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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
!Aqui les dejo el tercer capitulo,ojala y lo disfruten!
Muchos besos :3
Muchos besos :3
Capitulo tres
Miro directamente con horror a las marcas rojas sobre todos mis
pechos. ¡Chupones! ¡Tengo chupones! Estoy casada con el
hombre de negocios más respetado de Estados Unidos, y me ha
dejado unos jodidos chupones. ¿Cómo no sentí cuando me los estuvo
haciendo? Me sonrojo.
El hecho es que sé exactamente por qué: el señor orgásmico estaba usando
sus habilidades sexuales de motricidad fina en mí.
Mi subconsciente mira por encima de sus gafas de media luna y hace un
gesto de desaprobación, mientras mi diosa interna duerme en su silla
larga, sin darse cuenta. Me quedo boquiabierta ante mi reflejo. Mis
muñecas tienen un verdugón rojo, alrededor de donde estaban las
esposas. Sin duda se volverá un moretón. Examino mis tobillos, más
verdugones. Maldita sea, parece como si hubiese estado en alguna clase de
accidente. Me miro, tratando de asimilar lo que veo. Mi cuerpo es tan
diferente estos días. Ha cambiado sutilmente desde que lo conozco… me
he puesto más delgada y en forma, y mi cabello está brillante y bien
cortado. Mis uñas arregladas, mis pies también, mis cejas definidas y
hermosamente formadas. Por primera vez en mi vida, estoy bien arreglada,
excepto por esos horribles moretones de amor.
No quiero pensar sobre el acicalamiento en este momento. Estoy
demasiado enfadada. ¿Cómo se atreve a marcarme de esta manera, como
un adolescente? En el corto tiempo en el que hemos estado juntos, nunca
me ha dejado chupones. Luzco como el infierno. Sé por qué lo está
haciendo. Maldito controlador obsesivo. ¡Cierto! Mi subconsciente pliega
sus brazos bajo sus pequeños pechos. Salgo del baño privado y entro al
vestidor, cuidadosamente evitando incluso una mirada en su dirección.
Quitándome mi bata, me pongo una sudadera y una camisola. Deshago la
trenza, tomo un cepillo del pequeño tocador y empiezo a cepillar mis
nudos.
—_________ —dice Harry y escucho su ansiedad—. ¿Estás bien?
Lo ignoro. ¿Estoy bien? No, no lo estoy. Después de lo que me ha hecho,
dudo que pueda usar un traje de baño, por no hablar de uno de mis
bikinis ridículamente caros, por el resto de nuestra luna de miel. De
pronto la idea se torna exasperante. ¿Cómo se atreve? Le daré su estás
bien. Hiervo mientras la furia pica a través de mí. ¡También puedo
comportarme como una adolescente! Regresando al cuarto, le lanzo el
cepillo, me giro, y me voy, pero no sin antes ver su expresión de sorpresa y
su rápida reacción al alzar su brazo para proteger su cabeza de manera
que el cepillo rebota en su antebrazo y cae en la cama.
Salgo hecha una furia de nuestra habitación, subo las escaleras y salgo a
cubierta, escapando hacia la proa. Necesito espacio para calmarme. Está
oscuro y el viento es cálido. La cálida brisa transporta el aroma del
mediterráneo y la esencia de jazmines y buganvillas de la costa. La Fair
Lady se desliza sin esfuerzo sobre el calmado océano cobalto, mirando a la
lejana costa donde pequeñas luces guiñan y centellan. Tomo una profunda
y tranquilizante respiración, y empiezo a calmarme. Me doy cuenta que
está detrás de mi antes de escucharlo.
—Estás enfadada conmigo —susurra.
—¡No me jodas, Sherlock!
—¿Cómo de enfadada?
—En una escala de uno a diez, creo que cincuenta. Apropiado, ¿no?
—Así de enfadada. —Suena sorprendido e impresionado al mismo tiempo.
—Sí, cercana al enfado violento —digo a través de mis apretados dientes.
Se queda en silencio mientras me giro, con el ceño fruncido hacia él,
observándome con ojos cautelosos y abiertos. Sé por su expresión y por el
hecho de que no ha hecho movimiento alguno para tocarme, que está
fuera de su terreno.
—Harry, tienes que dejas de pisarme los talones. Dejaste claro tu
punto en la playa. De manera muy eficaz, tal y como recuerdo.
Se encoge de hombros minuciosamente.
—Bueno, no te quitarás de nuevo tu parte de arriba —murmura petulante.
¿Y esto justifica lo que me ha hecho? Lo miro ferozmente.
—No me gusta que dejes marcas en mí. Bueno, no todas estas, de
cualquier forma. Es un gran limite —le siseo.
—No me gusta que te desnudes en público. Eso es un gran límite para mí
—gruñe.
—Pensé que habíamos determinado eso —siseo entre dientes—. ¡Mírame!
—Me bajo mi camisola para revelar la parte superior de mis pechos.
Harry me mira fijamente, sus ojos no abandonan mi rostro, su
expresión cautelosa e incierta. No está acostumbrado a verme así de
enfadada. ¿No puede ver lo que me ha hecho? ¿No puede ver cuán ridículo
es? Quiero gritarle, pero me abstengo, no quiero empujarlo demasiado
lejos. Sólo Dios sabe lo que haría. Finalmente suspira y pone sus manos
hacia arriba en una expresión resignada y conciliadora.
—De acuerdo —dice, su voz apaciguada—, lo entiendo.
¡Aleluya!
—Bien.
Desliza su mano a lo largo de mi cabello.
—Lo siento. Por favor no te enfades conmigo. —Finalmente, parece
arrepentido, usando mis propias palabras en mi contra.
—A veces eres como un adolescente —le regaño tercamente, pero el enfado
se ha ido de mi voz, y lo sabe. Se acerca y tentativamente levanta su mano
para poner un mecho detrás de mi oreja.
—Lo sé —reconoce suavemente—, tengo mucho que aprender.
Las palabras del Dr. Flynn regresan a mi… Emocionalmente, Harry es
un adolescente, _______. Él anuló totalmente esa fase en su vida. Ha
concentrado todas sus energías en triunfar en el mundo de los negocios, y
tiene todo más allá de lo esperado. Su mundo emocional tiene que ponerse
al día.
Mi corazón se deshiela un poco.
—Ambos tenemos que hacerlo —suspiro y cautelosamente levanto mi
mano, poniéndola sobre su corazón. No se encoge como lo hacía antes,
pero se pone rígido. Pone su mano sobre la mía y muestra su tímida
sonrisa.
—Acabo de aprender que tiene un buen brazo y buena puntería, Sra. Styles.
Nunca lo habría imaginado, pero entonces constantemente la subestimo.
Siempre me sorprende.
Alzo una ceja hacia él.
—Práctica de tiro con Ray. Puedo dar un disparo derecho, Sr. Styles, y haría
bien en recordar eso.
—Me esforzaré por hacerlo, Sra. Styles, o me aseguraré que todos los
objetos proyectiles potenciales estén clavados y que no tenga acceso a un
arma. —Sonríe.
Le devuelvo la sonrisa, entrecerrando mis ojos.
—Soy inventiva.
—Eso eres —susurra, suelta mi mano y envuelve sus brazos a mi
alrededor. Acercándome para darme un abrazo, clava su nariz en mi
cabello. Envuelvo mis brazos a su alrededor, sosteniéndolo cerca, y siento
la tensión dejar su cuerpo mientras me olisquea.
—¿Estoy perdonado?
—¿Lo estoy yo?
Siento su sonrisa.
—Sí —responde.
—Ídem.
Nos quedamos ahí sosteniéndonos el uno al otro. Mi resentimiento
olvidado. Huele bien, adolescente o no. ¿Cómo puedo resistirme a él?
—¿Hambrienta? —dice después de un momento. Tengo mis ojos cerrados y
mi cabeza contra su pecho.
—Sí. Famélica. Toda la… eh… actividad me ha producido apetito. Pero no
estoy vestida para cenar. —Estoy segura que mi sudadera y mi camisola
serían mal vistos en un comedor.
—Te ves bien para mi, __________. Además, es nuestro barco durante toda
la semana. Podemos vestirnos como queramos. Piensa en cómo vestir el
martes en el Côte d'Azur. De cualquier forma, creo que comeremos en la
cubierta.
—Sí, eso me gustaría.
Me besa, un merecido beso de perdóname, y luego nos paseamos de la
mano hacia la proa, donde nuestra sopa de gazpacho nos espera.
El camarero nos sirve el crème brulée y se retira discretamente.
—¿Por qué siempre trenzas mi cabello? —le pregunto a Harry por
curiosidad. Estamos sentados el uno frente al otro, mi pierna enroscada en
torno a la suya. Se detiene cuando está a punto de levantar su cuchara
para postres y frunce el ceño.
—No quiero que tu cabello se enrede con nada —dice tranquilamente, por
un instante está perdido en su pensamiento—. Costumbre, creo —
reflexiona. De pronto frunce el ceño y sus ojos se abren, sus pupilas se
dilatan alarmadas.
¡Mierda! ¿Qué ha recordado? Es algo doloroso, algún recuerdo de su
infancia, supongo. No quiero recordarle eso. Inclinándome, pongo mi dedo
índice sobre sus labios.
—No importa. No necesito saberlo. Sólo tenía curiosidad. —Le dirijo una
cálida y tranquilizadora sonrisa. Su mirada es cautelosa, pero después de
un instante visiblemente se relaja, su alivio es evidente. Me inclino para
besar la esquina de su labio.
—Te amo —murmuro, y profesa esa tímida sonrisa de corazón adolorido, y
me derrito—. Siempre te amaré, Harry.
—Y yo a ti —dice suavemente.
—¿A pesar de mi desobediencia? —Alzo una ceja.
—Debido a tu desobediencia,_________. —Sonríe.
Introduzco mi cuchara a través de la capa de azúcar quemada y sacudo mi
cabeza. ¿Alguna vez entenderé a este hombre? Mmm… este crème brulée
está delicioso.
Una vez que el camarero se ha llevado los platos, Harry toma la botella
de rosé y llena de nuevo mi vaso. Me aseguro de que estemos solos y
pregunto:
—¿Qué pasa con la cosa de no ir al baño?
—¿En serio quieres saberlo? —Medio sonríe, sus ojos encendidos con un
brillo obsceno.
—¿Lo hago? —Lo miro a través de mis pestañas mientras tomo un sorbo
del vino.
—Cuanto más llena su vejiga, más intenso será tu orgasmo,__________.
Me ruborizo.
—Oh. Ya veo. —Santa mierda, eso explica un montón.
Sonríe, luciendo sabelotodo. ¿Estaré siempre detrás del señor experto en
sexo?
—Sí, bueno… —Desesperadamente divagando para cambiar de tema. Se
compadece de mí.
—¿Qué quieres hacer el resto de la noche? —gira su cabeza y me dirige su
sonrisa ladeada.
Lo que sea que tú quieras, Harry. ¿Poner a prueba de nuevo tu teoría?
Me encojo de hombros.
—Sé lo que quiero hacer —murmura. Alzando su vaso de vino, levanta su
mano y me la ofrece—. Ven.
Tomo su mano y me lleva al salón principal.
Su iPod está en la base de los altavoces en el vestidor. Lo enciende y
escoge una canción.
—Baila conmigo. —Me toma en sus brazos.
—Si insistes.
—Insisto, Sra. Styles.
Una seductora y cursi melodía empieza. ¿Es un ritmo latino? Harry me
sonríe y empieza a moverse, arrastrando mis pies y llevándome con él
alrededor del salón.
Un hombre con una voz como caramelo derretido caliente canta. Es una
canción que conozco pero no puedo reconocer. Harry me baja, y grito
en sorpresa y luego doy una risita. Sonríe, sus ojos llenos de humor. Luego
me levanta y me da una vuelta bajo su brazo.
—Bailas muy bien —digo—, es como si yo pudiera bailar.
Me da una sonrisa de esfinge pero no dice nada, y me pregunto si es
porque está pensando en ella… la Sra. Robinson, la mujer que le enseñó
cómo bailar, y cómo follar. Ella no ha cruzado mi mente por un tiempo.
Harry no la ha mencionado desde su cumpleaños, y hasta donde sé, su
relación de negocios se terminó. Pero, de mala gana, tengo que admitir…
que fue una buena maestra.
Me baja de nuevo y planta un suave beso en mis labios.
—Extrañaría tu amor —murmuro, repitiendo la letra de la canción.
—Yo extrañaría más que tu amor —dice y me da de nuevo una vuelta.
Luego canturrea palabras suavemente en mi oído haciéndome desvanecer.
La canción termina y Harry baja su mira hasta mí, sus ojos oscuros y
luminosos, todo el humor se ha ido, y de pronto estoy sin aliento.
—¿Vendrías a la cama conmigo? —susurra y su sincera suplica aprieta mi
corazón.
Harry, me escuchaste decir Acepto hace dos semanas y media. Pero sé
que ésta es su manera de disculparse y de asegurarse de que todo está
bien entre nosotros después de nuestra discusión.
Cuando despierto el sol brilla a través de las ventanas y el agua refleja
patrones brillantes sobre el techo de la habitación. Harry no está en
ningún lugar. Me estiro y sonrío. Mmm… tomaré un día de una follada
castigo seguida por sexo de reconciliación, algún día. Me maravillo por lo
que es ir a la cama con dos hombres distintos: Harry enfadado y el
Harry dulce “déjame pedirte perdón de la manera en la que puedo”. Es
complicado decidir cuál de los dos me gusta más.
Me levanto y me dirijo al baño. Abriendo la puerta, encuentro dentro a
Harry afeitándose, desnudo a excepción de la toalla envuelta alrededor
de sus caderas. Se gira y sonríe, inmutado porque lo hubiese
interrumpido. He descubierto que Harry nunca le pondría seguro a la
puerta si es la única persona en el cuarto, la razón por la cual da que
pensar, y una en la que no quiero insistir.
—Buenos días, Sra. Styles —dice, irradiando buen humor.
—Buenos días a ti. —Le sonrío de vuelta mientras le observo afeitarse.
Amo verlo afeitarse. Levanta su barbilla y se afeitaba bajo ella, dando
largos y deliberados movimientos, y me encuentro inconscientemente
imitando sus acciones. Tirando de mi labio superior hacia abajo como él lo
hace, para afeitar el espacio entre su labio y su nariz. Se gira y me sonríe,
la mitad de su rostro aún cubierta con jabón de afeitar.
—¿Disfrutando del espectáculo? —pregunta.
Oh, Harry, podría observarte por horas.
—Uno de mis momentos favoritos —murmuro, y él se inclina y me besa
rápidamente, untando jabón de afeitar en mi rostro.
—¿Debería hacerlo por ti de nuevo? —susurra perversamente y levanta la
cuchilla.
Aprieto mis labios hacia él.
—No —murmuro, pretendiendo estar de mal humor—, me haré la cera la
próxima vez. —Recuerdo la alegría de Harry en Londres cuando
descubrió que durante su reunión, por curiosidad me había rasurado mi
vello púbico. Por supuesto no lo había hecho de acuerdo a los altos
estándares del Señor Exigente.
—¿Qué diablos has hecho? —exclama Harry. No puede alejar su
entretenido horror de sí mismo. Se sienta en la cama de nuestra suite en el
Hotel Browns cerca a Piccadilly, enciende la lámpara de la mesita de noche
y baja su mirada, su boca forma una O. Debe ser media noche. Me
ruborizo del color de las sábanas del cuarto de juegos y trato de bajar mi
vestido de satén para que no pueda verme. Toma mi mano para
detenerme.
—¡_________!
—Yo… eh… me rasuré.
—Puedo verlo. ¿Por qué? —Está sonriendo de oreja a oreja.
Cubro mi rostro con mis manos. ¿Por qué estoy tan apenada?
—Oye —dice suavemente y aleja mi mano—, no lo escondas. —Está
mordiendo su labio para no reírse—. Dime por qué. —Sus ojos bailando de
alegría. ¿Por qué lo encuentra tan divertido?
—Deja de burlarte de mí.
—No me burlo de ti. Lo siento. Yo… estoy encantado —dice.
—Oh…
—Dime, ¿por qué?
Tomé un respiro profundo.
—Esta mañana, después de que te fuiste a tu reunión, tomé una ducha y
estaba recordando todas tus reglas.
Parpadea. El humor en su expresión se ha desvanecido, y me mira
cautelosamente.
—Estaba marcándolas una a una y cómo me sentía con respecto a ellas, y
recordé el salón de belleza, y pensé… que esto te gustaría. No fui lo
suficientemente valiente para hacerme la cera. —Mi voz desaparece en un
susurro.
Él me mira fijamente, sus ojos brillando… esta vez no con diversión hacia
mi locura, sino con amor.
—Oh, ______ —suspira. Se inclina y me besa suavemente—. Me seduces —
susurra contra mis labios y me besa una vez más, tomando mi cara con
ambas manos.
Después de un instante sin aliento, se retira y levanta un hombro. La
diversión regresa.
—Creo que debería hacer una minuciosa inspección de su trabajo, Sra.
Styles.
—¿Qué? No. —¡Tiene que estar bromeando! Me cubro, protegiendo mi
recientemente deforestada área.
—Oh, no lo harás, ___________. —Toma mis manos y las aleja, moviéndose
ágilmente para estar entre mis piernas y sostener mis manos a los lados.
Me da una abrasadora mirada que podría encender una mecha, pero antes
de que me encienda, se inclina y roza con sus labios mi vientre desnudo
directamente hasta mi sexo. Me retuerzo debajo de él, de mala gana
resignada por mi destino.
—Bueno, ¿qué tenemos aquí? —Harry planta un beso en donde, hasta
esta mañana, tenía vello púbico, luego raspa su erizada barbilla a lo largo
de mi.
—¡Ah! —exclamo. Guau… eso es sensible.
Los ojos de Harry se clavan en los míos, llenos de lascivo deseo.
—Creo que fallaste un poco —murmura y tira con suavidad, justo debajo a
la derecha.
—Oh… maldición —murmuro, esperando que esto ponga fin a su
escrutinio, francamente intrusivo.
—Tengo una idea. —Salta desnudo de la cama y se dirige al baño.
¿Qué demonios está haciendo? Regresa momentos después, trayendo un
vaso de agua, una jarra, mi cuchilla, su cepillo de afeitar, jabón y una
toalla. Pone todo en la mesa de noche y baja la mirada hacia mí,
sosteniendo la toalla.
¡Oh no! Mi subconsciente cierra de golpe su “Obras completas” de Charles
Dickens, salta de su silla, y pone sus manos en sus caderas.
—No, no, no —chillo.
—Sra. Styles, si un trabajo ha de ser hecho, merece ser bien hecho. Levante
sus caderas. —Sus ojos brillan como una tormenta de verano Verde.
—¡Harry! No vas a depilarme.
Ladea su cabeza.
—¿Por qué no habría de hacerlo?
Me ruborizo… ¿No es obvio?
—Porque… simplemente es muy…
—¿Intimo? —susurra—. _________, estoy ansioso de intimidad contigo, lo sabes.
Además, después de algunas de las cosas que has hecho, ahora no te
pongas delicada conmigo. Y conozco esta parte de tu cuerpo mejor que tú.
Quedo boquiabierta ante él. De todos los arrogantes… cierto, lo hace. Sin
embargo…
—Simplemente está mal. —Mi voz es remilgada y llorona.
—Esto no está mal, es excitante.
¿Excitante? ¿En serio?
—¿Esto te excita? —No puedo evitar el asombro en mi voz.
Bufa.
—¿No me crees? —Baja su mirada hacia su erección—. Quiero depilarte —
susurra.
Oh, qué demonios. Me recuesto, tirando mi brazo sobre mi rostro para no
ver.
—Si te hace feliz, Harry. Adelante. Eres muy extraño —murmuro,
mientras alzo mis caderas, y el desliza la toalla debajo de mí. Besa mi
entrepierna.
—Oh, nena, cuánta razón tienes.
Escucho el chapoteo del agua cuando hunde la brocha de afeitar en el
vaso de agua, luego el suave remolino de la brocha en el recipiente. Toma
mi tobillo izquierdo y separa mis piernas, y la cama se hunde cuando él se
sienta entre ellas.
—Realmente me gustaría atarte en este momento —murmura.
—Prometo quedarme quieta.
—Bien.
Jadeo cuando desliza la brocha sobre mi pubis. Está tibio. El agua en el
recipiente debe estar caliente. Me retuerzo un poco. Hace cosquillas… pero
de buena manera.
—No te muevas —Harry me amonesta y aplica de nuevo la brocha—. O
te ataré —añade sombríamente, y un delicioso estremecimiento baja por
mi columna.
—¿Has hecho esto antes? —pregunto tentativamente, cuando alcanza la
cuchilla.
—No.
—Oh. Bien. —Sonrío.
—Otra primera vez, Sra. Styles.
—Mmm. Me gustan las primeras veces.
—A mi también, aquí vamos. —Y con una dulzura que me sorprende,
desliza la cuchilla sobre mi sensible piel—. Quédate quieta —dice
distraídamente, y sé que está muy concentrado.
Toma tan sólo unos minutos antes de que tome la toalla y limpie el exceso
de espuma.
—Listo… es más o menos como debe ser —medita, y finalmente levanto mi
brazo para mirarlo mientras se sienta para admirar su trabajo.
—¿Feliz? —pregunto, mi voz ronca.
—Mucho. —Sonríe perversamente y lentamente desliza un dedo en mi
interior.
—Pero eso fue divertido —dijo, sus ojos burlándose suavemente.
—Quizás para ti. —Trato de poner mala cara, pero él tiene razón… fue…
excitante.
—Creo recordar que después fue muy satisfactorio. —Harry vuelve
para terminar su afeitado. Le echo un vistazo rápido a mis dedos. Si, lo
fue. No tenía ni idea de que la ausencia de vello púbico podía marcar tanta
diferencia.
—Hey, sólo estoy bromeando. ¿No es eso lo que los esposos que están
perdidamente enamorados de sus esposas hacen? —Harry ladea mi
barbilla y me mira, sus ojos de repente llenos de aprehensión mientras se
esfuerza por leer mi expresión.
Hmmm… tiempo de retribución.
—Siéntate —murmuro.
Parpadea hacia mí, sin entender. Lo empujo gentilmente hacia el taburete
blanco en el baño. Se sienta, mirándome perplejo, y tomo la navaja de
afeitar.
—___________ —advierte al darse cuenta de mi intención. Me agacho y lo beso.
—Cabeza hacia atrás —le susurro.
Él duda.
—Ojo por ojo, Sr. Styles.
Me mira con cautelosa, divertida incredulidad. —¿Sabes lo que estás
haciendo? —pregunta, en voz baja. Niego lentamente, deliberadamente,
tratando de lucir tan seria como sea posible. Él cierra sus ojos, sacude su
cabeza y luego inclina la cabeza hacia atrás en rendición.
Santa mierda, va a permitir que lo afeite. Mi diosa interna flexiona y
extiende los brazos hacia afuera, sus dedos entrelazados, las palmas hacia
afuera, calentando. Tentativamente deslizo mi mano en el cabello húmedo
de la frente, sujetándolo con fuerza para mantenerlo quieto. Él aprieta los
ojos cerrados y abre los labios mientras inhala. Muy suavemente, le
acaricio con la navaja desde su cuello hasta su barbilla, dejando al
descubierto un camino de piel debajo de la espuma. Harry exhala.
—¿Pensaste que iba a hacerte daño?
—Nunca sé lo que vas a hacer, _______. Pero no, no intencionalmente.
Paso la navaja arriba por su cuello, otra vez, abriendo un camino más
amplio en la espuma.
—Nunca te heriría intencionalmente, Harry.
Abre sus ojos y cierra sus brazos a mí alrededor mientras yo suavemente
paso la afeitadora por su mejilla hacia el comienzo de su patilla.
—Lo sé —dice, inclinando su cabeza, así puedo afeitar el resto de su
mejilla. Dos trazos más y habré terminado.
—Todo listo, y ni una gota de sangre derramada. —Sonrío orgullosamente.
Él pasa la mano por mi pierna así mi camisón sube por mi muslo y me
empuja sobre su regazo para que esté sentada sobre él. Me estabilizo con
mis manos sobre sus brazos. Él es realmente musculoso.
—¿Puedo llevarte a algún lugar hoy?
—¿No tomaremos sol? —Arqueo una ceja.
Se lame los labios nerviosamente. —No. No tomaremos sol hoy. Pensé que
quizás prefieras eso.
—Bueno, ya me has cubierto de chupones y efectivamente dado al traste
con eso, seguro, ¿por qué no?
Sabiamente opta por ignorar mi tono. —Es un viaje, pero por lo que he
leído vale la pena una visita. Mi padre nos recomendó visitarlo. Es una
aldea llamada Saint Paul de Vence. Hay algunas galerías ahí. Pensé que
podríamos escoger algunas pinturas o esculturas para la casa nueva, si
encontramos algo que nos guste.
Santa mierda. Me inclino hacia atrás y lo miro. Arte… él quiere comprar
arte. ¿Cómo puedo comprar arte?
—¿Qué? —pregunta.
—No sé nada de arte, Harry.
Se encoge de hombros y me sonríe indulgentemente. —Sólo compraremos
lo que nos guste. No es acerca de invertir.
¿Invertir? Jesús.
—¿Qué? —dice de nuevo.
Niego con la cabeza.—Mira, sé que tomamos los dibujos del arquitecto el otro día, pero no hay nada de malo en buscar, y la ciudad es un lugar antiguo, medieval.
Oh, la arquitecto, el tenía que recordármela… una buena amiga de Elliot,
Gia Matteo. Durante nuestras reuniones, ella ha estado sobre Harry
como un sarpullido.
—¿Qué ocurre ahora? —exclama Harry. Niego—. Dime —me insta.
¿Cómo puedo decirle que no me gusta Gia? Mi disgusto es irracional. No
quiero ser la esposa celosa.
—¿Todavía estás molesta por lo que hice ayer? —Suspira y acaricia su
cara entre mis pechos.
—No. Tengo hambre —murmuro, sabiendo bien que esto lo distraerá de
esta línea de preguntas.
—¿Por qué no lo dijiste? —Me libera de su regazo y se pone de pie.
Saint Paul de Vence es una aldea medieval fortificada en la cima de una
colina, uno de los lugares más pintorescos que he visto nunca. Paseo del
brazo con Harry a través de las estrechas calles empedradas, mi mano
en el bolsillo trasero de sus shorts. Taylor y Gaston o Philippe, no puedo
decir cuál es la diferencia entre ellos, caminan detrás de nosotros.
Pasamos una plaza cubierta de árboles, donde tres ancianos, uno lleva
una boina tradicional a pesar del calor, están jugando petanca. Está muy
concurrida por los turistas, pero me siento a gusto metida debajo del brazo
de Harry. Hay tanto que ver: pequeños callejones y pasadizos que
conducen a patios con fuentes de piedra, antiguas y modernas esculturas
y fascinantes pequeñas boutiques y tiendas.
En la primera galería, Harry mira distraídamente a unas fotografías
eróticas frente a nosotros. Son obras de Florence D’elle: mujeres desnudas
en varias poses.
—No es exactamente lo que tenía en mente —murmuro con desaprobación.
Me hacen pensar en la caja que encontré en su armario, nuestro armario.
Me pregunto si las destruyó.
—Yo tampoco —dice Harry, sonriéndome. Toma mi mano y paseamos
hacia el siguiente artista. Ociosamente, me pregunto si después de todo
debería dejarle tomarme fotos. Mi diosa interna asiente frenéticamente en
aprobación.
La siguiente exhibición es una pintora que se especializa en arte figurativo,
frutas y verduras de muy cerca y con colores vivos y gloriosos.
—Me gustan esas —señalo tres cuadros de pimientos—. Me recuerdan a ti
picando vegetales en mi apartamento. —Me río. La boca de Harry se
tuerce en su intento fallido de esconder su diversión.
—Pensé que había manejado eso competentemente —murmura—. Era sólo
un poco lento, y de todas maneras —me empuja en un abrazo—, estabas
distrayéndome. ¿Dónde los pondrías?
—¿Qué?
Harry olisquea mi oreja. —Los cuadros, ¿dónde las pondrías? —
muerde mi lóbulo y lo siento en mi ingle.
—Cocina —murmuro.
—Hmm. Buena idea, Sra. Styles.
Me acerco al precio. Cinco mil euros cada uno ¡Santa Mierda!
—¡Son muy caros! —jadeo.
—¿Y? —Él me olisquea de nuevo—. Tienes que acostumbrarte, ______. —Me
libera y se pasea hacia la mesa donde una mujer vestida completamente
de blanco está de pie boquiabierta ante él. Quiero poner los ojos en blanco,
pero volví mi atención a los cuadros. Cinco mil euros… Jesús.
Hemos terminado el almuerzo y nos relajamos tomando un café en el hotel
Le Saint Paul. La vista del campo de los alrededores es impresionante.
Viñedos y campos de girasoles forman un mosaico en la llanura, salpicado
aquí y allá con pulcras pequeñas casas de campo francesas. Es un día
hermoso, tan claro que podemos ver todo el camino hasta el mar, brillando
tenuemente en el horizonte. Harry interrumpe mi ensoñación.
—Me preguntaste por qué trenzo tu cabello —murmura. Su tono me
alarma. Parece… culpable.
—Sí. —Oh mierda.
—La perra drogadicta me dejaba jugar con su cabello, creo. No sé si es un
recuerdo o un sueño.
¡Whoa! Su madre biológica.
Él me mira, su expresión indescifrable. Mi corazón salta hasta mi boca.
¿Qué digo cuando dice cosas como esta?
—Me gusta que juegues con mi cabello. —Mi voz es suave y vacilante.
Parpadea, sus ojos están muy abiertos y asustados.
—¿De verdad?
—Sí —es la verdad. Alcanzo su mano y la agarro—. Creo que amabas a tu
madre biológica, Harry. —Sus ojos se abren aún más y me mira sin
inmutarse, sin decir nada.
Santa mierda. ¿He ido demasiado lejos? Di algo, Cincuenta, por favor. Pero
sigue estando en absoluto silencio, mirándome con insondables ojos
Verdes,mientras que el silencio se extiende entre nosotros. Parece perdido.
Mira abajo a mi mano sobre la suya y frunce el ceño.
—Di algo —susurro, porque no puedo soportar el silencio más tiempo.
Parpadea y luego sacude su cabeza, exhalando profundamente.
—Vamos. —Suelta mi mano y se pone de pie. Su expresión es precaria.
¿Me he pasado de la raya? No tengo ni idea. Mi corazón se hunde y no sé
si decir algo más o simplemente dejarlo ir. Decido lo segundo y lo sigo
obedientemente saliendo del restaurante. En la estrecha calle
encantadora, toma mi mano.
—¿Dónde quieres ir?
¡Él habla! Y no está molesto conmigo, gracias al cielo. Exhalo, aliviada, y
me encojo de hombros. —Estoy alegre de que todavía me hables.
—Sabes que no me gusta hablar de esa mierda. Está hecho. Terminado —
dice tranquilamente.
No, Harry, no lo está. El pensamiento me entristece, y por primera vez
me pregunto si esto alguna vez terminará. Él siempre será Cincuenta
Sombras… mi Cincuenta Sombras. ¿Quiero que cambie? No, no realmente,
sólo en la medida en que quiero que se sienta amado. Echándole un
vistazo, me tomo un momento para admirar su belleza cautivadora… y él
es mío. Y no es solo el atractivo de su fino rostro y su cuerpo que me ha
hechizado. Es lo que hay detrás de la perfección lo que me atrae, que me
llama… su alma frágil, dañada.
Me da esa mirada, por debajo de la nariz, entre divertido y cuidadoso,
totalmente sexy y luego me mete bajo su brazo, y nos abrimos paso a
través de los turistas hacia el lugar donde Philippe/Gaston ha aparcado el
amplio Mercedes. Deslizo mi mano en el bolsillo trasero de los shorts de
Harry, agradecida de que no esté enfadado conmigo por mi presunción.
Pero, honestamente, ¿qué niño de cuatro años no ama a su madre sin
importar lo mala madre sea? Suspiro profundamente y lo abrazo más. Sé
que detrás de nosotros el equipo de seguridad está al acecho, y me
pregunto ociosamente si han comido.
Harry se detiene frente a una pequeña boutique de venta de joyería
fina, mira el escaparate y luego hacia mí. Alcanza mi mano libre, y pasa su
pulgar a lo largo de la desteñida marca roja de las esposas,
inspeccionándolas.
—No duele. —Lo tranquilizo. Se retuerce de manera que mi otra mano está
libre de su bolsillo. La agarra también, girándola suavemente para
examinar mi muñeca. El reloj Omega de platino que me dio en el desayuno
de nuestra primera mañana en Londres esconde la línea roja. La
inscripción todavía me hace desmayar.
____________
Eres mi Más,
Mi Amor, Mi Vida
Harry.
A pesar de todo, de todas sus cincuenta sombras, mi esposo puede ser
muy romántico. Miro hacia las tenues marcas en mi muñeca. Por otra
parte, algunas veces puede ser feroz. Liberando mi mano derecha, inclina
mi barbilla con los dedos y examina mi expresión, sus ojos muy abiertos y
afligidos.
—No duelen —repito. Tira de mi mano a sus labios y planta un suave beso
de disculpa en el interior de mi muñeca.
—Ven —dice y me lleva dentro de la tienda.
—Toma. —Harry sostiene abierta la pulsera de platino de filigrana que
acaba de comprar. Es exquisita, tan delicadamente elaborada, la filigrana
en forma de pequeñas flores abstractas con pequeños diamantes en su
centro. La sujeta alrededor de mi muñeca. Es amplia y la pulsera oculta
las marcas rojas. También costó alrededor de quince mil euros, creo,
aunque no podía seguir la conversación en francés con el vendedor. Nunca
he usado algo tan caro.
—Ahí, eso está mejor —murmura.
—¿Mejor? —susurro, mirando los luminosos ojos Verdes, consiente de que
el vendedor delgado como un palo nos mira con una celosa y
desaprobadora mirada en su rostro.
—Sabes por qué —dice Harry con incertidumbre.
—No necesito esto. —Sacudo mi muñeca y la pulsera se mueve. Atrapa la
luz de la tarde que entra por la ventana de la boutique y pequeños arcoíris
brillantes bailan fuera de los diamantes en las paredes de la tienda.
—Yo sí —dice con amarga sinceridad.
¿Por qué? ¿Por qué necesita esto? ¿Se siente culpable? ¿Acerca de qué?
¿Las marcas? ¿Su madre biológica? ¿No confiar en mí? Oh, Cincuenta.
—No, Harry, tu no. Ya me has dado mucho. Una luna de miel mágica,
Londres, Paris, la Cote D’Azur… y tú. Soy una chica muy afortunada —
susurro y sus ojos se suavizan.
—No, _____________, yo soy un hombre afortunado.
—Gracias. —Estirándome en puntas de pie, pongo mis brazos alrededor de
su cuello y lo beso… no por darme el brazalete, sino por ser mío.
De vuelta en el coche está reflexivo, contemplando los campos de brillantes
girasoles, sus cabezas siguiendo y disfrutando el sol de la tarde. Uno de los
gemelos, creo que Gaston, está conduciendo y Taylor está a su lado.
Harry está cavilando sobre algo. Alcanzándolo, estrecho su mano,
dándole un tranquilizador apretón. Se voltea a mirarme, antes de soltar mi
mano y acariciar mi rodilla. Estoy usando una falda corta de etiqueta, azul
y blanca, y una camisa azul ajustada, sin mangas. Harry duda, y no sé
si su mano va a viajar arriba a mi muslo o abajo por mi pierna. Me tenso
con anticipación ante la gentil caricia de sus dedos y mi respiración se
detiene. ¿Qué va a hacer? Elige abajo, de repente agarra mi tobillo y tira de
mi pie a su regazo. Giro mi espalda así estoy enfrentándolo en la parte
trasera del coche.
—Quiero el otro, también.
Miro nerviosamente hacia Taylor y a Gaston, cuyos ojos están
decididamente en el camino adelante, y sitúo mi otro pie en su regazo. Sus
ojos fríos, alcanza y presiona un botón localizado en su puerta. Frente a
nosotros, una pantalla de privacidad ligeramente tintada se desliza de un
panel, y diez segundos más tarde estamos efectivamente por nuestra
cuenta. Wow… no es de extrañar que la parte trasera de este coche tenga
tanto espacio para las piernas.
—Quiero mirar tus tobillos. —Harry ofrece su tranquila explicación. Su
mirada inquieta. ¿Las marcas de las esposas? Por Dios… pensé que
habíamos lidiado con esto. Si hay marcas, están ocultas por las correas de
las sandalias. No recuerdo haber visto ninguna esta mañana. Gentilmente,
acaricia con su dedo pulgar hacia arriba de mi empeine derecho,
haciéndome retorcer. Una sonrisa juega en sus labios y con destreza
deshace las correas y su sonrisa se desvanece cuando se confronta a las
marcas de color rojo más oscuro.
—No duele —murmuro. Me mira y su expresión es triste, su boca en una
línea fina. Asiente una vez como si estuviera tomando mi palabra
mientras sacudo mi sandalia suelta para que caiga al suelo, pero sé que lo
he perdido. Esta distraído y melancólico otra vez, mecánicamente
acariciando mis pies mientras se aleja para mirar por la ventanilla del
coche, una vez más.
—¿Qué estás esperando? —pregunto en voz baja. Me mira y se encoge de
hombros.
—No esperaba sentirme como me siento mirando estas marcas —dice.
¡Oh! ¿Reticente un minuto y comunicativo al siguiente? ¿Cómo…?
¡Cincuenta! ¿Cómo puedo mantenerme al día con él?
—¿Cómo te sientes?
Él me mira, sus ojos sombríos. —Incómodo —murmura.
¡Oh, no! Desabrocho mi cinturón de seguridad y me deslizo más cerca de
él, dejando los pies en su regazo. Quiero subirme a su regazo y sostenerlo,
y lo haría, si sólo estuviera Taylor al frente. Pero saber de Gaston me da
calambres, a pesar del cristal. Si sólo fuera más oscuro. Agarro sus
manos.
—Son los chupones los que no me gusta —le susurro—. Todo lo demás…
lo que hiciste —bajo mi voz aún mas— con las esposas, disfruté de eso.
Bueno, más que disfrutar. Fue alucinante. Puedes hacerme eso otra vez en
cualquier momento.
Se mueve en su asiento. —¿Alucinante? —Mi diosa interna mira
sorprendida desde sus Jackie Collins.
—Sí. —Sonrío. Doblo mis dedos de los pies en su entrepierna endurecida y
veo más que escucho su aguda respiración, sus labios separarse.
—Deberías estar usando tu cinturón de seguridad, Sra. Styles. —Su voz es
baja, y curvo mis pies a su alrededor una vez más. Él jadea y sus ojos se
oscurecen y agarra mi tobillo en advertencia. ¿Quiere que me detenga?
¿Continúe? Se detiene y frunce el ceño. Agarra su siempre omnipresente
BlackBerry de su bolsillo para tomar una llamada entrante y mira su reloj.
Su ceño fruncido se profundiza.
—Barney —espeta.
Mierda. El trabajo interrumpiéndonos otra vez. Trato de sacar mis pies,
pero su mano se aprieta en mi tobillo.
—¿En la sala de servicio? —dice con incredulidad—. ¿Se activó el sistema
de extinción de fuego?
¡Fuego! Saco mi pie de su regazo y esta vez me deja. Me siento en mi
puesto, me pongo mi cinturón de seguridad, y jugueteo con la pulsera de
quince mil euros. Harry presiona el botón de su puerta y el cristal de
seguridad se desliza hacia debajo de nuevo. Me doy cuenta que es para el
beneficio de Taylor.
—¿Alguna persona afectada? ¿Daños? Ya veo… ¿Cuándo? —Harry
mira su reloj otra vez y luego se pasa la mano por el pelo—. No. Ni al
cuerpo de bomberos ni a la policía. Todavía no.
¡Santa mierda! ¿Un incendio? ¿En la oficina de Harry? Lo miro
boquiabierta, mi mente corriendo. Taylor se cambia así puede oír la
conversación de Harry.
—¿Lo ha hecho? Bien… está bien. Quiero un informe detallado de los
daños. Y un resumen completo de todos los que tuvieron acceso los
últimos cinco días, incluyendo al personal de limpieza… hazte con Andrea
y consigue que me llame…. Sí, suena como que el argón, es muy eficaz,
vale su peso en oro.
¿Reporte de daños? ¿Argón? Una campana suena a la distancia desde la
clase de química: un elemento, creo.
—Me doy cuenta que es muy temprano… envíame un email en dos horas…
No, necesito saber. Gracias por llamarme. —Harry cuelga, luego
inmediatamente teclea un número en su BlackBerry.
—Welch… Bien… ¿Cuándo? —Harry mira su reloj una vez más—. Una
hora entonces… sí… veinticuatro-siete en la tienda de datos fuera de
sitio… bien —Cuelga.
—Philippe, necesito estar a bordo en una hora.
—Monsieur.
Mierda, es Philippe, no Gaston. El coche salta hacia adelante. Harry
me mira, su expresión es indescifrable.
—¿Algún herido? —pregunto en voz baja.
Harry Niega. —Muy pocos daños —Se acerca y agarra mi mano,
apretándola tranquilizadoramente—. No te preocupes por esto. Mi equipo
está en eso —Y ahí está, el Gerente General, al mando y en absoluto
nervioso.
—¿Dónde fue el incendio?
—Sala de servicio.
—¿Casa Styles?
—Sí.
Sus respuestas son cortas, así que sé que no quiere hablar de ello.
—¿Por qué hay tan poco daño?
—La sala de servicio está equipada con un sistema contra incendios de
técnica de supresión.
Por supuesto.
—___________, por favor… no te preocupes.
—No estoy preocupada —miento.
—No sabemos a ciencia cierta si fue un incendio provocado —dice,
cortando en el corazón de mi ansiedad. Mi mano aprieta mi garganta con
miedo. Charlie Tango, y ¿ahora esto?
¿Qué será lo próximo?
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
waaaa lo ame tod!! .. pero aqui algo me huele mal , o soy yo o el PERRO de Jack lo hizo Q hijo de su mama mas vale q no ._. ... hahah en fin awww ame todo absolutamente todo pero mas n la parte en la rayis lee lo que dice el reloj Omega platino aww :love: lo amo todo .. me encnatrna ellos dos encerio wuwuwu siguela cuando puedas te adoro *_*
vane xx
vane xx
vanessavalerio98
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Estoy en clase ahora mismo. Pero tengo unas ganas inmensas de leerlo. En cuanto salga lo leo. Prometido.
Besos,
Ane xx.
Besos,
Ane xx.
ane-styles
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Ya lo he leido :))))
Genial, como siempre...
Besos,
Ane xx.
Genial, como siempre...
Besos,
Ane xx.
ane-styles
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
vanessavalerio98 escribió:waaaa lo ame tod!! .. pero aqui algo me huele mal , o soy yo o el PERRO de Jack lo hizo Q hijo de su mama mas vale q no ._. ... hahah en fin awww ame todo absolutamente todo pero mas n la parte en la rayis lee lo que dice el reloj Omega platino aww :love: lo amo todo .. me encnatrna ellos dos encerio wuwuwu siguela cuando puedas te adoro *_*
vane xx
Gracias por comentar! Siii yo también odio a el hijo de puta de Jack!
Besos
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
ane-styles escribió:Ya lo he leido :))))
Genial, como siempre...
Besos,
Ane xx.
Enserio gracias por leer!!!
Besotes
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Holaaaaaaaa Caroline :) me llamo Mary y amo el hecho que estes adaptando la trilogia :D Eres una idola x
SweetMarie96
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Hola me llami melania raro porque se asentua en la i me encantó quiero decirte q tú forma de escribir me impresiona sí lees esto me gustaría conversar sobre mis 50 sombras claro no como harry pero siguen siendo sombras jaja besitos :(L):
melasupercool
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Hahaha perdón por no comentar! Ya sabes: Colegio. En fin, siempre seré tu fiel lectora y jamás dejare de comentar! JAMÁS...
SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA
^_^
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^_^
Anne Hale
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
siguelaaa!!!!!!!! amo tu novela
31 minutos y contando
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
SweetMarie96 escribió:Holaaaaaaaa Caroline :) me llamo Mary y amo el hecho que estes adaptando la trilogia :D Eres una idola x
Hola Mary!!! Gracias por comentar y por pasarte por la novela!
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
melasupercool escribió:Hola me llami melania raro porque se asentua en la i me encantó quiero decirte q tú forma de escribir me impresiona sí lees esto me gustaría conversar sobre mis 50 sombras claro no como harry pero siguen siendo sombras jaja besitos :(L):
Hola hermosa! GRACIAS POR PASARTE HERMOSA!
BESOS
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Anne Hale escribió:Hahaha perdón por no comentar! Ya sabes: Colegio. En fin, siempre seré tu fiel lectora y jamás dejare de comentar! JAMÁS...
SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA SÍGUELA
^_^
Hola hermosa y encerio te agradezco por ser una fiel lectora! el proximo capitulo va dedicado a ti :)
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
31 minutos y contando escribió:siguelaaa!!!!!!!! amo tu novela
HOLAA, GRACIAS POR COMENTAR Y LEER
BESOS
CarolineR2
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