Smile for me, Payne. TERMINADA.

Esa noche fue desastrosa, no sabías cuánto te habías metido al cuerpo pero estaba sentándote muy mal, demasiado mal. Estabas mareada y con ganas de vomitar. Sabías que eso era también por la marihuana, posiblemente estaba dándote un amarillo de los buenos. Te tapaste la cara intentando que eso no te diera más vueltas, joder, la estabas liando bien esta vez. Gruñiste y te levantaste de tu sitio con dificultad, estabas muy mareada y nadie parecía notarlo, y si lo notaban pasaban uno del otro, eso consistía en que cada uno se metiera en su bola y viviera en paz y algunos lo llevaban a casos muy extremos. Lograste llegar al baño de milagro, ahí te tiraste en el suelo y te tumbaste encogiéndote, el frío estaba haciéndote bien, estaba calmándote.

—¿Qué haces aquí zorra?—sentiste una patada en la espalda y diste un gemido de dolor, ¿quién cojones estaba pateándote? Te diste la vuelta para ver a un amigo de Robert que nunca te había caído bien.

—Vete a la mierda jodido maricón—le escupiste en los zapatos y volviste a cerrar los ojos. Sentiste un brusco apretón y de pronto te viste pegada a la pared dolorosamente con ese tío mirándote a la cara con un gesto violento. Tragaste saliva y volviste a escupirlo, ésta vez riéndote después.

—Eres una maldita zorra—te empezó a zarandear golpeándote contra la pared. Todo paró cuando Robert entró al baño y vio a ese cabrón dándote golpes contra la pared. Por suerte los separó al instante y tú caíste al suelo aún riéndote, te sentías tan desorientada y mal que ya no sabías ni lo que hacías.

—Vamos ____(TN), todo está bien—te cogió Robert y te llevó a su dormitorio. A pesar de ser un hijo de puta en ocasiones, él no era tan mala persona. Suspiraste y se lo agradeciste internamente, ya mañana le darías las gracias en condiciones, era un buen amigo.

No habías dormido nada bien, no sabías si era porque no estabas en tu cama o por los dolores de estómago que tenías. Definitivamente llevabas unos días donde lo único que querías hacer es desaparecer. Por alguna extraña razón mientras que estabas teniendo pesadillas lo único que gritabas era Liam y más Liam. Parecía que pensar en él te calmaba en cierto modo, querías verlo. Cuando a la mañana siguiente despertaste seguías estando sola en la cama así que se lo agradeciste a Robert. Te levantaste y tuviste que agarrarte a la cabecera de la cama para no caerte, estabas mareada y sentías que pronto ibas a devolver todo lo que habías comido, que como siempre, no había sido mucho.

—¿Robert?—empezaste a llamarlo cuando mirabas por todos los lados y no lo encontrabas—¿Dónde estás? ¡Robert!

—Llama a una ambulancia _____(TN), rápido—gritó una chica que realmente no sabías quién era.

Parpadeaste y te bloqueaste, no sabías qué hacer. Miraste alrededor y viste que todo estaba limpio, más limpio que nunca. Miraste el reloj y eran las cuatro de la tarde, ¿tanto habías dormido? Cuando la chica volvió a gritarte fue cuando sacaste tu teléfono y llamaste a la ambulancia que prometió llegar dentro de cinco minutos.

—Mírame—te miró la chica—. Hemos encontrado a Robert así cuando vinimos a visitarlo, ¿me has entendido? Yo soy su hermana… me llamo Amy. Lo hemos encontrado así en el baño. Esto no puede salir de aquí, si alguien se entera de que mi hermano hizo una fiesta con cocaína por todo lo grande, se nos cae el pelo a todos. ¿Vale ____(TN)? Joder… tú también te has drogado.

Todo era desesperación y te recordaba al día que Nathan murió, había pasado casi lo mismo, sólo que esa vez lo habías visto todo. La ambulancia vino rápido y se llevaron a Robert y Amy, tú no saliste ya que tu aspecto era horroroso y se veía perfectamente que ahí había pasado algo más, eso de que habían venido a visitarlo no iba a colar así que Amy prefirió que no salieras. Cuando ellos se fueron recogiste tus cosas, cerraste bien y todo y fuiste a tu casa donde tu madre estaba durmiendo. Te metiste directamente a la ducha y te cambiaste de ropa. Dejaste una nota a tu madre y saliste rumbo al hospital, no podías dejar a Robert, él te había ayudado en más de una ocasión.

—¿Qué ha pasado?—preguntaste cuando viste a Amy en la sala de espera con gesto nervioso. Robert nunca te había hablado de su familia, habías dado por hecho de que no tenían contacto o algo parecido.

—No ha sido una sobredosis—aseguró—fue no sé, mezcló algo que no debió y le sentó mal… no llegó a una sobredosis de milagro. ¡Es inconsciente! Cada vez que le digo que deje esas mierdas nunca me escucha, se hunde más y más en la miseria y apenas tiene veinticinco años.

—Yo… lo siento—parpadeaste, como bien sabías, no eras muy buena consolando.

—¿Por qué lo sientes? Estás en la misma situación que él. Dos idiotas que no viven para otra cosa que no sea el polvo blanco que por supuesto, lo único que hace es estropearlos. Eres muy joven ____(TN), me da igual la razón pero déjalo, no vale la pena, te lo dice esta chica que ha pasado por lo mismo—te miró Amy con dolor y supiste que ella había sufrido tal vez el doble que Robert y tú.

Te levantaste y te alejaste de ahí, no querías sermones aunque ella tenía razón. Te metiste al baño y volviste a drogarte, sólo así podías mantenerte a raya con las emociones y no explotar. Tú nunca llorabas. Nunca demostrabas tus sentimientos. Eras fuerte. Como una roca. Nunca ibas a dejar esto, nunca ibas a ser feliz porque no te lo merecías. En estos momentos volvías a odiar a Liam por no haberte dejado morir, habría sido mejor.

—Te voy a pedir que te vayas de aquí—llegó Amy a tu lado—no pienso dejar que mi familia te vea drogada, ya les vale con Robert y con lo que sufrieron conmigo. Vas a tener permiso de ver a mi hermano cuando estés consciente de lo que hagas y no bajo esos polvos. Ahora, retírate.

Podrías discutir pero no tenías fuerzas así que simplemente saliste de ahí. Hacía frío y probablemente empezaría a llover pronto. Te sentías sola, desolada, abandonada, ya no sabías qué hacer para quitar esos sentimientos, desde unos días ni siquiera drogarte te quitaba todos esos sentimientos. Suspiraste y metiste las manos en los bolsillos de tu chaqueta, querías ver a Liam pero no podías presentarte en su casa así… todavía no tenían esa confianza. Eso te hacía preguntarte, ¿la tendrían alguna vez? Querías… bueno, lo que querías era diferente de lo que él podría darte… pero sabías que eso tampoco funcionaría, tú no eras una persona que pudiera ser querida, siempre te equivocabas y las personas que te querían, llegaban a odiarte o simplemente te dejaban sola. Como ahora. Sola.

“Liam… ¿podríamos vernos?”—le mandaste un mensaje y a los segundos te arrepentiste. ¿Y si él estaba cansándose de ti y no te quería ver más pero tú lo seguías buscando? Apretaste el teléfono y justo ibas a estamparlo contra el suelo cuando sonó avisándote que tenías su contestación. Con miedo abriste el mensaje y sonreíste, ¡él quería verte!

Empezaste a andar a un ritmo rápido para llegar cuanto antes a su casa. Al tocar el timbre tenías una sonrisa pero al ver que no te abría él pestañeaste sintiéndote estúpida. ¿Te habías equivocado de casa? Quisiste decir algo pero esa mirada que tan nerviosa te ponía estaba mirándote de nuevo. Te aclaraste la garganta y éste esperó a que hablaras.

—¿Li-Liam está?—tartamudeaste jugando con tus dedos.

—Hola _____(TN)—llegó Liam con una sonrisa y eso te hizo sonreír también, él no te intimidaba, por suerte.—Pasa, estamos todos reunidos.

—Yo es que… mejor vengo otro día, ¿no?—miraste al chico moreno que todavía no se iba de ahí y estaba serio.

—No, no, pasa chica—habló él por primera vez y te sorprendiste, su voz era más bonita de lo que te habías imaginado.

—No le hagas caso a Zayn, suele ser un poco serio—te susurró Liam cuando éste se fue adelante.

—Te he escuchado—aseguró Zayn y empezaste a reírte sin querer.