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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Bad Girl ♥ {Adaptada} -Logan&tú -Pervert!!-
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Bad Girl ♥ {Adaptada} -Logan&tú -Pervert!!-
Cuidado! Antes de leerla te debo de decir que esta novela
es muy pervert! Si te
gusta esta clase de novelas sigue!
es muy pervert! Si te
gusta esta clase de novelas sigue!
NaomiHoran<3
Sipnosis:
La tímida asistente social _______(Tn) ________(Ta) sólo tenía un vicio: al oscurecer, espiaba a sus vecinos durante sus momentos más desinhibidos. Noche tras noche, detrás de cada ventana, en cada dormitorio anónimo, ____ encontraba material para sus fantasías más salvajes. No hacía daño a nadie. Era solo un juego. Nadie se iba a enterar. Hasta que una noche sonó el teléfono...
-«Has ...sido una niña mala.»
Él se hace llamar Justiciero, y también tiene una afición: observar como _______(Tn) observa a los demás. Tiene fotos que lo demuestran. Ahora le toca jugar a él.
¿Les gusto la sinopsis? *-*
ahora imagínense el resto :D
-«Has ...sido una niña mala.»
Él se hace llamar Justiciero, y también tiene una afición: observar como _______(Tn) observa a los demás. Tiene fotos que lo demuestran. Ahora le toca jugar a él.
¿Les gusto la sinopsis? *-*
ahora imagínense el resto :D
NaomiHoran<3
Capitulo 1
El tipo de los glúteos perfectos montaba en la bicicleta estática de espaldas a _________(Tn). Movía las nalgas prietas con ritmo, arriba y abajo, de un lado a otro, al pedalear brioso con aquellas
musculosas piernas. La conjunción del chirrido de la cadena y del sonido de su respiración esforzada, apagó el ruido de los pasos de _________(Tn) detrás de él.
...
No llevaba nada puesto, excepto los pantalones cortos de montar en bici. _________(Tn) se recreó en la visión de aquellos hombros anchos que ahora brillaban bañados en sudor. Aunque sólo llevaba
dos minutos haciendo ejercicio, ya tenía el pelo aplastado contra la cabeza: aquellos largos rizos oscuros le enmarcaban el rostro y acababan enroscados en la nuca.
Le pasó la mano por la espalda empapada y le apretó el hombro izquierdo para comprobar que su músculo deltoides estaba tan firme y duro como el resto del cuerpo. Luego se inclinó para besarle el hombro derecho. Aquella sensación cálida y salada hizo que _________(Tn) apretara los muslos mientras notaba esa humedad que le invadía la entrepierna cada vez que veía el cuerpo semidesnudo de aquel hombre.
El tipo de los glúteos perfectos dejó de pedalear y, sin bajar de la bici, volvió el tronco hacia _________(Tn) y para atraerla hacia él. En cuanto ella se hubo colocado en el ángulo de sus piernas, notó la presión del pene, ya erecto, contra su vientre al descubierto. _________(Tn) arqueó la espalda y se frotó contra el hombre hasta que lo hizo gemir. Luego él la cogió por las amplias caderas y empezó a masajearle el culo de tal modo que _________(Tn) se animó a continuar lo que había empezado. El
mantenía la mirada clavada en los senos desnudos de _________(Tn), que tras emitir un profundo suspiro y comprobar que el movimiento había hecho que se le endurecieran los pezones, los mostró más.
_________(Tn) y inspiró el olor a almizcle que él desprendía, y que el ejercicio y la excitación por ver la habían potenciado, y se acercó para lamer una de las gotas de sudor que cubrían sus pectorales,
que se contrajeron con el roce de la lengua.
Acto seguido, le deslizó las manos por la espalda hasta alcanzar aquellos glúteos exquisitos que luego trató de agarrar. Él la movió hacia atrás, con la intención de bajarse de la bicicleta, la sujetó por la cintura con sus enormes manos y la levantó como si ella tuviera una talla treinta y ocho en lugar de una cincuenta. A su vez, _________(Tn) lo abrazó con las piernas y le situó el sexo anhelante justo delante del miembro, de modo que ahora resultaba prácticamente imposible que él se quitara los ajustados pantalones sin ayuda. En aquella posición, _________(Tn) trató de echarle una mano. Ambos estaban ansiosos y se movían con torpeza y
de un modo extraño.
Después de que la prenda cayera al suelo, él dio un paso para desprenderse de ella definitivamente. Luego recolocó a _________(Tn) para meter la mano entre sus cuerpos e hizo varios
movimientos tentativos, con la intención de introducirse en aquel camino humedecido, ya preparado para recibirlo. _________(Tn) se retorció impaciente, mientras le chupaba y mordisqueaba el lóbulo de una oreja, y él la correspondió apretando contra ella la verga ya engrandecida, con lo
que ella vio aumentadas sus esperanzas de verse satisfecha.
Cuando por fin la penetró, _________(Tn) dejó escapar un quejido de placer y se inclinó hacia atrás para elevar los pechos a la altura de la boca de su compañero, que empujaba hasta el fondo...
Parecían dos cuerpos que actuaran con una sola mente, con un mismo objetivo. _________(Tn) se restregó contra él en un movimiento ondulante para aumentar la fricción; el rugido que él emitió obtuvo un suspiro por respuesta. El hombre se tambaleó al tratar de mantener agarrada a _________(Tn), a la que empotró contra la pared al caerse hacia delante. Ahora, con cada empellón, ella sentía el yeso
presionándole las nalgas y los hombros desnudos, así que se agarró a él con fuerza sin importarle si llegaba a clavarle las uñas; a fin de cuentas, eso haría que él se excitara más aún. _________(Tn) tenía que alcanzar el clímax...
De repente, se oyó un bocinazo atronador que provenía del exterior. A _________(Tn) se le nubló la visión de tal modo que no pudo llegar al orgasmo y él dejó de pedalear. _________(Tn) parpadeó sobre la lente del telescopio, mientras que se desvanecía su recurrente fantasía. Al otro lado de la calle, su objeto de deseo alargó el brazo para hacerse con la bebida isotónica que había en la mesa próxima a la bicicleta y se inclinó hacia atrás para dar un trago.
-¡Mierda! -_________(Tn) sacudió la cabeza para deshacerse de la imagen que aún ocupaba su mente y esbozó una sonrisa de arrepentimiento-. A ver, tú, hombre de los glúteos perfectos, tienes que mejorar ese aguante, estoy decepcionada.
Ajeno a lo que pasaba por la mente de _________(Tn), el vecino cañón dejó de pedalear. Ella giró el telescopio para volver a echar un vistazo a la fachada del edificio. Más allá de su balcón, la ciudad se animaba para recibir la noche. Si se re costaba y miraba hacia abajo, podía ver
a la gente entrar y salir de las tiendas, comer en las terrazas de los restaurantes o hacer cola para sacar las entradas del cine que había en la esquina del bloque.
Su apartamento, situado en un sexto piso, se encontraba justo en la zona norte del centro de Dallas, guarecido por los enormes rascacielos que dominaban el norte del cielo de Texas.
_________(Tn) decidió centrarse en el apartamento que se encontraba justo enfrente del suyo para comprobar si alguno de sus vecinos conocidos había vuelto ya a casa. Aunque la costumbre de espiarlos había comenzado, de modo accidental, apenas hacía unos meses, _________(Tn) ya se había encariñado con muchas de las personas que vivían en el edificio del otro lado de la avenida. De forma algo curiosa, se sentía como su guardiana, siempre atenta par a cerciorar se de que todo iba bien, hasta tal punto que una vez había llegado a llamar a la policía cuando creyó que alguien estaba en peligro. Por supuesto, la llamada la hizo desde una cabina en la calle.
Efectivamente, se trataba de la joven pareja de salidos que vivía en el quinto. Estaban e n la cocina preparando la cena, algo que _________(Tn) ya reconocía como uno de sus rituales de estimulación
erótica de la tarde.
Por su parte, el dominador -el inquilino del ático- no había llegado aún. _________(Tn) frunció el ceño y se preguntó si estaría de viaje otra vez, como ocurría con frecuencia últimamente, y casi deseó que se hubiera mudado, pues si bien sus aventuras sexuales la dejaban muy intranquila, no podía evitar mirar las.
Al contrario que los balcones de los apartamentos de enfrente, que eran enrejados, el de _________(Tn) constaba de un sólido muro de ladrillos. No lo había decorado con plantas colgantes, ni con adornos móviles o cualquier otra cosa que pudiera llamar la atención. Lo único que albergaba aquel espacio era un altísimo ficus con cientos de grandes hojas oscuras que la suave brisa de septiembre solía mecer y que le servían fundamentalmente para camuflar el telescopio. _________(Tn)
acostumbraba a llevar pantalones holgados negros y un jersey fino del mismo color porque la hacían parecer más delgada y también porque contribuían a que su silueta quedara difuminada entre las sombras.
Una suave racha de viento nocturno le colocó un mechón de pelo negro sobre los ojos. _________(Tn) se lo retiró con impaciencia y lamentó no haberse hecho una coleta para recoger todos aquellos rizos que le llegaban a la altura de los hombros.
Le temblaban las manos y notó la oleada de excitación en el estómago que aún le duraba de la fantasía de la sesión de gimnasia. Por mucho tiempo que llevara observando a sus vecinos a escondidas, le ocurría lo mismo cada fin de semana: la emoción no desaparecía jamás.
Fueron llegando a sus casas más inquilinos, que iban encendiendo las luces al entrar. La lisa fachada del edificio de enfrente parecía un tablero de ajedrez, con unos cuadrados que se alternaban así en blanco y negro. _________(Tn) giró cuidadosamente el telescopio para tratar de encontrar algo de actividad. La señora del pelo azul -la anciana del cuarto- llevaba enferma algún tiempo, de modo que _________(Tn) se alegró al ver que aquel día se sentía con fuerzas para invitar
de nuevo al grupo que solía reunirse en su casa los viernes por la noche para jugar al bridge. En la mesa de la sala de estar había otras tres señoras que charlaban mientras echaban la partida de cartas.
Comprobó de nuevo la situación en el apartamento de los salidillos.
-¡Vaya, vaya, chicos, sí que estan preparando un festín de gourmet, sí!
La guapa pareja de jóvenes estaba completamente desnuda y yacía recostada y encajada en la postura del sesenta y nueve sobre la laqueada mesa china del comedor. La mujer estaba ocupaba haciéndole una mamada a su marido mientras que él la masturbaba.
__________(Tn) negó con la cabeza:
-Son increíbles, chicos. Cuando creo que ya lo he visto todo, siempre me sorprenden con algo aún mejor -ajustó el visor para poder contemplar mejor la escena y sonrió al comprobar que la mujer llegaba al orgasmo y daba un grito tremendo de satisfacción-. Vamos, cielo -la animó.
Las caderas del hombre empezaron a moverse con más rapidez mientras que, con una mano, trataba de empujar la cabeza de su mujer para meterle el pene más a fondo. Ella, por su parte, no tenía ninguna intención de atender aquellas peticiones. __________(Tn vio que el rostro de aquella joven rubia se relajaba; ahora la mujer estaba sumida en sus propios pensamientos y la polla acabó saliéndosele de la boca.
-Anda, él va a explotar -susurró __________(Tn.
Y tanto que sí. Enseguida el pene empezó a lanzar chorros de semen por todas partes.
La chica se retiró, y aunque, consciente de lo que ocurría, trató de agarrarle el miembro, que seguía salpicando leche, no llegó a tiempo para evitar quedar totalmente empapada.
-Eso sí que es un hombre viril -se dijo __________(Tn.
Continuó observando, algo preocupada por si el salidillo se habría enfadado con su mujer, por haberse retirado y no tragarse el semen. Sin embargo, para su alivio, la pareja empezó a reírse.
La rubia se limpió el líquido de la cara y del cuello, y untó con él el pecho de su marido, que se inclinó para lamerle los labios.
-Eso es, chicos -los felicitó __________(Tn-, disfrutaron mutuamente.
La visión de aquella parejita tan felizmente casada hizo que se sintiera nostálgica y más sola de lo normal. ¡Hacía mucho tiempo que no tenía pareja! Ese sentimiento de soledad era precisamente lo que la lle vaba una y otra vez al balcón. En ocasiones, se sentía más ligada a estos
vecinos anónimos que a cualquier otra persona.
Contenta por la agradable escena final entre sus vecinos, Sandy giró de nuevo el telescopio para echar una rápida ojeada al resto del edificio y comprobar que sí estaban la modelo anoréxica del tercero y el anciano homosexual del quinto.
Hacia las 09.00 horas el inquilino del ático, al que había apodado el dominador, volvió a casa con una chica de pelo castaño, muy guapa, que __________(Tn) veía por primera vez. Ambos se sentaron en las sillas de piel del cuarto de estar y se dedicaron a charlar y a beber una copa de vino.
__________(Tn) aguzó la mirada con la intención de fijarse en la chica, que tenía pinta de rondar los veinte: mostraba la piel de porcelana y los rasgos perfectos de una muñeca fina, de las caras.
-Muñequita, así es como voy a llamarte -murmuró.
La actitud atenta y educada, acompañada sin embargo por una expresión anodina, parecía significar que la muñequita no era ajena a las reglas del juego del dominador, quien, al contrarío que el tiarrón de la bicicleta estática, no era un tipo enorme y cachas, sino más bien delgado, de
aproximadamente un metro setenta y cinco de altura y de complexión mediterránea, con el pelo oscuro y ondulado. Mostraba además una sonrisa tan encantadora que casi alcanzaba a disimular la crueldad que escondía.
El dominador se recostó sobre los cojines de cuero y estudió a su invitada antes de emitir una orden corta y directa. __________(TN) vio cómo movía sus labios y cómo de inmediato la muñequita se.....
COMENTEN PARA SEGUIRLA
musculosas piernas. La conjunción del chirrido de la cadena y del sonido de su respiración esforzada, apagó el ruido de los pasos de _________(Tn) detrás de él.
...
No llevaba nada puesto, excepto los pantalones cortos de montar en bici. _________(Tn) se recreó en la visión de aquellos hombros anchos que ahora brillaban bañados en sudor. Aunque sólo llevaba
dos minutos haciendo ejercicio, ya tenía el pelo aplastado contra la cabeza: aquellos largos rizos oscuros le enmarcaban el rostro y acababan enroscados en la nuca.
Le pasó la mano por la espalda empapada y le apretó el hombro izquierdo para comprobar que su músculo deltoides estaba tan firme y duro como el resto del cuerpo. Luego se inclinó para besarle el hombro derecho. Aquella sensación cálida y salada hizo que _________(Tn) apretara los muslos mientras notaba esa humedad que le invadía la entrepierna cada vez que veía el cuerpo semidesnudo de aquel hombre.
El tipo de los glúteos perfectos dejó de pedalear y, sin bajar de la bici, volvió el tronco hacia _________(Tn) y para atraerla hacia él. En cuanto ella se hubo colocado en el ángulo de sus piernas, notó la presión del pene, ya erecto, contra su vientre al descubierto. _________(Tn) arqueó la espalda y se frotó contra el hombre hasta que lo hizo gemir. Luego él la cogió por las amplias caderas y empezó a masajearle el culo de tal modo que _________(Tn) se animó a continuar lo que había empezado. El
mantenía la mirada clavada en los senos desnudos de _________(Tn), que tras emitir un profundo suspiro y comprobar que el movimiento había hecho que se le endurecieran los pezones, los mostró más.
_________(Tn) y inspiró el olor a almizcle que él desprendía, y que el ejercicio y la excitación por ver la habían potenciado, y se acercó para lamer una de las gotas de sudor que cubrían sus pectorales,
que se contrajeron con el roce de la lengua.
Acto seguido, le deslizó las manos por la espalda hasta alcanzar aquellos glúteos exquisitos que luego trató de agarrar. Él la movió hacia atrás, con la intención de bajarse de la bicicleta, la sujetó por la cintura con sus enormes manos y la levantó como si ella tuviera una talla treinta y ocho en lugar de una cincuenta. A su vez, _________(Tn) lo abrazó con las piernas y le situó el sexo anhelante justo delante del miembro, de modo que ahora resultaba prácticamente imposible que él se quitara los ajustados pantalones sin ayuda. En aquella posición, _________(Tn) trató de echarle una mano. Ambos estaban ansiosos y se movían con torpeza y
de un modo extraño.
Después de que la prenda cayera al suelo, él dio un paso para desprenderse de ella definitivamente. Luego recolocó a _________(Tn) para meter la mano entre sus cuerpos e hizo varios
movimientos tentativos, con la intención de introducirse en aquel camino humedecido, ya preparado para recibirlo. _________(Tn) se retorció impaciente, mientras le chupaba y mordisqueaba el lóbulo de una oreja, y él la correspondió apretando contra ella la verga ya engrandecida, con lo
que ella vio aumentadas sus esperanzas de verse satisfecha.
Cuando por fin la penetró, _________(Tn) dejó escapar un quejido de placer y se inclinó hacia atrás para elevar los pechos a la altura de la boca de su compañero, que empujaba hasta el fondo...
Parecían dos cuerpos que actuaran con una sola mente, con un mismo objetivo. _________(Tn) se restregó contra él en un movimiento ondulante para aumentar la fricción; el rugido que él emitió obtuvo un suspiro por respuesta. El hombre se tambaleó al tratar de mantener agarrada a _________(Tn), a la que empotró contra la pared al caerse hacia delante. Ahora, con cada empellón, ella sentía el yeso
presionándole las nalgas y los hombros desnudos, así que se agarró a él con fuerza sin importarle si llegaba a clavarle las uñas; a fin de cuentas, eso haría que él se excitara más aún. _________(Tn) tenía que alcanzar el clímax...
De repente, se oyó un bocinazo atronador que provenía del exterior. A _________(Tn) se le nubló la visión de tal modo que no pudo llegar al orgasmo y él dejó de pedalear. _________(Tn) parpadeó sobre la lente del telescopio, mientras que se desvanecía su recurrente fantasía. Al otro lado de la calle, su objeto de deseo alargó el brazo para hacerse con la bebida isotónica que había en la mesa próxima a la bicicleta y se inclinó hacia atrás para dar un trago.
-¡Mierda! -_________(Tn) sacudió la cabeza para deshacerse de la imagen que aún ocupaba su mente y esbozó una sonrisa de arrepentimiento-. A ver, tú, hombre de los glúteos perfectos, tienes que mejorar ese aguante, estoy decepcionada.
Ajeno a lo que pasaba por la mente de _________(Tn), el vecino cañón dejó de pedalear. Ella giró el telescopio para volver a echar un vistazo a la fachada del edificio. Más allá de su balcón, la ciudad se animaba para recibir la noche. Si se re costaba y miraba hacia abajo, podía ver
a la gente entrar y salir de las tiendas, comer en las terrazas de los restaurantes o hacer cola para sacar las entradas del cine que había en la esquina del bloque.
Su apartamento, situado en un sexto piso, se encontraba justo en la zona norte del centro de Dallas, guarecido por los enormes rascacielos que dominaban el norte del cielo de Texas.
_________(Tn) decidió centrarse en el apartamento que se encontraba justo enfrente del suyo para comprobar si alguno de sus vecinos conocidos había vuelto ya a casa. Aunque la costumbre de espiarlos había comenzado, de modo accidental, apenas hacía unos meses, _________(Tn) ya se había encariñado con muchas de las personas que vivían en el edificio del otro lado de la avenida. De forma algo curiosa, se sentía como su guardiana, siempre atenta par a cerciorar se de que todo iba bien, hasta tal punto que una vez había llegado a llamar a la policía cuando creyó que alguien estaba en peligro. Por supuesto, la llamada la hizo desde una cabina en la calle.
Efectivamente, se trataba de la joven pareja de salidos que vivía en el quinto. Estaban e n la cocina preparando la cena, algo que _________(Tn) ya reconocía como uno de sus rituales de estimulación
erótica de la tarde.
Por su parte, el dominador -el inquilino del ático- no había llegado aún. _________(Tn) frunció el ceño y se preguntó si estaría de viaje otra vez, como ocurría con frecuencia últimamente, y casi deseó que se hubiera mudado, pues si bien sus aventuras sexuales la dejaban muy intranquila, no podía evitar mirar las.
Al contrario que los balcones de los apartamentos de enfrente, que eran enrejados, el de _________(Tn) constaba de un sólido muro de ladrillos. No lo había decorado con plantas colgantes, ni con adornos móviles o cualquier otra cosa que pudiera llamar la atención. Lo único que albergaba aquel espacio era un altísimo ficus con cientos de grandes hojas oscuras que la suave brisa de septiembre solía mecer y que le servían fundamentalmente para camuflar el telescopio. _________(Tn)
acostumbraba a llevar pantalones holgados negros y un jersey fino del mismo color porque la hacían parecer más delgada y también porque contribuían a que su silueta quedara difuminada entre las sombras.
Una suave racha de viento nocturno le colocó un mechón de pelo negro sobre los ojos. _________(Tn) se lo retiró con impaciencia y lamentó no haberse hecho una coleta para recoger todos aquellos rizos que le llegaban a la altura de los hombros.
Le temblaban las manos y notó la oleada de excitación en el estómago que aún le duraba de la fantasía de la sesión de gimnasia. Por mucho tiempo que llevara observando a sus vecinos a escondidas, le ocurría lo mismo cada fin de semana: la emoción no desaparecía jamás.
Fueron llegando a sus casas más inquilinos, que iban encendiendo las luces al entrar. La lisa fachada del edificio de enfrente parecía un tablero de ajedrez, con unos cuadrados que se alternaban así en blanco y negro. _________(Tn) giró cuidadosamente el telescopio para tratar de encontrar algo de actividad. La señora del pelo azul -la anciana del cuarto- llevaba enferma algún tiempo, de modo que _________(Tn) se alegró al ver que aquel día se sentía con fuerzas para invitar
de nuevo al grupo que solía reunirse en su casa los viernes por la noche para jugar al bridge. En la mesa de la sala de estar había otras tres señoras que charlaban mientras echaban la partida de cartas.
Comprobó de nuevo la situación en el apartamento de los salidillos.
-¡Vaya, vaya, chicos, sí que estan preparando un festín de gourmet, sí!
La guapa pareja de jóvenes estaba completamente desnuda y yacía recostada y encajada en la postura del sesenta y nueve sobre la laqueada mesa china del comedor. La mujer estaba ocupaba haciéndole una mamada a su marido mientras que él la masturbaba.
__________(Tn) negó con la cabeza:
-Son increíbles, chicos. Cuando creo que ya lo he visto todo, siempre me sorprenden con algo aún mejor -ajustó el visor para poder contemplar mejor la escena y sonrió al comprobar que la mujer llegaba al orgasmo y daba un grito tremendo de satisfacción-. Vamos, cielo -la animó.
Las caderas del hombre empezaron a moverse con más rapidez mientras que, con una mano, trataba de empujar la cabeza de su mujer para meterle el pene más a fondo. Ella, por su parte, no tenía ninguna intención de atender aquellas peticiones. __________(Tn vio que el rostro de aquella joven rubia se relajaba; ahora la mujer estaba sumida en sus propios pensamientos y la polla acabó saliéndosele de la boca.
-Anda, él va a explotar -susurró __________(Tn.
Y tanto que sí. Enseguida el pene empezó a lanzar chorros de semen por todas partes.
La chica se retiró, y aunque, consciente de lo que ocurría, trató de agarrarle el miembro, que seguía salpicando leche, no llegó a tiempo para evitar quedar totalmente empapada.
-Eso sí que es un hombre viril -se dijo __________(Tn.
Continuó observando, algo preocupada por si el salidillo se habría enfadado con su mujer, por haberse retirado y no tragarse el semen. Sin embargo, para su alivio, la pareja empezó a reírse.
La rubia se limpió el líquido de la cara y del cuello, y untó con él el pecho de su marido, que se inclinó para lamerle los labios.
-Eso es, chicos -los felicitó __________(Tn-, disfrutaron mutuamente.
La visión de aquella parejita tan felizmente casada hizo que se sintiera nostálgica y más sola de lo normal. ¡Hacía mucho tiempo que no tenía pareja! Ese sentimiento de soledad era precisamente lo que la lle vaba una y otra vez al balcón. En ocasiones, se sentía más ligada a estos
vecinos anónimos que a cualquier otra persona.
Contenta por la agradable escena final entre sus vecinos, Sandy giró de nuevo el telescopio para echar una rápida ojeada al resto del edificio y comprobar que sí estaban la modelo anoréxica del tercero y el anciano homosexual del quinto.
Hacia las 09.00 horas el inquilino del ático, al que había apodado el dominador, volvió a casa con una chica de pelo castaño, muy guapa, que __________(Tn) veía por primera vez. Ambos se sentaron en las sillas de piel del cuarto de estar y se dedicaron a charlar y a beber una copa de vino.
__________(Tn) aguzó la mirada con la intención de fijarse en la chica, que tenía pinta de rondar los veinte: mostraba la piel de porcelana y los rasgos perfectos de una muñeca fina, de las caras.
-Muñequita, así es como voy a llamarte -murmuró.
La actitud atenta y educada, acompañada sin embargo por una expresión anodina, parecía significar que la muñequita no era ajena a las reglas del juego del dominador, quien, al contrarío que el tiarrón de la bicicleta estática, no era un tipo enorme y cachas, sino más bien delgado, de
aproximadamente un metro setenta y cinco de altura y de complexión mediterránea, con el pelo oscuro y ondulado. Mostraba además una sonrisa tan encantadora que casi alcanzaba a disimular la crueldad que escondía.
El dominador se recostó sobre los cojines de cuero y estudió a su invitada antes de emitir una orden corta y directa. __________(TN) vio cómo movía sus labios y cómo de inmediato la muñequita se.....
COMENTEN PARA SEGUIRLA
NaomiHoran<3
Re: Bad Girl ♥ {Adaptada} -Logan&tú -Pervert!!-
o´wwwwss!! QUE NOVELA!! ahhhhhhhhhhhhhhhh tienes que seguirla..
esta ahhhh INCRE, bueno es que soy un pokiito perver.. naaa soy muy perver
jajaja.. bueno el caso es que tienes que seguirla..!!
oye una preguntita.. en esta nove salen todos los de btr cierto?
bueno si es asi y TU le puedes o quieres cambiarle las parejas a los chicos
pues yo me kisiera apuntar con james.. que dices??
siguela pronto..
Besos
esta ahhhh INCRE, bueno es que soy un pokiito perver.. naaa soy muy perver
jajaja.. bueno el caso es que tienes que seguirla..!!
oye una preguntita.. en esta nove salen todos los de btr cierto?
bueno si es asi y TU le puedes o quieres cambiarle las parejas a los chicos
pues yo me kisiera apuntar con james.. que dices??
siguela pronto..
Besos
TheShadowGirl.
CAPITULO 2
El dominador se recostó sobre los cojines de cuero y estudió a su invitada antes de emitir una orden corta y directa. _____ vio cómo movía sus labios y cómo de inmediato la muñequita se levantaba y empezaba a desabrocharse la blusa sin retirar los ojos de los de él, que permanecía sentado y miraba caer la prenda al suelo tras deslizarse por sus hombros. El negro del sujetador de punti...
lla que llevaba, resaltaba aún más la blancura y suavidad de su piel, y eso aumentaba su aspecto vulnerable.
_____ se percató de que el dominador hablaba de nuevo. Acto seguido, la muñequita se bajó la cremallera de la falda y arrastró la tela a lo largo de sus caderas hasta que la prenda quedó tirada en el suelo. El tanga tan sexy que llevaba iba a juego con el sujetador.
_____ se preguntó qué se sentiría al estar casi completamente desnuda delante de un hombre que la juzgaba con semejante frialdad. Aquel sentimiento le provocó un escalofrío que la recorrió de arriba abajo. ¿Sabría aquella chica lo que vendría después?
La muñequita se quedó quieta mientras esperaba. _____ había observado al dominador otras veces, así que sabía con certeza que la chica no haría nada sin que se lo ordenaran. El corazón empezó a latirle con fuerza y se preguntó si la joven estaría sintiéndose la mitad de tensa que ella.
El dominador habló otra vez. La muñequita se inclinó y se llevó las manos a la espalda para desabrocharse el sujetador. En cuanto hubo soltado el último enganche, el sostén cayó al suelo y los pechos quedaron al descubierto. Él volvió a decir algo y la chica se quitó las bragas, dio un paso adelante y se arrodilló delante de él.
_____ empezó a temblar. No le gustaba la visión de aquella muñequita desnuda a los pies del dominador: era como si estuviera adorándolo. Con todo, no cabía duda de que aquella escena también estaba cargada de erotismo. _____ abrió el puño para volver a cerrarlo al instante, tratando de dominar la tentación de tocarse los pezones ya erectos.
El dominador alargó el brazo derecho para acariciarle el rostro a la muñequita, que lo presionó contra la mano de aquél mientras se la besaba. Él continuó acariciando su mata de pelo castaño. «Si realmente es sumisa, le gustará someterse a un amo», se recordó __________(Tn). Aun así, en cuanto lo vio tirarle de la cabellera no pudo evitar suplicar:
-¡No, no lo hagas!
El dominador la agarró por la melena y la obligó a levantar las rodillas. Ella se mantuvo allí, suspendida entre aquel puño y el suelo, con la cara contraída por el dolor.
Completamente vestido, él arrastró la desnudez de su cautiva por la habitación hasta una silla otomana que había delante de la chimenea. Luego empujó a la chica hacia aquel mueble gigantesco al que ella, obediente, se subió para colocarse a cuatro patas frente a su dominador,
que permanecía erguido delante de ella.
__________(Tn), que ya había visto a su vecino subir a una chica a la otomana, sabía de sobra lo que vendría después, así que juntó los muslos y los apretó con fuerza mientras disfrutaba de la sensación de calidez que le iba naciendo en la entrepierna.
El dominador caminó hasta un paragüero que había cerca de la puerta principal y, después de sacar de él lo que parecía una vara de caña, volvió a colocarse detrás de la muñequita. __________(Tn) no podía verle la cara, así que no sabía si había ordenado algo más antes de elevar el accesorio y dejarlo caer con fuerza sobre las nalgas desnudas de la chica. En cuanto notó el contacto de la caña sobre la piel, la muñeca arqueó la espalda. Inmediatamente, el dominador volvió a levantar el brazo y trazó de nuevo un arco con la vara que se estrelló con fuerza en el trasero de la joven. Esta vez, la muñequita se tambaleó hacia delante de modo que acabó con medio cuerpo fuera del
mueble.
El dominador reaccionó negando con la cabeza, arrojó el bastón al suelo y se marchó de la habitación pisando fuerte. La muñequita se volvió hacia él con una expresión de súplica, aunque sin decir nada, mientras él se dirigía a la mesa del despacho y abría un cajón. A __________(Tn) y se le agarrotaron los músculos del hombro por la tensión; sabía bien lo que había en aquel lugar.
El timbre del teléfono la distrajo de lo que estaba ocurriendo enfrente. Cuando volvió a sonar, ______(Tn) se debatió entre contestar o no. Si se trataba de su madre, no responder implicaría una retahíla de insistentes llamadas a intervalos de veinte minutos hasta que por fin descolgara - incluso si ello implicaba seguir telefoneando hasta las dos de la madrugada-. «Mejor lo cojo ahora.»
Corrió hacia el cuarto de estar rozando a su paso las cortinas y contestó, por fin, al cuarto timbrazo, justo antes de que saltara el contestador.
-¿Dígame? -preguntó sin aliento.
-Has sido una niña mala, __________(Tn) __________(Ta)-decretó una voz masculina al otro lado de la línea.
-¿Quién es? -quiso saber __________(Tn). Debía de tratarse de alguno de sus hermanos o de algún amigo.
-Soy la Justicia -la voz se detuvo de modo que a __________(Tn) le dio tiempo a pensar si se trataba de Matt, su hermano mayor-. Has estado espiando a tus vecinos, ¿te has parado a pensar cómo se sentirían si se enteraran?
El corazón de __________(Tn) y empezó a palpitar con fuerza. «¡No! Esto no podía estar ocurriéndole a ella.» Con el cuidado que había tenido, era imposible que la hubieran visto.
-No sé a qué se refiere -contestó con una voz gélida-. Voy a colgar ahora mismo, y si vuelve usted a llamar, avisaré a la policía.
Colgó el aparato con fuerza. ¡Dios, Dios, Dios! __________(Tn) se mordió el labio inferior y se quedó mirando el teléfono. ¿Y si de verdad la habían visto? A lo mejor alguien lo sabía. La realidad caía sobre ella con todo su peso. Si algo salía a la luz, podían detenerla, podía perder su trabajo. En
ninguna empresa querrían contratar como trabajadora social a una persona a la que le hubieran imputado delitos de índole sexual, porque el empleo implicaba visitar familias. ¡Y su madre! Dios santo, ¿qué diría su madre?
__________(Tn) trató de pensar a pesar del pánico que iba invadiéndola por momentos. Primero decidió sacar el telescopio del balcón . Tenía que sentarse y planificarlo todo con calma...
El teléfono empezó a sonar de nuevo. __________(Tn) lo miró aterrada como un ratón asustado ante una serpiente. No se movió ni un ápice. Un segundo timbrazo... Un tercero... y, por último, un cuarto.
El contestador saltó y __________(Tn) pudo oír la misma voz de hombre de antes.
-Eso no está nada bien, __________(Tn). No puedes esconderte de la Justicia. Si no me crees, echa un vistazo a la alfombra de tu puerta. Esperaré.
A __________(Tn) se le encogió el estómago. Dirigió la mirada hacia la puerta y dio un paso atrás de modo inconsciente. ¿Se trataría de algún truco? A lo mejor el sujeto estaba allí fuera esperando
para secuestrarla.
Como si le hubiera leído el pensamiento, la voz continuó:
-No es ningún truco. No estoy esperándote fuera. Deja puesta la cadena de la puerta y echa un vistazo. He dejado algo para ti.
__________(Tn) se mordió el labio inferior y caminó hasta el recibidor, para echar una ojeada por la mirilla. No había nadie. Aunque eso no significaba nada, porque podía haberse colocado fuera del
ángulo de visión.
-Vamos, __________(Tn) . Mira -la animó la voz.
Corrió el pestillo y abrió la puerta sin quitar la cadena. En su alfombra había un sobre grande de color marrón que __________(Tn) trató de coger pasando el brazo por la rendija, pero era demasiado estrecha.
-Vamos, __________(Tn), no tengo toda la noche.
Irritada, __________(Tn) se volvió para mirar el teléfono. Lo de llamarla __________(Tu nombre) empeoraba aún más las cosas.
__________(Tu nombre) era el nombre que usaban su madre, su jefa y su ginecóloga, así que todas las connotaciones ligadas a él eran negativas.
En un arrebato, __________(Tn) retiró la cadena, abrió la puerta, cogió el sobre y luego cerró dando un portazo tan fuerte que hizo vibrar el marco.
-Buena chica. Ahora, ¿por qué no te preparas una copa antes de abrir el sobre? Volveré a llamarte dentro de un rato…
lla que llevaba, resaltaba aún más la blancura y suavidad de su piel, y eso aumentaba su aspecto vulnerable.
_____ se percató de que el dominador hablaba de nuevo. Acto seguido, la muñequita se bajó la cremallera de la falda y arrastró la tela a lo largo de sus caderas hasta que la prenda quedó tirada en el suelo. El tanga tan sexy que llevaba iba a juego con el sujetador.
_____ se preguntó qué se sentiría al estar casi completamente desnuda delante de un hombre que la juzgaba con semejante frialdad. Aquel sentimiento le provocó un escalofrío que la recorrió de arriba abajo. ¿Sabría aquella chica lo que vendría después?
La muñequita se quedó quieta mientras esperaba. _____ había observado al dominador otras veces, así que sabía con certeza que la chica no haría nada sin que se lo ordenaran. El corazón empezó a latirle con fuerza y se preguntó si la joven estaría sintiéndose la mitad de tensa que ella.
El dominador habló otra vez. La muñequita se inclinó y se llevó las manos a la espalda para desabrocharse el sujetador. En cuanto hubo soltado el último enganche, el sostén cayó al suelo y los pechos quedaron al descubierto. Él volvió a decir algo y la chica se quitó las bragas, dio un paso adelante y se arrodilló delante de él.
_____ empezó a temblar. No le gustaba la visión de aquella muñequita desnuda a los pies del dominador: era como si estuviera adorándolo. Con todo, no cabía duda de que aquella escena también estaba cargada de erotismo. _____ abrió el puño para volver a cerrarlo al instante, tratando de dominar la tentación de tocarse los pezones ya erectos.
El dominador alargó el brazo derecho para acariciarle el rostro a la muñequita, que lo presionó contra la mano de aquél mientras se la besaba. Él continuó acariciando su mata de pelo castaño. «Si realmente es sumisa, le gustará someterse a un amo», se recordó __________(Tn). Aun así, en cuanto lo vio tirarle de la cabellera no pudo evitar suplicar:
-¡No, no lo hagas!
El dominador la agarró por la melena y la obligó a levantar las rodillas. Ella se mantuvo allí, suspendida entre aquel puño y el suelo, con la cara contraída por el dolor.
Completamente vestido, él arrastró la desnudez de su cautiva por la habitación hasta una silla otomana que había delante de la chimenea. Luego empujó a la chica hacia aquel mueble gigantesco al que ella, obediente, se subió para colocarse a cuatro patas frente a su dominador,
que permanecía erguido delante de ella.
__________(Tn), que ya había visto a su vecino subir a una chica a la otomana, sabía de sobra lo que vendría después, así que juntó los muslos y los apretó con fuerza mientras disfrutaba de la sensación de calidez que le iba naciendo en la entrepierna.
El dominador caminó hasta un paragüero que había cerca de la puerta principal y, después de sacar de él lo que parecía una vara de caña, volvió a colocarse detrás de la muñequita. __________(Tn) no podía verle la cara, así que no sabía si había ordenado algo más antes de elevar el accesorio y dejarlo caer con fuerza sobre las nalgas desnudas de la chica. En cuanto notó el contacto de la caña sobre la piel, la muñeca arqueó la espalda. Inmediatamente, el dominador volvió a levantar el brazo y trazó de nuevo un arco con la vara que se estrelló con fuerza en el trasero de la joven. Esta vez, la muñequita se tambaleó hacia delante de modo que acabó con medio cuerpo fuera del
mueble.
El dominador reaccionó negando con la cabeza, arrojó el bastón al suelo y se marchó de la habitación pisando fuerte. La muñequita se volvió hacia él con una expresión de súplica, aunque sin decir nada, mientras él se dirigía a la mesa del despacho y abría un cajón. A __________(Tn) y se le agarrotaron los músculos del hombro por la tensión; sabía bien lo que había en aquel lugar.
El timbre del teléfono la distrajo de lo que estaba ocurriendo enfrente. Cuando volvió a sonar, ______(Tn) se debatió entre contestar o no. Si se trataba de su madre, no responder implicaría una retahíla de insistentes llamadas a intervalos de veinte minutos hasta que por fin descolgara - incluso si ello implicaba seguir telefoneando hasta las dos de la madrugada-. «Mejor lo cojo ahora.»
Corrió hacia el cuarto de estar rozando a su paso las cortinas y contestó, por fin, al cuarto timbrazo, justo antes de que saltara el contestador.
-¿Dígame? -preguntó sin aliento.
-Has sido una niña mala, __________(Tn) __________(Ta)-decretó una voz masculina al otro lado de la línea.
-¿Quién es? -quiso saber __________(Tn). Debía de tratarse de alguno de sus hermanos o de algún amigo.
-Soy la Justicia -la voz se detuvo de modo que a __________(Tn) le dio tiempo a pensar si se trataba de Matt, su hermano mayor-. Has estado espiando a tus vecinos, ¿te has parado a pensar cómo se sentirían si se enteraran?
El corazón de __________(Tn) y empezó a palpitar con fuerza. «¡No! Esto no podía estar ocurriéndole a ella.» Con el cuidado que había tenido, era imposible que la hubieran visto.
-No sé a qué se refiere -contestó con una voz gélida-. Voy a colgar ahora mismo, y si vuelve usted a llamar, avisaré a la policía.
Colgó el aparato con fuerza. ¡Dios, Dios, Dios! __________(Tn) se mordió el labio inferior y se quedó mirando el teléfono. ¿Y si de verdad la habían visto? A lo mejor alguien lo sabía. La realidad caía sobre ella con todo su peso. Si algo salía a la luz, podían detenerla, podía perder su trabajo. En
ninguna empresa querrían contratar como trabajadora social a una persona a la que le hubieran imputado delitos de índole sexual, porque el empleo implicaba visitar familias. ¡Y su madre! Dios santo, ¿qué diría su madre?
__________(Tn) trató de pensar a pesar del pánico que iba invadiéndola por momentos. Primero decidió sacar el telescopio del balcón . Tenía que sentarse y planificarlo todo con calma...
El teléfono empezó a sonar de nuevo. __________(Tn) lo miró aterrada como un ratón asustado ante una serpiente. No se movió ni un ápice. Un segundo timbrazo... Un tercero... y, por último, un cuarto.
El contestador saltó y __________(Tn) pudo oír la misma voz de hombre de antes.
-Eso no está nada bien, __________(Tn). No puedes esconderte de la Justicia. Si no me crees, echa un vistazo a la alfombra de tu puerta. Esperaré.
A __________(Tn) se le encogió el estómago. Dirigió la mirada hacia la puerta y dio un paso atrás de modo inconsciente. ¿Se trataría de algún truco? A lo mejor el sujeto estaba allí fuera esperando
para secuestrarla.
Como si le hubiera leído el pensamiento, la voz continuó:
-No es ningún truco. No estoy esperándote fuera. Deja puesta la cadena de la puerta y echa un vistazo. He dejado algo para ti.
__________(Tn) se mordió el labio inferior y caminó hasta el recibidor, para echar una ojeada por la mirilla. No había nadie. Aunque eso no significaba nada, porque podía haberse colocado fuera del
ángulo de visión.
-Vamos, __________(Tn) . Mira -la animó la voz.
Corrió el pestillo y abrió la puerta sin quitar la cadena. En su alfombra había un sobre grande de color marrón que __________(Tn) trató de coger pasando el brazo por la rendija, pero era demasiado estrecha.
-Vamos, __________(Tn), no tengo toda la noche.
Irritada, __________(Tn) se volvió para mirar el teléfono. Lo de llamarla __________(Tu nombre) empeoraba aún más las cosas.
__________(Tu nombre) era el nombre que usaban su madre, su jefa y su ginecóloga, así que todas las connotaciones ligadas a él eran negativas.
En un arrebato, __________(Tn) retiró la cadena, abrió la puerta, cogió el sobre y luego cerró dando un portazo tan fuerte que hizo vibrar el marco.
-Buena chica. Ahora, ¿por qué no te preparas una copa antes de abrir el sobre? Volveré a llamarte dentro de un rato…
NaomiHoran<3
#Capitulo 3♥
-Buena chica. Ahora, ¿por qué no te preparas una copa antes de abrir el sobre? Volveré a llamarte dentro de un rato.
...
El tono del teléfono sustituyó a la voz. __________(Tn) se quedó mirando el aparato, horrorizada.
¿Cómo sabía él que ella había abierto la puerta y recogido el sobre? ¿Es que estaba en aquella misma habitación y la observaba a través de la cámara de un móvil? «¡Dios bendito!, a lo mejor debería llamar a la policía.»
__________(Tn) atravesó la habitación tambaleándose hasta dar con una silla en la que se dejó caer. Si llamaba a la policía, ¿qué les diría? No, debía pensárse lo primero. Tenía que sacar el maldito telescopio del balcón. Necesitaba... un trago. Se levantó y fue hasta el pequeño carrito metálico y de cristal que hacía las veces de mueble bar . Cogió la primera botella que encontró: Baileys irlandés.
Con la bebida en una mano y el sobre en la otra, fue hasta la cocina a por un vaso. Vertió en él, temblorosa, la crema de whisky y fijó la mirada en el sobre, que había depositado en la encimera de mármol; era de aspecto normal, tamaño folio, y traía una sola solapilla. No había nada escrito en él, ni siquiera su nombre.
Después de haberle dado un buen sorbo al Baileys, abrió el sobre, del que cayeron, de repente, unas fotografías sujetas con una goma elástica. __________(Tn) las recogió del suelo, quitó la goma y fue pasando las fotos una a una al tiempo que aumentaba su irritación: eran imágenes de su
balcón, que alguien había tomado con un teleobjetivo y ajustando la exposición a una luz de baja intensidad. Quien estuviera tras la cámara se había situado en alguna parte al otro lado de la calle y por encima del sexto piso, porque las había disparado desde arriba.
En todas las instantáneas aparecían claramente __________(Tn) y el telescopio. A ella se la veía
mirando entre las cortinas, sacando el instrumento al balcón o ajustando las lentes, y resultaba bastante obvio que no apuntaba a la noche estrellada porque el tubo estaba en posición casi paralela al suelo. Horrorizada, se vio en imágenes en las que se tocaba el pecho mientras espiaba e
incluso (¡madre mía!) con las manos por dentro de los pantalones mientras se masturbaba. En su contrato había una cláusula de moralidad, de modo que, aun que no la detuvieran, aquellas fotos bastarían para que la despidieran e, incluso, le quitaran la licencia de trabajadora social.
__________(Tn) se levantó del taburete y corrió hacia el cuarto de baño. Llegó justo a tiempo para vomitar todo lo que tenía en el estómago. Aturdida por las náuseas, se arrodilló sobre la taza del inodoro... Y después dicen que los copazos calman los nervios.
El teléfono volvió a sonar mientras __________(Tn) se lavaba la cara. Esta vez no se lo pensó dos veces. Caminó directa al aparato y lo descolgó:
-¿Qué es lo que quiere? -preguntó con un gruñido.
-__________(Tn), __________(Tn) ... -respondió la voz en tono reprobatorio-, parece que estás enfadada. Ahora ya sabes cómo van a sentirse tus víctimas cuando se enteren de lo que has estado haciendo, de cómo has invadido su intimidad...
-Le he preguntado qué es lo que quiere -lo interrumpió __________(Tn).
-Justicia, ya te lo he dicho -la voz se volvió seria-. Hay algo para ti en la portería. Ve a buscarlo. Volveré a llamarte dentro de veinte minutos.
-No pienso ir a ningún... -antes de que hubiera acabado la frase, el desconocido ya había colgado.
__________(Tn) permaneció inmóvil durante casi cinco minutos. Luego salió al balcón y recogió el telescopio, que acabó guardando en el armario de su dormitorio. Después se lavó los dientes para eliminar el mal sabor de boca que aún notaba y se miró al espejo. Su rostro, habitualmente pálido,
aparecía ahora absolutamente blanco. El sudor le resbalaba por la frente y le temblaban las manos.
Cuando ya no le quedaban razones para posponerlo más, llamó a la portería y preguntó si había llegado algo para ella. Russell, el vigilante nocturno, le respondió que sí.
Incapaz de soportar la tensión un segundo más, cogió las llaves, salió del apartamento y
cerró la puerta con cuidado. El ligero movimiento del ascensor le produjo de nuevo náuseas, así
que tragó saliva y pasó lo que quedaba del trayecto tratando de hacer ejercicios de respiración.
Russell la recibió con una amplia sonrisa y dos cajas, ambas envueltas en papel marrón: una era grande y cuadrada, mientras que la otra era alargada y más bajita. __________(Tn) trató de parecer natural:
-Hola, Russell. ¿Cuál de estas cajas es la mía?
-Buenos días, señora ____________(Ta) -contestó el hombre con una mueca. Russell era el primer vigilante que __________(Tn) había conocido al mudarse al edificio hacía unos seis meses. Era amable, de mediana edad y siempre dispuesto a ayudar a los inquilinos-. Estaba a punto de llamarla cuando lo ha hecho usted. Debe de estar adelantándose la Navidad: las dos cajas son para usted.
-¿Las dos? -respondió ella con un gritito y los ojos fijos en las tapas de las cajas.
Efectivamente, en cada envoltorio aparecía escrito __________(Tn) __________(Ta) en mayúsculas-.
-¿Te has fijado en quién las ha entregado?
-Pues no. Estaba ayudando al señor Caruthers, del tercero, a subir la compra. Cuando he vuelto, ya estaban aquí. Hay una que pesa bastante.
__________(Tn) trató de levantarlas. La bajita era más ligera, pero la otra, la grande, pesaba por lo
menos seis kilos.
-Muchas gracias, Russell, creo que podré arreglármelas.
-Bueno, pero déjeme al menos acercarle la grande hasta el ascensor.
__________(Tn) aceptó, ansiosa por llegar arriba lo antes posible.
Ya en el sexto, cargó con las cajas hasta su casa y, una vez dentro y a salvo, las dejó en el suelo para observarlas un rato. Contuvieran lo que contuvieran, no podía ser nada bueno.
Decidió empezar por la bajita. Cogió de la cocina un cuchillo afilado y cortó la cinta adhesiva que envolvía el paquete. Mientras lo hacía, se le ocurrió pensar en las huellas dactilares. Por si al final se animaba a llamar a la policía, debía procurar conservar las que hubiera en la caja y no
dejar las suyas, de modo que apartó el cuchillo, volvió a la cocina y se hizo con un par de guantes de látex, de los de la limpieza. Ya con ellos enfundados, acabó de quitar el papel de embalaje.
La caja que apareció era blanca y de cartón, y llevaba un mensaje escrito que rezaba: «Abre la otra
caja primero.»
Para entonces, __________(Tn) se sentía tan descontrolada que no pudo contenerse:
-¡Deja de decirme lo que tengo que hacer! -empezó a gritar.
Aunque la frustración había conseguido que se le saltaran las lágrimas, acabó obedeciendo y dirigió la atención al segundo paquete, que también traía una nota: «Buena chica, ábreme a mí primero.»
-Hijo de.....-masculló __________(Tn).
Temblorosa, retiró la cinta adhesiva y abrió las tapas. Dentro había varios objetos cuidadosamente envueltos en papel de burbujas. __________(Tn) tomó el primero y empezó a romper las capas protectoras.
-¡Dios! ¡No!
Se trataba de una cámara de vídeo. Venía acompañada de una serie de complementos, así como de un libro de instrucciones. Había también un teléfono fijo con unos botones bastante
poco corrientes.
__________(Tn) y se quedó atemorizada ante la serie de ideas que le surgieron asociadas a la cámara. No tenía ninguna intención de actuar para aquel cabrón enfermo. Ya tenía bastante con las fotos; si además le daba vídeos, jamás se libraría de él.
Debería llamar a la policía o quizá a alguno de sus hermanos. Puede que si contaba toda la verdad la ayudaran a encontrar a aquel tarado y a expulsarlo de su vida.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos una vez más por el sonido del teléfono. __________(Tn) lo descolgó:
-¿Quién eres? -preguntó casi chillando.
-Puedes llamarme Justiciero -respondió la voz-, porque eso es lo que voy a obtener: justicia. Justicia para todas aquellas personas a las que has explotado. ¿Has abierto ya las dos
cajas?
-Sólo he visto la cámara y el teléfono. No pienso...
-Harás exactamente lo que yo te diga -la cortó él con brusquedad-; si no, tendrás a la policía en tu casa en quince minutos. Abre la otra caja.
__________(Tn) cerró la boca con tanta fuerza que se oyó el chasquido de los dientes al chocar. Se colocó el auricular del teléfono en el hombro y cogió la caja más pequeña. Al abrir las tapas, apareció un montón de papel blanco que retiró para hacerse con el objeto que encontró más arriba: Era un....
...
El tono del teléfono sustituyó a la voz. __________(Tn) se quedó mirando el aparato, horrorizada.
¿Cómo sabía él que ella había abierto la puerta y recogido el sobre? ¿Es que estaba en aquella misma habitación y la observaba a través de la cámara de un móvil? «¡Dios bendito!, a lo mejor debería llamar a la policía.»
__________(Tn) atravesó la habitación tambaleándose hasta dar con una silla en la que se dejó caer. Si llamaba a la policía, ¿qué les diría? No, debía pensárse lo primero. Tenía que sacar el maldito telescopio del balcón. Necesitaba... un trago. Se levantó y fue hasta el pequeño carrito metálico y de cristal que hacía las veces de mueble bar . Cogió la primera botella que encontró: Baileys irlandés.
Con la bebida en una mano y el sobre en la otra, fue hasta la cocina a por un vaso. Vertió en él, temblorosa, la crema de whisky y fijó la mirada en el sobre, que había depositado en la encimera de mármol; era de aspecto normal, tamaño folio, y traía una sola solapilla. No había nada escrito en él, ni siquiera su nombre.
Después de haberle dado un buen sorbo al Baileys, abrió el sobre, del que cayeron, de repente, unas fotografías sujetas con una goma elástica. __________(Tn) las recogió del suelo, quitó la goma y fue pasando las fotos una a una al tiempo que aumentaba su irritación: eran imágenes de su
balcón, que alguien había tomado con un teleobjetivo y ajustando la exposición a una luz de baja intensidad. Quien estuviera tras la cámara se había situado en alguna parte al otro lado de la calle y por encima del sexto piso, porque las había disparado desde arriba.
En todas las instantáneas aparecían claramente __________(Tn) y el telescopio. A ella se la veía
mirando entre las cortinas, sacando el instrumento al balcón o ajustando las lentes, y resultaba bastante obvio que no apuntaba a la noche estrellada porque el tubo estaba en posición casi paralela al suelo. Horrorizada, se vio en imágenes en las que se tocaba el pecho mientras espiaba e
incluso (¡madre mía!) con las manos por dentro de los pantalones mientras se masturbaba. En su contrato había una cláusula de moralidad, de modo que, aun que no la detuvieran, aquellas fotos bastarían para que la despidieran e, incluso, le quitaran la licencia de trabajadora social.
__________(Tn) se levantó del taburete y corrió hacia el cuarto de baño. Llegó justo a tiempo para vomitar todo lo que tenía en el estómago. Aturdida por las náuseas, se arrodilló sobre la taza del inodoro... Y después dicen que los copazos calman los nervios.
El teléfono volvió a sonar mientras __________(Tn) se lavaba la cara. Esta vez no se lo pensó dos veces. Caminó directa al aparato y lo descolgó:
-¿Qué es lo que quiere? -preguntó con un gruñido.
-__________(Tn), __________(Tn) ... -respondió la voz en tono reprobatorio-, parece que estás enfadada. Ahora ya sabes cómo van a sentirse tus víctimas cuando se enteren de lo que has estado haciendo, de cómo has invadido su intimidad...
-Le he preguntado qué es lo que quiere -lo interrumpió __________(Tn).
-Justicia, ya te lo he dicho -la voz se volvió seria-. Hay algo para ti en la portería. Ve a buscarlo. Volveré a llamarte dentro de veinte minutos.
-No pienso ir a ningún... -antes de que hubiera acabado la frase, el desconocido ya había colgado.
__________(Tn) permaneció inmóvil durante casi cinco minutos. Luego salió al balcón y recogió el telescopio, que acabó guardando en el armario de su dormitorio. Después se lavó los dientes para eliminar el mal sabor de boca que aún notaba y se miró al espejo. Su rostro, habitualmente pálido,
aparecía ahora absolutamente blanco. El sudor le resbalaba por la frente y le temblaban las manos.
Cuando ya no le quedaban razones para posponerlo más, llamó a la portería y preguntó si había llegado algo para ella. Russell, el vigilante nocturno, le respondió que sí.
Incapaz de soportar la tensión un segundo más, cogió las llaves, salió del apartamento y
cerró la puerta con cuidado. El ligero movimiento del ascensor le produjo de nuevo náuseas, así
que tragó saliva y pasó lo que quedaba del trayecto tratando de hacer ejercicios de respiración.
Russell la recibió con una amplia sonrisa y dos cajas, ambas envueltas en papel marrón: una era grande y cuadrada, mientras que la otra era alargada y más bajita. __________(Tn) trató de parecer natural:
-Hola, Russell. ¿Cuál de estas cajas es la mía?
-Buenos días, señora ____________(Ta) -contestó el hombre con una mueca. Russell era el primer vigilante que __________(Tn) había conocido al mudarse al edificio hacía unos seis meses. Era amable, de mediana edad y siempre dispuesto a ayudar a los inquilinos-. Estaba a punto de llamarla cuando lo ha hecho usted. Debe de estar adelantándose la Navidad: las dos cajas son para usted.
-¿Las dos? -respondió ella con un gritito y los ojos fijos en las tapas de las cajas.
Efectivamente, en cada envoltorio aparecía escrito __________(Tn) __________(Ta) en mayúsculas-.
-¿Te has fijado en quién las ha entregado?
-Pues no. Estaba ayudando al señor Caruthers, del tercero, a subir la compra. Cuando he vuelto, ya estaban aquí. Hay una que pesa bastante.
__________(Tn) trató de levantarlas. La bajita era más ligera, pero la otra, la grande, pesaba por lo
menos seis kilos.
-Muchas gracias, Russell, creo que podré arreglármelas.
-Bueno, pero déjeme al menos acercarle la grande hasta el ascensor.
__________(Tn) aceptó, ansiosa por llegar arriba lo antes posible.
Ya en el sexto, cargó con las cajas hasta su casa y, una vez dentro y a salvo, las dejó en el suelo para observarlas un rato. Contuvieran lo que contuvieran, no podía ser nada bueno.
Decidió empezar por la bajita. Cogió de la cocina un cuchillo afilado y cortó la cinta adhesiva que envolvía el paquete. Mientras lo hacía, se le ocurrió pensar en las huellas dactilares. Por si al final se animaba a llamar a la policía, debía procurar conservar las que hubiera en la caja y no
dejar las suyas, de modo que apartó el cuchillo, volvió a la cocina y se hizo con un par de guantes de látex, de los de la limpieza. Ya con ellos enfundados, acabó de quitar el papel de embalaje.
La caja que apareció era blanca y de cartón, y llevaba un mensaje escrito que rezaba: «Abre la otra
caja primero.»
Para entonces, __________(Tn) se sentía tan descontrolada que no pudo contenerse:
-¡Deja de decirme lo que tengo que hacer! -empezó a gritar.
Aunque la frustración había conseguido que se le saltaran las lágrimas, acabó obedeciendo y dirigió la atención al segundo paquete, que también traía una nota: «Buena chica, ábreme a mí primero.»
-Hijo de.....-masculló __________(Tn).
Temblorosa, retiró la cinta adhesiva y abrió las tapas. Dentro había varios objetos cuidadosamente envueltos en papel de burbujas. __________(Tn) tomó el primero y empezó a romper las capas protectoras.
-¡Dios! ¡No!
Se trataba de una cámara de vídeo. Venía acompañada de una serie de complementos, así como de un libro de instrucciones. Había también un teléfono fijo con unos botones bastante
poco corrientes.
__________(Tn) y se quedó atemorizada ante la serie de ideas que le surgieron asociadas a la cámara. No tenía ninguna intención de actuar para aquel cabrón enfermo. Ya tenía bastante con las fotos; si además le daba vídeos, jamás se libraría de él.
Debería llamar a la policía o quizá a alguno de sus hermanos. Puede que si contaba toda la verdad la ayudaran a encontrar a aquel tarado y a expulsarlo de su vida.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos una vez más por el sonido del teléfono. __________(Tn) lo descolgó:
-¿Quién eres? -preguntó casi chillando.
-Puedes llamarme Justiciero -respondió la voz-, porque eso es lo que voy a obtener: justicia. Justicia para todas aquellas personas a las que has explotado. ¿Has abierto ya las dos
cajas?
-Sólo he visto la cámara y el teléfono. No pienso...
-Harás exactamente lo que yo te diga -la cortó él con brusquedad-; si no, tendrás a la policía en tu casa en quince minutos. Abre la otra caja.
__________(Tn) cerró la boca con tanta fuerza que se oyó el chasquido de los dientes al chocar. Se colocó el auricular del teléfono en el hombro y cogió la caja más pequeña. Al abrir las tapas, apareció un montón de papel blanco que retiró para hacerse con el objeto que encontró más arriba: Era un....
NaomiHoran<3
Re: Bad Girl ♥ {Adaptada} -Logan&tú -Pervert!!-
WOW TU NOVELA ESTA INCREIBLES ESPERO Q LA SIGAS PRONTO..LO MAS PRONTO Q PUEDAS XFA Q SI NO MUERO JAJAJA NO ES SIERTO JAJA SIGUELA XFA NUEBA LECTORA BAY....
kathy ♥
Re: Bad Girl ♥ {Adaptada} -Logan&tú -Pervert!!-
seguila pronto esta buenaza me encanta com escribes ¡nueva lectora! ;)
la espero :ñomñom:
la espero :ñomñom:
Jenn.
#Capitulo 4♥
_____ cerró la boca con tanta fuerza que se oyó el chasquido de los dientes al chocar. Se colocó el auricular del teléfono en el hombro y cogió la caja más pequeña. Al abrir las tapas, apareció un montón de papel blanco que retiró para hacerse con el objeto que encontró más arriba: un bustier rojo. La prenda se anudaba por delante y llevaba el liguero incorporado.
... -Ni en broma -susurró al auricular.
-Si vas a estar preciosa con él. Estoy deseando ver cómo lo rellenan esos preciosos y enormes pechos -la voz de Justiciero había bajado de tono y sonaba ahora más grave-, me estoy empalmando sólo de imaginarlo.
_____ estaba tan sorprendida que por un segundo dejó de sentirse asustada. Se mojó los labios nerviosa, ningún hombre le había dicho algo así en su vida. Y nunca se había puesto algo tan... sexy.
Se fijó en la talla del bustier, era justo la suya. ¿Cómo lo habría sabido? ¿Cómo le quedaría puesto?
Abrumada al darse cuenta de que estaba planteándoselo, _____ gritó:
-¡No pienso hacerlo!
-Claro que lo harás, _____. Voy a...
-Me llamo _______ (Tuapod) -interrumpió cortante-. Odio lo de _____.
-Está bien, ______(Tuapod). Te diré lo que podemos hacer. Vamos a olvidarnos del resto del contenido de esa caja hasta más tarde. Todavía hay mucho que hacer. Empecemos por el teléfono.
_____ lo dudó un segundo. La voz le había dejado bien claro que llamaría a la policía si se negaba a obedecer. Necesitaba ganar tiempo para pensar cómo salir de aquel atolladero. Quizá si fingiera estar muerta de miedo, él se calmaría, complacido. Además, grabarse en vídeo no significaba entregarle la cinta.
Durante los siguientes quince minutos, _____ hizo todo lo que Justiciero le ordenaba, actuando como si hubiera encendido el piloto automático. Se vio obligada a quitarse los guantes de látex para seguir las instrucciones sobre el teléfono, que tuvo que colocar en el cuarto de estar en
sustitución del que había. Justiciero le explicó que el nuevo aparato contaba con un sistema de manos libres que les permitiría hablar sin tener que sostener el auricular. _____ se estremeció al entender de inmediato que eso significaba que la tendría con las manos ocupadas en otras
actividades.
-¿Me oyes bien? -bromeó él después de que ella hubiera pulsado el botón del manos libres.
-Sí, te oigo bien -respondió _____, molesta al descubrirse sonriendo levemente.
Aunque estaba chantajeándola, era evidente que pretendía seducirla con sus bromas y sus lisonjas para conseguir que ella se olvidara de que él era el enemigo.
_____ se fijó de nuevo en el teléfono y se dedicó a hacer cabalas sobre Justiciero. ¿Se trataría de alguno de los inquilinos del edificio de enfrente? Por la voz parecía alguien educado y autoritario, alguien acostumbrado a estar al mando.
Miró furtivamente hacia las cortinas del cuarto de estar, ahora corridas. Por el ángulo de las fotografías que habían tomado de ella, _____ sabía que las habían hecho desde el otro lado de la calle y por encima del sexto. El dominador vivía en el séptimo, sin embargo no podía tratarse de él porque estaba observándolo justo cuando Justiciero llamó por primera vez.
-Bien, _____, no puedo aguantar más. Necesito que te pongas el body rojo.
A ella se le cortó la respiración. Iba en serio, aquel tipo esperaba de verdad que se lo pusiera. Debería estar asqueada y no obstante, en algún momento en la última media hora, su cuerpo había empezado a reaccionar ante el estímulo de aquella voz profunda e íntima que sonaba como en sus fantasías: cálida, sexy e incluso empapada de ternura.
-No es un body, es un bustier -corrigió enseguida mientras sacudía la cabeza como queriendo desprenderse de los peligrosos pensamientos que iban invadiéndola.
-Tienes toda la razón. El body es el que no lleva esas varillas... ballenas, ¿verdad? Ya te lo pondrás luego. -Su voz se escuchaba suave y seductora-. Ponte el bustier, nena.
La habitación se llenaba de una sensación de encantamiento que hacía que a _____ le latiera el corazón cada vez más rápido. Sólo unos instantes antes había estado temblando de miedo y ahora, en cambio, se sentía encendida, excitada. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué le estaba haciendo
aquella voz?
Acarició el raso y el encaje de la prenda. Podía fingir llevarlo puesto y él no se enteraría; a fin de cuentas, no podía verla.
-Tengo la polla dura sólo de pensarlo. Échame un cable, anda.
A _____ se le contrajo el sexo al escuchar aquellas palabras: tenía las bragas empapadas. ¿La tendría grande? La pregunta le vino a la mente de modo espontáneo y, con ella, la imagen de un hombre sentado, con el rostro oculto en una sombra y el pene como un asta elevado con orgullo entre las piernas abiertas. Un hombre que la esperaba a ella.
-Está bien -accedió-, voy a ponérmelo.
-Cuéntame lo que vayas haciendo, todo lo que vayas haciendo.
La voz, ahora aún más baja, se había convertido en un mero bramido. _____ era consciente de su propia excitación, que aumentaba como reacción a aquel sonido.
-Estoy... quitándome el jersey -masculló mientras se agarraba el dobladillo de la camiseta y se la sacaba por la cabeza.
-Vas de negro. Siempre vas de negro. Hace que se te vea la piel aún más blanca y perfecta.
-Tengo un culo enorme -se lamentó. Si bien dadas las circunstancias resultaba ser un comentario bastante ridículo, arrastrada por la situación, _____ no podía dejar de sentir, como solía ocurrirle, que no era normal-. Estoy demasiado gorda.
-No es verdad, nena. Eres como una de las musas de Rubens. Hace trescientos cincuenta años tu cuerpo representaba el canon de belleza. Tienes que aprender a apreciar todas esas
sinuosas curvas y la lujuria que provocan. Como lo hago yo.
Aquellas palabras la dejaron más tranquila y la envalentonaron. Como una de las musas de Rubens... Le gustaba aquella descripción. _____ se desabrochó los pantalones y se deshizo de ellos.
-Estoy quitándome los pantalones -explicó.
-¡Esa es mi chica! Ahora el sujetador. ¿De qué color es?
-Color carne -respondió _____ con una mueca. Por una vez en su vida, deseó llevar puesto uno de encaje bien sexy, como los que aparecen en los catálogos de corsetería.
-Nena, tienes que llevarlo negro para que realce el tono de esa piel de pecado que tienes - la respiración sonaba con fuerza-. Quiero chuparte los pechos hasta que te corras. ¿Te has corrido alguna vez sólo con que alguien te chupara los pezones?
-No... -contestó _____ en un suspiro, temerosa de tener que admitir la poca experiencia que tenía.
-¡Qué lástima! Parece que has estado siempre con el chico equivocado. Ahora quítate las bragas. ¿También son de color carne?
-Sí-mintió para evitar describirlas sencillas bragas blancas que en realidad llevaba puestas.
-Está bien, __________(TA). Déjalas caer. Ahora quiero que te acaricies tu sexo para mí.
_____ dejó escapar un gemido. Nunca había escuchado a un hombre decirle esa palabra, la palabra reservada para sus fantasías, sus sensuales, prohibidas y solitarias fantasías. Aun con el cuerpo febril, empezó a tiritar. Sus mundos imaginario y real se entremezclaban. ¿Cómo acabaría todo aquello?
-Finge que soy yo quien te acaricia, que soy yo quien hace que vayas empapándote, ¿puedes?
Fascinada por la voz de Justiciero, __________(TN se tumbó en el sofá y estiró las piernas. Bajó dos dedos hasta sus pliegues y no se sorprendió al notarse chorreante. Era por aquella voz: la más sexy, la más erótica que había escuchado jamás.
-Estoy... estoy tocándome -dijo en voz alta.
-Muy bien, nena. Yo también estoy tocándome. He tenido que abrirme los pantalones y sacarme la polla porque me apretaba demasiado ahí guardada.
-¿Cómo es?
Silencio fue todo lo que obtuvo por respuesta. _____ Se puso roja. ¿Qué estaba haciendo? Ni siquiera conocía a ese tío y le estaba pidiendo que le describiera su polla. «¡Está chantajeándome, por Dios!»
-¿Que cómo es qué? -se interesó él, dejando así imaginar una sonrisa.
La sorna de Justiciero la dejó cautivada.
-Tu polla -dijo ella sin tapujos-, descríbeme tu polla.
Él respiró sonoramente. _____ sonrió para sí, encantada de haberlo sorprendido.
-Mide unos veinte cinco centímetros. No estoy circuncidado, así que la tengo más gorda que la mayoría de los tíos. Está dura como un garrote y tiene la punta completamente morada por las ganas que te tengo.
La imagen de aquel pene paralizó la respiración de _____.
-Me encantaría verla -confesó entre suspiros.
-A mí también me encantaría que la vieras, nena, pero por ahora busca en la caja en la que estaba el bustier y encontrarás otro de mis regalitos.
... -Ni en broma -susurró al auricular.
-Si vas a estar preciosa con él. Estoy deseando ver cómo lo rellenan esos preciosos y enormes pechos -la voz de Justiciero había bajado de tono y sonaba ahora más grave-, me estoy empalmando sólo de imaginarlo.
_____ estaba tan sorprendida que por un segundo dejó de sentirse asustada. Se mojó los labios nerviosa, ningún hombre le había dicho algo así en su vida. Y nunca se había puesto algo tan... sexy.
Se fijó en la talla del bustier, era justo la suya. ¿Cómo lo habría sabido? ¿Cómo le quedaría puesto?
Abrumada al darse cuenta de que estaba planteándoselo, _____ gritó:
-¡No pienso hacerlo!
-Claro que lo harás, _____. Voy a...
-Me llamo _______ (Tuapod) -interrumpió cortante-. Odio lo de _____.
-Está bien, ______(Tuapod). Te diré lo que podemos hacer. Vamos a olvidarnos del resto del contenido de esa caja hasta más tarde. Todavía hay mucho que hacer. Empecemos por el teléfono.
_____ lo dudó un segundo. La voz le había dejado bien claro que llamaría a la policía si se negaba a obedecer. Necesitaba ganar tiempo para pensar cómo salir de aquel atolladero. Quizá si fingiera estar muerta de miedo, él se calmaría, complacido. Además, grabarse en vídeo no significaba entregarle la cinta.
Durante los siguientes quince minutos, _____ hizo todo lo que Justiciero le ordenaba, actuando como si hubiera encendido el piloto automático. Se vio obligada a quitarse los guantes de látex para seguir las instrucciones sobre el teléfono, que tuvo que colocar en el cuarto de estar en
sustitución del que había. Justiciero le explicó que el nuevo aparato contaba con un sistema de manos libres que les permitiría hablar sin tener que sostener el auricular. _____ se estremeció al entender de inmediato que eso significaba que la tendría con las manos ocupadas en otras
actividades.
-¿Me oyes bien? -bromeó él después de que ella hubiera pulsado el botón del manos libres.
-Sí, te oigo bien -respondió _____, molesta al descubrirse sonriendo levemente.
Aunque estaba chantajeándola, era evidente que pretendía seducirla con sus bromas y sus lisonjas para conseguir que ella se olvidara de que él era el enemigo.
_____ se fijó de nuevo en el teléfono y se dedicó a hacer cabalas sobre Justiciero. ¿Se trataría de alguno de los inquilinos del edificio de enfrente? Por la voz parecía alguien educado y autoritario, alguien acostumbrado a estar al mando.
Miró furtivamente hacia las cortinas del cuarto de estar, ahora corridas. Por el ángulo de las fotografías que habían tomado de ella, _____ sabía que las habían hecho desde el otro lado de la calle y por encima del sexto. El dominador vivía en el séptimo, sin embargo no podía tratarse de él porque estaba observándolo justo cuando Justiciero llamó por primera vez.
-Bien, _____, no puedo aguantar más. Necesito que te pongas el body rojo.
A ella se le cortó la respiración. Iba en serio, aquel tipo esperaba de verdad que se lo pusiera. Debería estar asqueada y no obstante, en algún momento en la última media hora, su cuerpo había empezado a reaccionar ante el estímulo de aquella voz profunda e íntima que sonaba como en sus fantasías: cálida, sexy e incluso empapada de ternura.
-No es un body, es un bustier -corrigió enseguida mientras sacudía la cabeza como queriendo desprenderse de los peligrosos pensamientos que iban invadiéndola.
-Tienes toda la razón. El body es el que no lleva esas varillas... ballenas, ¿verdad? Ya te lo pondrás luego. -Su voz se escuchaba suave y seductora-. Ponte el bustier, nena.
La habitación se llenaba de una sensación de encantamiento que hacía que a _____ le latiera el corazón cada vez más rápido. Sólo unos instantes antes había estado temblando de miedo y ahora, en cambio, se sentía encendida, excitada. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué le estaba haciendo
aquella voz?
Acarició el raso y el encaje de la prenda. Podía fingir llevarlo puesto y él no se enteraría; a fin de cuentas, no podía verla.
-Tengo la polla dura sólo de pensarlo. Échame un cable, anda.
A _____ se le contrajo el sexo al escuchar aquellas palabras: tenía las bragas empapadas. ¿La tendría grande? La pregunta le vino a la mente de modo espontáneo y, con ella, la imagen de un hombre sentado, con el rostro oculto en una sombra y el pene como un asta elevado con orgullo entre las piernas abiertas. Un hombre que la esperaba a ella.
-Está bien -accedió-, voy a ponérmelo.
-Cuéntame lo que vayas haciendo, todo lo que vayas haciendo.
La voz, ahora aún más baja, se había convertido en un mero bramido. _____ era consciente de su propia excitación, que aumentaba como reacción a aquel sonido.
-Estoy... quitándome el jersey -masculló mientras se agarraba el dobladillo de la camiseta y se la sacaba por la cabeza.
-Vas de negro. Siempre vas de negro. Hace que se te vea la piel aún más blanca y perfecta.
-Tengo un culo enorme -se lamentó. Si bien dadas las circunstancias resultaba ser un comentario bastante ridículo, arrastrada por la situación, _____ no podía dejar de sentir, como solía ocurrirle, que no era normal-. Estoy demasiado gorda.
-No es verdad, nena. Eres como una de las musas de Rubens. Hace trescientos cincuenta años tu cuerpo representaba el canon de belleza. Tienes que aprender a apreciar todas esas
sinuosas curvas y la lujuria que provocan. Como lo hago yo.
Aquellas palabras la dejaron más tranquila y la envalentonaron. Como una de las musas de Rubens... Le gustaba aquella descripción. _____ se desabrochó los pantalones y se deshizo de ellos.
-Estoy quitándome los pantalones -explicó.
-¡Esa es mi chica! Ahora el sujetador. ¿De qué color es?
-Color carne -respondió _____ con una mueca. Por una vez en su vida, deseó llevar puesto uno de encaje bien sexy, como los que aparecen en los catálogos de corsetería.
-Nena, tienes que llevarlo negro para que realce el tono de esa piel de pecado que tienes - la respiración sonaba con fuerza-. Quiero chuparte los pechos hasta que te corras. ¿Te has corrido alguna vez sólo con que alguien te chupara los pezones?
-No... -contestó _____ en un suspiro, temerosa de tener que admitir la poca experiencia que tenía.
-¡Qué lástima! Parece que has estado siempre con el chico equivocado. Ahora quítate las bragas. ¿También son de color carne?
-Sí-mintió para evitar describirlas sencillas bragas blancas que en realidad llevaba puestas.
-Está bien, __________(TA). Déjalas caer. Ahora quiero que te acaricies tu sexo para mí.
_____ dejó escapar un gemido. Nunca había escuchado a un hombre decirle esa palabra, la palabra reservada para sus fantasías, sus sensuales, prohibidas y solitarias fantasías. Aun con el cuerpo febril, empezó a tiritar. Sus mundos imaginario y real se entremezclaban. ¿Cómo acabaría todo aquello?
-Finge que soy yo quien te acaricia, que soy yo quien hace que vayas empapándote, ¿puedes?
Fascinada por la voz de Justiciero, __________(TN se tumbó en el sofá y estiró las piernas. Bajó dos dedos hasta sus pliegues y no se sorprendió al notarse chorreante. Era por aquella voz: la más sexy, la más erótica que había escuchado jamás.
-Estoy... estoy tocándome -dijo en voz alta.
-Muy bien, nena. Yo también estoy tocándome. He tenido que abrirme los pantalones y sacarme la polla porque me apretaba demasiado ahí guardada.
-¿Cómo es?
Silencio fue todo lo que obtuvo por respuesta. _____ Se puso roja. ¿Qué estaba haciendo? Ni siquiera conocía a ese tío y le estaba pidiendo que le describiera su polla. «¡Está chantajeándome, por Dios!»
-¿Que cómo es qué? -se interesó él, dejando así imaginar una sonrisa.
La sorna de Justiciero la dejó cautivada.
-Tu polla -dijo ella sin tapujos-, descríbeme tu polla.
Él respiró sonoramente. _____ sonrió para sí, encantada de haberlo sorprendido.
-Mide unos veinte cinco centímetros. No estoy circuncidado, así que la tengo más gorda que la mayoría de los tíos. Está dura como un garrote y tiene la punta completamente morada por las ganas que te tengo.
La imagen de aquel pene paralizó la respiración de _____.
-Me encantaría verla -confesó entre suspiros.
-A mí también me encantaría que la vieras, nena, pero por ahora busca en la caja en la que estaba el bustier y encontrarás otro de mis regalitos.
NaomiHoran<3
.#Capitulo 5♥
______ se incorporó e introdujo la mano en la caja hasta rozar con los nudillos varias capas de papel y cartón.
...
-¿Está en la otra? -preguntó.
-No, mete la mano hasta el fondo, ya verás.
Y así fue. Tocó con los dedos algo duro y alargado, lo empuñó y lo extrajo.
-¡Es un vibrador!
-No, es un consolador, nena. Mide veinte cinco centímetros de largo y seis de ancho, exactamente lo mismo que mi polla.
______ se quedó estudiando el aparato mientras le aumentaba el ritmo de los latidos. Aquello era enorme: de goma, recio, curvado y con la punta como la cabeza de un champiñón.
«Exactamente igual que mi polla», había dicho él. Lo recorrió con el dedo, excitada por el tacto casi real de aquellas venas y protuberancias. Con un instrumento así podía hacer como si se tratara de un pene de verdad, fingir que tenía a Justiciero en sus manos. Aquel pensamiento se tradujo en un chispazo en la entrepierna.
-Quiero que te lo metas en tu sexo e imagines que soy yo.
______ estrujó la punta: cedía, aunque no mucho.
-Esto es enorme -se quejó con la voz queda.
Justiciero se mantuvo en silencio durante unos segundos. Cuando empezó a hablar, adoptó un tono amable.
-______, ¿eres virgen? -quiso cerciorarse.
Ella se ofendió al instante.
-Claro que no. Tengo 22 años, ¿es que crees que me pasa algo o qué?
Era cierto que tenía sobrepeso, pero ¿pensaba él que era un bicho raro?
-No, cielo, no es eso, es que quería estar seguro. Escúchame, túmbate y déjame hablar un minuto, ¿Ok?
-Bueno... -accedió rezongando, aún molesta por la pregunta.
______ se acomodó entre los almohadones y buscó la postura más confortable.
-Quiero que cojas el consolador y que te frotes con él por fuera de tu sexo. Sólo rózate con él moviéndolo arriba y abajo mientras te voy indicando qué hacer.
A ______ ya se le había pasado el enfado. Fue siguiendo sus instrucciones, envolvió el consolador con la mano derecha y empezó a masajearse con la punta redondeada. Las palabras que la voz había pronunciado retumbaron de nuevo en su cabeza: está «dura como un garrote», tiene la punta «completamente morada»... Al imaginar aquella polla tocando su propia piel mientras él le separaba los muslos con las manos, el sexo empezó a palpitarle.
-Estoy recostado en una silla, me estoy empuñando la verga y me encantaría que fuera mi verga y no ése de goma el que jugueteara con tus dulces labios -la voz de Justiciero acariciaba a ______ como si se tratara de un pañuelo de seda-. Frotaría mi polla contra tu sexo una y otra vez hasta que me rogaras que te follara, pero yo no lo haría.
-¡Ah!,¿no?
-No, no hasta que te corrieras, una vez, para mí. Así estarías empapada y anhelante cuando te penetrara por esa hendidura, pequeña y tensa -su voz era ahora casi un bramido-. Empujaría, entraría y saldría un poco cada vez hasta que empezaras a correrte de nuevo y, entonces, me clavaría entero dentro de ti para que pudiéramos corrernos a la vez.
______ se lo imaginó encima de ella. Tendría los hombros anchos; las manos, agradables y experimentadas; el rostro, lleno de amor... Luego se relajó arropada por los cojines del sofá y con la mano izquierda se separó los labios del sexo. Una vez abierta, se pasó el consolador a lo largo de la hendidura con un movimiento lento y rítmico.
-Háblame, ______ -le pidió Justiciero en un gruñido-, ¿qué estás haciendo ahora?
-Estoy empapando el consolador -respondió.
-¡Oh! Sí..., a mí la polla también me está derramando líquido. Tengo tantas ganas de follarte...
______ contuvo la respiración, la aspereza de aquella voz la tenía fuera de sí. Sentía el sexo húmedo y el capullo del consolador ya estaba resbaladizo bañado por todos sus fluidos. Cuando intentaba introducirse la punta emitió un gemido al notar el contraste entre la dureza del juguete y su carne mullida.
-Ojalá pudiera saborear tu sexo-continuó Justiciero-; seguro que es dulce como un caramelo.
______ tembló antes de atrapar con los muslos la gruesa pieza de goma que tenía apretada contra su sexo. Trató de imaginar la cabeza de Justiciero entre sus piernas y el tacto de su lengua mientras la lamía. La excitación la invadió por completo.
-¿De qué color tienes el pelo? -quiso saber.
-¿Quieres saber el aspecto que tendría si te estuviera comiendo tu sexo, preciosa? - respondió él entre risas.
-Sí -susurró ______.
-Soy blanco y llevo el pelo corto-respondió Justiciero con seriedad-. La lengua la tengo larga y caliente, y se muere por chuparte por todas partes.
______ quería aquella boca, quería aquella polla, quería clavarse aquel maldito consolador. Ya. Tomó aliento y se lo introdujo.
Todo parecía desvanecerse, nada importaba y a. Todas las sensaciones de su cuerpo se concentraron en un único lugar.
-Háblame -insistió Justiciero.
______ hizo caso omiso de su petición. Con el consolador ya en su interior, trataba de acomodarse a aquella intrusión. Tras un cambio de postura, la incomodidad inicial se transformó en placer. La fricción del instrumento estimulaba cada una de sus terminaciones nerviosas de modo que, una a una, las radiaciones de calor fueron recorriéndole el cuerpo, encendiéndole los muslos, las rodillas y, finalmente, los dedos de los pies.
-La tengo dentro -le informó en un gemido.
-Así me gusta, preciosa... -le agradeció Justiciero en un ronroneo-. Clávate mi pollón caliente hasta el fondo de ese precioso coñito. Déjame follarte, nena.
Dirigida por la magia de aquella voz, ______ empezó a mecer las caderas, adelante y atrás, al tiempo que manejaba el pene artificial. Así fue sumergiéndose en oleadas de placer.
-Oooh... -gimió.
-Muy bien, cielo, lo has hecho muy bien. Noto tu sexo, apretado y estrecho, me está poniendo a cien...
La voz de Justiciero perdió fuerza. ______ podía escucharlo jadear y masturbarse. Deseosa de acompasar el ritmo, empezó a meterse y sacarse el consolador con más rapidez. El fuego que se había iniciado en sus genitales se le extendió entonces por cada palmo del cuerpo.
-¡Qué placer!
-Sí-resopló Justiciero-, placer...
______ continuó follándose con el falo ficticio, con mayor confianza y avidez, con cada nueva embestida. Los líquidos la habían lubricado hasta tal punto que los movimientos resultaban notablemente más fáciles. Dobló las piernas y apoyó las plantas de los pies contra el brazo del sofá. El ardor se había transformado en un verdadero infierno. Tensó las nalgas y los muslos con la intención de disfrutar de cada sensación. Olía el aroma almizclado de su propia exaltación. Se imaginaba a Justiciero empujando contra ella, y a sí misma arañándole la espalda, amplia y musculosa. Cerró los ojos para retener aquella visión.
-¿Estás a punto de correrte, ______? -la tensión en su voz era evidente.
-Aún no. Quiero prolongarlo -respondió ella, antes de recoger con la lengua el sudor que le empapaba los labios.
-Está bien. Esperaré -las palabras no iban al ritmo de los rugidos que ______ escuchaba-; ¡Dios, encanto! ¡Me muero por follarte! ¡Quiero clavarme en tu cuerpo!
-Yo también me muero porque lo hagas -corroboró ella en un tono ahogado.
______ tenía la sensación de que el calor que notaba en el ombligo provenía de unas ascuas al rojo vivo que la abrasaban por dentro. Empezó a arquear el tronco en busca del clímax.
-______, ya no puedo aguantar más -la voz de Justiciero sonaba anhelante y exigente-: Córrete conmigo. ¡Ah! ¡Ahora!
Aquello precipitó el ritmo de ______, la idea de que él estuviera perdiendo el control, de ser ella la que había conseguido que él se desbocara, la embriagaba hasta tal punto que la sumió en una melopea de excitación. En la oscuridad que se hizo bajo sus párpados cayeron relámpagos luminosos. El arco iris no tardaría en aparecer.
-¡Me corro! -gritó mientras se producía un estallido de color, liberada por fin de aquella ceguera.
El mundo de ______ explotó en una mancha vaga y brillante. Su cuerpo empezó a dar sacudidas mientras las caderas se balanceaban adelante y atrás contra el pene de goma. Los músculos del sexo se pinzaron sobre el consolador como si quisieran exprimirlo, aunque fue éste el que quedó bañado, al igual que la mano que lo sostenía, por los líquidos que manaban del interior de ______.
Nunca había experimentado una sensación tan intensa. Se había pasado la adolescencia soportando los torpes y tentativos titubeos de los chicos de su edad y había tenido que esperar hasta los 20 años, para llegar al clímax por primera vez. Y aunque había tenido varias relaciones desde entonces, nunca había disfrutado del sexo pasional del que hablaban sus amigas. Nada la había preparado para este momento. Sencillamente, lo de que una voz incorpórea y un trozo de goma rígido le proporcionaran el orgasmo más fuerte de su vida, era totalmente nuevo para ella.
...
-¿Está en la otra? -preguntó.
-No, mete la mano hasta el fondo, ya verás.
Y así fue. Tocó con los dedos algo duro y alargado, lo empuñó y lo extrajo.
-¡Es un vibrador!
-No, es un consolador, nena. Mide veinte cinco centímetros de largo y seis de ancho, exactamente lo mismo que mi polla.
______ se quedó estudiando el aparato mientras le aumentaba el ritmo de los latidos. Aquello era enorme: de goma, recio, curvado y con la punta como la cabeza de un champiñón.
«Exactamente igual que mi polla», había dicho él. Lo recorrió con el dedo, excitada por el tacto casi real de aquellas venas y protuberancias. Con un instrumento así podía hacer como si se tratara de un pene de verdad, fingir que tenía a Justiciero en sus manos. Aquel pensamiento se tradujo en un chispazo en la entrepierna.
-Quiero que te lo metas en tu sexo e imagines que soy yo.
______ estrujó la punta: cedía, aunque no mucho.
-Esto es enorme -se quejó con la voz queda.
Justiciero se mantuvo en silencio durante unos segundos. Cuando empezó a hablar, adoptó un tono amable.
-______, ¿eres virgen? -quiso cerciorarse.
Ella se ofendió al instante.
-Claro que no. Tengo 22 años, ¿es que crees que me pasa algo o qué?
Era cierto que tenía sobrepeso, pero ¿pensaba él que era un bicho raro?
-No, cielo, no es eso, es que quería estar seguro. Escúchame, túmbate y déjame hablar un minuto, ¿Ok?
-Bueno... -accedió rezongando, aún molesta por la pregunta.
______ se acomodó entre los almohadones y buscó la postura más confortable.
-Quiero que cojas el consolador y que te frotes con él por fuera de tu sexo. Sólo rózate con él moviéndolo arriba y abajo mientras te voy indicando qué hacer.
A ______ ya se le había pasado el enfado. Fue siguiendo sus instrucciones, envolvió el consolador con la mano derecha y empezó a masajearse con la punta redondeada. Las palabras que la voz había pronunciado retumbaron de nuevo en su cabeza: está «dura como un garrote», tiene la punta «completamente morada»... Al imaginar aquella polla tocando su propia piel mientras él le separaba los muslos con las manos, el sexo empezó a palpitarle.
-Estoy recostado en una silla, me estoy empuñando la verga y me encantaría que fuera mi verga y no ése de goma el que jugueteara con tus dulces labios -la voz de Justiciero acariciaba a ______ como si se tratara de un pañuelo de seda-. Frotaría mi polla contra tu sexo una y otra vez hasta que me rogaras que te follara, pero yo no lo haría.
-¡Ah!,¿no?
-No, no hasta que te corrieras, una vez, para mí. Así estarías empapada y anhelante cuando te penetrara por esa hendidura, pequeña y tensa -su voz era ahora casi un bramido-. Empujaría, entraría y saldría un poco cada vez hasta que empezaras a correrte de nuevo y, entonces, me clavaría entero dentro de ti para que pudiéramos corrernos a la vez.
______ se lo imaginó encima de ella. Tendría los hombros anchos; las manos, agradables y experimentadas; el rostro, lleno de amor... Luego se relajó arropada por los cojines del sofá y con la mano izquierda se separó los labios del sexo. Una vez abierta, se pasó el consolador a lo largo de la hendidura con un movimiento lento y rítmico.
-Háblame, ______ -le pidió Justiciero en un gruñido-, ¿qué estás haciendo ahora?
-Estoy empapando el consolador -respondió.
-¡Oh! Sí..., a mí la polla también me está derramando líquido. Tengo tantas ganas de follarte...
______ contuvo la respiración, la aspereza de aquella voz la tenía fuera de sí. Sentía el sexo húmedo y el capullo del consolador ya estaba resbaladizo bañado por todos sus fluidos. Cuando intentaba introducirse la punta emitió un gemido al notar el contraste entre la dureza del juguete y su carne mullida.
-Ojalá pudiera saborear tu sexo-continuó Justiciero-; seguro que es dulce como un caramelo.
______ tembló antes de atrapar con los muslos la gruesa pieza de goma que tenía apretada contra su sexo. Trató de imaginar la cabeza de Justiciero entre sus piernas y el tacto de su lengua mientras la lamía. La excitación la invadió por completo.
-¿De qué color tienes el pelo? -quiso saber.
-¿Quieres saber el aspecto que tendría si te estuviera comiendo tu sexo, preciosa? - respondió él entre risas.
-Sí -susurró ______.
-Soy blanco y llevo el pelo corto-respondió Justiciero con seriedad-. La lengua la tengo larga y caliente, y se muere por chuparte por todas partes.
______ quería aquella boca, quería aquella polla, quería clavarse aquel maldito consolador. Ya. Tomó aliento y se lo introdujo.
Todo parecía desvanecerse, nada importaba y a. Todas las sensaciones de su cuerpo se concentraron en un único lugar.
-Háblame -insistió Justiciero.
______ hizo caso omiso de su petición. Con el consolador ya en su interior, trataba de acomodarse a aquella intrusión. Tras un cambio de postura, la incomodidad inicial se transformó en placer. La fricción del instrumento estimulaba cada una de sus terminaciones nerviosas de modo que, una a una, las radiaciones de calor fueron recorriéndole el cuerpo, encendiéndole los muslos, las rodillas y, finalmente, los dedos de los pies.
-La tengo dentro -le informó en un gemido.
-Así me gusta, preciosa... -le agradeció Justiciero en un ronroneo-. Clávate mi pollón caliente hasta el fondo de ese precioso coñito. Déjame follarte, nena.
Dirigida por la magia de aquella voz, ______ empezó a mecer las caderas, adelante y atrás, al tiempo que manejaba el pene artificial. Así fue sumergiéndose en oleadas de placer.
-Oooh... -gimió.
-Muy bien, cielo, lo has hecho muy bien. Noto tu sexo, apretado y estrecho, me está poniendo a cien...
La voz de Justiciero perdió fuerza. ______ podía escucharlo jadear y masturbarse. Deseosa de acompasar el ritmo, empezó a meterse y sacarse el consolador con más rapidez. El fuego que se había iniciado en sus genitales se le extendió entonces por cada palmo del cuerpo.
-¡Qué placer!
-Sí-resopló Justiciero-, placer...
______ continuó follándose con el falo ficticio, con mayor confianza y avidez, con cada nueva embestida. Los líquidos la habían lubricado hasta tal punto que los movimientos resultaban notablemente más fáciles. Dobló las piernas y apoyó las plantas de los pies contra el brazo del sofá. El ardor se había transformado en un verdadero infierno. Tensó las nalgas y los muslos con la intención de disfrutar de cada sensación. Olía el aroma almizclado de su propia exaltación. Se imaginaba a Justiciero empujando contra ella, y a sí misma arañándole la espalda, amplia y musculosa. Cerró los ojos para retener aquella visión.
-¿Estás a punto de correrte, ______? -la tensión en su voz era evidente.
-Aún no. Quiero prolongarlo -respondió ella, antes de recoger con la lengua el sudor que le empapaba los labios.
-Está bien. Esperaré -las palabras no iban al ritmo de los rugidos que ______ escuchaba-; ¡Dios, encanto! ¡Me muero por follarte! ¡Quiero clavarme en tu cuerpo!
-Yo también me muero porque lo hagas -corroboró ella en un tono ahogado.
______ tenía la sensación de que el calor que notaba en el ombligo provenía de unas ascuas al rojo vivo que la abrasaban por dentro. Empezó a arquear el tronco en busca del clímax.
-______, ya no puedo aguantar más -la voz de Justiciero sonaba anhelante y exigente-: Córrete conmigo. ¡Ah! ¡Ahora!
Aquello precipitó el ritmo de ______, la idea de que él estuviera perdiendo el control, de ser ella la que había conseguido que él se desbocara, la embriagaba hasta tal punto que la sumió en una melopea de excitación. En la oscuridad que se hizo bajo sus párpados cayeron relámpagos luminosos. El arco iris no tardaría en aparecer.
-¡Me corro! -gritó mientras se producía un estallido de color, liberada por fin de aquella ceguera.
El mundo de ______ explotó en una mancha vaga y brillante. Su cuerpo empezó a dar sacudidas mientras las caderas se balanceaban adelante y atrás contra el pene de goma. Los músculos del sexo se pinzaron sobre el consolador como si quisieran exprimirlo, aunque fue éste el que quedó bañado, al igual que la mano que lo sostenía, por los líquidos que manaban del interior de ______.
Nunca había experimentado una sensación tan intensa. Se había pasado la adolescencia soportando los torpes y tentativos titubeos de los chicos de su edad y había tenido que esperar hasta los 20 años, para llegar al clímax por primera vez. Y aunque había tenido varias relaciones desde entonces, nunca había disfrutado del sexo pasional del que hablaban sus amigas. Nada la había preparado para este momento. Sencillamente, lo de que una voz incorpórea y un trozo de goma rígido le proporcionaran el orgasmo más fuerte de su vida, era totalmente nuevo para ella.
NaomiHoran<3
.#Capitulo 6♥
Nunca había experimentado una sensación tan intensa. Se había pasado la adolescencia soportando los torpes y tentativos titubeos de los chicos de su edad y había tenido que esperar hasta los 20 años, para llegar al clímax por primera vez. Y aunque había tenido varias relaciones desde entonces, nunca había disfrutado del sexo pasional del que
hablaban sus amigas. Nada la había prepar...
ado para este momento. Sencillamente, lo de que una voz incorpórea y un trozo de goma rígido le proporcionaran el orgasmo más fuerte de su vida, era totalmente nuevo para ella.
La voz de Justiciero interrumpió sus pensamientos.
-¿Estás bien, ______?
Ella seguía tratando de recuperar el aliento.
-Aja -respondió en un suspiro.
Todavía se sentía sacudida por las réplicas de aquella explosión.
-Cielo, ha sido genial. Y esto sólo acaba de empezar para nosotros.
«Para nosotros.» Las dos palabras quedaron flotando en el silencio que se hizo entre ellos. La difusa luminiscencia fue desvaneciéndose para _____mientras la realidad iba aposentándose lentamente. ¿Para «nosotros»? Ni siquiera sabía cómo se llamaba aquel hombre, ni tampoco podría reconocerlo por la calle. Y, además, estaba chantajeándola.
Los fluidos empezaron a resbalarle del sexo cuando se incorporó y se levantó del sofá. Fue hasta el cuarto de baño tambaleándose y con la mano derecha aún sujetando el consolador, que seguía encajado.
-Háblame, _____-pidió Justiciero con una voz que perdía la candidez y se afilaba.
Se metió en la bañera y se extrajo el pene de goma de entre las piernas. Al retirarlo, una sensación de pérdida la invadió. La superficie exterior del falso falo estaba cubierta de flujos
genitales, así que, una vez estuvo completamente fuera, lo dejó caer al agua.
La hendidura le goteaba aún, de modo que se hizo con una toalla para secarse.
-______, ¿dónde estás?
Ella dirigió la mirada al cuarto de estar, hacia el lugar del que provenía la voz de Justiciero.
Luego salió de la bañera y se cubrió con el albornoz que había colgado del gancho de detrás de la puerta. Con el cinturón de la prenda ya abrochado a la cintura, se sintió mejor, menos
avergonzada.
-¡_____! -insistió Justiciero .
-Estoy aquí -respondió ella de camino al cuarto de estar.
-¿Qué pasa, cielo? Te ha gustado. Sé que te ha gustado.
-Sí, maldita sea. Ése es el problema.
-¿Cuál es el problema, nena?
El hecho de que siempre empleara apelativos cariñosos la irritaba.
-No soy tu nena, Justiciero . Soy tu víctima. ¿Qué es lo que quieres?
Dejó que transcurriera un momento de silencio antes de explicar:
-Acabamos de compartir algo estupendo y ahora estás cabreada por eso, ¿no?
_____notó la calidez del rubor que la cubrió del cuello a los pómulos.
-Yo no he dicho eso.
-Entonces, ¿qué estás diciendo, ______? -inquirió él en un tono frío.
Había usado el nombre odiado y aquello la dejó destrozada. Todos los gestos y miradas de reprobación que había recibido a lo largo de su vida habían ido acompañados de aquel
«______».
-No sé qué es lo que quieres de mí -contestó desconsolada-; me das miedo.
La voz de Justiciero se dulcificó.
-No tienes que tenerme miedo, preciosa. Nunca haría nada que te hiriera. ¿Te hecho daño hasta ahora?
-No -musitó.
-Entonces dame una oportunidad, ______, y dátela a ti también. No tienes que observarlo todo desde fuera siempre.
_____sintió frío de repente y se rodeó con los brazos. Aunque empezaron a resbalarle lágrimas por la cara, no recordaba haberse puesto a llorar. En menos de una hora, sin haberla siquiera rozado de verdad, ese hombre se le había colado en la cabeza y bajo la piel. Le había pedido que confiara en él, y, sin embargo, no le había dado ninguna razón para ello.
-No sé qué decirte -dijo por fin.
-Entonces no digas nada. Dejémoslo por ahora. Has tenido una noche muy dura y necesitas descansar. Es viernes. Remolonea en la cama cuando te despiertes. ¿Qué tal si te llamo
mañana por la tarde hacia las siete y media? Así charlamos otro poco.
_____se dio cuenta de que el tipo tenía razón: estaba agotada. Lo único que le apetecía era acurrucarse en la cama y taparse con las mantas por encima de la cabeza.
-Está bien -accedió.
-¿Me haces un par de favores? -aprovechó él sin perder el tono amable.
_____sospechó de inmediato.
-¿Qué?
-He leído en un artículo de la revista D' Magazine que hay una nueva exposición de arte barroco en el Museo de Arte. ¿Irás a verla mañana?
Había vuelto a hacerlo. La había dejado completamente desarmada.
-¿Por?
-Porque exponen obras de Rubens. Deberías verlas. Y cuando estés mirándolas, acuérdate de que yo te veo a ti igual que él veía a sus modelos.
_____no sabía cómo reaccionar, de modo que en lugar de responder, preguntó:
-¿Y el segundo favor?
-Guarda esta noche las cajas que te he enviado, pero mañana por la tarde, cuando vuelvas del museo, échale un vistazo a la segunda y mira su contenido.
_____se sintió profundamente aliviada. Ninguno de los dos favores parecía muy complicado, de modo que podía decirle que lo haría y luego colgar e irse a la cama.
-Ok -accedió por segunda vez.
-Buena chica; ahora descansa y prométeme que no vas a espiar más esta noche.
-No, me voy a acostar -respondió segura de que no volvería a tocar aquel telescopio.
-Estupendo. Ya verás qué bien va todo mañana. Buenas noches.
Justiciero colgó el teléfono antes de que _____pudiera responder, así que se levantó y recorrió el cuarto de estar con la mirada; se encontraba sin fuerzas para pensar. Dio la vuelta y se dirigió al dormitorio; una vez allí dio gracias por la inconsciencia que proporciona el sueño.
(Ahora si chicas por quien estaban esperando saber, la identidad de Justiciero)
Logan Henderson mantuvo la mirada clavada en el teléfono. No estaba muy seguro de lo que había iniciado y menos aún de adonde lo llevaría aquello. Llevaba ya tres semanas vigilando el edificio de enfrente y empezaba a notarlo. Ver a la bestia de Víctor Cabrini golpear a mujeres estaba dejándolo destrozado. En más de una ocasión, había querido cruzar corriendo la calle McKinney, tirar abajo la puerta del ático y darle una paliza a aquel cabrón de mierda.
Logan era un policía anticorrupción que iba de paisano, asignado temporalmente al equipo de la Brigada de Crimen Organizado encargado de la investigación de Cabrini. Para ello contaban con un apartamento en el octavo piso del edificio de ______, desde donde vigilaban al sujeto en
cuestión con medios visuales y auditivos, veinticuatro horas al día, siete días a la semana.
La noche en que había dado comienzo el dispositivo, _____había cruzado la calle hacia el edificio de Cabrini para cerciorarse de que el puesto de vigilancia permanecía oculto. Había tomado prestadas las llaves de los vigilantes de seguridad, había subido hasta el tejado y se había colocado justo encima del ático del sospechoso. Aún recordaba con todo lujo de detalles lo que había ocurrido entonces. Después de unas semanas de temperaturas sofocantes, la ola de calor se había acabado y había dejado en Dallas los primeros signos del final del verano. Una vez había
comprobado que Cabrini no sería capaz de descubrir el puesto de observación, se entretuvo un rato en aquel lugar para disfrutar de la agradable temperatura. La casualidad había querido entonces que, justo en aquel momento, ___________decidiera dejar de espiar.
El discreto movimiento de la chica al meter el telescopio en el apartamento llamó la atención de Logan. Su intuición policial lo hizo caer enseguida en la cuenta de lo que había estado haciendo. Cuando volvió al piso base, no le contó a su compañero lo que había visto con la excusa personal de que
no tenía, en realidad, ninguna prueba que demostrara el voyerismo de aquella chica. Por lo que sabía, bien podía tratarse de una astrónoma aficionada que hubiera estado observando el cielo nocturno.
Debido a la seriedad de la investigación sobre Cabrini, el equipo de vigilancia estaba en permanente funcionamiento. Trabajaban por parejas y en turnos de doce horas: cuatro días sí, tres días no. Logan esperó hasta su siguiente noche libre para volver a aquel tejado y echar un vistazo al balcón de ______, pero esta vez se llevó una cámara con teleobjetivo.
Aunque para entonces ya se había pasado cuatro días observando a Cabrini en acción con sus pequeñas y sensuales esclavas, ninguno de aquellos juegos de dominación y disciplina lo excitaban tanto como ______, cuando se tocaba, sola, en la oscuridad.
De nuevo, se guardó para sí lo que había visto. Se dijo que técnicamente estaba fuera de servicio y que informaría de lo ocurrido cuando se reincorporara al trabajo. Mientras, empleó sus horas libres en averiguar todo lo posible sobre ella y su pasado. Para cuando le tocó volver a vigilar, Logan conocía muy bien a _____________: sabía dónde trabajaba, en dónde hacía la compra y cuál era su banco, incluso había averiguado su saldo. Le había despertado la curiosidad el hecho de que una trabajadora social pudiera permitirse un apartamento tan caro y había descubierto que _____había heredado una pequeña cantidad de dinero al morir su padre hacía unos años.
No tenía muy claro qué era lo que lo intrigaba tanto de ella. Quizá el que por el día tenía el perfil de una buena chica, mientras que por la noche se convertía en la mujer murciélago, vestida de negro y escondida entre las sombras.
Logan empezó a anhelar que acabaran sus turnos para poder dedicarse a seguir y observar a _____, y pronto se percató de que aquella chica estaba tan sola como él, pues aunque contaba con algunas amigas con las que se iba de compras y al cine, y una noche había salido a cenar con un
chico, en general pasaba la mayor parte del tiempo sola, espiando a los demás desde su balcón. Logan había pasado horas tratando de imaginar qué sería lo que pensaba mientras permanecía allí, sin compañía, arropada por la penumbra.
Sabía que tenía que pararle los pies. El equipo ya estaba cercando a Cabrini y Logan no podía arriesgarse a que el mafioso la descubriera y se diera cuenta de que lo estaban vigilando.
Logan ya no se hacía ilusiones con lo de acostarse con _____. La creciente obsesión que sentía por ella lo asustaba. A mediados de septiembre se dijo que ya no podía retrasarlo más, debía desarrollar un plan para atemorizarla con la intención de que abandonara su voyerismo. Y luego
tenía que seguir con su propia vida.
El tío de Logan, que tenía una tienda de aparatos electrónicos, le prestó la cámara de vídeo y el teléfono que necesitaba para asustar a _____. El equipo de vigilancia tenía en su poder un juego de llaves maestras de la casa y Logan se había hecho con su propia copia. Había un apartamento vacío en el sexto, a dos puertas del de _____. Una vez hubo organizado allí su base, la llamó desde el móvil y, agazapado tras la puerta, vio a _____recoger el sobre de fotografías del felpudo.
Sin embargo, algo iba mal. No al principio, desde luego. Su plan había funcionado bien. Había sonado brusco y amenazante, y _____se había mostrado claramente aterrada. Luego, de improviso, Logan había ido apartándose de su propio guión, que teóricamente consistía en acosarla con peticiones obscenas, y había comenzado a seducirla.
Sabía bien qué era lo que le había hecho perder ritmo: la imagen de _____con aquel maldito bustier en las manos. De repente había empezado a masturbarse y le había pedido a ella que hiciera lo mismo. Puede que las fantasías y costumbres sadomasoquistas de Cabrini lo hubieran afectado más de lo que pensaba.
Quizá había estado demasiado tiempo sin disfrutar del sexo. Quizá estaba explotando. Lo único que sabía era que la idea de penetrar en la cálida humedad de _____lo enloquecía. La aceptación que ella había mostrado con tanta prontitud lo excitaba, al tiempo que la inseguridad de la chica
lo enternecía. Con todo, no era capaz de solucionarle aquel problema. El no era un psiquiatra y, en cualquier caso, ella tenía dinero de sobra para acudir a su propio loquero.
Esperaría a la mañana siguiente, llamaría a su puerta y le contaría la verdad.
hablaban sus amigas. Nada la había prepar...
ado para este momento. Sencillamente, lo de que una voz incorpórea y un trozo de goma rígido le proporcionaran el orgasmo más fuerte de su vida, era totalmente nuevo para ella.
La voz de Justiciero interrumpió sus pensamientos.
-¿Estás bien, ______?
Ella seguía tratando de recuperar el aliento.
-Aja -respondió en un suspiro.
Todavía se sentía sacudida por las réplicas de aquella explosión.
-Cielo, ha sido genial. Y esto sólo acaba de empezar para nosotros.
«Para nosotros.» Las dos palabras quedaron flotando en el silencio que se hizo entre ellos. La difusa luminiscencia fue desvaneciéndose para _____mientras la realidad iba aposentándose lentamente. ¿Para «nosotros»? Ni siquiera sabía cómo se llamaba aquel hombre, ni tampoco podría reconocerlo por la calle. Y, además, estaba chantajeándola.
Los fluidos empezaron a resbalarle del sexo cuando se incorporó y se levantó del sofá. Fue hasta el cuarto de baño tambaleándose y con la mano derecha aún sujetando el consolador, que seguía encajado.
-Háblame, _____-pidió Justiciero con una voz que perdía la candidez y se afilaba.
Se metió en la bañera y se extrajo el pene de goma de entre las piernas. Al retirarlo, una sensación de pérdida la invadió. La superficie exterior del falso falo estaba cubierta de flujos
genitales, así que, una vez estuvo completamente fuera, lo dejó caer al agua.
La hendidura le goteaba aún, de modo que se hizo con una toalla para secarse.
-______, ¿dónde estás?
Ella dirigió la mirada al cuarto de estar, hacia el lugar del que provenía la voz de Justiciero.
Luego salió de la bañera y se cubrió con el albornoz que había colgado del gancho de detrás de la puerta. Con el cinturón de la prenda ya abrochado a la cintura, se sintió mejor, menos
avergonzada.
-¡_____! -insistió Justiciero .
-Estoy aquí -respondió ella de camino al cuarto de estar.
-¿Qué pasa, cielo? Te ha gustado. Sé que te ha gustado.
-Sí, maldita sea. Ése es el problema.
-¿Cuál es el problema, nena?
El hecho de que siempre empleara apelativos cariñosos la irritaba.
-No soy tu nena, Justiciero . Soy tu víctima. ¿Qué es lo que quieres?
Dejó que transcurriera un momento de silencio antes de explicar:
-Acabamos de compartir algo estupendo y ahora estás cabreada por eso, ¿no?
_____notó la calidez del rubor que la cubrió del cuello a los pómulos.
-Yo no he dicho eso.
-Entonces, ¿qué estás diciendo, ______? -inquirió él en un tono frío.
Había usado el nombre odiado y aquello la dejó destrozada. Todos los gestos y miradas de reprobación que había recibido a lo largo de su vida habían ido acompañados de aquel
«______».
-No sé qué es lo que quieres de mí -contestó desconsolada-; me das miedo.
La voz de Justiciero se dulcificó.
-No tienes que tenerme miedo, preciosa. Nunca haría nada que te hiriera. ¿Te hecho daño hasta ahora?
-No -musitó.
-Entonces dame una oportunidad, ______, y dátela a ti también. No tienes que observarlo todo desde fuera siempre.
_____sintió frío de repente y se rodeó con los brazos. Aunque empezaron a resbalarle lágrimas por la cara, no recordaba haberse puesto a llorar. En menos de una hora, sin haberla siquiera rozado de verdad, ese hombre se le había colado en la cabeza y bajo la piel. Le había pedido que confiara en él, y, sin embargo, no le había dado ninguna razón para ello.
-No sé qué decirte -dijo por fin.
-Entonces no digas nada. Dejémoslo por ahora. Has tenido una noche muy dura y necesitas descansar. Es viernes. Remolonea en la cama cuando te despiertes. ¿Qué tal si te llamo
mañana por la tarde hacia las siete y media? Así charlamos otro poco.
_____se dio cuenta de que el tipo tenía razón: estaba agotada. Lo único que le apetecía era acurrucarse en la cama y taparse con las mantas por encima de la cabeza.
-Está bien -accedió.
-¿Me haces un par de favores? -aprovechó él sin perder el tono amable.
_____sospechó de inmediato.
-¿Qué?
-He leído en un artículo de la revista D' Magazine que hay una nueva exposición de arte barroco en el Museo de Arte. ¿Irás a verla mañana?
Había vuelto a hacerlo. La había dejado completamente desarmada.
-¿Por?
-Porque exponen obras de Rubens. Deberías verlas. Y cuando estés mirándolas, acuérdate de que yo te veo a ti igual que él veía a sus modelos.
_____no sabía cómo reaccionar, de modo que en lugar de responder, preguntó:
-¿Y el segundo favor?
-Guarda esta noche las cajas que te he enviado, pero mañana por la tarde, cuando vuelvas del museo, échale un vistazo a la segunda y mira su contenido.
_____se sintió profundamente aliviada. Ninguno de los dos favores parecía muy complicado, de modo que podía decirle que lo haría y luego colgar e irse a la cama.
-Ok -accedió por segunda vez.
-Buena chica; ahora descansa y prométeme que no vas a espiar más esta noche.
-No, me voy a acostar -respondió segura de que no volvería a tocar aquel telescopio.
-Estupendo. Ya verás qué bien va todo mañana. Buenas noches.
Justiciero colgó el teléfono antes de que _____pudiera responder, así que se levantó y recorrió el cuarto de estar con la mirada; se encontraba sin fuerzas para pensar. Dio la vuelta y se dirigió al dormitorio; una vez allí dio gracias por la inconsciencia que proporciona el sueño.
(Ahora si chicas por quien estaban esperando saber, la identidad de Justiciero)
Logan Henderson mantuvo la mirada clavada en el teléfono. No estaba muy seguro de lo que había iniciado y menos aún de adonde lo llevaría aquello. Llevaba ya tres semanas vigilando el edificio de enfrente y empezaba a notarlo. Ver a la bestia de Víctor Cabrini golpear a mujeres estaba dejándolo destrozado. En más de una ocasión, había querido cruzar corriendo la calle McKinney, tirar abajo la puerta del ático y darle una paliza a aquel cabrón de mierda.
Logan era un policía anticorrupción que iba de paisano, asignado temporalmente al equipo de la Brigada de Crimen Organizado encargado de la investigación de Cabrini. Para ello contaban con un apartamento en el octavo piso del edificio de ______, desde donde vigilaban al sujeto en
cuestión con medios visuales y auditivos, veinticuatro horas al día, siete días a la semana.
La noche en que había dado comienzo el dispositivo, _____había cruzado la calle hacia el edificio de Cabrini para cerciorarse de que el puesto de vigilancia permanecía oculto. Había tomado prestadas las llaves de los vigilantes de seguridad, había subido hasta el tejado y se había colocado justo encima del ático del sospechoso. Aún recordaba con todo lujo de detalles lo que había ocurrido entonces. Después de unas semanas de temperaturas sofocantes, la ola de calor se había acabado y había dejado en Dallas los primeros signos del final del verano. Una vez había
comprobado que Cabrini no sería capaz de descubrir el puesto de observación, se entretuvo un rato en aquel lugar para disfrutar de la agradable temperatura. La casualidad había querido entonces que, justo en aquel momento, ___________decidiera dejar de espiar.
El discreto movimiento de la chica al meter el telescopio en el apartamento llamó la atención de Logan. Su intuición policial lo hizo caer enseguida en la cuenta de lo que había estado haciendo. Cuando volvió al piso base, no le contó a su compañero lo que había visto con la excusa personal de que
no tenía, en realidad, ninguna prueba que demostrara el voyerismo de aquella chica. Por lo que sabía, bien podía tratarse de una astrónoma aficionada que hubiera estado observando el cielo nocturno.
Debido a la seriedad de la investigación sobre Cabrini, el equipo de vigilancia estaba en permanente funcionamiento. Trabajaban por parejas y en turnos de doce horas: cuatro días sí, tres días no. Logan esperó hasta su siguiente noche libre para volver a aquel tejado y echar un vistazo al balcón de ______, pero esta vez se llevó una cámara con teleobjetivo.
Aunque para entonces ya se había pasado cuatro días observando a Cabrini en acción con sus pequeñas y sensuales esclavas, ninguno de aquellos juegos de dominación y disciplina lo excitaban tanto como ______, cuando se tocaba, sola, en la oscuridad.
De nuevo, se guardó para sí lo que había visto. Se dijo que técnicamente estaba fuera de servicio y que informaría de lo ocurrido cuando se reincorporara al trabajo. Mientras, empleó sus horas libres en averiguar todo lo posible sobre ella y su pasado. Para cuando le tocó volver a vigilar, Logan conocía muy bien a _____________: sabía dónde trabajaba, en dónde hacía la compra y cuál era su banco, incluso había averiguado su saldo. Le había despertado la curiosidad el hecho de que una trabajadora social pudiera permitirse un apartamento tan caro y había descubierto que _____había heredado una pequeña cantidad de dinero al morir su padre hacía unos años.
No tenía muy claro qué era lo que lo intrigaba tanto de ella. Quizá el que por el día tenía el perfil de una buena chica, mientras que por la noche se convertía en la mujer murciélago, vestida de negro y escondida entre las sombras.
Logan empezó a anhelar que acabaran sus turnos para poder dedicarse a seguir y observar a _____, y pronto se percató de que aquella chica estaba tan sola como él, pues aunque contaba con algunas amigas con las que se iba de compras y al cine, y una noche había salido a cenar con un
chico, en general pasaba la mayor parte del tiempo sola, espiando a los demás desde su balcón. Logan había pasado horas tratando de imaginar qué sería lo que pensaba mientras permanecía allí, sin compañía, arropada por la penumbra.
Sabía que tenía que pararle los pies. El equipo ya estaba cercando a Cabrini y Logan no podía arriesgarse a que el mafioso la descubriera y se diera cuenta de que lo estaban vigilando.
Logan ya no se hacía ilusiones con lo de acostarse con _____. La creciente obsesión que sentía por ella lo asustaba. A mediados de septiembre se dijo que ya no podía retrasarlo más, debía desarrollar un plan para atemorizarla con la intención de que abandonara su voyerismo. Y luego
tenía que seguir con su propia vida.
El tío de Logan, que tenía una tienda de aparatos electrónicos, le prestó la cámara de vídeo y el teléfono que necesitaba para asustar a _____. El equipo de vigilancia tenía en su poder un juego de llaves maestras de la casa y Logan se había hecho con su propia copia. Había un apartamento vacío en el sexto, a dos puertas del de _____. Una vez hubo organizado allí su base, la llamó desde el móvil y, agazapado tras la puerta, vio a _____recoger el sobre de fotografías del felpudo.
Sin embargo, algo iba mal. No al principio, desde luego. Su plan había funcionado bien. Había sonado brusco y amenazante, y _____se había mostrado claramente aterrada. Luego, de improviso, Logan había ido apartándose de su propio guión, que teóricamente consistía en acosarla con peticiones obscenas, y había comenzado a seducirla.
Sabía bien qué era lo que le había hecho perder ritmo: la imagen de _____con aquel maldito bustier en las manos. De repente había empezado a masturbarse y le había pedido a ella que hiciera lo mismo. Puede que las fantasías y costumbres sadomasoquistas de Cabrini lo hubieran afectado más de lo que pensaba.
Quizá había estado demasiado tiempo sin disfrutar del sexo. Quizá estaba explotando. Lo único que sabía era que la idea de penetrar en la cálida humedad de _____lo enloquecía. La aceptación que ella había mostrado con tanta prontitud lo excitaba, al tiempo que la inseguridad de la chica
lo enternecía. Con todo, no era capaz de solucionarle aquel problema. El no era un psiquiatra y, en cualquier caso, ella tenía dinero de sobra para acudir a su propio loquero.
Esperaría a la mañana siguiente, llamaría a su puerta y le contaría la verdad.
NaomiHoran<3
#Capitulo 7♥
Quizá había estado demasiado tiempo sin disfrutar del sexo. Quizá estaba explotando. Lo único que sabía era que la idea de penetrar en la cálida humedad de _____ lo enloquecía. La aceptación que ella había mostrado con tanta prontitud lo excitaba, al tiempo que la inseguridad de la chica lo enternecía. Con todo, no era capaz de solucionarle aquel problema. El no era un psiquiatra y,...
en cualquier caso, ella tenía dinero de sobra para acudir a su propio loquero.
Esperaría a la mañana siguiente, llamaría a su puerta y le contaría la verdad.
Logan sacudió la cabeza irritado, pero ¿qué Logan iba a decirle? La había obligado a mantener una relación sexual virtual; si ella lo delatara, lo despedirían seguro.
No, no podía confesarle quién era. Tenía que olvidarse de todo aquello. Ya la había asustado y _____ ya no saldría al balcón a espiar a los vecinos. Tenía que esperar a que ella abandonara su apartamento por la mañana, entrar entonces con su llave maestra y sacar de allí la cámara de vídeo y el teléfono, y una vez los hubiera devuelto a su tío, tendría que marcharse de allí.
Debía olvidarse de lo de llamarla la noche siguiente. Ella volvería a casa y vería que todo había desaparecido, esperaría su llamada, preocupada por la idea de que él acudiera a la policía.
Con el tiempo, se daría cuenta de que el peligro había desaparecido. Aquel nuevo plan presentaba, no obstante, dos problemas: primero, a _____ la aterraría que alguien hubiera entrado en su apartamento, así que cambiaría las cerraduras y se pasaría las noches, insomne , temiendo que él volviera para violarla; o quizá decidiera que la razón por la que no la había vuelto a llamar era realmente su falta de atractivo. A Logan no le gustaba la idea de provocarle más dolor, ya era una chica muy insegura.
El segundo problema le afectaba más directamente. La pequeña experiencia de sexo telefónico que habían tenido había sido una de las mejores que él había disfrutado jamás. Solía enorgullecerse de su capacidad de control y no recordaba cuándo había sido la última vez que la había perdido de aquella manera. Probablemente a los diecisiete años cuando, repleto de testosterona, se pasaba los días yendo por ahí con una tercera pierna.
Ahora se empalmaba sólo con pensar en _____ y la verdad era que no quería marcharse de allí.
¿Qué Logan iba a hacer? ¿Cómo salir de aquel atolladero sin que ninguno de los dos saliera perjudicado?
El sábado por la mañana, _____ se despertó a las nueve y media, mucho más relajada que en las últimas semanas. Tumbada cómodamente entre almohadas, dedicó un rato a pensar en la noche anterior.
Siempre había sido una persona cuidadosa, organizada y disciplinada; nada que ver con la mujer que hacía unas horas se había desnudado para masturbarse con un consolador, mientras se excitaba manteniendo una sexual conversación telefónica con un desconocido. Y, sin embargo, no recordaba haber estado así de encendida antes, ni siquiera cuando se había acostado con Kendall.
Después de salir con Kendall Schmidt durante cuatro meses, él la había dejado, justo antes de que ella cumpliera los 19. Tres semanas después, Kendall había empezado a salir con Tricía, su hermana pequeña. Y ahora iban a casarse, otro pequeño notición que le había costado aumentar otros siete kilos a _____ , quien, desde entonces, no había vuelto a acostarse con nadie. No es que hubiera estado enamorada de Kendall. En realidad, estaba bastante segura de que no lo había estado, pero lo de dejarla y empezar justo entonces a salir con su hermana pequeña la había destrozado.
_____ no podía dejar de preguntarse si lo de su sobrepeso habría sido una de las razones por las que a Kendall se le habían quitado las ganas de estar con ella. Después de aquello, la idea de desvestirse delante de un amante potencial le resultaba insoportable.
Puede que aquello explicara lo fantástica que había resultado la noche anterior. Había sido capaz de disfrutar al máximo sin sentirse en absoluto avergonzada. Bueno, por lo menos no hasta que todo hubo terminado.
Ansiosa por olvidar todo lo que había ocurrido, se levantó de la cama de un salto y fue directa a la ducha. Tenía recados que hacer y había quedado para comer con sus amigas Dora y Leah a las doce. Puede que, si tenía tiempo, se pasara por el Museo de Arte y se diera una vuelta por la exposición barroca.
&
_____ ya esperaba sentada en la terraza del D'Maggío's de cara a la entrada cuando Leah Reece entró como una exhalación. El maître y los camareros acudieron pronto para atender a Leah; nada que ver con el rato que _____ había tenido que esperar para que alguien se percatara siquiera de su presencia.
En fin, Leah no era precisamente de las que seguía de modo pasivo al maitre, sino, más bien, de las que atravesaba el restaurante a grandes zancadas con el jefe de camareros tras su estela, como si se tratara de un remolcador a la zaga de un ligero velero surcando los océanos. Leah, una morena estupenda y segura de sí misma, solía llamar la atención del resto de comensales, especialmente la de los varones.
Siempre había sido así. _____ y Leah se habían conocido en el instituto cuando a esta última la habían cambiado de centro a mitad de curso. Hija del millonario Tex Reece, un empresario dueño de una revista, Leah era un marimacho desgarbado que pasaba de todo lo que interesaba a las chicas de su edad. En lugar de escuchar rock, prefería el jazz, y en vez de convertirse en animadora, decidió participar en el periódico escolar. En unos días, se había convertido en el objetivo preferido para la pequeña camarilla de adolescentes que controlaban la vida social de la gente de dieciséis años. Lo único que Leah consiguió con su indiferencia ante el ostracismo al que la sometían fue motivar a las abejas reinas para que la atormentaran aún más.
en cualquier caso, ella tenía dinero de sobra para acudir a su propio loquero.
Esperaría a la mañana siguiente, llamaría a su puerta y le contaría la verdad.
Logan sacudió la cabeza irritado, pero ¿qué Logan iba a decirle? La había obligado a mantener una relación sexual virtual; si ella lo delatara, lo despedirían seguro.
No, no podía confesarle quién era. Tenía que olvidarse de todo aquello. Ya la había asustado y _____ ya no saldría al balcón a espiar a los vecinos. Tenía que esperar a que ella abandonara su apartamento por la mañana, entrar entonces con su llave maestra y sacar de allí la cámara de vídeo y el teléfono, y una vez los hubiera devuelto a su tío, tendría que marcharse de allí.
Debía olvidarse de lo de llamarla la noche siguiente. Ella volvería a casa y vería que todo había desaparecido, esperaría su llamada, preocupada por la idea de que él acudiera a la policía.
Con el tiempo, se daría cuenta de que el peligro había desaparecido. Aquel nuevo plan presentaba, no obstante, dos problemas: primero, a _____ la aterraría que alguien hubiera entrado en su apartamento, así que cambiaría las cerraduras y se pasaría las noches, insomne , temiendo que él volviera para violarla; o quizá decidiera que la razón por la que no la había vuelto a llamar era realmente su falta de atractivo. A Logan no le gustaba la idea de provocarle más dolor, ya era una chica muy insegura.
El segundo problema le afectaba más directamente. La pequeña experiencia de sexo telefónico que habían tenido había sido una de las mejores que él había disfrutado jamás. Solía enorgullecerse de su capacidad de control y no recordaba cuándo había sido la última vez que la había perdido de aquella manera. Probablemente a los diecisiete años cuando, repleto de testosterona, se pasaba los días yendo por ahí con una tercera pierna.
Ahora se empalmaba sólo con pensar en _____ y la verdad era que no quería marcharse de allí.
¿Qué Logan iba a hacer? ¿Cómo salir de aquel atolladero sin que ninguno de los dos saliera perjudicado?
El sábado por la mañana, _____ se despertó a las nueve y media, mucho más relajada que en las últimas semanas. Tumbada cómodamente entre almohadas, dedicó un rato a pensar en la noche anterior.
Siempre había sido una persona cuidadosa, organizada y disciplinada; nada que ver con la mujer que hacía unas horas se había desnudado para masturbarse con un consolador, mientras se excitaba manteniendo una sexual conversación telefónica con un desconocido. Y, sin embargo, no recordaba haber estado así de encendida antes, ni siquiera cuando se había acostado con Kendall.
Después de salir con Kendall Schmidt durante cuatro meses, él la había dejado, justo antes de que ella cumpliera los 19. Tres semanas después, Kendall había empezado a salir con Tricía, su hermana pequeña. Y ahora iban a casarse, otro pequeño notición que le había costado aumentar otros siete kilos a _____ , quien, desde entonces, no había vuelto a acostarse con nadie. No es que hubiera estado enamorada de Kendall. En realidad, estaba bastante segura de que no lo había estado, pero lo de dejarla y empezar justo entonces a salir con su hermana pequeña la había destrozado.
_____ no podía dejar de preguntarse si lo de su sobrepeso habría sido una de las razones por las que a Kendall se le habían quitado las ganas de estar con ella. Después de aquello, la idea de desvestirse delante de un amante potencial le resultaba insoportable.
Puede que aquello explicara lo fantástica que había resultado la noche anterior. Había sido capaz de disfrutar al máximo sin sentirse en absoluto avergonzada. Bueno, por lo menos no hasta que todo hubo terminado.
Ansiosa por olvidar todo lo que había ocurrido, se levantó de la cama de un salto y fue directa a la ducha. Tenía recados que hacer y había quedado para comer con sus amigas Dora y Leah a las doce. Puede que, si tenía tiempo, se pasara por el Museo de Arte y se diera una vuelta por la exposición barroca.
&
_____ ya esperaba sentada en la terraza del D'Maggío's de cara a la entrada cuando Leah Reece entró como una exhalación. El maître y los camareros acudieron pronto para atender a Leah; nada que ver con el rato que _____ había tenido que esperar para que alguien se percatara siquiera de su presencia.
En fin, Leah no era precisamente de las que seguía de modo pasivo al maitre, sino, más bien, de las que atravesaba el restaurante a grandes zancadas con el jefe de camareros tras su estela, como si se tratara de un remolcador a la zaga de un ligero velero surcando los océanos. Leah, una morena estupenda y segura de sí misma, solía llamar la atención del resto de comensales, especialmente la de los varones.
Siempre había sido así. _____ y Leah se habían conocido en el instituto cuando a esta última la habían cambiado de centro a mitad de curso. Hija del millonario Tex Reece, un empresario dueño de una revista, Leah era un marimacho desgarbado que pasaba de todo lo que interesaba a las chicas de su edad. En lugar de escuchar rock, prefería el jazz, y en vez de convertirse en animadora, decidió participar en el periódico escolar. En unos días, se había convertido en el objetivo preferido para la pequeña camarilla de adolescentes que controlaban la vida social de la gente de dieciséis años. Lo único que Leah consiguió con su indiferencia ante el ostracismo al que la sometían fue motivar a las abejas reinas para que la atormentaran aún más.
NaomiHoran<3
Re: Bad Girl ♥ {Adaptada} -Logan&tú -Pervert!!-
wow tu nove estubo genial tienes q seguirla si no morire....jajaja no es sierto...
siguela pronto besooooooos fiel lectora...bay :bye: :omg:
siguela pronto besooooooos fiel lectora...bay :bye: :omg:
kathy ♥
#Capitulo 8.
Al final de la primera semana en el instituto, las otras chicas también le hacían el vacío bajo estricto mandato del grupillo de las populares. Indolente ante los comentarios desagradables y las miradas maliciosas que le lanzaban a su paso en el comedor, Leah se había sentado con su
bandeja en la mesa en la que se encontraba _____ , sola, enfrascada en la lectura de una novela.
...
-¿Te importa si me siento? -le había preguntado.
Eran amigas desde entonces.
-Buenas, mejor amiga -saludó Leah-, ¿llevas mucho rato esperando?
-No, no, ¿qué tal estás?
Leah se sentó en el asiento que le ofrecían y aceptó también el menú.
-Liada, como siempre, ¿y tú?
De camino al restaurante, _____ había estado debatiéndose entre contarles a Leah y a Dora lo de Justiciero o no. Si había alguien que supiera escuchar sin juzgar, ésa era Leah. Por otro lado, a _____ le daba vergüenza pensar en describirle a alguien sus actividades de espionaje.
Dora apareció antes de que _____ hubiera llegado a una decisión sobre si revelar su secreto o no.
Teodora Perkins era la alegre agente inmobiliaria que había ayudado a _____ a encontrar su piso y con la que había entablado una amistad durante sus excursiones en busca de casa.
Las chicas pidieron su comida; _____ siguió el consejo de Leah y de Dora y optó por el pollo asado con ensalada en lugar del sándwich Monte Cristo -de jamón, pavo, queso caliente y rebanadas de pan tostado bañadas en huevo- que le había llamado la atención en el menú.
-Bueno, cuéntanos, ¿qué tal va todo con Heat? -preguntó _____ cuando el camarero se hubo marchado con los pedidos.
Heat era el bebé de Leah, aquello en lo que destacaba. Se trataba de una conocida revista online dirigida a un público de la llamada generación, es decir, jóvenes de entre veinte y treinta y cinco años. La publicación incluía artículos de
vanguardia y chais en los que los socios podían colgar fotos y disfrutar de encuentros virtuales.
En contra del consejo de su padre, Leah había invertido el dinero de la herencia de su abuela en lanzar la revista y ahora era su editora y directora.
-Va todo genial. Kadeem Bríckman acaba de aceptar mi oferta para convertirse en mi director artístico invitado para el mes de abril.
-Kadeem... ¿te refieres al que es director de cine? -quiso saber Dora, que no salía de su asombro.
Leah asintió al tiempo que esbozaba una sonrisa.
-Sí. Lo he contratado para una grabación de cinco días centrada en el tema «sexo y poder». Slate, revista electrónica enemiga, prepárate para morir -auguró mientras se hacía con un bastoncillo.
-¿«Sexo y poder»? -se interesó _____ con el ceño fruncido-, ¿de qué va eso?
Leah puso los ojos en blanco y explicó:
-Ya sabes: dominación y sumisión; sometimiento y disciplina.
A _____ casi se le cae el vaso que tenía en la mano. Los labios parecieron moverse en silencio mientras trataba de pensar en algo que decir.
-¡Dios mío! ¡Leah! ¿De verdad vas a dedicar un número entero al sometimiento y la disciplina? ¡Pero si estamos en Dallas, el corazón de la región más animada por el más conservador de los protestantismos!
-No te engañes, cielo -respondió Leah-. El rollito sadomaso y de dominación está vivito y coleando en la gran Dallas -aseguró antes de romper en dos el palito de pan.
_____ se descubrió pensando en la noche anterior y en el dominador y la muñequita. Era la forma perfecta de empezar a hablar de su espionaje y de Justiciero.
Leah continuaba hablando:
-Heat va de cultura popular, y la dominación es parte de esa cultura. Además -se llevó un trozo del bastoncillo a la boca y se lo pasó de modo muy sensual por el labio inferior-, es la primera vez que Kadeem se presta a participar con una revista. Con la combinación de su nombre y el tema, voy a machacar a la competencia -esbozó una sonrisa de carmín-, ¿te imaginas cómo se lo va a tomar mi padre?
_____ hizo una mueca de desaprobación. Tex Reece era el prototipo de empresario texano experimentado y conservador en términos políticos. Era fácil imaginarse su reacción al enterarse.
-¡Ah! Y tengo que decirles -añadió mientras bajaba el palito- que tengo muchísimas ganas de conocer a este hombre. Hacía años que no veía uno tan cañón. Está para chuparse los dedos. En fin, ya basta de hablar de mí -dijo con la mirada puesta en Dora-, ¿ya te has tirado a ese jefe guapísimo que tienes?
Dora se encogió de hombros y a _____ le dio pena por ella. Su amiga llevaba un año trabajando para un agente inmobiliario llamado Joseph Stanford. Cuando ella le había propuesto que se vieran fuera de la oficina, Joseph le había dejado claro que no creía en lo de ir de colega con
el personal, y aunque Dora había fingido reírse del tema, _____ sospechaba que el planchazo había sido mayor de lo que su amiga estaba dispuesta a admitir.
Dora habló con suavidad.
-Pues no, y no parece que vaya a hacerlo nunca -respondió. Con unas ganas evidentes de cambiar de tema se dirigió a _____ -, ¿y tú qué tal?
De nuevo, _____ se debatió entre hablar o callar. Aunque quería contarles lo de Justiciero, ¿qué ocurriría si les entraba miedo? Conocía bien a sus amigas; si Leah creía que ella podía estar en peligro, haría lo que fuera, incluso llamar a la policía, para protegerla.
Con todo, en ese mismo instante, _____ tuvo de admitir para sí lo mucho que le apetecía volver a hablar con Justiciero. No haría nada que pudiera obstaculizar una nueva llamada. Además, Leah y Dora siempre estaban animándola a que volviera a intentarlo con alguien , pues bien, eso es lo que iba a hacer aquella noche.
&
Logan volvió a la galería principal del Museo de Arte de Dallas por segunda vez en diez minutos. Había seguido a _____ hasta el D'Maggio's a la hora de comer y había ocupado una mesa retirada en uno de los lados del restaurante desde donde no podía ser visto. Ya había visto a _____ con esas dos mismas amigas durante las tres semanas en que había estado siguiéndola.
Siempre se habían mostrado divertidas y bromistas entre ellas, era obvio que se encontraban a gusto cuando estaban juntas. Esta vez, sin embargo, _____ parecía callada y pensativa. Logan se preguntó si sería porque se estaba planteando contarles a sus amigas lo de la noche anterior. En cualquier caso, aunque hubiera barajado la posibilidad de hacerlo, él no creía que lo hubiera hecho. No había reconocido ninguna expresión de sorpresa, ni susurros nerviosos. La conversación no había dado la sensación de ir más allá de una charla banal.
Mientras Leah atraía todas las miradas de la sala, era el rostro de _____ el que captaba la atención de Logan. No era la primera vez que su visión lo hacía pensar en la estatua de la Virgen que adornaba la parte izquierda del pulpito de la iglesia católica en cuyas celebraciones había participado de niño como monaguillo: aquella tez perfecta y blanquecina, aquella cara en forma de corazón, aquellos ojos inmensos conformaban la viva imagen de la inocencia.
«Puede que sea eso. Puede que sea precisamente conocer ese lado oscuro que se oculta bajo toda esa candidez lo que me enloquece así.»
Fuera lo que fuera, Logan no podía dejar de mirarla mientras _____ almorzaba, y revivir las conversaciones telefónicas en su mente hizo que se empalmara. La comida había durado casi una hora. Después, Logan había seguido a _____ mientras ésta hacía algunos recados. Eran más de las tres cuando ella por fin se dirigió al aparcamiento subterráneo del Museo de Arte de la ciudad.
Como Logan sabía bien adonde se dirigía ella, se había detenido en los lavabos de caballeros antes de acercarse a la sala principal a paso lento. La primera vez que había echado un vistazo...
bandeja en la mesa en la que se encontraba _____ , sola, enfrascada en la lectura de una novela.
...
-¿Te importa si me siento? -le había preguntado.
Eran amigas desde entonces.
-Buenas, mejor amiga -saludó Leah-, ¿llevas mucho rato esperando?
-No, no, ¿qué tal estás?
Leah se sentó en el asiento que le ofrecían y aceptó también el menú.
-Liada, como siempre, ¿y tú?
De camino al restaurante, _____ había estado debatiéndose entre contarles a Leah y a Dora lo de Justiciero o no. Si había alguien que supiera escuchar sin juzgar, ésa era Leah. Por otro lado, a _____ le daba vergüenza pensar en describirle a alguien sus actividades de espionaje.
Dora apareció antes de que _____ hubiera llegado a una decisión sobre si revelar su secreto o no.
Teodora Perkins era la alegre agente inmobiliaria que había ayudado a _____ a encontrar su piso y con la que había entablado una amistad durante sus excursiones en busca de casa.
Las chicas pidieron su comida; _____ siguió el consejo de Leah y de Dora y optó por el pollo asado con ensalada en lugar del sándwich Monte Cristo -de jamón, pavo, queso caliente y rebanadas de pan tostado bañadas en huevo- que le había llamado la atención en el menú.
-Bueno, cuéntanos, ¿qué tal va todo con Heat? -preguntó _____ cuando el camarero se hubo marchado con los pedidos.
Heat era el bebé de Leah, aquello en lo que destacaba. Se trataba de una conocida revista online dirigida a un público de la llamada generación, es decir, jóvenes de entre veinte y treinta y cinco años. La publicación incluía artículos de
vanguardia y chais en los que los socios podían colgar fotos y disfrutar de encuentros virtuales.
En contra del consejo de su padre, Leah había invertido el dinero de la herencia de su abuela en lanzar la revista y ahora era su editora y directora.
-Va todo genial. Kadeem Bríckman acaba de aceptar mi oferta para convertirse en mi director artístico invitado para el mes de abril.
-Kadeem... ¿te refieres al que es director de cine? -quiso saber Dora, que no salía de su asombro.
Leah asintió al tiempo que esbozaba una sonrisa.
-Sí. Lo he contratado para una grabación de cinco días centrada en el tema «sexo y poder». Slate, revista electrónica enemiga, prepárate para morir -auguró mientras se hacía con un bastoncillo.
-¿«Sexo y poder»? -se interesó _____ con el ceño fruncido-, ¿de qué va eso?
Leah puso los ojos en blanco y explicó:
-Ya sabes: dominación y sumisión; sometimiento y disciplina.
A _____ casi se le cae el vaso que tenía en la mano. Los labios parecieron moverse en silencio mientras trataba de pensar en algo que decir.
-¡Dios mío! ¡Leah! ¿De verdad vas a dedicar un número entero al sometimiento y la disciplina? ¡Pero si estamos en Dallas, el corazón de la región más animada por el más conservador de los protestantismos!
-No te engañes, cielo -respondió Leah-. El rollito sadomaso y de dominación está vivito y coleando en la gran Dallas -aseguró antes de romper en dos el palito de pan.
_____ se descubrió pensando en la noche anterior y en el dominador y la muñequita. Era la forma perfecta de empezar a hablar de su espionaje y de Justiciero.
Leah continuaba hablando:
-Heat va de cultura popular, y la dominación es parte de esa cultura. Además -se llevó un trozo del bastoncillo a la boca y se lo pasó de modo muy sensual por el labio inferior-, es la primera vez que Kadeem se presta a participar con una revista. Con la combinación de su nombre y el tema, voy a machacar a la competencia -esbozó una sonrisa de carmín-, ¿te imaginas cómo se lo va a tomar mi padre?
_____ hizo una mueca de desaprobación. Tex Reece era el prototipo de empresario texano experimentado y conservador en términos políticos. Era fácil imaginarse su reacción al enterarse.
-¡Ah! Y tengo que decirles -añadió mientras bajaba el palito- que tengo muchísimas ganas de conocer a este hombre. Hacía años que no veía uno tan cañón. Está para chuparse los dedos. En fin, ya basta de hablar de mí -dijo con la mirada puesta en Dora-, ¿ya te has tirado a ese jefe guapísimo que tienes?
Dora se encogió de hombros y a _____ le dio pena por ella. Su amiga llevaba un año trabajando para un agente inmobiliario llamado Joseph Stanford. Cuando ella le había propuesto que se vieran fuera de la oficina, Joseph le había dejado claro que no creía en lo de ir de colega con
el personal, y aunque Dora había fingido reírse del tema, _____ sospechaba que el planchazo había sido mayor de lo que su amiga estaba dispuesta a admitir.
Dora habló con suavidad.
-Pues no, y no parece que vaya a hacerlo nunca -respondió. Con unas ganas evidentes de cambiar de tema se dirigió a _____ -, ¿y tú qué tal?
De nuevo, _____ se debatió entre hablar o callar. Aunque quería contarles lo de Justiciero, ¿qué ocurriría si les entraba miedo? Conocía bien a sus amigas; si Leah creía que ella podía estar en peligro, haría lo que fuera, incluso llamar a la policía, para protegerla.
Con todo, en ese mismo instante, _____ tuvo de admitir para sí lo mucho que le apetecía volver a hablar con Justiciero. No haría nada que pudiera obstaculizar una nueva llamada. Además, Leah y Dora siempre estaban animándola a que volviera a intentarlo con alguien , pues bien, eso es lo que iba a hacer aquella noche.
&
Logan volvió a la galería principal del Museo de Arte de Dallas por segunda vez en diez minutos. Había seguido a _____ hasta el D'Maggio's a la hora de comer y había ocupado una mesa retirada en uno de los lados del restaurante desde donde no podía ser visto. Ya había visto a _____ con esas dos mismas amigas durante las tres semanas en que había estado siguiéndola.
Siempre se habían mostrado divertidas y bromistas entre ellas, era obvio que se encontraban a gusto cuando estaban juntas. Esta vez, sin embargo, _____ parecía callada y pensativa. Logan se preguntó si sería porque se estaba planteando contarles a sus amigas lo de la noche anterior. En cualquier caso, aunque hubiera barajado la posibilidad de hacerlo, él no creía que lo hubiera hecho. No había reconocido ninguna expresión de sorpresa, ni susurros nerviosos. La conversación no había dado la sensación de ir más allá de una charla banal.
Mientras Leah atraía todas las miradas de la sala, era el rostro de _____ el que captaba la atención de Logan. No era la primera vez que su visión lo hacía pensar en la estatua de la Virgen que adornaba la parte izquierda del pulpito de la iglesia católica en cuyas celebraciones había participado de niño como monaguillo: aquella tez perfecta y blanquecina, aquella cara en forma de corazón, aquellos ojos inmensos conformaban la viva imagen de la inocencia.
«Puede que sea eso. Puede que sea precisamente conocer ese lado oscuro que se oculta bajo toda esa candidez lo que me enloquece así.»
Fuera lo que fuera, Logan no podía dejar de mirarla mientras _____ almorzaba, y revivir las conversaciones telefónicas en su mente hizo que se empalmara. La comida había durado casi una hora. Después, Logan había seguido a _____ mientras ésta hacía algunos recados. Eran más de las tres cuando ella por fin se dirigió al aparcamiento subterráneo del Museo de Arte de la ciudad.
Como Logan sabía bien adonde se dirigía ella, se había detenido en los lavabos de caballeros antes de acercarse a la sala principal a paso lento. La primera vez que había echado un vistazo...
NaomiHoran<3
#Capitulo 9.
Como Logan sabía bien adonde se dirigía ella, se había detenido en los lavabos de caballeros antes de acercarse a la sala principal a paso lento. La primera vez que había echado un vistazo había encontrado aquello lleno de gente mayor que sin duda formaba parte de algún grupo que disfrutaba de una visita guiada, así que, después de comprobar que ______ no estaba allí, se había dado o...
tra vuelta por el museo. Sin embargo, esta vez los ancianos amantes del arte habían avanzado y ______ se encontraba observando un óleo de Rubens. Logan se quedó en el arco de entrada con ganas de poder mirarla más de cerca, así que enseguida dio dos pasos hacia donde ella se encontraba.
Cuando ______ se volvió hacia la derecha para contemplar la obra siguiente, Logan rápidamente fingió estar estudiando el folleto que había recogido en la entrada mientras ella se movía por la sala hasta pararse frente al lienzo más grande de la exposición. Era el preferido de Logan: el de Betsabé, cuya figura dominaba el centro del cuadro. Aparecía desnuda con la piel rosada y brillante. Había dos doncellas arrodilladas ante ella: una portaba un aguamanil con agua y la otra le ofrecía una toalla. En segundo plano, estaba representado el rey David, que observaba desde el tejado de su casa.
Rubens había plasmado a Betsabé con detallismo. La mujer llevaba el cabello recogido con una horquilla que dejaba escapar unos mechones que le caían sobre los hombros. Una hilera de gotas le rodeaba la cabeza a modo de tiara de perlas. Los pechos eran exquisitos. A Logan se le secó la boca mientras que su mirada se trasladaba de la piel de porcelana de ______ hasta los suntuosos pechos de la mujer representada.
La ironía del rey David al observar desde el tejado aquel cuerpo femenino desnudo no pasó desapercibida para Logan: le recordaba la primera vez que había visto a ______ desde el otro lado de la calle. Desde entonces, todas sus actuaciones parecían ser de alguna manera fruto del destino. Logan se preguntó si David habría sentido el mismo impulso que lo invadía a él en aquel momento. «Claro que sí, no pudo ser de otro modo. Había sido entonces cuando había tramado acabar con la vida del esposo de Betsabé, ¿no?»
______, a quien se le habían sonrosado los pómulos, permanecía embelesada. Logan se preguntaba si ella también estaría pensando sobre cómo miraba David a Betsabé. ______ se aproximó al cuadro y Logan vio a un vigilante del museo acercarse a ella. ______ no había tocado la tela, sólo se había inclinado sobre ella, fascinada. Logan sentía la presión del pene erecto contra los pantalones, de modo que cruzó los brazos sobre su estómago y el folleto quedó colgando para camuflarle el bulto de sus vaqueros.
Después de lo que pareció una eternidad, ______ sacudió la cabeza como si se despertara de un sueño. Miró a su alrededor con expresión de culpabilidad y se dirigió al siguiente cuadro.
«Tranquilo, Henderson —se dijo Logan—, nadie se corre por algo así. Sal de aquí ahora mismo y deja de soñar con ella. No vas a llamarla esta noche. Si esto saliera mal, podrías quedarte sin trabajo, tirar por la borda tu carrera profesional e incluso acabar en la cárcel. Y ya sabes lo que les pasa a los polis en el trullo.»
______ se sentó en un banco ubicado frente a un par de obras gemelas. Por primera vez pudo verle los pezones a través del tejido de la blusa.
«¡ Mier.da! ¡Está tan caliente como yo!»
Logan apretó los dientes para contrarrestar el impulso de echarse a andar hacia ella y susurrarle algo al oído.
«¿Y qué Logan crees que hará si apareces detrás de ella así, de repente? Pegará un grito aterrorizado y saldrás en las noticias de las seis bajo un titular que rece "Policía, acosador sexual".
Sal de aquí ahora mismo.»
A regañadientes, Logan caminó hasta la puerta principal después de lanzar una mirada de enojo a la mujer que le daba la espalda.
tra vuelta por el museo. Sin embargo, esta vez los ancianos amantes del arte habían avanzado y ______ se encontraba observando un óleo de Rubens. Logan se quedó en el arco de entrada con ganas de poder mirarla más de cerca, así que enseguida dio dos pasos hacia donde ella se encontraba.
Cuando ______ se volvió hacia la derecha para contemplar la obra siguiente, Logan rápidamente fingió estar estudiando el folleto que había recogido en la entrada mientras ella se movía por la sala hasta pararse frente al lienzo más grande de la exposición. Era el preferido de Logan: el de Betsabé, cuya figura dominaba el centro del cuadro. Aparecía desnuda con la piel rosada y brillante. Había dos doncellas arrodilladas ante ella: una portaba un aguamanil con agua y la otra le ofrecía una toalla. En segundo plano, estaba representado el rey David, que observaba desde el tejado de su casa.
Rubens había plasmado a Betsabé con detallismo. La mujer llevaba el cabello recogido con una horquilla que dejaba escapar unos mechones que le caían sobre los hombros. Una hilera de gotas le rodeaba la cabeza a modo de tiara de perlas. Los pechos eran exquisitos. A Logan se le secó la boca mientras que su mirada se trasladaba de la piel de porcelana de ______ hasta los suntuosos pechos de la mujer representada.
La ironía del rey David al observar desde el tejado aquel cuerpo femenino desnudo no pasó desapercibida para Logan: le recordaba la primera vez que había visto a ______ desde el otro lado de la calle. Desde entonces, todas sus actuaciones parecían ser de alguna manera fruto del destino. Logan se preguntó si David habría sentido el mismo impulso que lo invadía a él en aquel momento. «Claro que sí, no pudo ser de otro modo. Había sido entonces cuando había tramado acabar con la vida del esposo de Betsabé, ¿no?»
______, a quien se le habían sonrosado los pómulos, permanecía embelesada. Logan se preguntaba si ella también estaría pensando sobre cómo miraba David a Betsabé. ______ se aproximó al cuadro y Logan vio a un vigilante del museo acercarse a ella. ______ no había tocado la tela, sólo se había inclinado sobre ella, fascinada. Logan sentía la presión del pene erecto contra los pantalones, de modo que cruzó los brazos sobre su estómago y el folleto quedó colgando para camuflarle el bulto de sus vaqueros.
Después de lo que pareció una eternidad, ______ sacudió la cabeza como si se despertara de un sueño. Miró a su alrededor con expresión de culpabilidad y se dirigió al siguiente cuadro.
«Tranquilo, Henderson —se dijo Logan—, nadie se corre por algo así. Sal de aquí ahora mismo y deja de soñar con ella. No vas a llamarla esta noche. Si esto saliera mal, podrías quedarte sin trabajo, tirar por la borda tu carrera profesional e incluso acabar en la cárcel. Y ya sabes lo que les pasa a los polis en el trullo.»
______ se sentó en un banco ubicado frente a un par de obras gemelas. Por primera vez pudo verle los pezones a través del tejido de la blusa.
«¡ Mier.da! ¡Está tan caliente como yo!»
Logan apretó los dientes para contrarrestar el impulso de echarse a andar hacia ella y susurrarle algo al oído.
«¿Y qué Logan crees que hará si apareces detrás de ella así, de repente? Pegará un grito aterrorizado y saldrás en las noticias de las seis bajo un titular que rece "Policía, acosador sexual".
Sal de aquí ahora mismo.»
A regañadientes, Logan caminó hasta la puerta principal después de lanzar una mirada de enojo a la mujer que le daba la espalda.
NaomiHoran<3
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