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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Espejismos||Harry Styles||Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 10 de 12. • 1, 2, 3 ... 9, 10, 11, 12
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
Sin palabras... Wow, que capitulos! seguilo cuando puedas, muy buenoo
smilerSoFFi
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
theperfectskyistorn escribió:NO ME JODAS, OMG, CAPITULO PERFECTO, SRSLY. Harry, por el amor de batman superman y todos esos tipos, ¡HAS ALGO! OMG, se enteró, se enteró.. Y el padre, te juro que lo odio. O sea, todos entendemos que es alcohólico y todo eso, ¡PERO ES TU HIJA! ¡AYUDALA! Capítulo perfecto, en serio, por favor síguela<3.
jajajaj me dio risa el comentario...sera porque hoy estoy de buen humor :3. Yo tambien lo odio al padre de la raya. Ya la sigooop
Lena
:bye:
Lena
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
smilerSoFFi escribió:Sin palabras... Wow, que capitulos! seguilo cuando puedas, muy buenoo
La verdad que si...WOW! jajaja. Ya la sigo! gracias por comentar linda :3
Lena
:bye:
Lena
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
magda_r_03 escribió:Sube cap pleaseeeeeeeeeeeeee
ya suboooooo!!
Lena
:bye:
Lena
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
Capitulo 20 - Penultimo Capitulo
Se había dejado caer en la cama, llorando sin parar. Después de unos minutos, se puso de pie con dificultad. Necesitaba ir al baño y vomitarlo todo: la comida y la decepción.
En ese momento se abrió la puerta suavemente y Harry irrumpió en la habitación. Sin decir nada, la estrechó entre sus brazos, consolándola en silencio.
Las lágrimas mojaron sus hombros mientras él le acariciaba el cabello y mantuvo su otra mano posada en la espalda. Sentía su respiración cálida en la mejilla y le causaba cierto alivio.
-No lo entiendo...- murmuró finalmente.- ¿Por qué no pide ayuda? ¿Por qué se fue de nuevo? ¿Por qué le importo tan poco?
-No es fácil, nena.- susurró él con ternura.- Y estoy seguro de que le importas… pero es más fuerte que él. No se puede controlar.- ella dejó escapar un fuerte sollozo.- Sh... tranquila. Todo está bien. Tranquila.
Se alejó de él, recordando que no deseaba que su novio la viera así. No quería ser frágil frente a él. No nuevamente.
Se sentó en la cama y bajó la mirada, tratando de controlar el llanto. Entonces el castaño se sentó a su lado, apoyándose en el respaldo y la atrajo hacia él.
Volvió a estrecharla entre sus brazos y no pudo resistirse: se sentía bien allí.
-No te preocupes, las cosas se arreglaran muy pronto.- murmuró y ella se limitó a asentir con la cabeza.
Había creído que su padre la amaba lo suficiente para hacer el sacrificio de dejar su adicción, de mejorar. Se había permitido a sí misma fantasear sobre una nueva vida, feliz, libre... normal. Donde nada arruinaba sus sueños.
Era evidente que se había equivocado con él. Lo que más le importaba era tomarse esa porquería y olvidarse del mundo. Ella quedaba relegada al segundo lugar, o quizás al tercero.
¿Y por qué de pronto todo había cambiado? Hacía unos meses atrás, cada uno se ocupaba de sus asuntos y no intervenía en lo del otro. Él no intervenía en su dieta y ella no se metía con su adicción. ¿Por qué las cosas eran distintas?
Supuso que era ella la que había cambiado. Cambió impulsada por el deseo de poder esperar algo más para su futuro. No quería conformarse con una casa desastrosa y un padre desencantado de la vida. Quería más. Quería que, cuando alcanzara la perfección, el resto de los aspectos de su vida también la alcanzaran.
¿Estaba siendo egoísta? ¿Estaba pensando sólo en lo que ella esperaba, deseaba? ¿Había olvidado los anhelos de Frederick? Pero... ¿qué anhelos? ¿Qué era lo que él quería? En ningún momento había dado señales de buscar algo más, de tratar de cumplir sus metas, si es que estas existían. Simplemente se había rendido. Y ella había seguido luchando por los dos.
Sin embargo, ya no podía más. No podía seguir así. No podía cuidar de él, porque a veces no era capaz de cuidar de sí misma. La presencia de Harry allí lo demostraba: lo había necesitado en varias ocasiones para seguir adelante. Si no hubiese sido por él, quizás estaría tirada en un callejón, olvidada por el resto del mundo.
Su mano descansaba sobre el pecho de su novio y entonces notó que su respiración se había vuelto más pausada. Levantó la cabeza y vio que se había quedado dormido. Esbozó una pequeña sonrisa, a pesar de que no se sentía con ánimos de hacerlo. Se veía atractivo aún cuando dormía.
La necesidad se apoderó de ella con un doloroso espasmo. Tenía que vomitar y expulsar de su cuerpo los pecados cometidos ese día. Y la furia, la impotencia y la decepción que había sentido cuando su padre la dejó...
Quería sentirse mejor. Esa era la única manera que conocía.
Muy despacio, se alejó de su novio, tratando de no despertarlo. Él apenas movió la cabeza unos centímetros, dejándola caer hacia el otro lado y aflojó la presión de su mano en el hombro.
Se puso de pie y salió de la habitación sigilosamente. Se deslizó hacia el baño, cerró la puerta y abrió los grifos, tanto de la bañera como del lavabo, en caso de que despertara. No deseaba que oyera las arcadas y se preocupara, el sonido del agua amortiguaría todo lo demás.
Se recogió el cabello para que no entorpeciera su tarea, se quitó algo de la ropa que llevaba para estar más cómoda, dejándose solo el jean y una blusa de tirantes, y se inclinó junto al retrete. Suspiró y llevó dos dedos hasta el fondo de la garganta.
Enseguida el estómago empezó a contraerse. Vomitó todo lo que había comido y también todo aquello que no había podido expresar en llanto. Esa era la forma que tenía de descargar sus penas, no necesitaba lágrimas: podía sentirse mejor y bajar de peso al mismo tiempo.
Cuando se miró al espejo, sus ojos estaban rojos e hinchados. La garganta le ardía terriblemente y le temblaban todos y cada uno de los centímetros del cuerpo.
Se lavó la cara y los dientes con ganas. Luego volvió a mirarse.
Aún no se sentía del todo bien. Supuso que el asunto de su padre realmente la había afectado.
Salió del baño y fue hacia la sala, donde todavía podía aspirar el terrible olor a cerveza. Abrió la puerta del balcón para ventilar y el viento helado le golpeó el rostro. Quizás un poco de aire lograría calmarla.
Abrazándose a sí misma, sin siquiera pensar en ir en busca de un abrigo, salió. Se acercó al borde y miró hacia abajo. La calle estaba calmada y tenuemente iluminada.
Entonces notó la presencia de su vieja cinta de caminar. Le sonrió al aparato. Sí, tal vez un poco de ejercicio le ayudaría a aflojar las tensiones.
Sin dudarlo ni un segundo, se subió y empezó a correr, impulsando fuertemente la cinta bajo los pies.
Requería de mucha fuerza y le hacía doler los músculos de las piernas al instante. Pero no importaba el dolor. Había dolores más fuertes.
Mientras corría su mente parecía despejarse. La paz volvía a ella y se sentía mucho mejor. Eso la impulsó a correr más y más. No tenía noción del tiempo, ni del mundo que le rodeaba. Estando allí, sentía que purificaba su alma al mismo tiempo que purgaba las penas.
El frío de la noche, helado y cruel, la rodeaba en su totalidad. Las manos le temblaban sobre el caño del que se sostenía.
-Solo un rato más y luego me daré una ducha bien caliente.- se dijo a sí misma, como si fuera un consuelo.- Un poco más y me sentiré bien.
-¿Qué estás haciendo?- preguntó una voz a sus espaldas, alarmada. Miró sobre el hombro, deteniéndose y, entonces, se desplomó, exhausta y congelada.
Harry corrió hacia ella y la tomó en brazos. La llevó dentro y la recostó en el sillón. Sus ojos recorrieron con preocupación sus brazos que eran puros huesos, sus costillas que se marcaban debajo de la tela de la blusa... sus labios que habían adquirido un tono azulado por el frío.
-¡Mírate, estás blanca como la nieve!- exclamó, desesperado. Vio en su expresión que no había que hacer. _____ comenzó a tiritar.
-Tengo mucho, mucho frío...- logró decir, temblando incontrolablemente.
Ni siquiera se creía capaz de ponerse de pie. Había llegado al límite.
-La ducha, Harry...- farfulló, esperando que reaccionara.
La tomó nuevamente en brazos y corrió al baño. Dejándola dentro de la bañera y mirándola un segundo.
Luego abrió los grifos.
El agua que caía sobre ella no parecía aliviarla para nada. Al ver que seguía temblando, abrió más el agua caliente.
-¿Más caliente?- preguntó dubitativo. El vapor subía denso a su alrededor, pero sus labios seguían violáceos.
Asintió rápidamente. No sentía calor. No sentía nada más que frío.
Le apartó las manos de los grifos al ver que su piel se ponía colorada al ser tocada por el agua casi hirviendo. Él se limitó a mirarla azorado mientras ella iba recuperando poco a poco el color.
Buscó unas toallas cuando vio que ya estaba mejor. Ella cerró el agua y Harry la envolvió con ellas y la apretó contra él, intentando desesperadamente que recuperara el calor.
-¡Eres una tonta! ¿Qué pretendías, saliendo al balcón sin abrigo, en plena noche y con este frío?- la reprendió, tomándole el rostro entre las manos y obligándola a mirarlo.
-Lo siento... yo...- pero no sabía qué decir. No había modo de explicarle que, de esa forma, se sentía mejor.
-No hay nada, escúchame bien, nada por lo que valga la pena morir, _____.- dijo con determinación y sus ojos verdes muy brillantes.- Ni por tu padre ni por nada más en este mundo.
-No voy a morirme, Harry...- repuso débilmente. Se sentía asustada, no sólo por su reacción, si no también por lo que acaba de suceder. Empezó a llorar quedamente y él ablandó su expresión.
-Ya, quédate tranquila.- le besó la cabeza y la meció un poco. Se había mojado al sentarse a su lado en la bañera húmeda. La ayudó a ponerse de pie.- Ven, vamos a buscarte ropa seca.
Salieron del baño y fueron juntos a la habitación. Buscó algo de ropa para ella y algo de la que su papá había dejado para él, que regresó al baño para cambiarse.
Se quedó sola y se sentó en la cama. Se secó las lágrimas con la toalla y luego se cambió.
Lamentaba haberlo asustado de esa manera.
Cuando volvió del baño, se quedó parado en el hueco de la puerta, contemplándola. Ninguno de los dos dijo nada, sólo intercambiaron una rápida mirada y él entendió.
Se sentó a su lado en la cama. Ella se durmió muy pronto, porque lo que acababa de pasar la había agotado. Solo entonces Harry se puso de pie y, tras apagar la luz, se fue de allí.
Harry no pudo dormir en toda la noche. Aún se sentía extraño después de lo que había sucedido.
Cuando la había visto corriendo en el balcón... se había quedado sin aliento. Jamás la había visto con tan poca ropa y por primera vez pudo apreciar la extrema delgadez de su cuerpo. Sus brazos eran puro hueso, al igual que su espalda, su pecho y sus hombros. Y las costillas... no. No quería pensar en eso.
Se le había detenido el corazón cuando la vio palidecer y desplomarse. Estaba congelada, se moría de frío...
Y dentro de esa bañera comprobó que la situación había llegado demasiado lejos. No iba a dejar que la enfermedad le ganara. El agua caliente casi le había quemado las manos... pero para ella no había sido suficiente. No se había puesto mejor hasta que el ardiente líquido le dejó marcas coloradas en su delicada piel.
Harry quería esperar hasta que se hiciera una hora razonable para hablar con Eleanor. La necesitaba. Pero no pudo. Cuando el reloj marcaba las tres de la madrugada, marcó el número de su celular y aguardó a oír la dulce voz de su amiga, quien por esa noche había decidido no quedarse ahí.
-¿Hola?- dijo, somnolienta.
-Hola, Ele, soy yo.- respondió, con tono cansado.
-¿Harry? ¿Pasa algo? ¿Todo está bien?- preguntó de inmediato. Era obvio que creía que si su amigo la llamaba en mitad de la noche era porque algo malo había sucedido.
-Yo estoy bien. Pero ella no, Eleanor.- repuso con tristeza.- Ella no.
Enseguida la morena le pidió que le contara lo que había pasado. Harry se desahogó, sabiendo que nadie lo entendería como ella, quien a fin de cuentas era como su mejor amiga.
-No sé qué decirte, cariño.- susurró ella finalmente, con ternura.- No será fácil que reciba ayuda. No querrá recibirla.
-Aún así, no puedo quedarme de brazos cruzados. Soy el único que hará algo, el único que se da cuenta.- replicó abatido.- El único que ve esos brazos raquíticos y esos labios azules de frío. El único que sabe que va a morir.
-Quizás deberías hablar con un médico. Llévala y que la hagan entrar en razón.- sugirió.
-No. No funcionará.- negó con la cabeza.
-Se espantará en cuanto te oiga decir la palabra "anorexia".- farfulló la chica, suavemente.- No creo que...
-Tiene que salir bien.- interrumpió, tratando de convencerla.- Sé que puedo hacerlo. Sólo... necesito tiempo.
-¿Tiempo? ¿Quieres decir que vas a quedarte en Holmes Chapel en éstas vacaciones?- inquirió ella, incrédula, sabía que cada primavera él se regresaba a Londres con su abuelo.
-No lo sé.
-Harry, es una de las pocas ocasiones del año en que tu familia puede estar contigo. Sé que quieres ayudarla, sé que quieres hacer algo bueno y me siento orgullosa de ti... pero no te olvides que tú también tienes una familia en Londres.- dijo Eleanor, firmemente.
-No lo olvido, descuida.
El sol asomaba sobre la ciudad cuando Harry finalmente cortó la comunicación. El desasosiego lo invadió de inmediato al dejar el teléfono nuevamente en su lugar.
Despertó cerca de las nueve de la mañana y casi esperó ver a Harry durmiendo a su lado. Le sorprendió la desilusión que sintió al ver que no era así.
Se levantó de la cama lentamente y fue directo a la sala. Tampoco estaba allí, ni en la cocina preparándole el desayuno después de la fatídica noche que habían pasado. Estaba sola.
Se asomó al balcón y revivió en su mente lo sucedido. Volvió a ver el terror en el rostro de Harry, al sentir sus brazos alrededor suyo, llevándola apresuradamente a la bañera, salvándola como siempre lo hacía...
La puerta se abrió de repente y ella se volvió.
-Allison.- dijo al ver a su amiga entrar.- ¿Qué haces aquí tan... temprano?
La castaña la contempló un momento, _____ se veía peor que antes.
-Eh venido...- se acercó hacia ella con la mirada baja.- Porque tu novio me ha contado lo que pasó con tu padre.
-¿Harry? ¿Cuándo?
-Emm... no te enojes con él, _____. Sólo quiere ayudarte pero está... asustado.- en este punto se le quebró la voz, la rubia se acercó a abrazarla.
Allison se sintió horrorizada al sentir por primera vez a _____. Ese cuerpo esquelético, los huesos de su columna saltándose... Harry le había llamado contándole la verdad. Necesitaba ayuda, solo no sabía cómo manejar la situación.
-¡Oh, _____!- soltó un sollozo.
-Está bien, amiga. Estoy bien. Digo, sí me duele lo de mi padre pero, ¡hey! Lo superé una vez, puedo volver a hacerlo.- se separó del cuerpo de la castaña, quien estaba toda bañada de lágrimas y con los lentes movidos. _____ se los quitó para que se limpiara los ojos.
-Es...- tragó saliva y se mojó los labios antes de hablar.- ______ hay que salir.- hizo un intento por no quebrarse nuevamente ante la idea de perderla, con todo el esfuerzo que requería sonrió, gesto que su amiga le devolvió de la misma manera.
-Bueno, pero tienes que esperar a que me bañe, ¿ok?- Allison asintió.
-Te ayudaré a limpiar éste chiquero.- dijo, mirando a su alrededor. _____ sólo se rió y fue hasta su cuarto, dispuesta a asearse.
Allison se puso a recoger todas las botellas, latas y restos de comida en una gran bolsa negra de basura. Luego apiló todos los trastes en el fregadero, pero antes de lavarlos se puso a sacudir la sala, los sillones, la televisión, las mesas... para cuando terminó, _____ ya se estaba vistiendo. Luego fue a la cocina a seguir con lo que dejó pendiente.
Les llevó poco más de media hora a cada una hacer lo que estaban haciendo, por no decir que la castaña en realidad no terminó.
-Tenía ganas de verte.- dijo _____, apoyándose en una pared de la cocina mientras veía a su amiga terminar.
-También yo. Quiero que nos divirtamos un poco, ¿qué dices?- le guiñó un ojo.
-Por supuesto.
Salieron de casa, ______ llevaba el carro de sus papás. Condujo tranquilamente hasta llegar al centro de la ciudad.
-¿A dónde vamos?- preguntó _____, al ver que su amiga entraba al estacionamiento de un McDonald's, deseó profundamente que no fueran allá.
-A comer algo.- respondió como si fuera la cosa más obvia. _____ sólo esbozó una sonrisa torcida.
Entraron al bullicioso restaurante.
-¿Y bien? ¿Qué quieres comer?
-Yo... eh...- miró el panel que mostraba las distintas clases de ensaladas, con la cabeza algo aturdida.
-Ah, no, no. Nada de ensaladas.- dijo ella, siguiendo la dirección de su vista.- Vamos, piensa.
La verdad era que se moría de hambre y el ataque de anoche le había abierto todavía más el apetito. No lo pensó ni un segundo.
-Un cuarto de libra con queso.- murmuró.- Y papas y gaseosa grande.
Quería comer. Quería tapar con comida esa horrible sensación de angustia que amenazaba con invadirla.
_____ pidió lo mismo para ella y se sentaron en una mesa cerca de una ventana.
Varias personas las miraban de reojo, pero ellas parecían no notarlo.
Comieron enfrascadas en una amena charla... o más bien en un ameno monólogo. Era Allison quien hablaba mientras ______ engullía cada miga de su hamburguesa, cada papa frita embadurnada en mayonesa y cada sorbo de gaseosa.
Pronto sintió como si el estómago fuera una gran bola y tuvo la necesidad de expulsarlo todo. Pero no podía hacerlo allí, con su amiga tan cerca y el lugar repleto de gente. La descubrirían.
No tuvo más remedio que aguantar hasta llegar a casa. Y de todos modos, no dejaba de comer. Era más fuerte que ella. Al cuarto de libra le siguió un helado de vainilla y un café con mucha azúcar.
-Creí que tomabas con edulcorante.- comentó la castaña, que no había desviado su atención de ______ en toda la comida.
-Así es... pero no me gusta el que ponen en McDonald's.- contestó, sólo porque no se le ocurría una excusa más creíble.
Luego pensó que quizás estaba diciéndole que debía tomar con edulcorante. Quizás estaba insinuándole que debía hacer dieta. Que estaba gorda. ¡Dios, Allison pensaba que estaba gorda! Si los cubiertos de ese maldito restaurante no hubiesen sido de plástico, se hubiese clavado un cuchillo en las entrañas.
Una vez que ambas terminaron, subieron de nuevo al auto y regresaron a casa de la rubia. Por mera cortesía, invitó a ______ a entrar, sabiendo que contestaría que debía irse a su casa.
Sin embargo, se equivocó.
-Claro.- aceptó de buen humor.- ¿Vemos una película?
_____ quería que se fuera. No porque no le agradara su presencia, la cual disfrutaba como nada, sino porque quería vomitar y la intimidaba. Tenía que irse.
Pero no pudo echarla.
-De acuerdo.- le sonrió. Caminaron hacia la sala y Allison se dejó caer en el sillón y se apoderó del control remoto. Una voz dentro de ______ le ordenaba que corriera al baño. Tenía que hacerlo, no aguantaba más.- Ahora… ahora vengo. Voy al baño.
-Bien. Veré si hay algo interesante en la tele, mientras tanto.- le dedicó una preciosa sonrisa y después fijó sus ojos en la pantalla de la televisión.
Tuvo que hacer un esfuerzo para no correr. Tenía que conducirse con cuidado o se daría cuenta de que había algo extraño.
Cerró la puerta y miró alrededor. El sonido del televisor le llegaba desde la continua sala, pero no le parecía suficiente. Abrió los grifos del lavabo y se inclinó junto al retrete.
En cuanto acercó los dedos a la boca, se olvidó de todo lo demás. Vomitar le hacía bien, le devolvía la paz y nada podía estar mal cuando lo hacía. Era su bienestar.
Los llevó hasta el fondo de su garganta, rozándose los nudillos con los dientes como siempre y causándole un poco de dolor. Las arcadas aparecieron muy pronto y el estómago empezó a contraerse.
Hubiese sonreído de satisfacción de no tener casi la mitad de su mano en la boca.
Toda la porquería que había ingerido empezó a salir con la misma rapidez con la que había entrado. Trataba de controlar la tos, pero era más que obvio que no podía. Las lágrimas saltaban de sus ojos por la fuerza y las piernas le temblaban levemente, por lo que estaba casi recostada en el suelo, con la cabeza prácticamente dentro del retrete.
En ese momento, la puerta se abrió y Allison contempló la escena con estupor. El horror de darse cuenta de su presencia le subía por la garganta como sí también fuera a vomitarlo. Sin embargo, no era capaz de detenerse. Las arcadas, el acto en sí se había apoderado de ella por completo y no podría dejarlo hasta haberse vaciado por completo.
-¡Tonta!- gritó, desesperada, dejándose caer a su lado y sosteniéndola. Le puso una mano en la frente para ayudarla y su tacto la mató de dolor. ¿Qué pensaría de ella?
La extenuación cuando acabó fue tal que solamente se dejó caer en brazos de su amiga, con la cabeza hacia atrás, como si estuviera muerta. A medida que pasaba el tiempo, seguir vomitando le costaba muchísimo, su cuerpo ya no lo toleraba... pero no podía abandonar ese hábito. Constituía su única salida.
-¡_____!- exclamó con preocupación.- ¿Estás bien?
La rubia se obligó a mirarla y sonreír.
-Creo... creo que algo no me cayó bien.- susurró. Se apartó de ella suavemente y se puso de pie con dificultad.
Enseguida se acercó al lavabo para lavarse los dientes. Por el espejo, podía ver a Allison, contemplándola con un brillo en los ojos que no podía discernir a qué se debía.
-Ya basta.- espetó entonces, como si escupiera las palabras. _____ detuvo el movimiento del cepillo y lo miró a través del reflejo, incrédula.
-¿Qué...?- comenzó a decir, pero ella la interrumpió. La hizo girar y tomándola por los hombros la enfrentó.
-¿A dónde quieres llegar, _____?- preguntó con un tono de voz bastante alto.- ¿Hasta cuando vas a seguir con toda esta basura?
-¿De qué estás hablando?- inquirió, impresionada por su reacción.
-¡Tienes que abrir los ojos y darte cuenta que estás enferma!- bramó consternada.
Parpadeó, confundida.
-Allison...- se había preocupado por ella. Había creído que estaba enferma. Le acarició una mejilla, conmovida.- Ali, cariño, no estoy enferma. No tienes que ponerte así...
-Voy a abrirte los ojos, _____. Yo tendré que hacerlo porque tú jamás lo aceptarás.- cortó con brusquedad.- Dios mío, aún debemos estar a tiempo...
-¿A tiempo? ¡Por favor, Allison, escúchate y escúchame! Te estoy diciendo que no estoy enferma.- le sonrió para que confiara en ella. Estaba perfectamente.- Jamás me he sentido mejor. Solo me excedí un poco con la comida, eso es todo.
-Claro que te excediste. Comiste con la desesperación de alguien que no pone comida en su boca desde hace mucho tiempo.- respondió, meneando la cabeza con reprobación.- Amiga, yo solo quiero ayudarte, como siempre he hecho desde que nos conocimos. Como siempre he hecho desde que sé que tienes anorexia y no he sabido cómo...
-¿Anorexia?- repetitió abriendo los ojos, asombrada. ¿De qué rayos estaba hablando?- Allison, yo no tengo anorexia.
-Por supuesto que vas a negarlo.- volvió a tomarla por los hombros, para que la escuchara con atención.- Es parte de la enfer...
-¡Si vuelves a mencionar que estoy enferma voy a golpearte!- advirtió, harta. No le gustaba la dirección que estaba tomando el asunto. Allison la estaba controlando.
-Haz lo que quieras, no me importa. Pero no voy a dejar que te mueras por una idiotez.- su mirada se clavó en sus ojos, duramente. Sin embargo, _____ no iba a dejarse amedrentar.
-¿Crees que voy a morirme? ¿Acaso me ves agonizando? ¿Tengo cáncer, sida, tuberculosis?- espetó de mala manera, haciendo que retrocediera unos pasos.- ¡Estoy bien!
-Dime que comes normalmente y te dejaré en paz. Dime que tienes al menos dos comidas diarias y no volveré a mencionar que estás enferma. Haré de cuenta que el médico nunca le dijo la palabra "anorexia" a Harry.- la enfrentó nuevamente y ella enmudeció. Por mucho que quisiera, no era capaz de mentirle a Allison.
Sentía que le faltaban las palabras, como si no pudiese hablar, como si aún no la hubiesen enseñado a hacerlo.
-Sólo... sólo estoy haciendo dieta. Eso es todo, amiga. Es muy importante que me mantenga en forma.- explicó con calma.
-¿Dieta? No me digas.- la miró con ironía.- ¿Sabes lo que es una dieta, ______? Es comer sano, es comer en menor cantidad, en cantidad necesaria. Es lo que hace una persona que tiene sobrepeso o que quiere mantener un peso adecuado. ¡Lo que tú estás haciendo es no comer una basura y si comes, lo vomitas!
-¡No te atrevas a controlarme, Allison! ¿Esto era lo que querías cuando apareciste en la mañana? ¿Controlarme, fastidiarme?- repuso furiosa.- ¡Yo soy la única que sabe lo que es mejor para mí! ¡Y no por eso soy una anoréxica!
-¿Cuánto pesas?- dijo de pronto, tomándola por sorpresa.- ¿Cuánto, Jackson? Porque por lo que sé... querías llegar a los treinta kilos.
-No te importa lo que...
-¡Dime cuánto!- gritó, haciendo temblar las paredes.
-Cuarenta y cinco.- mintió.
Sus ojos la recorrieron lentamente.
-Quiero la verdad. La verdad, ______.
Suspiró.
-Bien. Cuarenta.
No parecía quedarse conforme.
-¿Cuarenta? ¡No me digas! ¿Por qué mientes si no estás haciendo nada malo?- ______ apartó la mirada, pero ella le hizo mirarla, tomándola por la barbilla.- Vamos, dímelo. O, si no quieres hacerlo, puedo subirte a la balanza.- señaló su balanza, que estaba justo junto al retrete.- Lo haremos por las buenas o por las malas. Así que más te vale que me digas lo que...
-¡Treinta y tres!- gritó, sin poder aguantarlo más.
Cerró la boca de repente. Asintió con lentitud, mirándola dolida.
-Tienes que aceptarlo, ______... estás enferma. Pesas treinta kilos menos de los que deberías...
-Vete de aquí, Allison.- interrumpió con brusquedad.
-_____...
-¡Quiero que te vayas!- gritó, histérica.- ¡Vete! Y hazme el favor de no volver. No vas a controlar mi vida. No vas a evitar que sea perfecta.
-¡_____, por Dios, date cuenta! ¡No existe la perfección! ¡Vas matarte por conseguir algo que es imposible!- bramó exasperada.
-¡Entonces moriré por ello! ¿Para qué quiero vivir siendo como soy? ¡Me doy asco, Allison, asco!- la empujó fuera del baño, camino a la salida.- ¡Y no estoy enferma! ¡Soy perfectamente sana y no dependo de la comida para vivir!
-¡Eres una estúpida!- dijo, ya enojándose.
-¡Déjame en paz! Quiero que te vayas ahora mismo.- abrió la puerta y la hizo salir a empujones.- Déjame vivir, Allison. Ve con Liam y déjame vivir.
-Te dejaría vivir en paz si supiera que tienes esperanzas de vida, _____. Pero te estás muriendo y no quieres aceptarlo. Estás demasiado encerrada en ese mundo que te construiste para ti misma.- meneó la cabeza, tristemente.- Yo puedo ayudarte.
-No. No quiero volver a verte.- y con un golpe violento cerró la puerta, haciendo un ruido ensordecedor que resonó en sus oídos.
Escrutó sigilosamente por la ventana. Allison se alejaba hacia su auto a grandes pasos, hecha una furia. Sólo cuando dejó de oír el motor a la distancia se apartó de la ventana y cayó al suelo inconsciente, superada por la debilidad que la devoraba por dentro.
__________________________________
WOW! Esa raya mas terca ¬¬. Espero que les haya gustado el cap lectoras hermosas que nose si aun siguen ahi debido a que soy una maldita hija de puta que tarda mil años en subir. Comenten que ya solo queda un ultimo cap y el epilogo!
Lena
:bye:
Se había dejado caer en la cama, llorando sin parar. Después de unos minutos, se puso de pie con dificultad. Necesitaba ir al baño y vomitarlo todo: la comida y la decepción.
En ese momento se abrió la puerta suavemente y Harry irrumpió en la habitación. Sin decir nada, la estrechó entre sus brazos, consolándola en silencio.
Las lágrimas mojaron sus hombros mientras él le acariciaba el cabello y mantuvo su otra mano posada en la espalda. Sentía su respiración cálida en la mejilla y le causaba cierto alivio.
-No lo entiendo...- murmuró finalmente.- ¿Por qué no pide ayuda? ¿Por qué se fue de nuevo? ¿Por qué le importo tan poco?
-No es fácil, nena.- susurró él con ternura.- Y estoy seguro de que le importas… pero es más fuerte que él. No se puede controlar.- ella dejó escapar un fuerte sollozo.- Sh... tranquila. Todo está bien. Tranquila.
Se alejó de él, recordando que no deseaba que su novio la viera así. No quería ser frágil frente a él. No nuevamente.
Se sentó en la cama y bajó la mirada, tratando de controlar el llanto. Entonces el castaño se sentó a su lado, apoyándose en el respaldo y la atrajo hacia él.
Volvió a estrecharla entre sus brazos y no pudo resistirse: se sentía bien allí.
-No te preocupes, las cosas se arreglaran muy pronto.- murmuró y ella se limitó a asentir con la cabeza.
Había creído que su padre la amaba lo suficiente para hacer el sacrificio de dejar su adicción, de mejorar. Se había permitido a sí misma fantasear sobre una nueva vida, feliz, libre... normal. Donde nada arruinaba sus sueños.
Era evidente que se había equivocado con él. Lo que más le importaba era tomarse esa porquería y olvidarse del mundo. Ella quedaba relegada al segundo lugar, o quizás al tercero.
¿Y por qué de pronto todo había cambiado? Hacía unos meses atrás, cada uno se ocupaba de sus asuntos y no intervenía en lo del otro. Él no intervenía en su dieta y ella no se metía con su adicción. ¿Por qué las cosas eran distintas?
Supuso que era ella la que había cambiado. Cambió impulsada por el deseo de poder esperar algo más para su futuro. No quería conformarse con una casa desastrosa y un padre desencantado de la vida. Quería más. Quería que, cuando alcanzara la perfección, el resto de los aspectos de su vida también la alcanzaran.
¿Estaba siendo egoísta? ¿Estaba pensando sólo en lo que ella esperaba, deseaba? ¿Había olvidado los anhelos de Frederick? Pero... ¿qué anhelos? ¿Qué era lo que él quería? En ningún momento había dado señales de buscar algo más, de tratar de cumplir sus metas, si es que estas existían. Simplemente se había rendido. Y ella había seguido luchando por los dos.
Sin embargo, ya no podía más. No podía seguir así. No podía cuidar de él, porque a veces no era capaz de cuidar de sí misma. La presencia de Harry allí lo demostraba: lo había necesitado en varias ocasiones para seguir adelante. Si no hubiese sido por él, quizás estaría tirada en un callejón, olvidada por el resto del mundo.
Su mano descansaba sobre el pecho de su novio y entonces notó que su respiración se había vuelto más pausada. Levantó la cabeza y vio que se había quedado dormido. Esbozó una pequeña sonrisa, a pesar de que no se sentía con ánimos de hacerlo. Se veía atractivo aún cuando dormía.
La necesidad se apoderó de ella con un doloroso espasmo. Tenía que vomitar y expulsar de su cuerpo los pecados cometidos ese día. Y la furia, la impotencia y la decepción que había sentido cuando su padre la dejó...
Quería sentirse mejor. Esa era la única manera que conocía.
Muy despacio, se alejó de su novio, tratando de no despertarlo. Él apenas movió la cabeza unos centímetros, dejándola caer hacia el otro lado y aflojó la presión de su mano en el hombro.
Se puso de pie y salió de la habitación sigilosamente. Se deslizó hacia el baño, cerró la puerta y abrió los grifos, tanto de la bañera como del lavabo, en caso de que despertara. No deseaba que oyera las arcadas y se preocupara, el sonido del agua amortiguaría todo lo demás.
Se recogió el cabello para que no entorpeciera su tarea, se quitó algo de la ropa que llevaba para estar más cómoda, dejándose solo el jean y una blusa de tirantes, y se inclinó junto al retrete. Suspiró y llevó dos dedos hasta el fondo de la garganta.
Enseguida el estómago empezó a contraerse. Vomitó todo lo que había comido y también todo aquello que no había podido expresar en llanto. Esa era la forma que tenía de descargar sus penas, no necesitaba lágrimas: podía sentirse mejor y bajar de peso al mismo tiempo.
Cuando se miró al espejo, sus ojos estaban rojos e hinchados. La garganta le ardía terriblemente y le temblaban todos y cada uno de los centímetros del cuerpo.
Se lavó la cara y los dientes con ganas. Luego volvió a mirarse.
Aún no se sentía del todo bien. Supuso que el asunto de su padre realmente la había afectado.
Salió del baño y fue hacia la sala, donde todavía podía aspirar el terrible olor a cerveza. Abrió la puerta del balcón para ventilar y el viento helado le golpeó el rostro. Quizás un poco de aire lograría calmarla.
Abrazándose a sí misma, sin siquiera pensar en ir en busca de un abrigo, salió. Se acercó al borde y miró hacia abajo. La calle estaba calmada y tenuemente iluminada.
Entonces notó la presencia de su vieja cinta de caminar. Le sonrió al aparato. Sí, tal vez un poco de ejercicio le ayudaría a aflojar las tensiones.
Sin dudarlo ni un segundo, se subió y empezó a correr, impulsando fuertemente la cinta bajo los pies.
Requería de mucha fuerza y le hacía doler los músculos de las piernas al instante. Pero no importaba el dolor. Había dolores más fuertes.
Mientras corría su mente parecía despejarse. La paz volvía a ella y se sentía mucho mejor. Eso la impulsó a correr más y más. No tenía noción del tiempo, ni del mundo que le rodeaba. Estando allí, sentía que purificaba su alma al mismo tiempo que purgaba las penas.
El frío de la noche, helado y cruel, la rodeaba en su totalidad. Las manos le temblaban sobre el caño del que se sostenía.
-Solo un rato más y luego me daré una ducha bien caliente.- se dijo a sí misma, como si fuera un consuelo.- Un poco más y me sentiré bien.
-¿Qué estás haciendo?- preguntó una voz a sus espaldas, alarmada. Miró sobre el hombro, deteniéndose y, entonces, se desplomó, exhausta y congelada.
Harry corrió hacia ella y la tomó en brazos. La llevó dentro y la recostó en el sillón. Sus ojos recorrieron con preocupación sus brazos que eran puros huesos, sus costillas que se marcaban debajo de la tela de la blusa... sus labios que habían adquirido un tono azulado por el frío.
-¡Mírate, estás blanca como la nieve!- exclamó, desesperado. Vio en su expresión que no había que hacer. _____ comenzó a tiritar.
-Tengo mucho, mucho frío...- logró decir, temblando incontrolablemente.
Ni siquiera se creía capaz de ponerse de pie. Había llegado al límite.
-La ducha, Harry...- farfulló, esperando que reaccionara.
La tomó nuevamente en brazos y corrió al baño. Dejándola dentro de la bañera y mirándola un segundo.
Luego abrió los grifos.
El agua que caía sobre ella no parecía aliviarla para nada. Al ver que seguía temblando, abrió más el agua caliente.
-¿Más caliente?- preguntó dubitativo. El vapor subía denso a su alrededor, pero sus labios seguían violáceos.
Asintió rápidamente. No sentía calor. No sentía nada más que frío.
Le apartó las manos de los grifos al ver que su piel se ponía colorada al ser tocada por el agua casi hirviendo. Él se limitó a mirarla azorado mientras ella iba recuperando poco a poco el color.
Buscó unas toallas cuando vio que ya estaba mejor. Ella cerró el agua y Harry la envolvió con ellas y la apretó contra él, intentando desesperadamente que recuperara el calor.
-¡Eres una tonta! ¿Qué pretendías, saliendo al balcón sin abrigo, en plena noche y con este frío?- la reprendió, tomándole el rostro entre las manos y obligándola a mirarlo.
-Lo siento... yo...- pero no sabía qué decir. No había modo de explicarle que, de esa forma, se sentía mejor.
-No hay nada, escúchame bien, nada por lo que valga la pena morir, _____.- dijo con determinación y sus ojos verdes muy brillantes.- Ni por tu padre ni por nada más en este mundo.
-No voy a morirme, Harry...- repuso débilmente. Se sentía asustada, no sólo por su reacción, si no también por lo que acaba de suceder. Empezó a llorar quedamente y él ablandó su expresión.
-Ya, quédate tranquila.- le besó la cabeza y la meció un poco. Se había mojado al sentarse a su lado en la bañera húmeda. La ayudó a ponerse de pie.- Ven, vamos a buscarte ropa seca.
Salieron del baño y fueron juntos a la habitación. Buscó algo de ropa para ella y algo de la que su papá había dejado para él, que regresó al baño para cambiarse.
Se quedó sola y se sentó en la cama. Se secó las lágrimas con la toalla y luego se cambió.
Lamentaba haberlo asustado de esa manera.
Cuando volvió del baño, se quedó parado en el hueco de la puerta, contemplándola. Ninguno de los dos dijo nada, sólo intercambiaron una rápida mirada y él entendió.
Se sentó a su lado en la cama. Ella se durmió muy pronto, porque lo que acababa de pasar la había agotado. Solo entonces Harry se puso de pie y, tras apagar la luz, se fue de allí.
Harry no pudo dormir en toda la noche. Aún se sentía extraño después de lo que había sucedido.
Cuando la había visto corriendo en el balcón... se había quedado sin aliento. Jamás la había visto con tan poca ropa y por primera vez pudo apreciar la extrema delgadez de su cuerpo. Sus brazos eran puro hueso, al igual que su espalda, su pecho y sus hombros. Y las costillas... no. No quería pensar en eso.
Se le había detenido el corazón cuando la vio palidecer y desplomarse. Estaba congelada, se moría de frío...
Y dentro de esa bañera comprobó que la situación había llegado demasiado lejos. No iba a dejar que la enfermedad le ganara. El agua caliente casi le había quemado las manos... pero para ella no había sido suficiente. No se había puesto mejor hasta que el ardiente líquido le dejó marcas coloradas en su delicada piel.
Harry quería esperar hasta que se hiciera una hora razonable para hablar con Eleanor. La necesitaba. Pero no pudo. Cuando el reloj marcaba las tres de la madrugada, marcó el número de su celular y aguardó a oír la dulce voz de su amiga, quien por esa noche había decidido no quedarse ahí.
-¿Hola?- dijo, somnolienta.
-Hola, Ele, soy yo.- respondió, con tono cansado.
-¿Harry? ¿Pasa algo? ¿Todo está bien?- preguntó de inmediato. Era obvio que creía que si su amigo la llamaba en mitad de la noche era porque algo malo había sucedido.
-Yo estoy bien. Pero ella no, Eleanor.- repuso con tristeza.- Ella no.
Enseguida la morena le pidió que le contara lo que había pasado. Harry se desahogó, sabiendo que nadie lo entendería como ella, quien a fin de cuentas era como su mejor amiga.
-No sé qué decirte, cariño.- susurró ella finalmente, con ternura.- No será fácil que reciba ayuda. No querrá recibirla.
-Aún así, no puedo quedarme de brazos cruzados. Soy el único que hará algo, el único que se da cuenta.- replicó abatido.- El único que ve esos brazos raquíticos y esos labios azules de frío. El único que sabe que va a morir.
-Quizás deberías hablar con un médico. Llévala y que la hagan entrar en razón.- sugirió.
-No. No funcionará.- negó con la cabeza.
-Se espantará en cuanto te oiga decir la palabra "anorexia".- farfulló la chica, suavemente.- No creo que...
-Tiene que salir bien.- interrumpió, tratando de convencerla.- Sé que puedo hacerlo. Sólo... necesito tiempo.
-¿Tiempo? ¿Quieres decir que vas a quedarte en Holmes Chapel en éstas vacaciones?- inquirió ella, incrédula, sabía que cada primavera él se regresaba a Londres con su abuelo.
-No lo sé.
-Harry, es una de las pocas ocasiones del año en que tu familia puede estar contigo. Sé que quieres ayudarla, sé que quieres hacer algo bueno y me siento orgullosa de ti... pero no te olvides que tú también tienes una familia en Londres.- dijo Eleanor, firmemente.
-No lo olvido, descuida.
El sol asomaba sobre la ciudad cuando Harry finalmente cortó la comunicación. El desasosiego lo invadió de inmediato al dejar el teléfono nuevamente en su lugar.
Despertó cerca de las nueve de la mañana y casi esperó ver a Harry durmiendo a su lado. Le sorprendió la desilusión que sintió al ver que no era así.
Se levantó de la cama lentamente y fue directo a la sala. Tampoco estaba allí, ni en la cocina preparándole el desayuno después de la fatídica noche que habían pasado. Estaba sola.
Se asomó al balcón y revivió en su mente lo sucedido. Volvió a ver el terror en el rostro de Harry, al sentir sus brazos alrededor suyo, llevándola apresuradamente a la bañera, salvándola como siempre lo hacía...
La puerta se abrió de repente y ella se volvió.
-Allison.- dijo al ver a su amiga entrar.- ¿Qué haces aquí tan... temprano?
La castaña la contempló un momento, _____ se veía peor que antes.
-Eh venido...- se acercó hacia ella con la mirada baja.- Porque tu novio me ha contado lo que pasó con tu padre.
-¿Harry? ¿Cuándo?
-Emm... no te enojes con él, _____. Sólo quiere ayudarte pero está... asustado.- en este punto se le quebró la voz, la rubia se acercó a abrazarla.
Allison se sintió horrorizada al sentir por primera vez a _____. Ese cuerpo esquelético, los huesos de su columna saltándose... Harry le había llamado contándole la verdad. Necesitaba ayuda, solo no sabía cómo manejar la situación.
-¡Oh, _____!- soltó un sollozo.
-Está bien, amiga. Estoy bien. Digo, sí me duele lo de mi padre pero, ¡hey! Lo superé una vez, puedo volver a hacerlo.- se separó del cuerpo de la castaña, quien estaba toda bañada de lágrimas y con los lentes movidos. _____ se los quitó para que se limpiara los ojos.
-Es...- tragó saliva y se mojó los labios antes de hablar.- ______ hay que salir.- hizo un intento por no quebrarse nuevamente ante la idea de perderla, con todo el esfuerzo que requería sonrió, gesto que su amiga le devolvió de la misma manera.
-Bueno, pero tienes que esperar a que me bañe, ¿ok?- Allison asintió.
-Te ayudaré a limpiar éste chiquero.- dijo, mirando a su alrededor. _____ sólo se rió y fue hasta su cuarto, dispuesta a asearse.
Allison se puso a recoger todas las botellas, latas y restos de comida en una gran bolsa negra de basura. Luego apiló todos los trastes en el fregadero, pero antes de lavarlos se puso a sacudir la sala, los sillones, la televisión, las mesas... para cuando terminó, _____ ya se estaba vistiendo. Luego fue a la cocina a seguir con lo que dejó pendiente.
Les llevó poco más de media hora a cada una hacer lo que estaban haciendo, por no decir que la castaña en realidad no terminó.
-Tenía ganas de verte.- dijo _____, apoyándose en una pared de la cocina mientras veía a su amiga terminar.
-También yo. Quiero que nos divirtamos un poco, ¿qué dices?- le guiñó un ojo.
-Por supuesto.
Salieron de casa, ______ llevaba el carro de sus papás. Condujo tranquilamente hasta llegar al centro de la ciudad.
-¿A dónde vamos?- preguntó _____, al ver que su amiga entraba al estacionamiento de un McDonald's, deseó profundamente que no fueran allá.
-A comer algo.- respondió como si fuera la cosa más obvia. _____ sólo esbozó una sonrisa torcida.
Entraron al bullicioso restaurante.
-¿Y bien? ¿Qué quieres comer?
-Yo... eh...- miró el panel que mostraba las distintas clases de ensaladas, con la cabeza algo aturdida.
-Ah, no, no. Nada de ensaladas.- dijo ella, siguiendo la dirección de su vista.- Vamos, piensa.
La verdad era que se moría de hambre y el ataque de anoche le había abierto todavía más el apetito. No lo pensó ni un segundo.
-Un cuarto de libra con queso.- murmuró.- Y papas y gaseosa grande.
Quería comer. Quería tapar con comida esa horrible sensación de angustia que amenazaba con invadirla.
_____ pidió lo mismo para ella y se sentaron en una mesa cerca de una ventana.
Varias personas las miraban de reojo, pero ellas parecían no notarlo.
Comieron enfrascadas en una amena charla... o más bien en un ameno monólogo. Era Allison quien hablaba mientras ______ engullía cada miga de su hamburguesa, cada papa frita embadurnada en mayonesa y cada sorbo de gaseosa.
Pronto sintió como si el estómago fuera una gran bola y tuvo la necesidad de expulsarlo todo. Pero no podía hacerlo allí, con su amiga tan cerca y el lugar repleto de gente. La descubrirían.
No tuvo más remedio que aguantar hasta llegar a casa. Y de todos modos, no dejaba de comer. Era más fuerte que ella. Al cuarto de libra le siguió un helado de vainilla y un café con mucha azúcar.
-Creí que tomabas con edulcorante.- comentó la castaña, que no había desviado su atención de ______ en toda la comida.
-Así es... pero no me gusta el que ponen en McDonald's.- contestó, sólo porque no se le ocurría una excusa más creíble.
Luego pensó que quizás estaba diciéndole que debía tomar con edulcorante. Quizás estaba insinuándole que debía hacer dieta. Que estaba gorda. ¡Dios, Allison pensaba que estaba gorda! Si los cubiertos de ese maldito restaurante no hubiesen sido de plástico, se hubiese clavado un cuchillo en las entrañas.
Una vez que ambas terminaron, subieron de nuevo al auto y regresaron a casa de la rubia. Por mera cortesía, invitó a ______ a entrar, sabiendo que contestaría que debía irse a su casa.
Sin embargo, se equivocó.
-Claro.- aceptó de buen humor.- ¿Vemos una película?
_____ quería que se fuera. No porque no le agradara su presencia, la cual disfrutaba como nada, sino porque quería vomitar y la intimidaba. Tenía que irse.
Pero no pudo echarla.
-De acuerdo.- le sonrió. Caminaron hacia la sala y Allison se dejó caer en el sillón y se apoderó del control remoto. Una voz dentro de ______ le ordenaba que corriera al baño. Tenía que hacerlo, no aguantaba más.- Ahora… ahora vengo. Voy al baño.
-Bien. Veré si hay algo interesante en la tele, mientras tanto.- le dedicó una preciosa sonrisa y después fijó sus ojos en la pantalla de la televisión.
Tuvo que hacer un esfuerzo para no correr. Tenía que conducirse con cuidado o se daría cuenta de que había algo extraño.
Cerró la puerta y miró alrededor. El sonido del televisor le llegaba desde la continua sala, pero no le parecía suficiente. Abrió los grifos del lavabo y se inclinó junto al retrete.
En cuanto acercó los dedos a la boca, se olvidó de todo lo demás. Vomitar le hacía bien, le devolvía la paz y nada podía estar mal cuando lo hacía. Era su bienestar.
Los llevó hasta el fondo de su garganta, rozándose los nudillos con los dientes como siempre y causándole un poco de dolor. Las arcadas aparecieron muy pronto y el estómago empezó a contraerse.
Hubiese sonreído de satisfacción de no tener casi la mitad de su mano en la boca.
Toda la porquería que había ingerido empezó a salir con la misma rapidez con la que había entrado. Trataba de controlar la tos, pero era más que obvio que no podía. Las lágrimas saltaban de sus ojos por la fuerza y las piernas le temblaban levemente, por lo que estaba casi recostada en el suelo, con la cabeza prácticamente dentro del retrete.
En ese momento, la puerta se abrió y Allison contempló la escena con estupor. El horror de darse cuenta de su presencia le subía por la garganta como sí también fuera a vomitarlo. Sin embargo, no era capaz de detenerse. Las arcadas, el acto en sí se había apoderado de ella por completo y no podría dejarlo hasta haberse vaciado por completo.
-¡Tonta!- gritó, desesperada, dejándose caer a su lado y sosteniéndola. Le puso una mano en la frente para ayudarla y su tacto la mató de dolor. ¿Qué pensaría de ella?
La extenuación cuando acabó fue tal que solamente se dejó caer en brazos de su amiga, con la cabeza hacia atrás, como si estuviera muerta. A medida que pasaba el tiempo, seguir vomitando le costaba muchísimo, su cuerpo ya no lo toleraba... pero no podía abandonar ese hábito. Constituía su única salida.
-¡_____!- exclamó con preocupación.- ¿Estás bien?
La rubia se obligó a mirarla y sonreír.
-Creo... creo que algo no me cayó bien.- susurró. Se apartó de ella suavemente y se puso de pie con dificultad.
Enseguida se acercó al lavabo para lavarse los dientes. Por el espejo, podía ver a Allison, contemplándola con un brillo en los ojos que no podía discernir a qué se debía.
-Ya basta.- espetó entonces, como si escupiera las palabras. _____ detuvo el movimiento del cepillo y lo miró a través del reflejo, incrédula.
-¿Qué...?- comenzó a decir, pero ella la interrumpió. La hizo girar y tomándola por los hombros la enfrentó.
-¿A dónde quieres llegar, _____?- preguntó con un tono de voz bastante alto.- ¿Hasta cuando vas a seguir con toda esta basura?
-¿De qué estás hablando?- inquirió, impresionada por su reacción.
-¡Tienes que abrir los ojos y darte cuenta que estás enferma!- bramó consternada.
Parpadeó, confundida.
-Allison...- se había preocupado por ella. Había creído que estaba enferma. Le acarició una mejilla, conmovida.- Ali, cariño, no estoy enferma. No tienes que ponerte así...
-Voy a abrirte los ojos, _____. Yo tendré que hacerlo porque tú jamás lo aceptarás.- cortó con brusquedad.- Dios mío, aún debemos estar a tiempo...
-¿A tiempo? ¡Por favor, Allison, escúchate y escúchame! Te estoy diciendo que no estoy enferma.- le sonrió para que confiara en ella. Estaba perfectamente.- Jamás me he sentido mejor. Solo me excedí un poco con la comida, eso es todo.
-Claro que te excediste. Comiste con la desesperación de alguien que no pone comida en su boca desde hace mucho tiempo.- respondió, meneando la cabeza con reprobación.- Amiga, yo solo quiero ayudarte, como siempre he hecho desde que nos conocimos. Como siempre he hecho desde que sé que tienes anorexia y no he sabido cómo...
-¿Anorexia?- repetitió abriendo los ojos, asombrada. ¿De qué rayos estaba hablando?- Allison, yo no tengo anorexia.
-Por supuesto que vas a negarlo.- volvió a tomarla por los hombros, para que la escuchara con atención.- Es parte de la enfer...
-¡Si vuelves a mencionar que estoy enferma voy a golpearte!- advirtió, harta. No le gustaba la dirección que estaba tomando el asunto. Allison la estaba controlando.
-Haz lo que quieras, no me importa. Pero no voy a dejar que te mueras por una idiotez.- su mirada se clavó en sus ojos, duramente. Sin embargo, _____ no iba a dejarse amedrentar.
-¿Crees que voy a morirme? ¿Acaso me ves agonizando? ¿Tengo cáncer, sida, tuberculosis?- espetó de mala manera, haciendo que retrocediera unos pasos.- ¡Estoy bien!
-Dime que comes normalmente y te dejaré en paz. Dime que tienes al menos dos comidas diarias y no volveré a mencionar que estás enferma. Haré de cuenta que el médico nunca le dijo la palabra "anorexia" a Harry.- la enfrentó nuevamente y ella enmudeció. Por mucho que quisiera, no era capaz de mentirle a Allison.
Sentía que le faltaban las palabras, como si no pudiese hablar, como si aún no la hubiesen enseñado a hacerlo.
-Sólo... sólo estoy haciendo dieta. Eso es todo, amiga. Es muy importante que me mantenga en forma.- explicó con calma.
-¿Dieta? No me digas.- la miró con ironía.- ¿Sabes lo que es una dieta, ______? Es comer sano, es comer en menor cantidad, en cantidad necesaria. Es lo que hace una persona que tiene sobrepeso o que quiere mantener un peso adecuado. ¡Lo que tú estás haciendo es no comer una basura y si comes, lo vomitas!
-¡No te atrevas a controlarme, Allison! ¿Esto era lo que querías cuando apareciste en la mañana? ¿Controlarme, fastidiarme?- repuso furiosa.- ¡Yo soy la única que sabe lo que es mejor para mí! ¡Y no por eso soy una anoréxica!
-¿Cuánto pesas?- dijo de pronto, tomándola por sorpresa.- ¿Cuánto, Jackson? Porque por lo que sé... querías llegar a los treinta kilos.
-No te importa lo que...
-¡Dime cuánto!- gritó, haciendo temblar las paredes.
-Cuarenta y cinco.- mintió.
Sus ojos la recorrieron lentamente.
-Quiero la verdad. La verdad, ______.
Suspiró.
-Bien. Cuarenta.
No parecía quedarse conforme.
-¿Cuarenta? ¡No me digas! ¿Por qué mientes si no estás haciendo nada malo?- ______ apartó la mirada, pero ella le hizo mirarla, tomándola por la barbilla.- Vamos, dímelo. O, si no quieres hacerlo, puedo subirte a la balanza.- señaló su balanza, que estaba justo junto al retrete.- Lo haremos por las buenas o por las malas. Así que más te vale que me digas lo que...
-¡Treinta y tres!- gritó, sin poder aguantarlo más.
Cerró la boca de repente. Asintió con lentitud, mirándola dolida.
-Tienes que aceptarlo, ______... estás enferma. Pesas treinta kilos menos de los que deberías...
-Vete de aquí, Allison.- interrumpió con brusquedad.
-_____...
-¡Quiero que te vayas!- gritó, histérica.- ¡Vete! Y hazme el favor de no volver. No vas a controlar mi vida. No vas a evitar que sea perfecta.
-¡_____, por Dios, date cuenta! ¡No existe la perfección! ¡Vas matarte por conseguir algo que es imposible!- bramó exasperada.
-¡Entonces moriré por ello! ¿Para qué quiero vivir siendo como soy? ¡Me doy asco, Allison, asco!- la empujó fuera del baño, camino a la salida.- ¡Y no estoy enferma! ¡Soy perfectamente sana y no dependo de la comida para vivir!
-¡Eres una estúpida!- dijo, ya enojándose.
-¡Déjame en paz! Quiero que te vayas ahora mismo.- abrió la puerta y la hizo salir a empujones.- Déjame vivir, Allison. Ve con Liam y déjame vivir.
-Te dejaría vivir en paz si supiera que tienes esperanzas de vida, _____. Pero te estás muriendo y no quieres aceptarlo. Estás demasiado encerrada en ese mundo que te construiste para ti misma.- meneó la cabeza, tristemente.- Yo puedo ayudarte.
-No. No quiero volver a verte.- y con un golpe violento cerró la puerta, haciendo un ruido ensordecedor que resonó en sus oídos.
Escrutó sigilosamente por la ventana. Allison se alejaba hacia su auto a grandes pasos, hecha una furia. Sólo cuando dejó de oír el motor a la distancia se apartó de la ventana y cayó al suelo inconsciente, superada por la debilidad que la devoraba por dentro.
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WOW! Esa raya mas terca ¬¬. Espero que les haya gustado el cap lectoras hermosas que nose si aun siguen ahi debido a que soy una maldita hija de puta que tarda mil años en subir. Comenten que ya solo queda un ultimo cap y el epilogo!
Lena
:bye:
Lena
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
OH POR DIOS!!! que fue todo eso? :O pobre rayis, pobre allison y pobre harry, alguien tiene que ayudarla, harry deberia llevarsela a londres de vacaciones!!
magda_r_03
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
por dios!que impresionn! pobre Harry, pobre l Rayis! espero que puedan ayudarla! seguiillaaa, besoteees, me encantoo
smilerSoFFi
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
¿Por qué me haces esto? ¿Me odias? )))): God, Allison te amo. Por favor haz que la Rayis entre en razón u_u nada que decir, otro capítulo perfecto, no puedo creer que falte tan poco :'(. Siguela cuando puedas <3.
marie williams.
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
magda_r_03 escribió:OH POR DIOS!!! que fue todo eso? :O pobre rayis, pobre allison y pobre harry, alguien tiene que ayudarla, harry deberia llevarsela a londres de vacaciones!!
jajjajaa OH GOSH! Pobres todos! Ya vas a ver que la va a ayudar :3 TE LO PROMETO! Deberia :/ HARREH TE OBLIGO! jajaja. Ya la sigo! Gracias por comentar y olvidarlas? NEVER!
Lena
:bye:
Lena
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
smilerSoFFi escribió:por dios!que impresionn! pobre Harry, pobre l Rayis! espero que puedan ayudarla! seguiillaaa, besoteees, me encantoo
jajaj todas estan iguales che! ajjaja. si la va a poder ayudar :3 ya la sigo linda. Beshoooteeeesss. Me pone feliz de que te haya encantado :3 amo tu avatar de Taylor
Lena
:bye:
Lena
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
theperfectskyistorn escribió:¿Por qué me haces esto? ¿Me odias? )))): God, Allison te amo. Por favor haz que la Rayis entre en razón u_u nada que decir, otro capítulo perfecto, no puedo creer que falte tan poco :'(. Siguela cuando puedas <3.
yo odiarte? pfff NEVER! AI LOV IUUU! jajaja okno. Allison es asi de amable...AMAMOS A ALLISON! jajaj Siii falta re pocitooo. Ya la sigo! Gracias por comentar :3 y amo tu firma
Lena
:bye:
Lena
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
Capitulo 21 – Ultimo Capitulo
La sangre manaba a borbotones de la boca de _____, pero ella seguía vomitando sin hacer caso de nada ni de nadie.
Allison contemplaba la escena desde la puerta, sin poder moverse, sin poder hacer otra cosa que observar ese espectáculo horroroso. No había manera de detenerla. Seguía vomitando a pesar de que, dentro de ella ya no quedaba nada más por expulsar.
Sintió que sus pies se despegaban del piso. Lo único que atinó a hacer fue dejarse caer junto a ella, tomarla entre sus brazos, intentar evitar que siguiera vomitando.
Pero entonces _____ cayó de espaldas en sus brazos, con la mirada rígida y los labios cubiertos de sangre. _____ moría en sus brazos y Allison sólo pudo gritar.
-¡Allison! ¡Allison!
Abrió los ojos, aturdida. Se encontró el rostro de su madre a menos de veinte centímetros del suyo, observándola con preocupación. Un sudor frío le caía por la frente, haciendo que se le pegaran los cabellos. Se los apartó con una mano temblorosa para que no le cayeran sobre los ojos.
-Me asustaste, hija. Estabas gritando y agitándote en sueños.- susurró su padre, frunciendo el ceño.- ¿Tuviste una pesadilla?
Repentinamente, Allison se reincorporó y se hundió entre los brazos de su papá. Lo necesitaba, lo necesitaba mucho...
Su respiración era irregular y cuando cerraba los ojos seguía viendo las imágenes del espantoso sueño.
-Papi... ¿qué puedo hacer?- sollozó, desesperada. Su padre la apretó más contra su pecho, sabiendo que debía consolarla.
No había tenido oportunidad de contarle lo sucedido con _____, porque no quería hacerlo en presencia de su madre, quien sabía era muy delicado al elegir sus amistades y no quería que la imagen que se había hecho de su amiga cambiara.
Despacio y con profunda tristeza, le narró todo, aunque tenía un nudo en la garganta que le dificultaba hablar.
-Cuando la vi vomitando… no supe qué hacer. Estaba dividida entre la furia, la confusión y el miedo...- miró a su padre a los ojos, para ver en ellos reflejado todo el amor que le tenía.- Fue horrible. Y de repente me encontré a mí misma gritándole y diciéndole que está enferma... no pude callar un segundo más. Hasta ahora he estado buscando la manera de manejar la situación delicadamente, pero ayudándola... y en menos de un segundo arruiné todo. Ya no quiere verme.
-Cálmate. Aún puedes hacer algo.- farfulló el hombre, acariciándole el cabello con ternura. Sabía que eso la tranquilizaba.- Yo te ayudaré.
-No. Esto es algo que debo hacer sola.- susurró. No quiso mencionar que _____ no le tenía mucha confianza.- Hablaré con ella hasta hacerla entrar en razón.
-Y... ¿qué harás si… si simplemente no lo acepta, Allison?- preguntó, preocupado.- ¿Te quedarás a su lado, viéndola morir? Entiendo lo que estás pasando y sé cuán importante es esto para ti... pero no quiero verte sufrir. No está en tus manos resolverlo y lo mejor es hablar con su madre.
-No se va a morir.- repuso con firmeza, encontrando la fortaleza que necesitaba entre los brazos de su papá.- No se va a morir. Juro por mí misma que no la dejaré morir, papi. Prometí que la cuidaría... y no pienso quebrantar esa promesa. Es mi mejor amiga.
Su padre no quiso agregar nada más, pero las palabras de su hija la dejaron muy intranquila.
Tras hacer que se calmara, volvió a su habitación. Allison de inmediato tomó su teléfono y le marcó a Harry.
-Mmm...- murmuró somnoliento.- ¿Quién habla?
-Hazz, soy Allison.- mágicamente, al escuchar su nombre se despejó por completo.
-¡Allison! ¿Qué ha pasado? Me quedé dormido esperando tu llamada...
-Lo sé, lo siento.- se disculpó.- Es que...- suspiró.
-Tranquila, dime ¿cómo está _____?
-Mal, Harry. Ella está peor de lo que pensé.- afirmó con la voz entrecortada.- Fuimos a comer y de regreso a su casa ella se encerró a vomitar...
-¡Demonios!- se dejó escuchar la exclamación de enfado del otro lado del auricular.
-Harry, no sé qué hacer...- las lágrimas volvieron a escurrirse por sus mejillas.- Es mi amiga pero... estoy asustada.- hubo silencio del otro lado.- ¿Hazza?
-Escucha, Allison. Quizás ______ va a odiarnos por esto pero... sé exactamente lo que debemos hacer.- respuso, serio.
Desde lo ocurrido con Allison, hacía dos días, _____ no se movió de la cama.
Simplemente se quedó allí, lamentándose por haber sido tan estúpida y perderla, pero sin hacer nada por recuperarla. No podía renunciar a ambas cosas: a su mejor amiga y a lo que ella llamaba su dieta. Así que decidió quedarse con la segunda.
A medida que pasaron los días, la debilidad se apoderaba de cada uno de sus músculos, de cada pequeño pedacito de su ser.
Sólo se deshacía de las mantas y las almohadas para ir al baño, vomitar un poco de nada (porque ya no quedaba nada dentro de ella para expulsar) y pesarse. Y, para cuando llegó el tercer día, había alcanzado unos peligrosos treinta y un kilos.
Ya no insistía en que se sentía mejor que nunca. No solo porque no tenía a nadie a quien replicarle, sino también porque ya no era cierto. La enfermedad se había apoderado de ella por completo y a eso debía sumarle el dolor del abandono de Allison y Harry.
Pasaba las noches llorando y los días lamentándose en silencio.
Sus ojos estaban hinchados y colorados y alrededor de la cama había miles de pañuelitos usados, arrojados allí sin importar nada.
En las mañanas le llegaban los sonidos del exterior: los pájaros trinando por doquier y el fuerte viento golpeando contra las ventanas y arrastrando, aún a través de los vidrios, el agradable aroma de las flores. Pero, ¿cómo podía apreciar algo tan hermoso, tan cotidiano pero hermoso, si donde ella se encontraba se sentía como el infierno mismo?
Escuchó el vago sonido de un golpeteo. Era incesante, pero... ¿a quién le importaba? Que la dejaran en paz. Quizás era el tipo del correo, o el repartidor de periódico.
¿Por qué no se había quedado su padre? ¿Por qué había tenido que salir huyendo? Su vida se había ido a la basura. Todas las desgracias habían venido ese año. Primero Zayn, luego su padre, su mejor amiga y ahora su novio la abandonaban...
Sin darse cuenta, se había levantado de la cama, tal vez impulsada por el constante llamado que no se detenía. Estaba a mitad de camino cuando oyó un grito:
-¡_____!
Era él. Era Harry.
-¡Dios mío, ha regresado! ¡Ha vuelto por mí!- pensó.
Prácticamente corrió hacia la puerta y la abrió de un golpe. Su sonrisa era más que amplia, pero se extinguió de inmediato al ver que no estaba solo.
Una mujer lo acompañaba. No muy alta, con cabello color miel y ojos castaños, llenos de lágrimas. Tuvo ganas de lanzar un grito de terror.
Era su madre, aquella madre que no había visto en poco más de tres meses.
-¿Mamá?- preguntó aturdida. ¿Estaba imaginándosela? ¿Era acaso un espejismo? Estuvo a punto de pellizcarse para comprobar que no fuera un sueño. O una pesadilla.
Sus ojos llorosos la recorrían con asombro. Los brazos, la cadera, las piernas... sólo llevaba un camisón y todo su cuerpo era más que visible.
Dio un par de pasos atrás y se fijó por primera vez en Harry, que parecía un rayo de luz en plena oscuridad. *mori con esa frase*
-¿Qué... qué está pasando?- preguntó.
-Bonita, tenemos que hablar contigo. Por favor, cálmate.- susurró él con un tono suave.
-No entiendo. ¿Qué hace ella...?- masculló, mirándola como si fuese un fantasma.
-Yo la llamé.- interrumpió el rizado, comenzando a impacientarse. La tomó de la mano y la llevó al sillón. Su madre se sentó a su lado y la rodeó con un brazo mientras se ponía a llorar estruendosamente. Harry se quedó de pie, frente a ellas.- Me pareció lo correcto.
-Creí que no volverías.- comentó con la voz temblorosa.
-No voy a dejarte.- repuso con una pequeña sonrisa aflorando en sus labios. La mirada de _____ se iluminó.
Su madre no decía una sola palabra. Se limitaba a sollozar. Siempre había sido bastante difícil callarla, hablaba todo el tiempo, así que supuso que o estaba muy conmocionada o Harry le había pedido que no dijera nada. Al ver que éste abría la boca, como preparándose para un largo discurso, optó por la segunda opción.
-_____, he intentado ayudarte, envié a Allison a que tratara de convencerte de lo importante que es enfrentar la enfermedad que tienes y no quieres aceptar... pero no has mostrado muchas ganas de cooperar.- comenzó a decir, solemnemente, como si lo hubiese ensayado.- Y a pesar de que me has hecho enojar y me has decepcionado... no puedo dejarte sola. No puedo simplemente esperar que alguien se digne a ayudarte. Te quiero demasiado como para hacer eso.
-He dicho mil veces que... - musitó, tratando de controlarse.
-Sí, ya lo sé.- cortó él, meneando la cabeza.- Que no estás enferma. Que no tienes anorexia. Y no te creo. Te estoy viendo, _____ y sólo veo huesos.
-Estás tan distinta de la última vez que nos vimos...- dijo su mamá, hablando por fin, entre llantos.- Cuando te vi por última vez estabas... estabas... tan viva...
_____ quiso alejarse de ella pero no pudo.
No podía demostrarle de una forma tan abierta que su presencia no le agradaba. No porque no quisiera a su madre, si no porque detestaba el control y esa forma que parecía había adoptado todo mundo de cuidarla, tan obsesiva.
-De hecho estás peor que la última vez que yo te vi.- agregó Harry, observándola atentamente.- Y apenas ha pasado una semana, _____.
-¿Cómo quieres que esté? Es más que obvio que estoy desastrosamente mal. Me sentí abandonada, Harry. Desapareciste por completo.- espetó, furiosamente.- Dices que no vas a dejarme sola... pero mientes. ¿Cómo puedes hacerme esto?- ella también se puso a llorar y se llevó las manos al rostro, nerviosamente.- Te quiero tanto...
-Tranquila, nena.- dijo con ternura.- Vamos, sólo necesitaba tiempo para pensar. No iba a dejarte. No podría. De verdad.
Clavó sus ojos esmeraldas en los suyos, de ese verde tan maravilloso, tan intenso. Era increíble cómo podía convencerla de cualquier cosa... sus palabras tenían para ella la fuerza de la gravedad.
-Escucha, he estado hablando con tu madre... y ambos creemos que lo mejor para ti es que vayas a Florida.- explicó y su llanto se cortó por la mera sorpresa.- Allí hay un sitio muy bueno que...
-¿De qué estás hablando?- exclamó, casi gritando.
-Hija, por favor. Tienes que entrar en razón.- farfulló su mamá, con esa voz tan pacífica que empleaba cuando era pequeña para que no se quejara del dolor de una simple lastimadura, asegurándole que todo estaba bien.- Harry quiere lo mejor para ti. Sin él... quién sabe lo que te hubiera pasado. Es una bendición para la familia.- el castaño se sonrojó y apartó la vista.- Él sabe lo que debemos hacer.
-En Florida hay un lugar excelente, _____, el centro Renfrew. Es el mejor centro de rehabilitación de trastornos alimenticios del país. Tú...
_____ cortó la explicación de su novio de inmediato. Se estaba dando cuenta de lo que sucedía. Él quería alejarla, quería quitarse la molestia de encima y seguir viviendo en paz. Quería convencerla de que lo hacía porque deseaba curarla de una enfermedad inexistente, pero... en realidad deseaba extirparla de su vida como si fuera un tumor maligno.
-¡No voy a ir a ningún sitio! ¡Yo no estoy enferma!- gritó, arrojando un florero por los aires, que golpeó una pared, donde así mismo había un cuadro que cayó al suelo.
-¡_____, por favor! Harry ya ha hecho la reservación y ha pagado todo un año por adelantado ¡agotando sus ahorros!...- escuchó que su madre decía, con intenciones de calmarla. Sin embargo, ella estaba muy ocupada en tirar una silla hacia el otro extremo de la habitación.
-¿Por qué no me lo dices, Harry?- dijo, enfrentándolo, con los ojos empañados por el llanto.- ¿Por qué no me dices que ya no quieres verme? Desapareceré de tu vida y listo. ¿Es necesario que traigas a mi madre y te inventes esta idiotez de la enfermedad?
-¡No es una idiotez y no estoy haciéndolo porque no quiera verte, _____!- gritó desesperado.- Estoy haciéndolo porque no te dejaré morir y no me importa que tan obstinada seas. Irás. -sus ojos anteriormente esmeralda se oscurecieron clavandose en los de ella que estaban casi iguales que los de el.
-¡No! Estás muy equivocado.
Continuó tirando todo lo que estaba a su alcance, deseosa de saciar la ira que le carcomía las entrañas. Harry quería deshacerse de ella y nada podía causarle un dolor más grande que ese.
-¡Déjenme en paz! ¡Déjenme en paz! ¡No estoy enferma!- gritaba sin cesar, mientras sillas, almohadones y adornos varios volaban por todas partes, incapaces de calmar la furia y la angustiosa sensación que le subían por la garganta, como si fueran arcadas.
Ambos trataban de tranquilizarla murmurando palabras que no llegaba a comprender.
Ella quería que desaparecieran de allí y no volvieran. Iba a gritarles y arrojarles porquerías hasta que se le acabaran las fuerzas.
Eso no sucedió mucho después. Estaba demasiado débil y la excitación del momento la hizo ponerse histérica, frenética e incontrolable.
Antes de que nadie pudiera sostenerla, cayó al suelo, inconsciente. Sólo entonces fue el fin de la discusión y Harry estaba más convencido que nunca que debería haber buscado ayuda mucho tiempo antes. Quizás era ya demasiado tarde...
Cuando abrió los ojos, estaba recostada en su cama y su madre le sostenía una mano con paciencia de mártir. Las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas y todo lo que ella pudo hacer fue mirar alrededor para buscar a Harry. Pero no había ni rastros de él.
-¿Cómo te sientes?- preguntó su mamá de inmediato, al notar que había despertado.
-Mejor que nunca.- contestó con brusquedad, soltándose de ella y poniéndose en pie.- Será mejor que regreses a trabajar, mamá. Porque no voy a ir a ninguna parte.
-Por favor, _____… no seas testaruda. Sólo queremos que estés bien. Y vas a ir quieras o no.- repuso con firmeza y por primera vez _____ vio que estaba decidida a llevarla a rastra si era necesario.
-Quiero volver a la escuela.- exclamó, caprichosamente.
-Más adelante, cuando estés recuperada. Ahora viajaremos a Florida y entrarás al centro de rehabilitación que Harry…
-¿Dónde está Harry?.- interrumpió su explicación, ansiosa.
-Tuvo que irse a su casa. Me dijo que tiene que irse de viaje y está preparando…- empezó a decir, pero volvió a cortarla en medio de la frase.
-¿Se va? ¿A dónde?- inquirió, sintiendo un fuerte pinchazo de desilusión en el pecho.
-No sé. Por eso me ha llamado. No puede ir contigo a Florida.- murmuró, alisando la cama inconscientemente.
-¿Qué quieres decir? ¿Tan fácil estaba deshaciéndose de mí? ¿Ni siquiera quería acompañarme y verme entrar en el mismísimo infierno?
-Pobrecito, dice que llamó a todos los Jackson que encontró en la guía telefónica antes de dar conmigo.- sonrió, mientras golpeteaba la almohada para dejarla mullida.
______ se quedó en silencio, agazapada contra una pared, tratando de encontrar una forma de librarse de esa situación.
-Mamá…- susurró al fin, suavizando la voz.- Por favor, tenemos que hablar.
-Claro, querida. Tenemos mucho de qué hablar. Hace mucho tiempo que no nos vemos.- dijo tristemente, yendo hacia la sala y sentándose en el sillón, lista para la conversación. Mágicamente, todo estaba limpio y acomodado.
-Porque estaba ocupada con la escuela, mamá.- repuso, obligándose a no perder la paciencia.- Escucha, realmente me siento bien y no estoy enferma. Harry exagera, es demasiado protector.- sus ojos la recorrían preocupados. Se sentó y abrazó un almohadón, tratando de cubrirse de su escrutinio.
-Pero cuando sufriste el ataque de pánico el médico le dijo que tenías anorexia.- se puso a llorar de nuevo y _____ deseó arrojarle algo.
-¿Cómo podía convencerla de que no me pasaba nada? Todos parecían creer con tanta firmeza en esa maldita enfermedad…
-Partimos mañana en la mañana, hija.- informó, tras concederle unos segundos más de paz. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y los clavó en ella, observándola como si estuviera loca.
-No van a encerrarme como a los locos, mamá…
-Será mejor que empecemos a armar tu equipaje. Yo ya tengo todo listo.- continuó, sin hacerle caso. Le pareció tener de nuevo diez años y estar bajo las órdenes de esa mujer que, a pesar de que la amaba y deseaba lo mejor para ella, no terminaba de comprenderla.- Tendré que acostumbrarme a vivir en hoteles… será un año muy largo…- suspiró, resignada.
_____ dejó de lado toda delicadeza e intento de quitársela de encima con amabilidad.
-No te quiero conmigo y espero que empieces a escucharme, porque no iré a ningún lado.- espetó de mala manera.- Si quieres irte a Florida y pasar unas lindas vacaciones, por mí está bien. Pero no van a arrastrarme. Ni tú ni Harry…
-Soy yo quien decide esta vez, _____.- dijo cortante.- Estos últimos años te dejé hacer lo que querías, te dejé sola siendo demasiado joven… pero se acabó.
Se agazapó en el asiento como una niña pequeña asustada frente al tono autoritario de su madre. El pánico ya se estaba apoderando de ella y no le gustaba nada lo que estaba sucediendo. Y lo que más le asustaba era que Harry no estaba allí.
A la mañana siguiente, su madre salió a comprar algo para desayunar. Cuando llegó a la casa, _____ se había encerrado en el baño, dispuesta a quedarse allí todo el día si era necesario. Los nervios se habían apoderado de ella durante la noche y todo lo que se le había ocurrido para escapar de ese maldito viaje era encerrarse y esperar a perder el vuelo.
-¡_____!- gritó, golpeando la puerta.- ¡Vamos, hija, no seas tonta! No tienes que tener miedo, todo estará...
-¡No tengo miedo!- exclamó, en cambio, sin moverse del hueco entre el retrete y la bañera donde estaba sentada, abrazada a sí misma porque tenía mucho frío.- ¡Quiero que me dejen vivir en paz!
-Hija, sé que esto difícil para ti... pero tienes que hacerlo. Tienes que ir a ese centro y recuperarte.- pidió desesperada.- Ahora no lo entiendes... pero cuando estés sana nos agradecerás que te hayamos insistido.
-¡Vete!- dijo como toda respuesta y hundió la cabeza entre las rodillas. Escuchó a su madre sollozar del otro lado de la puerta unos cuantos minutos, sin saber qué decir. Luego, se escuchó otro golpe.
-Abre la puerta, nena.- era Harry. _____ Levantó la cabeza de inmediato, como impulsada por su voz. No contestó. Sabía que podía hacerla flaquear en un solo segundo. Tenía que aguantar...
-_____... vamos, nena. Abre la puerta.- insistió dulcemente. Lo maldijo con todas sus fuerzas.- Tienes que ir, _____. Tienes que hacerlo. Hazlo por mí.- las lágrimas corrieron por sus mejillas. Cómo detestaba que le dijera eso...- Esta es una nueva oportunidad de que me demuestres que me quieres de verdad, nena.- murmuró.
_____ se puso de pie hecha una furia. Ya no podía más... abrió la puerta de un tirón, tan repentinamente que ambos ahogaron un grito de sorpresa.
-¡Eres un tonto!- chilló, empujándolo.- ¿Por qué sigues haciéndome esto? ¡Deja de pedirme que te demuestre cuánto te quiero! ¿Qué sentido tiene?
-_____, yo...
-Estas malditas pruebas que me pides no son más que para arruinarme la vida y hacerme desear más y más no haberte conocido nunca.- lo miró con una mezcla de lágrimas y de ira en los ojos.- Me lastimas, Harry.
-No es mi intención. Todo lo que quiero es cuidarte, nena.- musitó apenado.
-¡Nunca te pedí que me cuidaras! ¡Nunca te pedí que aparecieras en mi vida! ¡Nunca te pedí que me hicieras sentir así!- gritó, con el dolor tan aferrado al corazón que a duras penas podía respirar.
-_____, las cosas...
-¡Basta! No quiero oírte más, Harry. Vete. ¡Váyanse los dos!- volvió para meterse en el baño nuevamente, pero el rizado la tomó por un brazo y la atrajo hacia él.
-Lo siento.- susurró tristemente.- Lo único que te pido es que hagas esto, _____. Que vayas a Florida y...
-Te odio. Te odio, Styles.- masculló, llena de rencor, sentía que cada sílaba le daba una punzada en el pecho.- Te odio.- trató de zafarse de él, pero la apresaba con fuerza. Finalmente, tironeó del brazo hacia arriba y logró soltarse. Sin embargo, de inmediato, aprovechando aquél movimiento, la tomó por la cintura, la acercó a él y la besó. El asombro no le permitió reaccionar. Se quedó mirándolo incrédula hasta que, impulsivamente, lo rodeó con los brazos y disfrutó de algo que tanto había deseado. Era tan tierno, tan maravilloso... sentía cómo todo su cuerpo se aflojaba. Al separarse la miró profundamente con sus hermosos ojos verdes.
-Te quiero, bonita. Te quiero mucho...- susurró en su oído y ella se derritió, suspirando sin notar que su madre le agarraba de un brazo y la llevaba lentamente a la salida. Se había quedado absolutamente atontada por ese beso de ensueño. Reaccionó cuando escuchó el ruido de una puerta de auto que se abría y vio el taxi en marcha frente a ella.
-¡No!- gritó debatiéndose, aunque sintiéndose muy cansada. Harry la miraba silenciosamente desde la entrada de la casa. El llanto le subió por la garganta, como un alarido de angustia.- ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Nunca te lo perdonaré, Harry!
Mientras su madre la obligaba a meterse dentro del taxi, él se quebró. Bajó la cabeza y se puso a llorar, amargamente. Se cubrió el rostro con las manos, para que no lo viera.
-No podía creer que me hubiese besado para engañarme.- totalmente derrotada y más dolida que nunca, se dejó caer en el asiento, llorando desconsoladamente. Su madre la estrechó cariñosamente, pero _____ sólo podía pensar en el hombre al que más había amado en su vida, que la estaba arrancando de la suya sin misericordia ni remordimientos.
______________________________
Durante varios días, Harry se sintió irremediablemente deprimido. Los "te odio" de _____ le resonaban en los oídos con increíble claridad, resistiéndose a dejarlo. Y nunca había imaginado que se sentiría tan mal. Había hecho lo correcto. La había enviado a un lugar más que bueno, donde ella tendría muchas posibilidades de recuperarse. Al principio le costaría, pero él estaba convencido de que al final terminaría aceptándolo.
En ese momento, sin embargo, la enfermedad era lo que menos le importaba. El desprecio de la chica que había sabido ganarse su cariño, que había sabido inmiscuirse en su vida para formar parte activa de ella, le rompía el corazón en mil pedazos. Le costaba imaginar sus días sin llevarla a almorzar, sin controlar que comiera, sin estrechar su frágil cuerpo entre sus brazos. Pero tenía que acostumbrarse. Tenía que recuperar la vida que había llevado antes de conocerla.
Le dio un trago a su refresco mientras cerraba su maleta, ya lista para partir. Iba a cumplir su promesa de pasar las vacaciones con su abuelo. Se sentía ansioso, esperando que eso pudiera distraerlo un poco. Su mamá entró en la habitación y sonrió débilmente al verlo. Comprendía muy bien lo que le sucedía y siempre trataba de animarlo. Se acercó a él y le rodeó con los brazos por detrás apoyando la cabeza en su hombro.
-Te amo, Harry.- él esbozó una tierna y melancólica sonrisa. Ladeó un poco la cabeza y le dio un besó en la mejilla.
-Yo también te amo, mamá.
-Estoy orgullosa por la manera en que ayudaste a esa chica.
La normalidad había regresado a sus vidas con tanta rapidez como había desaparecido. Mientras se entregaba al cálido y reconfortante abrazo de su madre, Harry se dio cuenta que su amargura no tenía mucho sentido. Si _____ podía recuperarse, entonces no le importaba su odio. Sólo había querido su bienestar, desde el día en que la había conocido.
-Perderemos el vuelo.- musitó la señora suavemente, en algún lugar cercano a su cuello. Él asintió despacio, tomó la maleta y salió de la habitación.
Regresaba a donde todo había comenzado.
________________________________
Tengo que decir que llore, de nuevo, como la primera vez que lei la novela...y creo el hecho de escuchar Moments, More Than This, Same Mistakes, They Don't About Us y Over Again mientras editaba el cap lo hizo peor...por deoos! I'M CRYING! Espero que les haya gustado! Aunque falta el epilogo asi que no crean que esto termina asi. Comenten!!! Las amooo demasiado chicas :3
Lena
:bye:
La sangre manaba a borbotones de la boca de _____, pero ella seguía vomitando sin hacer caso de nada ni de nadie.
Allison contemplaba la escena desde la puerta, sin poder moverse, sin poder hacer otra cosa que observar ese espectáculo horroroso. No había manera de detenerla. Seguía vomitando a pesar de que, dentro de ella ya no quedaba nada más por expulsar.
Sintió que sus pies se despegaban del piso. Lo único que atinó a hacer fue dejarse caer junto a ella, tomarla entre sus brazos, intentar evitar que siguiera vomitando.
Pero entonces _____ cayó de espaldas en sus brazos, con la mirada rígida y los labios cubiertos de sangre. _____ moría en sus brazos y Allison sólo pudo gritar.
-¡Allison! ¡Allison!
Abrió los ojos, aturdida. Se encontró el rostro de su madre a menos de veinte centímetros del suyo, observándola con preocupación. Un sudor frío le caía por la frente, haciendo que se le pegaran los cabellos. Se los apartó con una mano temblorosa para que no le cayeran sobre los ojos.
-Me asustaste, hija. Estabas gritando y agitándote en sueños.- susurró su padre, frunciendo el ceño.- ¿Tuviste una pesadilla?
Repentinamente, Allison se reincorporó y se hundió entre los brazos de su papá. Lo necesitaba, lo necesitaba mucho...
Su respiración era irregular y cuando cerraba los ojos seguía viendo las imágenes del espantoso sueño.
-Papi... ¿qué puedo hacer?- sollozó, desesperada. Su padre la apretó más contra su pecho, sabiendo que debía consolarla.
No había tenido oportunidad de contarle lo sucedido con _____, porque no quería hacerlo en presencia de su madre, quien sabía era muy delicado al elegir sus amistades y no quería que la imagen que se había hecho de su amiga cambiara.
Despacio y con profunda tristeza, le narró todo, aunque tenía un nudo en la garganta que le dificultaba hablar.
-Cuando la vi vomitando… no supe qué hacer. Estaba dividida entre la furia, la confusión y el miedo...- miró a su padre a los ojos, para ver en ellos reflejado todo el amor que le tenía.- Fue horrible. Y de repente me encontré a mí misma gritándole y diciéndole que está enferma... no pude callar un segundo más. Hasta ahora he estado buscando la manera de manejar la situación delicadamente, pero ayudándola... y en menos de un segundo arruiné todo. Ya no quiere verme.
-Cálmate. Aún puedes hacer algo.- farfulló el hombre, acariciándole el cabello con ternura. Sabía que eso la tranquilizaba.- Yo te ayudaré.
-No. Esto es algo que debo hacer sola.- susurró. No quiso mencionar que _____ no le tenía mucha confianza.- Hablaré con ella hasta hacerla entrar en razón.
-Y... ¿qué harás si… si simplemente no lo acepta, Allison?- preguntó, preocupado.- ¿Te quedarás a su lado, viéndola morir? Entiendo lo que estás pasando y sé cuán importante es esto para ti... pero no quiero verte sufrir. No está en tus manos resolverlo y lo mejor es hablar con su madre.
-No se va a morir.- repuso con firmeza, encontrando la fortaleza que necesitaba entre los brazos de su papá.- No se va a morir. Juro por mí misma que no la dejaré morir, papi. Prometí que la cuidaría... y no pienso quebrantar esa promesa. Es mi mejor amiga.
Su padre no quiso agregar nada más, pero las palabras de su hija la dejaron muy intranquila.
Tras hacer que se calmara, volvió a su habitación. Allison de inmediato tomó su teléfono y le marcó a Harry.
-Mmm...- murmuró somnoliento.- ¿Quién habla?
-Hazz, soy Allison.- mágicamente, al escuchar su nombre se despejó por completo.
-¡Allison! ¿Qué ha pasado? Me quedé dormido esperando tu llamada...
-Lo sé, lo siento.- se disculpó.- Es que...- suspiró.
-Tranquila, dime ¿cómo está _____?
-Mal, Harry. Ella está peor de lo que pensé.- afirmó con la voz entrecortada.- Fuimos a comer y de regreso a su casa ella se encerró a vomitar...
-¡Demonios!- se dejó escuchar la exclamación de enfado del otro lado del auricular.
-Harry, no sé qué hacer...- las lágrimas volvieron a escurrirse por sus mejillas.- Es mi amiga pero... estoy asustada.- hubo silencio del otro lado.- ¿Hazza?
-Escucha, Allison. Quizás ______ va a odiarnos por esto pero... sé exactamente lo que debemos hacer.- respuso, serio.
Desde lo ocurrido con Allison, hacía dos días, _____ no se movió de la cama.
Simplemente se quedó allí, lamentándose por haber sido tan estúpida y perderla, pero sin hacer nada por recuperarla. No podía renunciar a ambas cosas: a su mejor amiga y a lo que ella llamaba su dieta. Así que decidió quedarse con la segunda.
A medida que pasaron los días, la debilidad se apoderaba de cada uno de sus músculos, de cada pequeño pedacito de su ser.
Sólo se deshacía de las mantas y las almohadas para ir al baño, vomitar un poco de nada (porque ya no quedaba nada dentro de ella para expulsar) y pesarse. Y, para cuando llegó el tercer día, había alcanzado unos peligrosos treinta y un kilos.
Ya no insistía en que se sentía mejor que nunca. No solo porque no tenía a nadie a quien replicarle, sino también porque ya no era cierto. La enfermedad se había apoderado de ella por completo y a eso debía sumarle el dolor del abandono de Allison y Harry.
Pasaba las noches llorando y los días lamentándose en silencio.
Sus ojos estaban hinchados y colorados y alrededor de la cama había miles de pañuelitos usados, arrojados allí sin importar nada.
En las mañanas le llegaban los sonidos del exterior: los pájaros trinando por doquier y el fuerte viento golpeando contra las ventanas y arrastrando, aún a través de los vidrios, el agradable aroma de las flores. Pero, ¿cómo podía apreciar algo tan hermoso, tan cotidiano pero hermoso, si donde ella se encontraba se sentía como el infierno mismo?
Escuchó el vago sonido de un golpeteo. Era incesante, pero... ¿a quién le importaba? Que la dejaran en paz. Quizás era el tipo del correo, o el repartidor de periódico.
¿Por qué no se había quedado su padre? ¿Por qué había tenido que salir huyendo? Su vida se había ido a la basura. Todas las desgracias habían venido ese año. Primero Zayn, luego su padre, su mejor amiga y ahora su novio la abandonaban...
Sin darse cuenta, se había levantado de la cama, tal vez impulsada por el constante llamado que no se detenía. Estaba a mitad de camino cuando oyó un grito:
-¡_____!
Era él. Era Harry.
-¡Dios mío, ha regresado! ¡Ha vuelto por mí!- pensó.
Prácticamente corrió hacia la puerta y la abrió de un golpe. Su sonrisa era más que amplia, pero se extinguió de inmediato al ver que no estaba solo.
Una mujer lo acompañaba. No muy alta, con cabello color miel y ojos castaños, llenos de lágrimas. Tuvo ganas de lanzar un grito de terror.
Era su madre, aquella madre que no había visto en poco más de tres meses.
-¿Mamá?- preguntó aturdida. ¿Estaba imaginándosela? ¿Era acaso un espejismo? Estuvo a punto de pellizcarse para comprobar que no fuera un sueño. O una pesadilla.
Sus ojos llorosos la recorrían con asombro. Los brazos, la cadera, las piernas... sólo llevaba un camisón y todo su cuerpo era más que visible.
Dio un par de pasos atrás y se fijó por primera vez en Harry, que parecía un rayo de luz en plena oscuridad. *mori con esa frase*
-¿Qué... qué está pasando?- preguntó.
-Bonita, tenemos que hablar contigo. Por favor, cálmate.- susurró él con un tono suave.
-No entiendo. ¿Qué hace ella...?- masculló, mirándola como si fuese un fantasma.
-Yo la llamé.- interrumpió el rizado, comenzando a impacientarse. La tomó de la mano y la llevó al sillón. Su madre se sentó a su lado y la rodeó con un brazo mientras se ponía a llorar estruendosamente. Harry se quedó de pie, frente a ellas.- Me pareció lo correcto.
-Creí que no volverías.- comentó con la voz temblorosa.
-No voy a dejarte.- repuso con una pequeña sonrisa aflorando en sus labios. La mirada de _____ se iluminó.
Su madre no decía una sola palabra. Se limitaba a sollozar. Siempre había sido bastante difícil callarla, hablaba todo el tiempo, así que supuso que o estaba muy conmocionada o Harry le había pedido que no dijera nada. Al ver que éste abría la boca, como preparándose para un largo discurso, optó por la segunda opción.
-_____, he intentado ayudarte, envié a Allison a que tratara de convencerte de lo importante que es enfrentar la enfermedad que tienes y no quieres aceptar... pero no has mostrado muchas ganas de cooperar.- comenzó a decir, solemnemente, como si lo hubiese ensayado.- Y a pesar de que me has hecho enojar y me has decepcionado... no puedo dejarte sola. No puedo simplemente esperar que alguien se digne a ayudarte. Te quiero demasiado como para hacer eso.
-He dicho mil veces que... - musitó, tratando de controlarse.
-Sí, ya lo sé.- cortó él, meneando la cabeza.- Que no estás enferma. Que no tienes anorexia. Y no te creo. Te estoy viendo, _____ y sólo veo huesos.
-Estás tan distinta de la última vez que nos vimos...- dijo su mamá, hablando por fin, entre llantos.- Cuando te vi por última vez estabas... estabas... tan viva...
_____ quiso alejarse de ella pero no pudo.
No podía demostrarle de una forma tan abierta que su presencia no le agradaba. No porque no quisiera a su madre, si no porque detestaba el control y esa forma que parecía había adoptado todo mundo de cuidarla, tan obsesiva.
-De hecho estás peor que la última vez que yo te vi.- agregó Harry, observándola atentamente.- Y apenas ha pasado una semana, _____.
-¿Cómo quieres que esté? Es más que obvio que estoy desastrosamente mal. Me sentí abandonada, Harry. Desapareciste por completo.- espetó, furiosamente.- Dices que no vas a dejarme sola... pero mientes. ¿Cómo puedes hacerme esto?- ella también se puso a llorar y se llevó las manos al rostro, nerviosamente.- Te quiero tanto...
-Tranquila, nena.- dijo con ternura.- Vamos, sólo necesitaba tiempo para pensar. No iba a dejarte. No podría. De verdad.
Clavó sus ojos esmeraldas en los suyos, de ese verde tan maravilloso, tan intenso. Era increíble cómo podía convencerla de cualquier cosa... sus palabras tenían para ella la fuerza de la gravedad.
-Escucha, he estado hablando con tu madre... y ambos creemos que lo mejor para ti es que vayas a Florida.- explicó y su llanto se cortó por la mera sorpresa.- Allí hay un sitio muy bueno que...
-¿De qué estás hablando?- exclamó, casi gritando.
-Hija, por favor. Tienes que entrar en razón.- farfulló su mamá, con esa voz tan pacífica que empleaba cuando era pequeña para que no se quejara del dolor de una simple lastimadura, asegurándole que todo estaba bien.- Harry quiere lo mejor para ti. Sin él... quién sabe lo que te hubiera pasado. Es una bendición para la familia.- el castaño se sonrojó y apartó la vista.- Él sabe lo que debemos hacer.
-En Florida hay un lugar excelente, _____, el centro Renfrew. Es el mejor centro de rehabilitación de trastornos alimenticios del país. Tú...
_____ cortó la explicación de su novio de inmediato. Se estaba dando cuenta de lo que sucedía. Él quería alejarla, quería quitarse la molestia de encima y seguir viviendo en paz. Quería convencerla de que lo hacía porque deseaba curarla de una enfermedad inexistente, pero... en realidad deseaba extirparla de su vida como si fuera un tumor maligno.
-¡No voy a ir a ningún sitio! ¡Yo no estoy enferma!- gritó, arrojando un florero por los aires, que golpeó una pared, donde así mismo había un cuadro que cayó al suelo.
-¡_____, por favor! Harry ya ha hecho la reservación y ha pagado todo un año por adelantado ¡agotando sus ahorros!...- escuchó que su madre decía, con intenciones de calmarla. Sin embargo, ella estaba muy ocupada en tirar una silla hacia el otro extremo de la habitación.
-¿Por qué no me lo dices, Harry?- dijo, enfrentándolo, con los ojos empañados por el llanto.- ¿Por qué no me dices que ya no quieres verme? Desapareceré de tu vida y listo. ¿Es necesario que traigas a mi madre y te inventes esta idiotez de la enfermedad?
-¡No es una idiotez y no estoy haciéndolo porque no quiera verte, _____!- gritó desesperado.- Estoy haciéndolo porque no te dejaré morir y no me importa que tan obstinada seas. Irás. -sus ojos anteriormente esmeralda se oscurecieron clavandose en los de ella que estaban casi iguales que los de el.
-¡No! Estás muy equivocado.
Continuó tirando todo lo que estaba a su alcance, deseosa de saciar la ira que le carcomía las entrañas. Harry quería deshacerse de ella y nada podía causarle un dolor más grande que ese.
-¡Déjenme en paz! ¡Déjenme en paz! ¡No estoy enferma!- gritaba sin cesar, mientras sillas, almohadones y adornos varios volaban por todas partes, incapaces de calmar la furia y la angustiosa sensación que le subían por la garganta, como si fueran arcadas.
Ambos trataban de tranquilizarla murmurando palabras que no llegaba a comprender.
Ella quería que desaparecieran de allí y no volvieran. Iba a gritarles y arrojarles porquerías hasta que se le acabaran las fuerzas.
Eso no sucedió mucho después. Estaba demasiado débil y la excitación del momento la hizo ponerse histérica, frenética e incontrolable.
Antes de que nadie pudiera sostenerla, cayó al suelo, inconsciente. Sólo entonces fue el fin de la discusión y Harry estaba más convencido que nunca que debería haber buscado ayuda mucho tiempo antes. Quizás era ya demasiado tarde...
Cuando abrió los ojos, estaba recostada en su cama y su madre le sostenía una mano con paciencia de mártir. Las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas y todo lo que ella pudo hacer fue mirar alrededor para buscar a Harry. Pero no había ni rastros de él.
-¿Cómo te sientes?- preguntó su mamá de inmediato, al notar que había despertado.
-Mejor que nunca.- contestó con brusquedad, soltándose de ella y poniéndose en pie.- Será mejor que regreses a trabajar, mamá. Porque no voy a ir a ninguna parte.
-Por favor, _____… no seas testaruda. Sólo queremos que estés bien. Y vas a ir quieras o no.- repuso con firmeza y por primera vez _____ vio que estaba decidida a llevarla a rastra si era necesario.
-Quiero volver a la escuela.- exclamó, caprichosamente.
-Más adelante, cuando estés recuperada. Ahora viajaremos a Florida y entrarás al centro de rehabilitación que Harry…
-¿Dónde está Harry?.- interrumpió su explicación, ansiosa.
-Tuvo que irse a su casa. Me dijo que tiene que irse de viaje y está preparando…- empezó a decir, pero volvió a cortarla en medio de la frase.
-¿Se va? ¿A dónde?- inquirió, sintiendo un fuerte pinchazo de desilusión en el pecho.
-No sé. Por eso me ha llamado. No puede ir contigo a Florida.- murmuró, alisando la cama inconscientemente.
-¿Qué quieres decir? ¿Tan fácil estaba deshaciéndose de mí? ¿Ni siquiera quería acompañarme y verme entrar en el mismísimo infierno?
-Pobrecito, dice que llamó a todos los Jackson que encontró en la guía telefónica antes de dar conmigo.- sonrió, mientras golpeteaba la almohada para dejarla mullida.
______ se quedó en silencio, agazapada contra una pared, tratando de encontrar una forma de librarse de esa situación.
-Mamá…- susurró al fin, suavizando la voz.- Por favor, tenemos que hablar.
-Claro, querida. Tenemos mucho de qué hablar. Hace mucho tiempo que no nos vemos.- dijo tristemente, yendo hacia la sala y sentándose en el sillón, lista para la conversación. Mágicamente, todo estaba limpio y acomodado.
-Porque estaba ocupada con la escuela, mamá.- repuso, obligándose a no perder la paciencia.- Escucha, realmente me siento bien y no estoy enferma. Harry exagera, es demasiado protector.- sus ojos la recorrían preocupados. Se sentó y abrazó un almohadón, tratando de cubrirse de su escrutinio.
-Pero cuando sufriste el ataque de pánico el médico le dijo que tenías anorexia.- se puso a llorar de nuevo y _____ deseó arrojarle algo.
-¿Cómo podía convencerla de que no me pasaba nada? Todos parecían creer con tanta firmeza en esa maldita enfermedad…
-Partimos mañana en la mañana, hija.- informó, tras concederle unos segundos más de paz. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y los clavó en ella, observándola como si estuviera loca.
-No van a encerrarme como a los locos, mamá…
-Será mejor que empecemos a armar tu equipaje. Yo ya tengo todo listo.- continuó, sin hacerle caso. Le pareció tener de nuevo diez años y estar bajo las órdenes de esa mujer que, a pesar de que la amaba y deseaba lo mejor para ella, no terminaba de comprenderla.- Tendré que acostumbrarme a vivir en hoteles… será un año muy largo…- suspiró, resignada.
_____ dejó de lado toda delicadeza e intento de quitársela de encima con amabilidad.
-No te quiero conmigo y espero que empieces a escucharme, porque no iré a ningún lado.- espetó de mala manera.- Si quieres irte a Florida y pasar unas lindas vacaciones, por mí está bien. Pero no van a arrastrarme. Ni tú ni Harry…
-Soy yo quien decide esta vez, _____.- dijo cortante.- Estos últimos años te dejé hacer lo que querías, te dejé sola siendo demasiado joven… pero se acabó.
Se agazapó en el asiento como una niña pequeña asustada frente al tono autoritario de su madre. El pánico ya se estaba apoderando de ella y no le gustaba nada lo que estaba sucediendo. Y lo que más le asustaba era que Harry no estaba allí.
A la mañana siguiente, su madre salió a comprar algo para desayunar. Cuando llegó a la casa, _____ se había encerrado en el baño, dispuesta a quedarse allí todo el día si era necesario. Los nervios se habían apoderado de ella durante la noche y todo lo que se le había ocurrido para escapar de ese maldito viaje era encerrarse y esperar a perder el vuelo.
-¡_____!- gritó, golpeando la puerta.- ¡Vamos, hija, no seas tonta! No tienes que tener miedo, todo estará...
-¡No tengo miedo!- exclamó, en cambio, sin moverse del hueco entre el retrete y la bañera donde estaba sentada, abrazada a sí misma porque tenía mucho frío.- ¡Quiero que me dejen vivir en paz!
-Hija, sé que esto difícil para ti... pero tienes que hacerlo. Tienes que ir a ese centro y recuperarte.- pidió desesperada.- Ahora no lo entiendes... pero cuando estés sana nos agradecerás que te hayamos insistido.
-¡Vete!- dijo como toda respuesta y hundió la cabeza entre las rodillas. Escuchó a su madre sollozar del otro lado de la puerta unos cuantos minutos, sin saber qué decir. Luego, se escuchó otro golpe.
-Abre la puerta, nena.- era Harry. _____ Levantó la cabeza de inmediato, como impulsada por su voz. No contestó. Sabía que podía hacerla flaquear en un solo segundo. Tenía que aguantar...
-_____... vamos, nena. Abre la puerta.- insistió dulcemente. Lo maldijo con todas sus fuerzas.- Tienes que ir, _____. Tienes que hacerlo. Hazlo por mí.- las lágrimas corrieron por sus mejillas. Cómo detestaba que le dijera eso...- Esta es una nueva oportunidad de que me demuestres que me quieres de verdad, nena.- murmuró.
_____ se puso de pie hecha una furia. Ya no podía más... abrió la puerta de un tirón, tan repentinamente que ambos ahogaron un grito de sorpresa.
-¡Eres un tonto!- chilló, empujándolo.- ¿Por qué sigues haciéndome esto? ¡Deja de pedirme que te demuestre cuánto te quiero! ¿Qué sentido tiene?
-_____, yo...
-Estas malditas pruebas que me pides no son más que para arruinarme la vida y hacerme desear más y más no haberte conocido nunca.- lo miró con una mezcla de lágrimas y de ira en los ojos.- Me lastimas, Harry.
-No es mi intención. Todo lo que quiero es cuidarte, nena.- musitó apenado.
-¡Nunca te pedí que me cuidaras! ¡Nunca te pedí que aparecieras en mi vida! ¡Nunca te pedí que me hicieras sentir así!- gritó, con el dolor tan aferrado al corazón que a duras penas podía respirar.
-_____, las cosas...
-¡Basta! No quiero oírte más, Harry. Vete. ¡Váyanse los dos!- volvió para meterse en el baño nuevamente, pero el rizado la tomó por un brazo y la atrajo hacia él.
-Lo siento.- susurró tristemente.- Lo único que te pido es que hagas esto, _____. Que vayas a Florida y...
-Te odio. Te odio, Styles.- masculló, llena de rencor, sentía que cada sílaba le daba una punzada en el pecho.- Te odio.- trató de zafarse de él, pero la apresaba con fuerza. Finalmente, tironeó del brazo hacia arriba y logró soltarse. Sin embargo, de inmediato, aprovechando aquél movimiento, la tomó por la cintura, la acercó a él y la besó. El asombro no le permitió reaccionar. Se quedó mirándolo incrédula hasta que, impulsivamente, lo rodeó con los brazos y disfrutó de algo que tanto había deseado. Era tan tierno, tan maravilloso... sentía cómo todo su cuerpo se aflojaba. Al separarse la miró profundamente con sus hermosos ojos verdes.
-Te quiero, bonita. Te quiero mucho...- susurró en su oído y ella se derritió, suspirando sin notar que su madre le agarraba de un brazo y la llevaba lentamente a la salida. Se había quedado absolutamente atontada por ese beso de ensueño. Reaccionó cuando escuchó el ruido de una puerta de auto que se abría y vio el taxi en marcha frente a ella.
-¡No!- gritó debatiéndose, aunque sintiéndose muy cansada. Harry la miraba silenciosamente desde la entrada de la casa. El llanto le subió por la garganta, como un alarido de angustia.- ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Nunca te lo perdonaré, Harry!
Mientras su madre la obligaba a meterse dentro del taxi, él se quebró. Bajó la cabeza y se puso a llorar, amargamente. Se cubrió el rostro con las manos, para que no lo viera.
-No podía creer que me hubiese besado para engañarme.- totalmente derrotada y más dolida que nunca, se dejó caer en el asiento, llorando desconsoladamente. Su madre la estrechó cariñosamente, pero _____ sólo podía pensar en el hombre al que más había amado en su vida, que la estaba arrancando de la suya sin misericordia ni remordimientos.
______________________________
Durante varios días, Harry se sintió irremediablemente deprimido. Los "te odio" de _____ le resonaban en los oídos con increíble claridad, resistiéndose a dejarlo. Y nunca había imaginado que se sentiría tan mal. Había hecho lo correcto. La había enviado a un lugar más que bueno, donde ella tendría muchas posibilidades de recuperarse. Al principio le costaría, pero él estaba convencido de que al final terminaría aceptándolo.
En ese momento, sin embargo, la enfermedad era lo que menos le importaba. El desprecio de la chica que había sabido ganarse su cariño, que había sabido inmiscuirse en su vida para formar parte activa de ella, le rompía el corazón en mil pedazos. Le costaba imaginar sus días sin llevarla a almorzar, sin controlar que comiera, sin estrechar su frágil cuerpo entre sus brazos. Pero tenía que acostumbrarse. Tenía que recuperar la vida que había llevado antes de conocerla.
Le dio un trago a su refresco mientras cerraba su maleta, ya lista para partir. Iba a cumplir su promesa de pasar las vacaciones con su abuelo. Se sentía ansioso, esperando que eso pudiera distraerlo un poco. Su mamá entró en la habitación y sonrió débilmente al verlo. Comprendía muy bien lo que le sucedía y siempre trataba de animarlo. Se acercó a él y le rodeó con los brazos por detrás apoyando la cabeza en su hombro.
-Te amo, Harry.- él esbozó una tierna y melancólica sonrisa. Ladeó un poco la cabeza y le dio un besó en la mejilla.
-Yo también te amo, mamá.
-Estoy orgullosa por la manera en que ayudaste a esa chica.
La normalidad había regresado a sus vidas con tanta rapidez como había desaparecido. Mientras se entregaba al cálido y reconfortante abrazo de su madre, Harry se dio cuenta que su amargura no tenía mucho sentido. Si _____ podía recuperarse, entonces no le importaba su odio. Sólo había querido su bienestar, desde el día en que la había conocido.
-Perderemos el vuelo.- musitó la señora suavemente, en algún lugar cercano a su cuello. Él asintió despacio, tomó la maleta y salió de la habitación.
Regresaba a donde todo había comenzado.
________________________________
Tengo que decir que llore, de nuevo, como la primera vez que lei la novela...y creo el hecho de escuchar Moments, More Than This, Same Mistakes, They Don't About Us y Over Again mientras editaba el cap lo hizo peor...por deoos! I'M CRYING! Espero que les haya gustado! Aunque falta el epilogo asi que no crean que esto termina asi. Comenten!!! Las amooo demasiado chicas :3
Lena
:bye:
Lena
Re: Espejismos||Harry Styles||Terminada
Oh santo cielo!!! esta novela me a llegado a lo mas profundo del corazon, oh por dios, harry es un amor, sacrifico su felicidad para hacerla vivir, simplemente porque la amaba demasiado como para dejar que muriera, oh santo Dios :O este tipo de historias hacen que tu corazon palpite a mil por hora, que tu pulso se acelere y creas en el amor verdadero, gracias por haber compartido esta historia con nosotras, es una de las mas increibles que he leido jamas, espero con ansias el epilogo *-*
magda_r_03
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