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Summer. {One Direction y tú}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Summer. {One Direction y tú}
Meee encantaaaaa de verdad, no la acabes nunca, hace muchas temporadas (:
Fuerte el capitulo; que rabia la señora, pura indiferencia hacia Maddie y sus hijos. La Sra no entiende que quieres cariño. :(
Maddie borracha jajajajaja que se controle
- bien ¿Y tu como estas? Jajaja
Me conectare a escondidas para ver si subiste capitulo
Besitos, te quiero (:
Fuerte el capitulo; que rabia la señora, pura indiferencia hacia Maddie y sus hijos. La Sra no entiende que quieres cariño. :(
Maddie borracha jajajajaja que se controle
- bien ¿Y tu como estas? Jajaja
Me conectare a escondidas para ver si subiste capitulo
Besitos, te quiero (:
Jajaviera
Re: Summer. {One Direction y tú}
NotesOfLove~ escribió:Hola a mi fan preferida! (y creo que la única) aksja, TENEMOS MUCHOS COMENTARIOS <3 Decime, ¿qué se siente que tu ídola te hable siempre? aksjakaj, ah no (?)#michel_sweet escribió:NotesOfLove~ escribió:HOLA A MI FAN <3 ¡Me encanta que te encante! KENDALL ES UN DIOS GRIEGO,A LSJAKLSJSA. Muchos besos linda, vos también cuidate! x#michel_sweet escribió:NotesOfLove~ escribió:¡A QUE YA ERA HORA! LA TIPA SE TARDÓ UNA ETERNIDAD. Yo a penas lo conozco y me abrazo a la pierna. No me suelto más(?#michel_sweet escribió:NotesOfLove~ escribió:JAJA, No te preocupes. Para mí cuenta que no abandones la nove y seas fiel, no te preocupes si te perdés capítulos!<3 ¡Gracias por comentar lindo siempre! JAJA, no, aún falta mucho. Besooooooos!#michel_sweet escribió:NotesOfLove~ escribió:¡No sos pésima! ¡NINGUNA FAN MÍA ES PÉSIMA!¿Mucha tarea? :c Ni me lo recuerdes, yo empiezo las clases la próxima semana. ¡YO AMO QUE LA AMES! No sé si es perfecta, la verdad es que por ahora es todo lo que puedo ofrecerles, pero que bueno que te guste!#michel_sweet escribió:NotesOfLove~ escribió:Menos mal que no la olvidas, sino me pongo triste :c MI FAN, ALSKA <3 Besos, cuidate vos también x#michel_sweet escribió:Como olvidarla! si me encanta! & soy tu fiel FANNotesOfLove~ escribió:No te preocupes, vos comentá cuando puedas. Per no te olvides de mí, porque voy a perder a mi fan :'( ¡Amo que la ames! Besitos x#michel_sweet escribió:NotesOfLove~ escribió:¡HOLA! Está bien, no te preocupes, cariño. JAJA, ¡TENGO UNA FAN! OH MY GOSH, ME MUERO. ¡QUÉ GENIAL SE SIENTE! Cuando sea famosa voy a recordarte como mi fan número uno(?#michel_sweet escribió:Oh mi Dios! me siento muy mal... Me perdi como tres capitulos... De verdad siento no haber comentado!
Pero bueno... AMO TU NOVELA!!! SOY TU FAN!!! ME ENCANTA!!!
& Oh por Dios! Mori con la confesion de Louis... Aaa'w Es taaan tierno!
En fin, siguela pronto
:) xx DREAMING
Lusho es tierno <3
Ya la seguí, ojalá te guste el capítulo! Besos y paz! x
Hay! Perdeon por no comentar antes, pero no eh podido!!!
En fin! Creo que ya te eh dicho que AMO TU NOVELA!!! Me encanta!!! Es Genial!
Besos...I Choose To Be HappyNUMERO UNO!!!
Besos&Cuidate! Siguela pronto!I Choose To Be HappyHOLA'!!! Hay Lo see'! soy pesima... No eh podido comentar ya que eh tenido demasiada tarea! Lo siento de verdad'!
Estoy como loca!!! Es que en verdad AMO TU NOVELA, ES PERFECTA!!!
Me rompio el corazon lo que paso con Lou' pero Madie ama a Nialler! C' mon!!!
De verdad LO SIENTO!! Besos...
PD: Tengo que decirles que tuve un sueño Super Sexy&Hot con Nialler! Ja'! Besitos'! Oh! Se dan una vuelta por mis novelasI Choose To Be Happy
No te preocupes!
JAJAJAJA, ¿Un sueño! omg. Ya me paso, besos!Ash'!!! Diablos me frustra llegar tarde'!
DOS CAPITULOS' ME PERDI DOS CAPITULOS!
Lo siento que clase de fan soy?'
Bueno Me ENCANTA' LA AMO'! lo sabes'!
-Por un segundo crei que habia terminado asi... Que alivio que no'!!!
Bueno estare mas atenta'! Lo prometo! Besos&Cuidate!I Choose To Be HappyOh Dios'!!! Estoy muriendo'! Ya era hora de que le confesara que esta enamorada'! Crei que nunca lo haria!!!
Ahora esa estupida de 'Diana' Agh'!! (hay una chica en mi escuela que me odia & ese es su nombre' otro motivo mas para odiarla) Bueno, mas le vale que se mantenga muy alejadita de MI' Nialler'! Ok'?
-El capitulo estuvo genial lo AME!!! Besitos&Cuidate
ATTE: Tu Fan N° 1'!!!I Choose To Be Happy
¿Enserio? Bueno, ATENTADO CONTRA DIANA BITCH(?
¡Qué bueno que te haya gustado! aksjakajskaja, Mi fan <3.
Besos! xHolo'!Aaaaaaaah! Fan Numero Uno' REPORTANDOSE!!!
BITCHES NIALLER ME AMA!!!
Ok'no mejor me calmo, pero se sintio como si me lo dijera a mi...
Dios' AMO Tu novela Sol '!!! Me ENCATA' & el capitulo fue PERFECTO'! :D
-Saben me imagine a Austin como Kendall (BTR, es que soy Rusher) & buen si es muuuy caliente! ok' me sali de tema!
-Porfa siguela pronto! Por Mi' Siiiiiiiii....
Ok' paresco psicopata, Me ENCANTA!
Besos&Cuidate!-Stay'Stong-Holi' Fan Numero Uno Aqui ♥-Bueno primero dire que veo todos nuestros comentarios & ya son un monton!!!
Ok' ahora a lo serio! LLORE' con el capitulo!!! Fue absolutamente hermoso! Lo ame! & alfin Niall ya era hora de que le dijeras que la amabas!!!
-Oh' perdón por haber comentado hasta ahora pero no habia podido
Bueno siguela pronto porfis!!!
Tines facebook?' Que pregunta! Me agregas(? MI FACEBOOK
Besos&Cuidate!!!
aksj, SON UNOS TIERNOS <3 No te preocupes, vos comentá cuando puedas. Si, ahora te agrego. Besos y vos también cuidate! x
Holi'!...
Bueno el capitulo estuvo Perfecto! Me identifique mucho con el' ya que eh tenido ese tipo de peleas con mi padre' en ves de mi madre'! (ella es un amor!)
Enserio que AMO tu novela!!! Eres GENIAL'...
Última edición por #michel_sweet el Dom 24 Mar 2013, 7:04 pm, editado 1 vez
Invitado
Invitado
Re: Summer. {One Direction y tú}
Holi'!NotesOfLove~ escribió:Sí, pasámelo! Seguramente que cantás re bien! Y seríamos las famosas de... de... nada(? ¿Sos Latina vos? porque seríamos las famosas Latinas (?#michel_sweet escribió:NotesOfLove~ escribió:¡Muchas gracias, linda! Estoy pensando en estudiar canto porque me encanta hacerlo y ya que tengo que torturar a mis papás con mi música, prefiero hacerlo bien. Compongo, pero no sirvo. Soy pésima para eso. Además quiero ser cantante <3 aksja. HACÉ EL COVER Y PASÁMELO! <3 Así soy tu fan. Besos! x#michel_sweet escribió:NotesOfLove~ escribió:Holaaaaaaaaaaaaaa lindas! Les dejo acá mi nuevo cover de Little Things, VÉANLO PORQUE LAS OBLIGO(? Bueno, eso... hoy subo!
MI VÍDEO(?Holo'!Wow'! aaah'!
Eres GENIAL'! & lo digo enserio, tines una vos mus linda!
Yo estoy pensando en hacer un cover, pero de They Don't Know About Us'!!!
Bueno cantas Genial! tienes que seguir haciendolo :D
Besos&Cuidate-Stay'Strong-
Lo are & te lo pasare! Solo que no por ahora ya que mi web cam esta dañada!!! Yo tambien amo cantar para mi es como el oxigeno la musica! & me encantaria ser cantante & bueno mis tios & primos dicen que tengo buena voz'. No lo se!
Si' soy Latina!!! (Mexicana, soy de Guerrero para ser exacta) ñ.ñ Woo Hoo'!! Seriamos las Latinas mas famosas! Ok'ok! me calmo! Tu Iras a Take Me Home Tour?'
Invitado
Invitado
Re: Summer. {One Direction y tú}
HOLA CHICAS PASEN POR MI NOVELA ‘’The Perks Of Being a Wallflower’’
POR FAVOR…
GRAXIAS ESPERO LES GUSTE TRATA DE LA VIDA ADOLECENTE…
POR FAVOR…
GRAXIAS ESPERO LES GUSTE TRATA DE LA VIDA ADOLECENTE…
Flower392
Re: Summer. {One Direction y tú}
WWWWWWWWWWWWOOOOOOOOOW! ES FUE............ INCREIBLE!!!!!!!!!!! POR DIOS QUE AGALLAS!!!!!!!! (nose cmo se escribe) FUE GENIAL, FUE... GENIAL***************.***********
seguila cuando puedas **..**
seguila cuando puedas **..**
DaiLLHZN
Re: Summer. {One Direction y tú}
Solci <3 Brillantirijilla Solcilla ¿Como has estado? ¿En donde estas? ¿Porque no subes?
He comenzado a extrañar tus ausencias.
Ojalá te este yendo de lo lindo en el colegio y hayas tenido buenas calificaciones (soy como una mami. Jujujuju)
Porfavor, en cuanto regreses, siguela lo más pronto posible.
Te quiero SolSol, un besirijillo
He comenzado a extrañar tus ausencias.
Ojalá te este yendo de lo lindo en el colegio y hayas tenido buenas calificaciones (soy como una mami. Jujujuju)
Porfavor, en cuanto regreses, siguela lo más pronto posible.
Te quiero SolSol, un besirijillo
Jajaviera
Re: Summer. {One Direction y tú}
¡Hola a mis hermosas lectoras! El colegio me tuvo muuuy ocupada y no pude escribir. En un rato les subo capítulo. Las amodoro!
PD: Hice un nuevo cover, este no me gustó tanto, pero lo subí (?Mi vídeo(?
PD: Hice un nuevo cover, este no me gustó tanto, pero lo subí (?Mi vídeo(?
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
'Be free...'
Capítulo XXIII.No le doy tiempo en absoluto e ingreso en mi habitación furiosa. Las lágrimas que me brotan de los ojos han dejado de ser de tristeza o pena por mí misma; si no que ahora son de pura rabia e impotencia.
Si en verdad todo era como Joe había dicho y es mucho mejor evadir a nuestros padres antes que a su comportamiento, así será.
Y no hay mejor forma que largándonos de aquí, ya que al parecer, también es lo que ellos quieren.
Me quedo dos segundos estancada en el umbral de la puerta cerrada, la cabeza apoyada en la madera matizada de la puerta y la mente divagando en cualquier lado menos aquí.
Quizá a mi madre se le ha escapado aquella revelación, pero si así hubiese sido, ellos ya lo tendrían bien claro.
Tal vez solo había sido una confesión de momento; una ocurrencia llevada por la locura y la adrenalina del momento.
Pero la verdad es que había dejado de confiar en ellos hace ya mucho tiempo, así que mis pensamientos no son los más positivos.
Dejo un suspiro estuporoso escapar de entre mis labios justo en el momento en el que los golpes a mi puerta cesan y me incorporo justo cuando comienzan de nuevo.
– ¡Lárgate! ¡Vete de aquí! –bramo y no recibo otra respuesta más que un suspiro cansador.
–Soy yo, Maddie… –susurra Evan contra la puerta y el alivio me recorre de pies a cabeza, estremeciéndome. Asiento aunque él no pueda verme, más para asegurarme a mí misma que todo está bien. Me limpio los ojos y me dirijo una rápida miradita en el espejo que se haya a un lado de la entrada de mi habitación para asegurarme de que el maquillaje corrido no me haga parecer un mapache.
Casi.
Inspiro y abro esperando encontrarme con lo peor. Quizá a mis padres reunidos detrás de Evan, usándolo para ingresar en mí cuarto y gritarme quién sabe qué sarta de barbaridades, tal vez hasta cancelándome la tarjeta de crédito.
Pero solo están Joe y él. Somnolientos y con cara de haber dormido terriblemente, porque creo que han conseguido conciliar el sueño y mis gritos amenazantes les han despertado.
Joe medio sonríe y después de meditárselo por dos ínfimos segundos, me abraza. Me estruja como si no me hubiese visto desde años atrás y yo correspondo conmocionada.
Debería echarme a llorar con todas mis fuerzas, pero mi mente está demasiado abarrotada de pensamientos como para ordenarme hacerlo. Y mi corazón…, bah. No sé ni lo que siento.
Después de abrazarme también a Evan, los tres ingresamos en mi habitación y yo cierro la puerta.
Marina está sentada como indio sobre su cama. Claro, la he olvidado completamente con todo este embrollo.
Ellos caminan hacia ella y se sientan a su lado. Joe le pasa un brazo por los hombros y no me sorprende, porque a pesar de que ya casi no se hablan, desde pequeños se han querido mucho. En cambio Evan es tan tímido que casi ni la conoce.
Me cruzo de brazos frente a ellos y trato de observar a cualquier lado menos a sus ojos interrogantes y a sus miradas inquisitivas.
Termino por suspirar marcadamente y me siento en mi cama, frente a ellos.
–Siento haberlos despertado –les digo y hago sonar los dedos de mis manos en intento por distraerme de lo que sea que vendrá a continuación.
–No te preocupes. –me susurra Evan y cuando lo miro permanece tieso, la mirada clavada en el suelo. Él no lo superará jamás.
Jamás superará el hecho de que nuestros padres nos ignoren. Pero la verdad, es que ya debería haberse acostumbrado desde hace tiempo.
Mucho tiempo.
–Hemos oído una discusión y ha sido bastante fuerte, me parece –suelta Joe y no me atrevo a mirarlo, así que asiento fugazmente.
Minutos eternos en los que no espera más que mi respuesta.
Le suelto apagada, tan apagada como una vela consumiéndose en un charco de cerilla caliente, a la intemperie de una noche lluviosa junto a la ventana abierta. –Quiere que nos vayamos de casa.
Cierro los ojos y los aprieto con fuerza. Temo por lo que sea capaz de hacer, temo por lo que pueda pasar.
Temo por él, por Evan, por mí.
Temo por nosotros, nuestra vida y nuestro futuro.
Y me termino por preguntar si en realidad todo esto vale la pena.
Cuando abro los ojos minutos después, él está simplemente recostando su cabeza en el hombro de Marina. Ella observa de reojo a Evan, que permanece con la cabeza entre las rodillas, casi arrancándose el pelo con los dedos.
–Muy bien, eso haremos entonces. –afirma Joe y no me queda nada más que asentir, porque era lo que tenía en mente. No sé a dónde, pero será. Nos largaremos de aquí para el amanecer… o tal vez después.
–Evan… –comienzo, pero él me interrumpe y dice vagamente que acepta. Aún permanece en la misma posición, pero después de un momento se incorpora y nos dirige una mirada frívola. Tan frívola que hiere.
Y él no quiere herirnos.
Recuerdo que una vez, hace ya muchos años, mi abuelo nos llamó a todos al despacho y se propuso contarnos una historia. Trataba sobre una princesa que estaba enamorada de un plebeyo, y en consecuencia, su amor no podría ser.
Pero buscaron la manera de solucionarlo. Ella rompió las reglas y él se convirtió en príncipe.
La historia finalizaba cortamente en un romántico «Y vivieron felices por siempre…»
Después de eso nos quedamos durante una hora hablando con él, y comiendo unas galletas de avena que la abuela había preparado para nosotros.
Había sido otra de las tardes fantásticas que había vivido en mi corta existencia.
Pero ese día él nos comentó algo, que catalogó como secreto.
Nos hizo un gesto para que nos acercáramos, nos observo a los tres a los ojos, sonrío y dijo: Los tres tienen la mirada de hielo y la han heredado de mí.
Recuerdo nuestras expresiones de desconcierto al observarnos entre nosotros y una risa nostálgica se sofoca en mi garganta.
Después nos explicó algo que hasta el día de hoy entiendo: nuestra mirada expresa mucho más de lo que nuestras palabras pueden. Somos transparentes, estamos al desnudo todo el tiempo. Las personas más cercanas a nosotros pueden deducir nuestros sentimientos con solo una simple miradita. Pero más que nada, la mirada de hielo sirve para lo mismo que expresa el término: helar.
Provocar dolor y clavar dagas en corazones inocentes cuando lo que menos queremos hacer es dañar. Y lamentablemente, dañamos de todas formas.
Así me siento ahora y estoy muy segura de que Joe siente lo mismo que yo.
–Sí, he dicho que acepto –reafirma su gesto y nosotros le asentimos.
– ¿A dónde iremos? Porque, digo, iré con ustedes… es el precio que obtienen por ser mis mejores amigos –dice Marina y el ambiente parece relajarse por un momento. Intento sonreírle para que sepa que no es su culpa, pero no me sale más que una mueca que seguro la ha espantado más.
–Nuestro tío paterno tiene una inmobiliaria, ¿no es así? –le pregunto a Joe y el asiente– pues eso haremos. Tenemos el dinero en las cuentas bancarias y nos alcanzará para un departamento o algún pent-house. Tenemos carro también y no hay que preocuparnos or la mantención, porque repito, tenemos dinero.
– ¿Tú crees que el tío vaya a decirle a papá en dónde estamos? –niego.
–No se hablan desde hace meses y él nos adora, sabrá guardar un secreto.
–Además, lo que queremos no es escondernos del mundo, es simplemente estar lejos de aquí… ¿no? –inquiere Marina y Evan asiente.
–Muy bien…, comenzaremos con los trámites mañana por la mañana. Es sábado y ustedes no tienen instituto, así que tendremos tiempo de sobra para visitar varios y elegir el que más nos convenga –dice Joseph y los demás parecemos estar de acuerdo. Nuestro futuro comienza a tomar forma, por lo menos por ahora.
–Pero no tendremos dinero por siempre, les recuerdo –comenta Evan, para desilusión de todos–. Además nuestros padres pueden retirar el dinero de nuestras cuentas bancarias…, ellos mismos le han puesto las claves –un suspiro colectivo se oye.
–Bueno… habrá que trabajar –nadie deja que Marina termine porque ya estamos los tres fulminándola con la mirada.
Trabajo es un término del que los tres desconocemos totalmente. Es algo que haremos sólo en casos extremos o después de cursar la universidad, como mucho.
–No, nos alcanzará para vivir. Nuestros padres no pueden quitarnos nuestros ingresos, porque ellos mismos accederán a echarnos una mano. Si no sería una especie de abandono de hogar.
–Joe… te recuerdo que somos nosotros los que nos vamos –le digo y él entrecierra los ojos.
–Y es por voluntad propia, además –agrega Evan, echándose para atrás.
–Bueno, el punto es que no pueden quitarnos el dinero, porque ustedes dos aún son menores de edad.
–Nos hemos olvidado de un pequeño detalle –Marina rompe con el abrupto silencio y todas las miradas se dirigen a ella–. Los chicos.
Otro suspiro general.
–Ellos pueden venir y así todos podríamos mantener la casa –dice Evan y todos coinciden. Todos menos yo.
–Ellos no vendrán –repentinamente, las miradas pasan a mí, inquisitivas–. Tienen dinero, son casi mayores de edad (sin mencionar que Louis lo es) y cada uno irá a comprarse su propia casa, o una para los cinco, no sé. Además su primer tour comenzará en unos escasos meses y ellos no querrán compartir un departamento con nosotros.
–Sí querrán –afirma Marina, con un nudo en la garganta. Me encojo de hombros, restándole más importancia de la que en realidad debería.
–Pues no vendrán. Lo siento –se muerde el labio para no llorar y desvía su mirada de la mía. Tengo que hacer lo mismo.
Al mediodía del siguiente día ya nos hemos recorrido medio centro de Londres y el apartamento que más nos ha gustado en una lista de diez posibles, ya está marcado como nuestro. Hoy, esta misma noche, seremos libres.
Cuando volvemos a casa Marina y yo corremos hasta mi habitación y nos disponemos a armar las maletas. Ocupamos casi dos horas armando y desarmando, hasta que unos sonidos sordos provenientes del pasillo interrumpen nuestra actividad.
Echo la última playera a mi maleta negra y la cierro haciendo caso omiso de los ruidos que comienzan a ceder, pero justo cuando termino de cerrarla, el silencio se corta nuevamente.
Miro a Marina que está tan desconcertada como yo y me dirijo a la puerta cerrada. Suspiro antes de abrirla temiendo que me encontraré del otro lado y cuando abro, intento retener una risilla tanto como puedo.
Los cinco están sentados sobre la alfombra. Cada uno tiene una cacerola en frente, con funcionamiento a modo de tambor o batería.
Increíble.
La puerta en frente de mi se abre y mis hermanos se asoman con el ceño fruncido. Me recargo en el umbral de la puerta y les dirijo una fugaz mirada de incertidumbre, que ambos corresponden con un pequeño encogimiento de hombros.
Oigo los pasos de Marina acercándose y volteo a mirarla. Su rostro es una poesía.
–Pensé que eran cantantes, pero no tenía idea de que también tocaban algunos instrumentos –les digo y ellos paran de golpear las cacerolas Essen, las más caras que tenemos en las alacenas de la cocina. Varios de ellos tienen cucharas de madera, de esas que usamos para mezclar alguna salsa especial, a excepción de Liam. Liam tiene un tenedor.
– ¡Esperad, hermanos, esperad! Oíd sus propuestas –proclama Harry casi gritando y todos ellos alejan los instrumentos de cocina.
Evan me mira temeroso. A qué ya sabe que los chicos son capaces de cualquier cosa.
– ¿De qué va todo esto? –pregunta Joe.
–Esto, querido Joseph, es un levantamiento… ¡Una rebelión! –brama Liam y todos comienzan a golpear las cacerolas una vez más. Después paran y repiten el método de alejamiento.
–Ya, enserio, ¿qué es lo qué están haciendo? –todos dirigen sus miradas hacia mí y alzan las barbillas, como si estuvieran indignados por algo que yo hubiese hecho.
No se me ocurre qué.
–Querida Madeleine, has violado uno de nuestros códigos de amistad –responde Zayn y yo parpadeo varias veces en su dirección.
Quizá se han enterado de que quién puso hielo en los bolsillos de los pantalones de Louis fui yo y ahora planean vengarse, si martillarme la cabeza con el ruido a metal golpeado no es una tortura suficiente.
– ¿Qué he hecho?
Todos observan a Niall y supongo que es porque ha llegado su turno de hablar. Él traga saliva duramente y me mira entristecido.
–Ustedes no pueden irse de aquí.
Miro a Joe. Me mira y tuerce los labios.
Ni siquiera él sabe qué decir.
–Chicos… No podemos quedarnos aquí, lo siento.
–Pero pueden venir con nosotros –Marina atropella mis palabras. Volteo a verla y se encoje de hombros.
–Escuchen, ustedes seguramente comprarán una casa enorme y nos veremos muy seguido, se los prometo –digo y me siento dentro del círculo, entre Louis y Niall.
Pero ellos niegan mi plan y después se observan entre ellos.
–No puedes alejarnos de ustedes –comenta Liam en voz baja y me echa una miradita furtiva por sobre la cabeza de Harry, que abarca mi visión con su cabello alborotado.
Lo miro acongojada.
–Lo siento. El apartamento que hemos escogido no es lo suficientemente grande como para que quepamos todos en él –un suspiro de decepción que recorre la habitación, me estremece.
–Podríamos, podríamos elegir otro. Ya sabes…, nunca es demasiado tarde –agrega Louis, ya casi desesperado. Pero la mirada que le dirige Marina acalla todas sus ilusiones.
–Ya está señado. Nos iremos hoy mismo –y con un movimiento rápido, todos están tocando de nuevo las cacerolas.
–No pararemos hasta que decidan que se quedarán. No pueden irse –vocifera Harry sobre todo el barullo. Los ignoro, me levanto y cierro la puerta de mi habitación una vez hube entrado.
Me preocupo por seguir empacando porque me niego a pensar en que ya no conviviremos juntos. Me niego a ser tan vulnerable como para olvidar lo que mis padres nos hicieron y quedarme aquí solo por eso. He tomado una decisión y por primera vez, debo ser firme en ella.
A penas dan las ocho en punto de la noche, todas las maletas están en la sala principal de la casa. Los chicos nos observan nostálgicos y tengo que ser fuerte para no echarme a llorar. Me acerco a Niall y me abrazo a él, pero no me corresponde inmediatamente.
–Te quiero –le digo y él asiente, pero no responde. Suspiro bruscamente y me separo de él lo suficiente como para observarle a los ojos directamente–. No puedo seguir viviendo aquí, ¿entiendes? Lo siento, pero aquí no es dónde voy a hacer mi vida.
–Sabes perfectamente lo bien que puedes vivir con nosotros. Somos tu familia, ¿no es así? –sus ojos se cristalizan y me muerdo el labio, haciendo un esfuerzo extra por no abortar la misión.
–No son mi familia verdadera. Son una banda de adolescentes tan irresponsables como nosotros –mi comentario parce afectarle, porque aprieta la mandíbula y me mira duramente.
–Si tan irresponsables son no pueden vivir solos.
–Mis hermanos son mayores de edad, cumplieron dieciocho hace dos meses y están en todo su derecho legal a vivir libremente.
–Pero tú no tienes dieciocho y tus tutores siguen siendo… tus padres –no es hasta que lo dice que me doy cuenta de cuánta razón tiene. Si mis padres averiguaran en dónde vivo, podrían poner la situación en manos de la justicia y regresarme a casa cuando se les dé la gana.
Todo a mí alrededor deja de ser justo.
–Entonces deberás ser mejor novio que nunca y no comentar en dónde es mi domicilio.
–Aún no sé dónde es.
–Por ahora, créeme que es mejor así –suspira prolongadamente y me abraza a sí.
–No puedes dejarnos en una casa que no es nuestra.
–Mis padres no vendrán hoy por la noche, porque tienen una cena importante que atender y sabes mejor que nadie que es seguro que no vendrán hasta la noche de mañana. Para entonces, conseguirán un lugar en dónde vivir –le beso el pecho y recuesto mi cabeza en él–. No olvides que te quiero –repito.
–No lo hago. También te quiero y creo que esto no es lo mejor que puedas hacer –niego a sus palabras y me concentro en el embriagador aroma que su polo posee. Abrumo mi mente y olvido todo lo que me rodea, para recordar lo que me hace bien.
Él.
–No te preocupes –beso su mejilla–. ¿Te he dicho ya que te quiero? –él ríe.
–Unas tres veces –asiento y le beso la nariz.
–Porque tienes que recordarlo.
–Maddie…, prométeme que no te meterás en problemas y que mañana por la mañana me enviarás un mensaje con tu dirección –suspiro y recuerdo que no estoy en un valle, rodeada de flores, siendo libre.
Aún estoy en mi casa.
–Te lo prometo –asiente y nos besamos.
–Maddie… nos vamos –anuncia Joe, y él y mi hermano salen por la puerta principal. Vuelvo mi vista hacia Niall, su mirada nostálgica.
–Ya estoy extrañándote, ¿lo sientes? –dirige mi mano hacia su corazón que late desbocado. Lo beso una vez más y procedo a abrazar a cada uno de ellos, prometiéndoles que mañana enviaré el nuevo domicilio.
Salimos a la puerta todos juntos y tomo la mano de Marina entre las mías.
Damos un último saludo y nos subimos al Volkswagen gris de mis hermanos. Se supone que mañana vendremos a buscar mi Lexus.
Trato de mirar hacia atrás lo más que puedo, pero la niebla que va descendiendo lo cubre todo. El cielo está cubierto de nubes prometedoras de una tormenta y yo no tendré a mi rubio para que me abrace cuando los rayos partan el suelo.
Mi hermano enciende el calefactor y de paso la radio en la estación de Radio Hits.
Fighter de Christina Aguilera resuena por los parlantes y se cuela bajo las ventanillas congeladas. El ritmo de la canción difiere totalmente con la reunión de sentimientos encontrados que tengo en medio del estómago y estoy segura de que hoy no podré comer.
Me pongo la capucha de la campera y aún de la mano de Marina, apoyo mi mejilla en su hombro.
La oigo suspira y sé que también he hecho mal en alejarla de Louis, cuando quién debería alejarse de todo soy yo.
–No es tarde aún… puedes quedarte con ellos –le digo y elevo la vista justo para verla negar eufórica.
–Estaremos siempre juntas, ¿está bien? –le sonrío.
– ¿Eres consciente de que estoy metiéndote en un problema al sacarte de la custodia de mis padres cuando los tuyos están lejos? –asiente, pierde la mirada en el espejo retrovisor y después sonríe.
–Me gusta correr riesgos –ambas reímos.
Una vez mi cuerpo halla la comodidad del edredón morado, olvido todo lo que me rodea y me sumo en un sueño pesado que me deja un poco atolondrada al despertar.
La luz solar que se filtra entre las persianas me perjudica la vista y me obliga a cerrar los ojos aún en contra de mi voluntad por abrirlos.
No hemos colocado las cortinas ayer por la noche y ahora sufrimos las consecuencias. De hecho, no hemos acomodado casi nada en nuestro nuevo pent-house, que por cierto, está estupendo.
Giro sobre mi misma y volteo hacia la cama desecha de Marina, esperando encontrármela lo más desparramada posible y muriéndose de frío por el corto pijama que siempre porta. Pero ella no está allí, así que supongo que ya es tiempo de levantarse.
Me tallo los ojos, aún aturdida por los rayos del sol pegándome a un lado de mi rostro y arreglo con mis manos lo más que puedo la maraña de cabellos caobas que me tapan la visión.
Meto los pies dentro de las pantuflas de conejito, me pongo la bata y salgo hacia el corredor.
Frente a mi habitación está la de mis hermanos y un pequeño pasillo me conduce hacia la sala principal, bañada de luz que se introduce desde los dos ventanales con balcón.
Todo es fantásticamente moderno.
Camino con pasos cortos hacia la cocina y los tres están allí, de un muy buen humor que se percibe en el aire.
Mis hermanos están sentados en los asientos del desayunador que separa la cocina de la sala y Marina revuelve algo dentro de una cacerola que no logro ver debido a la distancia.
Todos me sonríen e intento lo mismo, pero al parece mi cara somnolienta les causa gracia porque los tres ríen a coro.
–Parece que no has dormido en años –me dice Joe.
–Todo lo contrario –me siento frente a los dos y los observo atentamente–. ¿Por qué tanta sonrisa?
–Bueno…, hay que empezar desde cero, ¿no? –asiento quedamente.
Estaciono el Volkswagen en la puerta de la residencia y bajamos al mismo tiempo. Marina y yo prácticamente corremos hacia el interior de la casa (porque aún tenemos la llave) y los chicos están esperándonos en la sala.
Niall me apretuja contra su pecho y me susurra al oído que me ha extrañado montones.
Y la verdad, yo también lo he hecho.
Si en verdad todo era como Joe había dicho y es mucho mejor evadir a nuestros padres antes que a su comportamiento, así será.
Y no hay mejor forma que largándonos de aquí, ya que al parecer, también es lo que ellos quieren.
Me quedo dos segundos estancada en el umbral de la puerta cerrada, la cabeza apoyada en la madera matizada de la puerta y la mente divagando en cualquier lado menos aquí.
Quizá a mi madre se le ha escapado aquella revelación, pero si así hubiese sido, ellos ya lo tendrían bien claro.
Tal vez solo había sido una confesión de momento; una ocurrencia llevada por la locura y la adrenalina del momento.
Pero la verdad es que había dejado de confiar en ellos hace ya mucho tiempo, así que mis pensamientos no son los más positivos.
Dejo un suspiro estuporoso escapar de entre mis labios justo en el momento en el que los golpes a mi puerta cesan y me incorporo justo cuando comienzan de nuevo.
– ¡Lárgate! ¡Vete de aquí! –bramo y no recibo otra respuesta más que un suspiro cansador.
–Soy yo, Maddie… –susurra Evan contra la puerta y el alivio me recorre de pies a cabeza, estremeciéndome. Asiento aunque él no pueda verme, más para asegurarme a mí misma que todo está bien. Me limpio los ojos y me dirijo una rápida miradita en el espejo que se haya a un lado de la entrada de mi habitación para asegurarme de que el maquillaje corrido no me haga parecer un mapache.
Casi.
Inspiro y abro esperando encontrarme con lo peor. Quizá a mis padres reunidos detrás de Evan, usándolo para ingresar en mí cuarto y gritarme quién sabe qué sarta de barbaridades, tal vez hasta cancelándome la tarjeta de crédito.
Pero solo están Joe y él. Somnolientos y con cara de haber dormido terriblemente, porque creo que han conseguido conciliar el sueño y mis gritos amenazantes les han despertado.
Joe medio sonríe y después de meditárselo por dos ínfimos segundos, me abraza. Me estruja como si no me hubiese visto desde años atrás y yo correspondo conmocionada.
Debería echarme a llorar con todas mis fuerzas, pero mi mente está demasiado abarrotada de pensamientos como para ordenarme hacerlo. Y mi corazón…, bah. No sé ni lo que siento.
Después de abrazarme también a Evan, los tres ingresamos en mi habitación y yo cierro la puerta.
Marina está sentada como indio sobre su cama. Claro, la he olvidado completamente con todo este embrollo.
Ellos caminan hacia ella y se sientan a su lado. Joe le pasa un brazo por los hombros y no me sorprende, porque a pesar de que ya casi no se hablan, desde pequeños se han querido mucho. En cambio Evan es tan tímido que casi ni la conoce.
Me cruzo de brazos frente a ellos y trato de observar a cualquier lado menos a sus ojos interrogantes y a sus miradas inquisitivas.
Termino por suspirar marcadamente y me siento en mi cama, frente a ellos.
–Siento haberlos despertado –les digo y hago sonar los dedos de mis manos en intento por distraerme de lo que sea que vendrá a continuación.
–No te preocupes. –me susurra Evan y cuando lo miro permanece tieso, la mirada clavada en el suelo. Él no lo superará jamás.
Jamás superará el hecho de que nuestros padres nos ignoren. Pero la verdad, es que ya debería haberse acostumbrado desde hace tiempo.
Mucho tiempo.
–Hemos oído una discusión y ha sido bastante fuerte, me parece –suelta Joe y no me atrevo a mirarlo, así que asiento fugazmente.
Minutos eternos en los que no espera más que mi respuesta.
Le suelto apagada, tan apagada como una vela consumiéndose en un charco de cerilla caliente, a la intemperie de una noche lluviosa junto a la ventana abierta. –Quiere que nos vayamos de casa.
Cierro los ojos y los aprieto con fuerza. Temo por lo que sea capaz de hacer, temo por lo que pueda pasar.
Temo por él, por Evan, por mí.
Temo por nosotros, nuestra vida y nuestro futuro.
Y me termino por preguntar si en realidad todo esto vale la pena.
Cuando abro los ojos minutos después, él está simplemente recostando su cabeza en el hombro de Marina. Ella observa de reojo a Evan, que permanece con la cabeza entre las rodillas, casi arrancándose el pelo con los dedos.
–Muy bien, eso haremos entonces. –afirma Joe y no me queda nada más que asentir, porque era lo que tenía en mente. No sé a dónde, pero será. Nos largaremos de aquí para el amanecer… o tal vez después.
–Evan… –comienzo, pero él me interrumpe y dice vagamente que acepta. Aún permanece en la misma posición, pero después de un momento se incorpora y nos dirige una mirada frívola. Tan frívola que hiere.
Y él no quiere herirnos.
Recuerdo que una vez, hace ya muchos años, mi abuelo nos llamó a todos al despacho y se propuso contarnos una historia. Trataba sobre una princesa que estaba enamorada de un plebeyo, y en consecuencia, su amor no podría ser.
Pero buscaron la manera de solucionarlo. Ella rompió las reglas y él se convirtió en príncipe.
La historia finalizaba cortamente en un romántico «Y vivieron felices por siempre…»
Después de eso nos quedamos durante una hora hablando con él, y comiendo unas galletas de avena que la abuela había preparado para nosotros.
Había sido otra de las tardes fantásticas que había vivido en mi corta existencia.
Pero ese día él nos comentó algo, que catalogó como secreto.
Nos hizo un gesto para que nos acercáramos, nos observo a los tres a los ojos, sonrío y dijo: Los tres tienen la mirada de hielo y la han heredado de mí.
Recuerdo nuestras expresiones de desconcierto al observarnos entre nosotros y una risa nostálgica se sofoca en mi garganta.
Después nos explicó algo que hasta el día de hoy entiendo: nuestra mirada expresa mucho más de lo que nuestras palabras pueden. Somos transparentes, estamos al desnudo todo el tiempo. Las personas más cercanas a nosotros pueden deducir nuestros sentimientos con solo una simple miradita. Pero más que nada, la mirada de hielo sirve para lo mismo que expresa el término: helar.
Provocar dolor y clavar dagas en corazones inocentes cuando lo que menos queremos hacer es dañar. Y lamentablemente, dañamos de todas formas.
Así me siento ahora y estoy muy segura de que Joe siente lo mismo que yo.
–Sí, he dicho que acepto –reafirma su gesto y nosotros le asentimos.
– ¿A dónde iremos? Porque, digo, iré con ustedes… es el precio que obtienen por ser mis mejores amigos –dice Marina y el ambiente parece relajarse por un momento. Intento sonreírle para que sepa que no es su culpa, pero no me sale más que una mueca que seguro la ha espantado más.
–Nuestro tío paterno tiene una inmobiliaria, ¿no es así? –le pregunto a Joe y el asiente– pues eso haremos. Tenemos el dinero en las cuentas bancarias y nos alcanzará para un departamento o algún pent-house. Tenemos carro también y no hay que preocuparnos or la mantención, porque repito, tenemos dinero.
– ¿Tú crees que el tío vaya a decirle a papá en dónde estamos? –niego.
–No se hablan desde hace meses y él nos adora, sabrá guardar un secreto.
–Además, lo que queremos no es escondernos del mundo, es simplemente estar lejos de aquí… ¿no? –inquiere Marina y Evan asiente.
–Muy bien…, comenzaremos con los trámites mañana por la mañana. Es sábado y ustedes no tienen instituto, así que tendremos tiempo de sobra para visitar varios y elegir el que más nos convenga –dice Joseph y los demás parecemos estar de acuerdo. Nuestro futuro comienza a tomar forma, por lo menos por ahora.
–Pero no tendremos dinero por siempre, les recuerdo –comenta Evan, para desilusión de todos–. Además nuestros padres pueden retirar el dinero de nuestras cuentas bancarias…, ellos mismos le han puesto las claves –un suspiro colectivo se oye.
–Bueno… habrá que trabajar –nadie deja que Marina termine porque ya estamos los tres fulminándola con la mirada.
Trabajo es un término del que los tres desconocemos totalmente. Es algo que haremos sólo en casos extremos o después de cursar la universidad, como mucho.
–No, nos alcanzará para vivir. Nuestros padres no pueden quitarnos nuestros ingresos, porque ellos mismos accederán a echarnos una mano. Si no sería una especie de abandono de hogar.
–Joe… te recuerdo que somos nosotros los que nos vamos –le digo y él entrecierra los ojos.
–Y es por voluntad propia, además –agrega Evan, echándose para atrás.
–Bueno, el punto es que no pueden quitarnos el dinero, porque ustedes dos aún son menores de edad.
–Nos hemos olvidado de un pequeño detalle –Marina rompe con el abrupto silencio y todas las miradas se dirigen a ella–. Los chicos.
Otro suspiro general.
–Ellos pueden venir y así todos podríamos mantener la casa –dice Evan y todos coinciden. Todos menos yo.
–Ellos no vendrán –repentinamente, las miradas pasan a mí, inquisitivas–. Tienen dinero, son casi mayores de edad (sin mencionar que Louis lo es) y cada uno irá a comprarse su propia casa, o una para los cinco, no sé. Además su primer tour comenzará en unos escasos meses y ellos no querrán compartir un departamento con nosotros.
–Sí querrán –afirma Marina, con un nudo en la garganta. Me encojo de hombros, restándole más importancia de la que en realidad debería.
–Pues no vendrán. Lo siento –se muerde el labio para no llorar y desvía su mirada de la mía. Tengo que hacer lo mismo.
Al mediodía del siguiente día ya nos hemos recorrido medio centro de Londres y el apartamento que más nos ha gustado en una lista de diez posibles, ya está marcado como nuestro. Hoy, esta misma noche, seremos libres.
Cuando volvemos a casa Marina y yo corremos hasta mi habitación y nos disponemos a armar las maletas. Ocupamos casi dos horas armando y desarmando, hasta que unos sonidos sordos provenientes del pasillo interrumpen nuestra actividad.
Echo la última playera a mi maleta negra y la cierro haciendo caso omiso de los ruidos que comienzan a ceder, pero justo cuando termino de cerrarla, el silencio se corta nuevamente.
Miro a Marina que está tan desconcertada como yo y me dirijo a la puerta cerrada. Suspiro antes de abrirla temiendo que me encontraré del otro lado y cuando abro, intento retener una risilla tanto como puedo.
Los cinco están sentados sobre la alfombra. Cada uno tiene una cacerola en frente, con funcionamiento a modo de tambor o batería.
Increíble.
La puerta en frente de mi se abre y mis hermanos se asoman con el ceño fruncido. Me recargo en el umbral de la puerta y les dirijo una fugaz mirada de incertidumbre, que ambos corresponden con un pequeño encogimiento de hombros.
Oigo los pasos de Marina acercándose y volteo a mirarla. Su rostro es una poesía.
–Pensé que eran cantantes, pero no tenía idea de que también tocaban algunos instrumentos –les digo y ellos paran de golpear las cacerolas Essen, las más caras que tenemos en las alacenas de la cocina. Varios de ellos tienen cucharas de madera, de esas que usamos para mezclar alguna salsa especial, a excepción de Liam. Liam tiene un tenedor.
– ¡Esperad, hermanos, esperad! Oíd sus propuestas –proclama Harry casi gritando y todos ellos alejan los instrumentos de cocina.
Evan me mira temeroso. A qué ya sabe que los chicos son capaces de cualquier cosa.
– ¿De qué va todo esto? –pregunta Joe.
–Esto, querido Joseph, es un levantamiento… ¡Una rebelión! –brama Liam y todos comienzan a golpear las cacerolas una vez más. Después paran y repiten el método de alejamiento.
–Ya, enserio, ¿qué es lo qué están haciendo? –todos dirigen sus miradas hacia mí y alzan las barbillas, como si estuvieran indignados por algo que yo hubiese hecho.
No se me ocurre qué.
–Querida Madeleine, has violado uno de nuestros códigos de amistad –responde Zayn y yo parpadeo varias veces en su dirección.
Quizá se han enterado de que quién puso hielo en los bolsillos de los pantalones de Louis fui yo y ahora planean vengarse, si martillarme la cabeza con el ruido a metal golpeado no es una tortura suficiente.
– ¿Qué he hecho?
Todos observan a Niall y supongo que es porque ha llegado su turno de hablar. Él traga saliva duramente y me mira entristecido.
–Ustedes no pueden irse de aquí.
Miro a Joe. Me mira y tuerce los labios.
Ni siquiera él sabe qué decir.
–Chicos… No podemos quedarnos aquí, lo siento.
–Pero pueden venir con nosotros –Marina atropella mis palabras. Volteo a verla y se encoje de hombros.
–Escuchen, ustedes seguramente comprarán una casa enorme y nos veremos muy seguido, se los prometo –digo y me siento dentro del círculo, entre Louis y Niall.
Pero ellos niegan mi plan y después se observan entre ellos.
–No puedes alejarnos de ustedes –comenta Liam en voz baja y me echa una miradita furtiva por sobre la cabeza de Harry, que abarca mi visión con su cabello alborotado.
Lo miro acongojada.
–Lo siento. El apartamento que hemos escogido no es lo suficientemente grande como para que quepamos todos en él –un suspiro de decepción que recorre la habitación, me estremece.
–Podríamos, podríamos elegir otro. Ya sabes…, nunca es demasiado tarde –agrega Louis, ya casi desesperado. Pero la mirada que le dirige Marina acalla todas sus ilusiones.
–Ya está señado. Nos iremos hoy mismo –y con un movimiento rápido, todos están tocando de nuevo las cacerolas.
–No pararemos hasta que decidan que se quedarán. No pueden irse –vocifera Harry sobre todo el barullo. Los ignoro, me levanto y cierro la puerta de mi habitación una vez hube entrado.
Me preocupo por seguir empacando porque me niego a pensar en que ya no conviviremos juntos. Me niego a ser tan vulnerable como para olvidar lo que mis padres nos hicieron y quedarme aquí solo por eso. He tomado una decisión y por primera vez, debo ser firme en ella.
A penas dan las ocho en punto de la noche, todas las maletas están en la sala principal de la casa. Los chicos nos observan nostálgicos y tengo que ser fuerte para no echarme a llorar. Me acerco a Niall y me abrazo a él, pero no me corresponde inmediatamente.
–Te quiero –le digo y él asiente, pero no responde. Suspiro bruscamente y me separo de él lo suficiente como para observarle a los ojos directamente–. No puedo seguir viviendo aquí, ¿entiendes? Lo siento, pero aquí no es dónde voy a hacer mi vida.
–Sabes perfectamente lo bien que puedes vivir con nosotros. Somos tu familia, ¿no es así? –sus ojos se cristalizan y me muerdo el labio, haciendo un esfuerzo extra por no abortar la misión.
–No son mi familia verdadera. Son una banda de adolescentes tan irresponsables como nosotros –mi comentario parce afectarle, porque aprieta la mandíbula y me mira duramente.
–Si tan irresponsables son no pueden vivir solos.
–Mis hermanos son mayores de edad, cumplieron dieciocho hace dos meses y están en todo su derecho legal a vivir libremente.
–Pero tú no tienes dieciocho y tus tutores siguen siendo… tus padres –no es hasta que lo dice que me doy cuenta de cuánta razón tiene. Si mis padres averiguaran en dónde vivo, podrían poner la situación en manos de la justicia y regresarme a casa cuando se les dé la gana.
Todo a mí alrededor deja de ser justo.
–Entonces deberás ser mejor novio que nunca y no comentar en dónde es mi domicilio.
–Aún no sé dónde es.
–Por ahora, créeme que es mejor así –suspira prolongadamente y me abraza a sí.
–No puedes dejarnos en una casa que no es nuestra.
–Mis padres no vendrán hoy por la noche, porque tienen una cena importante que atender y sabes mejor que nadie que es seguro que no vendrán hasta la noche de mañana. Para entonces, conseguirán un lugar en dónde vivir –le beso el pecho y recuesto mi cabeza en él–. No olvides que te quiero –repito.
–No lo hago. También te quiero y creo que esto no es lo mejor que puedas hacer –niego a sus palabras y me concentro en el embriagador aroma que su polo posee. Abrumo mi mente y olvido todo lo que me rodea, para recordar lo que me hace bien.
Él.
–No te preocupes –beso su mejilla–. ¿Te he dicho ya que te quiero? –él ríe.
–Unas tres veces –asiento y le beso la nariz.
–Porque tienes que recordarlo.
–Maddie…, prométeme que no te meterás en problemas y que mañana por la mañana me enviarás un mensaje con tu dirección –suspiro y recuerdo que no estoy en un valle, rodeada de flores, siendo libre.
Aún estoy en mi casa.
–Te lo prometo –asiente y nos besamos.
–Maddie… nos vamos –anuncia Joe, y él y mi hermano salen por la puerta principal. Vuelvo mi vista hacia Niall, su mirada nostálgica.
–Ya estoy extrañándote, ¿lo sientes? –dirige mi mano hacia su corazón que late desbocado. Lo beso una vez más y procedo a abrazar a cada uno de ellos, prometiéndoles que mañana enviaré el nuevo domicilio.
Salimos a la puerta todos juntos y tomo la mano de Marina entre las mías.
Damos un último saludo y nos subimos al Volkswagen gris de mis hermanos. Se supone que mañana vendremos a buscar mi Lexus.
Trato de mirar hacia atrás lo más que puedo, pero la niebla que va descendiendo lo cubre todo. El cielo está cubierto de nubes prometedoras de una tormenta y yo no tendré a mi rubio para que me abrace cuando los rayos partan el suelo.
Mi hermano enciende el calefactor y de paso la radio en la estación de Radio Hits.
Fighter de Christina Aguilera resuena por los parlantes y se cuela bajo las ventanillas congeladas. El ritmo de la canción difiere totalmente con la reunión de sentimientos encontrados que tengo en medio del estómago y estoy segura de que hoy no podré comer.
Me pongo la capucha de la campera y aún de la mano de Marina, apoyo mi mejilla en su hombro.
La oigo suspira y sé que también he hecho mal en alejarla de Louis, cuando quién debería alejarse de todo soy yo.
–No es tarde aún… puedes quedarte con ellos –le digo y elevo la vista justo para verla negar eufórica.
–Estaremos siempre juntas, ¿está bien? –le sonrío.
– ¿Eres consciente de que estoy metiéndote en un problema al sacarte de la custodia de mis padres cuando los tuyos están lejos? –asiente, pierde la mirada en el espejo retrovisor y después sonríe.
–Me gusta correr riesgos –ambas reímos.
Una vez mi cuerpo halla la comodidad del edredón morado, olvido todo lo que me rodea y me sumo en un sueño pesado que me deja un poco atolondrada al despertar.
La luz solar que se filtra entre las persianas me perjudica la vista y me obliga a cerrar los ojos aún en contra de mi voluntad por abrirlos.
No hemos colocado las cortinas ayer por la noche y ahora sufrimos las consecuencias. De hecho, no hemos acomodado casi nada en nuestro nuevo pent-house, que por cierto, está estupendo.
Giro sobre mi misma y volteo hacia la cama desecha de Marina, esperando encontrármela lo más desparramada posible y muriéndose de frío por el corto pijama que siempre porta. Pero ella no está allí, así que supongo que ya es tiempo de levantarse.
Me tallo los ojos, aún aturdida por los rayos del sol pegándome a un lado de mi rostro y arreglo con mis manos lo más que puedo la maraña de cabellos caobas que me tapan la visión.
Meto los pies dentro de las pantuflas de conejito, me pongo la bata y salgo hacia el corredor.
Frente a mi habitación está la de mis hermanos y un pequeño pasillo me conduce hacia la sala principal, bañada de luz que se introduce desde los dos ventanales con balcón.
Todo es fantásticamente moderno.
Camino con pasos cortos hacia la cocina y los tres están allí, de un muy buen humor que se percibe en el aire.
Mis hermanos están sentados en los asientos del desayunador que separa la cocina de la sala y Marina revuelve algo dentro de una cacerola que no logro ver debido a la distancia.
Todos me sonríen e intento lo mismo, pero al parece mi cara somnolienta les causa gracia porque los tres ríen a coro.
–Parece que no has dormido en años –me dice Joe.
–Todo lo contrario –me siento frente a los dos y los observo atentamente–. ¿Por qué tanta sonrisa?
–Bueno…, hay que empezar desde cero, ¿no? –asiento quedamente.
Estaciono el Volkswagen en la puerta de la residencia y bajamos al mismo tiempo. Marina y yo prácticamente corremos hacia el interior de la casa (porque aún tenemos la llave) y los chicos están esperándonos en la sala.
Niall me apretuja contra su pecho y me susurra al oído que me ha extrañado montones.
Y la verdad, yo también lo he hecho.
- Spoiler:
- ***
¡Hermosísimas! EN UN RATO LES SUBO OTRO CAPÍTULO! Las quiero!
NotesOfLove~
Re: Summer. {One Direction y tú}
Awwwww los chicos que lindos
Espero que los lares de la rayis no la buscasen l bueno si y no porque bueno son sus padres pero ella merece ser feliz :)
Jeej yo sola me entiendo
Espero ansiosa
El siguiente
Besos
Espero que los lares de la rayis no la buscasen l bueno si y no porque bueno son sus padres pero ella merece ser feliz :)
Jeej yo sola me entiendo
Espero ansiosa
El siguiente
Besos
Blue sky
Re: Summer. {One Direction y tú}
Estaba en clases cuando vi que subiste le dije a ni compañera de banco.
OOOH SUBIOOO. es muy buena, tienes que leerla y toda la emoción del momento. JHAJAHAJAHQKIABEBGSIQBGSHAJAY :(L):
Me encantaaaaaaaaaa!!!! ¿Como son tan tiernos?
A Niall le dan sus tiempos de conportarse frío D:, no me agrada.
Maddie es Libre LIBERTAD JOJOJO
QUE FUERTE IGUAL QUE LA PROPIA MADRE LE DIGA ESO.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
Uyuyuyuy ¿como estas? (:
Espero el próx. Capitulo pronto (:
Besitos
OOOH SUBIOOO. es muy buena, tienes que leerla y toda la emoción del momento. JHAJAHAJAHQKIABEBGSIQBGSHAJAY :(L):
Me encantaaaaaaaaaa!!!! ¿Como son tan tiernos?
A Niall le dan sus tiempos de conportarse frío D:, no me agrada.
Maddie es Libre LIBERTAD JOJOJO
QUE FUERTE IGUAL QUE LA PROPIA MADRE LE DIGA ESO.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
Uyuyuyuy ¿como estas? (:
Espero el próx. Capitulo pronto (:
Besitos
Jajaviera
Re: Summer. {One Direction y tú}
Me había ido de viaje, pero ¡acá estoy! God, todo patas para arriba se puso, pobre Maddie y los hermanos.... :( bueno, seguilaaaaaa!
Augustine
Re: Summer. {One Direction y tú}
Hola
Se que ya me debes oidiar :c No he comenado en tu novelahace mucho Y no es porque no he podido entrar al foro sino en tu novela no podia comentar no la encontraba hasta pense que la habias elominado luego la encontre pero no se podia ver nada nose porque casi una semana a más estuve así pero ya se solucionó nose que habrá pasado como me fui de vaciones solo 4 dias en semana santa ahorita cuando e vuelto a entrar pongo tu novela y y recien puedo leerla no sabes como grite de alegría *-* adjkadjksdgsdg cx
Acabo de leer todos los demas capitulos y cada vez me sorprendo de tu nove pasan cosas tan inesperadas xd
Maddie se va de la casa con sus hermanos y Marina
Y otra cosa salí en un capitulo como amiga de Maddie
Niall y Maddie juntos por fin
Ya muchas caritas de sorpresa :P
Siguela pronto ahora si comentare seguido claro si el axficiante colegio me permite xd
#Cami~
Se que ya me debes oidiar :c No he comenado en tu novelahace mucho Y no es porque no he podido entrar al foro sino en tu novela no podia comentar no la encontraba hasta pense que la habias elominado luego la encontre pero no se podia ver nada nose porque casi una semana a más estuve así pero ya se solucionó nose que habrá pasado como me fui de vaciones solo 4 dias en semana santa ahorita cuando e vuelto a entrar pongo tu novela y y recien puedo leerla no sabes como grite de alegría *-* adjkadjksdgsdg cx
Acabo de leer todos los demas capitulos y cada vez me sorprendo de tu nove pasan cosas tan inesperadas xd
Maddie se va de la casa con sus hermanos y Marina
Y otra cosa salí en un capitulo como amiga de Maddie
Niall y Maddie juntos por fin
Ya muchas caritas de sorpresa :P
Siguela pronto ahora si comentare seguido claro si el axficiante colegio me permite xd
#Cami~
lokitah_1D
Re: Summer. {One Direction y tú}
Simplemente PER.FEC.TA Me encanta, la mejor que alguna vez leí. Y eso que no soy Directioner(: En fin, perdón por no haber comentado antes, empecé la escuela y no tuve tiempo para nada. Me había quedado en el capítulo 'He Loves Me...' y me puse a gritar cuando vi todos los que me había perdido. Juro por Justin que todo este tiempo estuve con intriga. ¡SEGUILA!
PiliRa
Re: Summer. {One Direction y tú}
'Always be together...'[/center]
Capítulo XXIV.
Capítulo XXIV.
Pero noto que algo va mal en cuanto me separa de él, me sacude por los hombros y hasta noto como me inspecciona meticulosamente con la mirada.
– ¿Qué ocurre? –pregunto y todos suspiran casi sincronizadamente.
–Maddie…, hay algo que tienen que saber –volteo inmediatamente y Marina lo hace al mismo tiempo. Nos observamos cuidadosamente a los ojos, casi por instinto y sabemos que algo va mal, más allá de esos suspiros penosos que lanzan por dos de cada tres segundos.
– ¿Qué es? –pregunto al cabo de un rato, temerosa de una respuesta que pueda modificar mi vida hasta en lo más mínimo. Pero termino por mentalizarme en que no debo preocuparme y que debo ser libre, porque mi vida ha comenzado desde cero y no se da una oportunidad así todos los días.
Así que me repito: todo va bien, todo va bien, todo va bien…
–Tus padres se han dado una vuelta hoy por la mañana y han descubierto que ya no viven aquí.
Nada va bien.
Me uno al coro de suspiros y me acerco a Joe, plantándome a su lado, como si eso sirviese de algo.
– ¿Cómo lo han descubierto? Prometiste no decir nada –lo reprendo, pero él niega.
–Y así fue. Ellos vinieron, entraron en sus habitaciones y las vieron vacías –responde Liam, casi incómodo y con la frente sudada.
– ¿Así simplemente? –indaga Evan y Liam asiente.
– ¿Están enojados con ustedes? –pregunto, recargándome a duras penas en el hombro de Joe, porque él me ha tomado de la cintura seguramente para calmarme los nervios.
Pues, Joe, no está funcionando.
–No. Tuvimos que mentir… –Harry suspira y se debate entre decírnoslo o no–… hemos dicho que llegamos al amanecer del estudio y ustedes ya no estaban. Llamamos a sus teléfonos pero estaban apagados –asiento ferozmente.
– ¿Y se lo han tragado? –Niall me sonríe y entiendo que así ha sido. Es una preocupación menos, porque sé que cualquier cosa que hagan, no implicará a los chicos.
–Que sepan que es la última vez que mentimos por ustedes –dice Liam al cabo de unos minutos de silencio eterno.
–Pensé que por los amigos se hace cualquier cosa –le digo yo.
–Sí, pero en esta situación se ha ido al extremo.
Permanecemos en silencio lo que queda de minutos hasta que un sonido sordo proveniente de la entrada me estremece, y no solo eso, me altera.
Han azotado la puerta y muy pronto descubrirán que estamos aquí.
Más rápido de lo que pueda decir… están frente a mí.
Ambos ingresan a la sala, dejan los maletines a un lado con una lentitud exasperante y terminan por sentarse en el sillón anaranjado con una sonrisilla socarrona en el rostro, como si todo fuera un proceso de tortura y sufrimiento del que están seguros de que no podremos escapar.
Y así es. Estamos bajo su poder ahora.
Con un ademán, mi madre nos invita a sentarnos y supongo que es más una orden, así que la acato de inmediato.
Marina se sienta en la punta del sillón de enfrente y yo en medio de mis hermanos, con quienes entrelazo las manos disimuladamente.
–Hola, niños –dice mi mamá, sonrisa aún en rostro, manos enganchadas tras la rodilla derecha–. ¿Cómo les está yendo en su nueva adquisición?
– ¿Cuál adquisición? –pregunto casi a la defensiva.
–Ya sabes…, ese lindo departamento que los cuatro han comprado en Strand Road –me muerdo la lengua, preguntándome cómo rayos saben en dónde vivimos y si serían capaces de habernos observado durante toda la noche. Mis sudorosas manos se aferran a las de mis hermanos y ellos me devuelven el apretón.
– ¿De qué va esto? –dice Joe, rudo y con un tono casi agresivo.
–De qué va esto, hmmmm… veamos… –mira a mi padre quien mantiene los labios más sellados que nunca y suspira frustrada, como si mi padre no quisiese conspirar en nuestra contra tanto como ella quisiera–… quizá de que dos menores de edad se han alejado de la casa de sus tutores.
–Estaban con nosotros, saben de sobra que no permitiríamos que nada les sucediera –habla Evan por primera vez y suena más tranquilo de lo que en realidad está. Supongo que no quiere alterarnos, siempre ha sido el más calmado.
–No es ese el caso –responde mi padre y despega la espalda del respaldar del sillón, sentándose así erguidamente–. Ustedes dos pueden hacer lo que quieran, aunque quizá hubiese sido mejor que nos lo consultaran antes. Pero ellas…
–Ellas no. –Lo corta mi madre y deja de sonreír.
–Bueno…, qué mal. Es muy tarde, porque ya nos hemos ido… así que… –vacilo, pero no tartamudeo. He aprendido en la secundaria que en casos como estos se es firme, porque ante la mínima decaída, te pisotean como a una cucaracha.
–Oh, cariño, no pienses así. Aún no es muy tarde… –dice mi padre y lo miro casi con odio, y con tremendas ganas de escupirle el rostro–… además, ya hemos tomado medidas drásticas.
– ¿Medidas drásticas? ¡Já! ¿qué es eso? –Joe se burla–. ¿Nos traerán de vuelta a casa? ¿nos pondrán un toque de queda? –ríe de soslayo, pero nadie más lo hace.
–No… hemos pensado que tal vez…, tal vez sea mejor que la justicia intervenga –frunzo el ceño y supongo que he de estar tan confundida como todos–. Tus hermanos no podrán acercarse a menos que nosotros lo autoricemos, porque la jueza nos ha dado el permiso.
No sé qué es lo que ocurra a continuación. Toda la habitación comienza a dar vueltas repentinamente y no puedo hallar un punto fijo en el cual concentrarme. El piso tiembla bajo mis pies.
Oigo la lluvia caer y a la vez el sol me penetra la mirada, como ocurrió esta mañana.
Estoy angustiada, pero más que nada, dolorida.
Cuando vuelvo a la realidad todo ha dejado de girar a mí alrededor. Marina se me ha acercado y esconde su cabeza en mi cuello, lágrimas tocándome la nuca. Está llorando y quiero preguntarle por qué, pero no puedo mover los labios.
Evan solloza a desconsuelo mientras le grita a mis padres una sarta de barbaridades en más de dos idiomas diferentes y Joe está tan alterado que hasta creo que comenzará a romper cosas.
Los chicos están parados en el umbral de la puerta, observándonos con pena.
Y en cuando me doy cuenta de la situación por la que estoy pasando.
Y es cuando me doy cuenta de que tengo que reaccionar.
–No es…, no es justo –alcanzo a decir en un susurro, y mi voz suena tan quebrantada que da pena. Levanto la vista hacia la entrada de la sala y distingo una palabra articularse lentamente en los labios del rubio. Está pidiéndome que me tranquilice.
–Me duele la cabeza. –Me susurra Marina, despegándose de mí. Pero no le respondo porque no tengo fuerzas siquiera para pensar en lo que debería pensar.
–No es justo –repito, ahora con voz más firme, captando la atención de mis padres–. No está bien.
–Maddie… –advierte Liam, pero es muy tarde porque ya estoy parándome. Comienzo a caminar de un lado a otro y algunas lágrimas son incapaces de permanecer en dónde estaban, pero se supone que no debería estar llorando.
En realidad, resulta que me da igual si lloro o qué. Están a punto de separarme de mis hermanos y no voy a consentirlo.
–Lo siento, hija. Es lo mejor que podemos hacer –dice mi padre, no muy convencido. Eso enciende una pequeña llama de ilusión dentro de mí, y quizá si los trato bien ellos lo comprenderán…
No, no lo comprenderán nunca.
–Por sobre mi cadáver. –Escupo con rabia y me seco las lágrimas abruptamente, casi dañándome los ojos. Corro escaleras arriba y cierro la puerta de la que era mi habitación con un portazo que resuena por varios minutos dentro de mi cabeza.
Si no hubiera preparado todo este plan barato, quizá esto no estaría sucediendo. Una vez más, Madeleine Clea Des la ha cagado.
Después de varios minutos de divagación, mi madre me grita que mis hermanos se irán en veinte minutos y que debo bajar a despedirme.
No respondo, pero utilizo ese tiempo para rebuscar entre mis muebles viejos algún anotador y una birome. Al final termino por hallar una libreta vieja en la que anotaba varios teléfonos cuando era pequeña, y un lápiz con apenas punta.
Me siento en la cama, suspiro y comienzo.
– ¿Qué ocurre? –pregunto y todos suspiran casi sincronizadamente.
–Maddie…, hay algo que tienen que saber –volteo inmediatamente y Marina lo hace al mismo tiempo. Nos observamos cuidadosamente a los ojos, casi por instinto y sabemos que algo va mal, más allá de esos suspiros penosos que lanzan por dos de cada tres segundos.
– ¿Qué es? –pregunto al cabo de un rato, temerosa de una respuesta que pueda modificar mi vida hasta en lo más mínimo. Pero termino por mentalizarme en que no debo preocuparme y que debo ser libre, porque mi vida ha comenzado desde cero y no se da una oportunidad así todos los días.
Así que me repito: todo va bien, todo va bien, todo va bien…
–Tus padres se han dado una vuelta hoy por la mañana y han descubierto que ya no viven aquí.
Nada va bien.
Me uno al coro de suspiros y me acerco a Joe, plantándome a su lado, como si eso sirviese de algo.
– ¿Cómo lo han descubierto? Prometiste no decir nada –lo reprendo, pero él niega.
–Y así fue. Ellos vinieron, entraron en sus habitaciones y las vieron vacías –responde Liam, casi incómodo y con la frente sudada.
– ¿Así simplemente? –indaga Evan y Liam asiente.
– ¿Están enojados con ustedes? –pregunto, recargándome a duras penas en el hombro de Joe, porque él me ha tomado de la cintura seguramente para calmarme los nervios.
Pues, Joe, no está funcionando.
–No. Tuvimos que mentir… –Harry suspira y se debate entre decírnoslo o no–… hemos dicho que llegamos al amanecer del estudio y ustedes ya no estaban. Llamamos a sus teléfonos pero estaban apagados –asiento ferozmente.
– ¿Y se lo han tragado? –Niall me sonríe y entiendo que así ha sido. Es una preocupación menos, porque sé que cualquier cosa que hagan, no implicará a los chicos.
–Que sepan que es la última vez que mentimos por ustedes –dice Liam al cabo de unos minutos de silencio eterno.
–Pensé que por los amigos se hace cualquier cosa –le digo yo.
–Sí, pero en esta situación se ha ido al extremo.
Permanecemos en silencio lo que queda de minutos hasta que un sonido sordo proveniente de la entrada me estremece, y no solo eso, me altera.
Han azotado la puerta y muy pronto descubrirán que estamos aquí.
Más rápido de lo que pueda decir… están frente a mí.
Ambos ingresan a la sala, dejan los maletines a un lado con una lentitud exasperante y terminan por sentarse en el sillón anaranjado con una sonrisilla socarrona en el rostro, como si todo fuera un proceso de tortura y sufrimiento del que están seguros de que no podremos escapar.
Y así es. Estamos bajo su poder ahora.
Con un ademán, mi madre nos invita a sentarnos y supongo que es más una orden, así que la acato de inmediato.
Marina se sienta en la punta del sillón de enfrente y yo en medio de mis hermanos, con quienes entrelazo las manos disimuladamente.
–Hola, niños –dice mi mamá, sonrisa aún en rostro, manos enganchadas tras la rodilla derecha–. ¿Cómo les está yendo en su nueva adquisición?
– ¿Cuál adquisición? –pregunto casi a la defensiva.
–Ya sabes…, ese lindo departamento que los cuatro han comprado en Strand Road –me muerdo la lengua, preguntándome cómo rayos saben en dónde vivimos y si serían capaces de habernos observado durante toda la noche. Mis sudorosas manos se aferran a las de mis hermanos y ellos me devuelven el apretón.
– ¿De qué va esto? –dice Joe, rudo y con un tono casi agresivo.
–De qué va esto, hmmmm… veamos… –mira a mi padre quien mantiene los labios más sellados que nunca y suspira frustrada, como si mi padre no quisiese conspirar en nuestra contra tanto como ella quisiera–… quizá de que dos menores de edad se han alejado de la casa de sus tutores.
–Estaban con nosotros, saben de sobra que no permitiríamos que nada les sucediera –habla Evan por primera vez y suena más tranquilo de lo que en realidad está. Supongo que no quiere alterarnos, siempre ha sido el más calmado.
–No es ese el caso –responde mi padre y despega la espalda del respaldar del sillón, sentándose así erguidamente–. Ustedes dos pueden hacer lo que quieran, aunque quizá hubiese sido mejor que nos lo consultaran antes. Pero ellas…
–Ellas no. –Lo corta mi madre y deja de sonreír.
–Bueno…, qué mal. Es muy tarde, porque ya nos hemos ido… así que… –vacilo, pero no tartamudeo. He aprendido en la secundaria que en casos como estos se es firme, porque ante la mínima decaída, te pisotean como a una cucaracha.
–Oh, cariño, no pienses así. Aún no es muy tarde… –dice mi padre y lo miro casi con odio, y con tremendas ganas de escupirle el rostro–… además, ya hemos tomado medidas drásticas.
– ¿Medidas drásticas? ¡Já! ¿qué es eso? –Joe se burla–. ¿Nos traerán de vuelta a casa? ¿nos pondrán un toque de queda? –ríe de soslayo, pero nadie más lo hace.
–No… hemos pensado que tal vez…, tal vez sea mejor que la justicia intervenga –frunzo el ceño y supongo que he de estar tan confundida como todos–. Tus hermanos no podrán acercarse a menos que nosotros lo autoricemos, porque la jueza nos ha dado el permiso.
No sé qué es lo que ocurra a continuación. Toda la habitación comienza a dar vueltas repentinamente y no puedo hallar un punto fijo en el cual concentrarme. El piso tiembla bajo mis pies.
Oigo la lluvia caer y a la vez el sol me penetra la mirada, como ocurrió esta mañana.
Estoy angustiada, pero más que nada, dolorida.
Cuando vuelvo a la realidad todo ha dejado de girar a mí alrededor. Marina se me ha acercado y esconde su cabeza en mi cuello, lágrimas tocándome la nuca. Está llorando y quiero preguntarle por qué, pero no puedo mover los labios.
Evan solloza a desconsuelo mientras le grita a mis padres una sarta de barbaridades en más de dos idiomas diferentes y Joe está tan alterado que hasta creo que comenzará a romper cosas.
Los chicos están parados en el umbral de la puerta, observándonos con pena.
Y en cuando me doy cuenta de la situación por la que estoy pasando.
Y es cuando me doy cuenta de que tengo que reaccionar.
–No es…, no es justo –alcanzo a decir en un susurro, y mi voz suena tan quebrantada que da pena. Levanto la vista hacia la entrada de la sala y distingo una palabra articularse lentamente en los labios del rubio. Está pidiéndome que me tranquilice.
–Me duele la cabeza. –Me susurra Marina, despegándose de mí. Pero no le respondo porque no tengo fuerzas siquiera para pensar en lo que debería pensar.
–No es justo –repito, ahora con voz más firme, captando la atención de mis padres–. No está bien.
–Maddie… –advierte Liam, pero es muy tarde porque ya estoy parándome. Comienzo a caminar de un lado a otro y algunas lágrimas son incapaces de permanecer en dónde estaban, pero se supone que no debería estar llorando.
En realidad, resulta que me da igual si lloro o qué. Están a punto de separarme de mis hermanos y no voy a consentirlo.
–Lo siento, hija. Es lo mejor que podemos hacer –dice mi padre, no muy convencido. Eso enciende una pequeña llama de ilusión dentro de mí, y quizá si los trato bien ellos lo comprenderán…
No, no lo comprenderán nunca.
–Por sobre mi cadáver. –Escupo con rabia y me seco las lágrimas abruptamente, casi dañándome los ojos. Corro escaleras arriba y cierro la puerta de la que era mi habitación con un portazo que resuena por varios minutos dentro de mi cabeza.
Si no hubiera preparado todo este plan barato, quizá esto no estaría sucediendo. Una vez más, Madeleine Clea Des la ha cagado.
Después de varios minutos de divagación, mi madre me grita que mis hermanos se irán en veinte minutos y que debo bajar a despedirme.
No respondo, pero utilizo ese tiempo para rebuscar entre mis muebles viejos algún anotador y una birome. Al final termino por hallar una libreta vieja en la que anotaba varios teléfonos cuando era pequeña, y un lápiz con apenas punta.
Me siento en la cama, suspiro y comienzo.
Para los mejores hermanos del mundo.
No sé cómo empezar, ni por dónde. Muchas cosas se me dan mal y creo que ustedes saben de sobra que escribir no es mi fuerte, pero heme aquí…
Quizá estén odiándome porque todo esto es culpa mía, seguro que lo hacen. Y si en realidad es así, por favor no me llamen, no vengan y traten de olvidarme.
No soportaría la idea de que me odiasen.
Bueno, ya estoy diciendo estupideces, porque… ¿quién podría odiarme?
Nadie.
Soy demasiado adorable como para que alguien pudiese hacerlo.
Sí, ya sé. Tal vez ahora estén pensando en que Maddie “la agrandada” ha vuelto. Pero no es así.
Maddie, la niña con mejillas regordetas y rostro de bebé aún está aquí. Nunca se ha ido.
He estado mucho tiempo alejada de ustedes, y ahora me doy cuenta de cuán arrepentida estoy.
De cuán tonta he sido durante todo ese tiempo. Y ahora también, de hecho.
Porque quizá debería decirles esto frente a frente, pero no podría. No necesariamente porque me humillaría o algo parecido, no. Si no porque las palabras no saldrían de mi boca, me atragantaría con mi propia saliva y después moriría. Y creo que nadie por aquí quiere eso.
Solo quiero agradecerles todo lo que hicieron por mí durante estos años; por cuidarme, alimentarme, ayudarme con mis tareas y repetirme lo hermosa que me veo en ese vestido azul marino que tanto detesto.
Por aconsejarme, por pelearme, por golpearme unas cuantas veces, por sacarme el control de la televisión. A Evan por hablarme de Jennifer Lawrence todos los días de mi existencia, y a Joe por poner películas porno cuando yo estaba en la sala.
Porque a pesar de que son cosas bastante extrañas a las que agradecer, cualquier momento a su lado, ya estemos peleados o no, siempre será especial.
Porque ustedes son las personas más importantes que tengo en el mundo. Porque, a pesar de todo lo malo por lo que pasamos, siguen a mi lado. Porque aunque los torturo cada día de sus vidas hablándoles de Austin, de mis amigas, de la fiesta que Green ofrece cada inicio de año, siempre han estado ahí para escucharme o fastidiarme.
Y no importa si me han molestado o se han reído, han estado cuando las personas más importantes para mí no lo hicieron.
Con estas sencillas palabras, me temo que debo despedirme antes de que a mamá le agarre un ataque con todo esto.
Así que este es un “nos vemos”, porque un adiós significaría olvidar. Y olvidarlos no está en mis planes. Espero que tampoco en los suyos.
Iremos a Standford y seremos felices, porque lo prometo y siempre soy fiel a mi palabra, así como me llamo Madeleine.
Madeleine. El nombre que ustedes mismos me han escogido.
Me iré, pero no sin antes decir que los amo con todo el corazón.
Nos vemos pronto, Madeleine Clea Des.
Maddie, para ustedes.
Los tres contra el mundo…
No sé cómo empezar, ni por dónde. Muchas cosas se me dan mal y creo que ustedes saben de sobra que escribir no es mi fuerte, pero heme aquí…
Quizá estén odiándome porque todo esto es culpa mía, seguro que lo hacen. Y si en realidad es así, por favor no me llamen, no vengan y traten de olvidarme.
No soportaría la idea de que me odiasen.
Bueno, ya estoy diciendo estupideces, porque… ¿quién podría odiarme?
Nadie.
Soy demasiado adorable como para que alguien pudiese hacerlo.
Sí, ya sé. Tal vez ahora estén pensando en que Maddie “la agrandada” ha vuelto. Pero no es así.
Maddie, la niña con mejillas regordetas y rostro de bebé aún está aquí. Nunca se ha ido.
He estado mucho tiempo alejada de ustedes, y ahora me doy cuenta de cuán arrepentida estoy.
De cuán tonta he sido durante todo ese tiempo. Y ahora también, de hecho.
Porque quizá debería decirles esto frente a frente, pero no podría. No necesariamente porque me humillaría o algo parecido, no. Si no porque las palabras no saldrían de mi boca, me atragantaría con mi propia saliva y después moriría. Y creo que nadie por aquí quiere eso.
Solo quiero agradecerles todo lo que hicieron por mí durante estos años; por cuidarme, alimentarme, ayudarme con mis tareas y repetirme lo hermosa que me veo en ese vestido azul marino que tanto detesto.
Por aconsejarme, por pelearme, por golpearme unas cuantas veces, por sacarme el control de la televisión. A Evan por hablarme de Jennifer Lawrence todos los días de mi existencia, y a Joe por poner películas porno cuando yo estaba en la sala.
Porque a pesar de que son cosas bastante extrañas a las que agradecer, cualquier momento a su lado, ya estemos peleados o no, siempre será especial.
Porque ustedes son las personas más importantes que tengo en el mundo. Porque, a pesar de todo lo malo por lo que pasamos, siguen a mi lado. Porque aunque los torturo cada día de sus vidas hablándoles de Austin, de mis amigas, de la fiesta que Green ofrece cada inicio de año, siempre han estado ahí para escucharme o fastidiarme.
Y no importa si me han molestado o se han reído, han estado cuando las personas más importantes para mí no lo hicieron.
Con estas sencillas palabras, me temo que debo despedirme antes de que a mamá le agarre un ataque con todo esto.
Así que este es un “nos vemos”, porque un adiós significaría olvidar. Y olvidarlos no está en mis planes. Espero que tampoco en los suyos.
Iremos a Standford y seremos felices, porque lo prometo y siempre soy fiel a mi palabra, así como me llamo Madeleine.
Madeleine. El nombre que ustedes mismos me han escogido.
Me iré, pero no sin antes decir que los amo con todo el corazón.
Nos vemos pronto, Madeleine Clea Des.
Maddie, para ustedes.
Los tres contra el mundo…
Al último grito que mi madre pega, doy un salto y bajo las escaleras corriendo. Doblo la nota y casi hecha un bollo, la deposito entre las manos de Joe antes de que se vayan. Los abrazo, les beso las mejillas y prometemos vernos en unos días.
Una vez ellos se han ido, la casa queda en completo silencio. Sé que han discutido, porque los he oído desde arriba, pero aún estoy muy angustiada como para poder hablar.
Siento que vomitaré todo lo que he ingerido hace más de dos horas.
Cuando era feliz.
Mi madre coloca su brazo sobre mis hombros, y después de permanecer dos minutos en la misma posición, lo retiro.
–Maddie, tienes que entender que esto es por tu bien. Estaban corrompiendo las leyes…, ustedes tienen que estar aquí –dice mi padre, entristecido.
Supongo que nunca esperó que nos reveláramos de tal forma. Pues qué mal.
–No te preocupes, que la próxima no se enterarán si las corrompemos o no… –suspiro y me encamino hacia el pie de la escalera, pero justo antes de subir, ellos murmuran.
–Maddie, ven aquí. –me dice mi madre, pero no obedezco. Al contrario, me volteo y cruzo mis brazos por sobre el pecho, desafiante–. Te he dicho que vengas.
–No quiero.
–No es una invitación, es una orden.
–Pues vivimos en un país libre –sonrío socarronamente y subo sin más, oyendo los pasos de Marina y los chicos rebotar detrás de mí.
El lunes por la mañana todas mis pertenencias están en mi habitación nuevamente. La alarma suena a las siete menos diez, y toda la casa está en silencio.
Los chicos no irán a levantarse tan temprano, y mis padres no estarán en todo el día.
Hemos vuelto a la normalidad… no del todo.
Me ducho rápido, me visto con una remera azul de bolados, unos pitillos negros y unos tacones de un color similar al de la remera, y bajo las escaleras de dos en dos.
En la cocina está Marina, con el desayuno sobre la mesa y una tostada con mantequilla a metros de su boca.
–Adelante –le digo–, no quiero interrumpir ni un bocado –ríe y muerde la tostada. Me siento a su lado y me sirvo una taza de café negro, y unas pocas tostadas sin nada.
– ¿Eso es lo que desayunarás? –asiento–. Estás loca.
– ¿Por qué? ¿acaso es pecado comer dos tostadas pequeñas y una taza de café puro con una cucharada de azúcar? –pregunto y me río torpemente, aún sin consentirlo.
–Maddie, desde hace días estás comiendo mal y…, mírate. ¡Ya casi estás anoréxica! –la fulmino con la mirada y muerdo la tostada con rabia.
–No digas eso, no estoy anoréxica –dictamino y tomo un sorbo de café para bajar el pan que se me ha atorado en la garganta.
–Tú nunca tomas café puro, ¿por qué estás tomándolo ahora? –se cruza de brazos y se echa para atrás, con una mirada inquisitiva y un signo de interrogación dibujado en el rostro.
–Porque no he dormido bien y tengo que mantenerme despierta para el examen de biología, ¿vale? ¿Quieres algún otro tipo de explicación más compleja?
–Hace tres días que no duermes bien y esa excusa barata del examen la has estado usando todo el fin de semana, déjate ya de tonterías.
Termino de un sorbo el café, golpeo la porcelana de la taza contra la mesa abruptamente y me cuelgo el bolso al hombro. –Se hará tarde, ¿te vienes en mí auto?
Ella suspira.
–Maddie, yo…
–Muy bien, ve en el tuyo entonces –y salgo de la casa sin más ni más. Cuando cierro la puerta del conductor apoyo la cabeza sobre el volante y dejo que un suspiro totalmente penoso se escape de entre mis labios.
Me he pasado estos días encerrada en mi cuarto, tratando de olvidar que las risas de mis hermanos no serán escuchadas por un tiempo de quién sabe cuánto.
Cierro los ojos, los aprieto con fuerza y cuando menos me lo imagino, comienzo a llorar en silencio. Estuve haciéndome la dura todo este tiempo y ya no puedo soportarlo.
No puedo secarme una lágrima más, ni tragarme el nudo de la garganta durante otro día.
Después de cinco minutos, me miro en el retrovisor y compruebo las bolsas negras bajo mis ojos. Mi rostro está más flaco y hasta parece que no he dormido en semanas.
Marina entra por la puerta del copiloto, la cierra delicadamente y me observa. Rebusca algo dentro de su bolso y saca un corrector de ojeras, que deja descansar en mis manos.
Medio sonrío y me lo aplico sobre las bolsas negras, después se lo devuelvo y pongo el auto en marcha.
Marco abre las puertas de la residencia y piso el acelerador al máximo, porque ya estamos un poco retrasadas. Lo último que le falta a mi vida es llegar tarde al examen, reprobar, y que me quiten mi media beca.
Me estaciono en el aparcamiento de la preparatoria y ambas bajamos, yo con la sonrisa más falsa que pueda existir.
Así es, Madeleine “la chica hot” del instituto no puede verse débil ni aunque quisiese.
Casi corremos hasta la entrada y entramos con pasos cortos, rápidos y decididos.
Ya en mi taquilla, dejo mi bolso y saco los libros que usaré. Pero cuando estoy a punto de cerrar la puerta azul, alguien lo hace por mí y Diana aparece del otro lado del casillero.
Me sonríe hipócrita y no me queda más que hacer lo mismo, mientras observo de arriba abajo el ridículo atuendo que porta hoy.
–Buenos días –me dice aún sonriendo.
– ¿Qué tienen de buenos cuando tú estás cerca? –sonríe aún más.
–No te preocupes, seré breve.
–Muy bien, a ver a qué nos lleva esto.
–Quiero al chico –frunzo el ceño, más confundida de lo que en realidad estoy.
– ¿Chico? ¿Qué chico?
–El rubio. Mira, te daré cien dólares y me dejas pasar una noche con él. Te juro que nadie más se enterará –y cuando lo comprendo, me echo a reír como una loca. No sé si de algo sirve, pero abro la puerta de la taquilla y la azoto después, atrayendo varias miradas. Ella se sobresalta.
–El rubio es mi novio, cariño.
–Ya lo sé –aprieto la mandíbula y creo que le soltaré un puñetazo, pero recuerdo que tengo que tengo que obtener un sobresaliente en comportamiento o si no perderé mi beca.
–Y bueno… ¿algo más que se le ofrezca a la realeza?
– ¿Quieres los cien dólares o qué?
–Es mi novio y tengo mucho más dinero del que tú puedas darme. Discúlpame, bonita, pero tengo clases y un examen importante que dar. Qué tengas un día pésimo –sonrío y comienzo a caminar, pero ella echa a andar a mi lado. Varios nos observan extrañados, debido a que saben cuál es mi relación con Diana.
–Si tú no me lo prestas, ya lo conseguiré yo.
–Mucha suerte –para su andar y me retiene del brazo, justo cuando Marina llega a mi lado.
–Oh, miren quién está aquí. ¡Pero si es la pelirroja! –chilla sonriente–, hace cuánto no te veía, querida.
–No es rojo, es cobre… pero no te preocupes, si quieres te pago el oculista.
–Con el dinero de Madeleine, supongo, porque te recuerdo que eres pobre.
Cuando veo a Marina apretar la mandíbula, sé que algo no saldrá bien. – ¿Sabes qué quedaría muy bien con tu rostro? Mi puño. Podemos intentarlo, ¿quieres? –y antes de que se abalance sobre ella y Diana empiece a chillar, la he retenido una vez más, dejando que de puñetazos al azar y oyéndola gruñir mi nombre entre bocanadas de aire agitado.
–Hey, cariño, tranquila ¿vale? –le repito unas veinte veces, hasta que se calma justo cuando un profesor está viniendo hacia nosotras.
Simplemente espléndido.
– ¿Qué está ocurriendo aquí? –pregunta mi profesor de matemáticas, James Geofferman (alto, piel trigueña y prominente nariz de la que nos burlamos todos los martes después de clase).
– ¡Ella ha sido! ¡Intentó golpearme! –chilla dramáticamente.
–No es cierto, ¿verdad, Maddie? –pero recuerdo que tengo el examen cuando ya todos están yéndose a los salones–. ¡Maddie!
–Oh, sí, no ha sido su culpa –Geofferman me inspecciona como si buscase algún motivo para inculparme a mí también, pero cuando suspira sé que se ha resignado, después de todo no he hecho nada.
–Ustedes dos, a dirección.
–Pero…
– ¡Ahora! –ambas caminan cabizbajas y dándose pequeños codazos muy poco disimulados. Una vez el profesor lejos, corro hasta mi clase de biología y el profesor aún no ha llegado. Me siento a un lado de Javiera y suspiro de alivio.
– ¿Qué ha ocurrido? ¿En dónde está Marina?
–La han pillado intentando golpear a Diana…, ambas están en dirección ahora –ellas se miran.
– ¿Otra vez? Lleva meses en este instituto y ya ha intentado golpearla más de tres veces –comenta Camila algo exasperada.
–No, pero esta vez se ha pasado. También pensé en golpearla, pero… –ambas alzan las cejas y me invitan a proseguir, pero no sigo.
–Pero…
–No puedo hacerlo, necesito una buena calificación en conducta.
– ¿Por? –pregunta Javi, con el ceño fruncido.
–He ingresado a Standford con media beca y… –sus chillidos me interrumpen y comienzan a felicitarme a gritos. Gritos que sofocan cuando el profesor ingresa al salón y reparte los exámenes. Nos deseamos suerte y cada una voltea a su hoja.
Una vez hemos salido de clase, un auto fuera de la preparatoria me llama poderosamente la atención y tengo que acercarme a observar la matrícula para estar segura de que no es el auto de Niall. Pero si lo es.
Sonrío sinceramente por primera vez en el día y observo por la ventanilla, pero el coche está vacío.
Extrañada, saco el móvil y lo llamo. Atiene a la tercer timbrada.
–Hey –lo saludo.
–Hola, mi bonita. Estoy esperándote en la puerta del insti.
–Lo sé, estoy junto a tu auto.
–Muy bien, quédate allí, voy en un minuto –asiento aunque no pueda verme y cuelgo sin responderle concretamente. Me recargo en el auto y me propongo a jugar al Angry birds hasta que él llega caminando hacia mí y corro a su encuentro.
Me abraza, casi me da vueltas y me besa la coronilla. Pero los chicos vienen corriendo con mis amigas detrás y nos gritan alguna cosa que no comprendo, hasta que volteo y veo a una multitud de muchachas de mi edad correr detrás de ellos.
Claro, un famoso en plena grabación de un álbum no se presenta todos los días en una secundaria normal.
Toma mi mano, me susurra que corra por encima de los gritos y ambos echamos a andar hasta subir al auto y poner marcha. Ahora podemos suspirar en paz.
– ¿Has aprobado, bonita?
–No lo sé, me darán las respuestas el miércoles –asiente y miro por el retrovisor–. Buen día, chicos.
–Buenos días –corean sonrientes.
–Supongo que ya se han conocido…
–Si, son muy agradables –responde Javiera, más concentrada en el celular que de costumbre y yo río internamente.
– ¿Y qué me dices tú del examen? –le pregunta Louis a Marina y ella se encoje de hombros.
–Pues, normal, ya sabes…
–No lo ha hecho –responde Camila por ella y se planta un juego de miradas fulminantes entre ella y Marina.
– ¿Cómo que no lo has hecho? –interfiere Liam, atento a una respuesta.
–Yo… –tartamudea.
–Se ha peleado con Diana y la han mandado a dirección –respondo por ella y todos voltean a verle–. Pero no se preocupen, es decir, se lo merecía. Ha dicho algo horrible que mejor no repetir.
– ¿Diana? ¿La chica que invité al cine hace unos meses? –asiento–. ¿Por qué le has pegado? Es… agradable –volteo a verlo con las cejas en alto, pero termino por reírme al ver a Javiera hacer un gesto de asco con la mano.
–Tú estás ciego, sordo y mudo, cariño.
– ¿A sí?
– ¿Quieres oír lo que me ha dicho la muy perra?
– ¡Madeleine! Vocabulario. –Acota Liam desde el asiento trasero y yo entorno los ojos.
– ¡Me ofreció cien dólares a cambio de salir contigo una noche! –chillo y al auto frena de golpe con un chirrido ensordecedor, que me ha hecho raspar los dientes.
– ¿Qué? –voltea a verme.
–Lo que oíste, rubio.
– ¿Qué ha sido eso? ¿acaso has atropellado a una ardilla? Mira, rubio, castaño o lo que en realidad seas…, puedes tener una linda voz, pero eres un desastre conduciendo. Yo que tú lo demando, Maddie –dice Javiera, pero la ignoro, porque estoy muy concentrada en observar a los ojos de Niall. Pasmado.
Pero lo está pensando.
Esto no puede estar ocurriendo.
– ¿Niall? –pregunto, atragantándome con mis palabras–. ¿Estás pensándotelo? –trago saliva y después de unos segundos, él niega efusivamente. Me relajo.
–No, claro que no –y sin más, el auto está en la carretera nuevamente.
Dejamos a las chicas en su casa y vamos derecho para la mía. Todos están hablando y regañando a Marina, pero Niall y yo vamos en silencio.
Él suspira, cierra la ventanilla de plástico que divide la parte trasera de la delantera y sé que algo va mal. Para el auto en la puerta de la residencia y me mira, su mirada tímida que usa cuando no sabe cómo decir algo.
– ¿Qué está ocurriendo? Puedes soltarlo ya.
–Maddie…, nuestro manager nos ha conseguido una casa. Nos mudamos mañana mismo.
Una vez ellos se han ido, la casa queda en completo silencio. Sé que han discutido, porque los he oído desde arriba, pero aún estoy muy angustiada como para poder hablar.
Siento que vomitaré todo lo que he ingerido hace más de dos horas.
Cuando era feliz.
Mi madre coloca su brazo sobre mis hombros, y después de permanecer dos minutos en la misma posición, lo retiro.
–Maddie, tienes que entender que esto es por tu bien. Estaban corrompiendo las leyes…, ustedes tienen que estar aquí –dice mi padre, entristecido.
Supongo que nunca esperó que nos reveláramos de tal forma. Pues qué mal.
–No te preocupes, que la próxima no se enterarán si las corrompemos o no… –suspiro y me encamino hacia el pie de la escalera, pero justo antes de subir, ellos murmuran.
–Maddie, ven aquí. –me dice mi madre, pero no obedezco. Al contrario, me volteo y cruzo mis brazos por sobre el pecho, desafiante–. Te he dicho que vengas.
–No quiero.
–No es una invitación, es una orden.
–Pues vivimos en un país libre –sonrío socarronamente y subo sin más, oyendo los pasos de Marina y los chicos rebotar detrás de mí.
El lunes por la mañana todas mis pertenencias están en mi habitación nuevamente. La alarma suena a las siete menos diez, y toda la casa está en silencio.
Los chicos no irán a levantarse tan temprano, y mis padres no estarán en todo el día.
Hemos vuelto a la normalidad… no del todo.
Me ducho rápido, me visto con una remera azul de bolados, unos pitillos negros y unos tacones de un color similar al de la remera, y bajo las escaleras de dos en dos.
En la cocina está Marina, con el desayuno sobre la mesa y una tostada con mantequilla a metros de su boca.
–Adelante –le digo–, no quiero interrumpir ni un bocado –ríe y muerde la tostada. Me siento a su lado y me sirvo una taza de café negro, y unas pocas tostadas sin nada.
– ¿Eso es lo que desayunarás? –asiento–. Estás loca.
– ¿Por qué? ¿acaso es pecado comer dos tostadas pequeñas y una taza de café puro con una cucharada de azúcar? –pregunto y me río torpemente, aún sin consentirlo.
–Maddie, desde hace días estás comiendo mal y…, mírate. ¡Ya casi estás anoréxica! –la fulmino con la mirada y muerdo la tostada con rabia.
–No digas eso, no estoy anoréxica –dictamino y tomo un sorbo de café para bajar el pan que se me ha atorado en la garganta.
–Tú nunca tomas café puro, ¿por qué estás tomándolo ahora? –se cruza de brazos y se echa para atrás, con una mirada inquisitiva y un signo de interrogación dibujado en el rostro.
–Porque no he dormido bien y tengo que mantenerme despierta para el examen de biología, ¿vale? ¿Quieres algún otro tipo de explicación más compleja?
–Hace tres días que no duermes bien y esa excusa barata del examen la has estado usando todo el fin de semana, déjate ya de tonterías.
Termino de un sorbo el café, golpeo la porcelana de la taza contra la mesa abruptamente y me cuelgo el bolso al hombro. –Se hará tarde, ¿te vienes en mí auto?
Ella suspira.
–Maddie, yo…
–Muy bien, ve en el tuyo entonces –y salgo de la casa sin más ni más. Cuando cierro la puerta del conductor apoyo la cabeza sobre el volante y dejo que un suspiro totalmente penoso se escape de entre mis labios.
Me he pasado estos días encerrada en mi cuarto, tratando de olvidar que las risas de mis hermanos no serán escuchadas por un tiempo de quién sabe cuánto.
Cierro los ojos, los aprieto con fuerza y cuando menos me lo imagino, comienzo a llorar en silencio. Estuve haciéndome la dura todo este tiempo y ya no puedo soportarlo.
No puedo secarme una lágrima más, ni tragarme el nudo de la garganta durante otro día.
Después de cinco minutos, me miro en el retrovisor y compruebo las bolsas negras bajo mis ojos. Mi rostro está más flaco y hasta parece que no he dormido en semanas.
Marina entra por la puerta del copiloto, la cierra delicadamente y me observa. Rebusca algo dentro de su bolso y saca un corrector de ojeras, que deja descansar en mis manos.
Medio sonrío y me lo aplico sobre las bolsas negras, después se lo devuelvo y pongo el auto en marcha.
Marco abre las puertas de la residencia y piso el acelerador al máximo, porque ya estamos un poco retrasadas. Lo último que le falta a mi vida es llegar tarde al examen, reprobar, y que me quiten mi media beca.
Me estaciono en el aparcamiento de la preparatoria y ambas bajamos, yo con la sonrisa más falsa que pueda existir.
Así es, Madeleine “la chica hot” del instituto no puede verse débil ni aunque quisiese.
Casi corremos hasta la entrada y entramos con pasos cortos, rápidos y decididos.
Ya en mi taquilla, dejo mi bolso y saco los libros que usaré. Pero cuando estoy a punto de cerrar la puerta azul, alguien lo hace por mí y Diana aparece del otro lado del casillero.
Me sonríe hipócrita y no me queda más que hacer lo mismo, mientras observo de arriba abajo el ridículo atuendo que porta hoy.
–Buenos días –me dice aún sonriendo.
– ¿Qué tienen de buenos cuando tú estás cerca? –sonríe aún más.
–No te preocupes, seré breve.
–Muy bien, a ver a qué nos lleva esto.
–Quiero al chico –frunzo el ceño, más confundida de lo que en realidad estoy.
– ¿Chico? ¿Qué chico?
–El rubio. Mira, te daré cien dólares y me dejas pasar una noche con él. Te juro que nadie más se enterará –y cuando lo comprendo, me echo a reír como una loca. No sé si de algo sirve, pero abro la puerta de la taquilla y la azoto después, atrayendo varias miradas. Ella se sobresalta.
–El rubio es mi novio, cariño.
–Ya lo sé –aprieto la mandíbula y creo que le soltaré un puñetazo, pero recuerdo que tengo que tengo que obtener un sobresaliente en comportamiento o si no perderé mi beca.
–Y bueno… ¿algo más que se le ofrezca a la realeza?
– ¿Quieres los cien dólares o qué?
–Es mi novio y tengo mucho más dinero del que tú puedas darme. Discúlpame, bonita, pero tengo clases y un examen importante que dar. Qué tengas un día pésimo –sonrío y comienzo a caminar, pero ella echa a andar a mi lado. Varios nos observan extrañados, debido a que saben cuál es mi relación con Diana.
–Si tú no me lo prestas, ya lo conseguiré yo.
–Mucha suerte –para su andar y me retiene del brazo, justo cuando Marina llega a mi lado.
–Oh, miren quién está aquí. ¡Pero si es la pelirroja! –chilla sonriente–, hace cuánto no te veía, querida.
–No es rojo, es cobre… pero no te preocupes, si quieres te pago el oculista.
–Con el dinero de Madeleine, supongo, porque te recuerdo que eres pobre.
Cuando veo a Marina apretar la mandíbula, sé que algo no saldrá bien. – ¿Sabes qué quedaría muy bien con tu rostro? Mi puño. Podemos intentarlo, ¿quieres? –y antes de que se abalance sobre ella y Diana empiece a chillar, la he retenido una vez más, dejando que de puñetazos al azar y oyéndola gruñir mi nombre entre bocanadas de aire agitado.
–Hey, cariño, tranquila ¿vale? –le repito unas veinte veces, hasta que se calma justo cuando un profesor está viniendo hacia nosotras.
Simplemente espléndido.
– ¿Qué está ocurriendo aquí? –pregunta mi profesor de matemáticas, James Geofferman (alto, piel trigueña y prominente nariz de la que nos burlamos todos los martes después de clase).
– ¡Ella ha sido! ¡Intentó golpearme! –chilla dramáticamente.
–No es cierto, ¿verdad, Maddie? –pero recuerdo que tengo el examen cuando ya todos están yéndose a los salones–. ¡Maddie!
–Oh, sí, no ha sido su culpa –Geofferman me inspecciona como si buscase algún motivo para inculparme a mí también, pero cuando suspira sé que se ha resignado, después de todo no he hecho nada.
–Ustedes dos, a dirección.
–Pero…
– ¡Ahora! –ambas caminan cabizbajas y dándose pequeños codazos muy poco disimulados. Una vez el profesor lejos, corro hasta mi clase de biología y el profesor aún no ha llegado. Me siento a un lado de Javiera y suspiro de alivio.
– ¿Qué ha ocurrido? ¿En dónde está Marina?
–La han pillado intentando golpear a Diana…, ambas están en dirección ahora –ellas se miran.
– ¿Otra vez? Lleva meses en este instituto y ya ha intentado golpearla más de tres veces –comenta Camila algo exasperada.
–No, pero esta vez se ha pasado. También pensé en golpearla, pero… –ambas alzan las cejas y me invitan a proseguir, pero no sigo.
–Pero…
–No puedo hacerlo, necesito una buena calificación en conducta.
– ¿Por? –pregunta Javi, con el ceño fruncido.
–He ingresado a Standford con media beca y… –sus chillidos me interrumpen y comienzan a felicitarme a gritos. Gritos que sofocan cuando el profesor ingresa al salón y reparte los exámenes. Nos deseamos suerte y cada una voltea a su hoja.
Una vez hemos salido de clase, un auto fuera de la preparatoria me llama poderosamente la atención y tengo que acercarme a observar la matrícula para estar segura de que no es el auto de Niall. Pero si lo es.
Sonrío sinceramente por primera vez en el día y observo por la ventanilla, pero el coche está vacío.
Extrañada, saco el móvil y lo llamo. Atiene a la tercer timbrada.
–Hey –lo saludo.
–Hola, mi bonita. Estoy esperándote en la puerta del insti.
–Lo sé, estoy junto a tu auto.
–Muy bien, quédate allí, voy en un minuto –asiento aunque no pueda verme y cuelgo sin responderle concretamente. Me recargo en el auto y me propongo a jugar al Angry birds hasta que él llega caminando hacia mí y corro a su encuentro.
Me abraza, casi me da vueltas y me besa la coronilla. Pero los chicos vienen corriendo con mis amigas detrás y nos gritan alguna cosa que no comprendo, hasta que volteo y veo a una multitud de muchachas de mi edad correr detrás de ellos.
Claro, un famoso en plena grabación de un álbum no se presenta todos los días en una secundaria normal.
Toma mi mano, me susurra que corra por encima de los gritos y ambos echamos a andar hasta subir al auto y poner marcha. Ahora podemos suspirar en paz.
– ¿Has aprobado, bonita?
–No lo sé, me darán las respuestas el miércoles –asiente y miro por el retrovisor–. Buen día, chicos.
–Buenos días –corean sonrientes.
–Supongo que ya se han conocido…
–Si, son muy agradables –responde Javiera, más concentrada en el celular que de costumbre y yo río internamente.
– ¿Y qué me dices tú del examen? –le pregunta Louis a Marina y ella se encoje de hombros.
–Pues, normal, ya sabes…
–No lo ha hecho –responde Camila por ella y se planta un juego de miradas fulminantes entre ella y Marina.
– ¿Cómo que no lo has hecho? –interfiere Liam, atento a una respuesta.
–Yo… –tartamudea.
–Se ha peleado con Diana y la han mandado a dirección –respondo por ella y todos voltean a verle–. Pero no se preocupen, es decir, se lo merecía. Ha dicho algo horrible que mejor no repetir.
– ¿Diana? ¿La chica que invité al cine hace unos meses? –asiento–. ¿Por qué le has pegado? Es… agradable –volteo a verlo con las cejas en alto, pero termino por reírme al ver a Javiera hacer un gesto de asco con la mano.
–Tú estás ciego, sordo y mudo, cariño.
– ¿A sí?
– ¿Quieres oír lo que me ha dicho la muy perra?
– ¡Madeleine! Vocabulario. –Acota Liam desde el asiento trasero y yo entorno los ojos.
– ¡Me ofreció cien dólares a cambio de salir contigo una noche! –chillo y al auto frena de golpe con un chirrido ensordecedor, que me ha hecho raspar los dientes.
– ¿Qué? –voltea a verme.
–Lo que oíste, rubio.
– ¿Qué ha sido eso? ¿acaso has atropellado a una ardilla? Mira, rubio, castaño o lo que en realidad seas…, puedes tener una linda voz, pero eres un desastre conduciendo. Yo que tú lo demando, Maddie –dice Javiera, pero la ignoro, porque estoy muy concentrada en observar a los ojos de Niall. Pasmado.
Pero lo está pensando.
Esto no puede estar ocurriendo.
– ¿Niall? –pregunto, atragantándome con mis palabras–. ¿Estás pensándotelo? –trago saliva y después de unos segundos, él niega efusivamente. Me relajo.
–No, claro que no –y sin más, el auto está en la carretera nuevamente.
Dejamos a las chicas en su casa y vamos derecho para la mía. Todos están hablando y regañando a Marina, pero Niall y yo vamos en silencio.
Él suspira, cierra la ventanilla de plástico que divide la parte trasera de la delantera y sé que algo va mal. Para el auto en la puerta de la residencia y me mira, su mirada tímida que usa cuando no sabe cómo decir algo.
– ¿Qué está ocurriendo? Puedes soltarlo ya.
–Maddie…, nuestro manager nos ha conseguido una casa. Nos mudamos mañana mismo.
- Spoiler:
- ***
¡Perdón por no responder sus mensajes anteriores, lindas! Ya me pongo a responder. No subí en estos días porque ahora empiezo los talleres de la escuela y me paso casi todo el día ahí, si no tengo inglés particular o si no danzas clásicas. Estoy ocupada casi todo el día, pero en realidad los tiempos que tuve libres me vicié con la serie de "PRETTY LITTLE LIARS" y no puedo parar de verla, porque es completamente adictiva. PERDONEN, voy a subir en estos días, ¡LAS QUIERO!
NotesOfLove~
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