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Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Kande escribió:¡LISY! AME AME AME EL CAPITULO MUJER! Te lo juro, fue muy sajsdklasd. Adoro como ahora Logan y Claudia se estan volviendo a llevar mejor, no es bueno que se peleen por la apuesta y arruine su amistad :c pero logan se paso con eso de la foto en la pagina ._. JAJAJA AY DIOS, no quiero imaginar si nuestro Adonis lo ve xd Y APA Logan queria besar a Claudia! El muy idiota esta tan atraido hacia ella que no quiere aceptarlo D: Esta para matarlo!
Ay, la pandilla son unos genios xd me rei tanto con los piropos baratos que le decian a Claudia, me hicieron reir tanto, me recuerdan a unos amigos mios xd son iguales xd
YAAAAAAAAAA quiero ver cuando van a la fiesta y Claudia los mata :3
Seguila bebe <3 amo tu novela y como escribis <3
JAJAJA SEEEEEEEEEEE, de hecho fue en la misma parte de los chicos y sus piropos donde me la pase riendo...son tan...TONTOS, tiernos, grandes grandes amigos en verdad :3- Eso le envidio a esta Claudia, que ella si pueda confiar absolutamente en ellos, LOOOOL, y que te hagan pasar estos momentos tan kajkahskahjs. Y LOGAN, Inga, no pues si, pero veremos cuanto más soporta este chaval. Gracias, Kande, por todo :#. Abrazote violador!...ya te la sabes XDDD
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
In Love escribió:Me encanto el capituloo!
Esta geniaal!
Ojala la sigas! Un Besoo
CLaro que la sigo mujer, :hug:
Gracias por comentar :), que linda.
:love: ;)
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
{#W} escribió:Owww, me da pena decirlo pero Logan tiene razón, ¿deberían arriesgar su amistad? :( Estoy insegura!!! Al fin Claudia se puso los pantalones, en realidad las polleras y escotes, creo que Logan merecía que Claudia le haga saber que es una mujer hecha, derecha y con toda la capacidad de ser sexy que otras poseen, así que Logan Muajajajaj!!! Sólo espero que no le valla a arruinar la noche, bueno Besotes y suerte con tu rodilla!!!
JAJAJAJAJA por eso amo esta novela, por que es menos transparente que la mía jaja, se esperan y algo y resulta que no XD.
Me encanto lo que dijiste de Claudia, las polleras y escotes jkajkajska, pienso igual que tú, ya era hora...y también de la mujer que tiene a un lado.
Muchas gracias por comentar, bendiciones y un abrazote violador! :hug:
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Ainara escribió:OMG!!!!!!!!!!! Es tan tan tan................. bueno me encanta
Gracias por comentar n__n :hug:
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Nina_PinkGirl escribió:OH, LO AME! *-* excepto en la parte en la que NO hubo beso, fue como: :wut: tan cerca, tan cerca!!...pero supongo que pronto habra, Logan no podra resistirse a los encantos de Claudia por mucho tiempo si sigue ella asi
TKM Lisy y espero que ya estes mejor :bye:
Gracias por todo, Nina, y gracias por acordarte de mi salud, si ya estoy mejor :) Y yo tampoco creo que Logan pueda resistirse tanto tiempo...ambos me imagino, porque estoy segura que Claudia ya lo quería incluso antes jkajaks :scratch: :cherry: Un beso grande, yo tambien te quiero guapura
:aah:
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
MARINERA ENTRO EN TU NOVELA.
Hola, me llamo Lucía, pero llámame Luc porque mi nombre es feísimo.
Soy tu nueva, fiel, sexy y española lectora.
Tu novela es perfecta, me encanta. Lo siento, pero me he casado con ella.
Espero que la sigas porque mi corazón no aguantara la soledad. Quiero nuevo capítulo.
Síguela.
-Luc.
Hola, me llamo Lucía, pero llámame Luc porque mi nombre es feísimo.
Soy tu nueva, fiel, sexy y española lectora.
Tu novela es perfecta, me encanta. Lo siento, pero me he casado con ella.
Espero que la sigas porque mi corazón no aguantara la soledad. Quiero nuevo capítulo.
Síguela.
-Luc.
sister.kevin.unicorn.luvy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
¡Siguela, amo a Logan!
Enserio c:
Soy nueva,¿Te importaria
pasarte por mi nove?
Solo tengo una lectora :c
https://onlywn.activoforo.com/t40631-one-direction
¡Okey! Sigue la nove, porfa c:
Besos.
-Olivia.
Enserio c:
Soy nueva,¿Te importaria
pasarte por mi nove?
Solo tengo una lectora :c
https://onlywn.activoforo.com/t40631-one-direction
¡Okey! Sigue la nove, porfa c:
Besos.
-Olivia.
Olivia.
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
sarahmm escribió:de verdad no tengo palabras para decir lo mucho que amo esta novela wuwuwuwuw siguela porfavoor!!
Ya la seguiré, muchas gracias por comentar :3
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
SecretC. escribió:¡Hello! Yo pasándome por aquí nuevamente. Me ha encantado el capítulo :3 Logan empieza a pensar en Claudia como algo mas 1313. jmm. Algo me dice que cuando lleguen a la super party y la vea con Jack... MUAJAJAJA, SE VA A MORIR DE CELOS. Pero el no sabrá porque se siente así, y seguro lo confunde con otra cosa con tal de no admitirlo. VAMOS, LOGAN, SI TU LA AMAS. SIEMPRE LA HAZ AMADO AUNQUE NUNCA ESTUVISTE CONSIENTE DE ELLO(? Acéptalo de una vez. kaskdjadskjaksjas. Es que está buenísima. Siempre los capítulos me dejan saltando en una pata ^-^
No. Es que esto confirma mis sospechas. ¡LO QUE TU QUIERES ES MATARME DE UN INFARTO! LALALALALALALALA ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS! Oww, me haz maravillado dedicándome un capítulo :') *convulsiona en el piso por la emoción* Eres la mejor, en serio :'3
Bueno, síguela pronto, que me haz dejado con las ganas de saber que pasa en la fiesta. Ahora mismo me paso por ¿Quién es ese chico? a leer y comentar el capítulo nuevo. ¡CAPÍTULO NUEVO! ¡WIIIIIIII! Ok, ok. Ahora si. ¡Saludos peludos!
Tengo que decirte algo: AMO TU FIRMA, LA AMO DE UN NIVEL DE AQUÍ AL UNIVERSO JAJAJA esta bien, no soy romántica, aunque lo intento XDD. Me alegro que a mi no me hayan dejado saltando en una pata, yo los leí seguidos seguidos jajaj PRESUMIDA? NAAAAA leve nomás :}. Gracias guapura, por leer las dos noves, que comentes y que sea un comentario digno de leee, esta chistoso LOOOOOL. Un besote así de grande y uno d emis tantos abrazos violadores! :hug:
chaú, ya actualizo :3 :love:
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
gaby131095 escribió:Hola, me atrevo a decir que...seré tu fiel lectora a partir de ahora, amo tu novela es tan adictiva, por cierto soy nueva....Un saludo desde Venezuela!
De Venzuela, wow! Un abrazote violador bien mexicano desde acá :3. Gracias por comentar y leer de ahora en adelante la novela. Chaú (k)
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
gaby_malfoygonzalez escribió:Hola!
Soy nueva lectora...me encanto la historia y los capis estuvieron geniales, se me hizo muy tierno y dulce como ellos se van enamorando poco a poco y bueno cuando casi se besaban...te juro que casi muero :imdead: y como los celos de Logan, y cuando fue al restaurante! ooooooo ese capi lo ame :ilusion: a si es que espero que la sigas por el amor de Dios....es que esta tan linda!!!!!!!
Minombre es Gaby soy de Mexico.....tengo 15 a;os y me encanta big time rush!!
Espero que la sigas pronto...
Adios :bye:
Rusher mexicana, ah? :B Que bien! ,lol. ¿De donde eres? yo de Monterrey :)
Muchisisimas gracias por leer y tomarte la molestia de comentar paisana kajakshak xd. Yo prácticamente morí en todos los caps, lo que puede decir que te entiendo perfectamente, LOOOOL. Un abrazote gigante y bienvenida.
Pd: El avatar supera las medidas, mija, ya se te había puesto la infracción y veo que la has vuelto a poner (2da advertencia u.u, no no, tu muy mal.)
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
~La Castaña de Horan~ escribió:Soy nueva y fiel lectora
Me fascinaaaa
Síguela pronto Lisy :3 -Lau
Lau, bienvenida, guapura :3
Ya la sigo jajaja ;) Saludos! :aah:
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
sister.kevin.unicorn.luvy escribió:MARINERA ENTRO EN TU NOVELA.
Hola, me llamo Lucía, pero llámame Luc porque mi nombre es feísimo.
Soy tu nueva, fiel, sexy y española lectora.
Tu novela es perfecta, me encanta. Lo siento, pero me he casado con ella.
Espero que la sigas porque mi corazón no aguantara la soledad. Quiero nuevo capítulo.
Síguela.
-Luc.
Razones para quererte XD.
a) Lucía, tu nombre es hermoso, jajaja, el mio me lo pusieron por una ex- de mi papá sin saberlo jkaakhajhs.
b) Luc, es un buen apodo, insisto esta lindo Lucía jaja.
c) Leíste y comentaste "Una apuesta arriesgada".
d) Eres Española, siempre he querido hacer un viaje de intercambio a ese país.
e) La primera atrevida d:, que no me dice me casaré con tu novela, sino que solo me avisaste que ya estabas casada y fin , yo me friego ah JAJAJAJA.
Abrazote super violador! Gracias por comentar y bienvenida, espero verte seguido por acá ;), adiós.
:bye:
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Olivia. escribió:¡Siguela, amo a Logan!
Enserio c:
Soy nueva,¿Te importaria
pasarte por mi nove?
Solo tengo una lectora :c
https://onlywn.activoforo.com/t40631-one-direction
¡Okey! Sigue la nove, porfa c:
Besos.
-Olivia.
Y a ti Olivia, muchas gracias por pasarte, leer y todavía comentar :3, de verdad son cositas que aprecio en todas las chicas que leen mis novelas. No soy muy de leer novelas de 1D, para que te voy a mentir, pero si esta buena la trama me paso ¿esta bien? :).
pd: mi mamá se llama Olivia XDD ♥ Bello nombre.
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Capitulo 6
Sonriendo, Logan se levantó y se quedó de pie frente a ella. ¿Cómo era posible que pudiera sentir el calor de su cuerpo?
Capítulo 6
—N o lo sabía, Claudia, te juro por Dios que no tenía ni idea.
Claudia no levantó la vista de su copa de champán.
—Y te creo, Jack, ya te dije. Déjalo estar, anda.
Él se le quedó mirando un largo instante, maravillado por su presencia de ánimo.
—No puedo creer que lo estés tomando tan bien. Entendería que quisieras tirarme esa copa a la cara.
Claudia hizo una mueca.
—Ahora que se ha aclarado todo, la verdad es que no es tan malo como parecía al principio, Jack.
—Debe haber unas quinientas personas en esa fiesta —dijo Jack—, y todos se te quedaron mirando, no me digas que eso no es tan malo...
—Te lo repito una vez más: no es culpa tuya que yo haya decidido ponerme un vestido rojo. Y no es culpa tuya que no recordaras que el Bailé Sheffield también se conoce como el Baile en Blanco y Negro de los Ángeles porque...
—Porque todo el mundo viste de blanco o de negro —dijo Jack meneando la cabeza con tristeza—. ¿Por qué nadie me lo dijo antes?
—Supongo que lo ponían en esa invitación que no leíste —sugirió Claudia—. Después de todo, puede que tengas algo de culpa... desde luego, eres el único responsable de que ahora esté sentada bajo un foco en la mesa principal, pero aparte de eso...
Con un gemido Jack enterró la cabeza entre las manos.
—Eso, vamos —rio Claudia—, siéntete culpable. Te lo mereces.
—Te debo una Claudia, de verdad.
—Jack, te aseguro que después de lo que he tenido que pasar esta semana, lo que ha ocurrido no me preocupa nada.
Recordó el terrible momento en el que al entrar en la sala una multitud ataviada en blanco y negro, quinientos pares de ojos para ser exactos, se le quedaron mirando como si fuera una marciana. Le pareció estar viviendo aquella pesadilla que solía asaltarla en sus años de universidad, cuando se veía a sí misma en un desfile de modas ataviada con su ropa más vieja. Su primer impulso fue dar media vuelta y salir corriendo, arrancarle las llaves del coche al valet parking y salir disparada hasta su casa. Pero no lo hizo. En vez de eso mantuvo la cabeza muy alta y la sonrisa radiante. Aunque sospechaba que tenía la cara más roja que el vestido, por nada del mundo haría ver lo humillante que le resultaba aquella experiencia.
A decir verdad, le encantaba aquel vestido, y aquella era la primera vez en su vida que podía decir semejante cosa. No podía haber encontrado nada más distinto a los diseños color pastel con los que Derek, su ex novio, solía martirizarla, ni más diferente tampoco a los sutiles vestiditos de muñeca que Sally había elegido para ella. Aquel sencillo diseño de un vivo color burdeos la había cautivado por completo. Cuando lo encontró en la tienda, se lanzó al probador, haciendo caso omiso de las protestas de su amiga y del montón de vestidos color rosa o melocotón que había insistido en que se probara. Cuando salió con él puesto tuvo la satisfacción de ver cómo Sally y la dependienta se quedaban literalmente con la boca abierta. No solo la favorecía y le quedaba' como un guante, sino que con él se sentía como una auténtica reina.
—¡Hermoso vestido! —comentó una mujer al pasar delante de su mesa.
—Gracias, ¿no es precioso? —dijo Claudia tranquilamente—. El rojo contrasta de maravilla sobre este fondo blanco y negro. ¿No le parece?
—Estaba a punto de decírselo —intervino el hombre que iba con la señora, mirando a Claudia de arriba abajo. La mujer dio un respingo antes de alejarse de la mesa, siseando indignada entre dientes a su atribulado acompañante.
Claudia se volvió hacia Jack, que reía a mandíbula batiente.
—¿Qué te pasa?
—Ahora mismo vas a decirme quién eres y qué has hecho con mi amiga Claudia Vaisey —bromeó.
—Sí, me siento como en la película La invasión de los cuerpos, aunque en versión cómica.
—Me tienes asombrado, Claudia —confesó Jack meneando la cabeza—. No te pareces en absoluto a la chica con la que cené hace dos días.
Ella reflexionó un instante.
—¿Y te parece mal?
—No, nada de eso —dijo el joven rápidamente—. Solo que parece que alguien encendió un interruptor dentro de ti.
—¿Y se supone que eso es bueno? —replicó Claudia enarcando una ceja.
Jack sonrió y le acarició con la punta del dedo la línea de la mandíbula.
—Sí, lo es cuando hacía falta que salieras por fin a la luz, preciosa.
Ella sonrió otra vez. Si continuaban por ese camino, acabaría con agujetas en la mandíbula.
—Tengo que dar una vueltecita por la sala para hablar con los patrocinadores —dijo Jack—. ¿Quieres venir conmigo?
—No —replicó Claudia—. Ya he hablado con más desconocidos esta noche que en toda mi vida. Me quedaré mirando desde un rinconcito, para variar.
—Muy bien, princesa —dijo Jack—. En media hora te llevaré a casa.
—Estupendo.
Jack le acarició la mejilla y se levantó, siendo abducido de inmediato por un nutrido grupo de hombres de negocios.
Claudia, por su parte, se dirigió a una de las sillas que había a los lados de la sala, deDanieldo beber un vaso de agua fresca. Jack le parecía un tipo realmente encantador. Tras haber pasado tantos años sin andar con nadie, era una auténtica suerte que en su primera cita se hubiera topado con alguien como él. La única persona que conocía que fuera más atenta y amable era...
Logan, por supuesto. Aunque como Logan era su amigo, en realidad no contaba.
Una chica rubia se cruzó con ella y se le quedó mirando.
—Bonito vestido —dijo con expresión sincera. Parecía mucho más amable que las mujeres con las que había hablado a lo largo de la velada.
—Gracias —replicó con una sonrisa—. No tenía ni idea de que había que vestir en blanco o en negro.
—¿De verdad? —la mujer le devolvió una cálida sonrisa. Claudia se dio cuenta de que la había visto en alguna película—. Te he estado mirando desde mi mesa, muerta de envidia, y deseando matar a mi agente por no habérsele ocurrido que viniera vestida de rojo. Todo el mundo ha estado hablando de ti, así que debes ser actriz.
—No, como crees —le explicó Claudia disgustada—. Soy diseñadora.
—Eso lo explica todo —dijo la mujer—. Lo llevas escrito en la cara. ¿Cuándo presentaste la colección de otoño?
A Claudia le costó un tanto entender lo que le estaba preguntando.
—¡No, te equivocas! —exclamó meneando la cabeza—. No soy diseñadora de modas, sino diseñadora gráfica. Hace mil años que no me dedico a la moda.
—Pues deberías planteártelo. Ese vestido te sienta de maravilla... es increíble. Es como un modelo de Versace adaptado a Grace Kelly.
Claudia se quedó mirando su atuendo sin saber qué decir.
—La verdad es que cuando lo compré me imaginé más bien a Audrey Hepburn con un diseño de Vera Wang —comentó divertida.
—¡Claro! —la mujer rebuscó en su bolso y le tendió una tarjeta—. ¡Eso es! Si cambias de opinión, me encantaría lucir alguno de tus diseños en la ceremonia de los Oscar del año que viene. Me gusta lucir cosas realmente originales y de buen gusto, y contigo tengo buenas vibraciones.
¿Estilista? ¿Ella?
—Eh..., por supuesto... claro. Pensaré en ello.
La mujer le dedicó una radiante sonrisa antes de perderse entre la multitud.
«Estupendo», pensó, «ahora debe venir la parte donde me caigo de la cama y me despierto».
Sin embargo, Claudia no estaba soñando. Estaba plantada, en medio de una exclusiva fiesta, y en la mano tenía la tarjeta con la dirección personal de una de las más famosas actrices de Hollywood.
Le daban ganas de cantar. Se sentía como la reina del mundo. Poderosa, invencible: una mezcla entre Marilyn Monroe y Superratón. Ojalá pudieran verla los chicos de la pandilla.
De repente, las conversaciones se acallaron. Intrigada, se volvió a mirar hacia la puerta.
Hablando del rey de Roma.
La pandilla en pleno acababa de hacer su entrada en el salón: Logan, Dean, Mike y Daniel, allí plantados como modelos de revista, aparentemente indiferentes al revuelo que habían provocado.
Ya era suficientemente insólito ver a sus compañeros de póker en pleno presentándose en el Baile en Blanco y Negro, pero una sola mirada a su atuendo le sirvió para darse cuenta, además, de que algo faltaba.
Los pantalones.
Los cuatro llevaban impecables camisas blancas y chaquetas de esmoquin con pajarita, pero, por debajo, se habían puesto pantalones cortos de surfista de brillantes colores, y calzaban tennis de baloncesto de lona. Tanto los shorts como los tennis lucían el tiburón con gafas de sol que formaba parte del logotipo que Claudia había diseñado para la compañía de ropa deportiva de Logan.
Como un solo hombre, sus cuatro amigos se quitaron las gafas de sol y las guardaron en el bolsillo de la chaqueta. Bajaron la escalera contoneándose como modelos de pasarela, indiferentes a los flashes, las exclamaciones de asombro y los aplausos que provocó su aparición.
Claudia se dirigió hacia ellos. Le encantaba aquella idea de sus amigos. Mejor dicho, le encantaban ellos, y punto.
—¡Logan! —exclamó, dándole un fuerte abrazo.
—¡Hola, ángel! —replicó su amigo con una gran sonrisa, repartiendo abrazos a diestro y siniestro—. Estaba a punto de mandar a los chicos a tu búsqueda.
—Creo que si se hubieran quedado en lo alto de la escalera, tarde o temprano me habría percatado de su presencia —bromeó—. Son increíbles, chicos —declaró, muerta de risa.
—¿Qué opinas? —le preguntó Dean poniendo cara de modelo de Vogue—. Creo que estoy súper sexy con estos pantalones, ¿no?
—Me parece que los cuatro son demasiado sexys para esta fiesta —convino Claudia—. ¿Se puede saber qué están haciendo aquí?
Sus amigos se volvieron para mirar a Logan.
—Bueno... cuando te fuiste, tuvimos una pequeña reunión, y decidimos que a lo mejor ibas a necesitar un poco de apoyo moral.
—¿De verdad? —Claudia los miró con ojos desorbitados.
—Es que estábamos un poco... preocupados —Logan empezó a ponerse colorado, lo que provocó unas cuantas sonrisitas a su alrededor. Claudia nunca hubiera imaginado que un día vería a Logan Lerman avergonzado—. Temíamos que te sintieras incómoda, y como sabemos lo terrible que podía ser eso para ti, pues se nos ocurrió... bueno... ya lo ves...
—Chicos, chicos, así que vinieron para ayudarme, ¿no? —dijo Claudia acabando la frase con él.
Los cuatro asintieron tímidamente.
—¿Qué tal lo estamos haciendo? —preguntó Dean.
Claudia no pudo aguantar más y estalló en carcajadas. Aquella era una de las situaciones más tiernas y tontas que había vivido.
—Créanme —empezó cuando por fin logró calmarse—, les estoy inmensamente agradecida. Son maravillosos: están locos, pero son estupendos.
—Y tú, princesa, estás preciosa—dijo Mike besándole caballerosamente en la mano. Por el rabillo del ojo, Claudia se dio cuenta de que Logan ponía cara de pocos amigos—. Entonces, ¿puedo esperar que me concedas un baile, o también hoy me vas a dar calabazas?
—¿Bailar? —Claudia se volvió hacia la pista de baile donde algunas parejas evolucionaban con elegancia al compás de una clásica melodía—. No sé qué decirte... no es precisamente mi estilo...
—Nosotros lo arreglaremos —dijo Logan—. ¿Dean?
—Estoy listo —contestó el interpelado.
Claudia vio cómo su amigo se acercaba al director de la orquesta, le decía algo al oído y después estrechaba su mano con calor. Se preguntó cuánto dinero le estaría dando.
La canción que estaba sonando se interrumpió abruptamente y, tras unos segundos de silencio, la sección de trompetas inició una animadísima versión de Louie, Louie.
Los elegantes invitados se miraron perplejos, sin saber qué hacer. Sin embargo, los chicos de la pandilla estaban en su elemento. Claudia no sabía si salir corriendo o quedarse allí riendo a carcajadas.
—¡Cobarde! —la retó Logan para que se uniera a ellos.
¿Cobarde ella? Aquella noche se atrevería incluso a andar sobre el fuego.
—¡Ja! —exclamó—. Sígueme si puedes —y sin más preámbulos se lanzó a la pista de baile.
Para su sorpresa, el resto de invitados no les miraba con condescendencia o desdén. Muy al contrario, parecían estar disfrutando enormemente con aquel espectáculo que por fin animaba un baile famoso por lo aburrido que resultaba. Claudia vio que varias parejas jóvenes se animaban a salir a la pista. No cabía duda de que la pandilla se había convertido en la sensación de la fiesta.
Cuando la orquesta en pleno acometió el fin de la canción, la sala entera estalló en un cerrado aplauso. Todo el mundo parecía encantado. Tomándola por la cintura, Logan la obligó a salir al centro de la pista a saludar.
—¡No puedo creerlo! —dijo con la respiración entrecortada por el esfuerzo del baile. Al menos, se obligó a pensar que estaba tan alterada por eso. Justo entonces irrumpió en la pista con cara de muy pocos amigos Edna Sheffield, la anfitriona.
—¿Se puede saber quiénes son ustedes?
Logan y Claudia se separaron de golpe.
—Señora Sheffield...
Dean, Mike y Daniel hicieron de inmediato frente común con ellos.
—Somos los Beach Boys —dijo, como si eso lo explicara todo.
—¿El grupo de música? —la elegante señora estaba al borde del infarto.
—No, no —le corrigió Dean, temiendo que se desmayara allí mismo—. Somos un equipo de surf de Manhattan Beach.
—¿Un equipo de surf? —la señora Sheffield no salía de su asombro—. ¡No puedo creerlo! Les doy exactamente un minuto para...
—¡Logan! ¡Son geniales, chicos! ¡Qué gran idea! —exclamó Jack con su bien timbradora voz mientras se acercaba a ellos. Claudia tuvo que contener la risa al ver la cara de asombro que puso Edna Sheffield cuando el rico y glamuroso Jack Landor, el invitado estrella de la fiesta, estrechó con calor la mano de Logan. ¡Había estado a punto de echar de la fiesta al que parecía ser su mejor amigo!
—Hola, Jack —dijo Logan—. Se me ocurrió que podíamos animar un poco la fiesta.
—Buena idea —le alabó Jack poniéndole a Claudia un brazo sobre los hombros—. Nena, has estado increíble. No sabía que bailabas tan bien.
—Es otro de mis trucos —murmuró entre dientes. Sus amigos rieron complacidos, mientras la señora Sheffield los miraba a todos sin salir de su asombro.
—Espero que no te haya molestado que sacara a bailar a tu chica —dijo Logan muy formalito.
—No me importa con quién baile o deje de bailar mientras sea yo el encargado de llevarla a casa —replicó Jack alegremente—. Por cierto, es hora de que nos vayamos, ¿no te parece? Ha sido una gran fiesta, Edna, la mejor en mucho tiempo, te lo aseguro, y todo gracias a estos chicos.
—Gra... gracias, Jack —musitó la atribulada dama.
—Cuida de mis amigos por mí, Edna. Yo le prometí a esta encantadora señorita que la llevaría temprano a casa —continuó mirando a Claudia—. ¿Estás lista?
La joven se volvió hacia sus camaradas; todos la sonreían de oreja a oreja excepto Logan, que mantenía una expresión fría y distante, casi como si se aburriera.
¿Y qué esperaba? ¿Qué le rogara y suplicara que se quedara con ellos?
Claudia se volvió después hacia Jack: el soltero más deseado de América estaba esperando para llevarla a su casa. Y precisamente aquella noche se sentía capaz de cualquier cosa.
—Sí, vámonos —dijo, tomándolo por el brazo—. Mañana nos vemos, chicos.
Sus amigos silbaron como posesos, convirtiendo en un auténtico espectáculo su salida, iluminado además con las luces de mil flashes y coreado con los aplausos de los invitados.
A Claudia le costó un gran esfuerzo no volverse a mirar a sus amigos. Media hora más tarde, cuando llegaron por fin a su casa, aún estaba bajo los efectos de aquel subidón de adrenalina.
—No sé cómo agradecértelo, Jack —empezó conmovida.
—¿Agradecerme qué? Fuiste tú la que me hiciste un favor, ¿ya no te acuerdas? Además, tengo que reconocer que hacía siglos que no me la pasaba tan bien como hoy.
—Tú no lo entiendes —dijo Claudia meneando la cabeza. Por primera vez en su vida se había sentido... hermosa. No le había importado lo que los demás pensaran de ella. Se había sentido como una auténtica mujer de los pies a la cabeza. ¿Cómo podía entender un hombre que una mujer nunca olvida la primera vez que se siente como tal?
—Lo único que sé es que estabas preciosa. Has sido la sensación del baile —Jack la miró durante un largo instante—. Aquí estamos otra vez, y esta no es nuestra primera cita... —apuntó seductor.
La euforia dio paso a una punzada de pánico. ¿Qué hacer? De repente, recordó que había sido la reina de la noche, hermosa y segura de sí misma, atrevida y capaz de cualquier cosa. ¿Por qué no probar de una vez por todas si Jack era el Hombre Perfecto? Respiró hondo y cerró los ojos: al instante siguiente, Jack se agachó para besarla.
Esperó un momento.
Y no sintió absolutamente nada.
Cuando él se separó, abrió los ojos.
—Así que ya está, ¿no? —preguntó muy seria.
—Si preguntas eso, quiere decir que no lo he hecho muy bien —replicó Jack sonriendo, y agachándose volvió a besarla. En aquella ocasión el beso fue más insistente, pero, aún así, siguió pareciéndole a Claudia más una muestra de afecto que de pasión.
No era justo: allí estaba ella, siendo besada por un hombre atractivo, encantador y, aparentemente, más que interesado por ella. ¡Y no lograba sentir lo más mínimo por él!
Jack se separó por fin y escrutó su rostro.
—¿Qué tal ahora? ¿Mejor?
—Creo que estoy demasiado agotada para sentir nada —se disculpó Claudia torpemente—. Ha sido una noche muy larga.
—Sí, han pasado muchas cosas —convino él con una adorable sonrisa—. Está bien, preciosa. Me marcho: te llamaré esta semana a ver si te apetece hacer algo.
—Muy bien —contestó. Pero, ¿le apetecía realmente verlo? Aunque se había divertido a su lado, empezaban a hacérsele pesadas aquellas citas. Lo despidió con la mano desde la puerta de su casa.
No acababa de comprender qué le estaba pasando, y eso empeoraba el problema. Aunque no tenía mucha experiencia con los hombres en lo que a la parte física se refería, estaba casi segura de que lo que acababa de ocurrir no auguraba nada bueno en ese terreno ¡Santo cielo! ¡Si hasta la batería de un coche generaba más chispa que la que se había producido entre ellos!
Estaba a punto de cerrar la puerta tras ella cuando oyó unos pasos sobre la gravilla del sendero. Tímidamente asomó la cabeza, rezando para que no fuera Jack.
Pero fue Logan el que le dedicó la mejor de sus sonrisas al otro lado de la puerta.
—¡Menos mal! ¡Qué bien que no te has acostado!
—¿Qué haces aquí? —le preguntó asombrada.
—Esto... —hizo una pausa frunciendo el entrecejo—. ¿Me creerías si te digo que vengo a buscar la chaqueta que te presté ayer?
—Si eso es lo único que se te ocurre... —respondió Claudia sarcástica.
—Entonces si vengo por eso.
—Ándale, pasa —le invitó, abriéndole la puerta—. Puede que me venga bien hablar contigo.
Logan entró en la casa y se dejó caer en un sillón, desde donde se la quedó mirando de arriba abajo.
—Bonito vestido, pero algo escaso —comentó con una sonrisa.
Aquel comentario tuvo la virtud de acelerarle el pulso.
—Muchas gracias. La verdad es que me gusta mucho.
—Los dejaste con el ojo cuadrado, nena.
—Y eso es algo que les tengo que agradecer a ti y a los chicos —se echó a reír al recordar la cara de asombro de Edna Sheffield—. ¿Qué hicieron por fin? ¿Disfrutaron del fin de la fiesta o la señora Sheffield los echo a patadas?
—Yo me fui enseguida; los chicos se quedaron —le explicó Logan—. Antes de eso, Edna intentó contratarnos para la Gala de Navidad —se quitó la corbata con un suspiro de alivio y se desabrochó el botón de la camisa—. ¡Dios, cómo odio las corbatas!
—Pues eso no es nada —comentó Claudia incómoda. Se sentía llena de energía y el vestido le molestaba enormemente—. Esto es como si llevara la más incómoda corbata desde el cuello hasta las rodillas. Por no mencionar lo que me aprieta la ropa interior... me parece que ya hasta se me incrusto. Creo que voy a tener que llamar a un equipo de especialistas para que me la saquen.
—Me encanta esa idea.
—Ándale, por favor, bájame la cremallera —le suplicó poniéndose de espaldas delante de él.
Por un momento le pareció que se había quedado dormido, de tanto que tardaba en hacerlo.
—¿Cómo se baja esta cosa? —preguntó por fin con voz entrecortada.
—No lo sé. Sally me ayudó. Esa mujer podría tener una maestría en ese tipo de habilidades... —Claudia se interrumpió bruscamente al darse cuenta de que Logan le había bajado del todo la cremallera. El corazón empezó a latirle al triple de la velocidad normal.
—¿Mejor? —preguntó Logan.
Claudia tragó saliva y asintió con un gesto.
—¿Necesitas más ayuda?
Ella miró por encima del hombro y sorprendió la mirada de él fija en el tirante de su sujetador.
—No... no... —se mordió el labio, confusa y turbada—. Ya puedo arreglármelas...
Se precipitó hacia su dormitorio antes de que Logan se diera cuenta de lo que le estaba pasando. Él no sabía que la espalda y el cuello eran dos de las más sensibles partes de su cuerpo, dos auténticas zonas erógenas. Siempre la había sorprendido, casi molestado, el torbellino de sensaciones que despertaba cualquier roce casual en las mismas. Sin embargo, estaba segura de que Logan no la había tocado a propósito.
Pero, ¿en qué diablos estaba pensando? No iba a dejarse a arrastrar por un sentimiento estúpido e infantil. Rápidamente se quitó la ropa que llevaba y la arrojó al cesto de la ropa sucia. Se puso una amplia camiseta y unos cómodos pantalones cortos, aspiró profundamente varias veces y, algo más calmada, volvió al salón.
—¿De qué quieres que hablemos? —le preguntó Logan. Se había servido un vaso de agua y parecía bastante más relajado.
—Estoy hecha un desastre, Logan —confesó la joven dejándose caer a su lado.
—¿Y eso por qué, ángel?
Ella se recostó en el respaldo, y se quedó mirando el techo.
—Todo era mucho más sencillo antes de que empezáramos con este relajo de la apuesta. Realmente creía que era feliz con la vida que tenía.
—Lo sé —dijo Logan muy serio—. Espero que la próxima vez que se me ocurra una idea tan tonta me des un buen golpe en la cabeza.
—Bueno, no todo ha sido tan horrible —dijo más tranquila. Logan estiró el brazo en el respaldo y ella apoyó la cabeza en su bíceps—. Quiero decir que por primera vez en mi vida me sentí de verdad hermosa. Y no sabes lo que eso significa para mí, Logan. Todavía me queda mucho camino por recorrer, pero estoy deseando hacerlo.
—Tenías un aspecto magnífico, Claudia —la animó su amigo con total sinceridad.
—Pero después Jack me besó y eso lo echo todo a perder —continuó Claudia con un triste suspiro—. Ojalá pudiera volver a los buenos tiempos, cuando me hacía feliz ver los partidos con los chicos, y me conformaba con las camisetas y los vaqueros sin que me preocupara lo más mínimo si conocía o no al Señor Adecuado, porque estaba convencida de que nunca iba a conseguirlo... —Logan la escuchaba sin decir nada. —Y ahora es demasiado tarde —musitó pensativa—. Es como si hubiera abierto la caja de Pandora. Ya no quiero vivir como antes, pero tampoco sé qué hacer ahora. Esta noche me sentí hermosa, pero no quiero que nadie me diga cómo tengo que ser. Recuerdo el dolor que sentí cuando Derek intentó convertirme en alguien que no era. ¿Cómo puedo saber que Sally y Lindsey están haciendo lo mejor para mí? —se limpió las lágrimas con un gesto—. Estoy muy cansada, y no entiendo absolutamente nada.
Logan permanecía en silencio.
—¿Te quedaste dormido? —le preguntó Claudia al fin. El estaba muy quieto, pero sus ojos relucían como dos brasas.
—¿Besaste a Jack?
—Sí, y la verdad es que fue una experiencia de lo más decepcionante —respondió Claudia poniendo los ojos en blanco—. Digamos que fue una especie de experimento de química...
Logan reflexionó un momento y luego asintió con la cabeza como si hubiera llegado a una decisión.
—¿Quedaste con él mañana?
—No —contestó, algo sorprendida por aquella pregunta—. ¿Por qué?
—Se me ocurrió que podríamos hacer algo mañana, pero no quería estropear tus planes.
Ella le dio un cariñoso puñetazo en el hombro.
—Tú eres mi mejor amigo, idiota, y ya sabes cuál es el lema de la pandilla: los amigos, lo primero.
—Entonces, ¿mañana no es día de cita?
—Según las expertas que me asesoran, tengo que reservar del jueves al sábado para las citas —respondió Claudia con una mueca.
—Estupendo —comentó Logan complacido—. Entonces, señorita Claudia Vaisey, me concede el honor de salir conmigo mañana en una cita de viejos amigos.
—No es una cita de verdad, ¿no? —dijo Claudia soltando la carcajada—. Iremos a una cervecería y tienes que prometerme que me tratarás como antes.
Logan se echó a reír con ganas.
—Eso es justo lo que he echando de menos desde que empezamos con esta estupidez de la apuesta.
—Sí, lo sé —a ella le pasaba exactamente lo mismo. Empezó a darse un masaje en las sienes, intentando recordar cómo era su vida antes de que decidiera sumergirse en aquella vorágine de citas. Recordó con nostalgia aquella vida tan sencilla.
—¿Cuántas veces solíamos vernos cada semana?
—No lo sé: cuatro quizá.
—Más o menos. Íbamos al cine los martes y quedábamos para ver el partido los sábados o los domingos, a veces también los lunes.
—A veces los tres días —añadió Claudia—. También solías venir a lavar tu ropa sucia y te quedabas a ver la tele.
—Ahí es justo donde quería yo llegar —dijo Logan recostándose en el sofá—. ¿Cuántas veces nos veíamos entonces?
Era imposible negar lo evidente.
—Tienes razón: me parece que todo este asunto de las citas se nos ha ido de las manos.
—Ángel, ahora te veo como mucho una vez por semana. A veces tengo la impresión de que te fuiste a vivir a Tahití —distraídamente le pasó la mano por el pelo—. Odio admitirlo, pero te echo de menos.
Ella tragó saliva, intentando disolver el nudo que se le había hecho en la garganta.
—¡Bah! Lo que pasa es que tienes tal montón de ropa sucia en tu casa que te cuesta abrir la puerta.
—Eso también, claro —dijo Logan riendo—. Sin embargo, puedo solucionarlo comprando una lavadora y una secadora y, en cambio, nunca podría encontrar otra amiga como tú.
Claudia sonrió y apoyó la cabeza en su hombro. Instintivamente él la apretó contra su cuerpo.
—Imagínate que tuviera que empezar a programar las citas con mi mejor amiga. ¿Qué pasaría entonces con nuestra amistad, ángel?
—No sé qué pensaría Sally si nos viera ahora —comentó Claudia removiéndose inquieta—. Sabe muy bien que cuando estoy contigo tengo tendencia a portarme fatal.
—Y tiene mucha razón —convino Logan enarcando las cejas—. Pero no te dijo con quién podías o no quedar...
—¡Una cita con Logan! —murmuró Claudia—. ¡Semejante posibilidad!
Notó cómo vibraba la risa de Logan en el interior de su pecho. Poco a poco se dio cuenta de que se sentía feliz. Quería quedarse tal y como entonces estaba la noche entera, sintiendo aquel dulce calor calentándole las venas, escuchando el ritmo de su respiración, sus brazos alrededor de su cuerpo.
«Entonces, pídele que se quede a pasar la noche».
Mmmmm...
Un momento, ¿en qué estaba pensando?
Se levantó de golpe, sorprendida y molesta consigo misma. Debía estar más cansada de lo que creía si se le había ocurrido una idea tan absurda como aquella.
—Oye, me está entrando sueño, Logan —dijo rápidamente—. Dime dónde nos vemos mañana.
Sonriendo, Logan se levantó y se quedó de pie frente a ella. ¿Cómo era posible que pudiera sentir el calor de su cuerpo? Prudentemente dio un paso atrás, pero él la siguió.
—Hay un partido de los Raider a las once, así que tienes todo el tiempo que quieras para dormir —propuso—. Después ya veremos; podríamos ver una película.
Aquello sonaba, algo mejor.
—Bueno, pero yo la voy a escoger, ¿eh? De lo contrario acabaríamos viendo uno de esos rollos violentos que tanto te gustan, con abundancia de puñetazos y ni dos líneas de diálogo.
—Muy bien. Hay que ver lo femenina que te has vuelto. Tú eliges la película y yo me encargo de la comida. ¿Pizza?
—Ya sabes que es lo que más me gusta.
Él le pasó la mano por la cabeza, revolviéndole el pelo.
—Si no quieres, no tenemos por qué hacer manitas... aunque ya sé lo mucho que te cuesta mantener las manos alejadas de mí —bromeó Logan.
Claudia le pegó un buen puñetazo en las costillas.
—Ándale, pesado, lárgate de una vez —dijo, pugnando por no echarse a reír. Después de lo que había tenido que pasar los tres últimos días, aquellos momentos de distensión eran justo lo que le hacía falta.
Agradecida, se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla, como había hecho miles de veces antes de entonces. Pero él debía haber pensando lo mismo, ya que agachó la cabeza justo en ese momento, así que ninguno de los dos pudo impedir que sus labios se juntaran.
Fue como si una fuerza superior a ellos les impulsara a mantenerse unidos. Por un fugaz instante los dos se miraron con los ojos muy abiertos, fulminados por idéntica sorpresa.
Entonces Logan cerró los ojos y ella se dejó llevar.
Aquel beso no duró más que unos pocos segundos, pero fue suficiente para estimular hasta el último nervio de su cuerpo. Nunca como entonces se había sentido Claudia tan viva.
Era como una auténtica corriente eléctrica.
Y Logan debió sentir lo mismo, porque cuando por fin se separaron estaba tan sorprendido como si le hubiera dado un calambre.
—Este... buenas noches, ángel.
—Bu... buenas noches — Claudia le acompañó a la puerta y cerró de golpe en cuanto él salió. Tras cerciorarse por la mirilla de que en realidad se iba, se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso de agua helada que bebió a grandes sorbos.
Lo que acababa de ocurrirle era una auténtica ironía del destino.
Aquel besito de nada había tenido la virtud de desatar una oleada de hormonas en sus venas. Y había sido Logan nada menos el causante de aquel desastre.
Por lo menos, pensó filosóficamente, ahí tenía la respuesta a uno de los enigmas de aquella noche. Su reacción le demostraba que no era en absoluto frígida...
De repente le vino a la mente una conversación que había tenido con uno de sus clientes: le había dicho que no tenía que estar condicionado por una mala experiencia anterior con un diseñador, que eso no significaba que iba a tener mala suerte con todos. Y que en realidad, no importaba lo bueno que fuera un diseño, que lo realmente importante era que se ajustara a las necesidades de la persona que lo encargaba.
«Y tú tienes que buscar lo que te convenga, no conformarte con lo que la gente diga que es bueno para ti».
Eso era lo que había estado buscando.
Aquella intuición le traspasó la mente con la claridad de un rayo. Ahora empezaba a entenderlo todo: cuando era más joven había estado pensado si debería dedicarse o no al diseño de modas, le parecía algo demasiado «femenino», opuesto a su forma de ser. Así que dejó que fueran otras personas las que decidieran cómo debía encauzar su carrera. Nunca se había dejado llevar por su instinto hasta el día que decidió comprarse y ponerse aquel vestido rojo. Y el resultado había sido espectacular.
Como una tromba se dirigió a su estudio, buscó un bloc de dibujo y sacó una caja de pinturas. Nunca le habían gustado los colores pastel, y nunca se había sentido cómoda con aquellos infantiles vestiditos de línea romántica. ¿Qué pasaría si se dejaba llevar, si solo se ponía lo que en realidad se ajustaba con su personalidad?
Rápidamente llenó el cuaderno con todo tipo de esbozos, sin pensar en nada que no fueran aquellos diseños, ni en Logan, ni en Jack, y mucho menos en los chicos de la pandilla o en sus amigas.
El resultado era brillante, lleno de inspiración. Aquello iba a funcionar, estaba segura.
Claudia no levantó la vista de su copa de champán.
—Y te creo, Jack, ya te dije. Déjalo estar, anda.
Él se le quedó mirando un largo instante, maravillado por su presencia de ánimo.
—No puedo creer que lo estés tomando tan bien. Entendería que quisieras tirarme esa copa a la cara.
Claudia hizo una mueca.
—Ahora que se ha aclarado todo, la verdad es que no es tan malo como parecía al principio, Jack.
—Debe haber unas quinientas personas en esa fiesta —dijo Jack—, y todos se te quedaron mirando, no me digas que eso no es tan malo...
—Te lo repito una vez más: no es culpa tuya que yo haya decidido ponerme un vestido rojo. Y no es culpa tuya que no recordaras que el Bailé Sheffield también se conoce como el Baile en Blanco y Negro de los Ángeles porque...
—Porque todo el mundo viste de blanco o de negro —dijo Jack meneando la cabeza con tristeza—. ¿Por qué nadie me lo dijo antes?
—Supongo que lo ponían en esa invitación que no leíste —sugirió Claudia—. Después de todo, puede que tengas algo de culpa... desde luego, eres el único responsable de que ahora esté sentada bajo un foco en la mesa principal, pero aparte de eso...
Con un gemido Jack enterró la cabeza entre las manos.
—Eso, vamos —rio Claudia—, siéntete culpable. Te lo mereces.
—Te debo una Claudia, de verdad.
—Jack, te aseguro que después de lo que he tenido que pasar esta semana, lo que ha ocurrido no me preocupa nada.
Recordó el terrible momento en el que al entrar en la sala una multitud ataviada en blanco y negro, quinientos pares de ojos para ser exactos, se le quedaron mirando como si fuera una marciana. Le pareció estar viviendo aquella pesadilla que solía asaltarla en sus años de universidad, cuando se veía a sí misma en un desfile de modas ataviada con su ropa más vieja. Su primer impulso fue dar media vuelta y salir corriendo, arrancarle las llaves del coche al valet parking y salir disparada hasta su casa. Pero no lo hizo. En vez de eso mantuvo la cabeza muy alta y la sonrisa radiante. Aunque sospechaba que tenía la cara más roja que el vestido, por nada del mundo haría ver lo humillante que le resultaba aquella experiencia.
A decir verdad, le encantaba aquel vestido, y aquella era la primera vez en su vida que podía decir semejante cosa. No podía haber encontrado nada más distinto a los diseños color pastel con los que Derek, su ex novio, solía martirizarla, ni más diferente tampoco a los sutiles vestiditos de muñeca que Sally había elegido para ella. Aquel sencillo diseño de un vivo color burdeos la había cautivado por completo. Cuando lo encontró en la tienda, se lanzó al probador, haciendo caso omiso de las protestas de su amiga y del montón de vestidos color rosa o melocotón que había insistido en que se probara. Cuando salió con él puesto tuvo la satisfacción de ver cómo Sally y la dependienta se quedaban literalmente con la boca abierta. No solo la favorecía y le quedaba' como un guante, sino que con él se sentía como una auténtica reina.
—¡Hermoso vestido! —comentó una mujer al pasar delante de su mesa.
—Gracias, ¿no es precioso? —dijo Claudia tranquilamente—. El rojo contrasta de maravilla sobre este fondo blanco y negro. ¿No le parece?
—Estaba a punto de decírselo —intervino el hombre que iba con la señora, mirando a Claudia de arriba abajo. La mujer dio un respingo antes de alejarse de la mesa, siseando indignada entre dientes a su atribulado acompañante.
Claudia se volvió hacia Jack, que reía a mandíbula batiente.
—¿Qué te pasa?
—Ahora mismo vas a decirme quién eres y qué has hecho con mi amiga Claudia Vaisey —bromeó.
—Sí, me siento como en la película La invasión de los cuerpos, aunque en versión cómica.
—Me tienes asombrado, Claudia —confesó Jack meneando la cabeza—. No te pareces en absoluto a la chica con la que cené hace dos días.
Ella reflexionó un instante.
—¿Y te parece mal?
—No, nada de eso —dijo el joven rápidamente—. Solo que parece que alguien encendió un interruptor dentro de ti.
—¿Y se supone que eso es bueno? —replicó Claudia enarcando una ceja.
Jack sonrió y le acarició con la punta del dedo la línea de la mandíbula.
—Sí, lo es cuando hacía falta que salieras por fin a la luz, preciosa.
Ella sonrió otra vez. Si continuaban por ese camino, acabaría con agujetas en la mandíbula.
—Tengo que dar una vueltecita por la sala para hablar con los patrocinadores —dijo Jack—. ¿Quieres venir conmigo?
—No —replicó Claudia—. Ya he hablado con más desconocidos esta noche que en toda mi vida. Me quedaré mirando desde un rinconcito, para variar.
—Muy bien, princesa —dijo Jack—. En media hora te llevaré a casa.
—Estupendo.
Jack le acarició la mejilla y se levantó, siendo abducido de inmediato por un nutrido grupo de hombres de negocios.
Claudia, por su parte, se dirigió a una de las sillas que había a los lados de la sala, deDanieldo beber un vaso de agua fresca. Jack le parecía un tipo realmente encantador. Tras haber pasado tantos años sin andar con nadie, era una auténtica suerte que en su primera cita se hubiera topado con alguien como él. La única persona que conocía que fuera más atenta y amable era...
Logan, por supuesto. Aunque como Logan era su amigo, en realidad no contaba.
Una chica rubia se cruzó con ella y se le quedó mirando.
—Bonito vestido —dijo con expresión sincera. Parecía mucho más amable que las mujeres con las que había hablado a lo largo de la velada.
—Gracias —replicó con una sonrisa—. No tenía ni idea de que había que vestir en blanco o en negro.
—¿De verdad? —la mujer le devolvió una cálida sonrisa. Claudia se dio cuenta de que la había visto en alguna película—. Te he estado mirando desde mi mesa, muerta de envidia, y deseando matar a mi agente por no habérsele ocurrido que viniera vestida de rojo. Todo el mundo ha estado hablando de ti, así que debes ser actriz.
—No, como crees —le explicó Claudia disgustada—. Soy diseñadora.
—Eso lo explica todo —dijo la mujer—. Lo llevas escrito en la cara. ¿Cuándo presentaste la colección de otoño?
A Claudia le costó un tanto entender lo que le estaba preguntando.
—¡No, te equivocas! —exclamó meneando la cabeza—. No soy diseñadora de modas, sino diseñadora gráfica. Hace mil años que no me dedico a la moda.
—Pues deberías planteártelo. Ese vestido te sienta de maravilla... es increíble. Es como un modelo de Versace adaptado a Grace Kelly.
Claudia se quedó mirando su atuendo sin saber qué decir.
—La verdad es que cuando lo compré me imaginé más bien a Audrey Hepburn con un diseño de Vera Wang —comentó divertida.
—¡Claro! —la mujer rebuscó en su bolso y le tendió una tarjeta—. ¡Eso es! Si cambias de opinión, me encantaría lucir alguno de tus diseños en la ceremonia de los Oscar del año que viene. Me gusta lucir cosas realmente originales y de buen gusto, y contigo tengo buenas vibraciones.
¿Estilista? ¿Ella?
—Eh..., por supuesto... claro. Pensaré en ello.
La mujer le dedicó una radiante sonrisa antes de perderse entre la multitud.
«Estupendo», pensó, «ahora debe venir la parte donde me caigo de la cama y me despierto».
Sin embargo, Claudia no estaba soñando. Estaba plantada, en medio de una exclusiva fiesta, y en la mano tenía la tarjeta con la dirección personal de una de las más famosas actrices de Hollywood.
Le daban ganas de cantar. Se sentía como la reina del mundo. Poderosa, invencible: una mezcla entre Marilyn Monroe y Superratón. Ojalá pudieran verla los chicos de la pandilla.
De repente, las conversaciones se acallaron. Intrigada, se volvió a mirar hacia la puerta.
Hablando del rey de Roma.
La pandilla en pleno acababa de hacer su entrada en el salón: Logan, Dean, Mike y Daniel, allí plantados como modelos de revista, aparentemente indiferentes al revuelo que habían provocado.
Ya era suficientemente insólito ver a sus compañeros de póker en pleno presentándose en el Baile en Blanco y Negro, pero una sola mirada a su atuendo le sirvió para darse cuenta, además, de que algo faltaba.
Los pantalones.
Los cuatro llevaban impecables camisas blancas y chaquetas de esmoquin con pajarita, pero, por debajo, se habían puesto pantalones cortos de surfista de brillantes colores, y calzaban tennis de baloncesto de lona. Tanto los shorts como los tennis lucían el tiburón con gafas de sol que formaba parte del logotipo que Claudia había diseñado para la compañía de ropa deportiva de Logan.
Como un solo hombre, sus cuatro amigos se quitaron las gafas de sol y las guardaron en el bolsillo de la chaqueta. Bajaron la escalera contoneándose como modelos de pasarela, indiferentes a los flashes, las exclamaciones de asombro y los aplausos que provocó su aparición.
Claudia se dirigió hacia ellos. Le encantaba aquella idea de sus amigos. Mejor dicho, le encantaban ellos, y punto.
—¡Logan! —exclamó, dándole un fuerte abrazo.
—¡Hola, ángel! —replicó su amigo con una gran sonrisa, repartiendo abrazos a diestro y siniestro—. Estaba a punto de mandar a los chicos a tu búsqueda.
—Creo que si se hubieran quedado en lo alto de la escalera, tarde o temprano me habría percatado de su presencia —bromeó—. Son increíbles, chicos —declaró, muerta de risa.
—¿Qué opinas? —le preguntó Dean poniendo cara de modelo de Vogue—. Creo que estoy súper sexy con estos pantalones, ¿no?
—Me parece que los cuatro son demasiado sexys para esta fiesta —convino Claudia—. ¿Se puede saber qué están haciendo aquí?
Sus amigos se volvieron para mirar a Logan.
—Bueno... cuando te fuiste, tuvimos una pequeña reunión, y decidimos que a lo mejor ibas a necesitar un poco de apoyo moral.
—¿De verdad? —Claudia los miró con ojos desorbitados.
—Es que estábamos un poco... preocupados —Logan empezó a ponerse colorado, lo que provocó unas cuantas sonrisitas a su alrededor. Claudia nunca hubiera imaginado que un día vería a Logan Lerman avergonzado—. Temíamos que te sintieras incómoda, y como sabemos lo terrible que podía ser eso para ti, pues se nos ocurrió... bueno... ya lo ves...
—Chicos, chicos, así que vinieron para ayudarme, ¿no? —dijo Claudia acabando la frase con él.
Los cuatro asintieron tímidamente.
—¿Qué tal lo estamos haciendo? —preguntó Dean.
Claudia no pudo aguantar más y estalló en carcajadas. Aquella era una de las situaciones más tiernas y tontas que había vivido.
—Créanme —empezó cuando por fin logró calmarse—, les estoy inmensamente agradecida. Son maravillosos: están locos, pero son estupendos.
—Y tú, princesa, estás preciosa—dijo Mike besándole caballerosamente en la mano. Por el rabillo del ojo, Claudia se dio cuenta de que Logan ponía cara de pocos amigos—. Entonces, ¿puedo esperar que me concedas un baile, o también hoy me vas a dar calabazas?
—¿Bailar? —Claudia se volvió hacia la pista de baile donde algunas parejas evolucionaban con elegancia al compás de una clásica melodía—. No sé qué decirte... no es precisamente mi estilo...
—Nosotros lo arreglaremos —dijo Logan—. ¿Dean?
—Estoy listo —contestó el interpelado.
Claudia vio cómo su amigo se acercaba al director de la orquesta, le decía algo al oído y después estrechaba su mano con calor. Se preguntó cuánto dinero le estaría dando.
La canción que estaba sonando se interrumpió abruptamente y, tras unos segundos de silencio, la sección de trompetas inició una animadísima versión de Louie, Louie.
Los elegantes invitados se miraron perplejos, sin saber qué hacer. Sin embargo, los chicos de la pandilla estaban en su elemento. Claudia no sabía si salir corriendo o quedarse allí riendo a carcajadas.
—¡Cobarde! —la retó Logan para que se uniera a ellos.
¿Cobarde ella? Aquella noche se atrevería incluso a andar sobre el fuego.
—¡Ja! —exclamó—. Sígueme si puedes —y sin más preámbulos se lanzó a la pista de baile.
Para su sorpresa, el resto de invitados no les miraba con condescendencia o desdén. Muy al contrario, parecían estar disfrutando enormemente con aquel espectáculo que por fin animaba un baile famoso por lo aburrido que resultaba. Claudia vio que varias parejas jóvenes se animaban a salir a la pista. No cabía duda de que la pandilla se había convertido en la sensación de la fiesta.
Cuando la orquesta en pleno acometió el fin de la canción, la sala entera estalló en un cerrado aplauso. Todo el mundo parecía encantado. Tomándola por la cintura, Logan la obligó a salir al centro de la pista a saludar.
—¡No puedo creerlo! —dijo con la respiración entrecortada por el esfuerzo del baile. Al menos, se obligó a pensar que estaba tan alterada por eso. Justo entonces irrumpió en la pista con cara de muy pocos amigos Edna Sheffield, la anfitriona.
—¿Se puede saber quiénes son ustedes?
Logan y Claudia se separaron de golpe.
—Señora Sheffield...
Dean, Mike y Daniel hicieron de inmediato frente común con ellos.
—Somos los Beach Boys —dijo, como si eso lo explicara todo.
—¿El grupo de música? —la elegante señora estaba al borde del infarto.
—No, no —le corrigió Dean, temiendo que se desmayara allí mismo—. Somos un equipo de surf de Manhattan Beach.
—¿Un equipo de surf? —la señora Sheffield no salía de su asombro—. ¡No puedo creerlo! Les doy exactamente un minuto para...
—¡Logan! ¡Son geniales, chicos! ¡Qué gran idea! —exclamó Jack con su bien timbradora voz mientras se acercaba a ellos. Claudia tuvo que contener la risa al ver la cara de asombro que puso Edna Sheffield cuando el rico y glamuroso Jack Landor, el invitado estrella de la fiesta, estrechó con calor la mano de Logan. ¡Había estado a punto de echar de la fiesta al que parecía ser su mejor amigo!
—Hola, Jack —dijo Logan—. Se me ocurrió que podíamos animar un poco la fiesta.
—Buena idea —le alabó Jack poniéndole a Claudia un brazo sobre los hombros—. Nena, has estado increíble. No sabía que bailabas tan bien.
—Es otro de mis trucos —murmuró entre dientes. Sus amigos rieron complacidos, mientras la señora Sheffield los miraba a todos sin salir de su asombro.
—Espero que no te haya molestado que sacara a bailar a tu chica —dijo Logan muy formalito.
—No me importa con quién baile o deje de bailar mientras sea yo el encargado de llevarla a casa —replicó Jack alegremente—. Por cierto, es hora de que nos vayamos, ¿no te parece? Ha sido una gran fiesta, Edna, la mejor en mucho tiempo, te lo aseguro, y todo gracias a estos chicos.
—Gra... gracias, Jack —musitó la atribulada dama.
—Cuida de mis amigos por mí, Edna. Yo le prometí a esta encantadora señorita que la llevaría temprano a casa —continuó mirando a Claudia—. ¿Estás lista?
La joven se volvió hacia sus camaradas; todos la sonreían de oreja a oreja excepto Logan, que mantenía una expresión fría y distante, casi como si se aburriera.
¿Y qué esperaba? ¿Qué le rogara y suplicara que se quedara con ellos?
Claudia se volvió después hacia Jack: el soltero más deseado de América estaba esperando para llevarla a su casa. Y precisamente aquella noche se sentía capaz de cualquier cosa.
—Sí, vámonos —dijo, tomándolo por el brazo—. Mañana nos vemos, chicos.
Sus amigos silbaron como posesos, convirtiendo en un auténtico espectáculo su salida, iluminado además con las luces de mil flashes y coreado con los aplausos de los invitados.
A Claudia le costó un gran esfuerzo no volverse a mirar a sus amigos. Media hora más tarde, cuando llegaron por fin a su casa, aún estaba bajo los efectos de aquel subidón de adrenalina.
—No sé cómo agradecértelo, Jack —empezó conmovida.
—¿Agradecerme qué? Fuiste tú la que me hiciste un favor, ¿ya no te acuerdas? Además, tengo que reconocer que hacía siglos que no me la pasaba tan bien como hoy.
—Tú no lo entiendes —dijo Claudia meneando la cabeza. Por primera vez en su vida se había sentido... hermosa. No le había importado lo que los demás pensaran de ella. Se había sentido como una auténtica mujer de los pies a la cabeza. ¿Cómo podía entender un hombre que una mujer nunca olvida la primera vez que se siente como tal?
—Lo único que sé es que estabas preciosa. Has sido la sensación del baile —Jack la miró durante un largo instante—. Aquí estamos otra vez, y esta no es nuestra primera cita... —apuntó seductor.
La euforia dio paso a una punzada de pánico. ¿Qué hacer? De repente, recordó que había sido la reina de la noche, hermosa y segura de sí misma, atrevida y capaz de cualquier cosa. ¿Por qué no probar de una vez por todas si Jack era el Hombre Perfecto? Respiró hondo y cerró los ojos: al instante siguiente, Jack se agachó para besarla.
Esperó un momento.
Y no sintió absolutamente nada.
Cuando él se separó, abrió los ojos.
—Así que ya está, ¿no? —preguntó muy seria.
—Si preguntas eso, quiere decir que no lo he hecho muy bien —replicó Jack sonriendo, y agachándose volvió a besarla. En aquella ocasión el beso fue más insistente, pero, aún así, siguió pareciéndole a Claudia más una muestra de afecto que de pasión.
No era justo: allí estaba ella, siendo besada por un hombre atractivo, encantador y, aparentemente, más que interesado por ella. ¡Y no lograba sentir lo más mínimo por él!
Jack se separó por fin y escrutó su rostro.
—¿Qué tal ahora? ¿Mejor?
—Creo que estoy demasiado agotada para sentir nada —se disculpó Claudia torpemente—. Ha sido una noche muy larga.
—Sí, han pasado muchas cosas —convino él con una adorable sonrisa—. Está bien, preciosa. Me marcho: te llamaré esta semana a ver si te apetece hacer algo.
—Muy bien —contestó. Pero, ¿le apetecía realmente verlo? Aunque se había divertido a su lado, empezaban a hacérsele pesadas aquellas citas. Lo despidió con la mano desde la puerta de su casa.
No acababa de comprender qué le estaba pasando, y eso empeoraba el problema. Aunque no tenía mucha experiencia con los hombres en lo que a la parte física se refería, estaba casi segura de que lo que acababa de ocurrir no auguraba nada bueno en ese terreno ¡Santo cielo! ¡Si hasta la batería de un coche generaba más chispa que la que se había producido entre ellos!
Estaba a punto de cerrar la puerta tras ella cuando oyó unos pasos sobre la gravilla del sendero. Tímidamente asomó la cabeza, rezando para que no fuera Jack.
Pero fue Logan el que le dedicó la mejor de sus sonrisas al otro lado de la puerta.
—¡Menos mal! ¡Qué bien que no te has acostado!
—¿Qué haces aquí? —le preguntó asombrada.
—Esto... —hizo una pausa frunciendo el entrecejo—. ¿Me creerías si te digo que vengo a buscar la chaqueta que te presté ayer?
—Si eso es lo único que se te ocurre... —respondió Claudia sarcástica.
—Entonces si vengo por eso.
—Ándale, pasa —le invitó, abriéndole la puerta—. Puede que me venga bien hablar contigo.
Logan entró en la casa y se dejó caer en un sillón, desde donde se la quedó mirando de arriba abajo.
—Bonito vestido, pero algo escaso —comentó con una sonrisa.
Aquel comentario tuvo la virtud de acelerarle el pulso.
—Muchas gracias. La verdad es que me gusta mucho.
—Los dejaste con el ojo cuadrado, nena.
—Y eso es algo que les tengo que agradecer a ti y a los chicos —se echó a reír al recordar la cara de asombro de Edna Sheffield—. ¿Qué hicieron por fin? ¿Disfrutaron del fin de la fiesta o la señora Sheffield los echo a patadas?
—Yo me fui enseguida; los chicos se quedaron —le explicó Logan—. Antes de eso, Edna intentó contratarnos para la Gala de Navidad —se quitó la corbata con un suspiro de alivio y se desabrochó el botón de la camisa—. ¡Dios, cómo odio las corbatas!
—Pues eso no es nada —comentó Claudia incómoda. Se sentía llena de energía y el vestido le molestaba enormemente—. Esto es como si llevara la más incómoda corbata desde el cuello hasta las rodillas. Por no mencionar lo que me aprieta la ropa interior... me parece que ya hasta se me incrusto. Creo que voy a tener que llamar a un equipo de especialistas para que me la saquen.
—Me encanta esa idea.
—Ándale, por favor, bájame la cremallera —le suplicó poniéndose de espaldas delante de él.
Por un momento le pareció que se había quedado dormido, de tanto que tardaba en hacerlo.
—¿Cómo se baja esta cosa? —preguntó por fin con voz entrecortada.
—No lo sé. Sally me ayudó. Esa mujer podría tener una maestría en ese tipo de habilidades... —Claudia se interrumpió bruscamente al darse cuenta de que Logan le había bajado del todo la cremallera. El corazón empezó a latirle al triple de la velocidad normal.
—¿Mejor? —preguntó Logan.
Claudia tragó saliva y asintió con un gesto.
—¿Necesitas más ayuda?
Ella miró por encima del hombro y sorprendió la mirada de él fija en el tirante de su sujetador.
—No... no... —se mordió el labio, confusa y turbada—. Ya puedo arreglármelas...
Se precipitó hacia su dormitorio antes de que Logan se diera cuenta de lo que le estaba pasando. Él no sabía que la espalda y el cuello eran dos de las más sensibles partes de su cuerpo, dos auténticas zonas erógenas. Siempre la había sorprendido, casi molestado, el torbellino de sensaciones que despertaba cualquier roce casual en las mismas. Sin embargo, estaba segura de que Logan no la había tocado a propósito.
Pero, ¿en qué diablos estaba pensando? No iba a dejarse a arrastrar por un sentimiento estúpido e infantil. Rápidamente se quitó la ropa que llevaba y la arrojó al cesto de la ropa sucia. Se puso una amplia camiseta y unos cómodos pantalones cortos, aspiró profundamente varias veces y, algo más calmada, volvió al salón.
—¿De qué quieres que hablemos? —le preguntó Logan. Se había servido un vaso de agua y parecía bastante más relajado.
—Estoy hecha un desastre, Logan —confesó la joven dejándose caer a su lado.
—¿Y eso por qué, ángel?
Ella se recostó en el respaldo, y se quedó mirando el techo.
—Todo era mucho más sencillo antes de que empezáramos con este relajo de la apuesta. Realmente creía que era feliz con la vida que tenía.
—Lo sé —dijo Logan muy serio—. Espero que la próxima vez que se me ocurra una idea tan tonta me des un buen golpe en la cabeza.
—Bueno, no todo ha sido tan horrible —dijo más tranquila. Logan estiró el brazo en el respaldo y ella apoyó la cabeza en su bíceps—. Quiero decir que por primera vez en mi vida me sentí de verdad hermosa. Y no sabes lo que eso significa para mí, Logan. Todavía me queda mucho camino por recorrer, pero estoy deseando hacerlo.
—Tenías un aspecto magnífico, Claudia —la animó su amigo con total sinceridad.
—Pero después Jack me besó y eso lo echo todo a perder —continuó Claudia con un triste suspiro—. Ojalá pudiera volver a los buenos tiempos, cuando me hacía feliz ver los partidos con los chicos, y me conformaba con las camisetas y los vaqueros sin que me preocupara lo más mínimo si conocía o no al Señor Adecuado, porque estaba convencida de que nunca iba a conseguirlo... —Logan la escuchaba sin decir nada. —Y ahora es demasiado tarde —musitó pensativa—. Es como si hubiera abierto la caja de Pandora. Ya no quiero vivir como antes, pero tampoco sé qué hacer ahora. Esta noche me sentí hermosa, pero no quiero que nadie me diga cómo tengo que ser. Recuerdo el dolor que sentí cuando Derek intentó convertirme en alguien que no era. ¿Cómo puedo saber que Sally y Lindsey están haciendo lo mejor para mí? —se limpió las lágrimas con un gesto—. Estoy muy cansada, y no entiendo absolutamente nada.
Logan permanecía en silencio.
—¿Te quedaste dormido? —le preguntó Claudia al fin. El estaba muy quieto, pero sus ojos relucían como dos brasas.
—¿Besaste a Jack?
—Sí, y la verdad es que fue una experiencia de lo más decepcionante —respondió Claudia poniendo los ojos en blanco—. Digamos que fue una especie de experimento de química...
Logan reflexionó un momento y luego asintió con la cabeza como si hubiera llegado a una decisión.
—¿Quedaste con él mañana?
—No —contestó, algo sorprendida por aquella pregunta—. ¿Por qué?
—Se me ocurrió que podríamos hacer algo mañana, pero no quería estropear tus planes.
Ella le dio un cariñoso puñetazo en el hombro.
—Tú eres mi mejor amigo, idiota, y ya sabes cuál es el lema de la pandilla: los amigos, lo primero.
—Entonces, ¿mañana no es día de cita?
—Según las expertas que me asesoran, tengo que reservar del jueves al sábado para las citas —respondió Claudia con una mueca.
—Estupendo —comentó Logan complacido—. Entonces, señorita Claudia Vaisey, me concede el honor de salir conmigo mañana en una cita de viejos amigos.
—No es una cita de verdad, ¿no? —dijo Claudia soltando la carcajada—. Iremos a una cervecería y tienes que prometerme que me tratarás como antes.
Logan se echó a reír con ganas.
—Eso es justo lo que he echando de menos desde que empezamos con esta estupidez de la apuesta.
—Sí, lo sé —a ella le pasaba exactamente lo mismo. Empezó a darse un masaje en las sienes, intentando recordar cómo era su vida antes de que decidiera sumergirse en aquella vorágine de citas. Recordó con nostalgia aquella vida tan sencilla.
—¿Cuántas veces solíamos vernos cada semana?
—No lo sé: cuatro quizá.
—Más o menos. Íbamos al cine los martes y quedábamos para ver el partido los sábados o los domingos, a veces también los lunes.
—A veces los tres días —añadió Claudia—. También solías venir a lavar tu ropa sucia y te quedabas a ver la tele.
—Ahí es justo donde quería yo llegar —dijo Logan recostándose en el sofá—. ¿Cuántas veces nos veíamos entonces?
Era imposible negar lo evidente.
—Tienes razón: me parece que todo este asunto de las citas se nos ha ido de las manos.
—Ángel, ahora te veo como mucho una vez por semana. A veces tengo la impresión de que te fuiste a vivir a Tahití —distraídamente le pasó la mano por el pelo—. Odio admitirlo, pero te echo de menos.
Ella tragó saliva, intentando disolver el nudo que se le había hecho en la garganta.
—¡Bah! Lo que pasa es que tienes tal montón de ropa sucia en tu casa que te cuesta abrir la puerta.
—Eso también, claro —dijo Logan riendo—. Sin embargo, puedo solucionarlo comprando una lavadora y una secadora y, en cambio, nunca podría encontrar otra amiga como tú.
Claudia sonrió y apoyó la cabeza en su hombro. Instintivamente él la apretó contra su cuerpo.
—Imagínate que tuviera que empezar a programar las citas con mi mejor amiga. ¿Qué pasaría entonces con nuestra amistad, ángel?
—No sé qué pensaría Sally si nos viera ahora —comentó Claudia removiéndose inquieta—. Sabe muy bien que cuando estoy contigo tengo tendencia a portarme fatal.
—Y tiene mucha razón —convino Logan enarcando las cejas—. Pero no te dijo con quién podías o no quedar...
—¡Una cita con Logan! —murmuró Claudia—. ¡Semejante posibilidad!
Notó cómo vibraba la risa de Logan en el interior de su pecho. Poco a poco se dio cuenta de que se sentía feliz. Quería quedarse tal y como entonces estaba la noche entera, sintiendo aquel dulce calor calentándole las venas, escuchando el ritmo de su respiración, sus brazos alrededor de su cuerpo.
«Entonces, pídele que se quede a pasar la noche».
Mmmmm...
Un momento, ¿en qué estaba pensando?
Se levantó de golpe, sorprendida y molesta consigo misma. Debía estar más cansada de lo que creía si se le había ocurrido una idea tan absurda como aquella.
—Oye, me está entrando sueño, Logan —dijo rápidamente—. Dime dónde nos vemos mañana.
Sonriendo, Logan se levantó y se quedó de pie frente a ella. ¿Cómo era posible que pudiera sentir el calor de su cuerpo? Prudentemente dio un paso atrás, pero él la siguió.
—Hay un partido de los Raider a las once, así que tienes todo el tiempo que quieras para dormir —propuso—. Después ya veremos; podríamos ver una película.
Aquello sonaba, algo mejor.
—Bueno, pero yo la voy a escoger, ¿eh? De lo contrario acabaríamos viendo uno de esos rollos violentos que tanto te gustan, con abundancia de puñetazos y ni dos líneas de diálogo.
—Muy bien. Hay que ver lo femenina que te has vuelto. Tú eliges la película y yo me encargo de la comida. ¿Pizza?
—Ya sabes que es lo que más me gusta.
Él le pasó la mano por la cabeza, revolviéndole el pelo.
—Si no quieres, no tenemos por qué hacer manitas... aunque ya sé lo mucho que te cuesta mantener las manos alejadas de mí —bromeó Logan.
Claudia le pegó un buen puñetazo en las costillas.
—Ándale, pesado, lárgate de una vez —dijo, pugnando por no echarse a reír. Después de lo que había tenido que pasar los tres últimos días, aquellos momentos de distensión eran justo lo que le hacía falta.
Agradecida, se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla, como había hecho miles de veces antes de entonces. Pero él debía haber pensando lo mismo, ya que agachó la cabeza justo en ese momento, así que ninguno de los dos pudo impedir que sus labios se juntaran.
Fue como si una fuerza superior a ellos les impulsara a mantenerse unidos. Por un fugaz instante los dos se miraron con los ojos muy abiertos, fulminados por idéntica sorpresa.
Entonces Logan cerró los ojos y ella se dejó llevar.
Aquel beso no duró más que unos pocos segundos, pero fue suficiente para estimular hasta el último nervio de su cuerpo. Nunca como entonces se había sentido Claudia tan viva.
Era como una auténtica corriente eléctrica.
Y Logan debió sentir lo mismo, porque cuando por fin se separaron estaba tan sorprendido como si le hubiera dado un calambre.
—Este... buenas noches, ángel.
—Bu... buenas noches — Claudia le acompañó a la puerta y cerró de golpe en cuanto él salió. Tras cerciorarse por la mirilla de que en realidad se iba, se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso de agua helada que bebió a grandes sorbos.
Lo que acababa de ocurrirle era una auténtica ironía del destino.
Aquel besito de nada había tenido la virtud de desatar una oleada de hormonas en sus venas. Y había sido Logan nada menos el causante de aquel desastre.
Por lo menos, pensó filosóficamente, ahí tenía la respuesta a uno de los enigmas de aquella noche. Su reacción le demostraba que no era en absoluto frígida...
De repente le vino a la mente una conversación que había tenido con uno de sus clientes: le había dicho que no tenía que estar condicionado por una mala experiencia anterior con un diseñador, que eso no significaba que iba a tener mala suerte con todos. Y que en realidad, no importaba lo bueno que fuera un diseño, que lo realmente importante era que se ajustara a las necesidades de la persona que lo encargaba.
«Y tú tienes que buscar lo que te convenga, no conformarte con lo que la gente diga que es bueno para ti».
Eso era lo que había estado buscando.
Aquella intuición le traspasó la mente con la claridad de un rayo. Ahora empezaba a entenderlo todo: cuando era más joven había estado pensado si debería dedicarse o no al diseño de modas, le parecía algo demasiado «femenino», opuesto a su forma de ser. Así que dejó que fueran otras personas las que decidieran cómo debía encauzar su carrera. Nunca se había dejado llevar por su instinto hasta el día que decidió comprarse y ponerse aquel vestido rojo. Y el resultado había sido espectacular.
Como una tromba se dirigió a su estudio, buscó un bloc de dibujo y sacó una caja de pinturas. Nunca le habían gustado los colores pastel, y nunca se había sentido cómoda con aquellos infantiles vestiditos de línea romántica. ¿Qué pasaría si se dejaba llevar, si solo se ponía lo que en realidad se ajustaba con su personalidad?
Rápidamente llenó el cuaderno con todo tipo de esbozos, sin pensar en nada que no fueran aquellos diseños, ni en Logan, ni en Jack, y mucho menos en los chicos de la pandilla o en sus amigas.
El resultado era brillante, lleno de inspiración. Aquello iba a funcionar, estaba segura.
WOOOOOOOOOOOOOOOW *______* y acá mi segundo capitulo favorito ¿Como lo ven? Eh! Eh, díganme JAJAJAJA es de lo mas sencillo, sin embargo como me tuvo gritando enfrente del computador. Desde la tarde que quería subir el cap, pero estaba en el trabajo y así de tener que cuidarme de que no me vieran pues como que no loool. Con la versión anterior estaba que me comia las uñas, esta que es con Logan! DIOOOOS MIO!, apiadase de mi XDD. ¿Como se la pasaron estas vacaciones? Rezaron, playa, montañas...más internet?. Las quiero mucho chavas, de verdad gracias por sus comentario acá y en mi novela de ¿Quien es ese chico? que por cierto también ya actualice :3, y se hacen competencia en los capítulos , espero que les haya gustado así de mucho este capitulo así como a mi volvió re loca JAJA!, Abrazos violadores a todas y VIVA EL LERMAN! KAJAHSJAHSJ ♥
@regiolerman t w i t t e r
• LOGAN LERMAN, OJOS OCEÁNICOS P á g de F a c e b o o k "L o g a n L e r m a n"
Lisy
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