
Vi su ira ahora. Me acordé de lo que sentí cuando lo vi entrar en el apartamento. Y todavía estaba fresco en mi mente todo lo que había hecho conmigo desde que su mano se posó en mi brazo. Nada de eso dolía, pero era extraño de una manera peligrosa y atemorizante, que demostraba indudablemente que debía saberlo mejor y evitar cualquier tiempo adicional de atención de este hombre.
Y aun así, me encontré agachando la cabeza para ver mis pies. Pies que me llevaban dentro del ascensor.
Joe elevó su brazo y pasé por debajo para entrar al ascensor, él me siguió.
Las puertas empezaron a cerrarse una vez que marco el botón S2.
Me quedé sobre las puertas.
Sí. Locura.
-¿Te llamas?
Mi cuello se torció y mis ojos se movieron para verlo observándome.
-¿Qué? -le pregunté .
-Tu nombre, nena.
-______________________.
Se me quedó mirando.
-¿______________________?
-______________________ -confirmé.
-______________________ -repitió y yo asentí-. ¿Y crees que mi nombre es raro?
-Sí, nunca he conocido a nadie que se llame Joe -le informé.
-Y yo nunca he conocido a nadie que se llame ______________________ -me informó-. ¿Qué es?
-¿Qué es qué?
-Tu nombre.
-Es un nombre de familia. Así se llamaba mi abuela.
-Antes de eso -afirmó.
-Fue el nombre de su abuela -compartí.
-Y antes de eso -presionó y luego explicó-: Origen.
-Ruso -dije.
-¿Eres rusa? -preguntó.
-Mi abuela lo era -le respondí.
-¿Ella creció aquí?
-No, se crió en San Petersburgo cuando se llamaba Leningrado. Pero murió aquí.

ahh me encanta Joe!!
Como se llama la rayiz??!
Siguela!!

CrisJonaSchmidt escribió:

Holaaaa!! nueva lectora!!! :amor:

Ame tu novee! esta genial!! :aah:

Siguela.... besos! :hug:

**Secretos Hechizados (Kendall & Tu)**
Una Relación Por Conveniencia (Nick Jonas & Tu) Adaptada


:bye:

bienvenida :P

siguela!!!

siguela!

amo tu nove por favor síguela

Su cabeza se inclinó ligeramente hacia un lado, pero su rostro permanecía impasible.
 
-¿Murió?
 
Asentí con la cabeza.
 
-Hace diecisiete años.
 
-Nena ¿Cuántos años tienes? ¿Veintitrés? ¿Veinticuatro?
 
-Siete.
 
Su cabeza se enderezó.
 
-¿Veintisiete? -Sonaba como si no me creyera.
 
-Sí, veintisiete.
 
Me estudió, pero no soltó nada.
 
Entonces dijo:
 
-Sin embargo, ella tenía que ser joven.
 
-Insuficiencia hepática. Ella era rusa, como, de Rusia. Bebía vodka como si fuera agua y ese no es un estereotipo. Es muy real.
 
Y así era. Y ella se lo pasó a mi tía, por desgracia.
 
Miró hacia la puerta, murmurando:
 
-Esa es la maldita verdad.
 
Mantuve mis ojos en su perfil y le pregunté:
 
-¿Eres ruso?
 
Las puertas se abrieron y su mano vino a mí, no a mi brazo esta vez, sino a mi codo y me incitó a salir, respondiendo:
 
-Maldición, no.
 
Su respuesta fue contundente e insultante dado que era mitad rusa, pero no dije nada al respecto. También me preguntaba sobre su conocimiento acerca del hábito de beber vodka de Rusia, pero no le dije nada. Simplemente caminé con él por el bien iluminado garaje de cemento de sótano.
 
Me llevó hasta un elegante y brillante, de baja altura, auto deportivo gris metalizado que nunca había visto. Estaba tan limpio que relucía y parecía que había sido traído directo de la sala de exposiciones. No tenia idea que era la única pista que tenía era que en la parte trasera tenía la palabra "Vantage". Nunca había escuchado de un auto llamado "Vantage". Lo único que sabia, que como su habitación, su apartamento y su ropa, era fabuloso.
 
Me acercó a la puerta del lado del pasajero y la abrió para mí.
 
-¿Qué tipo de auto es este? -le pregunté, apoyando mi trasero en el asiento.
 
-Ashton Martin -murmuró, con sus ojos en mis pies, los cuales estaba balanceando hacía dentro del auto, y eso fue todo lo que dijo antes de que pudiera cerrar la puerta.
 
Ashton Martin. No estaba segura, pero me pareció que James Bond conducía alguno o varios Ashton Martin.
 
Guau.
 
Me coloqué el cinturón de seguridad y miré alrededor, experimentando la sensación de que, como todo lo demás que tenía que ver con Joe, era pura opulencia.
 
Entró, no se abrochó el cinturón, pero arrancó el auto y ronroneó a nuestro alrededor.
 
Sí, pura opulencia.
 
Luego pasó un brazo alrededor de mi asiento, giró la cabeza y comenzó a dar marcha atrás. Una vez fuera, se enderezó, puso el auto en marcha y nos fuimos.
 
Rápido.
 
Mierda.
 
Estábamos en el segundo nivel de estacionamiento por debajo del edificio y me acordé de uno de mis pocos -pero los tenía- miedos irracionales, que era que no me gustaban los estacionamientos subterráneos. Seguro, había enormes pilares de cemento que sabía que los había diseñado un profesional como para soportar el peso del gran edificio. Pero en lo único en que podía pensar era en que si el tipo había venido un día borracho al trabajo, metía la pata y el edificio se viniera abajo, no habría esperanza para mí. No ayudaba que Joe tuviera un vehículo de alto rendimiento al que claramente le gusta explorar los limites de funcionalidad, por lo que ahora me estaba asustando de una manera diferente.
 
Apretó un botón mientras estábamos acelerando por la rampa que nos llevaría hacia la libertad, y por suerte desaceleró mientras atravesábamos la puerta cuadriculada que mantenía a la chusma fuera, deslizándose fuera de la zona de peligro y dando marcha para incorporarse a la calle.
 
Tomé una respiración.
 
Joe dijo:
 
-Nena.
 
Lo miré para notar que me estaba mirando, o más exactamente, mirando a mi mano que tenía un apretón de muerte en el apoyabrazos de la puerta.
 
Entonces sus volvieron a mi cara.
 
-Uno: he estado conduciendo desde que tenía doce años. Sé lo que estoy haciendo, así que puedes dejar de tratar de fundirte con el auto, relajarte y disfrutarlo. Dos: creo que necesito saber hacia dónde voy.
 
-¿Has estado manejando desde que tenías doce años? -le pregunté.
 
Él no respondió. En su lugar, preguntó de nuevo:
 
-¿Hacia dónde voy?
 
-Capital Hill.
 
Apartó la mirada, giró a la izquierda y le di mi dirección completa.
 
La conversación fue inexistente mientras navegaba las calles como si estuviera intentando batir el record de velocidad desde el centro de Denver hasta Capital Hill. Traté de relajarme y disfrutarlo. Fallé espectacularmente en ese esfuerzo, pero dejé de hacer palanca con la mano en el reposabrazos, colocándola en mi regazo mientras rezaba.
 
Llegamos a mi cuadra y encontró un lugar para estacionar -lo cual era inusual durante la noche, y durante el día, o en cualquier momento para el caso- dos casas más abajo de mi edificio. Sin embargo, no era realmente un sitio. Era más como un espacio entre autos. Aun así, de una sola vez y con una velocidad que hizo que mi corazón se deslizara a mi garganta. Se estacionó en paralelo y metió el costoso auto en un espacio en el que estaba segura que no encajaba, pero de alguna manera lo hizo.
 
Cerré los ojos, tomé aire y luego me volví hacia él para darle las gracias, agradecida de que terminara la noche y terminara mi tiempo con él.
 
Pero mi mirada fue a su espalda mientras salía del auto.
 
-Mierda -dije en voz baja, sin saber si me molestaban sus particulares manifestaciones de caballerosidad. Dándome un paseo. Señalando de manera no ofensiva que necesitaba uno. Protegiéndome de lo que fuese que estuviera pasando en esa habitación. "Joe" y "Caballero" parecían no ir de la mano, por lo que lo encontraba desconcertante en una forma en la que sabía que no debería dedicarle ningún espacio en mi cabeza, pues esta sería la única vez en mi vida que estaría en su presencia, pero también sabía que le daría espacio en mi cabeza más tiempo que una sola noche.

me desabroche el cinturón, mi puerta se abrió y luego sus largos dedos se envolvieron alrededor de mi codo y estuve afuera. Cerró la puerta y me guió hasta la acera, pero nos detuvo a los dos.

Levanté la vista hacia él, preparándome para decirle que estaba agradecida por el paseo y su atención, y que no tenía que acompañarme a mi edificio. Pero las palabras no salieron. Esto fue porque sus ojos se dirigieron hacia abajo de la acera y mis ojos lo siguieron.

Mi calle era, durante el día cuando la economía estaba en auge, elegante. Las casas habían sido renovadas, pintadas, bien cuidadas y dos horribles edificios de apartamentos habían caído tan brillantemente, que se pudieron construir condominios de moda en sus lotes. Los autos en la calle era de nuevos a nuevísimos, tal vez no de lujo, pero tampoco económicos y la vibra era tranquila. Familias o parejas con doble ingreso vivían en estas casas y condominios, se preocupaban por ellos y esto se reflejaba en toda la cuadra.

Excepto en mi edificio, que era donde Joe estaba mirando. Era viejo. No se le había prestado ninguna atención a cómo se vería cuando fuera construido. Ninguna atención a cómo se mantendría. Y era una plaga para el vecindario. Lo bueno era que el alquiler era bajo y venía con una plaza de aparcamiento. Lo malo era, que los vecinos, odiaban al arrendador y, a veces, por asociación, odiaban a los inquilinos, conmigo incluida.

Ahora, extrañamente. Joe estaba mirándolo, otra vez su rostro no decía nada, pero su contemplación era profunda.

-Joe -dije suavemente, su cabeza se sacudió ligeramente y sus ojos se movieron hacia mí-. No tienes que acompañarme a mi edificio. Estoy bien. Gracias por traerme a casa.

Él no respondió y otra vez me ignoró completamente, con su mano todavía enroscada alrededor de mi codo, nos dirigió a mi edificio.

-En realidad -proseguí mientras caminábamos-, este es un buen vecindario.

Era como si yo no hablara. Con sus ojos fijos en mi edificio, continuó moviéndose, sus dedos firmes alrededor de mi carne.

Suspiré y me di por vencida. No era tan lejos y pronto todo terminaría.

Subimos los escalones de la puerta y Joe nos detuvo.

Levanté la vista hacia él para darle las gracias de nuevo, pero habló antes de que yo pudiera hacerlo.

-Presiona el código, nena.

Lo miré fijamente y pregunté:

-¿El código?

Él hizo un gesto con la cabeza hacia el teclado de la puerta.

Lo miré, sabiendo que no funcionaba porque no lo había hecho durante seis meses. Levanté una mano y empujé abriendo la puerta desbloqueada. Mientras hacía eso, pude jurar que escuché el siseo de su respiración exhalando con enojo, pero cuando volteé mi cabeza rápidamente para evaluarlo, él tranquilamente nos llevó a través de la puerta.

Una vez dentro, nos detuvo, me miró y dijo:

-Nena, por favor, dime que no vives en el primer piso.

Eso fue algo extraño para decir y miré hacia el pasillo a las puertas de los apartamentos de primer piso.



Holaaaaaaaaa
bueno gracias!!!
x esperar..
y aquí hay un cap :bye: