Smile for me, Payne. TERMINADA.

Un paso… dos pasos… tres pasos… seis personas… siete personas. Ninguna sonrisa. A esa altura estabas casi rindiéndote, ¿por qué la gente vivía con tantas prisas? Era agobiante ver cómo pasaban por tu lado, a veces empujándote y ni siquiera pidiendo perdón o voltearse para ver si estabas bien. Te gustaría poder darle el don de leer mentes a alguna persona que pasaba por ahí, sentías curiosidad, ¿se pararía contigo si leía tus pensamientos suicidas o seguiría con su camino igual que hacían ahora?

Miraste alrededor y nada te motivaba, absolutamente nada y no sabías a quién culpar. Si a tu madre por ser tan ingenua… o a tu padre el drogadicto. Era difícil, siempre habían sido una familia problemática, tu padre siempre tenía arranques de furia que siempre las pagaba contigo ya que no permitías que tocara a tu madre. Ella nunca se había atrevido a denunciar o a dejarlo, según ella, no podía dejarlo después de tantos años juntos, lo amaba. Y cuando uno ama, permite y acepta todo tipo de cosas simplemente por eso, porque está enamorado y ciego. Nunca lo habías estado… pero lo habías visto en tu madre, en alguna que otra de tus amigas que ahora probablemente correrían si te vieran.

No podías culparlas, soltaste una risita mientras que te sentabas en la barandilla de lo que era el puente, más de una persona te miraba con terror, "no pasa nada gente, voy a tirarme de todos modos". Balanceaste las piernas y miraste tu celular, te tentaba ponerte los auriculares y escuchar algo de música, pero si es que te decidías tirar antes de lo previsto, no querías tirarte con el teléfono, ahí tenías como… ¿pequeñas cartas? Algo parecido. Sí, sonaba estúpido pero eran despedidas para que nadie se sintiera culpable, querías que quedara claro que era algo que hacías por decisión propia.

"Vamos… ¡qué alguien me dé una puta sonrisa, por favor, no quiero hacerlo."

Sabías que una parte de ti no quería hacerlo y otra parte sí, estabas cansada de sentirte mal, de sentirte cansada. Te quedaba tanto por vivir que sentías pánico, no querías volver a meterte mierda como pastillas o fumar alguna tontería mala. De eso no podías culpar a nadie, en eso te habías metido solita y estabas sufriendo, oh sí, eso estaba cobrándote muy caro. Encendiste un cigarro y miraste alrededor, la gente ya ni te miraba, seguían andando. Vaya, ¡Londres era una mierda sin corazón! Querías enseñarles un dedo o desnudarte para ver si llamas la atención de alguien… pero eso sobria no lo ibas a hacer, no te atrevías, siempre habías sido más tímida, sorprendente desde luego.

"A la mierda el mundo, sois todos unos hijos de la gran puta, os odio a todos y ni siquiera os conozco."

Sabías que el odio que estabas sintiendo era porque nadie se paraba, nadie se preocupaba, probablemente parecías una loca desquiciada fumando intentando llamar la atención. Tenías la esperanza… una muy vaga de que alguien se parara, te dijera por lo menos un "hola" o un "¿qué haces ahí subida? Puedes caerte."

Una hora más tarde suspiraste y miraste alrededor, era el momento. "Adiós mundo, adiós sufrimiento, adiós todo el mundo. Te amo mamá, y aunque no lo creas, a ti también papá, ustedes no tienen la culpa de nada. Soy yo, siempre he sido yo. Prometo cuidarlos de allá arriba."

—¿Qué haces ahí subida? ¡Baja ahora mismo!—escuchaste una voz muy cerca de ti.

Parpadeaste como estúpida y te quedaste mirando al chico confundida. Tenía el pelo largo y castaño levantado en un tupé, sus cejas eran pobladas, sus ojos eran marrones, muy bonitos y brillosos, parecían llenos de vida. Su nariz que parecía haber estado rota le quitaba un poco de su belleza pero seguir bajando viste que sus labios le devolvía esa belleza. Tenía barba de unos pocos días y era un chico atractivo, no podías decir que no. Volviste a parpadear y lo miraste atentamente, era alto y musculoso, se veía que trabajaba buen rato en el gimnasio.

"Sonríe para mí, por favor, hazlo."

—¿Quieres que me baje?—preguntaste aún dudando. Él asintió y tu corazón empezó a bombear como loco.—Con una condición. Sonríe para mí, por favor.

El chico te miró y estabas seguro que en esos momentos tenía ganas de tirarte él mismo por el puente, aunque no le culpabas, tú estarías igual si alguien estaría enfrente tuya intentando suicidarse y te preguntaba si podías sonreír para él/ella, lo más seguro es que le enseñarías un dedo y le cogerías para darle una paliza a ver si las sonrisas se le salían de la cabeza.

"¡¡Sonríe maldita sea, hazlo!!"

—¿Puedes bajar por favor?—te pidió con voz suave, parecía que estaba hablando con un bebé pequeño.

Respiraste con dificultad y quisiste volver a repetir tu petición pero antes de poder decir algo… él esbozó una sonrisa pequeña, tal vez algo forzada… pero una sonrisa y dejaste que todo el aire que aguantaste saliera bruscamente.

—Gracias…—susurraste mirándolo. Él asintió y estiró su mano para que la cogieras, con una mano temblorosa se la cogiste y él tiró de ti haciéndote caer justo en sus brazos. Te abrazó fuertemente mientras que la gente se apelotonaba alrededor vuestra. ¿Por qué ahora de repente todos tenían interés? ¿Por qué hacían fotos? ¡A la mierda hijos de puta, si no hubiera sido por él, me habría suicidado! Incoherencia de nuevo pues nadie tenía la culpa de que tú te quisieras suicidar pero en ese momento estabas enfurruñada.

—Vámonos, esto se está volviendo un poco incómodo—habló él y se separó de ti para cogerte del brazo y dirigirte entre la multitud. Bueno, no querías ir con él pero estaba tirando de ti, no podías pararte en medio y gritarle, aunque querías hacerlo. Frunciste el ceño más, ¿por qué había tantas adolescentes haciéndole fotos a ese chico? Era guapo y todas esas cosas pero, ¿a tanto llegaban las muchachas?—Entraremos aquí, ¿te parece bien? Estamos un poco más tranquilos ya que las fans y los paparazzis no pueden entrar dentro.

¿Paparazzis? ¿Fans? ¿De qué coño estaba hablándote ese tío? Estabas empezando a pensar seriamente que estaba loco. Abriste la boca para decir algo pero la volviste a cerrar cuando en la televisión una canción animada empezó a sonar y el chico que tenías delante aparecía. ¡Mierda! ¡One Direction! ¿One Direction? ¿Qué demonios estaba pasando? Apretaste la cabeza contra la mesa fría y miraste con disimulo a ese chico, no sabías su nombre… aunque viéndolo mejor sí que te parecía conocido, era imposible no saberlo, estaban provocando un revuelo tremendo en Londres esos cinco chicos o cuántos fueran.

—¿Qué quieres de tomar? Yo tomaré una coca-cola light y un pastelito porque tengo mucha hambre—habló mirándote con curiosidad. Para un chico que acababa de salvar a una suicida parecía bastante tranquilo y en paz consigo mismo. Ladeaste la cabeza observándolo y una vez más te quedaste sin palabras, ¿hoy era el día de quedar como estúpida o qué pasaba? Tomaste aliento y cogiste el menú que había enfrente tuya, empezaste a leerlo y aunque leías, no sabías qué demonios ponía, estabas sintiéndote de repente mal, muy mal.

—Yo… y-o…—empezaste a hablar.

—¿Quieres que elija yo? He comido más veces y sé lo que está más bueno, no te preocupes, iré a pedir, no te muevas—se levantó y se acercó a la barra. Él era muy amable, demasiado amable incluso, parecía que no había roto ningún plato en su vida aunque bueno, las apariencias engañaban, lo habías aprendido hace unos años.

—¿Cómo te llamas?—preguntaste más serena cuando él volvió con su pedido y con el tuyo incluido. Él dejó tu bandeja enfrente tuya y se sentó con lentitud.

—Soy Liam—sonrió débilmente—. ¿Y tú?

—_____(TN)—sonaste más seca de lo que quisiste. Él asintió y no dijo nada más, se encargó de comer en silencio y de mirarte de reojo. Estabas siendo dura con el chico que acababa de salvarte la puta vida. Reíste sin humor y negaste con la cabeza, esta vez te habían salvado… la próxima no ibas a ponerte ninguna condición estúpida, aunque no sabías cuándo sería la próxima vez, de momento estabas en paz, no por mucho tiempo por supuesto ya que los nervios por consumir estaban empezando a crecer y eso se notaba en tu comportamiento. Estabas tocándote la nariz muchas veces y paseabas la mirada nerviosa… él te miraba en silencio aunque sabías que tenía muchas cosas por decir.