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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
CAPÍTULO 1: LOS PRIMEROS INDICIOS DE LA DESTRUCCIÓN
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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CAPÍTULO 1: LOS PRIMEROS INDICIOS DE LA DESTRUCCIÓN
Todo
giraba en torno a la excursión de principios de la semana. Sería la última
definitivamente, ya que también lo era mi curso. Yo era un chico de matrículas.
Mi madre estaba realmente orgullosa por sus dos “angelitos”. Mi padre no podía
decir lo mismo. Hace cuatro años que falleció atropellado por un coche cuando
diambulaba ebrio por la calle en mitad de la noche. Lo tomé como un suicidio.
De todas formas, ya planearon el divorcio meses atrás, y se hundieron en la más
profunda depresión, sobre todo él. Mi hermano se alistó en el ejército poco
después de la muerte de nuestro padre. Sinceramente, fue demasiado pronto.
Miguel se alistó nada más cumplir los dieciocho. Y claro, yo aún era un crío, y
hubo momentos en el que me preocupaba tanto por mi hermano que me pasaba días sin
comer y sin dirigirle la palabra a mi madre, cargándole la culpa de que Miguel
nos abandonara, y ya de paso, reteniendo el rencor que le tenía a mi padre por
lo que hizo. En ningún momento de su vida fue un ejemplo a seguir, mamá me lo
decía constantemente, por eso discutían tan a menudo.
Un
tiempo más tarde de que papá muriera mi madre no tardó en buscar a otro hombre
que ocupara su lugar. Fue un prestigioso abogado, traía mucho dinero a casa,
pero aún así hubo problemas entre ellos.
Fueron
tres años de matrimonio y se acabó, aquel hombre se llevó la mayor parte del
beneficio del divorcio.
Unos meses más tarde nos dieron la noticia
de la muerte de mi hermano Miguel, en el frente. Desde entonces todos los
compañeros de mi instituto me admiraban, me respetaban. No hacía más que
recibir halagos de las chicas y mi grupo de amigos aumentaba. Sin duda me hice
el tipo duro. La fama y la popularidad se me subió a la cabeza. Acudía a
fiestas y pubs habitualmente. Mis
notas decayeron, y no me importaba. Mi madre estaba angustiada y frustrada. Ella
pensaba que mi comportamiento era efecto de todo lo que le ocurrió a nuestra
familia. No estaba equivocada. Cualquiera podría haberlo adivinado.
Un
día cualquiera de la semana antes de nuestra excursión sería un claro ejemplo
de mi nueva personalidad. Fue el miércoles. Las nueve aproximadamente, y me
disponía a salir de casa aprovechando que mi madre estaba absorta en la
historia de su telenovela-una de las pocas que emitían a esa hora.-y escribí
una nota y la pegué con el imán en forma de herradura en la nevera. El texto
era: “Me he ido con Marcos y Laura a dar una vuelta. Besos: Edu.”
Sin
embargo fue algo en vano, me descubrió nada más entrar en la cocina.
-¿Qué haces?-tardé en responder.
-Bueno, pensaba en salir un rato con mis
amigos y…
-¿Qué? ¿Otra vez?...Lo tienes claro.
-¿Por qué, qué hecho ahora?
-Si no recuerdo mal mañana tienes examen
de Física.
-¿Cómo sabes eso? ¿Por qué cotilleas mis
cosas?
-Porque
no soy tan idiota como tú crees. ¿Crees que puedes tomarme el pelo tan
fácilmente? No voy a permitir que entres en esta casa como siga viendo esas
notas tan pésimas, ¿me oyes?
-¡Joder, sólo voy a salir esta noche!
-¡Pues yo te digo que no me vas a engañar
otra vez! ¡Y no tolero que uses ese vocabulario conmigo!
-Vete a la mierda.
-¿Qué has dicho?-le di la
espalda y salí por la puerta principal. Cuando regresé a casa mi madre ya no me
esperaba despierta en el cuarto de estar, con la tenue luz de la lámpara iluminando
a simple vista su rostro impaciente y descontento. Desde entonces dejó de
hacerlo.
LaLocadelosZombies
Re: CAPÍTULO 1: LOS PRIMEROS INDICIOS DE LA DESTRUCCIÓN
HOLAA !!!, PRIMERA FIEL LECTORA
LA NOVE ESTA BUENISIMA :) ASIQUE...
SIGUELAAAA MUY PRONTO♥
LA NOVE ESTA BUENISIMA :) ASIQUE...
SIGUELAAAA MUY PRONTO♥
AbriiL_013♥
Re: CAPÍTULO 1: LOS PRIMEROS INDICIOS DE LA DESTRUCCIÓN
Ya
era el día de la expedición, no era más que una breve visita cerca de los
Pirineos. Así que el día anterior recogí, doblé y metí toda mi ropa, almuerzo, una cantimplora y más comida-incluidas
bolsas de patatas fritas y Coca cola. También cogí a escondidas unas latas de
cerveza que teníamos abandonadas en el frigorífico.- en la mochila que
descansaba justo al lado de mi mesilla de noche. Nada más levantarme, comprobé
si no me dejaba nada. Y, evidentemente, encontré la brújula que utilizaba tanto
mi padre. Estaba como nueva. Para no olvidarme de mi “equipaje de mano”, estiré
los brazos hasta que el codo me crujió con un leve crac, colgué una de las asas sobre mi hombro hasta llegar a la
puerta principal y dejarla en la entrada de forma tan brusca que el suelo
tembló. Mi madre se asomó desde la cocina. La tensión que había últimamente
entre nosotros evitó que nos acercáramos a menos de un metro.
-Edu, ¿qué haces ahí?-preguntó.
-Nada, dejaba la mochila para cuando salga.
-Anda, ven a desayunar. Encima que me
levanto de propio para despedirme de ti.
-Tampoco es necesario, que no voy a
primaria.
-Sigo siendo tu madre, ¿no?-me limité a
sonreír forzadamente. Sabía que esa frase, la de “sigo siendo tu madre, ¿no?”
quería decir, “por mucho que crezcas te tengo siempre calado”, pero intenté
ignorarla. Entré para desayunar. La taza de café medio llena de mamá estaba
sobre la mesa, junto a una rebanada de pan con mermelada-intuyendo, de cereza.-sobre
un plato que pareció haberlo colocado con la delicadeza que sólo tiene una
madre. Sus ojos claros estaban extraños, tomaron un color verdoso muy intenso.
-¿Te encuentras bien?
-Sí, sólo estoy un poco cansada.-no quería
centrarme en los problemas de mi madre, yo ya tenía los míos.
-¿Puedo pedirte un consejo?
-Vaya,-se animó.-eso sí que es raro en ti.
A ver, cuenta.
-Esto es un poco incómodo.
-¿Es una chica?-se hizo el silencio. Por
desgracia era cierto. Hacía tiempo que estaba pillado por Laura, mi amiga. Es
divertida, extrovertida y está buenísima, ¿qué más podía pedir? La gente decía
que ella sentía lo mismo, que hacíamos
buena
pareja. En mi instituto comentaban que Laura era la chica más atractiva. Todo
lo que hacía ella, el resto la imitaba. Era alucinante. Aunque claro, siempre
había un grupo de chicas tímidas, contradiciendo todo lo que aconsejan las
chicas de mi tipo. La líder de aquel grupo feminista era una chica morena
gafotas. Pero a simple vista parecía una borde de tomo y lomo, con esa
expresión amargada. Sobretodo tres días antes de la excursión. Era muy
inquietante, al tercer día ni siquiera asistió a clase. Había extraños rumores
de que algo terrible le ocurrió a su familia, y otros simplemente eran críticas
e insultos a su apariencia. Laura me dijo que tenía un problema de sobrepeso y
dejó de venir a clase porque ya no podía sentarse en el pupitre. Creo que me
llegué a reír. De todas formas no recordaba ni su nombre, ni tampoco el de sus
amigas. Ni me interesaba averiguarlo, sinceramente. Este era el momento de mi
vida que más disfrutaba de mis relaciones con mis compañeros, y no iba a
perderlo por compadecerme de aquellos pringados y de esas chicas marginadas.
Ese flashback
de varios segundos se esfumó cuando sólo pude escuchar un extraño ruido que
procedía del microondas y la tostadora. Empezó a escaparse el humo de ambos y
se esparció a nuestro alrededor, nos robaba el oxígeno del lugar. Mi madre
reaccionó al instante. Lamentándome de haber introducido aquel tema tan íntimo,
aproveché para que lo olvidara.
-¿Qué…qué pasa?
-No se. Esta mañana ocurrió lo mismo con la
nevera, y estoy hasta las narices. No te advertí porque pensé que no era nada
grave.-dijo alterada mientras quitaba rápidamente los enchufes, hizo que se
produjera un pequeño cortocircuito y saltaran literalmente chispas cerca de su
mano.- ¿Lo ves? Casi me chamusco el dedo.
-¿Y no piensas llamar al electricista?
-Claro que lo he pensado, pero no estamos
para gastos. Vamos muy justos económicamente. Sabes que desde mi anterior
divorcio no tenemos ni un duro. No puedo reparar el resto de electrodomésticos,
el televisor, el ordenador,…Y si no me equivoco, mi móvil se apagó esta mañana.
Y tenía el máximo de batería.
-¿Estás segura?
-Del todo, no me había pasado esto antes.
-Quizás no seas la única. Podría haberse producido
un apagón o un cortocircuito en todo el barrio.
-Sí, puede ser…Además, la gente con la que
me he topado era muy extraña.
-¿A qué te refieres?
-Bueno, esta mañana, cuando fui a buscar el
periódico una mujer se acercó a mi, parecía aturdida, incluso gruñía. Cuando la
vi de cerca me asusté, tenía los ojos tan claros que no parecía normal, estaban
fijos a los míos. Empecé a preguntarle si había sufrido algún accidente. Pero
apenas me dio tiempo, y me…-me mostró su mano derecha vendada.-me mordió.
-¿Qué?-estaba muy asustado.
-Tranquilo, seguramente fuera una chica con
los efectos de la droga. Entré en casa a tiempo para vendarme la herida.
-¿Por qué no llamaste a la policía? Sólo es
mi opinión, pero no me parece normal que ahora haya una tía atacando al primero
que se le ponga en mitad del camino.
-No hacía falta, sería una mujer trastocada
y punto.-se giró y comprobó la hora del reloj de la cocina.- ¿Aún no has
terminado de comer? Tienes que salir en quince minutos de casa.-fue difícil
centrarse en la rutina después de la historia de mi madre.
-¡Mierda! Lo siento, pero tengo que irme
ya.
-¿Sin terminar el desayuno? ¿Y de dónde vas
a sacar energías para aguantar el día?
-Tengo comida de sobra.
-Ese no es el caso.-espontáneamente,
reaccioné y le besé en la mejilla mientras me apresuraba para vestirme. Solté
una frase tranquilizadora pero mecánica.
-Estaré bien.
LaLocadelosZombies
Re: CAPÍTULO 1: LOS PRIMEROS INDICIOS DE LA DESTRUCCIÓN
Ohhh nuevo cap!!! Tu-deber-continuar-si-no-querer-que-yo-matar-tu ok??? No me cae muy bien Edu... es muy superficial, pero espero que cambie... Para cuando los Zombies???!!!
Marina Scholl.
Re: CAPÍTULO 1: LOS PRIMEROS INDICIOS DE LA DESTRUCCIÓN
Cuando me puse lo primero que me encontré en el armario-vaqueros, una camiseta de manga corta naranja con un logotipo de una marca deportiva en un extremo y una chaqueta que no necesitaba demasiado por una temperatura, digamos, más alta de lo normal para ser los últimos días del verano.- y más tarde recogí la mochila del suelo. Mi madre me recibió unos segundos más tarde.
-Pásatelo bien.-ninguno estaba muy entusiasmado.
-Lo intentaré. Espero que cuando llegue la casa no esté ardiendo.
-Te aseguro-concluía con una sonrisa ladeada.-que eso no va a pasar.
-Te llamaré cuando llegue, ¿vale?
-Así me gusta. ¡Hasta luego, cielo!
-¡Adiós!-exclamé cuando ya me encontraba en el interior del ascensor. El tiempo se me hizo eterno en aquel espacio estrecho y cerrado. Había un olor que estaba esparcido y era tan fuerte que sentí un golpe repentino en mi interior. Mis ojos se humedecían por aquel olor que incluso producía humedad en el lugar. Era un olor putrefacto. Como pescado, no, huevos podridos. O quizás la bolsa de basura que se bajaba siempre hasta el portal todas las semanas se hubiera resquebrajado. Todo se mezcló, y yo me asfixiaba. La flecha roja de la pantalla indicó que estaba en la planta baja. Escapé lo más rápido que pude del lugar en el que me encerré. Mi cuerpo se enderezó cuando escuché un ruido fuerte y estridente que procedía del ascensor. Desde el cristal saltaban chispas azules, llameantes y fluorescentes que corroían la ventanilla de vidrio transparente. Varios cables se tensaron y otro sonido de un objeto golpeando fuertemente el suelo taladró mis oídos.
La cabina metálica en la que hace un minuto sentía claustrofobia dejó de funcionar.
Por mi seguridad, preferí no fisgar cerca. Tenía que avisar al técnico cuánto antes. Alguien podría caerse y caer por el hueco del ascensor, ahora mayor que antes, claro.
Pero lo que vi a continuación no fue mejor ni mucho menos, estaba boquiabierto. Había unas manchas esparcidas por todo el suelo. Eran rojas, parecían tan recientes que me helaban la sangre y me erizaba el vello del brazo. Lo mismo en el largo espejo que ocupaba la mayor parte del pasillo, donde más adelante estaban los buzones, con los letreros donde estaban escritos los apellidos de todos los vecinos.
-Eduardo, no te pongas nervioso.-añadí en voz alta. Esas manchas no podían ser lo que yo estaba pensando. En el bolsillo trasero introduje, por si había algún problema, el inhalador. Era una mierda ser asmático, a la mínima que me agotaba en algún ejercicio físico duro tenía que andar siempre con esta cosa. Por suerte llegué a acostumbrarme
después de las primeras semanas de entrenamiento de baloncesto en el colegio. Seguí mi camino hasta que salí del edificio.
Las aceras de la calle estaban vacías. Pero una pila de coches abarrotados de gente pitaban enfurecidos el claxon. A cada paso que daba, me asustaba y me frustraba más. Agarraba más fuerte el inhalador que ocultaba en mi mano. Decidí introducirlo en el bolsillo del pantalón.
Algunos de los vehículos estaban parados en mitad de la carretera, unos no podían girar y dar media vuelta, otros estaban vacíos, pero ninguno en una plaza de aparcamiento. No veía peatones exceptuándome.
Era como si todo hubiera dejado de tener sentido, al menos para mi. Como si no hubiera color. Todo en aquel momento era gris. Yo diría negro. ¿Qué es lo que ocurría?
Algo grave, seguro. Y mi madre y yo no sabíamos nada. Miré de un lado a otro, tenía toda la calle, menos la carretera, para mi solo. Convertí mis pasos en zancadas, y en poco tiempo, mis piernas empezaron a funcionar. Corría sin parar, era como si el instituto se encontrara a kilómetros de distancia. Yo me estaba desesperando. El corazón se me desbocaba del pecho, no sabía si era por mi desconcierto a lo ocurrido o lo fatigado que estaba. Latía tan fuerte que llegaba a escucharlo, aun con el ruido que procedía de los coches. Varias gotas de sudor ya recorrían mi entrecejo. Conseguí ver al fin una entrada a lo lejos dónde estaban escritas las letras Instituto Lope de Vega. Lo que no me gustó ver fue la cantidad de autobuses que salían apresuradamente del centro, y junto a ellos filas descomunales de personas. Estaban huyendo de algo, pero, ¿de qué o de quién? De nuevo, me dispuse a llegar pronto para llegar a tiempo y enterarme de lo que estaba pasando. Una chica saludaba histéricamente con la mano, y me percaté de que se dirigía a mí. Cuando por fin llegué a una zona repleta de profesores, adolescentes-en este caso, los alumnos.-e incluso niños que podrían ser los hijos o hermanos de los presentes reconocí a la chica de pequeña estatura que gesticuló antes. Era Laura.
-¡Eduardo, menos mal que has llegado a tiempo!
-¿Qué pasa?-empleé mis últimas fuerzas en las siguientes palabras a medida que me recuperaba.- ¿Por qué están todos reunidos y amontonados aquí?
-Los coches no funcionan, no estoy del todo segura, pero dijeron algo de que tenía que ver con la actualización electrónica que tenían activada todos los vehículos. Como en la película, La Guerra de los Mundos, ¿recuerdas?
-¿Qué me estás contando? ¿Y por qué los autobuses sí que funcionan?
-Supongo que no lo actualizaron como al resto.-tenía un lío mental del que no conseguía librarme.
-¿Y qué coño tiene que ver esa actualización?
-Ningún aparato electrónico funciona.-todo encajaba en mi cabeza, pero realmente me era imposible reconocerlo.
-Vale, ¿y a dónde va todo el mundo?-Laura desvió la mirada angustiada, y yo no podía comprenderla. Finalmente me miró con los ojos húmedos y estaba a punto de desbordar varias lágrimas.
-Todo se está desmoronando. Esto no durará mucho.- mi mejor amigo, Marcos, se asomó por la difuminada ventana con exclamaciones y bajó de propio del vehículo para asegurarse de que era yo.
-¡Tío! ¿Qué haces todavía ahí parado? ¡Sube de una vez!
-Todos están repletos,-contestó Laura.-tendremos que coger el siguiente.
-¿Qué? ¡No sabéis si habrá un siguiente! El centro no dispone de tantos autobuses. ¡Aprovechad y subid a este, está casi vacío!-ambos cruzamos miradas hasta que hubo una repuesta de uno de ellos.
-Vamos, Marcos tiene razón.-agarró con firmeza mi mano. La suya temblaba descontroladamente. No era la única en querer sobrevivir a algo que ni siquiera yo conseguí descubrir de qué se trataba. Sólo quería vivir para estar a su lado. Pero pasó por mi mente algo imprescindible. Más bien alguien. No solía pensar mucho en ella hasta ahora.
LaLocadelosZombies
Re: CAPÍTULO 1: LOS PRIMEROS INDICIOS DE LA DESTRUCCIÓN
Ñaaaaa, apocalipsis zombie!! Viva la destucción!! Esa tal Laura ya me daba malas vibraciones. Fantastico capítulo.r
Marina Scholl.
Re: CAPÍTULO 1: LOS PRIMEROS INDICIOS DE LA DESTRUCCIÓN
-Pero,
¿y mi madre? ¿Y si le ocurre algo?
-Tranquilo, seguro que los vecinos la
avisarán.
-¿Qué? A simple vista las casas están
inhabitables excepto la nuestra, y eso significa que hemos sido los únicos que
no fuimos avisados de esta evacuación. Yo diría que todos los vecinos están
aquí reunidos. Que os quede claro que no me iré a ningún lado sin ella.-los
tres nos giramos a un mismo sitio, uno de los profesores que organizaba a las
personas daba la orden de que quedaba poco espacio y que los que quisieran
subir se apresuraran y subieran moderadamente.
El pánico
invadía a las personas que esperaban en la cola para subirse, sobretodo a los
últimos. Varios empujones y caídas comenzaron a producirse, y los más jóvenes
eran expulsados accidentalmente de la fila por los adultos por la diferencia de
fuerza que los separaba. La muchedumbre gritaba y deliberaba. Laura y Marcos se
me quedaron mirando un rato interminable. Ella fue quien habló, más convencida
de lo que haría a continuación.
-Es tu última oportunidad de salir de
aquí. ¿Y bien? ¿te vienes o te quedas?-reflexioné, y luego me culpé por
hacerlo.
-Primero
voy a salvar a mi madre.-Laura frunció el ceño.
-Lo siento, chaval. Yo no voy a quedarme a
esperar más como una estúpida.-continuó.-No pienso morir por tu culpa, ¿y tú
vienes?-se dirigió a Marcos. No apartó la mirada de mí, hasta que, finalmente,
accedió.
-Perdona, tío. Esto no tendría que haber
pasado.
-Está bien.-decepción, eso era lo que
sentía en ese momento.-lárgate antes de que te quiten el sitio.-Parecía
arrepentido, lo vi en su mirada, pero nada más. Lo más importante ahora era
salvar el pellejo. Me quedé completamente solo. Contemplé como mi mejor amigo y
la chica de la que, posiblemente, me había enamorado me abandonaban, como el
resto de personas que apreciaba.- que cada vez el número era menor, seguramente
igual que los autobuses.- En uno de ellos, descubrí a mis amigos, dirigiéndose
al final del todo y se sentaron. Contemplaban el suelo, no se atrevían a
mirarme por la ventana. Una de las chicas que iba dentro y que estaba sentada
detrás de Laura y Marcos, corrió apresuradamente y ordenó al conductor que
abriera las puertas del vehículo para poder marcharse. La reacción sorprendió a
todos los vecinos. Ella se acercó al profesor y le empezó a dar una información
que yo no capté.-nunca se me dio bien leer los labios.-Hubo una discusión
profunda entre la chica y el profesor. Finalmente, parecía que accedió la orden
de la joven .Unos segundos más tarde, mientras ella se alejaba de todo el
mundo, el hombre-fatigado por gritar tanto durante lo que fueron las últimas
horas.- empezó a vociferar a través del megáfono:
-¡Los niños de hasta doce años que vayan
entrando, hay espacio suficiente, que el resto no se preocupe. Varios autobuses
llegarán en poco tiempo, no vamos a dejar a nadie en el barrio! ¡Repito, los
niños…-intenté no distraerme, tenía que llegar a casa lo antes posible. Pero
antes tuve la obligación de buscar a la misteriosa chica que salió del bus por
puro acto de compasión. No me costó demasiado. Ella también se dirigía por el
mismo camino que el mío.
-¡Oye, espera!-se giró de forma
despreocupada. Como si fuera un estorbo para ella. Pero obedeció. Hice una
pequeña pausa, ya que pensé que no me atendería tan pronto. Pude analizarla
mejor físicamente. Era más atractiva de lo que pensaba. Estaba paralizado y no
sabía cómo reaccionar. Pude reconocerla, pero fui tan estúpido que no lo
mencioné.-¿Has sido tú la que le a dicho al hombre…
-Sí.
-¿Y no quieres vivir como el resto?-parecía
no entender mis intenciones.-Es decir, dijo que vendrán más medios de
transporte, no conseguirás nada haciendo esto.
-¿Y qué es lo que hago? Además, no me creo
todo lo que puede decir un tío a través de un megáfono. Los profesores no son
los más inteligentes, por desgracia se les hace caso cuando hay otros más
cualificados.
-Entonces, ¿ por qué no te has marchado
como los demás? Ya se que no hay posibilidades, pero se podría intentar.
-Yo podría preguntarte lo mismo.-no sabía
que contestar a eso.-Lo he hecho por razones que la mayoría no comprende. Por
ejemplo, ¿tú por qué no has hecho caso a tu instinto animal y no te has subido
a ese bus como tus queridísimos amigos?-estaba claro que por el tono
desagradable que usaba conmigo, ya nos conocía con anterioridad.
-Vengo a buscar a mi madre. Un momento…no se
que hago contándote mis problemas, no te conozco de nada.-mentí. Sin duda era
la jefa del grupo feminista del que recordé esta mañana.
-No, pero por desgracia, yo a ti sí.
-¿De qué exactamente?-probablemente de vista.
-Vamos a la misma clase, idiota.
-No es necesario que me insultes.
-¡Ja,-bufó.-sí que lo es!
-Mira, no se que hice para caerte mal.
-Que tú me caigas mal es decir poco.
-Sí especificas, me harías un favor.
-Eres un egocéntrico de mierda, sólo
piensas en ti mismo, en la rubita que te acaba de dejar plantado y miras a la
gente por encima del hombro. Ahí la razón de que ni siquiera te has percatado
de que soy una compañera de tu misma clase desde hace tiempo, ¿te vale eso?-estaba
un poco avergonzado, me quedé mudo. No pensé que alguien podría haberme
guardado tanto rencor.
-¿A dónde te diriges?-tardó en responder.
-No lo se.
-Yo te he dicho mi razón de porqué estoy
aquí, de camino a mi casa y hablando contigo. ¿Y tú qué?
-Te estoy siendo sincera. No se a dónde ir.
Intento ayudar a todo el que se me cruza en mi camino, como a mí me gustaría
que lo hicieran conmigo. Pero como no sabes que significa eso…
-¿Ese es tu plan? ¿De verdad vas a
arriesgarte?-ni siquiera me miraba. No respondía a mis preguntas. Me sentía muy
egoísta durante aquel breve momento, pero no lo mostré, naturalmente.
-Dicen que no solo es que no funcione nada
electrónico, que todo esto lo han provocado. Ha sido intencionado.
-Eso no puede ser posible. ¿Quién lo ha
hecho?
-No ha sido uno, eso seguro.-anduvimos
durante largos minutos. Me afectó la idea de que las personas que más quería me
abandonaran; mi padre, mi hermano, Laura,…por eso yo no iba a hacerle lo mismo
a mi madre. Por encima de mi cadáver. Al menos ya no estaba solo. Me sorprendí
a mí mismo saber que hubiera sido tan imbécil como para ignorar a esta chica,
que por cierto seguía sin recordar su
nombre. Me cortaba mucho tener que preguntarle, pero no tenía remedio. No podía
llamarla “jefa de las feministas”.
-¿Cómo te llamas?
-¿Lo dices en serio?-aparté la mirada y la
mantuve un largo rato en el suelo cubierto de hojas, ya oscurecidas por la
estación. Cabizbajo, noté que posó su mano en mi hombro. Un signo de consolación,
supongo.-Me llamo Berta.
-Eduardo.
¿y mi madre? ¿Y si le ocurre algo?
-Tranquilo, seguro que los vecinos la
avisarán.
-¿Qué? A simple vista las casas están
inhabitables excepto la nuestra, y eso significa que hemos sido los únicos que
no fuimos avisados de esta evacuación. Yo diría que todos los vecinos están
aquí reunidos. Que os quede claro que no me iré a ningún lado sin ella.-los
tres nos giramos a un mismo sitio, uno de los profesores que organizaba a las
personas daba la orden de que quedaba poco espacio y que los que quisieran
subir se apresuraran y subieran moderadamente.
El pánico
invadía a las personas que esperaban en la cola para subirse, sobretodo a los
últimos. Varios empujones y caídas comenzaron a producirse, y los más jóvenes
eran expulsados accidentalmente de la fila por los adultos por la diferencia de
fuerza que los separaba. La muchedumbre gritaba y deliberaba. Laura y Marcos se
me quedaron mirando un rato interminable. Ella fue quien habló, más convencida
de lo que haría a continuación.
-Es tu última oportunidad de salir de
aquí. ¿Y bien? ¿te vienes o te quedas?-reflexioné, y luego me culpé por
hacerlo.
-Primero
voy a salvar a mi madre.-Laura frunció el ceño.
-Lo siento, chaval. Yo no voy a quedarme a
esperar más como una estúpida.-continuó.-No pienso morir por tu culpa, ¿y tú
vienes?-se dirigió a Marcos. No apartó la mirada de mí, hasta que, finalmente,
accedió.
-Perdona, tío. Esto no tendría que haber
pasado.
-Está bien.-decepción, eso era lo que
sentía en ese momento.-lárgate antes de que te quiten el sitio.-Parecía
arrepentido, lo vi en su mirada, pero nada más. Lo más importante ahora era
salvar el pellejo. Me quedé completamente solo. Contemplé como mi mejor amigo y
la chica de la que, posiblemente, me había enamorado me abandonaban, como el
resto de personas que apreciaba.- que cada vez el número era menor, seguramente
igual que los autobuses.- En uno de ellos, descubrí a mis amigos, dirigiéndose
al final del todo y se sentaron. Contemplaban el suelo, no se atrevían a
mirarme por la ventana. Una de las chicas que iba dentro y que estaba sentada
detrás de Laura y Marcos, corrió apresuradamente y ordenó al conductor que
abriera las puertas del vehículo para poder marcharse. La reacción sorprendió a
todos los vecinos. Ella se acercó al profesor y le empezó a dar una información
que yo no capté.-nunca se me dio bien leer los labios.-Hubo una discusión
profunda entre la chica y el profesor. Finalmente, parecía que accedió la orden
de la joven .Unos segundos más tarde, mientras ella se alejaba de todo el
mundo, el hombre-fatigado por gritar tanto durante lo que fueron las últimas
horas.- empezó a vociferar a través del megáfono:
-¡Los niños de hasta doce años que vayan
entrando, hay espacio suficiente, que el resto no se preocupe. Varios autobuses
llegarán en poco tiempo, no vamos a dejar a nadie en el barrio! ¡Repito, los
niños…-intenté no distraerme, tenía que llegar a casa lo antes posible. Pero
antes tuve la obligación de buscar a la misteriosa chica que salió del bus por
puro acto de compasión. No me costó demasiado. Ella también se dirigía por el
mismo camino que el mío.
-¡Oye, espera!-se giró de forma
despreocupada. Como si fuera un estorbo para ella. Pero obedeció. Hice una
pequeña pausa, ya que pensé que no me atendería tan pronto. Pude analizarla
mejor físicamente. Era más atractiva de lo que pensaba. Estaba paralizado y no
sabía cómo reaccionar. Pude reconocerla, pero fui tan estúpido que no lo
mencioné.-¿Has sido tú la que le a dicho al hombre…
-Sí.
-¿Y no quieres vivir como el resto?-parecía
no entender mis intenciones.-Es decir, dijo que vendrán más medios de
transporte, no conseguirás nada haciendo esto.
-¿Y qué es lo que hago? Además, no me creo
todo lo que puede decir un tío a través de un megáfono. Los profesores no son
los más inteligentes, por desgracia se les hace caso cuando hay otros más
cualificados.
-Entonces, ¿ por qué no te has marchado
como los demás? Ya se que no hay posibilidades, pero se podría intentar.
-Yo podría preguntarte lo mismo.-no sabía
que contestar a eso.-Lo he hecho por razones que la mayoría no comprende. Por
ejemplo, ¿tú por qué no has hecho caso a tu instinto animal y no te has subido
a ese bus como tus queridísimos amigos?-estaba claro que por el tono
desagradable que usaba conmigo, ya nos conocía con anterioridad.
-Vengo a buscar a mi madre. Un momento…no se
que hago contándote mis problemas, no te conozco de nada.-mentí. Sin duda era
la jefa del grupo feminista del que recordé esta mañana.
-No, pero por desgracia, yo a ti sí.
-¿De qué exactamente?-probablemente de vista.
-Vamos a la misma clase, idiota.
-No es necesario que me insultes.
-¡Ja,-bufó.-sí que lo es!
-Mira, no se que hice para caerte mal.
-Que tú me caigas mal es decir poco.
-Sí especificas, me harías un favor.
-Eres un egocéntrico de mierda, sólo
piensas en ti mismo, en la rubita que te acaba de dejar plantado y miras a la
gente por encima del hombro. Ahí la razón de que ni siquiera te has percatado
de que soy una compañera de tu misma clase desde hace tiempo, ¿te vale eso?-estaba
un poco avergonzado, me quedé mudo. No pensé que alguien podría haberme
guardado tanto rencor.
-¿A dónde te diriges?-tardó en responder.
-No lo se.
-Yo te he dicho mi razón de porqué estoy
aquí, de camino a mi casa y hablando contigo. ¿Y tú qué?
-Te estoy siendo sincera. No se a dónde ir.
Intento ayudar a todo el que se me cruza en mi camino, como a mí me gustaría
que lo hicieran conmigo. Pero como no sabes que significa eso…
-¿Ese es tu plan? ¿De verdad vas a
arriesgarte?-ni siquiera me miraba. No respondía a mis preguntas. Me sentía muy
egoísta durante aquel breve momento, pero no lo mostré, naturalmente.
-Dicen que no solo es que no funcione nada
electrónico, que todo esto lo han provocado. Ha sido intencionado.
-Eso no puede ser posible. ¿Quién lo ha
hecho?
-No ha sido uno, eso seguro.-anduvimos
durante largos minutos. Me afectó la idea de que las personas que más quería me
abandonaran; mi padre, mi hermano, Laura,…por eso yo no iba a hacerle lo mismo
a mi madre. Por encima de mi cadáver. Al menos ya no estaba solo. Me sorprendí
a mí mismo saber que hubiera sido tan imbécil como para ignorar a esta chica,
que por cierto seguía sin recordar su
nombre. Me cortaba mucho tener que preguntarle, pero no tenía remedio. No podía
llamarla “jefa de las feministas”.
-¿Cómo te llamas?
-¿Lo dices en serio?-aparté la mirada y la
mantuve un largo rato en el suelo cubierto de hojas, ya oscurecidas por la
estación. Cabizbajo, noté que posó su mano en mi hombro. Un signo de consolación,
supongo.-Me llamo Berta.
-Eduardo.
LaLocadelosZombies
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