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SexTimes (Larry Stylinson)
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
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SexTimes (Larry Stylinson)
Harry suspiró por quinta vez, viendo la televisión sin saber bien de que iba lo que estaba en ese canal. Los pies los movía con desesperación e impaciencia. Imposible ocultar que estaba celoso y aún más imposible, ocultar su ansiedad al no tener a su novio con él. Cambió el canal una y otra vez hasta dejarle en un especial que hablaba de ellos.
El joven sonreía y tonteaba con la chica que estaba a su lado mientras decía que era un fan de One Direction desde hace tiempo. El de rizos aún no se acostumbraba bien a ser conocido por todos; salir de la calle y ser acosado por fans y paparazzis en busca de una foto.
Oh, sí, ese hombre era tan fan del grupo que había dicho 'Lewis' en lugar de Louis. Sonrió, pensando en el mal trabajo que hacían al no saber si quiera sus nombres bien. Casi enseguida se le borró toda mueca de burla al ver la imagen de Louis y Eleanor cogidos de la mano.
Sintió un retortijón en el estómago, como siempre que los veía juntos. No importaba lo incómodo que él estaba al lado de ella, el punto es que su Louis estaba con ella. Quiso tirarse a llorar en el sillón, olvidarse de que en esos momentos estaba abandonado como perro.
La única forma de mantener su relación era que fuese secreta. Y así la mantuvieron, siendo inevitable esas miradas que se echaban y los constantes roces intencionales… Fue cuando llegó Eleanor Calder, una mujercita que sonreía de oreja a oreja a las cámaras y que intentaba hacer su trabajo lo mejor posible. Ser la beard no era trabajo sencillo y menos para Louis que constantemente se molestaba con ella.
Harry no tenía una opinión sobre Eleanor, porque eran pocas las veces que habían intercambiado palabras. Su novio se negaba a que entablara más conversación de la necesaria. Pero el dolor al escuchar que eran pareja y eran felices juntos lo rompía; eran las mentiras más dolorosas.
Cuando estaba por apagar la televisión, se detuvo al escuchar unas curiosas palabras de la chica que daba el reportaje. Sonreía con maldad y sus ojos reflejaban perversión.
—Nos acaban de informar que han sido vistos saliendo de un Motel —rió tontamente—. Esos pillines… ¿Quién los puede culpar? Las hormonas están a todo lo que dan en esta edad, ¿no, Sam?
¿Qué mierda? El rostro se le puso colorado del enojo. Louis y Eleanor saliendo de un motel. Sabía que no debía creer si no veía con sus propios ojos, por eso se molestó cuando subieron una foto de alta definición de ambos. El lugar se veía demasiado íntimo que quiso tirar el control al televisor.
Publicidad, es publicidad… Rodó los ojos. ¡Publicidad! Gruñó un impropio y corrió escaleras arriba en busca de su móvil para marcar a Louis. Espero varios segundos antes de que le enviaran al buzón de voz. Bufó y arrojó el celular a la cama. ¿Por qué Louis no contestaba el celular? Los celos que sentía no se comparaban a ningunos otros que hubiese tenido anteriormente.
Llevaba meses callándose y ya había llegado a su límite. El Motel era lo último que necesitaba. Miles de personas, por no decir millones, pensarán que Louis tiene una activa vida sexual con una chica que apenas y tocaba. Intentó calmarse, acostándose sobre la cama y recordando las veces que habían estado juntos ahí.
Fue cuando tuvo una idea tan descabellada, tan perversa y tan perfecta que pensó que le iba a dar un ataque. Sonrió de lado, imaginando las miles de posibilidades que iba a tener. No podía llegar a un límite de cuanto amaba a Louis y mucho menos cuanto deseaba hacerle tantas cosas indecentes.
Se levantó de la cama, sin perder la sonrisa, y agarró dinero del cajón que estaba a un lado de la cama. Necesitaría mucho para lo que tenía planeado, pero si todo iba bien, Louis no le reprendería por gastarse el dinero.
.
El supermercado no estaba muy lleno, las personas se podían contar con las manos, sin incluir a los cajeros y al personal. Llevaba puesto un gorro azul marino y una bufanda blanca que le cubría medio rostro. Nadie sospechaba que había algo extraño con él, el clima estaba fresco pero llevar bufanda exageraba la situación.
Los pasillos eran iguales, pero Harry sabía que buscaba al estar ahí. Se le antojó coger un bote de helado aunque realmente no lo necesitara. Las fresas y el chocolate líquido. Justo estaba por salir después de pagar cuando vio unas paletas largas y otra idea vino a su mente. Genial, más perversiones, Styles.
Era increíble que nadie se hubiera dado cuenta de quién era. Incluso la cajera lo había pasado por alto y lo miraba como si de un raro se tratase. Daba igual, él ya tenía su novio y no quería que miles de chicas lo persiguieran, lo que al principio fue divertido, se volvió tedioso. Amaba a sus fans, pues gracias a ellas estaba donde estaba, pero a veces necesitaba tiempo para sí mismo.
Llegó a la casa y lo primero que hizo fue ordenar las cosas. Desinfectar las fresas y cortar los restos del cáliz. Mientras se dedicaba a hacer eso, destapó el bote de helado y me metió una cucharada en la boca, sonriendo con diversión y placer. Su boca se hacía agua al pensar en la diversión y de repente, recordó por qué lo estaba haciendo eso.
Louis estaba con Eleanor.
Sabía que debió hacerlo por entretenimiento de ambos y explorar más, pero en esos momentos eran los celos los que estaban actuando. Quería demostrar que él era mucho mejor que Eleanor en cualquier aspecto aunque de sobra conocía la posición de ella.
No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí, pero supuso que Louis ya estaba de regreso. Subió para darse un rápido baño. La ropa se le pegaba por el sudor y se sentía más asqueroso que después de un concierto. Un aroma agradable de flores invadió cada parte de su piel, convirtiendo su suciedad en algo limpio.
Al término de su baño, se enredó una toalla en las caderas. Vestirse era lo último que quería hacer y ya que no duraría mucho con ropa, tomo la decisión de hablarle a Louis así. Marcó con cuidado los números en su teléfono celular y por fin recibió la llamada.
—Hola, amor —respondió, Louis con voz tensa—. ¿Sucede algo malo? Tú conoces las reglas de cuando estoy con Eleanor.
Harry mordió su labio inferior—. ¿Qué hacían en ese motel?
Louis guardó silencio unos minutos que ponían tensa la situación. El Styles quería tirarse al suelo a llorar porque no decía nada.
— ¿Has estado revisando las redes sociales de nuevo?
—No —dijo cortante—. Estaba viendo televisión cuando aparecieron las fotos. Ahora, ¿qué hacían en un motel? —preguntó de nuevo, con aparente tranquilidad, muriéndose por dentro.
—Nada —suspiró cansado—. Fingimos hacer algo que no hacíamos, ¿sí? —estaba comenzando a sonar serio—. Te amo, Harry —susurró.
—También te amo —sonrió perversamente—. Y mientras tú estás con ella, yo me estoy tocando mientras veo nuestro vídeo. ¿Recuerdas? Ese que grabamos en enero —escuchó como tragaba en seco—. Como sea. Regresa a tu cita…
—Harry, no…
—Adiós, Louis…
—Estoy en veinte minutos, Hazza —colgó.
El dichoso vídeo del que hablaban estaba guardado en el clóset, en un lugar especial. Un día Louis había llegado con una cámara nueva e iba de un lado a otro grabando cada cosa que hacía, y ese mismo día, terminaron haciendo una cinta sexual que solo ellos sabían de su existencia.
Harry fue hasta la cocina por las cosas, viendo como su helado se derretía. Frunció el entrecejo, guardando lo que quedaba en la heladera y después metió las fresas, el chocolate y las paletas en una bolsa que se llevó hasta la habitación.
Apagó las luces con excepción la del baño. En lugar de dar un aspecto romántico y sensual, parecía una película de suspenso. Harry comenzaba a dudar si las cosas saldrían según lo esperado. Consultó la hora en su celular; la última llamada de Louis había sido quince minutos atrás.
Se empezó a mover por la habitación, aún semidesnudo, y cogió una fresa para calmar sus nervios. Tenían un sabor agridulce que le fascino. Fue por otra, esta vez, cubierta de chocolate. Lamió desde abajo hasta la punta. Solo imaginando lo delicioso que sabría en otro tipo de cosa y no precisamente una fruta.
— ¿Puedes dejar de hacer eso? —pidió, Louis con una voz ronca, sobresaltando a Harry que dejó caer lo que comía—. Acabo de llegar y mi amiguito ya despertó.
Los ojos verdes de Harry se posaron en el bulto en su pantalón y sintió un calor recorrerle la espina dorsal. Bien decían que el chocolate alimentaba no solo el estómago si no también el lívido. La piel se le había enchinado al reconocer esos ojos salvajes y azules que lo miraban como si fuera a lanzarse sobre él.
— ¿Dónde está Eleanor? —inquirió, indiferente—. Creí que tenían una cita.
—No te hagas el tonto, Styles —respondió, acercándose peligrosamente a él—. Querías que me regresara —lo acorraló contra la pared, pegando su cuerpo con el suyo y respirando en su cuello.
Harry le sonrió—. Uh-huh. —negó—. Jugaremos con mis reglas.
— ¿Jugar?
Se escapó de su atrape y señaló la cama, indicándole que se acostara. Una vez que lo hizo, entre sus manos puso otra fresa cubierta de chocolate, chupando la punta de manera provocadora. Louis gimió.
—Un juego llamado ''Sexytimes'' —explicó—. Trata de hacer que el otro llegué a la frustración y pida clemencia. El que pierda tendrá que quedarse abajo en las próximas dos semanas.
— ¿Qué te hace pensar que aceptaré, Harry? —indagó, burlón—. Me encanta estar arriba.
Se encogió de hombros, aún sin morder la fresa. Louis seguía cada movimiento de su boca, deseando que estuviera en su miembro en lugar de esa fruta con mucha suerte.
—Pensé que sería divertido.
Chupó con tanta fuerza la punta que hizo un extraño sonido. Harry soltó un gemidito por lo delicioso que estaba el chocolate y miró fijamente a los ojos de su novio con malicia.
—Te has metido con el chico equivocado —de un salto ya estaba de pie y a su lado.
Más rápido de lo que imaginó, tenía una paleta larga de quince centímetros abierta. Le sonrió infantilmente y la metió a su boca lo más adentro que pudo. Harry abrió la boca, sorprendido. Simplemente, siempre le había gustado ver como Louis se comía su pene, pero ahora estaba mamando una paleta.
El calor se expandió hasta su miembro, que dio un brinco de entusiasmo ante la imagen que procesaba su cerebro. Louis rió traviesamente al ver esa parte de su anatomía, todo pintaba a que sería el ganador de ese juego. Llevó una mano hasta su entrepierna, sobándose lentamente para calmar el dolor.
—Otra regla —comentó, Harry, regresando en sí—. No podemos auto complacernos, querido Boo.
Louis lo miró con perplejidad. Genial, los pantalones comenzaban ser apretados e incómodos. Continuó jugando con la paleta, en un intento de hacer ceder al menor primero. Harry se imaginó que él sería el perdedor al no poder quitar los ojos del chico. Soltó aire y cogió otra fresa. Masticó pesadamente cada parte y se la pasó de un tirón.
El bote de chocolate estaba de nuevo con él y ya no quería simplemente tenerlo sobre las fresas. Derramó el líquido sobre su dedo, lentamente, escurriéndosele un poco por la palma. Puso el dedo entre sus labios, llenándose del dulce sabor. Louis parecía que iba a explotar en sus pantalones. Entrecerró los ojos en su dirección.
Lamió la bendita paleta, dándose cuenta que el caramelo ya no era grato para su paladar. De nuevo la envolvió, dejándola sobre la mesa. Por primera vez, sujetando una fresa con chocolate. No tenía ni idea de cómo hacer caer al Styles, siendo él el que se rendía con facilidad ante los juegos sexuales.
La inocente fresa fue succionada con fuerza. Harry pensaba que era caer bajo lo que hacía Louis, porque no solamente tenía eso en la boca, si no que subía y bajaba la mano por el largo de la botella de chocolate. No, Harry, sé fuerte…
— ¡Ah! —gruñó—. Tú ganas —Louis se metió la fresa entera a la boca—. Ahora chúpame como a esa estúpida fresa antes de que me muera de frustración sexual.
El chico de ojos azules le sonrió con superioridad, dejando la botella y concentrándose en el molesto Harry. Lo agarró por las muñecas con más fuerza de la necesaria, asustando por un momento al chico, obligándolo a sentarse en la cómoda cama. Se arrodilló frente a él, desamarrando la toalla. Se preguntaba cómo era que no se había caído ante semejante erección.
—Hazza —murmuró—. Quiero que me toques mientras te doy placer.
Harry levantó las cejas pero asintió, haciendo lo que le pedía. Acarició suavemente su parte sexual y Louis gimió con la punta de él en su boca. Ambos se sentían morir con este juego y tenían el presentimiento de que no sería la última vez que lo practicarán.
La lengua de Louis hacía un excelente trabajo, se enredaba como con la paleta y daba suaves mordiscos que provocaban que Harry se estremeciese de placer. No controlaba bien sus movimientos con sus manos; su mente era nublada por todas las sensaciones que lo recorrían. Algo le decía que lo estaba haciendo bien, por los constantes suspiros y gemidos de su novio.
Casi al mismo tiempo llegaron al orgasmo, gritando con demasiada fuerza al sentirse completos. Cansado, el Tomlinson se acostó a un lado de su novio, observando sus ojos cerrados y su sonrisa tonta. Harry era un chico perfecto: cocinaba y era romántico, pero además sabía sus puntos sensibles y cómo hacerlo revolcarse de placer sin llegar al sexo anal. Tal vez con una mirada podría hacer que tuviera un orgasmo.
—Gracias.
Harry abrió sus ojos y se giró hasta él. El mayor cerró sus ojos, adormilado.
—De nada, supongo —replicó—. Lo siento mucho.
— ¿Por qué? —masculló, casi dormido.
—Lo he hecho en un arranque de celos —confesó, avergonzado—. Me enferma verte con Eleanor aunque sé perfectamente que no hay nada entre ustedes.
Louis rió—. Lo siento por eso —casi estaba dormido, y no tenía idea de lo que decía cuando habló—. Pero debería ponerte celoso más seguido sí así consigo que juguemos.
Harry frunció el ceño y se trepó sobre él. Los ojos de Louis se abrieron, topándose con los orbes de su amado y le sonrió con diversión.
—No tienes que ponerme celoso para obtener esto —besó su cuello lentamente—. Pídemelo.
Las manos de Louis envolvieron su cintura, abrazándolo contra su cuerpo en busca del calor. Aspiró el aroma de flores y sudor impregnados en su cabello, y percibió el ligero olor de chocolate. Acarició con lentitud su espalda.
—Ahora no, Harry —dijo—. Quiero descansar un rato.
—Está bien —se hundió en su pecho, cerrando sus ojos, y disfrutando de la paz—. Te amo.
—También te amo. Dulces sueños, babe.
El joven sonreía y tonteaba con la chica que estaba a su lado mientras decía que era un fan de One Direction desde hace tiempo. El de rizos aún no se acostumbraba bien a ser conocido por todos; salir de la calle y ser acosado por fans y paparazzis en busca de una foto.
Oh, sí, ese hombre era tan fan del grupo que había dicho 'Lewis' en lugar de Louis. Sonrió, pensando en el mal trabajo que hacían al no saber si quiera sus nombres bien. Casi enseguida se le borró toda mueca de burla al ver la imagen de Louis y Eleanor cogidos de la mano.
Sintió un retortijón en el estómago, como siempre que los veía juntos. No importaba lo incómodo que él estaba al lado de ella, el punto es que su Louis estaba con ella. Quiso tirarse a llorar en el sillón, olvidarse de que en esos momentos estaba abandonado como perro.
La única forma de mantener su relación era que fuese secreta. Y así la mantuvieron, siendo inevitable esas miradas que se echaban y los constantes roces intencionales… Fue cuando llegó Eleanor Calder, una mujercita que sonreía de oreja a oreja a las cámaras y que intentaba hacer su trabajo lo mejor posible. Ser la beard no era trabajo sencillo y menos para Louis que constantemente se molestaba con ella.
Harry no tenía una opinión sobre Eleanor, porque eran pocas las veces que habían intercambiado palabras. Su novio se negaba a que entablara más conversación de la necesaria. Pero el dolor al escuchar que eran pareja y eran felices juntos lo rompía; eran las mentiras más dolorosas.
Cuando estaba por apagar la televisión, se detuvo al escuchar unas curiosas palabras de la chica que daba el reportaje. Sonreía con maldad y sus ojos reflejaban perversión.
—Nos acaban de informar que han sido vistos saliendo de un Motel —rió tontamente—. Esos pillines… ¿Quién los puede culpar? Las hormonas están a todo lo que dan en esta edad, ¿no, Sam?
¿Qué mierda? El rostro se le puso colorado del enojo. Louis y Eleanor saliendo de un motel. Sabía que no debía creer si no veía con sus propios ojos, por eso se molestó cuando subieron una foto de alta definición de ambos. El lugar se veía demasiado íntimo que quiso tirar el control al televisor.
Publicidad, es publicidad… Rodó los ojos. ¡Publicidad! Gruñó un impropio y corrió escaleras arriba en busca de su móvil para marcar a Louis. Espero varios segundos antes de que le enviaran al buzón de voz. Bufó y arrojó el celular a la cama. ¿Por qué Louis no contestaba el celular? Los celos que sentía no se comparaban a ningunos otros que hubiese tenido anteriormente.
Llevaba meses callándose y ya había llegado a su límite. El Motel era lo último que necesitaba. Miles de personas, por no decir millones, pensarán que Louis tiene una activa vida sexual con una chica que apenas y tocaba. Intentó calmarse, acostándose sobre la cama y recordando las veces que habían estado juntos ahí.
Fue cuando tuvo una idea tan descabellada, tan perversa y tan perfecta que pensó que le iba a dar un ataque. Sonrió de lado, imaginando las miles de posibilidades que iba a tener. No podía llegar a un límite de cuanto amaba a Louis y mucho menos cuanto deseaba hacerle tantas cosas indecentes.
Se levantó de la cama, sin perder la sonrisa, y agarró dinero del cajón que estaba a un lado de la cama. Necesitaría mucho para lo que tenía planeado, pero si todo iba bien, Louis no le reprendería por gastarse el dinero.
.
El supermercado no estaba muy lleno, las personas se podían contar con las manos, sin incluir a los cajeros y al personal. Llevaba puesto un gorro azul marino y una bufanda blanca que le cubría medio rostro. Nadie sospechaba que había algo extraño con él, el clima estaba fresco pero llevar bufanda exageraba la situación.
Los pasillos eran iguales, pero Harry sabía que buscaba al estar ahí. Se le antojó coger un bote de helado aunque realmente no lo necesitara. Las fresas y el chocolate líquido. Justo estaba por salir después de pagar cuando vio unas paletas largas y otra idea vino a su mente. Genial, más perversiones, Styles.
Era increíble que nadie se hubiera dado cuenta de quién era. Incluso la cajera lo había pasado por alto y lo miraba como si de un raro se tratase. Daba igual, él ya tenía su novio y no quería que miles de chicas lo persiguieran, lo que al principio fue divertido, se volvió tedioso. Amaba a sus fans, pues gracias a ellas estaba donde estaba, pero a veces necesitaba tiempo para sí mismo.
Llegó a la casa y lo primero que hizo fue ordenar las cosas. Desinfectar las fresas y cortar los restos del cáliz. Mientras se dedicaba a hacer eso, destapó el bote de helado y me metió una cucharada en la boca, sonriendo con diversión y placer. Su boca se hacía agua al pensar en la diversión y de repente, recordó por qué lo estaba haciendo eso.
Louis estaba con Eleanor.
Sabía que debió hacerlo por entretenimiento de ambos y explorar más, pero en esos momentos eran los celos los que estaban actuando. Quería demostrar que él era mucho mejor que Eleanor en cualquier aspecto aunque de sobra conocía la posición de ella.
No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí, pero supuso que Louis ya estaba de regreso. Subió para darse un rápido baño. La ropa se le pegaba por el sudor y se sentía más asqueroso que después de un concierto. Un aroma agradable de flores invadió cada parte de su piel, convirtiendo su suciedad en algo limpio.
Al término de su baño, se enredó una toalla en las caderas. Vestirse era lo último que quería hacer y ya que no duraría mucho con ropa, tomo la decisión de hablarle a Louis así. Marcó con cuidado los números en su teléfono celular y por fin recibió la llamada.
—Hola, amor —respondió, Louis con voz tensa—. ¿Sucede algo malo? Tú conoces las reglas de cuando estoy con Eleanor.
Harry mordió su labio inferior—. ¿Qué hacían en ese motel?
Louis guardó silencio unos minutos que ponían tensa la situación. El Styles quería tirarse al suelo a llorar porque no decía nada.
— ¿Has estado revisando las redes sociales de nuevo?
—No —dijo cortante—. Estaba viendo televisión cuando aparecieron las fotos. Ahora, ¿qué hacían en un motel? —preguntó de nuevo, con aparente tranquilidad, muriéndose por dentro.
—Nada —suspiró cansado—. Fingimos hacer algo que no hacíamos, ¿sí? —estaba comenzando a sonar serio—. Te amo, Harry —susurró.
—También te amo —sonrió perversamente—. Y mientras tú estás con ella, yo me estoy tocando mientras veo nuestro vídeo. ¿Recuerdas? Ese que grabamos en enero —escuchó como tragaba en seco—. Como sea. Regresa a tu cita…
—Harry, no…
—Adiós, Louis…
—Estoy en veinte minutos, Hazza —colgó.
El dichoso vídeo del que hablaban estaba guardado en el clóset, en un lugar especial. Un día Louis había llegado con una cámara nueva e iba de un lado a otro grabando cada cosa que hacía, y ese mismo día, terminaron haciendo una cinta sexual que solo ellos sabían de su existencia.
Harry fue hasta la cocina por las cosas, viendo como su helado se derretía. Frunció el entrecejo, guardando lo que quedaba en la heladera y después metió las fresas, el chocolate y las paletas en una bolsa que se llevó hasta la habitación.
Apagó las luces con excepción la del baño. En lugar de dar un aspecto romántico y sensual, parecía una película de suspenso. Harry comenzaba a dudar si las cosas saldrían según lo esperado. Consultó la hora en su celular; la última llamada de Louis había sido quince minutos atrás.
Se empezó a mover por la habitación, aún semidesnudo, y cogió una fresa para calmar sus nervios. Tenían un sabor agridulce que le fascino. Fue por otra, esta vez, cubierta de chocolate. Lamió desde abajo hasta la punta. Solo imaginando lo delicioso que sabría en otro tipo de cosa y no precisamente una fruta.
— ¿Puedes dejar de hacer eso? —pidió, Louis con una voz ronca, sobresaltando a Harry que dejó caer lo que comía—. Acabo de llegar y mi amiguito ya despertó.
Los ojos verdes de Harry se posaron en el bulto en su pantalón y sintió un calor recorrerle la espina dorsal. Bien decían que el chocolate alimentaba no solo el estómago si no también el lívido. La piel se le había enchinado al reconocer esos ojos salvajes y azules que lo miraban como si fuera a lanzarse sobre él.
— ¿Dónde está Eleanor? —inquirió, indiferente—. Creí que tenían una cita.
—No te hagas el tonto, Styles —respondió, acercándose peligrosamente a él—. Querías que me regresara —lo acorraló contra la pared, pegando su cuerpo con el suyo y respirando en su cuello.
Harry le sonrió—. Uh-huh. —negó—. Jugaremos con mis reglas.
— ¿Jugar?
Se escapó de su atrape y señaló la cama, indicándole que se acostara. Una vez que lo hizo, entre sus manos puso otra fresa cubierta de chocolate, chupando la punta de manera provocadora. Louis gimió.
—Un juego llamado ''Sexytimes'' —explicó—. Trata de hacer que el otro llegué a la frustración y pida clemencia. El que pierda tendrá que quedarse abajo en las próximas dos semanas.
— ¿Qué te hace pensar que aceptaré, Harry? —indagó, burlón—. Me encanta estar arriba.
Se encogió de hombros, aún sin morder la fresa. Louis seguía cada movimiento de su boca, deseando que estuviera en su miembro en lugar de esa fruta con mucha suerte.
—Pensé que sería divertido.
Chupó con tanta fuerza la punta que hizo un extraño sonido. Harry soltó un gemidito por lo delicioso que estaba el chocolate y miró fijamente a los ojos de su novio con malicia.
—Te has metido con el chico equivocado —de un salto ya estaba de pie y a su lado.
Más rápido de lo que imaginó, tenía una paleta larga de quince centímetros abierta. Le sonrió infantilmente y la metió a su boca lo más adentro que pudo. Harry abrió la boca, sorprendido. Simplemente, siempre le había gustado ver como Louis se comía su pene, pero ahora estaba mamando una paleta.
El calor se expandió hasta su miembro, que dio un brinco de entusiasmo ante la imagen que procesaba su cerebro. Louis rió traviesamente al ver esa parte de su anatomía, todo pintaba a que sería el ganador de ese juego. Llevó una mano hasta su entrepierna, sobándose lentamente para calmar el dolor.
—Otra regla —comentó, Harry, regresando en sí—. No podemos auto complacernos, querido Boo.
Louis lo miró con perplejidad. Genial, los pantalones comenzaban ser apretados e incómodos. Continuó jugando con la paleta, en un intento de hacer ceder al menor primero. Harry se imaginó que él sería el perdedor al no poder quitar los ojos del chico. Soltó aire y cogió otra fresa. Masticó pesadamente cada parte y se la pasó de un tirón.
El bote de chocolate estaba de nuevo con él y ya no quería simplemente tenerlo sobre las fresas. Derramó el líquido sobre su dedo, lentamente, escurriéndosele un poco por la palma. Puso el dedo entre sus labios, llenándose del dulce sabor. Louis parecía que iba a explotar en sus pantalones. Entrecerró los ojos en su dirección.
Lamió la bendita paleta, dándose cuenta que el caramelo ya no era grato para su paladar. De nuevo la envolvió, dejándola sobre la mesa. Por primera vez, sujetando una fresa con chocolate. No tenía ni idea de cómo hacer caer al Styles, siendo él el que se rendía con facilidad ante los juegos sexuales.
La inocente fresa fue succionada con fuerza. Harry pensaba que era caer bajo lo que hacía Louis, porque no solamente tenía eso en la boca, si no que subía y bajaba la mano por el largo de la botella de chocolate. No, Harry, sé fuerte…
— ¡Ah! —gruñó—. Tú ganas —Louis se metió la fresa entera a la boca—. Ahora chúpame como a esa estúpida fresa antes de que me muera de frustración sexual.
El chico de ojos azules le sonrió con superioridad, dejando la botella y concentrándose en el molesto Harry. Lo agarró por las muñecas con más fuerza de la necesaria, asustando por un momento al chico, obligándolo a sentarse en la cómoda cama. Se arrodilló frente a él, desamarrando la toalla. Se preguntaba cómo era que no se había caído ante semejante erección.
—Hazza —murmuró—. Quiero que me toques mientras te doy placer.
Harry levantó las cejas pero asintió, haciendo lo que le pedía. Acarició suavemente su parte sexual y Louis gimió con la punta de él en su boca. Ambos se sentían morir con este juego y tenían el presentimiento de que no sería la última vez que lo practicarán.
La lengua de Louis hacía un excelente trabajo, se enredaba como con la paleta y daba suaves mordiscos que provocaban que Harry se estremeciese de placer. No controlaba bien sus movimientos con sus manos; su mente era nublada por todas las sensaciones que lo recorrían. Algo le decía que lo estaba haciendo bien, por los constantes suspiros y gemidos de su novio.
Casi al mismo tiempo llegaron al orgasmo, gritando con demasiada fuerza al sentirse completos. Cansado, el Tomlinson se acostó a un lado de su novio, observando sus ojos cerrados y su sonrisa tonta. Harry era un chico perfecto: cocinaba y era romántico, pero además sabía sus puntos sensibles y cómo hacerlo revolcarse de placer sin llegar al sexo anal. Tal vez con una mirada podría hacer que tuviera un orgasmo.
—Gracias.
Harry abrió sus ojos y se giró hasta él. El mayor cerró sus ojos, adormilado.
—De nada, supongo —replicó—. Lo siento mucho.
— ¿Por qué? —masculló, casi dormido.
—Lo he hecho en un arranque de celos —confesó, avergonzado—. Me enferma verte con Eleanor aunque sé perfectamente que no hay nada entre ustedes.
Louis rió—. Lo siento por eso —casi estaba dormido, y no tenía idea de lo que decía cuando habló—. Pero debería ponerte celoso más seguido sí así consigo que juguemos.
Harry frunció el ceño y se trepó sobre él. Los ojos de Louis se abrieron, topándose con los orbes de su amado y le sonrió con diversión.
—No tienes que ponerme celoso para obtener esto —besó su cuello lentamente—. Pídemelo.
Las manos de Louis envolvieron su cintura, abrazándolo contra su cuerpo en busca del calor. Aspiró el aroma de flores y sudor impregnados en su cabello, y percibió el ligero olor de chocolate. Acarició con lentitud su espalda.
—Ahora no, Harry —dijo—. Quiero descansar un rato.
—Está bien —se hundió en su pecho, cerrando sus ojos, y disfrutando de la paz—. Te amo.
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Gabby Perez
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