Green Eyes |Harry Styles|

Algo que jamás puedo olvidar antes de ir a dormir es su mirada. Simplemente, aquellos orbes verdes que diariamente me observaban me hacían sentir completamente cálida y a la vez querida. Él era el único que me hacía sentir así.

Hace media hora se había ido de mi casa para que yo pudiera descansar, y ya lo estaba extrañando. Estaba extrañando la forma en la que me acariciaba mi rostro y mis manos. Extrañaba la forma en que me miraba.
Él era mi refugio. Era una roca para mí. Desde siempre me ha protegido, ha cuidado cada momento de mi existencia desde que lo conocí.

Sin duda, tenerlo en mi vida es lo mejor que alguien tan complicada como yo, puede tener.

Mientras observaba el techo y pensaba en Harry, unos ruidos de dudosa procedencia escuché por el lado de mi ventana.
Me asusté y mi débil corazón se detuvo por unos segundos. Luego, traté de estabilizarlo poniéndome una mano en el pecho y tomando mi almohada para arrojarla a la cosa que sea que estuviese haciendo ruidos en la ventana. Incluso, si era un pájaro.
Lentamente, me levanté de mi cama, y comencé a avanzar hacia el ruido tan despacio como podía.

Cuando estuve frente al vidrio que le daba luz a mi habitación, noté que una silueta humana estaba afuera. Una silueta que yo conocía bien, y que por supuesto, sabía bien cómo llegó allí.
Tiré la almohada al piso, y abrí el pestillo de la ventana para dejarle entrar.
— Hace frío afuera—fue lo primero que me dijo, cuando le abrí. Entró rápidamente y yo cerré de la misma forma.
— ¿A qué has venido? Pensé que había dicho “te dejaré descansar” —le traté de imitar su voz, pero fue un intento fallido ya que él río. Yo también lo hice.
— Lo siento Britt, pero no quería estar en casa ¿te molesta si duermo aquí hoy? —su pregunta me tomó desprevenida. Sabía que Harry, hace un tiempo estaba teniendo problemas con su madre, pero no pensé que fueran tan graves a tal punto de quedarse aquí.
— Claro, para eso están las mejores amigas. Para dejar al otro tontito dormir aquí—le sonreí y él me devolvió la sonrisa.
— Gracias, eres la mejor—se acercó a mí y me abrazó.
El aroma de su perfume por dos segundos me dejó como si fuera una alcohólica.  
— Lo sé, siempre lo he sido—presumí. Se separó suavemente de mí y colocó uno de mis desparramados cabellos negros, detrás de mí oreja.
— ¿Te he dicho lo hermosa que eres? —estaba más que segura, que mis mejillas pálidas como el papel se pusieron de un tono levemente rojo. Harry solía hacerme cumplidos, pero no de esa forma. Y de todas maneras, mis problemas de autoestima eran tan horribles que nunca le creía.
— Tal vez, algunas veces—le respondí. Él me sonrió ampliamente y sus impactantes ojos verdes se posicionaron sobre los míos, unos comunes cafés oscuros.
Como ya mencioné o di a entender, lo que más amaba de él, eran sus ojos.
— Pues, te lo volveré a decir. Eres hermosa, Britt.
— Harry… ¿a qué viene todo esto? —me atreví a preguntar. No me estaba gustando mucho la situación en la que estábamos.
Hasta donde tenía claro, para él, yo, Britt Lawrence era sólo su mejor amiga, y no pasaría de ello.
— ¿Qué? ¿Acaso no te lo puedo decir?
— ¡Claro que no! —exclamé. Él frunció el ceño ante mi reacción.
Bien Britt, has logrado que se enfade. O tal vez peor.
— No hay caso contigo—río suavemente— dime una cosa Britt, ¿cómo es que no te has dado cuenta? ¿Cómo es que nadie te lo ha dicho?
— ¿Darme cuenta de qué? ¿Me tienen que decir qué?
— Lo mucho que te amo—mis ojos se abrieron de una forme exageradamente amplia lo que hizo carcajear a Harry.

Ni en mis más sueños locos, Harry me decía que me amaba. Ni siquiera pensé que eso era lo que diría.
Conozco a Harry Styles como la palma de mi mano, pero sí había algo que podía ocultar bien, era el hecho que le gustaba su mejor amiga.

Claro, yo también soy buena ocultando mis sentimientos, y más si soy alguien completamente antisocial cuyo único amigo es ese chico irresistible de la escuela.
De todas formas, sin desviarme de aquella confesión, lo miré directamente a sus ojos.
— ¿Es una broma? ¿Dónde están las cámaras? — fue lo primero que se me ocurrió preguntar.
— Te aseguro Britt, que no es ninguna broma esto— me lo dijo de una forma tan convencida que nuevamente me volví a impresionar.  Harry sin previo aviso, tomó con delicadeza mi cintura y me atrajo a él.
— Ha-Harry—tartamudee— Creo que…—me interrumpió.
— Shh… —con un simple gesto de silencio ya me tenía callada. Lentamente, se fue acercando a mi rostro y yo ni tonta ni perezosa comencé igual.
Podía sentir nuestra respiración mezclarse y nuestras narices toparse. Comencé a cerrar mis ojos para poder por fin, después de dos años poder tocar sus labios con los míos.

Pero algo pasó.

Podía oír gritos que decían mi nombre a lo lejos lo cual me desconcentró completamente de ese momento. Fruncí el ceño y traté de ignorarlo pero no me fue posible.
— ¡Britt! — Seguía escuchando — ¡¿Estás ahí?!
Entonces caí en cuenta de lo que se trataba. Agité mi cabeza aunque Harry aun estuviera a punto de besarme, y mi nube de imaginación de dispersó en menos de lo que podía decir mi apodo.

La luz de la sala de mi casa seguía igual que hace unos minutos. En la televisión estaban dando Skins y mi mano derecha seguía aferrada a otra mano.
Me di cuenta, que todo había sido un recuerdo. Sus ojos me llevaron a ese recuerdo.
Harry me miraba de forma divertida y se mordía el labio. Miré hacia la televisión y luego él.
¿Cómo es que había pasado tanto rato? ¿Cómo es que sentí todo tan real? ¿Me estaba volviendo loca?
— Te veías graciosa—río— ¿En qué pensabas? —comenzó a acariciar mi mano. Aquello me relajaba así que suspiré.
— En cuando nos dimos nuestro primer beso ¿puedes creer que con solo mirarte me fui a aquel hermoso recuerdo? —le pregunté incrédula. Harry se acercó a mí y besó mi frente.
— A veces me pasa igual, pero con sólo pensar en tu nombre— mis mejillas inmediatamente se enrojecieron y cómo siempre, reí como boba.
— Se sintió muy real—le observé de nuevo y otra vez, sus esmeraldas me miraba.

Sin duda, los orbes verdes de Harry me hacían sentir de cualquier manera, menos lastimada u odiada.
Harry tenía algo que con sólo mirarlo, ya sentía que le amaba de toda la vida.  

Después de todo, una mirada suya bastó para enamorarme de él.