Smile for me, Payne. TERMINADA.

Probar o no probar, era un gran dilema. No habías encontrado la cocaína que siempre tomabas y te habían ofrecido cristal por un precio más bajo. El cristal se podía fumar, inyectar, tomar como pastillo o mejor dicho comer o bueno, esnifar. El cristal era lo peor del mundo, no querías meterte esa mierda… aunque el chico insistía, mucho, demasiado. Decidiste comprarlo… aunque no lo tomaste. Te sentaste en un banco y simplemente te quedaste mirando la bolsita que te había dado, no te sentías bien, estabas deprimida, triste, con pensamientos malos y con muchas ganas de llorar, pero el problema era que tú no llorabas, nunca lo hacías. Y cuando estabas así los motivos para colocarte eran más.

“Ayuda. Ayuda por favor.”

Podías decirlo en tu cabeza pero no lo podías pedir de verdad. ¿Por qué te costaba tanto, por qué si eras consciente de que estabas jodiéndote la vida cada vez más? Sorbiste por la nariz y miraste alrededor, ¿desde cuándo no te parabas para ver el cielo hermoso y ahora despejado? ¿Desde cuándo no apreciabas el bello sol que pocas veces salía en Londres? ¿Desde cuándo te habías vuelto tan superficial, tan insensible…? Ahogaste un sollozo apretando tu mano fuertemente contra tu boca, querías llorar, sentías ese nudo en la garganta pero no salían lágrimas, no querían salir y tú no podías desahogarte.

—A la mierda…—abriste la bolsita con manos temblorosas.

No habías pensando que sería mala idea pero cuando te encontraste con dos policías a tu lado cogiéndote de los brazos te diste cuenta que había sido una estupidez, una tontería, la cosa más estúpida que has hecho en toda tu vida. Intentaste explicar todo pero en realidad no había ninguna explicación coherente, ellos te habían pillado y tenías que soportar las consecuencias. Lo que más miedo te daba es que no sabías si tendrían que llamar a tu madre, no querías que se enterara de algo así, no querías lastimarla.

—¿Cuántos años tienes?—preguntaron cuando estabas sentada en la delegación.

—Dieciocho cumplidos.

—Muy bien. Te quedarás aquí un día y veremos qué hacemos contigo. ¿Vendes o sólo tomas? Contéstame o la fianza para salir será más grande aún.

—Sólo tomo…—susurraste avergonzada.

Estar en la cárcel apestaba y más si habían más personas en la celda. Tenías de compañía a dos prostitutas rusas… alemanas… o de algo parecido pues no entendías el idioma, ni siquiera podías identificarlo. Ellas no te hablaron y tú no hablaste tampoco. Sabías que al llegar a casa te caería una buena pues normalmente avisabas cuando no dormías y ésta vez no podrías hacerlo. Te mordiste el labio con fuerza, no tenías dinero con que pagar la fianza, ¿cómo ibas a salir? Y lo peor, eso iba a empeorar tu historial para toda la vida. Joder, joder, joder, querías darte cabezazos contra la pared, ¿cómo habías podido ser tan estúpida? Gruñiste haciendo que tus dos acompañantes te miraran.

—Tú—te señalaron—vamos, tienes que pagar la fianza.

—Pero es que yo… yo… ¿puedo llamar a alguien?—paseaste la mirada nerviosa por su cara.

—Siempre lo hacen—rió con burla y te dejaron salir.

Las únicas personas que conocías con dinero eran Liam y tu madre. Tu madre estaba descartada del primer momento y quedaba Liam… que como siempre no sabías si llamarlo ya que él podría tomárselo mal… y quedarte en la cárcel para aprender tu lección sonaba bien aunque no te apetecía mucho. El hombre que te acompañaba te miraba con mala cara así que sin pensártelo más llamaste a Liam que te contestó después de unos cinco tonos, era normal, probablemente estaría durmiendo ya que eran casi la una de la madrugada, mierda.

—¿Liam…? Err…—vacilaste.

—¿_____(TN)? ¿Qué ha pasado?—preguntó y en su voz sentiste que le habías despertado. Dejaste tu cabeza que cayera contra la pared y diste un largo suspiro que asustó más a Liam.

—Es que… estoy en la cárcel—cerraste los ojos con fuerza—no me preguntes por favor, me da mucha vergüenza. ¿Podrías… venir? No puedo salir sin pagar una fianza y no quiero avisar a mi madre… ¡Prometo pagarte todo!

—Joder ____(TN), voy en cinco minutos, espérame, no te muevas—colgó. Con eso reíste, ¿dónde coño ibas a moverte? El tío que estaba a tu lado estaba por esposarte, de ahí no darías dos pasos sin ser arrastrada de nuevo hacia dentro.

Esperaste poco hasta que Liam llegó. Tenía cara de dormido pero estaba mirando todo muy bien. Habló y saludó a unas cuantas personas y se paró enfrente del hombre que estaba vigilándote. No lo miraste ya que se te caía la cara de vergüenza, ni siquiera sabías cómo ibas a explicarle todo, era bochornoso. Suspiraste y te apartaste el pelo, las ganas de colocarte eran aún más pero no tenías nada ya que te lo habían confiscado.

—Ya puede salir señorita—te sonrió el hombre y lo fulminaste con la mirada, te tentaba escupirle pero no hiciste nada ya que Liam te cogió te la mano y tiró de ti en dirección a la salida. Ahí había un coche aparcado con una cabeza rizada, mierda, ¿qué coño hacía Harry ahí? Te paraste bruscamente negándote a entrar… no podías…

—Vamos, no ahora ____(TN).

Al final entraste al coche y ninguno habló más, te sentías juzgada en cierto modo pues Liam tenía cara de molestia, joder, parecías una niña que estaba siendo regañada por sus padres por haber sido mala. Hiciste un puchero y chascaste la lengua, era patético.

—¿Qué pasó?—preguntó Liam.

—Iba a consumir, se me olvidó que estaba en un lugar público y me pillaron—contestaste fríamente, que te dijeran algo… porque estabas dispuesta a saltar del coche de la rabia que tenías.

“Ayuda… por favor… necesito ayuda.”

—No seas tan duro Liam—habló por primera vez Harry—esto no es fácil para ella. Si te ha llamado es porque te tiene confianza y sabe que no la vas a juzgar, no lo estropees, ¿no crees?

—Es que…—suspiró él—vale, voy a calmarme… necesito unos minutos.

Cuando llegaron a la casa de Liam los tres entraron y viste que el rizado se iba directamente a la habitación, ¿vivía con Liam o algo parecido? Te encogiste de hombros y te sentaste en el sofá, sabías que él iba a necesitar explicaciones y ésta vez se las debías, te había ayudado a salir de ahí arriesgándose a que le fotografiaran y millones de cosas más.

—¿Me lo cuentas o vas a tratarme mal y después irte como la vez pasada?—habló tranquilo o dando la impresión de estar tranquilo.

—Es sencillo. Compré, me senté en un banco y simplemente quise… y ellos me pillaron, me llevaron ahí y pues esas cosas. Por suerte no me he quedado hasta mañana… debería de haber sido un día. Y con esto, tengo que avisar a mi madre, le diré que mi amiga lo está pasando mal y que tengo que estar con ella.

Llamaste a tu madre que como esperabas se había asustado pero la tranquilizaste, ella era muy fiel a las amistades y por eso aceptó que te quedaras a dormir en casa de esa amiga imaginaria. Si ella supiera que era un chico… o bueno, el dilema, ¿dónde ibas a dormir? Empezaste a reír sintiéndote estúpida, habías dado por hecho que te ibas a quedar ahí cuando tal vez Liam no… bueno… en fin, ya te las arreglarías.

—¿Estás colocada ahora?—te preguntó de pronto.

—¿Por qué me lo preguntas?—lo miraste nerviosa.

—Por curiosidad. ¿Has estado colocada conmigo alguna vez…?

—Casi… siempre—admitiste y lo miraste para ver como asentía con tristeza. Mierda.