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Far from the world [LouisTomlinson]
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
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Far from the world [LouisTomlinson]
Nombre:
Autor: .Anyway.
Adaptación: No.
Género: Romance.
Advertencias: -
Otras páginas: No.
Autor: .Anyway.
Adaptación: No.
Género: Romance.
Advertencias: -
Otras páginas: No.
Far From The World
- ¿Cuándo dejaras todo este circo? ¡Siempre es el mismo drama! - Grita mi madre volteándose, cuando segundos atrás había estado observando el hermoso paisaje que brinda las ventanas de la habitación blanca.
No respondo, sé que no vale la pena porque mi madre nunca podrá entenderme. Ella cree que lo que hago está mal, que necesito un psiquiatra y ser internada; pero lo que ella no sabe es que todo lo que hago para quitar el dolor, es lo mismo que ella hace cuando toma sus pastillas relajantes ante cada situación problemática: daño. Ambas somos masoquistas en distintas formas, pero ella jamás querrá ser comparada conmigo.
De joven, Gina había tenido un cuerpo precioso, del cual todos los hombres deseaban poseer o siquiera que ella le dirigiera la palabra. Era alta, con ojos color verdes y su pelo negro completamente enrulado y vestida muy a la moda de los 80’. Pero al pasar los años, al pasar las situaciones horribles de las cuales tuvimos que combatir, y nuestro mayor enemigo, el tiempo, han dejado que su bello rostro se marchite y gane unos cuantos kilos de más.
Mi hermana mayor, Grace, entra al cuarto y le pide que por favor se tranquilice. Ella es la única que puede hacer que Gina se calme, cosa que ni siquiera soy capaz de hacerlo yo, que soy más cercana a ella. En mi familia somos cinco hermanas y un hermano menor. Grace es la tercera, pero es como para toda la hermana mayor, incluso para Georgiana.
A continuación, se acerca a mí con un par de lágrimas en los ojos. Evito su mirada porque no quiero verla sufrir por mí. No quiero ver su lastima y su preocupación por una vida que ni siquiera lo vale.
- Vas a tener que terminar con esto ¿Lo sabes?
No contesto y vuelvo mi vista a la ventana que segundos atrás mi madre estaba mirando. Quiero que se larguen, que se vallan y me dejen tranquila, porque no puedo soportar demasiado las lágrimas si ellas siguen aquí.
Quiero escapar, quiero irme lejos de aquí lo más rápido. Sé que mi padre llamo y le está armando un gran lio a mi madre por “permitir y fomentar” mi actitud suicida. El piensa que todo es un juego, mi madre cree que lo hago para llamar la atención, mis hermanas creen que tengo problemas; pero lo que no saben es que estoy enferma, solitaria y con falta de amor.
Me recuesto y cierro los ojos, haciéndome la dormida. Al pasar unos pocos minutos, ellas se marchan dejándome sola. Ahora se irán, porque las visitas han acabado, aunque sé que alguna de ellas se quedara afuera para esperar el veredicto del doctor si deben o no mandarme a un centro de rehabilitación. No quiero ir, porque ellos trataran de comprenderme, algo que lógicamente no podrán hacerlo.
Pasan horas, y cuando ya es de madrugada, me levanto de la cama y busco en el armario mi ropa típica: jeans, musculosa negra y una chaqueta de cuero con mis convers en los pies. Salgo con cuidado de la habitación y veo a mi hermana Annie durmiendo sobre la silla con sus brazos cruzados. Me pongo mi capucha y le echo una última mirada a mi hermana. La extrañare, realmente extrañare esas charlas en las que compartía mi enamoramiento y ellas sobre sus aventuras. Camino con rapidez y con la cabeza baja sin querer ser notada, y una vez que estoy fuera del hospital, corro hacia la dirección de mi casa, porque sé que allí están todas mis cosas y mis ahorros, de los cuales serán importantes para mi viaje hacia la utopía.
Corro, no sé por cuanto tiempo, solo sé que tengo la respiración entre cortada y estoy a punto de morirme de un infarto, pero por suerte ya llego a mi casa. Paso por el patio de atrás y subo la pequeña escalera que usábamos Connor y yo para subir a la casita del árbol, la coloco con cuidado debajo de mi ventana y veo que está abierta. Supongo que mama sigue ventilando por más que no este. Me meto adentro y con cuidado, abro la puerta; escucho a mi mama llorar mientras habla por teléfono. Vuelvo a cerrar la puerta.
Cuando peleo con mi mama, ella suele decir que le arruino la vida, para después echarse a llorar y pedirme disculpas por sus palabras. Pero sé que ella lo dice enserio, porque desde que he nacido no he hecho más que causar problemas en todos lados. Soy la escoria del mundo, pero no me permiten acabar con mi vida. Creen que me aman, yo los amo a ellos porque son importantes para mí, pero yo no merezco la importancia de nadie.
Agarro mi mochila de siempre y pongo lo básico; una prenda de ropa interior, medias, una remera manga larga, un buzo y otros jeans. Solo será eso necesario para el resto de mi vida. Tomo una bolsa con dinero que estaba debajo de mi colchón donde están todos mis ahorros. Mi guitarra está en su estuche, así que ya tengo todo lo necesario.
Pero alguien entra en mi habitación de repente haciéndome sobresaltarme. Es Connor, y tiene los ojos rojos. Cierra la puerta tras él y viene a abrazarme con fuerza. Siento su aroma y su cariño, por lo que no tardo en devolverle el abrazo. Extrañare a mi hermano y mi compañero de aventuras, pero es lo mejor para todos y para mí misma.
Cuando nos separamos, me tiende un sobre de cartón, el cual abrió y veo que hay montones de billetes, más de los que tengo. Lo miro sorprendida y el solo se encoge los hombros. Vuelvo a abrazarlo agradeciéndole de esa forma. Y silenciosamente, me voy de mi casa para no volver.
Mi vida siempre había sido una mierda, porque me crié en un hogar sin amor donde solo existían golpes e insultos. La mayoría de mis hermanas se escaparon de la casa, y solo volvieron cuando mi padre y mi madre se separaron. Pero las cosas seguían, porque yo vivía infeliz sin importar la hermosa familia que tenía. La depresión había sido parte de mi vida quitándome las ganas de vivir. Al no poder conformarme con mi vida, con mi misma, con mi cuerpo, busque salidas como cortes, como drogas, como bulimia, como alcohol. Busque razones para destruirme aún más, como si yo mereciese mucho más.
Encontré una perfecta razón; Mi hermano mayor intento violarme.
Ahora está lejos, pero sigo sintiéndome culpable y horrible por lo que ha pasado.
Mi madre lo ha echado mandándolo lejos. Mis hermanas lo han crucificado. Mi hermano lo salió a buscar con una pistola en la mano.
Todo fue un caos.
Estoy perdida y no encuentro mi camino. Por más que intenten mostrarme cual es, no siento que sea el correcto. Quiero irme, pero mi madre no lo entiende, piensa que son caprichos de adolescentes.
Apunto de cruzar el puente, donde se encuentra un autobús que me llevara a Italia, volteo y veo lo hermoso que es New Castle. Desgraciadamente, no es mi hogar, no es donde pertenezco por más que estén las personas que amo. Yo no debo estar aquí, y todos lo sabemos.
Pago mi pasaje y me siento al fondo del todo, preparada por lo nuevo que vendrá. Solo tengo diecisiete años, solo ese cortó número de edad y me siento como de sesenta. Mi alma esta vieja y esta vacía. Necesito hacer que reviva. Necesito vivir.
Hay frio. Hay miedo. Hay hambre. Hay dolor. Hay olvidos.
Mi rostro y características están por todos lados, por lo que decidí teñírmelo de un pelirrojo. Mi familia sabe cuánto detesto ese color de pelo por lo mucho que odiaba a mi vecina que tenía ese color de pelo, por lo que no podrán jamás sospechar quien soy. Cambie mi identidad por unos cuantos billetes, usando un documento falso. Nadie podrá encontrarme.
Hoy es una noche fría, helada y recién dejo de llover. Estoy en camino a Londres, y solo falta poco para llegar, solo debo terminar de caminar esta ruta larga y luego iré a dormir a un hospital público. Sujeto con fuerza las manijas del estuche de Harrison, mi guitarra preferida, la cual mi padre me había regalado una navidad cuando le había rogado de que me la comprase. A regañadientes el acepto, creyendo que eso me distraería de mis ataques suicidas; logro su cometido, pero no siempre la música me había ayudado.
El estómago me gruñe con fuerza, por lo que pongo una mano sobre mi panza y me digo a mi misma de que debo esperar un poco más, pero al cabo de unos segundos vuelve a insistir y, como si estuvieran de acuerdo, mis piernas empiezan a temblar. Me siento en un pequeño banco que hay cerca. Solo falta menos de un kilómetro para llegar, pero no queda de otra que comer la última manzana que tenía guardada en caso de una urgencia; esta parece ser una.
La saco de mi húmeda mochila y comienzo a mordisquear lentamente y en trozos pequeños mientras me redondeaba las piernas con la mano libre y las ponía contra mi pecho. El frio se vuelve más intenso, incluso creo que empezara a llover.
Termino mi manzana por la mitad, diciéndome que debo guardar para después, así que la envuelvo en la bolsa de plástico que ha estado desde que salimos de la verdulería. La guardo en la mochila y vuelvo a mi caminata solitaria, hasta la hermosa ciudad.
Un auto para justo por donde voy caminando y me sigue. Empieza a llamarme, pero lo ignoro y saco de mi bolsillo con cuidado mi pitaca. Si me quiere hacer algo, voy a hacerlo retorcerse de dolor con la descarga eléctrica que le daré.
– ¡Oye! ¡¿No quieres que te lleve?! - grita porque la lluvia esta amortiguando su voz.
No le respondo y sigo caminando. Lo único que siempre le hice caso a mi mama, fue el no hablar con extraños o subirme al auto de uno. Sabio consejo de Gina.
Segundos después siento que alguien toca mi hombro y me hace girar. Justo cuando estoy por darle con la picana para que le dé una tremenda descarga eléctrica – la cual será más fuerte debido a que esta empapado – unos ojos totalmente azules hace que pare. Su cabello es castaño, sus ojos azules como he dicho antes, su sonrisa es torcida que hace palpitar mi corazón.
– Me llamo Louis – dice aun con su sonrisa - ¿Quieres que te lleve? Está lloviendo mucho y te podría dar una neumonía.
Amago a hablar pero se me es imposible. Este tal Louis me ha dejado sin respiración.
– ¿Qué sucede? - inquiere preocupado - ¿Eres muda o tienes algún problema con tu voz?
No se está burlando, esta hablándome con total preocupación de verdad, algo que se lo agradezco sin siquiera decirlo.
- No necesito que me lleves – digo recuperando la voz y levantando el mentón – Puedo arreglármelas yo sola.
- ¿Y con esta lluvia? – levanta las comisuras de sus labios y las tuerce hacia un costado – Enserio creo que debo llevarte antes de que te puedas enfermar.
- No quiero – repito apretando los dientes – Y será mejor que vuelvas a tu lindo auto antes que me hagas enojar – le muestro la picana en mi mano y largo un descarga eléctrica, lo cual lo hace sobresaltar – Creo que ya has entendido.
Pero el tal Louis no entiende nada, lo veo cuando vuelve a sonreír. Sin siquiera darme cuenta, ya tiene mi picana apagada y guardada en su bolsillo trasero. Cuando estoy a punto de mandarlo al diablo, me levanta poniendo una mano en mi espalda y la otra debajo de mis rodillas. Aunque estoy pataleando y chillando, haciendo mi mayor esfuerzo en soltarme, él no lo hace, ni siquiera parece dolerle los golpes que le doy en el pecho. Me coloca desde su asiento de conductor en el asiento del copiloto y se sube con rapidez al auto poniendo seguro.
- ¿¡Qué demonios crees que haces!? – le grito al mismo tiempo que comienza a arrancar el auto.
- Eres testaruda. Algo tenía que hacer – se encoge los hombros – Tranquila, no voy a hacerte nada malo, pero enserio podrías morir si siguieras caminando diez quilómetros hacia Londres.
- ¿Diez? Pensé que eran dos – murmuro sintiéndome completamente idiota por calcular mal.
- Claro que no, sino hubieras visto las luces de lejos.
- Pues…- mierda ¿y ahora que decía? – Pues, ya. Déjame salir. En cualquier momento la lluvia dejara de caer y caminare esos diez o dos kilómetros que quedan.
- Estas loca – rio de buena gana – no puedo dejarte ir así sin más. Me sentiría culpable y me preocuparía por ti toda la noche ¿Acaso quieres que este lindo chico se desvele por tu culpa? – dice señalando su rostro.
Pero por supuesto que me encantaría que sufriera, porque me está sacando de mis cables con cada mirada, con cada sonrisa, incluso cuando el infeliz habla ¡Solo quiero bajarme!
- Louis ¿Te llamas Louis verdad?
- Si – asiente con la cabeza.
- Bien, Louis – respiro con profundidad – O me dejas bajar, o voy a hacer que el auto choque contra un árbol y moriremos los dos.
El castaño me mira entrecerrando los ojos y dudando de mis palabras.
- No estoy jodiendo. O lo haces o…
Pero no me da tiempo de hablar, porque enseguida con un movimiento brusco pone el auto fuera de la carretera y un poco oculto gracias a unos arbustos de allí. Me quedo paralizada cuando el apaga el motor. ¿Qué significa todo esto? ¿Qué está haciendo? ¿Va a violarme? No creía sobrevivir conmigo misma a una violación.
- Bien, niña testaruda – dice con la voz llena de frustración – Deje mi hogar por ti, arriesgo siempre mi trabajo por ti, te sigo a todos lados para asegurarme de que estés bien ¿Y te comportas de esa forma? Mierda, debí haberte llevado a tu casa una vez que te encontré en Roma.
Abro los ojos impresionada ¿Qué está queriendo decir? ¿Cómo es eso que me siguió a todos lados? ¿Qué mierda está pasando?
- ¿Qué acabas de decir? – digo casi sin voz.
- Eso mismo que escuchaste, Jane – me mira directo a los ojos, dejando ver su rostro serio – Soy detective – bufa revoleando los ojos – Me encargaron tu caso, buscarte por todos lados porque tu familia está haciendo un gran escándalo para saber dónde demonios estas, mientas vas de lugar en lugar tocando tu guitarrita y...
- ¡Mierda puta! ¡Mi guitarra! – grito tapándome la boca.
Louis enciende el motor y da vuelta el auto de una manera brusca que me hace sostenerme de la manija de la puerta. Después de unos segundos, se baja y toma a mi pobre Harrison para colocarla en el asiento de atrás.
- Menos mal que te has acordado – rio de buena gana volviendo a entrar en el auto.
- ¿De qué mierda te estas riendo? ¡Mi guitarra es lo único que tengo en estos momentos! – replico molesta y me cruzo de brazos para no golpearlo.
- Es tu culpa. Si desde un principio te hubieras subido, tu guitarra no hubiera sufrido ese abandono. Bueno, como decía – continúo y yo lo mire curiosa – estoy asignado a tu caso. Tus hermanas denunciaron a… a tu hermano – bajo la mirada y agarro mi cadena donde hay una piedra de cuarzo – Tu madre decidió que era lo mejor para él y para ti. Se estuvo enterando otras deudas pendientes que tiene con la ley.
Me siento en el asiento y pongo una mano sobre mi corazón tratando de calmar mis latidos. Como han de estar todas, menos Connor, él siempre tuvo confianza en mí por más de yo a veces la perdiera.
- No quiero volver – susurro sintiendo unas lágrimas derramar por mis mejillas – realmente no quiero.
- Debes hacerlo – suspira – Debes enfrentar lo que vendrá ahora. Sera difícil, pero debes hacerlo. No siempre huir es la solución.
- ¿Por qué me dejaste avanzar tanto entonces? Sabías que algún día debía volver y tú también.
Louis me mira directo a mis ojos, haciendo que un calor atravesara mi cuerpo y mi corazón latiera aún más fuerte, cortando mi respiración y haciéndome olvidar todo por unos segundos.
- Porque lo que has pasado no se lo merece nadie – contesta y de inmediato toca mi cuello, donde está mi cicatriz – Cortarte la eyacular no ha servido de nada ¿No?
- No te burles – le aparto con brusquedad su mano. Me limpio con los puños cerrados las lágrimas – No sabes ni una mierda las cosas que he pasado…
- Claro que sí. Te investigue – revolea los ojos y de la cabeta del auto saca una carpeta. Una vez que la abre empieza a pasar las hojas hasta llegar una en principal – Bullyng en kínder y en la primaria. A los doce empezaron tus problemas con el cutting. A los trece empezó la bulimia. A los catorce años fuiste medicada por antidepresivos hasta después de un año y medio, en ese mismo año tu padre se fue. A los quince comenzaste a beber más de la cuenta, incluso en días de clase. A los dieciséis comenzaste a consumir drogas de todo tipo. Ahora a los diecisiete – suspiro guardando de nuevo el informe, yo solo podía llorar en silencio – te cortas todos los días, vomitas siempre después de comer, bebes cada vez que puedes, adicta al tabaco y a la marihuana, a veces tomas cocaína y casi sufriste una violación por parte de tu hermano mayor.
Y ante la sola mención hizo que mi cuerpo sufriera un escalofrío y mi respiración empezara a fallar. Comienzo a rascarme con fuerza los brazos.
- Y claro, tienes problemas con los nervios. – enciende el auto – Ya estoy harto de seguirte a cada ciudad, a pagarte demás cuando tocas, o seguirte a distancia. Necesitas entrar a rehabilitación.
Nos quedamos callados durante todo el transcurso hacia Londres. Aún sigo pensando y pensando cómo estará mi madre, como estarán mis hermanas, si Grace se ha casado o no con Christian, si Annie al fin sentara cabeza o si Anahí quedo embarazada. Si los niños están creciendo, si Eric dejo de comer tantos caramelos, si Zoe está diciendo sus primeras palabras, o si Leila le va mejor en matemáticas. Si Connor consiguió la beca esperada para entrar a una gran preparatoria, la cual no podemos darnos el lujo de pagar. Me pregunto cómo estarán todos sin mí. Si están mejor, si están peor, aunque algo me dice que es seguramente la primera. Todo el mundo estaría mejor sin mí.
Louis aparca al frente de un hotel. Deduzco que nos quedaremos aquí a pasar la noche y luego me llevara a una comisaria o algo.
Cuando entramos, el saluda amistosamente a un muchacho de ojos verdes y rulos. Es lindo, pero no tanto como lo es Louis.
Me detengo de repente cuando llego al ascensor ¿Enserio pensé eso? Oh mierda santa.
- Que gusto tenerte de nuevo, Lou – le dice el muchacho tomando mi guitarra y una maleta que supongo que es del castaño - ¿Cuándo acabaras con tu caso? Hermano, este hotel es tuyo, no sé por cuanto tiempo quieres que me responsabilice.
Louis lo calla dándole una mirada fulminadora y luego dirigiéndose hacia a mí. El chico abre en grande los ojos cuando me ve, pero luego sonríe.
- Soy Harry ¿Y tú debes ser la traviesa que tiene dando vueltas a mi amigo, eh?
- Eh… - murmuro sin saber que decir.
- Harry, basta – susurra Louis. Una vez que se abre el ascensor, tomo mi guitarra, quitándosela al roludo, lo mismo lo hace Louis con maleta – Ahora lárgate, ya sé cuál es mi habitación aquí.
Antes de que pudiera decir algo, aprieto el botón que va directo hacia abajo y el otro cerrando la puerta. Louis me sonríe pero yo sigo seria y paso al lado de él chocándole el hombro, algo que lo hace suspirar. Él llega hacia una puerta donde están escrito el número “735”, y al abrirla con la tarjeta, abre la puerta dejando ver una suite completamente lujosa, con grandes electrodomésticos y adornos.
- Es donde vivo cuando estoy en Londres – dice mientras me hace entrar dándome un pequeño empujón en la espalda. – Dormirás en mi habitación y yo en sillón ¿De acuerdo?
Asiento sin mucho ánimo y comienzo a frotarme los hombros. Tengo frio y lo único que quiero es un poco de calor. Coloco mi chaqueta en un perchero que está cerca, y me dirijo hacia la habitación dispuesta a dormirme, aunque desearía un baño más que nada.
- ¿No quieres bañarte? Puedo prestarte ropa – dice prendiendo la luz de su cuarto. Es espacioso y tienes algunos cuadros, los cuales me quedo atrapada viéndolos – Son todos de mi familia y amigos.
- Este hotel es tuyo ¿No?
- Hoteles Tomlinson – sonríe de costado mientras apoya su espalda en el marco de la puerta – Mi padre es dueño de los hoteles más famosos de Reino Unido. Como soy el siguiente al mando, debo hacerme responsable por todos.
- Pero si tenías dinero ¿Por qué quisiste trabajar de detective o cualquier cosa que estuvieras haciendo?
- Porque me gustaba la idea de independizarme – se encoge los hombros – supongo que después de llevarte a tu casa volveré a los negocios familiares. Es lo mínimo que puedo hacer después de todo.
Siento mi piel erizarse, porque Louis se ha acercado demasiado hacia a mí, tomando mi cintura entre sus manos mientras yo estoy de espalda ¿Y ahora qué hago? No quiero que se separe. No quiero que lo haga. Después de tanto tiempo, después de haber sobrevivido al infierno, es hermoso sentir que un hombre me toque.
- ¿Vas a darte el baño? – murmura.
- Solo dame algo que pueda usar – digo sintiendo mi garganta seca.
Louis se separa de mí y escucho como abre la puerta de su placar y como saca algunas prendas. Segundos después, me da una toalla. Tomo todo y voy hasta el baño, donde me voy una ducha rápida y me cambio antes de que me agarre más frió del que ya tengo. Seco mi pelo con un secador que hay en la estantería y me paso los siguientes diez minutos dejando seco totalmente mi pelo. Extraño mi color castaño, realmente lo extraño, pero había que llegar a esas alturas para que no me reconocieran. No funciono mucho porque Louis me encontró en mi primera parada.
Salgo del cuarto y lo veo que está en la cocina haciendo algo para que tomemos. Me apoyo en el marco de la puerta y lo veo hacer su trabajo. Esta también en piyama o al menos eso es lo que parece, ya que usa unos pantalones holgados de color marrón claro y no tiene absolutamente nada arriba, dejando ver sus abdómenes marcados.
Cuando deja las tazas arriba de la mesa, lanza una sonrisa y una mirada en mi dirección, o bueno, mejor dicho me mira desde abajo hacia arriba. Siento mi cuerpo temblar y mis mejillas ruborizar.
- ¿Quieres una taza de chocolatada? Recién lo calenté. – sonríe torcidamente como a mí me gusta.
- Gracias – digo en un susurro cuando me acerco y tomo la taza entre mis manos - ¿Louis?
- ¿Sí?
- ¿Eras tú el que me dejaba más propina que la que se le da a una muchacha que toca la guitarra en las calles? – levanto las cejas, esperando a que me dijera la verdad. El asiente mirando hacia otro lado, ruborizándose.
- No quedaba de otra. No conseguís suficiente dinero.
- Gracias – repito y me coloco el pelo detrás de la oreja.
- Oye ¿Te parece que andar con una playera mía y con mis simples bóxer es apropiado?
Me ruborizo y dejo al taza de chocolatada en la mesa. Digo en un susurro que estoy cansada y quiero irme a dormir, pero antes de que pudiera dar un paso, la mano de Louis atrapa mi cintura y me estrechara hacia su cuerpo. Pongo mis manos sobre sus pecho desnudo y siento algo que martillea mi corazón con fuerza. Miro sus ojos azules donde me quedo atrapada por unos segundos y veo como se acerca lentamente hacia a mí.
- No sé porque no quería desde un principio en que te vi llevarte a tu casa, a tu familia que está desesperada por verte. Quizás porque me gusta tu alma rebelde y ansiosa de libertad – dice corriendo un mechón de mi cabello – Solo… solo quiero que esto no se termine…
- No se tiene porque terminar – murmuro bajando la cabeza – Déjame ir. Así tú podrás decir que no eres capaz de seguir con tu misión y otro me encontrara. Sera más fácil para ti.
- Se ve que no entiendes – acaricia mi cicatriz con sus dedos haciéndome estremecer. – No te quiero lejos de mí.
- ¿Por qué? – me atrevo a preguntar.
- Me gustaba verte de lejos, como hacías todo tipo de cosas para sobrevivir… pero si no te llevo a tu casa, no serás capas de curarte y…
- ¿De todos estos meses que he estado vagando por el mundo, me has visto beber, fumar o drogarme? – pregunto zafándome de su agarre y fulminándolo con la mirada – Ni siquiera desperdicio la comida. Ya no vomito. Ya no me drogo. No tomo. No me corto. No fumo. ¿Acaso no es suficiente? ¿No pueden dejarme en paz?
Camino hacia la habitación sin esperar respuesta y cuando estoy a punto de cerrar la puerta, Louis la abre con brusquedad, haciéndome retroceder unos pasos. Lo fulmino con la mirada pero antes de que pudiera mandarlo al diablo, acuna mi rostro entre sus manos y besa mis labios de tal forma que hace que todo desaparezca. La respiración falla mientras introduce su lengua dentro de mi boca, y para cuando me doy cuenta, mi lengua danza con la suya y pongo mis manos alrededor de su cuello, intensificando más el beso.
Me alza colocando mis piernas alrededor de su cintura, para después colocarme cuidadosamente en la cama mientras se sube arriba mío. Esta besándome de una manera tan pasional y tierna que mi cuerpo se arquea contra él. Tengo diecisiete años y soy virgen. Soy virgen ¿Eso saldrá en su expediente? Porque está encima mío, besándome de una manera totalmente salvaje, pero sus manos no han hecho contacto con mi cuerpo.
- Tengo que parar – dice con la voz entre cortada. – No sé si podre soportar luego.
Abro en grande los ojos y vuelvo a ruborizarme mirando hacia otro lado. Su risa es una dulce melodía para mis oídos.
- No debería hacer esto. Eres menor de edad – niega la cabeza mientras se levanta de arriba mío y se sienta en la cama. Masajea su rostro y luego me sonríe – Lo siento, supongo que me deje llevar.
- ¿Por qué no me quieres lejos de ti cuando has estado mirándome de lejos? – pregunto mientras me siento y me toco los labios – ¿Por qué me besaste? ¿Qué estas sintiendo exactamente por mí, Louis?
El castaño mira a mis ojos, esta vez no sonríe y se mantiene serio. Los nervios comienzan a carcomerme por dentro. Sé que si no habla pronto va a agarrarme la ansiedad y eso es lo que más odio.
- Simplemente, no lo sé.
Louis entra al departamento y deja colgando las llaves. Cuando se gira y me ve, se queda estático donde está. Solo puedo dedicarle una sonrisa.
Después de aquella noche, me quede hablando de todo y nada con él. De cómo fue su vida desde que era niño hasta que creció, de mi vida, los detalles que él no conocía. Hablamos de como éramos cada uno, de nuestros sentimientos, hasta que finalmente hablamos de nosotros. Había llegado a la conclusión de que Louis era especial, demasiado para ser cierto.
Una vez que me llevo directo a casa después de tres semanas, donde compartimos grandes momentos juntos. Él me dijo que me daría un lapso de tiempo para que estuviera preparada y comenzara a asimilar que pronto tendría que enfrentarme a todo. Me enamore de él aquellos días juntos.
Fui recibida por abrazos y llantos de todas mis hermanas, de mi hermano y de mi madre. Todos estaban felices de verme de nuevo, todos y cada uno estaba sonriendo y llorando de felicidad al mismo tiempo. Pero cuando gire para presentarle a Louis, él ya se había marchado, dejándome el vacío enorme dentro de mí.
Días después, ingrese a una clínica de rehabilitación donde me mantuve hasta hace una semana. Había sido duro, muy duro tratar de resolver mis problemas psicológicos, pero nada que no pueda superar. Mi hermano recibió quince años por el intento de violación contra mí y por robos y tráfico de marihuana. Eran pocos años, pero había ofrecido información al gobierno para que su sentencia se redujera.
Mis hermanas son felices con sus maridos o con sus novios, mis sobrinos siguen creciendo y viven felices, Connor consiguió su beca tan ansiada, y Gina volvió a sonreír, incluso me conto que se está enamorando de un pretendiente que tiene.
Pero yo no era completamente feliz, porque noche tras noche vivía soñando con sus ojos azules, los cual añoraba. Sé que ninguno de los dos había hecho una promesa de volver a ver nos o algo, pero necesitaba a Louis. Todos esos meses en que había recorrido gran parte de Europa me había sentido protegida, sin saber que él me cuidaba desde lejos.
- ¿Qué haces aquí? – murmura sorprendido.
- No tenía donde quedarme – miento encogiéndome los hombros.
- ¿Acaso te mudaste a Londres? ¿Por qué no me lo dijiste? – dice acercándose hacia mi dirección.
- Quizás porque nunca me dejaste un número de teléfono para llamarte – levanto las cejas – Además, te fuiste y ni siquiera me visitaste – me cruce los brazos molesta – Fue muy feo de tu parte hacer eso.
Louis suspira y se acerca poniendo sus manos sobre mi cintura. Pone su rostro en mi cuello y comienza a dar pequeños besos.
- No te das idea de cuánto te he extrañado, Jane.
- Yo también, Lou – susurro, tomando su rostro.
Me pierdo en sus ojos, pero rompo el hechizo cuando comienzo a besarlo y cerrando los ojos.
- Vengo para quedarme – sonrió mientras lo abrazo.
- No deberías después de lo estúpido que actué. Lo siento.
- Ya nada importa.
Louis se separó rápidamente de mí, mirándome a los ojos y con el ceño fruncido.
- Todavía tienes diecisiete, yo soy muy mayor para ti y…
- Oh, Santo Dios – revoleo los ojos – Voy a cumplir los dieciocho en dos semanas ¿Quieres ya dejar de preocuparte, llevarme en brazos a tu habitación y quitarme la virginidad de una buena vez? Enserio, Louis. A veces sabes cómo arruinar el romanticismo.
El castaño ríe mientras niega con la cabeza. Hace lo que le dije, me lleva en brazos hacia la habitación donde me recuesta con delicadeza. Quita mis prendas y también las suyas, pero antes de que pudiera entrar en mí, simplemente me sonríe y me da un pequeño beso en la nariz. Y simplemente, hace que llegue al paraíso, lejos de todo mal, lejos de todo dolor, lejos del mundo.
No respondo, sé que no vale la pena porque mi madre nunca podrá entenderme. Ella cree que lo que hago está mal, que necesito un psiquiatra y ser internada; pero lo que ella no sabe es que todo lo que hago para quitar el dolor, es lo mismo que ella hace cuando toma sus pastillas relajantes ante cada situación problemática: daño. Ambas somos masoquistas en distintas formas, pero ella jamás querrá ser comparada conmigo.
De joven, Gina había tenido un cuerpo precioso, del cual todos los hombres deseaban poseer o siquiera que ella le dirigiera la palabra. Era alta, con ojos color verdes y su pelo negro completamente enrulado y vestida muy a la moda de los 80’. Pero al pasar los años, al pasar las situaciones horribles de las cuales tuvimos que combatir, y nuestro mayor enemigo, el tiempo, han dejado que su bello rostro se marchite y gane unos cuantos kilos de más.
Mi hermana mayor, Grace, entra al cuarto y le pide que por favor se tranquilice. Ella es la única que puede hacer que Gina se calme, cosa que ni siquiera soy capaz de hacerlo yo, que soy más cercana a ella. En mi familia somos cinco hermanas y un hermano menor. Grace es la tercera, pero es como para toda la hermana mayor, incluso para Georgiana.
A continuación, se acerca a mí con un par de lágrimas en los ojos. Evito su mirada porque no quiero verla sufrir por mí. No quiero ver su lastima y su preocupación por una vida que ni siquiera lo vale.
- Vas a tener que terminar con esto ¿Lo sabes?
No contesto y vuelvo mi vista a la ventana que segundos atrás mi madre estaba mirando. Quiero que se larguen, que se vallan y me dejen tranquila, porque no puedo soportar demasiado las lágrimas si ellas siguen aquí.
Quiero escapar, quiero irme lejos de aquí lo más rápido. Sé que mi padre llamo y le está armando un gran lio a mi madre por “permitir y fomentar” mi actitud suicida. El piensa que todo es un juego, mi madre cree que lo hago para llamar la atención, mis hermanas creen que tengo problemas; pero lo que no saben es que estoy enferma, solitaria y con falta de amor.
Me recuesto y cierro los ojos, haciéndome la dormida. Al pasar unos pocos minutos, ellas se marchan dejándome sola. Ahora se irán, porque las visitas han acabado, aunque sé que alguna de ellas se quedara afuera para esperar el veredicto del doctor si deben o no mandarme a un centro de rehabilitación. No quiero ir, porque ellos trataran de comprenderme, algo que lógicamente no podrán hacerlo.
Pasan horas, y cuando ya es de madrugada, me levanto de la cama y busco en el armario mi ropa típica: jeans, musculosa negra y una chaqueta de cuero con mis convers en los pies. Salgo con cuidado de la habitación y veo a mi hermana Annie durmiendo sobre la silla con sus brazos cruzados. Me pongo mi capucha y le echo una última mirada a mi hermana. La extrañare, realmente extrañare esas charlas en las que compartía mi enamoramiento y ellas sobre sus aventuras. Camino con rapidez y con la cabeza baja sin querer ser notada, y una vez que estoy fuera del hospital, corro hacia la dirección de mi casa, porque sé que allí están todas mis cosas y mis ahorros, de los cuales serán importantes para mi viaje hacia la utopía.
Corro, no sé por cuanto tiempo, solo sé que tengo la respiración entre cortada y estoy a punto de morirme de un infarto, pero por suerte ya llego a mi casa. Paso por el patio de atrás y subo la pequeña escalera que usábamos Connor y yo para subir a la casita del árbol, la coloco con cuidado debajo de mi ventana y veo que está abierta. Supongo que mama sigue ventilando por más que no este. Me meto adentro y con cuidado, abro la puerta; escucho a mi mama llorar mientras habla por teléfono. Vuelvo a cerrar la puerta.
Cuando peleo con mi mama, ella suele decir que le arruino la vida, para después echarse a llorar y pedirme disculpas por sus palabras. Pero sé que ella lo dice enserio, porque desde que he nacido no he hecho más que causar problemas en todos lados. Soy la escoria del mundo, pero no me permiten acabar con mi vida. Creen que me aman, yo los amo a ellos porque son importantes para mí, pero yo no merezco la importancia de nadie.
Agarro mi mochila de siempre y pongo lo básico; una prenda de ropa interior, medias, una remera manga larga, un buzo y otros jeans. Solo será eso necesario para el resto de mi vida. Tomo una bolsa con dinero que estaba debajo de mi colchón donde están todos mis ahorros. Mi guitarra está en su estuche, así que ya tengo todo lo necesario.
Pero alguien entra en mi habitación de repente haciéndome sobresaltarme. Es Connor, y tiene los ojos rojos. Cierra la puerta tras él y viene a abrazarme con fuerza. Siento su aroma y su cariño, por lo que no tardo en devolverle el abrazo. Extrañare a mi hermano y mi compañero de aventuras, pero es lo mejor para todos y para mí misma.
Cuando nos separamos, me tiende un sobre de cartón, el cual abrió y veo que hay montones de billetes, más de los que tengo. Lo miro sorprendida y el solo se encoge los hombros. Vuelvo a abrazarlo agradeciéndole de esa forma. Y silenciosamente, me voy de mi casa para no volver.
Mi vida siempre había sido una mierda, porque me crié en un hogar sin amor donde solo existían golpes e insultos. La mayoría de mis hermanas se escaparon de la casa, y solo volvieron cuando mi padre y mi madre se separaron. Pero las cosas seguían, porque yo vivía infeliz sin importar la hermosa familia que tenía. La depresión había sido parte de mi vida quitándome las ganas de vivir. Al no poder conformarme con mi vida, con mi misma, con mi cuerpo, busque salidas como cortes, como drogas, como bulimia, como alcohol. Busque razones para destruirme aún más, como si yo mereciese mucho más.
Encontré una perfecta razón; Mi hermano mayor intento violarme.
Ahora está lejos, pero sigo sintiéndome culpable y horrible por lo que ha pasado.
Mi madre lo ha echado mandándolo lejos. Mis hermanas lo han crucificado. Mi hermano lo salió a buscar con una pistola en la mano.
Todo fue un caos.
Estoy perdida y no encuentro mi camino. Por más que intenten mostrarme cual es, no siento que sea el correcto. Quiero irme, pero mi madre no lo entiende, piensa que son caprichos de adolescentes.
Apunto de cruzar el puente, donde se encuentra un autobús que me llevara a Italia, volteo y veo lo hermoso que es New Castle. Desgraciadamente, no es mi hogar, no es donde pertenezco por más que estén las personas que amo. Yo no debo estar aquí, y todos lo sabemos.
Pago mi pasaje y me siento al fondo del todo, preparada por lo nuevo que vendrá. Solo tengo diecisiete años, solo ese cortó número de edad y me siento como de sesenta. Mi alma esta vieja y esta vacía. Necesito hacer que reviva. Necesito vivir.
Hay frio. Hay miedo. Hay hambre. Hay dolor. Hay olvidos.
Mi rostro y características están por todos lados, por lo que decidí teñírmelo de un pelirrojo. Mi familia sabe cuánto detesto ese color de pelo por lo mucho que odiaba a mi vecina que tenía ese color de pelo, por lo que no podrán jamás sospechar quien soy. Cambie mi identidad por unos cuantos billetes, usando un documento falso. Nadie podrá encontrarme.
Hoy es una noche fría, helada y recién dejo de llover. Estoy en camino a Londres, y solo falta poco para llegar, solo debo terminar de caminar esta ruta larga y luego iré a dormir a un hospital público. Sujeto con fuerza las manijas del estuche de Harrison, mi guitarra preferida, la cual mi padre me había regalado una navidad cuando le había rogado de que me la comprase. A regañadientes el acepto, creyendo que eso me distraería de mis ataques suicidas; logro su cometido, pero no siempre la música me había ayudado.
El estómago me gruñe con fuerza, por lo que pongo una mano sobre mi panza y me digo a mi misma de que debo esperar un poco más, pero al cabo de unos segundos vuelve a insistir y, como si estuvieran de acuerdo, mis piernas empiezan a temblar. Me siento en un pequeño banco que hay cerca. Solo falta menos de un kilómetro para llegar, pero no queda de otra que comer la última manzana que tenía guardada en caso de una urgencia; esta parece ser una.
La saco de mi húmeda mochila y comienzo a mordisquear lentamente y en trozos pequeños mientras me redondeaba las piernas con la mano libre y las ponía contra mi pecho. El frio se vuelve más intenso, incluso creo que empezara a llover.
Termino mi manzana por la mitad, diciéndome que debo guardar para después, así que la envuelvo en la bolsa de plástico que ha estado desde que salimos de la verdulería. La guardo en la mochila y vuelvo a mi caminata solitaria, hasta la hermosa ciudad.
Un auto para justo por donde voy caminando y me sigue. Empieza a llamarme, pero lo ignoro y saco de mi bolsillo con cuidado mi pitaca. Si me quiere hacer algo, voy a hacerlo retorcerse de dolor con la descarga eléctrica que le daré.
– ¡Oye! ¡¿No quieres que te lleve?! - grita porque la lluvia esta amortiguando su voz.
No le respondo y sigo caminando. Lo único que siempre le hice caso a mi mama, fue el no hablar con extraños o subirme al auto de uno. Sabio consejo de Gina.
Segundos después siento que alguien toca mi hombro y me hace girar. Justo cuando estoy por darle con la picana para que le dé una tremenda descarga eléctrica – la cual será más fuerte debido a que esta empapado – unos ojos totalmente azules hace que pare. Su cabello es castaño, sus ojos azules como he dicho antes, su sonrisa es torcida que hace palpitar mi corazón.
– Me llamo Louis – dice aun con su sonrisa - ¿Quieres que te lleve? Está lloviendo mucho y te podría dar una neumonía.
Amago a hablar pero se me es imposible. Este tal Louis me ha dejado sin respiración.
– ¿Qué sucede? - inquiere preocupado - ¿Eres muda o tienes algún problema con tu voz?
No se está burlando, esta hablándome con total preocupación de verdad, algo que se lo agradezco sin siquiera decirlo.
- No necesito que me lleves – digo recuperando la voz y levantando el mentón – Puedo arreglármelas yo sola.
- ¿Y con esta lluvia? – levanta las comisuras de sus labios y las tuerce hacia un costado – Enserio creo que debo llevarte antes de que te puedas enfermar.
- No quiero – repito apretando los dientes – Y será mejor que vuelvas a tu lindo auto antes que me hagas enojar – le muestro la picana en mi mano y largo un descarga eléctrica, lo cual lo hace sobresaltar – Creo que ya has entendido.
Pero el tal Louis no entiende nada, lo veo cuando vuelve a sonreír. Sin siquiera darme cuenta, ya tiene mi picana apagada y guardada en su bolsillo trasero. Cuando estoy a punto de mandarlo al diablo, me levanta poniendo una mano en mi espalda y la otra debajo de mis rodillas. Aunque estoy pataleando y chillando, haciendo mi mayor esfuerzo en soltarme, él no lo hace, ni siquiera parece dolerle los golpes que le doy en el pecho. Me coloca desde su asiento de conductor en el asiento del copiloto y se sube con rapidez al auto poniendo seguro.
- ¿¡Qué demonios crees que haces!? – le grito al mismo tiempo que comienza a arrancar el auto.
- Eres testaruda. Algo tenía que hacer – se encoge los hombros – Tranquila, no voy a hacerte nada malo, pero enserio podrías morir si siguieras caminando diez quilómetros hacia Londres.
- ¿Diez? Pensé que eran dos – murmuro sintiéndome completamente idiota por calcular mal.
- Claro que no, sino hubieras visto las luces de lejos.
- Pues…- mierda ¿y ahora que decía? – Pues, ya. Déjame salir. En cualquier momento la lluvia dejara de caer y caminare esos diez o dos kilómetros que quedan.
- Estas loca – rio de buena gana – no puedo dejarte ir así sin más. Me sentiría culpable y me preocuparía por ti toda la noche ¿Acaso quieres que este lindo chico se desvele por tu culpa? – dice señalando su rostro.
Pero por supuesto que me encantaría que sufriera, porque me está sacando de mis cables con cada mirada, con cada sonrisa, incluso cuando el infeliz habla ¡Solo quiero bajarme!
- Louis ¿Te llamas Louis verdad?
- Si – asiente con la cabeza.
- Bien, Louis – respiro con profundidad – O me dejas bajar, o voy a hacer que el auto choque contra un árbol y moriremos los dos.
El castaño me mira entrecerrando los ojos y dudando de mis palabras.
- No estoy jodiendo. O lo haces o…
Pero no me da tiempo de hablar, porque enseguida con un movimiento brusco pone el auto fuera de la carretera y un poco oculto gracias a unos arbustos de allí. Me quedo paralizada cuando el apaga el motor. ¿Qué significa todo esto? ¿Qué está haciendo? ¿Va a violarme? No creía sobrevivir conmigo misma a una violación.
- Bien, niña testaruda – dice con la voz llena de frustración – Deje mi hogar por ti, arriesgo siempre mi trabajo por ti, te sigo a todos lados para asegurarme de que estés bien ¿Y te comportas de esa forma? Mierda, debí haberte llevado a tu casa una vez que te encontré en Roma.
Abro los ojos impresionada ¿Qué está queriendo decir? ¿Cómo es eso que me siguió a todos lados? ¿Qué mierda está pasando?
- ¿Qué acabas de decir? – digo casi sin voz.
- Eso mismo que escuchaste, Jane – me mira directo a los ojos, dejando ver su rostro serio – Soy detective – bufa revoleando los ojos – Me encargaron tu caso, buscarte por todos lados porque tu familia está haciendo un gran escándalo para saber dónde demonios estas, mientas vas de lugar en lugar tocando tu guitarrita y...
- ¡Mierda puta! ¡Mi guitarra! – grito tapándome la boca.
Louis enciende el motor y da vuelta el auto de una manera brusca que me hace sostenerme de la manija de la puerta. Después de unos segundos, se baja y toma a mi pobre Harrison para colocarla en el asiento de atrás.
- Menos mal que te has acordado – rio de buena gana volviendo a entrar en el auto.
- ¿De qué mierda te estas riendo? ¡Mi guitarra es lo único que tengo en estos momentos! – replico molesta y me cruzo de brazos para no golpearlo.
- Es tu culpa. Si desde un principio te hubieras subido, tu guitarra no hubiera sufrido ese abandono. Bueno, como decía – continúo y yo lo mire curiosa – estoy asignado a tu caso. Tus hermanas denunciaron a… a tu hermano – bajo la mirada y agarro mi cadena donde hay una piedra de cuarzo – Tu madre decidió que era lo mejor para él y para ti. Se estuvo enterando otras deudas pendientes que tiene con la ley.
Me siento en el asiento y pongo una mano sobre mi corazón tratando de calmar mis latidos. Como han de estar todas, menos Connor, él siempre tuvo confianza en mí por más de yo a veces la perdiera.
- No quiero volver – susurro sintiendo unas lágrimas derramar por mis mejillas – realmente no quiero.
- Debes hacerlo – suspira – Debes enfrentar lo que vendrá ahora. Sera difícil, pero debes hacerlo. No siempre huir es la solución.
- ¿Por qué me dejaste avanzar tanto entonces? Sabías que algún día debía volver y tú también.
Louis me mira directo a mis ojos, haciendo que un calor atravesara mi cuerpo y mi corazón latiera aún más fuerte, cortando mi respiración y haciéndome olvidar todo por unos segundos.
- Porque lo que has pasado no se lo merece nadie – contesta y de inmediato toca mi cuello, donde está mi cicatriz – Cortarte la eyacular no ha servido de nada ¿No?
- No te burles – le aparto con brusquedad su mano. Me limpio con los puños cerrados las lágrimas – No sabes ni una mierda las cosas que he pasado…
- Claro que sí. Te investigue – revolea los ojos y de la cabeta del auto saca una carpeta. Una vez que la abre empieza a pasar las hojas hasta llegar una en principal – Bullyng en kínder y en la primaria. A los doce empezaron tus problemas con el cutting. A los trece empezó la bulimia. A los catorce años fuiste medicada por antidepresivos hasta después de un año y medio, en ese mismo año tu padre se fue. A los quince comenzaste a beber más de la cuenta, incluso en días de clase. A los dieciséis comenzaste a consumir drogas de todo tipo. Ahora a los diecisiete – suspiro guardando de nuevo el informe, yo solo podía llorar en silencio – te cortas todos los días, vomitas siempre después de comer, bebes cada vez que puedes, adicta al tabaco y a la marihuana, a veces tomas cocaína y casi sufriste una violación por parte de tu hermano mayor.
Y ante la sola mención hizo que mi cuerpo sufriera un escalofrío y mi respiración empezara a fallar. Comienzo a rascarme con fuerza los brazos.
- Y claro, tienes problemas con los nervios. – enciende el auto – Ya estoy harto de seguirte a cada ciudad, a pagarte demás cuando tocas, o seguirte a distancia. Necesitas entrar a rehabilitación.
Nos quedamos callados durante todo el transcurso hacia Londres. Aún sigo pensando y pensando cómo estará mi madre, como estarán mis hermanas, si Grace se ha casado o no con Christian, si Annie al fin sentara cabeza o si Anahí quedo embarazada. Si los niños están creciendo, si Eric dejo de comer tantos caramelos, si Zoe está diciendo sus primeras palabras, o si Leila le va mejor en matemáticas. Si Connor consiguió la beca esperada para entrar a una gran preparatoria, la cual no podemos darnos el lujo de pagar. Me pregunto cómo estarán todos sin mí. Si están mejor, si están peor, aunque algo me dice que es seguramente la primera. Todo el mundo estaría mejor sin mí.
Louis aparca al frente de un hotel. Deduzco que nos quedaremos aquí a pasar la noche y luego me llevara a una comisaria o algo.
Cuando entramos, el saluda amistosamente a un muchacho de ojos verdes y rulos. Es lindo, pero no tanto como lo es Louis.
Me detengo de repente cuando llego al ascensor ¿Enserio pensé eso? Oh mierda santa.
- Que gusto tenerte de nuevo, Lou – le dice el muchacho tomando mi guitarra y una maleta que supongo que es del castaño - ¿Cuándo acabaras con tu caso? Hermano, este hotel es tuyo, no sé por cuanto tiempo quieres que me responsabilice.
Louis lo calla dándole una mirada fulminadora y luego dirigiéndose hacia a mí. El chico abre en grande los ojos cuando me ve, pero luego sonríe.
- Soy Harry ¿Y tú debes ser la traviesa que tiene dando vueltas a mi amigo, eh?
- Eh… - murmuro sin saber que decir.
- Harry, basta – susurra Louis. Una vez que se abre el ascensor, tomo mi guitarra, quitándosela al roludo, lo mismo lo hace Louis con maleta – Ahora lárgate, ya sé cuál es mi habitación aquí.
Antes de que pudiera decir algo, aprieto el botón que va directo hacia abajo y el otro cerrando la puerta. Louis me sonríe pero yo sigo seria y paso al lado de él chocándole el hombro, algo que lo hace suspirar. Él llega hacia una puerta donde están escrito el número “735”, y al abrirla con la tarjeta, abre la puerta dejando ver una suite completamente lujosa, con grandes electrodomésticos y adornos.
- Es donde vivo cuando estoy en Londres – dice mientras me hace entrar dándome un pequeño empujón en la espalda. – Dormirás en mi habitación y yo en sillón ¿De acuerdo?
Asiento sin mucho ánimo y comienzo a frotarme los hombros. Tengo frio y lo único que quiero es un poco de calor. Coloco mi chaqueta en un perchero que está cerca, y me dirijo hacia la habitación dispuesta a dormirme, aunque desearía un baño más que nada.
- ¿No quieres bañarte? Puedo prestarte ropa – dice prendiendo la luz de su cuarto. Es espacioso y tienes algunos cuadros, los cuales me quedo atrapada viéndolos – Son todos de mi familia y amigos.
- Este hotel es tuyo ¿No?
- Hoteles Tomlinson – sonríe de costado mientras apoya su espalda en el marco de la puerta – Mi padre es dueño de los hoteles más famosos de Reino Unido. Como soy el siguiente al mando, debo hacerme responsable por todos.
- Pero si tenías dinero ¿Por qué quisiste trabajar de detective o cualquier cosa que estuvieras haciendo?
- Porque me gustaba la idea de independizarme – se encoge los hombros – supongo que después de llevarte a tu casa volveré a los negocios familiares. Es lo mínimo que puedo hacer después de todo.
Siento mi piel erizarse, porque Louis se ha acercado demasiado hacia a mí, tomando mi cintura entre sus manos mientras yo estoy de espalda ¿Y ahora qué hago? No quiero que se separe. No quiero que lo haga. Después de tanto tiempo, después de haber sobrevivido al infierno, es hermoso sentir que un hombre me toque.
- ¿Vas a darte el baño? – murmura.
- Solo dame algo que pueda usar – digo sintiendo mi garganta seca.
Louis se separa de mí y escucho como abre la puerta de su placar y como saca algunas prendas. Segundos después, me da una toalla. Tomo todo y voy hasta el baño, donde me voy una ducha rápida y me cambio antes de que me agarre más frió del que ya tengo. Seco mi pelo con un secador que hay en la estantería y me paso los siguientes diez minutos dejando seco totalmente mi pelo. Extraño mi color castaño, realmente lo extraño, pero había que llegar a esas alturas para que no me reconocieran. No funciono mucho porque Louis me encontró en mi primera parada.
Salgo del cuarto y lo veo que está en la cocina haciendo algo para que tomemos. Me apoyo en el marco de la puerta y lo veo hacer su trabajo. Esta también en piyama o al menos eso es lo que parece, ya que usa unos pantalones holgados de color marrón claro y no tiene absolutamente nada arriba, dejando ver sus abdómenes marcados.
Cuando deja las tazas arriba de la mesa, lanza una sonrisa y una mirada en mi dirección, o bueno, mejor dicho me mira desde abajo hacia arriba. Siento mi cuerpo temblar y mis mejillas ruborizar.
- ¿Quieres una taza de chocolatada? Recién lo calenté. – sonríe torcidamente como a mí me gusta.
- Gracias – digo en un susurro cuando me acerco y tomo la taza entre mis manos - ¿Louis?
- ¿Sí?
- ¿Eras tú el que me dejaba más propina que la que se le da a una muchacha que toca la guitarra en las calles? – levanto las cejas, esperando a que me dijera la verdad. El asiente mirando hacia otro lado, ruborizándose.
- No quedaba de otra. No conseguís suficiente dinero.
- Gracias – repito y me coloco el pelo detrás de la oreja.
- Oye ¿Te parece que andar con una playera mía y con mis simples bóxer es apropiado?
Me ruborizo y dejo al taza de chocolatada en la mesa. Digo en un susurro que estoy cansada y quiero irme a dormir, pero antes de que pudiera dar un paso, la mano de Louis atrapa mi cintura y me estrechara hacia su cuerpo. Pongo mis manos sobre sus pecho desnudo y siento algo que martillea mi corazón con fuerza. Miro sus ojos azules donde me quedo atrapada por unos segundos y veo como se acerca lentamente hacia a mí.
- No sé porque no quería desde un principio en que te vi llevarte a tu casa, a tu familia que está desesperada por verte. Quizás porque me gusta tu alma rebelde y ansiosa de libertad – dice corriendo un mechón de mi cabello – Solo… solo quiero que esto no se termine…
- No se tiene porque terminar – murmuro bajando la cabeza – Déjame ir. Así tú podrás decir que no eres capaz de seguir con tu misión y otro me encontrara. Sera más fácil para ti.
- Se ve que no entiendes – acaricia mi cicatriz con sus dedos haciéndome estremecer. – No te quiero lejos de mí.
- ¿Por qué? – me atrevo a preguntar.
- Me gustaba verte de lejos, como hacías todo tipo de cosas para sobrevivir… pero si no te llevo a tu casa, no serás capas de curarte y…
- ¿De todos estos meses que he estado vagando por el mundo, me has visto beber, fumar o drogarme? – pregunto zafándome de su agarre y fulminándolo con la mirada – Ni siquiera desperdicio la comida. Ya no vomito. Ya no me drogo. No tomo. No me corto. No fumo. ¿Acaso no es suficiente? ¿No pueden dejarme en paz?
Camino hacia la habitación sin esperar respuesta y cuando estoy a punto de cerrar la puerta, Louis la abre con brusquedad, haciéndome retroceder unos pasos. Lo fulmino con la mirada pero antes de que pudiera mandarlo al diablo, acuna mi rostro entre sus manos y besa mis labios de tal forma que hace que todo desaparezca. La respiración falla mientras introduce su lengua dentro de mi boca, y para cuando me doy cuenta, mi lengua danza con la suya y pongo mis manos alrededor de su cuello, intensificando más el beso.
Me alza colocando mis piernas alrededor de su cintura, para después colocarme cuidadosamente en la cama mientras se sube arriba mío. Esta besándome de una manera tan pasional y tierna que mi cuerpo se arquea contra él. Tengo diecisiete años y soy virgen. Soy virgen ¿Eso saldrá en su expediente? Porque está encima mío, besándome de una manera totalmente salvaje, pero sus manos no han hecho contacto con mi cuerpo.
- Tengo que parar – dice con la voz entre cortada. – No sé si podre soportar luego.
Abro en grande los ojos y vuelvo a ruborizarme mirando hacia otro lado. Su risa es una dulce melodía para mis oídos.
- No debería hacer esto. Eres menor de edad – niega la cabeza mientras se levanta de arriba mío y se sienta en la cama. Masajea su rostro y luego me sonríe – Lo siento, supongo que me deje llevar.
- ¿Por qué no me quieres lejos de ti cuando has estado mirándome de lejos? – pregunto mientras me siento y me toco los labios – ¿Por qué me besaste? ¿Qué estas sintiendo exactamente por mí, Louis?
El castaño mira a mis ojos, esta vez no sonríe y se mantiene serio. Los nervios comienzan a carcomerme por dentro. Sé que si no habla pronto va a agarrarme la ansiedad y eso es lo que más odio.
- Simplemente, no lo sé.
Cinco Meses Después.
Louis entra al departamento y deja colgando las llaves. Cuando se gira y me ve, se queda estático donde está. Solo puedo dedicarle una sonrisa.
Después de aquella noche, me quede hablando de todo y nada con él. De cómo fue su vida desde que era niño hasta que creció, de mi vida, los detalles que él no conocía. Hablamos de como éramos cada uno, de nuestros sentimientos, hasta que finalmente hablamos de nosotros. Había llegado a la conclusión de que Louis era especial, demasiado para ser cierto.
Una vez que me llevo directo a casa después de tres semanas, donde compartimos grandes momentos juntos. Él me dijo que me daría un lapso de tiempo para que estuviera preparada y comenzara a asimilar que pronto tendría que enfrentarme a todo. Me enamore de él aquellos días juntos.
Fui recibida por abrazos y llantos de todas mis hermanas, de mi hermano y de mi madre. Todos estaban felices de verme de nuevo, todos y cada uno estaba sonriendo y llorando de felicidad al mismo tiempo. Pero cuando gire para presentarle a Louis, él ya se había marchado, dejándome el vacío enorme dentro de mí.
Días después, ingrese a una clínica de rehabilitación donde me mantuve hasta hace una semana. Había sido duro, muy duro tratar de resolver mis problemas psicológicos, pero nada que no pueda superar. Mi hermano recibió quince años por el intento de violación contra mí y por robos y tráfico de marihuana. Eran pocos años, pero había ofrecido información al gobierno para que su sentencia se redujera.
Mis hermanas son felices con sus maridos o con sus novios, mis sobrinos siguen creciendo y viven felices, Connor consiguió su beca tan ansiada, y Gina volvió a sonreír, incluso me conto que se está enamorando de un pretendiente que tiene.
Pero yo no era completamente feliz, porque noche tras noche vivía soñando con sus ojos azules, los cual añoraba. Sé que ninguno de los dos había hecho una promesa de volver a ver nos o algo, pero necesitaba a Louis. Todos esos meses en que había recorrido gran parte de Europa me había sentido protegida, sin saber que él me cuidaba desde lejos.
- ¿Qué haces aquí? – murmura sorprendido.
- No tenía donde quedarme – miento encogiéndome los hombros.
- ¿Acaso te mudaste a Londres? ¿Por qué no me lo dijiste? – dice acercándose hacia mi dirección.
- Quizás porque nunca me dejaste un número de teléfono para llamarte – levanto las cejas – Además, te fuiste y ni siquiera me visitaste – me cruce los brazos molesta – Fue muy feo de tu parte hacer eso.
Louis suspira y se acerca poniendo sus manos sobre mi cintura. Pone su rostro en mi cuello y comienza a dar pequeños besos.
- No te das idea de cuánto te he extrañado, Jane.
- Yo también, Lou – susurro, tomando su rostro.
Me pierdo en sus ojos, pero rompo el hechizo cuando comienzo a besarlo y cerrando los ojos.
- Vengo para quedarme – sonrió mientras lo abrazo.
- No deberías después de lo estúpido que actué. Lo siento.
- Ya nada importa.
Louis se separó rápidamente de mí, mirándome a los ojos y con el ceño fruncido.
- Todavía tienes diecisiete, yo soy muy mayor para ti y…
- Oh, Santo Dios – revoleo los ojos – Voy a cumplir los dieciocho en dos semanas ¿Quieres ya dejar de preocuparte, llevarme en brazos a tu habitación y quitarme la virginidad de una buena vez? Enserio, Louis. A veces sabes cómo arruinar el romanticismo.
El castaño ríe mientras niega con la cabeza. Hace lo que le dije, me lleva en brazos hacia la habitación donde me recuesta con delicadeza. Quita mis prendas y también las suyas, pero antes de que pudiera entrar en mí, simplemente me sonríe y me da un pequeño beso en la nariz. Y simplemente, hace que llegue al paraíso, lejos de todo mal, lejos de todo dolor, lejos del mundo.
Jaeger.
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Re: Far from the world [LouisTomlinson]
Oh, fue un one-shot muy bonito.
Que lindo Lou :(. Yo también quiero que alguien así llegue a mi vida.
Y bueno, seguiré soñando.
Felicidades, fue muy lindo.
Que lindo Lou :(. Yo también quiero que alguien así llegue a mi vida.
Y bueno, seguiré soñando.
Felicidades, fue muy lindo.
{@idrunkniall.}
Re: Far from the world [LouisTomlinson]
Oh!! me encantó el One-Shot. Yo también quiero a alguien como él, madre mía... estoy llorando y todo... Estoy sin palabras enserio... ha sido... espectacular. Uno de los mejores One- Shot que he leído en toda mi vida y no he leído pocos... Escribes genial de verdad.
¡Un besazo!
¡Un besazo!
Invitado
Invitado
Re: Far from the world [LouisTomlinson]
que besho, lo ame :'D en serio
me iré de mi casa para ver si horan va por mi (? jajaja
na me ha encantado del todo. fue hermoso.
sos muy buena escritora.
me iré de mi casa para ver si horan va por mi (? jajaja
na me ha encantado del todo. fue hermoso.
sos muy buena escritora.
{Josie}
Re: Far from the world [LouisTomlinson]
Es uno de los One-Shots mas bonitos que he leído. ¿No puede haber segunda parte o algo? Lo necesito. Por cierto, escribes genial.
laiabrown
Re: Far from the world [LouisTomlinson]
OMFGGGGGGG, WTF IS THIS?! Ah, me gustó mucho la manera en que escribes, detallado pero sencillo. Y me reí mucho (perdón si no debía de reír XD), pero bue, la historia estuvo intrepida y es la realidad que vivimos a diario, ¡perfecto! Ya dejo de molestarte... ¡Me encantó!
Badk1Ds
Re: Far from the world [LouisTomlinson]
asdfhdfjdshds la verdad, este shot se convirtió en uno de mis preferidos <3 Me transmitiste mucho con esta historia, pero sobre todo esperanza. Y cuando terminé de leer me sentí feliz, y no porque fuera esos típicos finales de cuento sino porque en serio después de ver por todo lo que ella pasó y que pudo salir adelante, no puedes sentir otra cosa que no sea felicidad :') ah, y me cagué de risa -en serio- con esta parte "¿Quieres ya dejar de preocuparte, llevarme en brazos a tu habitación y quitarme la virginidad de una buena vez?" aksjfdsfjksdfasdsasdf que hdp x'D la verdad que estando con Louis a cualquiera se le olvidan sus penas JAJAJAJA xD bueno ya me estoy yendo al chori (? así que me voy, no sin antes decirte que amo todo lo que escribes y que sigas así <3 :D
Patu
Re: Far from the world [LouisTomlinson]
Omg. Este muy lindo el capítulo. Te queda muy bien escribir. Me encantó tienes que hacer muchos más. Lou eres tan lindo, me entristeció la historia de Jane:c. Gracias por compartirloC:
Popcorn
Re: Far from the world [LouisTomlinson]
Hola! me encanto este shoot!!!!
De verdad que es uno de mis favoritos ;)
De verdad que es uno de mis favoritos ;)
mary(mariana)
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