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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
Tiempo después _____ no pudo recordar cómo consiguió aguantar durante los diez días siguientes mientras el circo recorría Carolina del Norte antes de cruzar la frontera de Virginia. Durante el día Nick y ella estaban solos en la camioneta y, cuando él se dignaba a hablarle, ella sentía como si le estuviera pinchando con carámbanos. Ni siquiera compartían las comidas. Nick siempre se abría alguna lata de conservas mientras ella estaba en el cuarto de baño arreglándose para la función y le dejaba preparado un plato de comida mientras él se cambiaba. Nunca le preguntó qué le apetecía comer ni le pidió que cocinara, aunque ella tampoco habría tenido fuerzas para hacerlo.
Algunas veces _____ pensaba que había soñado aquel apasionado beso que habían compartido. Ahora a ni siquiera se tocaban, salvo en esas ocasiones en las que se quedaba dormida en la camioneta y se despertaba acurrucada contra él. Cuando eso ocurría se apartaba de un salto, sólo para sentir la intensa energía sexual que existía entre ellos, tan palpable como la brisa que entraba en la camioneta.
O puede que todo eso fuera cosa de su imaginación. Tal vez Nick no se sentía atraído por ella. ¿Cómo iba a encontrar atractiva a una chica con las manos llenas de ampollas, la nariz quemada por el sol y los codos llenos de costras, que no vestía otra cosa que ropa de trabajo sucia? En algún momento de la última semana había dejado de maquillarse hasta la hora de la función. Durante el día se recogía el pelo en una coleta, con algunos rizos sueltos que le caían sobre el cuello y las mejillas. En sólo dos semanas había abandonado las costumbres de toda una vida.
Ni siquiera sabía quién era cuando se miraba en el espejo.
Siempre estaba cansada. Se quedaba dormida en el sofá antes de medianoche, pero luego, una vez que Nick entraba en la caravana, le resultaba imposible volver a dormirse. Daba igual lo que hiciera, daba vueltas durante horas hasta que finalmente caía en un sueño intranquilo y se despertaba sin haber descansado. Se sentía agotada, confundida e increíblemente sola.
Como todos creían que era una ladrona, continuaban haciendo todo lo posible para evitarla y, por otro lado, tampoco había mejorado la relación con los elefantes. Tater todavía se comportaba como si lo hubiera traicionado. Varias veces llegó a considerar la posibilidad de ponerse perfume, pero la asustaba todavía más el cariño del elefantito que su odio. Cuando Neeco y Digger estaban cerca, el animal la dejaba tranquila, pero, si no estaban a la vista, buscaba cualquier oportunidad para arrojarla al suelo; la derribó tantas veces que _____ tenía magulladuras por todas partes.
Los otros elefantes se dieron cuenta enseguida de que era una presa fácil y la convirtieron en el blanco de todas sus travesuras. La rociaban con agua, le chillaban y la tiraban al suelo si se acercaba demasiado. Lo peor era ver cómo esperaban a que se aproximara a ellos antes de divertirse a su costa. Neeco le decía que, como se negaba a usar el pincho, tenía lo que se merecía y que jamás vencería.
Aunque se mantuvo alejada de Sinjun y averiguó más cosas de él por lo que les oyó a los demás. Era un tigre viejo, tenía unos dieciocho años y fama de arisco. Según Digger, ninguno de sus entrenadores había conseguido ganar su confianza, y todos lo consideraban imprevisible y peligroso.
Como su marido.
Nick la confundía de tal manera que no sabía qué pensar de él. Tan pronto se comportaba como un monstruo sádico como aparecía por el camión de los elefantes con unos nuevos guantes de trabajo para ella o una gorra de béisbol para que no se quemara con el sol. Y, más de una vez, llegó justo a tiempo de bajar una carretilla cargada de estiércol por la rampa antes de que _____ tuviera ocasión de hacerlo. Sin embargo, la mayor parte del tiempo sólo parecía sentir pena por ella.
Era un día insoportablemente cálido para estar sólo a mediados de mayo. La temperatura superaba los treinta y cinco grados y la espesa humedad dificultaba la respiración. De nuevo instalaron el circo en un aparcamiento, en un pequeño pueblo al sur de Richmond, y el asfalto negro intensificaba el calor. Los elefantes ya habían conseguido tirar a _____ dos veces ese día y, la segunda vez, se raspó el codo. Para empeorar las cosas, todos los miembros del circo parecían disfrutar de un tiempo de relax excepto ella.
Brady y Perry Lipscomb estaban sentados a la sombra del toldo de la caravana Airstream de la familia Pepper, tomando una cerveza fría y escuchando un partido de béisbol en la radio. Jill se rociaba con agua mientras el tomaba el sol recostada en una silla con el último ejemplar del Cosmopolitan en las manos. Incluso Digger echaba una siesta a la sombra.
—¡_____, mueve el culo y ocúpate del heno! —le ordenó Neeco a gritos desde la puerta de la caravana de los equilibristas, luego rodeó los hombros de Charlene con el brazo. Algunas veces, desde que se habían enfrentado por el pincho, Neeco la trataba con hostilidad. Le encargaba los trabajos más duros, y la hacía trabajar durante horas interminables, hasta que llegaba Nick y le decía que ya había sido suficiente por ese día.
Cuando comenzó a mover el heno, le ardía cada músculo del cuerpo. Tenía la camiseta empapada de sudor y un roto en el hombro; sus vaqueros parecían no haber visto una lavadora en semanas, y la suciedad, el heno y el abono se le pegaban a cada centímetro de su húmeda piel. Tenía el pelo enredado y las uñas tan quebradas como su espíritu.
Al otro lado del recinto, Sheba tomaba un refresco y se pintaba las uñas de los pies. A _____ le goteaba el sudor por los ojos, haciendo que le picaran, pero tenía las manos demasiado sucias para enjugarse la cara.
—¿Quieres apresurarte, _____? —gritó Neeco, mientras Charlene soltaba una risita tonta. —Está entrando otra carga.
Algo dentro de ____ explotó. Estaba harta de ser el chivo expiatorio de todos. Estaba cansada de que los elefantes la tiraran y de que los seres humanos la despreciaran.
—¿Sabes qué te digo? ¡Que lo hagas tú mismo! —Arrojó al suelo el rastrillo y se alejó con paso airado. Ya había tenido suficiente. Iba a buscar a Nick y a exigirle que le comprara ese billete de avión. Nada podía ser tan malo como eso.
Un gran rugido resonó en el recinto. En ese momento, le comenzó a arder la piel y su deshidratada garganta clamó por agua. Vio una manguera enganchada al camión del agua, que serpenteaba hasta la zona de las fieras. Corrió hacia ella, presa del pánico porque jamás se había sentido tan acalorada.
Una vez más oyó el rugido, y le sorprendió ver a Sinjun en su jaula cociéndose bajo el sol. Oleadas de calor rebotaban contra el asfalto, y las rayas naranjas y negras del tigre parecían brillar débilmente.
No todos los animales estaban debajo de la carpa de las fieras. Algunos estaban en una pequeña zona cercada entre la carpa de los animales y el circo. Chester, un camello de aspecto enfermizo, no estaba demasiado lejos de allí, al lado de Lollipop, una llama de ojos somnolientos. Un gran toldo de nailon blanco, un tanto gastado, les daba sombra; pero nada protegía a Sinjun del sol inclemente que lo golpeaba a través de los barrotes de la jaula. Igual que ella, Sinjun parecía haber sido escogido para que los demás abusaran de él.
El animal clavó los ojos en _____ con amarga resignación, sin siquiera molestarse en mover las orejas. Detrás de él, la llama emitió un sonido extraño, pero el camello no le hizo ni caso. El calor del asfalto traspasaba la suela de las deportivas de _____ y le quemaba los pies. Le goteaba el sudor entre los pechos. Los ojos de Sinjun le taladraron el alma. «Calor. Tengo calor.»
:_____ odiaba ese lugar donde los animales se exhibían en jaulas. El extraño sonido de la llama reverberó en sus oídos. Le dolía la cabeza y tenía el estómago revuelto por el olor a moho del toldo de nailon. Instintivamente dio un paso atrás, intentando alejarse del sol, y de esos tristes animales, del horrible calor y de ese olor nauseabundo. Pisó un charco. Miró hacia abajo y vio una fuga en la manguera que llevaba el agua al abrevadero.
Sin ni siquiera pensar lo que estaba haciendo, corrió hacia donde la manguera se conectaba a la boquilla de latón. La tomó y cortó el flujo del agua. Hasta que sólo cayeron unas gotas en sus manos.
Entrecerró los ojos ante el resplandor que se reflejaba en el sucio toldo blanco y sintió los ojos de Sinjun quemándola, derritiéndole la piel.
«Calor. Tengo tanto calor.»
_____ miró el agua fría que le goteaba en las manos. Accionó la boquilla de nuevo, levantó la manguera y comenzó a rociar agua fría en la jaula de tigre.
¡Sí!
Al momento sintió el alivio del animal en su propio cuerpo.
—¡Eh! —Digger se acercó a ella corriendo tan deprisa como sus artríticas rodillas se lo permitían. —¡Detente, _____! Para de una vez, ¿me has oído?
El tigre le enseñó los dientes al anciano. _____ se giró con rapidez y lanzó el chorro de agua fría al hombre, mojándole la mugrienta camisa de trabajo.
—¡No te acerques!
Digger se detuvo.
—¿Qué estás haciendo? ¡Vas a matar al tigre! A los felinos no les gusta el agua.
Volvió a dirigir el chorro al tigre y sintió un fresco alivio en los huesos, como si estuviera mojándose ella misma.
—A éste sí.
—¡Te he dicho que te detengas! No puedes hacer eso.
—A Sinjun le gusta. Míralo, Digger.
Cierto, en vez de alejarse del agua, el tigre se recreaba en ella, permaneciendo inmóvil bajo el chorro. Mientras continuaba mojando al felino, _____ quiso decirle a Digger que eso no habría sido necesario si él hubiera hecho mejor su trabajo, pero sabía que el pobre hombre no podía hacer más de lo que hacía y se mordió la lengua.
—¡Dame eso!
Neeco se había plantado detrás de ella y alargó el brazo para quitarle la manguera de la mano. Pero _____ va estaba harta de Neeco Martin y no dejó que se la arrebatara.
El agua cambió de dirección. _____ soltó un jadeo al sentir toda la fuerza del chorro en la cara, pero no soltó la manguera.
Él le retorció la muñeca.
—¡Detente, _____! Dame la manguera.
El rugido enloquecido de Sinjun vibró a través del pesado aire de la tarde, ahogando por completo el alboroto habitual del circo. La jaula tembló cuando Sinjun lanzó su enorme cuerpo contra los barrotes, casi como si estuviera intentando llegar a Neeco para protegerla. Alarmado, el domador soltó la muñeca de _____ y se volvió hacia los rugidos.
Sinjun aplanó las orejas contra la cabeza y le siseó al hombre. _____ le arrancó de un tirón la manguera.
—Condenado tigre loco —masculló Neeco. —Alguien debería haberlo doblegado hace años.
:_____ envió otro chorro de agua a la jaula. Con más seguridad de la que sentía, le dijo:
—No le gusta que te metas conmigo.
—Mira eso, Neeco —dijo Digger. —A ese cabrón le gusta el agua.
—¿Qué coño pasa aquí?
Todos se volvieron hacía Nick, que se acercaba a ellos. _____ se limpió los ojos con la manga de la camisa sucia mientras seguía apuntando el chorro de agua hacia la jaula del tigre.
—_____ ha decidido duchar a Sinjun —dijo Neeco.
—¿Duchar a Sinjun? —Nick la observó con esos inescrutables ojos rusos.
—Sinjun tenía calor —explicó ella débilmente. —Quería que lo refrescara.
—¿Te lo ha dicho él?
_____ estaba demasiado agotada para responder. Además, ¿cómo podía explicarle que Sinjun se había comunicado con ella? Ni siquiera ella podía comprender esa especie de conexión mística que parecía tener con el tigre.
Dirigió el chorro del agua al barro que se había acumulado en el fondo de la jaula.
—Estas jaulas están asquerosas. Habría que limpiarlas con más frecuencia.
Digger se mostró ofendido.
—Yo no puedo con todo. Si crees que las jaulas están asquerosas, quizá deberías limpiarlas tú misma.
—Vale. Lo haré.
¿Qué estaba diciendo? Sólo unos minutos antes, había decidido irse de allí, y ahora se ofrecía voluntaria para echarse más trabajo a la espalda. ¿Cómo iba a poder encargarse de otra tarea si casi no lograba terminar las que le asignaban?
Nick frunció el ceño.
—_____, tú ya haces demasiado. Apenas te mantienes en pie y no quiero que hagas nada más.
La joven ya estaba un poco harta de que su marido le dijera lo que podía o no podía hacer.
—Ya he dicho que lo haría, y lo haré. Ahora, a menos que Neeco y tú queráis acabar tan mojados como Digger, será mejor que me dejéis sola.
La sorpresa brilló en los ojos de Nick. Neeco la presionó más.
—_____ no consigue siquiera terminar las tareas que le asigno. ¿Cómo se va a ocupar también de las fieras?
—No lo hará —dijo Nick firmemente.
—Lo haré.
—_____...
—No puedes decirme lo que tengo que hacer en mi tiempo libre.
—No tienes tiempo libre —le recordó.
—Entonces supongo que tendré que trabajar más rápido.
Él la miró durante un buen rato. _____ vio brillar en sus ojos algo que no pudo comprender del todo. ¿Un poco de reconocimiento? ¿Un atisbo de respeto?
—¿De verdad quieres hacerlo? —le preguntó él.
—Sí.
—¿Estás segura de saber lo que haces?
Ella le sostuvo la mirada sin pestañear.
—No tengo la menor idea.
Una emoción que casi parecía ternura brilló en los ojos de Nick, pero desapareció tan pronto como éste asintió bruscamente con la cabeza.
—Vale, estarás a prueba durante unos días. Puedes trabajar aquí un par de horas a primera hora de la mañana y luego te encargarás de hacer lo que te mande Neeco.
Digger comenzó a protestar.
—¡Pero necesito ayuda! ¡No puedo hacerlo todo yo solo!
—Tampoco puede hacerlo _____ —dijo Nick en voz baja.
Sorprendida, la joven clavó los ojos en él. Él arqueó una ceja.
—¿Algo más?
_____ acababa de recordar que le daban miedo los animales, pero no era el momento de sacar el tema a colación y negó con la cabeza.
—Entonces, serás tú quien se ocupe de las fieras.
Mientras Nick se alejaba, _____ pensó que cada vez que lo consideraba el malo de la película, él la sorprendía. También se dio cuenta de que ya no le daba miedo. No de verdad. Nick tenía unas reglas duras y, para ___, injustas, pero siempre se ceñía a ellas y _____ no podía imaginárselo comprometiéndose en algo en lo que no creyera.
Durante las horas siguientes, regó las jaulas con la manguera y limpió la porquería acumulada mientras intentaba mantenerse lo más alejada posible de los animales. Cuando por fin terminó, estaba incluso más sucia que cuando empezó, dado que se había añadido barro a la mugre que la cubría.
Convenció a uno de los trabajadores para que moviera la jaula de Sinjun a la sombra, luego le puso heno limpio a Chester y a Lollipop. El camello intentó patearla, pero la llama se mantuvo tranquila, y cuando _____ miró los ojos somnolientos de Lollipop, decidió que por fin había encontrado un animal que le gustaba.
—Eres toda una dama, Lollipop. Nos vamos a llevar muy bien.
La llama movió los belfos y le lanzó un escupitajo maloliente.
Eso era gratitud, sí señor.
Algunas veces _____ pensaba que había soñado aquel apasionado beso que habían compartido. Ahora a ni siquiera se tocaban, salvo en esas ocasiones en las que se quedaba dormida en la camioneta y se despertaba acurrucada contra él. Cuando eso ocurría se apartaba de un salto, sólo para sentir la intensa energía sexual que existía entre ellos, tan palpable como la brisa que entraba en la camioneta.
O puede que todo eso fuera cosa de su imaginación. Tal vez Nick no se sentía atraído por ella. ¿Cómo iba a encontrar atractiva a una chica con las manos llenas de ampollas, la nariz quemada por el sol y los codos llenos de costras, que no vestía otra cosa que ropa de trabajo sucia? En algún momento de la última semana había dejado de maquillarse hasta la hora de la función. Durante el día se recogía el pelo en una coleta, con algunos rizos sueltos que le caían sobre el cuello y las mejillas. En sólo dos semanas había abandonado las costumbres de toda una vida.
Ni siquiera sabía quién era cuando se miraba en el espejo.
Siempre estaba cansada. Se quedaba dormida en el sofá antes de medianoche, pero luego, una vez que Nick entraba en la caravana, le resultaba imposible volver a dormirse. Daba igual lo que hiciera, daba vueltas durante horas hasta que finalmente caía en un sueño intranquilo y se despertaba sin haber descansado. Se sentía agotada, confundida e increíblemente sola.
Como todos creían que era una ladrona, continuaban haciendo todo lo posible para evitarla y, por otro lado, tampoco había mejorado la relación con los elefantes. Tater todavía se comportaba como si lo hubiera traicionado. Varias veces llegó a considerar la posibilidad de ponerse perfume, pero la asustaba todavía más el cariño del elefantito que su odio. Cuando Neeco y Digger estaban cerca, el animal la dejaba tranquila, pero, si no estaban a la vista, buscaba cualquier oportunidad para arrojarla al suelo; la derribó tantas veces que _____ tenía magulladuras por todas partes.
Los otros elefantes se dieron cuenta enseguida de que era una presa fácil y la convirtieron en el blanco de todas sus travesuras. La rociaban con agua, le chillaban y la tiraban al suelo si se acercaba demasiado. Lo peor era ver cómo esperaban a que se aproximara a ellos antes de divertirse a su costa. Neeco le decía que, como se negaba a usar el pincho, tenía lo que se merecía y que jamás vencería.
Aunque se mantuvo alejada de Sinjun y averiguó más cosas de él por lo que les oyó a los demás. Era un tigre viejo, tenía unos dieciocho años y fama de arisco. Según Digger, ninguno de sus entrenadores había conseguido ganar su confianza, y todos lo consideraban imprevisible y peligroso.
Como su marido.
Nick la confundía de tal manera que no sabía qué pensar de él. Tan pronto se comportaba como un monstruo sádico como aparecía por el camión de los elefantes con unos nuevos guantes de trabajo para ella o una gorra de béisbol para que no se quemara con el sol. Y, más de una vez, llegó justo a tiempo de bajar una carretilla cargada de estiércol por la rampa antes de que _____ tuviera ocasión de hacerlo. Sin embargo, la mayor parte del tiempo sólo parecía sentir pena por ella.
Era un día insoportablemente cálido para estar sólo a mediados de mayo. La temperatura superaba los treinta y cinco grados y la espesa humedad dificultaba la respiración. De nuevo instalaron el circo en un aparcamiento, en un pequeño pueblo al sur de Richmond, y el asfalto negro intensificaba el calor. Los elefantes ya habían conseguido tirar a _____ dos veces ese día y, la segunda vez, se raspó el codo. Para empeorar las cosas, todos los miembros del circo parecían disfrutar de un tiempo de relax excepto ella.
Brady y Perry Lipscomb estaban sentados a la sombra del toldo de la caravana Airstream de la familia Pepper, tomando una cerveza fría y escuchando un partido de béisbol en la radio. Jill se rociaba con agua mientras el tomaba el sol recostada en una silla con el último ejemplar del Cosmopolitan en las manos. Incluso Digger echaba una siesta a la sombra.
—¡_____, mueve el culo y ocúpate del heno! —le ordenó Neeco a gritos desde la puerta de la caravana de los equilibristas, luego rodeó los hombros de Charlene con el brazo. Algunas veces, desde que se habían enfrentado por el pincho, Neeco la trataba con hostilidad. Le encargaba los trabajos más duros, y la hacía trabajar durante horas interminables, hasta que llegaba Nick y le decía que ya había sido suficiente por ese día.
Cuando comenzó a mover el heno, le ardía cada músculo del cuerpo. Tenía la camiseta empapada de sudor y un roto en el hombro; sus vaqueros parecían no haber visto una lavadora en semanas, y la suciedad, el heno y el abono se le pegaban a cada centímetro de su húmeda piel. Tenía el pelo enredado y las uñas tan quebradas como su espíritu.
Al otro lado del recinto, Sheba tomaba un refresco y se pintaba las uñas de los pies. A _____ le goteaba el sudor por los ojos, haciendo que le picaran, pero tenía las manos demasiado sucias para enjugarse la cara.
—¿Quieres apresurarte, _____? —gritó Neeco, mientras Charlene soltaba una risita tonta. —Está entrando otra carga.
Algo dentro de ____ explotó. Estaba harta de ser el chivo expiatorio de todos. Estaba cansada de que los elefantes la tiraran y de que los seres humanos la despreciaran.
—¿Sabes qué te digo? ¡Que lo hagas tú mismo! —Arrojó al suelo el rastrillo y se alejó con paso airado. Ya había tenido suficiente. Iba a buscar a Nick y a exigirle que le comprara ese billete de avión. Nada podía ser tan malo como eso.
Un gran rugido resonó en el recinto. En ese momento, le comenzó a arder la piel y su deshidratada garganta clamó por agua. Vio una manguera enganchada al camión del agua, que serpenteaba hasta la zona de las fieras. Corrió hacia ella, presa del pánico porque jamás se había sentido tan acalorada.
Una vez más oyó el rugido, y le sorprendió ver a Sinjun en su jaula cociéndose bajo el sol. Oleadas de calor rebotaban contra el asfalto, y las rayas naranjas y negras del tigre parecían brillar débilmente.
No todos los animales estaban debajo de la carpa de las fieras. Algunos estaban en una pequeña zona cercada entre la carpa de los animales y el circo. Chester, un camello de aspecto enfermizo, no estaba demasiado lejos de allí, al lado de Lollipop, una llama de ojos somnolientos. Un gran toldo de nailon blanco, un tanto gastado, les daba sombra; pero nada protegía a Sinjun del sol inclemente que lo golpeaba a través de los barrotes de la jaula. Igual que ella, Sinjun parecía haber sido escogido para que los demás abusaran de él.
El animal clavó los ojos en _____ con amarga resignación, sin siquiera molestarse en mover las orejas. Detrás de él, la llama emitió un sonido extraño, pero el camello no le hizo ni caso. El calor del asfalto traspasaba la suela de las deportivas de _____ y le quemaba los pies. Le goteaba el sudor entre los pechos. Los ojos de Sinjun le taladraron el alma. «Calor. Tengo calor.»
:_____ odiaba ese lugar donde los animales se exhibían en jaulas. El extraño sonido de la llama reverberó en sus oídos. Le dolía la cabeza y tenía el estómago revuelto por el olor a moho del toldo de nailon. Instintivamente dio un paso atrás, intentando alejarse del sol, y de esos tristes animales, del horrible calor y de ese olor nauseabundo. Pisó un charco. Miró hacia abajo y vio una fuga en la manguera que llevaba el agua al abrevadero.
Sin ni siquiera pensar lo que estaba haciendo, corrió hacia donde la manguera se conectaba a la boquilla de latón. La tomó y cortó el flujo del agua. Hasta que sólo cayeron unas gotas en sus manos.
Entrecerró los ojos ante el resplandor que se reflejaba en el sucio toldo blanco y sintió los ojos de Sinjun quemándola, derritiéndole la piel.
«Calor. Tengo tanto calor.»
_____ miró el agua fría que le goteaba en las manos. Accionó la boquilla de nuevo, levantó la manguera y comenzó a rociar agua fría en la jaula de tigre.
¡Sí!
Al momento sintió el alivio del animal en su propio cuerpo.
—¡Eh! —Digger se acercó a ella corriendo tan deprisa como sus artríticas rodillas se lo permitían. —¡Detente, _____! Para de una vez, ¿me has oído?
El tigre le enseñó los dientes al anciano. _____ se giró con rapidez y lanzó el chorro de agua fría al hombre, mojándole la mugrienta camisa de trabajo.
—¡No te acerques!
Digger se detuvo.
—¿Qué estás haciendo? ¡Vas a matar al tigre! A los felinos no les gusta el agua.
Volvió a dirigir el chorro al tigre y sintió un fresco alivio en los huesos, como si estuviera mojándose ella misma.
—A éste sí.
—¡Te he dicho que te detengas! No puedes hacer eso.
—A Sinjun le gusta. Míralo, Digger.
Cierto, en vez de alejarse del agua, el tigre se recreaba en ella, permaneciendo inmóvil bajo el chorro. Mientras continuaba mojando al felino, _____ quiso decirle a Digger que eso no habría sido necesario si él hubiera hecho mejor su trabajo, pero sabía que el pobre hombre no podía hacer más de lo que hacía y se mordió la lengua.
—¡Dame eso!
Neeco se había plantado detrás de ella y alargó el brazo para quitarle la manguera de la mano. Pero _____ va estaba harta de Neeco Martin y no dejó que se la arrebatara.
El agua cambió de dirección. _____ soltó un jadeo al sentir toda la fuerza del chorro en la cara, pero no soltó la manguera.
Él le retorció la muñeca.
—¡Detente, _____! Dame la manguera.
El rugido enloquecido de Sinjun vibró a través del pesado aire de la tarde, ahogando por completo el alboroto habitual del circo. La jaula tembló cuando Sinjun lanzó su enorme cuerpo contra los barrotes, casi como si estuviera intentando llegar a Neeco para protegerla. Alarmado, el domador soltó la muñeca de _____ y se volvió hacia los rugidos.
Sinjun aplanó las orejas contra la cabeza y le siseó al hombre. _____ le arrancó de un tirón la manguera.
—Condenado tigre loco —masculló Neeco. —Alguien debería haberlo doblegado hace años.
:_____ envió otro chorro de agua a la jaula. Con más seguridad de la que sentía, le dijo:
—No le gusta que te metas conmigo.
—Mira eso, Neeco —dijo Digger. —A ese cabrón le gusta el agua.
—¿Qué coño pasa aquí?
Todos se volvieron hacía Nick, que se acercaba a ellos. _____ se limpió los ojos con la manga de la camisa sucia mientras seguía apuntando el chorro de agua hacia la jaula del tigre.
—_____ ha decidido duchar a Sinjun —dijo Neeco.
—¿Duchar a Sinjun? —Nick la observó con esos inescrutables ojos rusos.
—Sinjun tenía calor —explicó ella débilmente. —Quería que lo refrescara.
—¿Te lo ha dicho él?
_____ estaba demasiado agotada para responder. Además, ¿cómo podía explicarle que Sinjun se había comunicado con ella? Ni siquiera ella podía comprender esa especie de conexión mística que parecía tener con el tigre.
Dirigió el chorro del agua al barro que se había acumulado en el fondo de la jaula.
—Estas jaulas están asquerosas. Habría que limpiarlas con más frecuencia.
Digger se mostró ofendido.
—Yo no puedo con todo. Si crees que las jaulas están asquerosas, quizá deberías limpiarlas tú misma.
—Vale. Lo haré.
¿Qué estaba diciendo? Sólo unos minutos antes, había decidido irse de allí, y ahora se ofrecía voluntaria para echarse más trabajo a la espalda. ¿Cómo iba a poder encargarse de otra tarea si casi no lograba terminar las que le asignaban?
Nick frunció el ceño.
—_____, tú ya haces demasiado. Apenas te mantienes en pie y no quiero que hagas nada más.
La joven ya estaba un poco harta de que su marido le dijera lo que podía o no podía hacer.
—Ya he dicho que lo haría, y lo haré. Ahora, a menos que Neeco y tú queráis acabar tan mojados como Digger, será mejor que me dejéis sola.
La sorpresa brilló en los ojos de Nick. Neeco la presionó más.
—_____ no consigue siquiera terminar las tareas que le asigno. ¿Cómo se va a ocupar también de las fieras?
—No lo hará —dijo Nick firmemente.
—Lo haré.
—_____...
—No puedes decirme lo que tengo que hacer en mi tiempo libre.
—No tienes tiempo libre —le recordó.
—Entonces supongo que tendré que trabajar más rápido.
Él la miró durante un buen rato. _____ vio brillar en sus ojos algo que no pudo comprender del todo. ¿Un poco de reconocimiento? ¿Un atisbo de respeto?
—¿De verdad quieres hacerlo? —le preguntó él.
—Sí.
—¿Estás segura de saber lo que haces?
Ella le sostuvo la mirada sin pestañear.
—No tengo la menor idea.
Una emoción que casi parecía ternura brilló en los ojos de Nick, pero desapareció tan pronto como éste asintió bruscamente con la cabeza.
—Vale, estarás a prueba durante unos días. Puedes trabajar aquí un par de horas a primera hora de la mañana y luego te encargarás de hacer lo que te mande Neeco.
Digger comenzó a protestar.
—¡Pero necesito ayuda! ¡No puedo hacerlo todo yo solo!
—Tampoco puede hacerlo _____ —dijo Nick en voz baja.
Sorprendida, la joven clavó los ojos en él. Él arqueó una ceja.
—¿Algo más?
_____ acababa de recordar que le daban miedo los animales, pero no era el momento de sacar el tema a colación y negó con la cabeza.
—Entonces, serás tú quien se ocupe de las fieras.
Mientras Nick se alejaba, _____ pensó que cada vez que lo consideraba el malo de la película, él la sorprendía. También se dio cuenta de que ya no le daba miedo. No de verdad. Nick tenía unas reglas duras y, para ___, injustas, pero siempre se ceñía a ellas y _____ no podía imaginárselo comprometiéndose en algo en lo que no creyera.
Durante las horas siguientes, regó las jaulas con la manguera y limpió la porquería acumulada mientras intentaba mantenerse lo más alejada posible de los animales. Cuando por fin terminó, estaba incluso más sucia que cuando empezó, dado que se había añadido barro a la mugre que la cubría.
Convenció a uno de los trabajadores para que moviera la jaula de Sinjun a la sombra, luego le puso heno limpio a Chester y a Lollipop. El camello intentó patearla, pero la llama se mantuvo tranquila, y cuando _____ miró los ojos somnolientos de Lollipop, decidió que por fin había encontrado un animal que le gustaba.
—Eres toda una dama, Lollipop. Nos vamos a llevar muy bien.
La llama movió los belfos y le lanzó un escupitajo maloliente.
Eso era gratitud, sí señor.
#Verónica
Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
ehhhhhhhhhhhhhh
pase de pag!!!!!!!!!!!!!!!!!!
jejej
pase de pag!!!!!!!!!!!!!!!!!!
jejej
#Verónica
Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
bienn hermoso el cap...siguela x esta lectora :( vamos..es que me da una rabia cuando a ________ la tratan mal..aaisisihhh bueno caspssssssssssssssssssssssssss
Invitado
Invitado
Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
Hola nueva lectora!!!
Ah nick puedes ser un poquitin mas cariñoso plis
Siguela siguela
Ah nick puedes ser un poquitin mas cariñoso plis
Siguela siguela
angie- d jonas
Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
Siguela...
Me encanta tu novela... :arre:
Alee Lovatoo
Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
CAPÍTULO 10
A Nick nada le había dado tanta lástima como su pobre esposa cabeza hueca. Le dio la espalda a la cazuela de chile que estaba cocinando y la observó entrar en la caravana, con la ropa tan sucia que podría haber salido de una pocilga. Briznas de heno y restos de comida para anímales se pegaban a lo que le quedaba de coleta. Tenía los brazos salpicados de barro y olía que apestaba.
Como Nick también había sido el blanco de la llama más de una vez, reconoció el olor.
—¿También has tenido un encontronazo con Lollipop?
Ella masculló algo indescifrable y se dirigió al donnicker.
Nick sonrió y volvió a remover el chile.
—No te he entendido. ¿Qué has dicho?
La respuesta de la joven tuvo el acento bien educado de alguien acostumbrado a las cosas buenas de la vida.
—Vete a freír espárragos. —Y cerró la puerta de un portazo.
Él se rio entre dientes.
—¿Ha sido tu primer encuentro con una llama?
Ella no contestó.
Nick echó otra cucharada de pimienta picante, añadió salsa caliente a la mezcla y la probó. Demasiado suave.
No se oía ningún sonido en el baño, ni siquiera el del agua. Con el ceño fruncido, dejó la salsa picante al fuego.
—¿_____? —Como ella no respondió, él se acercó al baño y llamó a la puerta. —¿____? ¿Te pasa algo?
Nada.
Giró la manija y la vio inmóvil, delante del espejo, con las lágrimas cayéndole en silencio por las mejillas mientras miraba su propio reflejo.
Nick notó un extraño sentimiento de ternura en su interior.
—¿Qué te ocurre, cariño?
Ella no se movió, las lágrimas continuaron deslizándosele por las mejillas.
—No es que nunca haya sido tan guapa como mi madre, pero ahora estoy horrible.
En lugar de irritarlo, ver que ella había perdido cualquier rastro de vanidad le tocó la fibra sensible.
—Yo creo que eres muy hermosa, cara de ángel, incluso cuando estás sucia. Pero te sentirás mejor después de ducharte.
_____ no se movió. Seguía con la mirada clavada en el espejo mientras las lágrimas le caían por la barbilla.
Él se agachó a su lado, le levantó un pie y le quitó la deportiva y el calcetín. Luego hizo lo mismo con el otro.
—Por favor, vete. —_____ lo dijo con la misma dignidad muda que él había observado en ella durante los últimos diez días mientras se concentraba en completar una tarea tras otra. —Estás ayudándome porque estoy llorando de nuevo, pero sólo lloro porque estoy cansada. Lo siento. No me hagas caso.
—Ni siquiera he notado que estuvieras llorando. —Nick se arrodilló ante ella y le abrió la cremallera de los vaqueros y, tras vacilar un momento, se los deslizó por las caderas. Cuando los bajó por las delgadas piernas de la joven, Nick sintió una punzada de deseo y tuvo que obligarse a apartar la vista del tentador triángulo de las bragas color verde menta que llevaba puestas.
¿Cuánto tiempo más iba a poder mantener las manos alejadas de ella? Durante la última semana y media _____ había estado tan cansada que apenas podía mantenerse en pie, pero él sólo había podido pensar en su suave y flexible cuerpo. Había llegado a un punto en el que no podía mirarla sin ponerse duro, y eso le sacaba de sus casillas. Le gustaba tener todos los aspectos de su vida bajo control y ése se le escapaba de las manos.
Incluso para una mujer que hubiera crecido en el circo hubiera sido demasiado duro hacer todo lo que le había ordenado hacer a _____. Se había convencido de que sólo era cuestión de días —por no decir horas— que ella tirase la toalla y se fuera. Y querría poder estar seguro de que no la tocaría, por lo menos no como deseaba hacerlo. Mantener relaciones sexuales en ese momento sólo complicaría una situación ya de por sí complicada, y por eso no importaba lo mucho que la deseara, tenía que dejarla en paz.
Pero _____ seguía sin darse por vencida y él no sabía cuánto tiempo más podría mantenerse alejado. Cuando se metía en la cama por la noche, era tan consciente de ella acurrucada en el sofá, a tan sólo unos metros de él, que tenía dificultades para quedarse dormido. Y el simple hecho de verla durante el día hacía imposible que se concentrara en su trabajo.
¿Por qué no se había rendido? Era delicada. Débil. No hacía más que llorar. Y, al mismo tiempo, había tenido el valor de enfrentarse a Neeco Martin y defender a esas pobres y tristes criaturas de la casa de fieras. _____ Devreaux Markov no era la joven pusilánime que él había supuesto.
Que no hubiera resultado ser como él creía lo irritaba casi tanto como el doloroso efecto que tenía sobre su cuerpo, y por ese motivo le habló bruscamente:
—Levanta los brazos.
_____ estaba demasiado cansada después de haberse pasado todo el día trabajando, así que obedeció de manera automática. Nick le quitó la camiseta por la cabeza, dejando al descubierto el sujetador que hacía juego con las braguitas. La joven estaba tan agotada que no podía evitar que se le cayera la cabeza, pero Nick seguía sin poder confiar en sí mismo, por lo que se enojó todavía más. Se dio la vuelta, ajustó la temperatura del agua de la ducha y metió a _____ dentro de la cabina con la ropa interior incluida.
—Te serviré la comida cuando salgas. Ya me he hartado de comer latas de conservas, así que esta noche he preparado chile.
—Sé cocinar —dijo ella entre dientes.
—Por hoy ya has hecho suficiente.
_____ se colocó bajo el chorro de la ducha y dejó que el agua resbalara por su cuerpo.
Cuando por fin salió del cuarto de baño, llevaba el pelo retirado de la cara y tenía puesto el albornoz azul de Nick. Parecía una adolescente cuando se deslizó detrás de la mesa de la cocina.
Nick le plantó delante un plato de chile caliente y luego se acercó al fogón para servirse otro para él.
—¿Puedo faltar esta noche a la función?—preguntó ella.
—¿Estás enferma?
—No.
Nick puso su plato sobre la mesa y se sentó enfrente de ella, endureciendo su corazón ante la muda dignidad que mostraba su esposa.
—Entonces no puedes faltar.
_____ pareció aceptar la negativa con resignación, algo que a Nick le molestó más que si hubiera discutido con él.
—Jamás me había sentido tan despreciada.
—Las llamas son así con todo el mundo. No te lo lomes como algo personal.
—Frankie también me odia. Hoy me ha lanzado una caja de galletas.
—Ha tenido que ser un accidente. Frankie es amable con todo el mundo.
_____ apoyó un codo en la mesa y descansó la cabeza en la mano mientras revolvía el chile con desgana.
—Desfilar con tan poca ropa denigra a las mujeres.
—Pero es estupendo para la taquilla.
Nick lamentó de inmediato haberle tomado el pelo, sobre todo cuando sabía que ella estaba demasiado cansada para responder a la broma. Y lo cierto era que le molestaba verla desfilar con ese maillot. No era tan alta como las demás chicas ni tan pechugona como ellas, pero la belleza juvenil y la dulce sonrisa de su esposa la hacían destacar, e incluso había tenido que ponerse serio con algunos patanes del público que habían intentado ligar con ella tras la función. Sorprendentemente, _____ parecía no ser consciente de las reacciones que provocaba.
Ella dejó caer una galletita salada en el chile.
—Ya que presumes de lo bien que se cuida a los animales en el circo, deberías saber que la casa de fieras es una vergüenza.
—Estoy totalmente de acuerdo contigo. Llevo años diciéndolo, pero a Owen le encantaba y siempre se negó en redondo a deshacerse de ella.
—¿Y Sheba?
—Opina como yo. Espero que la cierre pronto, pero no hay mercado para los animales viejos de los circos. En realidad están mejor con nosotros que si los vendiese a los cotos de caza ilegales.
_____ se llevó un poco de chile a la boca pero volvió a poner el tenedor en el plato como si comer supusiera demasiado esfuerzo.
Nick ya no lo soportó más. No le importaba si le criticaban por darle a su esposa un trato de favor, pero no podía tolerar esas sombras púrpura bajo sus ojos ni un día más.
—Vete a la cama, _____. He cambiado de idea. Hoy puedes saltarte la función.
—¿De verdad? ¿Estás seguro?
La alegría de _____ lo hizo sentir todavía más culpable.
—Eso es lo que he dicho, ¿no?
—Sí, sí, claro. Oh, gracias, Nick. No lo olvidaré.
_____ durmió durante la primera función pero, para sorpresa de Nick, se presentó cuando comenzaba la segunda función. La siesta de dos horas había hecho maravillas en ella y parecía más relajada que en los días anteriores. Mientras recorría la pista de arena sobre Misha, Nick la vio saludar con las manos y lanzar besos a los niños sin ser consciente del efecto que aquel llameante maillot rojo tenía en los padres de las criaturas. Nick tuvo que contenerse para no arrancar la gorra de alguno de esos palurdos con el látigo.
Cuando la función finalizó, él se fue a la caravana para cambiarse de ropa. _____ solía estar ya allí, pero no la vio por ninguna parte.
Intranquilo, se vistió rápidamente y regresó al circo. Un destello de lentejuelas rojas cerca de la puerta principal atrajo su atención. Vio a su esposa rodeada por tres espectadores. Todos se comportaban con cortesía y, desde luego, ella no corría peligro, pero aun así quería estrellar el puño contra aquellas caras presumidas.
Uno de ellos dijo algo y _____ se rio, un sonido angelical que flotó en el aire de la noche. Nick maldijo por lo bajo.
—¿Qué es lo que te pone de tan mala leche?
Al ver a Brady detrás de él, Nick se obligó a relajarse.
—¿Qué te hace pensar que estoy de mala leche?
Brady se puso un palillo en la comisura de la boca.
—La manera en que miras a esos tíos.
—No sé de qué estás hablando.
—No lo entiendo, Nick. Pensaba que ella no te importaba.
—No quiero hablar de eso.
—No te preocupes, no tengo intención de hablarte de ella. —Se pasó el palillo de un lado a otro de los labios. —Pero de todas maneras creo que, a pesar de que sea una ladrona y la odies, no deberías hacer trabajar tan duro a una mujer embarazada.
—¿Quién te ha dicho que está embarazada?
—Es lo que piensa todo el mundo. La noche de la fiesta sorpresa no parecías exactamente un novio feliz.
Nick apretó los dientes.
—No está embarazada.
A Brady se le cayó el palillo.
—¿Entonces por qué coño te casaste con ella?
—Eso no es asunto tuyo. —Nick se alejó.
Nick trabajó hasta medianoche. Cuando entró en la caravana, _____ estaba dormida, pero en lugar de estar acurrucada sobre un montón de sábanas arrugadas como siempre, yacía en el sofá con el maillot de la función todavía puesto, como si se hubiera sentado unos minutos y se hubiera quedado dormida sin querer. Él sabía que una cosa era ser duro con ella y otra llevarla hasta el límite de sus fuerzas. En ese momento supo que no podía dejar que siguiera trabajando así. En lo que a él concernía, _____ había pagado su deuda y había llegado el momento de bajar el ritmo.
_____ tenía los labios ligeramente entreabiertos y los mechones del pelo oscuro se extendían sobre el almohadón del sofá como cintas sedosas. Estaba tumbada boca abajo y a Nick se le secó la boca al ver ese dulce culito respingón cubierto sólo por la trama en forma de diamantes de las medias negras de red. La fina tira de lentejuelas que cubría la unión de las nalgas hacía que la visión fuera todavía más atrayente. Se obligó a apartar la mirada, se desnudó y entró en el cuarto de baño, donde se metió rápidamente bajo el agua fría.
#Verónica
Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
El ruido de la ducha debió de despertar a _____, porque cuando Nick apareció envuelto en una toalla, la joven estaba delante del fregadero con la bata azul de Nick cubriendo el maillot. Las pequeñas manos femeninas asomaban por las mangas mientras cortaba un trozo de pan.
—¿Quieres que te haga un bocadillo? —_____ parecía de mejor humor que cualquiera de los días anteriores. —Me quedé dormida antes de cenar y estoy muerta de hambre.
Se le abrió el albornoz, revelando las curvas de los pechos bajo las lentejuelas llameantes del maillot. Nick deslizó la mirada sobre ella y en vez de agradecerle el ofrecimiento, le espetó:
—Como Sheba te atrape durmiendo con uno de sus maillots, te desnudará estés donde estés.
—Entonces tendré que asegurarme de que no me pille.
El renovado ánimo en la voz de _____ hizo que Nick se sintiera mejor.
—No se puede esperar que lo aprendas todo de inmediato.
_____ se volvió hacia él, pero cualquier cosa que fuera a decir murió en sus labios. Deslizó la mirada por el pecho de su marido hasta la toalla amarilla que le cubría las caderas.
Nick quiso gritarle, decirle que no lo mirara de esa manera a no ser que quisiera acabar en la cama con él. Casi sintió que perdía el control.
—¿Quieres que... er... quieres tu bata? —preguntó ella.
Él asintió con la cabeza.
Ella tiró del cinturón, se la quitó y se la tendió.
Nick la dejó caer al suelo.
Ella se lo quedó mirando.
—¿No acabas de pedírmela?
—Lo único que quería era que te la quitaras.
____ se humedeció los labios y él la estudió mientras esperaba una respuesta, llamándose estúpido en todos los idiomas que conocía, pues sabía que no podría resistirse a ella otra noche.
—No estoy segura de qué quieres decir exactamente —dijo ella con timidez.
—Quiero decir que no voy a poder mantener mis manos alejadas de ti durante más tiempo.
—Eso es lo que me temía. —_____ respiró hondo y alzó la barbilla. —Lo siento, pero no puedo acostarme contigo. No estaría bien.
—¿Por qué?
—Porque no sería sagrado. Hacer el amor significa algo más para mí. No lo hago con cualquiera.
—Me alegro de oírlo. —Impulsado por una fuerza que no podía resistir, Nick se acercó a ella.
_____ dio un paso atrás, hasta tropezar contra el mostrador, sin apartar la mirada de los ojos de él.
—No puedo hacerlo sin que signifique algo.
—Espero que eso quiera decir que no tengo que preocuparme por ninguna enfermedad de transmisión sexual como las que le mencionaste a la camarera al poco de casarnos.
—¡Por supuesto que no!
—En ese caso tampoco tienes que preocuparte por mí. Estoy perfectamente sano.
—Me alegro mucho por ti, pero... —¿No te ha dicho nadie que hablas demasiado?
Él plantó las manos en el mostrador atrapándola entre sus brazos.
—Tenemos que hablarlo. Es importante. Es... —Lo que realmente necesitamos es dejar de hablar. Rodeó la cintura de _____ con las manos. —Ya hemos jugado suficiente al gato y al ratón, cara de ángel. ¿No crees que ha llegado el momento de actuar?
El olor de _____ lo tentaba. La recorrió con la mirada; su cuerpo quedaba resaltado por el maillot de llameantes lentejuelas rojas y la suave respiración de la joven le agitaba el vello del pecho.
—¿Por qué quieres hacerlo con alguien a quien no respetas?
A _____ se le cerraron los ojos cuando él inclinó la cabeza y le acarició el cuello con los labios.
—¿Por qué no dejas que sea yo quien se preocupe de eso?
—Me consideras una ladrona.
—Bueno, he estado dándole vueltas a ese asunto.
_____ ladeó la cabeza, y otra punzada de culpabilidad golpeó a Nick cuando vio que los ojos violeta de su esposa brillaban con deleite y su boca suave se curvaba en una sonrisa tonta.
—¡Me crees! ¡Sabes que no fui yo quien robó el dinero!
Él no había dicho eso. Pero ya no estaba enfadado. Aunque no podía perdonarle lo que había hecho, entendía lo que era la desesperación y no quería seguir juzgándola.
—Creo que eres endemoniadamente sexy. —Le rozó el labio inferior con el pulgar y lo encontró húmedo bajo su caricia. —¿Utilizas algún anticonceptivo o quieres que me encargue yo?
Los ojos de _____ llamearon.
—Tomo la píldora, pero...
—Bien.
Nick inclinó aún más la cabeza y cubrió los labios de ella con los suyos. Los dos se estremecieron. ¡Santo Dios, qué dulces eran! _____ debía de haberse comido una de las ciruelas maduras que había en una bolsa sobre el mostrador, porque él podía saborear la fruta en su boca.
La joven entreabrió los labios, pero el movimiento fue titubeante, como si aún no hubiera tomado una decisión. A él le resultó muy excitante esa aceptación tímida e insegura. En ese momento decidió que no le daría más tiempo para pensar, y la estrechó contra su cuerpo.
Fuera del pequeño mundo de la caravana, comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia, que golpearon el techo metálico con un ligero y agradable repiqueteo. El sonido era hipnótico y tranquilizador. El ruido de la lluvia los aislaba, los apañaba del resto del universo y los llevaba a un lugar íntimo y acogedor.
_____ suspiró contra los gentiles y pacientes labios de su marido. La medalla esmaltada que colgaba del cuello de Nick se rozaba contra ella y, cuando él le pasó la punta de la lengua por la sensible superficie interior del labio inferior, una oleada de calor le atravesó las venas. En ese momento todos sus principios morales se evaporaron, y cualquier idea que hubiera tenido de rechazarlo se esfumó. Ella había deseado eso desde el principio y ya no podía reprimir la fuerza que la impulsaba hacia él.
Se rindió y separó los labios, dejándole entrar.
Nick se tomó su tiempo y, cuando le invadió la boca, el beso fue completamente arrebatador. _____ respondió con fervor y él le permitió indagar todo lo que quiso.
Ella introdujo la lengua entre los labios de Nick, besando las comisuras de esa boca dura, explorando el interior una y otra vez. Rodeó los hombros de su marido con los brazos y se puso de puntillas para mordisquearle la oreja. Le dejó la marca de los dientes en la curva de la mandíbula antes de regresar de nuevo a su boca.
Entraba y salía.
Se retiraba e indagaba.
Y dentro otra vez.
_____ se sentía cada vez más excitada, una excitación alimentada por la respiración entrecortada de Nick y por la sensación que le provocaban sus manos, estrechándola con fuerza: una en la cintura, otra magreándole las nalgas. ¿Cómo podía haber tenido miedo de él? La imagen de los látigos guardados bajo la cama apareció en su mente, pero ella la ignoró. Nick no le haría daño. No podría.
_____ lamió el dulce camino entre el cuello y el pecho de su marido y hurgó con la punta de la lengua en el vello oscuro que le cubría el torso hasta llegar a la piel de debajo. La respiración de Nick era ahora más rápida y, cuando habló, su voz sonó ronca.
—Si es así como besas, ángel, no quiero ni pensar en cómo... —gimió cuando ella encontró la tetilla.
_____ le subió los brazos al cuello y uno de los dedos se le quedó atrapado en la cadena de oro que sostenía la medalla esmaltada. Esos besos ardientes y esas caricias tentadoras eran tan deliciosos que no tenía suficiente. El cuerpo de Nick era ahora suyo para explorarlo a placer, y ella ansiaba conocer cada centímetro de él.
—Quiero quitarte la toalla —susurró.
Nick le hundió los dedos en el pelo. Ella alargó el brazo hacia el nudo, pero él le atrapó la mano.
—No tan rápido, cariño. Primero enséñame tú algo.
—¿Qué quieres ver?
—Lo que tú quieras.
—Con este maillot no dejo nada a la imaginación
—Aun así quiero verte más de cerca.
_____ sabía que el sexo podía ser excitante, pero no había esperado el sensual tono provocador en la voz de Nick. De repente pensó que quizá debería decirle que era virgen, pero entonces él creería que era un bicho raro. Y lo cierto es que Nick nunca lo sabría si ella no se lo decía. Al contrario de lo que decían los libros románticos, los frágiles hímenes no sobrevivían a veintiséis años de exámenes médicos y ejercicio físico.
Echando la cabeza hacia atrás, _____ observó cómo Nick se la comía con los ojos y, mientras permanecía delante de él, sólo cubierta por el maillot, encontró que la idea de jugar a ser una experimentada mujer fatal era demasiado excitante para ignorarla. Había leído montones de libros al respecto, pero ¿sería capaz de conseguirlo? ¿Qué podía hacer para provocarlo aún más?
Le dio la espalda, intentando ganar tiempo para pensar, y entonces vio que las cortinas azules que colgaban en la ventana de la cocina no estaban cerradas del todo. Dudaba que alguien se paseara por ahí fuera con ese tiempo, pero por si acaso se apresuró a cerrarlas. Apoyando una mano en el mostrador, se estiró por encima para alcanzar la cortina.
Oyó un sonido ahogado, casi como un gemido.
—Una buena elección, cariño.
No supo de qué estaba hablando Nick hasta que lo sintió detrás, acariciándole las nalgas. Él le amasó la carne por encima de las mallas de red en forma de diamante.
A _____ se le tensaron los pezones y su piel comenzó a arder de una manera extraña. Comenzó a sentirse nerviosa. No importaba lo que había querido que pensara él, ni siquiera sabía hacer el amor de la manera básica, así que mucho menos podía probar a hacerlo de forma exótica.
Nick le deslizó un dedo bajo la tira de lentejuelas y le dibujó la hendidura entre las nalgas. _____ se mordió los labios para no gritar de placer. El dedo se deslizó más abajo.
Incapaz de resistirlo más, _____ se enderezó y se giró hacia los brazos de Nick.
—Quiero volver a besarte.
Él gimió.
—Tus besos son más de lo que puedo manejar ahora mismo. —Nick se ajustó el nudo de la toalla y _____ se dio cuenta de que la tenía abultada. De hecho estaba muy abultada.
Ella se quedó mirándolo fijamente y sintió que se le secaba la boca.
—S-sigo queriendo besarte.
—Hagamos un trato. Ábrete el corchete del maillot y nos besaremos todo lo que quieras.
_____ levantó la vista a regañadientes y llevó los brazos a la espalda para hacer lo que le pedía. Cuando terminó, el corpiño comenzó a caer, pero ella lo sostuvo contra sus pechos.
Nick inclinó la cabeza y la besó al tiempo que le agarraba las muñecas y se las apañaba del pecho. Mientras el indagaba con la lengua en su boca, el maillot se le bajó hasta la cintura. Nick la empujó contra la pared, al lado de la mesa, le levantó las muñecas y se las sujetó a ambos lados de la cabeza.
—No es justo —susurró ella contra sus labios mientras la apretaba contra la pared. —Eres más fuerte que yo.
—Ahora es mi turno —respondió él con un susurro.
Y lo fue.
Manteniéndole las muñecas inmovilizadas, Nick usó la boca para excitarla. Le mordisqueó la oreja y el cuello. Le recorrió con rapidez la clavícula y la base de la garganta. Y luego se echó hacia atrás para poder mirarla de arriba abajo.
Aquella posición hacía que los pechos de _____ quedaran elevados. Él jugueteó con uno y luego con el otro, haciendo que le ardiesen con tal ferocidad que ella apenas podía soportarlo.
—Para —le dijo la joven sin aliento. —Suéltame.
Él le soltó de inmediato las muñecas.
—¿Te hago daño?
—No, pero vas muy rápido.
—¿Muy rápido? —la miró con una sonrisa torcida. —¿Estás criticando mi técnica?
—Oh, no. Tu técnica es maravillosa —repuso ella con rapidez, en tono serio y ansioso, y él sonrió. Avergonzada, _____ evitó mirarlo a los ojos y clavó la vista en su boca. Luego se dio cuenta de que si iba a hacer el amor con ese hombre feroz y orgulloso, tenía que ser tan fuerte como él.
Levantó la cabeza y le sostuvo la mirada.
—No quiero que seas tú quien lleve la voz cantante. No ahora. Quizá después, pero aún no.
—¿Me estás diciendo que quieres mandar un rato?
#Verónica
Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
aaayayay no se como lo haces pero en cada cap me atraes mas...y bueno no estaria nada mal q hicieran algo jugueton...ya sabes :lol: ...siiip??
Siguela un cap mas...
y luego otro cap mas
y mas
y mas...
Siguela un cap mas...
y luego otro cap mas
y mas
y mas...
Invitado
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Re: Besar a un Ángel (Nick y tu) ADAPTACION!!! [TERMINADA]
nathy_joejonas escribió:aaayayay no se como lo haces pero en cada cap me atraes mas...y bueno no estaria nada mal q hicieran algo jugueton...ya sabes :lol: ...siiip??
Siguela un cap mas...
y luego otro cap mas
y mas
y mas...
jajajjaaj okok ahora subo la otra parte :D
#Verónica
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