Sombras del Pasado [James S. Potter, Albus S. Potter & Tú] [TERMINADA]

No sabes... ME ENCANTOOOO, eres una genia
Cada vez mas loca esta Camm... ¿Ayudar a una Driada a derrotar a dos Trols adultos?
Su vida parece una Novela xDD Jajaja, bueno... ¡Que cosas!
Si, no me entienden... ¿Como que tiene buen cuerpo cabeza de pollo? xDD Me parece un idiota Luth... De la buena manera (? Porque tofo de la buena manera no se... Pero da igual
Siguela cuando puedas y este capitulo, como los demas, estuvieron fenomenales... Aunque en un momento pense en algo que me intrigo... Pero no es nada importante, lo importante aqui es que la sigas, sabes...; ahora cambiando el tema, el nombre que le pusiste "Sombras del Pasado" siempre me hace recordar "Partes del Pasado", una cancion de un banda itulada (? "Rencore" jajajaja xD
Ok bueno, espero que te alla inspirado mi comentario xDD Amo inpirar a la gente, y tambien amo las Metaforas... PERO NADIE COMO MI QUERIDO HERMANO (? Nahhh, pero encerio, mi hermano esta por hacer un comic que se trata de Metaforas y Metaforas... Te digo un metafora rapida:

Nunca jusgues a un tiburon, sin conocerlo primero... Sus mordidas pueden convertirse en palabras y su tamaño no importa cuando se quiere xDD Soy un amor viste (?

Ahora si me despido y espero con ancias el proximo cap... Te quiere Mia~

:bye:

Juliette escribió:Lloraré de la poca cantidad de comentarios ._.

Kit, Maia, gracias ♥

No os desespereís (?), pronto han de llegar las locas con sus comentarios c:

Mira niña. No comento por que me esta entrando la Bellatriz y te voy a lanzar Crucio hasta que te decidas a unir a esos dos hijos del Tartaro.

Rose y Scorpius, me tienes hasta la coronilla, con su romanticismos. Por favor existe algo llamado, INTERNET, WEB CAM. Huyan al mundo real y listo.

Y bueee no quiero ni hablar de Camill y mucho menos de James, y a Albus ni me lo nombres. NI ARES ES ASÍ DE IMBÉCIL!!!!!!

Yo Cindhy, no te hablo. No, no hasta que te decidas con esos dos infelices. Yo no dijo que Cam se vaya, solo que elija a uno y que Albus se vaya a un prostíbulo. Yo lo ayudaría, pero es mas pequeño que yo y no soy asalta cuna y estoy en una relación secreta con Apolo.

A todas nos pone de mal humor tu novela ¬¬ (?)
Kit te odia :misery:

Camille POV

— Tú primero— indico, empujando a Albus levemente. Él me mira mal y vuelve para atrás.

— Ni loco. Que vaya James primero— repone él, haciendo una mueca.


El driada (cuyo nombre aprendí hace un rato, se llama Luth), nos mira aparentemente divertido, a unos metros de nosotros y de brazos cruzados. Su cabello azulado parece moverse por voluntad propia.

— De acuerdo, voy yo— acepta James valientemente, aspirando profundamente. Albus observa mi sonrisa de admiración, y tira de su brazo antes de que pueda dar un paso adelante.

— ¡No! Yo iré—, afirma. Enarco una ceja.
— Habías dicho que ni loco—, recuerdo confundida. Él rueda los ojos.

— Ya no importa. Me sacrificaré por todos.
— ¿Tú? Yo ya he dicho que iría—. James no parece tan sorprendido como yo. Al contrario, demuestra recelo.
— Pues ahora digo que iré yo.
— ¡No es justo! ¡Yo lo pedí primero!

— ¡Eh! No peleen. Hay magia para todos—, acota Luth con una sonrisa llena de sorna.

— Pero yo iré primero igual—, insiste Alb, dando un paso al frente. James lo tira para atrás.
— ¡No! ¡Ya me he ofre...!


— ¡Ya basta! — interrumpe Rose, fastidiada, callando a ambos en seco —. Iré yo primera y punto.

Nadie parece dispuesto a discutir con una Rosie irritada, así que ella da unos cuantos pasos hasta quedar frente al driada. Luth sonríe una última vez, antes de apoyar su mano en la cabeza de mí amiga, emitiendo un raro brillo antes de soltarla.
Ella queda congelada un buen rato, como ausente. Todos la observamos atentamente, esperando que los famosos “efectos secundarios” hagan presencia.


Porque no hay cosa más inestable que el Glamour de driada. Es como si las personas se volvieran pensantes del corazón. Los sentimientos se intensifican hasta límites inimaginables, y muchas veces eso es peligroso, pues cada mínima reacción parece incrementarse. Es por eso que los magos prefieren dejar a estas criaturas apartes, y no pedir su peligrosa magia en absoluto.


Entonces Rose sufre un espasmo, y cae de rodillas al suelo, soltando un profundo sollozo. Enseguida camino hasta ella, preocupada, recordando lo mal que se sentía momentos atrás.

— ¿Te encuentras bien? — Pregunto, posando una mano en su hombro. Ella vuelve a sollozar, y aparta mi mano de un golpe, sin levantar la mirada del piso.

— ¡Déjenme sola! — chilla, y se para de golpe, echándose a correr escaleras arriba. Hago un ademán para ir tras ella, pero Luth me indica que no con la cabeza.

— Está emocional. Al parecer la humana pelirroja estaba demasiado triste. Deberían haberme avisado. No es buena idea ofrecer magia si las emociones son muy fuertes—, explica con voz solemne, y por primera vez luce la edad que posee (unos doscientos años, según nos contó).

— Ah…— suelto, pensando qué me sucedería a mí con todo este revoltijo de sentimientos encima —. ¿Se le pasará, cierto? Debemos salir pronto.

— En unos minutos ya no será tan fuerte, y podrá comenzar a comportarse con algo de voluntad. Pero eso depende de la intensidad del sentimiento, además las hembras son más vulnerables. Ustedes tienen el hemisferio derecho más desarrollado que los hombres, y ese es el lado que se encarga de los sentimientos, el recuerdo, y esa clase de cosas. Por lo tanto… Tardará un buen rato en volver completamente a la normalidad, pero estará lista para acompañarnos—, finaliza, y mira a los otros dos, que escuchaban sus palabras atentamente. — ¿Quién sigue?


Albus se apresura a dar un paso al frente, hasta quedar delante de Luth el también. Luce nervioso. Yo también lo estoy.

El driada posa su mano en la frente de Alb, y aquel brillo vuelve a ser emitido, solo que más rojizo esta vez. Queda estático.
Me acerco a él por detrás, dudando de qué clase de sentimientos contendría él, y tiro de su mano para que voltee. Parece confundido. Pero cuando me ve, su rostro se ilumina.

Y pasan varias cosas a la vez.

En primer lugar, él tira de mi cintura hacia él, y comienza a besarme salvajemente, antes de que yo pueda responder. Luego siento sus manos bajar a mi trasero, y suelto un chillido histérico, tratando de zafarme, empujándolo por el pecho. Entonces aparecen James y Luth tirando de sus brazos para quitármelo de encima, y yo me echo para atrás asustada.

Ahora sé que emociones sentía Albus.

— Alguien estaba hormonal—, farfulla James, lejos de verse tan divertido como el peliazul.

Prefiero ignorarlo.

— ¡¿Qué haces?! — suelto exasperada. Albus pestañea varias veces, pareciendo reaccionar. Luth está riendo, así que no nota cuando la mirada verdosa de mi novio se cruza con la avellanada de James. Pero es casi al instante de esto que Alb se suelta y empuja a su hermano, luciendo furioso.

Ahora sé qué otra cosa sentía Albus.


— ¡ALBUS! — grito antes de que haga algo más, y nuevamente él pestañea repetidamente. Enseguida se aleja, hasta apoyarse contra la pared.

— Esto es horrible—, articula, llevándose las manos a la cabeza, como si quisiera contener algo dentro. Luth, al ver que no hay más peligro, vuelve a reír.

— Así sería si ustedes, humanos, se dejaran llevar por su corazón como nosotros.

— Ugh, suena horriblemente cursi—, masculla James, y el driada clava su mirada fulminante en él.

— Es tu turno, humano— indica, y antes de que él pudiera decir “no”, Luth ya tenía su mano sobre su cabeza. Sale un brillo de un apagado azul.

Quedó en blanco, sin expresión alguna. Esta vez decidí que sería mejor no acercarme. Uno nunca sabe qué locura puede hacer un adolescente dejándose llevar por sus sentimientos. Incluso la pacífica Rose se ensañó conmigo.


— Uh… ¿James? ¿Te sientes mágico? — Cuestiono luego de un rato, pues apenas reaccionó se había quedado mirando el vacío con tristeza desgarradora.

¿Él se sentía triste? ¿Por qué?

Albus se había quedado en un rincón, abrazado a sus rodillas, tratando de “calmarse”. Rose seguía sin volver, aunque se escuchaban sus ensordecedores sollozos aun desde aquí. Y Luth simplemente observaba, con aspecto de concentrado, esperando un error en la mirada del Potter, cruzándose de brazos.


— ¿Ah? — balbucea, reparando por primera vez en mí. Gira a verme, y parece congelarse, abriendo los ojos de par en par. Estira una mano hacia mí, como si fuera algo raro y único. Ese simple gesto hace que se me revuelva el estómago, y me urge echarme para atrás, pero no lo hago. No es como si algo raro fuera a ocurrir.


Él sigue extendiendo el brazo, ante la escrupulosa mirada de Luth, y está a tan solo unos centímetros de mi mejilla. Siento que se me acelera el pulso, mientras me pregunto qué sentimiento es el que le impulsa a hacer eso. Sé que va a tocarme. Y no debería ser tan trascendente… Aunque lo es.

Pero en el mismo momento en el que su mano se posa con delicadeza sobre mi mejilla, un grito profundo hace que me aleje casi como si su tacto quemara. Demonios, ¿por qué soy tan débil?

— ¿¡QUÉ HACES!? — Albus no luce contento. En definitiva que no. Aunque parece que el efecto de los hormonas a tope se le ha ido.

James hace eso de pestañear otra vez, como saliendo de una ensoñación, y al igual que su hermano se sostiene la cabeza con las manos, mientras retrocede hasta sentarse en el sillón.

— Uggh… Tienes razón, esto apesta—, murmura, cerrando fuertemente los ojos, como si le costara actuar por decisión propia. Albus presiona los labios, y sé que se contiene a duras penas, solo porque sabe cómo se siente eso.

Aunque sigo preguntándome, ¿qué sentimiento en James hizo que quisiera tocarme? ¿Hormonas como Albus? No. Era otra cosa, como… No, imposible. Seguro está algo hormonal por pasar tanto tiempo sin su flamante rubia. Sí, seguro es eso.


— ¿Saben? Creo que ya que ustedes tres tienen magia, no es necesario que me den Glamour a mí también—, comento, fingiendo un tono casual. Luego de lo que vi, no me place en absoluto que algún ser amplifique mis sentimientos. Sería catastrófico.


— Oh no, tú fuiste la de la idea— recuerda James, y lo fulmino con la mirada.

— ¿Tú no estabas soportando tu sufrimiento mental? — Musito, cruzándome de brazos.

— Tiene razón, Cam—. Volteo, sorprendida por la voz congestionada que habla desde las escaleras. Rose está ahí, con los ojos inyectados, roja de calor a causa del abrigo y la bufanda que se había puesto previamente, y con el labio inferior aun temblando.

Hago una mueca.

— Pero no quiero que mi cabeza quede aparte—, me quejo de manera algo infantil, estremeciéndome de solo pensarlo.

— ¿Por qué? — Cuestiona Albus, enarcando una ceja.
— Uh… Por nada. Tienen razón… Rose, cuida de mí. Por favor, haz que no haga ninguna estupidez—, pido, antes de girar para enfrentarme a Luth, quien luce mucho más divertido que en un comienzo.

— Ahh... Humanos, a pesar de ser tan estúpidos, son un excelente método de diversión— murmura en un suspiro, para luego posar su suave mano perlada sobre mi frente, y emitir aquel brillo. El mío fue rosado. Y eso es lo último que veo antes de que todo se torne difuso.

Escritora POV

A través de los terrenos nevados del bosque de Ravenhood, a las afueras de Ottery St. Catchpole, un particular grupo iba caminando a rápidas zancadas, con un objetivo en mente: Salvar a una tribu de seres mágicos del ataque repentino de un par de Trols de montaña.


En primera estancia, teníamos a un driada de notable belleza. Luth, con su cabello azul contrastando con la nieve, y su piel confundiéndose con esta, iba a la cabeza, guiando a los humanos hasta el lugar.
Luego estaba Rose Weasley. La pelirroja caminaba rápido, pero con pesadez, pues aun no podía superar los efectos secundarios del Glamour de driada, y lucía melancólica, derramando alguna que otra lágrima de vez en cuando pensaba en su querido Scorpius.

Y por último, cierta pelinegra iba en medio de los hermanos Potter, con su mano enlazada a la de Albus, y su otro brazo enganchado al de James (pues su novio, a pesar de que entendía que la chica no estaba en sus casillas en absoluto a causa del Glamour, se había negado rotundamente a que ella tomara la mano de su hermano).
Lucía una sonrisa de oreja a oreja, y de vez en cuando daba saltitos.


— ¡Luth! — llamó Albus, y el driada giró, con una sonrisa anticipada en los labios. — ¿Cuándo se le va el efecto?

— Ya se los dije. Eso depende. Si el sentimiento es muy fuerte, más duradero será. Además esa chica parece tener muchos sentimientos acumulados. Ya la han visto llorar, reír, y ahora eso—, apuntó la unión de manos que Alb tenía con Camille. — Tiene para rato.

— Genial— ironizó el ojiverde, resoplando.
— Genial—, coincidió James, aunque él iba en serio, y su sonrisa lo delató. No podía fingir que no le gustaba que de pronto Cam se viera tan interesada en ir de su brazo, a pesar de que también fuera de la mano de Albus.

— Cállate— masculló su hermano amargamente, suspirando.


De pronto Cam se detuvo en seco. Soltó a ambos, y se echó para atrás, con el semblante serio. Un cambio radical, la verdad, y ni siquiera Rose entendió de qué venía la cosa.

— ¿Qué sucede? — preguntó la pelirroja, secando una lágrima que había quedado estancada. Luth se cruzó de brazos.
— Si siguen parando llegaremos tarde— anunció, aunque poco lo escucharon, pues la chica había comenzado a hablar.

— ¡Son unos imbéciles! —, chilló Cam, apuntando a ambos hermanos. Lucía verdaderamente furiosa. Los dos quedaron estupefactos. ¿No estaba recién dando saltitos junto a ellos?

— ¿Eh? — soltaron al mismo tiempo, ceñudos.

— ¡Los odio! ¡Hacen que todo sea más difícil! — bramó, y de pronto su ira se transformó en tristeza, porque sus ojos se cristalizaron. — Merlín, odio esto— logró articular antes de volver a perderse en los confusos sentimientos que la atosigaban.

— ¿Nosotros qué? — murmuró Albus, todavía confundido.

Pero ella ya estaba llorando. Rose dio los tres pasos que las separaban, y la abrazó. Increíblemente terminaron llorando juntas, como compañeras de penas.
Albus, James y Luth intercambiaron una mirada media incómoda, media confundida, media tensa. Ni el “yolosétodo” driada supo qué hacer en aquel momento.

— No lloren. Odio que lloren— suplicó el ojiavellana, desviando los ojos hacia otro lado. Ciertamente le desagradaba.

— ¡Tienes razón! — Coincidió –sorprendentemente- Camille, soltándose de Rose, con una deslumbrante sonrisa. Eso desencajó a todos.

La pelirroja le lanzó una última mirada curiosa, antes de asentir y regresar como si nada a su lugar, aparentemente solitaria otra vez.

— De acuerdo. No me gustaría tener que soportar eso toda la vida— afirmó Albus, aun tratando de asimilar los cambios de ánimo.
— No es muy diferente a siempre. Solo más intenso—, aseguro James, asintiendo con la cabeza para sí. Luego se apresuró a alcanzar al resto, pues Luth se había vuelto a poner en marcha.

— ¿Insinúas que la conoces más que yo? — Soltó Alb molesto, también apurándose. James rió, meneando la cabeza.

— Tú lo has dicho, no yo.


Albus calló, diciéndose que era el Glamour de driada el que lo hacía enfurecer de tal manera, y no las palabras de su hermano. Porque James no tenía razón. ¡Él la conocía mucho más! ¡Fueron mejores amigos, y ahora son novios!

Siguieron caminando rápidamente entre los muertos árboles invernales del bosque, pero Camille no volvió a acercarse a los hermanos, se mantenía al frente junto a Rose. Parecía que de a poco los efectos se le iban pasando, y comenzaba a repasar cada cosa que había hecho desde que el Glamour la invadió. Primeramente con que casi besa a James, siguiendo con aquel “los quiero” estúpido antes de enfurecerse una vez que ya se habían puesto en marcha, el ataque de risa, y ahora rematando con aquello de hace un rato, sin mencionar lo de las manos. Empezaba a sentirse estúpida, infantil, descontrolada, y malvada. ¿Realmente había hecho todo eso sin pensar en las consecuencias?

¡Estúpido Glamour!


— Eh, creo que ya se le fue el efecto— señaló el mayor de los Potter, que iba por detrás de ella. Aceleró paso, y tomó entre sus dedos un mechón de cabello rosado pálido, con una sonrisa burlesca. — ¿Lo ves? Ahora, cielo, cuéntanos por qué quisiste besarme. ¿Estás hormonal como mi hermanito o es otra cosa?

— ¡Suelta! — Chilló ella efectivamente avergonzada y con las mejillas sonrosadas, corriendo su agarre con un manotazo, al tiempo que Albus se acercaba a ellos. Volvieron a detenerse, ante la impaciencia de Luth, y la ausencia mental de Rose.

— ¡No te pongas agresiva! Queremos saber qué sucede en tu cabecita—, dijo James, alzando las manos con fingida inocencia, aun con aquella confiada sonrisa burlona.

— Piérdete— masculló Albus, golpeándolo con el hombro al pasar a su lado para llegar junto a Cam, quien ahora estaba más ruborizada.

¿Saber qué sucedía? Si ni siquiera ella tenía idea de qué le estaba pasando. Nunca en su vida había pensado estar así.

— ¿Estás bien? — Cuestionó Alb, ofreciéndole una mano ahora que la chica parecía despejada y fuera de aquel hechizo de driada. Asintió con la cabeza, entrelazó su mano, y siguió caminando como si nada.

James bufó, Rose pestañeó varias veces, y Luth volvió a sonreír.

— Escribiré una historia sobre ustedes, humanos—, comentó el driada, arrancando a la cabecera de la marcha otra vez. — Si salvan la tribu, mi relato será aclamado, y si mueren aun lo será. Genial, ¿no?

— Eso es tan considerado—, escupió la pelirroja, pasándose una mano por el rostro. Aparentemente ella también acababa de salir de trance.

— Ahora que estamos todos conscientes, ¿qué haremos una vez allí? — Preguntó el ojiverde, ligeramente preocupado otra vez. Realmente le asustaba tener que pelear contra dos Trols, ¡sin varitas!

— Oh sí, sobre eso…— Luth se detuvo, ante las quejas del grupo (algo hipócritas teniendo en cuenta lo anterior). Rebuscó entre los bolsillos de su traje hecho de alguna suave y ligera tela tan blanca como su piel, hasta que consiguió lo que parecía buscar. Era un gran puñado de hojas verdes; más verdes de las que ninguno había visto antes.

— ¿Qué es eso? — Indagó Camille, quien había hecho el esfuerzo de dejar de lado la vergüenza que sentía, solo porque debía concentrarse en lo que la llevó a aceptar el Glamour en primer lugar.

— Hojas mágicas—, musitó Luth, tendiéndole un pequeño puñado a cada uno. James las guardó sin cuidado en el bolsillo de su abrigo, aun de mal humor ante la confusión que todo le venía dejando; Albus comprobó su lisa y perfecta textura; Rose las olió curiosa; y Cam las examinó por todos los ángulos, buscando algo que delatara que era diferente a las hojas normales, fuera de su tinte y superficie.

— ¿Para qué…?— Pero antes de que Rose terminara de preguntar, el driada contestó.

— Como sabrán, las driadas somos seres de la naturaleza. Tierra, fuego, aire y agua, ¿está claro? — Asintieron, como si se tratara de una clase de CCM, y continuó; — en invierno tan solo tenemos el elemento agua –y algo de tierra, pero está congelada-, como verán. Pero con el agua no somos capaces de crear, así que tenemos que hacernos con una buena cantidad de estas hojas para usar libremente nuestra magia fuera de nuestra aldea. Por ejemplo, con una de estas podemos hacer fuego, crear una cantimplora, una cama… Cualquier cosa, dependiendo la cantidad de magia que tengan. Tienen que saber que el Glamour se agota más o menos dependiendo del hechizo, y aquellas cosas que creen no se irán hasta que ustedes lo decidan –o que otra persona con Glamour lo elimine-. Somos una rama de magia diferente a los magos, pero creo que podrán manejarlo. ¿Están listos?


Luth tuvo lo ligera sospecha de que las únicas que entendieron fueron las chicas, porque mientras que ellas asentían seriamente, Albus y James tenían la boca entreabierta, los ojos entornados, y una profunda expresión de confusión.

— Perfecto entonces. Estamos cerca, prepárense— indicó con sonrisa divertida, ansiando ver qué resultaría de esos magos.


Volvieron a emprender marcha, mientras las chicas se encargaban de crear tácticas. Tenían acordado que se dividirían. Irían de a dos, y cada grupo se haría cargo de un Trol. Ya habían acordado las armas a crear, cuando Albus saltó con una pregunta superficial:

— ¿Por qué tú irás con James? — Señaló a su novia, quien suspiró cansinamente. Realmente, apenas podía discutiendo consigo misma, no tenía ganas de hacerlo también con Alb.

— Porque trabajan juntos hace rato— obvió Rose, y ante la mueca de traición que puso, añadió; — me refiero al quidditch.

— Está decidido, hermano. Cam me quiere a mí— saltó James, con sonrisa torcida-robadora-de-suspiros, pasando un brazo atrevido por los hombros de la chica.
Antes de que Albus reaccionara –mal-, Camille le dio un fuerte codazo, con expresión irritada, dejándolo atrás unos momentos.

— ¿Tienes que volver a ser el de antes, justo ahora? — Masculló la chica, presionándose el tabique con el índice y el pulgar. Rose meneó la cabeza, con desaprobación.

— Voy a golpearte, James— advirtió Alb, pasando él un brazo por los hombros de la fastidiada Camille, de manera algo posesiva.

— Solo decía— excusó el ojiavellana, sobándose el punto donde el codo de la Lupin había impactado tan grácilmente.

— Llegamos—, anunció Luth antes de que Cam soltara no muy bonitas palabras ante su “solo decía”.

El grupo se detuvo en seco, frente a una gran mata de arbustos muertos, que seguro alguna vez fueron bonitos y tupidos, pero ahora parecían dedos enredándose entre sí, ahogando todo lo que se topara en su camino.

— Qué bonito— ironizó Rose, echándose un poco para atrás.
— Definitivamente esta no era mi idea de una tribu de driadas alegres—, murmuró Cam, moviéndose para adelante. Luth hizo una mueca.

— No debería ser así. Han atrapado al jefe, él mantiene nuestro territorio vivo…— explicó el muchacho, preocupado.

— ¿Por dónde entramos? — preguntó firmemente James, quien había vuelto a su faceta “chico malo”, dejando atrás la de “coqueto-inmaduro-mujeriego empedernido”. Luth señaló los arbustos con una sonrisa. Pero antes de que Cam pudiera explicarle “amablemente” que no podrían cruzar eso ni en un millón de años, él extendió una mano, y un brillo blanquecino salió de ella, generando que las ramas comenzaran a desenlazarse como si se tratara de tuercas a las que les das la vuelta.

Cuando finalmente terminó, todos soltaron un “oh” colectivo. Ni siquiera Albus recordaba estar enojado, pues ante ellos, como una odisea en medio del gélido bosque irlandés, se extendía un maravilloso campo multicolor, de césped verde, flores arcoíris, y árboles dando frutos que nunca antes habían visto. Pero todo lucía apagado en las esquinas, y aquel apagado grisáceo parecía avanzar como la marea, lenta pero constante.


— Esto es increíble— susurró Rose, siendo la primera en atreverse a entrar ante la invitación de Luth. Le siguió James, y luego Cam aun con Albus abrazando sus hombros. Una vez que el driada entró, el agujero que se había abierto entre las raíces se cerró con un silencioso “pop”.

— Esto es Glamour del más puro— afirmó Luth, haciendo un gesto con los brazos que abarcaba todo el terreno. A lo lejos se oía un constante y sospechoso retumbar.

— Quieres decir que es una ilusión — apuntó Rose, decepcionada.

— No exactamente. El Glamour es como una ilusión, pero puedes sentirlo, es real hasta que tú decides que deje de serlo. Es el jefe el que se encarga de que todo esto se mantenga real. Pero al parecer algo se lo está impidiendo…

— Pues no nos quedaremos a adivinar qué. Hay que ir— dijo firmemente Camille, soltándose de su novio, apretando en su puño dos hojas mágicas, preparada para la lucha. Su rostro se había endurecido, y miraba hacia ningún punto fijo hacia adelante. Parecía un mártir.

— ¿Están seguros de esto? Los Trols son peligrosos, ustedes pueden volver a su casa todavía. Veré si me encargo yo…— insistió por última vez Luth, aunque realmente no quería que se marcharan. Estaba ansiando ver qué hacían los humanos.

— ¿Estás loco? ¡Vamos! — La chica apuntó hacia adelante, y se echó a correr seguida de la pelirroja, quien se mantenía igual o más firme que ella.

— Tu novia es más valiente que tú. Qué gracia— comentó James, con una sonrisa burlona (de esas que venía haciendo desde que las vacaciones comenzaron, y decidió rencontrarse con su “yo” original) hacia su hermano, antes de ir tras ellas.

— ¿Me parece a mí o tu hermano y esa humana…?— pero antes de que un divertido Luth terminara la frase, Albus lo fulminó con la mirada.

— Son ex novios. Es solo eso— musitó, sin saber si estaba tratando de convencerlo a él o a sí mismo. Y comenzó a correr tras los otros, seguido de un Luth que más que andar parecía flotar.

Driadas.



Cuando Albus y Luth alcanzaron al resto, ellos estaban agachados tras unos vívidos arbustos, cuchicheando entre sí preocupadamente.
El ojiverde se arrodilló junto a ellos jadeante, sin entender por qué lucían de pronto tan preocupados, hasta que captó aquellas dos sombras junto a una choza más grande que el resto. Se le heló la sangre.

— Merlín— logró articular, antes de ponerse de pie.

— ¿A dónde vas? — recriminó su novia en un susurro insistente. Tiró de su mano otra vez, sentándolo.

— ¡Son mortífagos! — exclamó en un murmullo exasperado, apuntando con la mano hacia delante, donde los dos enmascarados revisaban uno por uno los niños driadas, mientras que enormes Trols verde musgo se encargaban de destruir las pequeñas chocitas. James rodó los ojos.

— Sí, y tú eres un bebé— bisbiseó con sorna, fastidiado ante su cobardía.

— ¡No soy un bebé!
— Solo los que son bebes dicen que no lo son.
— ¿Eh?

— ¡Ya basta! — Interrumpió Cam, hastiada, dándole un golpe en el brazo a ambos. — No sé qué les pasa, últimamente están peor que siempre. Pero no es momento de sus estúpidos pleitos, ¿no ven esa gente? — Apuntó con un dedo insistente hacia la choza principal, donde una tribu entera de seres de todos los colores estaba atada de pies y manos con algo que brillaba intensamente (lo cual de seguro era algún artilugio para neutralizar su magia). Había niños, mujeres, ancianos y hombres de todo tipo.

— Tienes razón—, asintió James algo avergonzado. — ¿Cuál es el plan?


La chica afirmó en aprobación, y estaba a punto de explicarles qué cambios habría ahora que resultaba que dos mortífagos eran parte del ataque, cuando un grito desgarrador la alertó. Giró la cabeza junto con el resto, encontrándose con que uno de los enmascarados había alzado a un niño de pieles anaranjadas, y se lo llevaba hacia lo que parecía ser una alfombra mágica.

Sin más, se puso de pie de un salto, y se echó a correr antes de que Rose pudiera atraparla por el brazo.

— ¡ALTO! — Bramó, llamando la atención de los mortífagos. Temblaba ligeramente, pero no pensaba permitir que realmente se llevaran a ese niño inocente. ¿Quién sabe qué pretendían hacerle?

James juró por lo bajo, y se paró para llegar hasta su lado, ante el pánico de los otros dos. Entonces uno de los mortífagos pareció reconocerlo. Dijo algo al otro, quien dejó al niño con una risa que hizo que los cabellos de Camille se erizaran.

Antes de saber cómo, tanto Rose como Albus estaban junto a ellos. Luth se había escabullido por un costado, y no había rastro de él.


— ¡No puedo creer que suerte tengo! ¡Dos hermanos Potter! — Dijo con voz familiar el primer sujeto. Era un hombre.

— Un momento…— Comenzó Cam, en un susurro asustado. Miró a James con duda, y para su pesar él asintió con la cabeza en confirmación. Ese era el mismo tipo del callejón Knocturn. Ese que era capaz de matar a ambos sin dudar.

La cosa se tornó peligrosa.


— No podemos hacerles daño ahora. Se enojará—, advirtió la otra, que aparentemente era una mujer. El tipo no la escuchó, y sacó su varita, apuntándolos con ella.

— No importa. El plan me parecía malo de todos modos— dijo, antes de conjurar un seco “Avada Kedavra”. Y esa fue la señal.

Comenzaron a correr en direcciones diferentes. Rose se dirigió a toda velocidad hacia la derecha, como ella y Cam habían planeado en un comienzo. Albus siguió a su hermano, hasta que se dio cuenta de que él iba directo a los mortífagos. Entonces giró de lleno hasta donde Rose parecía querer ir, esquivando por un pelo un rayo verde.

Camille, en cambio fue hasta la izquierda, esperando a que hicieran lo que ella creía que harían.

Efectivamente, enseguida se escuchó un “¡Llama a los Trols!”, y al segundo la mujer gritaba algo en un idioma desconocido, atrayendo a los enormes seres hasta ellos, con sus garrotes arrastrándose tras ellos.
Cam esbozó una sonrisa confiada (más para creerlo que por sentirlo), y presionó una hoja contra su palma, transformándola mágicamente en una esplendorosa espada. Resultó ser más pesada de lo que creyó, y estaba haciendo esfuerzo para levantarla cuando esta pareció alivianarse por sí misma. Sintió la adrenalina correr, y se lanzó directo al primer Trol, jugando con su suerte.

Al verla correr, Rose imitó el acto, convirtiendo su hoja en un arco, sacando otra para hacer una flecha. Una flecha especialmente hecha con piel de dragón, como había preacordado que sería.
Rose había tomado clases de arquería los últimos tres años, estaba más que lista para esto.

Corrió hacia el segundo Trol, dejando a un desorientado Albus atrás.


James estaba frente a los mortífagos, en un acto un tanto imprudente y arriesgado. Pero se sentía capaz. O al menos sentía que debía serlo. Ese tipo había tratado de matarlo la última vez. Había tratado de matarla a ella.


— ¿Qué pasó en el callejón Knocturn, señor de la máscara? — Preguntó con diversión que no sentía, esquivando por muy poco un rayo rojo de la mujer. El tipo se quitó el antifaz que cubría su rostro, y mostró una sonrisa mortífera acompañada de peligrosa mirada celeste-blanquecina, que daba a entender que no le gustaba en absoluto que otros hicieran el mismo juego que él hacía.

— ¿Por qué tanta confianza, Potty? ¡Desmaius! — Cuestionó con fingida amabilidad, rematándola con aquel hechizo.

A lo lejos se oyó un grito gutural, y volteó lo suficiente para encontrarse con que del ojo de unos de los Trols sobresalía una especie de vara que brillaba ante el reflejo del sol. Una flecha. Sonrío de lado, pero cuando giró a enfrentarse de nuevo a los mortífagos, no pudo ver el rayo verde que se dirigía hacia él. No podría esquivarlo.


Sería su fin.


Pero entonces alguien se lanzó sobre sus pies, tirándolo al suelo, logrando que esquivara por un pelo el hechizo que acabaría con su vida sin lugar a dudas. James se sorprendió de encontrarse con Albus a su lado, pero no demoró tiempo en preguntarle por qué. Se puso de pie de nuevo, sacó una hoja, y la trasformó en una bola plateada. Se suponía que era un Expelliermus, pero nunca había hecho algo así. Lo lanzó, y el hombre lo esquivó con un Protego veloz.

— Será divertido— murmuró el mortífago, antes de enfrascarse en una pelea junto a la mujer y los dos hermanos Potter.


Camille miró de soslayo, sintiendo un increíble alivio cuando Albus llegó a tiempo para salvar a James. Estaba animada por la idea de verlos trabajando espalda con espalda, unidos.
Estaba tan animada que no vio venir el mazo del Trol, que logró esquivar por poco, haciendo que solo impactara con su pierna.


La sintió romperse, sintió el dolor como si le echaran ácido encima, como si cada célula se hiciera añicos. Luego gritó, pese a que no quería hacerlo. Eso equivalía a distraer a los otros. Y fue exactamente lo que sucedió.

— ¡Cam! — Gritó Rose, alertando a los otros dos, que enseguida voltearon, con evidente preocupación al encontrarla en el césped con la pierna doblada en aquel extraño ángulo.

— ¡Yo me ocupo! — Exclamó alguien detrás de ella, para alivio de todos. Rose volvió a lo suyo con una expresión más calmada, y Albus logró esquivar aquel Diffindo.

Luth se arrodilló junto a la chica, y en un movimiento rápido curó la herida. Cam no preguntó cómo lo hizo, ni de dónde había salido o dónde se había metido, pues tampoco imaginaba que respondiera. Solo soltó un sincero “Gracias”, y se puso de pie nuevamente, con la espada en alto.

— Iré a liberar a mi gente, humana— anunció antes de volver a desaparecer. Cam asintió, aunque sabía que no la vería, y saltó hacia la izquierda para esquivar otro de los descoordinados y torpes mazazos que lanzaba el Trol.

Apretó la empuñadura, entornó la mirada, y se lanzó contra la criatura en el momento en que su garrote tocó piso, montándose por este como pudo, antes de que lo volviera a alzar bruscamente. Camille se aferró al palo como a su espada, pero aun así se deslizó hasta la mano del Trol. Colgó de su dedo unos instantes, antes de saltar hasta aterrizar en su cabeza. Se trató de sostener del poco cabello que adornaba su coronilla (que más bien podía parecer hilos viejos), incordiando a la criatura, que sacudió la cabeza haciendo que se resbalara directo hasta la regordeta nariz. Hizo una mueca, pero ignoró el moco que ahora manchaba su bota.

Entonces aprovechó para dar el golpe de gracia, directo a su ojo. Sintió nauseas al ser consciente del viscoso contenido del globo ocular, que salió disparado cual agua, provocando que el Trol lanzara un grito desgarrador, llevándose las manos a la cabeza.
Pero los Trols son tan torpes, que al hacer esto, se golpeó a sí mismo en la cabeza con el mazo, y quedó inconsciente. Comenzó a caer. Fue entonces que Camille entró en pánico.

Se apresuró a tomar una hoja de su bolsillo, la presionó con fuerza, aferrándose aun a la nariz del desmayado Trol, que caía lentamente (ironía de la gravedad, o producto de la adrenalina que sentía en ese momento). Entonces la soltó bajo ella, y para su alivio esta sí creció descomunalmente, casi como un bote salvavidas. No perdió tiempo, y con confianza ciega se lanzó sobre su hoja-salvavidas, la cual actuó de avión de papel, y comenzó a descender pacíficamente, mientras que el Trol impactó en un ruido seco, sacudiendo ligeramente la tierra.

La mortífaga se percató de aquello, y soltó un gruñido por lo bajo. Debían marcharse pronto, esos mocosos tenían Glamour de driada, podían hacer cualquier cosa.

Pero su compañero pensaba diferente, pues seguía ensimismado en la batalla contra los dos Potter. Los tres enviaban hechizos a diestra y siniestra, tanto conjuros como improvisados movimientos dirigidos por el Glamour.

Ahora que ya habían eliminado al primer Trol, solo quedaba uno y…


PUM.


Otro ruido seco indicó que el segundo Trol había caído. Rose soltó un “¡Sí!” triunfal, irradiando alegría. Esa había sido su primera batalla, su primera aventura como aquellas que sus padres y tíos contaban; y, a juzgar por aquel ser plagado de flechas por todos lados, había resultado bien.


Su mirada se cruzó con la de la Lupin, que también lucía confiada de sí, y ambas asintieron antes de echarse a correr hasta los Potter, que venían guardándose las espaldas muy bien. Llevaban un cinco a siete en eso de salvarse la vida, y Albus venía en primer lugar.

— Muy buen espectáculo, niños—, comentó el mortífago con burla al ver a los Trols inconscientes –quizá muertos-. Aunque realmente no le costara luchar con los cuatro, comenzaba a impacientarse.

— Este será mejor— aseguró Camille, aun sintiéndose corajuda, enviándole una especie de rayo eléctrico, el cual el hombre esquivó con gracia.

— Me encargaré de eso— repuso el mortífago, antes de enviar un Avada Kedavra en su dirección.

El cabello de Cam perdió color en tiempo récord, y apenas llegó a agacharse antes de que el rayo verdoso rozara su cabeza.

— Pero si es la metamorfomaga de la última vez… ¡Ya lo tengo! ¿Camille Lupin, verdad? — Burló el hombre, complacido al ver que quedó hecha piedra ante la mención de su nombre.

— ¿Cómo…?— pero antes de que Cam pudiera terminar la frase, Rose la estaba empujando con un “¡Cuidado!”. Otra vez estuvo al roce del rayo verde.

— Ugh, casi. Probemos de nuevo…— dijo el hombre, preparado para otro ataque, conjurando un rápido Protego para desviar el Desmaius de Albus.

— ¡Alec! — Chilló la mujer mortífaga, de pronto dejando de luchar, recibiendo un Expelliermus en el pecho, el cual la hizo caer de espaldas sobre el césped. El tal Alec volteó furioso ante la mención de su nombre, -elcualnodebíasermencionado-, pero quedó más pálido al ver que todas las driadas estaban libres, y se preparaban para atacarlo.

— ¡Nos vamos! — Anunció el chico a su compañera, que se apresuró a ponerse de pie, olvidando su varita, la cual Camille se apresuró a tomar. Alec esquivó un último Desmaius, y se echó a correr sin esperar a la mujer, tomando el mismo niño del inicio de pasado, con un ágil movimiento.

— ¡Espera, idiota! — Bramó la Lupin, echándose a correr tras él nuevamente.

— ¡Camille! — Llamó James antes de correr tras ella, exasperado por la tendencia suicidamente peligrosa de la chica de echarse a correr tras esos mortífagos.
— ¡James! ¡Cam! — Soltó Rose, también histérica, yendo en búsqueda de su primo y su loca amiga.
— ¡Rose! — Albus se apresuró a detener a su prima de un tirón, seguro de que esos dos podrían arreglárselas ahora que toda la tribu estaba de su lado. Ella lo fulminó con la mirada, y trató de zafarse, pensando todo lo contrario que él.


Los mortífagos, ante la sorpresa de los chicos, se montaron en la alfombra mágica ilesos, y emprendieron vuelo. Camille chilló histérica, y pegó un salto para tomarse de ella. James la miró asustado, y saltó tras ella, consiguiendo agarrar una milagrosa punta.

— ¿¡Estás loca!? — Gritó el ojiavellana, pero ella no le prestó atención. Se subió rápidamente al artefacto, ante la sorpresa de los mortífagos, y comenzó a lanzar hechizos otra vez. Le costaba un poco al ser dos mortífagos (de seguro experimentados magos), contra ella sola, por eso agradeció cuando James se incorporó sobre la alfombra él también, y luchó junto a ella.

Desde el suelo se oyó un “¡NO!” lejano del Potter y la Weasley, y luego solo el viento golpeando contra sus oídos.

La situación era límite. Comenzando con el hecho de que estaban haciendo equilibrio a duras penas sobre una alfombre que iba a gran velocidad, seguido con que ellos dos, alumnos de sexto, luchaban a muerte con dos ases del duelo.

— ¿No se rinden? — Masculló Alec, entre divertido y fastidiado, enviando un limpio Avada Kedavra, con el cual Cam se tambaleó casi al borde para esquivarlo.

— Nunca—. Eso fue al unísono, y provocó que ambos se miraran con una sonrisa que infundió valentía en ambos.

— Qué lástima—, comentó la mujer, antes de lanzarse inesperadamente contra James, quien inevitablemente cayó al vacío.


Cayó con un grito, y se perdió en los árboles muertos y fríos.


Camille quedó estática. Sintió su corazón estallar, sus ojos escocer, y su pecho desbordar de ira. ¿Él…? No, él estaba bien. Él podía salvarse con una hoja mágica, ¿cierto? Sí, él no estaba… No, él estaba bien. Bien. Él estaba bien. Él estaba…


— Voy a matarte— articuló, derramando una lágrima que balanceaba entre el enojo y la pena. Alec se había dedicado a observar con gracia la reacción de la muchacha. Le divertía, debía darle a su compañera el reconocimiento de tal idea.

Aunque si el Potter llegase a estar muerto, “ella” los mataría a ambos por arruinar el plan. Bueno, al menos a la chica. Porque la líder podía ser muchas cosas, pero jamás mataría a su propio hermano.


— Inténtalo—, desafío Alec, con un brillo divertido. Aunque algo le decía que no debía seguir metiendo el dedo en la llaga. Los metamorfomagos son muy temperamentales, y desde luego la pinta de la chica no era esperanzadora.

Su cabello era tan rojo que cegaba, al igual que sus ojos, que incluso habían perdido el iris, transformándose en un extraño agujero escarlata sobre su rostro. Incluso su piel, que antes lucía un bonito y algo enfermizo blanco, ahora exponía un suave carmesí.

Camille extendió una mano hacia el costado, ignorando incluso que la alfombra se tambaleó un tanto. El niño driada lloriqueó un poco, asustado ante la visión que se generó cuando la muchacha convirtió su hoja mágica en fuego, y se la lanzó a la mujer. Parecía un demonio enfurecido. Y en parte así era.

La mortífaga chilló espantada al ver que su túnica comenzaba a arder más rápido que cualquier otra cosa, y trató de apagarlo con magia, pero no obtuvo mucho resultado.

— Impresionante. Te doy diez puntos por eso—, confesó Alec, con una sonrisa cínica. Camille soltó un bufido furioso, y levantó la varita que era de la mortífaga.

— ¡AVADA KEDAVRA! — Pronunció, verdaderamente sintiendo la necesidad de hacerlo, sintiendo la furia que se arremolinaba en su interior recorrer el camino hasta su índice derecho, introduciéndose en la varita, generando aquel brillo verdoso que fue expulsado derecho hacia un sorprendido Alec.


— Ah—. Eso fue lo último que soltó la agonizante mortífaga, cuyo fuego finalmente apagó al recibir el rayo por su jefe. Alec pestañeó varias veces, pero se recompuso rápidamente. Más rápidamente que Camille, al menos.

— Volveremos a vernos, niña— dijo el mortífago, antes de desaparecer junto al cadáver de su compañera en un remolino oscuro.


Entonces un grito le continuó, al tiempo que la alfombra comenzaba a descender en picada, careciendo de la magia que la impulsaba a volar. Camille reaccionó, sin querer sentir aquel revoltijo en su estómago tras haber matado a alguien, pues ahora debía preocuparse por el niño driada, y por no terminar muerta ella misma.

Desató al pequeño rápidamente, y cuando estaba a punto de indicarle que se tranquilizara porque todo estaría bien, el driada saltó de la alfombra. Cam abrió los ojos fuera de sus órbitas, y se apresuró a asomarse, para ver que el niño elevaba vuelo ahora como un… ¿pájaro?

Cam lo siguió hipnotizada con su batir de alas, esperando el momento. Solo quería apagarse, pues en ese instante solo sabía tres cosas; en primera, cabía la posibilidad de que James estuviera… estuviera… muerto; en segunda, acababa de matar a alguien, a una persona; y en tercera, acababa de limpiar aquella confusión mental, pero el resultado final no le agradaba en absoluto.

Prefirió dejarse ir.

Y finalmente el niño-pájaro se perdió de vista. Finalmente la alfombra tocó suelo.


Finalmente todo obscureció.


Osea, estoy con la aventura a full (?


OK, ¿quieren saber qué es una driada?

Bueno, son los elfos de los bosques, como hadas sin alas y tamaño real (?). Tienen orejas puntiagudas, ojos enormes y almendrados (que terminan como rasgados en las puntas, al estilo oriental pero enormes). Las pieles varían en color, al igual que los ojos (me tomé la libertad de modificar bastante a las driadas, para que se adaptaran a lo que yo buscaba).



Por ciertoo, ¿han leído Hush Hush? MERLÍN, amé esos libros! Me queda leer el tercero, y creo que hay un cuarto. Uf, no los encuentro en ningún lado U.U


Okay, estaba pensando en hacer algo interactivo. Se me ocurrió añadir una pregunta al final de cada capítulo. Lo pensaré..


Besos! ^^

Voy a matarte!! como carajos la podes dejar ahi!! kvubfvkyubbgghbvbvhbvgyvchu Juro que estoy temblando como la puta madre. Cam, James ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!
Necesito mas nove!!
Seguila, si?! ufff, estoy intentando respirar de vuelta, porfa seguila lo mas pronto posible
Besos
PD: Me exaspera Albus siempre tan celoso y kashafgdvfesk

Hola, Jelou, Watsap, Aloha, Ciao(?)

MATASTE A JAMES! SDKJASKFJASKFJ LO ASESINASTE(?) AH. *llorar* *llorar*
Tipo Suzanne Collins & J.K Rowling *aplausos* Bueh c: dudo que haya muerto e.e en todo casi, quizá se haya roto una piernita c: o perdido la memoria D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D: D:





No te comente los anteriores capituleishons pero estaba de vacaciones D: & me encontré a la tía de Nagini ¡HERMOSA! Nah pues e,e siguela amorsh(?)
Ese Albus es un CALENTURIENTO D: (cof cof con agua fría se le pasa[?] cof cof ).

P.D: Amé lo de James de que volvía a ser un bruto galan empedernido xD. & me reí un monton con los anteriores capítulos. Pobre Cam D: