Smile for me, Payne. TERMINADA.

Tu reacción era claramente en defensa, no sabías cómo reaccionar. No era plan de aceptar que te drogabas. Parpadeaste e intentaste hacerte la indignada y enfadada pero con Liam era fácil, él era inocente en algunas cosas, era obviamente que estaba casi por pedirte perdón por la pregunta. Con indignación te levantaste del sofá y te quedaste enfrente de él intentando poner una cara ofendida.

—¿Me parezco yo a una drogadicta Liam?—preguntaste arqueando una ceja mientras que él te miraba con culpabilidad, bingo, Liam era un ingenuo, lo sentías por él… pero ibas a mentirlo.

—No… bueno, no realmente, pero tienes ciertas cosas que…—empezó pero se calló para volver a empezar de nuevo—. Da igual es una estupidez, lo siento mucho, no quería… he sido un estúpido por preguntártelo. ¿Me perdonas? Yo simplemente me dejé llevar…

—Bueno, bien, vale, acepto tus disculpas—te volviste a sentar.

Un silencio incómodo se instaló entre vosotros, tú no sabías qué decir o hacer así que simplemente paseabas la mirada por toda la sala observando desde la distancia las fotos que estaban colgadas mientras que Liam se miraba los dedos nervioso sin saber cómo volver a empezar una conversación amable. Los dos se sentían bastante estúpidos… así que cogiste tu bolso y con un ‘disculpa’, te fuiste al baño. Sabías que no deberías de hacerlo pero no podías aguantar más. Te metiste al baño y viste que todo estaba muy limpio así que lo hiciste todo cuidadosamente para no manchar nada… él ya estaba sospechando algo, no era momento de darle más motivos.

—¿Todo bien?—te preguntó Liam cuando volviste a aparecer.

—Todo muy bien. ¿Sabes? Ayer ese amigo tuyo moreno me estaba mirando muy insistente, creo que no le he caído muy bien, ¿tú qué dices?—y una vez más, Liam se sorprendía por cómo a veces empezabas a hablar tan fácilmente sin parar.

Desde ese día hablaste mucho con Liam, siempre se llamaban y se mandaban mensajes, a veces incluso hasta quedaban para tomar algo juntos. Habías decidido no unirte a su grupo ya que ese moreno todavía te daba pánico, su mirada había hecho que sintieras miedo. Parecía que él sabía tu secreto y sabías que se lo diría a Liam y no querías estropear lo que estaba surgiendo entre vosotros.

“¿Podrías venir? :(”—recibiste un mensaje de Liam y eso te panicó. Él no ponía caritas tristes y menos con mensajes así de cortos. Rápidamente te vestiste con lo primero que pillaste, te despediste de tu mamá sin darle muchas explicaciones y saliste de casa olvidándote del bolso y de todas tus cosas necesarias, mierda, grave error. Aunque ahora que estabas cerca, no podías volver, tardarías más y no querías hacerlo esperar.

—Estoy aquí, ¿qué ha pasado?—lo miraste sorprendida, él estaba realmente triste, sus facciones lo decían todo. ¿Había estado llorando? Frunciste el ceño y él se sentó en el sofá con gesto derrotado. Se tapó la cara al instante con las manos y viste como sus hombros se sacudían. ¿¡Estaba llorando!? Tragaste saliva y te sentaste a su lado para acariciarle la espalda en un intento de reconfortarlo, no eras para nada buena consolando.

—Se ha acabado…—habló con voz ahogada—se ha acabado, todo, ella se ha ido.

—¿A quién te refieres? ¿A Danielle? Habla Liam—insististe.

—Sí, ella—te miró y se te partió el corazón. Él lloraba con tanto sentimiento que era imposible no sentir su dolor. Le limpiaste las lágrimas en un intento de borrar esa tristeza de sus ojos… aunque era imposible, era una ruptura, él amaba a esa chica tanto que en ese momento estaba cegado.

—¿Por qué?

—Se ha tenido que ir a Brasil… con los bailes y esas cosas, tiene un contrato por un año—explicó limpiándose las lágrimas con rabia—. Dijo que no quería hacerme esperar, que merecía ser feliz y que era mejor dejarme ir. ¡Yo la amo! Podríamos haberlo hecho funcionar pero ella… ella simplemente tiró todo a la basura. ¡Dos malditos años de relación! Dios mío. ¿Sabes? Siento haberte llamado ha sido una estupidez, me gustaría estar solo.

—Pero…—balbuceaste al ver que ponía distancia y se convertía en una persona fría como el hielo.

—Por favor, necesito estar solo, por favor—rogó casi echándose a llorar. Sin saber qué hacer te levantaste y saliste de ahí dejándolo solo. Esa imagen de Liam nunca se te borraría de la mente. Fuiste hasta casa rápido y cogiste tu teléfono, era momento de enviarle un mensaje a Niall, era con el único que tenías un poco más de relación. No podías dejar que Liam estuviera solo en esa situación, no te parecía adecuado, además, seguramente el rubio sabría cómo cogerlo y hacer que se sintiera mejor.

“Niall… Liam lo está pasando mal y me ha pedido que lo dejara solo, ves tú por favor, no me gusta que esté solo en estas situaciones.”

“Es mejor dejarlo solo ____(TN), le gusta la soledad en estos momentos.”

Y aunque no te convencía mucho eso, decidiste no volver a molestarlo aunque cada dos por tres mirabas el teléfono por si te había mandado algún mensaje estúpido como siempre hacía. Y no, no recibiste nada ni siquiera al segundo día y eso te frustraba demasiado. Habías consumido en una noche lo que normalmente consumías en dos, no sabías cómo todavía estabas cuerda. Con desesperación pasaste las manos por tu pelo y casi te lo arrancaste del violento tirón que te diste, mierda, esto no te estaba gustando, estabas yendo por mal camino.

“Necesito saber algo de ti, contéstame.”—le mandaste un mensaje a Liam ya desesperada, te preocupaba.

“Bien.”—fue su respuesta y aunque había sido seca por lo menos sabías que seguía viviendo y que estaba bien o coherente. Suspiraste con alivio y te dejaste caer en la cama sintiéndote más aliviada. Fue entonces cuando pudiste dormir unas horas en condiciones. Y despertaste cuando tu teléfono estaba sonando como desesperado, al parecer siempre te despertaban así.

—¿Quién?—contestaste de mala manera.

—Fiesta hoy a las cinco, no faltes, tenemos—habló Robert y abriste los ojos al instante. Ustedes llamaban ‘fiesta’ a eso de juntarse y drogarse como idiotas, no eran las típicas fiestas con música alta y mucha gente bailando y bebiendo.

—¿Cuánto?—preguntaste mordiéndote el labio, sabías que tus ahorros habían caído de nuevo así que era probable que no pudieras ir.

—Para ti gratis muñeca—escuchaste su risa y tu estómago se revolvió.

—Ahí estaré—colgaste para no escucharle más.

Joder, estabas cansada, te sentías como si te hubiera pillado tres camiones seguidos. Con pesadez empezaste a moverte, esa mañana estabas lenta y no tenías ganas de nada… bueno, a excepción de una cosa que pasaría dentro de unas horas. Eso te hizo sonreír pero la sonrisa también se te borró, eras consciente de que estabas hundiéndote más y más pero no sabías cómo remediarlo, tenías miedo a decirlo y aceptarlo. ¿Y si causabas más problemas? ¿Y si las pocas personas que te quedaban se alejaban del todo de ti? Con ese miedo instalado en el cuerpo te fuiste a la gran fiesta.

—¡La invitada estrella!—gritó Robert y te sonrojaste sin poder evitarlo, todas las miradas se concentraron en ti. Saludaste a las personas que ya conocías desde otras veces y te sentaste en el almohadón de siempre. Nadie te quitaba el sitio por suerte.

—Déjate de tonterías y vamos—hablaste secamente, no tenías ganas de tonterías o mejor dicho, de las tonterías de Robert. Estabas enfadada con él desde esa noche, él te había marcado el cuerpo y eso te había hecho sentir peor aún. No eras ninguna puta que se le pudiera marcar con moratones o algo parecido. Y se lo pensabas decir… aunque te daba miedo por si te quedabas sin fiesta. Sí, tu vida sólo se trataba de tener miedo a todos y a todo. En esos momentos odiabas a Liam, ¿por qué demonios había tenido que llegar esa vez cuando estabas tan decidida?