Smile for me, Payne. TERMINADA.

Liam también volvió a su casa, con pasos lentos pero finalmente llegó. Se metió directamente a la bañera donde estuvo largo rato sentado mientras que miles y miles de cosas pasaban por su cabeza. No sólo eras tú o los medios o la fama, había millones de cosas mezcladas, parecía que a su cabeza le estaba empezando a gustar eso de pensar en miles de cosas a la vez y acabar entendiendo nada. Cogió su teléfono y entró a twitter, se distrajo un buen momento leyendo tweet y dando alguna que otra respuesta idiota. Si las fans supieran que lo hacía desde la bañera… una risa malvada se le escapó.

Su ensoñación acabó cuando el timbre de la casa sonó, estaba molesto y por soltar alguna que otra palabra fea, sí, Liam Payne también decía palabrotas. Frunciendo el ceño se levantó, se puso una bata y fue a abrir la puerta rápidamente encontrándose con Perrie, vaya, eso sí que era rarísimo. Sus mejillas se volvieron coloradas, estaba en una simple bata… y nada más.

—Hola Liam—saludó ella mirando a su perro algo insegura—. Zayn me dijo que lo harías pero no estoy muy segura, se trata de un favor… pequeño, tan pequeño como este adorable perrito. ¿Qué te parece?

—Veo que mi amigo sabe que adoro los perros—suspiró Liam—¿se van a ir a cenar?

—Uhm, sí, volvemos dentro de dos días—rió con nerviosismo—es que no tenemos con quién dejarlo, ninguna de las chicas está y… ¿podrías por favor? Necesitamos un descanso, solos, sin mascotas y nada parecido. Te lo pagaré de alguna forma, lo prometo.

—Vale, déjalo, no digas más, es mío…—cogió la correa del perro y éste lo miró ansioso.

—Bien, muchas gracias Liam, llamaremos para ver cómo está—sonrió ella y desapareció tan rápidamente como había aparecido. Liam suspiró y miró al perro que lo miraba de la misma forma, vaya, por lo menos tenía un acompañante ya que su novia no podía venir a verlo por cuestiones de trabajo. De hecho si lo pensaba bien, últimamente parecía que ni tenía novia, si no se lo acordaban los entrevistadores, olvidaba. Y no es porque no la quisiera, era porque los dos estaban tan ocupados que a veces todo se volvía frustrante.

—Pues vamos allá compañero—cogió al perro en brazos y sonrió.

Perrie dijo que era pequeño… no que dormiría en medio de la cama y a él no le dejaría sitio. Suspiró e intentó mover al perrito pero él hizo unos sonidos tan tiernos que le dio pena moverlo más. ¿Dónde se suponía que iba a dormir? Gimió tristemente y se llamó estúpido en su mente, era tan débil que ni podía mover a un perro de su propia cama. Bufó y abrió la puerta para salir, cuando quiso salir, Hatchi que era el nombre del perro, se levantó también de la cama y se enroscó entre sus piernas. Joder, ¿qué quería el perro? Lo cogió en brazos para asegurarse de que no volvería a ocupar toda la cama y se metió con él. El cuerpo se lo agradeció ya que se relajó visiblemente.

A la mañana siguiente despertó con algo dormido en su hombro. Se movió y quiso abrazar a lo que era su novia en esos momentos… pero lo único que se encontró fue un sitio vacío y un perro mirándolo con una mirada hambrienta. Gruñó y volvió a cerrar los ojos por si empezaba a soñar alguna cosa bonita y despertaba de mejor humor. ¡Qué mierda! ¿Cuánto llevaba sin abrazar o dormir con su novia? Y eso de tener relaciones ya ni se acordaba.

—Hatchi, ¿te costaría besarme y decirme un buenos días amor?—miró al perro y éste empezó a mover su pequeña cola. Se rió de sí mismo y se levantó de la cama con pereza, tal vez era momento de ir un poco al gimnasio… aunque no tenía muchas ganas de cambiarse de ropa. Suspiró y llevándose al perro se fue a la cocina, ahí le dio de comer y mientras que el perro comía, se tumbó en el suelo, apoyó las piernas en una silla y empezó a hacer unos abdominales.

"¿Por qué maldita sea me siento tan solo? Estoy jodido."

Sabía que los chicos estarían con sus respectivas parejas así que suspiró, ¿con quién salir? Andy estaba de viaje… y no le apetecía llamar a nadie más. Frunció el ceño cuando a la mente se le vino el papel que le diste, vaya, podría ser una buena idea para estudiarte más… para saber si realmente tenías alguna enfermedad o algo parecido. Se levantó con rapidez y corrió hasta sus vaqueros, sacó el papel y su teléfono.

—¿_____(TN)?—preguntó cuando contestaste al teléfono.

—¿Quién?—preguntaste con voz casi irreconocible, vaya, ¿estabas volviendo a ser la seca chica de la primera vez?

—Soy yo… Liam, ¿te acuerdas?—sonó nervioso.

—Sí, eh, claro, ¿qué se te ofrece?

—Pensaba a invitarte a un café o algo parecido, ¿tienes tiempo o estás ocupada?

—¿Cuándo? ¿Ahora…?—preguntaste con voz casi ahogada.

—Mmm, ¿dentro de una hora… dos o algo así? Cuanto tengas tiempo, realmente me da igual.

—Pues, ¿te parece a las cuatro en la cafetería que me llevaste la primera vez?—preguntaste pensativa, tenías que… bueno, hacer algo para no ser la misma aburrida de siempre, así que pensabas comprar y después ir con él.

—Me parece perfecto, te veo ahí entonces—sonrió.

—Vale, adiós—y colgaste.

Liam estaba impaciente, quería conocerte, saber más cosas de ti… por supuesto que no había malas intenciones, él tenía novia… o algo que se parecía a eso. Y recordándose de su novia, cogió el teléfono de nuevo y la llamó para hablar un poco. La primera vez no contestó, pero cuando la llamó media hora más tarde ya sí. Estuvieron hablando menos de diez minutos ya que ella tenía ensayo… entendía, a él siempre le pasaban estas cosas así que luchaba con no enfadarse. No le contó que iba a salir con una amiga así que le mandó un mensaje para avisarla, era mejor para que así no se hiciera ideas malas, a veces sucedía y por los medios, por supuesto.

—Y Hatchi… ¿qué haremos contigo?—miró al perro y se sintió culpable por no pensar antes en él, ¿con quién iba a dejarlo? Se mordió el labio y sonrió, su amigo irlandés seguramente lo ayudaría, sí.

Tú por tú parte te levantaste de la cama desorientada, la noche pasada era borrosa pero sí que te acordabas de Liam… por suerte. Cuando te invitó a tomar el café te pareció raro pero aceptaste, no tenías nada mejor que hacer (bueno, sí, pero no querías hacerlo, todavía no tenías cuerpo) y además te ibas a aburrir en casa sola ya que tu mamá no estaba. Te levantaste para meterte a la ducha, tenías que recorrer un gran camino. Te vestiste con ropa más decente que lo habitual… pero él era alguien importante y no era bueno avergonzarlo.

“He salido, no sé cuándo llegaré a casa, tendré cuidado, adiós.”—dejaste un mensaje pegado al frigorífico y saliste de casa. No hacía mucho frío pero tu cuerpo sí lo tenía.

Llegar hasta el sitio te llevaba como casi dos horas así que al llegar suspiraste, todavía era temprano, llegarías bien a la cita con Liam, bueno, no era exactamente una cita… era algo. Frunciste el ceño y decidiste apartar todas esas cosas de tu cabeza, ahora tenías que mantenerte con la cabeza fría para negociar y tener una buena compra, el dinero se te estaba gastando poco a poco.

—Bienvenida de vuelta cariño, ¿buena?—preguntó el hombre y sonrió, no le devolviste la sonrisa, no estabas para hacer amistades, comprarías y te pirarías de ahí volando.

—Dos gramos…—hablaste con voz seca y fría.

—Seiscientos hermosa—te guiñó un ojo sacando dos bolsitas pequeñas con ese polvo blanco.

Tus manos temblaron terriblemente cuando diste el dinero… era mucho, muchísimo, tus ahorros para la universidad… pero como habías dejado las clases en ese momento te daba un poco de igual. Cogiste las bolsitas, las escondiste bien y saliste de ahí para caminar con rapidez hasta la parada del autobús, dentro de cinco minutos pasaría uno que te llevaría de vuelta.