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Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Mia2000 escribió:Ho-Hola! Soy Mia(No me digas) Y SOY TU NUEVA FIEL LECTORA! Me encanto el prologo, los capitulos, TODO! Enserio me gusta mucho como escribes, sigue así, Besos!
Hola Mía, que gusto tenerte acá :B. Y espero verte seguido..
Solo quería aclarar que la novela no es escrita por mi :|, solo la adapté a Logan.
Un abrazote violador!, Ya sigue el cap tres.
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
.Swettie. escribió:Afsdgfnfybdjgbdt!!!!!
Aún no me recupero del ataque al corazón que me ha dado está maravillosisisisisisisisssiisisisisisisisisima novela
En serio, es demasiado.... afsdgjhbd, imposible descifrar con palabras lo que siento al leer esta preciosísima novela
Desde el prólogo me ha enamorado, demasiado, por mi me casaría con ella
No sabes cuanto te agradezco que la haigas adaptado,gracias un millar de veces!
Esta novela es genial, demasiadoooooooo!!
Atte: Una nueva y fiel lectora!!!!!
Besooooooooos unicorniales!!!
JUJU! WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, me pone muy contenta esto, que te guste así de mucho, lol.
Yo igual cuando la leí no podia parar de leer, y decía solo un capitulo más y en verdad leí mas de la mitad y la vine terminando en un día y medio. No agradezcas, yo deseaba que la leyeran y me dejaran su comentario también-no tod@s lo hacen-, así que gracias a ti. Abrazos y besos violadores!*w*
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
{#W} escribió:Te aseguro que mi griterío interior mientras leía el capítulo fue más 'ruidoso' que el de todo el concierto!!!! Me estoy enamorando de ésta novela, fue genial. Primero que nada ¿Adonis? jhdsshfjgds Bueno pero eso más Logan celoso fue como una explosión de jhsadkjflgdgld ESPERO CON ANSIAS EL PRÓXIMO CAPÍTULO!!! Besotes.
Vaya!, si te pusiste así que sera dentro de unos cuantos y el que sigue kajkajksajkskhsjs. Y vale, preparate que ya subo el capitulo tres :B. ¿Pero que el concierto? NAAAAAH, al otro día me dolía la garganta al hablar, lol. Pero te creeré probablemente en unos cuantos caps más.
KIKOS!♥
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Wallflower {Bea} escribió:Amé el capítulo, Claudia no deja de llamarle Adonis a Jack lkjfdhfdksf.
Logan esta un poco pesado con Claudia ¬¬ es un idiota {pero sigue siendo violable} Amo a Sally, siempre cuidando a Claudia y ateniendola en todo para que gane la apuesta :)
Espero que la sigas pronto c:
Ow u.u tu comentario me puse sensible, fuiste la unica que hablo sobre Sally
y me hiciste recordar a mi mejor amiga (estoy enojada con ella, y esta vez fue mi culpa-siempre ha sido mía-).
Y obvio que la sigo, de hecho solo buscaba un gif, para empezar a editar el capitulo :B. UN ABRAZO SUPER VIOLADOR! :hug:
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Irisa_gua escribió:bueno yo diria que con todo lo que me rei apenes si el concieto de los JB me llega a los talones en volumen, aunque en el sonido, es seguro que me destrullen ya que mi risa es algo rara. okya. ame este capitulo y creo que entendiste que me rei demaciado. la amo la amo la mao asdfghjklñ
WOOW, vi tus links de novelas que lees. Lees ¿quien es ese chico?, ow, que cosa mas bella jaja. Bueno...es comedia, lo sabía, y me emociona tan solo de imaginarme riéndome junto a ustedes, es como que ah. una sensación gratificante, orgullosa debe sentirse la escritora. Un besote, guapura. ♥
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Sol Evans (lerman) escribió:Hermoso cap Lisy !! :(L): amo esta nove ! !! :3 como todas
las que son escritas por vos ! , para mi que Logan se puso
celosin ! :jojojo: Yo lo se ! , como le puede decir eso a Clau!
que los hombres no le ven de esa manera -.-' ella es muy hermosa!
tal y como es :3 solo que los hombres son muy lentos para darse cuenta de una mujer maravillosa que tienen a su lado ! , ojala y ese ADONIS haha osea Jack se interese por ella! askldhjsadjs y asi logan quedara :muere: hahaha
el cap quedo P-E-R-F-E-C-T-O mi lisy !!
seguila cuando puedas !!
abrazos !!! :aah:
COMO SIEMPRE!, YO CAP BUENO Y TU COMENTARIO MARAVILLOSO,
en casi todos me haces reír, es como no sé, me veo yo, en tu lugar, feliz y molesta por dejarme asi
con ganas de leer más capítulos seguidos. Si yo también sospecho que esta celoso, o quiza tiene miedo
a que por andar en lo de la apuesta, se aparte de su lado,que viene prácticamente siendo casi lo mismo kajakjsa
JUJU AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH, y ya se viene el capitulo de la verdad :omg: dddd. Y todo cambiará a aprtir de ahí. Un abrazo super violador, ya tu sabé xdd jajaja. Te quiero Sol.
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Capitulo 3
No pensaba volver a caer en la autocompasión. Dolía demasiado.
Capítulo 3
A l jueves la paciencia de Logan se colmó. Estaba harto de verse apartado por completo de la «agenda de transformación» de Claudia. En realidad, ni siquiera había tenido tiempo de verla. Entre tanto, en él se había operado un cambio y ya solo tenía un objetivo: quitarle de la cabeza aquella maldita apuesta.
Metió su estilizado Mustang descapotable en el aparcamiento de Design Howes. Convencer a Claudia de algo, sin embargo, era muy difícil, y conseguir que hiciera algo por su propio bien era prácticamente imposible.
—Soy un imbécil —musitó, sacando el ramo de rosas blancas que le había comprado. A Claudia le encantaban las flores, dos docenas de rosas rojas le habían salvado el cuello hacía dos años, cuando, por una broma estúpida, había acabado rompiendo el parabrisas de su coche.
Sin embargo, aunque no sabía por qué, se temía que aquella vez no podría convencerla tan fácilmente. Cuando Claudia y él estrechaban sus manos para sellar una apuesta, no había nada que a ella le hiciera echarse atrás.
—Bueno —dijo una mujer desde la puerta—, ¿entras o piensas quedarte en la puerta toda la tarde?
—¿Eh? —dijo Logan, que se encontraba abstraído en sus pensamientos—. ¿Qué?
Wanda, la recepcionista de Howes Design, le sonreía mientras sostenía la puerta abierta.
—¿Esas flores son para mí, guapo?
Logan le devolvió la sonrisa.
—No, es la pipa de la paz para Claudia. ¿Está?
Una extraña mirada cruzó el rostro de Wanda.
—Claro.
Logan siguió a Wanda al interior.
—Vaya, vaya. Entonces, ¿eres tú lo que le ha ocurrido?
—¿Lo que le ha ocurrido? ¿A qué te refieres?
—Está muy rara, Logan —dijo Wanda, en tono confidencial—. O sea, quiero decir que nunca la había visto así. Está rara.
—Oh, no —musitó Logan.
Wanda se acercó más a él, rozándole el hombro con sus cabellos rizados y rojizos:
—¿Qué haces este fin de semana, guapo?
—Penitencia —masculló Logan sin que la mujer le entendiera—. Gracias, Wanda.
Avanzó muy aprisa por el pasillo. ¿A qué se refería Wanda con aquello de que Claudia estaba «rara»? Dios, ojalá no hubiera desempolvado los modelitos que su estúpido ex había diseñado, vestidos color pastel con botas militares, por ejemplo; ¿o se trataba de algo peor? ¿Cazadoras punkies con zapatos de, tacón? ¿Niquis de piel de leopardo? ¿Se habría afeitado la cabeza?
Suspiró profundamente antes de entrar y abrió la puerta del estudio.
Se quedó helado.
Claudia levantó la vista un segundo.
—Eh, hola, pasa —dijo con una sonrisa cansada—. Tengo que terminar este diseño, llevo trabajando en él desde la mañana. El cliente es una auténtica pesadilla.
Logan se sentía igual que si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.
—Sí, sí, claro —balbució, sin saber qué decir—. Estás... estás... muy guapa.
Claudia volvió a levantar la vista por un instante y la volvió a fijar en su mesa de trabajo.
Logan esperaba cualquier cosa menos aquello. Era cierto, tenía un aspecto muy extraño: estaba extremadamente atractiva, extremadamente bella, extremadamente sensual.
Se había cortado el largo y descuidado cabello y llevaba el pelo por abajo de los hombros, de un color distinto al suyo natural, más oscuro, quizás. Lo llevaba ligeramente recogido, mostrando su precioso cuello de cisne. Qué bien le sentaba aquel peinado a sus pómulos altos y marcados.
Parpadeó. ¿Cuándo demonios había reparado en sus pómulos?
Sus ojos castaños tenían un brillo especial, estaban llenos de vida.
—¿Logan? Logan —dijo—. Eh, Logan —insistió con una tímida sonrisa.
Aquella sonrisa sacó a Logan de su abstracción. Su aspecto no importaba, aquella sonrisa no podía ser de nadie más que de Claudia... teñida de esa ternura capaz de curar las heridas más profundas, los golpes más duros.
—Estaba pensando en mi chequera. No sé si tendré que prepararme a rebajar mis ahorros o a añadir otro de los grandes.
Claudia se echó a reír, con un ligero rubor que avivaba su «piel de porcelana», se dijo Logan. «Menuda comparación, como esto siga así voy a terminar por escribirle un soneto».
Le tendió las flores con gran ímpetu.
—Para ti.
Claudia se sonrojó aún más. Llevaba lápiz de labios rosa. Sus labios esbozaron una amplia y rosada sonrisa.
—Yo no te he comprado nada —bromeó, con una voz sensual, completamente nueva en ella.
¿Nueva? No, era su voz de siempre. «¿Por qué entonces mi corazón se ha puesto a mil revoluciones?»
Claudia se levantó por un jarrón vacío que se encontraba sobre una estantería.
Fue entonces cuando Logan se quedó con la boca abierta. Claudia no llevaba los jeans raídos de siempre, sino un vestido rosa de verano que flotaba sobre su cuerpo como una nube. Además, tenía un cuello muy escotado que dejaba bien visible el canal entre sus pechos. También llevaba unas sandalias blancas, con tacones. Logan se preguntaba por qué extraña ecuación física los tacones hacían lo que hacían en las piernas de las mujeres, pero lo cierto es que en Claudia el efecto era... superlativo. Tenía unas piernas largas y esbeltas, como a él le gustaban.
«Eh, que es a Claudia a quien te estás comiendo con los ojos».
Aquel pensamiento lo dejó de piedra.
Claudia colocó las flores en el jarrón.
—¿Y esto a qué se debe? —preguntó Claudia, sonriendo.
—Rendición incondicional —murmuró Logan, dejando por fin de fijarse en las piernas de Claudia y preguntándose cuándo había perdido el control de la situación—. Por ambas partes. Vamos a acabar con esa estúpida apuesta; Clau.
Claudia adoptó un gesto grave y suspiró. «Esto no va a resultar tan fácil», se dijo Logan
—¿Por qué empezó todo esto, Logan? —preguntó Claudia, volviendo a su mesa de dibujo. Sus tacones resonaron viciosamente.
—¿Tú qué crees?
Claudia enarcó una de sus depiladas cejas.
—¿Quizás porque tú creías que solo iba a conseguir ponerme en ridículo?
—Yo nunca he dicho eso —interrumpió Logan—. Pero no quiero que sufras.
—Es decir, crees que voy a sufrir porque no soy la clase de mujer que resulta atractiva.
«Hasta hoy», pensó Logan, que no podía recordar lo que pensaba de ella anteriormente.
—Nunca me has parecido fea —dijo, con mayor gravedad de la que pretendía.
—¿Ah, no? ¿Y qué te parecía?
Logan abrió la boca, pero reconsideró la respuesta.
—Eres buena, cariñosa, divertida. No juegas mal al póker, te gusta el rugby. Eres brillante en tu trabajo...
—Oh, y por eso mi agenda está llena de citas —le interrumpió Claudia con sarcasmo—. Y mi físico, Logan, ¿qué te parecía mi físico?
Logan suspiró.
—Eres mi mejor amiga, yo qué sé. ¡No pienso en mis amigas de esa manera!
—¡No escurras el bulto!
—Lo sabía. Llevas cuatro días con este asunto y ya me tratas de un modo distinto —dijo Logan con aspereza—. Mirándote, oyéndote hablar, sé que todo esto es una mala idea. Además, ¿sabes con qué clase de tipos te puedes encontrar? ¡No tienes ni idea de dónde te estás metiendo!
—¡Puedo cuidar de mí misma, muchas gracias, lo he hecho durante todo este tiempo! ¡No hace falta que te preocupes por mí!
—¡Pues claro que me preocupo por ti! —replicó Logan con rabia—. ¡Cómo no iba a hacerlo ahora si ya lo hacía antes de que perdieras la cabeza!
Permanecieron el uno ante el otro durante largos instantes. Las palabras que habían pronunciado resonaban como cuchillos. Antes de que cualquiera de los dos pudiera interrumpir el silencio, sonó el teléfono. Y los dos se sobresaltaron.
Claudia descolgó.
—¿Sí?
Logan suspiró. Había metido la pata hasta el final. Su única intención era ser convincente, persuasivo, pero había bastado ver el nuevo aspecto de Claudia para que sus planes pasaran a mejor vida. Afortunadamente aún podía salvar la situación. En cuanto Claudia colgara trataría de abordarla de un modo más suave.
—¿Glinda, el Hada Buena del Norte? —decía esta—. ¡Santo cielo! Hola, sí, perdona. Soy Claudia Vaisey. ¿Eres Jack?
A Logan se le pasaron los deseos de hacer las paces. Jack Landor? ¿Por qué demonios llamaba a Claudia a la oficina? ¿Qué diablos quería?
Logan se detuvo en mitad de sus preguntas. Oh, sí, estaba muy claro lo que aquel canalla quería.
—Sí, sí, estoy totalmente recuperada del fin de semana. Fuiste muy valiente... ¿Por qué? Por no salir corriendo nada más verme. Bonita apariencia tenía... ¿Qué? Ah, eso —se echó a reír, y se sonrojó ligeramente—. Bueno, yo no sabía que se había caído nada precisamente ahí.
Logan sintió el repentino deseo de dar un puñetazo, preferiblemente sobre el rostro de Jack.
—Hum... De manera que quieres la opinión de un nativo sobre los mejores lugares para salir en Manhattan Beach, ¿eh? Bueno, creo que podría ayudarte, conozco muchos restaurantes, un montón de bares deportivos y algunos clubs nocturnos... ¿Qué? —Logan contuvo las ganas de ponerse en otro teléfono y comprobar qué le hacía a Claudia tanta gracia—. Hum, no estoy segura. Sí. Hoy es jueves, ¿no? Pues, no, no tengo planes para esta noche.
Logan cerró el puño. Aquel canalla había invitado a Claudia a salir. ¡Vaya rostro!
—¿Qué? ¿Por la otra línea? Sí, claro, espero —dijo Claudia y cubrió el auricular para hablar con Logan—. Es Jack Landor.
—Me alegro —dijo Logan torciendo el gesto—. ¿No pensarás salir con ese personaje?
—Bueno, no había... —dijo Claudia y se interrumpió. Sus ojos lanzaron afilados destellos—. ¿Por qué? ¿No puedo?
—¡Apenas lo conoces! Podría ser cualquier cosa. Un asesino en serie, por ejemplo.
—¡Es Jack Landor! ¡Es tan famoso que supongo que el único sitio donde encuentra cierta intimidad es en el cuarto de baño!
—¡A eso me refiero! —exclamó Logan, que habitualmente solía ser mucho más lógico. La rabia cegaba gran parte de su cerebro—. Lo único que digo es que no lo has pensado bien. Es un pez gordo, un tipo famoso... y tú no puedes pensar en otra cosa que en la maldita apuesta. ¿Por qué ibas a querer salir con una celebridad? ¡Piénsalo!
Claudia frunció el ceño.
—O, por ser más precisos, ¿por qué alguien como él querría salir conmigo?
Logan hizo una mueca.
—No vayas, Claudia, de verdad te lo digo, ¡no vayas!
—¿Jack? Hola —dijo ella, con una voz afilada como una navaja—. Me encantaría salir a cenar contigo. Creo que podemos ir al Blue Moon, está en Manhattan Beach Boulevard. Cocina italiana, muy buena. ¿Te parece bien a las siete?... Perfecto. De acuerdo, ya sabes dónde vivo... Claro... Hasta las siete entonces, colgó con mucha tranquilidad—. Tengo una cita con Jack Landor. Esta noche.
—¿Cómo es que sabe tu número? —preguntó Logan—. Respóndeme a eso, ¿cómo es que sabe tu número?
—Mira, Logan, no tengo por qué responderte a nada de nada —dijo ella, y señaló la puerta—. Es más, creo que esta conversación ya ha durado bastante. Fuera.
—Aún no hemos terminado.
—Como sigas así, no tardaremos mucho en hacerlo. ¡Fuera!
—¡Esta bien!
Logan salió dando un portazo. En la antesala, varias cabezas se levantaron para ver qué ocurría y él les lanzó una mirada asesina. Las cabezas volvieron a meterse en sus propios asuntos.
De modo que Claudia había quedado con Jack Landor, ¿eh? De manera que pensaba que sabía cuidar de sí misma. Muy bien, pues habría que comprobarlo. Si ella se empeñaba en probar que podía ser una de las mujeres de la dichosa guía, él le demostraría la locura que tal pretensión suponía.
Aquella misma noche pensaba demostrarle que nadie sabía más de citas que el mismísimo Logan Lerman. No, señor.
Algunas horas más tarde, Claudia todavía estaba furiosa por la escena de aquella tarde con Logan. Se había comportado como un auténtico cavernícola, presentándose en su oficina y diciéndole a la cara que era incapaz de cuidar de sí misma. Y aquella ridiculez de que si salía con Jack pondría en peligro su seguridad... Si aquellas eran sus mejores armas para impedir que ganara la apuesta, estaba claro que lograría vencerle por goleada.
Apiló de cualquier manera lo diseños en los que había estado trabajando, demasiado nerviosa como para concentrarse en su ritual cotidiano de ordenar bien las cosas antes de marcharse. Pensó que, en última instancia, habían sido sus acusaciones e invectivas lo que la habían decidido a aceptar la cita con Jack.
De repente, ese pensamiento le atravesó el cerebro como un relámpago.
Una cita.
Estaba a punto de acudir a una cita.
Dos horas apenas.
Con el soltero más deseado de América.
¡Oh, no! ¿Por qué había cometido la torpeza de aceptar?
Salió de la oficina dando tumbos. Todos sus compañeros se habían marchado hacía rato, deseando aprovechar el buen tiempo de aquel veranillo de San Miguel, que estaban disfrutando. La mayoría habían trabajado como esclavos para sacar a tiempo adelante la cuenta Kesington, así que se merecían sin duda aquél descanso antes de meterse de lleno con el siguiente proyecto. Un proyecto en el que ella se habría quedado trabajando si no hubiera aceptado la invitación a cenar que le había hecho aquel Adonis, pensó, sintiéndose más nerviosa a cada segundo que pasaba. Quizá lo mejor fuera anular aquel compromiso... Seguramente él entendería que tuviera que quedarse trabajando hasta tarde.
También podía llamarlo y decirle que estaba enferma. A decir verdad, empezaba a encontrarse mal de verdad.
Wanda estaba apagando las luces cuando llegó a la zona de recepción; se la quedó mirando de arriba abajo con una maliciosa sonrisa.
—Ese amigo tuyo que vino esta tarde se ha marchado con una cara que daba miedo. ¿Qué les pasó?
Claudia suspiró. Wanda era la chismosa mayor de la empresa, y también una auténtica devora hombres: pasaba de uno a otro con la misma facilidad que un niño comía caramelos.
—No aprueba mi gusto para elegir mis citas —le explicó entre dientes.
—¿Tienes una cita? —exclamó Wanda con los ojos como platos. Debía considerar sus palabras como el chisme más jugoso de la semana—. ¡Vaya! ¡Eso lo explica todo!
—¿Explicar el qué?
—Los cambios —dijo Wanda señalando con un gesto su atuendo—. La ropa y todo lo demás, ya sabes.
—Puede que lo haya hecho solo porque me apetecía, ¿no te parece? —replicó ácidamente.
Wanda le dirigió una mirada compasiva.
—No me digas... Conmigo no hace falta que disimules, ¿sabes? —dijo la descarada joven mientras se encaminaban hacia la salida—. Ninguna chica se tomaría tantas molestias a no ser que estuviera realmente empeñada en la caza del hombre. No tienes precisamente tu aspecto habitual, me parece a mí...
—¿Acaso hay algo malo en la forma en la que me vestí hoy? —replicó Claudia a la defensiva; en el fondo, estaba preocupada por las palabras de su interlocutora. Disimuladamente miró su imagen reflejada en las puertas de cristal; Dana y la dependienta de la tienda le habían asegurado que el vestido le quedaba de maravilla, pero ella no acababa de tenerlas todas consigo. Nunca le habían entusiasmado los colores pastel... Si por lo menos pudiera estar segura de que no parecía una ridícula...
—¡Claro que no! —la tranquilizó Wanda de inmediato—. Solo que tienes una pinta tan... distinta. Ya sé que muchas veces te he dicho que necesitabas un cambio pero, la verdad, no me esperaba algo tan radical.
—¿Radical? —a Claudia no le hacía la menor gracia semejante expresión... o, para ser más exactos, aunque en el fondo le halagaba que se dieran cuenta de sus esfuerzos por cambiar, también la fastidiaba que la cosa fuera tan evidente.
—Aunque, claro, puede que fuera eso precisamente lo que necesitabas —continuó Wanda. Sus tacones repiqueteaban sobre el cemento de camino al aparcamiento.
«Si yo anduviera como ella, acabaría dislocándome la cadera», pensó Claudia.
—¿Qué quieres decir? —preguntó intrigada.
—Por tu cambio de imagen, yo diría que estás dispuesta a cazar marido —dijo Wanda juguetona—. Y las empresas desesperadas necesitan medidas desesperadas, ¿no es cierto?
Claudia se quedó plantada al lado de su coche, un volkswagen escarabajo de color púrpura al que cariñosamente llamaba Gominola. Sin saber qué decir, se quedó mirando a la joven que tenía enfrente, que le pareció más provocativa que nunca con aquel traje minifaldero color vino.
—Por lo que veo, tienes experiencia en la materia —articuló al fin.
Wanda se echó a reír, ni por asomo ofendida por lo que le acababa de decir.
—¡Ni hablar de eso! —exclamó—. Pienso divertirme una temporadita más antes de sentar cabeza. Pero, si necesitas ayuda, no tienes más que llamar a tu amiga Wanda. Ya has dado un paso en la dirección correcta al cambiar de estilo, pero cuando te decidas a jugarte el todo por el todo, dímelo y yo te echaré una mano. ¡Buenas noches!
—Buenas noches —repuso Claudia débilmente. Por el rabillo del ojo vio alejarse a Wanda, erguida y con la pelirroja melena al viento. Parecía una modelo de revista.
Por fin abrió la portezuela y se sentó al volante. Desanimada, contempló su rostro reflejado en el retrovisor: recordó la perfecta piel de porcelana de Wanda, y no pudo por menos que lamentar su aspecto, con el maquillaje corrido y el peinado revuelto por no habérselo arreglado después de quitarse la banda elástica que se ponía para que los rizos no la molestaran mientras trabajaba. Con un triste suspiro, puso el coche en marcha.
Las empresas desesperadas necesitan medidas desesperadas.
Si cancelaba su cita con Jack lo único que conseguiría sería prolongar la agonía. Tenía que acabar con aquel tira y afloja de una vez por todas. Solo era una cita, nada más, y podría afrontarla, claro que sí.
Además, tenía que considerar la apuesta como un aliciente, no como algo que la agobiara aún más. A fin de cuentas, era ella la que se había metido solita en aquel embrollo.
No pensaba volver a caer en la autocompasión. Dolía demasiado.
Metió su estilizado Mustang descapotable en el aparcamiento de Design Howes. Convencer a Claudia de algo, sin embargo, era muy difícil, y conseguir que hiciera algo por su propio bien era prácticamente imposible.
—Soy un imbécil —musitó, sacando el ramo de rosas blancas que le había comprado. A Claudia le encantaban las flores, dos docenas de rosas rojas le habían salvado el cuello hacía dos años, cuando, por una broma estúpida, había acabado rompiendo el parabrisas de su coche.
Sin embargo, aunque no sabía por qué, se temía que aquella vez no podría convencerla tan fácilmente. Cuando Claudia y él estrechaban sus manos para sellar una apuesta, no había nada que a ella le hiciera echarse atrás.
—Bueno —dijo una mujer desde la puerta—, ¿entras o piensas quedarte en la puerta toda la tarde?
—¿Eh? —dijo Logan, que se encontraba abstraído en sus pensamientos—. ¿Qué?
Wanda, la recepcionista de Howes Design, le sonreía mientras sostenía la puerta abierta.
—¿Esas flores son para mí, guapo?
Logan le devolvió la sonrisa.
—No, es la pipa de la paz para Claudia. ¿Está?
Una extraña mirada cruzó el rostro de Wanda.
—Claro.
Logan siguió a Wanda al interior.
—Vaya, vaya. Entonces, ¿eres tú lo que le ha ocurrido?
—¿Lo que le ha ocurrido? ¿A qué te refieres?
—Está muy rara, Logan —dijo Wanda, en tono confidencial—. O sea, quiero decir que nunca la había visto así. Está rara.
—Oh, no —musitó Logan.
Wanda se acercó más a él, rozándole el hombro con sus cabellos rizados y rojizos:
—¿Qué haces este fin de semana, guapo?
—Penitencia —masculló Logan sin que la mujer le entendiera—. Gracias, Wanda.
Avanzó muy aprisa por el pasillo. ¿A qué se refería Wanda con aquello de que Claudia estaba «rara»? Dios, ojalá no hubiera desempolvado los modelitos que su estúpido ex había diseñado, vestidos color pastel con botas militares, por ejemplo; ¿o se trataba de algo peor? ¿Cazadoras punkies con zapatos de, tacón? ¿Niquis de piel de leopardo? ¿Se habría afeitado la cabeza?
Suspiró profundamente antes de entrar y abrió la puerta del estudio.
Se quedó helado.
Claudia levantó la vista un segundo.
—Eh, hola, pasa —dijo con una sonrisa cansada—. Tengo que terminar este diseño, llevo trabajando en él desde la mañana. El cliente es una auténtica pesadilla.
Logan se sentía igual que si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.
—Sí, sí, claro —balbució, sin saber qué decir—. Estás... estás... muy guapa.
Claudia volvió a levantar la vista por un instante y la volvió a fijar en su mesa de trabajo.
Logan esperaba cualquier cosa menos aquello. Era cierto, tenía un aspecto muy extraño: estaba extremadamente atractiva, extremadamente bella, extremadamente sensual.
Se había cortado el largo y descuidado cabello y llevaba el pelo por abajo de los hombros, de un color distinto al suyo natural, más oscuro, quizás. Lo llevaba ligeramente recogido, mostrando su precioso cuello de cisne. Qué bien le sentaba aquel peinado a sus pómulos altos y marcados.
Parpadeó. ¿Cuándo demonios había reparado en sus pómulos?
Sus ojos castaños tenían un brillo especial, estaban llenos de vida.
—¿Logan? Logan —dijo—. Eh, Logan —insistió con una tímida sonrisa.
Aquella sonrisa sacó a Logan de su abstracción. Su aspecto no importaba, aquella sonrisa no podía ser de nadie más que de Claudia... teñida de esa ternura capaz de curar las heridas más profundas, los golpes más duros.
—Estaba pensando en mi chequera. No sé si tendré que prepararme a rebajar mis ahorros o a añadir otro de los grandes.
Claudia se echó a reír, con un ligero rubor que avivaba su «piel de porcelana», se dijo Logan. «Menuda comparación, como esto siga así voy a terminar por escribirle un soneto».
Le tendió las flores con gran ímpetu.
—Para ti.
Claudia se sonrojó aún más. Llevaba lápiz de labios rosa. Sus labios esbozaron una amplia y rosada sonrisa.
—Yo no te he comprado nada —bromeó, con una voz sensual, completamente nueva en ella.
¿Nueva? No, era su voz de siempre. «¿Por qué entonces mi corazón se ha puesto a mil revoluciones?»
Claudia se levantó por un jarrón vacío que se encontraba sobre una estantería.
Fue entonces cuando Logan se quedó con la boca abierta. Claudia no llevaba los jeans raídos de siempre, sino un vestido rosa de verano que flotaba sobre su cuerpo como una nube. Además, tenía un cuello muy escotado que dejaba bien visible el canal entre sus pechos. También llevaba unas sandalias blancas, con tacones. Logan se preguntaba por qué extraña ecuación física los tacones hacían lo que hacían en las piernas de las mujeres, pero lo cierto es que en Claudia el efecto era... superlativo. Tenía unas piernas largas y esbeltas, como a él le gustaban.
«Eh, que es a Claudia a quien te estás comiendo con los ojos».
Aquel pensamiento lo dejó de piedra.
Claudia colocó las flores en el jarrón.
—¿Y esto a qué se debe? —preguntó Claudia, sonriendo.
—Rendición incondicional —murmuró Logan, dejando por fin de fijarse en las piernas de Claudia y preguntándose cuándo había perdido el control de la situación—. Por ambas partes. Vamos a acabar con esa estúpida apuesta; Clau.
Claudia adoptó un gesto grave y suspiró. «Esto no va a resultar tan fácil», se dijo Logan
—¿Por qué empezó todo esto, Logan? —preguntó Claudia, volviendo a su mesa de dibujo. Sus tacones resonaron viciosamente.
—¿Tú qué crees?
Claudia enarcó una de sus depiladas cejas.
—¿Quizás porque tú creías que solo iba a conseguir ponerme en ridículo?
—Yo nunca he dicho eso —interrumpió Logan—. Pero no quiero que sufras.
—Es decir, crees que voy a sufrir porque no soy la clase de mujer que resulta atractiva.
«Hasta hoy», pensó Logan, que no podía recordar lo que pensaba de ella anteriormente.
—Nunca me has parecido fea —dijo, con mayor gravedad de la que pretendía.
—¿Ah, no? ¿Y qué te parecía?
Logan abrió la boca, pero reconsideró la respuesta.
—Eres buena, cariñosa, divertida. No juegas mal al póker, te gusta el rugby. Eres brillante en tu trabajo...
—Oh, y por eso mi agenda está llena de citas —le interrumpió Claudia con sarcasmo—. Y mi físico, Logan, ¿qué te parecía mi físico?
Logan suspiró.
—Eres mi mejor amiga, yo qué sé. ¡No pienso en mis amigas de esa manera!
—¡No escurras el bulto!
—Lo sabía. Llevas cuatro días con este asunto y ya me tratas de un modo distinto —dijo Logan con aspereza—. Mirándote, oyéndote hablar, sé que todo esto es una mala idea. Además, ¿sabes con qué clase de tipos te puedes encontrar? ¡No tienes ni idea de dónde te estás metiendo!
—¡Puedo cuidar de mí misma, muchas gracias, lo he hecho durante todo este tiempo! ¡No hace falta que te preocupes por mí!
—¡Pues claro que me preocupo por ti! —replicó Logan con rabia—. ¡Cómo no iba a hacerlo ahora si ya lo hacía antes de que perdieras la cabeza!
Permanecieron el uno ante el otro durante largos instantes. Las palabras que habían pronunciado resonaban como cuchillos. Antes de que cualquiera de los dos pudiera interrumpir el silencio, sonó el teléfono. Y los dos se sobresaltaron.
Claudia descolgó.
—¿Sí?
Logan suspiró. Había metido la pata hasta el final. Su única intención era ser convincente, persuasivo, pero había bastado ver el nuevo aspecto de Claudia para que sus planes pasaran a mejor vida. Afortunadamente aún podía salvar la situación. En cuanto Claudia colgara trataría de abordarla de un modo más suave.
—¿Glinda, el Hada Buena del Norte? —decía esta—. ¡Santo cielo! Hola, sí, perdona. Soy Claudia Vaisey. ¿Eres Jack?
A Logan se le pasaron los deseos de hacer las paces. Jack Landor? ¿Por qué demonios llamaba a Claudia a la oficina? ¿Qué diablos quería?
Logan se detuvo en mitad de sus preguntas. Oh, sí, estaba muy claro lo que aquel canalla quería.
—Sí, sí, estoy totalmente recuperada del fin de semana. Fuiste muy valiente... ¿Por qué? Por no salir corriendo nada más verme. Bonita apariencia tenía... ¿Qué? Ah, eso —se echó a reír, y se sonrojó ligeramente—. Bueno, yo no sabía que se había caído nada precisamente ahí.
Logan sintió el repentino deseo de dar un puñetazo, preferiblemente sobre el rostro de Jack.
—Hum... De manera que quieres la opinión de un nativo sobre los mejores lugares para salir en Manhattan Beach, ¿eh? Bueno, creo que podría ayudarte, conozco muchos restaurantes, un montón de bares deportivos y algunos clubs nocturnos... ¿Qué? —Logan contuvo las ganas de ponerse en otro teléfono y comprobar qué le hacía a Claudia tanta gracia—. Hum, no estoy segura. Sí. Hoy es jueves, ¿no? Pues, no, no tengo planes para esta noche.
Logan cerró el puño. Aquel canalla había invitado a Claudia a salir. ¡Vaya rostro!
—¿Qué? ¿Por la otra línea? Sí, claro, espero —dijo Claudia y cubrió el auricular para hablar con Logan—. Es Jack Landor.
—Me alegro —dijo Logan torciendo el gesto—. ¿No pensarás salir con ese personaje?
—Bueno, no había... —dijo Claudia y se interrumpió. Sus ojos lanzaron afilados destellos—. ¿Por qué? ¿No puedo?
—¡Apenas lo conoces! Podría ser cualquier cosa. Un asesino en serie, por ejemplo.
—¡Es Jack Landor! ¡Es tan famoso que supongo que el único sitio donde encuentra cierta intimidad es en el cuarto de baño!
—¡A eso me refiero! —exclamó Logan, que habitualmente solía ser mucho más lógico. La rabia cegaba gran parte de su cerebro—. Lo único que digo es que no lo has pensado bien. Es un pez gordo, un tipo famoso... y tú no puedes pensar en otra cosa que en la maldita apuesta. ¿Por qué ibas a querer salir con una celebridad? ¡Piénsalo!
Claudia frunció el ceño.
—O, por ser más precisos, ¿por qué alguien como él querría salir conmigo?
Logan hizo una mueca.
—No vayas, Claudia, de verdad te lo digo, ¡no vayas!
—¿Jack? Hola —dijo ella, con una voz afilada como una navaja—. Me encantaría salir a cenar contigo. Creo que podemos ir al Blue Moon, está en Manhattan Beach Boulevard. Cocina italiana, muy buena. ¿Te parece bien a las siete?... Perfecto. De acuerdo, ya sabes dónde vivo... Claro... Hasta las siete entonces, colgó con mucha tranquilidad—. Tengo una cita con Jack Landor. Esta noche.
—¿Cómo es que sabe tu número? —preguntó Logan—. Respóndeme a eso, ¿cómo es que sabe tu número?
—Mira, Logan, no tengo por qué responderte a nada de nada —dijo ella, y señaló la puerta—. Es más, creo que esta conversación ya ha durado bastante. Fuera.
—Aún no hemos terminado.
—Como sigas así, no tardaremos mucho en hacerlo. ¡Fuera!
—¡Esta bien!
Logan salió dando un portazo. En la antesala, varias cabezas se levantaron para ver qué ocurría y él les lanzó una mirada asesina. Las cabezas volvieron a meterse en sus propios asuntos.
De modo que Claudia había quedado con Jack Landor, ¿eh? De manera que pensaba que sabía cuidar de sí misma. Muy bien, pues habría que comprobarlo. Si ella se empeñaba en probar que podía ser una de las mujeres de la dichosa guía, él le demostraría la locura que tal pretensión suponía.
Aquella misma noche pensaba demostrarle que nadie sabía más de citas que el mismísimo Logan Lerman. No, señor.
Algunas horas más tarde, Claudia todavía estaba furiosa por la escena de aquella tarde con Logan. Se había comportado como un auténtico cavernícola, presentándose en su oficina y diciéndole a la cara que era incapaz de cuidar de sí misma. Y aquella ridiculez de que si salía con Jack pondría en peligro su seguridad... Si aquellas eran sus mejores armas para impedir que ganara la apuesta, estaba claro que lograría vencerle por goleada.
Apiló de cualquier manera lo diseños en los que había estado trabajando, demasiado nerviosa como para concentrarse en su ritual cotidiano de ordenar bien las cosas antes de marcharse. Pensó que, en última instancia, habían sido sus acusaciones e invectivas lo que la habían decidido a aceptar la cita con Jack.
De repente, ese pensamiento le atravesó el cerebro como un relámpago.
Una cita.
Estaba a punto de acudir a una cita.
Dos horas apenas.
Con el soltero más deseado de América.
¡Oh, no! ¿Por qué había cometido la torpeza de aceptar?
Salió de la oficina dando tumbos. Todos sus compañeros se habían marchado hacía rato, deseando aprovechar el buen tiempo de aquel veranillo de San Miguel, que estaban disfrutando. La mayoría habían trabajado como esclavos para sacar a tiempo adelante la cuenta Kesington, así que se merecían sin duda aquél descanso antes de meterse de lleno con el siguiente proyecto. Un proyecto en el que ella se habría quedado trabajando si no hubiera aceptado la invitación a cenar que le había hecho aquel Adonis, pensó, sintiéndose más nerviosa a cada segundo que pasaba. Quizá lo mejor fuera anular aquel compromiso... Seguramente él entendería que tuviera que quedarse trabajando hasta tarde.
También podía llamarlo y decirle que estaba enferma. A decir verdad, empezaba a encontrarse mal de verdad.
Wanda estaba apagando las luces cuando llegó a la zona de recepción; se la quedó mirando de arriba abajo con una maliciosa sonrisa.
—Ese amigo tuyo que vino esta tarde se ha marchado con una cara que daba miedo. ¿Qué les pasó?
Claudia suspiró. Wanda era la chismosa mayor de la empresa, y también una auténtica devora hombres: pasaba de uno a otro con la misma facilidad que un niño comía caramelos.
—No aprueba mi gusto para elegir mis citas —le explicó entre dientes.
—¿Tienes una cita? —exclamó Wanda con los ojos como platos. Debía considerar sus palabras como el chisme más jugoso de la semana—. ¡Vaya! ¡Eso lo explica todo!
—¿Explicar el qué?
—Los cambios —dijo Wanda señalando con un gesto su atuendo—. La ropa y todo lo demás, ya sabes.
—Puede que lo haya hecho solo porque me apetecía, ¿no te parece? —replicó ácidamente.
Wanda le dirigió una mirada compasiva.
—No me digas... Conmigo no hace falta que disimules, ¿sabes? —dijo la descarada joven mientras se encaminaban hacia la salida—. Ninguna chica se tomaría tantas molestias a no ser que estuviera realmente empeñada en la caza del hombre. No tienes precisamente tu aspecto habitual, me parece a mí...
—¿Acaso hay algo malo en la forma en la que me vestí hoy? —replicó Claudia a la defensiva; en el fondo, estaba preocupada por las palabras de su interlocutora. Disimuladamente miró su imagen reflejada en las puertas de cristal; Dana y la dependienta de la tienda le habían asegurado que el vestido le quedaba de maravilla, pero ella no acababa de tenerlas todas consigo. Nunca le habían entusiasmado los colores pastel... Si por lo menos pudiera estar segura de que no parecía una ridícula...
—¡Claro que no! —la tranquilizó Wanda de inmediato—. Solo que tienes una pinta tan... distinta. Ya sé que muchas veces te he dicho que necesitabas un cambio pero, la verdad, no me esperaba algo tan radical.
—¿Radical? —a Claudia no le hacía la menor gracia semejante expresión... o, para ser más exactos, aunque en el fondo le halagaba que se dieran cuenta de sus esfuerzos por cambiar, también la fastidiaba que la cosa fuera tan evidente.
—Aunque, claro, puede que fuera eso precisamente lo que necesitabas —continuó Wanda. Sus tacones repiqueteaban sobre el cemento de camino al aparcamiento.
«Si yo anduviera como ella, acabaría dislocándome la cadera», pensó Claudia.
—¿Qué quieres decir? —preguntó intrigada.
—Por tu cambio de imagen, yo diría que estás dispuesta a cazar marido —dijo Wanda juguetona—. Y las empresas desesperadas necesitan medidas desesperadas, ¿no es cierto?
Claudia se quedó plantada al lado de su coche, un volkswagen escarabajo de color púrpura al que cariñosamente llamaba Gominola. Sin saber qué decir, se quedó mirando a la joven que tenía enfrente, que le pareció más provocativa que nunca con aquel traje minifaldero color vino.
—Por lo que veo, tienes experiencia en la materia —articuló al fin.
Wanda se echó a reír, ni por asomo ofendida por lo que le acababa de decir.
—¡Ni hablar de eso! —exclamó—. Pienso divertirme una temporadita más antes de sentar cabeza. Pero, si necesitas ayuda, no tienes más que llamar a tu amiga Wanda. Ya has dado un paso en la dirección correcta al cambiar de estilo, pero cuando te decidas a jugarte el todo por el todo, dímelo y yo te echaré una mano. ¡Buenas noches!
—Buenas noches —repuso Claudia débilmente. Por el rabillo del ojo vio alejarse a Wanda, erguida y con la pelirroja melena al viento. Parecía una modelo de revista.
Por fin abrió la portezuela y se sentó al volante. Desanimada, contempló su rostro reflejado en el retrovisor: recordó la perfecta piel de porcelana de Wanda, y no pudo por menos que lamentar su aspecto, con el maquillaje corrido y el peinado revuelto por no habérselo arreglado después de quitarse la banda elástica que se ponía para que los rizos no la molestaran mientras trabajaba. Con un triste suspiro, puso el coche en marcha.
Las empresas desesperadas necesitan medidas desesperadas.
Si cancelaba su cita con Jack lo único que conseguiría sería prolongar la agonía. Tenía que acabar con aquel tira y afloja de una vez por todas. Solo era una cita, nada más, y podría afrontarla, claro que sí.
Además, tenía que considerar la apuesta como un aliciente, no como algo que la agobiara aún más. A fin de cuentas, era ella la que se había metido solita en aquel embrollo.
No pensaba volver a caer en la autocompasión. Dolía demasiado.
GRACIAS A TODAS POR SUS COMENTARIOS. Hoy como quiza habran notado, el capitulo fue algo corto, pero eso sí es mi tercero favorito de los que leí, se los aseguro, aaah mielda, nunca me cansare de decir lo buena que es que no se arrepentirán XDD. Bienvenidas justateenagegirl & sarahmm, espero verlas prontito por acá y disfrutando de la lectura. Una abrazo mega grandosimo y violador! Las amú mijasas.
:-w-:
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
ljkhfdlsfh me encantó el capítulo. Amé que Logan le llevara rosas a Claudia :3
Morí cuando Wanda le coqueteo ¬¬ él es solo mio :p okno lfsjhldfkj
Pero en verdad, no importa que estuviera cortito, estuvo mega genial.
Espero el siguiente cap.
Besos
Morí cuando Wanda le coqueteo ¬¬ él es solo mio :p okno lfsjhldfkj
Pero en verdad, no importa que estuviera cortito, estuvo mega genial.
Espero el siguiente cap.
Besos
totoro.
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
awwwww ame el cap, esta genial!! siguela muero por leer lo que pasa en la cita y lo que hace Logan :D esta increible y muchas gracias, obvio estaré aqui cada vez que haya un nuevo capitulo :D espero que puedas seguirla pronto
sarahmm
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Lo amé, y confío en tu palabra :roll:, así que como es tu tercer favorito me pregunto que nos espera en los dos primeros, :D sube capítulo cuando puedas, ya me imagino las locuras que hará Logan y como será la cita, no me canso de ésta novela...
{#W}
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Oh, dios, síguela. Es que está buenísima. Me tiene demasiado intrigada. asnfajfnsafjnasfjnasbfnjbasf Cada una de las cosas que tenía que decir lo dije en un coment de la novela de ¿Quién es ese chico? así que sorry si es que este da pena(? asjkasjaksjaksj Pero es que está muy buena, y quiero que sepas que siempre te voy a apoyar en cada uno de los proyectos que emprendas, porque me parece que te lo mereces. Bueno, un beso y espero que pronto puedas publicar. ¡Saludos pelúdos!
SecretC.
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
Wallflower {Bea} escribió:ljkhfdlsfh me encantó el capítulo. Amé que Logan le llevara rosas a Claudia :3
Morí cuando Wanda le coqueteo ¬¬ él es solo mio :p okno lfsjhldfkj
Pero en verdad, no importa que estuviera cortito, estuvo mega genial.
Espero el siguiente cap.
Besos
OH POR DIOS!, tu avatar..me encanta, me encanta, lo tomaré XDDD JAJAJA, solo a la proxima revisa que acate las normas de las medidas, linda. Hoy iba en el transmetro y vi a un tipo igualito a Jack Frost, claro que su cabello era castaño como cuando él era una persona y sus ojos eran negros y no grises x). Y buéh, ya se viene el otro cap, espero y disfrutes. : ).
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
{#W} escribió:Lo amé, y confío en tu palabra :roll:, así que como es tu tercer favorito me pregunto que nos espera en los dos primeros, :D sube capítulo cuando puedas, ya me imagino las locuras que hará Logan y como será la cita, no me canso de ésta novela...
En los próximos que se vienen caray!, estan muy buenos, yo que ya los leí XDD JAJAJA, ojala y compartan la misma opinión que yo después de leer :). Abrazote violador!
Lisy
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
No visualizo bien el cap :'( La... ¿imagen? lo tapa :( Si no fuera mucha molestia, podrias arreglarlo porfapliss??? Es que me encantaria leerlo :3
Besoos!
Besoos!
.Swettie.
Re: Una apuesta arriesgada. {Logan Lerman} FINAL.
SecretC. escribió:Oh, dios, síguela. Es que está buenísima. Me tiene demasiado intrigada. asnfajfnsafjnasfjnasbfnjbasf Cada una de las cosas que tenía que decir lo dije en un coment de la novela de ¿Quién es ese chico? así que sorry si es que este da pena(? asjkasjaksjaksj Pero es que está muy buena, y quiero que sepas que siempre te voy a apoyar en cada uno de los proyectos que emprendas, porque me parece que te lo mereces. Bueno, un beso y espero que pronto puedas publicar. ¡Saludos pelúdos!
¿Que si da pena? jajaja es el mas larguito de todos y siempre tienes otras cosas que decir :B. Muchas gracias por leer y más gracias por leer ¿Quien es ese chico?, esto significa mas para mi por ser de mi autoria :3. Un abrazote violador! y ya actualizo ;).
Lisy
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