Bipolar

  


Capitulo 1.
 

-Te echaré de menos.-Yo si que la echaría de menos, echaría de menos sus conversaciones acaloradas por teléfono, sus comidas mal hechas y sobre todo ese acento que me hacía recordar de donde venía.
 
-Y yo.-No quería quedarme allí, yo no pertenecía a ese sitio, no estaba loca o al menos eso era lo que pensaba.
 
-Aura, tenemos que irnos.-La enfermera habló desde la puerta del centro, era hora de irse, de marcharme durante un tiempo, hasta que esté mejor.
 
-Cuídate, vendré a verte el jueves.-Podía notar como los ojos de mi madre se llenaban de lagrimas y sabía que en cuanto entrara en el coche daría rienda suelta a sus sentimientos.-Vamos.-Me animó la enfermera. La entrada no era demasiado acogedora, ese blanco nieve era bastante deprimente.-Siéntate un momento por favor.-Desde el sillón tenía una visión perfecta de toda la recepción, desde esa enfermera que se veía a kilómetros que estaba metida en Facebook hasta esa chica que tenía una conversación con ella misma ¿Dónde me había metido? Me pregunté a mi misma.
 
-Ven.-Me levanté de ese sillón mullido y cogí la mochila en la que guardaba la poca ropa que había traído. Entramos en una sala que era totalmente blanca y que estaba a rebosar de gente.-Esta es la sala de visitas.-Me explicó esa misma enfermera. Me dijeron que tenía derecho a visitas dos veces a la semana y sobre todo no podía tener ningún contacto con el exterior ya que podría poner en peligro el tratamiento. Después de girar varias veces y entrar por un millón de puertas, empezamos a subir unas escaleras que ocupaban la mayoría de la sala, después torcimos a la izquierda y pasamos por una puerta que daba a un pasillo increíblemente grande, había millones y millones de puertas que parecían no acabar.
 
-Este es el pasillo de las chicas, ningún chico puede pasar por aquí.-No me importaba demasiado quien pasara por allí con tal de que no me molestara.-En la puerta del fondo hay un baño, tu taquilla es la numero setenta y ocho como tu habitación.-Se me olvidaría, estaba segura de que olvidaría el número.-Esta es tu habitación.-No me gustaba, tan blanca, tan…Triste. Toda esa habitación era deprimente, casi no tenía muebles, tan solo una cómoda con cuatro cajones, un armario de lo más estrecho y en el centro una mesa de metal redonda.
 
-Podrás estar una hora sola en la habitación, durante las demás horas tendrás que estar abajo con los demás.-Por lo menos tendría tiempo para mi misma, pensé.-Tienes toallas en el primer cajón de la cómoda junto al uniforme. La cena será dentro de dos horas en el comedor.-Mis ojos se aguaron, tenía ganas de llorar, nunca me había sentido tan sola como me sentía en estos momentos. Mi madre me había dejado allí sola, los pocos amigos que había conseguido tener estaba segura de que no pondrían un pie allí y mi padre estaba en Grecia demasiado ocupado como para venir a visitarme.
Puede que me sintiera sola en demasiadas ocasiones, incluso cuando estaba rodeada de gente que realmente me quería, pero me acababa dar cuenta de que nunca lo había estado, sino que lo estaba ahora.