Letting him go [Harry Styles]

Nombre: Letting him go
Autor: Lalalalala
Adaptacion: No
Genero: Romance.
Advertencias: No.
Otras páginas: No

Cada historia tiene su final diferente, generalmente estamos acostumbrados a los finales felices, donde el amor puede superar cualquier cosa, muchos escritores terminan sus historias con ese tipo de finales, sin embargo, gracias a eso nos vemos cegados cuando la verdad... La cruda realidad del mundo en que vivimos nos golpea, provocandoo que nos demos cuenta de que los finales felices son una virtud que pocos han logrado en la vida. Una virtud que cada vez se ve más perdida, más lejana... mucho más imposible, totalmente inalcanzable.
Lo conocí una mañana de invierno, cuando caminaba para ir a tomar el tren. Se suponía que yo no debía estar allí, pero gracias a los despistados de mis padres, me vi en la obligación de tomar el tren antes que ellos y esperarlos en Bath para seguir con nuestras vacaciones en Inglaterra.

Subí al tren llevando una pequeña maleta de mano conmigo y un libro de William Rutherford, que supuestamente leería en todo el viaje desde Cornualles hasta Bath, también llevaba mi Ipod totalmente cargado para pasar el viaje, pero cuando me senté en el asiento que me correspondía, soló tuve ojos para él, que con su cabello rizado, ojos verdes y sonrisa encantadora logró mantener mi atención hasta que el tres se detuvo en alguna parte y lamentablemente perdí la oportunidad de preguntar su nombre. Desde ese día, aquella sonrisa me perseguía en los sueños, cada noche cuando cerraba los ojos y dejaba que la oscuridad y paz del sueño poseyeran mi cuerpo, aparecía su perfecto rostro, sonriendome como aquella unica vez que le había visto.

Un año pasó con su ritmo acelerado, mis padres ya no estaban juntos y la tristeza de una separación aun seguía en mi corazón cuando nuevamente le vi, esta vez no estabamos en Inglaterra, en medio de la nada, en un tren donde solo eramos dos desconocidos. Esta vez él estaba sentado en una cafetería, bebiendo una taza caliente de café y leyendo "A Tale of two Cities" de Charles Dickens, se veía perdido, inserto en un mundo que ya había dejado de existir. Deseé interrumpirlo pero no encontre el valor suficiente para caminar hacia su mesa y entablar una conversación, por lo tanto di media vuelta y seguí mi camino.

No fue hasta el 13 de enero que le vi nuevamente, yo estaba sentada en una solitaria banca en Central Park, llevaba conmigo un libro que estaba obligada a leer para la clase de Historia Antigua, trataba sobre los dioses griegos y sus mitos, cuando por cosas del destino él se sentó a mi lado. Le mire de soslayó y el hizo lo mismo, luego me saludo y pregunto por mi nombre, conteste con mucho gusto, ocultando cuan feliz me sentía, habían pasado dos años exactamentes hasta ese momento. Él lucía de la misma manera, lo unico que cambiaba era su vestimenta, mientras que yo había cambiado, cosa imposiblemente el jamás notaría porque hasta ese momento yo era la que estaba perdidamente obsesionada con él.

Nos tomo cuatro meses de citas y noches divertidas para que él me preguntara si quería ser su novia, obviamente mi respuesta fue un sí, le amaba incluso antes de saber su nombre, era imposible que me negara. Junto a él conoci la felicidad en su más pura existencia, no obstante también conocí lo que era el sufrimiento, ese tipo de dolor que te carcome el alma, que te apreta las entrañas y crea un agujero en tu interior, haciendo que poco a poco tu alma pierda toda la vida que poseé.

El amor puede cegar a una persona como cualquier otro sentimiento, somos humanos, nacimos para vivir con sentimientos, si no nuestra vida carecería de sentido.

Yo lo amé, pero el nunca lo hizo o a menos no como yo.

Los primeros meses de relación fueron fantasticos, el me amaba todas las noches, me susurraba al odio cuan hermosa era y cuan valiosa resultaba ser en su vida diaria. Siempre encontrabamos el momento para declararnos nuestros sentimientos, para amarnos en la forma más básica posible. Sus besos eran una adicción, al igual que cada delicada caricia, pero esas cosas no se comparaban con la felicidad que sentía cuando me regalaba rosas, cuando veíamos una peliculas acostados en el sofá o cuando el intentaba ser gracioso y reiamos por horas. Fueron esas cosas pequeñas y sencillas que hicieron que él robara mi corazón. Tengo que admitir que pasamos un año maravilloso, en donde nuestro amor lo era todo, donde solo bastaba una sincera mirada para que sonrieramos, pero luego de ese año el amor no era suficiente, parecía como si se fuera marchitando como todos esos ramos que el siempre traía a casa, su amor se congelaba haciendo que poco a poco muriera por dentro.

Todo termino una noche de verano, cuando sus engaños fueron tan reales que ni siquiera yo podía negarlos, él estaba allí al igual que ella. Ya no podía negarme y repetirme una y otra vez como una tonta "Todo lo que dicen es mentira, el te ama, jamás te engañaría".
Esa noche estaba tan impresionada que no fui capas de llorar o siquiera gritarle cuanto estaba sufriendo por su culpa, solo podía pensar en que quizá el jamás me había querido, que mis sentimientos no eran correspondidos. Recuerdo que solamente sonreí con mi mejor sonrisa y cuando el me beso por ultima vez, frente a ella, una cita de Pablo Neruda apareció en mi cabeza "En un beso, sabrás todo lo que he callado." Con ese beso supe que era un adios definitivo y así fue.

Dejarlo ir, dolió mucho más de lo que imagine, pero fue lo mejor que pude haber hecho.
Hasta ahora nunca he vuelto a decir su nombre, porque si lo hago todos los malos recuerdos que he bloqueado volveran a la vida, para recordarme de momentos que jamás volveras, de cosas que perdí no por mis errores, si no por los de él.

Esta noche abrí mi correo electronico y lo primero que leí fue un correó de él, lo abrí esperando a ver de que se trataba y...

"Aunque no me creas, te amé... y aun lo hago...
Atte: Harry"