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Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
Nombre: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
Autor: MaríayBea
Adaptación: No.
Género: Adolescentes, fantástica, drama.
Advertencias: Habrán capítulos hot.
Otras páginas: Blog, wattpad y Univision Foro.
Hola a todo el mundo. Me llamo Bea, tengo 16 años y me encantan las novelas, fanfictions, etc. Quiero compartir con vosotros esta novela, que espero que os guste. A continuación os dejaré el prólogo, el trailer y el primer capítulo, pero subiré el segundo y el tercero porque también los tengo publicados en otras páginas.
Me gustaría que me dierais vuestras opiniones sobre la novela. No me gustan los lectores fantasma.
Podéis hablar conmigo sobre cualquier cosa, ¿si? :)
Un beso a todos<3
Pd: Antes de publicar el segundo y el tercer capítulo, me gustaría que comentara alguien.
Autor: MaríayBea
Adaptación: No.
Género: Adolescentes, fantástica, drama.
Advertencias: Habrán capítulos hot.
Otras páginas: Blog, wattpad y Univision Foro.
Hola a todo el mundo. Me llamo Bea, tengo 16 años y me encantan las novelas, fanfictions, etc. Quiero compartir con vosotros esta novela, que espero que os guste. A continuación os dejaré el prólogo, el trailer y el primer capítulo, pero subiré el segundo y el tercero porque también los tengo publicados en otras páginas.
Me gustaría que me dierais vuestras opiniones sobre la novela. No me gustan los lectores fantasma.
Podéis hablar conmigo sobre cualquier cosa, ¿si? :)
Un beso a todos<3
Pd: Antes de publicar el segundo y el tercer capítulo, me gustaría que comentara alguien.
Última edición por MaríayBea el Dom 08 Sep 2013, 11:57 am, editado 3 veces
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
PRÓLOGO
Iban a ser las mejores vacaciones de su vida, hasta que un accidente las arruinó. Un completo desconocido le salvó la vida. Pero todo tiene un precio. Harry tuvo que convertirse en algo sobrehumano, algo que nunca imaginaría que existía: una bestia. Tuvo que aprender a controlar su nuevo ser, aunque no era tarea fácil.
La llegada de una nueva chica lo desconcertó. Ella no se parecía en nada al tipo de chicas que solían circular por allí. Era diferente. O pensaba que podía serlo. No congeniaban, no tenían nada en común; eran polos totalmente opuestos. Lo que los llevó a detestarse mutuamente.
Todo eso cambió una bonita noche. Will presenció lo inimaginable, una escena que la dejaría desconcertada, pero sobre todo, asustada. Y que sin ninguna duda, daría un vuelco a la vida de ambos.
Por si no fueran pocos, ese no era el único de sus problemas. La bestia se descontrolaba, podía hablarle, había tomado forma y vida propia. A causa de eso, dentro de él, brotó un fuego candente. ¿Qué demonios sucedía?
Iban a ser las mejores vacaciones de su vida, hasta que un accidente las arruinó. Un completo desconocido le salvó la vida. Pero todo tiene un precio. Harry tuvo que convertirse en algo sobrehumano, algo que nunca imaginaría que existía: una bestia. Tuvo que aprender a controlar su nuevo ser, aunque no era tarea fácil.
La llegada de una nueva chica lo desconcertó. Ella no se parecía en nada al tipo de chicas que solían circular por allí. Era diferente. O pensaba que podía serlo. No congeniaban, no tenían nada en común; eran polos totalmente opuestos. Lo que los llevó a detestarse mutuamente.
Todo eso cambió una bonita noche. Will presenció lo inimaginable, una escena que la dejaría desconcertada, pero sobre todo, asustada. Y que sin ninguna duda, daría un vuelco a la vida de ambos.
Por si no fueran pocos, ese no era el único de sus problemas. La bestia se descontrolaba, podía hablarle, había tomado forma y vida propia. A causa de eso, dentro de él, brotó un fuego candente. ¿Qué demonios sucedía?
Última edición por MaríayBea el Dom 08 Sep 2013, 11:58 am, editado 1 vez
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
1. RECUERDOS
¿Conoces esa sensación en la que el dolor te persigue pero no puedes hacer nada para evitarlo? ¿Lo has sentido alguna vez? Yo sí. Vivo con él diariamente. Es parte de mi vida. No tengo control sobre él. Lo único que sé acerca de eso, es que aparece cuando menos lo espero. Sin avisar.
Todo sucede muy rápidamente. En menos de treinta segundos, el dolor ya ha invadido todo mi cuerpo. Mi corazón empieza a latir desenfrenadamente; como si de un momento a otro fuese a explotar. Todo mi cuerpo comienza a temblar; mis sentidos se agudizan. Las palmas de mis manos se ponen frías y sudorosas. La adrenalina recorre cada parte de mi cuerpo provocando que se estremezca.
Es algo común en mi estilo de vida. Me transformo.
¿En qué? En una bestia.
No era mi intención convertirme en ésto. No lo quería. Ni siquiera sabía que era posible; que existía. Pero un día, tomaron esa decisión por mí. Salvarme o no. ¿Pero a qué precio?
Por lo general, mi vida ha sido tranquila. Las sorpresas inesperadas no formaban parte de ella. Hasta ahora.
|FLASHBACK|
–Estuve pensando meditadamente en lo que me dijiste –mi voz sonó seca; sin vida.
¿De verdad estaba haciendo lo que creo que iba a hacer? De todas formas, era la mejor opción que tenía.
Mi cuerpo andaba de un lado para otro dentro de aquella estancia. Era una habitación pequeña –pero acogedora–, así que lo único que podía hacer era dar vueltas en círculo.
–¿Te pensaste mi oferta? –asentí con la cabeza dirigiendo mi mirada sobre su rostro. Estaba sentado en una confortante silla de piel marrón. Las facciones de su rostro estaban inexpresivas. Increíblemente tranquilas.
–¿Y qué respondes? –volvió a hablar. Pasé mi mano por mi cabello provocando que algunos rizos se alborotaran.
Su pregunta retumbó en mi cabeza. ¿Lo sabía? ¿Realmente lo sabía? Una mueca se formó en mi rostro que esperaba que no hubiera percibido.
Su mirada se clavó en mi expresión facial, lo que hizo que se pusiera tenso; apretó su mandíbula. Ese gesto logró ponerme nervioso.
–Necesito una respuesta, chaval. No tengo todo el día. O lo tomas o lo dejas –se recostó hacia delante colocando sus codos encima de sus rodillas, y su cabeza apoyada sobre sus manos.
En esa postura parecía menos alto de lo que era en realidad.
–Acepto –musité tragando saliva. Mi mirada se clavó –ahora– en cada uno de sus movimientos.
En su rostro se dibujó una sonrisa de satisfacción ante mi esperada respuesta.
–Me lo esperaba, pero ha sido una sorpresa por tu parte –una risa salió de sus labios haciendo que mi cuerpo se estremeciera–. Espero que no nos decepciones. Y recuerda: ''Si no te hubiéramos encontrado, habrías muerto. Nos debes la vida''. Ten presentes esas palabras, chaval.
Asentí con la cabeza gacha. Estaba asustado, no tenía ni idea de lo que podría pasar de aquí en adelante.
Acababa de venderle mi alma al diablo. Claro que éste no era el que se encontraba sentado en una confortable silla.
Levantó su cuerpo lentamente y lo arrastró para encontrarse con el mío. Cuando ya se encontraba lo suficientemente cerca, tendió su mano enfrente mía. Miré su mano para después posar mis pupilas en su rostro, confundido.
–Oh vamos. No soy tan perverso como piensas. Además, ahora formamos parte del mismo equipo –todo esto lo dijo sin apartar la mano.
No me convenció su discurso, pero se la apreté. Ahora no tenía a nadie; por lo tanto, no tenía nada que perder salvo mi propia vida.
Una sonrisa –sin mostrar los dientes– se le formó. Era una sonrisa que desprendía calidez; no detecté nada maligno en ella, por lo que otra se me formó, acompasando la suya.
|FIN FLASHBACK|
Esto sucedió hará dos años, cuando aún era un chiquillo joven e inocente. Ahora, ya no lo era. Mi vida cambió radicalmente desde aquel momento. Y supe, que no iba a ser el mismo. Razón no me faltaba.
Después de que me ayudaran a controlar mi nuevo yo y a sacarme el máximo potencial, decidieron dejar que llevara una vida casi normal –de cara al público–.
Me llevó un año conseguir llevar a cabo todos esos procesos. Siempre me dijeron que desprendía un aura especial. No he sabido nunca ha qué se referían con eso.
Al final, conseguí llevarme bien con todos. Éramos una gran familia. Sin parentesco alguno entre nosotros pero todos con un único objetivo. Y todos siendo lo que éramos: bestias. Era uno de los principales factores que teníamos en común.
Cuando terminé el año, consiguieron meterme en uno de esos institutos de mala muerte.
Lo odiaba.
Lewis me dijo que lo hacía para que estuviera entretenido dado mi grado de novatez en todo esto. Por otra parte, así tampoco levantaría sospechas –siendo aún menor de edad–.
Yo no soportaba tener que estar encerrado en esos cuatro muros que sujetaban el instituto. Prefería irme con ellos y participar en sus misiones en primera persona. No es lo mismo que cuando me lo cuentan.
Dado que a nadie le importaban mis cualificaciones, estudiaba lo menos posible. Lo que más me animaba para levantarme todas las mañanas era que así podía ver a mis amigos, junto con mis chicas.
Con esto me refería a todas esas mujeres que habían pasado por mi cama. Mi fama de ligón era conocida por todos. Al igual que mis amigos y yo teníamos fama de ser lo chicos malos. En otras palabras, éramos los más populares del instituto por hacer lo que nosotros considerábamos normal: saltarnos las reglas.
Todas las mujeres caían a nuestros pies; tanto si eran más mayores como más jóvenes. Cada uno tenía sus propias preferencias.
Por mi parte, las prefería algunos años mayores que yo. La mayoría de las veces te enseñan algo nuevo debido a su experiencia.
Obviamente, nadie sabía la existencia de mi otro yo. Siempre procuraba tener muchísimo cuidado y mantenerlo lo más alejado posible cuando me encontraba en este mundo.
Luego, se iba acumulando y, había veces en las que al soltarlo todo de golpe, me causaba mucho dolor.
Me pasaba constantemente, así que no tuve otra opción más que acostumbrarme a ello.
Al principio resultó difícil mantener alejada a la bestia, se revelaba con frecuencia. En algunas ocasiones he tenido que marcharme para ocultarme hasta que cesara y recobrara mi aspecto humano.
Tenía el lugar perfecto para llevar a cabo aquella acción: una cueva situada en la falda de una de las montañas que rodeaban la ciudad.
La encontré al poco tiempo de empezar mi aprendizaje. Fue una de las veces en las que me metí en un lío.
Corrí a esconderme dentro del bosque, y de repente la vi.
Cuando entré, lo que más me llamaron la atención fueron los pequeños riachuelos que se formaban en el suelo rocoso y los que descendían del techo. Era lo suficientemente profunda para que, si alguien se encontraba en el exterior, no pudiera verme. Era una gran ventaja, aunque nunca había visto a nadie circular por aquella zona.
El sonido del agua fluir me calmaba. Hacía que mi mente se evadiera de cualquier pensamiento; tanto bueno como malo.
¿Conoces esa sensación en la que el dolor te persigue pero no puedes hacer nada para evitarlo? ¿Lo has sentido alguna vez? Yo sí. Vivo con él diariamente. Es parte de mi vida. No tengo control sobre él. Lo único que sé acerca de eso, es que aparece cuando menos lo espero. Sin avisar.
Todo sucede muy rápidamente. En menos de treinta segundos, el dolor ya ha invadido todo mi cuerpo. Mi corazón empieza a latir desenfrenadamente; como si de un momento a otro fuese a explotar. Todo mi cuerpo comienza a temblar; mis sentidos se agudizan. Las palmas de mis manos se ponen frías y sudorosas. La adrenalina recorre cada parte de mi cuerpo provocando que se estremezca.
Es algo común en mi estilo de vida. Me transformo.
¿En qué? En una bestia.
No era mi intención convertirme en ésto. No lo quería. Ni siquiera sabía que era posible; que existía. Pero un día, tomaron esa decisión por mí. Salvarme o no. ¿Pero a qué precio?
Por lo general, mi vida ha sido tranquila. Las sorpresas inesperadas no formaban parte de ella. Hasta ahora.
|FLASHBACK|
–Estuve pensando meditadamente en lo que me dijiste –mi voz sonó seca; sin vida.
¿De verdad estaba haciendo lo que creo que iba a hacer? De todas formas, era la mejor opción que tenía.
Mi cuerpo andaba de un lado para otro dentro de aquella estancia. Era una habitación pequeña –pero acogedora–, así que lo único que podía hacer era dar vueltas en círculo.
–¿Te pensaste mi oferta? –asentí con la cabeza dirigiendo mi mirada sobre su rostro. Estaba sentado en una confortante silla de piel marrón. Las facciones de su rostro estaban inexpresivas. Increíblemente tranquilas.
–¿Y qué respondes? –volvió a hablar. Pasé mi mano por mi cabello provocando que algunos rizos se alborotaran.
Su pregunta retumbó en mi cabeza. ¿Lo sabía? ¿Realmente lo sabía? Una mueca se formó en mi rostro que esperaba que no hubiera percibido.
Su mirada se clavó en mi expresión facial, lo que hizo que se pusiera tenso; apretó su mandíbula. Ese gesto logró ponerme nervioso.
–Necesito una respuesta, chaval. No tengo todo el día. O lo tomas o lo dejas –se recostó hacia delante colocando sus codos encima de sus rodillas, y su cabeza apoyada sobre sus manos.
En esa postura parecía menos alto de lo que era en realidad.
–Acepto –musité tragando saliva. Mi mirada se clavó –ahora– en cada uno de sus movimientos.
En su rostro se dibujó una sonrisa de satisfacción ante mi esperada respuesta.
–Me lo esperaba, pero ha sido una sorpresa por tu parte –una risa salió de sus labios haciendo que mi cuerpo se estremeciera–. Espero que no nos decepciones. Y recuerda: ''Si no te hubiéramos encontrado, habrías muerto. Nos debes la vida''. Ten presentes esas palabras, chaval.
Asentí con la cabeza gacha. Estaba asustado, no tenía ni idea de lo que podría pasar de aquí en adelante.
Acababa de venderle mi alma al diablo. Claro que éste no era el que se encontraba sentado en una confortable silla.
Levantó su cuerpo lentamente y lo arrastró para encontrarse con el mío. Cuando ya se encontraba lo suficientemente cerca, tendió su mano enfrente mía. Miré su mano para después posar mis pupilas en su rostro, confundido.
–Oh vamos. No soy tan perverso como piensas. Además, ahora formamos parte del mismo equipo –todo esto lo dijo sin apartar la mano.
No me convenció su discurso, pero se la apreté. Ahora no tenía a nadie; por lo tanto, no tenía nada que perder salvo mi propia vida.
Una sonrisa –sin mostrar los dientes– se le formó. Era una sonrisa que desprendía calidez; no detecté nada maligno en ella, por lo que otra se me formó, acompasando la suya.
|FIN FLASHBACK|
Esto sucedió hará dos años, cuando aún era un chiquillo joven e inocente. Ahora, ya no lo era. Mi vida cambió radicalmente desde aquel momento. Y supe, que no iba a ser el mismo. Razón no me faltaba.
Después de que me ayudaran a controlar mi nuevo yo y a sacarme el máximo potencial, decidieron dejar que llevara una vida casi normal –de cara al público–.
Me llevó un año conseguir llevar a cabo todos esos procesos. Siempre me dijeron que desprendía un aura especial. No he sabido nunca ha qué se referían con eso.
Al final, conseguí llevarme bien con todos. Éramos una gran familia. Sin parentesco alguno entre nosotros pero todos con un único objetivo. Y todos siendo lo que éramos: bestias. Era uno de los principales factores que teníamos en común.
Cuando terminé el año, consiguieron meterme en uno de esos institutos de mala muerte.
Lo odiaba.
Lewis me dijo que lo hacía para que estuviera entretenido dado mi grado de novatez en todo esto. Por otra parte, así tampoco levantaría sospechas –siendo aún menor de edad–.
Yo no soportaba tener que estar encerrado en esos cuatro muros que sujetaban el instituto. Prefería irme con ellos y participar en sus misiones en primera persona. No es lo mismo que cuando me lo cuentan.
Dado que a nadie le importaban mis cualificaciones, estudiaba lo menos posible. Lo que más me animaba para levantarme todas las mañanas era que así podía ver a mis amigos, junto con mis chicas.
Con esto me refería a todas esas mujeres que habían pasado por mi cama. Mi fama de ligón era conocida por todos. Al igual que mis amigos y yo teníamos fama de ser lo chicos malos. En otras palabras, éramos los más populares del instituto por hacer lo que nosotros considerábamos normal: saltarnos las reglas.
Todas las mujeres caían a nuestros pies; tanto si eran más mayores como más jóvenes. Cada uno tenía sus propias preferencias.
Por mi parte, las prefería algunos años mayores que yo. La mayoría de las veces te enseñan algo nuevo debido a su experiencia.
Obviamente, nadie sabía la existencia de mi otro yo. Siempre procuraba tener muchísimo cuidado y mantenerlo lo más alejado posible cuando me encontraba en este mundo.
Luego, se iba acumulando y, había veces en las que al soltarlo todo de golpe, me causaba mucho dolor.
Me pasaba constantemente, así que no tuve otra opción más que acostumbrarme a ello.
Al principio resultó difícil mantener alejada a la bestia, se revelaba con frecuencia. En algunas ocasiones he tenido que marcharme para ocultarme hasta que cesara y recobrara mi aspecto humano.
Tenía el lugar perfecto para llevar a cabo aquella acción: una cueva situada en la falda de una de las montañas que rodeaban la ciudad.
La encontré al poco tiempo de empezar mi aprendizaje. Fue una de las veces en las que me metí en un lío.
Corrí a esconderme dentro del bosque, y de repente la vi.
Cuando entré, lo que más me llamaron la atención fueron los pequeños riachuelos que se formaban en el suelo rocoso y los que descendían del techo. Era lo suficientemente profunda para que, si alguien se encontraba en el exterior, no pudiera verme. Era una gran ventaja, aunque nunca había visto a nadie circular por aquella zona.
El sonido del agua fluir me calmaba. Hacía que mi mente se evadiera de cualquier pensamiento; tanto bueno como malo.
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
2. KEYLA
–Espabila Styles –la voz de alguien hizo que me sobresaltara.
Era como si me hubiera encontrado en un trance del que acababa de despertar. Parpadeé varias veces.
–Déjalo. Estará pensando en la cita que tiene después con Keyla –esta vez si que supe de quién provenía la voz: Louis. Éste hizo un gesto agitando los brazos hacia atrás repetidas veces; con los puños cerrados.
Los demás estallaron en una carcajada a causa de ese gesto.
–Al menos, yo tengo a alguien para calentar mi cama –una sonrisa triunfal se me formó. Pararon de reír en seco– ¿Y vosotros?
–Cálmate, Harry –Liam de apresuró en poner paz.
–Yo no he empezado.
–¿Y no te cansas de que Keyla siempre quiera quedar contigo? –esta vez hablaba Niall.
–No. Keyla es... como un perrito. Cuando quiero que venga, viene. Y solo quedamos para complacernos –una risa salió de mis labios.
–Qué cabrón eres, tío –habló Zayn.
Rodeó con su brazo mi cuello para aferrarme a él y descolocarme el pelo. Rápidamente, me deshice de su agarre para intentar descolocarle a él el suyo.
–Ni se te ocurra, Harry. ¿Tienes idea de que lo que tardo para que se me quede así? –hizo unos movimientos raros con las manos. Paré al conseguir –satisfecho–, mi objetivo.
–No soy ningún cabrón. Es ella la que decide si venir o no. No le apunto con ninguna pistola en la sien –hice el gesto–. Y Malik, vuelve a hacer eso y te mataré –esta vez lo miré a él fijamente.
Zayn llevó sus dos manos al aire, señal de que se rendía. Sonreí sin mostrar los dientes.
Este tipo de conversaciones eran normales entre nosotros. Sabemos que no nos haríamos daño los unos a los otros. Aunque hubiera veces en las que parezca que vamos a matarnos entre nosotros.
–Tengo que irme. El deber me espera –les guiñé un ojo y salí pitando hacia el lugar en el que había quedado con Keyla.
Me saludaron antes de perderlos de vista.
Cogí mi Mustang negro, encendí un cigarro y aceleré a toda velocidad.
El coche cumpliría dentro de poco dos años, aunque estaba intacto. Mi padre lo vio en una subasta y pensó que sería un regalo estupendo para hacerme. Él, sin darse cuenta, me hizo un regalo de despedida.
Para mí, es mi pequeña.
Sé que la palabra ''Mustang'' tiene el género masculino, pero me da igual. Es la única a la que de verdad voy a querer. Por ese motivo lo hice. La única que sabe lo que me gusta.
Apoyé mis manos en el volante. Me encontraba parado en un semáforo. Entre los dedos de mi mano derecha reposaba el cigarro que había encendido anteriormente. Me lo llevé a mis labios aspirando ese delicioso aroma y sintiendo como se acumulaba en mi cavidad bucal. Me desprendí de él formando con mi boca un perfecto aro.
En ese momento el semáforo cambió a color verde.
Aceleré.
Por el cristal ya podía ver las numerables casas que componían el barrio de Keyla. Busqué el número ciento siete con la mirada.
Estacioné unas casas detrás para que nadie pudiera sospechar que me encontraba en su casa.
Toqué el timbre de la puerta. Esperé.
La casa tenía una bonita fachada. Lógico. Era otro de los barrios lujosos de la ciudad.
Escuchaba los sonidos de los otros coches. Comprobé –al girarme–, que provenían de los tubos de escape y del chirrido de las ruedas al frenar.
Fijé de nuevo la vista en la puerta cuando ésta se abrió.
Ante mis ojos apareció ella. Llevaba su melena rubia perfectamente colocada. Su cuerpo solamente estaba cubierto por una camiseta de tirantes finos y unos pantalones de deporte cortos. La minúscula camiseta dejaba entrever su ombligo y se le transparentaba levemente el sujetador.
Keyla me miraba expectante de arriba abajo, mordiéndose el labio inferior. Eso provocó que mis sentidos se despertaran.
–Te estaba esperando –comentó juguetona. Una sonrisa pícara se formó en su rostro. Pasamos al interior de la casa.
–Espabila Styles –la voz de alguien hizo que me sobresaltara.
Era como si me hubiera encontrado en un trance del que acababa de despertar. Parpadeé varias veces.
–Déjalo. Estará pensando en la cita que tiene después con Keyla –esta vez si que supe de quién provenía la voz: Louis. Éste hizo un gesto agitando los brazos hacia atrás repetidas veces; con los puños cerrados.
Los demás estallaron en una carcajada a causa de ese gesto.
–Al menos, yo tengo a alguien para calentar mi cama –una sonrisa triunfal se me formó. Pararon de reír en seco– ¿Y vosotros?
–Cálmate, Harry –Liam de apresuró en poner paz.
–Yo no he empezado.
–¿Y no te cansas de que Keyla siempre quiera quedar contigo? –esta vez hablaba Niall.
–No. Keyla es... como un perrito. Cuando quiero que venga, viene. Y solo quedamos para complacernos –una risa salió de mis labios.
–Qué cabrón eres, tío –habló Zayn.
Rodeó con su brazo mi cuello para aferrarme a él y descolocarme el pelo. Rápidamente, me deshice de su agarre para intentar descolocarle a él el suyo.
–Ni se te ocurra, Harry. ¿Tienes idea de que lo que tardo para que se me quede así? –hizo unos movimientos raros con las manos. Paré al conseguir –satisfecho–, mi objetivo.
–No soy ningún cabrón. Es ella la que decide si venir o no. No le apunto con ninguna pistola en la sien –hice el gesto–. Y Malik, vuelve a hacer eso y te mataré –esta vez lo miré a él fijamente.
Zayn llevó sus dos manos al aire, señal de que se rendía. Sonreí sin mostrar los dientes.
Este tipo de conversaciones eran normales entre nosotros. Sabemos que no nos haríamos daño los unos a los otros. Aunque hubiera veces en las que parezca que vamos a matarnos entre nosotros.
–Tengo que irme. El deber me espera –les guiñé un ojo y salí pitando hacia el lugar en el que había quedado con Keyla.
Me saludaron antes de perderlos de vista.
Cogí mi Mustang negro, encendí un cigarro y aceleré a toda velocidad.
El coche cumpliría dentro de poco dos años, aunque estaba intacto. Mi padre lo vio en una subasta y pensó que sería un regalo estupendo para hacerme. Él, sin darse cuenta, me hizo un regalo de despedida.
Para mí, es mi pequeña.
Sé que la palabra ''Mustang'' tiene el género masculino, pero me da igual. Es la única a la que de verdad voy a querer. Por ese motivo lo hice. La única que sabe lo que me gusta.
Apoyé mis manos en el volante. Me encontraba parado en un semáforo. Entre los dedos de mi mano derecha reposaba el cigarro que había encendido anteriormente. Me lo llevé a mis labios aspirando ese delicioso aroma y sintiendo como se acumulaba en mi cavidad bucal. Me desprendí de él formando con mi boca un perfecto aro.
En ese momento el semáforo cambió a color verde.
Aceleré.
Por el cristal ya podía ver las numerables casas que componían el barrio de Keyla. Busqué el número ciento siete con la mirada.
Estacioné unas casas detrás para que nadie pudiera sospechar que me encontraba en su casa.
Toqué el timbre de la puerta. Esperé.
La casa tenía una bonita fachada. Lógico. Era otro de los barrios lujosos de la ciudad.
Escuchaba los sonidos de los otros coches. Comprobé –al girarme–, que provenían de los tubos de escape y del chirrido de las ruedas al frenar.
Fijé de nuevo la vista en la puerta cuando ésta se abrió.
Ante mis ojos apareció ella. Llevaba su melena rubia perfectamente colocada. Su cuerpo solamente estaba cubierto por una camiseta de tirantes finos y unos pantalones de deporte cortos. La minúscula camiseta dejaba entrever su ombligo y se le transparentaba levemente el sujetador.
Keyla me miraba expectante de arriba abajo, mordiéndose el labio inferior. Eso provocó que mis sentidos se despertaran.
–Te estaba esperando –comentó juguetona. Una sonrisa pícara se formó en su rostro. Pasamos al interior de la casa.
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
3. PROVOCACIÓN
La cogí de la cintura y la atraje hasta mí plantándole un beso en sus labios. Keyla reaccionó rápidamente aferrándose a mí. Enroscó sus dedos en mis rizos y en mi nuca atrayéndome hacia sí para intensificar el beso.
Nuestras lenguas pronto se encontraron e hicieron su cometido: que el beso pasara a ser más salvaje.
Dejé caer mis manos sobre su trasero aferrándome y acercándola aún más para que notara la erección de mi entrepierna.
Eso hizo que un gemido saliera de sus labios. Aparté mis labios para susurrarle en el oído:
–¿Te parece si subimos a tu cuarto? No me apetece hacerlo en el suelo –me mojé los labios alejándome un poco de ella para observarla mejor.
–Claro –agarró mi mano y estiró de ella para que la siguiera.
No pude evitar fijar mi vista en su trasero mientras caminábamos. Se movía de un lado hacia otro provocando que mis ganas de tener sexo con ella aumentaran.
No era la primera vez que entraba a su casa para hacer esto. Aunque normalmente eran otros los lugares en los que lo hacíamos.
La habitación no había cambiado ni pizca desde la última vez.
Cerró la puerta tras de nosotros. Lo que me dio ventaja para acomodarme primero en la cama. Tumbé mi cuerpo, puse mis manos debajo de mi nuca y estiré mi cuerpo todo lo largo que daba de sí. Keyla me vio y en seguida se tumbó encima de mí mientras comenzábamos a besarnos desenfrenadamente.
Nos quitamos la ropa el uno al otro –desperdigándola por el suelo de la habitación–, hasta que nuestros cuerpos estuvieron completamente desnudos.
Nuestras miradas estaban cargada de deseo mutuo.
Con un rápido movimiento, abrí uno de los preservativos que tenía en el bolsillo de mi pantalón. Sin perder el tiempo me lo coloqué.
Esta vez, me puse encima y comencé a deslizarme dentro de ella.
Las embestidas iban y venían mientras ardíamos en deseos el uno por el otro.
Keyla hizo una llave con sus piernas alrededor de mi trasero para que, así, el contacto fuera el máximo posible.
Comenzó a morder el lóbulo de mi oreja provocándome un gran placer en esa zona. Era uno de mis puntos débiles. Contraataqué con embestidas más rápidas que hicieron que Keyla gimiera de placer.
Lo presentía. El momento se acercaba cuando unos gruñidos salieron de mis labios. Keyla dio un pequeño grito que luego ahogó.
Habíamos alcanzando el orgasmo mutuo. Coloqué mi pesado cuerpo a su lado para quitarme de encima suya.
Nuestras respiraciones estaban agitadas. Volvimos la cabeza para mirarnos complacidos.
Me tomé unos minutos para recomponerme y después, fui recogiendo mi ropa del suelo. Me vestí para a continuación mirarla a ella –la cual había estado atenta a mis movimientos-.
–Ha sido fantástico, nena. Tenemos que repetirlo pronto –le guiñé un ojo.
Yo ya me encontraba repuesto completamente, pero a ella le llevó más tiempo.
–Llámame Styles –Keyla comenzó a vestirse.
–Lo haré.
Caminé hasta encontrar la entrada por el camino que habíamos recorrido anteriormente.
------------------------------------------------------------------------------------
Hola a todo el mundo:) Me gustaría saber vuestras opiniones acerca de la novela, ¿qué os parece?
Si no me surge ningún problema, publicaré cada dos días. Pero si no, cada tres. Espero no tener que tardar más tiempo, pero nunca se sabe. En cualquier caso, espero avisarles:)
Espero que os esté gustando, un beso♥
La cogí de la cintura y la atraje hasta mí plantándole un beso en sus labios. Keyla reaccionó rápidamente aferrándose a mí. Enroscó sus dedos en mis rizos y en mi nuca atrayéndome hacia sí para intensificar el beso.
Nuestras lenguas pronto se encontraron e hicieron su cometido: que el beso pasara a ser más salvaje.
Dejé caer mis manos sobre su trasero aferrándome y acercándola aún más para que notara la erección de mi entrepierna.
Eso hizo que un gemido saliera de sus labios. Aparté mis labios para susurrarle en el oído:
–¿Te parece si subimos a tu cuarto? No me apetece hacerlo en el suelo –me mojé los labios alejándome un poco de ella para observarla mejor.
–Claro –agarró mi mano y estiró de ella para que la siguiera.
No pude evitar fijar mi vista en su trasero mientras caminábamos. Se movía de un lado hacia otro provocando que mis ganas de tener sexo con ella aumentaran.
No era la primera vez que entraba a su casa para hacer esto. Aunque normalmente eran otros los lugares en los que lo hacíamos.
La habitación no había cambiado ni pizca desde la última vez.
Cerró la puerta tras de nosotros. Lo que me dio ventaja para acomodarme primero en la cama. Tumbé mi cuerpo, puse mis manos debajo de mi nuca y estiré mi cuerpo todo lo largo que daba de sí. Keyla me vio y en seguida se tumbó encima de mí mientras comenzábamos a besarnos desenfrenadamente.
Nos quitamos la ropa el uno al otro –desperdigándola por el suelo de la habitación–, hasta que nuestros cuerpos estuvieron completamente desnudos.
Nuestras miradas estaban cargada de deseo mutuo.
Con un rápido movimiento, abrí uno de los preservativos que tenía en el bolsillo de mi pantalón. Sin perder el tiempo me lo coloqué.
Esta vez, me puse encima y comencé a deslizarme dentro de ella.
Las embestidas iban y venían mientras ardíamos en deseos el uno por el otro.
Keyla hizo una llave con sus piernas alrededor de mi trasero para que, así, el contacto fuera el máximo posible.
Comenzó a morder el lóbulo de mi oreja provocándome un gran placer en esa zona. Era uno de mis puntos débiles. Contraataqué con embestidas más rápidas que hicieron que Keyla gimiera de placer.
Lo presentía. El momento se acercaba cuando unos gruñidos salieron de mis labios. Keyla dio un pequeño grito que luego ahogó.
Habíamos alcanzando el orgasmo mutuo. Coloqué mi pesado cuerpo a su lado para quitarme de encima suya.
Nuestras respiraciones estaban agitadas. Volvimos la cabeza para mirarnos complacidos.
Me tomé unos minutos para recomponerme y después, fui recogiendo mi ropa del suelo. Me vestí para a continuación mirarla a ella –la cual había estado atenta a mis movimientos-.
–Ha sido fantástico, nena. Tenemos que repetirlo pronto –le guiñé un ojo.
Yo ya me encontraba repuesto completamente, pero a ella le llevó más tiempo.
–Llámame Styles –Keyla comenzó a vestirse.
–Lo haré.
Caminé hasta encontrar la entrada por el camino que habíamos recorrido anteriormente.
------------------------------------------------------------------------------------
Hola a todo el mundo:) Me gustaría saber vuestras opiniones acerca de la novela, ¿qué os parece?
Si no me surge ningún problema, publicaré cada dos días. Pero si no, cada tres. Espero no tener que tardar más tiempo, pero nunca se sabe. En cualquier caso, espero avisarles:)
Espero que os esté gustando, un beso♥
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
4. PRIMERA VEZ
Sentí algo vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Mi teléfono. Contesté a la llamada:
–Harry. Tenemos una misión esta noche. No faltes.
–No lo haré, Stephan –me sorprendió que quisieran que participara en un de sus misiones–. ¿Y porqué quiere Lewis que os ayude?
–No lo sé. Solamente me ha dicho que te lo comunicara –eso era raro. Hice una mueca que no pudo percibir ni observar a través del auricular.
–¿Y sobre que trata esa misión? –añadí curioso e intrigado. Debía de ser importante para que me necesitaran también a mí, ya que casi nunca necesitaban mis servicios.
–Es mejor que se lo preguntes a él. Solo puedo decirte que tiene que realizarse esta noche...
Unos molestos pitidos anunciaron el final de esta conversación telefónica. Stephan había colgado.
Con una mano coloqué mis rizos en su sitio y entré dentro de mi pequeña. El sonido de su motor me transmitía seguridad y tranquilidad.
|FLASHBACK|
-Lo primero que debes aprender es saber cómo controlar tus impulsos de matar a alguien. Tanto humano como no –Lewis hablaba acerca de mi primera lección mientras daba vueltas en círculos alrededor de mí.
Estaba consiguiendo ponerme nervioso y saltarme esta primera clase para pasar directamente a matarlo. Este impulso no sabía exactamente si era cosa mía o la bestia que se revelaba.
–Bravo chaval –dijo, parando por unos instantes de caminar y colocándose enfrente mía–. Veo tus ojos repletos de rabia hacía mí. Muy bien. Utilízala.
Enarqué una ceja confundido, sin entender qué era lo que pretendía que hiciera yo.
–Atácame –sentenció finalmente notando mi confusión.
Obedecí su orden. No iba a desaprovechar esta oportunidad cuando me la estaba brindando.
La bestia cobró vida sacando las afiladas garras de las manos y se abalanzó sobre Lewis. Mala idea.
Él consiguió detenerla y, con una simple llave que me hizo dar una voltereta en el aire, logró tumbarme en el suelo provocando que mi cuerpo chocara contra éste de un fuerte golpe.
Gracias a ésto, volví a retomar mi aspecto humano. Abrí los ojos y lo contemplé desde el suelo.
Me fascinó la simple idea de que sabría perfectamente que movimiento utilizaría para atacarle. Eso me dio a pensar con cuántos novatos como yo habría tenido que tratar.
Mi respiración estaba agitada, al contrario que la de él. Su rostro no mostraba el más mínimo signo de haber ''luchado'' conmigo en estos momentos.
Relajó su cuerpo y pude desprenderme de su agarre.
–Tienes que pensar antes de realizar cualquier movimiento. No te dejes llevar por la ira momentánea. Ni por la bestia. Recuerda: eres tú el que tienes que tener el control sobre ella, no al revés –me tendió su mano para ayudarme a levantarme del duro suelo.
–¿Por qué me he vuelto a transformar en humano? –era una duda que estaba rondando en mi cabeza. Tomé su mano para colocarme de pie enfrente de él. Toda la ira de antes, se había esfumado. Ahora lo único que quería, era aprender. Aprender y llegar a ser como él algún día.
–Eso es debido a que tu cuerpo aún no está acostumbrado a la bestia. La rechaza al más mínimo contacto. Pero no debes preocuparte por eso, solo ocurre al principio. Con el paso del tiempo lograrás manejarlo mejor –asentí sin apartar mi mirada de él–. Por hoy ya es suficiente. Continuaremos mañana.
Con estas palabras dio por finalizada la primera lección.
Esto no había echo más que comenzar.
|FIN FLASHBACK|
Sentí algo vibrar en el bolsillo de mi pantalón. Mi teléfono. Contesté a la llamada:
–Harry. Tenemos una misión esta noche. No faltes.
–No lo haré, Stephan –me sorprendió que quisieran que participara en un de sus misiones–. ¿Y porqué quiere Lewis que os ayude?
–No lo sé. Solamente me ha dicho que te lo comunicara –eso era raro. Hice una mueca que no pudo percibir ni observar a través del auricular.
–¿Y sobre que trata esa misión? –añadí curioso e intrigado. Debía de ser importante para que me necesitaran también a mí, ya que casi nunca necesitaban mis servicios.
–Es mejor que se lo preguntes a él. Solo puedo decirte que tiene que realizarse esta noche...
Unos molestos pitidos anunciaron el final de esta conversación telefónica. Stephan había colgado.
Con una mano coloqué mis rizos en su sitio y entré dentro de mi pequeña. El sonido de su motor me transmitía seguridad y tranquilidad.
|FLASHBACK|
-Lo primero que debes aprender es saber cómo controlar tus impulsos de matar a alguien. Tanto humano como no –Lewis hablaba acerca de mi primera lección mientras daba vueltas en círculos alrededor de mí.
Estaba consiguiendo ponerme nervioso y saltarme esta primera clase para pasar directamente a matarlo. Este impulso no sabía exactamente si era cosa mía o la bestia que se revelaba.
–Bravo chaval –dijo, parando por unos instantes de caminar y colocándose enfrente mía–. Veo tus ojos repletos de rabia hacía mí. Muy bien. Utilízala.
Enarqué una ceja confundido, sin entender qué era lo que pretendía que hiciera yo.
–Atácame –sentenció finalmente notando mi confusión.
Obedecí su orden. No iba a desaprovechar esta oportunidad cuando me la estaba brindando.
La bestia cobró vida sacando las afiladas garras de las manos y se abalanzó sobre Lewis. Mala idea.
Él consiguió detenerla y, con una simple llave que me hizo dar una voltereta en el aire, logró tumbarme en el suelo provocando que mi cuerpo chocara contra éste de un fuerte golpe.
Gracias a ésto, volví a retomar mi aspecto humano. Abrí los ojos y lo contemplé desde el suelo.
Me fascinó la simple idea de que sabría perfectamente que movimiento utilizaría para atacarle. Eso me dio a pensar con cuántos novatos como yo habría tenido que tratar.
Mi respiración estaba agitada, al contrario que la de él. Su rostro no mostraba el más mínimo signo de haber ''luchado'' conmigo en estos momentos.
Relajó su cuerpo y pude desprenderme de su agarre.
–Tienes que pensar antes de realizar cualquier movimiento. No te dejes llevar por la ira momentánea. Ni por la bestia. Recuerda: eres tú el que tienes que tener el control sobre ella, no al revés –me tendió su mano para ayudarme a levantarme del duro suelo.
–¿Por qué me he vuelto a transformar en humano? –era una duda que estaba rondando en mi cabeza. Tomé su mano para colocarme de pie enfrente de él. Toda la ira de antes, se había esfumado. Ahora lo único que quería, era aprender. Aprender y llegar a ser como él algún día.
–Eso es debido a que tu cuerpo aún no está acostumbrado a la bestia. La rechaza al más mínimo contacto. Pero no debes preocuparte por eso, solo ocurre al principio. Con el paso del tiempo lograrás manejarlo mejor –asentí sin apartar mi mirada de él–. Por hoy ya es suficiente. Continuaremos mañana.
Con estas palabras dio por finalizada la primera lección.
Esto no había echo más que comenzar.
|FIN FLASHBACK|
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
5. VISITA
Abrí –con dificultad–, mis párpados cerrados.
Pestañeé varias veces para acostumbrar mi vista a los rayos de luz que emergían de la ventana.
Un odioso sonido retumbaba en mi cabeza. Era como si me estuvieran clavando mil cuchillos afilados. Apagué –con un rápido movimiento de muñeca– el despertador situado a la derecha de mi cama.
Llevé las manos a mi cabeza en un intento desesperado para que cesara de retumbarme el bombeo de sangre. Logré que lo sintiera menos. Con eso me bastó.
Levanté mi pesado cuerpo hasta quedar sentado en el borde de la confortable cama. Giré mi cabeza para averiguar qué hora era: las 7:34 a.m.
Tenía que espabilar. No me importaban mis cualificaciones pero no me gustaría que me expulsaran. Y a ellos tampoco. Nadie tenía que sospechar que se trataba de una tapadera.
Hice un esfuerzo tremendo para poder ponerme de pie.
La misión de anoche me había dejado echo polvo. Solamente tenía ganas de dormir y no despertarme hasta dentro de otras ocho horas.
|FLASHBACK|
–Necesitamos tu ayuda. ¿Puedo contar con ella? –Lewis clavó su mirada en mí esperando (casi suplicante) mi respuesta.
–Por supuesto. ¿Qué quieres que haga?
–Verás... tenemos que conseguir comida para aplacar la sed de las bestias. He percibido indicios de revelaciones por parte de algunos de ellos.
–Entiendo. Pero, ¿para qué quieres que intervenga yo? Siempre os las habéis arreglado perfectamente sin mi presencia –repuse ante su contestación de antes.
–Ya es hora de que aprendas. No te vas a librar siempre de este tipo de misiones –una sonrisa picarona se formó en su rostro dejando entrever sus blancos dientes.
–Lo suponía –contesté–. Y sabías perfectamente que estaba deseando tomar parte en una de vuestras misiones –Lewis asintió antes de indicarme que lo siguiera con un ligero balanceo de su mano derecha.
Caminamos por las oscuras calles de Durham hasta dar con el resto del equipo. Nos estaban esperando apoyados en unos grandes camiones y finalizando los últimos detalles antes de partir.
|FIN FLASHBACK|
Gracias a que ''mi pequeña'' tiene una excelente velocidad he podido llegar varios minutos antes de que sonara el timbre.
Antes de nada, lo primero que hice fue pasar a saludar a los chicos. Como predije, estaban metidos en los baños: fumando. El ritual de todas las mañanas.
No estaba como para desperdiciar el tiempo en un cigarrillo. Quizá, más tarde. Ignoré sus múltiples intentos de convencerme.
Caminé por los pasillos de esa cárcel pública: repletos de taquillas a ambos lados de cada pasillo, lo que le daba un aspecto claustrofóbico; monotonía allá donde posabas la vista aparte del olor a rancio –causado por los productos de limpieza– que desprendía el ambiente. Seguí caminando hasta hallar mi clase.
Me adentré y ocupé el asiento que me correspondía y en el que me había sentado desde inicios de curso –situado en una de las últimas filas–.
Levanté mi vista al frente y me llevé una sorpresa al comprobar que Mrs. Downham no se encontraba en su sitio habitual gritando como alma que lleva el diablo para que nos callásemos y dejásemos de armar barullo.
–Marc, ¿dónde está ''la nervios''? –pregunté a mi compañero. ''La nervios'' era el mote que tenía en este instituto. Obviamente, se la conocía así por estar siempre nerviosa y alterada. Suponía que éramos nosotros, los alumnos, los que provocábamos en ella tal cosa.
–Ha tenido que salir un momento. No se más –contestó indiferente. Marc era un pelirrojo de mirada acaramelada y algo reservado.
En esos momentos, el sonido de una puerta abrirse provocó que toda la clase clavara su mirada expectante sobre ésta.
Abrí –con dificultad–, mis párpados cerrados.
Pestañeé varias veces para acostumbrar mi vista a los rayos de luz que emergían de la ventana.
Un odioso sonido retumbaba en mi cabeza. Era como si me estuvieran clavando mil cuchillos afilados. Apagué –con un rápido movimiento de muñeca– el despertador situado a la derecha de mi cama.
Llevé las manos a mi cabeza en un intento desesperado para que cesara de retumbarme el bombeo de sangre. Logré que lo sintiera menos. Con eso me bastó.
Levanté mi pesado cuerpo hasta quedar sentado en el borde de la confortable cama. Giré mi cabeza para averiguar qué hora era: las 7:34 a.m.
Tenía que espabilar. No me importaban mis cualificaciones pero no me gustaría que me expulsaran. Y a ellos tampoco. Nadie tenía que sospechar que se trataba de una tapadera.
Hice un esfuerzo tremendo para poder ponerme de pie.
La misión de anoche me había dejado echo polvo. Solamente tenía ganas de dormir y no despertarme hasta dentro de otras ocho horas.
|FLASHBACK|
–Necesitamos tu ayuda. ¿Puedo contar con ella? –Lewis clavó su mirada en mí esperando (casi suplicante) mi respuesta.
–Por supuesto. ¿Qué quieres que haga?
–Verás... tenemos que conseguir comida para aplacar la sed de las bestias. He percibido indicios de revelaciones por parte de algunos de ellos.
–Entiendo. Pero, ¿para qué quieres que intervenga yo? Siempre os las habéis arreglado perfectamente sin mi presencia –repuse ante su contestación de antes.
–Ya es hora de que aprendas. No te vas a librar siempre de este tipo de misiones –una sonrisa picarona se formó en su rostro dejando entrever sus blancos dientes.
–Lo suponía –contesté–. Y sabías perfectamente que estaba deseando tomar parte en una de vuestras misiones –Lewis asintió antes de indicarme que lo siguiera con un ligero balanceo de su mano derecha.
Caminamos por las oscuras calles de Durham hasta dar con el resto del equipo. Nos estaban esperando apoyados en unos grandes camiones y finalizando los últimos detalles antes de partir.
|FIN FLASHBACK|
Gracias a que ''mi pequeña'' tiene una excelente velocidad he podido llegar varios minutos antes de que sonara el timbre.
Antes de nada, lo primero que hice fue pasar a saludar a los chicos. Como predije, estaban metidos en los baños: fumando. El ritual de todas las mañanas.
No estaba como para desperdiciar el tiempo en un cigarrillo. Quizá, más tarde. Ignoré sus múltiples intentos de convencerme.
Caminé por los pasillos de esa cárcel pública: repletos de taquillas a ambos lados de cada pasillo, lo que le daba un aspecto claustrofóbico; monotonía allá donde posabas la vista aparte del olor a rancio –causado por los productos de limpieza– que desprendía el ambiente. Seguí caminando hasta hallar mi clase.
Me adentré y ocupé el asiento que me correspondía y en el que me había sentado desde inicios de curso –situado en una de las últimas filas–.
Levanté mi vista al frente y me llevé una sorpresa al comprobar que Mrs. Downham no se encontraba en su sitio habitual gritando como alma que lleva el diablo para que nos callásemos y dejásemos de armar barullo.
–Marc, ¿dónde está ''la nervios''? –pregunté a mi compañero. ''La nervios'' era el mote que tenía en este instituto. Obviamente, se la conocía así por estar siempre nerviosa y alterada. Suponía que éramos nosotros, los alumnos, los que provocábamos en ella tal cosa.
–Ha tenido que salir un momento. No se más –contestó indiferente. Marc era un pelirrojo de mirada acaramelada y algo reservado.
En esos momentos, el sonido de una puerta abrirse provocó que toda la clase clavara su mirada expectante sobre ésta.
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
6. NUEVA
–Atención clase –Mrs. Downham dio unas palmadas al aire para que guardásemos silencio–. Os presento a vuestra nueva compañera: Will Redford. Se ha incorporado hoy al curso escolar.
De detrás de la profesora apareció esa chica: su pelo largo y liso caía por debajo de sus hombros recogido en una coleta alta, de un rubio oscuro; sus ojos estaban ocultos tras unas gafas de pasta negras, pero podía decir que eran oscuros; su piel era del color de la canela.
Las mejillas de la chica comenzaron a enrojecer a causa del efecto que provocaba tener toda una clase posando su mirada acusadora en ti.
–Tome asiento, querida –la profesora señaló un sitio libre unas filas por delante de mí, pero en el lado derecho del aula–. Y me gustaría que fueseis amables, si es que podéis, con ella –entrecerró los ojos mirando hacia todos lados. Se volvía más loca por momentos.
La chica asintió cuando Mrs. Downham volvió a mirar hacia ella cambiando completamente la expresión facial por una más relajada y dulce. Tenía mis sospechas sobre si la profesora había sufrido alguna especie de trauma en el instituto.
No era mi intención, pero pasé la mayor parte de la clase atento a sus movimientos. La lección me resultaba un aburrimiento mortal, y hacía tiempo que no observaba a una chica nueva por los alrededores.
Ella se mantuvo callada, posando su atención en las explicaciones de Mrs. Downham o simplemente leyendo el libro asignado por la asignatura.
Me resultó extraño que estuviera tan entregada a la clase. El resto de nosotros contábamos los segundos que faltaban para la hora del recreo. Eran tres horas de literatura seguidas. El infierno existe. Al fin, el delicioso sonido que esperábamos con ansia, llegó.
Mrs. Downham seguía hablando mientras todos corrían desesperados por salir de esas cuatro paredes asfixiantes.
Ella, en cambio, recogió tranquilamente e, incluso, la escuché (a lo lejos) hablar con la profesora. Debía de estar zumbada para hacer tal cosa.
–¿Habéis visto a la nueva? Está para echarle un polvo –soltó pícaramente Zayn colocándose sobre la pared.
–Y que lo digas –corroboró Liam.
–Yo me la tiraría –esta vez era Louis. Me sorprendió que estuvieran de acuerdo sobre los deseos sexuales hacia una tía.
–Seguro que debajo de esa cara de niña buena se esconde una fiera –el comentario de Niall provocó que una sonrisa se formara en mis labios. Era justo lo que pensaba.
Desvié mi mirada hacia la mesa en la cual se había sentado.
Sobre su bandeja de comida reposaban una ensalada y un yogurt, a los que de vez en cuando probaba cuando desviaba la mirada del libro que sostenía entre sus manos; fulminando cada página ansiosa.
El libro tenía una bonita encuadernación clásica. En la portada, pude distinguir las palabras: Moby Dick. Ni lo había leído ni tenía intención de hacerlo por el momento.
Desvié mi mirada hacia ella para concentrarme en cada uno de sus movimientos.
La mesa en la cual se encontraba estaba vacía; no había rastro alguno de ninguna presencia a su alrededor.
Ella no es ni un bellezón ni una monstruosidad. No pertenecería a ninguno de los dos grupos bien diferenciados de esta cárcel: los populares (nosotros) y los nerds.
Ella se encuentra justo en medio.
Demasiado atractiva para ser nerd. Demasiado estudiosa para ser popular.
Era algo que nunca han contemplado mis ojos; que mis sentidos no han percibido en sus dieciocho años de vida humana.
Por eso ha despertado tanto mi interés desde el momento en que mi mirada se cruzó por primera vez con su cuerpo.
–¿En qué piensas, Harry? –los brillantes ojos celestes de Niall me contemplaban expectantes. Esperando una respuesta por mi parte.
–¿Eh? –hice una mueca e intenté recordar sus últimas palabras después de devolver mi mente a la Tierra.
–¿Qué piensas de la nueva? No estarás trazando un plan para acostarte con ella ya, ¿verdad? –una sonora carcajada salió de mi boca.
–No os preocupéis por eso –mi rostro dio paso a una sonrisa pícara al tiempo que mis ojos se achinaban–. Aún –finalicé la oración contemplando sus rostros.
–No esperábamos menos del gran maestro de la seducción –Zayn soltó esta frase antes de darle un mordisco a su sándwich.
Al ver a Zayn realizar esa acción, caí en la cuenta de que aún no había probado mi comida. Increíble. He estado todo este tiempo tan inmerso en mis reflexiones que se me ha olvidado por completo la bandeja de comida que tengo delante de mis narices.
–Solo el tiempo lo dirá –añadí a su frase–. Y, con lo demás, coincido con vosotros muchachos.
–Atención clase –Mrs. Downham dio unas palmadas al aire para que guardásemos silencio–. Os presento a vuestra nueva compañera: Will Redford. Se ha incorporado hoy al curso escolar.
De detrás de la profesora apareció esa chica: su pelo largo y liso caía por debajo de sus hombros recogido en una coleta alta, de un rubio oscuro; sus ojos estaban ocultos tras unas gafas de pasta negras, pero podía decir que eran oscuros; su piel era del color de la canela.
Las mejillas de la chica comenzaron a enrojecer a causa del efecto que provocaba tener toda una clase posando su mirada acusadora en ti.
–Tome asiento, querida –la profesora señaló un sitio libre unas filas por delante de mí, pero en el lado derecho del aula–. Y me gustaría que fueseis amables, si es que podéis, con ella –entrecerró los ojos mirando hacia todos lados. Se volvía más loca por momentos.
La chica asintió cuando Mrs. Downham volvió a mirar hacia ella cambiando completamente la expresión facial por una más relajada y dulce. Tenía mis sospechas sobre si la profesora había sufrido alguna especie de trauma en el instituto.
No era mi intención, pero pasé la mayor parte de la clase atento a sus movimientos. La lección me resultaba un aburrimiento mortal, y hacía tiempo que no observaba a una chica nueva por los alrededores.
Ella se mantuvo callada, posando su atención en las explicaciones de Mrs. Downham o simplemente leyendo el libro asignado por la asignatura.
Me resultó extraño que estuviera tan entregada a la clase. El resto de nosotros contábamos los segundos que faltaban para la hora del recreo. Eran tres horas de literatura seguidas. El infierno existe. Al fin, el delicioso sonido que esperábamos con ansia, llegó.
Mrs. Downham seguía hablando mientras todos corrían desesperados por salir de esas cuatro paredes asfixiantes.
Ella, en cambio, recogió tranquilamente e, incluso, la escuché (a lo lejos) hablar con la profesora. Debía de estar zumbada para hacer tal cosa.
–¿Habéis visto a la nueva? Está para echarle un polvo –soltó pícaramente Zayn colocándose sobre la pared.
–Y que lo digas –corroboró Liam.
–Yo me la tiraría –esta vez era Louis. Me sorprendió que estuvieran de acuerdo sobre los deseos sexuales hacia una tía.
–Seguro que debajo de esa cara de niña buena se esconde una fiera –el comentario de Niall provocó que una sonrisa se formara en mis labios. Era justo lo que pensaba.
Desvié mi mirada hacia la mesa en la cual se había sentado.
Sobre su bandeja de comida reposaban una ensalada y un yogurt, a los que de vez en cuando probaba cuando desviaba la mirada del libro que sostenía entre sus manos; fulminando cada página ansiosa.
El libro tenía una bonita encuadernación clásica. En la portada, pude distinguir las palabras: Moby Dick. Ni lo había leído ni tenía intención de hacerlo por el momento.
Desvié mi mirada hacia ella para concentrarme en cada uno de sus movimientos.
La mesa en la cual se encontraba estaba vacía; no había rastro alguno de ninguna presencia a su alrededor.
Ella no es ni un bellezón ni una monstruosidad. No pertenecería a ninguno de los dos grupos bien diferenciados de esta cárcel: los populares (nosotros) y los nerds.
Ella se encuentra justo en medio.
Demasiado atractiva para ser nerd. Demasiado estudiosa para ser popular.
Era algo que nunca han contemplado mis ojos; que mis sentidos no han percibido en sus dieciocho años de vida humana.
Por eso ha despertado tanto mi interés desde el momento en que mi mirada se cruzó por primera vez con su cuerpo.
–¿En qué piensas, Harry? –los brillantes ojos celestes de Niall me contemplaban expectantes. Esperando una respuesta por mi parte.
–¿Eh? –hice una mueca e intenté recordar sus últimas palabras después de devolver mi mente a la Tierra.
–¿Qué piensas de la nueva? No estarás trazando un plan para acostarte con ella ya, ¿verdad? –una sonora carcajada salió de mi boca.
–No os preocupéis por eso –mi rostro dio paso a una sonrisa pícara al tiempo que mis ojos se achinaban–. Aún –finalicé la oración contemplando sus rostros.
–No esperábamos menos del gran maestro de la seducción –Zayn soltó esta frase antes de darle un mordisco a su sándwich.
Al ver a Zayn realizar esa acción, caí en la cuenta de que aún no había probado mi comida. Increíble. He estado todo este tiempo tan inmerso en mis reflexiones que se me ha olvidado por completo la bandeja de comida que tengo delante de mis narices.
–Solo el tiempo lo dirá –añadí a su frase–. Y, con lo demás, coincido con vosotros muchachos.
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
7.DESCONTROL
* * *
Encerrado. Así es como me siento en este momento. Siento como si, de un momento a otro, estas paredes de cemento fueran a derrumbarse e impactar sobre mi.
No es algo agradable.
La cabeza me da vueltas. Y eso que se encuentra apoyada contra el frío muro –repleto de azulejos–.
La sensación anteriormente describida, me oprime el pecho. Consigue que mi respiración se agite y se entrecorte al unísono. Provocando la falta de oxígeno en mis pulmones.
Mi corazón late desenfrenadamente. Es horrible escuchar ese sonido. Cada latido se me clava como mil cuchillos.
Llevé una mano a mi cabeza pero, algo provocó que la apartara bruscamente. Observé mi mano, y entonces comprendí.
Las facciones de mi rostro se desencajaron. No puede estar ocurriendo esto...
Estoy llevando a cabo la transformación, pero en contra de mi voluntad.
Esto es algo que no me sucedía desde los primeros meses de adiestramiento, cuando aún era un niñato novato en todo esto.
«Una vez que sabes controlar a la bestia, ésto no te volverá a suceder.»
Eran las palabras que Lewis me decía al ver mis intentos fallidos por controlarla años atrás.
No me siento furioso como para que la bestia se descontrole, tampoco.
¿Qué me está sucediendo?
Siento como, cada segundo que pasa, está más cerca de que se realice el cambio completo.
Lucho. Lucho con todas mis fuerzas internas para retenerla; para que no ponga en peligro a los que son como yo.
Concentré toda mi energía en ese único objetivo.
Cerré los ojos y, con ellos, mis puños. Mi mandíbula se endurece, al igual que, mis manos –ahora cerradas–, aprietan fuertemente.
Es una dura lucha interna; lucho contra mí mismo, lucho por controlar mi otro ser, por controlar el lado oscuro de mí, lucho contra mi propia voluntad.
Milagrosamente, coloqué a la bestia resguardada de los amenazantes y codiciosos ojos humanos.
Un suspiro recorrió mis cuerdas vocales hasta ascender y disiparse en mi boca.
Me siento aliviado de que no haya ocurrido nada peor. Porque podría haberlo sido.
Quité el pestillo de la puerta del estrecho baño y, al fin, me deslizo fuera de esas cuatro paredes claustrofóbicas.
Apoyo mis dos manos en el mármol de mala calidad y coloco mis brazos en tensión, soportando todo el peso de mi cuerpo. Bajo mi cabeza evitando el contacto con mi reflejo en el espejo.
«Esta vez te has salvado, amigo. ¡Pura suerte! Puede que la próxima vez no tengas tanta.»
Hice una mueca de disgusto. Mi subconsciente siempre consigue sorprenderme.
Algunas veces, tengo la sensación de que, estoy dividido no solo en cuerpo, sino también en mente; que somos dos seres totalmente distintos. ¡Qué tiene vida propia!
«Valla estupidez.» Me recuerda mi subconsciente.
Por unos segundos, mi mirada se clava en la persona que se encuentra dentro del cristal. Cuánto has cambiado, amigo.
Rápidamente, abro el grifo del lavabo que tengo más cerca. Con mis manos, hago un cuenco para coger agua y estamparla sobre mi rostro. Repito dos veces este procedimiento.
Está fría. Se me clava en la piel consiguiendo que me despeje.
Retiro algunos mechones rizados que se escapan por mi frente.
Con diferencia, me siento mejor que antes. Aliviado.
Un estruendo ensordecedor llegó a mis canales auditivos sin avisar. Ese sonido que anunciaba la vuelta al mundo real.
* * *
Encerrado. Así es como me siento en este momento. Siento como si, de un momento a otro, estas paredes de cemento fueran a derrumbarse e impactar sobre mi.
No es algo agradable.
La cabeza me da vueltas. Y eso que se encuentra apoyada contra el frío muro –repleto de azulejos–.
La sensación anteriormente describida, me oprime el pecho. Consigue que mi respiración se agite y se entrecorte al unísono. Provocando la falta de oxígeno en mis pulmones.
Mi corazón late desenfrenadamente. Es horrible escuchar ese sonido. Cada latido se me clava como mil cuchillos.
Llevé una mano a mi cabeza pero, algo provocó que la apartara bruscamente. Observé mi mano, y entonces comprendí.
Las facciones de mi rostro se desencajaron. No puede estar ocurriendo esto...
Estoy llevando a cabo la transformación, pero en contra de mi voluntad.
Esto es algo que no me sucedía desde los primeros meses de adiestramiento, cuando aún era un niñato novato en todo esto.
«Una vez que sabes controlar a la bestia, ésto no te volverá a suceder.»
Eran las palabras que Lewis me decía al ver mis intentos fallidos por controlarla años atrás.
No me siento furioso como para que la bestia se descontrole, tampoco.
¿Qué me está sucediendo?
Siento como, cada segundo que pasa, está más cerca de que se realice el cambio completo.
Lucho. Lucho con todas mis fuerzas internas para retenerla; para que no ponga en peligro a los que son como yo.
Concentré toda mi energía en ese único objetivo.
Cerré los ojos y, con ellos, mis puños. Mi mandíbula se endurece, al igual que, mis manos –ahora cerradas–, aprietan fuertemente.
Es una dura lucha interna; lucho contra mí mismo, lucho por controlar mi otro ser, por controlar el lado oscuro de mí, lucho contra mi propia voluntad.
Milagrosamente, coloqué a la bestia resguardada de los amenazantes y codiciosos ojos humanos.
Un suspiro recorrió mis cuerdas vocales hasta ascender y disiparse en mi boca.
Me siento aliviado de que no haya ocurrido nada peor. Porque podría haberlo sido.
Quité el pestillo de la puerta del estrecho baño y, al fin, me deslizo fuera de esas cuatro paredes claustrofóbicas.
Apoyo mis dos manos en el mármol de mala calidad y coloco mis brazos en tensión, soportando todo el peso de mi cuerpo. Bajo mi cabeza evitando el contacto con mi reflejo en el espejo.
«Esta vez te has salvado, amigo. ¡Pura suerte! Puede que la próxima vez no tengas tanta.»
Hice una mueca de disgusto. Mi subconsciente siempre consigue sorprenderme.
Algunas veces, tengo la sensación de que, estoy dividido no solo en cuerpo, sino también en mente; que somos dos seres totalmente distintos. ¡Qué tiene vida propia!
«Valla estupidez.» Me recuerda mi subconsciente.
Por unos segundos, mi mirada se clava en la persona que se encuentra dentro del cristal. Cuánto has cambiado, amigo.
Rápidamente, abro el grifo del lavabo que tengo más cerca. Con mis manos, hago un cuenco para coger agua y estamparla sobre mi rostro. Repito dos veces este procedimiento.
Está fría. Se me clava en la piel consiguiendo que me despeje.
Retiro algunos mechones rizados que se escapan por mi frente.
Con diferencia, me siento mejor que antes. Aliviado.
Un estruendo ensordecedor llegó a mis canales auditivos sin avisar. Ese sonido que anunciaba la vuelta al mundo real.
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
8. ASIGNACIÓN
* * *
Clase de periodismo. Es una optativa. Cuando la escogí, pensé que sería pan comido. Otro de mis errores. Las actividades son agotadoras y tienes que poner en práctica todos tus conocimientos.
–Os voy a mostrar la actividad de este semestre –anunció la profesora Orwell.
Oh no. Perfecto. Ahora nos mandaría escribir un artículo de diez mil palabras sobre el cambio climático o de los problemas que podrían surgir a partir de una crisis económica mundial.
–Será por parejas. Y tendréis que rodar un documental sobre un tema que se os asignará por sorteo. Voy a asignar las parejas primero para que no surgan malentendidos –a continuación, empezó a rebuscar entre los papeles de su mesa, hasta que encuentra un papel doblado cuidadosamente por la mitad.
–Lenny... con Tamara; Lauren con Tom; Dhalila con Melanie; Harry... –mis oídos se agudizaron para escuchar el nombre de mi pareja. Sinceramente, me esperaba que me asignara a otro de los alumnos que, como yo, no hacían mucho, como Bill... o Chase, o...
–... con Will –sentenció al fin.
¿Will? ¿De quién demonios estaba hablando?
De entre las primeras filas, una chica volvió su cabeza. Ahora todo encaja. Me ha tocado con la nueva. ¡Esto si que es una sorpresa! No me lo esperaba. ¿Es un plan secreto de los profesores para mostrarle lo mejor de este instituto? Reí para mis adentros ante mi elocuente sarcasmo.
Will hizo una mueca a la que no pude adivinar su significado. Mierda. ¿Qué le pasa? Aunque, viéndolo desde otra perspectiva, podría estar bien.
* * *
–¿Qué hay, encanto? –saludé apoyado contra una de las taquillas. La puerta de una de ellas se abrió de repente impidiéndome ver nada.
Una mano se alzó e hizo su aparición de detrás de ésta. Entre sus dedos, sostenía una nota. La colocó delante de mis narices.
–Esta es la dirección a la que tienes que ir esta tarde. En ella, también está la hora.
Ni siquiera se molestó en mirarme cara a cara. Seguía ocupada haciendo dios sabe qué, o simplemente evitando encontrarse conmigo. Chica lista.
–¿Y quién te ha dicho que yo valla a ir? –crucé los brazos sobre mis pecho. Quería que el tono de superioridad de mi voz se hubiera notado.
Retira la mano y vuelve a esconderla detrás de la puerta abierta. Puedo percibir como intenta calmar su respiración respirando profundamente.
–Por favor... –susurra, o más bien musita.
Un suspiro salió de mis labios antes de responder:
–No te prometo nada, Will.
Vuelve a estamparme la nota en la cara, pero esta vez la cojo. Cierra la taquilla una vez que lo hago. Y, por primera vez desde que había comenzado esta conversación, me mira. Sus ojos grises resplandecían.
–Con eso me basta –dice sin apartar su mirada de mí –. Luego nos vemos.
Se dispone a marcharse, pero añado una última frase:
–Eso ya lo veremos.
Mi respuesta supone un desafío para ella. Gira su cabeza para mostrarme la flamante sonrisa que se ha formado en sus labios antes de continuar caminando.
En mis rostro de formó una mueca. No me gusta que sea tan espabilada.
Decido saltarme esta última clase e irme con los chicos a fumar al cuarto de baño. De seguro que los encontraría allí.
–Abrir, soy Harry –di varios toques leves en la puerta de uno de esos espacios reducidos con los nudillos.
Escucho como el pestillo va abriéndose.
* * *
Clase de periodismo. Es una optativa. Cuando la escogí, pensé que sería pan comido. Otro de mis errores. Las actividades son agotadoras y tienes que poner en práctica todos tus conocimientos.
–Os voy a mostrar la actividad de este semestre –anunció la profesora Orwell.
Oh no. Perfecto. Ahora nos mandaría escribir un artículo de diez mil palabras sobre el cambio climático o de los problemas que podrían surgir a partir de una crisis económica mundial.
–Será por parejas. Y tendréis que rodar un documental sobre un tema que se os asignará por sorteo. Voy a asignar las parejas primero para que no surgan malentendidos –a continuación, empezó a rebuscar entre los papeles de su mesa, hasta que encuentra un papel doblado cuidadosamente por la mitad.
–Lenny... con Tamara; Lauren con Tom; Dhalila con Melanie; Harry... –mis oídos se agudizaron para escuchar el nombre de mi pareja. Sinceramente, me esperaba que me asignara a otro de los alumnos que, como yo, no hacían mucho, como Bill... o Chase, o...
–... con Will –sentenció al fin.
¿Will? ¿De quién demonios estaba hablando?
De entre las primeras filas, una chica volvió su cabeza. Ahora todo encaja. Me ha tocado con la nueva. ¡Esto si que es una sorpresa! No me lo esperaba. ¿Es un plan secreto de los profesores para mostrarle lo mejor de este instituto? Reí para mis adentros ante mi elocuente sarcasmo.
Will hizo una mueca a la que no pude adivinar su significado. Mierda. ¿Qué le pasa? Aunque, viéndolo desde otra perspectiva, podría estar bien.
* * *
–¿Qué hay, encanto? –saludé apoyado contra una de las taquillas. La puerta de una de ellas se abrió de repente impidiéndome ver nada.
Una mano se alzó e hizo su aparición de detrás de ésta. Entre sus dedos, sostenía una nota. La colocó delante de mis narices.
–Esta es la dirección a la que tienes que ir esta tarde. En ella, también está la hora.
Ni siquiera se molestó en mirarme cara a cara. Seguía ocupada haciendo dios sabe qué, o simplemente evitando encontrarse conmigo. Chica lista.
–¿Y quién te ha dicho que yo valla a ir? –crucé los brazos sobre mis pecho. Quería que el tono de superioridad de mi voz se hubiera notado.
Retira la mano y vuelve a esconderla detrás de la puerta abierta. Puedo percibir como intenta calmar su respiración respirando profundamente.
–Por favor... –susurra, o más bien musita.
Un suspiro salió de mis labios antes de responder:
–No te prometo nada, Will.
Vuelve a estamparme la nota en la cara, pero esta vez la cojo. Cierra la taquilla una vez que lo hago. Y, por primera vez desde que había comenzado esta conversación, me mira. Sus ojos grises resplandecían.
–Con eso me basta –dice sin apartar su mirada de mí –. Luego nos vemos.
Se dispone a marcharse, pero añado una última frase:
–Eso ya lo veremos.
Mi respuesta supone un desafío para ella. Gira su cabeza para mostrarme la flamante sonrisa que se ha formado en sus labios antes de continuar caminando.
En mis rostro de formó una mueca. No me gusta que sea tan espabilada.
Decido saltarme esta última clase e irme con los chicos a fumar al cuarto de baño. De seguro que los encontraría allí.
–Abrir, soy Harry –di varios toques leves en la puerta de uno de esos espacios reducidos con los nudillos.
Escucho como el pestillo va abriéndose.
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
9. PRIMER CONTACTO
* * *
–No.
–¿Por qué no, Harry?
–No pienso hacer eso.
–¿Acaso tienes una idea mejor?
–Puede...
–Exponla, pues.
–No me da la gana.
–Eres insoportable –bufó Will–. No quieres mi idea pero tampoco quieres explicarme la tuya. Espléndido.
–Simplemente, no quiero hacer este maldito trabajo al que no le encuentro ningún sentido.
–No lo tendrá para ti.
–¿Y qué significa para ti una estúpida nota?
–Esa estúpida nota, como tú dices, es mi salida para conseguir la beca que necesito. Aunque no creo que a alguien como tú le interese lo más mínimo –dijo la última frase con un tono de desprecio.
–No me conoces –gruñí de mala gana.
–Y tú a mi tampoco, Harry.
–Esto es una pérdida de tiempo. Me largo.
Ante la atenta mirada de Will, cogí mi cazadora de cuero negro –colocada anteriormente en el respaldo de la silla– y, a paso ligero, me alejé de esa escena.
Me niego rotundamente a que una niñata del tres al cuarto venga a darme órdenes.
El único que puede darme órdenes y estar seguro de que las cumpliré sin rechistar, es mi tutor: Lewis.
«¿Estás seguro?»
Me estremecí. Ese pensamiento no era mío. Había sonado en mi cabeza (de eso estaba seguro) pero no lo había pensado ¿Qué demonios...?
«No tengas miedo. Estoy más cerca de lo que crees.»
Las palabras sonaban en un susurro casi imperceptible. ¿Qué quería decir con eso? Si su intención era la de asustarme, ¿por qué me ha dicho que no tenga miedo?
Aguardé en silencio, atento, para que pudiera volver a escuchar esa voz.
Nada. El silencio absoluto.
Los minutos pasan veloces como balas. Pero no la vuelvo a escuchar de nuevo. Podrían haber sido imaginaciones mías. En realidad, estaba cansado.
Llevé mis dedos al puente de mi nariz y cerré los ojos. Me tomé unos minutos para tranquilizarme.
Dejé mi mente en blanco mientras escuchaba el sonido de mi respiración acompasada.
Compaginar ambos mundos no es fácil, es bastante agotador y debo de llevar sumo cuidado.
Desde el accidente he tenido que aprender a sobrellevarlos.
* * *
–No.
–¿Por qué no, Harry?
–No pienso hacer eso.
–¿Acaso tienes una idea mejor?
–Puede...
–Exponla, pues.
–No me da la gana.
–Eres insoportable –bufó Will–. No quieres mi idea pero tampoco quieres explicarme la tuya. Espléndido.
–Simplemente, no quiero hacer este maldito trabajo al que no le encuentro ningún sentido.
–No lo tendrá para ti.
–¿Y qué significa para ti una estúpida nota?
–Esa estúpida nota, como tú dices, es mi salida para conseguir la beca que necesito. Aunque no creo que a alguien como tú le interese lo más mínimo –dijo la última frase con un tono de desprecio.
–No me conoces –gruñí de mala gana.
–Y tú a mi tampoco, Harry.
–Esto es una pérdida de tiempo. Me largo.
Ante la atenta mirada de Will, cogí mi cazadora de cuero negro –colocada anteriormente en el respaldo de la silla– y, a paso ligero, me alejé de esa escena.
Me niego rotundamente a que una niñata del tres al cuarto venga a darme órdenes.
El único que puede darme órdenes y estar seguro de que las cumpliré sin rechistar, es mi tutor: Lewis.
«¿Estás seguro?»
Me estremecí. Ese pensamiento no era mío. Había sonado en mi cabeza (de eso estaba seguro) pero no lo había pensado ¿Qué demonios...?
«No tengas miedo. Estoy más cerca de lo que crees.»
Las palabras sonaban en un susurro casi imperceptible. ¿Qué quería decir con eso? Si su intención era la de asustarme, ¿por qué me ha dicho que no tenga miedo?
Aguardé en silencio, atento, para que pudiera volver a escuchar esa voz.
Nada. El silencio absoluto.
Los minutos pasan veloces como balas. Pero no la vuelvo a escuchar de nuevo. Podrían haber sido imaginaciones mías. En realidad, estaba cansado.
Llevé mis dedos al puente de mi nariz y cerré los ojos. Me tomé unos minutos para tranquilizarme.
Dejé mi mente en blanco mientras escuchaba el sonido de mi respiración acompasada.
Compaginar ambos mundos no es fácil, es bastante agotador y debo de llevar sumo cuidado.
Desde el accidente he tenido que aprender a sobrellevarlos.
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
10. INICIO
Desde el accidente he tenido que aprender a sobrellevarlos.
El accidente...
|FLASHBACK|
–Mamá, papá –grité desde la entrada de nuestra casa–. Llegaremos tarde si no os dais prisa.
–Relájate cariño. Sé que estas emocionado, pero el campamento no se va a ir –contestó mi madre con tono dulce. Posó su mano en mi barbilla acariciándola suavemente.
El campamento era un lugar donde se practicaban deportes de riesgo: tirolina, parapente, piragüismo, rafting...
Fuimos hace dos años y nos encantó. Somos fanáticos de estos deportes, aunque solo los practicamos de vez en cuando.
De esta manera empezaban nuestras vacaciones de verano.
–¿Os habéis puesto los cinturones de seguridad? –preguntó mi padre una vez que hubo puesto en marcha el coche.
–Sí –respondimos mi madre y yo al unísono.
El trayecto duraba unas dos horas, pero parábamos en alguna gasolinera a comer y a despejarnos.
La previsión del tiempo para hoy es de fuertes lluvias torrenciales y ciclones por la parte sur del país. Se recomienda a los que viajen que...
–Por la parte sur... –murmuró mi padre cambiando de emisora.
–No nos pillará a nosotros. Por esta zona, el sol resplandece.
Mi madre intenta tranquilizarnos a los dos.
El campamento está hacia el sur, espero que no se equivoque.
Después de una hora en la carretera, vimos un área de descanso: una gasolinera que debía de ser de los años 70 y un viejo bar.
Paramos.
Ya dentro, una mujer mayor nos atendió amablemente.
El sitio es sencillo, aunque descuidado. Una barra larga ocupa la mayor parte del establecimiento. Junto a los ventanales, que tienen vistas directas con la carretera, hay sillones a ambos lados con mesas en el centro de éstos. Al fondo, se pueden observar algunas mesas pequeñas con dos sillas.
Las bombillas emitían poca luz, y varias de ellas destelleaban –a punto de apagarse–.
Nos sirvieron la comida. Estaba deliciosa. Una pena que el establecimientos no le haga justicia.
Aparte de nosotros no hay nadie más dentro. Estamos bastante relajados.
Nos dirigimos a la barra a pagar la cuenta cuando, de repente, aparece un hombre algo mayor que la mujer y nos dice:
–Una tormenta amenaza con arrasar la parte sur. Os aconsejaría que dieseis media vuelta.
–No se preocupe. Sabemos lo que hacemos –añade mi padre con una sonrisa.
–Con que aventureros... –se rasca la barba canosa que le sobresale de la barbilla–- Llevad cuidado. Hasta los más confiados sufren las consecuencias.
–Gracias. Seguiremos su consejo –se apresuró a decir mi madre amablemente– Y ahora si nos disculpa.
–Bien.
Eso fue todo lo que dijo antes de saliéramos poe la puerta y dejásemos atrás el establecimiento.
–¿No deberíamos seguir su advertencia? –aconsejé cuando estuvimos dentro del coche.
–Hemos pasado situaciones peores. Una tormenta no nos fastidiará las vacaciones.
Cogimos un camino solitario. Solamente vemos un camión delante de nosotros –aunque no estamos cerca de él–.
El cielo se ha vuelto grisáceo a medida que avanzábamos a causa de la gran acumulación de nubes.
El viento azota con fuerza y con brusquedad. Se escucha el silbido que deja a su paso.
No dejo de mirar por la ventanilla el paisaje desértico que hay más allá de los límites de la carretera.
El camión que se ve lejano, cada vez está más cerca. No me explico como.
De repente, de la nada, surge un tornado. Elegante, majestuoso y furioso. Se traga cualquier cosa que le oponga resistencia. Como ha pasado con el camión que minutos antes circulaba delante nuestra.
El corazón me late ferozmente debajo del pecho. La adrenalina –que esperaba no sentir hasta llegar al campamento– circula rápida y libremente por todo mi organismo.
El vehículo salió disparado hacia arriba, elevándose y perdiendo piezas mientras giraba descontroladamente. Miramos perplejos esa escena.
Hasta que una gigantesca rueda amenazaba con chocarnos.
Mi padre intentó esquivarla pegando un frenazo y un giro brusco. Pero fue en vano.
La rueda colisionó con nuestro vehículo provocando que perdiera el control.
Otra piezas también salieron disparadas en nuestra dirección haciendo que la colisión fuera mayor.
Después, la nada.
La oscuridad lo invadió todo provocándome un sueño pesado. Mi cuerpo se volvió ligero como una pluma. Quería despertar pero no podía. Las fuerzas me fallaban. Hasta que paré. Y todo el dolor, cesó.
|FIN FLASHBACK|
Y como me encontraron...
|FLASHBACK|
–No hemos podido hacer nada por los otros dos. Estaban muertos cuando hemos llegado.
–De acuerdo. Solo tenemos que esperar a que despierte el chico.
¿Estoy soñando? ¿Quiénes son esos tipos? ¿Dónde me encuentro ahora?
Mi último recuerdo era el de salir de un bar de carretera; junto con mis padres. E íbamos a un campamento a pasar las vacaciones.
¿Qué ha sucedido?
Siento mis párpados pesados. Como si me los hubieran pegado con algún tipo de adhesivo o producto. La boca me sabe a metal con un sabor agridulce y seco. La lengua, rasposa.
La cabeza no para de darme vueltas, aunque no tenga los ojos abiertos.
Pero, lo que puedo sentir con mayor intensidad, es un peso enorme. No sabría decir con exactitud si dentro de mi cuerpo o en su exterior, pero lo sentía. Era una sensación que no recordaba haberla sentido alguna vez.
Era extraña.
Los murmullos a mi alrededor cesaron, por lo que me cuestioné si era el mejor momento para abrir los ojos.
Esperé pacientemente para comprobar si escuchaba el menor ruido. Nada.
Lentamente fui despegando los párpados y, lo primero que pude observar, fueron los potentes rayos de luz que se filtraban a través de mis pestañas entrelazadas.
Parpadeé varias veces para acostumbrar mi vista al resplandor.
Una vez que lo conseguí, detecté dos figuras ennegrecidas –una a cada lado–que me observaban atentamente.
–Bienvenido a la vida, chaval –dijo una de las sombras. Tenía una voz grave.
–¿Cómo te encuentras? ¿Estás mareado? ¿Sientes nauseas? –la otra sombra se abalanzó sobre mí proyectando una luz artificial sobre mis ojos. Primero en uno, y luego en el otro.
–¿Dónde estoy? –formulé la pregunta que sonó en un susurro. Como si hubiera tenido que hacer un esfuerzo enorme en decirla. Aunque verdaderamente, así era.
–No hables. Ya habrá tiempo más tarde para charlas, ¿si? –la primera sombra me habló de nuevo.
Poco a poco, me di cuenta de que no se trataban simplemente de sombras, sino que iban tornándose sólidas y cogían formas y texturas.
La primera sombra tenía pinta de ser algún mandamás, mientras que la segunda aparentaba ser alguna especie de doctor.
Retomando su respuesta, ¿cómo que más tarde? ¿Acaso pasaría un gran periodo de tiempo con ellos?
|FIN FLASHBACK|
Desde el accidente he tenido que aprender a sobrellevarlos.
El accidente...
|FLASHBACK|
–Mamá, papá –grité desde la entrada de nuestra casa–. Llegaremos tarde si no os dais prisa.
–Relájate cariño. Sé que estas emocionado, pero el campamento no se va a ir –contestó mi madre con tono dulce. Posó su mano en mi barbilla acariciándola suavemente.
El campamento era un lugar donde se practicaban deportes de riesgo: tirolina, parapente, piragüismo, rafting...
Fuimos hace dos años y nos encantó. Somos fanáticos de estos deportes, aunque solo los practicamos de vez en cuando.
De esta manera empezaban nuestras vacaciones de verano.
–¿Os habéis puesto los cinturones de seguridad? –preguntó mi padre una vez que hubo puesto en marcha el coche.
–Sí –respondimos mi madre y yo al unísono.
El trayecto duraba unas dos horas, pero parábamos en alguna gasolinera a comer y a despejarnos.
La previsión del tiempo para hoy es de fuertes lluvias torrenciales y ciclones por la parte sur del país. Se recomienda a los que viajen que...
–Por la parte sur... –murmuró mi padre cambiando de emisora.
–No nos pillará a nosotros. Por esta zona, el sol resplandece.
Mi madre intenta tranquilizarnos a los dos.
El campamento está hacia el sur, espero que no se equivoque.
Después de una hora en la carretera, vimos un área de descanso: una gasolinera que debía de ser de los años 70 y un viejo bar.
Paramos.
Ya dentro, una mujer mayor nos atendió amablemente.
El sitio es sencillo, aunque descuidado. Una barra larga ocupa la mayor parte del establecimiento. Junto a los ventanales, que tienen vistas directas con la carretera, hay sillones a ambos lados con mesas en el centro de éstos. Al fondo, se pueden observar algunas mesas pequeñas con dos sillas.
Las bombillas emitían poca luz, y varias de ellas destelleaban –a punto de apagarse–.
Nos sirvieron la comida. Estaba deliciosa. Una pena que el establecimientos no le haga justicia.
Aparte de nosotros no hay nadie más dentro. Estamos bastante relajados.
Nos dirigimos a la barra a pagar la cuenta cuando, de repente, aparece un hombre algo mayor que la mujer y nos dice:
–Una tormenta amenaza con arrasar la parte sur. Os aconsejaría que dieseis media vuelta.
–No se preocupe. Sabemos lo que hacemos –añade mi padre con una sonrisa.
–Con que aventureros... –se rasca la barba canosa que le sobresale de la barbilla–- Llevad cuidado. Hasta los más confiados sufren las consecuencias.
–Gracias. Seguiremos su consejo –se apresuró a decir mi madre amablemente– Y ahora si nos disculpa.
–Bien.
Eso fue todo lo que dijo antes de saliéramos poe la puerta y dejásemos atrás el establecimiento.
–¿No deberíamos seguir su advertencia? –aconsejé cuando estuvimos dentro del coche.
–Hemos pasado situaciones peores. Una tormenta no nos fastidiará las vacaciones.
Cogimos un camino solitario. Solamente vemos un camión delante de nosotros –aunque no estamos cerca de él–.
El cielo se ha vuelto grisáceo a medida que avanzábamos a causa de la gran acumulación de nubes.
El viento azota con fuerza y con brusquedad. Se escucha el silbido que deja a su paso.
No dejo de mirar por la ventanilla el paisaje desértico que hay más allá de los límites de la carretera.
El camión que se ve lejano, cada vez está más cerca. No me explico como.
De repente, de la nada, surge un tornado. Elegante, majestuoso y furioso. Se traga cualquier cosa que le oponga resistencia. Como ha pasado con el camión que minutos antes circulaba delante nuestra.
El corazón me late ferozmente debajo del pecho. La adrenalina –que esperaba no sentir hasta llegar al campamento– circula rápida y libremente por todo mi organismo.
El vehículo salió disparado hacia arriba, elevándose y perdiendo piezas mientras giraba descontroladamente. Miramos perplejos esa escena.
Hasta que una gigantesca rueda amenazaba con chocarnos.
Mi padre intentó esquivarla pegando un frenazo y un giro brusco. Pero fue en vano.
La rueda colisionó con nuestro vehículo provocando que perdiera el control.
Otra piezas también salieron disparadas en nuestra dirección haciendo que la colisión fuera mayor.
Después, la nada.
La oscuridad lo invadió todo provocándome un sueño pesado. Mi cuerpo se volvió ligero como una pluma. Quería despertar pero no podía. Las fuerzas me fallaban. Hasta que paré. Y todo el dolor, cesó.
|FIN FLASHBACK|
Y como me encontraron...
|FLASHBACK|
–No hemos podido hacer nada por los otros dos. Estaban muertos cuando hemos llegado.
–De acuerdo. Solo tenemos que esperar a que despierte el chico.
¿Estoy soñando? ¿Quiénes son esos tipos? ¿Dónde me encuentro ahora?
Mi último recuerdo era el de salir de un bar de carretera; junto con mis padres. E íbamos a un campamento a pasar las vacaciones.
¿Qué ha sucedido?
Siento mis párpados pesados. Como si me los hubieran pegado con algún tipo de adhesivo o producto. La boca me sabe a metal con un sabor agridulce y seco. La lengua, rasposa.
La cabeza no para de darme vueltas, aunque no tenga los ojos abiertos.
Pero, lo que puedo sentir con mayor intensidad, es un peso enorme. No sabría decir con exactitud si dentro de mi cuerpo o en su exterior, pero lo sentía. Era una sensación que no recordaba haberla sentido alguna vez.
Era extraña.
Los murmullos a mi alrededor cesaron, por lo que me cuestioné si era el mejor momento para abrir los ojos.
Esperé pacientemente para comprobar si escuchaba el menor ruido. Nada.
Lentamente fui despegando los párpados y, lo primero que pude observar, fueron los potentes rayos de luz que se filtraban a través de mis pestañas entrelazadas.
Parpadeé varias veces para acostumbrar mi vista al resplandor.
Una vez que lo conseguí, detecté dos figuras ennegrecidas –una a cada lado–que me observaban atentamente.
–Bienvenido a la vida, chaval –dijo una de las sombras. Tenía una voz grave.
–¿Cómo te encuentras? ¿Estás mareado? ¿Sientes nauseas? –la otra sombra se abalanzó sobre mí proyectando una luz artificial sobre mis ojos. Primero en uno, y luego en el otro.
–¿Dónde estoy? –formulé la pregunta que sonó en un susurro. Como si hubiera tenido que hacer un esfuerzo enorme en decirla. Aunque verdaderamente, así era.
–No hables. Ya habrá tiempo más tarde para charlas, ¿si? –la primera sombra me habló de nuevo.
Poco a poco, me di cuenta de que no se trataban simplemente de sombras, sino que iban tornándose sólidas y cogían formas y texturas.
La primera sombra tenía pinta de ser algún mandamás, mientras que la segunda aparentaba ser alguna especie de doctor.
Retomando su respuesta, ¿cómo que más tarde? ¿Acaso pasaría un gran periodo de tiempo con ellos?
|FIN FLASHBACK|
MaríayBea
Re: Fuego Interno |HARRY STYLES Y TU|
11. DEPREDADOR
Recordar todo aquello había provocado en mí un sentimiento amargo: melancolía.
Desde que sucedió todo, no ha pasado un solo día en el que no me acuerde de mis padres.
Los quería... , los quiero muchísimo. Estábamos bastante unidos.
Me apena bastante la idea de que estén muertos.
Suspiré con pesadez.
Miré hacia el asiento del copiloto cuando noté unas extrañas vibraciones.
Cogí la llamada entrante que estaba recibiendo:
–¿Si?
–Harry, soy Zayn.
–Te escucho.
–¿Te acuerdas de la fiesta de esta noche, verdad? En casa de Anne...
¿La fiesta? ¿Qué fiesta? Anne. Anne...
–Bueno, pues se rumorea que dos tías que asistirán van buscando un tío que esté dispuesto a hacer un trío con ellas.
–Interesante. Probaré suerte –solté una carcajada.
–Yo probaría... pero tengo una cuenta pendiente con una muñequita –me imaginé una sonrisa pícara en su rostro.
–Voy a arreglarme. Dentro de un rato nos vemos en la fiesta con los demás.
–Haré lo mismo.
–Espera, ¿sabes si irá Keyla?
–Creo que no.
–Bien. No me gustaría que interfiriese en mis planes de esta noche. Últimamente está muy... pegajosa.
–Se está pillando por ti. Le das tanto cariño... –rió entre dientes.
–Ya vale –rodé los ojos con una sonrisa–. Te veo luego.
–Igual.
Finalicé la conversación telefónica y deposité el móvil donde había estado minutos antes.
Decidí moverme y cambiarme de ropa. Iba a ser una noche movida.
* * *
La atenta mirada de una multitud de personas se clavó en mí. Es algo de lo que ya estoy acostumbrado a presenciar. Busqué atentamente a los chicos.
Vi como Liam levantaba su botella de cerveza indicándome que se encontraban en esa posición. Me acerqué a ellos a paso firme. Estaban sentados en unos sillones en un lado donde se podía apreciar estupendamente el resto de la fiesta.
Solo hacía un par de horas que había comenzado, pero ya se notaba el ambiente cargado.
El hedor a alcohol se respiraba a cada paso que dabas; en cada rincón.
–Hey –saludé con un movimiento de cabeza al grupo de buitres que acechaban a sus presas.
–Ya pensábamos que no acudirías –añadió Liam.
La gran cantidad de botellas vacías que reposaban encima de la mesita central daba a entender el grado de lucidez que tendría cada uno.
–¿Cuándo he faltado a alguna fiesta? –contesté desafiante–. Además, esta noche tengo un nuevo objetivo que cumplir –mis labios se torcieron hacia arriba.
–¿Lo dices por las del trío? Buena suerte. No son fáciles de complacer –Niall pegó un sorbo a su botella antes de continuar–. La mayoría de los tíos que hay, ya lo han intentado.
–Y no han escogido a ninguno –sentenció Louis con la mirada perdida.
–Mi encanto natural les hará decidirse –guiñé un ojo sin mirar a ninguno en particular.
Puse rumbo a la barra para pedirme una cerveza.
La gran cantidad de efectos especiales de la iluminación es fascinante, pero al mismo tiempo, insoportable cuando refleja sobre mis ojos.
Anne se abría gastado una suma considerable de dinero para ésto. Ella, o sus padres.
Detrás de la barra hay dos barman corriendo de un lado para el otro; asfixiados por la cantidad de adolescentes sedientos de alcohol.
Pedí mi ansiada cerveza y la llevé a mis labios saboreando cada trago que descendía por mi garganta.
Antes de regresar con los demás, apoyé mis codos sobre el metal dejando que mi vista vagara por toda la estancia.
No busco a nadie en concreto. ¿O tal vez sí? No. Claro que no. Aún no conocía quiénes eran las chicas del trío.
Dejaré que sean ellas las que se acerquen a mí.
Di otro sorbo a la botella que sostenía entre mis dedos. Al finalizar, una sorpresa apareció ante mis ojos: dos chicas me contemplaban expectantes justo delante mía.
Sabían que no podrían resistirse a mi presencia, pero no contaba con que fuera tan pronto. Sin duda, era un nuevo récord personal.
No dicen nada. No hacen más que mirarme de arriba abajo y echarse miradas complacientes entre ellas.
–¿Qué hay, preciosas?
Recordar todo aquello había provocado en mí un sentimiento amargo: melancolía.
Desde que sucedió todo, no ha pasado un solo día en el que no me acuerde de mis padres.
Los quería... , los quiero muchísimo. Estábamos bastante unidos.
Me apena bastante la idea de que estén muertos.
Suspiré con pesadez.
Miré hacia el asiento del copiloto cuando noté unas extrañas vibraciones.
Cogí la llamada entrante que estaba recibiendo:
–¿Si?
–Harry, soy Zayn.
–Te escucho.
–¿Te acuerdas de la fiesta de esta noche, verdad? En casa de Anne...
¿La fiesta? ¿Qué fiesta? Anne. Anne...
–Bueno, pues se rumorea que dos tías que asistirán van buscando un tío que esté dispuesto a hacer un trío con ellas.
–Interesante. Probaré suerte –solté una carcajada.
–Yo probaría... pero tengo una cuenta pendiente con una muñequita –me imaginé una sonrisa pícara en su rostro.
–Voy a arreglarme. Dentro de un rato nos vemos en la fiesta con los demás.
–Haré lo mismo.
–Espera, ¿sabes si irá Keyla?
–Creo que no.
–Bien. No me gustaría que interfiriese en mis planes de esta noche. Últimamente está muy... pegajosa.
–Se está pillando por ti. Le das tanto cariño... –rió entre dientes.
–Ya vale –rodé los ojos con una sonrisa–. Te veo luego.
–Igual.
Finalicé la conversación telefónica y deposité el móvil donde había estado minutos antes.
Decidí moverme y cambiarme de ropa. Iba a ser una noche movida.
* * *
La atenta mirada de una multitud de personas se clavó en mí. Es algo de lo que ya estoy acostumbrado a presenciar. Busqué atentamente a los chicos.
Vi como Liam levantaba su botella de cerveza indicándome que se encontraban en esa posición. Me acerqué a ellos a paso firme. Estaban sentados en unos sillones en un lado donde se podía apreciar estupendamente el resto de la fiesta.
Solo hacía un par de horas que había comenzado, pero ya se notaba el ambiente cargado.
El hedor a alcohol se respiraba a cada paso que dabas; en cada rincón.
–Hey –saludé con un movimiento de cabeza al grupo de buitres que acechaban a sus presas.
–Ya pensábamos que no acudirías –añadió Liam.
La gran cantidad de botellas vacías que reposaban encima de la mesita central daba a entender el grado de lucidez que tendría cada uno.
–¿Cuándo he faltado a alguna fiesta? –contesté desafiante–. Además, esta noche tengo un nuevo objetivo que cumplir –mis labios se torcieron hacia arriba.
–¿Lo dices por las del trío? Buena suerte. No son fáciles de complacer –Niall pegó un sorbo a su botella antes de continuar–. La mayoría de los tíos que hay, ya lo han intentado.
–Y no han escogido a ninguno –sentenció Louis con la mirada perdida.
–Mi encanto natural les hará decidirse –guiñé un ojo sin mirar a ninguno en particular.
Puse rumbo a la barra para pedirme una cerveza.
La gran cantidad de efectos especiales de la iluminación es fascinante, pero al mismo tiempo, insoportable cuando refleja sobre mis ojos.
Anne se abría gastado una suma considerable de dinero para ésto. Ella, o sus padres.
Detrás de la barra hay dos barman corriendo de un lado para el otro; asfixiados por la cantidad de adolescentes sedientos de alcohol.
Pedí mi ansiada cerveza y la llevé a mis labios saboreando cada trago que descendía por mi garganta.
Antes de regresar con los demás, apoyé mis codos sobre el metal dejando que mi vista vagara por toda la estancia.
No busco a nadie en concreto. ¿O tal vez sí? No. Claro que no. Aún no conocía quiénes eran las chicas del trío.
Dejaré que sean ellas las que se acerquen a mí.
Di otro sorbo a la botella que sostenía entre mis dedos. Al finalizar, una sorpresa apareció ante mis ojos: dos chicas me contemplaban expectantes justo delante mía.
Sabían que no podrían resistirse a mi presencia, pero no contaba con que fuera tan pronto. Sin duda, era un nuevo récord personal.
No dicen nada. No hacen más que mirarme de arriba abajo y echarse miradas complacientes entre ellas.
–¿Qué hay, preciosas?
MaríayBea
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Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
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Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
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