Corazón de Océano

Clara Shepard tras la ruptura con su novio de dos años decide adelantar su regalo de cumpleaños, un viaje a Disneyland, el cual no conseguirá concluir completamente ya que en el camino se presentarán situaciones peculiares que la llevarán en una dirección contraria a la cura que buscaba. Este viaje la llevará a conocer una parte de si  misma que desconocía.

Ese corazón de almohada que está noche estaba abrazando Clara con su brazo diestro, la mayor parte del tiempo le acompañaba. Pero, en especial era su consuelo en momentos tan críticos como el que estaba viviendo en esos momentos. ¿Mala suerte, se puede llamar? ¡No! Las fotografías no le había costado demasiado encontrarlas y todo debía agradecer a la ingenua mujer que Samuel tanto se esmeraba llamar prima: Hazel, nombre que había puesto a ese rostro tan bonito Samuel el día en que la caucásica fue a visitar a su novio.

Inclusive le había dado celos verla. Esos ojos grandes y marrones, la cabellera negra que no temía en peinar y esa figura que a cualquiera cautivaba, hasta a la misma Clara.

Shepard por supuesto no sospechaba de la morena y no tenía por qué dudar de la palabra de su novio porque él jamás le había mentido en los dos años que tenían de noviazgo. Y ahora que comenzará hacer lo que antes no hizo, era demasiado poco probable que eso sucediera pero lamentablemente las fotos hablaban por si solas.

— ¡¿Por qué mentir?! — Un gritó fuerte soltó la única hija de los Shepard. La almohada que hace unos momentos había descansado entre su brazo y su cuerpo ahora mismo ya se encontraba en el suelo, pero ahora la lámpara que hace unos momentos estaba en la mesita de noche al costado de su cama se encontraba esparcida en varios pedazos cerca de la almohada en forma de corazón. — ¡Es un cerdo mentiroso! ¡LE ODIO!— Volvió a gritar cerrando con fuerza la tapa de la laptop y enseguida se enderezó para caminar hacía el armario donde comenzó a sacar ropa que de inmediato en el piso terminaba. Cuando al fin desocupo todo el armario de la casa de sus padres decidió que era momento de irse, de empezar una vida nueva lejos de la traición que deseaba jamás ver visto. — ¡Ug! — Infló las mejillas en cuanto se tiró de espalda contra la ropa limpia. Ir a la casa de Samuel para encararlo era lo que más deseaba pero a pesar de tener las ganas no sabía por dónde empezar sin parecer una acosadora.

Clavando sus ojos almendrados tostados en el techo escuchó a lo lejos el sonido insistente del teléfono móvil que vibraba en el bolsillo trasero de sus jeans maldijo mentalmente, no quería pero necesitaba saber de quien se trataba. Soltando aire por la nariz alzó la cadera para retirar el Iphone del bolsillo y ver si era o no Samuel, pero se arrepintió en el preciso momento en que estos vieron la pantalla su nombre, un grito furioso escapó de sus labios pero la yema del pulgar digito el botón de contestar.

— Hola, amor.

¿Amor? ¡AMOR! Shepard quería gritar, necesitaba decirle todas las cosas que había visto y que sentía al respecto. ¡Quería una explicación! Necesitaba que le dijera él la verdad.

¡Clara quería y debía saber la verdad!

— Samuel, necesito que hablemos. — Las palabras salieron sin rodeo alguno, necesitaba saber la verdad a pesar que sabía si aquella voz masculina comenzaba a decir las palabras mágicas que la tendrían confundida, esa voluntad por romper todo entre los dos se esfumaría como el humo del veneno que sostiene entre sus dientes. Así que siguió: — Estoy en tu casa en unas dos horas.

Separo el auricular de su oído en cuanto sus labios se sellaron pero la voz de Samuel comenzó a escucharse y Clara agradeció que tuviera el volumen lo suficientemente bajo para no distinguir lo que decía el masculino. Y la yema de su dedo se deslizo por la pantalla táctil, colgando la llamada.

— Debo ir a terminar todo esto.

Fundiendo el ceño en señal de decepción se levantó con pesar, terminando arrodillada en el suelo junto a la ropa limpia cual comenzó a doblar y en cuanto término se dispuso a sacar esa maleta que llevaba a los viajes familiares y, la cual llevaría a su primer viaje con Samuel. Habían planeado irse de crucero a California para ese fin de semana, pero ahora que estaba próximamente a ser soltera haría un canje a toda costa para llegar a su primer destino: El río Hudson. Cerrando la maleta con fuerza apretó el botón para levantar el asa de la maleta con rueditas que llevó directo al taxi que había solicitado hace unos diez minutos atrás mientras escogía las prendas que llevaría al viaje.

Cuarenta minutos más tarde ya se encontraba tocando la puerta de ese hombre a cual profeso amar hasta aquella tarde; una mentira todo podía cambiar y ahora era ella testigo de toda la farsa que había vivido. ¿Hace cuánto tiempo conoce a Hazel? ¿Por qué la presentó como una prima? Más preguntas cruzaron por su cabeza pero temía que algunas de ellas no fueran respondidas por el hombre que había causado está confusión mental en ella. Por una segunda vez volvió a tocar el timbre y ahora la puerta fue abierta por la madre de Samuel; esa cara larga que reflejaba el vidrio de la puerta principal debía cambiar para evitar las preguntas tan frecuentes e incomodas que le resultara difícil de contestar. Inhalo aire, el suficiente para llenar cada perímetro de sus pulmones e inflando sus mejillas, se tomó unos segundos para exhalar y una sonrisa alzará las comisuras de sus labios.

— Buenas tardes, señora — Intento agrandar la sonrisa pero no funcionó. Pero la mujer ni cuenta se dio, solo se acercó para besar la mejilla de la caucásica como siempre solía hacer cada vez que Clara visitaba.

— Hola, pequeña. Sam está en su habitación.

Y así la mujer de cabellos castaños abrió más la puerta para dejar entrar a una Clara que recorrió el pasillo hasta a la habitación que visitaba casi a diario. En cuanto llegó a la puerta en donde habitaba el hombre al cual quería evitar pero al mismo quería y debía enfrentar se atrevió a girar la perilla de la puerta para luego empujar lo más fuerte que pudo y de igual forma cerró la puerta.

— ¿Hazel es tu prima, eh? — Uso ese tono sarcástico y sutilmente demandante tomando por sorpresa al muchacho de piel dorada quien clavaba el azul de sus ojos en el rostro de la intrusa.

No titubeó ni tampoco se molestó en observar el catástrofe que era la habitación en ese momento, ni siquiera se percató que Samuel estaba cubierto únicamente con una toalla en sus caderas. La furia en Clara estaba tan vibrante en el cuerpo de la femenina que a penas y miró el rostro de su asesino.

En otro momento hubiera empujado a Samuel contra la cama o admirar su figura desde su posición pero no lo hizo, se abstuvo a no mirar.

— Clari, cariño... — hizo una pausa, vacilante. — Ya te había dicho, Hazel es mi prima ¿a qué va la pregunta?

Los ojos almendrados tostados de la chica se empequeñecieron demostrando de esta forma su enfado, respiro profundo mientras que su diestra se movía rápidamente hacía el bolsillo trasero de sus jeans así desbloquear su teléfono y, buscar la fotografía que delataba la acción que había cometido el masculino; en cuanto encontró la fotografía, camino con violencia hacía el mencionado y de esta forma plantar la pantalla táctil en las narices de su próximo ex-novio.

— ¿Entonces, a tu prima besas de esa manera? Algo sorprendente es que se puede ver claramente como introduce su lengua en el interior de tu garganta, Samuel ¿qué dices de eso?

El masculino enseguida sostuvo el teléfono con la zurda negando lentamente con su propia cabeza, inquieto se relamió los labios y buscó los almendrado tostado de Clara con desesperación.

— Yo.. Y-Yo no sé qué son estas fotos, Clari. No comprendo de dónde has sacado esto... — hizo una pequeña pausa en el momento en que Clara había descubierto la figura descubierto de su asesino pero su atención regreso al rostro perfilado del ahora extraño cuando este continúo: — ¿De dónde has sacado esto? — Consultó con notoria preocupación que aumentó desmedidamente el enojo de la rubia.

Rodó los ojos guardando el teléfono móvil de regreso a su bolsillo trasero de sus jeans y se cruzó de brazos frente al cuerpo del masculino, desafiante. El almendrado tostado de sus ojos estudió los gestos del extraño, buscando esa respuesta que no conseguía definir. Optando por no saber lo que estaba buscando en él; lo único que sentía es que estaba perdiendo el tiempo en buscar algo que no se le daría como ella quería.

— Terminamos. No quiero seguir en está mentira, quédate con Hazel, ¿tu prima, verdad Samuel? — Vaciló. No quería despedirse, sus ojos clavados en los azules ajenos suplicaban una respuesta pero al ver que él no cedía, se adelantó a decir: — Que tengas buena vida. — No tuvo la valentía para girar en sus rodillas y regresar por donde había venido. El silencio se hizo por parte de los dos cuando sus ojos se cruzaron y dos segundos exactamente fue lo que ella contó cuando al fin sus pies se giraron para comenzar su caminata lejos de él pero no tuvo demasiado suerte para salir del lugar porque la mano de Samuel ya estaba apretando el antebrazo de Clara para a traerla a él mismo, pero la caucásica estaba tan indignada que tiro con fuerza de su brazo para escaparse del agarre, cual tuvo éxito después del segundo intento. — Mierda, suéltame. Se terminó. Tú y yo, hemos terminado. — Demandó y continúo su desfile al final de la pared donde estaba la puerta que la sacaría de ahí.

— Clari, por favor... escúchame, por favor... — Pidió mientras ella cerraba la puerta de la habitación para irse de la casa Tanner.

En cuanto salió de la residencia su respiración se comenzó agitar y se hacía más difícil para ella continuar hasta el taxi.

Todo se dificulto cuando su nombre gritaba Samuel en el interior de la casa. Temía que su madre saliera para ver que todo estaba marchando bien pero no, ella no fue quien abrió la puerta cuando Clara estaba abriendo la puerta del taxi. Samuel volvió a gritar el nombre de ella y un escalofrío recorrió el cuerpo de la caucásica por la cercanía del grito.

— ¡Por favor, detente! — Y la siguió hasta el taxi donde no permitió que ingresará en el interior.

— Samuel, déjame ir. — Pidió forcejeando para que la puerta fuera cerrada.

— ¡NO! Clara, no.

El corazón de la joven comenzó a latir tan fuerte que el beep comenzó a escucharlo en sus oídos, retumbando en los nervios de la misma que fueron traicioneros porque crearon una capa de sudor en su rostro en el preciso momento en que el ardor del calor se hizo abrumador en el interior del automóvil.

— Déjame ir. Todo esto es... ¡TÚ CULPA, NO MÍA!

Pero Samuel continúo hasta que la voz de una mujer mayor: Ariana Tanner, la madre de su ahora ex-novio. Ella fue quien hizo que se retirará y que la dejará ir.

— Adiós.

Clavando sus ojos almendrados tostados en los azules del extraño aseguró la puerta y pidió al taxista que la llevará al muelle del río Hudson para subir al barco que la llevaría lejos de Nueva York.

Su corazón aún seguía golpeando fuerte contra su pecho y la respiración era irregular pero no pidió que regresarán su humillado cuerpo de regreso a casa, contrario de ello se quedó callada mirando fuera de la ventana: Meditando su próximo movimiento. Sobre todo como avisar a sus padres que no regresaría a casa esa noche. Ni en una semana o un mes.