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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
YA LOS SUBISTE!
POR FAVOR CONTINUA CON LA NOVELA, NO PUEDES
DEJARLA ASÍ!
ME MATAS. BYE
POR FAVOR CONTINUA CON LA NOVELA, NO PUEDES
DEJARLA ASÍ!
ME MATAS. BYE
Iaaraa15
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Una gran novela
sigue con la novela esta muy interesante!
sigue con la novela esta muy interesante!
perla careaga de styles
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Chicasss Hola ¿Como estan?
Me he dado cuenta que he subido los capitulos equivocados, asi que voy a corregirlos en un minuto.
Lo siento mucho:(
Me he dado cuenta que he subido los capitulos equivocados, asi que voy a corregirlos en un minuto.
Lo siento mucho:(
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
yeiii nena me harías la chica más feliz del mundoCarolineR2 escribió:Chicasss Hola ¿Como estan?
Me he dado cuenta que he subido los capitulos equivocados, asi que voy a corregirlos en un minuto.
Lo siento mucho:(
Chloe
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Hola!!
Bienvenida las que son nuevas:)
Chicas tengo un problemas. Cada vez que voy a corregir el capitulo, no me deja, voy a intentarlo en un rato mas:)
Siento la demora
Besos
Bienvenida las que son nuevas:)
Chicas tengo un problemas. Cada vez que voy a corregir el capitulo, no me deja, voy a intentarlo en un rato mas:)
Siento la demora
Besos
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Capitulo Doce
Parte 1
Ire subiendo capitulo poco a poco:)
—Pensaba que ustedes nacieron aquí en Seattle —murmuro.
Mi mente corre. ¿Qué tiene esto que ver con Jack?
Harry levanta el brazo cubriendo su rostro, llega
detrás de él, y coge una de las almohadas. Colocándola bajo su cabeza, se
acomoda de nuevo y me mira, su expresión cautelosa. Después de un
momento niega con la cabeza.
—No. Elliot y yo fuimos adoptados en Detroit. Nos trasladamos aquí poco
después de mi adopción. Grace quería estar en la costa oeste, lejos de la
mancha urbana, y ella consiguió un trabajo en el Hospital Northwest.
Tengo muy poca memoria de esa época. Mía fue adoptada aquí.
—¿Así que Jack es de Detroit?
—Sí.
Oh…
—¿Cómo lo sabes?
—Hice una revisión de antecedentes cuando fuiste a trabajar para él.
Por supuesto que lo hizo.
—¿Tienes un archivo de manila sobre él, también? —Le sonreí.
La boca de Harry se retuerce mientras él esconde su diversión.
—Creo que es de color azul pálido. —Sus dedos continúan corriendo a
través de mi pelo. Es tranquilizador.
—¿Qué dice en su archivo?
Harry parpadea. Estirando la mano acaricia mi mejilla.
—¿Realmente quieres saber?
—¿Es así de malo?
Se encoge de hombros.
—He conocido peores —susurra.
¡No! ¿Se refiere a sí mismo? Y la imagen que tengo de Harry como un
pequeño, sucio, temeroso, chico perdido viene a la mente. Me enrollo en
torno a él, abrazándolo con más fuerza, tirando de la sábana sobre él, y
pongo mi mejilla contra su pecho.
—¿Qué? —pregunta, desconcertado por mi reacción.
—Nada —murmuro.
—No, no. Esto funciona en ambos sentidos, ________. ¿Qué es?
Echo un vistazo evaluando su expresión preocupada. Descansando mi
mejilla sobre su pecho una vez más, me decido a decirle.
—A veces te imagino como un niño… antes de que vinieras a vivir con los
Styles.
Harry se pone rígido.
—Yo no estaba hablando de mí. No quiero tu
compasión, _________. Esa parte de mi vida se fue. Paso.
—No es lástima —digo en voz baja, horrorizada—. Es simpatía y tristeza…
tristeza de que alguien pueda hacerle eso a un niño. —Tomo una profunda
y estabilizante respiración, mientras mi estómago se retuerce y las
lágrimas pinchan mis ojos de nuevo—. Esa parte de tu vida no se fue,
Harry, ¿cómo puedes decir eso? Vives cada día con tu pasado. Tú
mismo me dijiste, Cincuenta Sombras, ¿recuerdas? —Mi voz es apenas
audible.
Harry resopla y corre la mano libre a través de su pelo, aunque se
queda callado y tenso debajo de mí.
—Sé que es por eso que sientes la necesidad de controlarme. Mantenerme
a salvo.
—Y sin embargo, tú decides desafiarme —murmura desconcertado, su
mano aún en mi pelo.
Frunzo el ceño. ¡Santo cielo! ¿Hago eso a propósito? Mi subconsciente, se
quita sus gafas de media luna y mastica el final, frunciendo los labios y
asintiendo con la cabeza. La ignoro. Esto es confuso, soy su esposa, no su
sumisa, no alguna empresa que ha adquirido. No soy la puta drogadicta
que era su madre… Mierda. La idea es repugnante. Las palabras del Dr.
Flynn vienen de nuevo a mí:
“Simplemente sigue haciendo lo que estás haciendo. Harry está de
cabeza… Es una delicia de ver."
Eso es todo. Sólo estoy haciendo lo que siempre he hecho. ¿No es eso lo
que Harry encuentra atractivo en primer lugar?
Oh, este hombre es tan confuso.
—El Dr. Flynn dijo que debería darte el beneficio de la duda. Yo creo que
sí, no estoy segura. Quizás es mi manera de hacerte llegar al aquí y ahora,
lejos de tu pasado —le susurro—. No lo sé. Sólo parece que no puede
conseguir manejar cuan lejos tú sobreactuarás.
Él se mantiene en silencio por un momento.
—Maldito Flynn —murmura
para sí mismo.
—Él me dijo que debía seguir comportándome de la manera que siempre
me he comportado contigo.
—¿Lo hizo? —dice Harry con sequedad.
Muy bien. Aquí va nada.
—Harry, sé que amabas a tu madre y no
pudiste salvarla. No era tu trabajo hacer eso. Pero yo no soy ella.
Se congela de nuevo.
—No —susurra él.
—No, escucha. Por favor. —Levanto mi cabeza para mirar sus ojos verdes
que están paralizados por el miedo. Él está aguantando la respiración. Oh,
Harry… mi corazón se contrae—. Yo no soy ella. Soy mucho más fuerte
de lo que ella era. Te tengo a ti, y eres mucho más fuerte ahora, y sé que
me amas. Te amo, también —susurro.
Su frente se arruga como si mis palabras no fueran lo que él esperaba.
—¿Todavía me quieres? —pregunta.
—Por supuesto que sí. Harry, yo siempre te amaré. No importa lo que
me hagas.
—¿Es esta la certeza que él quiere?
Él exhala y cierra los ojos, poniendo su brazo sobre su cara de nuevo, pero
abrazándome más cerca, también.
—No te escondas de mí. —Llego, agarro su mano y saco el brazo de su
cara—. Has pasado tu vida ocultándote. Por favor, no, no de mí.
Parpadea hacia mí con incredulidad y frunce el ceño.
—¿Ocultándome?
—Sí.
Él cambia de posición repentinamente, se voltea sobre su lado y
moviéndome, así que estoy yaciendo a su lado en la cama. Él levanta la
mano, alisa el pelo de mi cara y lo mete detrás de mi oreja.
—Tú me preguntaste más temprano hoy si yo te odiaba. No entendí por
qué, y ahora… —Él se detiene, mirándome como si yo fuera un perfecto
enigma.
—¿Todavía piensas que te odio? —Ahora mi voz es incrédula.
—No. —Él niega con la cabeza—. Ahora no. —Se ve aliviado—. Pero
necesito saber… ¿por qué has dicho tu palabra de seguridad, _________?
Quedo en blanco. ¿Qué puedo decirle? Que él me asustó. Que yo no sabía
si pararía. Que le rogué, y no paró. Que yo no quería que las cosas
escalaran… como… como esa vez aquí. Me estremezco mientras lo
recuerdo azotándome con su cinturón.
Trago.
—Porque… porque estabas tan enfadado y distante y… frío. Yo no
sabía cuán lejos irías.
Su expresión es ilegible.
—¿Ibas a dejar que me corriera? —Mi voz es apenas un susurro, y siento
un rubor apoderándose de mis mejillas, pero sostengo su mirada.
—No —dice finalmente.
Santa mierda.
—Eso es… duro.
Sus nudillos gentilmente rozan mi mejilla.
—Pero eficaz —murmura. Él
mira hacia mí como si estuviera tratando de ver en mi alma, sus ojos
oscurecidos. Después de una eternidad, murmura—: Estoy contento de
que lo hicieras.
—¿En serio? —No lo entiendo.
Sus labios se tuercen en una sonrisa triste.
—Sí. No quiero lastimarte. Y
me deje llevar. —Él se inclina y me besa—. Perdido en el momento. —Me
besa de nuevo—. Sucede mucho contigo.
¿Ah? Y por alguna extraña razón la idea me agrada… Sonrío. ¿Por qué eso
me hace feliz? Él sonríe, también.
—No sé por qué estás sonriendo, Sra. Styles.
—Yo tampoco.
Él se envuelve alrededor de mí y coloca su cabeza sobre mi pecho. Somos
una maraña de miembros desnudos y vestidos de mezclilla, y sábanas de
raso rojo. Acaricio su espalda con una mano y corro los dedos de la otra
mano por su pelo. Suspira y se relaja en mis brazos.
—Esto significa que puedo confiar en ti… para que me detengas. No quiero
lastimarte nunca —murmura—. Necesito… —Se detiene.
—¿Necesitas qué?
—Necesito control, _________. Al igual que te necesito a ti. Es la única manera
en que puedo funcionar. No puedo dejarlo ir. No puedo. Lo he intentado…
Y, sin embargo, contigo. —Sacude la cabeza con exasperación.
Trago. Este es el corazón de nuestro dilema, su necesidad de control y su
necesidad por mí. Me niego a creer que son mutuamente excluyentes.
—Yo también te necesito —le susurro, abrazándolo con más fuerza—. Voy
a intentarlo, Harry. Voy a tratar de ser más considerada.
—Quiero que me necesites —murmura.
¡Santa vaca!
—Lo hago. —Mi voz es apasionada. Lo necesito tanto. Lo amo tanto.
—Quiero cuidar de ti.
—Lo haces. Todo el tiempo. Te extrañé mucho cuando estabas lejos.
—¿En serio? —Suena tan sorprendido.
—Sí, por supuesto. Odio que te vayas.
Siento su sonrisa.
—Podrías haber venido conmigo.
—Harry, por favor. No vamos a discutir de nuevo ese argumento.
Quiero trabajar.
Él suspira mientras yo paso mis dedos suavemente por su pelo.
—Te amo, ________.
—Te amo, también, Harry. Siempre te amaré.
Ambos yacemos aún en la calma, la tranquilidad después de nuestra
tormenta. Escuchando el ritmo constante de su corazón, voy a la deriva
agotada hacia el sueño.
Me despierto con un sobresalto, desorientada. ¿Dónde estoy? La sala de
juegos. Las luces están todavía encendidas, suavemente iluminando las
paredes de color rojo sangre. Harry se queja otra vez, y me doy cuenta
de que esto es lo que me ha despertado.
—No —se queja. Él está tirado a mi lado, con la cabeza atrás, sus ojos
entornados cerrados, el rostro contraído por la angustia.
Mierda. Está teniendo una pesadilla.
—¡No! —grita de nuevo.
—Harry, despierta. —Me esfuerzo por incorporarme, pateando la
sabana. Arrodillada junto a él, agarro sus hombros y lo sacudo mientras
las lágrimas saltan a mis ojos.
—Harry, por favor. ¡Despierta!
Sus ojos saltan abriéndose, grises y salvajes, sus pupilas dilatadas con el
miedo. Mira distraídamente hacia mí.
—Harry, estás teniendo una pesadilla. Estás en casa. Estás a salvo.
Él parpadea, mira a su alrededor frenéticamente, y frunce el ceño mientras
asimila nuestro entorno. Entonces sus ojos están de regreso en los míos.
—________ —dice en voz baja, y sin preámbulo alguno me alcanza con ambas
manos, agarrando mi cara y me tira sobre su pecho y me besa. Duro. Su
lengua invade mi boca, y él sabe a desesperación y necesidad. Apenas
dándome la oportunidad de respirar, se da la vuelta, sus labios pegados a
los míos, por lo que me está presionando contra el duro colchón de la
cama con dosel. Una de sus manos aprieta mi mandíbula, la otra se
extiende en la parte superior de mi cabeza, manteniéndome quieta
mientras su rodilla aparta mis piernas y él se acomoda, todavía vestido
con sus pantalones vaqueros, entre mis muslos.
—_____________-- —jadea, como si no puede creer que esté allí con él.
Él mira hacia mí por una fracción de segundo, lo que me permite un
momento para respirar. Luego sus labios están sobre los míos de nuevo,
saqueando mi boca, tomando todo lo que tengo para dar. Él gime en voz
alta, flexionando sus caderas hacia mí. Su erección enfundada empuja en
mi carne suave. Oh… Gimo, y toda la tensión sexual acumulada antes de
la erupción más temprana, resurge con venganza, llenando mi sistema con
deseo y necesidad. Impulsado por sus demonios, urgentemente besa mi
cara, mis ojos, mis mejillas, a lo largo de mi mandíbula.
—Estoy aquí —le susurro, tratando de calmarlo, nuestras calientes y
jadeantes respiraciones, mezcladas. Envuelvo mis brazos alrededor de sus
hombros, mientras oprimo mi pelvis contra la suya a modo de bienvenida.
—Oh, __________ —jadea, su voz ronca y baja—. Te necesito.
—Yo también —le susurro con urgencia, mi cuerpo desesperado por su
toque. Lo quiero. Lo quiero ahora. Quiero sanarlo. Quiero sanarme…
Necesito esto. Su mano se extiende hacia abajo y desabrocha el botón de la
bragueta, buscando a tientas un momento, luego liberando su erección.
Mierda. Estaba dormido hace menos de un minuto.
Él se mueve, la mirada fija en mí por una fracción de segundo, suspendido
por encima de mí.
—Sí. Por favor —yo respiro, mi voz ronca y necesitada.
Y en un movimiento rápido se entierra dentro de mí.
—¡Ah! —grito, no de ningún dolor, sino de la sorpresa ante su presteza.
Él gime, y sus labios encuentran los míos de nuevo mientras él empuja en
mí, una y otra vez, su lengua poseyéndome, también. Él se mueve
frenéticamente, obligado por su miedo, su lujuria, su deseo, ¿su… amor?
No sé, pero lo encuentro empuje por empuje, dándole la bienvenida.
—_____________ —gruñe casi inarticuladamente, y se viene con fuerza,
derramándose en mí, su cara tensa, su cuerpo rígido, antes de que se
derrumbe con todo su peso sobre mí, jadeando, y él me deja colgada… de
nuevo.
Mierda. Esta no es mi noche. Mi diosa interior se está preparando para
destriparse a sí misma. Lo sostengo, buscando una bocanada de aire y
prácticamente retorciéndome con necesidad debajo de él.
Sale de mí y me abraza por unos minutos… muchos minutos. Por último,
sacude su cabeza y se levanta sobre sus codos, tomando un poco de su
peso. Él mira hacia mí como si me viera por primera vez.
—Oh, ________. Dulce Jesús. —Él se inclina y me besa tiernamente.
—¿Estás bien? —digo en voz baja, alcanzando y acariciando su adorable
cara. Él parpadea y asiente con la cabeza. Se ve sacudido y más
definitivamente agitado. Mi propio muchacho perdido. Él frunce el ceño y
mira fijamente a mis ojos como si por fin registrara donde está.
—¿Tú? —pregunta, la preocupación evidente en su voz.
—Um… —me retuerzo debajo de él y después de un momento sonríe, una
lenta sonrisa carnal.
—Sra. Styles, tienes necesidades —murmura. Me besa rápidamente, luego
se escabulle de la cama.
De rodillas sobre el suelo al final de la cama, llega arriba, me agarra justo
por encima de las rodillas y tira de mí hacia él así mi espalda está en el
borde de la cama.
—Siéntate —murmura. Me esfuerzo en una posición sentada, mi cabello
cayendo como un velo a mí alrededor, hasta mis pechos. Su mirada verde
sostiene la mía mientras suavemente empuja mis piernas abriéndolas
tanto como ellas pueden. Me recuesto en mis manos, sabiendo muy bien lo
que va a hacer. Pero… él está justo… um…
—Eres tan jodidamente hermosa, ________-—susurra, y yo veo su cabeza de
pelo cobrizo enterrarse y plantar un rastro de besos en mi muslo derecho,
en dirección norte. Mi cuerpo entero se aprieta en anticipación. Él mira
hacia mí, sus ojos oscurecidos a través de largas pestañas.
—Observa —él frota entonces su boca sobre mí.
Oh mi. Grito mientras el mundo se concentra en el vértice de mis muslos, y
es tan erótico, mierda, mirarlo. Mirando su lengua contra lo que se siente
como la parte más sensible de mi cuerpo. Y él no tiene piedad, burlándose
y jugando, adorándome. Mi cuerpo se tensa y mis brazos comienzan a
temblar por el esfuerzo de mantenerme en posición vertical.
—No… ah —murmuro. Suavemente, desliza un dedo largo dentro de mí y
no puedo soportarlo más, colapsando de nuevo en la cama, disfrutando de
su boca y dedos sobre y dentro de mí.
Lenta y suavemente, masajes ese punto dulce, dulce muy dentro de mí. Y
eso es todo, estoy ida. Exploto a su alrededor, gritando una interpretación
incoherente de su nombre mientras mi intenso orgasmo hace que arquee
la espalda de la cama. Creo que veo estrellas, es un sentimiento tan
primario y visceral… Vagamente estoy consciente de que está acariciando
mi vientre, y dándome dulces y suaves besos. Me inclinó, acaricio su pelo.
—Aún no termino contigo —murmura. Y antes de que yo haya regresado
completamente a Seattle, Planeta Tierra, está alcanzándome, agarrando
mis caderas y tirando de mí fuera de la cama adonde él está arrodillado, y
en su esperado regazo y hacia su esperada erección.
Jadeo mientras él me llena. Santa vaca…
—Oh, nena —suspira mientras envuelve sus brazos alrededor mío y
continúa, acunando mi cabeza y besando mi cara. Flexiona sus caderas, y
el placer se levanta caliente y duro desde lo más profundo dentro de mí. Él
llega a mi trasero y me eleva, meciendo la ingle hacia arriba.
—Ah —gimo, y sus labios están en los míos una vez más mientras él poco
a poco, oh muy lentamente, levanta y mece… levanta y mece. Lanzo mis
brazos alrededor de su cuello, entregada a su ritmo suave y adonde quiera
que él me lleve. Doblo mis muslos, cabalgándolo… él se siente tan bien.
Inclinada hacia atrás, echo mi cabeza hacia atrás, mi boca abierta amplia
en una expresión silenciosa de placer, disfrutando de su dulce hacer el
amor.
—________ —susurra, y se inclina hacia abajo, besando mi cuello.
Abrazándome fuerte, lentamente se desliza dentro y fuera, empujándome…
más y más alto… tan exquisitamente cronometrado, una fluida fuerza
carnal. Dichoso placer irradia hacia el exterior desde lo más profundo,
profundo dentro de mí mientras me sostiene tan íntimamente.
—Te quiero, _____ —susurra cerca a mi oído, su voz baja y áspera, y él me
levanta de nuevo, arriba, abajo, arriba, abajo. Enredo mis manos atrás
alrededor de su cuello en el pelo.
—Te quiero, también, Harry. —Abriendo mis ojos, encuentro que él
está mirándome, y todo lo que veo es su amor, brillando resplandeciente y
fuerte en el suave resplandor de la luz del cuarto de juegos, su pesadilla
aparentemente olvidada. Y mientras siento mi cuerpo construirse hacia mi
liberación, me doy cuenta de que esto es lo que yo quería, esta conexión,
esta demostración de nuestro amor.
—Vente para mí, nena —él susurra en voz baja. Mantengo mis ojos
cerrados mientras mi cuerpo se tensa ante el sonido bajo de su voz, y yo
me vengo en voz alta, girando en espiral hacia un clímax intenso.
Él se pone rígido, su frente contra la mía, mientras susurra suavemente mi
nombre, envuelve sus brazos a mí alrededor y encuentra su propia
liberación.
Él me levanta suavemente y me pone en la cama. Me acuesto en sus
brazos, escurrida y, finalmente saciada. Él acaricia mi cuello.
—¿Mejor ahora? —susurra.
—Hmm.
—Deberíamos ir a la cama, o ¿tú quieres dormir aquí?
—Hmm.
—Sra. Styles, habla conmigo. —Suena divertido.
—Hmm.
—¿Es lo mejor que puedes hacer?
—Hmm.
—Ven. Déjame que te lleve a la cama. No me gusta dormir aquí.
De mala gana, me volteo y giro hacia él.
—Espera —le susurro. Él parpadea hacia mí, viéndose todo con los ojos
abiertos e inocentes, y al mismo tiempo, bien follado y satisfecho de sí
mismo.
—¿Estás bien? —pregunto.
Mi mente corre. ¿Qué tiene esto que ver con Jack?
Harry levanta el brazo cubriendo su rostro, llega
detrás de él, y coge una de las almohadas. Colocándola bajo su cabeza, se
acomoda de nuevo y me mira, su expresión cautelosa. Después de un
momento niega con la cabeza.
—No. Elliot y yo fuimos adoptados en Detroit. Nos trasladamos aquí poco
después de mi adopción. Grace quería estar en la costa oeste, lejos de la
mancha urbana, y ella consiguió un trabajo en el Hospital Northwest.
Tengo muy poca memoria de esa época. Mía fue adoptada aquí.
—¿Así que Jack es de Detroit?
—Sí.
Oh…
—¿Cómo lo sabes?
—Hice una revisión de antecedentes cuando fuiste a trabajar para él.
Por supuesto que lo hizo.
—¿Tienes un archivo de manila sobre él, también? —Le sonreí.
La boca de Harry se retuerce mientras él esconde su diversión.
—Creo que es de color azul pálido. —Sus dedos continúan corriendo a
través de mi pelo. Es tranquilizador.
—¿Qué dice en su archivo?
Harry parpadea. Estirando la mano acaricia mi mejilla.
—¿Realmente quieres saber?
—¿Es así de malo?
Se encoge de hombros.
—He conocido peores —susurra.
¡No! ¿Se refiere a sí mismo? Y la imagen que tengo de Harry como un
pequeño, sucio, temeroso, chico perdido viene a la mente. Me enrollo en
torno a él, abrazándolo con más fuerza, tirando de la sábana sobre él, y
pongo mi mejilla contra su pecho.
—¿Qué? —pregunta, desconcertado por mi reacción.
—Nada —murmuro.
—No, no. Esto funciona en ambos sentidos, ________. ¿Qué es?
Echo un vistazo evaluando su expresión preocupada. Descansando mi
mejilla sobre su pecho una vez más, me decido a decirle.
—A veces te imagino como un niño… antes de que vinieras a vivir con los
Styles.
Harry se pone rígido.
—Yo no estaba hablando de mí. No quiero tu
compasión, _________. Esa parte de mi vida se fue. Paso.
—No es lástima —digo en voz baja, horrorizada—. Es simpatía y tristeza…
tristeza de que alguien pueda hacerle eso a un niño. —Tomo una profunda
y estabilizante respiración, mientras mi estómago se retuerce y las
lágrimas pinchan mis ojos de nuevo—. Esa parte de tu vida no se fue,
Harry, ¿cómo puedes decir eso? Vives cada día con tu pasado. Tú
mismo me dijiste, Cincuenta Sombras, ¿recuerdas? —Mi voz es apenas
audible.
Harry resopla y corre la mano libre a través de su pelo, aunque se
queda callado y tenso debajo de mí.
—Sé que es por eso que sientes la necesidad de controlarme. Mantenerme
a salvo.
—Y sin embargo, tú decides desafiarme —murmura desconcertado, su
mano aún en mi pelo.
Frunzo el ceño. ¡Santo cielo! ¿Hago eso a propósito? Mi subconsciente, se
quita sus gafas de media luna y mastica el final, frunciendo los labios y
asintiendo con la cabeza. La ignoro. Esto es confuso, soy su esposa, no su
sumisa, no alguna empresa que ha adquirido. No soy la puta drogadicta
que era su madre… Mierda. La idea es repugnante. Las palabras del Dr.
Flynn vienen de nuevo a mí:
“Simplemente sigue haciendo lo que estás haciendo. Harry está de
cabeza… Es una delicia de ver."
Eso es todo. Sólo estoy haciendo lo que siempre he hecho. ¿No es eso lo
que Harry encuentra atractivo en primer lugar?
Oh, este hombre es tan confuso.
—El Dr. Flynn dijo que debería darte el beneficio de la duda. Yo creo que
sí, no estoy segura. Quizás es mi manera de hacerte llegar al aquí y ahora,
lejos de tu pasado —le susurro—. No lo sé. Sólo parece que no puede
conseguir manejar cuan lejos tú sobreactuarás.
Él se mantiene en silencio por un momento.
—Maldito Flynn —murmura
para sí mismo.
—Él me dijo que debía seguir comportándome de la manera que siempre
me he comportado contigo.
—¿Lo hizo? —dice Harry con sequedad.
Muy bien. Aquí va nada.
—Harry, sé que amabas a tu madre y no
pudiste salvarla. No era tu trabajo hacer eso. Pero yo no soy ella.
Se congela de nuevo.
—No —susurra él.
—No, escucha. Por favor. —Levanto mi cabeza para mirar sus ojos verdes
que están paralizados por el miedo. Él está aguantando la respiración. Oh,
Harry… mi corazón se contrae—. Yo no soy ella. Soy mucho más fuerte
de lo que ella era. Te tengo a ti, y eres mucho más fuerte ahora, y sé que
me amas. Te amo, también —susurro.
Su frente se arruga como si mis palabras no fueran lo que él esperaba.
—¿Todavía me quieres? —pregunta.
—Por supuesto que sí. Harry, yo siempre te amaré. No importa lo que
me hagas.
—¿Es esta la certeza que él quiere?
Él exhala y cierra los ojos, poniendo su brazo sobre su cara de nuevo, pero
abrazándome más cerca, también.
—No te escondas de mí. —Llego, agarro su mano y saco el brazo de su
cara—. Has pasado tu vida ocultándote. Por favor, no, no de mí.
Parpadea hacia mí con incredulidad y frunce el ceño.
—¿Ocultándome?
—Sí.
Él cambia de posición repentinamente, se voltea sobre su lado y
moviéndome, así que estoy yaciendo a su lado en la cama. Él levanta la
mano, alisa el pelo de mi cara y lo mete detrás de mi oreja.
—Tú me preguntaste más temprano hoy si yo te odiaba. No entendí por
qué, y ahora… —Él se detiene, mirándome como si yo fuera un perfecto
enigma.
—¿Todavía piensas que te odio? —Ahora mi voz es incrédula.
—No. —Él niega con la cabeza—. Ahora no. —Se ve aliviado—. Pero
necesito saber… ¿por qué has dicho tu palabra de seguridad, _________?
Quedo en blanco. ¿Qué puedo decirle? Que él me asustó. Que yo no sabía
si pararía. Que le rogué, y no paró. Que yo no quería que las cosas
escalaran… como… como esa vez aquí. Me estremezco mientras lo
recuerdo azotándome con su cinturón.
Trago.
—Porque… porque estabas tan enfadado y distante y… frío. Yo no
sabía cuán lejos irías.
Su expresión es ilegible.
—¿Ibas a dejar que me corriera? —Mi voz es apenas un susurro, y siento
un rubor apoderándose de mis mejillas, pero sostengo su mirada.
—No —dice finalmente.
Santa mierda.
—Eso es… duro.
Sus nudillos gentilmente rozan mi mejilla.
—Pero eficaz —murmura. Él
mira hacia mí como si estuviera tratando de ver en mi alma, sus ojos
oscurecidos. Después de una eternidad, murmura—: Estoy contento de
que lo hicieras.
—¿En serio? —No lo entiendo.
Sus labios se tuercen en una sonrisa triste.
—Sí. No quiero lastimarte. Y
me deje llevar. —Él se inclina y me besa—. Perdido en el momento. —Me
besa de nuevo—. Sucede mucho contigo.
¿Ah? Y por alguna extraña razón la idea me agrada… Sonrío. ¿Por qué eso
me hace feliz? Él sonríe, también.
—No sé por qué estás sonriendo, Sra. Styles.
—Yo tampoco.
Él se envuelve alrededor de mí y coloca su cabeza sobre mi pecho. Somos
una maraña de miembros desnudos y vestidos de mezclilla, y sábanas de
raso rojo. Acaricio su espalda con una mano y corro los dedos de la otra
mano por su pelo. Suspira y se relaja en mis brazos.
—Esto significa que puedo confiar en ti… para que me detengas. No quiero
lastimarte nunca —murmura—. Necesito… —Se detiene.
—¿Necesitas qué?
—Necesito control, _________. Al igual que te necesito a ti. Es la única manera
en que puedo funcionar. No puedo dejarlo ir. No puedo. Lo he intentado…
Y, sin embargo, contigo. —Sacude la cabeza con exasperación.
Trago. Este es el corazón de nuestro dilema, su necesidad de control y su
necesidad por mí. Me niego a creer que son mutuamente excluyentes.
—Yo también te necesito —le susurro, abrazándolo con más fuerza—. Voy
a intentarlo, Harry. Voy a tratar de ser más considerada.
—Quiero que me necesites —murmura.
¡Santa vaca!
—Lo hago. —Mi voz es apasionada. Lo necesito tanto. Lo amo tanto.
—Quiero cuidar de ti.
—Lo haces. Todo el tiempo. Te extrañé mucho cuando estabas lejos.
—¿En serio? —Suena tan sorprendido.
—Sí, por supuesto. Odio que te vayas.
Siento su sonrisa.
—Podrías haber venido conmigo.
—Harry, por favor. No vamos a discutir de nuevo ese argumento.
Quiero trabajar.
Él suspira mientras yo paso mis dedos suavemente por su pelo.
—Te amo, ________.
—Te amo, también, Harry. Siempre te amaré.
Ambos yacemos aún en la calma, la tranquilidad después de nuestra
tormenta. Escuchando el ritmo constante de su corazón, voy a la deriva
agotada hacia el sueño.
Me despierto con un sobresalto, desorientada. ¿Dónde estoy? La sala de
juegos. Las luces están todavía encendidas, suavemente iluminando las
paredes de color rojo sangre. Harry se queja otra vez, y me doy cuenta
de que esto es lo que me ha despertado.
—No —se queja. Él está tirado a mi lado, con la cabeza atrás, sus ojos
entornados cerrados, el rostro contraído por la angustia.
Mierda. Está teniendo una pesadilla.
—¡No! —grita de nuevo.
—Harry, despierta. —Me esfuerzo por incorporarme, pateando la
sabana. Arrodillada junto a él, agarro sus hombros y lo sacudo mientras
las lágrimas saltan a mis ojos.
—Harry, por favor. ¡Despierta!
Sus ojos saltan abriéndose, grises y salvajes, sus pupilas dilatadas con el
miedo. Mira distraídamente hacia mí.
—Harry, estás teniendo una pesadilla. Estás en casa. Estás a salvo.
Él parpadea, mira a su alrededor frenéticamente, y frunce el ceño mientras
asimila nuestro entorno. Entonces sus ojos están de regreso en los míos.
—________ —dice en voz baja, y sin preámbulo alguno me alcanza con ambas
manos, agarrando mi cara y me tira sobre su pecho y me besa. Duro. Su
lengua invade mi boca, y él sabe a desesperación y necesidad. Apenas
dándome la oportunidad de respirar, se da la vuelta, sus labios pegados a
los míos, por lo que me está presionando contra el duro colchón de la
cama con dosel. Una de sus manos aprieta mi mandíbula, la otra se
extiende en la parte superior de mi cabeza, manteniéndome quieta
mientras su rodilla aparta mis piernas y él se acomoda, todavía vestido
con sus pantalones vaqueros, entre mis muslos.
—_____________-- —jadea, como si no puede creer que esté allí con él.
Él mira hacia mí por una fracción de segundo, lo que me permite un
momento para respirar. Luego sus labios están sobre los míos de nuevo,
saqueando mi boca, tomando todo lo que tengo para dar. Él gime en voz
alta, flexionando sus caderas hacia mí. Su erección enfundada empuja en
mi carne suave. Oh… Gimo, y toda la tensión sexual acumulada antes de
la erupción más temprana, resurge con venganza, llenando mi sistema con
deseo y necesidad. Impulsado por sus demonios, urgentemente besa mi
cara, mis ojos, mis mejillas, a lo largo de mi mandíbula.
—Estoy aquí —le susurro, tratando de calmarlo, nuestras calientes y
jadeantes respiraciones, mezcladas. Envuelvo mis brazos alrededor de sus
hombros, mientras oprimo mi pelvis contra la suya a modo de bienvenida.
—Oh, __________ —jadea, su voz ronca y baja—. Te necesito.
—Yo también —le susurro con urgencia, mi cuerpo desesperado por su
toque. Lo quiero. Lo quiero ahora. Quiero sanarlo. Quiero sanarme…
Necesito esto. Su mano se extiende hacia abajo y desabrocha el botón de la
bragueta, buscando a tientas un momento, luego liberando su erección.
Mierda. Estaba dormido hace menos de un minuto.
Él se mueve, la mirada fija en mí por una fracción de segundo, suspendido
por encima de mí.
—Sí. Por favor —yo respiro, mi voz ronca y necesitada.
Y en un movimiento rápido se entierra dentro de mí.
—¡Ah! —grito, no de ningún dolor, sino de la sorpresa ante su presteza.
Él gime, y sus labios encuentran los míos de nuevo mientras él empuja en
mí, una y otra vez, su lengua poseyéndome, también. Él se mueve
frenéticamente, obligado por su miedo, su lujuria, su deseo, ¿su… amor?
No sé, pero lo encuentro empuje por empuje, dándole la bienvenida.
—_____________ —gruñe casi inarticuladamente, y se viene con fuerza,
derramándose en mí, su cara tensa, su cuerpo rígido, antes de que se
derrumbe con todo su peso sobre mí, jadeando, y él me deja colgada… de
nuevo.
Mierda. Esta no es mi noche. Mi diosa interior se está preparando para
destriparse a sí misma. Lo sostengo, buscando una bocanada de aire y
prácticamente retorciéndome con necesidad debajo de él.
Sale de mí y me abraza por unos minutos… muchos minutos. Por último,
sacude su cabeza y se levanta sobre sus codos, tomando un poco de su
peso. Él mira hacia mí como si me viera por primera vez.
—Oh, ________. Dulce Jesús. —Él se inclina y me besa tiernamente.
—¿Estás bien? —digo en voz baja, alcanzando y acariciando su adorable
cara. Él parpadea y asiente con la cabeza. Se ve sacudido y más
definitivamente agitado. Mi propio muchacho perdido. Él frunce el ceño y
mira fijamente a mis ojos como si por fin registrara donde está.
—¿Tú? —pregunta, la preocupación evidente en su voz.
—Um… —me retuerzo debajo de él y después de un momento sonríe, una
lenta sonrisa carnal.
—Sra. Styles, tienes necesidades —murmura. Me besa rápidamente, luego
se escabulle de la cama.
De rodillas sobre el suelo al final de la cama, llega arriba, me agarra justo
por encima de las rodillas y tira de mí hacia él así mi espalda está en el
borde de la cama.
—Siéntate —murmura. Me esfuerzo en una posición sentada, mi cabello
cayendo como un velo a mí alrededor, hasta mis pechos. Su mirada verde
sostiene la mía mientras suavemente empuja mis piernas abriéndolas
tanto como ellas pueden. Me recuesto en mis manos, sabiendo muy bien lo
que va a hacer. Pero… él está justo… um…
—Eres tan jodidamente hermosa, ________-—susurra, y yo veo su cabeza de
pelo cobrizo enterrarse y plantar un rastro de besos en mi muslo derecho,
en dirección norte. Mi cuerpo entero se aprieta en anticipación. Él mira
hacia mí, sus ojos oscurecidos a través de largas pestañas.
—Observa —él frota entonces su boca sobre mí.
Oh mi. Grito mientras el mundo se concentra en el vértice de mis muslos, y
es tan erótico, mierda, mirarlo. Mirando su lengua contra lo que se siente
como la parte más sensible de mi cuerpo. Y él no tiene piedad, burlándose
y jugando, adorándome. Mi cuerpo se tensa y mis brazos comienzan a
temblar por el esfuerzo de mantenerme en posición vertical.
—No… ah —murmuro. Suavemente, desliza un dedo largo dentro de mí y
no puedo soportarlo más, colapsando de nuevo en la cama, disfrutando de
su boca y dedos sobre y dentro de mí.
Lenta y suavemente, masajes ese punto dulce, dulce muy dentro de mí. Y
eso es todo, estoy ida. Exploto a su alrededor, gritando una interpretación
incoherente de su nombre mientras mi intenso orgasmo hace que arquee
la espalda de la cama. Creo que veo estrellas, es un sentimiento tan
primario y visceral… Vagamente estoy consciente de que está acariciando
mi vientre, y dándome dulces y suaves besos. Me inclinó, acaricio su pelo.
—Aún no termino contigo —murmura. Y antes de que yo haya regresado
completamente a Seattle, Planeta Tierra, está alcanzándome, agarrando
mis caderas y tirando de mí fuera de la cama adonde él está arrodillado, y
en su esperado regazo y hacia su esperada erección.
Jadeo mientras él me llena. Santa vaca…
—Oh, nena —suspira mientras envuelve sus brazos alrededor mío y
continúa, acunando mi cabeza y besando mi cara. Flexiona sus caderas, y
el placer se levanta caliente y duro desde lo más profundo dentro de mí. Él
llega a mi trasero y me eleva, meciendo la ingle hacia arriba.
—Ah —gimo, y sus labios están en los míos una vez más mientras él poco
a poco, oh muy lentamente, levanta y mece… levanta y mece. Lanzo mis
brazos alrededor de su cuello, entregada a su ritmo suave y adonde quiera
que él me lleve. Doblo mis muslos, cabalgándolo… él se siente tan bien.
Inclinada hacia atrás, echo mi cabeza hacia atrás, mi boca abierta amplia
en una expresión silenciosa de placer, disfrutando de su dulce hacer el
amor.
—________ —susurra, y se inclina hacia abajo, besando mi cuello.
Abrazándome fuerte, lentamente se desliza dentro y fuera, empujándome…
más y más alto… tan exquisitamente cronometrado, una fluida fuerza
carnal. Dichoso placer irradia hacia el exterior desde lo más profundo,
profundo dentro de mí mientras me sostiene tan íntimamente.
—Te quiero, _____ —susurra cerca a mi oído, su voz baja y áspera, y él me
levanta de nuevo, arriba, abajo, arriba, abajo. Enredo mis manos atrás
alrededor de su cuello en el pelo.
—Te quiero, también, Harry. —Abriendo mis ojos, encuentro que él
está mirándome, y todo lo que veo es su amor, brillando resplandeciente y
fuerte en el suave resplandor de la luz del cuarto de juegos, su pesadilla
aparentemente olvidada. Y mientras siento mi cuerpo construirse hacia mi
liberación, me doy cuenta de que esto es lo que yo quería, esta conexión,
esta demostración de nuestro amor.
—Vente para mí, nena —él susurra en voz baja. Mantengo mis ojos
cerrados mientras mi cuerpo se tensa ante el sonido bajo de su voz, y yo
me vengo en voz alta, girando en espiral hacia un clímax intenso.
Él se pone rígido, su frente contra la mía, mientras susurra suavemente mi
nombre, envuelve sus brazos a mí alrededor y encuentra su propia
liberación.
Él me levanta suavemente y me pone en la cama. Me acuesto en sus
brazos, escurrida y, finalmente saciada. Él acaricia mi cuello.
—¿Mejor ahora? —susurra.
—Hmm.
—Deberíamos ir a la cama, o ¿tú quieres dormir aquí?
—Hmm.
—Sra. Styles, habla conmigo. —Suena divertido.
—Hmm.
—¿Es lo mejor que puedes hacer?
—Hmm.
—Ven. Déjame que te lleve a la cama. No me gusta dormir aquí.
De mala gana, me volteo y giro hacia él.
—Espera —le susurro. Él parpadea hacia mí, viéndose todo con los ojos
abiertos e inocentes, y al mismo tiempo, bien follado y satisfecho de sí
mismo.
—¿Estás bien? —pregunto.
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Capitulo Doce
Parte 2
Ire subiendo capitulo poco a poco:)
Él asiente con la cabeza, sonriendo con aire de suficiencia, como un
adolescente. —Lo estoy ahora.
—Oh, Harry —lo regaño y llego hasta acariciar suavemente su hermoso
rostro—. Yo estaba hablando acerca de tu pesadilla.
Su expresión se congela momentáneamente, a continuación, cierra sus
ojos y aprieta sus brazos alrededor mío, enterrando la cara en mi cuello.
—No —susurra, su voz ronca y cruda. Mi corazón da bandazos y giros,
una vez más en mi pecho, y lo agarro fuertemente, pasando mis manos por
su espalda y a través de su cabello.
—Lo siento —le susurro, alarmada por su reacción. Santa mierda, ¿cómo
puedo seguir el ritmo de estos cambios de humor? ¿De qué demonios era
su pesadilla? No quiero causarle más dolor al hacerle revivir los detalles—.
Está bien —murmuro en voz baja, desesperada por traer de vuelta al chico
juguetón de hace un momento—. Está bien —repito una y otra con
dulzura.
—Vamos a la cama —dice en voz baja después de un tiempo, y se aleja de
mí, dejándome vacía y adolorida cuando se levanta de la cama. Me levanto
tambaleante detrás de él, manteniendo la sabana de satén envuelta a mí
alrededor, y me doblo para recoger mi ropa.
—Deja eso —dice, y antes de darme cuenta, me levanta en sus brazos—.
No quiero que tropieces con esta sábana y te rompas el cuello. —Pongo mis
brazos alrededor de él maravillada de que haya recuperado la compostura,
y lo acaricio con la boca mientras él me lleva abajo hacia nuestro
dormitorio.
Abro mis ojos. Algo va mal. Harry no está en la cama, aunque aún está
oscuro. Mirando la alarma de la radio, veo que son las tres y veinte de la
madrugada. ¿Dónde está Harry? Luego oigo el piano.
Saltando rápidamente de la cama, tomo mi bata y corro por el pasillo al
gran salón. La melodía que toca es tan triste, un lamento agonizante que le
oí tocando antes. Me detengo en el umbral para verlo en un charco de luz
mientras la música invade el cuarto. Cuando termina vuelve a comenzar la
misma pieza. ¿Por qué una canción tan lastimera? Me abrazo a mí misma
y escucho hechizada cómo toca. Pero mi corazón duele. ¿Por qué tan triste
Harry? ¿Es por mí? ¿Acaso yo hice esto? Cuando termina, para
comenzarla por tercera vez consecutiva, ya no lo puedo soportar. No me
mira cuando me acerco al piano, pero se mueve para que me siente a su
lado. Sigue tocando, y yo apoyo mi cabeza en su hombro. Besa mi cabello
pero no deja de tocar hasta que termina la pieza. Levanto la vista y me está
mirando cautelosamente.
—¿Te desperté? —pregunta.
—Sólo porque no estabas. ¿Cómo se llama esa pieza?
—Es de Chopin. Es uno de sus preludios en Mi menor. —Hace una
pausa—. Se llama Sofocación…
Tomo su mano.
—¿Todo esto realmente te afectó, eh?
Bufa.
—Un imbécil trastornado se mete en mi departamento para
secuestrar a mi mujer. Ella no hace lo que se le dice. Ella me vuelve loco.
Usa las palabras de seguridad en mí. —Cierra los ojos y cuando los vuelve
a abrir, se ven duros—. Sí, estoy bastante afectado.
Aprieto su mano.
—Lo lamento.
Presiona su frente contra la mía.
—Soñé que estabas muerta —susurra.
¿Qué?
—Yacías en el suelo... tan fría… y no te levantabas.
Oh, Cincuenta.
—Ey, sólo fue un mal sueño. —Estirándome, tomo su cara entre mis
manos. Sus ojos queman los míos y la agonía que veo es sofocante—.
Estoy aquí y estoy fría sin ti en la cama. Vuelve a la cama, por favor. —
Tomo su mano y me pongo de pie, esperando a ver si realmente me
seguirá. Finalmente él también se pone de pie. Está usando el pantalón de
su pijama, y cae de esa forma que le queda tan bien, y quiero pasar mis
dedos por el elástico de la cintura, pero me resisto y lo llevo al cuarto.
Cuando me despierto está acurrucado a mi lado, durmiendo
pacíficamente. Me relajo y disfruto su calor que me envuelve, su piel en la
mía. Me quedo muy quieta, sin querer molestarlo.
Hombre, qué tarde. Siento como si me hubiera arrollado un tren, el tren de
alta velocidad que es mi marido. Cuesta creer que el hombre que yace a mi
lado, con una mirada tan serena y joven en su sueño, se sentía tan
torturado anoche… y me torturó tanto a mí. Miro el techo, y se me ocurre
que siempre pienso en Christian como alguien dominante y fuerte, pero la
verdad es que es tan frágil, mi chico perdido. Y la ironía es que me ve como
alguien frágil, y no creo que lo sea. Comparada con él, yo soy fuerte.
¿Pero soy lo suficientemente fuerte para ambos? ¿Lo suficientemente para
hacer lo que se me dice y darle algo de paz mental? Suspiro. No me pide
mucho. Recuerdo nuestra charla de anoche. ¿Decidimos algo más que
intentarlo con más fuerza ambos? La línea final es que amo a este hombre,
y necesito invocar un acuerdo para ambos. Uno que me permita mantener
mi integridad e independencia pero que me deje ser más para él. Yo soy su
más, y él es el mío. Resuelvo hacer un esfuerzo especial este fin de semana
de no hacerlo preocupar por nada. Harry se estira y levanta su cabeza
de mi pecho, mirándome adormecido.
—Buenos días Sr. Styles. —Sonrío.
—Buenos días Sra. Styles.¿Dormiste bien? —Se recuesta a mi lado.
—Cuando mi marido dejó de hacer ese terrible ruido en el piano, sí, lo
hice.
Sonríe con su sonrisa tímida, y me derrito.
—¿Terrible ruido? Me
aseguraré de enviarle un correo a la señorita Kathie para hacerle saber.
—¿Señorita Kathie?
—Mi maestra de piano.
Río.
—Ese es un sonido encantador —dice—. ¿Acaso hoy será un mejor día?
—Claro —concuerdo—. ¿Qué quieres hacer?
—Después de hacerle el amor a mi esposa, y que ella me haga el desayuno,
me gustaría llevarla a Aspen.
Lo miro.
—¿Aspen?
—Sí.
—¿Aspen, Colorado?
—El mismo. A no ser que lo hayan mudado. Después de todo, pagaste
veinticuatro mil dólares por esa experiencia.
Le sonrío. –
—Ese era tu dinero.
—Nuestro dinero.
—Era tuyo cuando lo gasté. —Pongo los ojos en blanco.
—Oh, Sra. Styles, tú y tus ojos en blanco —susurra mientras pasa su mano
por mi cadera.
—¿No tomará horas llegar a Colorado? —pregunto para distraerlo.
—No en jet —dice distraídamente mientras su mano llega a mi cintura.
Por supuesto, mi marido tiene un jet. ¿Cómo pude olvidarlo? Su mano
sigue recorriendo mi cuerpo, levantando mi camisón mientras avanza, y
pronto me olvido de todo.
Taylor nos lleva a la pista en Sea-Tac y da la vuelta hacia donde nos
espera el jet GEH. Es un día gris en Seattle, pero me niego a dejar que el
clima me baje el ánimo. Harry está mucho más animado. Está
emocionado por algo, iluminado como la navidad e inquieto como un
chiquillo con un gran secreto. Me pregunto qué habrá maquinado. Se ve
soñador, con el cabello alborotado, una camiseta blanca, y vaqueros
negros. Para nada un Gerente General hoy. Toma mi mano mientras
Taylor para a pocos metros del jet.
—Te tengo una sorpresa —murmura y me besa los nudillos.
Le sonrío.
—¿Es una buena?
—Eso espero. —Sonríe cálidamente.
Hmm… ¿qué puede ser?
Sawyer se baja y abre mi puerta. Taylor abre la de Harry y toma
nuestras maletas del baúl. Stephan está esperando arriba de las escaleras
cuando entramos en el avión. Miro la cabina de mando y veo al Primer
Oficial Beighley manejando el increíble panel de control.
Harry y Stephan se sacuden la mano.
—Buenos días señor. —Stephan
sonríe.
—Gracias por acceder con tan poco aviso. —Harry le devuelve la
sonrisa—. ¿Ya llegaron nuestros invitados?
—Sí, señor.
¿Invitados? Me doy vuelta y jadeo. Perrie, Elliot, Mia y Ethan están todos
sonriendo sentados en los asientos de cuero color crema. ¡Guau! Me vuelvo
hacia Harry.
—¡Sorpresa! —dice.
—¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién? —murmuro, intentando contener mi
sorpresa y alegría.
—Dijiste que no veías a tus amigos lo suficiente. —Se encoge de hombros y
me sonríe a modo de disculpa.
—Oh, Harry, gracias. —Me arrojo mis brazos alrededor de su cuello y
lo beso frente a todos. Pone sus manos en mi cadera, enganchando sus
pulgares en los ojales para el cinturón de mis vaqueros, y profundiza el
beso.
Santo cielo.
—Sigue así y te arrastraré al dormitorio —murmura.
—No te atreverías —susurro en sus labios.
—Oh, _____________. —Sonríe, sacudiendo la cabeza.
Me libera y sin previo aviso, se agacha, toma mis piernas, y me carga sobre
su hombro.
—¡Harry, bájame! —le golpeo la espalda.
Llego a ver la sonrisa de Stephen mientras se da vuelta y entra en la
cabina de control. Taylor está de pie en la puerta, intentando contener la
risa. Ignorando mis ruegos y golpes, Harry pasa junto a Mia y Ethan en
la estrecha cabinas, quienes están sentados uno frente a otro en asientos
individuales, pasa a Perrie y Elliot, que están sacudiéndose de la risa.
—Si me disculpan —les dice a nuestros invitados—. Tengo que discutir
algo con mi esposa en privado.
—¡Harry! —grito—. ¡Bájame!
—Todo a su tiempo, cariño.
Puedo ver a Mia, Perrie y Elliot riendo. ¡Maldición! Esto no es divertido, es
vergonzoso. Ethan nos mira, con la boca abierta sorprendido, mientras
desaparecemos en la cabina.
Harry cierra la puerta detrás de él y me libera, dejándome caer por su
cuerpo lentamente, por lo que siento todos sus músculos en mi camino.
Me da su sonrisa infantil, claramente satisfecho.
—Ese fue todo un espectáculo, Sr. Styles —murmuro, cruzándome de
brazos y mirándolo indignada.
—Eso fue divertido, Sra. Styles. —Y su sonría se ensancha. Oh, hombre. Se
ve tan joven.
—¿Vas a seguir con esto? —Arqueo una ceja, no muy segura de cómo
sentirme. Quiero decir, los otros van a oírnos, por el amor de Dios. De
repente, me siento tímida. Mirando ansiosamente la cama, siento un rubor
teñir mis mejillas mientras recuerdo nuestra noche de bodas. Hablamos
tanto ayer, hicimos tanto ayer. Siento como si hubiéramos abierto una
nueva puerta, pero ese es el problema. Es desconocida.
Mis ojos se encuentran con la intensa pero divertida mirada de Harry,
y no puedo seguir con una expresión seria. Su risa es muy contagiosa.
—Supongo que sería desconsiderado hacer esperar a nuestros invitados —
dice tontamente mientras avanza un paso hacia mí.
¿Desde cuándo le importa lo que piense la gente? Retrocedo contra la
pared de la cabina y él me atrapa, manteniéndome en mi lugar con el calor
de su cuerpo. Se inclina y acaricia mi nariz con la suya.
—¿Buena sorpresa? —susurra, y noto un tono de ansiedad en su voz.
—Oh Harry, fue una magnífica sorpresa. —Paso mi mano por su
pecho, la envuelvo en su cuello, y lo beso.
—¿Cuándo organizaste todo? —pregunto cuando retrocedo, acariciando su
cabello.
—Anoche, cuando no podía dormir. Les envíe un correo electrónico a Elliot
y Mia, y aquí están.
—Eso fue muy considerado. Gracias. Lo vamos a pasar genial.
—Eso espero. Creí que sería más fácil evadir a la prensa de Aspen que la
de casa.
¡Los paparazzi! Tiene razón. Si nos hubiéramos quedado en Escala,
estaríamos atrapados allí. Un temblor recorre mi espalda cuando recuerdo
los flashes de las cámaras de los fotógrafos que Taylor tuvo que alejar esta
mañana.
—Ven. Será mejor que nos sentemos, Stephan despegará pronto. —Me
ofrece su mano y caminamos de vuelta a la cabina juntos.
Elliot aplaude cuando entramos.
—¡Eso sin duda fue un servicio a bordo
rápido! —Se burla.
Harry lo ignora.
—Por favor, damas y caballeros, permanezcan sentados dado que pronto
comenzará el despegue.
La voz de Stephan resuena tranquila y cocheritariamente en la cabina. La
mujer morena, umm… ¿Natalie?, que estaba en el vuelo de nuestra noche
de bodas aparece y se lleva las tazas de café vacías.
Natalia… su nombre es Natalia.
—Buenos días Sr. Styles, Sra. Styles —dice con un ronroneo. ¿Por qué me
hace sentir incómoda? Quizás porque es morena. Harry ya ha admitido
que jamás emplea morenas porque las encuentra atractivas. Él le sonríe
amablemente a Natalia y se desliza alrededor de la mesa para sentarse
frente a Elliot y Kate. Abrazo a Perrie y Mia y saludo a Ethan y Elliot antes
de sentarme y acurrucarme junto a Harry. Pone su mano en mi rodilla
y la presiona cariñosamente. Parece relajado y feliz a pesar de que tenemos
compañía. Me pregunto por qué no puede ser siempre así, nada
dominante.
—Espero que hayas empacado tus botas de escalar —dice con un tono
cálido.
—¿No vamos a esquiar?
—Eso sería un desafío en agosto —dice divertido.
Oh, claro.
—¿Tú esquías, _________? —Nos interrumpe Elliot.
—No.
Harry mueve su mano de mi rodilla para darle palmaditas.
—Estoy seguro que mi hermanito puede enseñarte. —Elliot me guiña un
ojo—. También es bastante rápido en las pendientes.
Y no puedo evitar sonrojarme. Cuando miro a Harry, le está dando una
mirada impaciente a Elliot, pero creo que intenta contener la risa. El avión
comienza a avanzar en la pista.
Natalia explica los procedimientos de seguridad en un tono claro y
cantarín. Lleva una falda de tubo color azul marino con una camisa a
juego. Su maquillaje está impecable, realmente es bonita. Mi
subconsciente alza su ceja de siempre hacia mí.
—¿Estás bien? —me pregunta Perrie intencionadamente—. Quiero decir,
¿siguiendo el negocio Hyde?
Asiento. No quiero pensar ni hablar de Hyde, pero Perrie tiene otros planes.
—¿Y por qué enloqueció de rabia de esa forma? —pregunta, llegando al
fondo del asunto como sólo ella puede. Se quita el cabello de la cara como
si se preparara para investigar el asunto.
Mirándola fríamente, Harry se encoge de hombros.
—Lo despedí —dice
llanamente.
—¿Oh? ¿Por qué? —Perrie tuerce la cabeza, y sé que está en su estilo Nancy
Drew.
—Intentó hacer algo conmigo —murmuro. Intento patear a Perrie bajo la
mesa, pero fallo. ¡Mierda!
—¿Cuándo? —Perrie me mira.
—Hace mucho tiempo.
—¡Nunca me lo dijiste! —Espeta.
Me encojo de hombros, disculpándome.
—No puede haber sido sólo por eso, honestamente. Quiero decir, su
reacción fue muy exagerada. —Prosigue Perrie, pero ahora dirige su
pregunta a Harry—. ¿Es mentalmente inestable? ¿Y qué hay de toda la
información que tiene sobre ti Styles? —Que interrogue así a Harry me
pone nerviosa, pero ella ya sabe que yo no sé nada, por lo que no me
puede preguntar. La idea me molesta.
—Creemos que hay una conexión con Detroit. —Se limita a decir
Harry. Demasiado limitado. Oh no, Perrie. Por favor, déjalo por ahora.
—¿Hyde también es de Detroit?
Harry asiente.
El avión acelera, y aumento mi agarre en la mano de Harry. Me mira
reconfortantemente. Sabe que odio los despegues y aterrizajes. Aprieta mi
mano y su pulgar acaricia mis nudillos, para calmarme.
—¿Qué sabes tú sobre él? —pregunta Elliot, ignorando el hecho de que
estamos arriba de un diminuto avión que está haciendo una carrera en la
pista, a punto de lanzarse al cielo, y también ignora la mirada exasperada
de Harry a Perrie. Perrie se inclina, escuchando atentamente.
—Esto tiene que quedar fuera de los registros. —Le dice Harry
directamente a Perrie. Ella hace una fina línea con sus labios. Trago. Oh
mierda.
—Sabemos poco sobre él. —Continúa Harry—. Su padre murió en una
pelea en un bar. Su madre bebía hasta perder la conciencia. Él estuvo
entrando y saliendo de hogares adoptivos de niño… y también de
problemas. Más que nada asaltar coches. Pasó tiempo en la correccional
de menores. Su mamá se curó con un programa, y Hyde se transformó.
Ganó una beca para Princeton.
—¿Princeton? —La curiosidad de Perrie es alertada.
—Síp. Es bastante listo. —Harry se encoge de hombros.
—No tanto. Lo atraparon —murmura Elliot.
—¿Pero están seguros de que no puede haber hecho todo esto solo? —
pregunta Perrie.
Harry se tensa a mi lado. —Aún no lo sabemos. —Su tono es muy bajo.
Santa mierda. ¿Podría haber trabajado con alguien más? Miro horrorizada
a Harry. Aprieta mi mano de nuevo pero no me mira a los ojos. El avión
se eleva lentamente, y siento esa horrible sensación de hundimiento en el
estómago.
—¿Cuántos años tiene? —Le pregunto a Harry, inclinándome para que
sólo él pudiera oír. Aunque me encantaría saber lo que pasa, no quiero
alentar a Perrie. Sé que está irritando a Harry, y estoy segura de que
está en su lista negra desde la fiesta.
—Treinta y dos. ¿Por qué?
—Curiosidad. Es todo.
Harry tensa su mandíbula. —No seas curiosa respecto a Hyde. Sólo me
alegra que el infeliz esté encerrado. —Es casi una reprimenda, pero decido
ignorar su tono.
—¿Tú crees que trabajaba con alguien?
La idea de que hubiera alguien más involucrado me enferma. Significaría
que esto no se ha acabado.
—No lo sé —responde Harry, volviendo a endurecer la mandíbula.
—¿Quizás alguien que tenga algo contra ti? —Sugiero. Santa mierda.
Espero que no sea la bruja zorra—. ¿Como Elena? —susurro. Comprendo
que he murmurado su nombre en alto, pero sólo él puede oírme.
Miro ansiosamente a Perrie, pero está metida en una charla con Elliot, que
parece enfadado con ella.
Hmm.
—¿Realmente te gusta hacerla el villano, eh? —Harry pone los ojos en
blanco y sacude la cabeza, disgustado—. Ella puede ser rencorosa, pero no
haría algo así. —Me mira sombríamente—. No hablemos de ella. Sé que no
es tu tema favorito de conversación.
—¿La has confrontado? —susurro, no muy segura de si quiero saber.
—________, no he hablado con ella desde mi fiesta de cumpleaños. Por favor,
para. No quiero hablar de ella. —Levanta mi mano y besa mis nudillos.
Sus ojos se posan en los míos, y sé que no debería presionarlo con esto
ahora.
—Consíganse una habitación. —Nos molesta Elliot—. Oh claro... ya lo
tienen, pero no lo necesitaron por mucho. —Sonríe.
Harry mira a Elliot.
—Vete al diablo, Elliot —dice sin malicia.
—Hermano, sólo te digo las cosas como son. —La mirada de Elliot es
burlona.
—Como si supieras —murmura sardónicamente Harry, alzando una
ceja.
Elliot sonríe, disfrutando el desafío.
—Te casaste con tu primera novia. —
Elliot me señala.
Oh mierda. ¿A dónde quiere ir? Me sonrojo.
—¿Puedes culparme? —Harry vuelve a besar mi mano.
—No. —Elliot se ríe y sacude la cabeza.
Me vuelvo a sonrojar, y Perrie golpea a Elliot en el brazo.
—Deja de ser un imbécil —le dice.
—Escucha a tu novia —dice Harry a Elliot, sonriendo, y sus
preocupaciones parecen haber desaparecido. Mis oídos se tapan al ganar
altitud, y la tensión en la cabina se disipa mientras el avión se eleva. Perrie
le frunce el ceño a Elliot. Hmm… ¿Pasará algo entre ellos? No estoy segura.
Elliot tiene razón, hago una mueca por la ironía. Yo soy—fui—la primer
novia de Harry, y ahora soy su esposa. Las quince y la malvada Sra.
Robinson, no cuentan. Pero Elliot no sabe de ellas, y claramente Perrie no le
ha dicho. Le sonrío, y ella me guiña el ojo conspirativamente. Mis secretos
están a salvo con Perrie.
—De acuerdo, damas y caballeros, viajaremos a una altitud crucero de
aproximadamente treinta y dos mil pies, y nuestro tiempo estimado de
vuelo es una hora y cincuenta y seis minutos. —Anuncia Stephan—. Ahora
pueden pasear por la cabina.
Natalia aparece abruptamente.
—¿Puedo ofrecer un café? —pregunta.
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Capitulo Trece
Aterrizamos suavemente en Sardy Field a las 12:25pm (MST ).
Stephan detiene el avión a poca distancia de la terminal principal, y
a través de las ventanas veo una larga minivan Volkswagen
esperándonos.
—Buen aterrizaje. —Harry sonríe y aprieta la mano de Stephan
mientras nos preparamos para salir en fila del jet.
—La densidad de la altitud es todo, señor. —Stephan sonríe en
respuesta—. Beighley aquí presente es buena con las matemáticas.
Harry asiente al primer oficial de Stephan.
—Diste en el clavo, Beighley. Suave aterrizaje.
—Gracias, señor. —Sonríe satisfecha.
—Disfruten su fin de semana, Sr. Styles, Sra. Styles. Nos veremos mañana.
—Stephan da un paso a un lado para dejarnos desembarcar y tomando mi
mano, Harry me conduce por las escaleras de la aeronave hacia donde
Taylor está esperando junto al vehículo.
—¿Minivan? —dice Harry sorprendido mientras Taylor abre la puerta.
Taylor le dirige una sonrisa apretada y contrita y un leve encogimiento de
hombros.
—Último minuto, lo sé —dice Harry, inmediatamente aplacado. Taylor
regresa al avión para retirar nuestro equipaje.
—¿Quieres que nos besemos en la parte de atrás de la van? —murmura
Harry, un brillo travieso en sus ojos.
Suelto un risita. ¿Quién es este hombre, y qué ha hecho con el Sr.
Increíblemente Enfadado de los últimos días?
—Vamos ustedes dos. Entren —dice Mia detrás de nosotros, rebozando
impaciencia junto a Ethan. Nos subimos, nos tambaleamos hacia el
asiento doble en la parte trasera y nos sentamos. Me acurruco junto a
Harry, y él pone su brazo sobre la parte trasera de mi asiento.
—¿Cómoda? —murmura mientras Mia y Ethan ocupan el asiento frente a
nosotros.
—Sí. —Sonrío y él besa mi frente. Y por alguna incomprensible razón hoy
me siento tímida con él. ¿Por qué? ¿Por lo de anoche? ¿Por qué tenemos
compañía? No puedo definirlo.
Elliot y Perrie se nos unen finalmente mientras Taylor abre la compuerta
levadiza para guardar el equipaje. Cinco minutos después, estamos en
camino.
Miro por la ventana mientras nos dirigimos hacia Aspen. Los árboles están
verdes, pero un susurro del otoño venidero es evidente aquí y allá en las
puntas amarillentas de las hojas. El cielo es de un azul cristalino, aunque
hay nubes oscuras en el oeste. Alrededor de nosotros, en la distancia, se
ciernen las Rocosas, el pico más alto directamente en frente. Son verdes y
exuberantes, y las más altas están coronadas con nieve y lucen como el
dibujo de un niño.
Estamos en el lugar de los juegos de invierno de los ricos y famosos. Y
tengo una casa aquí. Apenas puedo creerlo. Y desde lo profundo de mi
psiquis, la familiar incomodidad que siempre está presente cuando intento
comprender la riqueza de Harry se cierne sobre mí y se burla,
haciéndome sentir culpable. ¿Qué he hecho para merecer este estilo de
vida? No he hecho nada, nada excepto enamorarme.
—¿Has estado antes en Aspen, ______? —Ethan se gira y me pregunta,
sacándome de mi ensueño.
—No, primera vez. ¿Tú?
—Perrie y yo solíamos venir mucho cuando éramos adolescentes. Papá es
un entusiasta esquiador. Mamá menos.
—Tengo la esperanza de que mi esposo me enseñe a esquiar. —Le doy una
mirada a mi hombre.
—No cuentes con eso —murmura Harry.
—¡No seré tan mala!
—Podrías romperte el cuello. —Su sonrisa se ha ido.
Oh. No quiero discutir y amargar su buen humor, así que cambio de tema.
—¿Hace cuánto tienes este lugar?
—Casi dos años. Ahora también es suyo, Sra. Styles —dice suavemente.
—Lo sé —susurro. Pero de alguna manera no siento el coraje en mi
convicción. Inclinándome, beso su mandíbula y me acurruco una vez más
contra su costado oyéndolo reír y bromear con Ethan y Elliot. Mia
interviene de vez en cuando, pero Perrie está en silencio, y me pregunto si
está meditando sobre Jack Hyde u otra cosa. Luego lo recuerdo. Aspen…
la casa de Harry aquí fue rediseñada por Gia Matteo y reconstruida por
Elliot. Me pregunto si eso es lo que preocupa a Perrie. No puedo preguntarle
delante de Elliot, dada su historia con Gia. ¿Perrie siquiera está al tanto de
la conexión de Gia con la casa? Frunzo el ceño preguntándome qué podría
estar molestándole y resuelvo preguntárselo cuando estemos a solas.
Conducimos por el centro de Aspen y mi estado de animo mejora a la vez
que estudio la ciudad. Hay construcciones bajas, la mayoría de ladrillos
rojos, chalets de estilo suizo, y numerosas casitas de fines de siglo
pintadas de colores divertidos. Muchos bancos y tiendas de diseñador
también, traicionando la riqueza de la población local. Por supuesto que
Harry encaja aquí.
—¿Por qué escogiste Aspen? —le pregunto.
—¿Qué? —Me mira con curiosidad.
—Para comprar una casa.
—Mamá y Papá solían traernos aquí cuando éramos niños. Aprendí a
esquiar aquí, y me gusta el lugar. Espero que a ti también… de lo
contrario, venderemos la casa y escogeremos otro lugar.
¡Tan simple como eso!
Pone un mecho de mi cabello detrás de mi oreja.
—Estás hermosa hoy —murmura.
Mis mejillas arden. Simplemente visto mi ropa de viaje: jeans y una
camiseta y una ligera chaqueta azul marino. Maldita sea. ¿Por qué me hace
sentir tímida?
Me besa, un beso tierno, dulce y amoroso.
Taylor nos conduce fuera de la ciudad, y comenzamos a subir por el otro
lado del valle, serpenteando por una carretera de montaña. Entre más alto
vamos, más me entusiasmo, y Harry se tensa junto a mí.
—¿Qué sucede? —pregunto mientras tomamos una curva.
—Espero que te guste —dice quedamente—. Llegamos.
Taylor baja la velocidad y gira por una entrada hecha de piedras grises,
beige y rojas. Toma el camino y finalmente se detiene frente a una
impresionante casa. Con puerta central y habitaciones frontales, techo a
dos aguas y construida con madera oscura y la misma piedra mezclada de
la entrada. Es deslumbrante; moderna, austera, muy del estilo de
Harry.
—Hogar —articula hacia mí mientras nuestros huéspedes comienzan a
salir de la van.
—Parece bonita.
—Ven a ver —dice, con un emocionado, aunque ansioso brillo en sus ojos
como si estuviese a punto de mostrarme su proyecto de ciencias o algo.
Mia sube las escaleras corriendo hacia donde una mujer está de pie en la
entrada. Es pequeña y su cabello oscuro está manchado con gris. Mia
lanza los brazos alrededor de su cuello y la abraza con fuerza.
—¿Quién es? —pregunto mientras Harry me ayuda a salir de la van.
—La Sra. Bentley. Vive aquí con su esposo. Cuidan el lugar.
Oh, Dios… ¿más personal?
Mia está haciendo presentaciones, Ethan; luego Perrie. Elliot también
abraza a la Sra. Bentley. Mientras Taylor descarga la van, Harry toma
mi mano y me lleva hasta la puerta del frente.
—Bienvenido de vuelta, Sr. Styles. —Sonríe la Sra. Bentley.
—Carmella, ésta es mi esposa, ___________ —dice Harry orgullosamente.
Su lengua acaricia mi nombre, haciendo que mi corazón tartamudee.
—Sra. Styles. —La Sra. Bentley asiente en un respetuoso saludo. Extiendo
la mano y nos saludamos. No es sorpresa para mí que sea más formal con
Harry que con el resto de la familia.
—Espero que hayan tenido un vuelo placentero. Se supone que el clima
estará bien todo el fin de semana, aunque no estoy segura. —Mira las
oscuras nubes detrás de nosotros—. El almuerzo estará listo cuando lo
deseen. —Sonríe de nuevo, sus oscuros ojos centellando, y me siento
cómoda con ella inmediatamente.
—Ven. —Harry me toma en brazos y me levanta.
—¿Qué estás haciendo? —chillo.
—Cargándola por otro umbral, Sra. Styles.
Sonrío mientras me carga hasta el ancho vestíbulo, y luego de un breve
beso, me deja suavemente en el suelo de madera dura. La decoración
interior es austera y me recuerda al gran salón de Escala; paredes
completamente blancas, madera oscura, y arte contemporáneo abstracto.
El vestíbulo se abre hacia una gran sala de estar, donde tres sofás
blancuzcos de cuero rodean una chimenea de piedra que domina el cuarto.
El único color proviene de los suaves cojines dispersos en los sofás. Mia
toma la mano de Ethan y lo arrastra hacia el interior de la casa. Harry
entrecierra los ojos en dirección a las salientes siluetas, su boca
aplanándose. Sacude la cabeza y luego se gira hacia mí.
Perrie silba con fuerza.
—Bonito lugar.
Miro alrededor para ver a Elliot ayudando a Taylor con nuestro equipaje.
Una vez más me pregunto si ella sabe que Gia tuvo que ver con esta casa.
—¿Recorrido? —me pregunta Harry, y lo que fuera que estuviera en su
mente sobre Mia e Ethan se ha ido. Irradia emoción, ¿o es ansiedad? Es
difícil decirlo.
—Seguro. —Una vez más estoy abrumada por la riqueza. ¿Cuánto costó
este lugar? Y yo no he contribuido en nada. Brevemente soy transportada
a la primera vez que Harry me llevó a Escala. También estuve
abrumada entonces. Te acostumbraste, sisea mi subconsciente.
Harry frunce el ceño pero toma mi mano, llevándome a través de varios
cuartos. La cocina de última generación, toda de mármol pálido y
alacenas negras. Hay una impresionante bodega de vinos, y un gran
estudio escaleras abajo, completo con un gran televisor de pantalla de
plasma, suaves sillones… y una mesa de billar. Quedo boquiabierta ante
ella y Harry me ve.
—¿Quieres jugar? —pregunta, un malvado brillo en su ojo. Sacudo la
cabeza, y su ceño se frunce una vez más. Tomando mi mano una vez más,
me lleva al primer piso. Hay cuatro cuartos arriba, cada uno con un baño
privado.
La habitación principal es otra cosa. La cama es inmensa, más grande que
la cama en casa, y tiene en frente un enorme ventanal que da una
panorámica de Aspen y las verdes montañas.
—Ésa es la montaña Ajax… o la montaña Aspen, si prefieres —dice
Harry, mirándome con cautela. Está de pie en la entrada, los pulgares
metidos en las presillas de sus jeans negros.
Asiento.
—Estás muy callada —murmura.
—Es encantador, Harry. —Y de repente, ardo con deseos de volver a
Escala.
En cinco largos pasos está frente a mí, tirando de mi barbilla, y liberando
mi labio inferior del asidero de mis dientes.
—¿Qué sucede? —pregunta, sus ojos examinándome.
—Eres muy rico.
—Sí.
—A veces, simplemente me toma por sorpresa cuán rico eres.
—Somos.
—Somos —murmuro cochemáticamente.
—No te estreses por eso, _________, por favor. Es sólo una casa.
—¿Y qué hizo Gia aquí exactamente?
—¿Gia? —Alza las cejas sorprendido.
—Sí. ¿Ella remodeló este lugar?
—Lo hizo. Diseñó el estudio de abajo. Elliot lo construyó. —Pasa una mano
por su cabello y me frunce el ceño—. ¿Por qué estamos hablando de Gia?
—¿Sabías que tuvo una aventura con Elliot?
Harry me mira por un momento, ojos verdes ilegibles.
—Elliot se ha acostado con la mayoría de Seattle, _______.
Jadeo.
—En su mayoría mujeres, hasta donde tengo entendido —bromea. Creo
que está divertido por mi expresión.
—¡No!
Harry asiente.
—No es mi problema. —Levanta las manos.
—No creo que Perrie lo sepa.
—No estoy seguro de que él comparta esa información. Perrie parece tener
la suya propia.
Estoy sorprendida. ¿El dulce, modesto, rubio y de ojos azules Elliot? Miro
fijamente con incredulidad.
Harry inclina la cabeza, examinándome.
—Esto no puede ser sólo por Gia o la promiscuidad de Elliot.
—Lo sé. Lo lamento. Después de todo lo que ha sucedido esta semana,
sólo… —Me encojo de hombros, sintiéndome llorosa de repente. Harry
parece hundirse con alivio. Tomándome en brazos, me abraza con fuerza,
su nariz en mi cabello.
—Lo sé. También lo lamento. Relajémonos y disfrutemos, ¿de acuerdo?
Puedes quedarte aquí y leer, ver la espantosa televisión, ir de compras, de
caminata, incluso pescar. Lo que sea que quieras hacer. Y olvida lo que
dije sobre Elliot. Fue indiscreto de mi parte.
—De alguna manera explica por qué siempre se está burlando de ti —
murmuro, acariciando su pecho con la nariz.
—En realidad no tiene idea de mi pasado. Te lo dije, mi familia asumió que
yo era gay. Célibe, pero gay.
Suelto una risita y comienzo a relajarme en sus brazos.
—Yo pensé que eras célibe. Qué equivocada estaba. —Lo envuelvo con los
brazos, maravillándome ante la ridiculez de que Harry fuera gay.
—Sra. Styles, ¿se está burlando de mí?
—Quizás un poco —consiento—. Sabes, lo que no entiendo es por qué
tienes este lugar.
—¿A qué te refieres? —Besa mi cabello.
—Tienes el barco, lo cual entiendo, tienes ese lugar en Nueva York para los
negocios pero, ¿por qué aquí? No es como si lo compartieras con alguien.
Harry se queda quieto y silencioso por varios latidos.
—Estaba esperando por ti —dice suavemente, los ojos de un verde oscuro y
luminosos.
—Eso… eso es algo muy bonito.
—Es cierto. No lo sabía en ese momento. —Me da su tímida sonrisa.
—Me alegra que esperaras.
—Vale la pena esperar por usted, Sra. Styles. —Inclina mi barbilla hacia
arriba con su dedo, se inclina, y me besa tiernamente.
—Por usted también. —Sonrío—. Aunque siento que hice trampa. No tuve
que esperar en absoluto.
Él sonríe.
—¿Tanto premio soy?
—Harry, eres la lotería del estado, la cura para el cáncer, y los tres
deseos de la lámpara de Aladino todo en uno.
Él levanta una ceja.
—¿Cuándo te darás cuenta de eso? —lo reto—. Eras un soltero muy
codiciado. Y no me refiero a todo esto. —Hago un gesto desdeñoso con la
mano hacia nuestro lujoso entorno—. Quiero decir aquí. —Pongo mi mano
sobre su corazón, y sus ojos se agrandan. Mi seguro, sexy esposo ha
desaparecido, y estoy frente a mi niño perdido—. Créeme, Harry, por
favor —susurro y sujeto su rostro, tirando de sus labios hacia los míos. Él
gime, y no sé si es por lo que ha oído o si es su usual respuesta primitiva.
Lo reclamo, mis labios moviéndose contra los suyos, mi lengua invadiendo
su boca.
Cuando ambos estamos sin aliento, él se aparta, mirándome dubitativo.
—¿Cuándo vas hacer que pase por tu cráneo excepcionalmente grueso que
te amo? —pregunto, exasperada.
Él traga.
—Algún día —dice.
Es un progreso. Sonrío y soy recompensada con una sonrisa tímida en
respuesta.
—Ven. Vamos a comer algo… los demás se estarán preguntando dónde
estamos. Podemos discutir lo que todos queremos hacer.
—¡Oh, no! —dice de repente Perrie.
Todas las miradas se vuelven hacia ella.
—Miren —dice, señalando la ventana. Afuera, ha comenzado a llover a
cántaros. Estamos sentados alrededor de la mesa de madera oscura en la
cocina después de haber consumido un festín italiano de antipasto mixto,
preparado por la Sra. Bentley, y una botella o dos de Frascati. Estoy
repleta y un poco aturdida por el alcohol.
—Ahí va nuestra caminata —murmura Elliot, sonando vagamente aliviado.
Perrie le frunce el ceño. Definitivamente algo les sucede. Se han relajado
con todos nosotros, pero no entre sí.
—Podríamos ir a la ciudad —dice Mia de repente. Ethan le sonríe.
—Clima perfecto para pescar —sugiere Harry.
—Iré a pescar —dice Ethan.
—Dividámonos —Mia aplaude—. Las chicas, de compras… los chicos,
cosas aburridas al aire libre.
Echo un vistazo a Perrie, quien observa a Mia indulgentemente. ¿Pescar o
de compras? Por Dios, qué decisión.
—_______, ¿qué quieres hacer? —pregunta Harry.
—No me importa —miento.
Perrie encuentra mi mirada y articula la palabra "de compras". Quizás
quiera hablar.
—Pero estoy más que feliz con ir de compras. —Le sonrío irónicamente a
Perrie y a Mia. Harry sonríe. Sabe que odio ir de compras.
—Puedo quedarme aquí contigo, si quieres —murmura, y algo oscuro se
despliega en mi vientre ante su tono.
—No, ve a pescar —respondo. Harry necesita tiempo de chicos.
—Suena como un plan —dice Perrie, levantándose de la mesa.
—Taylor las acompañará —dice Harry y es un hecho… no está abierto
a discusión.
—No necesitamos niñera —contesta Perrie sin rodeos, directa como siempre.
Pongo mi mano sobre el brazo de Perrie.
—Perrie, Taylor debería de venir.
Ella frunce el ceño, luego se encoge de hombros, y por primera vez en su
vida detiene su lengua.
Sonrío tímidamente a Harry. Su expresión se mantiene impasible. Oh,
espero que no esté enfadado con Perrie.
Elliot frunce el ceño.
—Necesito recoger una batería para mi reloj en la ciudad. —Echa un
rápido vistazo a Perrie, y veo su ligero rubor. Ella no lo nota porque está
ignorándolo deliberadamente.
—Toma el Audi, Elliot. Cuando vuelvas podemos ir a pescar —dice
Harry.
—Sí —murmura Elliot, pero parece distraído—. Buen plan.
—Vamos —Tomando mi mano, Mia me arrastra dentro de una tienda de
diseñador que es todo seda rosa y falsos muebles rústicos franceses. Perrie
nos sigue mientras Taylor espera afuera, refugiándose de la lluvia bajo el
toldo. Aretha está cantando "Say A Little Prayer" en el sistema de sonido de
la tienda. Me encanta esta canción. Debería ponerla en el iPod de
Harry.
—Éste te estará maravilloso, _______. —Mia sostiene un trozo de tela
plateada—. Toma, pruébatelo.
—Um... es un poco corto.
—Te verás fantástica en él. A Harry le encantará.
—¿Tú crees?
Mia me sonríe brillantemente.
—_______, tienes unas piernas para morirse, y si vamos a una discoteca esta
noche —dice sonriendo, percibiendo una presa fácil—, te verás sexy para
tu esposo.
Le pestañeo, ligeramente sorprendida. ¿Vamos a ir a una discoteca? Yo no
hago eso.
Perrie se ríe de mi expresión. Parece más relajada ahora que está lejos de
Elliot.
—Deberíamos hacer unos movimientos —dice ella.
—Ve a probártelo —ordena Mia, y de mala gana me dirijo hacia el
cambiador.
Mientras espero a que Perrie y Mia salgan de sus cambiadores, me paseo
hacia la ventana de la tienda y miro hacia afuera, sin ver, al otro lado de la
calle principal. La recopilación de música soul sigue: Dionne Warwick está
cantando "Walk On By". Otra gran canción; una de las favoritas de mi
madre. Miro El Vestido en mi mano. Vestido que quizá sea una
exageración. No tiene espalda y es muy corto, pero Mia lo ha declarado el
ganador, perfecto para bailar toda la noche. Al parecer, también necesito
zapatos, y un gran y grueso collar, que buscaremos después. Poniendo los
ojos en blanco, reflexiono una vez más en lo afortunada que soy de tener a
Caroline Acton, mi propia compradora personal.
A través de la ventana de la tienda me distrae el avistamiento de Elliot. Ha
aparecido del otro lado de la arbolada calle principal, saliendo de un gran
Audi. Se sumerge en una tienda como para escabullirse de la lluvia. Luce
como una joyería... quizás esté buscando esa batería de reloj. Emerge unos
minutos más tarde y no lo hace solo; lo hace con una mujer.
¡Mierda! ¡Está hablando con Gia! ¿Qué demonios hace ella aquí?
Mientras observo, se abrazan brevemente y ella inclina la cabeza hacia
atrás, riendo animadamente de algo que él dice. Él la besa en la mejilla y
luego corre hacia el coche que lo espera. Ella se vuelve y se camina por la
calle, y la miro boquiabierta. ¿Qué fue eso? Me vuelvo ansiosamente hacia
los cambiadores, pero todavía no hay señal de Perrie o Mia.
Echo un vistazo a Taylor, quien está esperando afuera de la tienda. Él
atrapa mi mirada y luego se encoge de hombros. También ha sido testigo
del pequeño encuentro de Elliot. Me sonrojo, avergonzada de haber sido
atrapada espiando. Volviéndome, Mia y Perrie aparecen, ambas riendo. Perrie
me mira con curiosidad.
—¿Qué sucede, _______? —pregunta—. ¿Has cambiado de opinión acerca del
vestido? Te estás sensacional con él.
—Um, no.
—¿Estás bien? —Los ojos de Perrie se agrandan.
—Estoy bien. ¿Pagamos? —Me dirijo a la caja uniéndome a Mia quien ha
elegido dos faldas.
—Buenas tardes, señora. —La joven asistente de ventas, que tiene más
brillo recubriendo sus labios de lo que yo haya visto en un lugar, me
sonríe—. Serían ochocientos cincuenta dólares.
¿Qué? ¡Por este pedazo de tela! Parpadeo y humildemente le entrego mi
Amex negra.
—Sra. Styles —ronronea la Srta. Brillo Labial.
Sigo aturdida a Perrie y Mia por las próximas dos horas, peleando conmigo
misma. ¿Debería contarle a Perrie? Mi subconsciente sacude firmemente la
cabeza. Sí, debería contarle. No, no debería. Podría haber sido sólo una
reunión inocente. Mierda. ¿Qué debería hacer?
—Bueno, ¿te gustan los zapatos, ______? —Mia tiene los puños en las
caderas.
—Um... sí, seguro.
Termino con un par de zapatos Manolo Blahnik increíblemente altos con
tiras que parecen estar hechas de espejos. Combinan perfectamente con el
vestido y acaban de costarle a Harry más de mil dólares. Soy más
afortunada con la larga cadena de plata que Perrie insiste en que compre; es
una ganga de ochenta y cuatro dólares.
—¿Acostumbrándote a tener dinero? —pregunta Perrie sin mala intención
mientras regresamos al coche. Mia se ha adelantado a los saltos.
—Sabes que ésta no soy yo, Perrie. Estoy un poco incómoda con todo esto.
Pero estoy bien informada de que es parte del paquete. —Frunzo los labios,
y ella pone su brazo alrededor de mí.
—Te acostumbrarás, ______ —dice con compasión—. Te verás muy bien.
—Perrie, ¿cómo están Elliot y tú? —pregunto.
Sus grandes ojos verdes se fijan en los míos.
Oh, no.
Ella sacude la cabeza.
—No quiero hablar de eso ahora. —Asiente en dirección a Mia—. Pero las
cosas están… —No termina la frase.
Ésta no es mi tenaz Perrie. Mierda. Sabía que algo estaba sucediendo. ¿Le
digo lo que vi? ¿Qué es lo que vi? Elliot y la Sta. Predadora Sexual Bien
Vestida hablando, abrazándose, y ese beso en la mejilla. ¿Seguramente no
son más que viejos amigos? No, no se lo diré. No ahora. Le doy un
asentimiento que dice “entiendo completamente y respetaré tu privacidad”.
Ella toma mi mano y le da un apretón agradecido, y ahí está, un rápido
vistazo de pena y dolor en sus ojos que ella rápidamente reprime con un
parpadeo. Siento una repentina oleada de protección por mi querida
amiga. ¿A qué demonios está jugando Elliot Mujeriego Styles?
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Capitulo Trece
Parte 2
Una vez de regreso en casa, Perrie decide que nos merecemos unos cócteles
después de nuestro gran espectáculo de compras y rápidamente nos
prepara unos daiquiris de frutilla. Nos acurrucamos en los sofás de la sala
de estar frente al fuerte fuego de la chimenea.
—Elliot sólo ha estado un poco distante últimamente —murmura Perrie,
mirando las llamas. Perrie y yo por fin tenemos un momento para nosotras
mientras Mia guarda sus compras.
—¿Oh?
—Y creo que estoy en problemas por meterte en problemas.
—¿Te enteraste de eso?
—Sí. Harry llamó a Elliot; Elliot me llamó.
Pongo los ojos en blanco. Oh, Cincuenta, Cincuenta, Cincuenta.
—Lo lamento. Harry es... protector. ¿No has visto a Elliot desde la
noche de los cócteles?
—No.
—Oh.
—Realmente me gusta, _________ —susurra. Y por un horrible minuto creo que
va a llorar. Ésta no es Perrie. ¿Esto significa el regreso de los pijamas rosa?
Se vuelve hacia mí.
—Me he enamorado de él. Al principio pensé que era sólo el sexo genial.
Pero él es encantador y amable y cálido y divertido. Podía vernos
envejeciendo juntos, sabes... hijos, nietos… todo.
—Tus felices para siempre —susurro.
Asiente tristemente.
—Quizás deberías hablar con él. Intenta encontrar algo de tiempo a solas
aquí. Averigua qué lo está preocupando.
Quién lo está preocupando, gruñe mi subconsciente. La abofeteo,
sorprendida ante la rebeldía de mis propios pensamientos.
—¿Quizás podrían dar un paseo mañana por la mañana?
—Veremos.
—Perrie, odio verte así.
Ella sonríe débilmente, y me inclino para abrazarla. Resuelvo no
mencionarle a Gia, aunque sí podría mencionárselo al mujeriego. ¿Cómo
puede meterse con el cariño de mi amiga de esta manera?
Mia regresa, y pasamos a un territorio más seguro.
El fuego sisea y escupe chispas en el hogar cuando lo alimento con el
último leño. Ya casi se nos acabó la leña. A pesar de que es verano, el
fuego es muy bienvenido en este día de lluvia.
—Mia, ¿sabes dónde está la leña para el fuego? —pregunto mientras ella
sorbe su daiquiri.
—Creo que está en el garaje.
—Voy a ir a buscar un poco. Me dará una oportunidad para explorar.
La lluvia ha aminorado cuando me aventuro afuera y me dirijo al garaje
para tres coches contiguo a la casa. La puerta lateral está abierta y entro,
encendiendo la luz para ahuyentar la oscuridad. Las tiras fluorescentes
cobran vida ruidosamente.
Hay un coche en el garaje, y me doy cuenta de que es el Audi en el que vi a
Elliot esta tarde. También hay dos motos de nieve. Pero lo que realmente
me llama la atención son las dos motocicletas, ambas de 125cc. Recuerdos
de Ethan valientemente haciendo el esfuerzo de enseñarme a montar una
el verano pasado pasan por mi mente. Inconscientemente, froto el brazo
donde me lastimé gravemente en una caída.
—¿Conduces? —pregunta Elliot detrás de mí.
Me vuelvo rápidamente.
—Has vuelto.
—Eso parece —dice sonriendo, y me doy cuenta de que Harry podría
decirme lo mismo; pero sin la enorme sonrisa que derrite el corazón—. ¿Y
bien? —pregunta.
¡Mujeriego!
—Más o menos.
—¿Quieres intentarlo?
Resoplo.
—Um, no... no creo que Harry estuviera muy feliz si lo hiciera.
—Harry no está aquí. —Elliot esboza una sonrisa de satisfacción, oh,
es un rasgo familiar, y agita su brazo para indicar que estamos solos. Se
pasea hacia la motocicleta más cercana y pasa una larga pierna cubierta
en jean por encima del asiento, sentándose a horcajadas y tomando el
manubrio.
—Harry tiene, um... problemas con mi seguridad. No debería.
—¿Siempre haces lo que él dice? —Elliot tiene un brillo perverso en sus
ojos azules bebé, y veo un destello del chico malo... el chico malo del que
Perrie se ha enamorado. El chico malo de Detroit.
—No. —Arqueo una ceja en reprimenda—. Pero estoy intentando corregir
eso. Él tiene suficiente con que preocuparse sin añadirme a la mezcla.
¿Regresó?
—No lo sé.
—¿No fuiste a pescar?
Elliot sacude la cabeza.
—Tenía algunos asuntos que atender en la ciudad.
¡Negocios! Y una mierda… ¡negocios rubios bien arreglados! Inhalo con
fuerza y lo miro boquiabierta.
—Si no quieres conducir, ¿qué estás haciendo en el garaje? —Elliot está
intrigado.
—Estoy buscando leña para el fuego.
—Ahí estás. Oh, Elliot… regresaste —nos interrumpe Perrie.
—Hola, nena. —Él sonríe ampliamente.
—¿Atrapaste algo?
Examino la reacción de Elliot.
—No. Tenía un par de cosas que atender en la ciudad. —Y por un breve
momento, veo un destello de incertidumbre cruzar su rostro.
Oh mierda.
—Vine a ver qué estaba deteniendo a _____. —Perrie nos mira, confundida.
—Sólo estábamos charlando —dice Elliot, y la tensión crepita entre ellos.
Todos nos detenemos cuando oímos un coche detenerse afuera. ¡Oh!
Harry está de vuelta. Gracias a Dios. El mecanismo que abre la puerta
del garaje zumba fuertemente al ponerse en marcha, sorprendiéndonos a
todos, y la puerta lentamente se levanta para revelar a Harry y a Ethan
descargando la caja de una camioneta negra. Harry se detiene cuando
nos ve parados en el garaje.
—¿Una banda de garaje? —pregunta sarcásticamente mientras se pasea
dentro, dirigiéndose directamente hacia mí.
Sonrío. Estoy aliviada de verlo. Debajo de su chaqueta de pesca, viste los
overoles que le vendí en Claytons.
—Hola —dice mirándome curiosamente, ignorando a Perrie y a Elliot.
—Hola. Lindos overoles.
—Muchos bolsillos. Muy práctico para la pesca. —Su voz es suave y
seductora, para mis oídos nada más, y cuando me mira, su expresión es
ardiente.
Me sonrojo, y él esboza una sonrisa enorme, sin restricciones, toda para
mí.
—Estás mojado —murmuro.
—Estaba lloviendo. ¿Qué están haciendo en el garaje? —Finalmente
reconoce que no estamos solos.
—______ vino a buscar un poco de leña. —Elliot sonríe. De alguna manera se
las arregla para hacer que esa frase suene obscena—. Intenté tentarla para
que diéramos un paseo. —Es el maestro del doble sentido.
El rostro de Harry cae, y mi corazón se detiene.
—Dijo que no. Que no te gustaría —dice Elliot amablemente y libre de
insinuaciones.
La mirada verde de Harry vuelve hacia mí.
—¿Lo hizo? —murmura.
—Escuchen, estoy totalmente a favor de quedarme aquí a discutir qué es
lo que ______ hizo después pero, ¿volvemos a entrar? —dice bruscamente
Perrie. Se inclina, arrebata dos leños, y se vuelve sobre los talones, pisando
con fuerza hacia la puerta. Oh, mierda. Perrie está enfadada, pero sé que no
es conmigo. Elliot suspira y, sin decir una palabra, la sigue. Los miro irse,
pero Harry me distrae.
—¿Sabes montar en moto? —pregunta, con su voz mezclada con
incredulidad.
—No muy bien. Ethan me enseñó.
Sus ojos se congelan de inmediato.
—Tomaste la decisión correcta —dice, su voz mucho más fría—. La tierra
está muy dura ahora, y la lluvia la ha hecho traicionera y resbaladiza.
—¿Dónde quieres el equipo de pesca? —grita Ethan desde afuera.
—Déjalo, Ethan… Taylor se encargará.
—¿Qué hay de los peces? —continua Ethan, su voz vagamente burlona.
—¿Atrapaste un pez? —pregunto, sorprendida.
—Yo no. Edwards lo hizo. —Y Harry hace pucheros… que le sientan
bien.
Estallo en risas.
—La Sra. Bentley se encargará de ello —exclama. Ethan sonríe y se dirige
hacia la casa.
—¿La estoy divirtiendo, Sra. Styles?
—Muchísimo. Estás mojado… déjame prepararte un baño.
—Mientras que te unas a mí. —Se inclina y me besa.
Lleno la gran bañera con forma de huevo en el baño adjunto y vierto un
poco del costoso aceite de baño, el cual comienza a hacer espuma de
inmediato. El aroma es celestial… jazmín, creo. En el dormitorio, comienzo
a colgar El Vestido mientras se llena el baño.
—¿Lo pasaste bien? —pregunta Harry mientras entra en la habitación.
Sólo viste una camiseta y pantalones de ejercicio, los pies descalzos. Cierra
la puerta detrás de él.
—Sí —murmuro, absorbiéndolo. Lo he extrañado. Ridículo… sólo han sido,
¿qué, unas pocas horas?
Él inclina la cabeza y me mira.
—¿Qué sucede?
—Estaba pensando cuánto te he echado de menos.
—Suena como si estuviera muy enamorada, Sra. Styles.
—Lo estoy, Sr. Styles.
Se pasea hacia mí hasta que está de pie delante de mí.
—¿Qué compraste? —susurra, y sé que es para cambiar el tema de
conversación.
—Un vestido, algunos zapatos, un collar. Gaste un montón de tu dinero. —
Lo miro, culpable.
A él le hace gracia.
—Bien —murmura y lleva un mechón de cabello detrás de mi oreja—. Y
por milmillonésima vez, nuestro dinero. —Tironea de mi barbilla, liberando
el labio de mis dientes y desliza su dedo índice por la parte delantera de mi
camiseta, por mi esternón, entre mis pechos, por mi estómago y sobre mi
vientre hasta el dobladillo.
—No necesitarás esto en el baño —susurra, y tomando el dobladillo de mi
camiseta con ambas manos, lentamente la levanta—. Sube los brazos.
Obedezco, sin apartar mis ojos de los suyos, y él deja caer mi camiseta al
suelo.
—Pensé que sólo íbamos a tomar un baño. —Mi pulso se acelera.
—Quiero ensuciarte primero. Yo también te he echado de menos. —Se
inclina y me besa.
—¡Mierda, el agua! —Me esfuerzo por sentarme, toda post-orgásmica y
aturdida.
Harry no me deja ir.
—¡Harry, el baño! —Lo miro desde mi posición postrada sobre su
pecho.
Se ríe.
—Relájate… es un cuarto húmedo. —Se da la vuelta y me besa con
rapidez—. Cerraré el grifo.
Se baja con gracia de la cama y se pasea hacia el baño. Mis ojos lo siguen
ávidamente todo el camino. Hmm… mi esposo, desnudo y pronto mojado.
Mi diosa interior se lame los labios en forma salaz y me da su sonrisa de
bien follada. Me levanto de la cama de un salto.
Nos sentamos en lados opuestos de la bañera, la cual está muy llena; tan
llena que cuando sea que nos movemos, el agua rebalsa por los costados y
cae al suelo. Es muy decadente. Incluso más decadente es Harry
lavando mis pies, masajeando las plantas, tirando suavemente de los
dedos. Besa cada uno y suavemente muerde el dedo más pequeño.
—¡Aaah! —Lo siento… allí, en la ingle.
—¿Te gusta eso? —susurra él.
—Mmm… —murmuro incoherente.
Él comienza el masaje una vez más. Oh, esto se siente bien. Cierro los ojos.
—Vi a Gia en la ciudad —murmuro.
—¿En serio? Creo que tiene una casa aquí —dice despectivamente. No está
interesado en lo más mínimo.
—Estaba con Elliot.
Harry detiene su masaje. Eso captó su atención. Cuando abro los ojos
su cabeza está inclinada hacia un lado, como si no entendiera.
—¿A qué te refieres con Elliot? —pregunta, perplejo más que preocupado.
Le explico lo que vi.
—______, sólo son amigos. Creo que Elliot está bastante entusiasmado con
Perrie. —Hace una pausa y luego añade en voz baja—. De hecho, sé que
está bastante entusiasmado con ella. —Y me da su mirada que dice “no
tengo idea por qué”.
—Perrie es bellísima. —Me erizo, en defensa de mi amiga.
Él resopla.
—Aún me alegra que fueras tú quien cayó en mi oficina. —Besa mi dedo
gordo, libera el pie izquierdo, y toma el derecho antes de comenzar el
proceso de masaje de nuevo. Sus dedos son tan fuertes y flexibles, me
relajo de nuevo. No quiero pelear por Perrie. Cierro los ojos y dejo que sus
dedos hagan su magia en mis pies.
Me miro en el espejo de cuerpo completo boquiabierta, sin reconocer a la
zorra que me mira. Perrie ha jugado a las Barbies conmigo esta noche,
arreglando mi cabello y maquillaje. Mi cabello está suelto y liso, mis ojos
delineados con kohl, mis labios rojo escarlata. Me veo… sexy. Soy toda
piernas, especialmente con los Manolo de tacones altos y el vestido
indecentemente corto. Necesito que Harry lo apruebe, aunque tengo el
horrible presentimiento de que no le gustará que tanta de mi piel esté
expuesta. En vista de nuestra entente cordiale, decido que debería
preguntarle. Levanto mi BlackBerry.
De: ________ Styles
Asunto: ¿Mi trasero luce grande en esto?
Fecha: Agosto 27, 2011 18:53 MST
Para: Harry Styles
Sr. Styles
Necesito tu consejo de vestuario.
Suya
Sra. S x
De: Harry Styles
Asunto: Genial.
Fecha: Agosto 27, 2011 18:55 MST
Para: _________ Styles
Sra. Styles
Realmente lo dudo.
Pero iré y le daré a su trasero un examen a fondo sólo para asegurarme.
Suyo con anticipación
Sr. G x
Harry Styles
Gerente General de Grey Enterprises Holdings e Inspector de Traseros Inc.
Mientras leo su correo electrónico, la puerta del dormitorio se abre y
Harry se congela en el umbral. Su boca se abre y sus ojos se abren.
Maldición… esto podría ir en cualquier dirección.
—¿Y bien? —susurro.
—________, estás… wow.
—¿Te gusta?
—Sí, supongo. —Está un poco ronco. Lentamente entra en la habitación y
cierra la puerta. Viste jeans negros y una camisa blanca, pero con una
chaqueta negra. Está fantástico. Él se acerca lentamente hacia mí, pero
tan pronto como me alcanza, pone sus manos sobre mis hombros y me
hace dar vuelta para enfrentar el espejo de cuerpo entero, mientras él está
de pie detrás de mí. Mi mirada encuentra la suya en el espejo, luego baja,
fascinado por mi espalda desnuda. Su dedo se desliza por mi espalda y
llega hasta el borde de mi vestido en la parte baja de mi espalda, donde la
pálida piel se reúne con la tela plateada.
—Esto es muy revelador —murmura.
Su mano roza más abajo, sobre mi trasero y por el muslo desnudo. Hace
una pausa, ojos verdes ardiendo intensamente en los azules. Luego
arrastra lentamente sus dedos hacia arriba hasta el borde de mi falda.
Mirar sus largos dedos moverse suavemente, juguetonamente sobre mi
piel, sintiendo el hormigueo que dejan a su paso, mi boca forma una
perfecta O.
—No hay mucha distancia desde aquí. — Él toca el borde, luego mueve los
dedos más arriba—. Hasta aquí —susurra. Jadeo cuando sus dedos
acarician mi sexo, moviéndose tentadoramente sobre mi ropa interior,
sintiéndome, provocándome.
—¿Y tu punto es? —susurro.
—Mi punto es… no hay mucha distancia desde aquí. —Sus dedos se
deslizan sobre mi ropa interior, luego uno está adentro, contra mi suave
carne humedecida—. Hasta aquí. Y luego… hasta aquí. —Desliza un dedo
dentro de mí.
Jadeo y hago un suave sonido de lloriqueo.
—Esto es mío —murmura en mi oído. Cerrando los ojos, mueve su dedo
lentamente dentro y fuera de mí—. No quiero que nadie más vea esto.
Mi respiración se entrecorta, mi jadeo coincidiendo con el ritmo de su
dedo. Verlo en el espejo, haciendo esto… está más allá de lo erótico.
—Así que se una buena chica y no te inclines, deberías estar bien.
—¿Lo apruebas? —susurro.
—No, pero no voy a impedir que lo uses. Estás deslumbrante, ________.
—Retira su dedo abruptamente, dejándome con ganas de más, y se mueve
para enfrentarme. Apoya la punta del dedo invasor en mi labio inferior.
Instintivamente, frunzo los labios y lo beso, y soy recompensada con una
sonrisa maliciosa. Él se lleva el dedo a la boca y su expresión me informa
que tengo buen sabor... muy bueno. Me sonrojo. ¿Siempre me sorprenderá
cuando haga eso?
Él toma mi mano.
—Ven —me ordena en voz baja. Quiero responder que estaba a punto, pero
a la luz de lo ocurrido en la sala de juegos de ayer, decido lo contrario.
Estamos a la espera del postre en un exclusivo restaurante de lujo de la
ciudad. Ha sido una noche animada hasta ese momento, y Mia está
determinada a que continúe y en que debemos ir a bailar. En este
momento está sentada en silencio por una vez, pendiente de cada palabra
de Ethan mientras él y Harry hablan. Mia está obviamente
encaprichada con Ethan, y Ethan está… bueno, es difícil de decir. No sé si
son sólo amigos o si hay algo más.
Harry parece a gusto. Ha estado hablando animadamente con Ethan.
Obviamente se unieron gracias a la pesca con mosca. Están hablando de
psicología, principalmente. Irónicamente, Harry suena más informado.
Resoplo suavemente mientras escucho a medias la conversación,
reconociendo tristemente que su experiencia es resultado de su trato con
tantos psiquiatras.
Tú eres la mejor terapia. Sus palabras, susurradas mientras hacíamos el
amor una vez, hacen eco en mi cabeza. ¿Lo soy? Oh, Harry, eso espero.
Miro a Perrie. Está hermosa, pero siempre es así. Ella y Elliot están menos
animados. Él parece nervioso, sus bromas un poco demasiado fuertes, y
su risa un poco apagada. ¿Han tenido una pelea? ¿Qué es lo que le
preocupa? ¿Es esa mujer? Mi corazón se hunde ante la idea de que él
pudiera lastimar a mi mejor amiga. Miro hacia la entrada, casi esperando
ver a Gia paseando calmadamente su trasero bien cuidado por todo el
restaurante hacia nosotros. Mi mente está jugándome trucos, sospecho
que es la cantidad de alcohol que he bebido. Mi cabeza está comenzando a
doler.
De repente, Elliot nos sorprende a todos poniéndose de pie y empujando
su silla hacia atrás de forma que raspa el suelo de baldosas. Todas las
miradas se dirigen a él. Mira a Perrie por un momento y luego se pone de
rodillas a su lado.
Oh. Dios. Mío.
Él toma su mano, y el silencio se instala como una manta sobre todo el
restaurante mientras todos dejan de comer, dejan de hablar, dejan de
caminar, y se quedan mirando.
—Mi hermosa Perrie, te amo. Tu gracia, tu belleza y tu espíritu fogoso no
tienen igual, y has capturado mi corazón. Pasa tu vida conmigo. Cásate
conmigo.
¡Mierda!
ME MUERO! ELLIOT ES UN AMOR!
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Chicas, me tengo que ir pero les prometo que en la noche les subo los tres capitulos que faltan:)
Las quiero!
Las quiero!
CarolineR2
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Holaaa me llamo Jenn
Soy tu nueva lectora
Siguela, me encanta:)
Soy tu nueva lectora
Siguela, me encanta:)
JennyLord
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
oh ahora si que quede con la boca abierta linda me encantaron los capítulos gracias por subir ya los extrañaba (puchero) en serio , síguela pronto BESOS
Chloe
Re: Cincuenta Sombras Mas Liberadas |Harry Styles&Tu|
Estiy impactadaaa! Elliot si que sorprendio a todos y Harry sí que disfrutara quitando el vestido de rayita, y el mensaje sobre su trasero me encantooo, toda provocativa :)
kissesrain
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